Prenda Con Registro
Prenda Con Registro
Prenda Con Registro
En la ciudad de Azul, a los veintiocho días del mes de mayo del año Dos Mil
Veinte, celebrando Acuerdo Telemático (arts. 1º apart. b
1.1. de la Resolución 10/2020 y 7 de la Resolución 14/2020; art. 4 inc. a Res
olución 18/2020; Resolución 165/2020; Acuerdo 3971; Acuerdo
3975/2020; arts. 1, 2 y 3 de la Resolución 21/2020; Acuerdo 480/2020 Resoluci
ones de Presidencia SPL Nº 22/20, Nº 23/20, Nº 25/20 y
Resolución Nº 535/20), los Señores Jueces de la Excma. Cámara de Apelación en
lo Civil y Comercial Departamental, Sala II, Doctores
Víctor Mario Peralta Reyes, Jorge Mario Galdós y María Inés Longobardi, con l
a presencia virtual del Sr. Secretario Doctor Claudio
Marcelo Camino, para pronunciar sentencia definitiva en los autos caratulados
“Volkswagen S.A. de ahorro para fines determinados c/
Badriotti Héctor Antonio s/ Ejecución prendaria” (causa n° 65.035), habiéndos
e practicado el sorteo pertinente (art. 168 de la
Constitución Provincial; arts. 263 y 266 del C.P.C.C.), resultó que debían vo
tar en el siguiente orden: Dr. Peralta Reyes, Dr. Galdós y
Dra. Longobardi.
Estudiados los autos, el Tribunal resolvió plantear y votar las siguientes:
-C U E S T I O N E S-
-V O T A C I Ó N-
S E N T E N C I A
AUTOS Y VISTOS:
CONSIDERANDO:
Por todo lo expuesto, atento lo acordado al
tratar las cuestiones anteriores, demás fundamentos del
acuerdo, citas legales, doctrina y jurisprudencia referenciada, y lo dispuest
o por los arts. 266, 267 y concs. del C.P.C.C., se resuelve: 1)
Rechazar el recurso de apelación de la ejecutante Volkswagen S.A. de Ahorro p
ara Fines Determinados, y confirmar la sentencia apelada de
fs. 59/62 en cuanto rechazó la ejecución prendaria por ella promovida. 2) Dej
ar constancia de que lo antedicho se resuelve en razón de la
caducidad de la inscripción del contrato de prenda con registro, sin que se h
aya analizado –por resultar inoficioso- la habilidad del
título en los términos de la Ley 24.240. 3) Regular los honorarios del apoder
ado de la ejecutante, Dr. Alejandro Ortiz Batalla, en la suma
equivalente a cero como sesenta y un (0,61) jus arancelarios, con más aportes
legales e I.V.A., de corresponder (art. 31 Ley 14.967).
REGÍSTRESE. NOTIFÍQUESE por Secretaría y devuélvase.
REFERENCIAS:
Funcionario Firmante: 28/05/2020 10:35:12 - PERALTA REYES Victor Mario (victo
r.peraltareyes@pjba.gov.ar) -
Funcionario Firmante: 28/05/2020 11:43:33 - GALDOS Jorge Mario (jorge.galdos@
pjba.gov.ar) -
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II. La naturaleza jurídica de la prenda con registro Modernamente los criterios para diferenciar
la hipoteca de la prenda han variado substancialmente. La distinción ya no se basa en que su
objeto sean cosas inmuebles o muebles.Hoy en día lo que en realidad caracteriza la hipoteca
es que el deudor no pierde la posesión de la cosa hipotecada y que la publicidad que
proporciona la inscripción del gravamen en un Registro público suple a la que podía derivar
del desplazamiento de la posesión (1).Por tanto la prenda con registro no es más que una
hipoteca sobre cosas muebles. Los bienes permanecen en poder del deudor y la publicidad se
cumple mediante la anotación en el registro pertinente.La identidad substancial entre la
hipoteca inmobiliaria y la mobiliaria -prenda con registro- no obsta a que las mismas tengan
importantes diferencias dadas por la diversa regulación legal de una y otra en nuestro derecho
positivo.
Pasado el tiempo puede resultar difícil encontrar al titular del derecho para que preste su
anuencia a la cancelación del asiento registral. La caducidad coadyuva a desembarazar, a
nivel registro, de cargas a la propiedad a fin que el dominio recobre su plenitud respecto a
terceros. Producida la caducidad no le serán oponibles los gravámenes a quienes adquieran
derechos sobre el bien aunque la carga siga existiendo extra registralmente entre las partes.
Dado que la prenda, como la hipoteca, queda concluida por el simple acuerdo de partes la
caducidad de la inscripción sólo debe tener efecto respecto terceros.
Luego de la reforma de 1968 el nuevo art. 3197 del código civil expresa claramente el
concepto: "los efectos de la inscripción de la hipoteca se extinguen pasados veinte años
desde que fue registrada".
En materia prendaria el legislador sancionó un texto aún más confuso que el primitivo 3197
del Código Civil. El art. 23 dice que: "El privilegio del acreedor prendario se conserva hasta la
extinción de la obligación principal, pero no más allá de cinco (5) años contados desde que la
prenda se ha inscripto, al final de cuyo plazo máximo la prenda caduca. Podrá, sin embargo,
reinscribirse por igual término o el contrato no cancelado, a solicitud de su legítimo tenedor
dirigida al encargado del Registro antes de caducar la inscripción. Si durante la vigencia de
ésta se promoviera ejecución judicial, el actor tiene derecho a que el juez ordene la
reinscripción por el indicado término, todas las veces que fuera necesario".
Debe descartarse, pese a la obscura redacción, que lo que caduque sea el derecho real en sí
dado que la inscripción no ha tenido influencia alguna en su nacimiento. Lo que caduca es
sólo la inscripción dado que precisamente a ella se está refiriendo la norma y con ella la
oponibilidad a terceros distintos al deudor que constituyó la prenda.
Con su acostumbrada claridad y profundidad Kemelmajer de Carlucci (5) sostiene que existen
tres interpretaciones posibles de la mencionada disposición: "1) La caducidad de la inscripción
no puede ser opuesta por las partes; en consecuencia es procedente la ejecución prendaria...
2) La defensa puede ser planteada tanto por la deudora originaria como por los terceros, la
acción ejecutiva prendaria queda perjudicada pero no la ejecución típica si la deuda no ha sido
negada... 3) La excepción puede ser opuesta también por las partes, la vía especial elegida
queda perjudicada y la demanda debe ser rechazada" (6).
Siendo coherentes con el hecho que la prenda entre partes queda perfeccionada, conforme al
art. 4° de la ley, con el mero acuerdo de ellas la conclusión lógica debiera ser que la
caducidad de la inscripción tiene sólo efectos respecto a terceros y sólo es oponible por éstos.
Si la inscripción de la prenda hace sólo a la oponibilidad a terceros no se ve porque extender
los efectos de la caducidad a la relación entre partes.
Incluso ante el argumento referido al 30 inc. 5° de la ley 12.962, que menciona como una de
las excepciones a oponer en el juicio ejecutivo la caducidad de la inscripción, y la afirmación
que dicha norma no distingue en torno de quien opone la excepción y que sólo
excepcionalmente el demandado será alguien diferente al constituyente originario (7) nuestra
conclusión es la misma. Que sea excepcional que la caducidad pueda alegarla alguien distinto
al deudor originario no obsta a que se pueda ceñir esta defensa a ese único caso. Que la
norma no distinga no significa que en base al art. 4° de la ley de prenda el intérprete no pueda
reducir cuidadosamente el ámbito de la excepción.
Palacio afirma que es carga ineludible del ejecutante la de acompañar el certificado de prenda
que, asevera, es el contrato con la consiguiente inscripción en el Registro (8). Según el
mencionado procesalista del contexto del citado ordenamiento se infiere que el contrato de
prenda no inscripto no autoriza a promover la ejecución especial, tanto más cuanto que el
certificado al cual art. 26 acuerda fuerza ejecutiva supone la inscripción (art. 22) siendo
entonces claro que no habiéndose inscripto el contrato no existe dicho certificado.
No nos parece que pueda sostenerse derechamente que el certificado sea el contrato inscripto
como lo hace Palacio. Del art. 22 de la ley surge que el certificado es en rigor algo distinto al
contrato original: el registrador deja constancia en el contrato original y expide el certificado de
prenda (también con constancia de la inscripción). Sin embargo la práctica ha terminado
identificando el contrato inscripto con el certificado.
Es decir la ejecución entre partes debería rechazarse porque al no haber certificado, que
presupone que se haya inscripto el contrato, no existe el título ejecutivo que manda la ley.
Si bien es discutible la solución legal es claro que el título ejecutivo es el certificado prendario.
En consecuencia el acreedor para iniciar la demanda de ejecución prendaria debe haber
hecho inscribir el contrato (9).
Pero una vez inscripto el contrato y obtenido el certificado, es decir el título ejecutivo, si luego
caduca la inscripción registral esto sólo perjudica la oponibilidad a terceros, pero no el
certificado que sigue siendo título ejecutivo entre partes máxime si la caducidad ocurre
durante el trámite del proceso.
Esta convicción se fundamenta en que la norma del art. 23 y la del 26 deben interpretarse
coherentemente con el art. 4° de la ley y la ratio legis de la registración que tiene como única
razón el proteger a los terceros interesados y no al propio constituyente del gravamen
prendario.
Que caduque la inscripción no implica forzosamente la inhabilidad del certificado, sino solo la
imposibilidad de oponerlo a terceros.
La tesis contraria beneficia al deudor que ha especulado con que inadvertidamente a lo largo
del proceso caduque la inscripción. Una norma inadecuada y contradictoria con la naturaleza
misma del instituto debe interpretarse antes bien restringiendo y no ampliando sus
consecuencias.
Nos parece entonces que basta, para que exista el título ejecutivo necesario para incoar la
específica ejecución prendaria, que se haya inscripto oportunamente el contrato de prenda. La
caducidad de la inscripción no significa per se la caducidad del propio certificado de prenda o
que el mismo devenga inhábil.
V. El fallo En el fallo que anotamos la Cámara Civil y Comercial de Santa Fe, sala I, confirmó
la sentencia de primera instancia rechazando la ejecución prendaria. No lo hizo teniendo en
cuenta las defensas de la parte, sino de oficio dado que al realizar un nuevo análisis de la
ejecutividad del título al momento de sentenciar advierte que durante el proceso se ha
producido la caducidad de la inscripción.
La sala invoca el art. 23 de la ley 12.962. Afirma que la norma no hace distinción entre las
partes contratantes y los terceros y, lisa y llanamente, declara la caducidad de la prenda por el
solo transcurso del plazo legal establecido. Tal argumento nos parece insuficiente dado que
como dijimos el art. 23 hay que correlacionarlo con el art. 4° de la ley, siendo forzoso además
concluir que lo que caduca no es la prenda en sí sino la inscripción. Por tanto de esa norma
no puede deducirse válidamente que la caducidad de la inscripción prive de efectos a la
prenda entre las partes o perjudique al título ejecutivo en la relación entre el acreedor
prendario y el deudor directo.
Se alude también al art. 30 inc. 5° de la ley de prenda argumentando que cuando éste incluye
entre las defensas oponibles en la ejecución prendaria la 'caducidad de la inscripción', es
evidente que se refiere exclusivamente a caducidad prevista por el art. 23 de la ley porque
ninguna norma del referido ordenamiento habla de ella y, como el único que puede oponer
excepciones en esta específica ejecución es el deudor, debe concluirse que la caducidad
establecida por la ley tiene efecto entre las partes contratantes.
Ya hemos dicho que no coincidimos con tan tajante afirmación, y no volveremos sobre ello.
Aquí queremos destacar que el Tribunal trata la excepción de caducidad de inscripción
cuando la misma no fue opuesta por el ejecutado por lo que entendemos que el sentenciante
no debió haber traído la misma de oficio.
Si correspondía que el Tribunal hiciera, como hizo, el análisis del título ejecutivo tanto al
formularse la petición originaria como al dictar la sentencia definitiva y esto aún sin oposición
del ejecutado (10). Y allí, aunque el Tribunal no lo diga, el argumento más sólido lo hubiera
encontrado en el art. 26 de la ley de prenda.
Por nuestra parte insistimos con una interpretación restrictiva de esa norma. Basta para iniciar
y proseguir la demanda que el contrato se hubiera oportunamente inscripto con lo cual se
tendría el certificado prendario previsto por el citado art. 26. Si luego caduca la inscripción de
la prenda, dicha caducidad tiene efecto sólo respecto a los terceros únicos alcanzados por la
caducidad dispuesta en el art. 23, pero el certificado no se torna inhábil. Lo contrario lleva a
resultados injustos, como en este caso, donde el deudor, aun sin alegar caducidad alguna, se
vio beneficiado al obtener el rechazo de la ejecución.
VI. Conclusiones a) La prenda con registro queda constituida por el simple acuerdo de
voluntades.
c) Como corolario de lo expuesto el cumplimiento del plazo de caducidad del art. 23 sólo hace
fenecer los efectos de la prenda respecto a terceros manteniéndose intra partes.
Notas al pie:
4) BORDA, Guillermo, "Tratado de Derecho Civil Argentino. Derechos Reales", t. II, p. 337.
5) Su voto en autos Banco de Previsión Social c. Milio Juan; SCMendoza, sala I, en La Ley,
1989-E, 376.
10) Conf. COUTURE, Eduardo, "Fundamentos del Derecho Procesal Civil", p. 454.
Fallo completo:"Sifa S.A. c/Ramirez, Dionisio J.", Cámara de Apelac. en lo Civil y Comercial de
Santa Fe, Sala I, 19/04/2001.
TEXTO COMPLETO:
1ra ¿Es justa la resolución recurrida? 2da ¿Qué pronunciamiento corresponde dictarse? 1ra
cuestión. El doctor Cordini dijo:
Promovida demanda de ejecución de prenda con registro por parte de Enrique David Mizawat
y opuestas excepciones de inhabilidad de título y pago por el accionado Dionisio José
Ramírez, tramitada la causa, en fecha 25 de setiembre de 2000, el juez de primera instancia
dicta sentencia rechazando la ejecución en la advertencia que durante el transcurso del
proceso caducó la inscripción del título sin que la parte interesada solicitada su reinscripción,
cargando los costas en el orden causado.
Contra esta decisión se alzan ambas partes y el momento de expresar agravios el accionado
(fs. 138/139) sostiene que su recurso se limita a perseguir que esta instancia de grado deje sin
efecto la distribución de las costas dispuestas por el a quo mencionando que la caducidad se
produjo con posterioridad a la oposición de excepciones por lo cual no pudo ser opuesta por
su parte, reclamando recaiga la totalidad de las costas sobre el actor perdidoso.
Por su parte quien acciona emite agravios a fs. 142/144, y a la par que admite expresamente
que la inscripción de la prenda ha caducado, no produciéndose su nueva registración, como
también la facultad del juzgador para examinar de oficio la existencia del título que se ejecuta,
se agravia señalando que dicha caducidad tiene efectos respecto del privilegio y de terceros,
en orden a la debida publicidad, extinguiendo el derecho reipersecutorio, pero que no afecta la
relación entre partes debiendo continuar la ejecución. Reclama asimismo el actor que la
inscripción del endoso tiene efectos de publicidad frente a terceros que sanea la ausencia de
inscripción de la prenda.
Ello por cuanto "el art. 23 del dec. ley 15348/46, ratificado por ley 12.962, en forma expresa
determina la caducidad de la prenda a partir del vencimiento del plazo fijado en 5 años desde
la inscripción del contrato prendario en el registro respectivo. La norma no hace distinción
entre las partes contratantes y los terceros y, lisa y llanamente, declara la caducidad de la
prenda por el solo transcurso del plazo legal establecido".
"Cuando el art. 30 inc. 5° de la ley de prenda incluye entre las defensas oponibles en la
ejecución prendaria la 'caducidad de la inscripción', es evidente que se refiere exclusivamente
a caducidad prevista por el art. 23 de la ley porque ninguna norma del referido ordenamiento
habla de ella y, como el único que puede oponer excepciones en esta específica ejecución en
el deudor, debe concluirse que la caducidad establecida por la ley tiene efecto entre las partes
contratantes". (CNEsp.Civil y Com., sala III; JA, 1974-23-390).
Al respecto y dada la cita que efectúa el actor de la misma obra, corresponde consignar que el
coautor Raymundo Fernández participa de la opinión contraria. (Fernández "Prenda con
Registro", p. 231).
De lo expuesto concluyo que la previsión de que el acreedor solicite y obtenga del juez una
vez iniciada la ejecución la reinscripción de la prenda si transcurrieron los cinco años de ésta,
dicho trámite tiende a mantener la ejecutabilidad del título respecto de las partes, como el
derecho reipersecutorio ante terceros, por lo cual el recurso de apelación deducido por el actor
no puede prosperar ya que caducado el título, caduca también el endoso.
Igual suerte merece la apelación del accionado dirigida exclusivamente contra la parte de la
sentencia que resuelve la carga de las costas, distribuyéndola en el orden causado.
El fundamento a quo consiste en que no corresponde cargar la totalidad de las costas al actor
que viera rechazada la ejecución debido que a dicha conclusión se llega no teniendo en
cuenta las defensas de la parte, sino oficiosamente en un nuevo análisis de la ejecutividad del
título, lo que estimo debe ser mantenido.
El doctor Genesio expresó, a su vez, iguales razones en parecidos términos y votó, por lo
tanto, en igual sentido.
Por similares razones a las expresadas al tratar la cuestión primera, me abstengo de emitir
opinión.
Por los fundamentos del acuerdo precedente, la sala I de la Cámara de Apelacion en lo Civil y
Comercial de Santa Fe, resolvio:
Rechazar el recurso de apelación deducido por la actora, con costas a su cargo. Rechazar el
recurso de apelación interpuesto por el demandado, con costas a su cargo (art. 251, CPCyC).
Confirmar el fallo alzado en todos sus términos. Los honorarios de alzada se liquidarán en la
proporción establecida en el art. 19 de la ley 6767, oportunidad en que se correrá vista a la
Caja Forense.- Raúl J. Cordini.- Juan Carlos M. Genesio.- Edgardo I. Saux.
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del 10-II-2010).