Describiendo Lo Profetico - Yl
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1. INTRODUCCIÓN PAG. 7
2. EL PROPÓSITO DEL MINISTERIO PROFÉTICO PAG. 8
DESDE EL NUEVO PACTO
3. EL PRÓPOSITO DE LA PROFECÍA PAG. 12
4. LA GRACIA DEL PROFETA PAG. 16
5. LOS PROFETAS NECESITAN COMUNIDAD PAG. 18
6. UN ENTENDIMIENTO CLARO DE LO QUE ES UNA PAG. 20
IGLESIA PROFÉTICA
7. EL PROCESO PROFÉTICO PAG. 23
8. ¿QUÉ ES UNA CULTURA PROFÉTICA Y CÓMO ESTABLECERLA? PAG.25
BIBLIOGRAFÍA PAG. 27
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1. INTRODUCCIÓN
A medida que buscamos claridad sobre el papel del profeta y la gente profética de
hoy, debemos tener cuidado de discernir adecuadamente la diferencia entre describir y
definir. ¡La Biblia nos da una riqueza de descripción, pero una escasez de definición!
Por ejemplo, la Biblia describe la naturaleza de Dios de manera tan rica que entendemos
que Dios es la Trinidad, un Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Hay una
riqueza de descripciones que revela la Trinidad, pero la Biblia no nos da una ‘definición’ de
la Trinidad.
Si queremos tener el control de las cosas, nos frustrará no tener una definición. Sin
embargo, las definiciones no funcionan para personas vivas. Una definición no puede
encapsular la realidad viva. La definición es una autopsia: toma una mariposa y la pone
debajo de un vaso con una etiqueta junto a ella y un alfiler que se pega a través del
cuerpo de papelería de lo que una vez estuvo volando. La definición funciona para cosas
que están muertas, no vivas; para cosas que son estáticas, no dinámicas. La operación del
Espíritu Santo es el epítome vivo y dinámico.
Juan 3:8 (RVR1960) “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, mas ni sabes de
dónde viene, ni a dónde va, así es todo aquel que es nacido del Espíritu”.
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2. EL PROPÓSITO DEL MINISTERIO PROFÉTICO
DESDE EL NUEVO PACTO
Sin embargo, cuando estudiamos el Nuevo Testamento, nos damos cuenta de que,
como menciona Hebreos 1:1-2 “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas
maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha
hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el
universo”, estamos en otro tiempo. En la cruz, nuestro Señor inauguró un nuevo tiempo,
Él cumplió la ley y completó la obra de los profetas. Ahora bien, Él no descartó el oficio del
profeta, pero hizo un cambio de roles y de deber en el profeta. Será nuestra tarea en esta
clase poder ver algunos de esos roles y funciones para no descartar ni negar, pero
tampoco utilizar una herramienta bajo los parámetros de otro tiempo. Pablo amplía esta
idea claramente en Efesios 4:11-13 “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles, a otros,
profetas, a otros, evangelistas, a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los
santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que
todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.
Vamos a hacer algunas observaciones sobre este pasaje. Primero, Cristo no invalidó
la operación del ministerio del profeta en el Nuevo Testamento, sino que constituyó a
hombres para esta labor, pero con algunas diferencias respecto a las que mencionamos
anteriormente, a saber:
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Veamos otros dos pasajes de las Escrituras a fin de evaluar más descripciones.
2 Corintios 5:17-19 (RVR1960) “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es,
las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios,
quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la
reconciliación, que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la
palabra de la reconciliación”.
Podríamos afirmar que este pasaje tiene mucho que ver con el ministerio profético
desde la perspectiva del Nuevo Pacto. ¿Por qué? Todos nosotros, quienes somos nuevas
criaturas en Cristo Jesús, tenemos el encargo del ministerio de la reconciliación, no el
ministerio de juicio y condenación que, como vimos, era una tarea predominante de los
profetas del Antiguo Testamento. ¿En qué se basa el ministerio de la reconciliación? “no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados”.
Ahora veamos la pregunta del millón de dólares, ¿qué pasa si tomamos el modelo de
profeta del Antiguo Testamento y lo pasamos del otro lado de la cruz? Malaquías nos
responde esa pregunta, 400 años antes de Cristo, cuando escribe en Malaquías 4:5-6 “He
aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. Él
hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los
padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición”. Miremos con atención que
Elías va a regresar antes del día de Jehová, grande y terrible. En otras palabras, él
regresará en los últimos días y lo interesante es que cuando Elías regrese, ¿qué hará? Él
reconciliará familias. ¿Podemos ver el contraste de los roles de Elías antes de la cruz y
después de la cruz? En el Antiguo Pacto, él juzgó a Israel con tres años y medio de sequías
por causa de sus pecados, también hizo caer fuego del cielo y mató él mismo a
ochocientos cincuenta falsos profetas, pero ahora, del otro lado de la cruz, su función será
restaurar los corazones de los miembros de las familias. Elías fue promovido del ministerio
del juicio al ministerio de la reconciliación por la cruz de Cristo.
Jesús les dijo a Sus discípulos que esperaran en Jerusalén la venida del Espíritu
Santo, el don que el Padre prometió, del cual Jesús les había hablado. Esta promesa se
cumplió en Pentecostés, como se describe en Hechos 2. La venida del Espíritu produjo
un pueblo profético. En el Antiguo Testamento, Dios levantaría un profeta en momentos
particulares. Sin embargo, la promesa del Mesías era también una promesa de una nueva
era del Espíritu del Señor que venía sobre todo el pueblo de Dios. El reino de la venida de
Cristo también significa que la era del Espíritu ha llegado.
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En lugar de un solo profeta o un pequeño grupo de profetas, en el Nuevo Pacto, Dios
derramó Su Espíritu sobre todos los creyentes, haciendo un pueblo profético.
Como Dios mismo, el Espíritu Santo no está aquí para servir a nuestra propia visión,
sino para cumplir Su visión. El Espíritu Santo es el verdadero líder de la iglesia y está en
una misión. Su presencia está llena de propósito para glorificar a Jesús en toda la tierra. El
Espíritu tiene, tanto un mensaje, como un método en Su misión. ¡El mensaje es el señorío
de Jesucristo y el método involucra a la iglesia!
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El Espíritu Santo ha sido enviado para completar en la tierra el ministerio salvador
de Jesús, trayendo a personas de todas las naciones, idiomas, tribus y lenguas a la fe en
Cristo, de modo que el conocimiento de la gloria del Señor cubra la tierra como las aguas
cubren la mar. El Espíritu Santo es un apasionado de glorificar a Cristo y le da poder a la
iglesia para completar la misión de la Gran Comisión.
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3. EL PRÓPOSITO DE LA PROFECÍA
1 Corintios 12:6-12 (RVR1960) “Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace
todas las cosas en todos, es el mismo. Pero a cada uno le es dada la manifestación del
Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría, a
otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu, a otro, fe por el mismo Espíritu, y a
otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros, a otro,
profecía, a otro, discernimiento de espíritus, a otro, diversos géneros de lenguas, y a otro,
interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu,
repartiendo a cada uno en particular como él quiere. Porque así como el cuerpo es uno,
y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un
solo cuerpo, así también Cristo”.
Hace unos años atrás escuché una descripción de la palabra ‘profetizar’ que me
gustaría introducir en este curso: profetizar significa “expresar palabras inspiradas
por Dios para transmitir a Cristo al Cuerpo”. De acuerdo con 1 Corintios 14:31, todos los
creyentes pueden ejercitar este don en determinadas ocasiones como el Espíritu quiera.
Todos pueden profetizar, uno tras otro, y no más de tres, en cualquier reunión (1
Corintios 14:29-33).
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3. Este don no es para una dirección personal.
Esto transmite la mente del Señor a la iglesia. El que profetiza está hablando a los
creyentes en nombre de Dios para su edificación, exhortación y consolación.
3. La profecía funciona para que los creyentes puedan aprender (1 Corintios 14:31).
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4. Todos deberían anhelar y buscar con celo este don (1 Corintios 14:1, 39).
Pues, de esta manera, podemos ser usados por Dios para animar a Su iglesia.
5. La persona que está operando en este don es responsable por su uso o abuso (1
Corintios 14:32).
6. A razón de que el elemento humano es falible, las profecías deben ser juzgadas
(1 Corintios 14:29).
1 Corintios 14:3 (RVR1960) “Pero el que profetiza habla a los hombres para
edificación, exhortación y consolación”.
A. Edificar la iglesia.
B. Exhortar a los creyentes.
C. Consolarlos.
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No hay una edificación sin un diseño y una medida. Si en una edificación hay
exhortación, significa que no se está dando a la medida y si tiene que haber consolación,
concluimos que se ha perdido algo: la vida de Dios. Lo profético en el Nuevo Pacto es un
identificador de lo que está vivo o está muerto y cuáles son las causas de ello. Cuando
estamos edificando algo divino y se está perdiendo Su vida en el proceso no puede
faltar la profecía de exhortación, pero solo cuando la respuesta es sincera, con
humildad y arrepentimiento, opera la consolación. Si en la exhortación no hubiera
consolación, lo único que se lograría es producir frustración. Pero toda profecía llena de
gracia conlleva la esperanza de que en el interior de cada santo está Cristo. Somos
conscientes de que si una palabra que se supone que es “profética” no está bañada de
gracia, carece de plenitud y no completa ni perfecciona. La palabra de gracia se
compone de edificación, exhortación, pero también de consolación a los santos.
La iglesia de hoy, que está expuesta a Su verdad, por momentos pasa por estados
de frustración por causa de la temporada de luz que estamos viviendo acerca de lo que
es la iglesia y lo que es ser iglesia —como columna y baluarte de la verdad— y lo
distantes que como Cuerpo estamos de eso. Pareciera que todos los exámenes nos
cayeron juntos por causa de la irresponsabilidad de generaciones anteriores, pero
también esta luz es un acto soberano de la voluntad de Dios. Nuestra responsabilidad en
esto es asumir con pericia el rol de la profecía, entendiendo que el fin de esta es la
edificación, sea que venga por exhortación o consolación.
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4. LA GRACIA DEL PROFETA
Efesios 4:7-13 (RVR1960) “Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la
medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad,
Y dio dones a los hombres. Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había
descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el mismo
que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él mismo
constituyó a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelistas, a otros, pastores y
maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la
edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del
conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la
plenitud de Cristo”.
Los profetas perfeccionan a los santos activándolos con ojos para ver y oídos para
oír. La gracia que el profeta imparte puede, literalmente, causar que las personas sean
activadas para oír la voz del Espíritu con claridad. El profeta nunca puede sustituir
nuestra necesidad de oír a Dios por nosotros mismos, pero el hecho de que podamos oír
a Dios no reemplaza la necesidad de los profetas en nuestras vidas para confirmar y
activar.
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EL DON DE PROFECÍA LA GRACIA DEL PROFETA
Todo creyente fue llamado a profetizar. Dios elige a los profetas, no nosotros.
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5. LOS PROFETAS NECESITAN COMUNIDAD
Hechos 2:44 (NVI) “Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común”.
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Los profetas del Nuevo Pacto necesitan comunidad. A Jeremías y compañía les fue
muy bien ministrando de manera aislada, pero, bajo el Nuevo Pacto, el compromiso con
la comunidad es el acuerdo para todos, independientemente de cuál sea nuestra gracia
en el ministerio quíntuple. Jesús nunca dejó que sus discípulos hicieran nada por sí
mismos. Entonces, para tener un ministerio equilibrado y fructífero tenemos que superar
los desafíos de la comunidad y buscar una comunión profunda con nuestros
compañeros creyentes.
Es vital que las personas proféticas tengan una fuerte dimensión interna de sus
vidas, totalmente integradas en la comunidad, con relaciones saludables con otros
creyentes. Dios nos creó para ser seres sociales y Su diseño para Su iglesia es que seamos
un solo Cuerpo. De hecho, el amor que los cristianos tenemos los unos por los otros es la
marca que nos identifica como discípulos de Jesús (Juan 13:35). Todos estamos llamados
a vivir nuestra fe junto a los demás.
Los profetas necesitan un sentido de pertenencia, de modo que cuando traen una
palabra a la iglesia, son escuchados porque son parte de la familia. El trabajo de un líder
es ayudar a los profetas a encontrar una comunidad de apoyo. Pero más importante que
eso es la necesidad de crear una cultura donde los profetas puedan obtener una visión
de comunidad, de modo que puedan mantener un corazón suave hacia el Cuerpo, un
corazón para edificar el Cuerpo. Por lo tanto, debemos crear un entorno que garantice
que estén firmemente integrados en la comunidad, un lugar donde los profetas se
sientan amados, aceptados, valorados e invitados. Queremos crear una cultura que
comunique que los profetas —y todo lo que traen— son valorados.
Una cultura fuerte de comunidad, mejorada por el lenguaje correcto, será clave
para el desarrollo saludable de los profetas. Una comunidad fuerte, naturalmente, creará
confianza, y vale la pena reconocer que muchas personas proféticas tienen que superar
su miedo al juicio y al rechazo para madurar y prosperar. Es realmente importante que
los profetas sientan que pueden confiar en que su comunidad no los rechazará si
comparten la revelación que han recibido. Una comunidad fuerte creará un ambiente de
sumisión saludable y respeto mutuo: el profeta se complace en someterse a su líder
porque son parte de la misma familia.
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6. UN ENTENDIMIENTO CLARO DE LO QUE ES UNA
IGLESIA PROFÉTICA
La iglesia, por su propia naturaleza, está llamada a tener forma de Cristo, y las
cinco gracias de Efesios nos dan una perspectiva clara de cómo debería ser una iglesia
similar a la de Cristo. Él ha dado estas cinco identidades a la iglesia para que podamos
ser todo lo que nos ha llamado a ser, representándolo plenamente en el mundo.
Entonces, al considerar cómo la iglesia en su propia naturaleza puede ser profética,
encarnando la función profética, debemos adoptar el patrón profético que vemos en la
vida de Jesús. Nuestra vida como personas proféticas debe formarse directamente en
torno a la vida, el ministerio y la enseñanza de Jesús. Solo podemos definir una iglesia
profética según el ministerio de Jesús, como el cuerpo que encarnó al profeta verdadero
y perfecto.
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- Él llama a las personas a regresar a Dios y a vivir con rectitud.
- Él le dice la verdad al poder, tanto religioso como político.
- Él solo hace lo que ve hacer al Padre.
- Él es guiado por el Espíritu y opera en el poder del Espíritu.
- Él prioriza la oración y la alabanza.
- Él habla del futuro.
- Él discierne los corazones y las mentes de las personas.
- Él desafía la injusticia.
Jesús es la expresión del profeta perfecto, Cristo, y, por lo tanto, nos da el plan para,
de una forma madura, holística y multifacética ser la iglesia profética. Necesitamos ser
proféticos en la forma en que Jesús fue profético. No solo como individuos, sino como
un Cuerpo con una conciencia profética colectiva.
- Tenemos una pasión por el corazón de Dios, deseando sentir lo que Dios siente.
- Priorizamos la alabanza, la oración y la conciencia de que Dios es real.
- Estamos preparados para desafiar la idolatría en el corazón de las personas y
cultivar el deseo y el proceso de santidad y obediencia.
- Creamos una cultura de escuchar a Dios intencionalmente y con gran expectativa,
haciendo espacio para esto en todas las partes de la vida de la iglesia.
- Buscamos que la conciencia de que Dios sea real y Su santidad sea tangible y
accesible para todos.
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- Queremos e involucramos nuestra vida en que nuestra congregación sea un
lugar donde se invita a las personas al Señorío de Cristo y a entrar al pacto del
Padre con Su Hijo.
- Desarrollamos una cultura donde las personas tienen la confianza de poder
escuchar a Dios por sí mismas.
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7. EL PROCESO PROFÉTICO
Isaías 55:10-11 (LBLA) “Porque como descienden de los cielos la lluvia y la nieve, y no
vuelven allá sino que riegan la tierra, haciéndola producir y germinar, dando semilla al
sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí
vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié”.
Dios habla y Su palabra sale adelante, es en ese preciso momento, donde está
contenido un potencial inimaginable para la transformación y la fecundidad. Podemos
ver a Dios como el gran comunicador: habla con Su pueblo muy a menudo y una de las
alegrías de ser un discípulo de Cristo es aprender a sintonizar Su voz. Pero no debemos
olvidar que hay algo profundamente intencional en Sus palabras para nosotros. Nunca
son al azar o accidentales. Dios siempre habla dentro de Su propósito.
Puede que seamos muy buenos escuchando a Dios, pero si no nos involucramos
adecuadamente con lo que está diciendo y respondemos con obediencia,
desperdiciaremos todo el potencial de Su palabra hablada. Para comprometernos
plenamente con la intencionalidad de las palabras de Dios para nosotros y para abrazar
la transformación que Él pretende que logren, necesitamos comprender las tres partes
vitales del proceso profético:
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Este proceso es necesario independientemente de lo que Dios nos esté diciendo.
Con todo, desde escucharlo decir: “Te amo”, hasta escucharlo sobre las futuras directivas
de nuestra congregación, o cómo quiere que luchemos contra la falta de vivienda en
nuestra ciudad, este proceso nos permite alinear nuestras vidas con Su corazón y Su
intención.
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8. ¿QUÉ ES UNA CULTURA PROFÉTICA
Y CÓMO ESTABLECERLA?
• Palabra y Espíritu
• Discipulado y responsabilidad
• Comunidad
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• Arraigada en el amor del Padre
Una cultura profética saludable será aquella en la que las personas estén seguras
en el amor de su Padre celestial y su identidad como hijos de Dios. A medida que
buscamos desarrollar un ministerio profético en nuestras congregaciones, es vital que
los fundamentos de este ministerio sean una comprensión profunda de la relación del
Pacto al que Dios nos llama. Podemos vivir nuestras vidas sabiendo que la persona más
cariñosa, amable y generosa que podamos encontrarnos nos extiende los brazos y nos
vigila constantemente. En esta relación experimentamos un amor increíble, aceptación y
perdón, se satisfacen todas nuestras necesidades de afirmación y aprobación; sabemos
que Dios está complacido con nosotros. A medida que nos adentramos en el Pacto,
encontramos el antídoto para el legalismo. No podemos esforzarnos por escuchar la voz
de nuestro Padre: solo la escuchamos desde un lugar de amor, descanso y seguridad.
• Expectativa
Para desarrollar una cultura profética efectiva es importante que nos volvamos
expectantes y seguros de que Dios nos hablará si se lo pedimos. No se trata de unas
pocas personas llenas de fe, sino de una comunidad que espera escuchar la voz de Dios.
Se trata de una actitud corporativa de expectativa. Con demasiada frecuencia, la razón
por la que no vemos el reino de Dios estallar en nuestro medio con señales y maravillas
es porque en realidad no esperamos que Dios haga mucho y, ciertamente, no nos
estamos colocando en el lugar donde realmente necesitamos escuchar a Dios hablar.
Como escribe Graham Cooke, "La expectativa es el alma de moverse en el Espíritu".
• Multiplicación
Una de las cosas que más me entusiasma de una cultura profética madura es que
es multiplicable: se reproduce a sí misma. Primero que nada, tenemos que desmitificar
lo profético y hacerlo accesible para todos. Para multiplicar efectivamente el ministerio
profético, debemos hacerlo de tal manera que otros puedan imitarnos. Tenemos que dar
a las personas un marco para escalar. Entonces, esto significa no solo hacer ministerio en
el frente de la iglesia, sino estar lo suficientemente cerca de las personas para que
puedan ver cómo funciona en nuestras vidas día a día. Significa invitar a las personas a
que se unan a nosotros.
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• Misión
Una cultura profética madura siempre tendrá una fuerte dimensión externa. Ve la
profecía como un don no solo para ser guardado dentro de los límites de la iglesia, sino
para ser llevado fuera de los muros de la iglesia y para ser utilizado como una
herramienta efectiva en la evangelización. A medida que aprendemos a escuchar y
comunicar la voluntad y la intención de Dios, Su Espíritu siempre nos dirigirá al mundo. A
medida que nuestra audición espiritual se vuelve más clara y aguda, inevitablemente
nos encontraremos sintonizando el latido misional de Dios y hablando Sus palabras de
vida a las personas.
BIBLIOGRAFÍA
John Leitzel - Perspectivas del Ministerio del Espíritu Santo, Córdoba, Argentina
diciembre 2015
Vallotton, K. (2014). Basic Training for the Prophetic Ministry Expanded Edition
(Expanded ed.). Destiny Image.
Todas las referencias bíblicas fueron tomadas de la versión Reina-Valera 1960, salvo que
se especifique lo contrario. En todos los casos el énfasis es del autor.
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