Resumen Artículo Educación Musical

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Las clases de música en los distintos niveles educativos como fuente de frustración

Jesús Cuevas Cardona

En años recientes se ha instaurado una tendencia a incluir a las artes en la currícula de los
diferentes niveles educativos, comenzando, desde luego, desde el nivel preescolar, pero llegando
también a niveles medio, medio superior y superior, argumentando, no sin razón, una
transversalidad y una multidisciplinaridad del conocimiento, lo que indudablemente resulta
positivo ante la posibilidad de instrumentar una educación integral del individuo, que abarque los
aspectos cognitivos, estéticos y afectivos.

Sin embargo, como bien dice el dicho “de buenas intenciones está empedrado el camino
del Infierno”, y en el caso de la música, lo que en un principio parece una excelente idea, en la
práctica se convierte en un absurdo que logra precisamente el objetivo contrario al buscado: el
alejamiento, la indiferencia y hasta la hostilidad.

Para ilustrar esto con un caso concreto, a manera de ejemplo, mencionaré que en los
planes y programas de las diversas licenciaturas de la Universidad Autónoma de Hidalgo se ha
decidido incluir clases de dibujo y música. Por “música” se entiende solfeo y teoría musical. A
pesar de que la música es quizá la más cercana de las artes al público lego (todos, de una forma u
otra, consumen música en forma de grabaciones y tienen al menos un dispositivo reproductor de
audio), el identificar el arte sonoro de la música con una herramienta teórica como el solfeo y la
teoría musical ha dado como resultado el alejamiento, la frustración y la repulsión por el estudio
de la música.

El solfeo es, sin duda, una gran herramienta que permite que los músicos se comuniquen
con otros músicos, pero resulta completamente inútil y tedioso para quien no pretende formar
parte de un grupo o emprender el estudio de algún instrumento de forma seria. Además, la teoría
musical que se enseña está, desde luego, centrada en la música occidental, dejando fuera muchas
manifestaciones musicales que se entienden mucho mejor desde un punto de vista sociológico.

Esta iniciativa de la UAEH es sólo un ejemplo a nivel superior de lo que se ha venido


haciendo en otros niveles desde hace décadas. La frustración y el rechazo obtenidos como
resultado, nos hace obligatorio plantearnos la necesidad de otra forma de enseñanza de la música
desde la transversalidad y la multidisciplina que no pase por el solipsismo de un conjunto de
conocimientos que sólo describen una pequeña fracción de la actividad musical. Es necesario
entonces, plantearse la necesidad, mucho más realista, de formar públicos, individuos capaces de
entender, apreciar y disfrutar el fenómeno musical sin necesidad de saber en qué linea del
pentagrama se escribe la nota sol. Si el estudiante, más adelante, se plantea el deseo de acercarse
a la música como ejecutante, entonces sentirá realmente la necesidad de adquirir tales
habilidades y herramientas. Pretender hacerlo antes no es solamente inútil, sino hasta
contraproducente. Lo enseñado en estas clases muy difícilmente podrá ser relacionado con la
música con la que tienen contacto cotidianamente y será, consecuentemente, un esfuerzo vano.

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