Carpio - Capitulo VII Santo Tomás
Carpio - Capitulo VII Santo Tomás
Carpio - Capitulo VII Santo Tomás
Con Aristóteles llega la filosofía antigua, por lo menos en cierto sentido, a su forma
conceptualmente más desarrollada; y tal manera, en sus principales motivos, persiste en
nuestra propia época, no como herencia más o menos lejana o trasfondo más o menos
implícito o supuesto, sino de manera expresa, en gran parte textual, a través de la filosofía
tomista. Ésta, en efecto, no representa sólo un momento histórico pretérito, la expresión
intelectual más alta del apogeo de la Edad Media, el siglo XIII, sino que es una filosofía
viviente. El pensamiento de Santo Tomás fue siempre influyente, especialmente dentro de
la Iglesia o en los medios a ella vinculados; pero su importancia se acentuó notablemente,
y pudo convertirse en uno de los movimientos filosóficos más relevantes de nuestro
tiempo, a partir del momento en que el Papa León XIII, en su encíclica Aeterni patris
(1879), recomendó especialmente volver al estudio de Santo Tomás, seguir fielmente su
pensamiento y propagarlo; el mismo Papa, un año más tarde, lo declaró al Santo, patrón
de los estudios católicos: con todo lo cual la filosofía tomista se convirtió, prácticamente,
en la filosofía oficial de la Iglesia católica. La importancia e influencia del tomismo se ha
acentuado durante el siglo presente de modo tal que, por lo que se refiere a la cantidad de
representantes, publicaciones e instituciones que se le consagran, parecería ser hoy día
1
el grupo filosófico más numeroso; así lo observaba un historiador hace algunos años.
Entre los más destacados cultivadores actuales de la filosofía tomista, debe
mencionarse a Jacques Maritain (1882-1973) y a É. Gilson (1884-1978).
2
La filosofía de Santo Tomás es la aristotélica, pero en él el interés filosófico no es
autónomo, sino que está al servicio del tema religioso, que es lo que fundamentalmente le
preocupa: la filosofía noes sinoel "medio que le sirve para elaborar y fundamentar el
material y el sistema didáctico de la teología"; su filosofía fue "la filosofía de un gran
3
teólogo". Por ello no es inoportuno comenzar fijando algunos de los rasgos propios de la
1
"De hecho, ningún otro grupo filosófico parece disponer de tantos pensadores y de tantos centros de
estudio. Baste con observar que el órgano bibliográfico de la escuela, el Bulletin Thomiste, suele ofrecer
anualmente unas 500 indicaciones de libros y extractos y que aparecen en el mundo no menos de 25
revistas tomistas" (I. M. BOCHENSKI, La filosofía actual, trad, esp., México. Fondo de Cultura Económica.
3
1955, p. 256). Si bien la primera edición alemana de la obra de Bochenski es de 1947. y la segunda de
1951, la situación no parece haber cambiado mayormente, aunque debe tenerse en cuenta que durante los
últimos años había crecido en gran medida el número de partidarios del marxismo en sus diversas formas, y
que en los países llamados "socialistas" el marxismo-leninismo constituía la filosofía oficial. (Por lo demás,
no dejan de ser curiosas las coincidencias entre el tomismo y el materialismo dialéctico, que señala G. A.
WETTER, Der dialektische Materialismus, Wien, Herder, 1952. espec. pp. 568 ss [hay trad. esp. de esta
obra]).
2
Cf. F. SANTIAGO RAMÍREZ, O. P., "Introducción general" a la Suma teológico, Madrid, Biblioteca de
3
Autores Cristianos, 1964, tomo I, p. 117.
3
M. BAUMGARTNER, "Santo Tomás de Aquino", en la colección Los grandes pensadores, trad. esp.,
Madrid, Revista de Occidente, 1925, III, p. 5 1.
4
Cf. República 376 e - 392 c.
5
Para este brevísimo enfoque de la religión griega se sigue a W. OTTO, Teofanía. El espíritu de la religión
griega, trad. esp., Buenos Aires, Eudeba, l968.Véase también L. SCHAJOWICZ, Mito y existencia, San Juan
de Puerto Rico, Universidad de Puerto Rico, 1962.
6
W. OTTO, op. cit., pp. 97-98.
7
Cf. op. cit., p. 85. Y no se entienda la Gracia (Cáris) como "personificación" del nombre abstracto, sino
como lo que "nos abre la vista para lo esencial y verdadero" (p. 97); en efecto, "a veces es posible
demostrar o hacer verosímil que el nombre del dios ha sido lo primero y el concepto abstracto derivado de
él" (loc. cit.).
3. La filosofía cristiana
8
Deliberadamente se formula la cuestión señalando cómo en el espíritu religioso se da un desarrollo, que lo
llevará a Hegel al descubrimiento de la dialéctica: religión griega -inmediatez, unidad, afirmación-, judaísmo
-ruptura, separación, negación-, y cristianismo -mediación, reconciliación, negación de la negación. Cf. Cap.
XI.
9
Hechos 17:32, 26:24; cf. Corint. I 19-27.
10
"La historia de la filosofía cristiana es, en gran medida, la de una religión que progresivamente toma
conciencia de nociones filosóficas de las que, como religión, puede en rigor abstenerse, pero que reconoce
cada vez más claramente como definiendo la filosofía de aquellos de sus fieles que quieren tener una." É.
5
GILSON, Le thomisme. Introduction à la philosophie de Saint Tihomas d'Aquin,Paris, Vrin, 1948, p. 124).-La
expresión "filosofía cristiana" ha sido muy discutida; hay autores que la rechazan por completo (Harnack,
Bréhier, Brunschvicg, Heidegger, para quien el pensamiento cristiano sería teología); la defienden, en
cambio, Maritain y Gilson, entre otros. Por razones de brevedad, y de manera puramente terminológica,
aquí nos atenemos a aquella expresión.
En cambio el Dios que el cristianismo anuncia es ante todo, según se dijo, Amor,
infinita misericordia, que ha enviado a Su propio Hijo para salvar a los hombres. Su infinita
sabiduría gobierna el mundo y la historia de los hombres de acuerdo con un plan divino
(Providencia); no a la manera de intervenciones más o menos circunstanciales,
determinadas generalmente por sus luchas y celos recíprocos, según ocurría con los
dioses griegos (cf. Homero). En contra del principio racional que sostiene que de la nada
nada resulta (ex nihilo nihil fit, que es una formulación del principio de razón suficiente), la
Biblia afirma que Dios creó el mundo, es decir, lo extrajo, no de un material preexistente, o
de Sí mismo, sino de la nada.
4. La razón y la fe
13
De carne Christi 5 (cit. por UEBERWEG, op. cit., p. 51).
14
Werke [Obras] 16/1 [1957], p. 200 (cit. en J. RITTER, Historisches Wörterbuch der Philosophie
[Diccionario histórico de la filosofía], Darmstadt, Wisscnscharliche Buchgesellschaft, 1971, tomo I, p. 66).
15
Cf. Del sentimiento trágico de la vida, espec. Cap. IV.
16
AVERROES (cf. arriba, p. 128), filósofo árabe, comentador de Aristóteles, ejerció gran influencia en
Occidente durante la Edad Media y el Renacimiento.
deseo entender algo de su verdad [la de Dios], en que cree mi corazón y que
ama. Por tanto, no trato de entender para creer, sino que creo para entender. Pues creo
18
que no puedo entender sin haber creído antes.
17
SAN ANSELMO. Proslogion (La razón y la fe), trad., intr. y notas de R.P. Labrousse, La Plata-Buenos
Aires, Yerba Buena, 1945, p. 1 I (subrayado nuestro).
18
op. cit.. Cap. I. (ed. cit., p. 17)
19 6
M. de WULF. Histoire de la philosophie médiévale, Louvain-Paris, Vrin, 1936, tomo II, p. 179, señala
como teorías introducidas por el Angélico: "unidad del principio substancial; doctrina de las formas
subsistentes y noción peripatética de la materia; evolución pasiva de la materia; distinción de la substancia y
de sus facultades; distinción real entre la existencia y la esencia; poder de la inteligencia dentro de sus
límites naturales sin iluminación especial; carácter accidental de toda cualidad y toda acción, incluida la luz;
concepción intelectualista de la vida psíquica."
20
É. GILSON, Le thomisme, p. 14. Cf. M. BAUMGARTNER, loc. cit. en nota 3.
21
J. Marías, escribe que "el interno de Santo Tomás es no hacer filosofía. No hacerla porque ya está hecha:
la ha hecho Aristóteles"; por tanto, en todo caso, "Santo Tomás hace filosofía en los intersticios del
aristotelismo" ("La doble verdad", en ¿a Nación, 14 de noviembre de 1971).
fue necesario que el hombre fuese instruido por revelación divina sobre las
mismas verdades que la razón humana puede descubrir acerca de Dios, porque las
verdades acerca de Dios investigadas por la razón humana llegarían a los hombres por
intermedio de pocos, tras de mucho tiempo y mezcladas con muchos errores, y, sin
embargo, de su conocimiento depende que el hombre se salve, y su salvación está en
22
E. GILSON, op. cit., p. 39.
23
loc. cit.
24
Summa theologiae 1 q.2 a.2 ad 1.
Pero la razón no puede alcanzar totalmente a Dios, ni mucho menos. Y sin embargo
para la salvación son precisas también verdades que superan todo el poder de la razón y
sólo pueden conocerse mediante la revelación; se trata de los misterios o verdades
sobrenaturales, como la Trinidad, la Encarnación, la resurrección de la carne, que no son
demostrables en modo alguno, y se llaman articuli fidei, "artículos de la fe":
Sin duda, el conocimiento racional es más claro que el de la fe, y por ello, hasta
donde aquél llegue, ha de preferírselo. Pero si por su modo de conocimiento la razón es
superior, la fe la excede por su objeto: la infinitud de Dios supera cuanto la razón pueda
alcanzar, porque lo finito no puede comprender adecuadamente lo infinito. Mas ello no
quiere decir que los misterios sean antirracionales, sino suprarracionales, esto es, no
opuestos a la razón, sino que son superiores a ella y la sobrepasan. Por tanto, la filosofía
-la razón- no debe negar la revelación; al contrario, puede cumplir respecto de los
misterios una función propia, haciendo ver justamente que lo suprarracional no es
antirracional. En efecto, por una parte defiende los contenidos de la fe, rechazando las
objeciones que le dirijan sus adversarios, mostrando que esos contenidos no son
27
contradictorios, sino posibles; y de otra parte, busca analogías entre lo natural y lo
sobrenatural, y así esclarece la fe (por ejemplo, a la manera como la diversidad de
operaciones de nuestra alma no impide que ésta sea una, puede vislumbrarse por
analogía que Dios es a la vez uno y trino). Las supuestas contradicciones entre razón y fe
no son más que aparentes, y así como para el ojo vulgar la tierra parece mayor que el sol,
pero no al astrónomo, de nodo análogo en la Sabiduría infinita desaparecen las
incompatibilidades entre razón y fe: "las cosas que la fe conoce por revelación divina,
28
pues, no pueden ser contrarias al conocimiento natural".
Sin embargo, si a pesar de todo se produjese un verdadero conflicto entre el saber
natural y el sobrenatural, ello no podría significar sino una sola cosa: que la razón es
víctima del error, que ha sido mal empleada y debe por tanto corregirse: "en efecto, sea lo
que fuere lo que se encontrase en las otras ciencias de contrario a la verdad de esta
29
ciencia [la teología], todo ello se lo condena como falso". Pues ya se ha dicho que la
verdad es una, y una verdadera contradicción significaría una contradicción en Dios
mismo. En tal caso, por tanto, la razón debe subordinarse a la fe, la filosofía y la ciencia a
la teología: "Como, pues, la gracia no elimina a la naturaleza, sino que la perfecciona, es
30
necesario que la razón natural obedezca a [o sea esclava de] la fe". La filosofía se
convierte pues, según la usual fórmula escolástica, en sirvienta de la fe (philosophia
ancilla theologiae). En consecuencia, así como la razón ayuda a la fe, también ésta debe
ayudar a la primera, cuidando de que no caiga en el error y señalándole la meta hacia
25
S. theol. I q.1 a. I resp. (trad. R. Suárez, en la ed. citada en nota 2, pp. 260-261).
26
loc. cit. (trad. cit., p. 260).
27
S.theol. I q.32 a.l resp. ad sec.
28
De tirinitate q.2 a.3 (cit. por J. M. VERWEYEN. Historia de la filosofía medieval, trad. esp., Buenos Aires.
Nova, 1957, p. 119, n. 164).
29
S. theol. I q. 1 a.6 ad secundum.
30
op. cit. I q. I a.8 utitur tamen.
Ya se ha dicho que Santo Tomás es primordialmente un teólogo (§§ 1 y 5). Por ello
Dios ocupa en su pensamiento un lugar central, y no meramente periférico, en cierto
sentido, como sucedía en Aristóteles, por ejemplo (cf. Cap. VI, § 7); lo muestra la
estructura de la Suma teológica: allí se estudia primero a Dios en sí mismo, luego como
creador y gobernante de todas las cosas, y se termina considerándolo como fin supremo
de todas las criaturas racionales. Ahora bien, respecto de Dios mismo se le plantean a la
razón dos problemas: el primero se refiere a su existencia; el segundo, a su naturaleza o
esencia.
Por lo que se refiere a la existencia de Dios, Santo Tomás propone cinco
demostraciones o vías (quinqué viae). Todas ellas tienen la misma estructura, que puede
esquematizarse de la siguiente manera: 1) Un punto de partida en el mundo sensible, un
hecho de experiencia, "porque una existencia no podría inducirse sino a partir de otra
32
existencia", y porque el hombre, espíritu en la materia, no puede comprender sino
mediante abstracción de las imágenes que recibe del mundo sensible (cf. Cap. VI). 2) Ese
punto de partida se lo considera como un efecto, que en cuanto tal debe tener una causa,
porque la existencia del efecto requiere la existencia de la causa (ex nihilo nihil, "de la
nada nada resulta"); así lo que se mueve supone un motor, todo efecto una causa
eficiente, etc. 3) Pero a su vez esa causa supone una causa primera, porque la serie de
33
las causas no puede seguirse al infinito. 4) Ahora bien, esa causa primera es Dios,
como causa del mundo sensible, y en general de todo lo creado.- Para comprender estas
argumentaciones es preciso tener en cuenta que Santo Tomás se vale de los conceptos
de "causa" (material, formal, eficiente y final) y "movimiento" (pasaje de la potencia al
acto) en el sentido aristotélico de los mismos (cf. Cap. VI, § 5).
a) Primera vía. El punto de partida es aquí el movimiento; así se la llama prueba por
el movimiento (ex motu).
1) "Es cosa cierta, y consta por los sentidos, que en este mundo algunas cosas se
34
mueven", comienza diciendo Santo Tomás. En efecto, todos tenemos experiencia del
movimiento, es decir (en el sentido que Aristóteles le da al término), del cambio; no de
31
ln Boethium de Trininate q.2 a.2 c.
32
É GILSON, Le thomisme, p. 113.
33
GILSON observa, como carácter común de las cinco vías: "es preciso partir de una existencia; pues basta
asignar la razón suficiente completa de una sola existencia cualquiera empíricamente dada para encontrar
la existencia de Dios"(op. cit., p. 114)
34
S. theol. 1 q.2 a.3, resp. Todas las citas siguientes de este §, si no se indica lo contrario, pertenecen al
mismo pasaje.
3) Entonces, si lo que mueve -el motor- a su vez es movido, "es preciso que él
mismo sea movido por otro; y éste, por otro". Pero si esta serie siguiese al infinito, cada
miembro requeriría otra condición, y ésta otra, y otra, sin término ninguno, y entonces la
serie quedaría indeterminada, es decir que de tal modo no se explicaría nada; porque
cada uno de esos miembros, en tanto motor, no mueve de por sí, sino en tanto es
35
movido. Sin embargo, si no hubiese un primer motor, tampoco podría haber segundo, ni
tercero, etc.; no podría haber motores intermedios. En consecuencia es preciso afirmar un
primer motor inmóvil, es decir, algo que mueve sin ser él mismo movido por nada.
4) Un "primer motor que no sea movido por nada", es "lo que todos entienden por
Dios" -puesto que, siendo todo en acto y nada en potencia (cf. Cap. VI, § 7, y en este
Capítulo, § 8), es un ente perfecto. Por tanto, Dios existe.
b) Segunda vía. Su punto de partida es la causa eficiente; se la llama, entonces,
prueba por la causa eficiente (ex causa efficienti).
1) "Descubrimos que en las cosas sensibles hay una ordenación de las causas
eficientes." Vemos, por ejemplo, que la calle está mojada por efecto de la lluvia, que ésta
35
Si se supone una serie indefinida de motores, la serie entera necesita de algo que la mueva. En definitiva
no interesa la mayor o menor extensión de la serie; toda ella puede considerarse como un solo miembro,
que por ser movido requiere un primer motor, puesto que de otro modo el movimiento quedaría sin
explicación. En efecto, la serie puede considerarse como un instrumento o serie de instrumentos: un taco de
billar mueve una primera bola, ésta mueve a la segunda, la segunda a la tercera, la tercera a la cuarta; y en
función del movimiento de la cuarta, tanto da que haya lastres bolas anteriores y el taco, oeste solo que
mueva directamente a la cuarta; pero, sea como fuere, el taco para moverse necesita la mano que lo
mueve, como causa principal y (relativamente, en este caso) primera, porque sin ella no se moverá ni el
taco ni ninguna de las bolas. No puede haber movimiento sin motor, ni, en definitiva, sin un motor
(absolutamente) primero.- Esta imposibilidad no hay que entenderla como imposibilidad de una serie infinita
en el tiempo, sino respecto del instante presente; que el mundo sea eterno o no, no cambia nada en la
cuestión. Cf. É. GILSON, op. cit., p. 96.
2) Ahora bien, todo efecto depende de la causa eficiente que lo produce. Si no fuera
así, ese hecho sería causa eficiente de sí mismo; y como la causa es necesariamente
anterior al efecto, en tal caso "sería anterior a sí misma", lo cual evidentemente es
absurdo y equivaldría a decir que es algo antes de serlo.
4) Esa causa eficiente primera es "lo que todos llaman Dios". Por tanto, Dios existe.
1) Encontramos, sin duda, cosas contingentes, porque un árbol, por ejemplo, hubo
un tiempo en que no fue; luego, quiere decir que fue generado; y llegará un momento en
que dejará de ser; el árbol es algo "posible que sea y que no sea", algo contingente.
2) Ahora bien, "todo lo que puede no ser, alguna vez no fue"; porque de otra
manera, si hubiese sido siempre, no sería contingente, sino necesario, α) Y si todas las
cosas fuesen contingentes, si el universo entero, pues, fuese contingente, "hubo un
tiempo en que nada era", un momento de nada absoluta, (β) Sin embargo, esto no es
posible. Porque si hubiese habido un tiempo en que nada era, nada hubiese podido
comenzar a ser: porque de la nada, nada sale, es decir, que para que algo comience a ser
se precisa un ente, ya existente, que lo haga ser ("porque lo que es no comienza a ser
sino en virtud de lo que es"); mas como, por hipótesis, nada era, "fue imposible que algo
comenzará a ser", y, por ende, ahora no habría nada, γ) Pero es evidente que ahora hay
cosas, que existen entes. Por tanto, es falso que todo sea contingente, y es preciso
admitir algo necesario para explicar el hecho de la existencia de los entes contingentes
que nos ofrece la experiencia.
3) "Ahora bien, todo [ente] necesario, o bien tiene la causa de su necesidad fuera de
sí mismo, o bien no." Si la tiene fuera de sí mismo, es decir, si la causa es extrínseca,
será preciso otro ente necesario que lo cause. Mas como " no es posible que se proceda
al infinito en las cosas necesarias que tienen una causa [extrínseca] de su necesidad, así
como no lo es en el caso de las causas eficientes", será "forzoso establecer algo que sea
por sí [es decir, intrínsecamente] necesario, y que no tenga la causa de su necesidad
fuera de sí".
d) Cuarta vía: por los grados de perfección (ex gradibus perfectioris). Es una prueba
cuya comprensión puede facilitarse recordando la relación que Platón establece entre las
cosas sensibles y las ideas, y, en definitiva, con la Idea del Bien (cf. Cap. V, §§ 3, 10 y
11).
1) "Se encuentra en las cosas algo más o menos bueno, y verdadero, y noble", es
decir, cosas mejores o peores que otras, un más y un menos; y, en conjunto, la realidad
se nos ofrece como sistema de grados de perfección (cf. Cap. V. § 6, y Cap. VI, § 6),
como jerarquía.
e) Quinta vía: por el orden o gobierno del mundo (ex gubernatione rerum). Esta
prueba -llamada "teleológica" (Kant la denomina físico-teológica), porque se apoya en la
finalidad que se manifiesta en la naturaleza- es la prueba del sentido común y la más
corriente, según el propio Santo Tomás.
1) Observamos en la naturaleza orden y finalidad. En efecto, "vemos que algunas
cosas que carecen de conciencia o conocimiento (cognitio), como los cuerpos naturales,
obran por causa de un fin"; la raíz de la planta, por ejemplo, se orienta hacia la tierra como
si la "buscara", y sin embargo sin saber que la busca. Y esto no ocurre por casualidad o
por azar (porque entonces las cosas se comportarían de modo diferente en cada caso);
36
Escribimos "además" porque 4) se desprende simplemente de 2), sin necesidad de 3); este último,
observa É. GILSON, op. cit., p. 109, simplemente precisa la conclusión.
2) Pero cuando algo carente de conocimiento se orienta hacia un fin -como la flecha
al blanco-, se trata de algo dirigido (pasivo); por tanto lo debe dirigir (acto) hacia ese fin
"algo consciente e inteligente, tal como a la flecha el arquero". Dicho de otra manera, todo
orden supone un ordenador; el orden no puede ser fruto del azar, porque ello equivaldría
a suponer un efecto -el orden que se observa en la naturaleza- sin causa. El orden debe
tener, pues, una causa final.
3) Por tanto, "hay algo inteligente que ordena las cosas naturales hacia su fin". Y no
se puede argüir que esa inteligencia esté a su vez ordenada a su fin por otra inteligencia
superior, y ésta por otra, porque entonces se caería en un regreso al infinito, que ya se ha
rechazado. Hay, pues, una Inteligencia suprema.
8. La naturaleza de Dios
Una vez que se sabe que Dios es o existe, corresponde preguntarse qué es; a la
pregunta por su existencia sigue la pregunta por su naturaleza o esencia. De las cinco
vías se desprenden los atributos principales de Dios y los elementos con los cuales puede
determinarse su naturaleza: Dios es primer motor inmóvil, causa primera, ente
absolutamente necesario, ente perfecto, e inteligencia suprema ordenadora del mundo. El
examen y demostración detallados de la naturaleza de Dios se realiza según dos
procedimientos o modos de conocer: por vía de negación y por vía de eminencia. A
continuación se resume lo esencial del tema.
La vía de negación (via negationis o vía remotionis) consiste en eliminar o descartar
de la noción de Dios todo lo que le sea incompatible, todo lo que suponga imperfección;
de manera que así se determinan sus diferencias respecto de las criaturas, se muestra
que Dios no es como ellas. Entonces resulta que Dios es simple, perfecto, bien supremo,
infinito, omnipresente, inmutable y eterno.- Este procedimiento negativo tiene su
fundamento en la circunstancia de que todo nuestro conocimiento de Dios es siempre
deficiente, y su ser
38
En efecto, "acerca de El se nos manifiesta más lo que no es, que lo que es". La
simplicidad de Dios significa que, en tanto los otros entes son compuestos -de materia y
forma, de potencia y acto, de substancia y accidentes, de esencia y existencia-, Dios
excluye toda composición. En efecto, la primera vía llegó a la conclusión de que Dios es
motor inmóvil, esto es, acto puro; es decir, que Dios no tiene potencia. Por tanto, Dios es
incorpóreo, puesto que el cuerpo, la materia, significa potencia (cf. Cap. VI, § 4). Ni tiene
tampoco accidentes, porque los accidentes implican potencia (el poder tenerlos o no). Y
por último, y principalmente, en Dios no hay composición de esencia y existencia.
37
De veritate q.2 a.l ad 9.
38
S. theol. 1 q.l a.9 ad tertium.
Es preciso por consiguiente que el ser mismo tenga con la esencia que es
diferente de él la misma relación que tiene el acto con la potencia. Mas como en Dios no
hay nada potencial [...] se sigue que en Él la esencia no es nada diferente de su ser [o
40
existir] (esse). Por consiguiente su esencia es su ser.
AI decir Santo Tomás que Dios es simple, no pretende con ello proporcionar un
concepto positivo de Dios, sino solamente -se trata de la via negationis- negar en Él
cualquier tipo de composición, sea la que fuere. Y es preciso notar que esto vale para
todos los demás atributos. Así, al hablar de la perfección de Dios, no se trata de concebir
un ente perfecto, cosa que nos resultaría totalmente imposible, sino de negar toda
imperfección. En efecto, todo lo potencial es imperfecto; pero como Dios es acto puro,
será absolutamente perfecto. Mientras que los demás entes tienen alguna perfección sólo
en la medida en que son o existen, es decir, en la medida en que participan del ser o
existir, Dios, que es el existir mismo, según se acaba de ver, es la perfección absoluta, no
carece de nada. De ello se desprende inmediatamente que Dios es bondad suma, porque
la bondad se funda en la perfección, y algo absolutamente perfecto será absolutamente
bueno.
Como la perfección excluye todo límite, de ella se inferirá la infinitud divina. En
efecto, infinito es lo que no tiene límites, en tanto que la finitud implica limitación,
imperfección. Tanto la materia cuanto la forma, en los entes creados, son finitas: la
materia está limitada o determinada por la forma, que le impone un acto dado, un
determinado modo de ser; y la forma está limitada por la materia en que se manifiesta.
Pero Dios es acto puro, simple acto de existir, no limitado por materia ni forma alguna.
A la onmipresencia de Dios se llega de la siguiente manera: Las cinco vías han
mostrado que el influjo de Dios llega a todas las cosas: a los móviles, por ser Él motor
inmóvil; a los efectos, por ser causa primera, etc. Se dijo además que los entes creados
son o existen por participación en el existir, en tanto que Dios es el existir mismo y causa
del ser o existir de todo lo creado: "puesto que Dios es el ser [o existir] mismo por esencia,
es preciso que el ser creado sea efecto propio de Él; así como el quemar es el efecto
41
propio del fuego." En consecuencia, Dios se halla presente en todas las cosas:
el ser es aquello que es lo más íntimo de cada cosa y lo que está más
profundamente en todas las cosas ]...]. De donde resulta necesario que Dios esté en
42
todas las cosas, e íntimamente.
39
Cf. De ente et essentia V (ed. R. Allers, Darmstadt, Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 1961, p. 49; cd.
Sepich, Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras, Univ. de Buenos Aires, 1940, p. 100) y VI (pp. 53 y
107 respectivamente). Cf. también S. theol. 1 q.3 a.4 resp., I q.4 a. I ad tertium: Contra gent. II, 54.
40
S. theol. I q.3 a.4 secundo.
41
op, cit. I q.8 a.l resp.
42
loc. cit.
43
BOECIO. (480-524). de quien se ha dicho que fue "el último romano y el primer escolástico", escribió De
consolatione philnsophiae (Acerca del consuelo de la filosofía), en cuyo capítulo 6 figura el pasaje que
SANTO TOMÁS cita en I q. 10 a. I videtur quod.
44
S. tehol. I q.10 a.2 resp.
45
E. GILSON. Le thomisme, p. 159.
El principiante bien puede leer pasajes de la Suma teológica, por ejemplo las
cuestiones 1, 2 y 3 de la primera parte. Hay edición bilingüe, con detalladas
introducciones para cada cuestión (Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, -M964), así
como de la Suma contra los gentiles (id., id.). El pequeño e importante De ente et
essentia (Acerca del ente y de la esencia) ha sido traducido repetidas veces (cf. arriba,
nota 39).