Literatura INBA-2019-1

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Alfonso Reyes, Ángel María Garibay, Miguel

León-Portilla y la literatura náhuatl

Dr. Patrick Johansson K.


IIH/UNAM
Alfonso Reyes
Visión de Anáhuac desde el Parnaso
(Johansson, Revista de la Universidad de México, abril 2016, fragmentos…)
La hora de Anáhuac: un poema parnasiano
Un atisbo poético: La hora de Anáhuac, elegía sin derrame lírico, hecha de sólidas
y marmóreas estrofas con agudas aristas sonoras, antecedió Visión de Anáhuac.
Evoca, como su nombre lo sugiere, la última hora de un mundo indígena que llegó
a su fin, mediante una esplendorosa agonía versificada en el más puro estilo
parnasiano, digno de Théophile Gautier, Leconte de Lisle, Théodore de Banville o
José María de Heredia.
Escrito en 1912, sus catorce estrofas monumentales constituyen un verdadero
pórtico literario por donde se accede a Visión de Anáhuac.
Ya con incierta pupila el crepúsculo parpadea; Hora que vas girando hacia las horas perdidas:
ya las prudentes aves, regalo de tus estaciones, Suelta alucinaciones de tus entrañas nutrices.
cimbran la cuna del ramo; ya tu laguna humea Ya llora la leyenda por las selvas estremecidas,
al fresco de la tarde sus nubladas exhalaciones; adonde canta el Rey nutrido con dulces raíces.

Cuando, en hilera rítmica, bajan del monte a los A quién, bajo los tiros que atinan su honda y su
llanos piedra,
ciervos del Anáhuac, ostentando las altas diademas: águilas y serpientes saltan, figurando blasones;
hijos de los vientos, articulando las manos, a quien la roja venganza rindió su cuchillo de
corren sobre las puntas de las flores y de las yemas. piedra:
a quien la blanca justicia dio las riendas de tres
Ya los hocicos frágiles rayan la onda por naciones.
donde los cuerpos rasgan como por una red:
escúrrenles las jetas y hay en la pierna un temblor Crinados los guerreros, van en legión escogida:
que pinta sobre el agua palpitaciones de sed. ¡temerosa muerte la que su puño asesta!
Mientras de las cabezas huye indignada la vida,
Así –oh siglos- hallábanles los cazadores de pumas, las enemigas orejas colmaban flexible cesta.
atisbadores pacientes del inefable minuto:
vibra en el cuello del ciervo la flecha regida de Hora que ya desmayas en el cendal de la noche:
plumas cifran tus estrellas unas fatídicas fechas.
y dóblase el ciervo, súbito, arrodillando el tributo. Surges tú, Ilhuicamina, bajo el capuz de la noche,
y alargas la mano a los astros para recobrar tus
Hora que viste acaso rodar su corona al suelo: flechas.
Recata con tu manto las agonías felices.
Crudo el ojo explora la lobreguez del cielo:
negros hilos corren de las hinchadas narices.
Y tú, Rey Sacerdote, los horóscopos meditando, Él, erizado de púas como enemigo cardo,
eras miserable como la última flor. tú, dulce y turbador como magnético lirio,
Huye la casa de esmaltes, ve por las aguas llorando, mira, bajo el penacho y el amenazante dardo,
que los cometas mortales anuncian al Hijo del Sol. alzarse un bulto de hombre más capaz que tú de
martirio.
Nacen de la sombra cubos ciclópeos y bárbaros,
donde cuadrado el ídolo abre las pupilas sin luz; ¡Príncipe de la Piragua! ¿Qué te valdrían
y sobre los cúes, como siniestros relámpagos, perdones?
en zozobras de oro cintilan fulgores de cruz... ¡Siégale, Conquistador, con el cuchillo que
llevas!
Huérfano el santuario de corazones vivos, (Última hora de Anáhuac: llora sobre las
y los oídos del llano del ululato guerrero, naciones,
irás con frente pálida, y a tus ojos sensitivos, hora que tiendes el cuello a la hoz de las horas
las danzas de tus enanos serán el alivio postrero. nuevas.)
Obras Completas de Alfonso Reyes, tomo X, p.
61-63.
“El cuarto sol cosmogónico”

Códice Vaticano Ríos, lámina VIII


El cuarto sol cosmogónico

Una imagen es el punto de partida del texto. Se trata de una lámina del Códice Vaticano
Ríos correspondiente a la cuarta era. Reyes ilustra verbalmente la imagen de la siguiente
manera:

“La era histórica en que llegan los conquistadores a México procedía precisamente de la
lluvia de flores que cayó sobre las cabezas de los hombres al finalizar el cuarto sol
cosmogónico. La tierra se vengaba de sus escaseces anteriores, y los hombres agitaban las
banderas del júbilo. En los dibujos del Códice Vaticano, se la representa por una figura
triangular adornada con torzales de plantas; la diosa de los amores lícitos, colgada de un
festón vegetal, baja hacia la tierra, mientras las semillas revientan en lo alto, dejando caer
las hojas y flores”.

Aunque no parece haber leído el comentario del padre Ríos que acompaña la lámina,
Alfonso Reyes identifica a “la diosa de los amores lícitos” a la cual no refiere sin embargo
por su nombre propio Xochiquetzal. La pintura indígena es reproducida verbalmente con
pinceladas de la lengua española que evitan el exotismo lingüístico que podría constituir la
palabra náhuatl.
El hecho de que el dios tutelar de los mexicas Huitzilopochtli es evocado, más adelante,
mediante una discreta versión perifrástica de su nombre: “el dios sanguinario y zurdo”
podría confirmar lo anterior, asumiendo que opochtli remite a la izquierda.
La descripción que da el autor de la colorida lámina del Códice Vaticano Ríos
ignora el cromatismo lujuriante de la imagen indígena, enfatiza la forma geométrica, el
trazo. Es semántica y acústicamente adusta, hierática, si bien dinámica: “caras abstractas
sin color que turbe su nitidez”.
Siguen unas consideraciones generales sobre la flor en distintos contextos:
como exponente del vigésimo signo del calendario, atributo de la divinidad, como
ideograma de la belleza, de lo sagrado y de la poesía. Evoca asimismo sus
representaciones gráficas “por el perfil o por la boca de corola”, aislados y sin hojas o en
las ramas de los árboles frutales radiantes. Refiere los objetos: ollas, tazas y vasos en
cuyas paredes “corren cálices entrelazados”. Nunca llama la flor por su colorido nombre
náhuatl: xochitl. Prefiere evocarla mediante las “fugitivas líneas” de una descripción en
castellano, en un texto liminar que introduce su búsqueda en la poesía indígena.
El Canto de Nezahualcóyotl (citado en Visión de Anáhuac)

Hablo con mi corazón, Me concentro a meditar profundamente


¿dónde tomaré bellas, fragantes flores? ¿dónde poder recoger bellas y fragantes flores?
¿A quién se lo preguntaré? ¿A quién preguntar?
¿Tal vez se lo pregunto al colibrí precioso, Imaginamos que interrogo al brillante pájaro
Al colibrí color de jade? zumbador, trémula esmeralda
¿Acaso he de preguntarle a la mariposa color Imaginamos que interrogo a la amarilla mariposa
de ave de zacuan? Porque de ello es el saber, Ellos me dirán que saben dónde
conocen donde brotan las bellas, se producen las bellas
las fragantes flores. y fragantes flores.

Atraviese yo aquí el bosque de los abetos Si quiero recogerlas aquí, en los bosques de
donde están los pájaros tzinitzcan, laurel, donde habita el Tzinitzcan
o tal vez atraviese el bosque florido o si quiero tomarlas en la verde selva
donde habita el rojo quéchol. donde mora el tlauquechol.
Allí se inclinan resplandecientes de rocío Allí se les puede cortar brillantes de rocío;
Con los rayos del sol, allí ellas se alegran. Allí llegan a su desarrollo perfecto

¿Acaso allí las veré? Tal vez podré verlas


Si me las muestran, Si es que han aparecido ya
Llenaré con ellas mi regazo Ponerlas en mis haldas
y así saludaré a los príncipes; Y saludar con ellas a los niños
con ellas daré placer a los señores. Y agradar a los nobles.
En verdad aquí viven, Al pasear, oigo
Ya escucho su canto florido.
Es como si les respondiera la montaña. como si verdaderamente las rocas
En verdad junto a ellas mana el agua respondieran a los dulces cantos de las
preciosa, flores; responden las aguas lucientes y
murmuradoras;

La fuente del xiuhtótotl. La fuente azulada canta,


Allí lanza sus cantos, se estrella, y vuelve a cantar;

A sí mismo se responde sus cantos el Cenzontle contesta;


el cenzontle, ave de cuatrocientas voces; el Coyoltótotl suele acompañarle,
le contesta el coyoltótotl.

Hay música de sonajas, y muchos pájaros canoros esparcen en


Variados, preciosos, pájaros cantores. derredor sus gorjeos como una música.

Allí alaban al dueño de la tierra, Ellos bendicen a la tierra, haciendo


bien resuenan sus voces. escuchar sus dulces voces.

Traducción de Miguel León-Portilla, Traducción de José María Vigil de la versión en inglés


Cantares Mexicanos, opus cit., p. 13 y 15. de Daniel Brinton. Visión de Anáhuac, p. 31.
Ángel María Garibay K.
Ángel María Garibay, el sabio de la piedra y el metal

(Johansson, El Nacional, El Dominical 164, domingo 11 de julio de 1993).


El 18 de junio de 1892, hace 127 años, nació en la ciudad de Toluca un humanista
polifacético, controvertido y a la vez inasible, que iba a fecundar distintos campos del saber.

Epígrafe:
ahí detrás de la piedra roja y negra, al fondo del subterráneo, hay un tesoro. Es tuyo desde
siempre (Aladino y la lámpara maravillosa).

El destino de Ángel María Garibay se tramaba ya en las primeras lecturas de su infancia


cuando pasaba horas leyendo los escritos de Santa Teresa de Jesús y de fray Luis de León,
crisol verbal donde iba a fraguar una unión entrañable entre el llamado irreversible del
absoluto divino y una curiosidad apasionada por lo humano. El padre Garibay buscando a
Dios encontró al hombre y al hurgar en los arcanos de su expresión literaria volvió a encontrar
a Dios en una fértil retroalimentación espiritual preñada de humanismo.
Ordenado sacerdote en 1917, prosiguió en las distintas parroquias a su cargo los estudios y las
investigaciones que habían emprendido en el Seminario Conciliar de México. Desde su
humilde curato de Jilotepec hasta el cargo de Canónigo lectoral de la Basílica de Guadalupe,
Garibay, provisto con un arsenal de una docena de lenguas antiguas y modernas, reveló la sutil
espiritualidad hebrea, fue un eco vibrante de Virgilio y Cicerón, un intérprete sagaz de la
hermenéutica bíblica, tendió un verdadero puente entre el humanismo helénico antiguo y las
apremiantes necesidades culturales de México. Fue el eslabón imprescindible entre la lejana
tragedia ática y la juventud mexicana, un descubridor de tesoros culturales otomíes recubiertos
por espesos estratos de indiferencia, y el impulsor incansable de los valores indígenas de ayer
y de hoy. Periodista vigilante, siempre listo para actuar en contra de la inercia cultural o de las
injusticias sociales; cuentista ameno, poeta de gran fuerza, émulo del bucólico Virgilio o de
fray Luis de León, fue ante todo excavador, intérprete y vulgarizador de la cultura náhuatl.
El descenso analítico de Ángel María Garibay en las honduras del pasado precolombino de
México se asemeja, de alguna manera, a las tribulaciones de Aladino evocadas en uno de los
cuentos de Las mil y una noches, si las consideramos en sus estratos míticos fundamentales.
Erudito como los derviches del cuento pero profundamente humano y sobre todo
dotado con el genio de la poesía, el sabio mexiquense iba a encontrar el tesoro cultural
indígena, penetrar en sus arcanos simbólicos, interpretarlos y revelarlos en una obra que
devolvía a los mexicanos una parte esencial de su memoria ancestral. Como lo señaló una vez
León-Portilla: “Gracias a él México se conoce ahora mejor a sí mismo. El volvió asequibles
el pensamiento y la palabra ya también clásicos de estas culturas que integraban el subsuelo
de nuestra realidad histórica”.
Amortajado en el olvido y sepultado en polvosos estantes de distintas bibliotecas
del mundo, el tesoro manuscrito de la memoria literaria de México, la “tinta negra y roja”,
tlilli tlapalli, esperaba a su Aladino.
Pero como en la fábula oriental, para acceder al tesoro y sobre todo para salir de nuevo a la luz
del entendimiento, era necesario el genio que nace de una chispa cuando el metal, “el espíritu
mineral”, exponente máximo del poder “transformador” del hombre y por ende símbolo de la
ciencia y el saber, roza la piedra que entraña en su intimidad matricial la dimensión abismal del
sentimiento y del amor.
El genio que nació de esta fricción se expresó en la obra personal de Ángel María
Garibay, pero sobre todo en el inmenso trabajo de orfebrería poética que constituye la
minuciosa reconstrucción de una red de correspondencias simbólicas situada más allá del
alcance científico. Por fin, la transmutación verbal de ideas ajenas a la realidad de hoy, en
palabras asequibles para todos, fue parte de la labor “genial” de Ángel María Garibay en lo
que concierne a la literatura náhuatl prehispánica.
La erudición “legendaria” de Garibay provocó siempre la admiración de quienes la
podían aquilatar. Joaquín Peñalosa evocó en términos humorísticos: “Las undosas y temibles
barbas por donde fluyen Biblias y teologías, lenguas, juicios, historias y versos, y toda la sutil y
varia sapiencia del erudito sin compromisos y del sabio sin arrogancias”.
Ángel María Garibay fue una persona profundamente humana, no sólo por el alto valor de sus
sentimientos, sino también por esta dimensión carnal que lidió con su espíritu para el
dominio de su ser. Como sacerdote, la conciencia de este hecho lo aterraba: “En mi debilidad
soy enemigo de la cruz y amigo de la carne”.
Para el estudio y la comprensión de una cultura en la que el intelecto y el
sentimiento viven en una verdadera simbiosis, en la que lo inteligible y lo sensible se
encuentran siempre íntimamente vinculados en una totalidad expresiva, esta dimensión
“fisiológica” del humanismo de Garibay se reveló de primera importancia. En el
estremecimiento verbal de una frase náhuatl vibra el cuerpo del hombre, en los ritmos de sus
cantos exulta. Aquí “comprender” implica sentir en toda la dimensión de su ser, y los
investigadores no están siempre preparados para trascender el marco del espacio
objetivamente cognoscitivo y comprender con los sentidos.
Miguel León-Portilla
Miguel León-Portilla y Bernardino de Sahagún: vidas paralelas
(Johansson, La Jornada, 25 de febrero 2016)

La obra de Plutarco: Vidas paralelas, así como la estrategia comparativa que conlleva, se
volvieron desde el siglo XVI, un paradigma en la aproximación biográfica a los grandes
personajes de la historia. Al poner en un paralelismo contrastivo las vidas y obras respectivas
de Alejandro Magno y César; de Teseo y Rómulo; de Demóstenes y de Cicerón; de Arístides y
Catón, y otros más, Plutarco hacía “dialogar las particularidades”, reencontrando asimismo la
condición humana en su diversidad, con matices vivos, rasgos individuales que se erigían en
atributos carismáticos los cuales debían dar cuenta de destinos excepcionales.
Siguiendo el modelo del ilustre queronense, podemos establecer un paralelismo
revelador entre la vida y obra del seráfico fray Bernardino de Sahagún, y la del eximio seglar
Miguel León-Portilla, quien el 22 de febrero pasado cumplió 92 años de vida o, como él mismo
dice: “de juventud acumulada”, una vida dedicada esencialmente a la investigación sobre las
culturas indígenas de México, en sus periodos prehispánico, colonial y contemporáneo.
La primera similitud, a cinco siglos de “equidistancia”, radica en el perfil humanístico de los
personajes. Ambos abrevaron al manantial de la antigüedad greco-latina, en sus respectivas
universidades: la Universidad de Salamanca y la Universidad Nacional Autónoma de México.
Sahagún, inmerso en la corriente intelectual renacentista que prevalecía en Europa a principios
del siglo XVI, había rebasado (por no decir transgredido) los límites de una pesquisa que le
había sido encomendada, de reunir información y textos con el solo fin de detectar “los
síntomas de una enfermedad”: la idolatría, refutar el contenido de dichos textos antes de
aplicar sutilmente el antídoto espiritual cristiano. Los testimonios y textos de la oralidad
náhuatl, reunidos, transcritos y traducidos, si bien permitieron a los frailes conocer al otro
indígena para evangelizarlo mejor, dan de él una imagen viva y expresan “sintomáticamente”
la grandeza de su cultura.
Asimismo, Miguel León-Portilla como historiador, filólogo, lingüista, filósofo, y más
generalmente humanista es, de alguna manera, “renacentista”; toma al pie de la letra el
aforismo de Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas”, y lo aplica al indígena
cuya cultura y valores renacen en su obra, una obra paralela a la de Sahagún, que enaltece al
indígena y engrandece a la humanidad.
Sahagún captó la voz indígena en su lengua, la transcribió antes de interpretarla. León-Portilla,
además de analizar e interpretar, desde otra perspectiva, los textos recopilados por el franciscano
y otros, dio la palabra al indígena y le abrió un horizonte de expresión con el proyecto Yancuic
tlahtolli “la nueva palabra”, para que manifestara su visión de los hechos que le atañen.
Imbuido de letras clásicas, hablante del francés, inglés y alemán, Miguel León-Portilla
tiene un profundo conocimiento de la lengua náhuatl. Como lo hizo Sahagún en su momento,
estudia el pensamiento indígena en la lengua misma que lo entraña.
Convencido de que la idea tenía que “colarse” en un molde formal afín al pensamiento
de los nativos para ser debidamente aprehendida, el franciscano había expresado el mensaje
evangélico en la lengua y el frasis indígenas. En otro contexto, Miguel León-Portilla expresó sus
ideas y sentimientos propios en la lengua de Nezahualcóyotl. Ambos humanistas se enfrentaron
a detractores, quienes tenían razones distintas pero una virulencia equiparable. Sahagún tuvo
que defenderse de los que estimaban que su obra propiciaba el resurgimiento de la idolatría;
León-Portilla se opuso a intelectuales que consideraban que el indígena, al no tener una escritura
alfabética, no podía haber pensado en términos filosóficos como lo afirmaba el autor.
Paralelas a la Historia General de las Cosas de Nueva España de Sahagún, La filosofía náhuatl y
Visión de los vencidos entre otras obras, fueron textos-claves que permitieron una aproximación veraz
a la cultura náhuatl prehispánica. El tema de la conversión genera otro paralelismo: el franciscano
convirtió a los indígenas y les inculcó el dogma cristiano del dios único, a la vez que convencía a sus
hermanos de religión de la dignidad de sus catecúmenos. León-Portilla, indigenista militante, realizó
un verdadero apostolado cultural, convenció a los mexicanos de la grandeza de su pasado
prehispánico, de la necesidad impostergable de reconocer a los herederos indígenas de este pasado,
de legitimar jurídicamente su derecho a vivir según su tradición ancestral, estableciendo asimismo un
nuevo credo cultural.
A la ferviente y piadosa espiritualidad que caracterizó la obra antropológica del religioso
corresponde el misticismo filosófico de León-Portilla quien ve acertadamente en la poesía náhuatl por
él traducida y analizada, una elevación de espíritu, una resignada, sabia, y florida ideología en
relación con la existencia del hombre en la tierra.
Otra analogía edificante es el hecho de que Sahagún fue longevo (vivió unos noventa años) y que
Miguel León-Portilla lo es. Aquí se rompe el paralelismo: el presente y el pretérito divergen con
miras al futuro. El paralelismo se debe de establecer entonces con paradigmas prehispánicos de la
duración: una edad, Ce huehueliztli, en náhuatl, corresponde a 104 años. Antes….ni pensarlo.
La lengua náhuatl
La lengua náhuatl
(Johansson, In oc ticchiah in Godot)
El náhuatl, es una lengua polisintética que permite la composición de bloques verbales compactos, donde los
adjetivos, los adverbios y los complementos se funden con los radicales sustantivos o verbales en una masa
sonora, unidad expresiva reacia en separar lo circunstancial de lo esencial, reflejo a su vez de un mundo en el que
la circunstancia y la esencia resultan inseparables. Por ejemplo, cuando el poeta náhuatl dice xochicueponi in
nocuic “mi canto se abre (como) una flor” (literalmente “flor abre mi canto”), prescinde del elemento comparativo
“como”, herraje lingüístico que impide la fusión en una unidad sinestésica de la fragancia y de la imagen.
La ausencia de bisagras preposicionales en la lengua náhuatl da mucha movilidad al sentido y permite que se
forme en el texto un verdadero espectro adjetival, nominal o verbal que obliga al receptor a pasar a una dimensión
sensible “impresionista” para poder percibir el mensaje con todos sus matices. En efecto, las unidades lingüísticas
que se “aglutinan” en un compuesto verbal además de calificar o modificar un radical determinado, se funden en
una palabra compleja. Más que construir un sentido a partir de sus unidades lingüísticas, el nahua-hablante parece
disponer hilos frásticos sobre el telar de la lengua y esperar que un sentido surja de esta urdimbre. La lengua
náhuatl permite una epifanía de sentido sensible: con un impulso afectivo el hablante encuentra el camino verbal
de su expresión sin que el lastre semántico de lo que se dice llegue a oscurecer la luz fonética de sus componentes
silábicos. El carácter polisintético de la lengua generó asimismo muchos parónimos. Espejos o espejismos
sonoros, los parónimos permiten al sentido fluir, huir o perderse en la dimensión sensible del lenguaje. Esta
aprehensión asociativa del sentido encontró su máxima expresión en la poesía pero también en el albur.
En el rubro de las sonoridades, el hecho de que todas las consonantes de la lengua náhuatl sean
“sordas”, le confiere su suavidad característica. Además el gran número de consonantes “líquidas”
hace que la lengua parece manar de los labios de los hablantes. Según la inflexión de la voz, pueden
ser suspiros, exhalaciones, vahos, aliento, oclusiones o saltos. Alfonso Reyes describió las
sonoridades de la lengua náhuatl de la siguiente manera:

“Óyense unos dulces chasquidos; fluyen las vocales,


y las consonantes tienden a licuarse. La charla es una
canturía gustosa. Estas xés, esas tlés, esas chés que
tanto nos alarman escritas, escurren de los labios del
indio con una suavidad de aguamiel” (Reyes,
Alfonso, Visión de Anáhuac, p.18).

La fusión de los significados que propicia el carácter polisintético de la lengua náhuatl, así
como la efervescencia semántica que genera, la hacían idónea para las escaramuzas verbales
que son los albures.
Géneros y subgéneros de la literatura náhuatl
prehispánica
TLAQUETZALLI “EL CUENTO”
Cuento-fábula que se encuentra en el libro XI del Códice Florentino, dedicado a la fauna, la
flora y los minerales, es decir fuera de los contextos literarios a los que pertenece.
El coyote y la serpiente

Ce tlacatl ipan quizato zacatla ecotico in coyotl. Utli Una vez un hombre fue a salir a un zacatal. En el
quitocatiuh in tiacauh. Auh in coyotl niman ye camino llegó un coyote. El hombre siguió su
quihualnonotza, auh huel tlamahuizo ihuan huel camino. Luego el coyote le hace señas con la pata.
motetzahui, huel quimotetzahui in tiacauh. Se maravilla el señor, se asusta, lo considera como
una señal portentosa.
Za ihuic yatia, auh in oitechacito, quittac cohuatl in Luego iba hacia él y cuando hubo llegado, vio una
itech omotetecuix, iquechtlan quiztoc in cohuatl, huel serpiente que estaba enredada en él, le apretaba el
ic omotetzahui in itoca cincoatl. cuello la serpiente. Con esto se sorprendió. Era una
cincoatl serpiente de maizal la que lo estrangulaba.
Auh iitic quito in tiacauh: "Ac yeh in nitlaoculiz i? Y dijo para el hombre: "a quién perjudicaré?“

Niman concuito in tiacauh in tlacotl, (ca aquittoz in Luego tomó el hombre una vara, una vara resistente
tlacotl in cohuatl); niman hualchapatihuetz in y flexible. Luego le pegó al coyote (de manera de
cohuatl. Niman ye yayatica in coyotl, auh omozcali darle a la serpiente); luego se desprendió la
niman ye motlaloa, azo omehoyatica nepa milpan serpiente; así pudo irse el coyote. Se recuperó y se
acito. echó a correr hasta que llegó a las milpas.
In coyotl in tiacauh in oquimamaquixtili onteco in El coyote le trajo al hombre que lo salvó, dos
totolme huexolome, guajolotes;
in quihuica in iixpan, se los puso enfrente
quimontlacato, quitentopechtinemi, y con el hocico hacía señas
ach yuhquima quilhuiznequi: -Xic cui. como si quisiera decir: tómalos.

Occepa ya in coyotl in ye yauh inchan tiacauh, Otra vez se fue el coyote a la casa del hombre;
occeppa utlica quinamic in coyotl, otra vez se lo encontró en el camino
oc no centetl quinamacac in cihuatotoli, y le dio una guajolota
auh in on ya ichan tiacauh y cuando llegó el señor a su casa
oc no ceppa iquezquiyoc no centetl quitlazato in otra vez encontró
ithualco huexolotl. en su patio un guajolote.
Tlanonotzalli “Relato”
Salida de Iztapalapa y llegada a México de los españoles (Códice florentino, libro XII,
capítulo 15)

Texto de Sahagún

“Partieron los españoles de Iztapalapan todos aderezados a punto de guerra y en su


ordenança por esquadrones”.

Texto en náhuatl

Auh njman ie ic oalolinj in ie ic oalcalaqujzque njcan Mexico; njman ie ic


mocecencaoa, moiauchichioa; moolpia, vel qujilpia in iniautlatquj: njman ie iehoantin
in in cavallos: njman ie ic motetecpana, mocuecuetilia, movivipana, mocecepantilia.

"Y luego ellos se ponen en marcha para entrar aquí, a México: entonces se preparan,
revisten sus armaduras, se ciñen, amarran bien sus atavíos guerreros; luego son sus
caballos, que se ponen en orden, en rangos, en filas, en líneas.
Texto de Sahagún

“Fueron algunos de a caballo, delante a descubrir si avja alguna celada”.

Texto en náhuatl

Auh nauhteme in cavallos in iacattivitze, in attovitze, in teiacantivitze, in


teiacaconotivitze, in te in teiacana; mocuecueptivi, ommocuecueptivi, onteixnamjctivi,
havic tlachixtivi, nanacaztlachixtivitze, noviampa onjtztivi in cacaltzalan,
tlaixtotocativitze, onacotlachixtivi in tlapanco:

Y cuatro caballos vienen primero, adelante vienen, en primera fila, en primera línea,
vienen a la cabeza, dirigen: se voltean, se dan la vuelta sin cesar, se ponen frente a la
gente, miran en todas direcciones vienen, mirando, voltéandose para todos lados, en todas
partes, ven entre las casas, todo examinan, ven hacía arriba hacía las terrazas.
Texto de Sahagún

“Llevaban también los lebreles delante”.

Texto en náhuatl

no iehoan in chichime in jmjtzcuinoan, iacattivitze, tlatlanecutivitze, neneciuhtivitze,


neneneciuhtivitze;

Y también los perros: sus perros vienen adelante, van oliendo todo, jadean, están sin aliento.
Texto de Sahagún

No hay texto correspondiente en español.

Texto en náhuatl

yioca icativitz, iacattivitz, icel icativitz in quachpanjtl qujquechpanoa, qujtlatlavitzotivitz,


qujmamalacachotivitz, havic qujtlatlaztivitz, mochichicauhtivitz, moquichquetztlvitz, vel
mocolotilia, mocoloquetztivitz, mocolonectivitz;

Sólo, irguiéndose, aislado viene el que lleva el estandarte, lo manipula sin cesar, le da la vuelta,
lo balancea en todos sentidos, lo hace girar: tiene una postura viril, está muy tieso, se endereza,
parece un alacrán.
Tlamachiliztlahtolzazanilli “el mito”
“La creación del hombre en el inframundo”
(Leyenda de los Soles, en Lehmann, Kutscher, pp.330-338)

Auh niman ye monotza in teteo quitoque Luego conversan los dioses, dijeron: ¿quien estará?
aqui in onoz ca omoman in ilhuicatl ca omoman in pues ya se extendió el cielo, ya se extendió el señor
tlalteuctli de la tierra.
aqui onoz tetoye ¿Quién estará oh dioses?
ye nentlamati Ya se afligen los dioses
in çitlallinicue in çitlallatonac Çitlallinicue Çitlallatonac
in apanteuctli tepanquizqui Apanteuctli Tepanquizqui
tlallamanqui huictlollinqui Tlallamanqui Huictlollinqui
quetzalcohuatl titlacahuan Quetzalcohuatl Titlacahuan
auh niman ye yauh in quetzalcohuatl in Mictlan Y luego ya va Quetzalcóatl al reino Mictlan, cuando
itech açito in Mictlanteuctli in Mictlançihuatl hubo llegado con Mictlanteuctli y a Mictlançiuatl le
niman quilhui dijo:

ca yehuatl ic nihualla in chalchiuhomitl in -He aquí que vengo para tomar los huesos-jade, que
ticmopiellia. tú guardas.
ca niccuico Vine a tomarlos.
auh niman quilhui Luego dijo Mictlantecuhtli:
tle tichihuaz quetzalcohuatle. -¿Qué vas a hacer Quetzalcoatl?
auh ye no ce(p)pa quilhui Y otra vez dijo éste:
ca yehuatl ic nentlamati in teteo aquin onoz in -He aquí que por eso se preocupan los dioses de
tlalticpac. quien viva en la tierra.
auh ye no ce(p)pa quito in mictlanteuctli Y una vez más dijo Mictlantecuhtli:
ca ye qualli tlaxoconpitza in motecciz -Están bien, sopla en tu caracol
auh nauhpa xictlayahualochti in y cuatro veces da la vuelta alrededor de mi disco
nochalchiuhteyahualco piedra de jade.
auh amoma coyonqui in iteccçiz Pero no está agujerado su caracol: luego llama a los
niman ye quinnotza in ocuilme gusanos.
quicocoyonique Lo perforaron,
nima(n) ye ic ompa callaqui in xicoti(n) in pipiolme luego por esto entran allí los abejorros y las abejas
silvestres.
nima(n) ye quipitza quihualcac in mictlanteuctli. Luego ya sopla y lo vino a oír Mictlantecuhtli:

Auh ye no ce(p)pa quilhuia in mictlanteuctli Y otra vez le dice Mictlantecuhtli:


ca ye qualli xoconcui -Está bien tómalos,
auh nima(n) ye quimilhuia in ititla(n)huan in Pero luego habla Mictlantecuhtli a sus servidores, los
Mictlanteuctli in micteca moradores de la muerte.
xoconilhuitin teteoe can quicahuaquiuh. -Decidles: que los tendrá que venir a dejar.
Auh in quetzalcohuatl niman quihuallito: Y dijo luego Quetzalcoatl: No. Me los llevaré para
camo ca ye nicitqui. siempre.
Auh nima quilhuia in inahual Y luego dijo a su nahual:
ça xiquimonilhui çan niccahuaquiuh -veles a decir que los vendré que dejar.
niman quihualihui yn qui(n)tzatzilitiuh Luego va a decir y les va a gritar.
ca çan niccahuaquiuh Yo los vendré a dejar.
auh ic uel ontlecoc Y con esto pudo subir.
niman ye ic concui in chalchiuhomitl Luego tomó los huesos preciosos,
çecni temi in oquichtli in iyomio no çecni temi in tanto se llena en parte de huesos de hombre, como se
çihuatl iyomio. llena en parte de huesos de mujer:
niman ic concuic nima(n) ye ic quimilloa in Luego los tomó, luego los envuelve Quetzalcoatl,
quetzalcoatl nima(n) ye ic quitquitz luego se los llevó.
auh ye no ce(p)pa quimilhui in Mictlanteuctli in Pero una vez más dijo Mictlantecuhtli a sus
ititla(n)huan: servidores:
teteoye ye nelli quitqui in quetzalcohuatl in -Dioses, en verdad se lleva Quetzalcoatl los huesos-
chalchhiuhomitl. jade.
tetoye xiquallalili in tlaxapochtli Dioses vayan a ponerle un hoyo.
niman contlallilito inic oncan motlaxapochhui Luego fueron a ponerlo de modo que allí cayó; cayó
motlahuitec. por tropiezo, le asustaron las codornices;
ihuan quimauhtique çoçoltin cayó (como) muerto
mictihuetz.
auh in chalchiuhomitl niman ic quiçenmantihuetz y al punto los huesos-jade se esparcieron,

niman quiquaquaque in çoçoltin quiteteitzque. lo royeron las codornices, lo picotearon;

auh niman ic hualmozcalli in quetzalcohuatl, pero luego recobró los sentidos Quetzalcoatl y
niman ye ic choca luego con esto se pone a llorar
niman ye quilhuia in inahual. y luego dice a su nahual:
Nonahuale que(n)yezi -Mi nahual. ¿Cómo será esto?
auh niman ye quilhuia: Luego le dice:
quenin yez ca nel otlatlacauh -¡Como fuere, aunque se echó a perder esto;
maço nel yuhqui yauh. que así sea!
auh niman ye connechicoa conpepen Y luego se pone a recogerlos, los juntó uno por uno,
conquimillo hizo de ellos un lío;
niman ic quitquic in tamaoanchan, luego los transportó a Tamoanchan
auh in oconaxiti y cuando hubo llegado,
niman ye quiteci itoca quilachtli yehuatl iz luego los molió la llamada Quilaztli,
çihuacohuatl la Cihuacoatl;
nima(n) ye ic chalchiuhapazco. luego los puso en un barreño de jade,
auh niman ye ipan motepoliço in quetzalcoatl y luego se sangró el miembro viril sobre él
niman mochintin tlamaçehua in teteo in nipa Quetzalcoatl; luego hacen penitencia los dioses todos
omoteneuhque los por allá nombrados;
in apanteuctli in huictlollinqui. tepanquizqui. Apanteuctli, Huictlollinqui, Tepanquizqui,
tlallamanac. Tlallamanac,
tzontemoc. techiquaçeca in quetzalcohuatl. Tzontemoc y en sexto lugar Quetzalcohuatl,
auh niman quitoque Y luego dijeron:
otlacatque in teteo in macehualtin, ye ica in “Merecieron los dioses a los hombres” pues por
otopantlamaçeuhque nosotros hicieron penitencia.
“El nacimiento de Huitzilopochtli en el monte Coatépetl”
(Códice Florentino, libro III, fol. 2v-3r)

La parte medular del texto:

Niman ie ic hui, tetecpantihui, tlatlamantitihui, tlaieiecotihui, momamantihui, teiacana in


Coyolxauhqui. Auh in Quahuitl icac, niman ie ic motlalotitleco, in quinonotzaz in
Huitzilopochtli. Quilhui ca ie huitze. Niman quito in Huitzilopochtli, huel xontlachie ¿can ie
huitze? niman ie ic conilhuia in Quahuitl icac: ca ie tzompantitlan; ie no ceppa quioalilhuia
in Huitzilopochtli ¿can ie huitze? niman conilhui ca ie coaxalpan huitze, ie no ceppa
quioalilhui in Huitzilopochtli in Quahuitl icac: tla xontlachie ¿can ie huitze? niman ic
conilhui ca ie apetlac, ie no ceppa quioalilhui ¿can ie huitze? niman conilhui in Quahuitl
icac ca ie tlatlacapan iatihuitze. Auh in Huitzilopochtli: ie no ceppa quioalilhui, in Quahuitl
icac, quilhui tla xontlachia ¿can ie huitze? Niman ic conilhui in Quahuitl icac, ca iequene
oalpanhuetzi, iequene oalaci teiacantihuitz in Coyolxauhqui. Auh in Huitzilopochtli: niman
ic oallacat.
Luego le dijo Huitzilopochtli mira: ¿dónde vienen? Luego ya le dice Quáhuitl ihcac: ya
están en tzompantitlan (en el lugar de las calaveras). Luego otra vez le dice Huitzilopochtli:
¿dónde vienen? Luego le dijo (Quáhuitl ihcac): ya están en Coaxalpan (en la arena de la
serpiente). Otra vez le dijo Huitzilopochtli a Quáhuitl ihcac mira: ¿dónde vienen? Luego le
dijo: están ya en Apetlac (en el petate de agua). Otra vez le dijo:¿dónde vienen? Luego le
dijo Quáhuitl ihcac: ya vienen en Tlatlacapan (en la vertiente).Y Huitzilopochtli otra vez le
dijo a Quáhuitl ihcac le dijo ve: ¿dónde vienen? Luego le dijo Quáhuitl ihcac: ya están aquí,
ya llegaron, los viene guiando Coyolxauhqui. Y Huitzilopochtli luego nació.
Auh in Huitzilopochtli: niman ic oallacat.
Huehuetlahtolli “La palabra de los ancianos”
“Discurso de un notable al tlahtoani recién electo”
(Códice Florentino, libro VI, capítulo 10)

Señor, rey, preciosa persona, bella persona, precioso, piedra preciosa, turquesa preciosa, ajorca,
pluma preciosa, vienes a asentarte; aquí te colocó el Tloque Nahuaque, Ipalnemoa. En verdad,
ahora verdaderamente se fueron, fueron a yacer tus engendradores, tus progenitores, a quienes
borró, a quienes escondió Nuestro Señor. Allá van a permanecer.
Aquellas personas X y el señor X, etc., al partir abandonaron, al partir dejaron la envoltura, las
angarillas, el fardo, el porta-carga, lo pesado,lo intolerable, lo insoportable.
Acaso ellos visitan su agua, su cerro. Ya está abandonado, ya está en tinieblas, ya Nuestro
Señor lo hizo su erial. ¿Acaso ellos frecuentan la arboleda, o la llanura?
Lo cargado, la carga permanece, la cola, el ala, ya no tiene madre, no tiene padre, el agua, el
cerro, no tiene ojos, ya no tiene orejas, le falta su corazón. De ese modo están como mudos, no
hablan fuerte, no hablan; están descabezados. Ya no está aquí el Señor, el rey, el capitán. Un
instante, un momento lo tomó prestado la ciudad, lo tomó prestado el agua, el cerro, lo soñó, lo
vio en sueños. Vino a llamarlo, lo llamó la Persona, Nuestro Señor.
Allá lo obligó a permanecer en un arca, a permanecer en un cofre el Tloque Nahuaque.
Pues los tomó, los enterró. Y él llegó junto a sus progenitores, junto a sus engendradores. Lo
siguió, lo hizo llegar hasta nuestra madre, nuestro padre Mictlantecuhtli.
¿Del lugar a donde va acaso volverá? Es todo, así es; se acabó, se fue. Ya
terminó, lo sabe el agua, el cerro. Ya nunca saldrá ni se erguirá. Ya se llenó el cofre
enteramente, se repletó el arca. Ya se fue, desapareció. Se apagó el ocote, la luz. Ya está
abandonada, ya está en tinieblas el agüita, el cerrito de Nuestro Señor.
Así perecerá, así se perderá la carga, lo cargado, lo que él dejó al partir. Pues en verdad al
irse allá, dejó, abandonó la envoltura, las angarillas, el fardo, el porta-carga. En paz, en
calma dejó el agua, el cerro. Con sosiego, con alma hizo la estera, la silla, pues el
Ipalnemohuani vino a disponer las cosas, vino a ordenar las cosas apaciblemente. Y en
verdad vino quizás a quedar sin aliento, realizó todo su esfuerzo por causa del agua, del
cerro. Vino a enfermarse frente a Nuestro Señor. No escondió sus manos ni sus pies.
Teocuicatl “Canto de dioses” o “Canto sacro”
Aamimitl icuic
(Códice Matritense del Palacio Real, fol. 277v)

Cotihuana cotihuana cali totochmanca huiya yya


timanico ohquixoa
nimanico tlacochcalico ohuaya yya yya
ma tonihca ya ma tonihcatico ohua yya ya
Zana zana ayo huehca nihuia
Zana zana yo huehca i nihuiya yya yya yehuayya
Zana zana yo huehca nihuiya
Ye necuilihua ya nihua ya nihua ya nihua ya a icanauh
nihua ya nihua ya nihua ya a icanauh
Tla ixtotoca ye canauhtzin in
tla ixtotoca ye canauhtzin in ayo aya yoaya
ye canauhtzin in.
Ahueya Itzipan a nomahuili ya
Ahueya Itzipan a nomahuili ya
Ahueya Itzipan a nomahuili ya
Canto de Aamimitl
(Traducción de Garibay)

…………………¿Casa de conejos? :
tú vienes a estar en la entrada,
yo vengo a estar en la armería
Párate allí, ven a pararte allí
Sólo, sólo, lejos soy enviado
Sólo, sólo, lejos soy enviado
Yo soy tomado; soy enviado, soy enviado a sus patos
Soy enviado, soy enviado a sus patos
Soy enviado, soy enviado a sus patos
Favor de seguir la pista: es su patito
favor de seguir la pista: es su patito
es su patito
Ah con la obsidiana me doy gusto
con la obsidiana me doy gusto
con la obsidiana me doy gusto
Canto de Aamimitl
(Traducción de Patrick Johansson)

Cotihuana cotihuana, vientre de la tierra huiya yya


tú viniste (a estar aquí)... salen al camino
yo vine (a estar aquí) en el patio del templo ohuaya yya yya
Párate ya, ven a pararte ohua yya ya
Sólo, sólo, ayo, lejos voy
Sólo, sólo, ayo, lejos voy yya yya yehuayya
Soy tomado Aya me elevo ya me elevo ya me elevo ya a
su pato
me elevo ya me elevo ya me elevo ya a
su pato
sigue a este pato
sigue a este pato ayo aya yoaya
a este pato
Ahueya sobre la obsidiana me doy gusto ya
Ahueya sobre la obsidiana me doy gusto ya
Ahueya sobre la obsidiana me doy gusto ya
Xochicuicatl “Canto florido”
(Cantares Mexicanos, folios 19v-20r)

Tonacaxochincuahuitl a on "La planta florida de nuestra carne


icac aya se yergue aya
A oncan ye moch ahuia a allá ye se deleita ahuia
onahuachtzeliuhticac aya se esparce el rocío aya
cuicatica ya on ceceliztica con cantos ya está reverdeciendo
onquetzalmiyahuayoticac aya se yerguen las espigas preciosas aya
Mexico ye nican aya ohuaya Aquí en México aya ohuaya

Zan ye itech on nemi En él vive


teocuitlacoyolian tototl el dorado ya pájaro- cascabel,
on cuica ya tlatohua Motecuhzoma in canta, habla Motecuhzoma.
on quetzalmiyahuayotícac aya se yerguen las espigas preciosas aya
In xochiayahuitl La niebla florida
onquiztoc yan ye onca o a está saliendo allá o a
onca ya icac yn xochincuahuitl donde se yergue el árbol florido aya a
oncan ye nemia a in quetzalyantototl donde vive el quetzal precioso,
mozouhtineni aya anda volando aya
moyectinemi aya bello es su vuelo aya

in tlacazo yehuatl Moteuczomatzin En verdad él es Motecuhzoma,


xochiahuachtica yan aya Con rocío florido yan aya
moyectitinenemi aa ohuaya ohuaya bello es su vuelo aa ohuaya ohuaya

Zan ye oncan o ohuaye y xochinquiapan Sólo ahí o ohuaye y


yehuan Dios huiya en tiempo lluvia florida,
ytlacuilolcalitic (está) él, Dios, huiya
oncan ya icac ah En su casa de pinturas;
yn xochinolinticatca ohuaya ohuaya Se yergue allí, ah
está en florido movimiento ohuaya ohuaya
Canto de las mujeres de Chalco

Intlatlalil chalca ic quimopapaquiltilico Composición de los chalcas, cuando vinieron a


in tlatohuani in Axayacatzin regocijar al rey Axayacatzin.
ca noço yehuatzin oquimmopehuilli in ma çan Él los conquistó como si fueran
cihuatzitzintin. mujercitas.

Toco tico tocoti, tocotico tocoti, tocotico tocoti Toco tico tocoti, tocotico tocoti tocotico tocoti

1. Xanmoquetzacan oo annicutzitzinhuan 1. Yérguense, ustedes, mis hermanitas menores


aye aye
tonhuian tonhuian tixochitemozque, he, vamos, vamos, buscaremos flores he
tonhuian tonhuian tixochitehtequizque, vamos, vamos cortaremos flores
nican mani a nican mani a Aquí están a aquí están a
tlachinolxochitl yn oo flores de la batalla oo
chimalli xochitl yn flores del escudo,
teihicolti, huel tetlamachti las que la gente desea, las que hacen feliz,
yaoxochitl ao ohuia las flores de guerra ao ohuia

2. Yectli yan xochitl yn yehuaya 2. Bellas son estas flores yehuaya


Ma nocpac xochiuh Con flores que estén sobre mí,
ma ic ninapana me vestiré.
Nepapan i(n) noxochiuh aya Variadas son mis flores aya
nichalcatl nicihuatl ahuay yao ohuaya Soy chalca, soy mujer ahuay yao ohuaya
3. Nicnehnequi xochitl, nicnenecon cuicatl 3. Anhelo las flores, anhelo los cantos,
aytzin in totzahuayan miedosito, en el lugar donde hilamos,
in toyeyeyan, o ohuaye el lugar de nuestro ser o ohuaye
noconeheuhtica ycuic in tlatohuani Axayacaton, elevo su canto al rey
nicxochimalina, nicxochilacatzohua oo ahuayao Axayacaton
ohuiya lo entretejo con flores, con flores lo enredo oo
ahuayao ohuiya

4.A iuhquin tlacuilolli yectli ya incuic, 4.Como una pintura es bello su canto
iuhquin huelic xochitl ahuiac a es como una flor sabrosa, fragante a
noyol quimati in tlalticpac ahuay yao ohuiya (así) lo siente mi corazón en la tierra
ahuay yao ohuiya

5.¿Tlen mach ypan nicmati motlatoltzin 5. ¿Cómo valoro tu palabra,


noyecoltzin tAxayacaton? mi amante, Axayacaton?
Tla noconahahuilti aylili aylilililih ii Le doy placer aylili aylililililih oo
olotzin ololo oyyaye ayyo etcétera a su olotito ololo oyyaye ayyo etcétera
ҫan nictocuilehuilia Yo sólo le levanto nuestro gusano
ҫan niquiquixhuia ho oo y lo hago estar recto ho oo
yee tla noconahuilti, etcétera Yee le doy placer.

Cotiti tototototo cotiti tototototo Cocoti tototototo cotiti tototototo


El albur en cantos eróticos nahuas prehispánicos
(Johansson, en Literaturas populares)
-La metáfora
Dilogía alburera
Una combinación de reorganización sintáctica y de dilogía puede determinar el sentido
erótico de una frase. Tal es el caso de una expresión contenida en el huehuecuícatl aquí
aducido:
Mamazohua moteuczomapil
“Extiende los brazos del pequeño Motecuzoma”

La alusión erótica a un “dedo”, en el micro contexto de esta expresión autoriza una


reorganización de las sílabas y consecuentemente de los morfemas presentes en
Moteuczomapil de manera distinta. El lexema pil(li) que remite al niño y en este contexto
se utiliza como morfema para denotar algo pequeño e insignificante (Moteuczomacito) y
ridiculizar a alguien, cambia de tenor semántico al unirse a ma y se vuelve mapil
(momapil “tu dedo”) se define entonces teuczo que podríamos traducir como “señorial”.
El sentido figurado erótico de esta expresión sería entonces “tiene erección tu dedito
señorial”.
Tlazohcamati
Gracias

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