1880 1916

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La consolidación del Estado argentino

En 1880, Julio Argentino Roca llegó a la presidencia de la Argentina con el objetivo de


consolidar el proyecto de las élites que habían llevado al gobierno a Sarmiento y
Avellaneda, y comenzaba su gobierno con novedades trascendentes. Gracias a la creación
del ejército nacional, los conflictos con los caudillos del interior habían finalizado y se había
desplazado a los pueblos originarios de las tierras consideradas necesarias para el
desarrollo del proyecto agroexportador. En adelante, los territorios controlados estuvieron
surcados por las dos innovaciones tecnológicas y comunicacionales que simbolizaban el
poder del Estado: el telégrafo y el ferrocarril. El país se encontraba más y mejor comunicado
para el traslado de mercaderías y materias primas, pero también para que los
representantes del Estado ejercieran un mejor control sobre las amplias extensiones
territoriales. Con estos avances, el puerto y la Ciudad de Buenos Aires se sentían más
cerca del interior del país que antes.

Por otro lado, la crisis económica mundial de 1873 había sido superada y se había iniciado
un nuevo ciclo de expansión económica. La inmigración aportaba la mano de obra
necesaria para las necesidades de la producción. Roca contó con el apoyo de la Liga de los
Gobernadores y del Ejército. Buscaba garantizar el crecimiento económico de la nación y,
para ello, consideraba que era necesario un estado fuerte que permitiera concretar los
objetivos resumidos en el lema de su gobierno “paz y administración”.

Como en los años anteriores, se recurrió al fraude y la violencia para garantizar el resultado
de las elecciones. Una vez consumadas, el Estado se apoyó en la élite y favoreció la
llegada de capitales extranjeros a través de inversiones y préstamos. También se realizaron
acuerdos sobre las fronteras con Chile, Brasil y Bolivia.

La creación del Registro Civil de las personas, el matrimonio civil y la Ley de Educación
Común con impronta laica, llevaron a la ruptura de relaciones con el Vaticano.

ECONOMÍA AGROEXPORTADORA

Entre 1880 y 1914 la economía Argentina creció basada en la exportación de productos


agropecuarios a Europa. En ese entonces, el principal destinatario de las materias primas
producidas localmente era Gran Bretaña que se mantenía como principal potencia industrial
a nivel mundial. La tendencia general de las exportaciones durante este periodo fue en alza.
La mayoría de los bienes que salían desde el puerto de Buenos Aires provenían de la
región pampeana: Entre Ríos, Santa Fe, el este de Córdoba, el norte de La Pampa y
Buenos Aires. Las demás provincias del interior del país, en cambio, tuvieron menos
oportunidades de colocar sus productos en el exterior, por lo que quedaron excluidos de los
beneficios del modelo económico.

En el corto plazo la inserción definitiva del país en el mercado mundial benefició


especialmente al sector terrateniente y a los comerciantes exportadores que componían la
oligarquía dominante que imponía sus intereses al resto de la sociedad.
INVERSIONES EXTRANJERAS

Los capitales extranjeros eran fundamentales para una economía que crecía, pero que no
contaba con la cantidad de dinero necesaria para afrontar inversiones de gran escala. Los
capitalistas más importantes de esta época en la región eran los ingleses y su principal
inversión fue el desarrollo de la actividad ferroviaria.

Los trenes eran necesarios para el traslado de ganado y cereales del campo hasta el puerto
donde eran despachadas las exportaciones. Existían cuatro redes ferroviarias: el Ferrocarril
Oeste, el Central, el Pacífico y el Sur. Entre 1890 y 1914 la extensión total de la red
ferroviaria, pasó de los 9000 km de vías a superar los 30000.

Otras inversiones se concentraron en la compra de estancias en la Patagonia y los bonos


públicos, créditos e hipotecas. En estas entidades financieras muchas veces también
participan los argentinos. En lo que respecta a inversiones en el sector industrial, las
primeras inversiones foráneas en el país se realizaron con capitales provenientes de
Francia, Alemania, Bélgica y Estados Unidos, que se sumaron a las primeras iniciativas
realizadas con capitales nacionales.

LA GENERACIÓN DEL 80

A partir de la presidencia de Roca, se fue formando un grupo de políticos, periodistas,


escritores que aportaron las bases ideológicas para el nuevo gobierno. Entre sus principales
representantes se encontraban Roca, Carlos Pellegrini, Manuel Quintana, Roque Saenz
Peña, que llegaron a ser presidentes. Algunos de ellos eran defensores del laicismo. Otros
además, como Ramos Mejia y Jose Ingenieros, difundieron el positivismo europeo en la
Argentina.

Defendían el liberalismo económico y la inserción de la Argentina en el mercado mundial


como proveedor de materias primas. Casi todos coincidían en mantener el poder en pocas
manos, por eso el régimen se lo calificó como “oligárquico”.

El grupo dirigente adhería en muchos aspectos al liberalismo: favorecían la apertura


económica y la innovación tecnológica, creían en el progreso y confrontaban con la iglesia.
Sin embargo en lo político eran conservadores ya que desconfiaban de la participación
popular en la política.

MECANISMOS DE CONTROL POLÍTICO

El Partido Autonomista Nacional (PAN) era una alianza de los principales políticos y
caudillos del interior, que incluía a la Liga de Gobernadores. Funcionaba como un partido
del Estado, sin campañas electorales ni afiliados que se limitaba a elegir a los candidatos
que iban a ganar las elecciones siguientes, para evitar sorpresas y conflictos.
FRAUDE: Una de las prácticas habituales era el robo de urnas, la repetición de votos en
diferentes mesas electorales o amenazas, aprovechando que el voto era cantado y aún no
existiía el cuarto oscuro. El fraude era organizado desde el Estado Nacional para garantizar
el triunfo del PAN.

INTERVENCION PROVINCIAL: Era un mecanismo establecido por la constitución para


casos de emergencia. El presidente depuso a varios gobernadores y los reemplazó por
funcionarios elegidos por él: los interventores. Estos gobernaban hasta nuevas elecciones
que aseguraran un resultado favorable al PAN.

Otro mecanismo fue el económico: Otorgamiento arbitrario de préstamos y subsidios del


gobierno nacional a las provincias que adherían al proyecto nacional.

UNICATO, CRISIS Y REVOLUCIÓN DEL PARQUE

En 1886 asume como presidente el cuñado de Roca, Miguel Juárez Celman. Una vez en el
poder, éste se confió de la solidez y estabilidad del sistema que presidía y comenzó a
abusar de su poder, desplazando a gobernadores arbitrariamente y enfrentándose con
dirigentes políticos importantes. Durante su presidencia, Juárez Celman incentivó el fraude
y la concentración de poder en el Ejecutivo. Esto llevó a que sus adversarios denominaran a
su Gobierno con el nombre de “unicato”, es decir, Gobierno de uno solo. En 1891 grave
crisis económica afectó al país. Entre sus principales causas se encontraban el
endeudamiento externo del Estado nacional y la caída de los precios internacionales de las
materias primas que exporta a la Argentina. Esta crisis afectó al crecimiento económico,
impacto en la capacidad de consumo de la población y produjo la quiebra de un gran
número de comercios y fábricas.

En 1890, el unicato de Juárez Celman había concentrado un gran poder. La situación


favorecía las transacciones ilegales y propiciaba la corrupción. Tanto el presidente como sus
aliados más cercanos utilizaban este poder para aprovecharse del aparato estatal en
beneficio de sus negocios privados. Así, recurren a la especulación de la compra y venta de
las tierras, las licitaciones arregladas, la privatización de los servicios públicos en beneficio
de empresarios cercanos al poder y el acceso preferencial a créditos otorgados por el
Banco Nación. Además, el vínculo estrecho entre los poderes Ejecutivo y judicial otorgaba
impunidad a los funcionarios y permitía que las prácticas corruptas se concentrarán en un
grupo reducido de personas.

La situación provocó la formación de un grupo político compuesto por dirigentes de distintas


facciones políticas, que repudiaban la corrupción e irresponsabilidad del Gobierno. En abril
de 1890, los disidentes se organizaron en torno a la Unión Cívica. Los líderes de la nueva
fuerza fueron Leandro N. Alem y Bartolomé Mitre, y contarán con la participación de otros
dirigentes importantes como Aristóbulo del Valle y Bernardo de Irigoyen.

El 26 de junio, los cívicos tomaron el Parque de artillería de la ciudad e iniciaron la


Revolución del Parque, un levantamiento contra el gobierno.
Si bien la revuelta fue vencida. La situación no alcanzó para sostener en su cargo a Juárez
Celman, cuya autoridad se vio debilitada. El 6 de agosto, el Presidente presentó su renuncia
ante el Congreso de la Nación. En su lugar asumió Carlos Pellegrini, que hasta el momento
había oficiado como Vicepresidente. Julio Argentino Roca se reunió con Bartolomé Mitre y
acordaron formar una lista conjunta entre el PAN y la Unión Civil. La decisión generó
descontento entre muchos de los integrantes de la nueva fuerza política, qué se sintieron
traicionados por Mitre, y decidieron separarse y formar un nuevo partido al que bautizaron
Unión Cívica Radical. Los radicales fueron liderados por Leandro N. Alem hasta su muerte
en 1896. La Unión Cívica liderada por Mitre pasó a llamarse Unión Cívica Nacional.

Luego, la UCR se levantaría en armas en 1893 y en 1905, ambos levantamientos fueron


sofocados por el gobierno nacional.

UNION CIVICA RADICAL

Luego del fracaso de la revolución de 1890, los radicales perdieron las elecciones de 1892.
Su posición no era buena e incluso había empeorado en 1896, cuando se suicidó el líder del
partido, Leandro N Alem. Debilitada la fuerza volvió a dividirse. El sector que respondía el
liderazgo de Bernardo Irigoyen se mostró dispuesto a aliarse nuevamente con Mitre, en
cambio, quienes seguían al sobrino de Alem, Hipólito Yrigoyen, se mostraron intransigentes.

Yrigoyen habia sido un maestro y policía. Vivía solo y muy pocas veces hacía declaraciones
públicas. Aún así consiguió popularidad y logró hacer crecer a la UCR, negándose a
participar en elecciones fraudulentas y recurriendo a rebeliones cívico militares. Por esa
forma de entender la política, Yrigoyen nunca presentó un programa partidario, un conjunto
de ideas o promesas electorales. Su único programa, decía, era la Constitución.

Durante este período de la UCR, procuró incorporar afiliados y movilizar a la ciudadanía.


Una de las maneras de convocar simpatizantes fue la creación de una red de comités de
barrio, en donde los líderes locales captaban adherentes a cambio de favores. También fue
importante el atractivo de las ideas políticas del yrigoyenismo que impulsó a una “moral
popular” que consideraba que el pueblo argentino, representado por él y la UCR, lucha por
la causa del bien. Los partidos opositores e incluso sus propios adversarios dentro de la
UCR eran considerados por él minorías mezquinas. Yrigoyen no alentó ningún diálogo con
estos grupos.

EL PARTIDO SOCIALISTA

En 1896 se fundó el Partido Socialista Obrero Argentino que integró a muchos de los
centros socialistas que ya funcionaban en Buenos Aires y en algunas ciudades del interior.
Su Presidente fue Juan B. Justo, que había participado como ayudante médico en la
Revolución del Parque. Lo acompañaron otros profesionales de clase media interesados en
representar políticamente a los trabajadores.

En 1904 consiguió su primer diputado, Alfredo Palacios, por el distrito de La Boca. De todas
maneras, el socialismo argentino tenía dificultades para crecer electoralmente. En primer
lugar, la mayoría de los trabajadores porteños eran extranjeros y no votaban a eso se
sumaba la dificultad de los socialistas para lograr apoyo entre los trabajadores rurales del
interior y el hecho de que el socialismo de Juan B. Justo era muy moderado y había
propuestas obras más revolucionarias, como las del anarquismo.

INMIGRACIÓN MASIVA

Una de las cuestiones que más preocupa a los políticos y letrados del siglo XIX era la falta
de correlación que había entre la enorme extensión territorial del país y la escasez de
personas que lo habitaban. Intelectuales como Echeverría, Alberti o Sarmiento
consideraban que la cuestión poblacional era fundamental para que el país pudiera
desarrollar su economía y modernizar como ocurrió en los países europeos. Además,
creían que la población originaria local no estaba preparada para trabajar de la misma
manera que lo hacían los europeos. Por eso era necesario promover e incentivar la llegada
del país de campesinos y trabajadores provenientes del Viejo Mundo, especialmente en los
países del norte de Europa.

Las políticas migratorias fomentadas por el Estado para alcanzar ese objetivo dieron
resultado en pocos años, hacia finales del siglo, el país se convirtió en uno de los
principales receptores de inmigrantes del mundo, junto a Estados Unidos, Canadá y Brasil.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, la sociedad Argentina experimentó una gran
transformación a partir de la llegada de inmigrantes europeos. Según el primer censo
nacional, Argentina tenía 1,830,214 habitantes en 1869. Hacia 1914 habían ingresado al
país 3.409.540 extranjeros, lo cual sumado al crecimiento vegetativo de la población local
que se produjo gracias a las mejores condiciones de vida, incrementó la población a
7.903.662 habitantes uno de cada 3 habitantes era extranjero.

Tanto la inmigración como el crecimiento poblacional se concentraron en la zona


agroexportadora del litoral, fundamentalmente en Buenos Aires y Santa Fe, donde se
ubicaba el 77% de la población. Algunas regiones del interior como Mendoza, Córdoba y
Tucumán también lograron crecer. Del otro extremo, en la Patagonia, habitaba soló el 1% de
la población nacional.

Otro efecto de la inmigración fue el aumento de la tasa de masculinidad de la población, ya


que la mayor parte de los inmigrantes eran hombres jóvenes que llegaban solos. Estos
provenían mayoritariamente de Europa, en especial de Italia. Si bien algunos lograron
instalarse como colonos agricultores, la mayor parte de ellos se empleaba de manera
temporal en el campo y buscaba sobrevivir el resto del año en las ciudades como albañiles,
vendedores, obreros o estibadores entre otros oficios también temporarios.

La inmigración modificó la vida urbana. En 1869 sólo un tercio de los argentinos vivía en
ciudades y en 1914 la población urbana representaba el 58% de la población. Como
consecuencia de ello, las ciudades crecieron y se modernizaron. Se construyeron plazas y
parques, edificios públicos, avenidas y teatros. Además, la cultura popular se transformó
casi completamente con los aportes inmigratorios. Valores, costumbres, creencias y hasta
símbolos extranjeros comenzaron a convivir con los nacionales e incluso a mezclarse.

SOCIALISTAS Y ANARQUISTAS

En las fábricas urbanas que surgieron a partir de la incipiente industrialización del trabajo,
principalmente obreros inmigrantes. Muchos de ellos se identificaban con las ideas
socialistas y anarquistas que habían conocido en Europa y difundieron en el país.

El Partido Socialista buscaba la defensa de los intereses de los trabajadores, el sufragio


universal y el fortalecimiento de las organizaciones de resistencia, como gremios y
sindicatos. También apoyó la jornada laboral de 8 horas, la regulación del trabajo de
mujeres y niños, la separación de la Iglesia del Estado, la educación laica, obligatoria y
gratuita hasta los 14 años y la disminución de aranceles aduaneros a los artículos
importados de consumo popular.

Los anarquistas se diferenciaban de los socialistas en que rechazaban la participación en


las elecciones y no creían que fuera necesario tomar el Estado y ejercer el control de sus
instituciones para consagrar el poder de los trabajadores. En cambio, proponían la acción
directa para debilitarlo y destruirlo. Algunos de ellos también se oponían a toda forma de
organización política y consideraban que la huelga general era el método más eficaz para
lograr sus objetivos de derrocar al orden capitalista.

ORGANIZACIONES SINDICALES

Desde fines del siglo XIX, los trabajadores estarían organizados por actividad en
asociaciones gremiales y desde 1890 intentaron crear una agrupación obrera que reuniera
los diferentes gremios. En 1901 se fundó la Federación Obrera Regional Argentina (FORA).
Con la participación de socialistas y anarquistas. Las divergencias entre ambas corrientes
hicieron que en 1902 los gremios socialistas se retiraran de la FORA y fundaron la Unión
General de los Trabajadores. (UGT) que en 1909 pasó a ser la Confederación Obrera
Regional Argentina (CORA).

Dentro del movimiento obrero comenzó a diferenciarse otra tendencia: el sindicalismo. Los
sindicalistas creían que el arma principal de la lucha obrera era la acción de los sindicatos y
recibieron el apoyo de los gremios más numerosos, como los obreros de los talleres
ferroviarios y los trabajadores portuarios. Como éstas estaban relacionadas con el comercio
y la exportación, los sindicalistas tuvieron una gran capacidad de negociación.

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