33 El Enemigo en El Derecho Penal Eugeni

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Buscando al enemigo: de Satán al derecho penal cool, en homenaje al Profesor Dr. Giorgio Marinucci; ¿Es posible un
derecho penal del enemigo no autoritario?, en homenaje al Profesor Dr. Gonzalo Rodríguez Mourullo; El Leviathán y el
derecho penal, en homenaje al Prof. Dr. Ramón C. Leguizamón; La legitimación del control penal de los “extraños”, in
memoriam del Profesor Dr. Alfonso Reyes Echadía.

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En busca de las penas perdidas. Deslegitimación y dogmática jurídico-penal, EDIAR, Buenos Aires, 1989
3
Derecho Penal. Parte General, 1ª ed., EDIAR, Buenos Aires, 2000; Porrúa, México D.F., 2001; 2ª ed., EDIAR, 2002;
Manual de Derecho Penal. Parte General, EDIAR, Buenos Aires, 2005.
4
E. Raúl Zaffaroni-Nilo Batista/Alejandro Alagia-Alejandro Slokar, Direito Penal Brasileiro – I, Revan, Rio de Janeiro,
2003.

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Capítulo I.
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Capítulos II y III.
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Capítulo IV.

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Capítulo V.
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Capítulo VI.
10
Comité Internacional de la Cruz Roja, Los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949, Madrid, 1970; CICR,
Seminario Internacional,La Habana, Derecho Internacional Humanitario, Guatemala, 1998; Pedro Pablo Camargo,
Derecho Internacional Humanitario, Bogotá, 1995; CICR, Normas fundamentales de los Convenios de Ginebra y sus
protocolos adicionales, Ginebra, 1983.

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Cfr. Eduardo Demetrio Crespo, Del derecho penal liberal al derecho penal del enemigo, en RDCP, n° 14, 2004, págs.
87 y sgts. Prueba de ello es la propuesta de Jesús María Silva Sánchez, La expansión del derecho penal, Madrid, 2001,
acerca del llamado “derecho penal a dos velocidades” y toda la teorización del llamado “derecho penal simbólico”
(sobre ello, los trabajos publicados en el n° 1 de “Pena y Estado”, Barcelona, 1991).

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No es propósito de este trabajo agotar esa información, pero la alarma puede verse en varios escritos de Luigi Ferrajoli
y, en castellano, por todos basta citar la magnífica tesis de José-Ramón Serrano Piedecasas, Emergencia y crisis del
estado social. Análisis de la excepcionalidad penal y motivos de su perpetuación, Barcelona, 1988, como también la
presentación a dicha obra de Roberto Bergalli, Emergencia: una cultura específica; Sergio Moccia, La perenne
emergenza, Napoli, 2000; William Fredy Pérez Toro – Alba Lucía Vanegas Yepes – Carlos Mario Álvarez Martínez,
Estado de derecho y sistema penal, La emergencia permanente de la reacción punitiva en Colombia, Medellín, 1997.
13
Cfr. Manuel Cancio Meliá, La expulsión de ciudadanos extranjeros sin residencia legal (art. 89 CP), en “Homenaje al
Prof. Dr. Gonzalo Rodríguez Mourullo”, Madrid, 2005, págs. 183 y sgts., pág. 211.
14
Sobre estas y otras notas, Francisco Muñoz Conde, De nuevo sobre el “derecho penal del enemigo” , Buenos Aires,
2005; también Marta Rodríguez de Assis Machado, Sociedade de risco e direito penal, S. Paulo, 2005.

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La palabra völkisch suele traducirse como populista, especialmente en Europa y Estados Unidos. Su traducción más
correcta sería populachero, o sea, un discurso que subestima al pueblo y trata de obtener su simpatía de modo no ya
demagógico sino brutalmente grosero, mediante la reafirmación, profundización y estímulo primitivo de sus peores
prejuicios. Esta precisión es importante en América Latina, pues la traducción corriente en otros continentes se confunde
con el populismo latinoamericano, en el que se suelen enrolar una serie de lideratos políticos que, con todos sus defectos
y contradicciones, es incuestionable que promovieron avances notables en las sociedades de la región y que no siempre
ni mucho menos usaron la técnica völkisch (v. infra, II,4 y 5), la que, por otra parte, es muy usada por sistemas que nada
tienen que ver con el populismo político.

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En ocasiones ésta no se busca, como en las groserías de Rafael Garófalo, por ejemplo (infra, Cap. III).
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Nos referimos a crímenes de destrucción masiva e indiscriminada y no a terrorismo, que es una expresión
jurídicamente nebulosa. En adelante usaremos terrorismo en el sentido vulgar de la comunicación masiva, que es
también el usado en la propaganda völkisch y reservaremos la empleada en este párrafo para la connotación técnica.
18
Así, Gerhard Serle, Tratado de Derecho Penal Internacional, Valencia, 2005, pág. 78.
19
Sobre esta posición, Michael N. Nalgar, Per un futuro non violento, Milano, 2005.

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Karl Schmitt, El concepto de lo político, Ediciones Folios, México, 1985, también, versión de Rafael Agapito,
Madrid, 2005.

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En latín, persona era la máscara del actor (cfr. J. Corominas, Diccionario crítico etimológico, Madrid, 1976, III, pág.
754).

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Cfr. Luis Gracia Martín, Sobre la negación de la condición de persona como paradigma del “derecho penal del
enemigo”, en http://criminet.ugr.es/redpc 2005.
23
Del reconocimiento del carácter de persona del ser humano depende directamente la fuerza normativa de una
constitución democrática: Para reivindicar, rescatar y dar peso de convicción a la tesis de que toda la constitución
inviste fuerza normativa directa, hay que incluir en su contenido a la parte que resuelve el status situacional de la
persona, ese que en un estado democrático reconoce la dignidad humana, la libertad y los derechos, prestándoles tutela
y asegurando promoción .. el contenido principista de derechos y libertades es el que en el estado democrático ostenta
centralidad y mayor valor (Germán J. Bidart Campos, El Derecho de la Constitución y su fuerza normativa, Bs. As.,
1995, págs. 75-76).
24
Han reparado en ella F. Muñoz Conde, De nuevo..., cit., pág. 72 y Gracia Martín, en criminet.ugr.es/red pc

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El término robot proviene del checo, en cuya lengua significa yugo, y fue introducido por el escritor Carel Copek,
siendo usado desde 1935. Esos ingenios no requieren los rasgos antropomórficos de la ciencia ficción (cfr. Pierre-Jean
Richard, Los robots, Buenos Aires, 1985).

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Respetamos la traducción que citamos, pero obsérvese que la palabra que Schmitt usa es Fremde, extraño, o sea, la
misma que usaría luego Mezger, cfr. infra III, 4.
27
Carl Schmitt, El concepto de lo político, pág. 23
28
Idem, p. 25.
29
Idem, p. 30.
30
Sobre esto: R. von Ihering, L’esprit du Droit Romain dans les diverses phases de son développement, París, 1877,
tomo I, p. 228.
31
Cfr. Albert Du Boys, Histoire du Droit Criminel des Peuples Anciens, París, 1845, p. 245.

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Giorgio Agamben, Estado de excepción, Buenos Aires, 2004, p. 146.
33
Cfr. Edward A. Roberts-Bárbara Pastor, Diccionario etimológico indoeuropeo de la lengua española, Madrid, 1996,
p. 17.
34
V., por ejemplo, U. Melchionda, Differenziazione progresiva dei conflitti etnici tra lavoratori immigrati e societá di
accoglienza: verso un modello integrato; U. Melotti, Immigrazione e politiche sociali: sfide e confronti in Europa; E.
Nocifora, Il mercato del lavoro degli extra-comunitari nell’Italia degli anni novanta, todos en “Dei delitti e delle pene”,
1/93.

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Cfr., Émile de Girardin, Du droit de punir, París, 1871.
36
Cfr. Theodor Mommsen, Compendio de Derecho Público Romano, trad. de Pedro Dorado, Madrid, s.d., pág. 50.

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En esto no se agotan los equívocos, pues podríamos incluso agregar algún otro uso del mismo sujeto gramatical para
designar a la jurisprudencia de los tribunales penales o constitucionales, por ejemplo, y hasta pensar en otro que con la
misma expresión miente el reflejo del poder punitivo en el imaginario público.

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Es muy interesante la perspectiva que muestran J.R. McNeill y William H. McNeill, Las redes humanas. Una historia
global del mundo, Barcelona, 2004.
39
Cfr. Darcy Ribeiro, O processo civilizatório, Estudos de antropologia da civilizaçao, Petrópolis, 1987, pp. 129 y ss.

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V. n. trabajo, La globalización y las actuales orientaciones de la política criminal, en “Nueva Doctrina Penal”,
1999/A, reproducido en “Direito e Cidadania”, Praia, República de Cabo Verde, año 3, nº 8, noviembre de 1999 febrero
de 2000.
41
Cfr. Immanuel Wallerstein, Utopística o las opciones históricas del siglo XXI, México, 1998.
42
Umberto Eco, Apocalittici e integrati, Comunicazioni di massa e teorie della cultura di massa, Bompiani, 1995
43
Cfr. Nicolas Skrotzky, Guerres: crimes écologiques, París, 1991.
44
Sobre la clásica distinción entre la sociedad horizontal o comunidad (Gemeinschaft) y la vertical o corporativa
(Gesellschaft), la obra clásica de Ferdinand Tönnies, Comunidad y sociedad, Buenos Aires, 1947; también sus
Principios de Sociología, México, 1946; la estigmatización de la comunidad en Robert Redifeld, Yucatán. Una cultura
en transición, México, 1944.
45
Especialmente por obra del derecho germánico y la composición. V. Eberhard Schmidt, Einführung in die Geschichte
der deutshcen Strafrechtspflege, Göttingen, 1951, pp. 21 y ss.; Heinrich Siegel, Deutsche Rechtsgeschichte, Berlin,
1886, pp. 13 y ss.; Hugo Hoegel, Geschichte des Österreichischen Strafrechtes in Verbindung einer Erleuterung seiner
grundsätzlichen Bestimmungen, Viena, 1904, pp. 3 y ss.; H. Rüping, Grundriss der Strafrechtsgeschichte, München,
1991; sobre el derecho penal romano: Albert Du Boys, Histoire du Droit Criminel des peuples anciens depuis la
formation des sociétés jusqua l’établissement du christianisme, París, 1845, pp. 248 y ss.; T. Mommsen, Römisches
Strafrecht, Berlin, 1899 (trad. castellana de Pedro Dorado, Madrid, s.f.).

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De toda forma, el desarrollo alcanzado por la victimología es un claro signo de la creciente conciencia respecto de la
cosificación de la víctima (por ejemplo, Antonio Beristain, Nueva Criminología desde el Derecho Penal y la
Victimología, Valencia, 1994; Ester Kosovski (org), Victimologia. Enfoque interdisciplinar, Rio de Janeiro, 1994; Ester
Kosovski – Heitor Piedade Júnior – Eduardo Mayr, Vitimologia em debate, Rio de Janeiro, 1990; Elías Neuman,
Victimología. El rol de la víctima en delitos convencionales y no convencionales, Buenos Aires, 1994.
47
¿Qué necesitan hoy los que suben al poder aparte una buena tropa, aguardiente y salchichón? Necesitan el texto
(André Glucksmann, Los maestros pensadores, Barcelona, 1978, p. 43).
48
En Roma la estructura conquistadora creada por la nobilitas barrió con las instituciones de la República (cfr. José Luis
Romero, La crisis de la República Romana, Buenos Aires, 1942).
49
Sobre la colonización como fenómeno mundial, con sus múltiples apariciones en diferentes épocas: Marc Ferro, La
colonización. Una historia global, México, 2000.

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Para una visión de conjunto, El libro negro del colonialismo, Siglos XVI a XXI: del exterminio al arrepentimiento,
dirigido por Marc Ferro, Madrid, 2005.
51
Theodor Mommsen, Historia de Roma, I. De la fundación a la República, Madrid, 1962, p. 55.
52
Llega a la codificación por vía de la tradición inglesa, dado que no forma parte de la francesa. Entre los prácticos
franceses no la mencionaba Muyard de Vouglans (Instruction criminelle suivant les lois et ordonnances du Royaume,
París, 1762, I, pág. 9) y tampoco aparece en los códigos revolucionario de 1791 y napoleónico de 1810. En lugar, la
expone Blackstone, sin limitarla a la obediencia civil o al superior, sino con un amplio juego en la obediencia doméstica
(Commentaires sur les lois anglaises, trad. de N.M. Chompré, París, 1823, V, págs. 232-3).
53
V. la pormenorizada investigación de James A. Brundage, La ley, el sexo y la sociedad cristiana en la Europa
Medieval, México, 2000.
54
Como prueba basta ver la 1ª. Parte, cuestión VI de H. Krämer/J. Sprenger, Il martello delle streghe., Marsilio Ed.,
Venecia, 1995, págs. 85-96.
55
Cfr. Norman O. Brown, La vita contro la morte, Il significado psicoanalitico della storia, Bompiani, 1986, págs. 183
y sgts.

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56
Sobre la resistencia colonizada, Richard Price (Comp.), Sociedades cimarronas, Comunidades esclavas rebeldes en
las Américas, México, 1981; Daniel Valcárcel, La rebelión de Túpac Amaru, México, 1965; Ramiro Condarco Morales,
Zárate, el temible Willka, Historia de la rebelión indígena de 1899, La Paz, 1965.
57
También se ocuparon de los pactos diabólicos en la colonia. V. Fray Andrés de Olmos, Tratado de hechicerías y
sortilegios, 1553, Edición de Georges Baudot, UNAM, México, 1990, pág. 47.
58
V. Alberto Cousté, Biografia do diabo, O diabo como a sombra de Deus na história, Rio de Janeiro, 1997.
59
Sobre el concepto de “emergencia”, Sergio Moccia, La perenne emergenza, cit.; William Fredy Pérez Toro – Alba
Lucía Vanegas Yepes – Carlos Mario Álvarez Martínez, Estado de derecho y sistema penal, cit., pág. 56.
60
Sin una base de miedo correspondiente a un prejuicio, es imposible construir un enemigo. Sobre el mecanismo de
miedo y su manipulación, el documentado y fino análisis de Vera Malaguti Batista, O medo na cidade do Rio de
Janeiro, Dois tempos de uma história, Rio de Janeiro, 2004.
61
Amplia investigación sobre estos prejuicios en Norman Cohn, Los demonios familiares de Europa, Madrid, 1980.
62
Cfr. las voces “fascinación” y “maleficia”, en Rossell Hope Robbins, Enciclopedia de la brujería y demonología,
Madrid, 1988.
63
Sobre esta adaptación y sus dificultades, Massimo Vallerani, La giustizia pubblica medievale, Bologna, 2005.
64
V. Julio Caro Baroja, Las brujas y su mundo, Madrid, 1995; del mismo, Vidas mágicas e inquisición, Madrid, 1992.
65
V Juan Antonio Llorente, Memoria histórica sobre qual ha sido la opinión nacional acerca del Tribunal de la
Inquisición, leída en la Real Academia de la Historia, Madrid, Imprenta Real, 1812 (ed. facs. Valaldolid, 2002);
específicamente sobre el proceso penal y características de la selectividad de esta inquisición, Ricardo Juan Caballero,
Justicia inquisitorial. El sistema de justicia criminal de la Inquisición española, Buenos Aires, 2003.

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La inferioridad de los indios y su dudosa humanidad justificaban cualquier brutalidad. Al respecto, los doctos
discursos de los científicos de la época en Antonello Gerbi, La naturaleza de las Indias Nuevas. De Cristóbal Colón a
Gonzalo Fernández de Oviedo, México, 1978.
67
Por todos, Hubert Lechamps, Storia della tratta dei negri, Arnoldo Mondadori, 1971; Hugh Thomas, La trata de
esclavos. Historia del tráfico de seres humanos de 1440 a 1870, Barcelona, 1998; Joseph E. Inikori, La trata negrera del
siglo XV al XIX, Barcelona, 1981; Richard Graham, Escravidao, reforma e imperialismo, S. Paulo, 1970; José Luciano
Franco, Comercio clandestino de esclavos, La Habana, 1985; Diego Luis Molinari, La trata de negros. Datos para su
estudio en el Rio de la Plata, Buenos Aires, 1944. Un panorama completo de las ideologías legitimantes y
deslegitimantes de este tráfico en: en David Brion Davis, O problema de escravidao na cultura ocidental, Rio de
Janeiro, 2001.
68
V. Pierre Duviols,La destrucción de las religiones antiguas durante la conquista y la colonia, México, 1977; Angel
M. Garibay K./Miguel León Portilla, La visión de los vencidos, México, 1961; Robert Jaulin, El etnocidio a través de las
Américas, México, 1976.
69
V. por ej., Walter Rodney, De cómo Europa subdesarrolló a África, México, 1982.
70
V. Maurice Niveau, Historia de los hechos económicos contemporáneos, Barcelona, 1977.
71
Cfr. G.D.H. Cole, Introducción a la historia económica, México, 1963, págs. 51 y sgts.; Antonio Cortese, Historia
económica social y general, Buenos Aires, 1966, págs. 116 y sgts.

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Se imponía administrativamente mediante las leyes de leva, siendo las primeras medidas de seguridad coloniales e
incluso posteriores a la independencia.
73
V. Félix Sevilla y Solanas, Historia Penitenciaria Española (La galera), Apuntes de archivo, Segovia, 1917; Michel
Bourdet-Pléville, Galeotes, forzados y penados, Barcelona, 1963.

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74
Con detalle, Giorgia Alessi, Il processo penale. Profilo storico, Laterza, 2005, págs. 12 y 24.
75
Massimo Vallerani, La giustizia pubblica medievale, Bologna, 2005, ubica la distinción expresa entre ambas
funciones muy tempranamente, en 1141 (pág. 23).

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Foucault, Michel, La verdad y las formas jurídicas, Barcelona, 1980.
77
Se oficializa en 1215 para la persecución de los cátaros, entre muchos, Franco Cardini, en “Commento” a Bernard
Gui, Manuale dell’inquisitore, Milano, 1998, p. XVIII.
78
V. Joseph M. Walker, Historia de la inquisición española, Madrid, 2001; Henry Kamen, La inquisición española.
Una revisión histórica, Barcelona, 1999.
79
La señalaban como cuarta forma de establecer el proceso (descpués de la acusación, la denuncia y la notoriedad)
hacia 1215 (cfr. Massimo Vallerani, op. cit., pág. 35).

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Martín Heidegger, Ormai solo un Dio ci puó salvare, Intervista con lo Spiegel, Parma, 1987.

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Cfr. Friedrich Nietzsche, Also sprach Zarathustra, II, Von der Erlösung, en “Werke in vier Bänden”, Karl Müller
Verlag, Erlangen, s.d., I, p. 409.

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Cfr. Georges Bourgin, La Comuna, Buenos Aires, 1962.

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V. Dario Melossi e Massimo Pavarini, Carcere e fabbrica. Alle origine del sistema penitenziario, Bologna, 1979.
85
Sobre la mortalidad en las prisiones españolas Rafael Salillas, La vida penal en España, Madrid, 1888, págs.54 y
sgts.; en Francia, Pedro Kropotkine, Las prisiones, trad. de La Juventud Literaria, Bs. As., s.d. (1900 circa); Michel
Bourdet-Pléville, op. cit., págs. 101 y sgts.; Jacques-Guy Petit, Ces peines obscures, La prison pénale en France 1780-
1875, París, 1990.
86
Formalmente en prisiones preventivas, cfr. Concepción Arenal, Estudios Penitenciarios, Madrid, 1877.
87
Sobre la deportación inglesa en Australia, Robert Hughes, La costa fatídica, Barcelona, 1989; John Hirst, The
Australian Experience: The Convict Colony, en Norval Morris and David J. Rothman (ed.), “The Oxford History of the
Prison. The Practice of Punishment in Western Society”, Oxford, 1995, págs. 263 y sgts.; sobre la deportación francesa:
Édouard Teisseire, La transportation pénale et la relegation d’apres les Lois de 30. Mai 1854 et 27.Mai 1885, París,
1893 ; C. O. Barbaroux, De la transportation, París, 1857 ; Michel Bourdet-Pléville, Galeotes, forzados y penados, cit. ;
H. Donnedieu de Vabres, A Justiça penal hoje, Sao Paulo, 1938, p. 102. Contra la opinión de Concepción Arenal,
Salillas la propuso para España: Rafael Salillas, La vida penal en España, cit.
88
V. C. Muratgia, Director, Presidio y cárcel de reincidentes. Tierra del Fuego. Antecedentes, Bs. As., s.d. (1910
circa); también Arnoldo Canclini, Ushuaia 1884-|984. Cien años de una ciudad argentina, editado por la Municipalidad
de Ushuaia, 1984; Ricardo Rojas, Archipiélago (Tierra del Fuego), Buenos Aires, 1942.
89
La primera experiencia de deportación a la Guayana Francesa terminó con la muerte de todos, tanto deportados como
personal, cfr. Paul Mury S.J., Les Jesuites a Cayenne. Histoire d’une misión de vingt-deux ans dans les penitenciers de
la Guyane, Strabourg-Paris, 1895.
90
Sobre el incremento del interés por la cuestión criminal en la concentración urbana debido al temor de las elites,
Marcos César Álvarez, Bacharéis, Criminologistas e Juristas. Saber jurídico e Nova Escola Penal no Brasil, Sao Paulo,
2003, pág. 62.

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Sobre la evolución del derecho electoral en Gran Bretaña, Simon Schama, Auge y caída del Imperio Británico 1776-
2000, Madrid, 2004.
92
La sentencia tuvo dos votos disidentes. A la letra dice: The words 'people of the United States' and 'citizens' are
synonymous terms, and mean the same thing. They both describe the political body who, according to our republican
institutions, form the sovereignty, and who hold the power and conduct the Government through their representatives.
They are what we familiarly call the 'sovereign people,' and every citizen is one of this people, and a constituent member
of this sovereignty. The question before us is, whether the class of persons described in the plea in abatement compose a
portion of this people, and are constituent members of this sovereignty? We think they are not, and that they are not
included, and were not intended to be included, under the word 'citizens' in the Constitution, and can therefore claim
none of the rights and privileges which that instrument provides for and secures to citizens of the United States. On the
contrary, they were at that time considered as a subordinate [60 U.S. 393, 405] and inferior class of beings, who had
been subjugated by the dominant race, and, whether emancipated or not, yet remained subject to their authority, and
had no rights or privileges but such as those who held the power and the Government might choose to grant them (U.S.
Supreme Court, Dred Scott v. Sanford, 60 US 393, 1856).
93
Cfr. Eli Ginzberg y Alfred S. Eichner, El negro y la democracia norteamericana, México, 1968; también C. Gorlier,
Historia de los negros en los Estados Unidos, Madrid, 1968; Stetson Kennedy, Introduction a l’Amerique raciste, París,
1955.

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Sobre las visiones europeas de América, Antonello Gerbi, La disputa del Nuevo Mundo, Historia de una polémica,
1750-1900, México, 1982.
95
Tal era el sentido general del orden oligárquico latinoamericano. Ilustrativa al respecto es la investigación de
Leopoldo Zea, El positivismo en México: nacimiento, apogeo y decadencia, México, 1984. Hubo autores que
consideraron directamente condenados o inviables a sus propios países: Alcides Arguedas, Pueblo enfermo (1909; reed.
La Paz, 1936); Tomás Vega Toral, Ensayo sintético de biología democrática ecuatoriana, Cuenca, 1930.
96
Hegel, Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, Madrid, 1980, p. 171.
97
Asi, por ejemplo, Carlos Octavio Bunge, Nuestra América. Ensayo de psicología social, Bs. As., 1903; Lucas
Ayarragaray, La mestización de las razas en América y sus consecuencias degenerativas, en Revista de Filosofía,
Buenos Aires.
98
Y en cierto sentido también freudianamente: Rudiger Herren, Freud und die Kriminologie, Einführung in die
psychoanalytische Kriminologie, Stuttgart, 1973.
99
Por ej., Raimundo Nina Rodrigues, Os africanos no Brasil, Revisao e prefácio de Homero Pires, Sao Paulo, 1932; su
inspiración era el Dr. A. Corre, Le crime en pays créoles (Esquisse d’ethnographie criminelle), París, 1889.
100
V. David Viñas, Indios, ejército y frontera, México, 1982.

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V. por ej., José C. Valadés, El Porfirismo, Historia de un régimen, UNAM, México, 1987; Lená Mederos de
Menezes, Os indesejáveis, Protesto, crime e expulsao na Capital Federal (1890-1930), Rio de Janeiro, 1996; Thomas H.
Holloway, Polícia no Rio de Janeiro, Repressao e resistencia em uma cidade do seculo XIX, Rio de Janeiro, 1997;
Alicia González Vidaurri – Kalus Dieter Gorenc – Augusto Sánchez Sandoval, Control social en México D.F., México,
1998, págs. 45 y sgts.; Paul J. Vanderwood, Desorden y progreso. Bandidos, policías y desarrollo mexicano, México,
1986.
102
V. el derecho constitucional comparado de ese tiempo: M. E. Laferriére, Les Constitutions d’Europe et d’Amerique,
París, 1869; F. R. Dareste, Les constitutions modernes, París, 1891; Arturo B. Carranza, Digesto Constitucional
Americano, Buenos Aires, 1910; el modelo norteamericano fue seguido tan cercanamente que se tradujeron sus
comentadores: José Story, El Poder Judicial de los Estados Unidos. Su organización y atribuciones, Buenos Aires,
1863.
103
Sobre esto, v. n. trabajo, Introducción a la codificación penal latinoamericana, en Universidad de Salamanca, “Los
Códigos Penales Iberoamericanos”, Bogotá, 1994. Esas fuentes eran bastante incompatibles, pues las constituciones
prescribían el control judicial de constitucionalidad anglosajón, en tanto que los códigos provenían de la tradición
administrativista continental que confiaba todo el poder al aparato burocrático del estado (Michel Fromont, La justice
constitutionelle dans le monde, París, 1996 ; Louis Favoreu, Los tribunales constitucionales, Barcelona, 1994),
desconociendo por completo ese control, conforme al modelo prusiano y napoleónico. Pero poco importaban las
contradicciones académicas, políticas y publicitarias, porque en los hechos el ejercicio del poder punitivo no pasaba de
ser el instrumento de disciplinamiento interno de un campo de concentración, con límites sólo en la medida en que
podía alcanzar a algunos administradores o a sus familias o auxiliares.
104
V. Alan Knight, La Revolución Mexicana, México, 1996; John Kenneth Turner, México bárbaro, Madrid, 1985;
Jesús Silva Herzog, Breve historia de la Revolución Mexicana; Jesús Sotelo Inclán, Raíz y razón de Zapata, México,
1970.
105
Perfectamente retratadas por la literatura en obras como Tirano Banderas de Ramón del Valle Inclán, El Señor
Presidente de Miguel Angel Asturias o El otoño del patriarca de Gabriel García Márquez.

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Sobre esto, n. trabajo Política y dogmática jurídico penal, en “Direito e democracia”, Universidade Luterana do
Brasil, Canoas (RS), vol. 3 n° 2, 2002.
107
V. n. trabajo, Introducción, cit.
108
V. José Hurtado Pozo, La ley “importada”. Recepción del derecho penal en el Perú, Lima, 1979.
109
Puede considerarse que fueron democráticos en el sentido de la ampliación del derecho al voto real (sobre este
aspecto de la democracia representativa, Norberto Bobbio, Il futuro della democrazia, Torino, 1995, pág. 37).
110
Una visión de conjunto, con la advertencia de que la bibliografía es enorme, en Pablo González Casanova (coord.),
América Latina, Historia de medio siglo, México, 1986.
111
El más famoso y fuerte fue el sendero luminoso peruano, v. Gustavo Gorriti Ellenbogen, Sendero. Historia de la
guerra milenaria en el Perú, Lima, 1991.

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Sobre los conceptos de sistemas penales subterráneo y paralelo, Lola Aniyar de Castro, Derechos humanos, modelo
integral de la ciencia penal, y sistema penal subterráneo, en “Rev. del Colegio de Abogados Penalistas del Valle”, Cali,
1985, pp. 301 y ss.
113
V. APDH, La desaparición, Crimen contra la humanidad, Bs. As., 1987; Maria Luisa Bartolomei, Gross and
Massive Violations of Human Rights in Argentina 1976-1983, Lund, 1994.
114
V. International Commission of Jurists, States of Emergency, Their Impact on Human Rights, 1983. El Paraguay, por
ejemplo, pasó la mayor parte del siglo XX en estado de sitio.

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Cfr. también Bernhard Haffke, Drogenstrafrecht, en ZStW, 107, 1995, págs. 761 y sgts.
116
Con mayor detalle, n. trabajo, La legislación antidroga latinoamericana: Sus componentes de derecho penal
autoritario, en “Derecho Penal, Homenaje al Dr. Raúl Peña Cabrera”, Lima, 1991, pp. 715 y ss.

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V. Elizabeth Wiskemann, La Europa de los dictadores 1919-1945, Madrid, 1983.
118
Registraba amplios antecedentes en el culto al héroe, p. ej., Thomas Carlyle, On heroes, hero-worship and the heroic
in history, N. York, 1931; trad. francesa: Les héros le culte des héros et l’héroïque dans l’histoire, París, 1914;
castellana, Madrid, 1985. Además, el culto al héroe responde a mitos muy anteriores (cfr. Valdemar Vedel, Ideales
culturales de la Edad Media. Vida de los héroes, Madrid, 1925).
119
La dogmática afirmación de la tesis de Lamarck por parte de Lyssenko como biólogo oficial del stalinismo, implicaba
que una sociedad nueva produciría caracteres adquiridos que se transmitirían y generaría humanos diferentes y mejores.
Este dogmatismo costó la pérdida de cosechas a la URSS. V. Informe del Académico T. D. Lisenko acerca de la
situación de las ciencias biológicas, en “La situación en las ciencia biológicas. Actas taquigráficas de la Sesión de la
Academia Lenin de Ciencias Agrícolas de la URSS, 31 de julio-7 de agosto de 1948”, Buenos Aires, 1949; sobre este
dogma: Jean Rostand, La herencia humana, Bs. As., 1961, pp. 52-53. Una curiosa interpretación lamarckiana de toda la

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civilización, en August Matteuzzi, Les facteurs de l’évolution des peuples ou l’influence du milieu physique et
telleurique et de l’héredité des caracteres acquis dans l’évolution et la dissolution des peuples, Bruselas-París, 1900.
120
Cfr. Infra, III,4, en especial la certera confirmación por la pluma de Filippo Grispigni en su aberrante polémica con
Edmund Mezger allí cit.
121
V. Francisco Muñoz Conde, Edmund Mezger y el Derecho penal de su tiempo. Estudios sobre el Derecho Penal del
Nacionalsocialismo, 4ª ed., Valencia, 2003; Michael Burleigh/Wolfgang Wippermann, Lo Stato razziale, Germania
1933-1945, Rizzoli, 1992.
122
Aunque el racismo fascista fue mucho menos marcado que el nazi, no por ello dejó de existir. Prueba de ello son
publicaciones como: Paolo Orano, Inchiesta sulla razza, Roma, 1939; Julius Evola, Il mito del sangue, reed. Padova,
1978; del mismo, Sintesi della dottrina della razza, Padova, 1978; una visión de conjunto en: Giorgio Israel/Pietro
Nastasi, Scienza e razza nell’Italia fascista, Il Mulino, 1998.

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Carl Schmitt, Staat, Bewegung, Volk: Die Dreigliederung der politischen Einheit, Hamburg, 1933.
124
V. Victor Zaslavsky, La memoria storica nella Russia postsovietica: il bisogno di dimenticare e lo sforzo di
ricordare, en AA.VV., “Storia, verità e giustizia, I crimini del XX secolo”, a cura di Marcello Flores, Bruno Mondadori,
Milano, 2001, págs. 222 y ss. (226).
125
Sobre esto Ian Kershaw, Hitler 1889-1936, Madrid, 2000, pp. 489 y ss.; en la época la publicación de los exiliados
alemanes: Weissbuch über die Erschiessungen des 30. Juni, París, 1934.
126
V. estas altisonantes designaciones y las leyes en: Dalcke, Strafrecht und Strafverfahren. Eine Sammlung der
wichstigsten Gesetze des Strafrechts und des Strafverfahrens mit Erläuterungen, Berlin, 1938.
127
No puede negarse que también, en última instancia, servían para un reparto de funciones internas del poder, para
evitar en alguna medida el caos que en todo régimen autoritario provocan las luchas competitivas entre sus jerarcas y
corporaciones.
128
Sobre el siniestro sentido de la voz “extraños” (Fremde) por la legislacipon nazi, Francisco Muñoz Conde, op. cit.,
pp. 170 y ss.; también Buleigh/Wippermann, especialmente capítulo VI.

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129
Cfr. Arnold Hauser, Historia social de la literatura y el arte, Madrid, 1971, I, pp. 64 y ss.
130
Idem, p. 129. Se ha sostenido con razón que la frontalidad, claramente manifiesta en el arte egipcio antiguo, es
característica de las autocracias, común con el repudio a la desnudez, sólo tolerada como muestra del hombre sano y
superior en los colosos musculosos de mármol comunes a todas ellas, idóneos para sublimar las tendencias homófilas
que se quieren controlar (cfr. Heinz-Dieter Schilling (herausg.), Schwule und Faschismus, Berlin, 1983). El ocultamiento
del desnudo y de la muerte es el ocultamiento de la igualdad (Arnold Hauser, op. cit., p. 101, con cita de Julius Lange),
aunque no sólo de ella, claro está.
131
Ver las impresionantes ilustraciones de: Deutschland erwacht. Werden, Kampf und Sieg der NSDAP, con textos de
Wilfrid Bade y selección de fotos de Heinrich Hoffmann, Berlin, 1933.
132
V. la graficación significativa de Anthony Rhodes, Propaganda. The Art of Persuation: World War II, Pennsylvania,
1993; sobre la propaganda totalitaria, Hannah Arendt, O sistema totalitário, Lisboa, 1978, pág. 433.

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El propio Hitler la había aprendido de Karl Lueger, el síndico antisemita de Viena a quien había escuchado en su
juventud, cfr. Joachim C. Fest, Hitler, Il Führer e il nazismo, Rizzoli, 1991, p. 46.
134
V. infra, IV.
135
Esta verificación pone en crisis el concepto de guerra religiosa, pues llevaría a considerar que todas las guerras son
religiosas. No creemos que esta conclusión sea correcta, sino que más bien demostraría que no hay verdaderas guerras
religiosas, sino que todas las guerras son míticas o, mejor, que todas las guerras son idolátricas.
136
Alfred Rosenberg, El mito del siglo XX. Una valoración de las luchas anímico-espirituales de las formas de nuestro
tiempo, Buenos Aires, 1976. No hacía más que reciclar a Houston Stewart Chamberlain (Die Grundlagen des
neunzehnten Jahrhunderts, München, 1906) y a Arthur de Gobineau (Essai sur l’inégalité des races humaines, París,
1967 ; trad. it. : Saggio sulla disuguaglianza delle razze umane, Rizzoli, 1997).

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V.Emilio Gentile, Le origine dell’ideologia fascista (1918-1925), Bologna, 1996; sobre Giovanni Gentile, desde
diferentes perspectivas, Sergio Romano, Giovanni Gentile. La filosofia al potere, Milano, 1990; Ugo Spirito, Giovanni
Gentile, Firenze, 1969.
138
Aproximadamente, Georg Lukacs, El asalto a la razón. La trayectoria del irracionalismo desde Schelling hasta
Hitler, México, 1983, p. 7.
139
V. Léon Poliakov, Il mito ariano. Saggio sulle origine del nazismo e dei nazionalismi, Roma, 1999.
140
Sobre los penalistas hegelianos alemanes e italianos, n. Tratado de Derecho Penal, Bs. As., 1987, II, pp. 171-177.
141
Entre otros: Octavio Ianni, A era do globalismo, Rio de Janeiro, 1997; Hans-Peter Martin/Harald Schumann, A
armadilha da globalizaçao, O assalto à democracia e ao bem-estar social, Sao Paulo, 1998; Richard Falk, La
globalización depredadora, Una crítica, Madrid, 2002; Celso Furtado, O capitalismo global, Rio de Janeiro, 1998;
Ulrich Beck, Che cosa è la globalizzazione, Rischi e prospettive della società planetaria, Roma, 1999; Zygmunt
Bauman, Globalizaçao: as conseqüências humanas, Rio de Janeiro, 1999; Joseph E. Stiglitz, El malestar en la
globalización, Madrid, 2002; Heinz Dieterich, Identidad nacional y globalización, México D.F., 2000; Eric J.
Hobsbawm, Intervista sul nuovo secolo a cura di Antonio Polito, Laterza, 2000; Bruno Amoroso, L’apartheid globale.

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Globalizzazione. Marginalizzazione economica. Destabilizzazione politica, Roma, 1999. V. n. trabajo, La globalización


y las actuales orientaciones de la política criminal, en “Nueva Doctrina Penal”, 1999/A, reproducido en “Direito e
Cidadania”, Praia, República de Cabo Verde, año 3, nº 8, noviembre de 1999 febrero de 2000.
142
Wilson fue un teórico importante, un académico con ideas políticas democráticas y propias: Woodrow Wilson, El
gobierno del Congreso, Estudio sobre la organización política americana, trad. de Julio Carrié, Buenos Aires, 1902;
sobre Wilson, Arthur S. Link, Woodrow Wilson, S. Paulo, 1963. .
143
Estos criterios merecieron la entusiasta admiración de Adolf Hitler: Allí se niegan a aceptar la inmigración de
elementos nocivos desde el punto de vista de la salud social y prohíben en absoluto la naturalización de ciertas y
determinadas razas, dando así unos tímidos pasos en dirección a un modo de contemplar las cosas que se parece
muchísimo al concepto de Estado nacional (Mi lucha, Sgo. De Chile, 1939, p. 126. Pretendieron ser renovados en la
última década del siglo: sobre ello, John Sedgwinck, Inside the Pioneer Fund; Adam Millar, Professors of Hate, ambos
en “The Bell Curve Debate”, edited by Russell Jocoby and Noemí Glauberman, Times Books, 1995, pp. 144 y 162. .
144
En lo académico el spencerianismo había sido superado por las tesis culturalistas y democráticas (V. Fanz Boas,
Cuestiones fundamentales de antropología cultural, Buenos Aires, 1965).
145
Hill Severn, The End of the Roaring Twenties, Prohibition and Repeal, N. York, 1969.
146
V. por ej., John Fiske, Ideas políticas americanas consideradas del punto de vista de la historia universal, Tres
conferencias dadas en la Institución Real de la Gran Bretaña, trad. de Julio Carrié, Buenos Aires, 1902.
147
Siempre despertaron interés comparatista: por ej., La Probatios (Régime de la mise á l’épreuve) et les mesures
analogues, Imprenta Administrativa, Melón, 1953. Es clara su influencia en la penología europea posterior: HEUNI,
Norman Bishop, Non-custodial alternatives in Europe, Helsinski, 1988; Anton M. van Kalmthout/Peter J. P. Tak,
Sanctions-Systems in the member-States of the Council of Europe, 1988.

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Furman v. Georgia, en AA.VV., The death penalty in America, Current controversies, edited by Hugo Adam Bedau,
New York, 1997, p. 189; Marino Barbero Santos, Pena de muerte (El ocaso de un mito), Buenos Aires, 1985, pp. 179 y
ss.
149
Cfr. Joachim Herrmann – Dick Marty, Vers l’abolition de la peine de mort aux États-Unis?, en “Revue de Droit
Pénal et de Criminologie”, Bruselas, 1973, págs. 161 y sgts.
150
V. Nils Christie, Crime control as industry, Towards Gulags, western style, 1993, p. 93.
151
Idem.
152
McCleskey v. Kemp, en The death penalty in America, cit., p. 254.
153
Idem, p. 10; José Sáez Capel, Pena de muerte, Cuando el Estado asesina, Buenos Aires, 1999.

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V. M. Cherif Bassiouni – Eduardo Vetere, Organizad Crime. A Compilation of U.N. Documents 1975-1998, N. York,
1998.
155
V n. trabajo, El crimen organizado, Una categoría frustrada, en Homenaje al Prof. Ricardo C. Núñez, Córdoba,
1995.
156
Al respecto: Julio Virgolini, Crímenes excelentes. Delitos de cuello blanco, crimen organizado y corrupción, Buenos
Aires, 2004; del mismo, La razón ausente. Ensayo sobre criminología y crítica política, Bs. As., 2005.

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V. como ejemplo, los trabajos en José Octavio López Presa (Coord.), Corrupción y cambio, México, 1998.
158
Es incuestionable que la corrupción debe ser combatida, pero lo cierto es que resulta absurdo pretender hacerlo con el
sistema penal, que es una de las áreas más vulnerables a ella, cuando todos saben que la corrupción surge en el espacio
de poder arbitrario, y la única forma eficaz de prevenirla es cerrando esos espacios, mediante una mejor y
constantemente renovada ingeniería institucional.

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Sobre ella, Charles Pollard, Tolerancia cero ¿Y mañana qué?, en “Milenio”, Univ. de Gral. San Martín, año 2, n° 3,
1999, pp.17 y ss.; Hassemer/Muñoz Conde, Introducción a la Criminología, Valencia, 2002, págs. 329 y sgts.
160
Cfr. sobre esto en México, F. Muñoz Conde, Las reformas de la parte especial del derecho penal español en el 2003:
de la “tolerancia cero” al “derecho penal del enemigo”, en RDP, Buenos Aires, 2004, págs. 2 y sgts.
161
En su momento –como vimos- las brujas se asentaron sobre un largo prejuicio de creencias europeas a su respecto,
cfr. Norman Cohn, Los demonios familiares de Europa, cit. En la actualidad existen muchos prejuicios, pero no está
permitido edificar enemigos sobre todos ellos. Es innegable que hay sectores sociales que conservan prejuicios contra
las mujeres, los judíos, los afroamericanos, los latinos, etc., pero no está permitido usarlos para crear enemigos. El
espectro de prejuicios utilizables para edificar emergencias es más acotado.

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Un panorama de las reformas penales europeas y norteamericana posteriores al 11-S, en Guillermo Portilla Contreras,
La configuración del “Homo sacer” como expresión de los nuevos modelos del Derecho penal imperial, en Fernando
Pérez Álvarez (Org.), “Serta. In memoriam Alessandri Baratta”, Salamanca, 2004, págs. 1.401 y sgts.
163
Cfr. Christian Harrington, Antiterrorismo, anticonstitucionalismo: el creciente ascenso del autoritarismo en los
Estados Unidos, en Roberto Bergalli-Iñaki Rivera Beiras, “Política criminal de la guerra”, Barcelona, 2005, págs. 55 y
sgts.
164
Sobre la Patriot Act y la reacción de la Corte Suprema de los Estados Unidos, George P. Fletcher, ¿Ciudadanos o
personas? Análisis de las sentencias de la Corte Suprema de los Estados Unidos en los casos Hamdi, Padilla y los
prisioneros de Guantánamo, en “Revista Penal”, La Ley, n° 16, Madrid, julio de 2005, pp. 61 y sgts.; también,
Francisco Muñoz Conde, De nuevo sobre el “derecho penal del enemigo”, en la misma, pp. 123 y sgts.; sobre la similar
legislación británica, Judgements – A (FC) and others (FC)(Appellants) v. Secretary of State for the Home Department
(Respondent), Opiniopns of the Lords of Appeal on thursday 16 December 2004, en “The United Kingdom Parliament”,
Publications on the Internet.

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Cfr. Giuseppe Mosconi, Inmigración, seguridad y cárcel en Europa (En la perspectiva de la guerra global), en
Roberto Bergalli-Iñaki Rivera Beiras, “Política criminal de la guerra”, Barcelona, 2005, págs. 145 y sgts.
166
V. Alberto Burgio, La guerra delle razze, Roma, 2001; Thomas Asseuer - Hans Sakowicz, Rechtsradikale in
Deutschland. Die alte und die neue Rechte, München, 1992; Michel Wieviorka, El espacio del racismo, Barcelona,
1992.

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Cfr. Manuel Cancio Meliá, en “Homenaje al Profesor Dr. Gonzalo Rodríguez Mourullo”, Madrid, 2005, págs. 183 y
sgts.; Federica Resta, Nemici e criminali. Le logiche del controllo (inédito); Fernando Navarro Cardoso, Expulsión
“penal” de extranjeros: una simbiosis de derecho penal “simbólico” con derecho penal del “enemigo”, en iustel.com,
RGDP, n° 2, noviembre de 2004; Laurent Bonelli, Obsesión “securitaria” e ilegalismos populares en Francia desde
principios de 1980, en Bergalli-Rivera Beiras, op. cit., págs. 99 y sgts.
168
Sandra McGee Deutsch, Las derechas. La extrema derecha en la Argentina, el Brasil y Chile, 1890-1939,
Universidad Nacional de Quilmes, 2005; David Rock – Sandra McGee Deutsch y otros, La derecha argentina.
Nacionalistas, neoliberales, militares y clericales, Buenos Aires, Vergara, 2001.
169
V. Ramón Fernández, Barrés, París, 1943.
170
James McCearney, Maurras et son temps, París, 1977.
171
V. Francisco Durá, Naturalización y expulsión de extranjeros, Buenos Aires, 1911; Cirilo Pavón, La defensa social.
Medios preventivos y represivos, Buenos Aires, 1913; Julio Herrera, Anarquismo y defensa social, Buenos Aires, 1917.
172
Así, Ambrosio Romero Carranza, El terrorismo en la historia universal y en la Argentina, Buenos Aires, 1980, pág.
290.

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Las múltiples acepciones inglesas de la expresión coinciden en el significado de superficial, no excitante, tibio,
carente de entusiasmo (Webster’s Enciclopedyc Unabridged Dictionary of the English Language, N. York, 1989, p.
321). La traducción tradicional al castellano es “tibio”, “indiferente” (Appleton’s new English-Spanish Dictionary, N.
York, 1916, p. 115).

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V. n. trabajo, Derecho Penal y protesta social, en Libro-homenaje al Prof. Juan Bustos Ramírez, en curso de
publicación; Raúl Gustavo Ferreyra, La Constitución vulnerable. Crisis argentina y tensión interpretativa, Buenos
Aires, 2003, pp. 23 y sgts.; Roberto Gargarella, El derecho de protesta, El primer derecho, Buenos Aires, 2005; CELS,
El Estado frente a la protesta social 1996-2002, Buenos Aires, 2003.

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Cfr. Carranza/Mora/Houed/Zaffaroni, El preso sin condena en América Latina y el Caribe, San José, 1983, los
monitoreos posteriores muestran el agravamiento de la situación.

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Tanto en el sentido de Emile Durkheim (Le suicide, París, 1897), pues no les sirven las normas anteriores de acceso a
la riqueza, como en el de Robert Merton (Teoría y estructura sociales, México, 1984), porque carecen socialmente de
vías legítimas para ese mismo acceso.
177
En sentido análogo en general, Zygmunt Bauman, En busca de la política, México, 1999.

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Su corrupción se combina con la de los caciques locales de los partidos y proporciona financiación para las
elecciones internas de éstos, salpica a los poderes judiciales y debilita por su base a la misma democracia política.

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Este mismo fenómeno lo constata en España José Luis Díez Ripollés, El nuevo modelo de seguridad ciudadana, en
RECPC, http://criminel.ugr.es/recpc
180
Es interesante verificar la similitud de la publicidad del sistema penal con la de los dentífricos o analgésicos: en
ambas suelen presentarse personas que representan o actúan como especialistas. En otros casos, son las víctimas o sus
deudos quienes asumen ese papel en los medios, como si la justicia del reclamo de un mejor servicio de seguridad dotase
de los conocimientos técnicos para determinar las vías para su obtención.

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Se lo ha visto claramente en la Argentina con la publicidad desatada en torno de los secuestros: difundió el “secuestro
express”, pero lo más grave es que vulgarizó la idea de que el secuestro es delito “fácil” y rentable, con lo que reprodujo
secuestros practicados por improvisados (el “secuestro bobo”) que acabaron con muertes, dado que son los más
peligrosos para la vida de las víctimas.

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En algunos casos porque su soberbia se lo impide, en otros porque las urgencias de la publicidad les exigen la
producción de hechos sensacionales (lo que los políticos suelen denominar “los tiempos de la política”, diferentes de
“los tiempos de la técnica”) y en otros, porque las limitaciones presupuestarias provenientes de las condiciones que se le
imponen internacional o transnacionalmente a los países deudores prohíben las inversiones adecuadas.
183
Sobre el manerismo en patología, Ludwig Binswanger, Tres formas de la existencia frustrada, Buenos Aires, 1972,
pp. 127 y ss.
184
Es interesante cómo este fenómeno fue percibido tempranamente por Roger-Gérard Schwartzenberg, O Estado
espetáculo, Rio de Janeiro, 1978.

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El siglo pasado conoció las primeras huelgas sistemáticas en las fábricas. El siglo próximo no se terminará sin una
amenaza de huelga en la Noosfera (Pierre Teilhard de Chardin, El fenómeno humano, Madrid, 1965, p. 277).
186
La expresión es de André Glucksman, quien observa que la propaganda actual no pretende imponer la mentira como
verdad –a diferencia de la totalitaria de entreguerras- sino que impone el no pensar, o sea, el pensamiento nulo (La
estupidez: ideologías del postmodernismo, Barcelona, 1994, pág. 59).
187
La Cuestión Primera del Malleus Maleficarum, o sea, lo primero de que éste se ocupa, es de considerar herejes y
condenar a los que niegan o ponen en duda el poder del diablo y de las brujas, incluso si lo hacen por ignorancia y ésta
es intencional (trad. italiana, p. 40).

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Una completa evaluación de los nefastos efectos del autoritarismo “cool” en la Argentina en José Daniel Cesano, La
política criminal y la emergencia (Entre el simbolismo y el resurgimiento punitivo), Córdoba, 2004. Parecidas
investigaciones podrían llevarse a cabo, con resultados igualmente catastróficos, en casi todos los países de la región. El
efecto del discurso único no se limita a América Latina, como lo prueban los trabajos sobre la reforma española de 2003.

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Sobre las aporías del tiempo en el derecho penal, Ana Messuti, El tiempo como pena, Bs. As., 2001.
190
Sobre las claudicaciones políticas en Weimar, Walter Laqueur, La Repubblica di Weimar, 1918-1933: I mali oscuri
della democrazia europea, Milano, 1996; también Antonio Ramos Oliveira, Historia social y política de Alemania
1800-1950, México, 1952.

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Cfr. José Daniel Cesano, La política criminal y la emergencia, cit., pág. 91.
192
La arbitrariedad legal siempre estimula la judicial, cfr. Luigi Ferrajoli, Diritto e ragione, pág. 845.
193
Cfr. Supra, II, 6.

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Sobre los antecedentes remotos del trato diferenciado a los “enemigos”, especialmente en el pensamiento griego, Luis
Gracia Martín, Consideraciones críticas sobre el actualmente denominado “derecho penal del enemigo”, en
http://criminet.ugr.es/redpc
195
Las Leyes, IX (Platón, “Obras Completas”, Bibliográfica Omeba, Bs. As., 1967, T. IV, p. 95 y ss.).
196
Platón, Protágoras; sobre ello, Alfred Verdross, La filosofía del derecho del mundo occidental, México, 1962, p. 35.
197
Poder de policía en terminología administrativista antigua, como por ej. Otto Mayer, Derecho administrativo alemán,
Buenos Aires, 1950, II, págs. 3 y sgts.

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Puede verse esta racionalización desde el Malleus hasta los discursos de seguridad nacional, aunque nunca con su
verdadero nombre, sino en eufemismos (sobre esto, Marie-Monique Robin, Escuadrones de la muerte. La escuela
francesa, Buenos Aires, 2005, págs. 173 y sgts.).
199
Curiosamente, en todo estado absoluto se desconoce la situación real de necesidad cuando se sacrifica la vida o la
integridad física de rehenes aduciendo la necesidad de evitar la impunidad. El estado aboluto, para ejercer su poder
punitivo, inventa una necesidad justificante cuando no existe y la niega cuando existe. En este último supuesto, la
particular y nebulosa defensa de la sociedad es más importante que las vidas de las personas que son parte de ella.

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Cfr. la complicada formación de esta dinámica en Carlos Amadeu B. Byington, prefacio a la ed. brasileña del Malleus
Maleficarum, Ed. Rosa dos Tempos, Rio de Janeiro, 1991.
201
V. Franco Cardini, Magia, brujería y superstición en el Occidente medieval, Barcelona, 1999; Elia Nathan Bravo,
Territorios del mal. Un estudio sobre la persecución europea de brujas, México, 1997; Brian P. Levack, La caccia alle
streghe in Europa agli inizi dell’etá moderna, Roma, 1999.
202
Se convertiría en realidad la leyenda del sumo inquisidor (Fedor Dostoyevski, Los hermanos Karamazov, Libro V,
5); sobre ella también la página de Nikolay Berdiaev, Autobiografía espiritual, Barcelona, 1957, págs. 170-171
203
V. Abbiati-Agnoletto-Lazzati, La stregoneria. Diavoli, streghe, inquisitori dal Trecento al Settecento, Milano, 2003.
204
H. Krämer-J.Sprenger, El martillo de las brujas para golpear a las brujas con poderosa masa, traducción de Miguel
Jiménez Monteserín, Valladolid, 2004; Il martello delle streghe, Venecia, 1995.

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Estas características fueron detalladas por el primer crítico orgánico del Malleus, el poeta jesuita Friedrich von Spee,
en 1631, I processi contro le streghe (Cautio criminalis), Roma, 2004.
206
Asi, El martillo de las brujas, Valladolid, 2004, p. 101. Es curioso señalar este pasaje poco comprensible, que hace
referencia a una costilla curva, es decir, de una costilla del pecho, que está torcida y es cómo opuesta al varón. No se
comprende qué es lo opuesto al varón, o dónde el varón es recto. Dada la vinculación de la inquisición y su saber
acumulativo señorial con la idea del tiempo lineal, corresponde recordar que en 1979, Julia Kristeva sostuvo la tesis de
que el tiempo lineal (muerte) es propio del hombre, en tanto que el tiempo cíclico (resurrección) es femenino, vinculado
a los ciclos biológicos.
207
La pretendida inferioridad de la mujer, que la hacía cómplice necesaria del enemigo (Satán) era expresada por una
falsa etimología de femina, que atribuían a fe y minus (menos fe)(El martillo de las brujas, Valladolid, 2004, cap. VI, p.
102), cuando en realidad proviene de la raíz sánscrita dhe, chupar o amamantar (Cfr. Roberts-Pastor, Diccionario
etimológico indoeuropeo de la lengua española, Madrid, 1997).

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V. Hoffman Nickerson, La Inquisición y el genocidio del pueblo cátaro, Barcelona, 2005; Jesús Mestre, Cathari.
Problema religioso, pretexto político, Barcelona, 2005.

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V. Carlos S. Fayt, Historia del pensamiento político, Bs. As., 2004, T. II, págs. 143 y sgts. Al igual que Hobbes,
Bodino escribía impresionado por las guerras religiosas y, por ende, otorgaba al estado una base de legitimidad diferente
de la religiosa y de carácter positivo (sobre ello, Alejandro Aponte, Krieg und Feindstrafrecht, Überlegungen zum
“effizienten” Feindstrafrecht anhand der Situation in Kolumbien, Nomos Verlag, 2004, cap. I, A, 6, 6.1.).
210
Juan Bodino, Los seis libros de la República, traducidos de lengua francesa y enmendados católicamente por Gaspar
de Añastro Isunza, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1992; al respecto el estudio preliminar de José Luis
Bermejo Cabrero.
211
Cfr. Anne Lewellyn Berstow, La caza de brujas en Europa, Tikal Ediciones, Girona, s.d.(2003?), p. 101; otros
autores señalan, sin embargo, que ese período no fue tan benigno con las brujas, así: Th. de Cauzons, La magie et la
sorcellerie en France, París, s.d., III, págs. 233 y sgts.
212
J. Bodin, De la demonomanie des sorciers, De l’inquisition des sorciers, Livre IV, Chapitre 5, “De la peine qui
méritent les sorciers”, 215-217, París, chez Jacques du Puys, Libraire Iuré, 1587. págs. 215-217 (agradecemos la cita al
Dr. Rodrigo Codino).

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Hegel, Filosofía del derecho, México, 1985, pp. 31-32.
215
Hegel, Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, Madrid, 1980, pp. 169, 177, 183, 215, 354, 596, 657.
216
Sobre los disidentes, Cesare Lombroso, Gli anarchici, Torino, 1894; Lombroso/Laschi, Le crime politique et les
révolutions, París, 1892; Benito Mario Andrade, Estudio de antropología criminal espiritualista, Madrid, 1899, pp. 203

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y ss.; también resultaban sospechosos los considerados supranormales (Lombroso, L’uomo di genio in rapporto alla
psichiatria, alla storia ed all’estetica, Torino, 1894). Max Nordau lo seguía cercanamente considerando degenerados a
todos los artistas peligrosamente creativos, especialmente a Oscar Wilde (Degeneración, Madrid, 1902, II, págs. 118 y
sgts.), a lo que Wilde parece haber respondido que los normales suelen ser idiotas (cfr. Richard Ellmann, Oscar Wilde,
New York, 1987, pág. 550). Los líderes de movimientos masivos eran considerados de igual manera: Gustavo Le Bon,
La psicología política y la defensa social, Madrid, 1912; del mismo, Psicología das multidoes, Rio de Janeiro, 1954;
Scipio Sighele, I delitti della folla, Torino, 1910; J.M. Ramos Mejía, Las multitudes argentinas, Buenos Aires, 1912;
sobre la criminalización de multitudes y líderes, Jaap van Ginneken, Folla, psicologia e politica, Roma 1989.
217
Aunque las mujeres seguían siendo consideradas inferiores en inteligencia y, por tanto, proclives a la prostitución,
como “equivalente” del delito: Cesare Lombroso-Guglielmo Ferrero, La donna delinquente, la prostituta e la donna
normale, Torino, 1915; también en cuanto a la prostitución, Paul Kovalevsky, La Psychologie criminelle, París, 1903, I,
pp. 181 y ss.
218
Lombroso señala la semejanza del criminal nato con el mongoloide y el negroide (L’uomo delincuente in rapporto
all’antropologia, giurisprudenza e alle discipline carcerarie. Delincuente nato e pazzo morale, 3ª. Ed., Torino, 1884,
pp. 248 y 295). Desde muy antiguo se habían asignado caracteres humanos a los animales, para luego clasificar a los
humanos conforme a éstos. Esta fue tarea comenzada por los fisiognomistas, desde Giovan Battista della Porta, Della
fisonomia dell’uomo. Con illustrazioni dell’edizione del 1610, Parma, 1988. Para el siglo XVIII, Johann Caspar Lavater
/ Georg Christoph Lichtenberg, Lo specchio dell’anima. Pro e contro la fisiognomica. Un dibattito settecentesco, a cura
di Giovanni Gurisatti, Padova, 1991; también Lucia Rodler, Il corpo specchio dell’anima. Teoria e storia della
fisiognomica, Bruno Mondadori, 2000; Laurent Baridon – Martial Guédron, Corps et art, Physionomies et physiologies
dans les arts visuels, París, 1999 . Un meticuloso e inteligente desarrollo en Armelle Le Bras-Chopard, El zoo de los
filósofos. De la bestialización a la exclusión, Taurus, Madrid, 2003.
219
Sobre esto Daniel Dic, Volti della degenerazione, una sindrome europea 1848-1918, Firenze, 1999.
220
Al respecto, Marisa Miranda-Gustavo Vallejo (compiladores), Darwinismo social y eugenesia en el mundo latino,
Buenos Aires, 2005.

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R. Garofalo, La criminología, trad. de Pedro Dorado Montero, Madrid, s.d., p. 7, 11, 14 y 15.
222
Idem, p. 11.
223
Idem, p. 15.
224
Lo consideraba “el mayor de los filósofos contemporáneos”, idem, p. 97.
225
Idem, p. 326. El planteo fue retomado por el nazismo: Helmut Nicolai, Die rassengesetzliche Rechtslehre, Grundzüge
e. nazionalsozialist. Rechtsphilosophie, München, 1932
226
Garofalo, Criminología, p. 133; p. 59 de la 2ª ed. italiana, Torino, 1891.

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Idem, pág. 102.
228
El libro más importante fue escrito por un policía de París, aunque mostraba la carencia de discurso, al mismo tiempo
reflejaba la importancia que le asignaban al problema: H. A. Frégier, Des classes dangereuses de la population dans les
grandes villes, Bruxelles, 1840.
229
En realidad, siguieron la tradición de Fregier, mezclando información policial con prejuicios y conceptos morales:
Salillas, Rafael, El delincuente español. Hampa (Antropología picaresca), Madrid, 1898; Nicéforo, Alfredo – Sighele,
Scipio, La mala vide en Roma, Madrid, 1901; Bernaldo de Quirós, Constancio, La mala vida en Madrid. Estudio
psicosociológico con dibujos y fotografías al natural, Madrid, 1901 (reed. Madrid, 1998); Bembo, Max, La mala vida en
Barcelona, Barcelona, 1912; Gómez, Eusebio, La mala vida en Buenos Aires, Buenos Aires, 1908 (con prólogo de José
Ingenieros). En cuanto a su repercusión en los estereotipos estéticos: Domingo F. Casadevall, El tema de la mala vida en
el teatro nacional, Buenos Aires, 1957. Es interesante la recopilación literaria de Ernesto Ferrero con prólogo de
Leonardo Sciascia, Storie nere di fine secolo. La mala Italia, Milano, 1973; sobre el trato diferencial en Rio de Janeiro,
Lená Medeiros de Menezes, Os indesejáveis: desclassificados da Modernidade. Protesto, crime e expulsao na Capital
Federal (1890-1930), Rio de Janeiro, 1996.
230
La definición de Ingenieros es sumamente ilustrativa respecto de los enemigos identificados como extraños: Es una
horda extranjera y hostil dentro de su propio terruño, audaz en la acechanza, embozada en el procedimiento,
infatigable en la tramitación aleve de sus programas trágicos (prólogo a Gómez, p. 6).
231
V. Franz von Liszt, La idea de fin en el derecho penal, trad. de Enrique Aimone Gibson, Valparaíso, 1984, p. 120;
existe otra traducción, de Carlos Pérez Del Valle, Granada, 1995.

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Franz von Liszt, La idea, cit., pág. 116 de la trad. de Aimone Gibson y 84 de Pérez del Valle.
233
Cfr. Carlos Julio Lascano, La insostenible “modernización del derecho penal” basada en un “derecho penal para
enemigos” (como manifestación de un nuevo derecho penal autoritario), en “Pensamiento Penal del Sur”, Buenos Aires,
1, 2004, págs. 179 y sgts.
234
Inventadas primero para los inimputables: Vorentwurf zu einem Schweizerischen StGB, Allg. Teil, Im Auftrages des
Bundesrates ausgearbeitet von Carl Stooss. Avant-Projet de Code Pénal Suisse, Partie Générale, Traduit par mission du
Département Fédéral de Justice et Police par Alfred Gautier, Basel und Genf, Verlag von Georg & Co., 1893, páginas
10 y 11.
235
Sobre esto el análisis muy particularizado de Enzo Musco, La misura di sicurezza detentiva, Profili storici e
costituzionali, Milano, 1978.
236
Carl Stooss, Lehrbuch des österreichischen Strafrecht, Wien u. Leipzig, 1913, pág. 192.

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Expresión de Ed. Kohlrausch, Sicherungshaft. Eine Besinnung auf den Streitstand, en ZStW, 44 (1924), páginas 21-
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Se la trató de salvar por vía espiritualista, apelando a la escolástica y pretendiendo que la infracción creaba un estado
de culpabilidad, por analogía con el estado de pecado (así, Giuliano Allegra, Dell’abitualitá criminosa, Milano, 1928).
239
Sobre el inspirador de esta versión del llamado idealismo actual, Giovanni Gentile, v. supra, Ugo Spirito, 1969, cit.;
Sergio Romano, 1990, cit.

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Un caso claro sería el de algunos proyectos legislativos en América Latina, que postularon la presunción de legítima
defensa para el funcionario policial que diese muerte a un sospechoso, como también la vieja eximente de la
codificación patriarcal del siglo XIX en el conyugicidio cometido por el marido por sorpresa de adulterio de la mujer.
241
Una notable excepción a esta indiferencia del sistema binario, muy digna de recordarse, la constituye la prédica de
Giuseppe Bettiol contra las medidas de seguridad del código italiano, que las consideraba incompatibles con el estado de
derecho. Sobre ello, Giuliano Vassalli, L’expérience des mesures de súreté en Italie, en “Scritti Giuridici”, Milano,
1997, vol. I, II, pág. 1.517.
242
Hans Welzel, Derecho Penal Alemán, trad. de Bustos Ramírez y Yánez Perez, Sgo. de Chile, 1970, pág. 333; Das
Deutsche Strafrecht, Berlin, 1969, pág. 244.

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243
Idem, págs. 363 y 266, respectivamente.
244
Cfr. Bibiana Birriel – Carlos Christian Sueiro, El terrorismo y sus dos discursos: del derecho penal del enemigo al
autor por convicción, en Congreso, Guayaquil, 2005.

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Sobre esto y sus consecuencias prácticas se llamó la atención hace mucho tiempo. V. el informe de la delegación
italiana a las Primeras Jornadas de Defensa Social de América Latina, celebradas entre el 5 y el 7 de agosto de 1974,
Caracas, págs. 153 y sgts.

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República dos Estados Unidos do Brasil, Código Penal, Decreto-ley n. 2.848 – 1-12-40, Imprenta Nacional, Rio de
Janeiro, 1941, párrafo 33 de la exposición de motivos, pág. XXIII.
247
V. Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, Instituto de Derecho Penal, El Código Penal Tipo para Latinoamérica,
Actas de la 1ª y 2ª reuniones plenarias, ponencias y diversos artículos aprobados, Rosario, 1969; Francisco Grisolía
(Director), Código Penal Tipo para Latinoamérica, Parte General, Sgo. de Chile, 1973; Francisco Bueno Arús, La XI
reunión plenaria de la Comisión Redactora del Código Penal Tipo para Latinoamérica, en “Documentación Jurídica”,
14, abril-junio de 1977; la última reunión de que tenemos noticia parece haberse realizado en Buenos Aires en 1979.
248
Cfr. nuestra opinión en discurso de incorporación a la Academia Mexicana de Ciencias Penales, publicado en Política
Criminal Latinoamericana, Perspectivas/Disyuntivas, Buenos Aires, 1982.

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Fue el penalista neokantiano más difundido en lengua castellana, a la que no fueron traducidos los neokantianos
liberales, como Max Ernesto Mayer y Hellmuth von Weber. El propio Gustav Radbruch –al igual que M.E. Mayer- fue
traducido por los filósofos del derecho, pero no por los penalistas.

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Sobre este anteproyecto arroja nueva luz la minuciosa investigación de Francisco Muñoz Conde, Edmund Mezger y el
derecho penal de su tiempo. Estudios sobre el derecho penal en el nacionalsocialismo, Valencia, 2003; de este proyecto
y de la concreta propuesta de Mezger dan cuenta también Michael Burleigh/Wolfgang Wippermann, Lo Stato razziale,
pág. 158.
251
Sobre ello, Norman Cohn, El mito de la conspiración judía mundial, Los Protocolos de los Sabios de Sión, Madrid,
1983.
252
Sobre ello, Muñoz Conde, De nuevo, cit., p. 64.
253
La bibliografía sobre antisemitismo es inmensa. Para una orientación inicial: Bernard Lazare, El antisemitismo. Su
historia y sus causas, Buenos Aires, 1974; León Poliakov, Historia del antisemitismo, Buenos Aires, 1988; del mismo,
Breviario del odio (Los judíos y el Tercer Reich), Buenos Aires, 1954; Bettelheim-Prohinig-Streibel (Hg.),
Antisemitismus in Osteuropa. Aspeckte einer historischen Kontinuität, Viena, 1992.
254
No en vano, en el discurso pronunciado por Carl Schmitt en el congreso antijudío de Berlin de 1936, por él
organizado, al fundar la prohibición de toda cita bibliográfica de autor judío sin indicar su origen en cualquier ámbito
científico o académico, afirmó que esa supresión tenía el carácter de un exorcismo (cfr. Bernd Rüthers, Carl Schmitt en
el Tercer Reich, trad. de Luis Villar Borda, Bogotá, 2004, pág. 110.

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Es expresión de Karl Binding en su desafortunado trabajo póstumo: K. Binding – A. Hoche, Die Freigabe der
Vernichtung lebensunwerten Lebens, Leipzig, 1920.
256
Cfr. Giorgio Agamben, Homo sacer. Il potere sovrano e la nuda vita, Torino, 1995.
257
Mezger, E., Rechtsirrtum und Rechtsblindheit, en “Probleme der Strafrechtserneuerung, Fest. f. Kohlrausch”, Berlin,
1944, pp. 180-198 (p. 197-198). La sana intuición del pueblo era la fórmula nazista con que se introdujo la analogía, en
cuya reforma participó también Mezger (cfr. Muñoz Conde, op.cit., p. 85).
258
Cfr. Muñoz Conde, Edmund Mezger, cit., p. 145.
259
Muñoz Conde, idem, p. 193.

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Filippo Grispigni – Edmondo Mezger, La riforma penale nazionalsocialista, Milano, Dott. A. Giuffré, 1942, XX.
261
Idem, pág. 66 nota 9.

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Idem, pág. 17.
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Idem, pág. 66 nota 9.
264
Sobre la castración y genocidio de homosexuales, Schwule und Fascismus, herausgegeben von Heinz-Dieter
Schilling, con trabajos de Rainer Bohn, Ralf Doce, Eckhard Seidel, Berlin, 1983; Daniel Borrillo, L’homophobie, París,
2000, págs. 76-82; George L. Mosse, Sessualitá e nazionalismo. Mentalitá borghese e rispettabilitá, 1996, págs. 175 y
sgts.
265
Alice Ricciardi von Platen, Il nazismo e l’eutanasia dei malati di mente, Firenze, 2000.
266
Grispigni, idem, pág. 83.
267
Idem, pág. 98 nota 24. La tesis retributiva fue sostenida por Bettiol en 1941: Aspetti etico-politici della pena
retributiva, recogido en “Scritti Giuridici”, Padova, 1966, I, pág. 504.
268
Idem, pág. 67, nota 10.

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Cfr. Supra, II, 7.
270
Ernst von Beling, Derecho Procesal Penal, Madrid, 1941, pág. 2.
271
Lorenz Schulz, “Die deutsche Strafrechtswissenschaft vor der Jahrtausendwende” – Bericht von einer Tagung und
Anmerkungen zum “Feindstrafrecht”, en ZStW, 112, 2000, págs. 653 y sgts. (pág. 660).
272
Cfr. Hendrik Schneider, en ZStW, 113, 2001, pág. 3.

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Sin duda que esto deberá ser materia de discusión en los países que, como la Argentina, la competencia legislativa en
materia penal corresponde al estado federal y la procesal a las provincias.
274
Estos son los pasos propiamente procesales, como los sintetizó para información pública Francesco Carnelutti, Cómo
se hace un proceso, Valparíso, 1979.
275
Rafael Garofalo, La criminología. Estudio sobre el delito y sobre la teoría de la represión, trad. de Pedro Dorado,
Madrid, s.f., págs. 453-4.

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Schoetensack, August/Christians, Rudolf/Eichler, Hans, Grundzüge eines Dutschen Strafvolstreckungsrechts, Berlin,
1934, pág. 122.
277
Karl Klee, Das Problem der Sicherungsstrafe, en “Archiv für Rechts- und Sozialphilosophie”, 27, 1934-1935, pág.
487.
278
Al respecto, Luigi Ferrajoli, Diritto e ragione, Teoria del garantismo penale, Laterza, 1989, p. 564.
279
Vincenzo Manzini, Tratado de Derecho Procesal Penal, Buenos Aires, 1951, I, p. 254.

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Concepción Arenal, Estudios Penitenciarios, Madrid, 1877, p. 12.
281
Cfr. Ferrajoli, Luigi, op. cit., p. 570.

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Cancio Meliá, Manuel, en Jakobs-Cancio Meliá, Derecho penal del enemigo, cit., pp. 65 y ss.; Eduardo Demetrio
Crespo, El “derecho penal del enemigo” darf nicht sein, cit.; Hans Joachim Hirsch, Tatstrafrecht: ein hindreichend
beachtetes Grundprinzip, en “Fest. F. Lüderssen”, Baden-Baden, 2002, págs. 253 y sgts.
283
Hasta cierto punto, pues puede recaer sobre ellos la sospecha de colaboracionistas y quintas columnas, como en el
caso de los franceses que se oponían a la guerra de Argelia (cfr. Marie-Monique Robin, Escuadrones de la muerte, La
escuela francesa, Buenos Aires, 2005).

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Cualquier trato discriminatorio a un grupo requiere su rápida identificación. Los afroamericanos en Estados Unidos
eran discriminados reservándoles lugares especiales en los transportes. Esto no hubiese sido posible si no hubiesen
tenido esas características étnicas, sino otras, o sea, si para identificarlos, por ejemplo, hubiese sido necesario constatar
una mancha en la epidermis del glúteo y, para ello, hubiese sido menester que el guarda inspeccionase el glúteo de cada
pasajero. Es obvio que la discriminación en el transporte no hubiese podido llevarse a cabo, porque el resto de la
población no hubiese tolerado el vejamen, aún cuando lo hubiesen aprobado respecto de los discriminados.
285
Cfr. Teodoro Mommsen, El derecho penal romano, trad. de P. Dorado, Madrid, s.d., II, p. 63; también Mariano Ruiz
Funes, Evolución del delito político, México, 1944, p. 18.

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Es muy claro el desplazamiento en el uso arbitrario del poder selectivo en el caso de las leyes de emergencia
colombianas (la llamada justicia sin rostro), que estuvo muy lejos de ocuparse de los secuestradores, terroristas y
narcotraficantes (cfr. Alejandro David Aponte C., op. cit.). Sobre el riesgo de empleo de legislación antiterrorista contra
la protesta social, Carlos Julio Lascano (h) en “Pensamiento Penal del Sur”, Buenos Aires, 2004, págs. 179 y sgts.

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El principio regulativo de la razón de estado es el uso de los medios eficaces, en tanto que el del estado de derecho es
el de los medios jurídicamente preestablecidos (Luigi Ferrajoli, Diritto e ragione, pág. 851).
288
Sobre ello, José Daniel Cesano, op. cit., pág. 69; Eduardo Demetrio Crespo, op. cit.; Alejandro Aponte, Krieg und
Feindstrafrecht, cit.
289
Cfr. Alejandro David Aponte C., op. cit.
290
Muy ampliamente está demostrada por Sergio Moccia, La perenne emergenza, cit.
291
En este sentido es válida la afirmación de que la pretensión de salvar al derecho penal del ciudadano mediante el
derecho penal del enemigo carece de fundamento empírico (así, Prittwitz, op.cit., pág. 119). En buena medida el
fundamento empírico se reemplaza con el dogma de la eficacia tutelar de bienes jurídicos por parte del poder punitivo, lo
que lleva a pretender dotar a éstos de una seguridad que no respeta ni siquiera el principio elemental cogitationis
poenam nemo patitur.

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Cfr., por ejemplo, Wilhelm Windelband, Historia de la filosofía, La filosofía del iluminismo, México, 1948, pp. 60 y
ss.; Alfred Verdross, La filosofía del derecho del mundo occidental, Visión panorámica de sus fundamentos y
principales problemas, México, 1962, pp.179 y ss.; Frederick Copleston, Historia de la filosofía, Barcelona, 1983, vol.
V, pp. 122 y ss.; M. Federico Sciacca, Historia de la filosofía, Barcelona, 1966, pp. 335 y ss.; Émile Bréhier, Historia de
la filosofía, Bs. As., 1956, T.II, pp. 617 y ss.; N. Abbagnano, Historia de la filosofía, Barcelona, 1973, II, pp. 185 y ss.
294
Encuentra también que Rousseau sólo intenta justificar la pena de muerte para delitos muy graves, Carlos Pérez del
Valle, Sobre los orígenes del “Derecho Penal del enemigo”, Algunas reflexiones en torno a Hobbes y Rousseau, en ED,
Derecho Penal, julio de 1003, págs. 5 y sgts.
295
Jean-Jacques Rousseau, El contrato social, trad. de Consuelo Berges, Madrid, 1973, p. 37.
296
Idem, p. 38.

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Idem, p. 13.
298
Cfr. Rodolfo Mondolfo, Rousseau y la conciencia moderna, Buenos Aires, 1967, pág. 112.
299
Johann Gottlieb Fichte, Fundamento del Derecho Natural según los principios de la doctrina de la ciencia, Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, 1994, págs. 315-337; Fondement du droit naturel selon les principes de la doctrine
de la science (1796-1797), PUF, París, 1998, págs. 269-293.

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Conforme a los principios de 1924, sobre la pena de muerte en este período, Mariano Ruíz Funes, Actualidad de la
venganza, Buenos Aires, 1944, págs. 158 y sgts.
301
V. supra, III, 3.
302
Fichte, Fundamento, cit, p. 330: El único crimen contra el cual el esfuerzo por mejorar al criminal no ha lugar ya,
contra el que por tanto se debe proceder sin mayor dilación a la exclusión absoluta, es el asesinato intencional y
premeditado (distinto del que resultaría casualmente de otra violencia). El fundamento de ello es el siguiente: hay que
cuidarse del que ha cometido un homicidio porque puede matar de nuevo. Pero el Estado no puede obligar a nadie a
poner su vida en peligro. No podría, por tanto, obligar a nadie a cargar con la vigilancia de un asesino que
ciertamente, para poder enmendarse, tendría que tener una cierta libertad; y todavía menos podría obligar al resto de
los recluidos para enmendarse a soportar entre ellos a un asesino. A renglón seguido agrega: Yo he dicho: el Estado no
tiene ningún derecho a forzar a nadie a poner su vida en peligro. Pero cada uno tiene el derecho a ponerla en peligro
voluntariamente. Si entonces se encontraran sociedades y fundaciones caritativas que quisieran cargar sobre sí todos
los peligros, también con el asesino, atreverse a corregirlo, habría que permitírselo, con la única reserva de que las
celdas de los asesinos sean preparadas de tal manera que se asegure contra su evasión.

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Thomas Hobbes, Leviathan, edited with an Introduction by C. B. Macpherson, Londres, 1985, Capítulo 13, págs. 183
y sgts.: Of the natural condition of Mankind, as concerning their Felicity, and Misery (trad. castellana, México, 1998,
págs, 100 y sgts.)..
304
Idem, cap. 18, pags. 228 y sgts.: Of the Rights of Soveraignes by Institution (en trad. castellana cit., págs. 142 y sgts.).
305
Thomas Hobbes, De Cive. Elementos filosóficos sobre el ciudadano, Madrid, 2000, capítulo primero, págs. 53 y sgts.

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Leviathan, cap. 28 pág. 356 (Hurt to revolted subjects is done by right of war, not by way of punishment) (en
trad.castellana cit., pág. 256).
307
Hobbes concebía al estado absoluto como un organismo artificial. Su Leviatán es un constructo organicista, un
cuerpo artificial. La resistencia a la autoridad es la sedición, que es enfermedad y la guerra civil es la muerte (sobre esto,
ampliamente, Carlos S. Fayt, Historia del pensamiento político, Buenos Aires, 2004, II, págs. 122-123). No es extraño
que esta visión organicista cautive a quienes se inclinan por perspectivas sistémicas de la sociedad; las analogías entre
los sistémicos y los organicistas se han señalado muchas veces (cfr. Don Martindale, The Nature and Types of
Sociological Theory, Boston, 1960, pág. 465; en la versión castellana, Madrid, 1979, pág. 544), al punto de atribuir el
origen moderno del pensamiento sistémico a Augusto Comte (así, Anthony Giddens, Sociología, Bologna, 1994, pág.
620).
308
John Locke, Dos ensayos sobre el Gobierno Civil, Barcelona, 1996, Segundo Ensayo, Cap. 2, párrafo 19 (pág. 216).
309
Sobre ello, Frederick Copleston, Historia de la Filosofía, cit., V, pág. 133.

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Cfr. Luigi Ferrajoli, Diritto e ragione, pág. 847.
311
Zum ewigen Frieden, en Werkausgabe, herausgegeben von W. Weischedel, Frankfurt, 1977, T. XI, p. 203.

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Parece tratarse de la laicización del viejo debate sobre la coerción en materia de fe, que San Agustín primero negaba
y luego admitió, en base a su particular interpretación del cogite intrare del Evangelio de San lucas (XIV,23). Kant entra
aquí en contradicción con lo que sostiene en materia de herejía, pues construye una suerte de herejía civil (sobre esto,
Hans Welzel, Introducción a la Filosofía del Derecho, Madrid, 1971, págs. 63-64).
313
Kant, La paz perpetua, Ensayo filosófico, trad. de Francisco Rivera Pastor, Madrid-Barcelona, 1919, nota en p.21.
314
Werkausgabe VIII, Die Metaphysik der Sitten, p. 756.

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Sobre este autor, entre muchos, Gustav Radbruch, Paul Johann Anselm Feuerbach, Ein Juristenleben, Göttingen,
1969; Mario A. Cattaneo, Anselm Feuerbach, filosofo e giurista liberale, Milano, 1970; Eberhard Kipper, Johann Paul
Anselm Feuerbach, sein Leben als Denker, Gesetzgeber und Richter, Darmstadt, 1969.
316
Anti-Hobbes oder über die Grenzen der höchsten Gewalt und das Zwangsrecht der Bürger gegen den Oberherrn,
Erfurt, 1798.
317
Es incuestionable la referencia a Kant en el capítulo 1. También la nota en que cita expresamente a Kant criticando su
posición respecto del cambio de constitución (cap. 3). Trata respetuosamente de separar a Kant de Hobbes en cuanto a la
inviolabilidad del soberano en el cap. 6. Es claro que Feuerbach tenía veintitrés años cuando escribió el Anti-Hobbes y
no podía enfrentar abiertamente el prestigio del viejo y consagrado Kant.

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V. Erik Wolf, Grosse Rechsdenker, Tübingen, 1951, p. 543; también la investigación de Mario A. Cattaneo, Anselm
Feuerbach, filosofo e giurista liberale, cit.
319
En este sentido, los enemigos serían los que cometen el crimen contra el soberano, es decir, los crímenes de lesa
majestad, crimina lesae majestatis (cfr. Luigi Ferrajoli, Diritto e ragione, pág. 846).

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En este sentido afirma con razón Ferrajoli la paradoja de que en el estado de derecho converjan tanto el derecho de
resistencia como la razón de estado (Diritto e ragione, pág. 848).
321
Está expresamente reconocido en el art. 36 de la Constitución Argentina: Esta Constitución mantendrá su imperio
aún cuando se interrumpiere su observancia por actos de fuerza contra el orden institucional y el sistema democrático.
Estos actos serán insanablemente nulos. ... Todos los ciudadanos tienen el derecho de resistencia contra quienes
ejecutaren los actos de fuerza enunciados en este artículo.

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UNAM, Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos Comentada, Rectoría, Instituto de Investigaciones
Jurídicas, México, 1985; James Frank Smith, Derecho Constitucional Comparado México-Estados Unidos, UNAM,
México, 1990.
323
René Brunet, La Constitution Allemande du 11 Aout 1919, París, 1921.

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Por todos: Wilhelm Ihde, Wegscheide 1789. Darstellung und Deutung eines Kreuzweges der europäischen
Geschichte, Leipzig-Berlin, 1941.
325
Se trata de un autor francés que publicó su libro tardíamente, traducido en la posguerra al castellano: Roger Bonnard,
El Derecho y el Estado en la Doctrina Nacionalsocialista, trad. de J. M. Pi Suñer, Barcelona, 1950.
326
Bonnard, op. cit., pág. 133.

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Cfr. Felix Dahn, Rechtsphilosophische Studien, Berlin, 1883, pág. 48; sobre el estado como “máquina neutral”,
Alejandro Aponte, Krieg und Feindstrafrecht, cap. II, A, II, 6.
328
Leviatán, capítulo 37, pág. 369 de la trad. castellana; pág. 478 de la ed. inglesa cit.
329
Seguramente se estaba refiriendo a su texto de ética (Baruch de Espinosa, Ética demostrada según el orden
geométrico, edición de Vidal Peña, Madrid, 1980).Sobre su influencia en la filosofía posterior: León Dojovne, Spinoza.
Su vida - Su época – Su obra – Su influencia, T. IV, La influencia de Baruj Spinoza, Buenos Aires, 1945.
330
Carl Schmitt, El Leviatán, cit., pág. 111.

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La Consagra la Constitución Argentina desde 1853 en su art. 19 con una fórmula admirable: Las acciones privadas
de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo
reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer
lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe.
332
V. Christian Thomasius, Fundamento de Derecho Natural y de Gentes, trad. de S. Rus Rufino y M. A. Sánchez
Manzano, Madrid, 1994; sobre la importancia de Thomasius en este aspecto, Hans Welzel, Introducción a la filosofía
del derecho, cit., pág. 171; Ernst Bloch, Christian Thomasio, un intelectual alemán sin miseria (1953), en Derecho
natural y dignidad humana, Madrid, 1980, págs. 285 y sgts.
333
Carl Schmitt, op.cit., pág. 117.
334
No debe olvidarse que dos años antes de este escrito, en 1936, Schmitt había organizado y presidido el congreso
antijudío en Berlin, donde sobreactuó con expresiones tan aberrantes de antisemitismo, que fueron ridiculizadas por los
propios nazis, que las tomaron como prueba de su oportunismo para cortarle su rutilante carrera política (sobre ello,
Bernd Rüthers, Carl Schmitt y el Tercer Reich, trad. de L. Villar Borda, Bogotá, 2004, págs. 110 y sgts.).
335
Idem, p. 138; por otra parte, esa teoría no la desarrolla Feuerbach en su Anti-Hobbes, sino en su Revisión der
Grundsätze und Grundbegriffe des positiven peinlichen Rechts, Neudruck der Ausgabe Erfurt 1799, Scientia Verlag,
1966.

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Sobre el hobbesianismo de Schmitt, Matthias Kaufmann, ¿Derecho sin reglas?, Barcelona, 1989, p. 126.
337
Carl Schmitt, Teología política. Cuatro ensayos sobre la soberanía, Bs. Aires, 2005, págs. 53 y también 48 y 73;
también lo considera un “decisionista” heredero de la teología de Duns Escoto y Guillermo de Occam, Ernst Bloch,
Derecho natural y dignidad humana, cit., pág. 49.
338
Si bien Schmitt fue el Kronjurist del Dritte Reich (cfr. Joseph W. Bendersky, Carl Schmitt teorico del Reich,
Bologna, 1989), su referencia en cuanto incumbe a la cuestión del enemigo es obligada, al punto que las tesis de Schmitt
fueron retomadas por muchos críticos del estado liberal burgués de signo político diferente e incluso abiertamente
opuestos. En este sentido puede verse la presentación de José Arico a El concepto de lo político que citamos; también
Luciano Albanese, Schmitt, Editori Laterza, 1996, p. 7. Kirchheimer, que había sido su discípulo, combinó su crítica a la
democracia burguesa con el socialismo austríaco de Max Adler (sobre esto, José Luis Monereo Pérez, Estado y
democracia en Otto Kirchheimer, en O. Kirchheimer, Justicia política, Granada, 2001, págs. XXXVIII y sgts.). Contra
todos estos intentos se enfrentan Atilio A. Boron y Sabrina González (¿Al rescate del enemigo? en A. A. Boron (comp.),
“Filosofía política contemporánea”, Buenos Aires, 2002, págs. 135 y sgts.): Un autor que cae en el estatalismo más
absoluto, que carece de una teoría del estado, que degrada la democracia a niveles de un tragicómico simulacro y que
ofrece una visión empobrecida de la vida política ¿puede ser efectivamente considerado como un faro esclarecedor en
la actual crisis de la teoría y de la filosofía políticas (pág. 155). Estudios recientes sobre Schmitt pueden verse en Jorge
Dotti – Julio Pinto (comp.), Carl Schmitt. Su época y su pensamiento, Buenos Aires, 2002; Julio Pinto, Carl Schmitt y la
reivindicación de la política, La Plata, 2000.

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Cit. por Stepehn Holmes, The Anatomy of Antiliberalism, Harvard University Press, Cambridge/London, 1993, p. 14.
Schmitt afirma en cuanto a la humanidad que, como tal, no puede realizar ninguna guerra, puesto que no tiene
enemigos, al menos sobre este planeta. El concepto de humanidad excluye el de enemigo, puesto que también el
enemigo no deja de ser humano y en esto no presenta ninguna diferencia específica (Carl Schmitt, El concepto de lo
político, Ediciones Folios, México, 1985, p. 51).

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Schmitt, El concepto de lo político, p. 23.
341
Cfr. Alejandro David Aponte C., op. cit. El origen de esta tesis podría remontarse al “odio con espíritu de unidad” de
Esquilo y citarse un pasaje de Las Euménides (sobre ello, José Antonio Sanz Moreno, Ordenación jurídica y Estado
postliberal: Hans Kelsen y Carl Schmitt, Granada, 2002, pág. 278). Es curioso que esta tesis se remonte al “padre de la
tragedia”, al único que guardaba respeto por los tenebrosos dioses del pasado, Gaya y Urano, Cronos y Movira (cfr. Paul
de Saint-Victor, Las dos carátulas. Historia del teatro griego y de las grandes épocas del arte treatral, Buenos Aires,
1952, I, pág. 173).
342
Giovanni Sartori, Elementos de teoría política, Madrid, 1992, pág. 219.

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Sobre esta alternancia y su dinámica, nuestros trabajos: Origen y evolución del discurso crítico en el derecho penal,
Lectio Doctoralis en la Universidad Nacional de Rosario, Buenos Aires, EDIAR, 2004; y El derecho penal liberal y sus
enemigos, Lectio Doctoralis en la Universidad de Castilla-La Mancha, 2004, publicado también en “En torno de la
cuestión penal”, Montevideo, 2005, págs. 155 y sgts.
344
Friedrich von Spee, I processi contro le streghe (Cautio criminalis), a cura di Ana Foa trad. di Mietta Timi, Roma,
2004.

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Respetamos la traducción utilizada, pero insistimos en que la palabra que usa el autor es Fremde, la misma que
empleó Mezger en su proyecto.
346
Supra, I, 3; Schmitt, op. cit., p. 23.
347
Esta es la pregunta que formula Albin Eser, Consideraciones finales, en Eser-Hassemer-Burkhardt, cit., pág. 472.
348
Supra, I, 3.
349
V. supra, III, 3 y 4.
350
Schmitt, Teología política, Buenos Aires, 2005, pág. 23. Con esta frase encabeza su obra y a continuación agrega que
esta definición es la única que se ajusta al concepto de soberanía como concepto límite.
351
Quiso vincular su decisionismo a Kierkegaard, saltando de lo individual a lo social y de la elección existencial a la
elección del enemigo (sobre ello, Alejandro David Aponte C., op.cit.).

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A ese poder aspiraba también el estado fascista: El estado fascista es el estado verdaderamente soberano, el que
domina todas las fuerzas existentes en el país y somete a todas a su disciplina (Alfredo Rocco, La trasformazione dello
Stato. Dallo Stato Liberale allo Stato Fascista, Roma, 1927, pág. 18).
353
Un discípulo se Schmitt escribió: La conciencia de la igualdad específica y de la pertenencia racial común se
actualiza sobre todo en la capacidad de reconocer lo específicamente distinto y en diferenciar entre amigo y enemigo.
Por eso se convierte al judío, sin consideración a buena o mala fe y sentimientos buenos o malos, en enemigo y como tal
tiene que hacérsele inofensivo (Forsthoff, Der totale Staat, Hamburg, 1933, pág. 40, cit. por Bernd Rüthers, op. cit., pág.
77).
354
Sobre este nihilismo y pragmatismo Alejandro Aponte, Krieg und Feindstrafrecht, cit., cap. 3, VI, 4 y 5.
355
Ernst Bloch, Derecho natural y dignidad humana, trad. de F. González Vicen, Madrid, 1980, pág. 155.
356
Esta fue la base de la polémica con Kelsen: Schmitt, Der Hüter der Verfassung, 1929; trad. italiana, Il custode della
Costituzione, cit.; versión castellana, La defensa de la Constitución, Madrid, 1983; Teología política, Buenos Aires,
2005; Hans Kelsen, ¿Quién debe ser el defensor de la Constitución?, Madrid, 1995.
357
Sobre la constitución como pluralidad de leyes, Schmitt, Teoría de la Constitución, Madrid, 1992, p. 37. Con este
argumento legitimaba el derecho del ejecutivo alemán a suspender las garantías y a encarcelar a legisladores y
opositores en la agonía de Weimar (sobre ello Bendersky, op. cit.).

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El soberano –escribe- decide si el caso propuesto es o no de necesidad y qué conviene hacer para dominar la
situación. Cae, pues, fuera del orden jurídico normalmente vigente sin dejar por ello de pertenecer a él, puesto que
tiene competencia para decidir si la Constitución puede ser suspendida in toto (Teología política, cit., pág. 25).
359
Sobre ello, Adolf Menzel, Calicles, trad. de Mario de la Cueva, México, 1964.
360
Teología Política, cit., pág. 31.

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Juan Bautista Alberdi, Escritos póstumos. Ensayos sobre la sociedad, los hombres y las cosas, Buenos Aires, 1899,
T. X, pág. 156.
362
Con razón se ha visto en la excepción la fuente, más o menos latente de legitimación externa de toda práctica judicial
concientemente deforme según las reglas ordinarias (así, Luigi Ferrajoli, Diritto e ragione, pág. 845).
363
Sobre la ordinarización de la excepción ha insistido en los últimos años Giorgio Agamben, Estado de excepción, cit.;
sobre ello, Carlos Parma, El “enemigo” del derecho penal del enemigo, en “Congreso”, cit., Guyayaquil, 2005, pág.
253.

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El art. 23 de la Constitución Nacional Argentina, por ejemplo: En caso de conmoción interior o de ataque exterior
que pongan en peligro el ejercicio de esta Constitución y de las autoridades creadas por ella, se declarará en estado de
sitio la provincia o territorio en donde exista la perturbación del orden, quedando suspensas allí las garantías
constitucionales. Pero durante esta suspensión no podrá el presidente de la República condenar por sí, ni aplicar penas.
Su poder se limitará en tal caso respecto de las personas, a arrestarlas o trasladarlas de un punto a otro de la Nación,
si ellas no prefiriesen salir fuera del territorio argentino.
365
Ni siquiera en la guerra formal, usando incluso el criterio tomista del bellum justum, podría dejar de considerarse
persona al enemigo (cfr. Hendrik Schneider, Bellum justum gegen den Feind im inneren? Über die Bedeutung der
verfassungsrechtlichen Verfahrengarantien bei der “Bekämpfung “ der organisierten Kriminalität, en ZStW, 113, 2001,
3, págs. 499 y sgts.).
366
Equipo SELADOC, Iglesia y seguridad nacional, Salamanca, 1980; Joseph Comblin, Le pouvoir militaire en
Amerique Latine, París, 1977 (traducción: Dos ensayos sobre seguridad nacional, Sgo. de Chile, 1979).
367
Son clásicos: Gobery do Couto e Silva, Planejamento estratégico, Brasilia, 1981; Augusto Pinochet Ugarte,
Geopolítica, Sgo. de Chile, 1984.
368
Era claro que esto no pasaba de un discurso: la dictadura argentina no ocultó sus vínculos comerciales con la Unión
Soviética, principal comprador de granos en esos años y potencia que bloqueó las denuncias en foros internacionales.

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En agudo sentido crítico se pronunciaron los obispos en el llamado “Documento de Puebla”, Buenos Aires, 1979, p.
67 (párrafo 49). Una crítica documentada en: Hernán Montealegre, La seguridad del Estado y los derechos humanos,
Santiago de Chile, 1979.
370
Hubo pocos discursos jurídicos: Mário Pessoa, O directo da Segurança Nacional, Rio de Janeiro, 1971; Carlos
Horacio Domínguez, La nueva guerra y el nuevo derecho, Ensayo para una estrategia jurídica antisubversiva, Bs. As,
1980; Fernando Bayardo Bengoa, Los Derechos del Hombre y la defensa de la Nación, Montevideo, 1979.
371
En el caso de la Argentina, hubo misiones militares francesas de expertos con experiencia en Indochina y Argelia en
1957, o sea, contemporáneas a esta última guerra colonialista. Estas misiones respondieron al interés de oficiales
argentinos interesados en las doctrinas francesas, que las introdujeron en las academias militares (cfr. Marie-Monique
Robin, Escuadrones de la muerte, La escuela francesa, cit.; Fabián Bosoer, Generales y embajadores. Una historia de
las diplomacias paralelas en la Argentina, Buenos Aires, 2005, pág. 204; Diego Llumá, La influencia francesa en los
militares argentinos. Los maestros de la tortura, en “Todo es Historia”, Bs. As., setiembre de 2002). Entre 1958 y 1962
se publicaron varios artículos en la “Revista de la Escuela Superior de Guerra” sobre los métodos franceses en Vietnam
y Argelia: Jean Nougues, Características generales de las operaciones en Argelia (1960, 337, 4/6, págs. 174 y sgts.); del
midmo, Radioscopía subversiva de la Argentina (1962, 344, 1/3, págs. 24 y sgts.); Patrice de Naurois, Algunos aspectos
de la estrategia y de la táctica, aplicados por el Viet-Minh durante la campaña de Indochina (328, 1958, 1/3, págs. 97 y
sgts.); del mismo, Una teoría para la guerra subversiva (1958, 329, 4/6, págs. 226 y sgts.); Henri Grand d’Esnon,
Guerra subversiva (1960, 338, 7/9, págs. 339 y sgts.); Francois Pierre Badie, La guerra psicológica (1958, 331, 10/12,
págs. 665 y sgts.); Alcides López Aufranc, Guerra revolucionaria en Argelia (1959, 335, 10/12, págs. 611 y sgts.). Es
interesante recordar que el discurso antisubversivo de la dictadura militar argentina señalaba nuchas veces como
ideólogo peligroso a Jean Paul Sartre, lo que, por cierto, resulta muy curioso, pero se explica porque no era más que pura
imitación del discurso de la OAS en respuesta al famoso prólogo anticolonialista al libro en que Fanon da cuenta de las
atrocidades del ejército francés en Argelia: Franz Fanon, Los condenados de la tierra, México, 1965.
372
Una síntesis del proceso a Salan conforme a la prensa favorable a éste, en: Ramón Cayuelas – Antonia Orts Montoya,
La guerre d’Algerie (1954-1962), San Vicente (Alicante), 2005, págs. 344 y sgts.; una curiosa evaluación que “no
contiene conclusiones” se publicó en la “Revista de la Escuela Superior de Guerra” argentina en 1962: Jorge Raúl
Orfila, Del Proceso Salán ¿surgen experiencias asimilables al mando militar actual? (n° 345-6, 4/9, 1962, págs. 174 y
sgts.).

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Lo hizo en dos conferencias pronunciadas en España en 1962, muchos años después de la caída del nazismo: trad.
castellana en El concepto de lo político, México, 1985, págs. 113 y sgts.; trad. italiana: Teoria del partigiano.
Integrazione al concetto del político, Milano, 2005). También afirma de paso que España supo defenderse, con una
guerra de liberación nacional, de la fagocitación del comunismo internacional (p. 79 de la trad. italiana).
374
V. Raimond Aron, Clausewitz, Bologna, 1991.
375
Cfr. Atilio A. Boron – Sabrina González, en op. cit., pág. 146; sobre el desdibujamiento de los límites entre guerra y
poder punitivo, Federica Resta, Nemici e criminali. Le logiche del controllo.
376
Cfr. Prittwitz, op.cit., pág. 108.

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La ley fundamental de toda emergencia es la salvación y el bien del estado, ley suprema ante la cual se pliegan todas
las otras, incluso los principios generales, cuyas alteraciones legitima (Luigi Ferrajoli, Diritto e ragione, pág. 845).
378
V. Elena La Torre con la colaboración de Dídac El Rabaque, La cárcel de Abu-Ghraib, en “Panóptico”, Barcelona, n°
7, 2005, págs. 83 y sgts..

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Carl Schmitt promueve la eliminación de la heterogeneidad en su particular concepto de democracia (Der Gegensatz
von Parlamentarismus und moderner Massendemokratie, publicado originariamente en Hochland, 1926, págs. 257-260).
380
Cfr. Atilio A. Boron – Sabrina González, op.cit., pág. 151.
381
Cfr. Giorgio Agamben, Estado de excepción, cit., págs. 75-77 y 87.

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V. para los golpes de estado argentinos: Horacio Verbitsky, Medio siglo de proclamas militares, Buenos Aires, 1987.

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Cfr. Jakobs, La ciencia del derecho penal ante las exigencias del presente, trad. de Teresa Manso Porto, en “Revista
Peruana de Ciencias Penales”, año VII-VIII edición especial nº 12; Bürgerstrafrecht und Feindstrafrecht, en HRRS,
marzo de 2004, trad. castellana en Günther Jakobs/Manuel Cancio Meliá, Derecho Penal del enemigo, Cuadernos
Civitas, Madrid, 2003; La autocomprensión de la ciencia del Derecho penal ante los desafíos del presente, en Eser-
Hassemer-Burkhardt, “La ciencia del derecho penal ante el nuevo milenio” (F. Muñoz Conde, coord..), Valencia, 2004,
pags. 53 y sgts.; La pena estatal: significado y finalidad, en XVII Congreso Latinoamericano IX Iberoamericano I
Nacional de Derecho Penal y Criminología, Guayaquil, 2005.
384
Se trataría de una “tercera velocidad” en la diferenciación propuesta por Silva Sánchez, lo que importaría una
renovación de la clasificación tripartita napoleónica de infracciones penales, con diferentes penas, procesos y
jurisdicciones.

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V. Günther Jakobs, Strafrecht, Allgemeiner Teil. Die Grundlagen und die Zurechnungslehre. Lehrbuch, Berlin, 1983,
p. 4; Sociedad, norma y persona en una teoría de un derecho penal funcional, en “Moderna Dogmática Penal. Estudios
compilados”, México, 2002, p. 3; en sentido crítico, Alessandro Baratta, Criminología y sistema penal, Compilación in
memoriam, Buenos Aires, 2004, p. 73.
386
Entre muchas, Albin Eser, en Eser/Hassemer/Burkhardt, La ciencia del derecho penal ante el nuevo milenio
(Francisco Muñoz Conde, coordinador), Valencia, 2004, p. 472; Lúcio Antônio Chamon Junior, Do giro finalista ao
funcionalismo penal, Embates de perspectivas dogmáticas decadentes, Porto Alegre, 2004; Luis Gracia Martín,
Consideraciones críticas sobre el actualmente denominado “derecho penal del enemigo”, en “Revista electrónica de
Ciencia Penal y Criminología”, 7-2-2005; Eduardo Demetrio Crespo, op. cit. en RDPC, n° 14, 2004, págs. 87 y sgts.;
José Luis Díez Ripollés, El nuevo modelo penal de seguridad ciudadana, en RECPC, http://criminet.ugr.es/recpec;
Cornelius Prittwitz, Derecho penal del enemigo ¿Análisis crítico o programa de Derecho penal?, en Santiago Mir Puig-
M. Corcoy Bidasolo (Directores), Gómez Martín (coord..), “La política criminal en Europa”, Barcelona, 2004, págs. 106
y sgts.; Alejandro Freeland, ¿Derecho penal del enemigo? en El Derecho, D. Penal, 2003, p. 907; Carlos Parma, El
“enemigo” del derecho penal del enemigo, en Congreso cit. Guayaquil, 2005; Fernando Velásquez, El funcionalismo
jakobsiano: una perspectiva latinoamericana, en “Rev. de Derecho Penal y Criminología”, UNED, n° 15, 2005; Bernd
Schünemann, en “Goltdammers Archiv”, 2001, págs. 210 y sgts.; Alejandro David Aponte, Guerra y derecho penal del
enemigo. Aproximación teórica a la dinámica del derecho penal de emergencia en Colombia, en “Documentos
ocasionales”, CIJUS, Universidad de los Andes, Bogotá, 1999 (este último texto toma en cuenta sólo la versión crítica
de Jacobs de 1985); del mismo, Derecho penal del enemigo vs. Derecho penal del ciudadano, Bogotá, 2005; del mismo,
Krieg und Feindstrafrecht, Überlegungen zum “effizienten” Feindstrafrecht anhand der Situation in Kolumbien, Nomos
Verlag, 2004; Zilio, Jacson Luíz, O discurso contra o inimigo: o novo já nasce velho (texto presentado al posgrado de la
Univ. de Buenos Aires, 2005, inédito); Facundo J. Marín Fraga, Derecho penal del enemigo, en
elDial.com/edición/cordoba/penal/indice/doctrina, enero de 2006; Kai Ambos, La construcción de una parte general del
derecho penal internacional, en “Revista Penal La Ley”, Madrid, 17, enero de 2006, págs. 5 y sgts.; una amplia
información bibliográfica en Francisco Muñoz Conde, De nuevo sobre el “Derecho penal del enemigo”, Buenos Aires,
2005, p. 32 nota 11.

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Señaló que era tal el adelantamiento de la punición a actos preparatorios: Criminalización en el estado previo a la
lesión de un bien jurídico, en “Estudios de Derecho Penal”, Madrid, 1997, págs. 293 y sgts.; reproducido en “Moderna
dogmática penal. Estudios compilados”, México, 2002, págs. 391 y sgts.
388
Sobre este cambio, Prittwitz, pág. 108, también sobre las críticas de Albin Eser e Ingeborg Pupe a su posición de
1999 en pág. 109.
389
Prittwitz dice que en términos generales puede afirmarse que mientras en su ponencia de 1985 Jakobs declaró la
guerra al ilegítimo “derecho penal del enemigo”, en su intervención de 1999 declaró la guerra a los enemigos de la
sociedad (op.cit., pág. 111). Señala seguidamente que una buena parte del escándalo obedece al cambio de frente del
propio Jakobs, que en 1999 usó la expresión peyorativamente, para estigmatizar la tendencia antiliberal y bélica que, por
el contrario, la legitima en 1999 (idem. pág. 112). En rigor, sería injusto reprocharle a Jakobs que asuma con entusiasmo
la legislación represiva; lo que puede reprochársele es su resignada aceptación y la infundada pretensión de aspirar a
contenerla al legitimarla parcialmente.
390
Idem, pág. 113.
391
V Infra, III, 3.
392
V Infra, idem.

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Jakobs, en Congreso, Guayaquil, cit., pág. 65.
394
Jakobs no es el primer penalista –ni mucho menos- que propone establecer diferencias impresionado por delitos como
el terrorismo. Cabe recordar, por ejemplo, a penalistas de incuestionable cuño liberal en campo penal, como Bettiol, que
apelaba al derecho penal de disposición interna bajo análogas impresiones (Stato di diritto e “Gesinnungsstrafrecht”, en
Scritti Giuridici 1966-1980, Padova, 1980, págs. 129 y sgts.), aunque su propuesta parecía mucho más moderada.

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En respuesta a Peter-Alexis Albrecht, Jakobs afirma que existe una similitud de terminología y planteamientos con
Schmitt, pero que ambos deben situarse en su correspondiente contexto histórico (citado por Eduardo Demetrio Crespo,
El” derecho penal del enemigo” darf nicht sein, en iustel.com, RGDP, n° 4, noviembre de 2005, nota 41).
396
V. supra, III, 4.
397
V. supra, II, 6 y 7.

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Esta despersonalización se produce de modo puntual, exclusivamente en lo que se refiere al posible uso defectuoso
de la libertad. Por lo demás, la personalidad jurídica queda incólume; en un ejemplo, el delincuente a asegurar
mantiene su derecho a su integridad corporal, a su propiedad, y debe pagar impuestos (Jakobs, en Congreso,
Guayaquil, 2005, p. 64).
399
Idem, pág. 65.

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Tampoco a este respecto tiene mayor sentido práctico la discusión acerca del carácter natural o atributivo de la
condición de persona, o sea, si ésta es inherente al ser humano y las leyes sólo la reconocen o si, por el contrario, son
éstas las que la otorgan (sobre esta discusión Luis Gracia Martín, Consideraciones críticas, cit), pues se trata hoy de
derecho positivo.
403
Terroristen als Personen im Recht? en ZStW, 2005, también en Congreso, Guayaquil, cit.

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Cfr. Federica Resta, Nemici e criminali. Le logiche del controllo (inédito).
405
Jakobs sostiene acertadamente que la prisión provisional es una medida de contención (cfr. La pena estatal, en
Congreso, Guayaquil, 2005, pág. 61.
406
Cfr. Supra, II.

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Sobre Heráclito, Rodolfo Mondolfo, El pensamiento antiguo. Historia de la filosofía greco-romana, Buenos Aires,
1974, I, págs. 47 y sgts.

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Cfr. Merkl, A., Teoría general del derecho administrativo, México, 1980, págs. 325 y sgts.
409
El estado de policía siempre está inventando nuevos enemigos. En este sentido es certera la observación de Otto
Kirchheimer: Todo régimen político tiene sus enemigos o llega a crearlos con el tiempo (Justicia Política, Granada,
2001, pág. 3).

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Téngase en cuenta lo aformado supra, II, 2.
411
La rinascita del diritto penale liberale o la Croce Rossa giudiziaria,en Leticia Gianformaggio (Org.), "Le ragioni del
garantismo, Discutendo con Luigi Ferrajoli", Torino, 1993.

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De allí que no quepa hablar de un derecho penal de tercera velocidad, sino de un retroceso del derecho penal (cfr.
Julio Lascano (h), en “Pensamiento Penal del Sur”, Buenos Aires, 1, 2004, págs. 179 y sgts.). Se podría agregar que en

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una visión dinámica como la señalada, el derecho penal no tiene velocidades, sino que tiene caja automática, o sea, una
palanca que indica sólo avance y retroceso.
413
V. la crítica al derecho penal instrumental, al servicio de cualquier política, en Thomas Vormbaum, “Politisches”
Strafrecht, en ZStW, 107 (1995), págs. 734 y sgts.
414
Cfr. M. F. C. de Saviny, Sistema del Derecho Romano actual, Madrid, 1878, I, pág. 6.

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Garantismo es una expresión a veces dotada de pretendido carácter peyorativo por la propaganda vindicativa
populachera del autoritarismo cool de nuestros días, pero no es un modelo de política criminal (no es correcto
identificarlo con el minimalismo), sino una redundancia inventada por los que pugnan del lado del estado de policía y, a
veces, directamente del estado absoluto (sobre esto, también José Luis Díez Ripollés, El nuevo modelo penal de
seguridad ciudadana, en RECPC, http://criminel.ugr.es/recpc).

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En definitiva, en ámbitos mayores de la política se incurrió con demasiada frecuencia en análogos errores de
percepción de la realidad: Hitler y Mussolini fueron apoyados por las futuras potencias enemigas para contener el
avance del comunismo, en la certeza de que su poder podía ser acotado y serían más fácilmente controlables. La política
exterior de los Estados Unidos insiste permanentemente en los mismos errores.

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417
La idea de derrota pírrica en Carlos Fuentes, Los 68. París-Praga-México, México, 2005, págs. 11 y sgts.
418
Sobre el pesimismo de Jakobs y el reproche de su bendición al populismo (populacherismo diríamos nosotros) penal
de Bush y Blair, Cornelius Prittwitz, op. cit., pág. 118.
419
Cfr. Ronald Modras, A Jesuit in the Crucible. Friedrich Spee and the Witchcraft Hysteria in Seventeenth-Century
Germany, en “Studies in Spirituality of Jesuits”, 35/4, spetiembre de 2003; Battafarano, Italo Michele (herausg.),
Friedrich von Spee, Dichter, Theologe und Bekämpfer der Hexenprozesse, Trento, 1988.
420
Cfr. Renzo Zorzi, Beccaria. Il dramma della giustizia, Milano, 1996.
421
Cfr. Introducción de Sergio Moccia a: Francisco Mario Pagano, Principios del Código Penal, Buenos Aires, 2002
422
Cfr. Olivier Coquard, Marat, O amigo do povo, Sao Paulo, 1996.
423
Cfr. Jean Graven, Pellegrino Rossi, Grand européen, Hommage pour le centieme anniversaire de sa mort, 1848-
1948, Geneve, 1949.

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424
Cfr. Gustav Radbruch, Paul Johann Anselm Feuerbach, Ein Juristenleben, Göttingen, 1969.
425
Cfr. Notizie intorno alla vita ed alle opere principali di G.D.Romagnosi, en G. D. Romagnosi, Genesi del diritto
penale, nuova edizione, Milano, 1857; Alessandro De Giorgi, Cenni sulla vita di G. D. Romagnosi, en Opere edite ed
inedite di G. D. Romagnosi sul diritto penale, Milano, 1841.
426
Filippo Ambrosoli, Cenni intorno alla vita e alle opere del Prof. Giovanni Carmignani, en Carmignani, Elementi di
Diritto Criminale, Milano, 1865.
427
Joel Serrao, Dicionário de História de Portugal, Lisboa, s.d, pág. 269.
428
Cfr. Francisco Blasco y Fernández de Moreda, El primer penalista de América Española, México, 1957; Manuel de
Rivacoba y Rivacoba, Lardizabal, un penalista ilustrado, Santa Fe, 1964; Manuel de Rivacoba y Rivacoba (con la
colaboración de José Luis Guzmán Dalbora), Manuel de Lardizabal o el pensamiento ilustrado en derecho penal,
Estudio preliminar a Lardizabal, Discurso sobre las penas, Vitoria, 2001.
429
Cfr. Bernd Rüthers, op. cit., pág. 57.

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Es como describir cómo funciona una silla eléctrica, pero sin pronunciarse a favor ni en contra de la pena de muerte
(F. Muñoz Conde, De nuevo..., pág. 70); en sentido crítico a la mera verificación, Daniel Pastor, El derecho penal del
enemigo en el espejo del poder punitivo internacional (inédito) .
431
El pretendido carácter descriptivo no está, ni puede estar, exento de elementos legitimantes (cfr. Eduardo Demetrio
Crespo, El “derecho penal del enemigo” darf nicht sein, cit.; también Cornelius Prittwitz, op.cit.
432
Se constata para resistir. No se trata de omitir la constatación y ocultar el derecho penal del enemigo dentro del
derecho penal del ciudadano, pues coincidimos con Jakobs en que esto sería deshonesto (V. Jakobs, Congreso,
Guayaquil, 2005, pág. 68).
433
Sobre la necesidad de sostener el discurso de resistencia, José Luis Díez Ripollés, en El nuevo modelo de seguridad
ciudadana, cit.

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Así Jakobs, en Congreso, Guayaquil, 2005, págs. 69-70.
435
Ibidem. Reitera lo expresado en Jakobs/Cancio Meliá, op. cit.
436
Jakobs, en Jakobs/Cancio Meliá, pág. 55.

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Así, Daniel R. Pastor, El derecho penal del enemigo en el espejo del poder punitivo internacional. en Cancio Meliá,
Manuel/Gómez-Jara Díez, Carlos (eds.),"El derecho Penal del enemigo", Madrid 2006 (en prensa).
438
Cfr. Alejandro David Aoponte C., op. cit.
439
Es decir, haya dejado de identificar enemigos o haya cedido en todo o en parte ese poder.
440
El concepto de lo político, trad. de Rafael Agapito, Madrid, 2005, pág. 82.

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Cfr. Kai Ambos, La Parte General del Derecho Penal Internacional, Montevideo, 2005, pág. 59.

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Por ejemplo, en el artículo 118 de la Constitución de la Nación Argentina, que establece desde 1853 que cuando el
delito se cometa fuera de los límites de la Nación, contra el Derecho de Gentes, el Congreso determinará por una ley
especial el lugar en que haya de seguirse el juicio.
443
Desde la perspectiva internacionalista no puede negarse la importancia de la costumbre como fuente de derecho y el
papel que ésta ha desempeñado en la dificultosa evolución del derecho penal internacional (Gerhard Serle, Tratado de
Derecho Penal Internacional, Valencia, 2005, págs. 41 y 104).

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Cfr. Kai Ambos, op. cit., pág. 62.

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“Convegno su La Seconda Guerra Mondiale nella prospettiva storica a trent’anni dall’epilogo”, Como, 1977, págs. 447 y
sgts.
446
Quede claro que el proceso de Nürnberg no puede compararse con el de Irak, en que lo lleva a cabo un tribunal
establecido unilateralmente, sin las debidas garantías de defensa, por un gobierno impuesto por una fuerza de ocupación,
en una invasión decidida unilateralmente y con pretextos falsos.

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Es necesario señalar que siempre el sistema inquisitorial se funda en su mayor eficacia represiva: en el siglo XIII
Alberto Gandino lo recomendaba cuando esta eficacia era necesaria (Massimo Vallerani, op. cit., pág. 212).
449
Cfr. Guillermo Portilla Contreras, en op. cit., en Fernando Pérez Álvarez (org.), “Serta, In memoriam Alexandri
Baratta”, Salamanca, 2004, págs. 1401 y sgts.

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Cfr. Alejandro David Aponte C., op. cit.
451
Cfr. Eduardo Demetrio Crespo, op. cit. en iustel.com, RGDP, n° 4, noviembre de 2005.
452
Opinions of the Lords of Appeal on thursday 16 December 2004, párrafos 95 y 97, en “The United Kingdom
Parliament”, Publications on the Internet.

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