Dos Reinos en Pugna
Dos Reinos en Pugna
Antes del diluvio, en los días de Noé, Dios vio que “todo
designio de los pensamientos del corazón de ellos era de
continuo solamente el mal” (Génesis 6.5). Lo que Dios vio en
ese tiempo es lo mismo que ve en la actualidad. Así es el
corazón de todo ser humano, inclusive el tuyo y el mío, a
menos que hayamos sido rescatados por el Hijo de Dios. De
no experimentar ese rescate efectuado por Jesús, nuestro
corazón forma parte del territorio de Satanás; no podemos
negarlo.
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Sin embargo, veamos las buenas nuevas. Las mismas
consisten en que para todos los que se han hastiado de ser
reducidos a formar parte del territorio regido por ese rey
malvado, Satanás, Colosenses 1.13 les dice que Dios el
Padre les “ha librado de la potestad de las tinieblas, y
trasladado al reino de su amado Hijo”. Estas buenas nuevas
me incluyen incluso a mí, pobre pecador que era, y espero
que te incluyan a ti también. Todos los que hemos sido
librados de formar parte del territorio de Satanás hemos
llegado a formar parte del territorio de otro rey, el Rey
Jesús.
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El Soberano sobre los dos reinos
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“Por lo cual,” dice el próximo versículo, “salid de en medio
de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo;
y yo os recibiré”. Y Santiago 4.4 dice: “¿No sabéis que la
amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera,
pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye
enemigo de Dios.”
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Y, ¿cómo son los súbditos del reino de Dios? Tengo por
delante las mismas palabras de Jesús y sus discípulos. He
aquí nueve distintivos de los que andan en el reino de Dios:
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reinos de este mundo se le dan las posiciones de categoría
a los que son fuertes, arrogantes y corruptos.
Gracias, Dios, por los distintivos únicos de tu reino. Yo
quiero ser humilde, obediente, pacífico, lavado por la
sangre del Señor. Gracias que recibes a los pobres, porque
yo no tengo riquezas. Gracias, ¡gracias!
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—Rodney Q. Mast