Identidad Espiritual
Identidad Espiritual
Identidad Espiritual
1. LA FE
Podemos decir, que es el primer peldaño que debemos escalar en nuestra vida
cristiana. Nuestro viaje hacia Dios y la salvación realmente comienzan cuando
escuchamos la Palabra de Dios y la creemos.
“Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17)
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se
acerca a Dios crea que le hay; y que es galardonador de los que le buscan”
(Hebreos11:6)
La palabra de Dios al ser oída, afecta:
La mente: Hebreos 4:12
Las emociones: Salmos 119:162
La voluntad: Juan 8: 31-32
2. EL ARREPENTIMIENTO
El arrepentimiento es un don que Dios otorga a las personas que quieren venir a
Él y ser salvos. Se trata de una nueva actitud, propósito y mentalidad.
Es tristeza por haber pecado la cual es causada por el anuncio del evangelio y que
hace que la persona de un giro del pecado hacia Dios y a sus caminos,
descubriendo así la “benignidad de Dios”, la cual la conduce al arrepentimiento.
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados;
para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19)
El pecado
Pecado es hacer lo que está mal, o no hacer lo que es correcto de acuerdo
con las reglas de Dios. Es una ruptura en la relación con Dios.
Transgresión
Sobrepasar los límites de Dios. Pecado voluntario Rebelión deliberada
Contra los mandamientos de Dios.
Iniquidad
La naturaleza mala y perversa del hombre se revela contra Dios.
Ofensa contra las leyes y la santidad de Dios.
3. CONVERSIÓN
La Conversión se define como: “Un volverse de” y “un volverse hacia”. Esto
significa que antes caminábamos en una dirección, que según nosotros era el
camino correcto y no sabíamos que el final era la muerte.
La conversión es apartarse del pecado y volverse a Dios; es la acción que ejecuta
el pecador, cuando abandona su senda pecaminosa, y comienza a caminar por la
senda de justicia, dándole la espalda a su anterior vida.
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados;
para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19).
Los agentes que intervienen en la conversión de una persona son:
La palabra de Dios: que germina como una semilla en el corazón del
creyente.
“Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra
de Dios que vive y permanece para siempre” (1°Pedro 1:23)
El Espíritu Santo: es el que actúa en la regeneración del creyente, el
hombre no puede cambiarse por sí mismo, por eso la transformación debe
proceder de Dios.
“Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del
Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne
es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:5-6)
En este paso de nuestra vida cristiana, entramos a uno de los milagros más
grandes de Dios en el hombre como son: la nueva criatura, el nuevo nacimiento y
la regeneración.
LA NUEVA CRIATURA:
“De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. (2 Corintios 5:17)
EL NUEVO NACIMIENTO:
El nuevo nacimiento destaca la nueva vida en Dios en contraste con el antiguo
estado de muerte espiritual, que le permite al hombre tener comunión con su
creador, conocer su voluntad y sus designios para ponerlos por obra.
Juan 3:3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Cuando Jesús mencionó “nacer de nuevo” se refería a un nacimiento espiritual,
realizado mediante su poder, y que produce en el hombre una vida regenerada.
El hombre que nace de nuevo:
o No practica el pecado:
“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que
ha vencido al mundo, nuestra fe ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que
cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1°Juan 5:4-5)
LA REGENERACIÓN
Es un acto divino mediante el cual se otorga a la persona arrepentida una nueva
vida, en Cristo mediante la obra del Espíritu Santo, permitiendo que la persona
tenga una nueva concepción en su manera de pensar, sentir y actuar.
“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el
Espíritu” Santo. (Tito 3:5).
4. BAUTISMO EN AGUA
“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”
(Hechos 2:38).
Cuando el creyente nace de nuevo y se le muere el viejo hombre necesita
enterrarlo.
El bautismo es un símbolo de la muerte y sepultura de Jesús. (Romanos 6).
Esto implica morir para el mundo, lo cual puede significar discriminación a quien
se bautiza, por parte de las personas que antes lo amaban o aceptaban, al
considerar que aquella persona ya no será la misma. Ese es el tipo real del
bautismo: muerte.
En el bautismo, el creyente se identifica con Cristo en su muerte, Sepultura y
Resurrección (Romanos 6:4-5).
Morimos al pecado:
¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?
En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos
aún en Él? (Romanos 6:1-2)
Somos sepultados con cristo:
¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos
sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para
muerte por el bautismo, (Romanos 6:3-4)
Resucitamos con cristo:
A fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros andemos en vida nueva. (Romanos 6:4)
“Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él,
mediante La fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros,
estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida
juntamente con él, perdonándoos todos los pecados” (Colosenses 2:11-12)
5. BAUTISMO EN EL ESPÍRITU.
“He aquí, yo enviaré la promesa de mi padre sobre vosotros; pero quedaos
vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo
alto” (Lucas 24:49)
Cuando llegó el día de Pentecostés, aquellos que recibieron el Espíritu Santo,
“comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablaran
(hechos 2:4).
El bautismo de Espíritu Santo, es el testimonio de Dios, de que hemos sido:
lavados (Tito 3:5), purificados (hechos 15:9), santificados y justificados (1°
Corintios 6:11) y además de que somos sus hijos (Gálatas 4:6) (Romanos 8: 14-
17)
IDENTIDAD ESPIRITUAL
Es lo que nos define como hijas de Dios; son los aspectos que se establecen por
medio de la nueva relación con Dios, que nos lleva a vivir una vida en el espíritu,
reconociendo así, lo que tenemos de Dios, lo que somos en Él y lo que Él hace en
nosotros.
1. LO QUE TENGO DE DIOS:
• Su Naturaleza divina:
“Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para
que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina” (2°Pedro 1:4)
• Su Espíritu santo:
“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; Porque el templo de
Dios, el cual sois vosotros, santo es” (1°Corintios 3:16-17)
• Su poder sobrenatural:
“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me
seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la
tierra” (Hechos 1:8).
2. LO QUE SOY EN DIOS
Soy su hija
Es bueno resaltar que el hombre es reconocido como hijo de Dios, cuando ha
aceptado a Jesucristo como su salvador, y a experimentado en su vida la obra
transformadora que Él hace en su vida; de lo contrario solo podrá ser catalogado
como creatura de Dios, pues el hombre sin Dios es un esclavo del pecado lejano
de la herencia del Señor; Pero el que ha sido adoptado como hijo de Dios por
medio de Jesucristo, tiene derecho a la herencia divina.
“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es
que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos
glorificados” (Romanos 8:16)
Juan 1: 12 Más a todos los que le recibieron a los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hijos de Dios.
2° Corintios 6:17-18 “Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no
toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros
me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”.
Soy santa
Este llamado a la vida santa es una cualidad que debe caracterizar a toda hija de
Dios y se basa en el hecho de que Dios mismo es santo. Porque Dios es santo,
exige que nosotras también seamos santas, ya que la santidad de Dios es su
cualidad absoluta y fundamental. Ser santa significa que estamos apartadas,
consagradas, dedicadas y purificadas para servir a Dios y a sus propósitos. La
pureza consiste en estar separada de toda contaminación, y de todo pecado
(pensamientos, actitudes y palabras)
1° Pedro 1: 14-16 “Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que
antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es
santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque
escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.”
Soy templo y morada del espíritu santo.
1° Corintios 3:16-17 “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de
Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a
él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”.
No solamente has sido creado para ser templo de Dios sino que fuiste creado para
ser santo, ¿podría Dios habitar en un lugar que no es santo? ¡No! Cuando Dios
habita en un lugar lo santifica para hacerlo su morada. Morar significa que Él está
dentro de la persona, manteniendo una nueva relación con ella.
Así que es un privilegio poder disfrutar de la presencia de Dios en nuestra vida,
sabiendo que mi cuerpo es templo del Espíritu Santo, y como templo todo nuestro
ser le rinde culto permanente al Salvador. (Romanos 12:1)
Soy nueva criatura
2° Corintio 9:17 De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las
cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Nuestras vidas ya no son de este mundo; ahora son espirituales; nuestra muerte
es la de la vieja naturaleza pecaminosa que fue sepultada con Él; Y así como Él
resucitó, nosotros resucitamos a una nueva vida.
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está
viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra
mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios, en la justicia y santidad
de la verdad.
El hacernos nuevas criaturas solo es generado por la obra de Dios en nuestra
vida, sin necesidad de intervención humana y por lo tanto solo pertenecemos a
Dios.
3. LO QUE DIOS HACE EN MÍ:
• Me libra de la condenación
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los
que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1)
• Me libre de la ley del pecado y de la muerte
“Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del
pecado y de la muerte” (Romanos 8:2),
• Nos produce vida y paz
“Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y
paz” (Romanos 8:6)
• Nos ayuda en nuestras debilidades
“De igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de
pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos indecibles” (Romanos 8:26)
• Vivificará nuestros cuerpos
“Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el
que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos
mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8:11).
CONCLUSIÓN:
Jovencita, tu vida cristiana se fortalecerá tanto como te identifiques cada vez más
en Cristo.
Si tú no sabes quién eres; estás vulnerable a cualquier engaño; Pero saber quién
eres en Cristo, determinará tu comportamiento en todas las áreas de tu vida,
experimentando así la obra de Dios por medio del Espíritu Santo dentro de ti, el
cual te confirma que eres hija de Dios, creada a su imagen y semejanza.