El Mensaje Publicitario y Su Dimensión Pragmatica
El Mensaje Publicitario y Su Dimensión Pragmatica
El Mensaje Publicitario y Su Dimensión Pragmatica
RESUMEN:
La perspectiva semiótica del análisis de los mensajes ha venido abordando el estudio de los textos sobre
todo en sus dimensiones sintácticas y semánticas. En cambio, el nivel pragmático ha encontrado grandes
dificultades al no contar con un modelo que permitiera dar cuenta de la relación entre los signos que
componen el texto y la relación de éstos con los receptores. En lo que al estudio de los mensajes
publicitarios se refiere, el nivel pragmático se ha dedicado casi exclusivamente a observar cuáles son los
artificios retóricos procedentes de la lingüística, que se podían encontrar en dichos textos. La mera
transposición de dicho repertorio de figuras, a veces demasiado forzada, y el olvido de que la comunicación
publicitaria no es sólo comunicación lingüística, son sus principales carencias. El presente artículo tiene
como objetivo ofrecer una reflexión acerca de la necesidad de dotar al estudio de la publicidad de un
método que, desde la perspectiva semiótica, sea capaz de acometer de manera eficaz el análisis la
dimensión pragmática del mensaje publicitario.
1. Introducción
Por ello es necesario atender para su caracterización a los dos polos de la comunicación
que establecen una relación a partir del texto, ya que ambos polos son los encargados de
determinar las estructuras del mensaje y de verificar su funcionamiento. Así, la caracterización
del emisor y de sus intenciones, así como del receptor al que va dirigido, con sus condicionantes
contextuales, se materializarán en mensajes que diferirán, precisamente, en función de los
distintos interlocutores que los ponen en marcha.
2. El emisor y el receptor
Desde la perspectiva semiótica que hemos decidido adoptar, la caracterización del
emisor y del receptor sólo se pueden acometer a partir de la proyección de los mismos en el
interior del texto, dado que cualquier análisis semiótico de un texto tiene como premisa principal
la caracterización del mismo, de sus estructuras, pero sin salirse de él. En este sentido, emisor y
receptor, así como el contexto en el que se circunscriben, serán observados a partir del reflejo de
los mismos que se puede observar en el interior del mensaje publicitario.
Pero también se puede dar el caso de que dicho emisor no se muestre de una manera
tan evidente. En estas ocasiones tenemos un narrador implícito, que sólo puede ser descubierto
a partir de las marcas que deja en la enunciación. Dicho narrador implícito, al ser menos
perceptible, ejerce una manipulación del receptor más eficaz puesto que este último no es
plenamente consciente de su presencia y no activa los mecanismos de defensa que surgen ante
cualquier intento manifiesto de manipulación.
En este sentido, el narrador más oculto, aquel del que no se escucha directamente su
voz, sino que se reconocen sus acciones a partir de las huellas que ha dejado en el texto y que,
tal como dicen autores como Booth, Todorov, Genette..., siempre existirá dado que si hay una
narración siempre ha de haber alguien que la profiera aunque no se perciba directamente, es el
encargado de mostrar la incitación de compra de manera más explícita: generalmente muestra a
un sujeto que adquiere el producto. Esto es debido a que dicho narrador no es percibido como tal
y, en este sentido, el receptor cree que está directamente contemplando la historia de otro sujeto
que adquiere la mercancía, pero sin estar dirigiéndose a él ni obligándole a comprarla.
En cambio, los narradores explícitos que utilizan la voz en off o el texto para dirigirse al
receptor, precisamente por ese intrusismo tan directo en la esfera del posible consumidor, no
suelen apelar directamente a la compra, sus estrategias obedecen a la enumeración de los
beneficios del producto, al bajo coste del mismo..., pero no hacen explícita la imposición de
compra: dejan al receptor que infiera la necesidad de la misma en función de las ventajas que
con ella se alcanzan.
La faceta negativa también puede ser la satisfecha por la compra. El uso del término
“negativo” no debe dar lugar a pensar que se utiliza en el sentido peyorativo del mismo: la faceta
negativa es también importante en los individuos, y no tiene connotaciones despectivas. Dicha
faceta obedece a la necesidad del ser humano de sentirse único, especial, diferente de la masa,
y, sobre todo, libre en el ejercicio de sus acciones, no coartado ni cohibido. Los mensajes
publicitarios también pueden vincular el consumo del producto y los beneficios de este hecho
derivados, a esa satisfacción de la individualidad y de la libertad a partir, claro está, de la
preceptiva compra y utilización de la mercancía. Este suceso no deja de ser paradójico ya que
vincula dos hechos contrarios: la libertad de acción del individuo y la obligación de la compra;
así, para ser diferente y libre, de manera imperativa, has de consumir el producto en cuestión.
Además de atender a las características del emisor y del receptor, en cualquier mensaje
publicitario adquiere una relevancia fundamental, como no podía ser menos, la representación
del propio producto.
El mensaje puede optar por mostrar de manera explícita el estado uno e incitar a la
compra, precisamente, por lo que de negativo tiene dicho estado. Puede mostrar el estado uno y
el estado dos, evitando el proceso y favoreciendo la comparación entre ambos sucesos.
También puede optar por mostrar únicamente el estado de satisfacción alcanzado por la
posesión, presuponiéndose los anteriores, o puede mostrar la transformación misma, incidiendo
así en el proceso de cambio.
Por lo dicho, y dado que como acabamos de exponer todo mensaje publicitario articula
un relato, siguiendo nuevamente a Greimas, se puede argumentar que en el interior de todo
relato publicitario se activan de manera implícita o explícita seis papeles o situaciones que,
siguiendo la terminología de dicho autor, constituyen cada uno de los seis roles actanciales
presentes en todo texto narrativo y representados por los distintos signos que encontramos en el
mensaje. Así, un signo o conjunto de ellos representa un rol actancial dentro de la propuesta, y el
producto, como signo presente dentro del texto, también representará alguno de estos roles
actanciales.
- Objeto: signos que representan el bien que el sujeto desea poseer y para cuya
consecución realiza las acciones pertinentes.
- Ayudante: signos que, como su propio nombre indica, ayudan al sujeto a que
consiga el objeto
El producto se representa en el interior del texto como un signo, y, en este sentido, actúa
desempeñando alguno de estos seis roles actanciales. Así, podemos encontrar al producto
ubicado en cualquiera de estas posiciones, en función de las pretensiones de los emisores. En
este sentido, la creatividad del mensaje publicitario puede venir de la mano del posicionamiento
del producto en un rol en el que no es habitual ubicarlo, poniendo en marcha mensajes
novedosos a los que los receptores no están habituados y, por tanto, más llamativos.
El producto también puede caracterizarse como elemento activo y, en estos casos, actúa
como sujeto. Es la mercancía la que toma la voz cantante y es ella la que persigue algo que
desea, generalmente el consumidor es ese objeto de deseo. La apelación al humor suele darse
en estos casos en los que el producto es antropomirzado, y se le dota de la capacidad de
ejecutar una acción: recordamos un spot de una marca de refresco en el que las naranjas de
dicho producto, perseguían a los posibles consumidores que huían despavoridos.
Pero aunque a priori no parezca posible, el producto también puede ubicarse en aquellos
roles actanciales que podríamos denominar “negativos” como son el de oponente y el de
carencia manifiesta. Precisamente por esa dificultad y por la extrañeza que causa el que el
producto actúe bajo uno de esos roles, cuando ello se consigue, provoca sorpresa en el receptor
que consume el mensaje publicitario con sumo placer.
El producto como oponente implica que su labor dentro del relato publicitario sea la de
impedir aquel objeto que el consumidor, en el papel de sujeto, desea alcanzar. Ejemplo de ello
es el spot de una conocida marca de desodorante en la que se observa cómo un chico, tras
utilizar el producto no puede alcanzar a la chica que desea (objeto) porque en su camino se
interponen otros chicos atraídos por el olor.
El producto como carencia manifiesta propone mensajes en los que se pretende ironizar
sobre el propio producto y sobre la comunicación publicitaria misma. En este sentido, se suele
apelar al esquema que activa textos en los que se muestra al producto intentando satisfacer
deseos, pero que finalmente no alcanza a satisfacer (carencia manifiesta), y se incide en el único
hecho realmente objetivo para el que ha sido diseñado dicho producto y sí es capaz de hacer:
por ejemplo, sólo sabe limpiar. Es publicidad que, podríamos decir, ironiza sobre la propia
publicidad al recalcar, generalmente en tono cómico, que el producto no otorga la felicidad, la
satisfacción..., sino que sólo es capaz de hacer aquello para lo que materialmente ha sido
diseñado.
4. Conclusiones
Pero dichas regularidades han de ser observadas a partir del propio mensaje, sin tener
en cuenta características extratextuales, puesto que la semiótica pone el límite en el propio texto,
en los elementos inmanentes que lo componen.
El nivel pragmático del lenguaje es aquel que estudia las relaciones que se establecen
entre el texto y el receptor del mismo, qué efectos le provoca, cómo lo consume, que incidencia
tiene en él el contexto... Huelga decir que nos encontramos ante una gran dificultad
metodológica y ella es cómo caracterizar, verificar, analizar u observar, el efecto provocado en el
receptor, instancia extratextual, a partir únicamente del mensaje mismo, de sus estructuras
inmanentes.
En este sentido, la propuesta semiótica habrá de observar el modo en el cual dicho
receptor extratextual se proyecta en el interior del texto para, a partir de ahí derivar las
conclusiones pertinentes.
Así, la observación del emisor, sus características y sus acciones, al proyectarlo dentro
del texto en la figura del narrador, la observación de la representación textual del receptor, de la
faceta positiva o negativa para la que obtiene los beneficios y que motivan su compra, así como
la del producto en cuanto a signo que desarrolla una labor en el interior del mensaje, pueden dar
luz acerca del camino a seguir para crear un verdadero modelo de análisis semiótico del nivel
pragmático del mensaje publicitario.
Bibliografía:
AA.VV. (1982): Análisis del discurso. Hacia una semiótica de la interacción social, Cátedra,
Madrid.