coNCEPTO CULTURA
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Matrícula : 2339986
En el devenir del tiempo, la palabra “cultura” ha tenido una presencia común y usual en
los medios actuales de difusión de información: televisión, radio… e inclusive en escuelas
e institutos. Es un término por si mismo extraño, distante a la vez que familiar. Y es que
estamos ante una palabra, un concepto – el de cultura – que ha impregnado buena parte
de las mentes de hoy para referirse a “aquello intangible” que define un grupo,
usualmente extraño y diferente – el “nosotros” y el “otro” – para las masas de los
espectadores, oyentes y demás categorías que se quiera encontrar. Si bien, el problema
radica en la concreta definición y uso especifico de este término tan peculiar. Pues es
bien conocido que lo que atañe en concreto este concepto se escapa, por obviedad, del
primer sentido que le quiso dar –quizá– Tylor en su momento1 . Y es que ha adquirido
esa naturaleza curiosa de la entidad conceptual que por su propio nombre a todo lo
nombre y a nada define. Esas palabras “tautológicas” o “holísticas” que se auto definen
con solo pronunciarlas. Un hecho curioso, si cabe, en la supuesta era de la información
donde la popularización de la “cultura” delimita muchos actores sociales, desde políticos
a periodistas, que la utilizan para fines más que explicaciones. No obstante, con el
presente trabajo no pretendo sólo el buscar una definición popular, “ecléctica”, con la que
poder definir que es la “cultura” – en su ambivalencia – para la mayor parte de la
población; sino concretar su uso y definición en el mundo que la vio nacer: en la
Antropología; junto con los inherentes debates que se desprenden de las diferentes
interpretaciones o acotaciones del concepto para esa utilización exacta que le da el
investigador y antropólogo pertinente.
Si bien Tylor (Grimson, 2008) en 1871 planteó un concepto de cultura asociado a todo
aquel conocimientos, tradición, costumbre y hábito inherente a la persona dentro de una
sociedad, al ser perteneciente de esta. Harris (2011) cita la definición de Tylor de la
siguiente manera: “La cultura… en su sentido etnográfico, es ese todo complejo que
comprende conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualesquiera
otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en tanto que miembro de la
sociedad.” Grimson (2008) prosigue en incluir, por ende, todas las actividades y
pensamientos humanos dentro de la susodicha cultura. Poniendo el relieve en que hay
diferentes y múltiples culturas siendo el denominador común que la humanidad es un
ente cultural. De hecho, a partir de Boas (Harris, 2011) nos encontramos con el
relativismo cultural que permitió abordar el estudio de las diferentes culturas evitando un
enfoque etnocéntrico3 , haciendo hincapié en la evolución particular de cada sociedad;
igualando las culturas al ponerlas en el mismo nivel de complejidad, sin inferiores ni
superiores.
Al contrario de lo que piensan estos evolucionistas o pensaban las culturas nunca siguen
una progresión fija sino que por el contrario y no van e incorporan elementos de otras
culturas que las hace dar inmensos saltos en su evolución cultural el crecimiento de los
medios de comunicación y de los medios de transporte hace que la interacción entre las
culturas sea todavía más sorprendente.
Tyler acuñó unas de las definiciones más clásicas de cultura en 1871 en cultura primitiva:
lacultura o civilización en sentido etnográfico amplio, es ese todo complejo que incluye
el conocimiento, las creencias, el arte, la moral el derecho, las costumbres y cualquier
otro hábito y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de una sociedad.
Por su parte boas tiene la siguiente definición: puede definirse la cultura como una
totalidad de las reacciones y actividades mentales y físicas que caracterizan la conducta
de los individuos componentes de un grupo social, colectiva individualmente, en relación
a su ambiente natural, a otros grupos, a miembros del mismo grupo, y de cada individuo
hacia sí mismo.
R benedic menciona que la cultura se ajusta a una elección entre las innumerables
posibilidades que se ofrecen dando lugar a que cada cultura presente un perfil
determinado y singular él introduce dos conceptos de pauta cultural y de rasgo cultural
obedeciendo este último a cada una de las unidades que en su conjunto forman la pauta
cultural.
Si bien Tylor (Grimson, 2008) en 1871 planteó un concepto de cultura asociado a todo
aquel conocimientos, tradición, costumbre y hábito inherente a la persona dentro de una
sociedad, al ser perteneciente de esta. Harris (2011) cita la definición de Tylor de la
siguiente manera: “La cultura… en su sentido etnográfico, es ese todo complejo que
comprende conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualesquiera
otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en tanto que miembro de la
sociedad.” Grimson (2008) prosigue en incluir, por ende, todas las actividades y
pensamientos humanos dentro de la susodicha cultura. Poniendo el relieve en que hay
diferentes y múltiples culturas siendo el denominador común que la humanidad es un
ente cultural. De hecho, a partir de Boas (Harris, 2011) nos encontramos con el
relativismo cultural que permitió abordar el estudio de las diferentes culturas evitando un
enfoque etnocéntrico3 , haciendo hincapié en la evolución particular de cada sociedad;
igualando las culturas al ponerlas en el mismo nivel de complejidad, sin inferiores ni
superiores.
Características
• La cultura es, asimismo, adaptativa, puesto que sirve para que los seres humanos
puedan vivir en los entornos naturales y sociales que ocupan. Cada generación
trata de mejorar las condiciones adaptativas, conservando todos los elementos
del pasado que poseen un mínimo de eficacia, e incluso otros muchos por razones
de identidad. Por esta razón, los aspectos históricos poseen un peso muy
importante en las culturas.
• El hecho de que la cultura sea adaptativa, en general, no implica que lo sea
siempre. En la adaptación se producen desajustes que explican los
comportamientos degradantes tanto hacia el entorno natural como hacia el social.
Como ejemplo, piénsese en el desastre que supone el uso de productos y
residuos contaminantes, la deforestación de las masas boscosas, la desertización
de algunas áreas de la tierra, etc.
• Las costumbres de los seres humanos son adaptativas, por lo general, en el
sentido de que existen porque favorecen la supervivencia. Pero hay costumbres
que parecen contradecir esta tendencia. Teóricamente, al menos, debieran
desaparecer estas últimas, mientras se conservan las costumbres más
adaptativas. Es evidente, por el contrario, que las cosas no sucedan
necesariamente de esta manera.
• Como ya se ha adelantado, es característico de la cultura que, frecuentemente,
domine a la naturaleza, y hasta se oponga a ella. En nuestros días es posible la
introducción de modificaciones genéticas en los seres vivos, que alcanzan su
grado más alto cuando afectan a los propios seres humanos. Es evidente que la
Naturaleza se viene modificando. por la acción de las culturas de los seres
humanos, de una manera continuada a lo largo de la historia.
• Por otro lado, la esencia de la cultura viene dada por las reglas que la informan,
de lo que se sigue la importancia que las normas adquieren en el funcionamiento
de la cultura. Ahora bien, para que las normas den vida a algo que denominamos
cultura es imprescindible que sean compartidas por quienes participan de esta
última, en cuanto miembros de una sociedad. Es posible, sin embargo, que una
parte de los miembros de una sociedad, sin dejar de compartir las reglas
generales de la totalidad de la sociedad, se ajusten a unas reglas propias, dando
lugar así a una subcultura. También es posible que una parte de la sociedad
muestre rasgos culturales de oposición a la cultura dominante, en cuyo caso
hablaremos de contracultura.
• La cultura se caracteriza también por constituir un sistema integrado. Cualquier
modificación que se introduzca en un elemento afecta a otros muchos. La
introducción de un deporte como el fútbol en España, a finales del siglo XIX,
provocó cambios en las costumbres, la aparición de nuevas formas de
sociabilidad, la atención de los medios de comunicación, etc. Las repercusiones
de cada cambio tienden a ser absorbidas por el sistema hasta donde es posible.
Periódicamente se producen desajustes de mayor o menor importancia.
• También, de lo que se acaba de señalar se deduce que la cultura es cambio. El
cambio es un requisito de su carácter integrado. Es evidente que tales procesos
de cambio adquieren una especial profundidad en el tránsito de las sociedades
tradicionales a las modernas. Los procesos de cambio constituyen un objeto de
estudio de gran importancia para las ciencias sociales, debido a las repercusiones
de los mismos. Pero, en todo caso, el cambio va implícito en la cultura.
Universales de la cultura
Entre otras cosas propone que hay 6 tipos de universales: absolutos, aparentes,
condicionales, estadísticos y grupales.
1. Universales absolutos
Estos universales son los que la antropología ha encontrado en todas las personas
independientemente de su cultura específica. Para Brown, muchos de los universales no
existen de manera separada de los otros universales, sino que son expresiones de las
distintas áreas al mismo tiempo, por ejemplo el concepto de “propiedad” que expresa al
mismo tiempo una forma de organización social y cultural, y también un comportamiento.
Algunos ejemplos que pone el mismo autor en el área cultural son los mitos, las leyendas,
las rutinas diarias, los conceptos de “suerte”, los adornos corporales, la producción de
herramientas.En el área del lenguaje, algunos universales absolutos son la gramática,
los fonemas, la metonimia, los antónimos. En el área social, la división de trabajo, los
grupos sociales, el juego, el etnocentrismo.
En lo conductual, la agresión, los gestos faciales, los rumores; y en el área mental las
emociones, el pensamiento dualista, los miedos, la empatía, los mecanismos
psicológicos de defensa.
2. Universales aparentes
Estos universales son los aquellos para los cuales ha habido solo algunas excepciones.
Por ejemplo, la práctica de fabricar fuego es un universal parcial, porque hay distinta
evidencias de que muy pocos pueblos lo utilizaron, no obstante, no supieron cómo
fabricarlo. Otro ejemplo es la prohibición del incesto, que es una regla presente en
distintas culturas, salvo algunas excepciones.
3. Universales condicionales
4. Universales estadísticos
Los universales estadísticos son los que ocurren de manera constante en sociedades
aparentemente no relacionadas entre sí, pero no son universales absolutos porque
pareciera que ocurren de manera azarosa. Por ejemplo, los distintos nombres con los
que se le llama a la “pupila” en diferentes culturas, dado que todas hacen referencia a
una persona pequeña.
5. Grupos universales
Los universales grupales son aquellos elementos o situaciones en los que un conjunto
limitado de opciones explica las posibilidades de variación entre culturas. Por ejemplo, el
alfabeto fonético internacional, que representa una posibilidad finita de comunicarnos
mediante signos y sonidos comunes, y que se encuentra de maneras distintas en todas
las culturas.
En este caso hay dos grandes categorías para analizar los universales: emic y etic
(derivadas de los términos en inglés “phonemic” y “phonetic”) que sirven para distinguir
los elementos que están expresamente representados en las concepciones culturales de
las personas, y los elementos que están presentes pero no de manera explícita.
Por ejemplo, todas las personas hablamos con base en unas reglas gramaticales que
hemos adquirido. No obstante, no todas las personas tenemos una representación clara
o explícita de lo que son las “reglas gramaticales”.
Cambio cultural
CONCLUSION
hemos podido ver y apreciar la constante evolución del concepto de cultura en sus
diferentes ámbitos y relaciones con otros significados y experiencias. Desde su evolución
histórica y uso por diferentes teorías simplificadas en este ensayo, a su llegado al mundo
no académico en diferentes formas y contextos. Una realidad en constante cambio y
evolución donde el pretender buscar un significado compartido por todos – que le guste
a Harris, Clifford, Geertz y a LéviStrauss – sería, en buena parte, poco útil o delimitador
al tener en cuenta las diferentes perspectivas y usos que le dan estos autores –
representantes de sus “escuelas” – en la aplicación correcta de la Cultura o de las
culturas. Ya no hablar, por supuesto, de la popularización del término. Que escapa
rápidamente a todo pretendido control o sujeción a una definición por parte de los
Antropólogos, sea cual sea la escuela que lo pretenda o toda la Disciplina en su totalidad.
Ver como una herramienta académica se esgrime como arma o argumento político para
autodefinirse a escala nacional o transnacional – Occidente – frente a una alteridad
creada y definida por un nosotros que la necesita.