Ensayo El Hombre, Rulfo
Ensayo El Hombre, Rulfo
Ensayo El Hombre, Rulfo
A mediados del siglo XX, la literatura mexicana vive una serie de cambios que se
adentrarían en la que ahora conocemos como tradición literaria. Autores como Juan José
Arreola con su libro de cuentos Confabulario (1952), Carlos Fuentes con Los días
enmascarados (1954) y Juan Rulfo con El llano en llamas (1953) toman como base la
novela o género realista para fusionarla con distintas técnicas narrativas provocando un
nuevo despertar en las letras de la época (Rosado, 2003, pág. 159).
Este último autor oriundo de Jalisco, posee en su creación literaria los títulos El
llano en llamas (1953), Pedro Páramo (1955) y El gallo de oro (1980), obras en las que, a
través de diversas técnicas narrativas, se narra sobre la vida rural, la pobreza, la muerte y la
venganza.
Una vez que se mencionó el argumento del cuento, podemos decir que, en todo
relato, el lector conoce el universo de ficción a través de una figura que puede tomar
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Es importante mencionar también de esa cita del cuento que, si bien el narrador es
en primera persona, los acontecimientos narrados no son de su vida, sino la de alguien más;
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por lo que hablamos de un narrador testimonial. Esta manifestación “no tiene un papel
central sino de mero testigo. El objeto de la narración no es la vida pasada del «yo» que
narra, sino la vida de otro” (Pimentel, 1994, pág. 137). De esa manera, el recurso de un
narrador testigo dentro del cuento sirve para conocer el final de la historia del hombre y de
quien lo seguía.
Dentro del corpus del cuento, vemos que el borreguero, que narra la segunda parte,
denuncia la muerte de una persona, pero por confesar el licenciado busca involucrarlo como
cómplice en el caso de José (el hombre que asesinó a la familia): ¿De modo que ahora que
vengo a decirle lo que sé, yo salgo encubridor? Pos ahora sí. ¿Y dice usted que me va a
meter a la cárcel por esconder a ese individuo? Ni que yo fuera quien mató a la familia esa.
Yo solo vengo a decirle que allí en un charco del río está un difunto” (Rulfo, 1953, pág.
46). Esta parte del cuento resulta interesante, conociendo que la presencia de un narrador en
primera persona es menos confiable que la de un narrador heterodiegético, pues hay un
mayor grado de subjetividad en la narrativa de los narradores homodiegéticos ya que
participan en los acontecimientos del relato
Por otro lado, tanto en la historia diegética como en la metadiegética, la posición del
narrador en el acto mismo de narrar cambia de temporalidad. En la parte del relato con
narrador homodiegético, la ubicación del narrador es extradiegético, es decir, fuera de la
historia y su posición temporal Pimentel la llama “narración retrospectiva” (1994, pág.
157), de la que menciona que “el narrador se sitúa en el tiempo posterior a los
acontecimientos narrados y su elección gramatical se ubica en los tiempos perfectos
(pasado, imperfecto y pluscuamperfecto)” (1994, pág. 157). En el relato vemos verbos
como: treparon, seguía, subía, caminó, comenzó, etc.
temporales que imitan la temporalidad humana real; es decir, se miden los mismos
parámetros y tienen los mismos puntos de referencia temporal, mientras que del segundo
tiempo, explica la disposición de las secuencias narrativas, con lo que se traza una sucesión,
no temporal sino textual (1994, pág. 42), es decir, el orden de los acontecimientos se hacen
presente en dos líneas divisorias: por su disposición en el texto y por su cronología
diegética.
Entre las figuras que se encuentran en el orden del relato, se encuentra la analepsis,
de la que dice Pimentel que “se interrumpe el relato en curso para referir un acontecimiento
que, en el tiempo diegético, tuvo lugar antes del punto en el que ahora ha de inscribirse en
el discurso narrativo” (1994, pág. 44), es decir, en el presente diegético se trae a colación
un acto del pasado que interfiere o es importante con el presente. Dentro del cuento de “El
hombre” se da la analepsis en el narrador testimonial que, en el presente de la diégesis, se
encuentra reportando el cadáver que encontró en el río, sin embargo, la gran parte de su
narración se encuentra enfocada en el pasado, en el hombre que veía caminar por el río y
que alimentó, José Alcancía.
pausa descriptiva se presenta cuando no hay tiempo del discurso de los personajes o no hay
una descripción de los mismos.
Los pies del hombre se hundieron en la arena dejando una huella sin forma, como si
fuera la pezuña de algún animal. Treparon sobre las piedras, engurruñándose al
sentir la inclinación de la subida; luego caminaron hacia arriba, buscando el
horizonte.” (Rulfo, 1953, pág. 37)
De igual manera, la presencia de la escena se da cuando aparece el narrador homodiegético
hablando también de José Alcancía: “Parecía venir huyendo. Traía una porción de lodo en
las zancas, que ya ni se sabía cuál era el color de sus pantalones” (Rulfo, 1953, pág. 43). En
estas dos partes del cuento, se focaliza en hacer una descripción de la apariencia física del
personaje. Es la descripción de personajes la que marca una diferencia entre la pausa
descriptiva y la escena, pues en la segunda el tiempo del discurso y el tiempo diegético
continúan, mientras que en la primera sólo avanza el tiempo del discurso.
De igual manera, en este cuento de Rulfo, la figura temporal del resumen forma
parte de las herramientas discursivas. El resumen, definido por la autora de la teoría, es el
“movimiento narrativo que se percibe en la aceleración del ritmo; los sucesos tienen una
duración mucho mayor en el tiempo diegético que en el espacio que les dedica el discurso
narrativo” (Pimentel, 1994, págs. 48-49). Es decir, en unas cuantas líneas o párrafo se
pueden sintetizar varios meses o años de la vida o la historia de los personajes. Por ejemplo,
en el cuento de “El hombre”, el resumen se manifiesta en la siguiente cita: “
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Conclusión
En el relato la segunda parte depende de la primera por lo que hay una imbricación
entre ellas, lo que trae consigo un relato metadiegético, es decir, un relato en primer nivel y
otro en segundo. En el cuento, la función del relato metadiegético que se privilegia es la
llamada explicativa, mientras que la posición del narrador depende de la manifestación del
mismo. Por ejemplo, el narrador heterodiegético se ubica de manera retrospectiva, mientras
que el homodiegético es intercalado.
Podemos decir que en “El hombre” de Juan Rulfo las técnicas narrativas enfocadas
en la temporalidad que se ponen en juego en la construcción del relato son diversas, las
cuales coadyuvan a ralentizar el tiempo y dar una idea que la persecución del Señor Urquidi
a José Alcancía es extensa, a pesar que el relato es breve.
Bibliografía
Pimentel, L. A. (1994). Relato en perspectiva: estudio de teoría narrativa. México: Siglo
Veintiuno editores.
Rosado, J. A. (2003). Juego y revolución: la literatura mexicana de los años sesenta.
Cuadernos Americanos, 158-196.
Rulfo, J. (1953). El llano en llamas. México: Fondo de Cultura Económica.