Seminarioooo!
Seminarioooo!
Seminarioooo!
Facultad de Derecho
20.107.852-0
“Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.”
La muerte, ese evento obligatorio, pero a la vez impredecible y misterioso al cual estamos
destinados por el mero hecho de haber nacido, es una gran fuente de debate y en algunos
casos controversia por diversos factores. Algunos dicen que la muerte es un evento que se
puede aprender de forma empírica, como si la muerte fuera algo que se pudiera practicar y
mejorar mediante la experiencia, cosa bastante poco lógica tomando en cuenta que la
muerte es un evento en el cual después de este, por definición está la nada. Hay otras
personas, entre estas el filósofo Jankélévitch, que consideran que el mismo hecho de pensar
en que vas a morir te inhabilita y por ende las personas ven la muerte de forma abstracta, en
tercera o segunda persona, pero nunca en primera persona. Esto principalmente dado por el
miedo a la muerte, a desaparecer de este mundo, miedo que para Edgar Morín se debe a la
perdida de la individualidad ocasionada por la defunción.
Seguramente el ámbito más controversial entre las corrientes relacionadas con la muerte,
es el transhumanismo, el cual busca alargar la vida mediante los avances tecnológicos
teniendo como objetivo la inmortalidad, además de buscar una raza perfeccionada mediante
la selección de genes con el fin de que el transhumano sea capaz de controlar sus
sentimientos, ser inmensamente más inteligente, ser físicamente superior al humano común
y, a la vez, eliminar de la sociedad cualquier persona no apta para la misma mediante
prácticas como la eugenesia. Pero esto trae consigo una multitud de cuestionamientos
éticos, de aquí que la pregunta a resolver en esta monografía es la siguiente: Suponga que
se ha diseñado un tratamiento médico que hace inmortales a las personas, ¿qué
consecuencias éticas tendría acabar con la noción de muerte?
Además de la pérdida de la esencia pura de la vida, la muerte. ¿Puede siquiera haber vida
sin la muerte? ¿cómo se puede decir que está vivo alguien que no muere? Jankélévitch
plantea que una vida sin muerte, de por si no sería vida, en el momento que algo no muere
esta por ende muerto, y no solo esto, la muerte es un fin de nuestro camino, el límite de
nuestra vida, sin esta ¿que motivación podría tener alguien para hacer algo? Perdería todo
sentido el morir, pasaríamos de tener una vida corta pero excitante a una vida larga, pero
sinsentido. “Prefiero aun ser el que soy, condenado a unos cuantos decenios, pero
finalmente haber vivido. “ 1
1
Vladimir Jankélévitch (2004), P. 18
Desarrollo
La inmortalidad es una condición muchas veces deseada por el ser humano, la idea de tener
que vivir una vida relativamente corta de aproximadamente 75-80 años nos causa una
ansiedad y un miedo que se acrecienta conforme pasa el tiempo, tiempo en el cual somos
testigos de la muerte, de su actuar, de sus consecuencias entre ellas del vacío que conlleva.
Vivimos la muerte del otro, personas queridas, fieles mascotas, etc. Pero siempre desde una
perspectiva ajena a nosotros, casi como si la muerte no nos fuera a llegar. Claramente no es
sano vivir pensando que un día morirás, hacer esto te inhabilitaría, frenaría tu progreso, te
quitaría la esperanza de vivir.
En esta vida como dice Jankélévitch es obligatorio morir, pero a la vez, no es necesario
hacerlo. Puede ser que muera mañana, sin embargo, no es necesario que así sea, puedo
morir en 80 años más y la esperanza de no morir es el motor de la vida. Es por esto que la
pena de muerte es un castigo grotesco, saber el cómo, donde y cuando vas a morir es
simplemente horrible, si todos supiéramos esto, no tendría ningún sentido hacer ningún
progreso, inhabilitaría nuestra existencia conforme la fecha se acerca y solo produciría
pavor indescriptible en torno al inevitable suceso.
Ahora bien, ¿por qué vemos a la muerte como algo malo, casi terrible? Esto, según Edgar
Morín tiene un denominador común, la perdida de la individualidad, cosa que él llama
“traumatismo de la muerte”. El dolor ocasionado por la muerte del otro, se ve influenciado
mayormente por el nivel de individualidad o lo único e irremplazable que era para nosotros
tal ser vivo, el mayor ejemplo de esto es lo mucho que nos impresiona la muerte de un
presidente, una estrella de la música, en comparación con los cientos y miles de genocidios
en países africanos, asiáticos, incluso hace menos de 40 años en la aquel entonces
Yugoslavia. Esto no solo no nos causa una gran pena o impresión, sino que la misma
historia se encarga de olvidar los hechos y, en muchos casos, desestimarlos.
Dicho esto, las consecuencias de un tratamiento médico que nos hiciera inmortales están a
la vista, no solo nos quitaría la esencia misma de la vida, sino que nos arrebataría
totalmente la fugacidad y lo excitante de la vida. Nada de lo que hiciéramos sería algo
nuevo, si vivimos para siempre, repetiremos las cosas que hagamos una y otra vez,
volviéndonos en seres fríos, sin sentimientos, y finalmente vacíos. Nada sería un riesgo,
puesto que se entiende que algo es riesgoso porque atenta contra tu integridad, y por ende
con tu vida. La raza humana se convertiría probablemente en una especie de ‘’zombis’’ o
muertos en vida, sin amor, sin sentimientos, por sobre todo, sin vida. Jorge Luis Borges en
su cuento ‘’el inmortal’’ de su libro ‘’El Aleph’’ describe esto de manera formidable:
Por otro lado con este tratamiento la situación de pobreza traería consigo serios problemas
éticos, pensando en que un tratamiento de esta naturaleza seguramente sería altamente
costoso, se haría así imposible para ciertos sectores de la sociedad, e incluso para ciertos
países del mundo, acceder a este tratamiento y por ende haciendo una notable diferencia
entre el valor de la vida de ciertos grupos, en este caso la pregunta de si vale más la vida de
ciertas personas, diferenciadas del resto por la cantidad de dinero que manejen, por sobre la
vida de la gente que no gocen de los mismos beneficios, es un tema a tratar. Porque si
ciertas personas pueden acceder a este tratamiento y otras no, ya sea por dinero u otro
motivo, el mensaje que queda es que la vida es más valiosa según más dinero se tenga. En
el sentido que merece más vivir de forma eterna una persona con dinero a una sin este,
dándole este pseudo beneficio solo a las personas que puedan costearlo.
Aun cuando, si por algún motivo, como un beneficio del estado o la ONU, por dar algún
ejemplo, el tratamiento fuera gratuito y universal, esto no haría más que provocar una
mayor indolencia no solo con el resto de las personas, pero sobre todo con sectores más
vulnerables de la población, esto porque al ser la gente inmortal nadie se preocuparía por su
bienestar en un corto plazo, pueden vivir décadas y siglos de forma precaria, el
pensamiento general será que: “no importa porque no van a morir”.
Siguiendo con otro problema ético que desencadenaría este tratamiento, es la limitación de
la libertad que esto conllevaría, cada uno debería ser capaz de elegir por si mismo si quiere
o no tener hijos y a la vez, cuantos tener. Pero incluso sabiendo que, en países como China,
hoy en día se practican programas de control de la natalidad por la gran cantidad de gente
que nace y que hay en China, se hace lógico que en una sociedad donde la gente sea
inmortal la natalidad debe ser altamente restringida, si nace la misma cantidad de gente y la
mortalidad es nula, pasarían un par de décadas antes de que la tierra ya no pueda soportar
tal presión demográfica, provocando que la comida, el agua, la energía, etc. Se acaben
dejando una tierra inútil con gran cantidad de gente muriéndose (pero a la vez no muriendo)
de hambre, sed, entre otras cosas. ¿Acaso esta gente no sufriría como si estuviera a punto
de morir, pero no pudiendo morir tuviera que soportarlo por los siglos de los siglos? Esto se
asemeja bastante al mito de Prometeo, que, como castigo por entregarle el fuego a los
hombres, fue condenado a prácticamente morir destripado cada día, pero al ser inmortal
este lo sufría día tras día, nunca acabando su sufrimiento.
A pesar de todos los argumentos dados en contra de la inmortalidad, hay ciertas corrientes,
siendo la más relevante el transhumanismo, que busca mediante la ciencia, como bien
podría ser un tratamiento médico, alargar la vida humana y como fin último, lograr la
inmortalidad. Para lograr esto y otros avances los trans-humanistas usarían técnicas como la
eugenesia, o sea, eliminación de bebes no deseables desde antes que estos nazcan (aborto
eugenésico), además de, con el fin de tener ‘’el mejor bebe posible’’, elegir cuales genes
son favorables para el niño (color de piel, de ojos, etc.) y, por otro lado, agregar
capacidades como la visión nocturna o el control de los sentimientos a partir de la
modificación en los genes, todo esto con tal de lograr crear a un post-humano. Teniendo en
cuenta esto, ¿no podría entonces hacerse una analogía de este pensamiento al de la
Alemania nazi y su líder Adolf Hitler en la segunda guerra mundial, de eliminar a los no
arios con tal de mejorar la raza? Esta corriente es una corriente deshumanizante, que lleva
claramente a la pérdida del concepto de persona y dignidad, sin embargo, para los trans-
humanistas existiría un derecho moral para hacer estas modificaciones, entendiendo que no
hacerlo es una tragedia y donde los críticos a esta corriente son tecnófobos, gente que no
quiere progresar junto con la ciencia por tenerle miedo a los avances tecnológicos. Esta
corriente al ser tan enfocada en conseguir sus objetivos, deja de lado algunas de las cosas
más importantes de nuestra sociedad actual, como lo son la declaración de los derechos
humanos, la dignidad, libertad, igualdad, entre otros. Prácticamente postulando que “el fin
justifica los medios”, esto me parece algo bastante lamentable, en el sentido del valor que
se le da a la vida y la dignidad de las personas.
1- La muerte no ha de ser vista como un hecho deleznable, siendo que es algo natural y
propio del ser vivo. El pensar en demasía sobre esta, inhabilita a la persona a vivir
de forma íntegra, pero a la vez, sabiendo lo fugaz de la vida, la muerte permite a las
personas progresar, disfrutar de cada acontecimiento, vivir la adrenalina del riesgo,
sentir lo sublime del amor, entre otros factores de considerable importancia para la
felicidad y la vida misma.
2- La muerte puede ser vista como la perdida de la individualidad, hecho que
provocaría el miedo a la muerte, temiendo las personas vivas un posible deterioro de
su propia individualidad. Esto provocaría que ante esto, desde tiempos ancestrales
los seres racionales entierren a sus muertos dándoles sepulturas y distintos rituales
según sea el caso.
3- La búsqueda de la inmortalidad, además de ir en contra de la naturaleza misma de la
vida, no hace más que producir multitud de problemas, sobre todo en el campo de la
ética. Esto se ve reflejado en la corriente del transhumanismo, en la cual con tal de
lograr aumentar la vida hasta su objetivo supremo que es la inmortalidad, además de
buscar mejorar la raza humana, se cometen actos de dudoso valor ético. Haciéndola
una corriente inhumanizante y que va en contra de la dignidad propia del ser
humano.
4- Además de las problemáticas éticas, la inmortalidad provocaría serias
complicaciones en variados ámbitos, como la demografía. Provocando densidades
de población inimaginables. Para evitar esto también se verían vulnerados
principios o valores como la libertad, habiendo un fuerte control de la natalidad por
parte del estado, también los valores de la dignidad e integridad humana se verían
transgredidos por lo expuesto anteriormente en el ensayo.
5- Es indudable que la ciencia cada vez lograra nuevos y mejores tratamientos,
aumentando de manera considerable la esperanza de vida cada día más. Esto es algo
indudablemente bueno, la creación de tecnología capaz de suplantar órganos, curar
enfermedades hasta ahora incurables, entre otras cosas. No por criticar ciertos
principios poco éticos de ciertas corrientes estoy en contra del progreso, por el
contrario, una de las mejores cosas que podemos crear es tecnología para
facilitarnos la vida, retrasando la muerte. Pero el retrasar la muerte no es eliminarla,
en el momento en que se busca eliminar la muerte, comienzan todos los
cuestionamientos éticos antes mencionados.
Bibliografía