Rojas El Árbol de Las Revoluciones Cap9

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IX

ENTRE GUEVARA Y ALLENDE

D
esde el desplazamiento de la Revolución cubana a un tipo
de socialismo estrechamente ligado a la Unión Soviética y el
campo socialista de Europa del Este, a principios de los años
sesenta, las izquierdas latinoamericanas experimentaron un profundo
cambio en sus opciones de lucha y referentes doctrinales. Una parte
considerable de aquellas izquierdas, fuera de origen comunista, nacio·
nalista revolucionario o populista, ontaron por el modelo guerrillero y
la ideología marxista. Otra, especialmente la no comunista, enfrentada
o no a la Revolución Cubana, más una zona de la corriente prosoviética,
se mantuvieron apegadas a las formas de la oposición democrática.
El Gobierno revolucionario cubano jugó un papel central en aque­
lla bifurcación de caminos, ya fuera por medio de su intervención en
el diseño y la organización de guerrillas, como interlocutor de parti·
dos comunistas latinoamericanos no favorables a la lucha armada o
como adversario regional de las izquierdas democráticas. En algunos
de los principales países de la región, como Brasil, Argentina, Chile
y Bolivia, por ejemplo, Fidel Castro y su Gobierno respaldaron gue·
rrillas como las de la Acción Liberadora Nacional brasileña de Carlos
Marighella, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) argentino
de Mario Roberto Santucho, el Movimiento de Izquierda Revolucio·
naria (MIR) chileno de Miguel Enríquez o el Ejército de Liberación
Nacional (ELN) boliviano, pero no dejaron de relacionarse con los
partidos comunistas de todos esos países, fueran favorables o no a
las guerrillas, o con líderes de la izquierda democrática como Joao
Goulart en Brasil, Juan Domingo Perón en Argentina o el socialista
Salvador Allende en Chile.
En los últimos años, autores como Vera Carnovale, Aldo Marchesi
y Eugenia Palieraki han encontrado en la historia de las guerrillas del

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Cono Sur (PRT-ERP, Tupamaros, Montoneros, el MIR chileno, el ELN LA NUEVA REVOLUCIÓN MARXISTA
boliviano o la Junta de Coordinación Revolucionaria que intentó unir­
los a todos) una serie de fricciones teóricas y prácticas con el modelo En la conocida carta de despedida a Fidel Castro, leída por este en
guevarista, que iban desde la revaloración de la lucha urbana hasta el la reunión del Comité Central del PCC, en octubre de 1965, el Che
énfasis en el papel de la pequeña burguesía. Dirigentes e intelectua­
1
Guevara decía tres cosas muy reveladoras sobre el conflicto entre las
les de aquellas guerrillas (Carlos Marighella, Ángel Bengochea, Rubén izquierdas latinoamericanas en la Guerra Fría. Guevara, que se encon­
Navillait, Abraham Guillén, Vania Bambirra ...) debatieron con Fidel traba entonces peleando en condiciones muy difíciles en el Congo, le
Castro, el Che Guevara y Régis Debray, quienes, de una u otra forma, confesaba al líder de la Revolución cubana: "Mi única falta de grave·
habían planteado la dificultad de la lucha armada en países muy urba­ dad es no haber confiado más en ti desde los primeros momentos de
nizados como los del Cono Sur. Sin embargo, como apunta Carnovale, la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente celeridad tus
aquellas polémicas se producían dentro de un estado de moralización cualidades de conductor y de revolucionario".4 También se refería a
de la guerra revolucionaria que asumía el legado de Guevara.2 los días "luminosos y tristes de la crisis del Caribe", cuando, otra vez
Las relaciones con la izquierda democrática se volvieron más com­ refiriéndose a Fidel, anotaba: "Pocas veces brilló más alto un estadista
plicadas para La Habana en la zona centroamericana y caribeña, di­ que en esos días".s Por último, decía Guevara: "Digo una vez más que
rectamente sometida a la hegemonía de Estados U nidos. El apoyo a libero a Cuba de cualquier responsabilidad salvo la que emane de su
las guerrillas guatemaltecas, dominicanas, colombianas y venezola· ejemplo".6
nas, le enajenó a Fidel Castro buena parte de la simpatía que desperta· Jon Lee Anderson sostiene que la desconfianza inicial del Che hacia
ba en sectores nacionalistas o populistas, socialdemócratas o liberales Fidel se debió al Pacto de Miami, pero en realidad la impresión de Gue·
del centroizquierda de aquellos países. La ruptura con AD y Rómulo vara de que la Revolución Cubana no era socialista sino limitadamente
Betancourt en Venezuela, José Figueres en Costa Rica o los Lleras nacionalista se produjo desde que conoció a sus principales líderes en
Camargo en Colombia, que habían simpatizado con la insurrección México y leyó los documentos originarios del M -26-7. La alianza que
antibatistiana en los años cincuenta, se tradujo en un mayor compro· rechazó Guevara en la Sierra Maestra no fue la del Pacto de Miami,
miso con las guerrillas colombianas, venezolanas y centroamericanas. que Fidel Castro desautorizó, sino la de la llamada Carta de la Sierra,
La idea de la revolución en América Latina se reconfiguró al calor de un acuerdo de julio de 1957 entre los líderes de las montañas y el llano,
aquellos combates de la Guerra Fría.3 En poco más de una década, el como el exortodoxo Raúl Chibás y el exauténtico Felipe Pazos.?
concepto de revolución socialista se extendió a través de las guerrillas En la polémica entre el Che Guevara y René Ramos Latour sobre la
o de los minoritarios partidos comunistas legales, aunque adoptando ideología de la Revolución cubana, en diciembre de 1957, esa sí provo·
diversas modalidades que es preciso describir con mayor detalle. Por cada por el Pacto de Miami, el guerrillero argentino reconocía aquella
un lado, estaba el propio socialismo cubano, cuya lenta instituciona· primera impresión: "Consideré siempre a Fidel Castro como un autén·
lización nublaba su proyección en el debate de ideas de la izquierda. tico líder de la burguesía de izquierda, aunque su figura está realzada
Por el otro, las nuevas guerrillas marxistas, inspiradas en las tesis del por cualidades personales de extraordinaria brillantez que lo colocan
Che Guevara, que para mediados de la década no coincidían con el muy arriba de su clase".8 Decía entonces el Che más o lo menos lo
proyecto soviético. Finalmente, había corrientes de la izquierda co· mismo que repetirá ocho años después en su carta de despedida a
munista o socialista, nacionalista o populista que seguían apostando ª Fidel, que se "avergonzaba de haber pensado así", porque, a su enten­
alianzas y coaliciones partidistas en las contiendas electorales. der, los programas y alianzas del M-26-7 con las fuerzas democráticas

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antín ov ... ), pero aque­


antibatistianas, que no dudaba en llamar "derecha", "tergiversaban la (Vishinski, Rubinstein, Rosental, Yudin, Konst
peronismo y el apris­
voluntad de quien es auténtico líder y motor único del movimiento". 9 llas notas de lectura y el c ontacto pers on al con el
gu tem ltec , de notaban interés en
No vacilaba Guevara al s ostener ent onces, en diciembre de 1957, mo y las Revoluciones mexicana y a a a

onarias, dentro de l as
que la "s olución a los problemas del mundo estaba detrás de la llama­ las izquierdas p opulistas y naci onalistas rev oluci
'4
da cortina de hierro". 10 Como se observa en sus cuadernos de lecturas que ocupaba un lugar central la reforma agraria.
o en el ensay o
hasta 1956, cuando se embarca en el y ate Granma desde México hacia E n su temprano manual La guerra de guerrillas (1960)
a contra el c ol onia·
la Sierra Maestra, la formación teórica del Che era, en aquell os años, "Cuba, excepció n histórica o vanguardia en la luch
el Che Guevara es·
fundamentalmente marxista -leninista (Marx, Engels, Lenin, Stalin, lism o" (1961), aparecido en la revista Verde Olivo,
la tradición rev olu·
Mao, Kalinin, Grigorian ... ). 11 No solo marxista-leninista, sino marxis­ tablecía una diferencia entre la reforma agraria de
lista emprendida en
ta-leninista prosoviética, y a que por entonces n o leía a Trotski, la pre­ cion aria de la primera mitad del siglo xx y la socia
esa demanda impo·
Cuba después de enero de 1959. s La pr iorida d de
1
sencia de los manualistas en su bibli oteca p ortátil era significativa, sus
alusiones a Mao eran men os frecuentes que sus glosas de Lenin o Sta­ nía que el campesinad o fuera
la base social del Ejército revolucio·
lin y su aproximación a Sigmund Freud y el psicoanálisis, a Heidegger nario, pero tanto aquí como en Pasaje
s de la guerra revolucionaria (1963)
rasmitía una visión
y la metafísica o a Bertrand Russell y el humanismo tenía conexi ones y, luego, l os Diarios del C ong o y Bolivia, Guevara t
stici os os o místicos,
menos orgánicas c on la teoría revolucionaria . 12 ilustrada de l os campesinos c omo sujetos super
en términos del
Desde esos referentes fil osóficos, fuertemente enfocados en la lucha con un pensamiento mágic o que debía ser c orregido
perspectiva ideo·
de clases, la documentación programática de la Revolución cubana marxism o-leninismo para ser funci onal desde una
entre 1953 y 1958 (el Manifiesto del Moneada de Raúl Gómez García, lógica. 16
reforma agra·
La historia me absolverá de Fidel Castro, los Manifiestos del 26 de Julio al Tanto Guevara c omo Castro hablaban entonces de la
prog reso so cial"
Pueblo de Cuba desde Méxic o, el Programa Económico de Regino Boti y ria como "condición para el desarroll o industrial y el
Felipe Pazos y Nuestra Razón de Mari o Llerena ) reflejaba estrictamente de Cuba, l o cual suponía una
interpretación modernizadora del rol
a una clarísima
la causa de una "liberación nacional", el término que usa el Che en su del campo en el socialismo.'7 Aquel enfoque establecí
de Raúl Prébisch,
polémica c on Ram os Latour. Aunque desde entonces veía dicha cau· conexió n c on la teoría económica latinoamericana
c on las tesis de·
Víctor Urquidi, la CEPAL y la ONU, pero tambié
n
sa como insuficiente, por apelar a una lucha supraclasista, que p odía
otros economistas
quedar atrapada en modelos capitalistas subdesarrollados, c on refor· sarrollistas de Albert Hirschman, Celso Furtado y
n y la urbanización,
ma agraria, planes de industrialización, nacionalizaciones estratégicas del medio siglo. Por la vía de la industrializació
sos, las ideas de
y campañas alfabetizadoras, no subestimaba Guevara la fuerza del na· y específicamente del rol del Estado en ambos proce
marco y se adhi·
ci onalismo en el tercer mundo. Castro y Guevara rápidamente trascendieron aquel
a, como se observa en la Segu
nda
Entre sus lecturas de 1956 figuraban, p or ejemplo, textos de Jawa· rieron a la ec onomía política soviétic

harlal Nehru, el líder del C ongreso Naci onal Indio, s obre el naci ona· Ley de Reforma Agraria de 1963.
periodo cubano se
lismo. Allí Nehru señalaba que el socialismo, tradicionalmente reacio Desde aquellos primeros textos de Guevara del
za telúrica"- de Fidel
a las demandas nacionalistas, había comenzad o a rec onsiderar su vi· destacaban las virtudes excepci on ales -"la fuer
garantía c ontra los
sión de los procesos nacionales p or la centralidad de l os mism os en la Castro como "singularidad" insular y, a la vez,
as c orrientes reformis·
desc olonización del tercer mundo a mediad os del siglo xx. '3 Enton· desvíos de l os ideales de la rev olución por l
rico el Che era más
tas y pequeñoburguesas. Pero en su relato histó
18
ces las lecturas de Guevara eran deudoras del manualismo soviético
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r su fusil revo·
cuidadoso que el propio Castro al presentar el "nuevo ejército popu­ wma a Marx donde este dejara la ciencia para empuña
del marxismo están presentes en
lar" de la revolución com o resultado de los "triunfos en las montañas lucionario".24 Y agregaba : "Las leyes
independientemente de
de la Sierra y el Escambray, de los llanos del Oriente y de Camagüey, de los acontecimientos de la Revolución cubana,
de vista teórico,
toda Cuba". '9 El éxito de aquel nuevo ejército se debió, en buena me­ que sus líderes profesen o conozcan, desde un punto
dida, a que su bandera era la reforma agraria . 20 esas leyes".2s
era, para Gue·
En Pasajes de la guerra revolucionaria ( 1963), por otro lado, Guevara La radicalización marxista de la Revolución cubana
per depen día para
vara, algo necesario, científicamente inevitable,
o
era especialmente respetuoso c on los dirigentes del llano con los que
descono ciera
debatió a fines de 1957, c omo René Ramos Latour, pero reafirmó su te­ su t riunfo de un liderazgo decidido a hacerlo , aunque
ide del escalamiento
sis de que c onforme avanzaba el c ombate guerrillero y el compromiso la teoría. Es interesante advertir que aquella a

muy jo·
c on las causas p opulares, la revolución asumía su carácter so cialista.21 ascendente de los c onflictos so ciales la leyó Guevara, desde
Reclus . Amigo
Allí hablaba de campesin os "curiosos y solícit os", que les daban comi­ ven, en la obra del anarquista francés Jacques Élisée
las filas del
da y alojamient o.22 La guerra de guerrillas respondía a leyes técnicas de Kropotkin, Reclus escribió un ensayo muy leído en
y era un instrumento básico de la fase de "liberación nacional" de una anarquismo internacional titulado L 'Évolution, la révolut ion et l'idéal anar­
chique (1897), que la editorial argentina To r t radujo como Evoluc
ión y
rev olución, gracias a su capacidad para atraer a una masa campesina

deseosa de justicia. Pero la "guerra de guerrillas" no estaba contra­ movimiento. Allí leyó el joven Guevara, en Méxic o :
puesta con la "lucha de masas".
Antes, en su ensayo "Notas para el estudio de la ideología de la Re· ¿Puede decirse que la evolución y la revolución son dos actos
volución cubana" (1960), también aparecid o en la revista Verde Olivo, sucesivos de un mismo fenómeno ?; la evolución precede a
había enfocado de manera directa el tema de los referentes teóricos del la revo lución y esta a una nueva evolución, causa eterna de
liderazgo de la revolución. Allí el Che cuestionaba uno de los princi· futuras revoluciones. ¿Puede realizarse un cambio social sin
pales tópicos deJean-Paul Sart re, C. Wright Mills y otros teóricos de provocar rápid os cambios de equilibri o en la existencia?
la izquierda o ccidental que echaban en falta una teoría revoluci onaria ¿La revo lución no ha de suceder a la evolución necesariamente,
marxista y un partido c omunista p ortador de la misma c omo actores lo mismo que el acto sucede a la voluntad de obrar ?
centrales de la revolución. Decía entonces Guevara que la tesis leni· Ambas difieren tan so lo po r la ép oca de su aparición. Que un
o bstáculo (ébo ulis) obstruy a un río, l as aguas se acumulan
nista de que sin teoría revolucionaria no había práctica revolucionaria
era r elativa, ya que, c omo se demostró en Cuba, lo decisivo era una lentamente contenidas p o r este, y un lago se forma bien pront o
interpretación correcta de la realidad histórica.23 p or una lenta evolución, produciéndose una infiltración en
Pero Guevara aceptaba, en resumidas cuentas, la observación de el aral del dique, y el arrastre de una piedra determinará el
aquellos viajeros de que la dirigencia revolucionaria carecía de un
cataclismo. El obstáculo será arrastrado c on violencia
"criterio c oherente". El Che adopta el plural para hablar de sí mis· y el lago volverá a ser río. Esto se llama una pequeña
mo y sostiene que, en su caso, ser marxista en la ciencia social y la revolución terrestre. 26
p olítica era equivalente a ser newtoniano en física o pasteuriano en
biología. Tras repetir la galería de clásic os del marxismo, que había Algunas de aquellas lecturas, como los psic oanalistas Alfred Adler y
leído en los añ os cincuenta (Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao), sin Sigmund Freud, o Bertrand Russell o Ernesto Sábato, serían funda·
citar a Trotski, anotaba una frase enigmática : "La Revolución cubana menta les para la inmersión de Guevara en el pensamiento de la Nueva

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Izquierda de la Guerra Fría, en los años sesenta. Antes de su incor­ George Orwell en Inside the Whale and Other Essays [Dentro de la balle­
poración a las filas del Ejército Rebelde cubano, el Che había leído na y otros ensayosJ y para Hannah Arendt en Los orígenes del totalita­
incluso, el Marx de Harold Laski y las tesis del trotskista norteameri- rismo. 29 Las glosas de'Guevara sobre Burnham no dejan lugar a dudas
cano James Burnham sobre el capitalismo gerencial, traducida por la sobre el sentido del término totalitarismo en la tradición trotskista y,
editorial Claridad de Buenos Aires como La revolución de los directores como veremos, tienen mucho que ver con dos aspectos del pensamien­
en 1943. De este último, anotó Guevara dos conceptos de la mayor to guevarista en los años sesenta, la burocracia y la tecnología:
importancia para la trayectoria posterior del guerrillero argentino,
ideología y totalitarismo: Todas aquellas naciones -Rusia, Alemania e Italia- que más
han avanzado hacia la estructura social de los directores son
Una ideología no es una teoría científica, sino que a menudo en la actualidad dictaduras totalitarias. Aunque en el pasado
es anticientífica. Es una expresión de esperanzas, deseos, hayan menudeado las dictaduras, ninguna de ellas, al menos
temores e ideales, y no hipótesis sobre acontecimientos, que en una estructura compleja, revistió una forma tan compleja
frecuentemente son concebidas por quienes las consideran de totalitarismo. Otras fueron tan severas como este régimen
teorías científicas. Así, por ejemplo, la teoría de la evolución o en los limitados dominios de la vida social que abarcaron,
de la relatividad o de la composición electrónica de la materia pero lo que distingue a la totalitaria es el número de facetas
son teorías científicas; mientras que las doctrinas expuestas en sometidas al impacto dictatorial. No solo resultan afectados
los preámbulos de la Declaración de Independencia o de la los actos políticos, en el sentido más estricto de la palabra,
Constitución de Estados Unidos, las doctrinas raciales nazis, el sino que casi todos los aspectos de la vida, negocios, arte,
materialismo dialéctico marxista, las doctrinas de san Anselmo ciencia, instrucción, religión, recreo y moral, resultan no
sobre el significado de la historia del mundo, son ideologías. 27 solo influenciados, sino sometidos directamente al régimen
totalitario.3°
En las "Notas para el estudio de la ideología de la Revolución cubana"
(1960), Guevara suscribirá esta tesis, aunque incluyendo a Marx y el Y agregaba la nota del Che:
marxismo dentro del campo de las ciencias sociales. En la historia del
pensamiento, Marx ocupaba un lugar tan científicamente calificado Es de señalar que una dictadura de tipo totalitario no
como Newton o Einstein, siempre y cuando se advirtiera que el te­ hubiera sido posible en ninguna época anterior a la actual.
rreno marxista no era el de las ciencias naturales y exactas. Guevara El totalitarismo presupone el desarrollo de la tecnología
llamaba la atención sobre otro aspecto mencionado por Burnham y es moderna, y especialmente de los transportes y comunicaciones
que las ideologías reflejan la mentalidad de "determinados grupos o rápidos. Sin ellos, ningún Gobierno, independientemente
clases sociales" que adquieren cientificidad en la medida que se vuel­ de sus intenciones, hubiera dispuesto de los medios físicos
ven universales. 2s indispensables para coordinar tan íntimamente tantos aspectos
En cuanto al concepto de totalitarismo, el Che anotaba un pasaje de la vida. Sin comunicaciones ni transportes rápidos resultaba
de Burnham que sería central para la difusión de la teoría de los re· relativamente fácil para los hombres, el conservar muchas
gímenes fascista, nazi y estalinista a mediados del siglo xx. Recorde· de sus actividades, e incluso toda su vida, fuera del radio de
mos que las ideas del trotskista norteamericano fueron centrales para acción del Gobierno. Esto ya no es posible -o solo en escala

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mucho menor- dado que los Gobiernos deliberadamente En "El socialismo y el hombre en Cuba", el gu errillero argentino
utilizan hoy día las posibilidades de la técnica moderna.31 presentaba la revolución como una marcha de individuos y masas
tras un liderazgo de vanguardia nucleado en torno a Fidel Castro y
el nuevo Partido Comunista. Pero el propio Guevara reconocía que la
�acia 196�, cuando el pensamiento de Guevara da el giro definitivo ha­
cia el marxismo de la Nueva Izquierda, algunas de estas lecturas fueron institucionalización de aquel proceso revolucionario había sido lenta
puestas en función de una crítica de la política económica y cultura'l y errática, especialmente por el enquistamiento de una burocracia y
. una intelectualidad "asalariada del pensamiento oficial". La visión crí­
per� t�mbien , de la estrategia internacional, del bloque soviético. La
polemica que Guevara entabló con los economistas prosoviéticos cuba­ tica de Guevara sobre ese proceso, que no entendía tanto como una
nos (Carlos Rafael Rodríguez, Alberto Mora, Marcelo Fernández Font, "revolución", sino como una "transición socialista", se plasmaba en su
º
Miguel Cossío, Joaquín Infante Ugarte ...), y en la que contó con al - cuestionamiento abierto, a la altura de 1965, del marxismo dogmático
gu
nos respaldos, como el del entonces ministro de Hacienda Luis Álvarez y las ciencias sociales soviéticas que se difundían, hegemónicamente,
Rom o el del economista trotskista Ernest Mande!, marca su punto de dentro de la isla.34
mayor discordancia con el modelo de planificación soviética.32 Los biógrafos coinciden en que aquel proyecto socialista indepen­
En sus escritos sobre economía de aquellos años, Guevara sostuvo diente se perfila de manera definitiva en la obra de Guevara en el mo­
que el sistema del cálculo económico en la Unión Soviética y Europa· mento en que el marxista argentino decide extender la lucha revolu·
del Este concedía demasiado espacio a la ley del valor, las relaciones cionaria al tercer mundo.35 Tras dejar bien expuesta su estrategia de
monetario-mercantiles y los incentivos materiales. Aquella desviación política económica para la isla en el debate con los economistas cuba­
del tránsito socialista había comenzado con la NEP leninista y se ha­ nos Ernest Mande! y Charles Bettelheim, Guevara inicia una gira di­
bía profundizado durante el periodo estalinista. Una de sus canse· plo�ática que arranca en la Asamblea General de las Naciones Unidas,
cuencias más negativas era el crecimiento de una burocracia acamo· en Nueva York, en diciembre de 1964, y culmina en Argel en febrero
dada Y dogmática, que limitaba tanto la productividad basada en los de 1965, donde pronuncia un discurso fuertemente antisoviético en
estímul�s morales como la creatividad cultural y la crítica intelectual, el II Seminario de Solidaridad Afroasiática. El periplo afroasiático de
necesarias para el desarrollo del socialismo. Guevara (Argelia, Malí, Congo Brazzaville, Guinea, Egipto, China... )
En dos textos de 1965, ''Algunas reflexiones sobre la transición socia· tenía como objetivo central la conexión entre los movimientos revolu­
lista': Y "El socialismo y el hombre en Cuba", Guevara dirigía críticas cionarios del tercer mundo, que cristalizaron en la OSPAAAL y la I Con­
precisas al proceso de burocratización del socialismo real en la Unión ferencia Tricontinental en 1966, pero aquel proyecto, que él mismo en·
Soviética Y Europa del Este. En el primero, una extensa carta privada cabezaría en guerrillas concretas, como la del Congo o la de Bolivia, no
a Fidel Castro, escrita antes de su partida al Congo, decía: "El hecho era ajeno a la búsqueda de un socialismo diferente al soviético.
real es que todo el andamiaje jurídico económico de la sociedad so­ Tanto en el discurso de Argel, en febrero de 1965, como en la entre­
v�é �ica actual parte de l � N �P, que mantuvo las viejas relaciones y las vista al periódico egipcio El-Taliah, Guevara interrelacionó la crítica a
, la falta de respaldo del bloque soviético a los movimientos de libera­
vieJas categonas del capitalismo: mercancía, ganancia, intereses de los
bancos e interés material directo de los trabajadores".33 Si la economía ción nacional de Asia, África y América Latina con la crítica al modelo
económico adoptado por el socialismo real.36 Su experiencia práctica
�el ��cialismo real �ra, según Guevara, un "capitalismo premonopo­
hsta , la cultura regida por el dogma estético del "realismo socialista" en las guerrillas del Congo y Bolivia, así como su contacto con di­
reproducía los cánones imitativos e idealistas del arte burgués. versas teorías del socialismo como las del maoísmo de Bettelheim, el

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trotskismo de Mandel, el marxis


mo estructuralista de Louis Althu
de quien glosó Pour Marx [Para sser T odas aquellas guerrillas y una previa, la de Jorge Ricardo Masetti
M arx] (1963) y el ensay
o "Contrad<
.,
c1on y so bredetermi nación", inclu lC en la selva de Orán , Salta, e n el noroeste de Argentina, muy cerca de
ido en la versión en
castellano L la frontera con Bolivia, fueron di señada s por el equipo del coman dan­
revolución teórica de Marx (1964), a
demás del pensamiento desc
zador de Frantz Fanon, crearon ol�n: te Manuel Piñeiro Losada ("Barbarroj a"), en coordinación con el Che
., en Guevara un concepto de r
c�on que rebasaba el senti do esp evolu Guevara. Masetti era un perio dista argentino involucrado en el proce­
ecífico que el término adoptaba
discurso de Fidel Castro y otros en el so cubano desde la etapa insur recciona!, que había renunciado a la
dirigentes de la isla.37
di rección de Prensa Latina, la pri mera agencia de prensa revoluciona­
ria, por diferencias con la máxima di rigencia de la isla en torno a la
cobertura de la invasión de play a Girón.39 Masetti y los peronistas
LA VÍA CHILENA
John William Cooke y Alicia Eguren eran contactos fundamentales
En su "Mensaje a los pueblos del del Che Guevara para la articulación de la red guerrillera marxista
mundo" (1966), mejor conocido
"Mensaje a la Tricontinental" o como suramericana a mediados de los años sesenta.
"Crear dos, tres, muchos V ietna
Che Guevara proponía un map m", el Muchos de aquellos líderes, y otros, como los guatemaltecos Rolando
a de las n uevas gue
rrillas marxistas Ramírez, Pablo Monsanto y Julio Cáceres; los peruanos Héctor Béjar
de América Latina.38 El texto, que
había sido escrito en noviembre
1966, antes de la partida a Boli de y Javier Heraud; los colombianos Franco y La Rota, así co�o los �iri­
via, y publicado en la revista Tric
nental en abril de 1967, insertaba aque onti ­ gentes comunistas Gilberto V ieira de Colombia, Rodney Ar1smend1 de
llas gu erri llas en un mo
revolucionario más amplio, que vimiento Uruguay y Salvador Allende de Chile, se reunieron con el Che Guevara
tenía como escenario el tercer mu
ndo. en algún momento en La Habana a principios de los sesenta.40 Algunos
En los tres continentes se produc
ían luchas armadas contra el colo
nia­ de ellos participaron en la Conferencia de Partidos Comunistas de Amé­
lismo europeo y l os imp
erial ismos japon és y
norteamericano, que
proponían abandonar el subdes se rica Latina, celebrada en La Habana en 1964, donde Guevara defendió
arrollo y la dependen
cia por medio de la lucha armada frente a las posiciones electoralistas y parlamentarias
transiciones socialistas.
Mencionaba Guevara las guerra de b uena parte de la di rigencia prosoviética latinoameri cana .
s de Corea y Vietnam y la resisten ia
de los comunistas de amb os países c T odas aquellas guerrillas, como recono cer ía el comandante Piñeiro,
con apoy o de China. También se re­
fería a movimi entos de liberación surgi eron de una crítica a los movimientos armados previos en Améri­
nacional en Taiwán y
Tailandia, Laos ca Latina y con may or apego a la experiencia cubana. Los ELN y los
Y Camboy a, Nigeria y el Congo
, Mozambique y Angola, Sudáfri a
Ro desia, además de las revolucio c y MIR, como antes el Ejército Guerrillero del Pueblo de Masetti, apare­
nes nora fricanas y de
Oriente Medio cían, además, permeados del marxismo de la Nueva Izquierda, en de­
que avan zaban desde los años ci
ncuenta. En esa ola rev
olucionaria ter­ safío directo e implícito a tesis bien afincadas de la orto doxia soviéti ca
cermundista incluía Guevara cua
tro guerrillas latinoamericanas: la de
Turcios Lima, César Montes y Yo s como la del liderazgo del Partido Comunista com o organización de
n Sosa en Guatemala
; Camilo Torres, van guardia del proceso revolucionario o los prejui cios frente a la po­
�abio_ Vázquez y Manuel Marulanda ("T irofijo") en
Colombia; Fabri­ blaci ón campesina e indígena como actores del cambio. La forma más
c10 ÜJeda, Douglas Bravo y Am
éri co Martín en Venezuela, y Guiller
Lobatón y Luis de la Puente Uced mo depurada de aquella reconceptuali zación se imprimió en una serie de
a en Perú. Se refería t
ambién sin más ensayos del marxista francés Régis Debray, discípulo de Louis Althus­
�eta�le, a una nueva guerrilla boliviana que no era otra
que el �LN que ser. El más célebre de aquellos textos fue ¿Revolución en la Revolución?,
el mismo encabezaría desde noviem
bre de 1966, en Ñancahuazú. pero no fue el único.
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EL ÁRBOL DE LAS REVOLUCIONES
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En un texto anterior, "15 días en las guerrillas venezolanas", Debray Ese "leninismo en la práctica", a la altura de 1965, conformaría en
reconstruía e l paso a la lucha armad a de comunistas venezo lanos com o
¿Revolución en la Revolución? la teoría del foco guevarista. El título,
Teo doro Petko ff y Pompey o Már quez y sugería que esa radicalización
ahora más trotskista que maoísta, aludía a la revolución que el mo delo
pro ducía una automática reorganización de la lucha de la izqui erda
guerrillero operaba dentro de la propia izquierda revolucionaria lati­
en la región.4' Luego , en otro tex to de título maoísta , "El castrismo:
noamericana . To dos los paradi gmas revolucionarios previos estaban
la larga marcha de América Latina", que apareció en Les Temps Moder­ siendo revolucionados por la s nuevas guerrillas marxistas . Debra y, y
nes, la revista deJean-Paul Sartre, en 1965, y a se a delantaban las tesis por su vía Guevara, cuestionaba a quienes e n la izquierda latinoame ­
centrales de la teoría del foco guerrill ero. S ostenía Debra y que Cuba ricana confun dían las guerrillas con una insurrección de tipo leni nista
había descontinuado la tradición del golpe d e Estado en la izquierda a trotskista, en la que se toma súbitamente e l po der, o con el ejército
latinoamericana, a la que habían recurrido el varguismo , el peronismo campesino maoísta , que controla demográficament e a su rival. Cuba,
y otros movimientos populistas.4° según Debray, demostraba que, en América Latina , la revolución
De ntro de aquella larga duración del "putschismo" - término caro al adoptaba la forma del foco guerrillero, un méto do de lucha di stinto al
comunismo esta linista-, Debray incluía a buena parte de la izquierda de los partidos comunistas o al de los movimientos populistas.47
democrática latinoameri cana : Rómulo Betancourt y la AC, el APRA o Con la experiencia boliviana a la mano, Debra y criticaba tanto la
los militares nacionalistas brasileños.43 Pero la crítica de Debray ta m­ subordinación de la guerrilla al partido, tal y co mo Guevara le diría
bién alca nzaba a la izquierd a populista o so cialista que , antes que al
directamente al líder comunista Mario M onje, como las auto defensas
golpe de Estado, apostaba a la "luch a de masas", por ej emplo , el MNR que h abían intentado M arulanda en M ar quetalia o Hu go Blanco en
boliviano o los comunistas argenti nos y chilenos. Tanto esas estrate­ Cusco.48 Pero el marxista francés también tomaba distancia del trots­
gias como las electoralistas del comunismo tradicional estaban a gota ­ kismo , que ganaba adeptos en los movimientos arma dos latinoameri­
das ante la emergencia de las nuevas guerrillas marxistas , ins piradas canos y que consideraba una metafísica saturada de buenos deseo s. N i
en e l caso cubano .44
el leninismo ni el trotskismo , ni el estalinismo ni el maoísmo, ofrecían
Recordaba Debra y que antes, al mismo tiempo o un poco después la clave de una lucha arma da exitosa en América Lati na. El mensaje de
que la guerrilla cubana, surgieron otras, en América Latina , que anun­ Debray era que solo el Che Guevara, con la experi encia adquirida en
ciaban la cris is de los mo d elos de la izqui erd a previa : los U turu ncos Cuba, portaba una fórmula con posibilida des de triunfo, a doptable
argen ti nos , inspira dos p or e l líd er p eronistaJoh n Will iam Cooke , el
por to das las izquierdas de la región.
Movimiento 14 de M ay o en Paragua y cont ra la dicta dura de Alfredo D aba una enorme importancia el marxista francés a la propa gan da
Stroessner, el desembarco d e E nri que Ji ménez M o y a en Santo Do­ nacional e internacional en el movimiento guerrille ro. El propio D e ­
min go, el M ovi miento Ob rero Estudiantil y Campesino en e l Cauca bra y, que llevaría un ejemplar del foll eto ¿Revolución en la Revolución?
colombiano, la U nión Revolucionari a ecuatoriana , los peruanos de a Gu evara en Bolivia, en marzo de 1967, fue enco mendado por el gue ­
Puerto M aldonado, FranciscoJ uliao y las Li gas C ampesi nas brasile­ rrillero argentino para que organizara una camp aña de solidari dad
ñas o la guerrilla de Hu go Blanco e n Perú.45 To d as a quellas guerri ­ mundial con el apo y o deJean-Paul Sartre y Bertrand Russell. Se gún el
llas , inclui da la de Ma s etti en Salta , extermi nad a en 1964 antes de Diario de Bolivia, al cruzar un arro y o la guerrilla perdió unas mochilas
entrar en co mbate, habían fracasado para 1965, se gún Debra y, por en las que había u n eje mplar de l folleto de Debra y, probablem ente e l
problemas teóric os y prácti cos que resolvería el proyecto que llama­ editado por Casa de las Américas, anotado por el propio Guevara , jun­
ba "castri sta".46
to con un libro de Trotski: Historia de la Revolución rusa o La revolución
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EL ÁRBOL DE LAS REVOLUCIONES ENTRE GUEVARA Y ALLENDE

permanente, que eran los dos títulos que se encontraron en la farn o a sus detractores, el senador reafirmó su fe en la democracia y la vía
sa
"agenda a1emana " o gma , de 1ecturas de1 Che. electoral como ruta del cambio: a diferencia de Brasil, donde una dic­
Cuando el ensayo de Debray se publicó en la revista chilena Punto tadura de derecha había derrocado al legítimo presidente Joao Gou·
Final, en marzo de 1967, en una de las tantas reproducciones de la ver
­ lart, "Chile era uno de los países de América en el cual las luchas cívi·
sión original aparecida en Casa de las Américas, el senador socialista cas tenían un contenido todavía" .53
Salvador Allende, tres veces candidato a las elecciones presidenciales Quien esto afirmaba era un marxista-leninista que en la reunión de
y tres veces derrotado, se encontraba de gira por América Latina en la OSPAAAL de La Habana, un año antes, había propuesto la creación
una campaña contra la Alianza para el Progreso (APP). A su paso por de la OLAS, para coordinar las acciones revolucionarias continenta­
Montevideo, Uruguay, Allende pronunció un discurso en la Universi­ les, aunque sin establecer fórmulas y recetas únicas para todos. Que
dad Nacional, en que denunció la segunda reunión de Punta del Este había viajado a la Unión Soviética, a Corea del Norte, a Vietnam y que
como una maniobra del imperialismo para debilitar la causa del socia­ no ocultaba su admiración por Fidel Castro. Allende era un socialista
lismo en América Latina. En esa misma universidad, seis años antes, que había circulado por las redes de la Nueva Izquierda, pero que
habían coincidido el Che Guevara y Salvador Allende, en una denun­ persistía en transitar la vía democrática para llegar al poder en Chile.
cia similar contra la APP en la primera reunión de Punta del Este. Su conversación con Debray era, de hecho, la escenificación de un
Antes se habían visto Guevara y Allende, en La Habana, poco tiem­ diferencio que se sumaba a las múltiples críticas que la teoría del foco
po después del triunfo de la Revolución cubana, cuando el argentino había suscitado en la izquierda marxista latinoamericana: desde la de
regaló al chileno un ejemplar de la La guerra de guerrillas con esta dedi­ Vania Bambirra -con el pseudónimo de Cléa Silva en Monthly Review­
catoria: "PARA SALVADOR ALLENDE, Q,UE POR OTROS CAMINOS TRATA DE hasta la de Fernando Henrique Cardoso en New Left Review.s4
OBTENER LO MISMo".49 Allende regresó a La Habana en enero 1966, a La explicación que él mismo daba a esa apuesta recurría al pasado y
la Conferencia Tricontinental, pero entonces Guevara se encontraba al presente de Chile. El triunfo electoral de la izquierda chilena era po·
en Dar es-Salam, Tanzania, donde en medio de una inocultable <leso· sible porque había condiciones de institucionalidad democrática para
lación ponía punto final a su gran libro Pasajes de la guerra revolucio­ ello, pero también porque desde los años veinte y treinta, una sólida
naria (Congo).5° En La Habana de la OSPAAAL, Allende fue testigo tradición comunista y socialista había hecho política electoral y par­
de las tensiones que se acumulaban entre el proyecto guevarista y los lamentaria accediendo al poder legislativo de la nación suramericana.
partidos comunistas latinoamericanos, que llegarían a la ruptura ex· Allende había sido fundador del Partido Socialista de Chile, creado
plícita no solo con Monje en Bolivia, sino con Victoria Codovilla en después de la breve experiencia de República socialista encabezada
Argentina Y por el comodoro Marmaduke Grave en 1932. Fue, por tanto, uno más
Al producirse la ejecución del Che Guevara en Bolivia, Allende era de los protagonistas de aquella larga trayectoria democrática de la iz­
presidente del Senado de Chile. Algunos sobrevivientes de la guerrilla quierda chilena, iniciada por Luis Emilio Recabarren y el Partido Co­
boliviana, Pombo, Benigno, Urbano, lograron cruzar la frontera y munista desde los años veinte y que alcanzó su máxima expresión con
fueron recibidos por Allende. El senador estuvo con ellos en !quique el Frente Popular de Pedro Aguirre Cerda, entre 1936 y 1941, y luego
y luego los acompañó a la isla de Pascua y a Tahití, desde donde vola· con el Gobierno de coalición de la AD de Gabriel González Videla
ron a Europa para luego regresar a Cuba. De vuelta en Santiago, Allen· entre 1946 y 1952.
de se enfrentó a una campaña de la opinión pública de derecha en su Como señala el historiador Marcelo Casals, Allende era consciente de
contra por solidarizarse con los guerrilleros guevaristas.52 En respuesta aquel "mito del excepcionalismo democrático chileno" y lo explotada

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EL ÁRBOL DE LAS REVOLUCIONES ENTRE GUEVARA Y ALLENDE

en su justificación de la ruta electoral.SS Recordemos que defendía la En los balcones de la Federación de Estudiantes de Chile, en la misma
llamada "vía chilena" en medio de la actividad insurreccional de orga­ madrugada del 5 de septiembre de 1970, decía Allende:
nizaciones como el MIR, encabezado por los hermanos Miguel y Mar­
co Antonio Enríquez y Marcello Ferrada de Noli, una guerrilla urbana Hemos triunfado para derrotar definitivamente la explotación
marxista respaldada por la Dirección General de Liberación Nacional imperialista, para terminar con los monopolios, para hacer una
del Ministerio del Interior de Cuba, encabezada por el comandante seria y profunda reforma agraria, para controlar el comercio de
Manuel Piñeiro. La opción allendista debía afirmarse, paralelamente, importación y exportación, para nacionalizar, en fin, el crédito,
frente a dos flancos: como demócrata frente a la derecha anticomunis­ pilares todos que harán factible el progreso de Chile, creando
ta y como revolucionaria frente a la izquierda insurrecciona!. el capital social que impulsará nuestro desarrollo.57
Se trataba de una apuesta que resistió la enorme presión a favor de
la lucha armada en la izquierda marxista latinoamericana durante la Y agregaba:
primera mitad de los años sesenta. Los principales dirigentes socia­
listas chilenos (Clodomiro Almeyda, Carlos Altamirano, Rolando Juntos, con el esfuerzo de ustedes, vamos a realizar los
Alarcón, Albino Barra ...) estaban convencidos, hacia 1965, de que cambios que Chile reclama y necesita. Vamos a hacer un
el dilema entre la vía electoral y la vía insurreccional era "falso" .s6 Gobierno revolucionario. La revolución no implica destruir,
Así lo confirma la documentación de los Congresos XXI y XXII del sino construir; no implica arrasar, sino edificar; y el pueblo
Partido Socialista en Linares y Chillán, en 1965 y 1967. Mientras de Chile está preparado para esta gran tarea en esta hora
insistían en practicar un "parlamentarismo popular revolucionario", trascendente de nuestra vida.S8
los socialistas chilenos no renunciaban a las redes de la OLAS y
otras organizaciones de la izquierda latinoamericana donde predo· En todas las versiones que existen de aquel discurso, la palabra revolu­
minaban los partidarios de la teoría del foco guerrillero, que sobre ción aparece con minúscula, pero no sabemos cómo la pronunciaba el
todo tras la ejecución del Che en Bolivia recobraron mucha fuerza líder chileno. En diciembre de 1970, ya el programa de nacionalizacio­
en la región. nes era mucho más preciso: el cobre, el hierro y el salitre de las minas
El método que seguirían los socialistas chilenos fue el de la alianza de Chuquicamata, El Salvador y El Teniente, con apego a las norma­
multipartidista de UP, una organización donde se reunirían, bajo un tivas de la ONU sobre la expropiación de bienes nacionales por causa
programa mínimo, los dos partidos marxistas, el comunista y el so· de utilidad pública y bajo un programa de indemnización. s9 Durante
cialista, dos de centroizquierda, el radical y el socialdemócrata, y dos todo el año 1971, Allende reiterará el avance del socialismo a través
organizaciones de reciente creación, el Movimiento de Acción Popular del aumento del control del Estado sobre los recursos económicos.
Unitaria (MAPU), un desprendimiento de izquierda de la Democracia En un discurso de noviembre de aquel año, en el Estadio Nacional
Cristiana y la Acción Popular Independiente de Rafael Tarud Siwady. de Santiago, dirá que el cobre, el carbón, el hierro, el salitre y el acero
UP contaba, además, con el apoyo de la Central Única de Trabajado· pertenecían ya al pueblo chileno y que su Gobierno había expropia·
res de Chile. El gran reto de Allende, desde un punto de vista discur· do dos millones y medio de hectáreas a través de la reforma agraria
sivo, fue defender el carácter revolucionario de su programa a pesar y controlaba cerca del noventa por ciento de la banca.00 A pesar de
de su moderación y de su respeto por las normas democráticas. Un que durante todo el primer año, Allende había sido sumamente cuí·
reto que encara desde sus primeras aluciones en septiembre de 1970. dadoso con las instituciones de la democracia representativa, en aquel

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EL ÁRBOL DE LAS REVOLUCIONES
ENTRE GUEVARA Y ALLENDE

discurso su conceptu alización del régimen democrático se inclinaba a con el carácter "revolucionario" y "marxista" de l a ví a chilena. H abía,
favor de la extensión de derechos sociales: de hecho, un a suerte de rivalidad amistosa con los cubanos en los dis­
cursos de Allende, como cuando asegur aba que en Cuba no se habían
Nuestr a preocupación m ayor h a sido fortalecer l a democracia resuelto los problemas económicos fundamentales o cuando decía que
y ampli ar l as libertades mediante l a redistribución del en un año Chile habí a avanzado más que l a isl a en una décad a. 63
ingreso, l a liberación económica. Este Gobierno quiere un a Las tensiones también se manifestaban en el pl ano internacional.
auténtica democraci a y un a libertad concreta para todos los La política exterior de Allende proponía un realismo diplomático más
chilenos. L a democraci a y l a libertad son incompatibles con acentu ado que el cub ano: buen as relaciones con la Unión Soviética,
l a desocupación, con l a falt a de vivienda, con l a incultura, Europa del Este, Chin a, VietNam, el tercer mundo y, por supuesto,
con el analfabetismo, con la enfermedad ¿Cómo se afianza Cuba, pero permanencia en l a OEA, vínculos con Europa y Estados
la democr aci a? Dando más trabajo. Redistribuyendo mejor. Unidos y col abor ación estrecha con la CEPAL, l a ONU y la Conferen­
Levantando más viviendas. D ando más educación, cultura y cia de l as Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo. 64 En dos dis­
salud al pueblo.61 cursos de diciembre de 197Q, uno en l a Universidad de Guadalajara en
México y otro en l a Asamblea Gener al de Naciones Unidas, en Nue­
Pero en aquel mismo discurso, Allende no dejaba de defender una idea va York, Allende reiteró l as líneas centr ales de su proyecto socialista:
liberal o "burgues a" de l a democr aci a al insistir en lo import ante que control estatal de recursos básicos, reforma agraria, industrialización,
era para su Gobierno respet ar l as libertades públicas, el plurip artidis­ autonomí a universitari a y pluralismo político. Citó a Lázaro Cárdenas
mo y la división de poderes: como antecedente y defendió alianzas con diversas modalidades de l a
izquierda regional como el Gobierno de Luis Echeverrí a en México, el
Con qué satisfacción puedo decir que en este país hay una de Juan Velasco Alv arado en Perú y el de Fidel Castro en Cuba. 65 En
auténtica democr aci a. Aquí no hay un solo preso político, pese la ONU, en diciembre de 197Q, Allende celebr aba el "fin de l a Guerr a
a que ha y algunos que abusan de la libertad de expresión y Fría" que estaba produciendo l a détente o "coexistencia pacífica" im­
merecerían est ar en la cárcel. No h ay ningún político preso, no pulsada por Moscú:
h ay ningún estudi ante detenido. Aquí se respeta la autonomía
universit aria, no h ay un a sol a revist a clausurada, han nacido Manifest amos compl acenci a por la super ación de l a Guerra
después del 4 de septiembre de 1970 dos o tres di arios y Frí a y por el desarrollo de los acontecimientos alentadores:
cinco o seis revistas. Algunas de ell as venenosas, como nunca las negociaciones entre la Unión Soviética y Estados Unidos,
l as viera en Chile, pero allí están, todos los días algunos, tanto respecto al comercio como al desarme; l a concertación
periódicamente otros, entregando insidias contra el Gobierno de tratados entre l a República Federal Aleman a, la Unión
del pueblo, a veinte metros de L a Moneda. 62 Soviética y Polonia; l a inminenci a de l a Conferencia de
Seguridad Europe a; l as negociaciones entre los Estados
Esa coexistenci a de dos conceptos de democracia en un mismo pro­ alemanes y su ingreso práctic amente asegur ado a l as N aciones
yecto socialista generaba todo tipo de fricciones con l as derecha anti­ Unidas; l as negociaciones entre los Gobiernos de l a República
comunista y la izquierd a procub ana. A los primeros Allende respondía Popular Democrática de Corea y de l a República Coreana,
con la evidencia del pluralismo político de su régimen. A los segundos para nombrar los más promisorios. Es inneg able que en el área

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ENTRE GUEVARA Y ALLENDE
EL ÁRBOL DE LAS REVOLUCIONES

cción
internac ional ha y treguas, acuerdos, disminuc iones de una interior de la propia izquierda chilena . Para Marini esa contradi
el Partido Comunista
situación e xpl osiva.
66 tomaba forma en las estrategias divergentes d
c on Moscú, buscaba
y el MIR, y a que mientras el primero , alineado
La izquierda radical ch ilena y latinoamericana se inquietaba co n de­ alianzas c on la Demo cr ac ia Cris
tiana y las capas medias, el segundo,
claraciones como esta, así como con la reiteración del compromiso más en sintonía con La Habana
, apostaba por la vía armada y el res·
con las "libertades políticas", el "no saltar al vacío" o el respeto al paldo popular.7'
alusiones críticas de
viej o orden c onstitucional .67 La larga visi ta de Fidel Castro entre no­ En otros momentos de la charla con Debray, las
a cosas como estas :
viembre y diciembre de 1971 había contenido, en parte, la ansiedad del Allende a Cuba se volvían más transparentes. Decí
ático ... , y o no soy un
MIR y otras organizaciones de izquierda muy ligadas a Cuba, pero "el proceso chileno no es paternal ista ni carism
ile hay un nivel polític o, un ca
pital
para el año siguiente, co nforme se acentuaba el perfil golpista de la mesías o u n caudillo", o "en Ch
"habla r en t i ns·
político en el puebl o, que Cuba nunca tuvo", o
es os
derecha, el mal estar de las organiz ac iones procubanas con Allende era
una utopía", o "estoy
evidente.68 Tal vez por ello en Guadalajara y, sobre todo, en su Conver­ tantes de u n partido único de la rev olución es
rma u rbana (cub ana ),
sación (1971) con Régis Debray, Allende insisti ó tanto en hablar de su en desacuerdo con muchos aspectos de la refo
se lo he dicho a Fidel".
relac i ón con el Che Guevara . porqu e creo que no entregan la solución, y eso
e l a OLAS, promovida
Todo el diálog o con Debray, recién liberado de una cárcel boliviana O defendía l a separación del G obierno de UP d
coalición gobernante
y ta l vez el teórico más visible del foco guerrillero en América La tina, por La Habana, porque algunos miembros de la
o formaban parte de
fue un forcejeo en torno a la disputa entre la vía cubana y la chilena . El chilena, como el Partido Radical o el MAPU, n
onclusión de aquel de­
esa red de la izquierda latinoamericana .7 La c
2
marxista francés c uestionaba el uso del término de revolución c uando
no sido vari os co ncep­
en Chile, a diferencia de Cuba, no se había estatalizado toda la propie­ bate, en términos de Allende, e ra que no había u
ños sesenta y setenta :
dad, existían part idos de oposición y había una sociedad ci vil y una es· t os de revolución en la América Latina de los a
fera pública autónomas : e n po cas palabras, "no se había destruido el
Estado burgués".69 Allende, sin embargo, se defendía arg umentando La lección es que cada pueblo tiene su propia realidad y frente
a esa realidad hay actuar. N o hay recetas. El caso nuestro, por
que otro tipo de revoluci ón socialista era posible y que, gradualmente,
por medio de sucesivas reformas constitucionales, podía llegarse al ejemplo, abre persp e ctivas, abre caminos. Hemos llegado
rebasami ent o del sistema cap ital ista.7º
por los cauces el ectorales. Aparentemente se nos puede
dec ir que somos reformistas, pe ro h emos t omado medidas
Ruy Mauro Marini, sociólogo brasilero e xiliado en Chile, que formó
parte de la cúpula del MIR y dirigió la revista Marxismo y Revolución, que implican que queremos hacer la revoluci ón, vale decir,
también advirtió las ambigüedades del uso de no ciones revoluciona· transformar nuestra soc iedad, va le dec ir, c onstruir el
so c ialismo.73
rias para ca talogar el proceso chileno . En su ensay o "Dos estrategias
en el proceso chilen o" ( 1974), aparecido en la revista mexicana Cua­
dernos Políticos, a cuyo consejo edit orial se sumaría en su nuevo exi· La argumentación de Allende era u na apasionada defensa del socia­
lio mexi can o, Marini reproducía varios párrafos del disc urs o de Fidel
lismo por vías democráticas. Tras su derrocamiento en 1973, buena
Castro en el Estadio Naciona l de Chile, en dic iembre de 1971, y en la parte de la izqu i erda la tinoamericana concluy ó que la vía chilena esta·
misma línea del dirigente c uban o sostenía q ue el choque entre reforma
ba condenada al fracaso . Paradój icamente , muy po cos años después,
a fine s de los set e nta o princip ios de los ochenta, c omo ha observado
y revoluci ón no solo se v ivía a nivel so cial, sino que se desplazaba al
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EL ÁRBOL DE LAS REVOLUCIONES

Jesús Manuel Martínez, la ruta del socialismo democrático comenzó a


ser vindicada en Europa y América Latina, lo mismo por socialdemó­
cratas como Felipe González y Frarn;;ois Mitterrand, que por marxistas
latinoamericanos como los argentinos José Carlos Portantiero y José
Aricó o los chilenos Carlos Altamirano y Clodomiro Almeyda.74
Una lectura muy extendida del golpe pinochetista de septiembre de
1973, en la izquierda latinoamericana de fines del siglo xx, reitera el
tópico de la derrota. Pero vista desde una perspectiva de larga dura­
ción, la catástrofe chilena fue portadora de un referente perdurable en
el devenir de la izquierda latinoamericana. Tras la caída del muro de
Berlín, en 1989, la corriente mayoritaria del progresismo latinoame­
ricano dio la razón a Allende e intentó encauzar sus ideas por medio
de normas y reglas, instituciones y prácticas propias de la tradición
democrática occidental.
En su discurso en homenaje a Allende, el 28 de septiembre de 1973,
en la plaza de la Revolución de La Habana, Fidel Castro sostuvo que
el proyecto de UP no "significaba el triunfo de una revolución". Su
hija Beatriz Allende, exiliada en La Habana, recientemente biografia­
da por Tanya Harmer, no pensaba lo mismo.75 Aunque ella y tantos
otros jóvenes, como Miguel Enríquez y los militantes del MIR, pensa­
ran que luego del golpe de Pinochet y la CIA no había otra ruta que
la lucha armada, la memoria del fenómeno allendista fue leal a la idea
de que una revolución pacífica y democrática en América Latina era
posible.

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