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Introducción
Desde hace por lo menos treinta años, el estudio académico de los de-
rechos humanos ha dejado de ser terreno exclusivo de la disciplina ju-
rídica y se ha convertido en un objetivo compartido por las diversas
disciplinas sociales y humanísticas. La agenda de investigación social
en derechos humanos incluye aspectos estructurales y subjetivos de fe-
nómenos tales como la migración, el libre comercio, la globalización, la
educación, la flexibilidad laboral, las elecciones democráticas, la cons-
trucción de identidades culturales y otras, los derechos indígenas, el
terrorismo, las disputas por el agua, las negociaciones políticas por el
cambio normativo internacional, la violencia contra las mujeres, el uso
del derecho con fines políticos o de represión, los procesos de reconci-
liación después de la transición democrática, etcétera.
La discusión teórica, el análisis conceptual y los estudios empíricos
sobre derechos humanos se han ubicado ya en las ciencias sociales, y
en la academia anglosajona y latinoamericana existen diversos semina-
rios de investigación y coloquios en los que se discuten los estudios más
recientes. D esafortunadamente, en México el estudio de derechos hu-
manos sigue confinado a la disciplina legal, y poco se conoce de las he-
rramientas teóricas y metodológicas que faciliten el análisis social de los
derechos humanos, así como de la agenda social, política, internaciona-
lista, antropológica y económica, en el campo.
Sobre las causas de esto, solamente pueden aventurarse especula-
ciones e hipótesis no verificadas -desde la legalización del discurso
de derechos humanos vía la sociedad civil, hasta el convencimiento en
la academia de que, efectivamente, los derechos humanos se estudian
12 Ariadna Estévez y Daniel Vázquez
Richard Miskolci participó exclusivamente en el proyecto de este libro. Para él nuestro agradecimien-
to por su disposición y entusiasmo.
Introducción 15
por poner un ejemplo. Lo que sí pudimos definir fue que mientras to-
das las disciplinas contemplan de alguna forma un análisis del poder, al-
gunas se ocupan más de lo estructural que de lo subjetivo. Por ejemplo,
Antropología, Sociología Política y Feminismo se centran en el análisis
del poder que tienen los sujetos frente a diferentes formas estructurales,
mientras que Relaciones Internacionales, Memoria y Política Pública se
centran en la interacción sujeto-objeto, y Sociología Jurídica y Estudios
de la Democracia se concentran en las instituciones legales como recur-
sos estructurales de los sujetos sociales. Teoría Política se centra en la ins-
titucionalización de los derechos humanos. Las panicularidades - más
que fronteras- disciplinares las marca el énfasis en uno de los elementos
de la relación sujeto-objeto, la cual es fondamencal en la producción de
conocimiento de las ciencias sociales.
Sin pretender ser exhaustivos en la revisión de la literatura por el
sesgo mencionado en la primera parte de la Introducción, cada uno de
los capítulos dilucida eres cosas: 1) la importancia de los derechos hu-
manos como objeto de esrudio; 2) los debates teóricos propios de esas
disciplinas en su estudio de los derechos humanos y 3) la agenda temá-
tica que se desprende de estos enfoques, con especial referencia a M éxi-
co. Ya sin insistir en las fronteras conceptuales, temáticas y analíticas, el
análisis de estos tres aspectos nos posibilitó definir lo que sí compete a
cada una de las disciplinas y enfoques y, eventualmente, nos permitió
encontrar coincidencias y divergencias en la producción de conocimien-
to social sobre derechos humanos, algo que bien vale la p ena compartir
con el lector que quiera acercarse al estudio de este tema desde cuales-
quiera de las disciplinas y subdisciplinas sociales.
La primera gran coincidencia es la temporalidad en la aparición mis-
ma del concepto de derechos humanos en el ámbito empírico de la
disciplina. Se empieza a hablar de derechos humanos en las ciencias so-
ciales en la medida en que los actores sociales (sujeto) hacen referencia
al concepto, y las instituciones (objeto) lo recoman. Esto ocurre con la
lenta pero progresiva caída de la guerra fría y las liberaciones políticas
conocidas como transiciones a la democracia, que se pueden encontrar
16 Ariadna Estévez y Daniel Vázquez
Karina Ansolabehere*
que, en México por lo menos y hasta hace muy poco, era patrimonio de
las escuelas y los profesionales del derecho.
A fin de responder la pregunta propuesta se organizará el trabajo de
la siguiente manera: en primer lugar, como introducción, se hace una
breve referencia a las preocupaciones y problemas de los estudios socio-
legales, específicamente aquellos sobre derechos. En segundo, se repasan
las principales preocupaciones de estos últimos a partir de la pregunta que
se busca responder en este trabajo: qué lugar tiene el derecho en el desa-
rrollo de los derechos. Finalmente se identifican asignaturas pendientes
y posibles líneas de investigación.
2 La traducción es mía. "Grounded in the sociology of law, the first approach explores the social
conditions under which human rights legislation is drafted, interpreted, enforced, and violated.5 In
conceptualizing 'rights as practices that are required, prohibited, or otherwise regulated w 1thin t he
context of relations governed by law·, 6 the legal approach elucidat es how rights circulate among a
range of social actors - including IGOS, nation-states, communities, and individuals. More precisely,
this approach examines how the conferral of rights by 1Gos and nation-states empowers communities
and individuals to act. In ref erring to human rights legislation or UN declarations, communities and in-
dividuals legitimize their rights claims. Though oriented toward the scrupulous analysis of how rights
circulate among different actors, the legal approach does not preclude normative Judgments on t he
global governance system ar neoliberal policies."
28 Karina Ansolabehere
3 Cabe destacar que el interés de las ciencias sociales por los derechos huma nos no sólo se manifies-
ta en los estudios sociojurídicos, sino en otros campos, como los estudios vinculados con el desarro-
llo, al punto de hablar de estudios sobre desarrollo con perspectiva de derechos humanos (Hamm,
2001 ). Este grupo de est udios ha tenido auge especial a partir de la consideración de todos los de-
rechos como interdependientes y se ha enfocado fundamentalmente en los derechos económicos y
sociales. Asimismo, el desarrollo de la reflexión sobre derechos humanos en las ciencias sociales llevó
aparejada la revisión de una temát ica clásica en la disciplina, como fue la noción de ciudadanía a ni-
vel nacional (Sommers y Roberts, 2008).
Los derechos humanos en los estudios sociojurídicos 29
Institucionalizar y vivenciar
4
El rasgo principal del realismo jurídico es la crítica al formalismo (entendido como que las decisiones
judiciales sólo se sustentan en el análisis racional de la ley), suponiendo que son los hechos, y no el
derecho, lo que caracteriza a la decisión judicial, por lo cual el contexto sociopolítico importa y, por
otra parte, su adscripción a una mirada positivista del conocimiento, que toma a las ciencias naturales
como parámetro de generación de conocimiento. Esta adscripción epistemológica es la que permite la
entrada de las herramientas de las ciencias sociales para comprender el derecho. De alguna manera,
lo que quieren demostrar es que las decisiones judiciales no están informadas por las normas jurídi-
cas (por lo menos no exclusivamente) (Leither, 2002).
5
Los estudios críticos surgidos en los sesenta, parten de la base de que el derecho es más que un dispo-
sitivo técnico: cristaliza relaciones de poder y es un producto de las relaciones de poder, las reproduce
y produce nuevos sujetos. También enfatiza que hay diferentes órdenes normativos y que no necesa-
riamente las normas jurídicas son las únicas que generan procesos de integración social. Actualmente
se identifican dos vertientes: la radical de izquierda y la posmoderna (Kennedy, 2007).
6
Preocupados por un análisis de abajo hacia arriba, analizan los efectos indirectos de la ley en los pro-
cesos de movilización social, movilización de recursos y generación de oportunidades políticas. Estos
procesos, que se analizan utilizando en gran parte la literatura sobre movimientos sociales (McCann,
2006), se conciben de manera muy compleja, dependientes de situaciones y contexto, como las ca-
racterísticas de las organizaciones, los recursos disponibles y los que puedan generar, etc. De alguna
manera, en esta perspectiva el derecho es una excusa y una estrategia en el marco de otras estrate-
gias, en las que tienen importancia las organizaciones, pero también la conciencia de los derechos de
las personas (Holzmeyer, 2009).
32 Karina Ansolabehere
kink, 2008). Otra vez en estos casos, aunque desde el punto de vista de
los actores y de la vivencia, el tema del Estado nacional aparece en esce-
na en la medida en que se sostiene que estos movimientos lo reconfigu-
ran de alguna manera.
De acuerdo con la distinción realizada entre concepciones del de-
recho estos trabajos, herederos del giro interpretativo en los estudios
sociolegales (Nielsen, 2004), adscriben a concepciones críticas y/o cons-
tructivistas de éste, antes que a miradas realistas sobre el mismo. Son
trabajos cuyo interés respecto del derecho está vinculado con la forma
en la que éste contribuye a realizar el contenido emancipatorio o de do-
minación de los derechos y cómo las normas jurídicas y las prácticas so-
ciales se implican mutuamente. Perspectivas, ambas, que confirman la
mirada escéptica al derecho y las instituciones jurídicas a las que se hizo
referencia.
Ahora bien, una vez repasados los procesos fundamentales que ha
relevado la literatura sociojurídica sobre los derechos, así como la pers-
pectiva sobre el derecho a la que se adscriben, a continuación se recons-
truye el mapa de los procesos y las miradas que atraviesan estos trabajos.
Cuadro 1.
Mapa de la literatura sobre derechos y derechos humanos
1 l
1 Proceso 1 Pff,pect,va so~re el derecho
::::~&•:::acóo'reomd,móru f'º""'~""'"'
1
1nst ituc1ona11zación
, Jtuidificación , ca m bio social
i t
Vivencia j ¡ Resistencia/emancipación l
Construcción simbólica (acción compleja)
Este mapa nos permite ver que, además del escepticismo sobre el de-
recho y las instituciones jurídicas, claramente se observa en estos traba-
jos una mirada crítica al derecho y los derechos, que atraviesa tanto a los
trabajos preocupados por la institucionalización, como a los que lo están
por la vivencia. En otras palabras, parece que el potencial emancipato-
rio de los derechos es la preocupación que ha atravesado a la literatura
en sus dos vertientes temáticas aquí destacadas: la institucionalización
y la vivencia. La mirada realista al derecho, y con ello la preocupación
por la efectividad, parece ser monopolio de los estudios sobre la institu-
cionalización, en tanto que la mirada constructivista de la relación en-
tre derecho y sociedad parece ser monopolio de los estudios referentes
a la vivencia.
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43
Introducción
3 En. 1980, el filósofo político Henry Shue publicó Basic Righ ts. Subsistence, Affluence and U.S. Fo-
reign Po/icy. El autor presenta un argumento a favor de incluir a un núcleo básico de derechos eco-
nómicos (a los que él llama "derechos de subs1stenc:a") dentro de un grupo delimitado de derechos
humanos cuya promoción en el mundo debe tomar prioridad. Aun cuando este argumento sobre
"derechos básicos" el autor lo vincvla con la política exterior de Estados Unidos, desde una pers-
pectiva disciplinar, la obra se enmarca más claramente dentro de la Filosofía Po lít ica que de las Re-
lacion es Internacionales (Shue, 1980).
4 En el Congreso Anual 2009 de la Asociación, la sección de derechos humanos patrocinó m ás de
cincuent a páneles (<http://web.mac.com/vicfalls/HR-ISA/HR-ISA.ht ml>, consultada el 15 de enero
de 2010)
46 Alejandro Anaya Muñoz
6 El régimen de derechos humanos de la ONU, por ejemplo, gira alrededor de su Consejo de Dere-
chos Humanos y de una amplra gama de normas y un número de órganos de implementación y
toma de decisiones estipulados y establecidos en la Declaración Universal de los Derechos Huma-
nos, los ocho principales tratados de derechos humanos y sus protocolos, al igual que de diversas
declaraciones y otros instrumentos no vinculantes (<http://www2.ohchr.org/spanish/law/>). Cabe
señalar que un régimen internacional puede tener normas con mayor o menor nivel de obliga-
toriedad jurídica y órganos con mayores o meno res capacidades para tomar e implementar de-
cisiones autoritarivas; en otras palabras, un régimen puede tener mayores o menores niveles de
legalización . En este sentido el concepto de rég imen internacional no implica o requiere que las
normas sean establecidas mediante tratados vinculantes, ni que se den niveles específicos de de-
legación de autoridad a los órganos de implement ación y toma de decisiones (Don nelly, 1986 y
Abbott et al., 2000).
48 Alejandro Anaya M uñoz
7 En algunos libros de texto de Relaoones Internacionales suele asociarse al "liberalismo" cualquier tipo
de argumento que sea considerado como "optimista" respecto de las posibilidades de la paz y la co•
operación, y al potencial en ese sentido de los esfuerzos de organización internacional. De esta mane-
ra, se la etiqueta de "teoría liberal" a un amplio y variado conJunto de argumentos que coinciden (en
mayor o menor medida) en las descripciones y, sobre todo. en las prescripciones del liberalismo como
ideología (política o económica). En este sent ido, el institucionalismo en la teoría de Relaciones Inter-
nacionales es regularmente llamado 1nstitucional1smo "neoliberal", pues su principal objeto de estudio
(las instituciones internacionales) figura entre las prescripciones tradicionales de lo que podemos lla-
mar el liberalismo como ideología, en su versión wilsoniana, sobre lo internacional. Según Moravcsik,
el institucionalismo no es, propiamente, una teoría liberal. Para él, éste es más cercano al neorrealismo
(o realismo estructural) que al liberalismo, debido a que considera a las preferencias estatales como f i-
jas o exógenas, enfatiza la importancia de la variación en la distribución sistémica de poder y se enfoca
en la manera en que la anarquía lleva a resultados sub-óptimos (Moravcsik, 1997: 536-538). Recorde-
mos, en este sentido, que el propio Robert Keohane (uno de los institucionalistas más influyentes en
Relaciones Internacionales) considera a sus propuestas teóricas como "estructuralismo modificado"
(Viotti y Kauppi, 1999: 153-183). Tornando esto en cuenta, el capitulo se refiere a esta corriente, sim-
plemente, como " institucionalisrno" .
50 Alejandro Anaya Muñoz
Cuadro 1.
Acercamientos teóricos de Relaciones Internacionales
8 Como se verá con claridad en las secciones subsecuentes, las distintas t eorías plant ean hipótesis dife-
rentes sobre las causas de la exist encia, o la formación, y sobre las consecuencias del funcionamiento
de los regímenes internacio nales de derechos humanos. Sin embargo, las t eorías no plantean postu-
ras distintas sobre lo que es un régimen internacional.
9 Krasner estudia el régimen para prohibir el comercio de esclavos durante el siglo xIx; el régimen de
protección de las minorías de la segunda mitad del siglo x1x y la primera mitad del xx; el régimen para
garant izar la pluralidad religiosa en Europa, durante el siglo xvI1, y lo que el autor llama el régimen
"liberal de derechos individuales" (propiamente el régimen de la ONU de derechos civiles y políticos)
durante la segunda mitad del siglo xx (Krasner, 1993).
54 Alejandro Anaya Muf1oz
tan pronta y efectiva sin el apoyo del poderío naval de Gran Bretaña, o
sin que esta potencia hubiese mostrado la determinación de actuar para
hacer que el régimen en cuestión funcio_nara (Krasner, 1993: 166). Eric
N eumayer subraya, no obstante, que rara vez las potencias actúan de ma-
nera consistente, y dando prioridad a la aplicación de las normas de dere-
chos humanos dentro de su política exterior. No es común, ciertamente,
que las potencias empleen sanciones (materiales) para ejercer coerción so-
bre países que violan las normas o las disposiciones de los distintos órga-
nos de los regímenes internacionales de derechos humanos. 10
Neumayer, Hafner-Burton y Donnelly (entre otros) subrayan,
por otro lado, la debilidad (formal) de los regímenes internacionales
de derechos humanos para conseguir que los Estados se comporten de
acuerdo con sus normas y disposiciones: las provisiones sobre moni-
toreo, implementación e imposición del cumplimiento (enforcement)
son no existentes, voluntarias o débiles (Donnelly, 1986; Neumayer,
2005; Hafner-Burton, 2005). Desde una perspectiva realista, los úni-
cos "dientes" que pueden tener los regímenes internacionales de dere-
chos humanos son aquellos que (si así lo deciden) pueden proporcionar
las potencias. Como señala N eumayer, desde una perspectiva realista,
si las potencias no tienen un interés particular en la efectividad de di-
chos regímenes, entonces la influencia que éstos tendrán sobre el com-
portamiento de los Estados será nula. En suma, desde el punto de vista
del realismo, en términos generales, no hay que esperar que los regíme-
nes internacionales de derechos humanos hagan mucha diferencia en la
práctica, a menos que ello coincida, en un caso determinado, con el in-
terés de las grandes potencias (Neumayer, 2005: 926-927).
10 Emile Hafner-Burton, por su parte, demuestra en un artículo reciente que la inclusión de cláusulas
fuertes de derechos humanos en el marco de tratados comerciales pref erenciales (preferencial trade
agreements) sí tiene una influencia relevante sobre el comportamiento de países violadores de los
derechos humanos. Sin embargo, el estudio no nos dice explícitamente qué tan dispuestas están las
potencias (o bajo qué circunstancias o en qué casos) a incluir e implementar cláusulas "fuertes" de
derechos humanos en estos tratados comerciales (Hafner-Burton, 2005).
Los derechos humanos desde las Relaciones Internacionales 57
Cuadro 2.
La visión realista sobre los regímenes internacionales de derechos humanos
-
Realismo
-riCausa:_~e su cr~ci~n
d
_
(def. .d
- i~~~~- espera~o ~~~~o~l7liento d; ist~;~s
los
, Muy hm1tado, pues el cumplimiento de las normas de
..
1ntereses e 1as potencias
d d )
1rn os . . .
derechos humanos rara vez tiene una relación directa con
j .. - · ·
.. __ l en term1nos e po er re1ativo
la max1m1_~c16n del poder relat1~? de las ¡:i_otenoas
Cuadro 3.
j
La visión institucionalista sobre los regímenes internacionales de derechos humanos
--- - Causas de su cr~~¿;~ -- --- Impacto e;~er~d~ ~n-el com~o;~~¡~~t; ,ilos Estad;s·]
Cuadro 4.
La visión de la teoría liberal de las preferencias respecto a los regímenes internacionales
de derechos humanos
11 En un estudio posterior en el que toman en cuenta la diferencia entre el acto de firmar y el de rat1f1car la
Convención contra la Tortura, así como diferencias en los costos de soberanía que la firma o rat ificación
implica para distintos países, Goodliffe y Hawkins confirman la fuerza explicativa de las normas interna-
cionales en la definición del comportamiento de los Estados (Goodhffe y Hawk1ns, 2006).
Los derechos humanos desde las Relaciones Internacionales 65
Cuadro 5.
La visión constructívista sobre los regímenes internacionales de derechos humanos
12 Para una revisión completa de la literatura inspirada y guiada por el modelo de espiral, véase Jetschke
y Liese (2009); para aplicaciones al caso de México véanse Maza (2008) y Anaya Muñoz (2009).
70 Alejandro Anaya M uñoz
Conclusiones
preguntas más que, espero, este texto haya sugerido al lector. Para éstas,
la teoría de Relaciones Internacionales propondría distintas respuestas.
De las reflexiones presentadas en este capítulo, no obstante, se despren-
de que ninguna de éstas debe ser ignorada a priori, y que incluso parece
difícil otorgar prioridad analítica "en automático" a cualquiera de éstas.
El poder, la generación de "bienes comunes", los factores internos o las
identidades y las normas internacionales y los "emprendedores de nor-
mas" tienen que ser tomados en serio. Sólo la investigación empírica sis-
temática posiblemente concluya, para cada pregunta en particular, cuál
de estos factores "importa más".
En suma, la agenda de investigación sigue abierta. M ás de sesenta
años después de la adopción de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, de la creación de la Comisión de Derechos Humanos de la
ONU, y del desarrollo resultante de un complejo régimen internacional en
la materia, aún quedan muchas preguntas por responder. Esperemos que
este capítulo logre provocar a los estudiosos de los derechos humanos a
abordar preguntas aún no resueltas, y a someter a pruebas rigurosas las
distintas hipótesis posibles sobre el desarrollo de los derechos humanos
en el ámbito internacional.
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77
Introducción
2 Es sabido, aunque no está de más referirlo, que el concepto se acuñó origin almen te en lengua ingle-
sa: Public Policy, en ta nto que no hay un a expresión en uso en castellano que haga referencia exac-
ta al sent ido de Policy, se convino en traducirlo por po/ítícas (en plura l) para diferenci arl o de política
(relaciones de pod er), no obst ante, en el uso habitual la distinción no se mant iene, t o da vez que se
utili za la expresi ón en singul ar pa ra referi rse a políti cas públicas específicas o secto riales, por ejempl o:
política social, para da r cuen ta de las PP que se dirigen al desarro ll o social.
80 Manuel Canto Chac
3 El énfasis en cada una de estas tres funciones dio lugar a una denominación específica del Estado,
así la regulación económica, in spirada en la teoría de Keynes, llevó a hablar del Estado keynesiano,
82 Manuel Canto Chac
la procura del bienest ar llevó a hablar del Estado de bienestar, la negociación con las formas sociales
de representac ión, que desplazaron la cent ra lidad del votant e individual, llevaro n a hablar del Esta-
do corporativo. Quienes prefieren articu lar las tres funciones proponen la categoría de Estado socia l,
que indica a la vez la ru ptu ra de la separación rígida entre econom ía y política , privado y público .
Políticas públicas y derechos humanos 83
4 El mismo Pacto Internacional de los DESC (PIDEsc) así lo establece, en su artículo 2° señala: "Cada uno
de los Estados partes del presente Pacto se compromete a adoptar medidas[ ... ] hasta el máximo de
los recursos de que disponga, para lograr progresivamente [ .. ] la plena efectividad de los derechos
aquí reconocidos" (PIDEsc, art. 2, frac. 1).
Políticas públicas y derechos humanos 87
5
Un panorama muy amplio sobre los casos de litigios exitosos se halla en TDHF (1997), y también en
Observatorio DESC (2002).
Políticas públicas y derechos humanos 89
6 Conferenci a Mundial de Derechos Humanos. Declara ción y Programa de Acción de Vien a, Vie na, 14
a 25 de Junio de 1993.
92 Manuel Canto Chac
el enfoque basado en derechos considera que el primer paso para otorgar po-
der a los sectores excluidos es reconocer que ellos son titulares de derechos
que obligan al Estado [ ... ] se procura cambiar la lógica de los procesos de
elaboración de políticas, para que el punto de partida no sea la existencia de
personas con necesidades que deben ser asistidas, sino suj etos con derecho a
dem andar determinadas prestaciones y conductas (Abramovich, 2006: 36).
oriental, por más que algunos autores quieran poner a todas en un mis-
mo saco; 7 en Latinoamérica, a diferencia de Europa Oriental, la cate-
goría de sociedad civil funcionaba como elemento comprehensivo que
permitía dar cuenta de la multiplicidad de actores que propugnaban el
cambio político y socieconómico, incluso de las relaciones ent~e Esta-
do y sociedad:
7 Son tres las experiencias fundantes del pensamiento co ntemporáneo sobre sociedad civil : 1) los mo-
vimientos sociales que contribuyeron a la ruptura del sistema socialista en Europa Oriental; 2) las
experiencias de los movimientos sociales en Europa Occidental y Norteamérica t endentes a la liberali-
zación de sus sociedades; 3) las luchas latinoamericanas por la democratización y el desarrollo de sus
sociedades. Cad a uno de estos procesos imprimió especificidades a sus expresiones teóricas, en las
que también se libró la batalla político-ideológica . No distinguir estas diferencias lleva a serios equí-
vocos, para poner un ejemplo: la teorización hecha en Estados Unidos sobre el proceso de transición
a la democracia de Europa Oriental pretende asimilar a éste la experiencia de lo acontecido en La-
tinoaméri ca suponiendo, con poco escrúpulo sobre el dato empírico, que en ambos casos se trató
de movimientos en contra de la "hipertrofi a estatal autoritaria"; la especificidad de la experien cia
demanda la especificidad de la t eoría. En la experiencia de Europa Oriental, la reivindicación funda-
mental se dirigió en contra del sociali smo, por lo tanto tuvo un fuerte contenido antiestatista y a fa-
vor del mercado, en un cont exto internacional de las ciencias sociales en el que la crítica al Estado
y la reivindicación neoliberal del mercado se convertían en dominantes. Esta situación imprimió las
ca racterísticas de quienes teorizaron en función de esta experiencia, éstos expresa ban las acciones
de los diversos agregados sociales participantes como movimientos democratizadores auto/imitados,
que no pretenden la transfo rmaci ón de toda la socied ad, y que procuran volver a crear las formas de
solidaridad sin obstaculizar la autorregulación económica , poniendo entonces el énfasis del sentido
de la categoría sociedad civil en la dimensi ón normativa. En América Latina, por lo contrario, el uso
del término soci edad civil apareció marcado por la re lación con sus dos oponentes fund am entales,
por un lado el autoritarismo estata l, recordemos que el término empieza a ser utilizado en AL en los
momentos de la más fu erte represión de las dictaduras militares, pero ta mbién en contra de la des-
igualdad , que tenía una herencia histórica pero que las dictaduras acrece ntaron exorbitantemente. En
co nsecuencia, a diferencia de la experiencia de Europa del Este, en América Latina el uso del términ o
sociedad civil se define frente al Esta do, pero tambi én ante el mercad o, al surgir este planteamiento
en un contexto teórico de legitimación del mercado y deslegitimación del Estado, que llevó inclu so
a la can ce lación de la investigación de cien cias sociales en mu chas universidades latinoam ericana s.
El uso dado a la categoría sociedad civil tuvo que soportar el destierro a la marginalidad aca démica,
la que sólo la reivindicó a partir de leerla con las claves heredadas de la teori zación sobre Europa del
Este, desestimand o lo avanza do al respecto en Améri ca Latina. Por eso es que el desarrollo de las im-
plicaciones estratégicas de la categoría sociedad civil se realizó más en el ámbito de las ose que en
el de la academia .
94 Manuel Canto Chac
Decir que un derecho es exigible implica [... ] que una autoridad del Estado
-o de una organización intergubernamental- es competente para recibir
reclamos por violaciones y determinar las sanciones y las reparaciones corres-
9 Este tema lo he desarrollado de manera más amplia en Canto (2008), del cual t omé la cita siguiente.
96 Manuel Canto Chac
rante algún tiempo, los sindicatos tuvieron la capacidad para que sus
demandas se incluyeran en las legislaciones, sin embargo, tanto por el
autoritarismo militar de los sesenta a los ochenta, como por las reformas
socieconómicas guiadas por el Consenso de Washington, los sindicatos
estuvieron en franco retroceso. Hoy parecen recuperar un nivel de in-
terlocución10 que, si bien no es comparable al alcanzado en los años del
despegue industrial, sí resulta de importancia para la vida pública (Araya
et al., 2009; BID, 2006). Esto nos lleva a preguntarnos por su capacidad
de convertirse en sujetos de exigibilidad de derechos; algunos responde-
rán negativamente por suponer que por definición las demandas de cla-
se se oponen a las demandas generales de la ciudadanía.
Boaventura de Sousa hace un interesante planteamiento sobre la re-
lación entre demandas de clase y derechos universales cuando propone la
reinvención del mundo del trabajo, señala que el movimiento sindical:
debe diseñar un nuevo abanico, más amplio y audaz, de solidaridad que res-
ponda a las nuevas condiciones de exclusión social y a las nuevas formas de
opresión dentro de la producción [... ] un sindicalismo más político, menos
sectorial y más solidario [... ] su acción reivindicativa debe considerar todo
aquello que afecte a la vida de los trabajadores y de los ciudadanos en gene-
ral " (de Sousa, 2005: 47).
10 Sobre la recuperación de las organizaciones laborales un informe del BID señala "los sindicatos aho-
ra tienen menos peso que antes en el PFP [proceso de formación de políticas], pero todavía influyen,
especialmente si el partido que está en el poder es un partido de los trabaja dores, si logran movilizar
a los trabajadores del sector público, y si pueden forjar alianzas más amplias con los consumidores o
aliados transnacionales, como los consumidores de Estados Unidos" (BID, 2006: 119-120).
98 Manuel Canto Chac
un enfoque de DH. Son aún múltiples las resistencias que deben supe-
rarse, sin embargo, los consensos en construcción sobre las PP y los DH
requieren la referencia a los temas centrales de la ciencia política. Esto,
a su vez, demanda la reconceptualización de la ciudadanía, cuya defini-
ción a partir de la titularidad de derechos ha recibido la calificación, no
exenta de intención ideológica, de ciudadano pasivo, poniendo el lado
activo de la ciudadanía en un conjunto de virtudes cívicas, vistas más
como obligaciones que como derechos. Sin embargo, la concepción de
derechos puede invocar el derecho al desarrollo para una diferente con-
ceptualización de ciudadano activo:
¿Qué tanto se vuelve realidad esta nueva visión de las PP? De nueva
cuenta, encontramos situaciones promisorias, más que tendencias defi-
nidas. En 2009, en la ciudad de México se aprobó oficialmente el Pro-
grama de Derechos Humanos del D.F., que pretende el diseño de PP
-incluida la presupuestación- con enfoque de DH, tanto programa
como políticas son elaborados con la participación de organizaciones
de la sociedad civil. El Consejo de Evaluación del Desarrollo Social del
D.F. -creado en 2008-, por mandato de la Ley de Desarrollo Social
del D.F., tiene como obligación la evaluación del nivel de cumplimiento
de derechos sociales universales en la ciudad, y actualmente se encuen-
tra elaborando una metodología para cumplir tal propósito. Diversas
ose impulsaron y lograron en 201 O la suscripción de la "Carta por el
derecho a la ciudad". Son aún muchas las dificultades técnicas a vencer,
aún no se encuentran suficientemente desarrollados los recursos meto-
dológicos, bases de datos, series históricas, indicadores, índices, entre
otros, pero dar pasos en este sentido fuerza a desarrollarlos.
En otras grandes ciudades de América Latina, se siguen procesos
similares, en Sao Paulo, el Derecho a la ciudad forma parte ya de los
criterios para discutir la reforma urbana (Saule, 2008), no es gratui-
to que así sea, los Estados nacionales -como ya h emos visto páginas
atrás- se encuentran bastante constreñidos por el "gobierno mundial
de facto" como para operar innovaciones en este sentido. Los gobiernos
locales de ciudades pequeñas y medianas no cuentan con los recursos
necesarios para operar PP de alcance significativo, por ello las metró-
polis se han convertido en un terreno de experimentación. En éstas las
diversas alianzas sociales avanzan en la tarea de generar PP eficientes y
democráticas, con criterios de orientación, fundamentadas en los DH,
capaces de permear su diseño, ejecución y evaluación.
Políticas públicas y derechos humanos 101
Conclusiones
Cabe señalar que sigue pendiente el asunto del diseño de las PP con-
cretas que permitan la realización de estos criterios de orientación, pero
si los DH pueden serlo más allá de las disputas ideológicas contemporá-
neas es porque son obligaciones contraídas por los Estados; lo que haría
falta para su traducción en políticas públicas es la formación de amplias
coaliciones de sujetos con la capacidad política suficiente para exigir a
los Estados el cumplimiento de las obligaciones contraídas. Este asunto
remite obviamente a la tercera interrogante sobre la contribución de los
DH a la identidad y estrategia de los diversos actores sociales que pugnan
por la reorientación de las políticas.
Ésta quizá sea el aporte más específico de los DH en la región y el
menos valorado. Haber contribuido a la identidad de múltiples actores
sociales, de esa diversidad que en algún momento, más comprehensi-
va que normativamente, se identificó con la categoría de sociedad ci-
vil. Además de la sistematización de este proceso, quedan pendientes
diversas discusiones que surgen de éste: la relación entre DH y cultu-
rales tradicionales, más fincadas en la comunidad que en el contrato.
La relación entre organizaciones de clase, que pese a todo siguen exis-
tiendo e influyendo en la vida pública, y organizaciones con identidad
ciudadana que reivindican derechos generalizables. Los alcances y las
perspectivas de los instrumentos para la intervención de los sujetos de
Políticas públicas y derechos humanos 103
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104 Manuel Canto Chac
Profesora-investigadora titular en el Instituto de Investigaciones "Dr. José Ma. Luis Mora", <sdutrenit@
hotmail.com>.
Utilizo el género masculino de los nombres a efectos de referirme a tod a la especie humana y no es-
pecialmente a quienes son de sexo masculino.
108 Silvia Dutrénit Bielous
ria vivida, hasta llegar a los tribunales para testimoniar en virtud de sus
competencias sobre los hechos ocurridos. Se trata de un proceso que se
ha denominado judicialización de la memoria o del pasado, en el que el
historiador tiende a ser el que aporta los datos verificados o verificables,
en un escenario en donde las memorias están confrontadas. He aquí
también uno de los puntos de interés y de desafío para la Historia, su
relación de cercanía y de alejamiento con la memoria. Atenderla es per-
tinente, dado que "la confusión conceptual es grave porque circula en
el ámbito de la política más coloquial en la que se forman convicciones,
elaboran argumentos y se definen prácticas", como afirma el historiador
José Rilla (Nora, 2002: 8). Aún más, en la medida, pues, que compiten
por un campo, pero desde reglas particulares a cada una, se vuelve inelu-
dible ubicarlas desde sus especificidades. Por eso la convocatoria es en el
plano de un pasado en discusión y de un presente en que se ejerce esa
judicialización a sabiendas de que la historia buscará siempre superar las
consecuencias del "deber de memoria" para trascenderlas con lo relati-
vo, alcanzar la pertenencia a todos y posicionarse en lo universal (Nora,
2002: 21).
Así pues en las próximas páginas se fija la mirada sobre lo que se ha
considerado una intersección recurrente cuando se trata de delimitar la
relación disciplinaria/temática: HTP, memoria-historia y derechos hu-
manos, violaciones y oficio del historiador.
2 Véase <http://www.ictj.org/es/where/region3.html>.
110 Silvia Dutrénit Bielous
No hay pasado ni porvenir sino a través del presente. Observemos que Rein-
hart Kosselleck se pronuncia en este mismo sentido cuando sitúa el acon-
tecimiento en una tensión entre dos categorías temporales: el espacio de
experiencia y el horizo nte de expectativa. Si el pasado no existe ya, el por-
venir permanece; si el futuro existe todavía, la expectativa del porvenir está
presente. El presente es la transición entre lo que fue futuro y lo que deviene
pasado (Bédarida, 1998: 21). 3
4 El siglo xx está pautado por cambios importantes en la Historia como disciplina. A partir del positivis-
mo del siglo x1x se imponen los paradigmas del materialismo histórico y de la escuela de los Annales
que van a dominar la escena hasta pasada la mitad del siglo xx. En ambos paradigmas priva la preocu-
pación por las explicaciones basadas en la s estructuras y las tendencias de largo plazo. Al mediar el
siglo xx. se produce el giro lingüístico, el pensamiento posmoderno y las investigaciones de segundo
orden ponen en cuestión los viejos paradigmas retomando ca mpos como los de la historia política,
la biografía histórica y la historia relato o narración histórica. Este panorama que orilla al historiador
Fran<;ois Dosse a que hable de la "crisis de la Historia" constituye los antecedentes de la vuelta del
protagonismo del individuo, el relato y la irrupción del presente en la disciplina.
Historia y derechos humanos 113
Esta empatía con la sociedad hace hoy de esta corriente un sector dinámico,
abierto a las otras disciplinas y estructuralmente multidisciplinario, participan-
do en la renovación de las problemáticas y de las metodologías, evolucionando
en una tensión continua entre investigación fundamental e investigación apli-
cada, realizando por lo tanto transferencias rápidas entre cultura erudita y vul-
garización (Capdevila, 2009).
Claro está que otro de los asuntos centrales en este tipo de quehacer
historiográfico es la propia experiencia vivida en la que están inmersos
los historiadores, he aquí parte de la interpelación a quienes trabajan en
la HTP. 5 ¿Cómo establecer la distancia necesaria para llegar a buscar la
objetividad? ¿Cómo deslindarse de las pasiones y las heridas de ese pasa-
do presente traumático?G
El historiador inglés E. J. Hobsbawm ha trabajado sobre esta encru-
cijada, es decir acerca de ¿qué significa hacer investigación histórica so-
bre acontecimientos que están, a la vez, en la percepción y en la memoria
individual del historiador? Se ha respondido que una cosa es escribir la
historia de la Antigüedad y otra la de la propia vida, porque genera pro-
blemas y posibilidades. En tal sentido, tres aspectos merecen considerar-
se: el de la fecha de nacimiento del historiador o de su generación, el de
cómo la perspectiva con la que se mira el pasado puede cambiar a medi-
da que avanza la vida y el cómo librarse de los supuestos de la época que
se comparte con la mayoría de los coetáneos. La experiencia vital de un
individuo es también compartida, sin embargo, "todo historiador o his-
toriadora tiene en su propia vida una posición privilegiada desde la cual
examina el mundo" (Hobsbawm, 1998: 231). Y en la experiencia colec-
tiva las observaciones pueden tanto alcanzar consensos como disensos:
5 Este pasado, que se ha ido convirtiendo en fructífero semillero de investigaciones, ha dado 1ugar a
una no siempre coincidente denominación del campo historiográfico desde el que se realiza, y esta
disonancia, a veces, corresponde sólo a la forma de llamarlo y otras responde a una discusión de fon-
do. En el texto no se da cuenta del debate, se establece como denominación la de HTP y sólo se da
cuenta de que también sería factible recurrir a las de historia reciente, historia del presente, historia
actual, historia vivida.
6 Algunos aspectos del reto se discuten en Dutrénit (2007)
Historia y derechos humanos 115
Mi propia posición está construida, entre otros materiales, con una infancia de
la Viena en el decenio de 1920, los años de la ascensión de Hitler en Berlín,
que determinaron mis ideas políticas y mi interés por la historia[ ... ] supongo
que debido a estas cosas, mi ángulo visual es diferente incluso del de otros his-
toriadores que comparten o compartían mi tipo de interpretación histórica y
trabajaban en el mismo campo [... ] hasta cuando sacábamos las mismas con-
clusiones[ ... ] [Por ello, cuando la escritura no es sobre la Antigüedad,] sino so-
bre tu propia vida, es inevitable que la experiencia personal de estos tiempos dé
forma a la manera de verlos, e incluso a la manera de valorar los datos a los que
todos debemos recurrir y luego presentar, con independencia de nuestros
puntos de vista sobre los mismos problemas (Hobsbawm, 1998: 231-232).
El solo hecho de que así fuera basta para cambiar la percepción de todos los
historiadores del siglo XX, porque convierte un espacio de tiempo en un pe-
riodo histórico con su propia estructura y su propia coherencia e incoheren-
cia: "el siglo XX corto" (Hobsbawm, 1998: 236).
Hay por parte de los actores en los diversos escenarios la intención o volun-
tad de presentar UNA narrativa del pasado, y las luchas son· por intentar im-
poner su versión del pasado como hegemónica, legítima, oficial, normal o
parte del sentido común aceptado por todos. Cuando se trata de pasados de
represión y de experiencias límite, lo que encontramos son intentos de cierre,
de solución o sutura final de las cuentas con ese pasado. Sin embargo [ ... ] es
que estos intentos serán siempre cuestionados y contestados por otros. Los
procesos de construcción de memorias son siempre abiertos, y nunca acaba-
dos Qelin, 2010: 36).
En esca fecha queremos tener un recuerdo especial para las víctimas accuales
de la guerra revolucionaria en la cual seguimos inmersos, que están descerra-
dos en Chile, en Argentina, en Icalia y a los "prisioneros de guerra política"
8 Por ejemplo, <http ://www. ta ringa. net/posts/i nfo/3 660865/0 lvi do-presidencia 1, -memoria-verdadera:-
Muertos-por-la-subve. html>.
Historia y derechos humanos 121
Pero al mismo tiempo hay que tener en cuenta que hoy existe una obsesión
memorial alrededor de las víctimas de guerra y de genocidios, porque du-
rante mucho tiempo ese pasado se ocultó, o se reprimió. Como reacción a
ese largo tiempo de ocultación, ahora se produce el fenómeno contrario: una
obsesión alrededor de las víctimas. Eso es problemático para la comprensión
del pasado, y hablo como historiador, porque el pasado no está hecho por
el enfrentamiento entre verdugos y víctimas: hay multitud de actores. Exis-
te un riesgo de marginarlos por esa focalización de las víctimas como únicos
héroes del pasado. Desde ese punto de vista hay una interferencia entre la
memoria como representación del pasado que se construye en la sociedad y
la historia como investigación, elucidación y discurso crítico sobre el pasado.
Hay una intersección entre los dos que puede ser fructífera, pero que tiene
sus peligros (Traverso, 2008).
9 Claro que la preocupación en cuanto al abuso de Todorov es el exceso de pasado y propon e la Judi -
cia lización para generar una memoria ejemplar; en tanto que Yerushalmi considera que el abuso es
el olvido. Hay una lucha respecto a la universalización del Holocausto com o tod o el horror posibl e, y
la transfe rencia de la condici ón de víctima en el pasado que recibe da una carta de créd ito para que
se convierta en victimario justificado del futuro, contra otros que no son los mismos victimarios del
ayer. Aquí se presenta una controversia, no explícita, entre los autores que parece centrada en torno
al conflicto palestino-israelí.
Historia y derechos humanos 123
10 Se observa y se debate en torno a este problema que, dicho de otra forma, se advierte en varios paí-
ses como el problema de la justicia transicional. En América Latina no se ha utilizado co mo enfoque
de manera recurrente, Guatemala y Colombia serían algunos de los pocos ejempl os que lo refieren en
sus más cercanos trabajos para alcanzar justicia y paz, pero sí cobró f uerza en casos africanos, como
Ruanda, y europeos, como la ex Yugoslavia (<h ttp ://www.ictj.org/es/tj/>).
124 Silvia Dutrénit Bielous
11 Traversa señala retomando a Rousso que de lo que se ha hablado es de una " judiciali zación de la
memoria" como vieja cuestión, hoy puesta en práctica mediante los distintos procesos que llevan al
historiador a ser co nvocado como testigo (Traversa, 2007: 89).
12 "En Españ a, la imposibilidad política de obtener un consenso sobre el pasado reciente condujo las
autoridad es públicas a formular el con cepto de "derecho individual a la memoria personal y fami-
liar ... " (Capdevila, 2009: 23).
Historia y derechos humanos 125
13 "En un libro reciente, la psicoanalista Caroline Eliacheff y el jurista Daniel Soulez Lariviere (2007) ob-
servan el desarrollo de lo que llaman un "unanimismo de compasión ", que conduciría a sustituir pro-
gresivamente en el imaginario occid ental al héroe por la víctima ... Ponen en relación la aparición de
este movimiento en la década de 1980, con el proceso global de democratización y de individualiza-
ción de la sociedad, con el ideal igualitarista, la figura de la víctima siend o acces ibles a t odos, a dife-
rencia de la del héroe que sigue siendo eliti st a. La rel ación que deducen, entre la empatía de la gente
con las víctimas y la democratización de la sociedad es una idea fuerte . Se trata más de inscribir en el
espacio co nmemorativo lugares de memoria que recuerdan los desgarramientos del tejido nacional:
sin perdonar ni celebrar un partido co ntra otro en el caso peruano; para no olvida r que la dictadura
precedi ó la democracia, en el caso español; para seguir siendo vigilante en el caso de Argentina; para
no olvidar lo que hizo la dict adura en Chile; y en tod os los casos para rendir homenaje a los represa lia-
dos de la dictadura; en fin , para trabajar por la consolidación de la democracia a través de la defensa
de los derechos humanos, sobre los cuales se construye el consenso" (Capdevila, 2009: 22).
Historia y derechos humanos 127
De ahí que el oficio del historiador esté marcado por cuatro princi-
pales actividades en el terreno de los derechos humanos.
14 Una rápida ejemplificación de la actividad aludida se observa en las obras referidas en estas páginas como
son las de Pérotin- Dumon, Traversa, Stabili, Groppo y Flier, Portelli, Franco y Levín, Dutrénit y Varela.
Historia y derechos humanos 129
Para concluir
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135
las identidades y la ideolog ía que fa cilitan la movili zaci ón (M elucc i, 1980; Touraine, 1985) . La segu n-
da se enfoca en los context os coy unturales que fa cilitan la movilización colectiva, la cual se consid era
un proceso que los act ores col ectivos ra cionales usan instrumentalmente para controlar los recursos
que encuent ran disponibles, y así obtener bienes colectivos o lograr inte reses comunes. Hay tres mo-
delos t eóricos en est a escuela: de la movilización empresarial, del proceso polít ico y de los marcos
(framing). Éstos son importantes pa ra este ensayo porque estud ian cóm o la ideología - que pu eden
ser los derechos humanos- med ia estratégi camente en la polít ica que hacen los movim ientos y sir-
ven para dar énfasis a ciertos aspect os de las ideas y demandas de los activi stas (McAdam, McCarthy
y Zald, 1996; Tarrow, 1992).
5 Seguros de haber trascendido el det ermi nismo mat erial del marxismo, Laclau y Mouffe ven los mo-
vimientos sociales como part e constit utiva de los discursos que ut ili zan para articularse. Esto se debe
a que los sujet os no tienen ident idades fija s, si no q ue adqui eren ta ntas identidades co mo discursos
con los que se ident ifica n. El los ll aman a esta construcci ón de ident idad "p osiciones del suj eto" (La-
clau, 200 5; Laclau y Mouffe, 200 1)
Los derechos hum anos en la sociología política contemporánea 139
socioeconómicos, como el libre comercio. Señalo que son las élites de las
organizaciones, más que las bases de los movimientos sociales, los que lo-
gran construir efectivamente posiciones subjetivas de derechos humanos.
Asimismo, encuentro que una serie de derechos humanos específicos -
al desarrollo, a la alimentación, de las mujeres- apelan más a la identifi-
cación de los sujetos que otros. La efectividad de la articulación en torno
a los derechos humanos es distinta en los diferentes casos analizados: las
negociaciones de la fallida Área de Libre Comercio de las Américas y el
Tratado de Libre Comercio entre México y la Unión Europea. El cambio
normativo a raíz de la articulación con el discurso de derechos humanos
no se evalúa en este trabajo, porque el objeto de análisis es el potencial so-
ciopolítico del discurso de derechos humanos, no su influencia en el cam-
bio normativo (Estévez, 2008a).
Sin embargo, el cambio normativo sí es el enfoque de las teorías e
investigaciones derivadas de la escuela estadounidense, especialmente las
desarrolladas en la disciplina de las relaciones internacionales. Los interna-
cionalistas han elaborado un andamiaje teórico muy sofisticado para ana-
lizar la movilización de recursos, las oportunidades políticas y los marcos
en torno a las así llamadas redes transnacionales de activistas de derechos
humanos (véase el ensayo de Anaya en este volumen). Esta corriente de
análisis examina cómo los movimientos sociales transnacionales han in-
fluido en el cambio normativo de derechos humanos a nivel nacional e
internacional. En México, hay una literatura cada vez más abundante en
esta materia, que analiza cómo los movimientos sociales han logrado que
el gobierno mexicano firme instrumentos nacionales, pero sin un cambio
sustancial interno (Anaya, 2009; Maza Calviño, 2009).
La teoría estadounidense de la acción colectiva es popular en la lite-
ratura mexicana sobre movimientos sociales, pero en el caso de los estu-
dios que abordan el rema de los derechos humanos, hay una tendencia a
subsumirlos como un elemento más del análisis de la lucha por la tran-
sición a la democracia (Garretón, 2002). Sin embargo, una excepción
interesante es el reciente estudio coordinado por Santamaría y Vecchioli
(2008), el cual retoma el marco teórico desarrollado por Dezalay y Garth
140 Ariadna Estévez López
l
V,
ésta como un proceso que los actores colectivos ra cionales o i5
a:; <D
"O ¡¡¡·
usan instrumenta lmente para controlar los recursos que se o "O
encuentran disponibles y así obtener bienes colectivos o lo- 2 o
~
grar intereses comunes. Esta corriente tiende a subsumir el redes trasnacionales de activistas SY
tema específico de los derechos humanos como un ele- n
o
:::,
mento más dentro del marco de la democratización. ro
3
"O
Fuente: elaborado por Jessica Argüe/lo Castañón. Q
o,.
:::,
ro
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...
:!::
142 Ariadna Estévez López
6 En este análisis, el constructivismo y las corrientes agrupadas en la categorfa del giro discursivo -pos-
estructuralismo y posmodernismo- son claves: 1) el constructivismo señala que la realidad no es ob-
jetiva, es una construcción social en la que el sujeto no es un elemento externo al objeto de estudio y
no puede observarlo como una entidad neutra, tiene que considerar la participación del sujeto en su
construcción; 2) el posmodernismo es una crítica a los preceptos básicos de la filosofía de la Ilustra-
ción, rechaza los conceptos de objetividad y neutralidad, y propone que el conocimiento y el sujeto
social son construcciones discursivas, y 3) el posestructuralismo se refiere a la radicalización del t raba-
jo del lingüista Ferdinand de Sassure, quien estableció que los componentes del signo - el significado
(concepto) y el significante (el nombre que describe ese concepto)- no son int rín secos a lo que ocu-
rre en el mundo real. Esto quiere decir que las cosas no tienen un significado esencial, sino que éste es
asignado a través del lenguaje, el cual funciona como un sistema relacion al en el que cada elemento
adqui ere un significado en rela ción con los otros componentes del sistema. Los teóricos posestructu-
ralistas -Ja cq ues Derrida (deconstrucción), Michel Foucault (genealogía), Jacques Laca n (teoría del
sujeto) y Julia Kristeva (intertextualidad)- vieron un enorme poten cia l analítico en la separación de lo
real y el lenguaje, para descubrir los efectos de verdad que producen los discursos modernos basados
en composiciones binarias y los sujetos sistemática mente subordinados, así como en el papel del len-
gua¡e en la construcción de la identidad.
Los derechos hum anos en la sociología polít ica contem poránea 143
7 Sobre la polémica en torno a la legalización del discurso de derechos humanos, véase el interesantí-
simo volumen de Meckled-García y Ca li (2006} _
146 Ariadna Estévez López
8 En " El retorno del ciudadano. Una revisión de la producción reciente de la teoría de la ciudadanía "
(Kymlicka y Norman, 1997), encontramos una excelente revisión de la crítica a la ciudadanía social
de Marshall.
...
V1
o
Cuadro 2. ¾
¡¡;·
Sociología política contemporánea. Papel del sujeto en la construcción Q_
::,
e,
m
Eje de investigación Características ~
ro-
<
ro
N
r
O·
u
ro
N
Enfoq ue constructivista:
- Plantea un proceso dial éctico en el que los movimiento sociales inspiran la idea de DH, y a la vez
éstos son usados por aqué ll os pa ra opo nerse al poder.
Rol histórico de lo s
:~"' - Prob lematiza el papel de los sujetos sociales en la construcción de discursos de OH al apuntar que
~
e
sujetos socia les en la "' su institucionalización, a la larga, suele volverse un obstácu lo para las nuevas luchas.
(lJ
construcción del discur- "O - No obstante, no cuestiona la vigencia y eficacia del discurso globa l de OH socialmente construido
so de DH . "'oQ_ por movimientos sociales para ag lutinar movim ientos sociales en con textos loca les diferentes.
b) Sujetos sociales ;.=
- Los OH f uncionan como validación de las luchas en dos contextos:
como objeto y sujeto
• contra de la dom inac ión de estructuras, instituciones y práct icas tradicionales
de la construcción "'
:~
~ • contra poderes externos que públicamente aseguran reconocer los OH pero en los hechos no es así.
del discurso de OH. e
"'
(lJ
"O
(Centra el interés :s
Q_
en el pape l de los E
C\J Estudios de dominación: Los representantes de este enfoque han id entifi ca do que el discurso y
sujetos en la cons- u
las prácticas del proyecto de DH contienen ciertos elementos de dominación (co ncepto de silencio,
trucción del discu rso
doctrina liberal, etc. ) que tienen por resultado fina l el desempoderam iento y excl usió n de los sujetos
de OH. )
Aspectos de domina- socia les.
"'
:~
ción y emancipación ~ Estudios de emancipación: En esta corriente se enmarca la escuela de Critica/ Legal Studies llamando
e
del discurso de OH que "' la atención sobre el potencial emancipador del discurso de los OH, al incluir nociones de j usticia que
(lJ
construye sujetos socia- "O
reconocen el sufrim ient o de las personas que coadyuva a dest ru ir concentraciones de poder político,
les desempoderados o :s
e,_
social, económico y tecnológico prof undament e injustas.
;.=
empoderados. Desde esta perspect iva, se plan tea la posibilidad de que el di sc urso de los OH ocupe la formulación
posmoderna del prin cipio de ju sticia en virtud de dos de sus caracte rísticas:
- su procl amación lingüística
- la const ru cc ión del sujeto a través del le nguaje.
Cuadro 3. ~
¡¡; ·
Sociología política contemporánea. Ciudadanía y migración a.
::,
o,
m
Eje de ~
Características m-
investigación <
11)
N
Ciudadanía laboral trasnacional: libre t ránsito a los t rabajadores sin rest ricción alguna a través del movimiento obrero r-
Propuestas que se o
organizado tran snacio nalmente. TI
11)
preocupan por el N
6
e Ciudadanía flexible: resalta el cúmul o de prácticas transnaciona les que tienen los migrantes de élite pa ra acceder a dos
reconocimiento de de-
"'E::, rechos laborales y sus
ti pos de ven tajas que ofrece la globalización económ ica : a) diferentes ben eficios globales (subsidios empresariales, bienes
.e ra íces, inscripción a las universidades del lvy League global, seguridad social para las familias; b) movil ización versátil de
derechos relacionados.
6
.e bienes empresariales, lega les y socia les que facilitan un alto grado de movilidad .
u
c) Los DH ~ Propuestas que se en - Ciudadanía trasnacional: supone la producción de identidades cu lturales y soci ales por la globalización, las cuales
O)
-o tra scienden las fronteras nacion ales, lo que exige la búsq ueda de formas de inclusión (personas e identida des) y su partí-
como el O) foca n en la in cl usión de
-o cipación ciudadana en nuevos puntos de poder (derechos po líticos en el país de origen y de destino), implementados por
med io para derechos culturales en
rep lantear el
~
::, las sociedades recepto- el Estado nación.
~
concepto de 'o ras y protección de los Ciudadanía externa: se enfoca en el ejercicio y goce de derechos que tienen los migrantes en sus países de origen , en
ciudadanía . ~ : derechos políticos en el vez de en los países que los reciben, a parti r de 3 fo rmas de incorporación: a) económica vía las remesas y los fl ujos de
-~
e
I país de origen. capita les; b) lega l (reconocer más de una ciudadanía y c) polít ica vía el voto en el extranjero.
(Exp lot a la
potenciali- ~
-o
i Ciudadanía cívica: garantiza ciertos derechos y ob ligaciones básicas que los in migrantes residentes y documentados pueden
1
adquirir gradualmente, aún sin poseer la ciudadanía naciona l (libre circulación y residenc ia; trabajo, votar y ser votado, etc) .
dad política ·§ j Propuestas qu e justifi-
Ciudadanía posnacional: sugiere el reconocimiento inmediato de los o H ejercidos de facto por los migrantes que no poseen
del discu rso ~ can la adquisición gra-
ciudadanía nacional pero participan en la comunidad política y los reclaman como OH y no solamente ciudadanos. Ello en
de OH para ~
(l)
dual o inmed iata de
virtud del debilitamiento de la soberanía nacional y la creciente importancia de los regímenes internacionales; OH que hacen
ampliar el u
e una gama de derechos
o que la ciudadanía traspase la idea de la identidad nacional y asigne derechos en función del estatus de ser humano.
concepto de u más amplia dentro del
cü Ciudadanía cosmopolita o global: parte del cosmopol it ismo que supone un modelo de polít ica g loba l en el que las
ciuda danía ) -o país de dest ino.
V,
relaciones entre los individuos t rascienden al Estado-nación, y se gobiernan por instituciones y reg ímenes legales globales
O)
e (Estado global) que distingue entre derechos ciudadan os y nacionalidad y plantea que las person as disfruten de derechos
o
·o civi les, pol íticos y sociales en más de un país.
"'
:5 r------·- -- -
E Derecho a la movilidad: la " reinterpretación contemporánea " de los artículos 13 y 14 de la OUDH (derecho de circu lación
-2
(l)
Propuestas de " post- de un país a ot ro -derecho a emigrar- y el derecho de asilo - derecho a inmig rar- a la luz de las consecuencias
e,:
ciudadanía", (mig ra- socioeconómi cas y ambiental es de la globa lización.
ción s1 11 fronteras). /us migrandi: "justificar" en un derecho positivo interna cional de DH la existenci a de un derecho a migrar, el cual rebasa
el anclaje naciona lista inherente al co ncepto de ciud adanía.
Por otro lado, la propuesta del Ius migrandi de Vitale (2006), en VCT,
de reconceptualizar la ciudadanía, justifica la existencia de un derecho a
migrar que rebasa el anclaje nacionalista inherente al concepto de ciuda-
danía, el cual permanece, aunque se cuestione y reconfigure. El trabajo de
Vitale es en gran medida una respuesta al derecho de faga propuesto por
Mezzadra (2005), quien se basa en el trabajo de Weber sobre el éxodo de
trabajadores polacos a Prusia en el siglo XJX, cuando el gobierno abrió tem-
poralmente sus fronteras debido a la falta de mano de obra. Para Mezza-
dra, hablar de derecho de fuga, y no de derechos humanos o ciudadanos,
evita las pretensiones universalistas de éstos, y caer en el reduccionismo de
la pluralidad que, en su opinión, produce el análisis multiculturalista. Lo
que interesa a Mezzadra es rescatar la subjetividad que hay en el acto de
migrar, la particularidad de las historias migratorias:
Conclusiones
9 Estos son algunos temas de las tesis que dirigí y me encuentro dirigiendo en la Maestría en Relacio-
nes Internacionales y el Doctorado en Sociología (UNAM) y la Maestría en Derechos Humanos y De-
mocracia (Flacso): los derechos humanos de los migrantes en la s estaciones migratorias mexi ca nas;
la s violaciones a los OH de los trabajadores temporales en Estados Unidos como condiciones equipa-
rables a la trata de personas; la desmovilización de las organiza ciones de derechos humanos mexi-
canas en torno a los derechos de los migrantes por el corporativismo y la delincuencia organizada,
entre otros factores; la infl uencia de los movimientos sociales en la formulación del derecho al agua;
la construcción conservadora de los derechos humanos a través del discurso internacional de secu-
ritización; la simulación detrás de la política internacional de derechos humanos en el gobierno de
Vicente Fox; la situación de la protección a los defensores de OH en México y la justificaci ón a los OH
de los consumidores.
162 Ariadna Estévez López
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Los derechos humanos en la sociología política contemporánea 165
Richard Miskolci*
3 Para una discusión histórica de las feministas en relación con la Declaración de los Derechos del Hom-
bre y el Ciudadano, véase también Scott (2002).
Feminismo y derechos humanos 173
el individuo universal que ejercía los derechos políticos del "hombre" era al mis-
mo tiempo abstracto y concreto; su diferencia en relación a la mujer (en térmi-
nos de deseo o función reproductiva) aseguraba que su condición genérica de
hombre constituyera los límites mismos de su individualidad. La individuali-
dad no era solamente una prerrogativa masculina; era definida también en tér-
minos de raza (Scott, 2002: 37).
4 La elección del término " humano ", en lugar del término " hombre ", se debió a la participación de las
mujeres que formaban parte de la comis ión que redactó el documento, especialmente una represen-
Femin ismo y derechos humanos 177
tante de América Latina y otra de India. Se dice que hubo que co nvencer a Eleonor Roosevelt de la
pertin enci a del cuid ado del lenguaje como ve hículo import ante de dif erencial polít ico.
178 Richard Miskolci
5 Rubín, en el artículo citado, ya señalaba cómo las teorías de las ciencias humanas y psicológicas se ba-
saban en el presupuesto cuestionable de la heterosexualidad como algo dado naturalmente.
6 Desde la perspectiva de una historia de la ciencia basada en el feminismo y la obra de Michel Foucault,
el investigador estadounidense Thomas Laqueur esboza la presunta invención de la diferencia incon-
mensurable entre hombres y mujeres, en Inventando el sexo (2001 ). En esta obra, Laqueur expone
cómo antes de la inflexión igualitarista que marcó el siglo xv111, un imperativo político jerárquico y re-
accionario impulsó el desarrollo de las teorías científicas, especialmente médico-anatómicas y psicoa-
nalíticas, que crearon una visión hegemónica de la supuesta superioridad masculina.
Feminismo y derechos humanos 179
del feminismo debía ser ampliado para incluir diferencias de otro orden,
en especial en lo que se refiere a las sexualidades disidentes.7
La discusión de Butler se inserta en un marco más amplio, que tam-
bién incluye el tema de las entonces denominadas minorías étnico-raciales
y religiosas dentro de las naciones europeas y norteamericanas. En con-
junto, ellos trajeron a la esfera pública nuevas discusiones sobre derechos
que imponían el reto de considerar las políticas de identidad dentro de la
tradición universalista de Occidente.
El desafío de insertar la singularidad cultural dentro de las políticas
universalistas motivó la reflexión del filósofo Charles T aylor, sintetiza-
da en su influyente artículo La política del reconocimiento (1990). Taylor
parte del carácter dialógico de la vida como resultado de la socialización,
y se apoya en George Herbert Mead para mostrar cómo la identidad
siempre se construye dialógicamente con otros a los que consideramos
importantes (significant others). De esta forma, su argumento central co-
necta la construcción relacional de las identidades con la reflexión polí-
tica de que éstas demandan reconocimiento en sociedades democráticas
no jerárquicas. Si bien las identidades siempre se construyen en un diá-
logo en la vida social, esto no suele ocurrir en un contexto igualitario, de
allí que la demanda por el reconocimiento venga de los subordinados,
de aquellos que saben que el opuesto del reconocimiento es una ima-
gen despectiva o estereotípica.
T aylor explica cómo la búsqueda por el reconocimiento es el produc-
to histórico del colapso de las jerarquías sociales basadas en el honor, como
las que fundaron el Antiguo Régimen, y el surgimiento de la noción con-
temporánea de dignidad. Es este cambio el que establece las bases de lo que
occidente entiende como universalismo, y que debería tener como objeti-
7 La revisión del concepto de género se ha profundizado y sobrepasado La bióloga femini sta Donna
Haraw ay, por ejemplo, confirma el potencial desnaturalizante del concepto, ya que contribuye a his-
torizar otras categorías, como cuerpo, raza, biología e incluso naturaleza. Para ser más preci so, la
propuesta de Haraway es un refinami ento del concepto de género a través de su sustitución co n el
concepto de "aparato de producción co rporal" (apparatus of bodily production). Para una discusión
más profunda sobre el tema, véase Piscitelli (1997).
180 Richard Miskolci
el clóset no sólo atañe a las personas que se relacionan con otras del mismo
sexo, sino que es el medio de regulación que garantiza privilegios a las per-
sonas que se relacionan con otras del sexo opuesto y mantiene un orden
heterosexual con sus instituciones (como el matrimonio y la familia tradi-
cionales) y sus valores (como la asimetría entre los géneros). En resumen, el
clóset no sólo se refiere quienes viven sus vidas amorosas en secreto, sino
también a los que gozan el privilegio de vivirlas abiertamente.
Respecto de la matriz heterosexual, Butler analiza cómo hay una
prescripción social que asocia de forma lineal (y obligatoria) sexo, géne-
ro, deseo y prácticas, de tal manera que -por ejemplo- alguien con
pene sea obligado a ser masculino en vivencias y expectativas, y se le in-
centive a expresar deseo por las personas del sexo-género "opuestos" y a
desarrollar prácticas sexuales "activas". No hay nada de natural en esta
matriz y, en la práctica, esta linealidad o "coherencia" es a menudo inte-
rrumpida por un número incalculable de personas que, de diversas ma-
neras, viven en conflicto con el orden sexual vigente.
Además de ser innovadora en el análisis del poder en la esfera de la
sexualidad y el género, la teoría queer se volvió visible por su posición
crítica frente a los movimientos sociales guiados por las políticas de
identidad -como los movimientos feministas, gays y lésbicos tradicio-
nales-, y frente a los estudios sociológicos sobre minorías sexuales, los
cuales tendían -a pesar de su aparente compromiso con los margina-
dos- a reiterar la visión común de la heterosexualidad como algo natural
y universal. En resumen, la teoría queer reemplazó la lucha por el recono-
cimiento de las identidades con una crítica de las normas y los aparatos
que las crean y mantienen a través de mecanismos obligatorios. La elec-
ción de un insulto (queer), 8 que denota anormalidad y desvío, hace explí-
8 En sus orígenes, la palabra queer en inglés se utilizaba para referirse a algo que es "raro". Luego
se empezó a usar como un insulto fuerte y violento que implica que alguien se encuentra fuera de la
"normalidad" sexual. Un equivalente en español mexicano sería, para hombres, joto, y para mujeres,
marimacho. Al ser retomado por el movimiento gay, se hizo una apropiación del término negativo
buscando su resignificación positiva para nombrar una corriente teórica que propone analizar crítica-
mente las normas sociales bajo una perspectiva no asimilacionista.
182 Richard M iskolci
9 Según Rogé ri o Di niz Junqueira, la homofobia es una noción po li sém ica y abi erta qJe adqu iere di-
f erent es signifi cados en la esf era de la psicolog ía, la unive rsidad o los movimientos soci aies. Su uso
co mún suele exp resa r una reacción social vio lenta a formas de inco nform idad de género, o sea, vio-
lenci a simbólica o fís ica contra person as que desafían las visiones trad icion ales sobre lo mascu lino y
lo femenin o. De allí que sea n más comunes las ag res iones contra travestís, tran sexua les, gays "afe-
m inad os " y lesbianas "m asc ulini zad as", q ue contra gays y lesbianas que se adhi eren a una estética
hegemó ni ca y conformista.
Feminismo y derechos humanos 183
10 Nota de la traductora: aperr;u se utiliza en discusiones de teoría crítica para referirse a un resumen
esquemático de los principales puntos de un argumento o una teoría.
11 Para un análisis más detallado de la Teoría Queer y su relación con las ciencias sociales, véase Mis-
kolci (2009).
12 Judith Butler resalta que ambas, la Nueva Política de Género y la Teoría Queer, se insertan en la historia
del feminismo y que es peligroso entenderlas como una superación de éste, pues diversas vertientes
siempre conviven dentro de él: "sería un error suscribir una noción progresiva de la historia por la cual
se entiende que diferentes marcos van sucediéndose y suplantando unos a otros. No se puede narrar
una historia sobre como uno se desplaza del feminismo al queer y al trans" (2006: 17).
184 Richard Miskolci
Butler señala que más allá de esta escala de humanidad que constru-
ye lo que es menos humano, algunas veces construye a quienes tampoco
son reconocidos en su humanidad. De allí que haya una gradación en
la que la "raza" modula categorías de ciudadanía, pero la sexualidad no
normativa coloca a muchos incluso fuera de la esfera de reconocimien-
to, o sea, los relega a la no humanidad. Esta reflexión matizada sobre el
reconocimiento, se convierte en un proceso de "rehacer al ser humano"
(Butler, 2006: 17) en el que se imaginan condiciones más incluyentes
que conserven la vida que se resiste a los modelos de asimilación.
De esta forma, las reflexiones queer proponen una alternativa y un
desafío al discurso de los derechos humanos: la revisión de sus bases en
vez de la retórica hegemónica sobre su necesaria expansión en los tér-
minos existentes. Con frecuencia, los defensores de la mera expansión de
los derechos humanos son aquellos que, históricamente, han tenido su
humanidad y derechos garantizados por un origen occidental, blanco y
heterosexual; y, muy posiblemente, a los que se busca extender estos de-
rechos fueron construidos, dentro de los mismos procesos históricos y
sociales, como sus Otros, no occidentales, no blancos, no heterosexua-
les, en suma, menos humanos. Al situar el debate en la perspectiva que
defiende sólo la extensión de derechos, lo que se busca es expandir la
concepción actual de humanidad, en vez de nivelar las diferencias den-
tro de la fórmula universalista que define al Occidente blanco, masculi-
no, heterosexual y cristiano como la propia medida de lo humano.
En este sentido, es saludable la reflexión de Marcia Ochoa (2004)
sobre una nueva forma de ciudadanía construida a partir de un posicio-
namiento local y no normativo en las discusiones sobre globalización,
que tienden a reforzar patrones sociales hegemónicos. La teórica queer
cuestiona el ideal de ciudadanía diseñado a partir de un modelo liberal-
burgués porque, en la búsqueda de la igualdad, tiende a disciplinar y
cohibir las diferencias. La ciudadanía orientada por ese modelo de indi-
viduo ajustado a las normas sociales tiende a ser disciplinadora y, en un
contexto de extrema desigualdad como el latinoamericano, crea lo que
ella denomina la ciudadanía perversa.
186 Richard Miskolci
Hay dos tipos de igualdad: una en la que yo soy igual a ti, la otra en la
que tú eres igual a mí. Desde una posición de abyección, o de absoluto re-
chazo social, esta diferencia implica estrategias diferentes -si yo soy igual
a ti, yo me conformo a tu estética para hacerme sujeto de derechos; si tú
eres igual a mí, y yo soy una persona rechazada en la sociedad, entonces tú
también, en el momento que me equivalgo contigo, te ensucias (Ochoa,
2004: 246).
Conclusiones
12 Sobre la estrategia del escándalo y otras características de las travestís brasileñas véase el iluminador
y novedoso libro de Larissa Pelúcio (2009).
Feminismo y derechos humanos 187
13 A l contrario de lo expuesto sobre la relación entre fem inismo y derechos humanos, la crítica a est e
último como la imposición de una perspectiva occidental como patrón universa li za nte ha sido puesta
en jaque por nuevas investi gaciones históri cas . Éstas muestran có mo, en la propia confecció n de la
Decl aración Universa l de los Derechos Humanos, fu eron fundam enta les la s cont ribuciones latinoame-
ri ca nas y no occidentales (Carozza, 2003; Glendon, 2003). Est o permite repensar la crítica a los dere-
chos humanos como un discurso inheren t emente imperialista y a discernir su poten cial porosidad en
las discusiones sobre diferenciaci ón y exclusión.
188 Richard Miskolci
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190 Richard Miskolci
Rachel Sieder*
1 En América l atina, por supuesto, los primeros antropólogos legos fueron los misioneros católicos.
2 Los usos y abusos del conocimiento antropológico siguen siendo tema de mucho debate y preocu-
pación en el gremio antropológico; por e¡emplo, las controversias sobre el papel de los antropólogos
en lrak o Afganistán (González, 2007).
194 Rache! Sieder
rea del antropólogo era estudiar los conceptos, normas, prácticas e insti-
tuciones -como el parentesco, la familia, el ordenamiento de propiedad,
etc.- que regían a las sociedades de los "otros culturales" y así de descifrar
las lógicas culturales internas que supuestamente aseguraba el buen fun-
cionamiento de sus relaciones sociales, económicas y políticas. D entro del
marco estructural-funcionalista, el derecho consuetudinario era entendido
como un mecanismo homeostático para manejar conflictos, y mantener
la armonía y el orden. Esta era una perspectiva esencialmente conservado-
ra que tendía a romantizar a las sociedades "tribales", que solían ser vistas
como intrínsecamente armoniosas. No se analizaban los conflictos de po-
der que existían dentro de estos supuestos "sistemas culturales", como, por
ejemplo, entre castas y generaciones, o conflictos de género, y se concebía
a estas sociedades como esencialmente estáticas.
El funcionalismo estructural fue, en esencia, un análisis a-histórico.
Se concebía a los órdenes legales "tradicionales" de los "otros culturales"
como sistemas cerrados y holísticos, casi fuera del tiempo. Tal y como se-
ñala Laura Nader (1990: xvii) los primeros antropólogos jurídicos "exa-
minaron a las comunidades [y sus órdenes legales] como microcosmos
de actividad social interconectada como que si fueran autónomas y des-
conectadas de las redes globales". El contexto histórico y estructural del
colonialismo dentro del que operaba el derecho consuetudinario de los
pueblos, rara v~ fue mencionado como un elemento que afectaba estas
formas de derecho.
Además, la mayoría de los primeros antropólogos jurídicos tendían
a apoyarse - explícita o implícitamente- en las concepciones occiden-
tales cuando analizaban otros tipos de derecho (de hecho, esta es una
tendencia que sigue pesando en la antropología jurídica). 3 El trabajo an-
4 Muchos de los primeros y más distinguidos antropólogos. como Maine, Morgan y Tylor. eran aboga-
dos (Chenaut y Sierra, 2002).
196 Rache! Sieder
5 Esta linea de interpretación se encuentra en el trabajo de Laura Nader (1990) sobre Oaxaca, en el que
la autora enfatiza la existencia de una "ideología armónica" por parte de los aldeanos de Talea, que
les permite mantener cierta autonomía frente al derecho estatal.
6 En la colección de ensayos sobre el derecho consuetudinario indígena editados por Rodolfo Stavenha-
gen y Diego ltu rralde (1990), casi todos los contribuyentes están de acuerdo en que el derecho con-
suetudinario es más consistente en las comur.idades que han podido contraponer una larga tradición
cultural a un prolongado estado de subordinación.
La antropología frente a los derechos huma nos y los derechos indígenas 197
decisiones y otras fuerzas emanadas del mundo más grande que lo ro-
dea" (1978: 55). El anterior concepto conduce a la idea de que no existe
un monopolio estatal a priori sobre la producción de normas y prácticas
legales, y también sugiere que los grupos subordinados pueden desarro-
llar mecanismos alternativos. Tal como señala Sally Merry, "el sistema
legal exterior penetra el campo social, pero no siempre lo domina; hay
espacios para la resistencia y la auconomía" (1988: 878).
En su trabajo etnohistórico sobre el derecho consuetudinario y
el colonialismo en Tanzania, Moore (1986) demuestra la naturale-
za dinámica y la creación constante de las costumbres, al igual que
la manera en que el "derecho consuetudinario" fue una elaboración
propia del contexco colonial. También evidencia cómo las costum-
bres son permanentemente disputadas y negociadas por el poder
dentro de las mismas comunidades. La resistencia, entonces, ocu-
rre en muchos niveles distintos y registros: no podemos reducirlo
a "pueblos indígenas" contra "Estado". Como señalan Chenauc y
Sierra: "Las relaciones de oposición y resistencia dan forma y se en-
cuentran moldeadas por jerarquías de género, clase, raza, ecnicidad
y religión, lo que significa la multidireccionalidad de los poderes"
(2002: 150-1 5 1).
Hoy en día, las concepciones sobre el pluralismo legal son muy
distintas a las de hace cincuenta años, cuando el enfoque principal se
centraba en la relación entre el derecho indígena y el estatal en las so-
ciedades coloniales y postcoloniales. 7 Como ha señalado Chris Fuller
(1994: 10) el enfoque de Merry en la interacción entre el derecho es-
tatal y el no-estatal, o más precisamente "la relación dialéctica, mutua-
mente constitutiva entre el derecho estatal y otros órdenes normativos"
7 Algunas de estas antiguas monografías se han utilizado para nuevas interpretaciones, por ejemplo, el
trabajo de Sally Falk Moore sobre los chagga de Tanzania (1986), o el de Francis Synder sobre Senegal
(1981 ). Ambos demuest ran la forma en la que el " derecho consuetudinario" fue, en grado conside-
rable, un producto histórico del colonialismo. La importancia de este tipo de trabajo es la manera en
que se demuestra la naturaleza fabricada del llamado " derecho tradicional".
198 Rachel Sieder
Cuadro 1.
Tendencias metodológico-teóricas principales en el desarrollo de la antropología jurídica
van mucho más allá de «la comunidad" o de "lo local" :8 ahora la etno-
grafía multisiruada y transnacional es una tendencia marcada en la dis-
ciplina (Marcus, 2001; Besserer, 2007). Este tipo de emografías revelan
las múltiples y complejas maneras en que los derechos humanos u otras
ideologías globales se transmiten y transforman a través de redes reales
y virtuales de individuos, organizaciones e instituciones, por un lado, y
a través de los imaginarios éticos y morales de los actores sociales, por
otro. Los nuevos esmdios de antropología legal analizan los encuentros
complejos y poco previsibles entre las normas legales internacionales, las
agendas nacionales, y las prioridades y prácticas locales. Por ejemplo, el
trabajo pionero de Sally E. Merry ha analizado cómo las normas inter-
nacionales de derechos humanos sobre los derechos de las mujeres a vivir
una vida sin violencia, son entendidas, apropiadas y problematizadas en
distintos lugares del mundo. A través de la investigación etnográfica
en distintos contextos, Merry insiste en la importancia de las culturas
locales, aunque rechaza cualquier inferencia de que éstas sean cerradas o
inmutables. Más bien apunta a la complejidad de la relación entre el ré-
gimen internacional de derechos humanos y lo local (Merry, 2006). Una
colección reciente, editada por Rosalind Shaw y otros, presenta una serie
de estudios etnográficos que analizan de forma crítica la manera en que
ciertas técnicas e instrumentos de la "justicia transicional", promovidas
por agentes transnacionales --como las comisiones de verdad, las repa-
raciones, o juicios por crímenes de guerra- son entendidas y vividas por
actores sociales en diferentes contextos. D emuestran cómo las respuestas
locales a las técnicas de justicia transicional desestabilizan los supuestos de
que estas intervenciones lograrán la reconciliación y la paz, apuntando así
a la brecha entre las normas internacionales y las prioridades de los so-
brevivientes de abusos masivos de derechos humanos (Shaw et al., 2010;
Wilson, 2001; Ross, 2003, estos dos últimos sobre la Comisión de la
Verdad en Sudáfrica). Y en su investigación etnográfica multisituada,
8 Para una crítica sugerente del uso de la dicot omia " g:obal/local " en la conceptualización y estudio de
los derechos humanos, véase Goodale (2007).
200 Rache! Sieder
9
La respuesta de la AAA a la Declaración Universal ha sido ampliamente discutida en la literatura ant ro-
pológica (Messer, 1996; de la Peña, 2007; Goodale, 2006, 2009; Wilson, 1997).
La antropología frente a los derechos humanos y los derechos indígenas 201
11 Para un claro ejemplo del uso del caso de Eufrosina para condenar las políticas multiculturales en ge-
neral, véase el artícu lo de José Antonio Aguilar Rivera, "El fracaso mult icultural de Oaxaca", Nexos, 2 ,
La antropología frente a los derechos humanos y los derechos indígenas 205
14 En esta línea véase también los t rabajos del abogado y f ilósofo sudanés Abdullahi An Na'im (1992) y
del abogado hindú Upendra Baxi (2002).
La antropología frente a los derechos humanos y los derechos indígenas 207
19 Pa ra un resum en de los debates sobre etnia y clase de los años setenta y ochenta en la ant ropología
mexicana, véase Valdivia (1992).
20 La bibliografía sobre los sistemas de cargos es extenso. Para un resumen reciente sobre éstos en el
Estado de M éxico, véase Korsbaek y Cámara (2009).
La antropología frente a los derechos humanos y los derechos indígenas 209
21 En 1987, Rodolfo Stavenhagen reunió un grupo de antropólogos mexicanos para el estudio del
" derecho indígena", incluyendo a María Teresa Sierra, Vict oria Chenaut, Teresa Valdivia, Fran~ois
Lartigue, Diego lturralde, Magdalena Gómez, Claudia Olvera y Ari Rajsbaum, ent re otros (Kors-
baek, 2002: 54).
21 O Rache! Sieder
22
La bibliografía sobre la autonomía de los pueblo~ indígenas en México es extensa, y por razones de
espacio no se detallan aquí. Los siguientes son algunos autores que se pueden consultar: López Bar-
cenas, Gilberto López y Rivas, Díaz Polanco, Consuelo Sánchez.
23 Los antropólogos en México han estado comprometidos con las luchas indígenas y populares des-
de los años sesenta -en este sentido, la "antropología comprometida" o "activista " tiene una larga
y fuerte tradición-. Sin embargo, en los noventa, ésta se suma a una preocupación teórica y meto-
dológica en la antropología mundial por "descolonizar" la disciplina.
La antropología frente a los derechos humanos y los derechos indígenas 211
Conclusiones
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221
Daniel Vázquez*
* Profesor-investigador de la Flacso México. Correo electrón ico: < lvazquez@f lacso.edu. mx> y
<espirituabsoluto@yahoo.com.mx>.
Este documento se presentó, para su discusión, en el Seminario de A nálisis Multidisciplinario de De-
rechos Humanos que se reúne en el c1sAN-UNAM, y en el Seminario Thomas Hobbes, con sede en el
ITAM. Agradezco todas las observaciones de los colegas que mes con mes se dan un t iempo para leer
y comentar estos trabajos en versión de borrador.
222 Daniel Vázquez
2 Para analizar otro enfoque de los estudios de derechos humanos desde la cier.cia po:ít1ca véase e: ca-
pítulo escrito por José Luis Velasco en este libro. Asimismo, la obra de Todd Landman (2002; 2005) es
útil para un rápido recorrido por la ciencia política, en especial por los estudios comparados.
3 La ruta contraria, que no es nuestro objetivo, sería observar cómo se considera a la democracia desde
los OH (desde los movimientos de DH, el derecho internacional de los DH, las instituciones internacio-
nales de DH, etc.), en qué se piensa en estos espacios y a partir de esta construcción teórica cuando
se habla de democracia . Un texto que avanza en este sentido es el de Caneado, 1994.
Los derechos humanos y la teoría y estudios empíricos sobre la democracia 223
4 Vale la pena comentar que hubo un interesante debate sobre este punto en el Seminario de Análi-
sis Multidisciplinario de Derechos Humanos. La polémica se centraba en discutir si la historia y de-
sarrollo del liberalismo político podía ser contemplada como la historia y desarrollo de los DH, lo que
nos llevaría a afirmar que éstos le han importado a la teoría polít ica desde el siglo xv11, y a la t eoría
de la democracia desde su conjunción con el liberalismo; o si el liberal ismo político era sólo una más
de las fuentes de las que abrevó la construcción de los DH y éstos son una construcción mucho más
contemporánea, que apa rece recién en la segunda mitad del siglo xx. En otras palabras, sí se puede
incorporar la historia del derecho en general, y la historia del liberalismo político en particular, a la
historia de los DH .
224 Daniel Vázquez
5 El rey somete al Concilio Común, integrado por la nobleza y los altos eclesiásticos, la posibilidad de au-
mentar o establecer nuevos impuestos; se descentraliza la justicia; condena las multas y castigos impues-
t os en transgresión a la ley; el monarca se compromete a consultar sistemáticamente al Concilio Común
para tomar decisiones que involucren a todo el reino; otorga un f uero especial a los condes y barones; se
establece la obligación de presentar t estigos frente a un cargo penal; se limitan los tiempos de detención
y presentación ante los jueces; se cancela la posibilidad de comprar la Justicia; se establece la proporcio-
nalidad de la pena y se excluyen de la misma las mercancías de los mercaderes y las pertenencias perso-
nales de los villanos; se establecen una serie de protecciones especiales para las viudas y los menores de
edad; se prohíbe a los nobles disponer de los bienes personales de sus vasallos, y se prohibe a los oficiales
tomar caballos y carros de los súbditos, excepto en tiempos de guerra (González, 2002: 35).
6 Ante el sistemático aumento de impuestos de Carlos I para solventar los gastos de la corte y las gue-
rras contra Francia y España (acompar1ados de penas a quien no los pagase y de encarcelamiento
para los jueces que se negaran a sentenciar a los súbditos deudores), y la negativa del parlamento
a otorgar dichos aumentos, el rey decide echar a andar su política impositiva sin el visto bueno del
parlamento. Ante ello, Edward Cake, miembro de la Cámara de los Comunes, preparó la Petition of
Rights que se aprobó tanto por los comunes como por los lores. En este documento se recuperan,
con un mayor andamiaje, t odas las garantías establecidas trescientos años atrás.
7 Se establecen las siguientes garantías: la libre elección de los miembros del parlamentos, los parla-
mentarios tienen libertad de expresión dentro y fuera del parlamento, el rey no puede suspender una
ley que haya sido votada por el parlamento, el rey no puede crear ejércitos propios, el rey no puede
levantar impuestos por su cuenta, se garantizan la proporcionalidad de los cast igos en los juicios y la
obligación de dar a conocer los nombres de los miembros de jurados.
Los derechos humanos y la teoría y estudios empíricos sobre la democracia 225
8 La determinación de los bienes primarios dependerá de quién elabore la teoría. Por ejemplo, para Hobbes
la vida; para Locke la libertad, la propiedad y la vida; para Rousseau la libertad civil y la igualdad política y
económica. Esta discusión se convertirá posteriormente en las distintas formas de pensar la libertad (po-
sit iva o negativa) y la igualdad (moral, polftica, ante la ley, en capacidades o en resultados). Estos bienes
primarios se t ransformarán después en los derechos morales subjetivos constitutivos de los OH.
9 Hay que distinguir la libertad negativa liberal de la republicana . La primera busca evitar la interferen-
cia, la segunda la dominación (no ser sometido involuntariamente a la voluntad de otro). Esto tiene
226 Daniel Vázquez
consecuencias importantes, por ejemplo, en el liberalismo los individuos toman decisiones a partir de
sus preferencias, con un interés egoísta, en el republicanismo las decisiones provienen de un proceso
de juicio orientado a un bien común; en consecuencia, para los liberales la ley es un mal necesario, en
cambio, para los republicanos, es un instrumento que les permite garantizar la libertad.
Los derechos humanos y la teoría y estudios empíricos sobre la democracia 227
que sostiene la exigibilidad de los DH. Sólo a partir de una libertad po-
sitiva y una igualdad que visibilice las desigualdades concretas y las di-
ferencias, se puede permitir que una persona decida efectivamente qué
es la vida buena y modifique su entorno rumbo a ella -que sea un ente
capaz de autodeterminarse.
La idea de autodeterminación también está vinculada a otros tres
conceptos: la racionalidad, la autorrealización y la autonomía. La racio-
nalidad conlleva la autoconsciencia de existencia de la persona. A partir
de esa conciencia, el individuo es capaz de elegir su propio camino, es de-
cir, no está predeterminado ni natural ni teológicamente. Además, puede
perfeccionarse conforme decide la serie de pasos que lo llevarán a la vida
buena. Finalmente, el ser humano es autónomo porque genera una au-
tolegislación moral y define qué actos lo constriñen (Rojas, 2009). Con
esta idea de dignidad humana, el individuo se adscribe con una superio-
ridad moral frente al resto de las cosas y animales que están a su alrede-
dor. De aquí que cobre sentido una de las máximas kantianas: ningún
hombre puede ser visto como un medio para alcanzar un objetivo, cada
uno es un fin en sí mismo (Rojas, 2009). El elemento que se encuentra
en el centro de los DH es justamente esta dignidad humana, todo el con-
junto de derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, no
tiene valor en cuanto a derechos, cuenta sólo con un valor instrumental
tan pronto auxilia a la concreción de esa vida digna.
Los DH se han desarrollado paralelamente a la conformación de esta
ideologfa,10 el objetivo final de éstos es la vida digna, por lo que una de
sus metas es la limitación del poder político (estatal o privado), rumbo a
la concreción de lo que para cada individuo es una vida digna. La liber-
tad positiva y negativa, la igualdad moral, política, jurídica y de capa-
cidades, de oportunidades y material de las personas, son los elementos
°
1 Cabe subrayar de nuevo la discusión que se sostuvo en el Seminario de Análisis Multidisciplinario de
Derechos Humanos, ¿los derechos humanos se han desarrollado paralelamente a la conformación
de esta ideología liberal o son esta ideología liberal? ¿La historia del derecho - la discusión de lo Jus-
to- es la historia de los derechos humanos?
228 Daniel Vázquez
11 Esto parece normal si tomamos en cuenta que la pobreza implica la privación de múltiples elementos,
de varios derechos que, en su conjunto, limitan la capacidad de autodeterminación del sujeto, la po-
sibilidad de ejercer potestad. Es importante dejar claro que esta capacidad de autodeterminación de-
pende de elementos económicos, pero también de f actores culturales, sociales y políticos. Por ende,
las limitaciones a la autodeterminación no son sólo económicas, también hay múltiples privaciones
que se estructu ran a partir de elementos culturales, sociales y políticos; la f alta de autodeterminación,
de potestad del sujeto, es multicausal, no hay una explicación única ni, por ende, una salida sencilla.
Sobre esta relación son útiles Grave (2006) y OACNUDH (2004).
Los derechos humanos y la teoría y estudios empíricos sobre la democracia 229
Cuadro 1.
Teorías de la democracia por modelo
- - -
Representativa o elitista
- - -
--~-------
1
-----------
12 Debo señalar que el cuadro es solamente ilustrativo, busco poner algunos ejemplos, pero de ninguna
manera pretendo sintetizar el debate entre los diversos modelos de democracia.
230 Daniel Vázquez
13 A partir de la publicación del texto de Arend Lijphart, Modelos de democracia. Formas de gobierno
y resultados en treinta y seis países, se comenzaron a confundir los modelos de democracia con la
institucionalización de la misma. Esto se debe a un error de traducción, el texto en inglés se llama
Patterns of Democracy que significa patrones de democracia y no modelos de democracia. En dicho
texto Lijphart utiliza nueve variables: sistemas de partidos, formas de gobierno, sistemas electora-
les, estructuración social (pluralismo vs corporativismo), tipo de república (federal o unitaria), t ipo
de organización del Poder Legislativo, tipo de organización del poder ejecutivo, tipo de organiza-
ción constitucional y t ipos de bancos centrales. Pues bien, todas estas variantes pueden observarse
desde una sola perspectiva de democracia: el procedimental-representativo; o en un solo modelo: el
elitista-tecnocrát ico.
Los derechos humanos y la teoría y estudios empíricos sobre la democracia 231
En cuanto a la igualdad, no debe encenderse por tal el que los grados de po-
der y de riqueza sean absolutamente los mismos, sino que el primero esté al
abrigo de toda violencia y que no se ejerza jamás sino en virtud del rango y
acuerdo con las leyes; y en cuanto a la riqueza, que ningún ciudadano sea su-
ficientemente opulento para poder comprar a otro, ni ninguno bastante po-
bre para ser obligado a venderse (Rousseau, 1762: 28).
ra que rehúse obedecer a la voluntad general, será obligado a ello por todo
el cuerpo; lo cual no significa otra cosa sino que se le obligará a ser libre...
(Rousseau, 1992: 11-17).
Cuadro 2.
Los DH en los modelos procedimentales y sustanciales
1) Puede ser que la participación se limite a la emisión del voto cada de-
terminado tiempo, sin que exista ningún otro acto esperado por el
ciudadano. En este caso, la democracia se parece más a la idea de mé-
todo democrático, donde el pueblo elige a quienes lo gobiernan, pero
no gobierna.
238 Daniel Vázquez
14 Esta perspectiva es hábilmente defendida en un documento clave de John Stuart Mili, Sobre la liber-
tad. En este ensayo, la defensa de la libertad no sólo se relaciona con la acción gubernamental, sino
especialmente con la estructuración social -la tiranía de las opiniones y de las pasiones dominan-
tes-, que inhibe la capacidad de in novación humana. "El hombre que permite al mundo, o al menos
a su mundo, eleg ir por él su plan de vida, no tiene más necesidad que la facultad de imitación de los
simios. Pero aquel que lo escoge por sí mismo, pone en juego todas sus facultades. Debe emplear la
observación para ver, el raciocinio y el juicio para prever, la actividad para reunir los element os de
la decisión, el discernimiento para decidir, y, una vez que se haya decidido, la firmeza y el dominio
de sí mismo para mantenerse en su ya deliberada decisión" (Mili, 1977).
240 Daniel Vázquez
15 Por "políticos profesionales" entendemos la generación de personas que se dedican de tiempo com-
pleto a la poi ítica, independientemente de sus características, habilidades y capacidades individuales
y como grupo.
Los derechos humanos y la teoría y estudios empíricos sobre la democracia 241
16 Se trataba de las cabezas de familia (sui iuris) a cuyo cargo se encontraban las mujeres, los hijos y los
esclavos (alieni iuris) y que eran nacionales de Atenas (se excluía a los migrantes y extranjeros). Esto
tenía dos impactos importantes: el "pueblo" se reducía a un pequeño porcentaje de tomadores de
decisiones vinculantes para el resto, es decir, los que decidian eran aq uellos que, en una sociedad es-
clavista, podían dedicar t iempo a lo público; por esta razón, los temas que ingresaban a la agenda
sallan ser unos pocos {impuestos y guerra).
17 Este hecho se hace evidente tanto en la socialdemocracia corno en los movimientos de género. En el
primer caso, a i inales del siglo x1x y principios del xx la socialdemocracia todavía tenía por objetivo erra-
dicar al capitalismo e instaurar el socialismo mediante la democracia y no a través de la revolución, in-
crementando los temas de la agenda pública (Przeworski, 1988). Incluso durante la conformación del
Estado benefactor -entre 1950 y 1970- hubo un importante incremento de las funciones estatales y
de la agenda pública (Tilly, 1992). En cuanto a las disputas por la inclusión de la mujer en el derecho al
voto. Lo anterior también tuvo como punto de partida la incorporación de temas en la agenda pública
que antes eran considerados estrictamente como pertenecientes a la esfera privada, donde el Estado
no debía intervenir: todo lo relacionado con la vida conyugal y el cuidado de los hijos. De aquí que se
hiciera famosa una frase del movimiento de género; " lo íntimo también es político".
242 Daniel Vázquez
No puedo cerrar esta sección sin dedicar unos breves párrafos al mo-
delo deliberativo de democracia. Lo hago aparte no porque este modelo
no pueda ser ubicado en el "mapa" propuesto líneas arriba, sino debido
a que en la democracia deliberativa las categorías de ordenación se en-
trecruzan, dependiendo de los autores que se retomen.
Como ya expliqué, cada modelo de democracia comparte elemen-
tos con otros, los modelos sirven para identificar dónde están los énfa-
sis. En el criterio procedimental-representativo, el énfasis se centra en
el respeto al procedimiento, la división política del trabajo, la igualdad
moral y política y la libertad negativa. En cambio, en el modelo sustan-
cial-representativo, aunque estos elementos son importantes, el énfasis
está en las capacidades que permiten que un individuo sea, efectiva-
mente, transformado en agente capaz de concretar lo que considere la
vida buena. En el modelo constitucional también son importantes los
procedimientos y demás valores, pero el elemento central es el respeto
a los principios constitucionales que conforman un Estado y que ma-
terializan a los DH. La democracia deliberativa es una reacción contra
los excesos de los modelos representativos, incluso contra aquellos que
implican "todo para el pueblo pero sin el pueblo", como sería el mo-
delo constitucional.
Comencemos diferenciando el modelo deliberativo del partici-
pativo. Mientras que lo que importa en el segundo es la participa-
ción directa del ciudadano en la toma de decisiones como proceso
formativo y mayor salvaguarda de sus intereses, el modelo delibe-
rativo pone la lupa en otra cosa: las condiciones en las que se debe
desarrollar la deliberación. De esta forma, puede haber procesos par-
244 Daniel Vázquez
Cuadro 3.
La democracia deliberativa y los modelos democráticos
----- ·-··-,·-··,.-. - - - - · - · ··- · · - - - - - - - - - - - - - - - - -
Representativa Participativa
·-·-·-- ··- ·---- . ·-. · · - - - - - ----
[=~;~"·'
Deliberan los parlamentos atendiendo a Deliberan los ciudadanos atendiendo a [
principios procedimentales que rigen los pr incipios procedimentales que rigen los actos 1
Los estudios empíricos sobre democracia han optado por utilizar las
herramientas estadísticas y comparativas como métodos esenciales en
la comprobación del conocimiento científico. Hay ciertas tenden-
cias en los estudios de la ciencia política, en especial en los de política
246 Daniel Vázquez
18
En buena parte, esto se debe a que en Estados Unidos los DESCA no son considerados derechos fun-
dament ales y no tienen el rango de derechos constit ucionales, tal como lo ha hecho notar la Corte
Suprema de ese pals en múltiples sentencias. Además. se hace evidente la ausencia de indicadores
que permitan construir índices que tomen en consideración todos los OH.
Los derechos humanos y la teoría y estudios empíricos sobre la democracia 247
tenido un fuerte énfasis moral y legal que es rechazado por las tenden-
cias realistas y objetivistas de la ciencia política (Freeman, 2002; Land-
man, 2005; Woodiwiss, 2006). También se argumentaría que las bases
de datos que se han creado hasta la fecha -como la Escala del Terror o
el índice de Freedom House- sólo consideran esos derechos, y que son
las herramientas con las que se cuenta. De cualquier modo, hay una no-
toria falta de interés en medir, crear bases de datos y correlacionar a los
DESCA con las violaciones de derechos humanos.
Dentro de los estudios empíricos sobre democracia que se relacio-
nan con DH, encontramos tres tendencias o corrientes: los estudios de
transición a la democracia, especialmente los de la tercera ola; el proceso
de construcción de un régimen democrático con tintes iliberales, que se
confirma con las mediciones de violaciones a los DH en regímenes de-
mocráticos, y el papel que jugarían los DH en el diseño y construcción
de una democracia global.
Conclusiones
19 No paso por alto que existe toda una corrient e dedicada al análisis de la ciudadanía (civil, social y
multicultural), donde se incluye a los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. Sin
embargo, este debate no forma parte de la teoría y ciencia política, sino de la sociología política, por
lo que aquí no se recuperó.
Los derechos humanos y la teoría y estudios empíricos sobre la democracia 257
Referencias
Introducción
son vinculantes para los Estados que las ratifiquen, y están sujetas a las
"reservas" que cada uno de los Estados firmantes puede establecer.
A fin de entender el estatus de este corpus, es útil conceptualizarlo
como un conjunto de normas políticas. La diferencia analítica central en-
tre las normas políticas y las normas jurídicas, o leyes, radica en que se-
gún la clásica definición de Weber, el acatamiento de estas últimas está
garantizado por un stajfcon capacidad para ejercer coerción.1 Esta dife-
rencia implica, entre otras cosas, que las normas políticas están respalda-
das por un sistema de sanciones más ambiguo, tienen una interpretación
más incierta y su cumplimiento está más sometido a la voluntad de los
sujetos obligados por éstas.
Lo fundamental de las normas políticas es que ayudan a transformar
al poder en autoridad, a darle legitimidad, a fomentar la creencia entre
gobernantes y gobernados de que quien manda tiene derecho a hacerlo,
que obedecer es una obligación moral, que hay formas buenas y malas
de ejercer el poder y que los gobernados tienen derechos que los gober-
nantes deben respetar.
Para afianzarse en algo más fuerte que la opinión y la buena disposición
de las partes involucradas, las normas políticas pueden seguir dos rutas, que
no son disyuntivas: transformarse en leyes e instituciones, y dar argumen-
tos que las justifiquen como buenas y necesarias. La primera ruta las dota
de mayor fuerza coercitiva; la segunda, les da mayor fuerza moral. 2
En el tercer apartado se revisará brevemente la forma en que se ha
dado la "legalización" e institucionalización de los derechos humanos.
Refiriéndose a las "leyes" internacionales, Weber agrega: " No podríamos llamar 'ley' a un sistema
cuyas sanciones consistieran totalment e en expectativas de desaprobació n y de represa lias de las par-
tes afectadas, que está por lo t anto garant izado enteramente por convención e interés propio sin la
ayuda de una agencia sancionadora especializada" (Weber, 1978).
2 La Declaración Universal identifica clarament e est as dos rutas. El objetivo de la Declaració n, se afirma
al final de su preámbulo, es que "tanto los individuos como las institucio nes, inspirándose constant e-
ment e en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a est os derechos y liber-
tades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocim iento y
aplicación universales y efectivos".
264 José Luis Velasco
Todo depende del ejército en un gobierno como el suyo, pues ustedes han
destruido esmeradamente rodas las opiniones y prejuicios y [ ... ] todos los
instintos en los que se basa el gobierno[ ... ] Así como los colonos se levantan
contra ustedes, los negros se levantan concra ellos. ¡Las tropas nuevamente:
masacre, tortura, ahorcamiento! H e ahí sus derechos del hombre. Escos son
los fruros de declaraciones metafísicas, hechas con frivolidad y negadas ver-
gonzanremenre (Burke, 1955).
N inguno de los llamados derechos del hombre va más allá del hombre egoís-
ta, del hombre como miembro de la sociedad civil, es decir, un individuo re-
traído en sí mismo, en su interés privado y sus deseos privados y separados de
Derechos humanos y ciencia polltica 267
3 Entre los "pensadores" consultados por la Unesco estaban Mahatma Gandhi, E. H. Carr, Harold J.
Laski, Benedetto Croce y Aldous Huxley.
268 José Luis Velasco
4 " Todos los derechos que son merecidos y preservados provienen del deber bien cumplido. Así. el
propio derecho a la vida nos es dado sólo cua ndo cumplirnos el deber de ciudadanía del mundo. A
partir de este enunciado fundamental quizá sea bastante fácil definir los deberes del Hombre·-¡ :a
Mujer y correlacionar cada d erecho con algún deber correspondiente que debe ser cumplido pri-
mero. Se puede demost rar que todo otro derecho es una usurpación por la que difíci[mente va'e
la pena luchar" (Gandhi, 194 8). Incluso una rápida compa ración entre la Declaración linrversal y
la Carta A rabe de Derechos Humanos puede dar una idea del peso de las diferencias culturales. La
Carta Árabe está disponible en <http://www1.umn.edu/ humanrts/instree/loas2005.html?msource
=UNWDEC 19001&tr=y&auid=3337655>.
Derechos humanos y ciencia política 269
tas para la acción" (Portes, 2006). Más bien, en el centro de una doctri-
na política se encuentran una serie de valores, generalmente integrados
a una distintiva visión del mundo.6 Pero la doctrina también incluye,
al menos por implicación, a los portadores de esos valores, es decir, al
conjunto de líderes, militantes y simpatizantes, integrados en una fuer-
za política dispuesta a luchar por ellos. A diferencia de las normas, que se
presentan como impersonales e imparciales, las doctrinas son abierta-
mente partidarias. Como diría Schmitt, las doctrinas políticas dividen al
mundo en amigos y enemigos.7 La doctrina no es necesariamente falsa
o una simple mascarada de intereses inconfesables. En realidad, el cri-
terio de verdad o falsedad no es directamente relevante: lo importante
es que hay gente que cree en la doctrina y está dispuesta a ponerse a su
servicio, a vivir para ella, e incluso, en casos extremos, a matar o hacerse
matar por aquélla.
Una doctrina política por lo general aspira a crear normas, a regular
a su manera a la sociedad. Así, las normas más fundamentales son hijas
de las doctrinas. Las normas fundamentales tienden a ser más durade-
ras en la medida en que la doctrina que las produjo y las sostiene es más
hegemónica (tiene más y más firmes seguidores que sus rivales), o en la
medida en que representan un genuino punto de intersección de varias
doctrinas importantes.
De esta forma, la distinción entre doctrina y norma política nos
permite separar analíticamente la génesis y la justificación de los dere-
chos humanos. El liberalismo, en sus diferentes versiones, es sin duda
la doctrina política más importante en el surgimiento del corpus mo-
6 De acuerdo con la formulación clásica de Weber (1978), las personas guiadas por valores, "sin repa-
rar en los posibles costos para ellas mismas, actúan para poner en práctica sus convicoones acerca
de lo que parece exigir el deber, el honor, la búsqueda de la belleza, la vocación religiosa, la leaitad
personal o la importancia de alguna 'causa '".
7 "En el dominio d e la economía no hay enemigos, sólo competidores, y en un mundo tot almente
moral y ético tal vez sólo hay adversarios en debate [ ...] Lo político es el antagonismo más intenso y
extremo, y cada antagonismo concreto se vuelve más político a medida que se acerca al punto más
extremo, aquel del agrupamiento amigo-enemigo" (Schmitt, 2007).
Derechos humanos y ciencia política 273
8 Como es sabido, Keynes se propuso "salvar al capitalismo de sí mismo". para lo cual era necesario
poner en práctica varias medidas promovidas por los socialistas.
274 José Luis Velasco
9 Disponible en <http://grupgerminal.org/?q=node/347>.
1º Sobre la influencia del liberalismo y el socialismo, véase el interesante recuento hecho por lshay
(2008), capítulos 2 y 3; y Carr (1948).
Derechos humanos y ciencia política 275
11 Eso le da sentido a la sugerencia de Lukes (1993): "la lista de los derechos humanos debe ser mante-
nida razonablemente corta y razonablemente abstracta".
Derechos humanos y ciencia política 277
por así decirlo, esa tarea. Para lograrlo, los Estados tienen que crear sus
propias instituciones especializadas, integrarlas a sus respectivos entra-
mados institucionales y a las correspondientes constelaciones de poder,
establecer los derechos humanos como un estándar efectivo en las rela-
ciones entre Estado y sociedad y, en última instancia, asegurar que estos
derechos sean valorados y respetados por la sociedad. En síntesis, el reto
para los Estados es transformar los compromisos internacionales en le-
yes, instituciones y prácticas nacionales.
La creación de instituciones nacionales especializadas en derechos
humanos puede ser vista como un caso de lo que en ciencia política se
conoce como "transferencia de tecnología institucional" o como "mi-
metismo" o convergencia institucional (Mény, 1993). Las instituciones
internacionales y las de los países más avanzados en la materia constitu-
yen el modelo que se busca reproducir. Como "empresarios instituciona-
les", principales promotores del cambio, destacan los representantes de
las instituciones internacionales, los activistas uansnacionales (organiza-
dos en grupos tan célebres como Amnistía Internacional o Human Rig-
hcs Watch), las comunidades de expertos (conformadas por abogados,
politólogos, etc.) y los activistas nacionales vinculados a esas institucio-
nes y grupos. Las est-;ategi,as más comúnmente utilizadas, por lo general
se centran en dos grandes pasos interdependientes: denunciar la situa-
ción existente, por ejemplo documentando minuciosamente los casos
"ejemplares" de violaciones, o señalando la fragilidad del marco institu-
cional; y plantear un modelo institucional ideal -el internacional o de
otros países- cuya adopción corrija los problemas denunciados.
Pero, como en otros procesos de convergencia institucional, general-
mente es más fácil importar el ideal, expresarlo en leyes y crear institu-
ciones formales, que modificar, de forma duradera, las prácticas sociales
y políticas. La convergencia exitosa requiere, entre otras cosas, que seco-
menen cuenca las condiciones sociales del país receptor, que serían muy
diferentes de aquéllas en las que se originó el modelo; hacerle al modelo
todas las modificaciones necesarias para adaptarlo al contexto de recep-
ción, y considerar los "efectos de sistema", es decir, "las transformacio-
Derechos humanos y ciencia política 279
nes que el sistema receptor puede hacer sufrir a las instituciones que se
pretende injertar" (Mény, 1993).
Obviamente, ninguna de estas careas es sencilla. El riesgo más gra-
ve no es que no se produzca la convergencia, sino que tenga resultados
indeseables inesperados. Entre esos resultados están, por ejemplo, que
el cumplimiento formal sirva para encubrir, e incluso legitimar, las vio-
laciones persistentes, que los poderes establecidos "colonicen" y desvir-
túen las nuevas instituciones y las pongan al servicio de fines distintos a
los proclamados oficialmente, o que las nuevas instituciones sean sim-
plemente reducidas a la irrelevancia.
Apoyándose en la literatura polirológica, es posible identificar algu-
nas condiciones básicas para el arraigo de los derechos humanos en las
instituciones y prácticas nacionales. La primera de éstas es la existencia
de un Estado fuerce y capaz. Esto puede sonar paradójico, porque los
derechos humanos generalmente se definen como garantías de los go-
bernados frente al poder. Pero en realidad sólo un Estado fuerte pue-
de darse el lujo de tratar decentemente a sus ciudadanos.12 Por "Estado
fuerce" hay que entender, en este contexto, uno con instituciones bien
desarrolladas, con una legitimidad firme, bien arraigado en su sociedad:
en síntesis, un Estado cuyo "poder infraestructural" sea lo suficiente-
mente fuerte como para que no necesite echar mano frecuentemente de
su "poder despótico" (Mann, 1984).
En cambio, para imponer su autoridad, un Estado frágil muchas ve-
ces tiene que recurrir a acciones escandalosas, que se parecen, como diría
Graham Greene (1971) , a "las bravatas grandilocuentes de los hom-
bres débiles". Cuando el poder de las instituciones estatales es precario
y el ejercicio de la ley intermitente, los castigos tienen que ser terribles,
precisamente porque no pueden ser sistemáticos (Foucault, 1975). En
ocasiones, un Estado débil tiene que ejercer el poder indirectamente,
12 Ya Kant (1991) había notado la paradoja: "sólo un gobernante que es él mismo ilustrado y no teme
a los fantasmas, y que no obstante tiene un ejército numeroso para garantizar la paz pública, puede
decir ... ¡'Aleguen todo lo que quieran y sobre lo que quieran, pero obedezcan !"
280 José Luis Velasco
13 En general, como lo observó Norbert Elias al analizar las paradojas del proceso civilizatorio, la "duici-
ficación de las costumbres" es posible gracias al acrecentamiento de los medios de violencia controla-
dos por el Estado. La libertad de los individuos es posible gracias a que el Estado y el mercado limitan
de manera fundamental, como nunca en el pasado. las opciones entre las que ellos pueden elegir. El
riesgo del castigo en caso de transgresión es mucho más alto que antes.
14 Para un análisis reciente de la relación entre fragilidad estatal y derechos humanos, véase el intere-
sante texto de Evans (2009).
Derechos humanos y ciencia política 281
ese tipo; para 1998, ochenta países tenían una o más de esas instituciones
(Oosting, 1999). Además de crecer en número, la institución se ha diver-
sificado: ahora hay "ombudsmen" especializados en los más diversos de-
rechos: información, salud, servicios bancarios, etcétera.15
La difusión mundial de la figura del ombudsman ha contribuido a
dar mayor visibilidad a los derechos humanos, a hacer más sistemática y
consistente la vigilancia del respeto a esos derechos y la denuncia de las
violaciones. Sin embargo, en general, el éxito de esta institución ha sido
mayor en las "democracias consolidadas con economías desarrolladas",
precisamente donde su misión es menos necesaria que en los países con
economías o democracias frágiles (Ooscing, 1999). El riesgo de "sobre-
carga" institucional (acumulación de demandas más allá de lo que la
institución es capaz de procesar) es mayor donde el sistema de justicia
es precario o inequitativo; lo mismo sucede con el riesgo de corrupción,
colonización o marginación de la institución por los poderes existentes.
Lo anterior también sugiere que, más allá de las instituciones pro-
piamente políticas, la vigencia sistemática de los derechos humanos re-
quiere de condiciones sociales que no se distribuyen homogéneamente
entre codos los países. Las condiciones sociales para que la población
haga valer sus derechos humanos incluyen, obviamente, un nivel educa-
tivo razonablemente alto y equitativo, a fin de que los afectados tengan,
por lo menos, conciencia de que poseen derechos de ese tipo y conozcan
las principales vías para reclamarlos. También es necesario que no haya
mucha polarización social, económica, étnica o política, en otras pala-
bras, que la sociedad sea razonablemente equitativa. Los fuerces conflic-
tos sociales y políticos crean condiciones en las que las violaciones a los
derechos humanos pueden parecer necesarias y legítimas. La desigual-
dad social también socava el sentimiento de solidaridad y humanidad
común que es una de las garantías más profundas del respeto a los dere-
chos humanos. Además, como lo muestra el análisis de Lijphart (2000),
15 Para un análisis sintético de la historia y las funciones del o mbudsman, véase Pope (2000).
282 José Luis Velasco
16 Como lo dijo, no un politólogo, sino un sociólogo famoso, un derecho sólo :iene vigencia si alguien
tiene una obligación correspondiente. " El derecho es siempre el elemento primario que da la pauta,
y la obligación no es más que su correlato en el mismo acto y, de hecho, un correlato inevitable. La
sociedad en general puede ser vista como una rec·1procidad de seres dotados de derechos morales, le-
gales, convencionales y muchos otros tipos de derechos. Si estos derechos implican obligaciones para
otros, esto es simplemente, y por decirlo así, una consecuencia lógica o técnica" (Simmel, 1965).
Derechos humanos y ciencia polltica 283
Conclusiones
17 Se aplica a los derechos humanos, lo que Dew ey dice acerca de los asuntos públicos en general: "La
necesidad esencial [... ) es el mejoramiento de los métodos y condiciones de debate, discusión y per-
suasión. Ese es el problema del público" (1954. Cursivas en el original).
284 José Luis Ve lasco
prensión de los derechos humanos requiere que se los vea como una
combinación de estas diversas formas de existen cia, que se observen las
conexiones entre una forma y otra, y q ue también se consideren las dis-
contin uidades e incluso las contradiccion es mutuas.
Un gran trecho separa a la concepción de los derechos humanos
como un imperativo categórico (como algo cuyo desacato no sólo es ma-
lintencionado sino irracional) de los abigarrados procesos mediante los
cuales esos derechos se implantan en las prácticas políticas. Una visión
realista de los derechos humanos exige la conciencia plena de esa distan-
cia. Y, sin embargo, sería un error menospreciar, en nombre del realismo,
la fuerza normativa de los derechos humanos. Como insistía Kant, inclu-
so si el progreso fuera inalcanzable, un hombre bueno debe actuar como
si ese avance fuera no sólo posible sino inevitable (1991). Esa convicción
atraviesa todas las formas de existencia de los derechos humanos, y es tan
ubicua como los obstáculos a los que esos derechos tienen que enfrentar-
se para llegar a ser efectivos.
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