PR21 Micro Trauma Indice Prologo

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MICRO-TRAUMA

UNA COMPRENSIÓN
PSICOANALÍTICA DEL DAÑO
PSÍQUICO ACUMULATIVO

Margaret Crastnopol
Prólogo de Carlos Rodríguez Sutil

Traducción castellana de Norma Montserrat Gómez García,


revisada por Carlos Rodríguez Sutil

Ágora Relacional
Madrid, España
Colección Pensamiento Relacional Nº 21
Micro-trauma. Una comprensión psicoanalítica del daño psíquico acumulativo

ÍNDICE

La Psicopatología de la Vida Cotidiana desde la Relación.


Prologo a Microtrauma, de Margaret Crastnopol, Carlos 13
Rodríguez Sutil
Prefacio de la traductora, Norma Montserrat Gómez García 19

Prefacio de Margaret Crastnopol a la edición castellana 23

Agradecimientos 26

Textos citados 30

Capítulo 1 – EL MICRO-TRAUMA ACUMULATIVO


QUE SE OCULTA A PLENA VISTA. UNA 33
REVISIÓN
Trauma y Micro-trauma 38

Consideraciones teóricas y conceptos relacionados 43

El “Trauma acumulativo” de Khan y el “Trauma de 43


tensión” de Kris
Fairbairn y Sullivan 46

R.D. Laing y el doble vínculo 53

Un punto de vista de la Psicología del Self sobre el Trauma 54


Psíquico
Bases disposicionales de la experiencia micro-traumática 57

Trauma evolutivo o relacional 59

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Margaret Crastnopol

Las “Micro-agresiones” de D.W. Sue como una versión 62


psicosocial del trauma
Hacer “luz de gas” 65

Enfrentando el daño acumulativo 67

Capítulo 2 – EL RETRAIMIENTO CRUEL Y SU 71


NAVEGACIÓN
El retraimiento maternal y sus reverberaciones en la relación 80
terapéutica
Parálisis emocional como el legado de repetitivos retraimientos 82
familiares
El retraimiento cruel durante los períodos de separación- 85
individuación
Retraimiento en la duración y frecuencia de las sesiones 89
psicoanalíticas
Los retraimientos del analista en la frecuencia: ¿Amabilidad 97
o brusquedad?
Consideraciones generales sobre los retraimientos en la vida 104
diaria

Capítulo 3 – MAESTRÍA DESTRUCTIVA 107

El juego de las “estrellas” 113

Dejar escapar el juicio crítico 118

El efecto de maestría a gran escala 119

Maestría entre padres e hijos 125

La maestría dentro de la profesión psicoanalítica 129

La Maestría dañina desde la perspectiva fairbairniana de 137


Ogden

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Micro-trauma. Una comprensión psicoanalítica del daño psíquico acumulativo

La maestría destructiva desde una perspectiva kohutiana 139

Loewald y el apoyo en el desarrollo de la maestría 142

Las dificultades de Lena con la maestría 144

Saboreando el bien mientras remediamos los males de la 148


maestría

Capítulo 4 – INTIMIDAD INQUIETANTE. EL 151


CANTO DE LA SIRENA
Esto es solo para decir 154

La fenomenología de la intimidad inquietante 156

Consideraciones teóricas en las relaciones de intimidad 161


inquietante
Articulando la intimidad y el compromiso clínico con James 169

La invasividad temprana en la vida y su posterior impacto 176

Aspectos del desarrollo de la intimidad: ilustraciones 181


clínicas
La intimidad mal dirigida dentro de la profesión 192
psicoanalítica

Capítulo 5 – EL MAQUILLADO PSÍQUICO Y LA 195


AMABILIDAD EXCESIVA
La necesidad de Jean de verse bien 203

El maquillaje como deporte extremo 206

Razones para maquillarnos a nosotros mismos y el uno al otro 208

La necesidad de Alan de que las cosas estuvieran bien 211

Un punto de vista fairbairniano sobre el maquillado de Alan 222

Sobre la crueldad de la amabilidad 225

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Margaret Crastnopol

Capítulo 6 – EL ATRINCHERAMIENTO 227


CRÓNICO Y SUS DAÑOS COLATERALES
El auto-desprecio crónico de Mabel Waring 234

La mirada humillante 240

La amarga dedicatoria 242

Atrincherada para demostrar su valor 244

Atrincheramiento auto-satisfecho 250

Un trepador conforme consigo mismo 254

Un tipo simpático conforme consigo mismo 256

Atrincheramiento y encarcelamiento 260

Una explicación desde la perspectiva fairbairniana de 263


Ogden
Saliendo de la trinchera 265

Capítulo 7 – INDIGNACIÓN DESENFRENADA 271

El punto de vista psicoanalítico sobre la indignación 275

La expresión de la indignación en el ámbito político y personal 280

La indignación como defensa en el ámbito profesional y otros 286


entornos

Capítulo 8 – PEQUEÑOS ASESINATOS Y OTROS 295


MICRO-ASALTOS DE LA VIDA COTIDIANA
Pequeños asesinatos 298

La sobrecarga afectiva, el verse engullido y la efusividad 309

Martirio, chantaje emocional y coerción 312

El no reconocimiento 318

Usando teflón, Deterioro y Decepción 322

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Micro-trauma. Una comprensión psicoanalítica del daño psíquico acumulativo

“Amabilidad” de Seattle—Un microasalto compuesto 327

El daño mutuo y su resolución en una sesión clínica 329

Capítulo 9 – HACIA LA REPARACIÓN 335

Caprichos en el proceso de elaboración 343

La relación microtraumática en la brecha generacional 344

Poniendo un puente sobre la brecha generacional 349

Un juego que ayuda a los jóvenes a mantener a raya el 355


microtrauma
Dar testimonio del microtrauma 357

Facilitando la reparación 359

Referencias Bibliográficas 367

Índice Temático y de Autores 381

Sobre la autora 391

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Micro-trauma. Una comprensión psicoanalítica del daño psíquico acumulativo

LA PSICOPATOLOGÍA DE LA VIDA COTIDIANA


DESDE LA RELACIÓN.

PRÓLOGO A MICROTRAUMA, DE MARGARET


CRASTNOPOL

Este libro define los microtraumas como pequeños daños


psíquicos, no muy ostensibles, pero sí importantes por cuanto se
acumulan y destruyen el sentido de autoestima de la persona,
sesgando su carácter y comprometiendo su relación con los demás.
Margaret Crastnopol identifica patrones relacionales que causan
daños de manera predecible, cómo pueden ser identificados,
eliminados y sustituidos por patrones más saludables. También
describe cómo estos procesos tóxicos pueden tener lugar dentro
de una relación diádica, así como en un grupo familiar o social,
causando daños psíquicos en todos esos lugares.
Margaret Crastnopol (Peggy), es miembro docente de la
Sociedad y del Instituto Psicoanalítico de Seattle, y Supervisora de
Psicoterapia en el Instituto William Alanson White. También es
analista docente y superisora en el Instituto de Psicoanálisis
Contemporáneo, de Los Ángeles. Crastnopol se formó y desarrolló
parte de su carrera en Nueva York, y solo posteriormente emigró a
Seatle, donde “sufrió” los problemas de adaptación a un ambiente
nuevo y diferente, con sus microtraumas peculiares, con micro-
asesinatos, retraimientos bruscos y otras variables.
Probablemente apreciamos el influjo, propio de lo que aquí
venimos llamando la “Escuela de la Costa Este” del psicoanálisis
relacional que, sin dejar de reconocer y elaborar las aportaciones de
la “costa oeste” - Stolorow, Atwood, Orange – así como del muy
relevante Grupo de Boston – Stern, Lyons-Ruth, Tronick – y
numerosos desarrollos de otros lugares y épocas, se alimenta de
una corriente de pensamiento creada alrededor de la William

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Margaret Crastnopol

Alanson White Institution, por Harry S. Sullivan y otros a finales de


los años cuarenta de la pasada centuria. En los orígenes de esa
institución, además del citado Sullivan, brillan nombres como
Erich Fromm, Clara Thompson, Frieda Fromm-Riechman, y otros,
así como autores posteriores también relevantes para nuestra
orientación clínica y teórica. Me refiero, en especial, y por no hacer
la lista interminable, a Stephen Mitchell y a Philip Bromberg.
Como se ha dicho en varias ocasiones – no recuerdo si Mitchell
fue el primero – la corriente relacional del psicoanálisis se
caracteriza, a diferencia de otras escuelas, por carecer de un único y
principal autor, o un grupo reducido de ellos, que se considera el
maestro fundador. No hay, por tanto, una colección de textos
sagrados a reverenciar, o acaso son tantos que la divinidad se
diluye. Se sigue citando a Freud, cómo no, aunque Crastnopol no
hace mucha referencia al fundador, y tampoco parece necesario
para los objetivos de su libro. Si hubiera que señalar alguna
característica o rasgo común a todos los clínicos relacionales (e
“intersubjetivos”) es la de dar una jerarquía esencial al ambiente en
el que se desarrolla el individuo, y con el que interactúa. Somos,
por tanto, si se quiere decir así, “ambientalistas”, perspectiva en la
que encajaría el concepto moderno de “epigénesis”, según el cual
el organismo evoluciona de una manera definida, y no de otras, por
el influjo ambiental, y también – más en el ámbito de las ciencias
humanas – el de “constructivismo” social, frente a la concepción
evolutiva del psicoanálisis freudiano, más de tipo “performativo”, a
mi entender, según el cual el infante atravesará unas etapas
genéticamente marcadas, como son las fases del desarrollo
psicosexual. En ese sentido, este libro es un paso más allá de las
propuestas realizadas durante los años cuarenta y cincuenta en la
British Psychoanalytical Society, por el Grupo Intermedio – Fairbairn,
Winnicott, Khan -, por cuanto muestra de manera cristalina el
permanente influjo mutuo de las personas en sus grupos de
referencia, para lo bueno y, también, para o malo, en una corriente
que hasta hace poco se denominaba habitualmente “dialéctica”.
Crastnopol destaca en su amplia revisión histórica la propuesta de
Masud Khan sobre el “trauma acumulativo”. Con este concepto se

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Micro-trauma. Una comprensión psicoanalítica del daño psíquico acumulativo

sintetiza la perspectiva que los miembros del citado Grupo


Intermedio – con posterioridad “Independiente” – que no solo es
una respuesta al abandono -cuando menos parcial- de la teoría
traumática por parte de Freud, en favor de los conflictos
intrapsíquicos inconscientes, sino también a la concepción del
trauma con una situación delimitada en el tiempo. Si bien, la
concepción freudiana no carece de sofisticación, pues, como se
expone, por ejemplo, en el Caso Dora, el daño psíquico se produce
siempre en dos momentos íntimamente conectados para que tenga
lugar al padecimiento neurótico, mediante el mecanismo de la
retroactividad (Nachträglichkait). Pero, volviendo al trauma
acumulativo, entramos con Kahn y, ya de manera sistemática y
exhaustiva con Crastnopol, en el análisis de una serie de
fenómenos de interpersonales que influyen en la formación de los
parones relacionales básicos y la patología cotidiana que aqueja a la
persona, a todas las personas en alguna medida. Cada uno de
nosotros tiene, probablemente, un talón de Aquiles, una
característica propia esencialmente débil, en relación con el resto.
Normalmente estamos ciegos ante estas características en nosotros
mismos o en las personas más íntimas que nos rodean. Pero, como
recomienda el cambio de perspectiva relacional, aquí se nos enseña
a no percibir ese talón exclusivamente en el paciente, sino también
en nosotros mismos como terapeutas. Los microtraumas están ahí,
los infligimos y se nos infligen, pero se insertan en formas de
inconsciente no bien recogidas por el creador del psicoanálisis y
que el enfoque relacional destaca: el inconsciente procedimental.
En este momento resulta chocante, si no ridículo, que se acuse al
psicoanálisis relacional de no tener en cuenta lo inconsciente
cuando ha ampliado el campo con lo inconsciente previo, lo sabido
no pensado, según la feliz expresión de Cristopher Bollas. Lo
procedimental es lo que tenemos delante de nuestras narices y, sin
embargo, no percibimos o, peor, no le damos importancia. Son
pecados veniales, sutilmente destructivos porque rápidamente se
disocian, y quedan suprimidos o reprimidos.

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Margaret Crastnopol

Para entender lo que se quiere decir con “microtrauma”,


tomemos un ejemplo. En el primer capítulo, precisamente sobre
microtraumas acumulativos, se cuenta la siguiente anécdota. Le
dice una abuela a su nieto adolescente que la chaqueta del padre
que lleva puesta le sienta maravillosamente, incluso mejor que al
padre, cumplido que el propio padre seguramente está escuchando.
El joven no tiene por menos que aceptar el cumplido, intuyendo la
bofetada que supone para el adulto. Los microtraumas causados
por una persona al parecer bienintencionada y, en otros momentos,
acogedora, causan un daño que el que lo sufre, si en algún
momento es consciente de ello, no “puede” denunciado para evitar
un conflicto mayor. Sus efectos se van acumulando a lo largo de
los años, pero son maquillados por el agente y, la mayoría de las
veces, también por el sufriente. Cuando alguien recién llegado
manifiesta su sorpresa se le dirá, según mi propia experiencia
(clínica y no tan clínica), cosas del estilo de: “no hagas caso, no se
da cuenta, no lo hace con mala intención”. Además del maquillaje
al que nos referimos, hay toda una sería de formas
microtraumáticas – la intimidad incómoda, la maestría impuesta,
los pequeños asesinatos, la retirada brusca, etc. – que aparecen
convenientemente documentada en el texto y, por tanto, no vamos
a adelantar aquí. Sólo me detendré un momento en lo que llama
"pequeños asesinatos". Se trata de bromas más o menos
disfrazadas, de ironías sarcásticas, hechas desde una posición de
poder y que fácilmente son negadas o se resta su importancia:
“tampoco hay que ponerse así”. Con esta negación se cumple uno
de los pasos imprescindibles del proceso traumático, la negación
del sufrimiento infligido. El cuidador desautoriza al pequeño
cuando éste manifiesta su malestar.
A menudo las consecuencias en el niño, que perdurarán en la
vida adulta, llevan al “atrincheramiento crónico”. El sujeto queda
atrapado ineludiblemente, por los patrones relacionales aprendidos
y después se resiste al cambio, apresado en estructuras rígidas.
Recordemos la caracterización que hace Fairbairn – ampliamente
citado en el texto - del funcionamiento como “sistema cerrado”,

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Micro-trauma. Una comprensión psicoanalítica del daño psíquico acumulativo

para explicar la patología, o fenómenos como la transferencia y la


resistencia. Este sistema cerrado se alimenta con actitudes de
autodesprecio, o bien el individuo se siente “satisfecho” de su
situación. En lugar de responder a las demandas ambientales en
favor del crecimiento, el sujeto descalifica la capacidad propia o la
objetividad de los otros que le animan al cambio y frustra sus
aspiraciones, con el riesgo de abarcar también los esfuerzos del
terapeuta, y la posibilidad siempre presente de abandonar la
terapia. La intuición nos dice, cuando el paciente abandona, que la
idea implícita, y a veces no tanto, es: “no se puede decir que no he
hecho lo que he podido”. Con esto no negamos la obligación de
revisar nuestra propia aportación a la resistencia.
El libro de Margaret Crastnopol incrementa aún su valor con la
riqueza de ejemplos y viñetas terapéuticas, cuando no de historias
tomadas de grandes autores de la literatura, por lo que su lectura
será agradable para el clínico y, sospecho, también por el lego
aficionado a estas materias. Por ejemplo, una de las muchas obras
que resume y comenta es la novela Indignación, de Philip Roth,
según dice, parábola, a la vez que estudio de carácter, que narra la
muerte de su joven protagonista como resultado de su rígida
actitud indignada ante el mundo. La indignación puede surgir
durante la infancia por lo que el niño percibe que es una violación
de sus necesidades legítimas, por parte de los que deberían
cubrirlas. Ante posibles daños, el protagonista adopta la adicción al
trabajo de su padre, e intenta alcanzar el éxito, pero, a diferencia de
éste, no como trabajador sino en el ámbito académico. La
respuesta del padre, dominado por el temor a perderle, es de
permanente descalificación, dedicándole predicciones catastróficas.
Marcus, el protagonista, trata de independizarse desde una
concepción moralista extrema de lo que es lo correcto y lo justo,
humillando a aquellos que le podrían ayudar. Eso le lleva a una
espiral descendente y termina cumpliendo los temores del padre.
Tal vez tenemos ahí otro caso de “efecto Pigmalión”.
Queremos vernos como buenos, tanto a nosotros como, en la
mayoría de las veces, a los más íntimos que nos rodean, pero eso

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Margaret Crastnopol

no siempre es posible. Nos avergonzamos de nuestra juventud o


de nuestra edad avanzada y eso puede transformarse en ataques a
la otra generación. Si los microtraumas pasan desapercibidos
producen resonancias a nivel interpsíquico, de generación en
generación. Cuando logramos tomar conciencia de ellos, se
transforman en modos más constructivos de relacionarnos con
nuestros mayores, con nuestros hijos y nietos, y con nosotros
mismos. El libro termina así, con un tono de esperanza, al hablar
de la “reparación”, poniendo ejemplos de cómo las relaciones
microtraumáticas pueden modificarse de manera espontánea en el
seno del grupo, familiar o social. También proporciona
indicaciones de cómo se resuelven los microtraumas en el contexto
de la terapia. Aunque haya muchos momentos microtraumáticos,
las posibilidades de superación en la terapia, y fuera de ella, son
muchas.

Carlos Rodríguez Sutil

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