Pena de Muerte
Pena de Muerte
Pena de Muerte
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Amnistía Internacional sostiene que la pena de muerte constituye una violación de derechos
humanos y, en particular, del derecho a la vida y del derecho a no sufrir tortura ni tratos o
penas crueles, inhumanos y degradantes. Estos dos derechos están consagrados en la
Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada en 1948 por las Naciones Unidas.
Aunque el derecho internacional dispone que se debe restringir el uso la pena de muerte para
los “más graves delitos”, es decir, el homicidio intencional, Amnistía Internacional considera
que la pena de muerte nunca es la solución.
1) Artículo 1
1. No se ejecutará a ninguna persona sometida a la jurisdicción de un Estado Parte en
el presente Protocolo.
2. Cada uno de los Estados Partes adoptará todas las medidas necesarias para abolir la
pena de muerte en su jurisdicción.
Argentina aprobó mediante la Ley N.º 23.313, en el año 1986, este pacto.
(LEY 23.3143: Aprobación de los Pactos Internacionales de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales y Civiles y Políticos y su Protocolo facultativo.)
2) Artículo 1
Abolición de la pena de muerte
Queda abolida la pena de muerte. Nadie podrá ser condenado a tal pena ni ejecutado.
A pesar de que el derecho internacional de los derechos humanos prohíbe aplicar la pena de
muerte a personas que eran menores de 18 años en el momento del delito, hay países que
siguen haciéndolo. El número de ejecuciones en tales casos es reducido en comparación con el
total de ejecuciones anuales registradas por Amnistía Internacional.
No obstante, su importancia va más allá de las cifras y pone en cuestión el compromiso de los
Estados ejecutores de respetar el derecho internacional.
Varios de estos países han cambiado ya sus leyes para excluir esta práctica. En Irán, las
ejecuciones de personas menores de 18 años en el momento del delito duplican con creces la
suma de esas ejecuciones en los restantes nueve países.
Decapitación
Ahorcamiento
Inyección letal
Arma de fuego
En 2022, la mayoría de las ejecuciones de las que se tuvo noticia se produjeron en China, Irán,
Arabia Saudí, Irak y Egipto, por ese orden.
China siguió siendo el mayor ejecutor mundial, aunque se desconoce la verdadera magnitud
del empleo de la pena de muerte en ese país, al estar clasificados los datos relacionados con
ella como secreto de Estado; la cifra oficial de al menos 883 ejecuciones no incluye los miles de
ejecuciones que se cree que tuvieron lugar en China.
Excluyendo a China, el 90% de todas las ejecuciones que se dieron a conocer tuvieron lugar en
tan sólo tres países: Irán, Arabia Saudí y Egipto.
Los países que mantienen la pena de muerte suelen afirmar que es una forma de disuasión
contra la delincuencia. Sin embargo, esta postura ha sido desacreditada en repetidas
ocasiones; no hay pruebas que demuestren que sea más eficaz que la cadena perpetua a la
hora de reducir la delincuencia.
En muchos de los casos registrados por Amnistía Internacional, las ejecuciones se consumaron
tras juicios manifiestamente injustos, en los que se emplearon pruebas obtenidas bajo tortura
y no se facilitó asistencia letrada adecuada. En algunos países la pena de muerte es preceptiva
para determinados delitos, con lo que los jueces no pueden analizar las circunstancias del
delito ni las de la persona acusada antes de dictar condena.
Es discriminatoria
Las autoridades de algunos países, como Irán y Sudán, usan la pena de muerte para castigar a
opositores políticos.