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PERSPECTIVAS DEL

MINISTERIO PROFÉTICO II

INDICE DE TEMAS:

1. El Único Ministerio.
2. Un entendimiento claro de lo que es una Iglesia profética
3. Cuando los Profetas se vuelven enemigos de lo profético
4. Cómo colaborar en la formación de un profeta
5. Los profetas necesitan comunidad
6. Qué es una cultura profética y como establecerla.

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1. EL ÚNICO MINISTERIO
La palabra ministerio encuentra su origen, en el nuevo testamento, en la palabra griega
¨diakonia¨. Su traducción literal nos lleva directo a la palabra servicio. De hecho, en
muchos pasajes ¨diakonia¨ es traducida como ¨servicio¨ y esto se repite en muchas
traducciones e idiomas.
Dicho esto, corresponde preguntarnos el porqué tenemos una palabra de tanto uso y
relevancia, que pareciera salirse de la traducción literal, y de la cual podríamos casi
prescindir. Es decir, cada vez que en la biblia se lee ¨ministerio¨ podríamos leer
¨servicio¨ y de esa manera no tendríamos necesidad alguna de esa palabra.
El segundo asunto que quisiera resolver es la razón por la cual trataremos este tema en
un curso que pretende hablar sobre el ministerio profético.
Para resolver estos dos temas voy a establecer una series de puntos ordenados que nos
ayudarán a arribar a una conclusión que sin lugar a dudas puede ser de mucha edificación
y claridad para su vida.
1. La palabra “ministerio” se introdujo en las traducciones del nuevo testamento para
separar la palabra “diakonia” de otras palabras que también son traducidas como
servicio, “ergazomai” y “latreia”, por ejemplo.
2. Si bien su original nos lleva a la palabra servicio, “ministerio” nos habla de una
asignación específica. Ministerio nos habla de un oficio marcado por una
especialización. Un ministerio sólo existe si existe un ministro. De esa manera la
separamos de la palabra servicio sólo en este sentido: la tarea no puede ser llevada a
cabo por cualquier persona de buena voluntad, sino que debe ser asignada y exige
competencia.
3. “Ministerio” es una palabra que pudiera haber sido desgastada por el uso,
desvirtuando su verdadero sentido. Pero no estamos interesados en un mero cambio
de vocabulario, sino en el espíritu que porta la palabra en boca de los apóstoles de la
iglesia primaria y su distancia con el uso que se le otorga actualmente. Es decir, el
problema no se corrige al cambiar el vocabulario, sino en comprender por el Espíritu
cuál es el ministerio asignado a los santos por el Señor.

1. EL MINISTERIO Y LOS MINISTERIOS.

En la versión Reina Valera 1960 el nuevo testamento utiliza más de 20 veces la palabra
ministerio en singular (el número se hace aún mayor si buscamos su original griego
"diakonia"). Sin embargo, sólo una vez la encontraremos en plural, y es en el siguiente
pasaje:

1 Corintios 12.5-6. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay


diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.

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Si bien la palabra es utilizada en plural, el pasaje tiene por objetivo expresar que no existen
múltiples ministerios en la Iglesia, sino diferentes maneras de manifestar un único
ministerio. De hecho, la palabra "diversidad" se utiliza para traducir a "diairesis", que
significa repartir, o poner aparte. El sentido del pasaje es hacer énfasis en que la obra del
ministerio es repartida en múltiples gracias y personas, pero nunca pierde su unidad.

En la actualidad usamos la palabra ministerio para referirnos a las diferentes actividades


que llevamos a cabo en el ámbito de las congregaciones locales. Hacer una lista de todas
ellas llevaría mucho tiempo de investigación y demasiadas líneas de este material, sin
añadirle verdadero contenido.

Si bien la mayoría de los actualmente llamados “ministerios” no encontrarían sustento


bíblico alguno, personalmente no creo que exista un peligro puntual en el uso de la palabra
ministerio para referirnos a actividades eclesiásticas. El verdadero peligro comienza cuando
por el uso de la palabra, perdemos noción de un asunto que sí es fundamento para la Iglesia:
el ministerio es sólo uno.

2. MINISTERIO Y ACTIVIDADES ECLESIÁSTICAS.

En nuestros días es muy común observar que muchas congregaciones utilizan las
actividades eclesiásticas como estrategia de consolidación. No es objetivo de este apartado
tratar este tema puntual o analizar su eficacia. Pero creo que es sano, para quienes tienen
en sus manos la administración de las congregaciones locales, hacer una clara distinción
entre actividades o departamentos y ministerio. Esa distinción no debe hacerse
necesariamente en la dialéctica, sino en ayudar a la madurez de los santos en un asunto de
alta relevancia.

Si comprendemos cabalmente que sólo nos ha sido asignado un ministerio y hacemos un


serio análisis de lo que hoy llamamos "ministerios", descubriremos que hemos atentado
inconscientemente contra el correcto entendimiento de lo que "ministerio" significa.

3. LAS CINCO GRACIAS MINISTERIALES.

No hemos de abordar todos los pasajes que nos hablan sobre la obra del ministerio, y con
esto dejamos la inquietud al lector de efectuar una tarea de investigación que no sería para
nada vana. Pero un pasaje debemos abordar que nos ayudará a completar el objetivo de
este capítulo.

Efesios 4:11-16. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros,


evangelistas, a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra
del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la
unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo, para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por
doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar em-

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plean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos
en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y
unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad
propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

Es muy común oír la expresión "los cinco ministerios", la cual inmediatamente es asociada a
esta tan útil lista que el apóstol Pablo menciona a los Efesios. Sin embargo, somos
conscientes que él nunca habló de ministerios, sino que los menciona como gracias dadas al
cuerpo.
Si lee atentamente el pasaje podrá llegar a las siguientes conclusiones rápidamente:

▪ Estas gracias fueron dadas a la Iglesia con un sólo objetivo claro: PERFECCIONAR A
LOS SANTOS.

▪ La perfección de los santos tiene a su vez un único objetivo: LA OBRA DEL MINISTERIO.

▪ La obra del ministerio a su vez tiene un sólo objetivo: LA EDIFICACIÓN DE LA IGLESIA.

A menudo asociamos al evangelista como aquella persona cuya asignación es predicar el


evangelio para salvación de personas. Asociamos esa gracia ministerial con personas no
conversas. No está mal hacerlo, sí en verdad no distorsionamos su verdadera función en el
cuerpo. Debemos saber que la predicación y expansión del evangelio para salvación es
responsabilidad de todo discípulo de Cristo. Y por otra parte, el ministerio del evangelista
tiene por objetivo el perfeccionamiento de los santos. Sería más preciso decir, por ejemplo,
que un evangelista es quién enseña y provoca a toda la Iglesia a una vida de evangelización.

Este ejemplo es práctico para detectar los peligros de no comprender el único ministerio.
Podemos dividir las expresiones y las gracias, pero el ministerio no debe ni puede ser
dividido. Si lo hacemos, exponemos a nuestra generación al estancamiento y a la ignorancia.

Las definiciones no siempre son útiles para edificar lo espiritual, pero a veces sirven para
derribar argumentos que frenan la revelación. A continuación les presento algunas maneras
de definir las gracias ministeriales desde el Nuevo Pacto:

• El apóstol es la gracia de Cristo dada a personas enviadas a ser representantes fieles


que provocan el crecimiento de Cristo en los santos. La manifestación de la autoridad de
Dios a través de su persona radica en el entendimiento profundo de los diseños de la
Iglesia y sus sistemas vitales.

• El maestro es aquel que entiende que en éste pacto el conocimiento de Dios le es dado
al hijo de Dios por Gracia y al espíritu. Por lo tanto hace de la enseñanza una herramienta
de provocación a la revelación del Espíritu. Su tarea lo lleva a luchas espirituales contra
argumentos altivos y principados que han sido establecidos para que el conocimiento de
Dios no se manifieste. El Maestro del Nuevo Pacto no sólo es un conocedor de las
escrituras sino que es un portador del Espíritu de las escrituras hecho carne en él y le ha
sido asignada la tarea de transmitirlo a la Iglesia.

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• Un profeta es aquel que puede ver eternidad en las personas y ha hecho su profesión el
provocarla, a pesar de que la realidad humana sea absolutamente contraria a la VERDAD
ETERNA que portan. Un profeta del Nuevo Pacto es un verdadero experto en la GRACIA
DE DIOS, cuyo poder radica en la separación de las realidades humanas y divinas, y la
confirmación y activación de la Iglesia. Un profeta del Nuevo Pacto sabe que no puede
ejercer bien su tarea de manera solitaria (a diferencia de los profetas del antiguo pacto),
porque esta vez hace parte de un diseño que lo requiere altamente entrelazado,
comprometido, coordinado y armonizado con el Cuerpo de Cristo y sus gracias
ministeriales.

• El Evangelista es la gracia ministerial dada por el Señor para la edificación de la Iglesia,


cuya operación produce en las personas una profunda entrega y pasión hacia los diseños
de Dios. Cuando un hijo de Dios se expone a la gracia del Evangelista del Nuevo Pacto,
todo su ser se expone a la convicción profunda de que el SER IGLESIA Y MANIFESTAR A
CRISTO es su única verdadera profesión en la vida, entregándose en amor y compasión a
otros.

• Un Pastor es aquel que puede asumir el cuidado específico de aquello que le fué asignado
en Cristo, siendo plenamente coherente con la construcción de la Iglesia en el mundo y en
la historia. Es un provocador constante a las conexiones y vínculos coyunturales entre los
miembros de la Iglesia. Desarrolla las habilidades espirituales para discernir el corazón y
provocar a la madurez y a la producción del fruto del espíritu en las personas.

4. MINISTERIO Y MINISTRO

Dijimos que la palabra ministerio se separa de la palabra servicio en un sentido: su


especialización y demanda. No existe ministerio sin un ministro. Como así también no existe
ministro sin competencias.

Las competencias hacen al ministro como lo es la habilidad de trabajar sobre la madera para
un carpintero. En este sentido tenemos una joya escritural que nos ayuda a definir
claramente a quién llamamos “Ministro” y cuáles son sus competencias.

2 Corintios 3:4-11 por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que
nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de
un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu, porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.
Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos
de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la
cual había de perecer, ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? Porque si
el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de
justificación. Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en
comparación con la gloria más eminente. Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más
glorioso será lo que permanece.

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El Nuevo Pacto es nuestra especialización y las exigencias son altas. Las competencias
requeridas son tan altas para el Ministro del Nuevo Pacto, que no pueden ser alcanzadas por
ningún ser humano, sino que sólo pueden ser alcanzadas por Gracia (como no podría ser de
otra manera en el Nuevo Pacto).

No conocer el Único Ministerio nos lleva inevitablemente a olvidar lo que significa ser
Ministros para Dios. Eso nos deposita en la ignorancia total de cuáles son las competencias
que se esperan de nosotros.

De esa manera, el mundo religioso que nos rodea continuamente nos va exigiendo
competencias que nos alejan del verdadero Ministerio. Saber predicar un sermón, poder
cantar una canción, emocionar a las multitudes y hasta profetizar o hacer milagros, no
pertenecen a las competencias que Dios pide de nosotros. Esas son algunas de las
competencias que los hombres exigen y muchas veces nos hacen exitosos delante de ellos.
Pero si en verdad deseamos ser llamados competentes (y por lo tanto Ministros) por el
Señor, debemos regresar a las formas dadas por Él.

5. EL ÚNICO MINISTERIO Y LA LUCHA ESPIRITUAL.

Este tema suma de manera puntual a lo que este trata por las siguientes razones:

1. Necesitamos entender que no existe en el Cuerpo de Cristo un ministerio cuya función


sea la lucha o guerra espiritual. Lo que sí puede encontrarse son miembros con mayor
exposición y otros menos expuestos. Pero esos miembros deben saber que el único éxito
de toda actividad espiritual radica en la manifestación más completa y perfecta de la
Iglesia en su conjunto.

2. Nunca debemos mirar a las tinieblas para saber qué debemos hacer. Si desenfocamos
nuestra mirada del Único Ministerio, nos veremos distraídos. El mundo nos muestra de
manera constante los efectos adversos de la operación de las tinieblas. El Señor nunca
nos pedirá que veamos lo que las tinieblas hacen. Si cumplimos la obra del Ministerio (en
plena confianza de quién nos envió), nuestra lucha será sólo para manifestar las victorias
que nos han sido dadas.

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2. UN ENTENDIMIENTO CLARO DE LO QUE ES UNA IGLESIA PROFÉTICA
¿Qué significa ser una iglesia profética, un cuerpo profético de personas?

Para responder completamente a esta pregunta, necesitamos ver el panorama completo


de exactamente lo que Jesús ha llamado a ser su iglesia. Hoy nos encontramos frente a
una realidad necesitamos un paradigma más amplio que el que se encuentra actualmente
en muchas congregaciones carismáticas. Si todo en lo que nos enfocamos es en dar
profecías a las personas, nos perdemos la amplitud y profundidad de la espiritualidad
profética. Si solo nos enfocamos en los profetas, nos perdemos de ver la manera en que
la iglesia misma puede ser profética en su propia naturaleza.

Entonces, para comprender la función profética de la iglesia, tenemos que retroceder un


poco de los ministerios proféticos y los llamamientos individuales, y comenzar a ver a la
iglesia en términos de quiénes estamos llamados a ser como el Cuerpo de Cristo. La
función profética es parte de la identidad y el propósito intrínseco de la iglesia: cómo
estamos formados y definidos. Estamos llamados a ser una comunidad profética, y esta
comunidad debe parecerse a Jesús.

Nuestro objetivo número uno como el Cuerpo de Cristo debería ser imitar a Cristo lo más
cerca posible. Cristo define la iglesia: es Él quién nos muestra quiénes somos y para qué
estamos llamados a hacer. Todo auténtico ministerio cristiano se basa en Él. La iglesia,
por su propia naturaleza, está llamada a tener la forma de Cristo, y las cinco gracias de
Efesios nos dan una perspectiva clara de cómo debería ser una iglesia similar a la de
Cristo. Jesús ha dado estas cinco identidades a la iglesia para que podamos ser todo lo
que Él nos ha llamado a ser, representándolo plenamente en el mundo.

Entonces, al considerar cómo la iglesia en su propia naturaleza puede ser profética,


encarnando la función profética, debemos adoptar el patrón profético que vemos en la
vida de Jesús. Nuestra vida como personas proféticas debe formarse directamente en
torno a la vida, el ministerio y la enseñanza de Jesús. Solo podemos definir una
iglesia profética según el ministerio de Jesús como el reflejo del profeta verdadero y
perfecto, Cristo.

Cuando miramos la vida y el ministerio de Jesús, vemos que Él es inflexiblemente


profético de muchas maneras:
• Él es la revelación del Padre : nos muestra perfectamente cómo es Dios.
• Él es la Palabra de Dios en carne.
• Él es el mediador del Nuevo Pacto entre Dios y las personas.
• Se enfrenta al mal y rompe el poder del pecado.
• Él llama a las personas a regresar a Dios y vivir con rectitud.
• Él le dice la verdad al poder (tanto religioso como secular).
• Él solo hace lo que ve hacer al Padre.
• Él es guiado por el Espíritu y ministra en el poder del Espíritu.

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• Prioriza la oración y la alabanza.
• Él habla proféticamente del futuro.
• Él discierne los corazones y las mentes de las personas.
• Desafía la injusticia.
• Jesús es la expresión perfecta del profeta y, por lo tanto, nos da el plan para una forma
madura, holística y multifacética que debe ser la iglesia profética.

Necesitamos ser proféticos en la forma en que Jesús fue profético. No solo como
individuos sino como un Cuerpo con una conciencia profética colectiva. La buena
noticia es que al elegir emular el papel profético de Jesús en nuestras congregaciones,
podemos participar en su trabajo y ministerio como el mayor profeta que haya existido
sobre la tierra. La función profética está profundamente arraigada en la persona de
Jesús, siendo el reflejo del profeta perfecto, Cristo. Al construir una cultura profética
holística y madura en nuestras congregaciones, continuamos su trabajo, sin tener que
fabricar algo nuevo. Y mientras hacemos esto, Cristo estará más presente en nuestro
medio a medida que su identidad profética perfecta se exprese a través de su pueblo.

Entonces, ¿cómo es una iglesia profética?

Aquí estoy usando el patrón tridimensional de la vida de Jesús como un marco para
proyectar una visión de cómo puede ser la comunidad profética, recordando siempre que
por comunidad profética no nos referimos a un grupo especial, sino a toda la iglesia:

Hacia Dios: profunda vida del Espíritu

• Como iglesia profética, tenemos una pasión por el corazón de Dios, deseando sentir lo
que Dios siente.
• Priorizamos la alabanza, la oración y la presencia de Dios.
• Estamos preparados para desafiar la idolatría y cultivar el hambre de santidad y
obediencia.
• Creamos una cultura de escucha intencional y expectante, haciendo espacio para esto
en todas las partes de la vida de la iglesia.
• La presencia y santidad de Dios es tangible y accesible.
• Nuestra congregación es un lugar donde se alienta y mejora la relación personal de
pacto de las personas con Dios.
• Estamos desarrollando una cultura donde las personas tienen la confianza de poder
escuchar a Dios por sí mismas.

Hacia adentro el uno al otro: próspero ministerio profético y comunidad

• Revelamos proféticamente el corazón del Padre en la forma en que nos amamos.


• Nos ayudamos mutuamente a conectarnos con el corazón de Dios para que juntos
seamos fortalecidos, alentados y consolados.

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• La presencia del Espíritu se manifiesta a través de sus dones reveladores cuando nos
reunimos.
• Demostramos ser una comunidad prefigurativa - radical, santa, pactal - testificando la
presencia y el poder de Dios.
• Adoptamos un ministerio profético que es sincero, intergeneracional e inclusivo.

Fuera del mundo: llevando la transformación

• Nos regocijamos al revelar la verdadera naturaleza de Dios al mundo que nos rodea.
• Nos estamos conectando con el corazón de Dios para el barrio, la ciudad y la nación.
• Estamos caminando en el poder del Espíritu mientras servimos a nuestras
comunidades.
• Nos pronunciamos contra la injusticia y compartimos la preocupación de Dios por los
pobres y los oprimidos.
• Enfrentamos poderes y principados.
• No tenemos miedo de decir la verdad al poder.

Esta es la función profética viva y bien en la iglesia de Jesús. Este es el ministerio


profético de Jesús reflejado en su pueblo. Este es el panorama general de la iglesia
profética. Y anímate: ¡no es demasiado difícil llegar allí!

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3. CUANDO LOS PROFETAS SON EL ENEMIGO DE LO PROFÉTICO

El Nuevo Testamento es bastante claro: la profecía es un don para todos los hijos de Dios.
Un don que se desea con entusiasmo, que trae una bendición enorme ya que conecta a las
personas con el corazón del Padre. He visto la libertad que ha traído explicar a la luz de la
Palabra que lo profético no es un don exclusivo para una élite misteriosa, sino una
dispensación de gracia que el Espíritu Santo derrama abundantemente. Todos
podemos usar este don y ser canales del amor de Dios mientras buscamos su corazón
para todos los que conocemos. Una cultura profética saludable es aquella en la que
hay una comprensión activa de que la revelación profética está disponible para todos.

Por lo tanto, es un pensamiento aleccionador que a menudo las barreras más grandes
para liberar una cultura profética saludable son los propios profetas. Con demasiada
frecuencia, lo que impide que las personas se involucren con el don de profecía es la
inmadurez y el comportamiento inútil de las personas proféticas. Por "profeta" me refiero
al profeta del Nuevo Testamento, los dones de Cristo, sobre el cual Pablo escribe en
Efesios 4, esa sección de la iglesia que tiene un llamado particular para ayudar a la iglesia
a escuchar la voz de Dios. Cristo ha dado ciertos dones o llamamientos a la iglesia,
distribuyéndolos entre todas las personas como lo crea conveniente. Dios ha hecho que
cada uno de nosotros se ajuste a un lugar determinado donde podamos servirle mejor.
Estas cinco gracias se dan para que todo el cuerpo de Cristo crezca y madure, para que
podamos vivir la unidad que Pablo describe al comienzo del capítulo. Que nos
convertiríamos en las personas que Él quiso que fuéramos.

Tenemos un pequeño vistazo del profeta maduro del Nuevo Testamento de este versículo
en Hechos 15:32: "Judas y Silas, que eran profetas, dijeron mucho para fortalecer y
alentar a los creyentes".

Esta es una gran fotografía instantánea de lo que los profetas estaban haciendo en la
iglesia primitiva: eran canales de la fortaleza y el aliento de Dios. Como Pablo nos
recuerda en 1 Corintios 14:3, cuando profetizamos hablamos a las personas para su
edificación, exhortación y consuelo. Me hubiera encantado la oportunidad de pasar el rato
con Judas y Silas y ser el destinatario de su maravilloso ministerio.

Además de traer profecías y hablar de aliento, el papel principal del profeta del Nuevo
Testamento es ayudar a otras personas a escuchar a Dios por sí mismas. Los profetas
maduros no hacen esto estableciendo sus propias agendas o gobernados por el deseo de
hacerlo solo, en cambio, se enfocan en invertirse en otros. Encuentran formas de
multiplicar efectivamente su ministerio y permitir que otros los imiten. Le dan a las
personas un marco para subir y una invitación para venir y unirse.

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Un profeta maduro tiene un papel clave que desempeñar en el establecimiento de una
cultura profética saludable en su iglesia. Su corazón se centrará en edificar el cuerpo al
alentar a otros a salir y escuchar a Dios, y modelarán un enfoque humilde, responsable y
centrado en la comunidad en cuanto al don. De hecho, lo modelarán de tal manera que
será contagioso: las personas desearán ansiosamente la profecía (1 Corintios 14:1)
porque ven el fruto del don en la vida del profeta maduro.

Pero con demasiada frecuencia vemos que ocurre la dinámica opuesta: profetas
inmaduros que realmente desaniman a las personas de la profecía. Y así es como sucede:

• Por su actitud y lenguaje, implican que este don es exclusivamente suyo. Su


incapacidad para transmitir sus experiencias proféticas en un lenguaje normal y
accesible significa que parece inalcanzable para el resto de la iglesia.
• Su obstinada independencia lleva a una falta de responsabilidad y sumisión. No se
involucrarán con el discipulado y no aceptarán la visión común de la familia de su
iglesia.
• Terminan siendo una voz crítica al borde de la iglesia, señalando rápidamente cada
problema que ven.
• Su falta de arraigo en la comunidad y su evasión de responsabilidad significa que
rápidamente se apresuran a actuar sobre lo que creen que Dios les está diciendo que
hagan, sin la disciplina de sopesar adecuadamente y probar su palabra con los demás.
• Su tendencia a hablar de juicio en lugar de misericordia crea una cultura de miedo.
• Debido a que su identidad está tan atrapada en su ministerio profético, si sus profecías
son rechazadas, se sienten personalmente rechazados.
• Cualquiera que cuestione sus acciones o palabras es acusado de apagar el Espíritu.
• Su falta de humildad y gracia significa que exigen ser escuchados y respondidos,
frustrados cuando los líderes no actúan de inmediato ante la revelación que traen.

No es de extrañar que la respuesta de tantos líderes de la iglesia sea cerrar o controlar


estrictamente cualquier expresión de ministerio profético. No es de extrañar que tantos
miembros de la iglesia eviten un compromiso activo con la profecía. Hay una batalla
espiritual en curso. La profecía es un don maravilloso y poderoso que Dios le ha dado a
su iglesia, pero el enemigo la odia y hace todo lo posible para torcerlo y distorsionarlo.
Soy consciente de una serie de situaciones en el momento en que el deseo de las
congregaciones de desarrollar una cultura profética sana y madura se ve amenazado por
la actitud y las acciones de los profetas inmaduros e irresponsables.

Para aquellos de nosotros que tenemos "forma de profeta" y anhelamos que la profecía
sea bienvenida en nuestras congregaciones, aquí hay algunos consejos sobre cómo ser
una ayuda en lugar de un obstáculo:
• Recuerde: no se trata de usted y sus "dones" o "unciones", sino que debe centrarse en
cómo puede ayudar a otros a escuchar a Dios por sí mismos.
• Buscar activamente la responsabilidad. Encuentre un lugar seguro de responsabilidad
donde pueda ser transparente sobre su vida y ministerio.

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• Cultiva un corazón de siervo, lea Filipenses 2.
• Obtenga capacitación sobre cómo comunicar sus ideas con humildad y gracia.
• Busque formas creativas de edificar a sus líderes con su don profético.
• No sea extraño o súper espiritual: busca ser lo más normal posible.
• Rodearse de apóstoles, evangelistas, maestros y pastores. Elija aprender de ellos y sus
perspectivas, sobre todo del pastor.
• Siga los pasos de Judas y Silas y trate de decir mucho para alentar y fortalecer a los
creyentes, ¡todo el tiempo!
• Prestemos atención a estas palabras de 1 Pedro 4:10 "Cada uno debe usar cualquier
don que haya recibido para servir a los demás …”

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4. CÓMO COLABORAR EN LA FORMACION DE UN UN PROFETA

La forma en que usamos la palabra "profeta" proviene del apóstol Pablo. Se mencionan en
Efesios 4: 11-13, donde presenta cinco dones diferentes que Dios le da a su iglesia. Estos
dones son en realidad personas que Dios ha regalado y luego dado a la iglesia para
construirlo y llevarlo a la madurez y la unidad. La suposición de Pablo es que la iglesia
necesita crecer en la plenitud de su identidad en Cristo, y que estos cinco dones son
cruciales para que eso suceda. En otras palabras, necesitamos profetas en nuestras
congregaciones si vamos a llegar a la madurez. El problema es que los profetas maduros
no crecen en los árboles. Los profetas normalmente vienen a nuestras congregaciones
inmaduros, en necesidad de aliento y formación. ¿Cómo podemos hacer esto fiel y
efectivamente?

Podrías ser un profeta si ...


Antes de hablar de profetas inmaduros, hablemos de los profetas en general.
¿Cómo son estos dones de Cristo para la iglesia?

En primer lugar, "profetas" puede ser un término un poco polarizante. Es fácil pensar en
los profetas del Antiguo Testamento con sus visiones fantásticas y su comportamiento
extraño. También podemos imaginar figuras parecidas a Nostradamus, prediciendo
acontecimientos oscuros en un futuro lejano. Pero una mejor manera de pensar en los
profetas es que son simplemente personas, que están en contacto con la vida de Dios,
y se preocupan mucho para que las personas y las organizaciones estén viviendo la
vida del Hijo de Dios.

Aquí hay algunas señales de los profetas en general:


• Disfrutan pasar tiempo a solas con Dios, y sienten claramente su corazón.
• Se preocupan profundamente por la vida del Hijo de Dios en las personas y las
comunidades, junto con el crecimiento de los valores, la integridad, y perciben antes
que nadie, cuando una organización se aleja del "verdadero norte" en estas áreas.
• Pueden retroceder ante las circunstancias, y tener una idea clara de lo que realmente,
está sucediendo debajo de la superficie.
• Esta claridad muchas veces, les permite encontrar soluciones creativas e innovadoras
que otros no ven.
• Son pensadores innovadores y tienden a alterar el status quo.
• Están orientados hacia el futuro y tienden a ver oportunidades y peligros antes que los
demás.
• Entre otras expresiones que hemos visto en la primera parte de este curso.

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4.1 SEÑALES DE UN PROFETA INMADURO
Pero los profetas necesitan crecer de la inmadurez a la madurez, como todos nosotros. Su
mayor fortaleza es también su mayor debilidad.

Aquí hay algunos signos de un profeta inmaduro:


• Hablan sobre su perspectiva como si fuera simplemente "la verdad absoluta".
• Debido a que piensan que ellos son los que realmente "lo entienden", pueden formar
grupos de élite en congregaciones que destruyen la unidad.
• Saltan de iglesia en iglesia porque siguen encontrando problemas en cada una.
• Se frustran cuando sus ideas no son aceptadas e implementadas de inmediato.
• Tienen que señalar cada inconsistencia o problema que ven.
• No pueden contener la lengua.
• Les cuesta mucho aceptar a las personas justo donde están.
• Tienden a vivir en sus cabezas, porque su idealismo es más limpio que el desorden del
ministerio en el mundo real.
• Tienden a aislarse o solo se asocian con quienes piensan como ellos.

¿Eso te recuerda a alguien? ¿Quizás notas estas características en ti mismo?


Una tentación que encontramos con los profetas inmaduros es usarlos por su capacidad
de pensar estratégicamente y su disposición a trabajar duro. Los profetas inmaduros
crean una cultura en la que las personas intentan hacer lo correcto, y puede ser tentador
ignorar su inmadurez para mantener a todos “motivados". Pero, francamente, la tentación
más fácil es simplemente rechazar a un profeta inmaduro, porque pueden ser algunas de
las personas más molestas que jamás haya conocido. Es realmente fácil desear que los
profetas inmaduros simplemente se vayan. ¡Conozco líderes que han orador para que Dios
los “mueva” porque las críticas simplemente no se detendrían! Pero si bien algunos
profetas inmaduros abandonarán su iglesia por su propia voluntad (porque lo está
haciendo mal), no es amoroso ni sabio usarlos o rechazarlos. En cambio, aprendemos a
discipularlos.

¿Cómo discipulamos a los profetas inmaduros cuando los encontramos en nuestras


congregaciones?

4.2 CÓMO DISCIPULAR A UN PROFETA INMADURO


De alguna manera, lo que los profetas necesitan para crecer en el discipulado es lo
mismo que todos necesitan: una abundancia de gracia y verdad. Necesitamos calibrar la
gracia en el discipulado, ofreciendo conexión y compasión en una relación auténtica.
También necesitamos equilibrar la verdad en el discipulado manteniendo la realidad frente
a otros sin ansiedad.
Esta calibración se ve diferente para un profeta que para un evangelista o apóstol. La
gracia y la verdad que necesitan adquieren cierta forma. Entonces, ¿cómo son la gracia y
la verdad para los profetas?

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Ofrecer gracia a un profeta inmaduro
Aquí hay algunas cosas que aprendí acerca de ofrecer gracia a un profeta inmaduro:
• Los profetas necesitan espacio en su horario para la oración y la conexión con Dios.
Afirme esto y ayúdelos a hacer espacio para ello.
• Los profetas necesitan saber que su don es importante: afirmarlos y lo respetar lo que
que están viendo. El rechazo que a menudo reciben por su dureza es muy doloroso,
incluso si no se dan cuenta.
• Los profetas necesitan una atmósfera de permiso para equivocarse. Necesitan saber
que no serán rechazados si comparten algo inmaduro o si están equivocados acerca de
algo de lo que estaban seguros.
• Los profetas necesitan espacios seguros para experimentar. Crea un ambiente lúdico y
sin presión.
• Los profetas necesitan un lenguaje que los ayude a calificar sus revelaciones como algo
que Dios "podría" estar diciendo, en lugar de un enfoque de "así dice el Señor".
• Los profetas necesitan saber que son valorados aparte de sus dones. Que no necesitan
"tener una palabra de Dios" o saber qué hacer para ser valorados en la comunidad.

Ofrecer verdad a un profeta inmaduro


Aquí hay algunas notas sobre cómo ofrecer la verdad a un profeta inmaduro:
• Los profetas necesitan aprender empatía y paciencia con aquellos con quienes no
están de acuerdo. Desafíelos a tener una visión a largo plazo cuando se trata del
discipulado.
• Los profetas deben presentar sus ideas y revelaciones a la comunidad para su
interpretación (1 Cor. 14:26). El profeta nunca puede ser el único intérprete de su
mensaje.
• Los profetas necesitarán entrenamiento para ayudarlos a entregar sus ideas con
humildad y gracia. En lugar de "¡Así ha dicho el Señor!" intente "Podría estar
equivocado, pero lo que siento que Dios podría estar diciendo es ..."
• Se debe recordar a los profetas que no tienen la imagen completa. La interpretación y
aplicación de su revelación es para que toda la comunidad discierna.
• Los profetas necesitan aprender a hablar la "verdad de Jesús" que libera a las personas,
en lugar de la mera "verdad de los hechos" que a menudo puede unir a las personas
con miedo y vergüenza.
• Los profetas deben recordar que necesitan todo el cuerpo de Cristo, que Dios no es
solo una "voz", que los otros dones realmente importan.

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5. LOS PROFETAS NECESITAN COMUNIDAD
"Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común”. Hechos 2:44

A veces parece más fácil hacerlo solo.

Para aquellos de nosotros que tenemos 'forma de profeta' y nos encontramos atraídos
por el ministerio profético, a menudo existe la tentación de darle la espalda a la
comunidad cristiana en general y correr hacia el barranco de Elías o el desierto de Juan el
Bautista: ese lugar donde solo somos nosotros mismos y la voz de Dios

Después de todo, muchos de nosotros necesitamos un lugar de tranquilidad y soledad


para poder escuchar a Dios con claridad: un lugar donde no tengamos que explicar o
defender nuestra sensibilidad profética, Un lugar donde podemos perseguir la dulce
presencia de Jesús sin interrupciones.

Y cuando miramos a las personas proféticas en nuestras congregaciones, a menudo


encontramos que ocupan esos lugares más aislados: tal vez desconectados de una
comunidad próspera, y a menudo al margen de la vida de la iglesia. El aislamiento y la
separación son tentaciones para muchos profetas. Cuando puedes escuchar a Dios tan
bien por ti mismo, es fácil terminar pensando: "No necesito a nadie más, ¡puedo escuchar
a Dios!" Cuando ha encontrado malentendidos e incluso rechazo debido a su llamado
profético, es muy fácil retirarse emocional y espiritualmente de la comunidad cristiana de
la que forma parte.

Pero un profeta aislado es un profeta inexplicable y este es un lugar peligroso para los
profetas. El lugar más precario para el ministerio profético está justo al borde de las
cosas: muy lejos del liderazgo, muy lejos del corazón central de la iglesia, muy lejos de las
relaciones responsables. Y en este lugar es muy fácil para el profeta terminar siendo una
voz crítica fuera de la iglesia, manifestando el espíritu de independencia y negándose a
someterse a ningún consejo o corrección.

Para obtener una perspectiva bíblica sobre el ministerio profético, es importante ver el
gran cambio que ocurre a medida que avanzamos del antiguo al nuevo pacto con respecto
al papel y ministerio de los profetas. Los profetas del Antiguo Testamento a menudo
tenían que ministrar como "solitarios": a veces eran una sola voz en medio de una nación
corrupta y rebelde, a menudo con un mensaje dirigido a los no creyentes. Estaban
trabajando en aislamiento y alienación.

Pero el Nuevo Testamento pinta una imagen muy diferente del ministerio profético y el
contexto en el que opera. La comunidad es la lente crucial a través de la cual ahora
debemos ver los dones proféticos, y al mirar el modelo de profecía del Nuevo
Testamento vemos que su verdadero hogar es una comunidad saludable y próspera del
pueblo de Dios. La iglesia se ha convertido en el centro de la actividad profética: una
familia de oyentes, que perciben juntos la voz de Dios.

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Los profetas del nuevo pacto necesitan comunidad. A Jeremias y compañía les fue muy
bien ministrar de manera aislada, pero bajo el nuevo pacto, el compromiso con la
comunidad es el trato para todos, independientemente de cuál sea nuestra gracia. Jesús
nunca dejó que sus discípulos hicieran nada por sí mismos: incluso tenían que encontrar
un burro como pareja. Entonces, para tener un ministerio equilibrado y fructífero,
tenemos que superar los desafíos de la comunidad y buscar una comunión profunda con
nuestros compañeros creyentes.

Es vital que las personas proféticas tengan una fuerte dimensión interna de sus vidas,
totalmente integradas en la comunidad, con relaciones saludables con otros creyentes.
Dios nos creó para ser seres sociales y su diseño para su iglesia es que somos un solo
cuerpo. De hecho, el amor que los cristianos tienen el uno por el otro es la marca que nos
identifica como discípulos de Jesús (Juan 13:35). Todos estamos llamados a vivir nuestra
fe junto a los demás.

Los profetas necesitan un sentido de pertenencia, de modo que cuando traen una palabra
a la iglesia, son escuchados porque son parte de la familia. El trabajo de un líder es ayudar
a los profetas a encontrar una comunidad de apoyo. Pero más importante que eso es la
necesidad de crear una cultura donde los profetas puedan obtener una visión de
comunidad, de modo que puedan mantener un corazón suave hacia el cuerpo, un corazón
para construir el cuerpo.

Por lo tanto, debemos crear un entorno que atraiga a los profetas cerca del centro y
garantice que estén firmemente integrados en la comunidad, un lugar donde los profetas
se sienten amados, aceptados, valorados e invitados. Queremos crear una cultura que
comunique que los profetas y todo lo que traen son valorados.

Una cultura fuerte de comunidad, mejorada por el lenguaje correcto, será clave para el
desarrollo saludable de los profetas. Una comunidad fuerte naturalmente creará
confianza, y vale la pena reconocer que muchas personas proféticas tienen que superar su
miedo al juicio y al rechazo para madurar y prosperar. Es realmente importante que los
profetas sientan que pueden confiar en su comunidad para no rechazarlos si comparten la
revelación. Y una comunidad fuerte creará un ambiente de sumisión saludable y respeto
mutuo: el profeta se complace en someterse a su líder porque son parte de la misma
familia.

Si sentimos la tentación de hacerlo solo, aquí hay algunas preguntas de búsqueda que
podemos hacernos que nos ayudarán a mantenernos enfocados en amar y bendecir a
nuestra comunidad:

¿Estoy comprometido con la comunidad de mi iglesia?


¿Estoy sometido a mis líderes?
¿Soy responsable de mi vida y mi ministerio profético?
¿Me estoy haciendo vulnerable a los demás?

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6. ¿QUÉ ES UNA CULTURA PROFÉTICA Y COMO ESTABLECERLA?
Una cultura profética no se trata principalmente de estructuras y actividades, sino de la
Vida, valores y principios. Para ser estratégico en el desarrollo de una cultura de este
tipo, es importante abordar los problemas de la cultura antes que la estructura.

Una cultura profética sana y bíblica tendrá estas características clave:

• Palabra y espíritu.
Para desarrollar una cultura profética holística, es necesario abarcar tanto la Palabra
como el Espíritu, para que haya un compromiso saludable tanto con la Biblia como con la
persona del Espíritu Santo. Las personas necesitan comprender cómo interactúan los
dos entre sí y cómo debemos crecer en el compromiso con ambos.

• Discipulado y responsabilidad
Una cultura profética debe basarse en una cultura de discipulado y responsabilidad,
donde todos sepan que su vocación e identidad primarias son las de un discípulo. El
discipulado está en el corazón de nuestra fe cristiana. Se trata de elegir seguir los pasos
de Jesús, escucharlo y obedecerlo.
Una cultura de discipulado es aquella en la que regularmente nos preguntamos: "¿Qué
me está diciendo Dios y qué voy a hacer al respecto?" - y donde somos responsables
ante los demás sobre las respuestas a estas dos preguntas clave.

• Comunidad
Una cultura profética también necesita estar basada en la comunidad. Esta es la lente
crucial a través de la cual siempre debemos ver los dones proféticos, y al mirar el modelo
de profecía del Nuevo Testamento, vemos que su verdadero hogar es una comunidad
saludable y próspera del pueblo de Dios. La profecía no está diseñada para existir en el
vacío.

El ministerio profético que se basa en la comunidad contrarrestará las tendencias del


consumidor inherentes a la sociedad, porque el enfoque naturalmente cambia a la
comunidad que escucha a Dios juntos, en lugar de que todo se trate de unos pocos
individuos. Mientras más practiquemos escuchar a Dios juntos, en nuestras expresiones
locales de la iglesia, más asumiremos la identidad del rebaño de Jesús escuchándolo en
conjunto, y todos tendrán una contribución válida que hacer.

Una comunidad cristiana próspera está formada por todas las edades, y una de las
mejores maneras de desarrollar una cultura profética saludable es liberar a los niños y
enseñarles cómo profetizar. De hecho, a los niños generalmente les resulta mucho más
fácil escuchar la voz de Dios porque tienden a tener mucho menos "equipaje" emocional
que se interponen en el camino.

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• Enraizado en el amor del Padre
Una cultura profética saludable será aquella en la que las personas estén seguras en el
amor de su Padre celestial y su identidad como hijos de Dios. A medida que buscamos
desarrollar un ministerio profético en nuestras congregaciones, es vital que los
fundamentos de este ministerio sean una comprensión profunda de la relación del
Pacto a la que Dios nos llama. Podemos vivir nuestras vidas sabiendo que la persona
más cariñosa, amable y generosa que podamos encontrarnos nos extiende los brazos y
nos vigila constantemente. En esta relación experimentamos un amor increíble,
aceptación y perdón, se satisfacen todas nuestras necesidades de afirmación y
aprobación, Sabemos que Dios está complacido con nosotros.

A medida que nos adentramos en el Pacto, encontramos el antídoto para el legalismo y


la lucha. No podemos esforzarnos por escuchar la voz de nuestro Padre: solo lo
escuchamos desde un lugar de amor, descanso y seguridad.

• Expectativa
Para desarrollar una cultura profética próspera y efectiva, es importante que nos
volvamos expectantes y seguros de que Dios nos hablará si se lo pedimos. No se trata
de unas pocas personas llenas de fe, sino de una comunidad que espera escuchar la voz
de Dios. Se trata de una actitud corporativa de expectativa. Con demasiada frecuencia,
la razón por la que no vemos el Reino de Dios estallar en nuestro medio con signos y
maravillas es porque en realidad no esperamos que Dios haga mucho, y ciertamente no
nos estamos colocando en el lugar donde realmente necesitamos a Dios hablar. Como
escribe Graham Cooke, "La expectativa es el alma de moverse en el Espíritu".

• Multiplicación
Una de las cosas que más me entusiasma de una cultura profética madura es que es
multiplicable: se reproduce a sí misma. Primero que nada tenemos que desmitificar lo
profético y hacerlo accesible para todos. Para multiplicar efectivamente el ministerio
profético, debemos hacerlo de tal manera que otros puedan imitarnos. Tenemos que
dar a las personas un marco para escalar. Entonces, esto significa no solo hacer
ministerio en el frente de la iglesia, sino estar lo suficientemente cerca de las personas
para que puedan ver cómo funciona en nuestras vidas día a día. Significa invitar a las
personas a que se unan a nosotros.

• Misión
Una cultura profética madura siempre tendrá una fuerte dimensión externa. Ve la
profecía como un don no solo para ser guardado dentro de los límites de la iglesia, sino
para ser llevado fuera de los muros de la iglesia y para ser utilizado como una
herramienta efectiva en la evangelización. A medida que aprendemos a escuchar y
comunicar la voluntad y la intención de Dios, su Espíritu siempre nos dirigirá al mundo. A
medida que nuestra audición espiritual se vuelve más clara y aguda, inevitablemente nos
encontraremos sintonizando el latido misional de Dios y hablando sus palabras de vida a
las personas.

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BIBLOGRAFIA
Ballistreri, A. (2016). LUCHA ESPIRITUAL. Ballistreri.
Vallotton, K. (2014). Basic Training for the Prophetic Ministry Expanded Edition
(Expanded ed.). Destiny Image.

Muchas gracias por participar de este curso.


Cualquier consulta podes escribirnos a
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