Poemas
Poemas
Poemas
Pájaro Absorto
Yo, pájaro sucesivo
Rió de aguas habladas
Si es querer estar triste,
Quiero solo un instante
Escaparme del eco de mis cinco sentidos
Volar sobre lo muros
(Volar para las aves,
Rió y vuelo en un barco,
Ya es morirse dos veces).
Quedar, sin saber cuando
Ni donde ni en qué forma,
Despojado de todo.
De todo despojado,
Mirando el gran poema
Desde un pájaro absorto
Como un ojo absoluto…
Lugar de la palabra
Palabra: rásgame el velo
Que me aparta de las cosas.
Amaras como de nuevo
El mundo nace a tu costa.
Descubre tu maravilla.
Rompe tu carne y tu veste.
Y en el rumor de la brisa
Prende la luz de tu frente.
Si tu amor es pequeño
Como alondra dividida,
La mitad de mi silencio
Es la razón de mis rimas
Y dime por qué te sabe
La fuente si no te estudia.
Y por qué los alzacuanes
Convierte el agua en lluvia.
Sueño de agua
Por los cauces del agua
–dulce Venecia de árboles–
Discurre la canción de las arenas.
¿y el amor…?
…sueño mar…
Ya los barcos se van sin despedida.
Comayagua
Como siempre: plegaria florecida,
Viento lunar en alto campanario;
En la calle jumento rutinario
Y el Medioevo en la casa envejecida.
Estatua-Morazán
Frente al vano reposo yo transijo.
Tu figura: península del viento.
Curso del mar. Sustancia. Padre, hijo
Y espíritu santo terrestre del sustento.
Ser
( a Heráclito)
II
III
Dejo este sueño a mi manera
De regreso de un campo de ceniza
Que le corta la flor a la sonrisa
Y le niega la luz a la pradera.
Mi patria
Mi patria es una rosa memorable
Sorprendida en el pecho.
EL LIBRO DE POEMAS
EL NOMBRE DE LA PATRIA
Mi patria es altísima.
No puedo escribir una letra sin oír
El viento que viene de su nombre.
Su forma irregular la hace más bella
Porque dan deseos de formarla, de hacerla
Como a un niño a quien se enseña a hablar,
A decir palabras tiernas y verdaderas,
A quien se le muestran los peligros del mundo.
Mi patria es altísima.
Por eso digo que su nombre se descompone
En millones de cosas para recordármela.
Lo he oído sonar en los caracoles incesantes.
Venía en los caballos y en los fuegos
Que mis ojos han visto y admirado.
La traían las muchachas hermosas en la voz
Y en una guitarra.
Mi patria es altísima.
No puedo imaginármela bajo el mar
O escondiéndose bajo su propia sombra.
SOL DE MUCHACHA
MUCHACHA O NARANJA
MI PAÍS
Un hombre de pie
Puede tocar sin miedo
A los astutos reptiles.
I
Desterrado del llanto
Ahora vives en el país del fuego,
Sintiendo crecer los altos pinos,
Estudiando los mapas de la poesía,
Cuidando la exactitud de tus relojes,
Iluminando las rosas y las aguas
Y viendo tu purísimo rostro
En el espejo del rocío.
II
III
IV
En tu caballo enérgico
De cuerpo poderoso
Recorres la dormida ciudad,
Velas el sueño de la noche,
Atraviesas la plaza mayor
Con uniforme resplandeciente,
Tomas licor solícito
Y, purificando en el desierto,
Vuelves al alba.
VI
VII
Tú presides la dicha,
El invencible aroma de las horas,
El reino armonioso de las llamas,
El viento que a todas partes llega
Abriendo secretas ventanas,
El círculo familiar de los astros,
Con sus ordenamientos idénticos,
El bosque y sus criaturas
Portadoras de gracia
Y el paraíso que construyes
Con instrumentos de ternura.
VIII
Atrás queda el temor, el odio
Golpeando los muros de la noche,
La congoja temblando, el olvido
Con sus muletas de inválido,
Los tambores ahuyentados los pájaros,
Mientras con tu presencia sonreímos
Llenos de nueva vida en tu escritura.
IX
Afuera de la casa el aire de tu nombre
Golpea las colmadas estatuas.
EL FUEGO
Tú te callaste entonces
Viendo crecer la lengua
Clarísima, la llama
Que levantó su lanza,
Su corona de espinas
Y que lamió la noche
Como animal salvaje.
Ante tu limpio rostro
De indígena doncella
Nacía otro milagro;
El milagro del fuego.
En la escritura apareces:
Diríase que tu reino
Llega a amover siempre en mi mano,
Que marcas con tu fuego benévolo
La extendida piel de la primavera,
Que tu olor viene en vasijas
De cedro armonioso y alto
Y que tu nombre se escribe
Acumulando, niña mía,
Todo el rocío del mundo.
Congregadas esencias
Forman tus ojos oscuros,
Tu cabello dorado por las olas
Y los ceñidos aceites,
Tu sonrisa de niña sorprendida
Partiendo una manzana roja,
Brazos desbordados tienes,
Manos de alondra tibia,
Salabas inaugurando la alegría;
Eres un hermoso descubrimiento
Que llena el día de gozo.
Podría desterrarte
A submarinas estaciones,
Perpetuos líquenes
Confundirían tu cabellera,
Peces cuya inocencia
No concibe la muerte,
Olores sumergidos
Bañaría tus incesantes manos
Y ungirían tu dermis,
Árboles de sepultadas hojas
Te abrazarían fraternos,
Liquidas densidades
Guardarían el eco
De increíbles sucesos,
Placas de delgado rocío
Captarían tu verdadera imagen,
Hierbas de finísimas venas
Grabarían un himno a tu dulzura,
Mientras la superficie te recibe
Complacida, después que tú abandonas,
Niña mía,
Un acuático reino.
En la tierra tendría,
Que devolver tu rostro
A una estación perfecta,
Enviar tus ojos profundos
A una jaula de golondrinas,
Remitir tu voz intima
A una cámara de néctares,
Con la seguridad que todo
Regresaría intacto.
Desde tu lecho,
Niña mía,
Me llega el agua.
Te saluda el roedor
Con su marimba liquida,
La brevísima abeja
Entusiasmada y repentina
Saca a la calle su cristalería
Y el sapo del jardín
Como vívido fruto
Toca su redondo teléfono.
Anunciadora de la vida
Te amo hasta donde el amor
Puede nadar en masculina sangre
Y en la creencia amplia
De que sólo tú existes.
Tú presencia dulcísima
Sigue mis largos pasos
A un recogido universo
Bajo caseros astros
Y tus dos manos son verdaderas
Porque nacieron de mi sueño.
Tú no traes el júbilo,
En los libros, en las frutas y besos;
En lo que verdaderamente amamos.
QUE NO DESCANSE
´´ Descanse en paz ´´
Les dicen a los muertos,
Pero yo no deseo
Que mi padre descanse
Para siempre.
Quiero que viva,
Que se levante
Y ande.
Que no descanse,
Que no ponga camisa
Y pantalón,
Sombrero ancho,
Que respire,
Que lea.
Que no descanse,
Que no pudo sacar
Aunque lo quiso
A los fariseos
Del templo.
Que no descanse,
Yo quiero verlo aquí
Lleno de sangre
Y carne,
Resucitado,
Diciendo su palabra.
´´ Descanse en paz ´´
Les dicen a los muertos
Para que se refugien
En su lápida.
Pero no quiero
Que mi padre descanse
En sorda tierra.
Que no descanse.
Que su nombre tiemble.
Guerra a la muerte.
CLEMENTINA SUÁREZ, (antología mínima)
POEMAS DE
CLEMENTINA CLEMENTINA SUÁREZ*
(Selección de Jorge Luis Oviedo)
Yo
Canción de pena,
lema que nadie descifrar pudiera,
ensueño obscuro,
mente entristecida,
en un proceloso mar vivo la vida
bogando sin oriente,
con las alas abiertas
siempre para el poniente.
Explicaciones
Animal sidéreo,
bello amado mío,
hunde tus esplines
entre mis jardines.
¡Escúchame, escúchame!
Como otras, yo no ansío
ser hombre ni un momento.
El mundo es los Mil y un Misterios
etéreos,
sutiles,
divinos,
que requieren ojos femeninos.
Yo soy Scherezada,
Que lo sabe todo,
Tú el Rey tremendo
Que no sabe nada.
Mi espíritu es llave
que abre todas las puertas,
que abre todas las cajas
milagrosas que guardan
el perfume de las estrellas
y las gemas de los soles,
todas las cosas bellas.
Abre el corazón,
abre el alma
y ese estuche de topacios;
la canción
que lanza hálitos de nardos
a todos los espacios
en lumínica vibración.
Mi sabiduría
es la fragancia
de la rosa de mi ignorancia.
Mi ciencia
es la ciencia del lirio;
vivir,
perfumar,
lucir
amar
las piedras, las aves
el cielo azul
nido magnífico
de las pálidas constelaciones miríficas.
El arte mío
tiene sus raíces
en la undívaga inquietud
de mi débil ser
y florece versos
con el rojo de mis besos,
pompas cristalinas,
fuentes de vida.
Todo lo tuyo se mueve
porque tus elencos
y ordenamientos
no siguen el curso sidéreo
Del Gran Plan Divino.
Tu sabiduría
es melancolía,
tu ciencia un completo
esqueleto,
tu arte es un lago
que copia el temblor de las estrellas,
el nevado lirio,
el hada;
pero no es la estrella,
pero no es el lirio,
pero no es el hada.
Bello amado mío,
soy Scherezada,
hunde tus esplines
entre mis jazmines.
Acércate, acércate,
recuerda que eres
animal sidéreo.
Yo quiero explicarte esta noche
los Mil y un Misterios;
yo quiero mostrarte
el tesoro fúlgido
que existe en el Beso,
del cual tú conoces solamente un décimo
y yo los diez décimos.
Yo quiero decirte
de qué sol del cielo
es el fuego que arde
en mi aliento fébrido;
como vivir siglos
en la cárcel de oro
de un leve segundo.
Sabio de lo inútil
entierra tus ansias
en mis suavidades.
Pégate a mi cuerpo,
sé leño aromado
aumentando el fuego,
llama de topacios
de mi ser de lirios.
Yo tengo el sentido
del Todo en mi alma.
Soy el grito lírico
que entusiasma al Mundo.
Soy Scherezada
que lo sabe todo,
tú el Rey tremendo
que no sabe nada.
Animal sidéreo,
bello amado mío,
hunde tus esplines
entre mis jardines.
Hombre Montaña
Compréndeme
Al rededor de mi cuerpo
Las Substancias Primeras
son boas estelares
regando sus caricias
terriblemente eléctricas.
Me besa el fuego,
me besa el agua;
me besa el viento;
me besa la tierra.
Y el beso luminoso;
o el beso tembloroso;
o el beso impreciso;
o el beso angustiado;
enciende mi carne;
enciende mis nervios;
enciende mis huesos;
enciende mi alma.
Por eso soy inquieta como una pira;
por eso soy vibrante como una lira.
Comprende, comprende,
pobre hombre que juzgas
conforme a tus leyes humanas.
El Arcano ha querido
que glorifique al Mundo,
riente como rosa
en la cruz del beso.
Lo frívolo mío
es el ardor mirífico
de los cuatro Puntos,
es el gemido lírico
del fuego, del agua,
del viento y la tierra,
boas estelares
que me vuelven mítica.
¡Vaya! No me juzgues
conforme a tus leyes humanas.
Yo soy la llave de oro
con que abrirás las puertas
sublimes de la vida
verdadera y eterna,
sin la carroña sucia
de las poses sociales creadas por tu mente.
Sabe que existe un mundo
sin leyes ni preceptos,
donde todo se irisa
con los vapores tenues
del ritmo sideral.
Compréndeme ahora,
por qué el fuego y el agua
por qué el viento y la tierra
me llena de besos terribles y astrales:
la carne,
los nervios,
los huesos,
el alma.
Mírame: soy de pétalos.
Óyeme, soy de ritmos.
Mi carne es tu deseo
donde mi fuerza y tu miseria veo.
Mi pentagrama es la brisa
donde asciende y desciende mi risa
Más allá, más allá, más allá,
mucho más del etéreo cristal
de mi alma se halla la causa
de mi vanidad.
Habla, grita, protesta, lamenta,
llora, ruge, blasfema, maldice,
si pretendes saber las razones;
si ambicionas saber el arcano
y estupendo organismo del Todo,
sube al antro en que el astro divino,
bella araña entreteje su maya,
bajo el fondo tremendo y obscuro,
o anda luego, ignorante, sin miedo
por el hilo muy fino y muy níveo
del suspiro que tiembla en mis labios
y regresa y explica la altura,
el asiento pedestre del antro,
y di a gritos si aquello es más grave,
y más fuerte, y más hondo, y más sacro
que la causa de mi vanidad,
copo de humo intangible que se halla
más allá del cristal de mi alma,
mucho más, más allá, más allá...
Ahora compréndeme,
pobre hombre que juzgas conforme
a tus leyes, blancos esqueletos.
Lo frívolo mío es el ardor mirífico
de los cuatro Puntos.
Al rededor de mi cuerpo
las Substancias Primeras
son boas estelares
regando sus caricias
terriblemente eléctricas.
Yo fui Leda
Yo sé del beso olímpico de Zeus;
su pico sonrosado lo he sentido
idealmente subiendo por mis muslos,
por mi vientre de alburas cuyo ombligo
parece un ojo ciego, por mis senos
en demasía túrgidos y blancos,
por mi cuello delgado, por mi boca...
¡Que bello es Zeus cuando se hace cisne!
He sentido sus alas envolviéndome
y suaves y tibias poluciones
germinar en mi entraña hecha de fuego.
Después... he visto al mundo tan amable,
sintiéndome dichosa como nunca
con la sonrisa triste de la enferma
que vuelve a ver la vida, por saberme
fecundada del padre de los Dioses.
¡Que bello es ser la hembra de un Olímpico!
Mi útero gestó dos huevos blancos,
carne de él, carne mía, de mi arcano
salieron a la luz dulce y gloriosa
a reventar como si fueran rosas
de blancura impoluta y refulgente.
Fui madre de unos hijos tan excelsos
que llenaron al mundo como un canto.
¡Que bello es tener hijos de inmortales!
Grande es hoy la nostalgia de mi carne
porque maldita degeneró en humana;
como ansío sentir el suave pico
sonrosado subiendo por mi cuerpo
de alburas de cortezas del gran bosque.
Cómo ansío sentir su ala de nieve
sobre mis senos túrgidos temblando
por el goce sidéreo, junto al roble.
¡Sólo pienso en las nieves del Olímpico!
Y crees mi desgracia una ironía
para ti que deseas estrecharme
entre tus largos brazos como boas
y arderme con tu boca muy humana.
Respeta mi viudez, hazme el favor,
vete lejos y dile a tu pobre alma
que su amada, una ninfa en otros tiempos,
sueña con el abrazo de dos alas.
Sexo
Sexo,
encarnada rosa,
flor de lujuria
por donde salta mi juventud.
Ánfora llena
de sensaciones
y vibraciones,
arpa que vibra,
que llora y gime
voluptuosidades.
Lirio encendido
en el altar de fuego
de roja estancia...
Desgarrado fuiste
por su loca furia
en aquella tarde.
En que la divina flor
de vida y amor,
en ofrenda a su amor yo di.
Pero yo te bendigo
gruta maravillosa
porque la vida me diste
y porque en esa flor estropeada
una nueva vida
yo también di...
EL GRITO
Enfilada y firme,
espero la hora
que desamarre todos los obstáculos
y me aviente a los mares de la lucha
con la alegre capacidad
del que desafiando la muerte
vence a la vida.
Yo era
una desesperada mariposa
aprisionada en las paredes
de las horas inútiles.
Pero el nuevo grito
llegó por fin a mis oídos
y yo le he abierto los brazos
como a un horizonte de luz
que me señalara
el único puerto de esperanza.
¡Alegría! De los gritos apiñados.
¡Alegría! Del dolor que florece.
¡Alegría! De mis brazos tendidos
al nuevo grito del mundo.
ROBERTO SOSA (antología mínima)
DE NIÑO A HOMBRE
Es fácil dejar a un niño
A merced de los pájaros.
No entender el idioma
Claro de su media lengua.
O decirle a alguien:
Es suyo para siempre.
Es fácil
Facilísimo.
Lo difícil
Es darle la dimensión
De un hombre verdadero.
LA IGUALDAD
He estado repetidas veces en los cementerios.
He tocado los Ángeles
que vigilan a los poetas caídos.
He leído
las inscripciones grabadas en placas de oro inútil.
He observado largamente
las complicadas capillas
de las familias chinas.
Definitivamente
los vivos no podrían destruir
la perfecta igualdad de los muertos.
LA CASA DE LA JUSTICIA
Entre
En la Casa de justicia
De mi país
Y comprobé
Que es un templo
De encantadores de serpientes.
Dentro
Se está
Como en espera
De alguien
Que no existe.
Temibles
Abogados
Perfeccionan el día y su azul dentellada.
Jueces sombríos:
Hablan de pureza
Con palabras
Que han adquirido
El brillo
De un arma blanca.
Las victimas-en contenido espacio-miden el terror de un solo golpe.
Y todo se consuma bajo esa sensación de ternura que produce el dinero.
MI PADRE
I
De allá de Cuscatlán de sur anclado
Vino mi padre
Con despeñados lagos en los dedos.
No sé cómo en su pecho
Se sostenía un astro
Ni como lo cuidó de las pedradas.
Después
Los hospitales
Y médicos inmensos vigilando la escarcha.
Su traje y desamparo combatiendo el espanto.
Sus pulmones azules,
La poesía
Y mi nada.
Un día sin principio cayó en absurda yerba.
Su brazo campesino
Borro espejos
Y rostros
Y chozas
Y comarcas;
Y los trenes del tiempo
En humo inalcanzable se llevaron su nombre.
Dejadle.
Así dejadle: que nadie ya le toque.
II
Mi padre
Tenía la delgadez en sombra
Del cristal en el pecho;
Cuando hablan, a la hora de la espesura,
Se volvían sus labios inmortales.
Vienen a mi memoria
Sin que pueda evitarlo
Las ciudadelas que recorríamos juntos;
El griterío de la gente
Ante la pólvora y sus golpes en el aire;
Los iconos custodiados de cerca
Por la astucia de los frailes de pueblo.
O los sucesos de aquel puerto:
el mar, me acuerdo,
Vestido de negro, abandonó la orilla.
Al fondo
Se erguía la presentación del hielo,
martillo en alto;
En ese entonces,
padre padeciste en tu carne
El dolor del planeta.
El agua
Ha dispuesto
Sus muebles de lujo en el césped.
Los frutos están bajos para todas las bocas.
El estaría ahora tratando de alcanzarlos
Reflejados en el río. O vendrían a buscarme
Y me diría -no me dejes. Soy un viejo ya.
Tienes que volver a mi lado. Ayer
Escribí una carta a tu madre. Sabes,
Cuando oiga los gritos
De los pájaros del lugar,
Ciento que algo
Me une más a ella-.
Caminaba
-doy mi testimonio- del brazo de fantasmas
Que lo llevaron a ninguna parte.
Caía
Abandonado abajo, cada vez más abajo,
Más abajo.
Con ayes sin sonido,
Repitiendo ruidos no aprendidos,
Buscando continuamente
El encuentro con los arrullos dentro de la apariencia.
No.
Para ellos no abra quietud posible.
El humo de las hogueras apagadas
Eleva sus copas acusadoras.
Hoy
Que no vamos juntos
Me siento entre desconocidos
Que esquivan la mirada.
Hoy
Que no está en mi mesa
Compartiendo mí turbio vaso de agua
Debe estar más solo de lo que imagino.
La lluvia en el cementerio
Se convierte
En una catedral extraída de la plata.
Dentro, en los altares,
Viudas de blanco
Rezan cabizbajas.
Lejos
Se oyen
Las voces
De un coro que no existe.
Me llevas de la mano
Como lo hacías antes.
Encontramos la única casa
Que ha quedado en pie
Después de la destrucción del día.
Cruzamos avenidas
Que conducen a un mundo derrumbado.
Creemos escuchar una canción.
Volvemos: tu alto y yo pequeño,
Pequeñito, para no hacerte daño.
Señalas la distancia.
Te quitas el pan de la boca
Para salvarme un poco.
Padre,
Ya pienso que vives todavía.
LOS INDIOS
Los indios
Bajan
Por continuos laberintos
Con su vacío a cuestas.
En el pasado
Fueron guerreros sobre todas las cosas.
Levantaron columnas al fuego
Y a las lluvias de puños negros
Que someten los frutos a la tierra.
Calcularon el tiempo
Con precisión numérica.
Dieron de beber oro líquido
A sus conquistadores.
Y entendieron el cielo
Como una flor pequeña.
En nuestros días
Aran y siembran el suelo
Lo mismo que en las edades primitivas.
Sus mujeres modelan las piedras del campo
Y el barro, o tejen
Mientras el viento
Desordena sus duras cabelleras de diosas.
LÍMITE
Estoy enfermo. Mi yo
No es sino un bulto
Abandonado
En un lugar con flores de doble filo.
ARTE ESPECIAL
Llevo con migo un abatido búho.
En los escombros levanté mi casa.
Dije
Mi pensamiento a hombres de imágenes impúdicas.
DIBUJO A PULSO
A como dé lugar pudren al hombre en vida.
Le dibujan a pulso
Las amplias palideces de los asesinados
Y lo encierran en el infinito.
Por eso
He decidido- dulcemente- moralmente-
Construir
Con todas mis canciones
Un puente interminable hacia la dignidad, para que pasen.
Uno por uno,
Los hombres humillados de la Tierra.
El horror
Asumió su papel de padre frío. Conocemos su fuerza
Con lentitud de asfixia. Conocemos su rostro
Línea por línea,
Gesto por gesto,
Cólera por cólera.
Y aunque desde las colinas admiramos el mar
Tendido en la maleza, adolescente el blanco oleaje,
Nuestra niñez se destrozó en la trampa
Que prepararon nuestros mayores.
En público y en privado
Repudiaremos la amistad de los demonios
Y la delicadeza de sus emisarios y cabestros.
LOS POBRES
Los pobres son muchos
Y por eso
Es imposible olvidarlos.
Seguramente
Ven
En los amaneceres
Múltiples edificios
Donde ellos
Quisieran habitar con sus hijos.
Por eso
es imposible olvidarlos.
CRUZ DE ALBA
Ciertamente que hubo algo muy valioso
Aquí donde la aurora
Quema su lanza inútilmente bella.
Todo te duele:
el niño oscurecido.
La acera retorciéndose de angustia
cuando mira al anciano
con la mano extendida.
Labrador y montaña
(imágenes luchando con redes fotográficas)
pasto y sed de curiosos sonoros y distantes.
SABOR A SOMBRA
He tomado parte en sesudas discusiones
sobre si la poesía política
tiene derecho a llamarse poesía
y comido ancas de rana y horrorosos percebes
y panes con miel y tortas ácimas
y visto salir el sol y recordar en ese instante
que los poetas lo han llamado el ojo del día
y dorado emperador
y leído deliciosas y cretinas novelas pornográficas
y dramas en que la virtud es recompensada
y me he aburrido de tanto día soleado
y añorado los días de lluvia
y tenidos diez días seguidos de lluvia
y añorado los soleados
y hecho cosas indecentes en ciertos parques
y visto caer la noche y tratando de crear una frase nueva
y viajando en auto y ferrocarril
y comido duraznos y humildes bananos
y dicho: en cuanto lea todo lo del socialismo
podré morirme en paz
y olvidado de todo con unos vasos de vino
y bañado desnudo en los ríos como un polinesio
y dicho: en cuanto vea todas las películas
de esa famosa actriz podré morirse en paz
y viajado en distinto tipo de aviones
y dicho: ¡La inventiva del Hombre Blanco!
y he quebrados espejos adrede
y tratado de olvidarme de los días amargos
y dicho: en cuanto pruebe todos los cócteles
podré morirse en paz
y sostenido sin creerlo que los hombre fuertes
tienen poco seso
y lavado mi cuerpo con jabón perfumado
y pisado inmundicias en callejones oscuros
y comprobado que en china el blanco es color de luto
y echado de mi cabeza a escobazos los días amargos
y extasiado con los nombres de las estrellas
Alicir Vega Sirio Benatsnasch Zubeneschamali
y dicho: ¡que vida tan rica la mía!
y sonreído a los niños descalzos y de vientre hinchado
que se llaman César Augusto
y visto que soy prácticamente igual a los chinos
y a los negros
y he escrito con plumas de ganso
solo por curiosidad
y examinando mi espalda y aún más abajo
en un gran espejo
y examinando mis ojos en un espejo
y visto algo en ellos infinitamente doloroso
y recordado toda mi vida
y visto que no hay nada como el éxtasis negro
de la muerte
y sentado en parques, bajo viento helado
esperando que llegue
y deseando siempre, con cada latido de mi corazón
la paz que no termina.
ESPERANDO
El círculo, o lo informe,
o lo que no tiene volumen, pero
que me ofusca quietud.
Lo imponderable,
lo que tiene dimensiones
pero que no deje filtrar ningún recuerdo.
Lo luminoso, o plúmbeo,
sin que pueda saberlo,
pero que adormezca para siempre
cualquier ansia.
Allí disolveré mi título de hombre
que me hizo candidato para todos los infortunios.
Allí no me agitaré con fútiles alegrías
ni con sinceros dolores.
allí me olvidaré de amar conceptos
y de ser engañado.
Allí mis pasiones se habrán esfumado
y dejarán de zarandearme.
Allí olvidaré que el hombre es admirable y perverso
y olvidaré mi latitud y el tiempo.
BIOGRAFIAS
No logramos nada de conversar con los pescadores
que pasan largas horas atentos,
ni de admirar el estoicismo quieto
de los carteros diligentes.
No logramos nada de beber los filtros deletéreos
de la filosofía.
Ay de los que dieron su paz
a cambio de un plato amargo de verdad.
Bienaventurados los que aman la verdad
porque de ellos será el reino estepario.
No logramos nada con entender de causas
y el panteísmo tampoco es una panacea.
Bienaventurados los que saben que lo ignoran todo
porque de ellos será un reino estepario.
no ganamos nada con saber de trascendencia
pues el sufrimiento es algo real.
Felices los que saben que están solos
porque de ellos será una alegría sin llama.
CIUDAD NATIVA
Y me dijo mi madre:
“Fue una mañana invernal
cuando a mis brazos llegaste.
Yo te besé muchas veces
y lloré no sé por qué”
Esa mañana de Diciembre se hizo camino
y lo mismo las lágrimas.
Hoy regreso
de un país donde el paisaje
es solo aire y horizonte.
Regreso a tus montañas
a tu intacta verdura,
a tus tejados calientes.
Y me siento en los parques
donde la sombra es móvil,
y voy hasta la playa
donde
la luz, de blanca, tiene
fogonazos azules.
Arena traída y llevada,
¿serás la misma?
En otro tiempo fui, joven grumete,
por los barrios portuarios
viendo
hombres de óptica confusa salir de las cantinas
y la constancia de las vigas
y demás de las escarolas del humo
descifré la ortografía de los navíos,
y vi la arquitectura del polvo
subir a las ventanas.
(¡Allí están, no lo sigas,
no cruces corredores
de tinteros antiguos!)
Mi soledad anduvo de rodillas
por el sol y tus barrios,
y una piedra insultada
me crecía por dentro.
Recuerdo para siempre
cuando quise ser duro
y resueltamente
maté mi primer pájaro.
Y el ruido me llevó
por valles y volcanes,
penínsulas de cuarzo y playas álgidas.
Y anduve insomne, errante,
conociendo y viviendo,
y en las manos abiertas y desnudas
un ronroneo negro de preguntas.
Hoy regreso a tus casas
afanadas y buenas,
toco cercas con polvo
y recorro tus calles
con confeti de baches.
Camino hasta el crepúsculo
de la quieta bahía,
y el zumbar de preguntas
en el aire simétrico
no sé qué color tiene.
(Al regreso de Texas, 1965)
HABLA EL TRANSEUNTE
Dolor, ¿Cómo estás cansado?
Todos te vieron siempre
corriendo como un poseso
derribando peatones
tanteando y empujando puertas.
Pero a veces te sientas en los callejones sin salida
y al que llega le das cualquier dirección descabellada
o sacas un mendrugo asqueroso de tu alforja
y lo obligas a aceptarlo: “¿Ve con Dios, hijo mío…?”
En las clínicas pirámides y en las casas,
en las gargantas derrumbadas
hay órdenes de no dejarte entrar
y ciertos sobrevivientes quisieran
llevar la advertencia en la solapa.
Nadie quiere tus insolentes subsidios.
Dolor, tómate unas vacaciones,
vete a venerar por ochocientos siglos
a una isla habitada sólo por cucarachas,
y si te aburres
enséñales a exterminarse con sus brillantes élitros
color de avellana.
Puede ser que también encuentras allí
cavernas con extrañas estalactitas
y polvosos huecos de hombre que una vez conociste.
PAIS NOCTURNO
La noche encerró las casas en una gaveta
pero todavía hay lugar para moverse,
salir sin cuidarse mucho de la ropa
y llegar a los acantilados al final de las calles.
Ahí el silencio es como una respiración polvorienta
bajo el aire que tira golpes de sombra.
Todos se quedan en sus casas
y para alumbrarse usan un huevo frito
que a veces los ayuda a llegar hasta la puerta.
Yo salgo a la calle entre esas ventanas mortecinas
y huelo las flores que solo se abren de noche,
blancas y terribles con pétalos como gritos
y ojos celosos que me azotan las manos y la cara.
Puertas adentro, todos hacen gárgaras de harina
pues creen que eso tonifica
y una porción divina que requiere cuidados
y que tiene un sublime contorno de artefacto volante.
Nadie quiere ver los majestuosos acantilados
a los extremos de los calles.
Me dejan la noche para mi solo
¡y esas flores que esperan extrañamente
extendiendo sus flagelos!
EQUINOCCIO
La noche avanza desde la bahía
desvaneciendo plumas y bronces
la noche viene como un animal marino
y se hunde bajo la quilla de las goletas
veloz con altos muros de calma
la noche que tiene ajedreces azules.
El agua viaja hasta las rocas acorazadas
el cielo no va a ningún lado.
Pienso siempre estoy aquí
formando arriba polígonos a mí enojo
pues no he venido a teñir campañas
ni a apagar la lámpara en la mesa del miedo.
Amé sí a veces la fuerza el misterio
de un rostro barbudo
un perfil de muchacha
todo eso es una pequeña moneda.
Seguiré en esta noche de cáscaras doradas
hasta el último signo
hasta las llaves calientes.
Así también la vieron los grandes espinazos.
Tiempo, atroz piedra fija sin memoria de tiempo
y el agua negra quieta ignorada lo inmenso.
Solo una arista de ruido queda sobre las aguas.
CONVERSACION
Estás mejor así, créeme, muchacha.
Tal como otras, supones
que mí afectada indiferencia solo
es un reto a tus prominentes encantos, pero
que estos, al fin, triunfaran.
Pero otra vez te ruego, escúchame:
abandona la caza. Solo conseguirías
un incomodo tirano que le grita a los niños,
que odia la hipocresía y aun la idea
de traer hijos al mundo.
Además, por supuesto, has de creer en Dios,
que recompensa y es muy amoroso
y lleva la contabilidad de los pecados
de todos las colegialas y las secretarias
aunque unas vivan en Brasil
y otras en Australia y otras cosa así.
Está mejor así, dulce muchacha.
Deja que otro galán te engañe con palabras
más viejas que la arena.
Yo no miento, lo he dicho
siempre: yo soy un lobo
estepario, un lobo solitario
perdido entre las gentes.
PASANDO
Bajos altos edificios
en las aceras
en la algarabía de tomates y repollos
de los mercados
en los elevadores y traNvías
cruzando puentes
contestando a gritos
discutiendo a gritos
llorando a gritos
sintiendo en la garganta y en los sesos
el aguardiente de una cólera terrible,
leyendo diarios y revistas
en consultorios pintados de blanco,
por todos lados, a donde vaya
aquí, allá, siempre he tenido,
tengo en los ojos ante mí
ese color de cuernos negros,
tengo en la boca, siempre,
ese color a exilio.
Nelson Merren nació en la Ceiba en 1931 y murió en Nueva York en
2007.