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Alumna: Alavez Lázaro Abril Ambar.

Profesor: Hernández Rojas Eduardo.


Materia: Economía de México.
Grupo: 0022.
Antecedentes del desarrollo estabilizador
En 1945 cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial, los países orientaron nuevamente sus

recursos a la producción de mercancías, lo que ocasionó que disminuyeran las exportaciones

mexicanas, la entrada de empresas transnacionales y se generaran bienes de consumo

durables (electrodomésticos y automóviles). También, se generó el desplazamiento de la

pequeña y mediana empresa nacional y el completo abandono del campo por los movimientos

migratorios del campo a la ciudad.

Todo lo anterior, llevó a que se empleará un nuevo modelo económico conocido como

Desarrollo Estabilizador, propuesto por el secretario de Hacienda: Antonio Ortiz Mena y

predominó de 1954 a 1970, durante los mandatos de Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López

Mateos y Gustavo Díaz Ordaz. Esta estrategia de desarrollo debía terminar con los ciclos

recurrentes de inflación-devaluación que habían afectado a la economía mexicana en años

anteriores.

De forma muy general, el antecedente del desarrollo estabilizador fue la Segunda

Guerra Mundial, ya que las potencias orientaron sus economías a la guerra y México

aprovechó esta coyuntura para industrializarse e implantar el modelo de sustitución de

importaciones, aunque ya desde 1936 se estaba invirtiendo en este rubro. Durante la guerra

hubo proyectos importantes que se orientaron a la demanda de la guerra como Altos Hornos

de México S.A., empresa privada asociada a la American Rolling Mills quien aportó

asistencia técnica y esta empresa fue financiada en parte por Financiera Nacional.
El cemento también fue muy demandado con la guerra, destacaron cuatro plantas

cementeras que son las de Chihuahua, Sonora, Jalisco y Guanajuato. Se aumentó la

producción de fertilizantes en el país en 1942 para fortalecer la agricultura. Este proyecto

estuvo a cargo de Nacional Financiera, quien creó otra institución en 1943: Guanos y

Fertilizantes de México S.A.

El sector textil tuvo gran importancia en la creación de empleos, a los ingenios de azúcar, se

les empezó́ a apoyar en la presidencia de Cárdenas y México se convirtió en un exportador neto de

azúcar. En el sector energético, la industria petrolera incrementó su producción junto con la

producción de gasolina y la perforación de pozos petroleros. El desarrollo de estos siete sectores fue

la base de la economía mexicana. En su momento empezaron a diversificar la economía nacional y

trajeron empleos.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, el entorno económico internacional

deterioró a México porque los países desarrollados reorientaron sus economías a la

reconstrucción interna y la demanda de productos mexicanos disminuyó. México empezaba

a entrar en recesión, pero en 1950 inició la guerra de Corea, por lo que nuevamente hubo una

demanda externa en los productos mexicanos, aunque sólo que fue por poco tiempo.

En 1952 durante la presidencia de Adolfo Ruiz Cortines, se mantuvo un bajo

crecimiento en la economía y la inflación permaneció a un nivel moderado. Para 1954 las

autoridades hacendarias de México observaron que la economía nacional volvería entrar en

crisis. Es así como el equipo de trabajo de la Secretaria de Hacienda trató de fortalecer la

macroeconomía haciendo una devaluación del peso (8.65 a 12.50 pesos por dólar).

Para el sexenio de Adolfo López Mateos él encargó al entonces director general del

IMSS Antonio Ortiz Mena, quien después sería el secretario de hacienda, que diseñara un

programa para estabilizar la economía nacional. El objetivo del gobierno fue hacer crecer la
macroeconomía, pero no lo haría si primero no se reestructuraban los medios para esta meta

y aquí fue donde surgió el desarrollo estabilizador.

Esa fue la razón por la que se fue diversificando y fortaleciendo cada sector

productivo, además de la macroeconomía el desarrollo estabilizador también se hizo con el

fin de que acabara con los ciclos de inflación-devaluación. Sin duda, López Mateos de la

mano de Ortiz Mena, sentaron las bases de una economía institucionalizada y Díaz Ordaz la

reforzó. El resultado fue la estabilidad económica y política.

Finalmente, como ya se dijo, el Desarrollo Estabilizador es la etapa en la que el país

alcanza la mayor tasa de crecimiento del PIB cápita real, con el mayor crecimiento de la

economía y la mayor estabilidad, gracias a que el gobierno no forzaba las finanzas públicas,

ni se tenía un proceso masivo de endeudamiento y se mantenían equilibrios en la balanza de

pagos.

El país se benefició de la expansión iniciada a raíz de la Segunda Guerra Mundial y

gozó de un tipo de cambio subvaluado, a partir de la macrodevaluación de 1954. Sin

embargo, tanta prosperidad y estabilidad económica no era real, ya que la economía vivía en

medio de una “burbuja”, ya que estaba aislada de la economía internacional y de sus choques,

gracias a una política proteccionista, donde el modelo que imperaba era el de sustitución de

importaciones.

Referencia:
Ortiz Mena, Antonio, “Antecedentes del desarrollo estabilizador”, en El desarrollo

estabilizador: reflexiones sobre una época, Fondo de Cultura Económica (FCE),

México, 1998, 9-39.


Alumna: Alavez Lázaro Abril Ambar.
Profesor: Hernández Rojas Eduardo.
Materia: Economía de México.
Grupo: 0022.
La evolución económica de México a partir de la Revolución de 1910
La evolución económica del país a partir de la Revolución de 1910 es examinada por el autor

en cuatro partes: a) El periodo revolucionario y el inmediato posterior; b) la gran depresión

de 1929-33, c) el análisis de las principales políticas que facilitaron la formación de capital

durante el periodo comprendido entre las dos guerras mundiales, y finalmente d) el estudio

de crecimiento dentro del contexto de comportamiento a largo plazo de la economía

mexicana.

A grandes rasgos, el autor presenta algunos indicadores del vertiginoso descenso en

la economía ocurrido entre 1910 y 1915 y se señalan los efectos más importantes de la

Revolución, tanto de naturaleza política como social. Respecto a los efectos económicos a

mayor plazo, aclara que estos son difíciles de evaluar con precisión si se sigue el método de

comparar el comportamiento actual de la economía con el de hace más de medio siglo.

De esta manera, se puede decir qué los años que corren de 1910 a 1925 se

caracterizaron por una producción para la exportación que continuó creciendo (henequén), y

una producción para consumo interno en descenso (maíz, frijol), y por una minería e industria

manufacturera que mantuvo un comportamiento aceptable. En suma, puede decirse que

durante el periodo revolucionario no todas las actividades productivas se vieron afectadas de

la misma manera, y que incluso hubo algunas ramas que tuvieron un excelente desempeño.

Las dos décadas posteriores a la Revolución fueron inestables por la etapa de

reconstrucción del sistema político nacional, pero el hecho que marcó este periodo, no sólo

en la historia económica de México sino en la historia económica mundial, fue la crisis de


1929-1932, crisis que vista desde la primera década del siglo XXI, aún sigue siendo la peor

que haya experimentado la economía mexicana.

Como consecuencia de la severa crisis económica, a partir de 1933 cobró fuerza entre

los actores políticos la corriente que tenía en mente emprender un desarrollo interno con

aspiraciones de autonomía nacional. Se consolidó el nacionalismo económico, lo que

provocó que la concentración del poder estatal se apoyara cada vez más en organizaciones

sociales. Este periodo tuvo como objetivos centrales regular la economía, hacer la reforma

agraria e impulsar el crecimiento económico y de las empresas.

Asimismo, fue en este periodo de la historia económica de México que el gobierno

profundizó y amplió la reforma agraria, nacionalizó el petróleo y los ferrocarriles y creó todo

un conjunto de empresas estatales; luego, organizó masivamente y bajo su control a la clase

trabajadora; desarrolló las comunicaciones, reorganizó el sistema financiero; sentó́ las bases

de una agricultura rentable, a través, sobre todo, de las obras de irrigación e impulsó la

producción eléctrica.

Durante la década 1940-1950, la economía mexicana inició la etapa de crecimiento

sostenido que duraría hasta fines de los años sesenta. El modelo de Desarrollo Estabilizador

elevó la capacidad del país para importar, lo que facilitó poner en práctica el intento de crear

una industria sustentada en la demanda interna, intento que requiriera, al menos en su

momento inicial, de importaciones de maquinaria e insumos intermedios. Sin embargo, estas

nuevas importaciones acentuaron la tendencia al creciente desequilibrio externo en la cuenta

corriente de la balanza de pagos.

Referencia:
Solís, Leopoldo, “La evolución económica de México a partir de la Revolución de 1910”, en

Demografía y economía, El Colegio de México, México, 1969, 1-24.


Alumna: Alavez Lázaro Abril Ambar.
Profesor: Hernández Rojas Eduardo.
Materia: Economía de México.
Grupo: 0022.
La evolución y estructura del PIB, 1921-2010
Los países tienen distintos parámetros con los que miden y comparan su economía con otras
naciones. Uno de los más importantes es el Producto Interior Bruto (PIB). Este indicador
económico es definido por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática
(INEGI) de la siguiente manera:
Es equivalente a la suma de los valores monetarios de todos los bienes y servicios
producidos por un país durante un periodo determinado, computados éstos al precio
final alcanzado en el momento en que son destinados al usuario final, es decir, no se
incluye el valor de los bienes y servicios que se consumen durante el proceso
productivo.

En palabras de Graciela Márquez, “el PIB nos indica qué es lo que se produce en una
economía y por tanto es un indicador útil para medir su desempeño de largo plazo.” (2010,
p. 551). No obstante, para efectos de su investigación introduce otras dos mediciones del PIB
distintas: el PIB en términos reales y el PIB per cápita. Al respeto dice:
Para eliminar el efecto de la inflación, se calcula el PIB en términos reales, que mide
el comportamiento de la producción de bienes y servicios, descontando el aumento
de los precios. La segunda medición, en términos reales, agrega al análisis la variable
demográfica al considerar el tamaño de la población: el PIB per cápita es la razón
entre PIB total y número de habitantes en un espacio geográfico determinado.La
utilidad del PIB per cápita radica en que permite la comparación entre estados,
regiones o países sin que el número de habitantes sea un factor de distorsión en la
medición. (Márquez, 2020, p. 551-552).

Por otra parte, el análisis de largo plazo del PIB entre 1921 y 2007 muestra que hubo cuatro
periodos bien diferenciados de la trayectoria de crecimiento de la economía mexicana.
a) De 1921 a 1932, cuando la economía estaba en franco proceso de reconstrucción
productiva e institucional,
b) Problemas de crecimiento desde 1926 a los que se sumó el impacto de la Gran
Depresión.
c) Cierre de la brecha que separaba a los más ricos de los más pobres de 1950 a 1980.
d) Desaceleración sensible del PIB de 1982 a 2007.

Márquez establece que una comparación siempre necesaria es la de la economía


mexicana y la de Estados Unidos. Esta se justifica, porque la economía del vecino del Norte
es el principal mercado de las exportaciones e importaciones mexicanas. No obstante, vendría
bien preguntarse ¿creció México al mismo ritmo que otras economías de igual nivel de
desarrollo? No cabe duda de que la comparación con otras economías arroja luz sobre
algunos aspectos de la dinámica del desarrollo mexicano en el siglo XX.

Es importante recordar que En 1950 México entró en un periodo de despegue económico y


creció rápidamente durante más de 30 años. El crecimiento se detuvo durante las crisis de
1982-1995, a pesar de importantes reformas, incluyendo la liberación del comercio exterior
y la inversión extranjera. Desde entonces, el crecimiento ha sido modesto.

El texto analiza la historia económica de México desde 1877 hasta 2010. Se deja claro que
el crecimiento en el periodo 1950-1981 estuvo impulsado por la urbanización, la
industrialización y la educación, y que México habría crecido incluso a un ritmo más
acelerado si el comercio y la inversión se hubieran liberado antes. Si México pretende
reanudar su rápido crecimiento, de manera que pueda acercarse a los niveles de ingreso de
los Estados Unidos, necesita aún más reformas.

Por último, se llega a la misma conclusión de la autora, puesto que el análisis del PIB revela
tendencias y contrastes de suma importancia para evaluar el crecimiento de largo plazo.
También, resulta interesante que a lo largo del texto no se encuentren referencias ⎯comunes
en investigaciones de este tipo⎯ a periodos sexenales o políticas presidenciales.

Bibliografía:
Márquez, G. (2010). “La evolución y estructura del PIB, 1921-2010”, en Kuntz Ficker,
Sandra (coord.), Historia económica general de México: de la colonia a nuestros
días, El Colegio de México, Secretaria de Economía, México, 549-571.
Alumna: Alavez Lázaro Abril Ambar.
Profesor: Hernández Rojas Eduardo.
Materia: Economía de México.
Grupo: 0022.
Un problema que limita el desarrollo estratégico en América Latina:
la deuda externa. El caso de México en dos siglos de historia
El problema de la deuda externa en México es tan viejo como su independencia misma, ya
que, a partir de dicho suceso el país vive inmerso en un periodo de crisis económica y de
continuos trastornos militares e intervenciones extranjeras. Los esfuerzos por construir un
país soberano e independiente afrontan los retos de un contexto internacional caracterizado
por el empuje del capitalismo occidental, el imperialismo europeo y la expansión territorial
de Estados Unidos.
La política comercial que se asumió en nuestro país inmediatamente después de la
independencia tuvo un carácter proteccionista debido, principalmente, a la falta de recursos
y al firme propósito de industrializar al país. En este sentido, los primeros gobiernos
independientes recurrían al endeudamiento y a la elevación de impuestos para allegarse de
recursos. En esta historia de la deuda externa de México se pueden identificar los siguientes
periodos.
El primero se denomina Reconocimiento de la deuda, en el que se señala la causa que
dio origen a este carga pública y que abarca el periodo comprendido entre la independencia
y hasta finales del siglo XIX, esto es entre 1821 y 1884. El segundo periodo denominado la
Deuda Ferrocarrilera, abarca el periodo del Porfiriato (1884-1910). La deuda externa en la
postrevolución es el tercer periodo y comprende de 1910 hasta 1970. El cuarto es la Deuda
Petrolera el cual tiene como causa del incremento de la deuda los hidrocarburos, los años
que lo abarcan van entre 1970 a 1988. El quinto periodo se reconoce como la Deuda
Bancaria, porque los principales actores en el incremento de esta han sido los banqueros.
Dicho periodo se gesta desde la década de los ochenta y culmina en el 2000 (sexenios de
Vicente Fox y Felipe Calderón).
Una cuestión para notar es que desde la independencia no se realizó un cambio en la
estructura económica del país. En lo relativo al comercio, tanto sus métodos como sus
sistemas reprodujeron los mismos del régimen colonial. En la teoría se hablaba de un
comercio libre y abierto a todas las naciones, pero en la práctica se aplicaba una política muy
proteccionista que prohibió que entraran los artículos que se producían o que se producirían
dentro del país, para evitar que las mercancías extranjeras desplazaran a las nacionales.
Por otra parte, se pensó que cobrando altos impuestos al comercio y solicitando dinero
prestado a otro país se obtendría capital suficiente para impulsar una industria nacional. En
la realidad no sucedió así, debido a que fue imposible obtener impuestos del comercio
interno, la deuda externa se despilfarró en otros sectores menos en inversión y los impuestos
provenientes de comercio exterior no fueron suficientes para financiar a la industria.
No es de sorprender, que el problema del sobreendeudamiento de la economía
mexicana sigue vigente. La apertura a flujos de capital, principalmente a la inversión
extranjera directa como modalidad de deuda y como vía para impulsar las exportaciones a
fin de generar divisas para pagar los intereses de la misma, no se ha traducido en un
crecimiento económico sostenido, por el contrario, el crecimiento se ha visto afectado por el
servicio de la deuda.
Uno a uno han ido resultando falsos los supuestos sobre la deuda externa sostenidos
por el FMI y los países industrializados. Ni era un problema de "corto plazo" que se podía
enfrentar con medidas de "emergencia", ni se produjo la recuperación de la economía
mundial, que extendería sus "beneficios" sobre los deudores más apremiados, ni hubo
créditos "voluntarios" disponibles una vez que los problemas de liquidez internacional
quedaran "resueltos".
Será necesario, entonces, que los países latinoamericanos definan un marco propio de
negociación, a partir del cual se pueda tratar con los acreedores de manera diferente a lo que
ha ocurrido hasta ahora, adaptando el servicio de la deuda a las capacidades reales de pago
de cada país. El diálogo entre gobiernos, tanto de los países acreedores como deudores, es
indispensable para buscar una solución, sobre la base de que todas las partes involucradas
reconozcan que tienen que tratar con un problema político.

Referencia:
Diego Bautista, Oscar, “Un problema que limita el desarrollo estratégico en América Latina:
la deuda externa. El caso de México en dos siglos de historia”, en XIV Encuentro de
Latinoamericanistas Españoles: congreso internacional, Santiago de Compostela,
España, 2010, 1827-1842.
Alumna: Alavez Lázaro Abril Ambar.
Profesor: Hernández Rojas Eduardo.
Materia: Economía de México.
Grupo: 0022.
Desempeño macroeconómico y estrategia económica del gobierno (1982-1994)
Entre 1982 y 1994 México vivió un periodo de profunda transformación económica y

experimentó una ruptura en su tendencia de crecimiento de largo plazo. Después de cincuenta

años de rápido crecimiento de la actividad económica, que se reflejó en mejoras

generalizadas en bienestar, reducción de la pobreza y la desigualdad, la economía cayó en

una severa crisis en los años ochenta de la que no se ha recuperado hasta la fecha.

Después de 1982 la economía dejó de crecer al mismo ritmo. Primero fue la crisis de

la deuda latinoamericana de 1982 y el estancamiento económico de los años ochenta. Todavía

estando en esa etapa, la economía comenzó́ un proceso de transformación estructural que

prometía romper los obstáculos al crecimiento. Para 1994 se habían realizado varias reformas

profundas que, no obstante, no cumplieron con las enormes expectativas con que se habían

promocionado.

Entonces, el periodo 1982-1994 fue un largo proceso de transición caracterizado por

reformas estructurales que han transformado al país en lo económico y en lo político. La

transformación rompió con el modelo de desarrollo que por decenios había dado resultados

excelentes, pero cuyo agotamiento y falta de renovación lo destinó a su desaparición.

Desafortunadamente el proceso de cambio entre ambos esquemas a partir de 1982 no

fue suave y terso, sino que se caracterizó por el estancamiento económico y el rompimiento

de alianzas tradicionales y políticas. A partir de 1982 inició el proceso de cambio, con la

investidura presidencial fuertemente cuestionada por la expropiación de la banca y la crisis

de la deuda.
Los años que siguieron bajo la presidencia de Miguel de la Madrid fueron testigos de

los inicios del cambio estructural a partir de la liberalización comercial en 1985, y la

eliminación un tanto lenta de entidades públicas que presagiaban un cambio mucho más

profundo.

El periodo de Carlos Salinas marcó una etapa reformista en el Estado mexicano,

acorde con cambios generalizados en el resto del mundo. Salinas llevó a cabo reformas

económicas profundas, como la reprivatización generalizada, la institucionalización de la

apertura comercial a partir del TLCAN y la reforma ejidal, que modificaron el panorama

económico a futuro. En lo político, las relaciones oficiales con las iglesias se restablecieron

y se sentaron bases para otras reformas importantes. Pero el impulso reformista de Salinas

fue interrumpido por la crisis económica de 1994-1995 y sus secuelas.

La contracción económica y el debatido y cuestionado rescate bancario impidieron

llegar a acuerdos importantes a las diversas fuerzas políticas. El presidente Zedillo, sin

embargo, logró pasar reformas importantes en el ámbito judicial y en materia electoral,

mediante las cuales se estableció́ el Consejo de la Judicatura y la transformación de la

Suprema Corte de Justicia, así́ como el Instituto Federal Electoral con características que le

permitieron dar credibilidad a las elecciones

Las reformas de este periodo han sido cuestionadas por la distancia entre sus

resultados esperados y la realidad percibida por la sociedad. Con frecuencia se olvidan

avances importantes, como la creación del IFE, la disponibilidad de bienes y servicios del

mundo entero, la estabilidad de precios, entre otros. En su lugar, la memoria colectiva se

centra más en privatizaciones cuestionadas, corrupción de funcionarios públicos y un rescate

financiero sumamente oneroso para el país.


En realidad, existen opiniones encontradas sobre si las reformas no eran las necesarias

o pertinentes y que por ello los resultados no son tan buenos, o más bien es la ausencia de

reformas importantes que no se han podido consensuar entre los diversos grupos políticos lo

que realmente ha impedido el avance económico de los últimos decenios.

Pero al final de cuentas, la realidad es que la falta de crecimiento económico rápido

y sostenido en los últimos casi 30 años ha contribuido mucho a la perpetuación de la pobreza

y la desigualdad. De haberse mantenido la tasa de crecimiento de la actividad económica del

llamado milagro mexicano, la pobreza extrema ya estaría erradicada del país.

Bibliografía:
Dussel Peters, Enrique, “Desempeño macroeconómico y estrategia económica del gobierno

(1982-1994)”, en La Economía de la Polarización: Teoría y Evolución del Cambio

Estructural de las Manufacturas Mexicanas (1988-1996). UNAM-FE-JUS, México,

1997, 148-208.
Alumna: Alavez Lázaro Abril Ambar.
Profesor: Hernández Rojas Eduardo.
Materia: Economía de México.
Grupo: 0022.
El Consenso de Washington: la instauración de las
políticas neoliberales en América Latina
Tras la crisis de la deuda externa, diversos países de América Latina emprendieron amplias

reformas económicas orquestadas por organismos multilaterales como el Fondo Monetario

Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), las cuales se alineaban con las pautas que

hacían parte del Consenso de Washington.

Consenso de Washington se instituiría entonces en América Latina como una

prometedora política de crecimiento económico. Para noviembre de 1989, en el documento

What Washington Means by Policy Reform, el economista inglés y ex funcionario del BM,

John Williamson, enlistaría 10 medidas de política económica de corte neoliberal que debían

aplicar los países “subdesarrollo” con el objetivo de hacerle frente a la crisis de la deuda y

mejorar, con ello, las condiciones de vida de las poblaciones del Sur.

En términos generales, las 10 variables Consenso de Washington pugnaban por una

apertura a los mercados internacionales y una reducción de la participación del Estado en la

economía. A continuación, se resumen dichas variables: 1) disciplina fiscal, 2) recorte del

gasto público; 3) incremento de la base tributaria; 4) liberalización de las tasas de interés; 5)

libre flotación del tipo de cambio; 6) liberalización del comercio internacional (eliminación

de aranceles y contingentes); 7) liberalización de la inversión extranjera directa; 8)

privatización de empresas públicas; 9) desregulación, y 10) garantías de seguridad legal para

los derechos de propiedad industrial.

Por otra parte, el texto en cuestión argumenta que los objetivos centrales de dicho

Congreso resultaron contradictorios en la práctica y que las metas se cumplieron


parcialmente en términos de crecimiento, más no así en cuanto a equidad, estabilidad

macroeconómica y pobreza. Además, se privilegió el crecimiento económico al considerarse

como una condición necesaria para posteriormente lograr mejoras en indicadores sociales

como el margen de pobreza, sin tener en cuenta que no existía ningún argumento teórico o

práctico que asegurara que los frutos del crecimiento beneficiarían en especial a la población

vulnerable.

Entre los aspectos positivos sobresalen, sin duda, los avances en el control de la

inflación. Además, en promedio, y en contra de percepciones muy difundidas, los déficit

fiscales se redujeron desde la segunda mitad de la década de 1980 y se mantuvieron en niveles

moderados desde entonces en la mayoría de los países. El control de la inflación y la

disciplina presupuestaria se reflejaron, a su vez, en una mayor confianza en las autoridades

macroeconómicas, las cuales incluyen ahora a un conjunto creciente de bancos centrales

autónomos.

Lo cierto es, que el Consenso prometió a los países en desarrollo sanear sus finanzas,

equilibrar sus balanzas, lograr estabilidad macroeconómica y alcanzar niveles de crecimiento

adecuados que apuntaran hacia un “mayor desarrollo”. En la práctica, sin embargo, su

implementación, así́ como de otras estrategias desarrollistas instituidas en la época

conllevaron a la profundización de las condiciones de subdesarrollo en gran parte del mundo.

Bibliografía:
Rubí Martínez Rangel & Ernesto Soto Reyes Garmendia, “El Consenso de Washington: la

instauración de las políticas neoliberales en América Latina”, en Política y Cultura,

núm. 37, UAM-Xochimilco, México, 2012, 35-64.

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