Cap 2.pptx Dinamica de Grupos

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Capítulo 2. Lo
singular y lo
colectivo

Antinomia individuo-sociedad

▪ A lo largo de la historia se plantearon diferentes maneras de


“resolver” la relación del individuo y la sociedad. Dos de ellas,
son las más características: psicologismo y sociologismo. En
ambas posiciones, la relación individuo-sociedad está pensada
desde un criterio antagónico, es decir, que ambas “resuelven” la
compleja tensión entre lo singular y colectivo desde un
reduccionismo. Lo singular y lo colectivo conforman un par de
contrarios que se constituyen desde lógicas “esencialmente”
diferentes.

▪ El psicologismo reduce los conceptos sociales a conceptos


individuales y psicológicos. Plantea una idea abstracta de
individuo, lo considera como una realidad en sí mismo: solo él
percibe, piensa, siente, etc.

▪ •El sociologismo ha ido hacia la reducción de los conceptos


individuales a una idea globalizada de la historia y la sociedad.
Es decir, sostiene que el individuo, independiente de los demás,
es una mera entidad lógica. Únicamente el grupo, la sociedad,
el colectivo son reales; solo a través de dicha realidad se hace
presente el individuo, el individuo es producto de la sociedad.

Espacios

▪ Se consideran dos espacios donde ha estado presente la


preocupación por las relaciones y diferencias entre Individuos y
Sociedades.

Espacio Científico-Académico
▪ La oposición individuo-sociedad ha atravesado distintos campos disciplinarios, estas polémicas “clásicas”
no sólo han constituido los debates fundadores de las ciencias humanas, por el contrario, pueden
encontrarse aún hoy. Los primeros intentos para comprender, en el campo de la psicología, la
problemática grupal, se organizaron en un traslado mecánico de conceptos de la psicología individual.
Esta polémica se desarrolla en el cruce de un debate entre dos posiciones doctrinarias encontradas, la
tesis individualista y la tesis de mentalidad de grupo. Para la primera, los individuos constituyen la única
realidad y tiende a negar la realidad de los grupos, en tanto sostiene que los procesos psicológicos
ocurren tan solo en los individuos y estos constituyen las únicas unidades accesibles a la observación. El
término grupo, constituye una ficticia abstracción cuando pretende algo más que referirse a la suma de
reacciones reciprocas de los individuos. Para la tesis individualista, no existen los grupos, “grupo” será un
termino colectivo que hace referencia a una multiplicidad de procesos individuales. En síntesis no existe
en los grupos, instituciones, sociedades, nada que no haya existido previamente en el individuo. En
oposición a la tesis individualista, se desarrolla la noción de mentalidad de grupo. Ésta implica, que,
cuando los seres humanos viven y actúan en grupo, surgen “fuerzas y fenómenos” que siguen sus
propias leyes y no pueden ser descriptos por propiedades que componen a los individuos. Ésta noción
intenta explicar la frecuente observación por la cual muchos acontecimientos colectivos, exhiben una
dirección definida, se desarrollan y mantienen a menudo sin relación con las intenciones de los
individuos, atribuyendo intencionalidad al proceso. Ésta “mente de grupo” sería cualitativamente análoga
a la “mente individual aunque cuantitativamente supraindividual”. Entonces, el grupo es pensado como
un supraindividuo, con los mismos mecanismos de funcionamiento interno. Es importante subrayar que la
antinomia clásica de las ideas sociales (la relación individuo-sociedad) se encuentra implícita en toda
concepción sobre lo grupal, y generalmente determina el pensamiento sobre los grupos. Opera como un
verdadero a priori conceptual, como premisa implícita desde donde no se piensa la articulación de los
singular y lo colectivo, sino también se lee al conjunto de los acontecimientos grupales.

▪ En general estos a priori hacen posible la “resolución” de la tensión de los pares


antinómicos, los cuales desde su constitución se despliegan en tres pares de opuestos:
individuo-sociedad, naturaleza-cultura, identidad-diferencia. Cuando esta tensión es
“resuelta” puede observarse con frecuencia que suele producirse desde criterios
dicotómicos.

▪ Las teorizaciones que colocan a los grupos humanos como campos de mediaciones entre
individuos y sociedad, suelen reproducir sin revisar las propiedades antinómicas de éstos
términos, y, en tanto parten de dos conjuntos de opuestos. Desde éste punto, los grupos y
las instituciones solo son pensados como puentes o instancias mediadoras.

▪ El a priori conceptual opera en los diferentes discursos sobre la grupalidad, de la siguiente


manera: por un lado la especificidad de lo grupal la aportan los individuos que lo forman
(habrá que estudiar individuos en grupos). Por el otro la especificidad de lo grupal es
aportada por un plus a los individuos agregados (habrá que estudiar grupos).

Espacio ético-político:

▪ la antinomia individuo-sociedad tiene una inscripción


ético-filosófica de gran importancia en el plano político. Su
origen moderno ha planteado como diyuntiva ético-política la
pregunta sobre que habrá que priorizar: por un lado intereses
grupales, por el otro lado intereses individuales.

La relación Grupo-Sociedad
▪ La relación grupo-sociedad es generalmente encarada desde una perspectiva de relaciones de influencia, donde
las diferentes posiciones varían según otorguen una mayor o menor grado de influencia de los social sobre los
movimientos de un grupo. Igualmente en todas ellas lo social se ubica como algo exterior al grupo. Una variante
de esta forma de pensar es platearse la relación grupo-sociedad en términos de interacción mutua.

▪ La antinomia individuo-sociedad forma parte de un conjunto de pares antinómicos. El pensar la tensión entre lo
singular y lo colectivo desde esta antinomia opera como a priori conceptual en las diferentes concepciones sobre
lo grupal. En el intento de desdibujar el sentido antinómico de la tensión entre lo singular y lo colectivo es que
resulta pertinente repensar la noción por la cual los grupos constituyen un campo de mediaciones entre individuos
y sociedades. Ésta sería una solución de compromiso válida en su momento. Ésta noción de los grupos, como
campos de mediaciones ha intentado “resolver” la tensión entre lo singular y lo colectivo a través de la categoría
de intermediación.

▪ Puede encontrarse fuerte tradición en cierta forma de reduccionismo psi, en aquellas corrientes que centran su
análisis de los acontecimientos en las interacciones entre sus integrantes, produciendo un enfoque de los grupos
plegados sobre si mismos, donde se abre visibilidad con respecto a sus colecciones, liderazgos e interacciones
de roles. Pero se invisibiliza los atravesamientos institucionales, sociales e históricos.

▪ Otra manera de resolver la tensión aludida, suele ser la negación de la especificidad de los acontecimientos
grupales. El dispositivo grupal es visualizado como un espacio de despliegue de singularidades, excluyendo toda
posibilidad de especificidad en el agrupamiento en si mismo.

La categoría de intermediario

▪ Esta caracterización de los grupos como mediadores, como espacios


intermedios entre individuos y sociedades lleva implícito cierto
concepto operativo a través del cual habrá que buscar relaciones,
puentes articuladores. Esta noción articuladora es el concepto de
intermediario. Muchas son las formas que los reduccionismos pueden
presentar. Tanto las teorizaciones como el lugar de la coordinación
suelen oscilar entre dos ficciones: la figura del gran individuo o el
espejismo de los grupos como intencionalidad. En este sentido se
vuelve necesario un cambio de paradigma, de un criterio antinómico
de individuo versus sociedades, hacia una operación conceptual que
pueda evitar una falsa reducción y se permita sostener la tensión
singular colectivo.

Problema epistémico

▪ Desde el punto de vista de la cátedra se enuncia la necesidad de pensar lo grupal como un


campo de problemáticas atravesado por múltiples inscripciones: deseantes, históricas,
institucionales, políticas, económicas, etc. Lo grupal en un doble movimiento teórico: el
trabajo sobre sus especificidades y su articulación con las múltiples inscripciones que lo
atraviesan. Nueva manera de pensar lo uno y lo múltiple, intentando superar la lógica del
objeto discreto, abriendo la reflexión hacia formas epistémicos pluralistas transdisciplinarias.

▪ Proyectos de este tipo solo pueden desplegarse si se interrogan críticamente la epistemología


de los ciencias positivas, en la cual aún se fundamentan las ciencias humanas. Tal
epistemología supone un objeto discreto autónomo reproducible, no contradictorio y unívoco.

▪ La aparición de propuestas transdisciplinarias da cuenta del surgimiento de otras formas del


abordaje de la cuestión, así como la necesidad de utilizar criterios epistemológicos pluralistas.
Habla de la resistencia de ciertos procesos a su simplificación unidisciplinaria y sugiere la
oportunidad de los desdibujamientos de individuos y sociedades. Por otro lado pone en jaque
las configuraciones hegemónicas de ciertas disciplinas reinas, tiene como una de sus
premisas más fuertes la implementación de contactos locales y no globales entre los saberes

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