La historia de Mand
Ana Maria del Rio
Israciones de Carmen Cardemilwf Elcumpleaios de Mani "y
Manuela Mamani era una nitiva
aymara que vivia en un poblado del alti-
plano chileno con su pap4, su mamé y
doce llamas.
‘Como era piequefita de porte, nadie
le decia por su nombre porque era muy
largo. Todos la Hlamaban simplemente,
Mand. Tenia el cabello negro y brillante,
muy lacio, Su piel era bronceada y los
pémulos salientes. Sus ojos eran oblicuos,
negros y muy brillances.
Mant era muy bonita.
Manti cumplia siete afios ese dfa.
Desde temprano sintié a su papa y a su
mam en puntillas por la pieza preparan-
do el desayuuno. Hacia mucho frfo en las
mafianas y el sol brillaba con eyplendor.
La mama habia puesto pieles de vicuna
cn las paredes para impedir la entrada del
frio. Manti no dormia. Estaba nerviosa8
porque ese dia cra importante para ella
Pediria algo muy especial como regalo de
cumpleafios.
E] papa de Mani era el hombre
mas importante del pueblo, Era el Jefe de
la Comunidad y ademas era doctor. Todos
le trafan sus hijos y sus animales cuando
estaban enfermos.
Manuel Mamani escuchaba la en-
fermedad: a veces ofa la sangre corer con
una infeccién, Otras veces ofa los huesos
rotos de alguna pequefia Hama, daba un
tirdn y ésta sanaba, El seiior Mamani no
cobraba dinero por sus servicios. Lo hacia
para ayudar a la gente de su pueblo, Todos
lo quetian mucho, Muchas veces le paga
ban con animales. Por eso tenfa un rebafo
ie doce lamas que Mant cuidaba.
Cada cierto tiempo, cl sefior Ma-
mani bajaba al valle e iba al Municipio a
hablar con el alcalde, Conseguia muchas
cosas buenas para el pueblo: dinero para
hacer canales de regadio, corrales para que
ieran de frio en el
invieno. Ahora dltimo habia conseguide
Jos animales no se mi
luz eléctrica y habian
instalado la primera
television.
—Muy feliz
cumpleafios, Mant
-dijo la mama.
—Muy feliz
cumpleaios, Mant
-dijo el papa.
La abrazaron. Sus papés fa querian
mucho y Mani lo sabia, Entonces, la ma-
‘md puso la tetera a hervir en la cocina que
‘estaba dentro de la sala, Sacé unas tort
muy ricas, partié unas tajadas de queso
fresco y en tn plato puso polulos, un cereal
inflado muy gordo, Era algo especial. Manis
se puso muy content :
—Hoy bajo a a ciudad —anuncié el
papa de Mand, tomando una taza de té mu
negro—. Qué quieres de regalo de cumple
fos, Manu?
Ningiin padre del pucblo de Chi-
pana preguntaba a sus hijos qué querian
de regalo de cumpleanos. No habia mu-
cho dinero para regalos en ese pequefio0
pueblo, Pero Manti era muy querida de
su padre y de su madre y, ademas, era
hija tinica,
Mani los miré. Habia Hegado el
momento de hablar,
_ No me rigs nad papi —ajo—
Quiero un regalo de cumpleaios especial
Su papa y su mamé la miraron.
Qué seri lo que quieres? —pre-
guncaron.
—Quiero que me den permiso para
ira la escuela en la ciudad —dijo Mani—.
Quiero ir al colegio y aprender cosas. Aqui
en Chipana no hay colegios. Yo podsia vivir
en Iquique con tia Eduvigis —dijo, mirando
asu mama,
—;De ninguna manera! ;Y menos
con Eduvigis! —dijo el papé de Manti
muy enojado.
Tia Eduvigis era hermana del papa
de Manii y estaban pelcados hacia afos,
porque ella no habia querido vivir en
Chipan
— Hija cémo se te ocurre pedir
exe regalo de cumpleatios! —dijo la mam
mirindola muy criste—. No quieres vi-
vir con nosotros?
—;Por supuesto que quiero vivir
con ustedes, papi, mamé, los quicro mu:
cho! —dijo Mani—. Pero es que en este
pucblo no hay escuela y yo quiero apren-
der cémo son las cosas. Ademis, anoche
uve un suefio..
Entonces, el papi y la mama de
Mand se miraron muy preocupados.
Mani a veces habia tenido suetios que se
habjan cumplido. El afio pasado habia so-
jiado que habria sequia y no habia ovido
en todo el invierno boliviano. Luego, ha-
bya sofiado con todo el pucblo iluminado
en medio de la noche. Al dia siguiente,
habia llegado la luz eléctrica. La gente le
tenia respeto a los suetios de Mant.
Qué sofaste, Mant? —preguncs
la mama.
—Algo raro —dijo Manii—. Sovié
que venia una ola grande que iba subiendo
por una moncafia. Es decir, creo que era
tuna ola, porque yo no sé cémo son, No
conoxco ol mar.El papi de Mandi se quedé muy si-
Jencioso. Todos los afos dl pedia al alcalde
tuna escuela para el pueblo. Y, ano a afio,
le contestaban que no habia suficientes
alumnos para poner una escuela, Los ni-
fnos que se iban a la escuela de la ciudad,
no volvian, Preferian quedarse en la cits
dad con sus parientes 0 vecinos. El pucblo
cada ver tenia menos gente. AL final, no
quedaria nadie y el pucblo moriria. A
habia pasado con otros pueblos, penso
13
elsefior Mamani, Era muy triste, pero és
cra la verdad.
—Si te esperas unos aiios, yo te
tracré una escuela, Mand —dijo su pa-
pi—. Te lo prometo. Pero no puedes irte
a estudiar a la ciudad. Eres muy pequeia
todavi
—No soy muy pequefia —dijo
Mant: mirindolos con sus ojos bril
Tengo que ir a la escuela ahora. No den-
tro de dos aos. Es importante, Quiero
aprender a leer y a hacer remedios para
sanar a las personas. No puedo esperar.
—jBasta, Manii! —dijo el papa
enojado—. ;Se acabé la discusién! Prim
to debes aprender a hilar y a tefiir Ia lan
Como lo hacen todas las nifiitas de tu
edad. Cuando sepas eso, yo te traeré una
escuela aqui, a Chipana.
A Mani se Ie iluminaron los ojos.
jPero papa, yo ya sé hilar y tefiir
la lana! —exelamé.
Eso cra cierto, Habia aprendido a
hilar y a tefir con la sefiora Olaya, la teje-
dora mas famosa del pueblo.“
—;Basta, Mani, no insistas! —dijo
el paps, con vor fuerte—, ;No puedes
Eres muy pequefia todavia. Y en cuanto a
hacer remedios, el que mas sabe de reme-
dios aqui, soy yo, tu padre. Para eso no
necesitas abandonarnos —y salié dando
un porcazo, Estaba enojado,
—No soy pequefia —murmurd
Manii con Lagrimas en los ojos.
La mamé la tomé en sus braros
—Después podris ir a la escuela
—dijo— otal ver, tu papa tracra la escue-
la al pueblo, tal como ha hecho con la luz
cléctrica, :Me ayudas a hacer la comida?
Pero Mand no pudo ayudar a su
mami cse dia. Andaba distraida y se le ol-
vidaban las cosas. Al final, la mam le dijo
que llevara a pastara las doce llamas a los
bofedales de més arriba, pero que las tra-
jera temprano de vuelta.
—Esti haciendo fio, -di-
jo—. No te distraigas por ahi, mira que cl
Viento es muy fuerte ahi arriba,
—Si, mamé —dijo Mansi.
Fue al establo y llamo por su nombre
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aks doce llamas: Warki, Pelu, Sapsa, Coxsa,
Pachi, Pocha, Colla, Mani, Tinti, Sansi,
Olu y Wilks. Vinicron saltando y le pasi-
ban su suave cabeza parda por el pelo. Ma-
nii las abrazé a todas y partié con ellas y
‘con su cayado hacia los boledales, Se acet-
caba el invierno en el altiplano, Mani iba
muy triste. Habia tomado una decisién y
sabia que la cumpliria con o sin permiso
de sus padres. Algo le deefa que era impor-
tante, muy importante ira la escuela de ls
ciudad. Llegé al bofedal y se senté en una
piedra. Se tendié al sol del mediodia y se
quedé dormida. De nuevo vio en su
desperté, Manti ya tenia su decision to
mada. Pero para cumplirla, necesitaba de
ayuda, Enconces se acordé de su gran ami
g0, Kuncuro, Todos los nitios del pucblo
1 ese amigo.16
{Kunturo me ayudaré! —gritd
Mand, al viento—. ;Es el tinico que puede
hacerlo!
Enconces Mant subié por el roque-
rio de la montaita. Trep6 Agilmente, Mani
cra experta en subir las rocas. Trepaba co-
mo una vicufia, muy égil, ripida y segura.
Sus pequerios pies se posaban firmes entre
las juncuras de la piedra. Ya se le habia
acabado la pena, Sabfa exactamente lo
que tenia que hacer. Kuncuto la ayudaria,
a Kunturo 1
Mientras subla, Mand se acordé
de cémo habia conocido a Kunturo. Ha-
bia side hacia varios afios. Un dia, habian
subido a la cumbre a buscar una hierba
muy scasa, cuando de pronto, el papi de
Mand subié sigilosamente por la saliente
de roca hacia arriba, Era muy empinado y
4 Mandi le dio mucho miedo ver a su pa
péal borde del abismo. Pero él no parccia
tener miedo, Cuando el papa de Manti
Iegé a la cumbre de la roca, s¢ detuvo
asombrado, Sobre un nido habia un gi-
‘gantesco céndor hembra que se quejaba y
‘movia la cabeza, Estaba herida, Alguien le
habfa disparado en el pecho. Se hallaba
con las alas extendidas, muy cansada y
respitaba entrecortado sin moverse, El
papa de Mand comprendié que el cn-
dor estaba en peligro de muerte y se dis
puso a sanarla, Le aplicé una cataplasmade hierbas que la adormecié y tratd de sa-
atle el proyecil del pecho. Peto no le fue
posible. A cada intento que hacfa de abrir
la herida ésta se cerraba mas y mas. El
condor estaba muy débil y escondia la ca-
beza entre sus alas. El papa de Manti
comprendié que iba a morir y se puso
muy triste, Entonces fue cuando Manti y
su padre oyeron el sonido. Era un graznido
muy divertido, como el de un gallo aféni-
co que gritaba desde debajo del condor
hembra moribundo,
—jHay que sacarle la erfa! —grité
el papa de Mand, y corrié con su hija en
brazos a buscar ayuda al pueblo,
Sélo entre cuatro hombres pudie-
ron moveral céndor, que ya habia muerte.
Cuando el polluclo
de céndor aparecié de
debajo desu madre con
restos de huevo en su
ceabera, lam26 un grito
tremendo que los
zo tele a todos. ;Tet
mucha hambre!
9
que todas esas personas que lo miraban
no iban a darle nunca de comer? Mant
trajo entonces las sobras de un asado que
hubo el dia anterior en su casa. El polluclo
las comié mirindola fijamente y devorando
todo con su gran boca, Desde entonces,
Mand y €l fueron amigos inseparables
Mand le puso Kunturo. Céndor peque-
jio, Siempre que iba a pastorear, ella subia
al nido de Kunturo y se subia sobre él
mientras Kunturo agitaba sus alas que
iban creciendo cada ver mis. Y cuando ese
verano Mand subié a la montafta, encon-
rd yaa un condor adulto, gigantesco, que
Ja miraba como preguntindole:
Qué meu
—No te traje nada hoy —dijo Ma-
ni, subiéndose arriba de él y acaricidndole
la cabeza. Pensé que si su papa la hul
visto subida sobre cl cdndor, en el nido, le
hubiera dado mucho susto, Pero era el lu
gar donde Mani se sentia més segura. Y
duefta del mundo. Desde el nido de Kun-
curo se velan las nubes y mas alli. Mant
entrecerté los ojos y se durmié. ¥ volvié a
jiste?20
sofiar con la ola gigante que subja la mon-
aa. Desperté sobresaltada. Era muy
tarde. Su mamé estaria preocupada. Se
sents muy cerca de su amigo.
__—Kuntaro —dijo—, te voy a pe-
dir un favor muy grande, Necesito que
me bajes todos los dias a la
exe, escucla de la ciudad. Pero
&
que nad
10s Vea, zen-
=e tiendes? Debo ir a la
AF escuela. Quiero aprender
q leer —le explicé—. Pero
también debo ir porque
‘ tuve un suefio de que algo
tertible pasaba en esa escucla y yo lo evita-
ba, Vendré aqui todas las mafianas y ui me
Hevaris a la ciudad, me esperaris en el ce-
tto Dragén y luego me subiras hasta mi
‘casa. ¢Quicres hacerme este gran favor?
__ Kunturo fa mité de perfil con su
ojo inmenso, Mani le acaricié. Kunturo
movid la cabeza como diciendo st.
—iGraciast —dijo Manii sontien-
do—. Sabfa que podria contar contigo
Ahora tenemos que ensayar el vuelo. No
2
ime vayas a dejar caer, Kunturo, jVamos!
—dijo, espoleando el castado del céndor
con las rodillas—. ;Vuelat
Kunturo comprendid, Agité las in-
mensas alas que desplegadas eran més gran-
des, Y entonces, con cuicado, desplegé un
vuelo silencioso y rasante, remontindose y
bajando suavemente al gran bofedal. Mami
iba sentada sobre el, Sinti el are frio pasar
por su costado. ¥ las plumas pequefias del
cuello del céndor junto a su cara, Escaba
volando por el cielo, Ea maravilloso. Ma-
tnd junté las llamas y las arved en fila hasta
su casa. Ya sabia cémo iria todos los dias a
la escuela de la ciudad, sin que nadie se
diera cuenta. Habia solucionado su pro-
blema. Estaba contenta. «Kuncuro me ha
hecho el mejor regalo de cumpleafos que
he cenido nunca», penss, y corrié hasta su
casa, Entré feliz y le dio un beso a su ma-
ma. La mam se quedé mirindola.
—Por suerte; los caprichos de Ma-
nui duran poco —se dijo—. Ya se le debe
haber olvidado esa locura de ir al colegio
cen la ciudad.J En la ciudad
Al dfa siguiente, muy temprano,
Mand llevé las llamas al bofedal y las dejé
alli pastando. Le habia dicho a su mam y
su papa que ella Hevaria las Hamas a pas-
tar todos los dias. Sus padres se lo habian
agradecido y habjan pensado que Mandi
era muy colaboradora,
Apenas llegé al nido de Kunturo,
vio que éste ya estaba listo, esperindola.
Man se mont6 en su cuello. Kunturo des-
plogé sus alas y comenzé a cotter por la
planicie. De pronto, con un salto, se lan
al vacio. A Manii se le subié el corazén a la
boca. ¥ se dio cuenta de que iban volando.
Volaba por el altiplano sobre su amigo
‘Kunturo que iba descendiendo en grandes
citculos. Iba al colegio. Y legaria volando
sobre un eéndor. Era algo ran incretble,
que Manu decidié mantener a Kunturo
en secreto. Desoués de un rato de vuelo.
Vieron los techos de las easay de la ciudad
de Iquique. Uno de esos techos seria e! del
colegio. Kunturo aterrizé sobre una loma
del certo Dragén. Mant se bajé y le reeo-
mendd que no se moviera de alls. Se fue
corriendo a la escuela, Cuando lleg6, Ma-
1as de su edad qu
tras la ca
iii vio a otros nifios y ni
iban llegando al colegio mi
pana sonaba, Manti estaba feliz, Se acercé
al grupo de nifios y los saludo:
—Hola, geémo estin? —les dij
Entonces todos Iz quedaron mi-
rando y se pusieron a refr, sefalandola
con el dedo, Refan y reian. Llamaron a
otros nifios gue estaban cerca y pronto un
grupo muy grande de nifios se enconurd
alrededor de Mani.
—:Qué pasa? —pregunté Manii—.
ué tengo en la cara? Entonces sucedié24
algo increible. Los nifios le hablaron atro-
pellindose y riendo a carcajadas, mirindola
y sefialindola con el dedo.
Manai se dio cuenta de que no en-
tendia una sola palabra. Los nifios hablaban
en sonidos extrafios que Mani no com-
prendfa. Era orro idioma. Una serie de
sonidos raros, como silbidos de serpiente.
Y que Mandi no habia oldo nunca
—Hola —dijo con mucha ver-
+ Me llamo Manucla Mamani.
Los nifios se secreteaban entre el
Hablaban frases y palabras extranas, De
promo, una nifa se adelanté y hablo
giienza
2s
palabras que Manit reconocié, Era una
nia como ella, también pequena, delga-
day con el pelo oscuro muy brillante a
ambos lados de la cara.
—Ellos hablan castellano —expli-
cé la nifia a Mant en aymara—. En las
escuckis, todos deben hablar castellano.
No nos permiten hablar aymara. Para ve-
nira este colegio primero debes aprender
a hablar castellano.
—Y ti, gedmo lo hiciste? —pre-
gunté Manii, a punto de Hlorar.
a se encogis de hombros.
Aprendi despues de un tiempo
—Aijo—. Ellos no son amables, Se rien
de ti.
Entonces Mani se acordé de su
papi y su mamd. Ahora comprendia por
{qué no querfan que viniera al colegio en
la ciudad. De pronto, una sefiora alta en-
tré en el patio, Todos los nifios se pusie~
ron en fila empujindose unos a otros. A
Mani le llegaron varios empellones. Los
nifios se refan miréndola. Uno se apreté
la natiz y otro se puso las manos en los
la26
ojos y se los achin6. Otro le imité la ma-
nera de caminar. A Manti le dieron ganas
de salir cortiendo. Era un colegio horri-
ble. La seftora llevaba un delantal blanco,
Los hizo encraren la sala. Hablaba la mis-
ma lengua extrafia que los nifios. Mantt
no entendia nada, Mostré un mapa de
colores hermosisimos, donde habia un
color azul que Mani no podia dejar de
mirat. De pronto, la profesora le hizo una
pregunta, en el idioma extrafio, mirindo-
la fijo. Mani enrojecié y tavo un miedo
terrible. No sabia qué decit. A su lado, la
nifia aymara, le susurré:
—Di ano lo sé senorita» —le dijo.
—Nolosésse'norittu —le salié a
Manti trabajosamente. Transpiraba. Los
nifios volvieron a reir estruendosamente.
La profesora la miré silenciosa
Luego dijo «aymaray y otras cosas mas que
Manti no entendié, Nunca se habia senti-
do can desgraciada, Afioré a su papa ya su.
mamd, (Qué razén tenian en no querer
que fuera al colegio de la ciudad! La profe
sora anoté algo en un libro gigante, sin
a
dejar de mirarla, Lucgo soné una eampa-
nna y los nifios se desbandaron a sus casas.
Las clases habjan terminado por ese dia.
Mant llegé llorando al certo Dragén. Se
sentia muy infeliz, Sollozando, se abrazé
al cuello de Kunturo y hundié su cabeza
entre las plumas finas que como una esto-
la de piel, le rodeaban el cuctlo. Kunturo
esperé un poco a que Manti secara sus li-
grimas, Luego, desplegando suavemente
fas grandes alas, remont6 vuelo a casa con
Mandi agarrada a su cuello,oa El mar *
Pero Kunturo no quiso volar di-
recto hacia ef altiplano. Queria regalarle
algo a Mand para que ella calmara su
Hlanto, Entonces se dirigié al mar. Poco a
poco, Manti vio aparecer la gran exten-
sién azul y sonrié, Ese era el mar. El mar
del que tanto hablaba su mamé. E} mar
de Chile, Era del mismo color que habia
en el mapa del colegio, Kunturo se pasea-
ba planeando por sobre esa inmensa masa
de agua oscura que parecia un ¢remendo
animal adormecido. Mani miré hacia cl
horizonte y luego hacia la tierra, En cl
borde, una linea de espuma blanca, mar-
caba el contorno de la costa, Hacia viento
ya Kunturo le costaba avanzar. Mami te-
nia mucho fri. Se lo dijo a Kunturo en
una vuelta y este gird y se dirigié hacia el
altiplano de vuelta. Llegaron cuando habia
coscurecido, Las llamas balaban desaforadas
29
en el bofedal. Asustada y muy triste, Ma-
ii las recogis y las fue Hlevando a su casa.
Llegé cuando ya habia caido la noche. Su
‘mamé y su papé estaban muy preocupados
esperdindola en la puerta de casa
sDénde estabas, Mami?
gunté, muy serio, su papa.
—Pascoreando las llamas —comtest6
Mani ponigndose muy colorada.
No le quedaba mas remedio que
mentit. Nadie le creeria si contaba lo que
habia vivido ese dia. ¥ todo era tan triste.
Era todo tan dificil. De pronto, estuvo a
punto de lanzarse lorando a los brazos de
su papa y de su. mam y contarles todo lo
que habia vivido en ese dia terrible, Pero
se arrepintié, Tal ver no le creerian. Y le
prohibirian ver a Kuncuro, el tinico aliado
pre-
que tenia en el mundo.
— Qué te pasa, hijita, estis enfer-
ma? —se oy6 la yor de la mamé, en la
oscuridad.
—No mam, no me pasa nada
Creo que estoy un poco cansada no mas.
Me voy a acostar —dijo Mani, sintiendo30
que las ligrimas radaban por sis cara. Se
puso la gruesa camisa de invierno y se
acosté, arropandose mucho, Al rato sin-
1 que se sencaban en su cama. Sacé la
cabera. Fra su paps con una taza humean-
teen la mano.
—Témate esta agua. Eis buena pa-
rake tristeza —dijo el paps
No estoy ttis,.1tez2... —sollozé
Mandi, tomando tragos del agua,
Mientras la comaba, sintié que le
daba suet.
—Mi hijira linda —dijo el papa
haciéndole carifio—. Sé lo que sientes,
pero ya va.a llegar el dia en que puedas ir
aun colegio donde ensenen nuestra cul-
tura. Fl problema es que abajo, en la ciu-
dad, hablan sélo castellano y se rien del
que habla aymara. Yo no te queria decie
esto, para no desilusionarte. Tengo que
conseguir que hagamos un colegio en es-
te pueblo donde ensefien en aymara para
que los nifios sepan cosas de nuestro
mundo que les sirvan para seguir viviendo
aquf y no se vayan todos a la ciudad a ser
31
sirvientes, Si la gente sigue yéndose para
Jos valles, nuestro pueblo se va a quedar
vacio, y un pueblo sin gente es un pueblo
muerto,
—Si papi —contesté Manti abra
rindolo.
‘Su papa era muy bueno. No le habia
querido decir lo det idioma para evitarle
tuna pena. Y ahora ella lo habia sufrido en
carne propia. Y no lo podia contar a nadie.
El suefio de iral colegio se habia esfumado.
Pero igual, mafiana, iria a ver a su amigo
Kunturo, pens6. Aunque no fuera al cole
gio, tal ver podria dar otro paseo aéreo.
Habia sido tan maravilloso volar agarrada
a su cuello, Era como sentirse duefia del
mundo. Volar como los céndores la hacia
sentinse feliz. Y sin darse cuenta, se quedé
donz EI plan mt
A la mafiana siguiente, Manti ama-
necié Mena de énimo, Fl dia anterior par
cia haberse borrado de su cabeza, Toms
desayuno con apetito y partid al bofedal
‘en medio de sus doce llamas regalonas. Se
habia trazado un plan. Sino podia ir a ese
colegio, entonces daria vueltas por sobre
Ja ciudad con Kunturo durante el dia,
mirando desde lo alto las ciudades y los
pucblos. Aprenderia mirando desde arriba
Pero sobre todo iria a verel mar, Tenfa que
volver al mar. Era demasiado hermoso.
Cortié con sus llamas por los sen-
deros del altiplano. Soplaba un vienco
fuerte, huracanado, algo tibio. Nubes os-
curas se juntaban y corrian por la pampa
del cielo. Mandi dejé a sus llamas pastan-
do en los jugosos bofedales y subié por la
roca desnuda como una pequefia vicuha
cexperta. Arriba estaba Kunturo. Sin un solo
33
movimiento, derecho en ef nido. Dormia.
Mani lo desperté acariciindoke el plumaje
de cucllo, El joven céndorse desperts y la
miré como diciéndole:
— Quieres ir de nuevo a ese cole-
gio de la ciudad donde se rien de ti porque
rio hablas su idioma?
—No, Kunturo—dijo Manti—. No
quicto ir mis. ese colegio. Lo que quiero es
que me Hleves a dar una vuelta por et mar.
No puedo olvidar el mar. Lo harfas por m®
Kynturo mird la lejanfa y luego
asintié gravemente. El azo entre Kuncuro y
Manti no se cortaria jamais. Manti se acercé
a Kunturo y se monté en su cuello y lo es-
poles suavemente con las rodillas. Kunturo
parecié comprender. Kunturo comprendfa
todo, Lentamente, extendié sus als gigs
tescas y remonté vuelo. Manti se sintid 66
moda y feliz,con el helado viento, cruzando
ambos lades desu gorro de lana. Tener un
amigo como Kunturo era lo mejor que
habia en ef mundo. Ya no le importaba no
poder ir a ese colegio ni saber castellano.
Silo querfa volar. Y ver el mar una ver mis= ‘Tsunami .
Entonces, Mand y Kunturo se
quedaron boquiabiertos, El mar estaba
muy cambiado. No venia nada que ver
con el hermoso mar del dia anterior. Ha-
bia perdido su color azul luminoso y su
paz infinita. Gruesas olas metilicas y opacas
estallaban contra la costa. Desde arriba se
veia a los hombres que como hormigas
corefan con sacos a la playa para armar
una defensa contra la marejada, El mar
estaba casi negro.
—No te vayas todavia Kunturo
—1og6 Mami, —Dejame mirarlo una vex
mis. Igual me gusta asi. Es como si fuera
un animal salvaje,
Entonces, Mand miré hacia abajo
y la vio. Lejos de la costa, una altura de
ua se enroscaba sobre s{ misma levan-
tindose muy alto, como el brazo de un
gigante; un remolino de agua oscura que
35
se cleyaba cada vez més, Era tan potente,
y tanta amenaza habfa en aquel agua os-
‘aura, que hasta Kunturo se quedé absor-
to, mirando esta especie de montana que
se acereaba como un bareo gigante y
mortifero, hacia la costa, cada vez a m:
yor velocidad. Entonces Mandi compren-
dié su suefo. Esa montana de agua se
precipitarfa sobre el pucblo. Desde la cos-
ta los hombres no podian verla. Pero era
real, Ellala estaba viendo ahora. Su sueno
se habia cumplido. ¥ comprendié que de-
bia salvar a la gente avisando, De pronto,
una idea tomé forma en su mente, Expo-
le6 répido a Kuncuro que miraba la mole
de agua avanaar hacia la costa.
—jRipido, Kunturo! —dijo— Le
vame al colegio!
El cdndor comprendié que se ta
taba de un asunto de vida o muerte. Giré
sobre su cuerpo y se lanué velor-al descenso
sobre la rada del puerto, en la ciudad,
mientras Mani se apretaba a su cuello pa-
rar no caerse, Ahora volaba més rapido y
daba bruscos giros con el ala. En el patio36
del colegio, Jos alumnos asistian al acto
civico antes de entrar a clases.
wf Hlsalvamento
De pronto s¢ sintié un revolotear
y todos, direcrora y alumnos, miraron ha-
ia arriba levantando sus cabezas. ¥ todos
vieron a la nifia del dia anterior, montada
como una amazona sobre un eéndor in-
menso amaestrado que se detuvo en el
centro del patio, haciendo volar todos los
papeles con la fuerza de sus alas. Mant
bajé de Kunturo mientras todos los nifios
que la vispera se habjan refdo de ella, la
miraban asombrados, sitt poder pronun-
ciar una sola palabra, Ni en castellano ni
en ningéin idioma, Estaban boquiabi
tos, Era la misma nia de la que se habfan
teido, Era ka misma nina distinta. La ni
aymara que ahora venia como una reina
volando sobre un céndor. Mand miré ala
directora y le habl6, La directora no en-
tendia rampoco su lengua. Manti comenz6
a hacer gestos tratando de explicar queuna mole de agua se avecinaba sobre la
ciudad. Pero nadie le entendia, Las profe-
soras crefan que se trataba de una nia loca.
La dircctora las apart6, Algo estaba tra-
tando de decirle esa nifia, De pronto alz6
|a vor y grité:
39
wuién sabe hablar aymara y
castellano de entre usced
adelanté la nifia del dia anterior, la que le
habia explicado « Mani lo del idioma
Mant la miré y la remecié, con los ojos
muy abiertos
{Diles que viene una montana
de agua acercdndose a la ciudad! ;Diles
que tienen que correr hacia los cerros!
;Diles que pueden ir a mi casa en el alti-
plano! ;Diles q)
munidad! El los hospedard hasta que la
montafia de agua se aplaque. ;Diles todo
eso! ;Rapido!
La nifia se volvié a la directora y
en castellano le explicé lo que M;
cla. La palabra tsunami hizo eriz
cabellos de la directora, Corrié a llamar al
alcalde por reléfono, Después organizé la
cvacuacién de nifios y nifias, Los padres y
apoderados comenzaron a llegar por las
calles, como locos. Muy pronto llegaron
los camiones de la Municipalidad y co:
menzé la caravana de vehiculos hacia
arriba. Iban todos al pueblo de Manu, en
Entonces, se
mi papa es jefe de la co
de-
los40
el altiplano. Ella, montada en Kunturo,
que daba vucltas en redondo, guiaba la
caravan larguisima de autos y ticrobuses
que subia por el cerro hacia arriba, cada
vee mis arriba. Todos subian y suban y
subian, Algunos iban asustados. Pero la
presencia de Kunturo con Mani animando
2 todos, los tranquilizaba
Entretanto, los papas de Manti
habian recorrido todo el pueblo muy
preocupados. Manii no aparecia por nin-
gin lado, Habian ido casa por casa pre-
gunrando por ella, pero no estaba. No
habia Hegado con las llamas. El papa de
Mani habia subido a los bofedales y ha-
bia encontrado a sus doce llamas pastando
solas. Mant no estaba por ninguna par-
te, La mama de Manit se habla puesto a
Hlorar.
—{Tanto que le gusta trepar por las
rocas! —solloz6,
—Es experta trepando, no tengas
miedo —dijo el papi de Mant, pero él
también tenia miedo. Nunca Mani habla
desaparecido asi.
4“
De pronto, a lo lejos, una humare-
da se fue haciendo mas y mas grande. El
primero en verla fue el papi de Mand.
Venfa gente, mucha gente, con algo vo-
lando sobre ellos. Y entonces, todos los
habicantes del pequeno pueblo del alti-
plano vieron lo que nunca podrian olvicar
Una larga caravana de autos, camianes ¥
micros, llenos de gente de la ciudad, ‘Todo
el pueblo venia subiendo, agitando los
brazos y saludando a los habitantes del
pequcno caserio. Algunos gritaban, o llo-
aban. Estaban muy nerviosos. Asustados.
¥ arriba de todos ellos, momtada en Kun-
turo, como si hubiera nacido sobre un
pajaro, vena Mant, guiéndolos, El viento
se habia hecho mas y més fuerte, y unaa
tormenta se avecinaba. El alcalde se bajé
del eami6n donde venia y se aproximé al
papa de Mani.
—Viene un tsunami! —dijo—.Ta-
vimos que subir. Una nifia marayillosa de
Chipana nos salvé. E indies hacia arriba,
hacia el condor, donde Mant sonreia a su
padre
Kunturo aterriz6 sobre lx plaza del
pueblo y todos los habitantes se acercaron
Se repartieron a los ninos de la ciudad para
cuidarlos en las casas y el resto del pueblo
se acomodé en la plaza y en los caminos
de los alrededores.
Las seforas de Chipana comenza-
ron a preparar olkis grandes de comida y
al caer la noche todos estaban alrededor
del fuego, comiendo y comentando cémo
Manié los habia salvado.
js increible el valor de su bi
—le decta el alcalde y a directora del colegio
al papi de Mamii—. ;No vacilé un momen-
ton yenir a salvarnos! Fila es una heroina..
El papa de Manti miré a su hija.
Ella, muy colorada, di
Papa, mamé, ye sé que los deso-
bedeci y les pido perdén. Y conté como
habia sido su primer dia de colegio y lo an-
gustiada que se habia sentido. Los nifios se
acercaron y la abrazaron pidiéndole que
los perdonara.
—Simplemente como no sabia-
mos tu idioma, crefamos que eras loca
—dijeron—. Pero eso no estuvo bien
Por favor, perdénanos.44
Entonces el papsé de Mandi miré al
alealde,
—Tal vez seria buena que en los
colegios se enseftaran las cosas en castella-
no y en aymara —dijo—. De nuestros
pucblos podrfan ir profesores que supie
ran aymara y ensefiar las cosas que hay
que aprender a ninos aymaras y chilenos
juntos. Al alealde le parecié tina buena
idea,
La directora del colegio se acereé a
Mand yasu madre.
—tstaria muy feliz si vinieras a
mi colegio, Mant —le dijo—. Yo me
comprometo a tener una profesora que
5
mara y te ensefie en tu idioma. Y
n ui aprenderis castellano para
poder hablar con tus amigos en los
ccreos.