Los Huarpes
Los Huarpes
Los Huarpes
La población huarpe se extendía a mediados del siglo XVI por una amplia área al pie de la Cordillera de Los
Andes, centrándose en los valles fértiles del final del piedemonte precordillerano que se suceden entre los
31° y 34° de latitud sur sobre un eje señalado por los meridianos de 68° y 69° de longitud oeste. De norte a
sur estos valles recibían los nombres aborígenes de Tuauma o Caria, Güentota o Cuyo y Uco/Jaurúa. Están
determinados por los ríos actualmente denominados San Juan, Mendoza y Tunuyán respectivamente.
Estos ríos cuyanos son los grandes colectores de una red hídrica formada por los deshielos cordilleranos y
su caudal depende de las nevadas que se producen en las altas cumbres. En su recorrido siguen
aproximadamente la dirección oeste-este y concluyen, los dos primeros, en una zona lagunera conocida
como Lagunas de Guanacache; y en el río Desaguadero, que nace en las lagunas, en el caso del río
Tunuyán. La Cordillera de Los Andes y el río Desaguadero eran los límites occidental y oriental
respectivamente del área de ocupación huarpe. Los valles mencionados posibilitaban la obtención de
recursos económicos de desarrollo natural o artificial. Entre los primeros estaban los animales,
especialmente el guanaco que vivía en las zonas montañosas aledañas a los sectores occidentales de los
valles, y otras especies menores que se desarrollaban en los mismos sitios o en vinculación con los ríos y
lagunas; también era importante la existencia de una flora autóctona, principalmente arbustiva, con
producción de frutos de alta capacidad alimenticia y energética, como son el algarrobo y el chañar.
La región huarpe es por un lado el límite sur de los pueblos agricultores, y además representa un hábitat
transicional con las cuturas de la Pampa y Patagonia. Estaba integrada fundamentalmente por dos
parcialidades portadoras de sus respectivos dialectos: Allentiac y Millcayac.
Según Alfred Métraux, los Allentiac habitaban las lagunas de Guanacache, la provincia de San Juan y la de
San Luis; los Millcayac estaban asentados al sur de Guanacache hasta el río Diamante en la provincia de
Mendoza. Otros autores distinguen a los habitantes de San Luis como los "Huarpes Puntanos" que tendrían
un dialecto propio.
El jesuita español Alfonso de Ovalle, los describió como delgados y altos, de piel muy oscura, y que corrían
con gran velocidad y resistencia. Usaban el cabello largo adornado con plumas. Se pintaban el rostro en
ocasiones de ceremonias con líquidos vegetales.
Agricultura
Fue realizada por medio del riego artificial de los grandes valles a partir de los ríos colectores. Entre los
productos cultivados se destacaban maíz, quinoa, poroto, zapallo, calabaza y mate y posiblemente ají. En la
dedicación a la agricultura existía una diferencia entre los huarpes del valle de Güentota con los de Caria,
en el cual la misma era menor con un incremento en la actividad de caza.
Recolección
Caza
Alonso de Ovalle observó el método Huarpe para cazar: seguían al animal trotando constantemente
durante 2 o 3 días (casi sin beber ni comer) al cabo de los cuales el animal, agotado, nada podía hacer para
evitar su captura.
Cazaban prácticamente todos los de la fauna silvestre de la región: guanaco, avestruz americano o ñandú,
liebre, perdiz, distintas variedades de patos y otras aves en general.
Pesca
Utilizaron una balsa hecha con junco o totora fuertemente atados que impulsaban con una larga vara que
manejaban parados en su parte posterior. Pescaban con una lanza. También cazaban patos: ponían una
calabaza en su cabeza y se introducían al agua, al acercarse un pato, lo tomaban y sumergían velozmente
sin hacer ruido.
Ganadería
Otro recurso económico que fue explotado, aunque en menor escala, era la ganadería de la llama, tanto
para obtener productos derivados como para ser utilizada como medio de transporte.
Asentamientos
Estos territorios, llamados "tierras" en las fuentes, eran a la vez lugar de asentamiento y de cultivo y/o
recolección; o sea que la instalación de las viviendas de cada grupo huarpe se realizaba dentro de las áreas
de cultivo y/o recolección.
La instalación habitacional dentro de cada "tierra" era en pequeñas agrupaciones de viviendas, estaban
separadas unas de otras hasta por unos 20 kilómetros. Cada vivienda albergaba a una familia.
Las tierras eran regadas por determinadas acequias que recibían, como denominación propia, el mismo
nombre que el del cacique de esa tierra y estaban comunicadas, por lo menos las más importantes, por
caminos que eran conocidos con un nombre indígena o, como en el caso de las acequias, con el del cacique
hacia cuyas tierras llevaban.
Sociedad
Los grupos en los cuales se organizaba la sociedad huarpe parecen haber estado formados por ligazón
familiar teniendo en cuenta sobre todo que, al casarse, el hombre permanecía en el grupo al que
pertenecía su familia y al cual se adherían su mujer y descendientes.
La tierra que cada grupo habitaba y explotaba era propiedad del cacique. Los caciques podían vender,
donare incluso alquilar las tierras, lo que implica la propiedad o titularidad de las mismas que, como el
cacicazgo en sí, era hereditaria. La propiedad del terreno por parte del cacique incluía también el derecho
al uso del sistema de irrigación, más estrictamente las acequias, para regar el predio de que disponían para
el cultivo, así como los vegetales que en él se encontraban y que posibilitaban la recolección de frutos,
especialmente referido a los bosques de algarrobos o "algarrobales".
El poderío económico de los caciques, unido a que el matrimonio se realizaba con la compra de la mujer,
producía que los casos de poligamia siempre los tuviera como protagonistas.
Las tierras de un mismo valle estaban repartidas entre varios caciques, que son denominados en las
fuentes como "señores del valle", "caciques comarcanos", etc. Pero también existía, por lo menos en el
valle de Güentota, un cacique con ascendiente sobre todos los demás comarcanos que asumía la
organización de toda la comunidad y su representación ante hechos significativos, como el caso de la
cesión de tierras no explotadas a los españoles para emplazar la ciudad o a otros caciques con escasez de
tierra para ubicar a su grupo, y que era referido en las crónicas como "cacique principal" o "señor del valle".
Los caciques podían tener a su lado una especie de lugarteniente o auxiliar conocido como "principal" que
al parecer reemplazaba la presencia y autoridad del jefe en algunas ocasiones mediante un contrato pago.
La herencia se realizaba por vía masculina de padres a hijos y al parecer recaía en el primogénito o hijo
mayor vivo; la misma era negada a los hijos considerados ilegítimos (habidos fuera del matrimonio aun
después de viudo el cacique), a los hijos putativos y a las hijas mujeres.
Cuando el cacique moría sin descendencia legítima, la herencia pasaba al hermano del cacique que seguía
en edad, y en caso de que a la muerte del cacique su sucesor fuera menor de edad, otra persona tomaba a
cargo la administración del cacicazgo hasta la mayoría de edad del heredero, prefiriéndose en este caso al
tío paterno.
La descendencia se contaba en forma bilateral considerándose dentro de la familia de cada individuo tanto
a los parientes paternos como a los maternos, aunque con una tendencia más acentuada hacia la
patrilinealidad, evidenciada fundamentalmente por la transmisión de la herencia por vía masculina y la
patrilocalidad de la familia.
Los lazos de parentesco que eran considerados como tales por los huarpes eran los establecidos por
consanguinidad (hermana, hermano mayor, hermano menor, hija, hijo, madre, nieta, padre, sobrino y tío
tanto paterno como materno) agregando a los suegros como parientes por afinidad y a los hijos adoptivos
como casos excepcionales de parentesco.
Cuando moría el esposo, el hermano de éste debía tomar como mujer a la viuda y por lo tanto hacerse
cargo también de su familia, esta costumbre es conocida como "levirato", Esta parece ser la causa de que
los sobrinos fueran considerados como hijos virtuales ante la posibilidad del casamiento entre cuñados,
por lo que la palabra para designar tanto al hijo como al sobrino en idioma huarpe es la misma.
Artes
Emplearon figuras antropomorfas para alfarería o tallados de piedra; hicieron pictografías pero
sobresalieron en la cestería. Eran tejedores de fibras vegetales (totora). Confeccionaban cestos o canastas
de diferentes formas y tamaños, especialmente para uso doméstico. Estos eran adornados con lanas de
diversos colores. El padre Ovalle cuenta "las cestas y canastitas de distintos modelos y figuras. Todo en
paja, pero tan fuerte y apretado que aunque la llenen de agua, ésta no sale. De esta manera hacen sus
vasos y tazas de los que beben. Aunque se caigan al suelo, no se rompen y duran mucho".
La conquista española
Primero fue la expansión y penetración inca llegó desde el noroeste, al valle de Uspallata fue trasladada
una población de mitimaes, para constituir una cabecera de desembarco para el dominio de la región a
través de la quichuización. Pronto llegaría la conquista española, que rápidamente los incorporó a su
sistema.
Las primeras incursiones españolas llegaron en 1551 comadadas por Francisco de Valdivia, con motivo de
su viaje de regreso del Perú, con refuerzos de hombres, armas y caballos a pedido del gobernador de Chile
Pedro de Valdivia.
La docilidad del pueblo huarpe motivo que se realizara una década después, la conquista y el poblamiento
de la zona con el fin de poder trasladar a los naturales a trabajar a las ciudades de Chile que carecían de
mano de obra nativa por estar rebelados los mapuches.
La concentración de la población aborigen y la disponibilidad de recursos económicos producidos en los
dos principales valles centrales lo que determinó que se realizaran allí las primeras y más importantes
instalaciones españolas en Cuyo, concretadas con las fundaciones de las ciudades de Mendoza en el valle
de Güentota y de San Juan de la Frontera (hoy San Juan) en el valle de Caria, en 1561 y 1562
respectivamente.
El traslado de los indios huarpes a Chile fue en tal proporción que motivó que, en aproximadamente los
ochenta años posteriores a las fundaciones de Mendoza y San Juan, se produjera un importante cambio en
la distribución espacial de la población indígena de Cuyo.
Los indígenas que se resistían a ser llevados a Chile huían a las zonas marginales donde la inaccesibilidad
del terreno les permitía un refugio relativamente seguro. La zona elegida en forma preferencial fue el
complejo lagunero de Guanacache donde una serie de islas entre lagunas y pantanos permitía el
ocultamiento efectivo y la supervivencia por medio de recursos alimenticios propios de ese ambiente tan
particular.
Si bien a veces se trasladaban a Chile huarpes de todas las edades y ambos sexos, lo usual era llevarse los
varones en edad de trabajar, por lo que en Cuyo quedaron las mujeres y los niños quienes se mestizaron
rápidamente con la población europea local. Hacia 1630 tampoco quedaban muchos huarpes en Chile, de
donde desaparecieron por extinción o mestizaje.