Corrigiendo Las Divisiones: Pasaje: 1 CORINTIOS 1:10-17

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Corrigiendo las divisiones

Pasaje: 1 CORINTIOS 1:10-17

Introducción

Habiendo saludado a la Iglesia, y habiendo dado gracias a Dios por los creyentes en Corinto,
Pablo procede a tratar los problemas de la Iglesia. Ellos le han planteado una serie de preguntas
(ver 1 Cor 7:1); sin embargo, antes de tratar estos asuntos, Pablo tiene que tratar algunos
problemas que los hermanos en Corinto no estaban tomando en serio (1 Cor 1-6). El primero de
ellos era el problema de las divisiones en la congregación (1 Cor 1:10).

Este era un asunto tan importante que Pablo dedica cuatro capítulos para tratarlo (1 Cor 1-4).
Primero describe el problema (1 Cor 1:10-17), y luego procede a dar una serie de enseñanzas,
cuyo propósito era sanar las divisiones, y fomentar la unidad en la congregación. Al tratar este
asunto, Pablo nos da un tremendo modelo acerca de cómo resolver el problema de la falta de
unidad en la iglesia.

1. La Causa de las Divisiones (v.12)

¿Qué estaba causando las divisiones en la Iglesia? El ‘culto’ a la personalidad. Tres personas,
fuertes y muy diferentes, pasaron por Corinto:

i. Pablo – el fundador de la Iglesia. Quedó un año y medio en la ciudad, fundando la


iglesia en medio de un tremendo conflicto espiritual (Hch 18:5-11). Por su valentía
y trabajo (evangelístico y pastoral), se ganó un buen grupo de admiradores en la
congregación.

ii. Apolos – el predicador elocuente (ver Hch 18:24). Llegó a Corinto, luego que
Pablo haya dejado la ciudad (ver Hch 18:27 – 19:1). Ganó una serie de
admiradores, quienes dieron las espaldas a Pablo, considerándolo un predicador
mediocre (ver 2 Cor 10:10; 11:6; comparar 1 Cor 2:1-4).

iii. Pedro – el líder de la Iglesia en Jerusalén. No sabemos cuando visitó la iglesia en


Corinto, pero 1 Cor 9:5 parece indicar que sí lo hizo. Él sería admirado por haber
estado con Cristo desde el comienzo, por ser el líder de la Iglesia Apostólica, y por
enfatizar las tradiciones judías. Por estas razones, se ganó un grupo de admiradores
en Corinto.

Cada uno de estos personajes tuvo un ministerio diferente, e impactó en diferentes maneras a la
congregación. Estos hombres no buscaron ganarse ‘seguidores’ en la Iglesia; pero la inmadurez
de los hermanos (ver 1 Cor 3:1-4), les llevó a ‘pegarse’ a uno de estos tres líderes.

Para colmo, otro grupo, fingiendo espiritualidad, dijeron ser simplemente seguidores de Cristo
(1 Cor 1:12b).

¿Cuál era el problema? Los creyentes en Corinto estaban exaltando a los hombres, en vez de
exaltar a Dios. ¿Era parte de su formación cultural griega?

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2. Las Consecuencias de las Divisiones (v.10-11, 13a)

¿Por qué estaba Pablo tan preocupado? Por varias razones:

a. Estas divisiones estaban formando ‘cismas’ en la Iglesia (v.10). La palabra en griego


significa ‘rajadura’ (ver Mat 9:16, “rotura”). Esto era un mal testimonio ante la sociedad.

b. Estas divisiones producían “contiendas” (v.11) entre los hermanos. El término en griego
(‘eris’) apunta a una pugna fuerte, con heridas serias. La vida de la Iglesia, lejos de ser
edificante, estaba causando dolor y sufrimiento a los miembros.

c. Estas divisiones estaban rompiendo la unidad del cuerpo de Cristo (v.13a). El verbo que
Pablo usa significa ‘romper con el fin de repartir’. Se usa en Marcos 6:41, de los panes y peces
que fueron partidos, con el fin de alimentar a los 5,000.

Ante un mundo hostil, los creyentes en Corinto no podían darse el lujo de andar divididos
entre ellos, peleando y lastimándose. Por eso, la falta de unidad era un problema serio.

Reflexión: ¡Cuántas congregaciones son así! Las divisiones y los pleitos entre los hermanos,
debilitan el cuerpo de Cristo, y generan un mal testimonio ante la sociedad.

3. La Curación de las Divisiones (v. 10, 13b-17)

Una cosa es ver el problema; otra es dar una solución al problema. ¿Qué hizo Pablo?

a. Los Exhortó (v.10) – llamándoles a la unidad de pensamiento y criterio.

b. Se Humilló (v.13) – indicando que él no era nadie para estar ‘siguiendo’ (comparar 1 Cor
4:6, 9-13).

c. Los Instruyó (v.14-16) – haciéndoles recordar su práctica de no bautizar a nadie – justamente


para evitar esta clase de problema.

Conclusión (v.17)

El siervo de Dios debe preocuparse mucho, por no fomentar el ‘culto a la personalidad’. Su


meta no es ganar un gran grupo de seguidores o admiradores; sino simplemente anunciar las
buenas nuevas de Cristo. Debe evitar a toda costa, cualquier actitud o comportamiento que
podría fomentar divisiones en la Iglesia.

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