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El misterio del bosque encantado

Erase una vez, en un pequeño pueblo rodeado de un bosque bastante grande una niña
llamada Elena. Elena vivía con su abuela en una pequeña casa cerca del bosque. Elena
desde muy pequeña siempre había sentido un gusto o conexión especial con el
bosque. Según las historias de las personas adultas del pueblo (pueblo al que iba con
su abuela), el bosque estaba encantado y en el vivían cientos de seres mágicos que
solo aparecían en la noche. Aunque muchos consideraban que eran solo cuentos de
hadas, Elena siempre creyó en la magia porque eso le hacía sentir mucha intriga y eso
le gustaba.

Un día, mientras caminaba por el bosque, Elena vio algo brillante entre algunos árboles
bastante grandes. Se acercó cautelosamente y descubrió un collar con un cristal
reluciente que me llamaba la atención. Aunque algo le decía que no debía tocarlo, su
curiosidad fue más fuerte y lo tomó en sus manos. En ese momento, una oleada de
viento la rodeó y un destello de luz la dejo ciega por un instante.

Y para cuando Elena abrió los ojos, se encontraba en un mundo completamente


diferente. Todo a su alrededor parecía salido de un cuento de hadas. Había árboles con
hojas de colores muy raros, flores que hablaban y animales que cantaban. Elena estaba
emocionada y un poco asustada al mismo tiempo. No sabía cómo había llegado allí ni
cómo volver a su casa, lo cuál la preocupaba bastante ya que quería volver a su casa.

Entonces decidió explorar aquel extraño lugar en busca de respuestas o una salida que
la lleva a su casa. Mientras caminaba, vio un pequeño duende de aspecto amigable y
muy tierno que se acercó a ella. El duende se presentó como Nix y le explicó que el
collar que Elena había encontrado era un amuleto mágico que podía transportar a las
personas a diferentes reinos encantados. Nix le ofreció su ayuda para encontrar la
manera de regresar a casa.

Juntos, Elena y Nix se adentraron mucho en el bosque, se enfrentaron con una


hechicera que les dijo que para poder seguir con el camino tenían que resolver la
adivinanza que ella les dijera, tengo agujas y no sé cocer, tengo números y no sé leer.
¿Quién soy? La respuesta a Elena Ale pareció muy fácil y respondió que hablaba del
reloj, la hechicera no tuvo más remedio que dejarlos seguir con su camino porque la
respuesta de Elena era la respuesta correcta. Se encontraron con criaturas mágicas,
como una hada traviesa que les dio pistas ocultas para poder seguir con su búsqueda
de una salida a la casa de Elena y un sabio búho que les proporcionó orientación y
gracias a ellos pudieron seguir con su camino. Elena aprendió a confiar en sus instintos
y a usar su ingenio para superar los obstáculos que se presentaban en su camino, ya
que aprendió que nada es gratis y para aquello necesita usar su inteligencia.

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