Resumen Primer Parcial CONSTITUCIONAL
Resumen Primer Parcial CONSTITUCIONAL
Resumen Primer Parcial CONSTITUCIONAL
EL DERECHO CONSTITUCIONAL
a) Concepto
Se trata de una rama del derecho que apunta a la organización del poder en el Estado con
especial empeño en el resguardo del espacio de libertad de la sociedad. Así, regula las
relaciones entre éste y los particulares y las que suscitan en su interior entre los distintos
titulares del poder estatal.
“Estudia las cartas constitucionales de los Estados y el contenido que ellas tienen”
El derecho constitucional se ocupa por una parte de los aspectos vinculados con la protección
de los derechos humanos; los define y desarrolla las garantías necesarias para lograr su
efectiva vigencia. También define las características de la organización del poder en el
gobierno y en el territorio; esto es, las formas de gobierno y de Estado, delimita las cuestiones
relativas a la organización del poder.
Democráticas y autoritarias : Un país con un sistema autoritario puede contar con una
Constitución, pero para el esquema trazado por la doctrina, ella no puede ser considerada
como tal. Sólo lo será aquel instrumento jurídico que reúne un determinado número de
estándares mínimos, sin los cuales estaremos frente a una norma de diferente naturaleza; una
Constitución que no reconoce la división de poderes o a los derechos fundamentales de las
personas, para solo recurrir a los aspectos básicos, no es una Constitución.
No encontramos síntesis más clara del concepto de supremacía que la expresada por Bidart
Campos12': "AI colocar a la Constitución en el vértice de dicho orden, quiere decir que es ella
desde dicha cúspide la que dispone cuál es la gradación jerárquica del misino orden, porque
como fuente primaria y fundante bien puede ocurrir que la Constitución resigne el primer
plano ai que estamos acostumbrados para reconocer en dicho nivel más alto que el de ella
misma al derecho internacional —sea el general sea el de ios derechos humanos— y/o al
derecho de la integración supraestatal y su derivado el derecho comunitario".
En el caso que una norma o acto de gobierno no se ajuste al orden de prelación jerárquico
establecido en la Constitución, resultaría violatorio de! principio de supremacía y por !o tanto
viciado de nulidad por ser contrario a ¡a Constitución. La noción de supremacía surge de! art.
31 de la Ley Fundamental, que expresa: "Esta Constitución, las leyes de la Nación que en su
consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados con las potencias extranjeras son la ley
suprema de ¡a Nación...
El art. 28 CN establece los límites a la potestad legislativa, en cuanto impide alterar con
Finalmente, el carácter rígido de nuestra Ley Fundamental impide que sus disposiciones
puedan ser válidamente modificadas, si no es por el procedimiento específico que prevé el art.
30 para su reforma.
Supremacía del derecho federal: la primacía del derecho federal sobre los respectivos
ordenamientos locales está consagrada en el art. 31 de la Ley
Fundamental, en cuanto establece que las autoridades provinciales deben conformarse a la
Ley Suprema —Constitución Nacional, leyes dictadas en su consecuencia por el Congreso y
tratados internacionales— no obstante las disposiciones en contrario que puedan contener las
leyes o Constituciones provinciales.
Situación anterior a la reforma: La doctrina nacional ubicaba ala Argentina en el tercer grupo
de países, que sostienen la Igualdad de jerarquía de leyes y tratados internacionales. E sin
embargo, lo hacía con matices diferenciadores. Según esta postura debía aplicarse el principio
general que determina que "ley posterior deroga ley anterior". En tanto la ley y el tratado se
encontraban en el mismo nivel de jerarquía, el tratado también debía quedar asimilado a una
ley común en cuanto a las consecuencias prácticas de este principio
Orden de prelación de las normas: las nuevas cláusulas contenidas en dos incisos del art. 75
CN, sobre las atribuciones del Congreso, introducen modificaciones a las disposiciones
correlativas (arts. 27 y 31 CN) de ia Constitución histórica. En efecto, el ¡nc. 22 establece, en su
primer párrafo, el principio genera! en la materia cuando expresa que "los tratados y
concordatos tienen jerarquía superior a las leyes". el constituyente decidió incluir estas
modificaciones en la parte orgánica, entre las atribuciones el Poder Legislativo. Así, a partir de
la facultad que siempre tuvo el Congreso de aprobar o desechar tratados, se establecieron sus
nuevas características, con relación a las restantes normas del ordenamiento jurídico nacional.
Pero no estamos frente a una lista cerrada, ya que es posible lograr que otros tratados de
derechos humanos adquieran jerarquía constitucional.
A esos efectos, el constituyente estableció que una vez que el tratado ha sido aprobado por el
Congreso, deberá ser sometido a una nueva votación en la cual será necesario el "voto de las
dos terceras partes dela totalidad de los miembros de cada Cámara para gozar de la jerarquía
constitucional". Es así como otros dos instrumentos internacionales han adquirido jerarquía
constitucional luego de la reforma; en 1997, el tratado sobre desaparición forzada de
personas; y, en 2004, el tratado sobre crímenes aberrantes y de lesa humanidad que se
sumaron a la lista del ¡nc. 22 del art. 75.
Ello, en tanto "el punto en común del Derecho comunitario con el interno de cada Estado
miembro tiene su expresión en la relación particular que se da entre ambos. Esta relación de
integración se rige por los criterios (...) de incorporación inmediata y aplicabilidad directa del
Derecho comunitario en el orden jurídico interno de cada Estado, por la primacía que tiene
sobre éste y la responsabilidad de los particulares y los Estado miembros por los
incumplimientos de las normas comunitarias""
La redacción da lugar a dudas sobre el tipo de normas a que se hace referencia en la última
parte de la disposición transcripta. Puede tratarse tanto de las decisiones que tomen las
jurisdicciones supranacionales, en cuyo caso no vemos por qué necesariamente todas ellas
deban tener jerarquía supralegal. También podría hacerse alusión a las normas internas
necesarias para poner en vigencia las normas internacionales. Es de destacar que la mayor
parte de los autores entiende que estaríamos frente a las resoluciones y medidas emanadas de
los organismos supranacionales.
Pirámide Jurídica:
"Esta interpretación nos permite invocar ante nuestros tribunales y hacer ingresar a nuestro
sistema, la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ya que (...), el
único tribunal internacional en la materia con competencia respecto de nuestro país, es
ése"119'. Asimismo, se deben tener en cuenta las reservas120 que el país haya planteado al
momento de su ratificación, como también la evolución de la citada normativa en el ámbito
internacional.el constituyente manifiesta que estas convenciones "no derogan articulo alguno
de ¡a primera parte de esta Constitución y deben entenderse complementarios de los
derechos y garantías por ella reconocidos". En este punto compartimos la posición de Bidart
Campos, quien a efectos de encontrar un hilo conductor que permita compatibilizar estas
disposiciones con las de los arts. 31 y 27 CN, se vale del significado del término
"complementario" que importa algo que se suma a lo preexistente y que de ninguna manera
constituye un contenido accesorio que debería subordinarse a los contenidos de la
Constitución histórica en la materia. Por ende, toda interpretación deberá perseguir como
objetivo dar adecuada e integrada recepción a los contenidos procedentes de los poderes
constituyentes originario y derivado. En el mismo sentido se ha afirmado que "la
complementariedad de dichos instrumentos tampoco implica su accesoriedad, sino que refleja
su carácter de instrumentos que vienen a llenar vacíos e implicítudes de nuestro sistema"(2)|
2°.- Los tratados y concordatos en general del inc. 22, 1a parte, delart. 75, como así también
los convenios de integración y las normas queen su consecuencia se dicten, con el alcance
que la jurisprudencia establezca para esta última.
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
Para que el principio de supremacía constitucional tenga operativi dad y no resulte una mera
aspiración normativa es necesario contar con un mecanismo institucional adecuado que haga
factible, que frente al dictado de algún acto de gobierno que contradiga las normas de rango
superior a él, impere el orden de prelación normativo que la Constitución contempla
ordenándose su nulidad por inconstitucionalidad.A esos efectos, se ha creado a partir de
diferentes modalidades la herramienta denominada control de constitucionalidad, la que se
erige en una técnica fundamental del Estado de Derecho, en tanto tiene por finalidad
garantizar la vigencia del orden de prelación de las normas que la Constitución establece.
Diferentes sistemas
Al respecto sostiene: "si los tribunales deben tener en cuenta la Constitución y ella es superior
a cualquier ley ordinaria, es la Constitución, y no la ley la que debe regir el caso a! cual ambas
normas se refieren"(!2'. La atribución conferida a los jueces para examinar la
constitucionalidad de la norma aplicable, cuando disposiciones de diferente nivel jurídico se
encuentran en conflicto, consagra una técnica fundamental para el Estado de Derecho.
Control político: Como su nombre lo indica, la atribución del control constitucional ha sido
conferida a un órgano de naturaleza política. En la actualidad, el ejemplo más representativo
de este tipo de control lo constituye el Consejo Constitucional de Francia. Este órgano está
compuesto por nueve miembros, cuyo mandato dura nueve años y no es renovable. Lo
integran tres miembros nombrados por el Presidente de la República, tres por Presidente de ia
Asamblea Nacional y tres por el Presidente del Senado, Además, los ex Presidentes de la
República son miembros vitalicios de pleno derecho del Consejo Constitucional.
Control difuso : En este sistema, todos los jueces de todas las instancias y de todos los fueros
tienen competencia para revisar la compatibilidad de una norma o de un acto con la
Constitución. En consecuencia, el Poder Judicial tiene, además de la función de administrar
justicia, la jurisdicción constitucional, a través de cuyo ejercicio controla la constitucionalidad
de las leyes y actos estatales con el fin de garantizar la supremacía de la Constitución.
El sistema argentino :En la República Argentina rige, en el orden nacional, el sistema puro de
control judicial de constitucionalidad de carácter difuso de fuente estadounidense. Tanto en
los Estados Unidos de América, país en el que nace la teoría del control judicial, como en la
Argentina, a pesar de que sus Constituciones se ocupan de las atribuciones y del
funcionamiento del Poder Judicial federal, ellas no regulan la cuestión objeto de análisis.
Sin embargo, desde los albores de su vida institucional, la Corte Suprema de Justicia de la
Nación definió su rol dentro de la organización nacional del poder y adoptó el paradigma del
país del norte en materia de control de constitucionalidad.
.Asimismo, al estar organizado nuestro Estado bajo la forma federal, la atribución y el deber de
los magistrados de garantizar el orden jerárquico que prescribe el art.31 CN no se limita a los
jueces de la Nación, sino que se extiende a los provinciales. La CS decidirá, en definitiva, la
cuestión constitucional planteada en el litigio por la vía del recurso extraordinario federal'26'.
Requisitos: el control de constitucionalidad por parte de los jueces exige para suejercicio de la
reunión de determinados requisitos que han sido la resultante de precedentes judiciales que
han consolidado una jurisprudencia pacífica en el tiempo. Esta toma como base a las
prescripciones contenidas en los arts. 116 y 117 CN y de las leyes que reglamentan la justicia
federal.
Ellos son:
La jurisdicción del Poder Judicial de la Nación se encuentra limitada a la decisión de las causas
traídas a su conocimiento y sólo en ese contexto puede aplicar o interpretar la ley. Quedan
excluidos, por ende, los pronunciamientos generales o en abstracto, que no atiendan al caso
concreto o que se deriven del ejercicio de una facultad de índole consultiva. El art. 116 CN en
su primera parte establece la competencia del Poder Judicial nacional así expresa que:
"Corresponde a la Corte Suprema y a los Tribunales inferiores de la Nación, el conocimiento y
decisión de todas las causas, que versen sobre puntos regidos por la Constitución...".
Petición de parte
Este requisito deriva de la exigencia de causa judicial para ejercer la revisión constitucional,
pues en el orden nacional, los jueces no pueden expedirse en abstracto o en forma general
sobre la consütucionalidad de las leyes o actos de los poderes de gobierno.
A partir del presupuesto básico de la existencia de "caso", "causa" o "asunto" —palabras que
han sido consideradas sinónimos por la jurisprudencia— ello presupone la de "parte", o sea la
de quien reclama o se defiende y, por ende, la de quien se beneficia o perjudica con la
resolución adoptada al cabo del proceso1301. Ahora bien, una interpretación muy restrictiva
de este condicionamiento para el ejercicio de la jurisdicción de nuestros tribunales, determinó
la inviabilidad de la declaración de inconstitucionalidad de oficio de las leyes y actos estatales,
con fundamento en la preservación del principio de separación de poderes'31'.
Sin embargo, este criterio se modificó sustancialmente a partir del leading case "Mili de
Pereyra", fallado el 27 de setiembre de 2001, en el cual se concluyó que esa facultad no creaba
un desequilibrio de poderes en favor del Poder Judicial en menoscabo de los otros dos, pues
"si la atribución en sí no es negada, carece de consistencia sostener que el avance sobre los
otros poderes no se produce cuando media petición de parte y sí cuando no la hay"(32) La
declaración de inconstitucionalidad de oficio debe distinguirse de los límites a que se halla
ceñido el ejercicio de la jurisdicción.
Esto es, si bien no proceden las declaraciones de inconstitucionalidad de las leyes en abstracto
—fuera de un caso concreto—, ello no implica que desaparezca la necesidad de petición
expresa de la parte interesada, pues el control de constitucionalidad versa sobre una cuestión
de derecho y no de hecho.
En consecuencia, es potestad de los jueces suplir el derecho que las partes no invocan o
invocan erradamente y aplicar, en caso de colisión de normas —conforme el principio fura
rtovit curia— aquella de mayor rango, a los fines de mantener la supremacía de la Constitución
La parte que peticiona una declaración de inconstitucionalidad+ debe acreditar que los
perjuicios que le ocasiona la norma impugnada la afectan de forma suficientemente directa o
inmediata para promover el proceso. Del mismo modo, los efectos de la pretensión que
persigue una declaración de inconstitucionalidad deben limitarse al caso concreto, cuyo fin sea
el de asegurar el ejercicio de un derecho o el cumplimiento de obligaciones
Efectos
Cuestiones políticas no justiciables: Existen áreas, en los diferentes sistemas, que no son
susceptibles de revisión constitucional. En el régimen de control judicial difuso, esos ámbitos
están constituidos por las denominadas cuestiones políticas no justiciables.
La doctrina de las "cuestiones políticas" configura un límite a la potestad que tienen los jueces
de examinar "todos los puntos regidos por la Constitución", a los fines de garantizar su
supremacía —arts. 106 y 31 CN—Nuestra Corte Suprema adoptó el criterio de las cuestiones
políticas al declarar cuestión no justiciable el procedimiento de sanción de una ley de
intervención federal en el caso " Cullen c. Llerena", fallado en 1893(46)
.A partir de allí, una jurisprudencia casuística y oscilante del Tribunal impidió formular pautas
precisas que permitan sistematizar la doctrina de las cuestiones políticas. Entre la diversidad
de casos, cabe mencionar el estado de sitio, la intervención federal, las cuestiones electorales,
el enjuiciamiento de magistrados, la formación y sanción de las leyes, las facultades privativas
de los poderes políticos.
Ahora bien, los efectos de tales actos, en cuanto puedan afectar derechos subjetivos, siempre
serán susceptibles de revisión. Asimismo, la observancia de Jos requisitos exigidos por la
Constitución y la ley para su dictado es materia justiciable.
Por ejemplo, la declaración del estado de sitio o la sanción de una ley son actos
eminentemente políticos y, por lo tanto, el Poder Judicial no podría revisar las razones que han
llevado a los otros poderes a decidir esos actos. Pero, sí serían susceptibles de revisión los
aspectos de tipo proccdimental que deben ser observados para el dictado de un acto de tipo
político. Esto ocurriría, por ejemplo, si el estado de sitio hubiese sido declarado por un órgano
incompetente, v. gr. por el Poder Ejecutivo en caso de conmoción interior estando en sesiones
el Congreso, o que se hubiera violado el procedimiento exigido por la Constitución para la
formación de las leyes, corno ocurriría si una ley sobre tributos hubiera tenido al Senado como
Cámara de origen.
Etapa preconstituyente: Esta primera etapa del procedimiento exige el pronunciamiento del
Congreso de la Nación quien se expresa a través de la declaración de la necesidad de la
reforma. Esta decisión se ha manifestado en todas las ocasiones en que se reformó nuestra
Constitución, por medio de la sanción de una ley
Etapa electora: Esta segunda etapa consiste en el llamado a comicios para la designación de
los miembros de la convención. Estos serán elegidos de acuerdo con el sistema y las
modalidades previstos en la ley declarativa de la necesidad de la reforma. Esta debe
determinar el número de convencionales, la fórmula o sistema electoral destinado a
determinar como se repartirán las bancas entre los diferentes partidos que participen de la
contienda y la asignación de la partida presupuestaria especial destinada a afrontar los gastos
de esta etapa y la siguiente. La ley declarativa sólo establece las normas más importantes que
reglamentan el funcionamiento de la Convención, dejando en manos de ésta la elaboración de
las restantes, las que conformarán su reglamento.
El electorado, al inclinarse por las listas de uno u otro partido político lo hace igualmente a
favor de una u otra propuesta, las que deben limitarse a los puntos objeto de enmienda
establecidos en la ley declarativa.Cabe recordar que la ley electoral nacional concede a los
partidos el monopolio en materia de candidaturas para los cargos electivos.
Reforma de 1898: Nuevamente se la declaró mediante el dictado de una ley, la n° 3507 que
estableció la necesidad de llevar a cabo una reforma parcial, cuyo objeto estaba contenido en
los tres siguientes puntos: a) el número de habitantes que el art. 37 debía fijar como base para
la elección de diputados al Congreso; b) el número de ministros del Poder Ejecutivo (art. 87); y
c) la instalación de aduanas libres en los territorios del sur de la República (art. 67, inc. 1). Las
restantes disposiciones de la ley estaban destinadas a regular la organización de la convención
reformadora. Entre ellas, cabe destacar la que establecía la cantidad de convencionales por
cada Provincia y la que fijaba el plazo de reunión en treinta días posteriores a su instalación.
Reforma de 1957: El gobierno de facto que asumió el poder luego del derrocamiento del
Presidente Perón en ejercicio del segundo período de gobierno en 1955.Se declaró el 27 de
abril de 1956 el restablecimiento de la vigencia de la Constitución nacional de 1853, con !as
reformas de 1860, 1866 y 1898, excluyendo la de 1949. Como consecuencia se obligó a ajustar
su acción a la Constitución restablecida.
Según la opinión de Bidart Campos, quien entiende que el gobierno provisional no ejercitó
poder constituyente, sino que se limitó a abrogar !a reforma de 1949, que por sus vicios
formales y por su contenido totalitario, resultaba nula con la reforma de 1957 la Constitución
de 1853 se incorpora al movimiento del constitucionalismo social, en la medida que jerarquiza
los derechos sociales y económicos reconociéndoles rango constitucional y le otorga al
Congreso Nacional la facultad de dictar el Código de Trabajo y Seguridad Social
Reforma 1994:
Ley 24.309 : El art. 2° de la ley, determinó los artículos que la Convención Constituyente podía
reformar, las adiciones a incorporar al texto constitucional y las facultades de dictar las
cláusulas transitorias necesarias para el funcionamiento del nuevo esquema institucional. Esta
disposición da forma legislativa al "Núcleo de Coincidencias Básicas", compuesto de trece
ítems, cuyo contenido es el siguiente:
1) Fortalecimiento del régimen federal. Este punto se dividió en cuatro cuestiones, a saber:
distribución de competencias entre la Nación y las Provincias; creación de regiones;
jurisdicción provincial en los establecimientos de utilidad nacional; celebración de acuerdos
internacionales. 2) Autonomía municipal.3) Incorporación de la iniciativa de leyes y de la
consulta popular como mecanismos de democracia semidirecta.4} Establecimiento del acuerdo
del Senado para la designación de funcionarios.5) Actualización de las atribuciones del
Congreso y del Poder Ejecutivo Nacional, previstas en los arts. 76 y 86 CN, respectivamente .6)
Incorporación de la figura del Defensor del Pueblo.7) Ministerio Público como órgano extra
poder.8) Facultades del Congreso respecto de pedidos de informes, interpretación y
comisiones de investigación9) Institutos para la integración y jerarquía de los tratados
internacionales.10) Garantías de la democracia en cuanto a la regulación de los partidos
políticos. Sistema electoral y defensa del orden constitucional.11) Preservación del Medio
Ambiente.12) Creación de un Consejo Económico y Social con carácter consultivo. 13)
Adecuación de los textos constitucionales a fin de garantizar la identidad étnica y cultural de
los pueblos indígenas.14) Defensa de la competencia, del usuario y del consumidor. 15)
Consagración expresa del babeas corpus y del amparo.16) Posibilidad de unificar la iniciación
de todos los mandatos electivos en una misma fecha.
Los arts. 9D , 10 y 11 de la ley fijan las pautas de la etapa electoral del proceso reformador y
establecen la convocatoria a Convención Constituyente dentro de los ciento veinte días de
promulgada la ley. Se determinó que cada Provincia y la Capital Federal tendrían una cantidad
de convencionales igual a la suma de los legisladores que las representan en el Congreso de la
Nación.
Las calidades para ser convencional constituyente fueron similares a las exigidas para los
diputados de la Nación y la única incompatibilidad establecida fue la de ser miembro del Poder
Judicial federal o provincial.
Se establecieron normas concernientes al funcionamiento de la Convención, determinando las
ciudades sedes del órgano (Santa Fe y Paraná), la fecha de iniciación de la labor dentro de los
sesenta días posteriores a las elecciones generales para convencionales y la duración de su
labor en noventa días improrrogables.
Se otorgó a los constituyentes las prerrogativas e inmunidades de las que gozan los diputados
de la Nación y la percepción de una compensación económica equivalente a la de éstos,
autorizando al Poder Ejecutivo a efectuar los gastos que demandase la ejecución de la ley
declarativa.
CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
Creado para que las normas INFERIORES estén de acuerdo a las normas SUPERIORES.
Para que el principio de supremacía constitucional tenga operatividad y no resulte una mera
aspiración normativa es necesario contar con un mecanismo institucional adecuado que haga
factible, que frente al dictado de algún acto de gobierno que contradiga las normas de rango
superior a él, impere el orden de prelación normativo que la Constitución contempla
ordenándose su nulidad por inconstitucionalidad. A estos efectos, se ha creado a partir de
diferentes modalidades la herramienta denominada “control de constitucionalidad”, la que se
erige en una técnica fundamental del Estado de Derecho, en tanto tiene por finalidad
garantizar la vigencia del orden de prelación de las normas que la Constitución establece.
El control o revisión de constitucionalidad consiste en examinar si una norma o acto de
gobierno se encuentra de acuerdo, se compadece con el orden de jerarquía del bloque federal
de constitucionalidad y en caso de verificarse lo contrario, privarlo de sus efectos.
Requisitos: el control de constitucionalidad por parte de los jueces exige para su ejercicio de la
reunión de determinados requisitos contenidos en los artículos 116 y 117 CN:
2. Petición de parte: este requisito deriva de la exigencia de la causa judicial para ejercer la
revisión constitucional dado que los jueces no pueden expedirse en abstracto o en forma
general sobre la constitucionalidad de las leyes o actos de los poderes de gobierno. A partir del
presupuesto básico de un caso, se supone que alguna de las partes planteara la
inconstitucionalidad evidente; pero en el caso de que ninguna de las partes lo solicite, el juez
puede declarar la inconstitucionalidad de oficio.
Carlos S. Fayt era, desde antes de que se realizará la reforma constitucional de 1994, juez de la
Suprema Corte; el texto incorporado por la reforma establece: ”Un nuevo nombramiento,
precedido de igual acuerdo, será necesario para mantener en el cargo a cualquiera de esos
magistrados, una vez que cumplan la edad de setenta y cinco años. Todos los nombramientos
de magistrados cuya edad sea la indicada o mayor se harán por cinco años, y podrán ser
repetidos indefinidamente, por el mismo trámite.”
En estos términos, dicha modificación significaba una reforma al art. 110 de la Constitución
Nacional que establece: “Los jueces de la Corte Suprema y de los tribunales inferiores de la
Nación conservarán sus empleos mientras dure su buena conducta…”
El juez Fayt, en 1999, momento en que entraba en vigor dicho artículo, contaba ya con 75 años
y debía entonces someterse a un nuevo nombramiento, motivo por el cual al verse afectado
inicia una acción declarativa de inconstitucionalidad contra dichas disposiciones.
En definitiva, lo que juzgó el Alto Tribunal fue que la Convención Reformadora había excedido
los límites de sus facultades de actuación en virtud de la ley 24.309 que declaraba la necesidad
de la reforma y el núcleo de coincidencias básicas. Al hacerlo el Tribunal entraba a considerar
la actuación del poder político, ya que la mencionada ley, si bien no se presentaba como una
ley ordinaria sino como un acto pre-constituyente, era, como toda ley, el resultado de la
dinámica del proceso político de acuerdos entre representantes de distintos sectores de la
sociedad que plasmaban dicho compromiso en la norma jurídica. Sobre esta base “ningún
departamento puede ejercer lícitamente otras facultades que las que le han sido acordadas
(Fallos, 137:47) y
es del resorte de esta Corte juzgar "la existencia y límites de las facultades privativas de los
otros poderes" (Fallos, 210:1095) y "excedencia de sus atribuciones" en la que éstos puedan
incurrir (Fallos, 254:43)”.
FEDERALISMO: El sistema de distribución de competencias entre gobierno nacional y
provincias.
FORMA DE GOBIERNO: Refleja la estructura que enmarca el ejercicio del poder, al acceso a su
composición y los órganos que lo integran. En Argentina es Representativo.
FEDERALISMO
Esto significa que en nuestro país, el poder está distribuido territorialmente en órganos
regionales denominados “provincias”. Cada una de estas provincias conservan su autonomía,
pero la soberanía sobre todo el territorio nacional le corresponder al gobierno central.
Características
3. Coordinación: significa que entre las provincias y el Estado federal existe un "reparto
de competencias". Nuestra Constitución se encarga de ello a través del Art. 121, de
este artículo surge que las provincias, a través de la Constitución, le delegan al
gobierno federal competencia para ciertos asuntos. Toda competencia que no es
atribuida por la Constitución al gobierno federal, se considera reservada para las
provincias.
LAS PROVINCIAS
Concepto. Las provincias son las unidades políticas que componen nuestra federación. En
nuestro país las provincias son autónomas, pero no son soberanas.
Soberanía y Autonomía
2. Autonomía: es la facultad que tiene una entidad para dictar sus propias leyes de
carácter general, y que éstas sean obligatorias. Las provincias son autónomas, ya que
están facultadas para dictar sus propias leyes y regirse de ellas.
RÉGIMEN MUNICIPAL
Concepto. Un municipio "es una persona de Derecho Público, constituida por una comunidad
humana, asentada en un territorio determinado, que administra sus propios intereses y que
depende siempre, en mayor o menor grado, de una entidad pública superior, el Estado
provincial o nacional".
Artículo 123: “Cada provincia dicta su propia Constitución, conforme a lo dispuesto por el Art. 5
asegurando la autonomía municipal y reglando su alcance y contenido en el orden
institucional, político, administrativo, económico y financiero”.
Este artículo reafirma que los municipios son “entidades autónomas”, aunque el alcance y
contenido de dicha autonomía puede ser restringido por las respectivas constituciones
provinciales en los aspectos institucionales, políticos, administrativos, económicos y
financieros.
LA INTERVENCIÓN FEDERAL
Concepto. Es un acto a través del cual, el Gobierno federal protege la integridad, la autonomía
y la subsistencia de las provincias ante situaciones anormales que ellas no pueden resolver por
sí mismas.
Esto significa que el Gobierno federal será el encargado de ayudar a las provincias cuando en
ellas se susciten este tipo de conflictos. La manera de ayudarlas será enviando a una persona
(interventor federal) para que reemplace o reorganice a alguno de los poderes provinciales.
Causales de Intervención
1. Garantizar la Forma Republicana (en dicha provincia). Cuando no cumple con el
artículo 5.
En los dos primeros casos (1 y 2) el Gobierno federal intervendrá por “motu propio", o sea sin
que la provincia se lo pida.
En los otros dos casos (3 y 4), el Gobierno federal intervendrá a pedido de la provincia
afectada.
NOCIONES GENERALES
Cada una de las etapas que han ido evolucionando el constitucionalismo, se ha visto
caracterizada por el reconocimiento de una generación de derechos; estos derechos
reconocidos se van sumando a los que databan de tiempos anteriores, el constitucionalismo,
dada esta característica, es el único movimiento de ideas que crece por adición; es decir, toda
vez que se verifica alguna falencia constitucional, aparecen nuevos derechos que van a llenar
esas lagunas, pero, la incorporación de un nuevo derecho no importa de ningún modo la
exclusión de otro.
Dada esta adquisición de derechos por tandas, se pueden distinguir distintos tipos de derechos
y sus características:
a) Constitucionalismo clásico
El constitucionalismo clásico consagra los derechos individuales; son ellos, el derecho a la vida,
a la seguridad personal, a la libertad de expresión, a la libertad de cultos, etc.; en suma, a los
derechos contenidos en el art. 14 CN. Se trata de libertades que protegen ámbitos individuales
de la persona humana
Art. 14 CN: “Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las
leyes que reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita; de
navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir
del territorio argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y
disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de
enseñar y de aprender”
b) Constitucionalismo social
Por lo tanto, en adelante no sólo las personas físicas pueden ser titulares de derechos, sino
también las jurídicas.
Con la consagración del derecho al ambiente sano, a partir de la década del 60 nace la tercera
generación de derechos que viene a sumarse a los precedentes. Se trata de los derechos de
“tercera generación” o de incidencia colectiva.
Esta nueva ola tiene su punto de mira en el entorno en el cual debe transcurrir la vida humana
a partir de una proyección ad-infinitum que obliga a todos por igual, en aras al logro de la
equidad intergeneracional. Junto al derecho al ambiente aparecen también los de los derechos
a los consumidores y usuarios y, entonces, el ideal de calidad de vida digna se ensancha para
asegurar una competencia genuina que les confiera a las personas una verdadera libertad de
elección de bienes y servicios. Ello, dentro del marco de una gestión que asegure su
participación y le brinde amplia información.
El derecho internacional de los derechos humanos es una rama independiente del derecho
internacional cuyo objeto de la promoción y tutela de los derechos y libertades de la persona
humana, con prescindencia de las fronteras estatales.
Evolución y contenido: La internacionalización de los derechos humanos es un proceso que se
inicia al finalizar la Segunda Guerra Mundial; el punto de partida en materia de protección de
derechos humanos en el ámbito universal está dado por la Carta de las Naciones Unidas,
firmada en 1945 en San Francisco al finalizar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre
Organización Internacional.
En su preámbulo, los pueblos de las naciones unidas resuelven “afirmar la fe en los derechos
fundamentales del hombre, en la dignidad humana, en la igualdad de los derechos de hombres
y mujeres y en las naciones grandes y pequeñas…” Y en su art. 3°, se establece como uno de
sus propósitos el de “realizar la cooperación internacional en la solución de problemas
internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo o
estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos sin
hacer distinción por motivos de raza, seco, idioma o religión…”
La facultad reglamentaria del Estado reconoce su fuente formal en el art. 14 CN, cuya primera
parte declara “Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a
las leyes que reglamenten su ejercicio…”. Es así como surgen los principios de relatividad,
legalidad y razonabilidad.
a) Principio de relatividad
Según el principio de relatividad, los derechos no son absolutos, sino que su ejercicio está
sujeto a limitaciones impuestas por leyes que los reglamentan por mandato constitucional.
Los límites al goce de los derechos presuponen, a su vez, la imposición de deberes a terceros, a
los efectos de asegurar la necesaria convivencia social en libertad tal como se estipula en el
art. 19 CN “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y la
moral pública, ni perjudiquen a un tercero…”
b) Principio de legalidad
El principio de legalidad exige la necesidad de la ley para que el Estado pueda expresar
válidamente su voluntad en determinadas materias, como por ejemplo en cuestiones de
naturaleza penal o impositiva, entre otras.
El principio de legalidad emana del art. 19 CN que declara en su última parte: “...Ningún
habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no demanda la ley, ni privado de lo que
ella no prohíbe.” y se reafirma en determinadas garantías penales como por ejemplo “nullum
crimen nulla poena sine lege”.
c) Principio de razonabilidad
Este principio de razonabilidad implica que las leyes que establecen derechos y deberes, y los
decretos reglamentarios del poder ejecutivo deben ser acordes al espíritu de la constitución
Nacional, a la que no deben contradecir, pues son el medio que debe conducir a su plena
vigencia y eficacia.
PODER DE POLICÍA
El poder de policía ha sido definido como la facultad legislativa de regular la amplitud y límites
de los derechos individuales expresamente consagrados o implícitamente reconocidos en la
Constitución de un Estado.
También ha sido definido como una potestad reguladora del ejercicio de los derechos y del
cumplimiento de los deberes constitucionales de los habitantes, con el fin de conservar la
armonía de todos.
SITUACIONES DE EMERGENCIA
SITUACIÓN DE EMERGENCIA
Cabe señalar que esta rápida conceptualización jurídica de emergencia destaca sus elementos
fundamentales. Son ellos: la excepcionalidad, la transitoriedad y la necesidad de impedir males
mayores.
Existen diferentes situaciones de emergencia según las causas en las que se originan.
Históricamente tuvieron recepción en la Constitución Nacional las emergencias de origen
político, derivadas de conflictos internacionales o de graves disturbios internos que afectan el
desenvolvimiento normal de las instituciones. Los mecanismos constitucionales diseñados para
dar respuesta a estos acontecimientos son el estado de sitio y la intervención federal. A su vez,
las crisis económicas de la posguerra dieron lugar a la adopción jurisprudencial de la doctrina
de emergencia económica y posteriormente, con la reforma del ‘94 adquieren status
constitucional dos nuevos tipos de emergencia: por una parte, el art. 76 autoriza la delegación
legislativa; y por otro, el art. 99 inc. 3° habilita al presidente para dictar decretos de necesidad
y urgencia.
a) El estado de sitio
Origen: Este instituto registra remotos antecedentes en las épocas de grandes convulsiones
políticas tales como la dictadura romana, el origen del estado de sitio en las instituciones
modernas lo encontramos en Francia, en la ley de la primera Asamblea Constituyente del 10
de julio de 1791, allí, en caso de haber un peligro político, todos los poderes políticos debían
pasar a la autoridad militar.
Finalidad: La finalidad del estado de sitio es la defensa de la Constitución; por ello se requiere
la existencia de un peligro para su ejercicio y el de los poderes constituidos para su legítima
declaración. Este peligro debe manifestarse en una necesidad pública de suficiente entidad y
gravedad que amenace el desenvolvimiento regular de las instituciones, a punto tal que no
pueda restablecerse por otras vías normales la tranquilidad de la población.
La declaración del estado de sitio en caso de conmoción interior es atribución del congreso
(art. 75 inc. 29 CN) o al presidente si el Congreso está en receso; pero cuando la causa que
motiva su implementación es el ataque exterior, la atribución corresponde al Poder Ejecutivo
(art. 99 inc. 16 CN).
La restricción de los derechos y las facultades de revisión: La cuestión más conflictiva radica en
establecer cuál es el alcance que debe otorgarse al enunciado "suspensión de garantías"
contenido en el art. 23, dada la amplitud de la terminología empleada por la Constitución.
En una primera etapa de nuestra vida institucional, se interpretó que la expresión era
comprensiva de todos los derechos civiles y políticos de las personas, así como de todas las
garantías, incluso el hábeas corpus.
Esta era, a su vez, la doctrina sustentada por la Corte Suprema federal, con relación a la
discrecionalidad del poder autorizado constitucionalmente para ejercer las facultades
derivadas del artículo aludido. En este sentido, se pronunció el Tribunal diciendo: "los términos
del art. 23 de la Constitución Nacional son claros y no admiten dudas; durante el estado de
sitio quedan suspensas las garantías constitucionales, y, en consecuencia, el derecho de
reunión de que se trata en este caso. La limitación puesta a la facultad del presidente de la
República sólo se refiere a la libertad individual: prohibición de aplicar penas y limitación de
arresto o traslado si el detenido o trasladado no prefiere salir del territorio",
Las facultades del presidente (control sobre la razonabilidad de las medidas): De acuerdo con
el art. 23, durante la vigencia del estado de sitio el presidente tiene la facultad de arrestar o
trasladar personas de un punto a otro del país, con las prohibiciones expresas de condenar y la
de aplicar penas. Esta limitación concuerda con el art. 109, en cuanto prescribe que "en ningún
caso presidente de la Nación puede ejercer funciones judiciales, arrogarse el conocimiento de
causas pendientes o restablecer las fenecidas”, y, asimismo, con el art. 29 que veda al
Legislativo la concesión al Ejecutivo de facultades extraordinarias ni de la suma del poder
público.
Por otra parte, las medidas adoptadas por el ejecutivo no pueden importar, en su puesta en
práctica, la imposición de una pena, ya que sólo se trata de disposiciones de seguridad política
"cuyo alcance debe interpretarse restrictivamente y en sentido favorable a la seguridad
personal ". La restricción de la libertad, entonces, sólo importa una medida de seguridad
tendiente a restablecer el normal funcionamiento de las instituciones. Por tal razón, si el
presidente considera que la persona afectada ha cometido un delito, debe ponerlo de
inmediato a disposición del juez para su investigación, pues, cada uno de los poderes actúa en
el ámbito de sus competencias durante el estado de sitio.
EL DERECHO DE OPCIÓN
El arresto o el traslado de personas que ordena el Poder Ejecutivo obedecen a la finalidad del
instituto en examen, apartando del escenario político-social los factores que pueden
profundizar la crisis o bien obstaculizar la recomposición del orden institucional afectado.
En esos casos, la persona puede optar por su salida del territorio nacional. El derecho de
opción, de acuerdo con la norma constitucional, asiste tanto a los detenidos como a los
trasladados por orden del presidente.
Durante la última dictadura militar, la reglamentación del derecho de opción dispuesta por el
gobierno de facto en 1976 implicó su eliminación lisa y llana. La norma de facto fue
convalidada por la Corte Suprema en el fallo "Resoli", al sostener que la limitación temporaria
del derecho de opción para salir del país, no podía reputarse arbitraria, ni irrazonable.
Finalmente, la mencionada ley 23.098, que regula el hábeas corpus, prescribe la procedencia
de la acción para comprobar el efectivo ejercicio del derecho garantizado por la Ley Suprema.
En esta doctrina de emergencia, se fundamenta la adopción del poder de policía amplio y con
ello la justificación de la potestad del Estado para restringir los derechos de contenido
patrimonial cuando así lo exigen graves crisis económicas.
El estándar aplicable para legitimar las medidas extraordinarias, tomado directamente de los
antecedentes extranjeros, exige los siguientes recaudos:
1) Que exista una situación de emergencia que haga necesario amparar los intereses vitales de
la comunidad;
2) Que la ley tenga por finalidad legítima la protección de esos intereses y no de los de
determinados individuos;
3) Que el remedio empleado sea razonable y otorgue un alivio justificado por las
circunstancias;
4) Que la medida implementada sea transitoria, limitada al plazo indispensable para que
desaparezcan las causas que hicieron necesaria su adopción.
La justificación de la intervención estatal por parte de los poderes políticos, para proteger los
intereses económicos de la mayoría en una situación excepcional, sumado a la tolerancia del
Poder Judicial, habría de incidir contradictoria y negativamente en esos intereses vitales de la
comunidad, a los cuales se decía preservar, tales como la salud, el trabajo, la vivienda, la
familia y, especialmente, la seguridad jurídica.
La reforma de 1994 dio base constitucional a los decretos de naturaleza legislativa, con el
propósito de poner un quicio a las facultades presidenciales y fortalecer los controles
republicanos. Sin embargo, la realidad demuestra que, hasta el presente, el Poder Legislativo
no ha logrado recuperar sus facultades perdidas. Tampoco el control judicial operó como un
factor de reequilibrio en la observancia del principio de separación de poderes. Por el
contrario, la jurisprudencia de la Corte Suprema fue oscilante y equívoca contribuyendo así a
una concentración cada vez mayor de facultades en el Ejecutivo y el consiguiente
debilitamiento del Estado de Derecho.
“El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las Legislaturas provinciales a los
gobernadores de provincia, facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni
otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los
argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan
consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la
responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria.”
El art. 29 CN, al declarar los actos prohibidos, encuentra su razón de ser en una práctica usual
de nuestra vida política, previa a la Organización Nacional, consistente en la concesión al Poder
Ejecutivo de facultades discrecionales, cuya expresión más elocuente tuvo lugar durante el
régimen rosista. Numerosos antecedentes históricos dan cuenta de esa tendencia de las
legislaturas, las cuales traicionaron su deber de representar al pueblo en numerosas
oportunidades, mediante un obsecuente renunciamiento a sus facultades.
a) Institutos prohibidos
2. La suma del poder público; la suma del poder público significa la concentración de todos los
poderes de gobierno en cabeza del Poder Ejecutivo; y
El art. 29 prescribe dos tipos de efectos jurídicos para los actos prohibidos: la nulidad
insanable; y la incriminación para quienes los formulen, consientan o firmen, a la pena y
responsabilidad de los infames traidores a la Patria.
“Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los
formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria”
Nulidad insanable: La nulidad insanable implica que los actos de concesión de poderes
dictatoriales, formulados por el Congreso o la Legislatura de Provincia, en razón de hallarse
viciados desde su origen son inexistentes.
La pena a la concesión de poderes tiránicos: Los poderes tiránicos: El art. 29 tipifica un delito
constitucional, que es el de la concesión de poderes tiránicos, sin establecer la pena aplicable.
Según se deriva de la última parte de la norma, aquélla debe ser igual que la que se adjudique
a los "traidores de la patria". El ilícito previsto en el art. 29 ha sido denominado en el art. 227
del Código Penal como "delito de concesión de poderes tiránicos", estableciéndose a su
respecto la pena prevista por el art. 215 de dicho código para los traidores a la patria.
Conforme el art. 227 del Código Penal, el sujeto activo de este delito es el legislador nacional o
provincial, es decir, quien formula el acto prohibido; la pena estipulada es la de prisión o
reclusión perpetua.
Sus autores serán pasibles de la sanción prevista en el Artículo 29, inhabilitados a perpetuidad
para ocupar cargos públicos y excluidos de los beneficios del indulto y la conmutación de
penas.
Tendrán las mismas sanciones quienes, como consecuencia de estos actos, usurparen
funciones previstas para las autoridades de esta Constitución o las de las provincias, los que
responderán civil y penalmente de sus actos. Las acciones respectivas serán imprescriptibles.
Todos los ciudadanos tienen el derecho de resistencia contra quienes ejecutaren los actos de
fuerza enunciados en este artículo.
Atentará asimismo contra el sistema democrático quien incurriere en grave delito doloso
contra el Estado que conlleve enriquecimiento, quedando inhabilitado por el tiempo que las
leyes determinen para ocupar cargos o empleos públicos.
El Congreso sancionará una ley sobre ética pública para el ejercicio de la función.”
Consideramos que se trata de una modalidad que establece a futuro que las conductas de
quienes procedan de esa manera no quedarán impunes.
a) Delitos constitucionales
1. Las de los ejecutores de los actos de fuerza contra el orden institucional y el sistema
democrático.
2. Las de los usurpadores de cargos públicos como consecuencia de esos actos de fuerza.
La remisión al art. 29 para la sanción de los actos vedados no resulta la más adecuada, ya que
aquel artículo, como vimos en los párrafos anteriores, reenvía a su vez al que castiga la traición
a la patria. Agrega a tal sanción la inhabilitación perpetua para el ejercicio de cargos públicos y
la imposibilidad de los condenados por tales actos de recibir el beneficio del indulto y la
conmutación de penas.
Las acciones legales para obtener la sanción de quienes incurran en las conductas
anteriormente descritas son imprescriptibles, esto es, no se extinguen por el transcurso del
tiempo y se pueden ejercer en cualquier momento.
b) El derecho de resistencia
Sin embargo, lo que en teoría política es de fácil definición, no ocurre lo mismo cuando de
reglas jurídicas se trata. Dice Mario Midón: "El reconocimiento de este derecho se mide con la
vara del éxito o del fracaso de quienes dicen haberlo ejercitado. Si el movimiento ha triunfado
y fue destituido el opresor sus autores merecerán la gloria; en cambio, si la suerte resultó
adversa, no bastará todo el derecho para condenar el intento".
De todos modos, cabe señalar que se trata de un derecho operativo, que debe diferenciarse de
la obligación impuesta a los ciudadanos por el art. 21 de la Constitución de armarse en defensa
de la patria, según las leyes reglamentarias, el cual es calificado expresamente de "servicio".
También se lo debe distinguir del derecho de la comunidad a manifestarse dentro del sistema
democrático, para oponerse a aquellos actos de gobierno o leyes considerados injustos.
Resulta destacable que la norma otorgue al delito doloso contra el Estado el carácter de acto
atentatorio del sistema democrático, porque la corrupción dentro de los regímenes
constitucionales afecta su legitimidad y otorga argumentos sobre los cuales el autoritarismo
ejerce su seducción.
d) Ética pública
El último párrafo del art. 36 se vincula estrechamente con el delito aludido precedentemente,
al formular el mandato dirigido al Congreso de sancionar una ley sobre ética pública para el
ejercicio de la función.
El legislador fija un criterio amplio para el concepto de función pública, pues, a los efectos de la
ley, comprende toda actividad temporal o permanente, remunerada u honoraria, realizada por
una persona en nombre del Estado o al servicio del Estado o de sus entidades, en cualquier
nivel jerárquico.
El dictado de esta ley no sólo implica el cumplimiento de un mandato constitucional, sino que
demuestra un mayor rigor normativo para penalizar los actos de corrupción, que como ya
sostuvimos constituyen el más serio peligro para la vigencia de un auténtico estado de
derecho.