Hora Santa Jornada VII de Los Pobres

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HORA SANTA
VII JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES
“NO APARTES TU ROSTRO DEL POBRE” (Tb
4,7)

-EXPOSICIÓN DE JESÚS SACRAMENTADO


MONITOR: Sean bienvenidos a este momento de encuentro con el Señor.
Llegamos a la cita con Jesús. Para este mes de noviembre, la hora santa
reflexionará en camino a Cristo Rey, los contenidos de la séptima jornada
mundial de los pobres, proclamada por el Papa Francisco. Cada día nos
comprometemos a acoger a los pobres, pero esto no basta. Un río de pobreza
atraviesa nuestras ciudades y se hace cada vez más grande hasta
desbordarse; este río parece arrastrarnos, tanto que el grito de nuestros
hermanos y hermanas que pide ayuda, apoyo y solidaridad se hace cada vez
más fuerte.
Con el lema “no apartes tu rostro del pobre” (Tb 4,7) tomado del libro de
Tobías; el Papa nos ayuda a captar la esencia de nuestro testimonio. Tobit
había sido deportado a Nínive y se había quedado ciego, por lo que era
doblemente pobre, pero siempre había tenido una certeza, expresada en el
nombre que lleva: “El señor ha sido mi bien”.
Canto
MONITOR: En estos momentos en que tenemos Jesús eucaristía enfrente de
nosotros vamos a invocar al espíritu santo para poder entender el mensaje
que el señor tiene para cada uno de nosotros a través de la siguiente oración:
TODOS: Oh Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, Inspírame siempre
lo que debo pensar, lo que debo decir, cómo debo decirlo, lo que debo callar,
cómo debo actuar, lo que debo hacer, para gloria de Dios, bien de las almas y
mi propia Santificación.
Espíritu Santo, Dame agudeza para entender, capacidad para retener,
método y facultad para aprender, sutileza para interpretar, gracia y eficacia
para hablar. Dame acierto al empezar dirección al progresar y perfección al
acabar. Amén.

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Canto de Invocación al espíritu santo

MONITOR: Escuchemos el Santo Evangelio. Nos ponemos de pie


LECTOR 1. Del santo Evangelio según san Juan 6, 1-15
Después de esto, Jesús se fue al otro lado del lago de Galilea, que es el
mismo lago de Tiberias. Mucha gente le seguía, porque habían visto las
señales milagrosas que hacía sanando a los enfermos. Entonces Jesús subió
al monte, y se sentó con sus discípulos. Ya estaba próxima la Pascua, la fiesta
de los judíos. Cuando Jesús miró y vio mucha gente que lo seguía, le dijo a
Felipe: «¿Dónde vamos a comprar comida para toda esta gente?» pero lo dijo
por ver que contestaría Felipe, porque Jesús mismo sabía bien lo que había
de hacer. Felipe le respondió: «Ni siquiera doscientos denarios de pan
bastarían para que cada uno recibiera un poco».
Entonces Andrés, que era otro de sus discípulos y hermano de Simón Pedro,
le dijo: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos
pescados; pero ¿qué es eso para tanta gente?»
Jesús le respondió: «díganles a todos que se sienten». Había mucha hierba en
aquel lugar, y se sentaron. Eran unos cinco mil hombres. Jesús tomo en sus
manos los panes y, después de dar gracias a Dios, los repartió entre los que
estaban sentados. Hizo lo mismo con los pecados, dándoles todo lo que
querían. Cuando ya estuvieron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos:
«Recojan los pedazos sobrantes para que no se desperdicie nada». Ellos lo
recogieron, y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los
cinco panes de cebada. La gente, al ver esta señal milagrosa hecha por Jesús,
decía: «De veras éste es el profeta que había de venir al mundo».
Pero como Jesús se dio cuenta de que querían llevárselo a la fuerza para
hacerlo rey, se retiró otra vez a lo alto del cerro, para estar solo. Palabra del
Señor.
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO:
Nuestro Señor realiza un milagro que queda registrado en el Evangelio, la
multiplicación de cinco panes y dos peces para alimentar a una multitud. Es,
sin duda, una prefiguración de la Eucaristía donde Él mismo se multiplica
en las especies del pan y del vino para alimentarnos y alimentar a todas las
generaciones. Una multiplicación que se perpetúa en el tiempo. El milagro

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también se puede producir en nosotros si dejamos que nuestros panes y


peces, puestos en manos de Dios, y los multiplique para el bien de los
demás.

1. Jesús ve a la muchedumbre y se compadece de ella


El corazón de Jesús es compasivo y misericordioso. Ante tal miseria humana
siempre se compadece y busca todos los medios a su alcance para satisfacer
las necesidades más esenciales del pueblo: saciar el hambre, sanar enfermos,
alentar a los tristes. La compasión es propia de corazones magnánimos y
está lejos del corazón egoísta. Un corazón egoísta solo mira para sí, y no para
los demás. Un corazón magnánimo se suma y apoya; un corazón
magnánimo, como el de Jesús, ve la necesidad de la multitud y se
compadece, ayuda, apoya sin pensarlo dos veces.

2. Los cinco panes y dos peces


Es con lo que cuenta, son los medios para satisfacer el hambre. A Jesús le
bastan dos peces y cinco panes. ¿Tenemos fe en Él? ¿En qué Él puede
producir el milagro de multiplicar las bendiciones en nuestra vida con los
pocos recursos que disponemos? En todo el Evangelio, no se ve que Jesús
utilice grandes medios, inalcanzables, imposibles de obtener para producir
un milagro. Utiliza lodo y saliva para curar la ceguera, impone las manos
para sanar enfermedades, con el poder de la oración (y el ayuno) expulsa a
los demonios. Con los panes y los peces alimenta a una multitud. Dios no
nos va a pedir una gran cantidad de medios para bendecirnos, producir el
milagro de cambiar nuestra vida para bien. ¿Cuáles son mis dos peces y
cinco panes? Quizá mi mera disposición a cooperar con Él, quizá mi ilusión
de hacer cosas grandes por Él, quizá mi pequeñez ante una misión que me
trasciende. Pero tenemos que entregarle todo, sin guardaditos, todo lo que
somos, incluidas nuestras inseguridades, incertezas, miedos, fracasos.
TODO. Él obrará el milagro.
3. Denles ustedes de comer
Le damos a Dios nuestros dones, nuestros cinco panes y dos peces, Él los
bendice, Él los multiplica, pero pide que nosotros “demos de comer” a la
multitud. Quiere necesitar de nosotros para llegar a los demás. ¡Gran misión de
cada día! Los dones que Dios nos da, la multiplicación de bendiciones, no son
para uso meramente personal sino para dar, esparcir, entregar a los demás. ¿Cómo
llegará a los demás si escondemos su gracia en nuestros grupos, asociaciones,
movimientos, y no la transmitimos a los demás? Él ya produjo el milagro, ¿Y
nosotros qué vamos a hacer?

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MONITOR: nos podemos sentar. Ahora escuchemos el siguiente canto.


Canto:
MONITOR: Sigamos escuchando el mensaje del Papa
LECTOR 1. En definitiva, cuando estamos ante un pobre no podemos
volver la mirada hacia otra parte, porque eso nos impedirá encontrarnos con
el rostro del Señor Jesús. Y fijémonos bien en esa expresión “de ningún
pobre”. Cada uno de ellos es nuestro prójimo. No importa el color de la piel,
la condición social, la procedencia. Si soy pobre, puedo reconocer quién es el
hermano, que realmente me necesita. Estamos llamados a encontrar a cada
pobre y a cada tipo de pobreza, sacudiendo de nosotros la indiferencia y la
vanidad con las que escuchamos un bienestar ilusorio.
Momento de meditación: En este texto el Papa nos vuelve a preguntar ¿y
quién es nuestro prójimo? Piensa en alguna persona a la que pudiste ayudar
sea con una limosna, o dándole algo de comer o beber. También recuerda las
veces que te negaste o preferiste evitar acercarte a alguna persona. Dejamos
un tiempo para reflexionar. (Dejar tiempo para interiorizar)
Canto:
MONITOR: La llamada al bienestar sube cada vez más el volumen,
mientras las voces del que vive en la pobreza se silencian. Se tiende a
descuidar todo aquello que no forma parte de los modelos de vida
destinados sobre todo a las generaciones más jóvenes, que son las más
frágiles frente al cambio cultural en curso.

Los pobres se vuelven imágenes que pueden conmover por algunos


instantes, pero cuando se encuentran en carne y hueso por la calle, entonces
intervienen el fastidio, la indiferencia, desprecio y la marginación. La prisa
cotidiana compañera de la vida, impide detenerse, socorrer y hacerse cargo
de los demás.

LECTOR 2. Retomando el mensaje debemos constatar una vez más nuevas


formas de pobreza que se suman a las que se han descrito anteriormente.
Los pobres son personas, tienen rostros, historias, corazones y almas. Son
hermanos y hermanas con sus cualidades y defectos, como todos, y es
importante entrar en una relación personal con cada uno de ellos.

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El interés por los pobres no se agota en limosnas apresuradas; exige


restablecer las justas relaciones interpersonales que han sido afectadas por la
pobreza. De ese modo, “no apartar el rostro del pobre”, conduce a obtener
los beneficios de la misericordia, de la caridad que da sentido y valor a toda
vida cristiana.
Momento de meditación: Analizando lo escuchado anteriormente ¿Cómo
reacciono ante la necesidad de mi prójimo? ¿realizo obras de caridad para
ayudar al necesitado? (dejar tiempo para interiorizar)
Canto:
LECTOR 3. Los pobres lo que de seguro necesitan con mayor urgencia es
nuestra humanidad, nuestro corazón abierto al amor. No olvidemos:
“Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en
sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a
recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de
ellos”.
La fe nos enseña que cada uno de los pobres es hijo de Dios y que en él o en
ella está presente Cristo. El evangelio de la Solemnidad de Cristo Rey será
precisamente el que tenga esta frase: “cada vez que lo hicieron con el más
pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo” recordando situaciones de
hambre, hospitalidad, enfermedad, etc. (Mt 25,40).
MONITOR. Ahora hagamos juntos la siguiente oración.

ORACIÓN POR LOS POBRES

Dios de la justicia, abre nuestros ojos, para que te veamos en la cara del
pobre.
Abre nuestros oídos
para que te escuchemos en los gritos del oprimido,
Abre nuestra boca
para que te defendamos en público

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y en privado.
Recuérdanos que lo que hacemos
a los más pequeños, te lo hacemos a ti.
Amén.
Canto
MONITOR: En la actualidad existen discordias, envidias, injusticias, es
decir vivimos en un mundo lleno de desigualdad, pero sobre todo de apatía
hacia nuestros prójimos; a pesar de que en estos tiempos nos están enviando
mensajes claros acerca de los pobres; hacemos caso omiso a estas alertas, nos
volvemos ciegos y sordos ante estas necesidades, no somos capaces de
comprender sus sufrimientos, sus angustias, sus miedos y su impotencia.
Es por ello que en esta VII jornada mundial de los pobres el Papa Francisco
nos da el mensaje de hacer un alto, reflexionar esta situación y comenzar a
tomar en serio a los más necesitados y nos recalca una vez más “no apartes
tu rostro del pobre” (Tb 4,7). Para concluir esta hora santa, les invito a que
hagamos juntos la oración propuesta para esta VII Jornada mundial de los
pobres.

ORACIÓN FINAL:
Oh Señor nuestro Jesucristo crucificado y resucitado, con alegría nos
encontramos entorno a Tu Mesa para recibir nuevamente de Ti el don y el
compromiso de vivir la pobreza y de servir a los pobres, en los cuales
encontramos Tu rostro.
Te agradecemos porque hay tantos hombres y mujeres que viven la
dedicación y el compartir con los pobres y excluidos, teniendo cuidado de la

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promoción integral de su persona. Tu Reino se hace presente y visible en


este servicio generoso y gratuito.
Ilumina las instituciones públicas para que cumplan bien su deber,
garantizando a cada ser humano el derecho a la existencia, a la integridad
física, a los medios indispensables para un digno tenor de vida, el derecho a
la seguridad en caso de enfermedad, de discapacidad, de viudez, de vejez,
de desocupación.
Oh Espíritu Santo, que nos donas el discernimiento, haz que bajo tu guía
podamos reconocer las verdaderas exigencias de los hermanos pobres.
Haznos capaces de prestar a ellos nuestra voz en sus causas, acogiendo la
misteriosa sabiduría que quieres comunicarnos a través de ellos, hijos de
Dios.
Oh Santa Teresa del Niño Jesús, la tenacidad de tu amor inspire nuestros
corazones, ayudándonos a no apartar el rostro del pobre y a mantenerlo
siempre fijo en el rostro humano y divino del Señor Jesucristo. Amén.
¡Aleluya!
Canto de acción de gracias
MONITOR. Como resultado de esta hora santa y de la invitación a la
Jornada en favor de los pobres se pueden hacer las siguientes acciones:
1. Invitar a una persona o familia pobre a comer en tu casa, hacerlo partícipe
en tu mesa o a alguien que esté viviendo un periodo de dificultad.
2. Visitar a las personas solas, enfermos en hospitales, albergues o casas de
ancianos.
3. Ofrecer medicinas básicas a familias necesitadas, sobre todo si hay niños,
enfermos o ancianos.
4. Conocer el trabajo de la pastoral social de la parroquia o de la Iglesia en
Yucatán y apoyarlas (Por ejemplo: comedor en San Isidro)
Muchas gracias por venir y participar. Esperamos en silencio a que se haga
la reserva con el Santísimo.

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Canto de reserva al santísimo

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