Pract U1 - Velasco Perez Jorge Alejandro
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México ya experimenta los efectos negativos de la falta de agua. Durante los últimos años, las
regiones centro y norte del país han vivido escasez de agua debido al aumento de las sequías. De
acuerdo con datos del Banco Mundial, en el país la disponibilidad promedio anual per cápita pasó
de 10 mil metros cúbicos (m3) en 1960 a 4 mil en 2012. Se estima que para 2030, esta disponibilidad
en México descienda debajo de los 3 mil m3 por habitante al año.
Por su importancia para el desarrollo económico, ambiental y social, el Instituto Mexicano para la
Competitividad (IMCO) realizó un estudio con el objetivo de ofrecer un diagnóstico de la situación
actual del agua en el país, desde entender a los cuatro grupos consumidores hasta los retos que
enfrentan los tipos de los recursos hídricos en México. Con ello se realizaron propuestas que abonen
al desarrollo de lineamientos de política pública a nivel nacional que resuelvan los problemas
actuales y prevean los riesgos futuros en la materia.
Para garantizar la demanda futura, el Estado mexicano requiere actualizar los marcos legales y
regulatorios que rigen el manejo del agua, así como modernizar la infraestructura hidráulica del país.
Es necesario tomar en consideración las distintas características técnicas -en particular las geofísicas-
y desafíos que presenta actualmente el país en materia hídrica, tales como el aumento poblacional,
el crecimiento de la mancha urbana, la evolución de las sequías, así como la variación en las
precipitaciones.
Sector agropecuario. En 2020, este sector tuvo 76% del total de agua concesionada para riego de
cultivos y ganadería.
Abastecimiento público. Representa 15% del total concesionado y se distribuye a través de las redes
de agua potable a domicilios, industrias y a otros usuarios que estén conectados a dichas redes.
Industria autoabastecida. Representa 5% del total concesionado e incluye a las empresas que toman
agua directamente de los ríos, arroyos, lagos y acuíferos del país.
Basta un dato para entender la importancia de una tecnología que permite, con toda tranquilidad,
beber el agua que antes no era apta para el consumo humano: solo el 0.4% del agua de la Tierra es
potable sin ningún tratamiento, de forma natural. La potabilización se confirma como un recurso
clave en el futuro del planeta, sobre todo si sigue aumentando la población, la demanda de agua y
fenómenos climáticos como las sequías y la desertificación.
La potabilización varía dependiendo de dónde viene el agua, de la fuente que la irriga. Existen dos
tipos fundamentales de fuentes: superficial (agua de un río o un lago, por ejemplo) y aguas con
presencia de sales o metales pesados. En el primer caso, el proceso es más simple, y suele consistir
en separar ciertos componentes del agua natural, seguido de la precipitación de impurezas, filtración
y desinfección con cloro u ozono.
El segundo caso es más complejo y suele darse en regiones con escasez de recursos hídricos. Un caso
particular es la desalinización del agua de mar, que habitualmente emplea técnicas de ósmosis
inversa o destilación. En ambos casos, gran parte del proceso tiene lugar en las Estaciones de
Tratamiento de Agua Potable (ETAP), comúnmente conocidas como potabilizadoras.
Pretratamiento. Elimina los sólidos de gran tamaño, aplica una pre-desinfección y separa la arena
del agua para no dañar las bombas de la ETAP.
Decantación. Mediante gravedad, el decantador separa las partículas en suspensión más densas que
porta el agua.
Filtración. Capta y separa las partículas menos densas al pasar el agua por un medio o filtro poroso
de diferentes tipos: de arena o carbón activado, abierto y por gravedad o cerrado y a presión.
Desinfección del agua. Se consigue mediante un agente desinfectante. El cloro es el más común,
aunque también se emplean dióxido de carbono, rayos equis u ozono. Este último sistema es más
costoso y tiene el inconveniente de que su efecto se evapora en una media hora.
Análisis. Finalizado el proceso en la ETAP, se analiza el agua para comprobar que el proceso ha sido
correcto y cumple la legislación de cada país en cuanto a sus características para considerarla
potable.
Tratamiento y Calidad del Agua
Las ventajas generales del tratamiento de aguas se abocan a la eliminación de bacterias patógenas,
a la estabilización de la materia y a la reducción de la contaminación de cuerpos receptores. Según
el sistema que se ocupe, los beneficios pueden variar o centrarse en algunos de estos aspectos.
También es importante considerar que los objetivos y beneficios principales de la depuración del
agua consisten en aminorar la contaminación y sus efectos, mantener un balance ecológico,
proteger la biósfera y el ambiente, y procurar el desarrollo urbano e industrial
En general existen dos tipos de tratamiento en planta que conllevan procesos y sistemas
diferentes. Estos son (3):
Aerobio, que requiere de bombas, aireadores, sopladores y compresores, con una demanda de
mantenimiento constante y alto consumo en electricidad.
Este proceso necesita mucha inversión a nivel mecánico y eléctrico, además de que su
productividad es baja y afecta el rendimiento, ya que necesita un operador para su
funcionamiento.
Asimismo, el mantenimiento debe darse con base en una inyección de oxígeno, ya que, de lo
contrario, no podrá procesar y purificar el agua cruda.
En caso de que esté trabajando a su máxima capacidad, requiere un tanque alterno para poner en
espera los volúmenes que faltan, ya que ese influente podría quedarse sin tratamiento.
Anaerobio, que considera un sistema natural con filtros de arena y piedra para eliminar las
impurezas. De alguna forma, esto es más parecido al proceso de purificación natural.
Este último sistema utiliza el principio del “vaso comunicante” para obligar a que en una fosa de
dos compartimentos se consigan niveles iguales, es decir, el agua cruda que entra a un lado de la
fosa, logra invadir el siguiente compartimento sin ejecutar fuerza externa ni ningún tipo de
bombeo (3).
La calidad del agua potable es una cuestión de gran importancia y que preocupa a todos los países,
ya que tiene una enorme repercusión en la salud. De ahí la necesidad de evaluar y regular unos
parámetros de calidad para un uso en condiciones por el ser humano, sobre todo en un contexto
global de crecimiento de las poblaciones y una mayor contaminación.
La calidad del agua es el término que describe las características químicas, físicas y biológicas del
agua dependiendo del uso que se le va a dar. Para determinarla, se miden y analizan estos
elementos, como, por ejemplo, la temperatura, el contenido mineral disuelto en ella y la cantidad
de bacterias que tiene.
A partir de esa información, los datos obtenidos se comparan con ciertos estándares para decidir
cuál es el uso apropiado para esa agua analizada. Es decir, una determinada agua puede ser apta
para lavar, pero no para beber.
La calidad del agua es un tema de gran relevancia en la actualidad, entre otros asuntos, por el gran
crecimiento de la población mundial en los últimos años y la previsión de un aumento futuro
todavía mayor. También por la expansión y desarrollo de los entornos urbanos, donde se necesita
un mayor suministro de agua y un mejor control de la calidad del agua. En cuanto a las áreas
rurales, es un tema central porque en determinadas zonas se presentan problemas debido al uso
de fertilizantes para la agricultura que llegan a las aguas superficiales y subterráneas, creando un
excedente químico que altera la calidad del agua.