Ramos - Fallo Completo

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CAMARA APEL CIV.

Y COM 1a
Protocolo de Sentencias
Nº Resolución: 120
Año: 2020 Tomo: 4 Folio: 1097-1108

EXPEDIENTE: 8286110 - - RAMOS, RAMON EUSEBIO C/ CORVAM S.R.L. Y OTRO - ABREVIADO -

CUMPLIMIENTO/RESOLUCION DE CONTRATO - TRAM.ORAL

SENTENCIA NUMERO: 120.

En la ciudad de Córdoba, a los cinco días del mes de noviembre del año dos mil
veinte, en el marco de la emergencia sanitaria, conforme a lo establecido en el
Acuerdo Reglamentario N° 1629 serie “A” del 06/06/2020 y Resolución de
Presidencia N° 45 del 17/04/2020 y sus complementarios, los Sres. Vocales
integrantes de la Cámara de Apelaciones de Primera Nominación en lo Civil y
Comercial, Dres. Julio C. Sánchez Torres, Guillermo P.B. Tinti y Leonardo C.
González Zamar, procedieron a dictar sentencia en los autos caratulados: “RAMOS,
RAMÓN EUSEBIO C/ CORVAM S.R.L. Y OTRO – ABREVIADO –
CUMPLIMIENTO/RESOLUCIÓN DE CONTRATO – TRÁM. ORAL – Expte.
Nº 8286110”, venidos a la Alzada con fecha 11/02/2020, procedentes del Juzgado de
1º Instancia y 6º Nominación en lo Civil y Comercial de esta ciudad, a cargo de la Sra.
Jueza Dra. Clara María Cordeiro, por haberse deducido recurso de apelación en contra
de la Sentencia Nº 338 de fecha 11/12/2019 (fs. 151/165), que resolvió: “1. Acoger la
excepción de falta de legitimación pasiva interpuesta por el codemandado Sr. Diego
Martin Garetto y, en consecuencia, rechazar la demanda promovida en su contra, con
costas a la parte actora vencida. 2. Hacer lugar a la demanda entablada en autos por
el Sr. Ramón Eusebio Ramos, DNI 27.655.623, condenando a la co demandada

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GRUPO CORVAM S.R.L., CUIT N° 30-71495704-6 a abonar al actor -en el plazo de
diez días de quedar firme esta resolución la suma de pesos doscientos once mil
($211.000), con más los intereses establecidos. 3. Imponer las costas por la acción
dirigida contra el Sr. Garetto a la actora vencida, mientras que por la demanda
interpuesta contra Grupo Corvam SRL, las costas estarán a cargo de esta última
atento su carácter de vencida, todo conforme al artículo 130 del CPCC. 4. Regular los
honorarios profesionales de los letrados de la parte co demandada Sr. Garetto, Dres.
Mario A. Giraudo y Priscila Bertotti, de manera definitiva y en conjuntoy proporción
de ley, en la suma de pesos sesenta y tres mil trescientos cincuenta y uno con seis
centavos ($63.351,06). 5. Regular de manera definitiva los honorarios profesionales
de la Dra. Mariana Buscaglia en la suma de pesos sesenta y tres mil novecientos
cuatro con ochenta y dos centavos ($63.904,82). PROTOCOLICESE…”.
El tribunal se planteó las siguientes cuestiones a resolver:
PRIMERA CUESTIÓN: ¿Procede el recurso de apelación interpuesto por la parte
codemandada?
SEGUNDA CUESTIÓN: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
Efectuado el sorteo de ley, resultó que los Sres. Vocales emitirán sus votos en el
siguiente orden: Dr. Leonardo C. González Zamar, Dr. Julio C. Sánchez Torres y Dr.
Guillermo P. B. Tinti.
A LA PRIMERA CUESTIÓN PLANTEADA EL SR. VOCAL DR. LEONARDO
C. GONZÁLEZ ZAMAR, dijo:
I) En contra de la Sentencia Nº 338 de fecha 11/12/2019 (fs. 151/165), cuya parte
resolutiva ha sido transcripta supra, la parte codemandada Corvam SRL dedujo
recurso de apelación a fs. 173, el que fue concedido a fs. 174.
Radicada la causa en esta Sede e impreso el trámite de ley, la codemandada expresó
sus agravios a fs. 179/182. Corrido traslado a la parte actora, ésta lo evacua mediante

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apoderado a fs. 204/211, solicitando la deserción del recurso y, subsidiariamente su
rechazo, con costas.
Dictado y firme el decreto de autos, queda el recurso en condiciones de ser resuelto.
II) La sentencia apelada contiene una adecuada relación de causa que satisface las
exigencias del art. 329 del CPCC, por lo que a ella me remito.
III) Ingresando al examen de la cuestión traída a decisión de esta Cámara, cabe
ponderar que el actor promovió demanda en contra de Corvam SRL y del Sr. Diego
Martín Garetto persiguiendo la resolución del contrato de adhesión celebrado con
Corvam SRL con fecha 18/01/2017 cuyo objeto consistía en la compra de un vehículo
Ford Ka 1.6 cero kilómetro, con más daños y perjuicios. Adujo el accionante que, al
tiempo de celebrarse el contrato, se le informó que tendría la posibilidad de acceder a
la unidad a partir de la sexta cuota paga, condición que resultó fundamental para la
suscripción del convenio. Manifestó que, una vez cumplimentado dicho requisito,
concurrió sin éxito a la empresa a los fines de pactar la “entrega pre-acordada” del
automotor. Puso de manifiesto las exigencias impuestas por la demandada a los fines
de la entrega del vehículo que lo llevaron a solicitar la resolución del contrato y
continuó relatando una serie de reclamos extrajudiciales efectuados por su parte, cuya
falta de respuesta motivó el inicio de las presentes actuaciones (conf. escrito de
demanda, fs. 1/8).
A su turno, ambos demandados contestaron demanda reconociendo la relación
contractual que vinculó a las partes. Invocaron que, en realidad, fue el actor quien
comunicó a la empresa su imposibilidad de continuar afrontando las cuotas pactadas y
negaron la procedencia del resarcimiento reclamado. Por su parte, el Sr. Garetto, por
derecho propio, opuso excepción de falta de legitimación pasiva (conf. escrito de
contestación de demanda, fs. 61/65).
La jueza de primera instancia encuadró la causa en las previsiones del estatuto del

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consumidor. En este marco, consideró acreditado el incumplimiento por parte de la
empresa demandada de pautas vertebrales que la Ley de Defensa del Consumidor
espera de un proveedor frente a los consumidores. Así, expresó que desde la
publicidad engañosa, pasando por la falta de información y la estipulación de cláusulas
y prácticas abusivas, el actor se vio envuelto en una relación consumeril que le era
desfavorable y cambiante en todo sentido, motivo por el cual, frente a la
indeterminación respecto del precio cierto para poder adquirir el vehículo pactado,
decidió hacer uso de la facultad prevista en el art. 10 inc. “c” de la LDC y, en
consecuencia, rescindir el contrato. Ante ello, condenó a la codemandada Corvam
SRL a abonarle una indemnización que asciende a la suma total de pesos doscientos
once mil ($211.000,00) –en concepto de daño emergente ($51.000), daño moral
($60.000) y daño punitivo ($100.000)-, con más intereses y costas. Asimismo, acogió
la excepción opuesta por el codemandado Sr. Garetto y rechazó la demanda
interpuesta en su contra (conf. resolución en crisis, fs. 151/165).
IV) En contra de dicho pronunciamiento se alza la parte codemandada Corvam SRL,
cuyo disenso admite el siguiente compendio.
IV.1) En primer lugar, cuestiona la condena impuesta a su parte en concepto de daño
moral.
Dice que el actor de ninguna manera justificó la abultada suma reclamada por el rubro
en cuestión. Explica que el accionante no esgrimió argumento alguno en orden a
explicitar objetivamente pautas, parámetros de su realidad o satisfacciones que
compensen el disvalor que denuncia y que permitan inferir la razonabilidad de la suma
pretendida, en los términos del art. 1741 del CCC.
Sostiene que a pesar de que la Iudex A quo consideró innecesario justificar el monto
requerido, lo cierto es que el actor no probó en forma alguna este rubro, de modo tal
que tampoco no puede comprobarse la lesión denunciada.

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Cita jurisprudencia que estima favorable a su pretensión.
Destaca el criterio restrictivo que debe primar en la reparación del daño moral
contractual, exigiéndose prueba concreta del perjuicio sufrido.
Aclara que el principio de la carga dinámica de la prueba consagrado en la Ley de
Defensa del Consumidor no resulta aplicable al daño moral, pues mal podría pesar en
cabeza de la demandada la prueba de una cuestión tan interna y personal como lo es la
dolencia en el estado anímico y espíritu el actor.
En virtud de la ausencia de justificación respecto al monto requerido y la orfandad
probatoria del daño, solicita el rechazo del rubro en cuestión.
IV.2) En segundo lugar, se agravia por la admisión del daño punitivo a favor del actor.

Explica los presupuestos necesarios para la configuración del daño y concluye


afirmando que aquéllos no se evidencian en el accionar de la demandada por cuanto la
empresa, según sostiene, siempre obró con buena fe y estuvo a disposición del
consumidor en todo momento.
Señala que el Sr. Ramos expresó en su demanda que luego de abonar una serie de
cuotas concurrió a la empresa a fin de que se le informe el importe a pagar para
cancelar la totalidad del valor del vehículo, que logró reunirlo y que cuando se hizo
presente con esa suma dineraria, se le exigió un monto superior y así sucesivamente.
Afirma que tales dichos no fueron probados y agrega que, si realmente el consumidor
se hubiere hecho presente en la empresa con esa supuesta considerable suma de
dinero, evidentemente se la hubiera aceptado a fin de cancelar el valor de la unidad o,
al menos, como adelanto de cuotas. Destaca que el objetivo de la empresa es vender
vehículos, no evadir a los clientes que tienen intención de adquirirlos. Por ello,
sostiene que si el cliente se encuentra en condiciones de cancelar el valor de la unidad
o de adelantar varias cuotas, ello siempre será bienvenido. Que, por el contrario, si el

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cliente estuviese en una situación de imposibilidad o dificultad para el plan de pagos,
la empresa brinda facilidades para que igualmente pueda acceder a la unidad. Aduce
que esto fue lo que sucedió con el actor, quien comunicó su dificultad para continuar
afrontando las cuotas debido a problemas económicos, circunstancia frente a la cual la
empresa le ofreció múltiples opciones más accesibles.
Pone de resalto que tanto en la etapa de mediación, como en la etapa administrativa y
en la instancia judicial, la empresa siempre estuvo a disposición para resolver el
conflicto.
Añade que es una pequeña empresa que comenzó a trabajar hace menos de cinco años
y que, considerando la existencia de grandes y reconocidas concesionarias existentes
en el mercado, no cuenta con un porcentaje de ventas elevado. Dice que, en
consecuencia, su accionar en el mercado no constituye un riesgo para la sociedad.
Agrega que ha logrado acreditar que no tiene ningún proceso iniciado en su contra por
cumplimiento/resolución de contrato o por daños y perjuicios, que tampoco cuenta con
más de una denuncia en la repartición administrativa y que no se le ha dictado
resolución sancionatoria alguna. Expresa que de ello se desprende que la empresa no
tiene una conducta reincidente, ni antecedentes de mala fe contractual, ni conducta
maliciosa.
En base a lo expuesto, entiende que no resulta procedente en la causa la sanción por
daño punitivo.
Subsidiariamente, destaca que la resolución manda a pagar por este concepto la suma
de pesos cien mil ($100.000) siendo que el actor reclamó en su demanda la suma de
pesos sesenta mil ($60.000), configurándose así una violación al principio de
congruencia.
Advierte que el hecho de que en otras causas se haya condenado al pago de esa suma
en concepto de daño punitivo no resulta fundamento suficiente para que en el presente

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caso se mande a pagar el mismo monto, desde que cada causa es particular y diferente.

Solicita, en definitiva, para el caso que se estime procedente el rubro daño punitivo,
que se lo reajuste a la suma reclamada inicialmente por el actor en su demanda.
V)Sobre la deserción del recurso de apelación.
En forma preliminar, adelanto que corresponde desestimar el pedido de deserción
técnica formulado por la parte actora respecto del recurso de apelación deducido por la
demandada.
Al respecto es necesario remarcar el carácter de tribunal de segunda instancia de la
Cámara, siendo revisor de lo decidido en la instancia anterior, y no renovador de lo
actuado y resuelto, de donde se requiere excitación del interesado (mediante la
expresión de agravios), para poder cumplir su misión (conf. entre otros: Alsina, Hugo,
Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial, Bs.As., Ediar., T.
IV, pág. 206 y sgts.; Hitters, Juan Carlos, Técnica de los recursos ordinarios, pág. 253
y sgts; Loutayf Ranea, Roberto G., El recurso ordinario de apelación en el proceso
civil, T. I, pág. 61 y sgts; Palacio, Lino E - Alvarado Velloso, Adolfo, Código...", T. 6,
pág. 63/64).
Es principio general indiscutido que para ser técnica o formalmente idóneo el sustento
de la apelación debe trasuntar un ataque pertinente, razonado y suficiente del sustento
fáctico y jurídico del pronunciamiento recurrido: pertinente, por cuanto debe apuntar a
las consideraciones o razonamiento que constituyen el verdadero sostén del fallo;
razonado, es decir explicitado mediante una argumentación crítica y fundada de los
motivos por los que se estima que el decisorio resulta injusto o contrario a derecho;
suficiente o trascendente, que involucre la totalidad del respaldo jurídico-legal soporte
de lo decidido, de modo que no subsista ninguna razón o motivo que pueda, de manera
individual o independiente, sostener válidamente la resolución atacada.

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Trasladando razonadamente tales lineamientos al sublite, cabe advertir que en general
el escrito recursivo de la parte demandada reúne los elementos necesarios para tener
por expresado su embate contra la sentencia apelada.
En efecto, basta una simple lectura del escrito de expresión de agravios (fs. 179/182)
para advertir que la recurrente criticó la condena impuesta bajo el rubro daño moral,
argumentando la falta de prueba de la lesión denunciada por el actor y la
irrazonabilidad de la suma pretendida y, respecto del daño punitivo, adujo que no
existió de su parte conducta alguna que resulte susceptible de ser sancionada, al
tiempo que criticó la suma concedida por la Iudex A quo en concepto de
indemnización por tal concepto, denunciando violación al principio de congruencia.
En su mérito, y sin perjuicio de la solución final del recurso, entiendo que la recurrente
satisfizo el umbral que la técnica recursiva exige al expresar agravios.
Tal solución se colige del carácter ordinario de la vía impugnativa intentada, por lo
cual los jueces deben ser más bien amplios e indulgentes en la apreciación de la
suficiencia crítica de los argumentos que se expresan para fundarla, procurando
siempre preservar la garantía constitucional de defensa en juicio y evitando incurrir en
excesos de rigor formal (cfr. TSJ, Sala Civ. y Com., Sent., in re “Aballay Victor
Daniel y O. c/ Juan Carlos Díaz y/o quien resulte propietario E.P.E.C – Ordinario -
Recurso directo (A 40/06)”, ib. en “Córdoba Bursátil S.A. c/ Milanesio Marcela Del
Carmen y otro – Ejecutivo – Rehace expte. – Recurso de casación (Expt. 1293990 – C
52/13)”, Sent. 181, del 11/11/2014, entre otros).
De allí que la sanción prevista en el art. 374 del CPCC, en cuanto importa la pérdida o
caducidad de los derechos del apelante, debe ser interpretada con criterio restrictivo.
Como corolario de lo expuesto, corresponde rechazar el planteo de deserción del
recurso de apelación.
VI) La cuestión a decidir.

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Dilucidada la admisibilidad del recurso deducido por la parte codemandada,
corresponde señalar que tal como ha quedado trabada la litis recursiva, el thema
decidendum estriba en torno a determinar: a) la procedencia y, en su caso, la
cuantificación de la indemnización concedida a título de daño moral; y b) la
procedencia y, en su caso, la cuantificación de la indemnización otorgada en concepto
de daño punitivo.
VII) La solución del recurso.
VII.1) Sobre el agravio relativo al daño moral.
Cabe memorar que el daño moral o extrapatrimonial comporta una modificación
disvaliosa del espíritu en el desenvolvimiento de su capacidad de entender, querer o
sentir, o en la aptitud para actuar, que se traduce en un modo de estar de la persona
diferente de aquél en que se encontraba antes del hecho, como consecuencia de éste y
anímicamente perjudicial (cfr. Zavala de González, Matilde: Disminuciones
psicofísicas, Astrea, 2009, t. 1, p. 21).
En la práctica, la existencia del daño moral se infiere a partir de indicios extrínsecos
que permiten inferir el perjuicio espiritual y su magnitud, valorada teniendo en cuenta
la sensibilidad del hombre medio, y las circunstancias del caso, tanto los aspectos
objetivos, es decir, relativos al evento dañoso; como subjetivos, atinentes a la víctima.
Ahora bien, existen situaciones donde el solo hecho lesivo no permite inferir en modo
alguno la producción misma de un daño moral (mucho menos, su intensidad), sino que
es menester acreditar concretas repercusiones existenciales.
De ordinario, el daño moral no se presume cuando media un incumplimiento
contractual puesto que las posibles molestias causadas por tal circunstancia son
extremos que pueden considerarse previsibles al momento de contratar. Sin embargo,
estimo que válidamente puede tenerse por configurado el agravio moral cuando éste
resulta verosímil de acuerdo con la índole del hecho generador de la responsabilidad y

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las circunstancias del caso.
En esta inteligencia, calificada doctrina a la que adscribo, sostiene que a los efectos de
la carga probatoria, no es esencial la índole del deber incumplido –previamente
asumido o el genérico de no dañar- ni el consiguiente encuadramiento de la
responsabilidad como contractual o extracontractual, sino las características del
perjuicio mismo en confrontación con el hecho lesivo que lo produce. Así, “…es
equivocado requerir siempre prueba específica sobre el daño moral contractual, o
sea, descartando apriorísticamente la posibilidad de que sea presumido por el
magistrado sobre la base de elementos objetivos aportados a la causa, así no versen
sobre la directa afectación del equilibrio existencial del acreedor (cómo sufre o
cambió su vida)” (Zavala de González, Matilde M., Amplitud resarcitoria del daño
moral contractual, AR/DOC/2167/2004).
Ingresando concretamente al análisis del sublite, adelanto que, a mi criterio, la
conducta incumplidora de la demandada reviste entidad suficiente para configurar el
perjuicio bajo análisis.
Como cuestión preliminar, corresponde tener presente que se encuentra firme en esta
sede la responsabilidad atribuida en primera instancia a la demandada por la conducta
desplegada a lo largo de toda la relación comercial con el actor desde la etapa pre
contractual, en clara violación al deber de información y trato digno al consumidor,
valiéndose de publicidad engañosa y de la estipulación de cláusulas y prácticas
abusivas que condujeron al Sr. Ramos a dar por resuelto el contrato en los términos del
art. 10 bis, inc. “c” del estatuto del consumidor y reclamar la reparación de los daños
causados (arg. art. 141, CPCC).
Sentado ello, cabe destacar que conforme surge de las constancias de autos, con fecha
24/05/2018 el actor remitió Carta Documento 841370909 a la demandada
comunicando su decisión de resolver el contrato y solicitando el reintegro de las sumas

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abonadas (conf. fs. 19).
Que, ante la falta de respuesta, con fecha 11/07/2018 el actor formuló una denuncia en
contra de Corvam SRL por ante la Dirección de Defensa del Consumidor de la
Provincia de Córdoba. Que luego de no asistir a tres audiencias fijadas, finalmente la
empresa aquí demandada compareció y formuló un ofrecimiento, el que fue aceptado
por el actor. Que por tal motivo se emplazó a Corvam SRL a los fines de que acredite
el cumplimiento de la propuesta conciliatoria, emplazamiento que le fuera notificado,
sin respuesta alguna de su parte. Que ello motivó la elevación de tales actuaciones al
Área Jurídica de la Dirección de Defensa del Consumidor con fecha 28/02/2019 (conf.
copia certificada de las actuaciones administrativas labradas ante la Dirección de
Defensa del Consumidor, fs. 97/125).
Finalmente, con fecha 29/04/2019 el actor promovió demanda judicial (conf. fs. 1/8).
La reseña efectuada pone en evidencia el largo e injusto peregrinar del consumidor que
excede las molestias que puede ocasionar un eventual incumplimiento contractual, a la
luz de las reglas de la experiencia.
Sin hesitación alguna, la conducta asumida por la demandada demuestra la desidia e
inoperancia de la empresa en brindar una solución categórica y oportuna al problema,
que satisficiera el interés del consumidor, pese a los numerosos reclamos recibidos. En
definitiva, cabe tener por acreditado que la empresa no dispensó al actor un trato digno
(arts. 42 CN, 8 bis Ley 24240 y 1097 CCC) y el daño moral, en el caso, deviene
precisamente de la violación de concretas obligaciones impuestas por la Ley de
Defensa del Consumidor por parte de la demandada.
En esta línea, los autores han sostenido que “se puede sufrir un daño moral
(afectación de los sentimientos) por causas contempladas en la L.D.C.
específicamente, omisión de información; trato indigno; mera inclusión de cláusulas
abusivas, etc. y en segundo lugar, estas causas sólo pueden constituir una afectación

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de los sentimientos, es decir, daño moral autónomo del derecho económico”(Ghersi,
Carlos A., “Los daños en el derecho de consumo”, en comentario a fallo LA LEY
07/07/2011, 5; LA LEY 2011-D, 160, LA LEY ONLINE AR/JUR/4981/2011).
Insisto, las circunstancias expuestas revelan la efectiva configuración del daño moral
invocado por el accionante. Repárese además que luego de suscribir un contrato con la
intención de adquirir un vehículo cero kilómetro, el actor se vio obligado a resolver el
convenio con lo cual no sólo no pudo concretar su objetivo de obtener el automóvil
sino que, al día de la fecha, ni siquiera ha logrado obtener la restitución de las sumas
por él abonadas. La falta de respuesta y solución oportuna al derrotero de reclamos
efectuados por el demandante configura un cuadro de situación idóneo a partir del cual
puede razonablemente presumirse la perturbación del estado anímico, la angustia e
incertidumbre padecida por el actor, situación que merece un adecuado resarcimiento.
En tales condiciones, la suma acordada en la sede anterior de pesos sesenta mil
($60.000) más intereses, en concepto de daño moral, luce adecuada y razonable
teniendo en cuenta las particulares circunstancias de la causa, precedentemente
reseñadas.
En consecuencia, el recurso se rechaza en este punto.
VII.2) Sobre el agravio relativo al daño punitivo.
La apelante critica lo resuelto en la sentencia en orden a la condena impuesta a su
cargo en concepto de daño punitivo alegando por un lado que no se verifican los
supuestos que lo autorizan y por otro, que la sentencia viola el principio de
congruencia en lo atinente a su cuantificación ya que otorgó por tal rubro un monto
superior al reclamado.
VII.2.a) Procedencia del daño punitivo.
Abordando el primer tópico de la impugnación de este capítulo, cabe precisar que la
Ley 24.240 de Defensa del Consumidor (reformada por la ley 26361) introdujo un

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sistema de multas, estableciendo su art. 52 bis lo siguiente: “Daño Punitivo. Al
proveedor que no cumpla sus obligaciones legales o contractuales con el consumidor,
a instancia del damnificado, el juez podrá aplicar una multa civil a favor del
consumidor, la que se graduará en función de la gravedad del hecho y demás
circunstancias del caso, independientemente de otras indemnizaciones que
correspondan. Cuando más de un proveedor sea responsable del incumplimiento
responderán todos solidariamente ante el consumidor, sin perjuicio de las acciones de
regreso que les correspondan. La multa civil que se imponga no podrá superar el
máximo de la sanción de multa prevista en el artículo 47, inciso b) de esta ley”.
Los daños punitivos tienen una finalidad bifronte: preventiva y punitiva. En efecto
claramente explica Pizarro que los daños punitivos son “sumas de dinero que los
tribunales mandan a pagar a la víctima de ciertos ilícitos, que se suman a las
indemnizaciones por daños realmente experimentados por el damnificado, que están
destinados a punir graves inconductas del demandado y a prevenir hechos similares
en el futuro”(Pizarro, Ramón D.: Daño Moral, Hammurabi, 1996, p. 453). Ante
determinadas situaciones lesivas, la mera reparación del perjuicio puede resultar
insuficiente para desmantelar los efectos nocivos del ilícito, en particular, cuando
quien daña a otro lo hace deliberadamente con el propósito de obtener un rédito o
beneficio.
Es decir que el instituto tiene por un lado un propósito netamente sancionatorio de un
daño que resulta intolerable, siendo su finalidad punir graves inconductas y a su vez
una finalidad preventiva respecto al acaecimiento de hechos similares.
Se ha sostenido en doctrina que los “daños punitivos” sólo proceden en supuestos de
particular gravedad o en casos excepcionales (Stiglitz, Rubén S. y Pizarro, Ramón D.,
en Reformas a la Ley de Defensa del Consumidor, publicado en LL 2009 – B – 949),
así como también que su reclamo requiere: “...a) La existencia de una víctima del

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daño; b) la finalidad de sancionar graves inconductas; y c) la prevención de hechos
similares para el futuro” (cfr.: Cornet, Manuel - Rubio, Gabriel Alejandro, “Daños
Punitivos”, en Anuario de Derecho Civil, Facultad de Derecho de la Universidad
Católica de Córdoba, Ediciones Alveroni, 1997, t. III, p.32).
Dicho instituto de carácter excepcional debe ser empleado con prudencia frente a una
plataforma fáctica que evidencie claramente no sólo una prestación defectuosa del
servicio, sino también una intencionalidad de obtener provecho económico del
accionar antijurídico, aun teniendo que pagar indemnizaciones. Resulta necesario que
alguien haya experimentado un daño injusto y que exista una grave inconducta o que
se haya causado un daño obrando con malicia, mala fe o grosera negligencia.
El Tribunal Superior se ha pronunciado respecto al tema, oportunidad en la que
destacó que la interpretación que cabe acordar a la norma contenida en el art. 52 bis de
la Ley de Defensa del Consumidor, ha suscitado divergencias doctrinarias que pueden
sintetizarse en dos criterios de interpretación: a) uno minoritario que denomina
“amplio”, sólo exige cualquier incumplimiento por parte del proveedor para mandarlo
a pagar daños punitivos, postura que coincide con una interpretación estrictamente
literal de la norma contenida en el art. 52 bis, LDC y b) otro, opuesto al anterior, que
cuenta con el aval de la mayoría de la doctrina y jurisprudencia, que critica la
redacción del art. 52 bis, ib. y postula recurrir a la prudencia de nuestros magistrados
para suplir y corregir las serias omisiones y defectos que el artículo en cuestión
presenta. Esta doctrina sostiene que no basta con el mero incumplimiento de las
obligaciones (legales o contractuales) a cargo del proveedor, sino que hace falta algo
más: el elemento subjetivo que consistiría en un menosprecio hacia los derechos de
incidencia colectiva y que se traduce en dolo o culpa grave (TSJ, Sala CyC, “Teijeiro
(o) Teigeiro Luis Mariano C/ Cervecería Y Maltería Quilmes S.A.I.C.A. Y G –
Abreviado – Otros – Recurso De Casación”, Expte. 1639507/36, Sent. N° 63,

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15/04/14).
En base a tales premisas, comparto la solución de la Iudex A quo en tanto estima que
la figura en cuestión resulta de aplicación en este supuesto.
En relación al tópico en cuestión, la señora Jueza afirmó: “Se encuentran suficientes
razones para hacer lugar a lo planteado por el accionante. Ello por cuanto de las
constancias de la causa se han podido advertir diversas circunstancias que lo
justifican. Esto es el deficiente cumplimiento del deber de información ya reseñado, no
solo en la etapa pre contractual con la folletería publicitaria sino también en las
propias clausulas estipuladas en el contrato celebrado. También que las mismas
devinieron abusivas por cuanto esperaban conductas del consumidor que en la
práctica no ocurren, siendo la empresa proveedora la que está en mejores condiciones
de poner un precio y modalidad de pago al producto en cuestión. Asimismo, lo
ocurrido en sede administrativa contribuye al sustento del rubro bajo análisis. El Sr.
Ramos se vio inmerso en una profunda incertidumbre respecto al contrato celebrado
con la empresa demandada, lo que provocó el inicio de las actuaciones ante Defensa
del Consumidor. En dicha dependencia, luego de varias incomparecencias, Grupo
Corvam SRL formuló un ofrecimiento del que hizo caso omiso una vez que el Sr.
Ramos aceptara, aludiendo a una falta de conocimiento de la misma cuando de las
constancias surge su notificación fehaciente. Dicha conducta resulta por demás
reprochable a la empresa proveedora. Así las cosas se activa la procedencia de este
rubro, por cuanto el consumidor se vio envuelto en un trato poco digno hacia su
persona, no dejándole más alternativa que iniciar la presente acción judicial. Ni
siquiera acudiendo a los canales administrativos previos fueron capaces de
solucionar la situación del actor y en definitiva, lograr el cumplimiento del contrato
celebrado con la demandada En definitiva, la actitud de desinterés, desdén y desidia
asumida por la demandada, no solo para proporcionar información, dispensar trato

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digno (art. 8 bis) y procurar soluciones, sino eminentemente por el incumplimiento
continuado de lo que ya había sido abonado por el actor, manifiestan actitudes de
gravedad suficiente para sancionar, teniendo en miras prevenir la configuración de
hechos similares en el futuro. En efecto, la suscripta entiende que los elementos para
la configuración del daño punitivo surgen de las constancias del caso en concreto, por
lo que tal reclamo debe prosperar…” (conf. Considerando IX.3, fs. 162 vta./163).
Y bien, además de compartir tales consideraciones, no debo dejar de advertir que la
apelante no logró rebatir adecuadamente las numerosas razones expuestas por la
sentenciante para justificar la procedencia de rubro bajo análisis.
Repárese que en su escrito de expresión de agravios, luego de realizar una extensa
consideración doctrinaria y jurisprudencial en relación al daño punitivo en forma
genérica, la apelante concluye afirmando que “…dichos presupuestos NO se
evidencian en el accionar de la parte demandada. Ello así, por cuanto, la empresa
siempre obró con buena fe, y en todo momento, estuvo a disposición del consumidor”.
Insiste expresando que fue el actor quien comunicó a la empresa su dificultad para
seguir afrontando las cuotas y agrega que, además de ofrecerle múltiples alternativas,
“…ante la apertura de la etapa de mediación y, posteriormente, la judicialización del
conflicto, esta parte compareció tanto en la etapa administrativa, como en la instancia
judicial, estando siempre a disposición para resolver el conflicto de la manera más
justa. Con lo cual, mal se puede concluir que la empresa tuvo una actitud renuente y
desinteresada con el actor” (conf. fs. 180 vta./181).
Ahora bien, la afirmación de la apelante respecto de que la empresa siempre obró con
buena fe y en todo momento estuvo a disposición del consumidor, ciertamente no
encuentra correlato en las constancias de la causa.
Pues, a riesgo de ser reiterativo, debe recordarse que en autos ha quedado firme la
responsabilidad atribuida a la demandada por el incumplimiento del deber de

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información a partir de la folletería publicitaria y las propias cláusulas contractuales,
así como por violación al trato digno. Asimismo, han quedado acreditados los
numerosos reclamos realizados por el accionante. En esta línea, cabe destacar que la
circunstancia alegada por la recurrente respecto de haber comparecido tanto en la
etapa administrativa como en la judicial, no basta para exonerarse de la sanción. Pues
no puede desconocerse la falta de respuesta a la carta documento, ni la falta de
comparendo a las tres primeras audiencias fijadas en sede administrativa, ni mucho
menos la actitud asumida por Corvam SRL quien formuló una propuesta de acuerdo
que fue admitida por el actor y luego hizo caso omiso a la misma invocando la falta de
conocimiento de la aceptación por parte del Sr. Ramos, cuando de las constancias de
autos surge la notificación en forma a su parte.
De todo lo expuesto, se colige que corresponde confirmar la imposición de la multa
impuesta a la demandada en la instancia de grado por encontrarse claramente
configurados los requisitos para su procedencia.
V.II.b) Cuantificación del daño punitivo. Censura con fundamento en violación al
principio de congruencia.
Tocante a este segmento de la impugnación, adelanto que tampoco merece recibo.
Al respecto cabe precisar en primer lugar que el art. 52 bis, LDC al regular el daño
punitivo es muy escueto en lo atinente a los criterios de ponderación para su aplicación
y cuantificación.
En efecto, tras establecer que al proveedor que no cumpla sus obligaciones legales o
contractuales con el consumidor, el juez podrá aplicar una multa civil a favor del
consumidor a instancia del damnificado, suministra cuatro directivas básicas: 1) la
sanción “se graduará en función de la gravedad del hecho”; 2) “y demás
circunstancias del caso”; 3) “independientemente de otras indemnizaciones que
correspondan”; 4) “no podrá superar el máximo de la sanción de multa prevista en el

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artículo 47, inciso b)” de dicha ley.
Esta última remisión que el propio art. 52 bis efectúa al art. 47 (actuales arts. 58 y 52,
LDC), en orden a la cuantificación de la multa civil, implica que su monto no podrá
exceder los topes estipulados, que oscilan entre un mínimo de $100 a un máximo de
$5.000.000.
Por su parte, el art. 49 de la ley 24.240 (actual art. 54) dispone que en la aplicación y
graduación de las sanciones previstas en el artículo 47 de la dicha ley se tendrá en
cuenta el perjuicio resultante de la infracción para el consumidor o usuario, la posición
en el mercado del infractor, la cuantía del beneficio obtenido, el grado de
intencionalidad, la gravedad de los riesgos o de los perjuicios sociales derivados de la
infracción y su generalización, la reincidencia y las demás circunstancias relevantes
del hecho.
Si bien estas normas regulan la potestad disciplinaria de la autoridad de aplicación de
la LDC, lo cierto es que en atención al control judicial posterior que establece el art.
45, su revisión por parte de los tribunales debería considerar idénticos parámetros. En
consecuencia, se impone la aplicación analógica de tales pautas para efectuar la
graduación del monto de los daños punitivos, considerando asimismo la gravedad del
hecho y demás circunstancias del caso.
Todos los esfuerzos serios para contestar el crucial interrogante de “cuánto por daño
punitivo” deben encontrar apoyatura en las especificidades de cada pleito,
justipreciadas a la luz de los criterios antes mencionados y de otros igualmente
razonables de incuestionable utilidad (v.g. antecedentes jurisprudenciales sobre
situaciones análogas).
En este orden de ideas, ya he puesto de relieve suprael deficiente cumplimiento del
deber de información de la demandada tanto en la etapa precontractual respecto a la
folletería publicitaria, como en las cláusulas del contrato para la adquisición de un

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vehículo cero kilómetro Ford K 4 p. 1.6. Sumado a ello el injusto peregrinar de
reclamos formulados por el Sr. Ramos y la falta de respuesta oportuna por parte de la
demandada, justifican categóricamente a mi juicio, mantener la condena impuesta en
la suma de $ 100.000 por el capítulo daños punitivos.
Tal solución no importa violación al principio de congruencia, contrariamente a la
censura del apelante. Doy razones.
La mencionada directriz (art. 330 del CPCC) recepta legalmente uno de los principios
lógicos clásicos que deben regir la correcta construcción de un acto jurisdiccional
válido, el de identidad. Dicha pauta impone la analogía que debe mediar entre los
sujetos, el objeto y la causa establecidos en la pretensión del actor y en la oposición
del demandado, y los sujetos, el objeto y la causa sobre los cuales ha de recaer la
decisión jurisdiccional, que dirima el conflicto de intereses sometido a juzgamiento
(cfr. T. S. J., Sala Civ. y Com., en “Cata, Daniel Enrique c/ López Romano, Daniel y
otro- Ordinario- Daños y perjuicios (Expte. nº 451199)- Recurso de casación
(C26/12)”, Sent. n.º 148, del 11/09/2013;; DEVIS ECHANDÍA, Hernando, Teoría
General del Proceso, t. I, ed. Universidad, Bs. As., 1984, p. 49).
Por consiguiente, la congruencia implica la imposibilidad de que el tribunal de mérito
exceda los límites materiales de la litis¸ conforme a los términos de la demanda y su
contestación, pues -como derivado del principio de disponibilidad- la sentencia debe
traslucir un tratamiento pormenorizado de las cuestiones sometidas a litigio, y una
adaptación lógica (congruencia) entre las pretensiones, las defensas y la decisión. De
allí que, de conformidad a lo dispuesto por el art. 330 del CPCC, los hechos y defensas
no invocados en la demanda ni en su contestación no deben ser ponderados en la
sentencia.
Ocurre que la relevancia de su consideración estriba en la finalidad del principio de
congruencia, esta es el derecho de defensa en juicio de los litigantes, quienes conducen

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su argumento dialéctico y su esfuerzo probatorio en función a cómo quedó trabada la
litis.
Ahora bien la condena a una suma “nominalmente” superior a la indicada en la
demanda en concepto de “daño punitivo”, no implica violación al principio de
congruencia en el supuesto de autos.
Ello en primer lugar dado que una mirada desde la atalaya estrictamente numérica con
descuido de la realidad económica que lamentablemente viene atravesando nuestro
país, conduciría a que la sentencia deba estar al monto indicado en la demanda, aunque
la suma fijada en el escrito inicial quede desfasada. Ello implicaría una solución
injusta e irrazonable, contraria al mandato impuesto en el art. 3° del Código Civil y
Comercial de la Nación.
Lo señalado se agrava en supuestos donde la condena, no sólo tiene una finalidad
resarcitoria sino además preventiva. En tales supuestos, mantener en la sentencia, el
“monto” indicado en la demanda –por apego irrestricto a la congruencia-, importaría
en definitiva para la demandada, en un contexto inflacionario, que la punición que
consagra la norma –art. 52 LDC- no cumpla la finalidad para la que fue consagrada.
En tal contexo, a mi juicio aún con ser real que del escrito de demanda surge que el
Sr. Ramón Eusebio Ramos reclamó la suma de Pesos Sesenta mil ($ 60.000) en
concepto de daño punitivo (cfr. fs 6, punto III.c.), mientras que la sentencia en relación
al presente tópico, hizo lugar a la demanda condenado al demandado a abonar la suma
de Pesos Cien mil ($ 100.000), las especiales circunstancias del caso, esto es situación
inflacionaria que vive el país, sumadas a las características del daño punitivo, me
llevan a concluir que no hay violación al principio de congruencia.
Por su parte, a los fines de mantener la condena impuesta tengo en consideración la
jurisprudencia dictada en casos análogos en los que, en concepto de daño punitivo y
por el mismo hecho, se condenó a las concesionarias de automóviles demandadas por

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la suma de pesos cincuenta mil ($ 50.000) en una sentencia recaída hace cinco años
aproximadamente (cfr. C7CC, in re “Giménez, Carlos Javier c/ Red Automóviles S.A.
– Abreviado – Otros – Expte N° 5911848”, Sent. N°. 91, del 05/11/2015).
A su vez en una sentencia de hace dos años, esta Cámara, condenó a la firma
demandada por el rubro daño punitivo, y situación fáctica análoga al presente, a
abonar al actor la suma de setenta y cinco mil ($75.000) (cfr. este tribunal in re
“Valdez, Walter Arturo c/ Red Agromóviles S.A. – Abreviado – Expte. N° 6048819”,
Sent. Nº 131 del 04/10/2018, precedente en el cual la demandada registraba casi un
centenar de denuncias por infracción a la Ley de Defensa del Consumidor en sede
administrativa por distintos consumidores y en casos análogos, en tan sólo tres años).
A la luz de las particulares circunstancias del caso concreto valoradas en los acápites
precedentes y con el objetivo de concretar los fines del instituto, a saber, sancionar al
causante de un daño inadmisible, hacer desaparecer los beneficios injustamente
obtenidos provenientes de la actividad dañosa, y prevenir o evitar el acaecimiento de
hechos lesivos similares al que mereciera la punición; ante las conductas reprochadas a
la demandada en desmedro de los derechos tutelados por la legislación consumeril,
considero razonable (art. 3, CCC) mantener el monto fijado en primera instancia en la
suma de Pesos Cien mil ($100.000) en concepto de daño punitivo, más intereses en el
modo establecido en la sentencia apelada (vide Considerando IX.3, fs. 163 vta.).
VIII) En función de lo expuesto, corresponde rechazar el recurso de apelación
interpuesto por la parte codemandada, con costas (art. 130 CPCC).
A LA PRIMERA CUESTIÓN PLANTEADA EL SR. VOCAL DR. JULIO C.
SÁNCHEZ TORRES, dijo:
Adhiero en un todo a los fundamentos expuestos por el Sr. Vocal preopinante, votando
en idéntico sentido a la cuestión planteada.
A LA PRIM ERA CUESTIÓN PLANTEADA EL SR. VOCAL DR.

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GUILLERMO P.B. TINTI, dijo:
Por considerar correctos los fundamentos vertidos por el Sr. Vocal de primer voto, Dr.
Leonardo González Zamar, adhiero en un todo a los mismos.
A LA SEGUNDA CUESTIÓN PLANTEADA EL SR. VOCAL DR. LEONARDO
C. GONZÁLEZ ZAMAR, dijo:
A mérito de la respuesta dada a la cuestión precedente, corresponde:
I) Rechazar el recurso de apelación interpuesto por la codemandada Corvam SRL en
contra de la Sentencia Nº 338 de fecha 11/12/2019 (fs. 151/165), confirmándola en
todo cuanto decide.
II) Imponer las costas de la alzada a la apelante vencida (art. 130 CPCC).
III) Regular los honorarios profesionales de la Dra. Mariana Buscaglia por sus labores
realizadas en esta instancia, en el cuarenta por ciento (40%) del punto medio de la
escala del art. 36 de la ley 9459, sobre lo que ha sido materia de agravios
Así dejo expresado mi voto.
A LA SEGUNDA CUESTIÓN PLANTEADA EL SR. VOCAL DR. JULIO C.
SÁNCHEZ TORRES, dijo:
Adhiero a las conclusiones arribadas por el Sr. Vocal preopinante, votando en idéntico
sentido a la cuestión planteada.-
A LA SEGUNDA CUESTIÓN PLANTEADA EL SR. VOCAL DR.
GUILLERMO P.B. TINTI, dijo:
Por considerar correctas las conclusiones a las que arriba el Sr. Vocal de primer voto,
Dr. Leonardo González Zamar, adhiero en un todo a las mismas.-
Atento el resultado de los votos emitidos
SE RESUELVE:
I) Rechazar el recurso de apelación interpuesto por la codemandada Corvam SRL en
contra de la Sentencia Nº 338 de fecha 11/12/2019 (fs. 151/165), confirmándola en

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todo cuanto decide.
II) Imponer las costas de la alzada a la apelante vencida (art. 130 CPCC).
III) Regular los honorarios profesionales de la Dra. Mariana Buscaglia por sus labores
realizadas en esta instancia, en el cuarenta por ciento (40%) del punto medio de la
escala del art. 36 de la ley 9459, sobre lo que ha sido materia de agravios.
Protocolícese, hágase saber y bajen.-

Texto Firmado digitalmente por:


GONZ ALEZ Z AM AR Leonardo

Casimiro
VOCAL DE CAMARA
Fecha: 2020.11.05

SANCHEZ Julio Ceferino


VOCAL DE CAMARA
Fecha: 2020.11.05

TINTI Guillermo Pedro Bernardo


VOCAL DE CAMARA
Fecha: 2020.11.05

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