Zavala, Ed. - Teoría Literaria - 2 MB
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editor huésped
nnnnnnn
Presentación
El placer de leer
E
n la sección temática de la revista Ciencia que ofrecemos aquí, titulada “El
placer de leer”, se encuentran las respuestas que algunos de los investiga-
dores mexicanos de teoría literaria han encontrado a numerosas preguntas
relacionadas con el placer que produce la literatura.
La teoría literaria muestra con precisión por qué la forma en la que está escrito un
texto es tan importante o incluso más importante que su contenido.
Estudiar teoría literaria significa conocer cómo se usan las palabras en sus mani-
festaciones más efectivas, enriquecedoras y diversas, a las que llamamos literatura.
La teoría literaria sistematiza el conocimiento acumulado que ha sido produci-
do por muchas generaciones de lectores. Esto incluye las herramientas para la in-
terpretación textual y para estudiar los efectos que produce un texto en sus lectores.
También la teoría literaria permite construir el canon, lo que significa establecer
qué textos literarios son los que merecen ser conservados, estudiados y disfrutados
por las siguientes generaciones.
Este dosier contiene breves pero intensas invitaciones a la lectura del cuento
breve, la literatura fantástica, la narrativa policiaca, la literatura infantil y juvenil,
los juegos de palabras y los bestiarios imaginarios. También hay invitaciones a leer
textos muy breves (minificción), autorreferenciales (metaficción) o que dialogan
con otros textos (intertextualidad). Y algunos de estos materiales condensan pro-
puestas de carácter metateórico (sobre la narrativa en general y sobre lo fantástico
en particular).
Esperamos que estos materiales contribuyan a despertar el entusiasmo de los
lectores por la teoría literaria, que es una disciplina que debe su existencia al placer
de leer y que ocupa un lugar estratégico en el espacio de las humanidades.
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• Presentación. El placer de leer
El placer de leer
juegos de palabras
En el bar Queirolo, la letra A toda embriagada le gritó a la letra Z:
“¡Tú tan lejos y tan cerca en el azar!”
José Beltrán
La le c t u r a p u e d e s e r u n a f o r m a d e c o n o c i m i e n t o , p u e d e a y u d a r n o s
a e nc o nt r a r s o lu c i o ne s e n l a v i d a , t a m b i é n p u e d e se r u n a f o r m a d e
p la c e r y , e n a lg u na s o c a si o n e s f e l i c e s, p u e d e c o n j u n t a r t o d o : c o n o c i -
m i e nt o , a y u d a e n la b ú s q u e d a d e r e sp u e st a s v i t a l e s y p l a c e r .
H a y t e x t o s e s c r i t o s q u e j u e g a n c o n l a s p a l a b r a s, q u e i n v i t a n a q u i e n
le e a ju g a r , a d i v e r t i r s e , a se r f e l i z . E so s t e x t o s d e sp i e r t a n a so m b r o y
a le g r ía . A lg u na s v e c e s t a m b i é n t r a n sm i t e n c o n o c i m i e n t o s j u n t o c o n
f e li c i d a d .
H a y li b r o s , c o mo L a s v o c a l e s m a l d i t a s d e Ó sc a r d e l a B o r b o l l a ,
q u e ju e g a n c o n la s p a la b r a s d e p r i n c i p i o a f i n ; h a y o t r o s, c o m o v a r i o s
d e Co r t á z a r , q u e i nc lu y e n e n t r e su s p á g i n a s l o s j u e g o s d e p a l a b r a s.
E nt r e é s t o s p o d e mo s m e n c i o n a r : a b e c e g r a m a , a n a g r a m a , b i f r o n t e ,
c a la mb u r , c o nt r a p i é , c h a r a d a , d e r i v a c i ó n , d o b l e se n t i d o , e c o , e m p o -
t r e , f a ls o s d e r i v a d o s , g r e g u e r í a s, g l í g l i c o , h i p é r b o l e , h e t e r o g r a m a ,
i r o nía , ji t a njá f o r a s , li p o g r a m a s, m o n o v o c a l i sm o , o n o m a t o p e y a , p a l í n -
d r o m o , q u i a s mo , r e t r u éc a n o , sí n q u i si s, t a u t o g r a m a , v a c i l a c i o n e s, “y o
y a ” y z e u g ma .
8 c ie n c ia • octubre-diciembre de 2016
octubre-diciembre de 2016 • c iencia 9
El placer de leer
H
ay quienes juegan con balones, raquetas o (1990) define el concepto de juego como “una acción
bates y así ejercitan el cuerpo. Hay quienes u ocupación libre, que se desarrolla dentro de límites
juegan con naipes, dados o ruletas y así viven de tiempo y espacio determinados, según reglas obliga-
el vértigo del azar. Hay quienes juegan con torias, aunque libremente aceptadas, acción que tiene
serpientes y escaleras, ocas o memoramas y así convi- su fin en sí misma y va acompañada de un sentimiento
ven con amigos o en familia. Y hay quienes juegan con de tensión y alegría, así como de la conciencia de que
palabras y así disfrutan y proporcionan dicha a quienes mientras se juega, la vida cotidiana es diferente”.
gozamos con abecegramas, calambures y palíndromos. Veremos ahora cómo algunos autores han escrito
Veremos aquí algunos textos con divertidos juegos poemas o textos en prosa jugando con las palabras, y
de palabras que nos han regalado para nuestro deleite cómo, en esos textos, las palabras juegan, brincan, sal-
autores que al escribir juegan y nos invitan a jugar al tan, se acomodan de manera distinta a la habitual, se
leer. Pero antes disfrutemos un poco recordando la im- repiten, se abrazan, se repelen, se encuentran. En oca-
portancia del juego en nuestra vida. siones, se dividen y mezclan sus partes unas con otras
En su célebre trabajo seminal de 1938, Homo lu- (este juego se llama trabucación).
dens, Johan Huizinga analizó la significación del juego
como fenómeno cultural y actividad humana esencial.
Insistió en que el ser humano no sólo debe concebir- 2.
se como Homo sapiens, como sujeto de razón, o como Por ejemplo, el escritor madrileño Juan Pérez Zúñi-
Homo faber, es decir, como quien transforma median- ga, cuya razón de ser, según Miguel Mihura, consistía
te el trabajo la naturaleza, sino también como Homo en inventar un nuevo mundo, alegre, cordial e invero-
10 c ie n c ia • octubre-diciembre de 2016
• El placer de leer juegos de palabras
símil, creó textos divertidísimos: leerlos es un placer. Unos parecen haber sido ideados por mafiosos: “so-
Conoció a fondo muchos de los recursos cómicos. Uno metamos o matemos”, “severo revés”, “la turba brutal”,
de éstos, que él empleó con cierta frecuencia, tiene que “Onís es asesino”. Otros son de la vida cotidiana: “a
ver con escribir las palabras en desorden, apartándose Mercedes ése de crema”, “así mal oirá sor Rosario la
de las reglas de la sintaxis. Este desorden es causado misa”, “échele leche”, “ella te dará detalle”, “eso lo dirá
por la turbación emocional que se supone en el narra- mi marido, lo sé”, “Isaac no ronca así”, “le avisará Sara
dor (siempre en primera persona), quien nos refiere un si va él”, “no traces en ese cartón”, “saca tú butacas”,
hecho del que ha sido testigo y que le ha impresionado “sor Rebeca hace berros”. Algunos parecen referirse a
hasta el punto que, al tratar de contarlo, la excitación la realidad del país: “amargor pleno con el programa”,
emotiva que padece lo lleva a alterar el orden lógico “la moral, claro, mal”, “la tele letal”. Otros aluden al
de las palabras de su relato hasta el extremo de que el amor, al deseo o a la necesidad de cariño: “ese bello
suceso, generalmente serio y a veces trágico, se vuelve sol le bese”, “Eva usaba rímel y le miraba suave”, “a ése
cómico. Algunos títulos de esos relatos son: “Ramón desea”, “¡ámame, mamá!”, “a mí me mima”, “a mamá,
por don Funeral”, “El hijo de mi bautizo”, “Terrible Roma le aviva el amor a papá y a papá, Roma le aviva
Marcos en la calle de San Fuego”, etcétera. Estos tí- el amor a mamá”, “Ana mis ojos imana”, “así le ama
tulos, como los dos párrafos que citaré a continua- Elisa”, “así revelará su amada dama usar aleve risa”.
ción, logran un efecto divertido y quien los lee puede Además hay palíndromos poéticos: “Ema da luz azul a
hacer el ejercicio mental de ordenar las palabras en Dante”, “soñar ópalos, sola, por años”, “amé Oporto:
el orden habitual. Así, los títulos mencionados que- otro poema”, “Roma le da té o pan a poeta del amor”,
darían: “Funeral por don Ramón”, “El bautizo de mi “¿así versos revisa?”, “ser olfato, gota, flores”, “asirnos al
hijo”, y el último, al que pertenecen los dos párrafos
que leerás enseguida: “Terrible fuego en la calle de San
Marcos”.
3.
Otro juego de palabras sorprendente y divertido es
el palíndromo. Los palíndromos son palabras o frases
que se leen igual de izquierda a derecha que de derecha
a izquierda. Despiertan tanta fascinación que saber de
ellos y querer crear alguno(s) es un impulso frecuente.
amor aroma la sonrisa”. También hay palíndromos que Blanca y Adán aman la danza. Van al palmar, allá
aluden al juego, de azar o de futbol: “sale el as”, “lograr cantan, danzan: cancán, chachachá, samba, lambada.
gol”, “logra Casillas allí sacar gol”. Arman la pachanga, la bachata, la jarana, la parranda.
La dálmata llamada Alma ladra.
Alán y Ana van a la sala clara, Ana abraza a Alán,
4. pasan a la cama, tras la mampara, tapan la pantalla a
Veremos ahora otro juego de palabras que propicia la lámpara, apartan las mantas, aplanan las sábanas.
el placer y la felicidad al leer. Se llama monovocalismo Ana saca la falda, la faja, las bragas; Alán, la chamarra,
y, como su nombre indica, consiste en escribir textos la casaca, la tanga. Ana palpa a Alán. Para acá, para allá,
con una sola vocal. Uno de los logros más grandes en para atrás, hasta agrandarla. Alán aclama a la agasajada
este terreno es del escritor mexicano Óscar de la Bor- Ana, palpa, apalanca, afana. Para acá, para allá. Llamara-
bolla, autor de Las vocales malditas, libro propiciador de da. Al acabar: catarata, cascada, alabanza a Alá.
asombro y diversión.
Leerás ahora un texto monovocálico escrito por la
autora de este artículo: 5.
Hay una frase de la escritora argentina Olga Oso-
Amar al acampar rio que siempre me ha encantado: “Leer para abrir los
Alán habla a Marta, a Ana, a Blanca: vayan a la playa, ojos al mundo, al ser, a lo maravilloso.” Yo agregaría que
a Málaga, a La Habana, al mar. Ana aclara: ama la ca- también podemos leer para divertirnos, para reír, y eso
baña, las amapas malvas, las jacarandas anaranjadas, la se logra con diversos tipos de textos, entre ellos los poe-
lavanda. mas, minificciones, cuentos y novelas que se constru-
Para acampar, la amada Ana –falda blanca, arra- yen en parte o en todo a partir de jugar con las palabras.
cadas amanzanadas– nada avara, arma cajas, canastas.
Halla pan, caña, calamar, pasas, pasta, garbanzas, habas,
alcaparras, algas, fabada, papayas, calabazas, manzanas, Fr ases si gni fi cati vas
naranjas, granadas, nata, mazapán; para la salsa para la
lasaña: albahaca, azafrán. Al alcanzar la cabaña, la casa La lectura debe ser una forma de felicidad.
amada, la grata Blanca arma: camas, hamacas. Al alba, Jorge Luis Borges
Marta martaja la masa para la tarta. Cada mañana, Alba
asa a las brasas garnachas, patatas, castañas caras al pa- ¿Qué cosa más dulce hay que estar tratando todos los días
ladar; gambas a la plancha, al acabar, apaga la llama. con los hombres más racionales y sabios que tuviesen los
Ablanda al flan. Garrafas, jarras, naranjada, champán, siglos todos, como se logra en el manejo de los libros?
cachaza. Crack. Feijóo
12 c ie n c ia • octubre-diciembre de 2016
• El placer de leer juegos de palabras
Lectur as r ecomendadas
Mediante la lectura nos hacemos contemporáneos de to- Alfaro, Héctor Guillermo (2007), “El placer de la lectura”,
dos los hombres y ciudadanos de todos los países. Biblioteca Universitaria, 10(1):3-19.
Antoine Houdar de la Motte Argüelles, Juan Domingo (2012), Lectoras, México, Edicio-
nes B.
Borbolla, Óscar de la (2003), Las vocales malditas, México,
Sentarse tranquilamente bajo la luz de una lámpara con Imagen.
un libro abierto entre las manos, y conversar tranquila- Huizinga, Johan (1990), Homo ludens, Madrid, Alianza-
mente con los hombres de otras generaciones, es un pla- Emecé.
cer que traspasa los límites de lo imaginable. Pennac, Daniel (2003), Como una novela, Barcelona, Ana-
grama.
Elizabeth Barrett Browning
Petit, Michelle (2001), Lecturas: del espacio íntimo al espacio
público, México, Fondo de Cultura Económica.
¡Cuántas veces la lectura de un libro ha sido la encruci- Shúa, Ana María (2002), Libros prohibidos, Buenos Aires,
jada que ha cambiado de curso la vida de una persona! Sudamericana.
Henry David Thoreau
A
todos nos gusta que nos cuenten historias. Y todos somos narradores.
Pero algunos somos narratólogos y nos preguntamos: ¿qué es una buena
historia? Más aún: ¿qué es una historia?
¿Qué tienen en común las historias que vemos en el cine, las que lee-
mos en una novela, un cuento o una minificción, y las que disfrutamos en el teatro,
en una historieta o en una conversación?
¿Qué respuestas ofrece la narratología a estas preguntas?
La clave de toda narración se encuentra en un par de elementos fundamentales,
ligados a la condición humana: una secuencia lógica (Nachschlag) y una secuencia
cronológica (Vorschlag). La primera está definida por relaciones de causa y efecto.
La segunda se define por relaciones de antes y después. Toda la experiencia huma-
na está contenida en estos principios universales.
Y, sin embargo, no todas las historias son iguales. Algunas siguen un orden lógi-
co y cronológico. A estas historias las llamamos clásicas, y suelen estar organizadas
siguiendo reglas genéricas. Tienen un orden claro y utilizan un lenguaje didáctico,
accesible y con frecuencia entretenido. Y siempre terminan con una sorpresa, don-
de se revela el sentido de la historia.
¿Ejemplos? La Odisea y la Ilíada; las parábolas místicas, desde las bíblicas hasta
las budistas y sufís; los cuentos para niños; las novelas decimonónicas; los cuentos
fantásticos del canon francés; las películas de la Época de Oro (años 1930 a 1950);
Hitchcock; Vargas Llosa; Benedetti; los cuentos mexicanos de inicios del siglo XX
y sus herederos (Reyes, Azuela, Valadés, Zepeda, Revueltas); Tolkien, Rowling,
Bradbury; casi todo Chéjov.
14 c ie n c ia • octubre-diciembre de 2016
octubre-diciembre de 2016 • ciencia 15
El placer de leer
Otras historias se alejan de este orden. Pueden em- La creación de una teoría literaria se sustenta en
pezar en cualquier momento de la secuencia y crean su una tipología universal. La tipología que presento aquí,
propia lógica. Son narraciones experimentales. A estas y que he desarrollado en varios libros, permite estudiar
historias las llamamos modernas, y suelen ser extrañas, cualquier narración. Veamos algunos casos particula-
únicas, irrepetibles. Exigen que el lector desaprenda lo res, que pueden tener interés general.
que aprendió al leer las historias clásicas, y que desen- La película O es una versión de Otelo, de Shakes-
trañe un sentido oculto, misterioso, confuso. En estas peare, donde el protagonista ya no es un árabe de piel
historias el final queda abierto o hay más de un final. oscura, sino un jugador de basquetbol negro en una
¿Ejemplos? Franz Kafka; las nuevas olas y el cine universidad estadounidense. Pero los celos siguen sien-
de autor; el nouveau roman francés. En México, la na- do el origen de la tragedia que él mismo termina pro-
rrativa intimista del medio siglo (Fuentes, Arredondo, duciendo.
García Ponce, Garro). El realismo mágico, la narrativa El volumen 99 Ways to Tell a Story. Exercises in Style,
barroca y otras vanguardias: Rulfo, García Márquez, del dibujante Matt Madden, es la versión gráfica de una
Asturias, Carpentier, Luis Rafael Sánchez. Las novelas misma historia trivial, contada de 99 formas distintas,
de Cortázar. cada una de ellas en una página, como un homenaje al
En los últimos 50 años se ha creado un tercer tipo libro Ejercicios de estilo, de Raymond Queneau.
de historia, en la que se yuxtaponen las dos formas an- El escritor mexicano Edmundo Valadés creó y diri-
teriores (clásica y moderna). A estas historias paradó- gió la revista El cuento durante 35 años, de 1964 a 1989.
jicas las llamamos posmodernas, y suelen ser irónicas y En los más de 150 números publicados en formato de
lúdicas. Con frecuencia tratan sobre el proceso de leer libro se seleccionaron más de 2 000 cuentos canónicos
o escribir. El lector debe convertirse en un cómplice de todo el mundo. Estos cuentos y otros materiales de
de la escritura para disfrutar sus propuestas narrativas. la revista están disponibles en formato digital, como un
En estas historias el final es un simulacro de revelación. homenaje al centenario del nacimiento de Valadés, en
¿Ejemplos? Todo Borges. Los cuentos de Cortázar. el sitio de acceso gratuito: <www.elcuentorevistadelai-
Barthelme. Woody Allen, Christopher Nolan, Amélie. maginacion.org/reservacion/index.php>.
Salvador Elizondo, José Emilio Pacheco, Fernando del The Adventures of Hergé es una biografía del dibu-
Paso. La minificción híbrida y metaficcional: Galeano, jante creador del personaje Tin Tin. Esta biografía,
Britto, Shua, Guedea, Luisa Valenzuela, Dina Grijalva. elaborada en el mismo estilo de los dibujos de Hergé,
Las relecturas irónicas de Ovidio, Cervantes y Shakes- presenta la vida del dibujante como una aventura de
peare. La narrativa infantil más irreverente y lúdica. espionaje típica del personaje creado por él mismo.
Las biografías ficcionalizadas y los documentales con- The Postmodern Bible es un volumen colectivo pro-
tados como si fueran ficción. ducido por un grupo de investigadores de la Universi-
16 c ie n c ia • octubre-diciembre de 2016
• Sobre el placer de leer historias
El sistema de lo fantástico:
la quintaesencia de la literatura
Lo f a nt á s t i c o no e s u n c o n j u n t o d e m a n i f e st a c i o n e s l i t e r a r i a s e sp o r á -
d i c a s . Su s r e g i s t r o s ( c u e n t o s, n o v e l a s) c o m p a r t e n “r e g l a s” d e o p e r a -
c i ó n i nt e g r a d a s e n u n sistema , e s d e c i r , u n c o n j u n t o d e e l e m e n t o s q u e
o p e r a n d e f o r m a e s t a b le e i d e n t i f i c a b l e . E l si st e m a d e l o f a n t á st i c o su -
g i e r e u na “ e s t r a t e g i a ” p a r a c r e a r d i c h o e f e c t o , r e v e l a n d o u n a concien-
cia , u na h i s t o r i a y u na e v o l u c i ó n . L o f a n t á st i c o d r a m a t i z a e l c h o q u e d e
lo s e le m e nt o s d e t o d a li t e r a t u r a : l o r e a l y l o i m a g i n a r i o , e sc e n i f i c a l a
i r r u p c i ó n d e lo i ns ó li t o e n e l se n o d e l o f a m i l i a r .
18 c ie n c ia • octubre-diciembre de 2016
E
ntre las aportaciones más importantes que el teórico búlgaro Tzvetan Todo-
rov hizo a los estudios de la literatura fantástica, se encuentra su apreciación
de que en el choque entre lo que consideramos “real” y lo que la sociedad
codifica como “imposible” se encuentra la quintaesencia de la literatura. Así,
en la literatura fantástica la tensión del límite entre lo real y lo irreal, función de
todo lo literario, “se convierte en su centro explícito”, como lo señala en su libro
Introducción a la literatura fantástica que, sin embargo, tiene varias limitaciones.
Para Todorov, lo importante es centrar el registro de lo fantástico en la capa-
cidad que tenga el lector para reaccionar ante la “vacilación” que causa el fenóme-
no de lo fantástico. En los últimos años dicha postura ha sido confrontada. Teóricos
como Mery Erdal Jordan, Víctor Bravo, Ignacio Soldevilla, Antón Risco, David
Roas, Jean Bellemin-Nöel, Ana María Barrenechea, Rosemary Jackson, Nancy
Kason o Alfonso de Toro se dieron a la tarea de profundizar en ello, centrándose
más en su estrategia de construcción que en la “instancia de recepción” del lector.
El investigador Daniel Altamiranda también ha señalado en su artículo “Campo
designativo de la expresión ‘literatura fantástica’ ” que el problema de la posición
2 0 c ie n c ia • octubre-diciembre de 2016
• Sobre el placer de leer historias
Elemento Elemento
Elemento
estable-cotidiano- sobrenatural-extraño
lo Mismo-estado estable-cotidiano- vs.
lo Mismo lo Otro
psicológico no alterado
• Los elementos,
vs. real sobrenatural,
oscila
Elemento • Son itinerantes
sobrenatural-extraño
lo Otro
El fantástico posmoderno constituye un simulacro,
ya sea de alguno de sus elementos constitutivos
(Subyace y emerge) (lo real o lo sobrenatural) o de todo el sistema
fantástico.
guraría su paradigma clásico, no es su consolidación. zar, otro escritor del fantástico moderno, logra “que la
Ésta vendría 133 años después, con Drácula, de Bram anormalidad se convierta en hábito”, como dice Flora
Stoker. Bottom.
Publicada en Inglaterra en 1897, Drácula desplie- Grandes bloques de la literatura del siglo XX abre-
ga un mundo cotidiano. Es un mundo donde Jonathan varon de esta estrategia. El realismo mágico latinoa-
Harker y su esposa Mina representan el naturalismo mericano fue uno de ellos. En Cien años de soledad
social de ese siglo, pero en el que un ente externo, un de Gabriel García Márquez alguien se eleva por los
vampiro que representa lo desconocido, lo demoniaco aires al igual que un hombre amanece convertido en
y lo sobrenatural, amenaza con devastarlo. En Drácula un insecto.
la irrupción es insólita, insoportable. Jorge Luis Borges genera otro paradigma: el del
El rompimiento de este paradigma sobrevendría simulacro. Alfonso de Toro considera que éste “hace
con Franz Kafka. En La metamorfosis, el hecho extraor- como si estuviese tratando el género fantástico”.
dinario –el hombre convertido en insecto– no susci- Ricardo Piglia señala que Borges ostenta una poética
ta asombro en los personajes ni en el lector, como en de la falsificación. En él, observa Samuel Cabanchik,
los cuentos de hadas o en los sueños. Al contrario, “la teología, la filosofía, la lingüística y todo lo que
en lo fantástico moderno lo insólito se tematiza. Cortá- en ellos parece como saber especializado se vuelve li-
teratura, pierde su esencia y adquiere la de la ficción,
torna a ser parte y contenido de una fantasía litera-
ria...”, como lo escribió en Introducciones a la filosofía.
En lo fantástico posmoderno se simula no sólo el polo
real sino el sobrenatural; y más aún, la totalidad del
sistema fantástico. Esto es: lo fantástico posmoderno
es también un metafantástico, donde se juega con las
reglas que integran su sistema, hasta el grado de simu-
lar el fenómeno fantástico para demostrar su artificio.
Mediante dicho simulacro, Borges debilita la idea de
“realidad”, al mirarla como una “obra de procedimien-
tos lingüísticos explícitamente desarrollados”, es decir,
sólo producto del lenguaje.
Y no sólo eso. Borges relativiza “los valores supre-
mos” del epistème occidental: la filosofía y la religión.
Como lo aseguró en una entrevista publicada en 1980:
2 2 c ie n c ia • octubre-diciembre de 2016
• Sobre el placer de leer historias
El placer de leer
narrativa policiaca
La p r e s e nt e c o la b o r a c i ó n e s u n a c r o n o l o g í a d e c ó m o se a p r o x i m ó e l
a u t o r a la na r r a t i v a p o li c i a l . E x p o n e , a d e m á s, a l g u n o s a t r a c t i v o s q u e
e nc u e nt r a e n e lla y s u g i e r e a l g u n a s d e l a s o b r a s m á s r e p u t a d a s y ú t i l e s
p a r a a c e r c a r s e a l g é ne r o .
E
l hermoso cuento “El caballo de coral”, del cubano Onelio Jorge Cardoso,
dice que el hombre siempre tiene dos hambres: la de bienes materiales y la
de alimentos intelectuales. Desgraciadamente, muchos se hartan de cosas
que se miden y se pesan, pero están anémicos de los bienes culturales que
entrañan un conocimiento del mundo, de las cosas y de los seres humanos. No
procuran un alimento que regala placer intelectual.
Las campañas gubernamentales que ordenan leer una cantidad de minutos dia-
rios están destinadas al fracaso porque ponen el mensaje en boca de cantantes y
actores que todo mundo sabe que no leen ni en defensa propia. Si se manejara la
lectura como una fuente de placer, otro gallo podría cantar para los mexicanos.
El placer de leer lo tengo sobradamente comprobado, pero además debo decir
que me he ganado la vida enseñando a leer (sin metáfora, porque fui profesor de
educación primaria), fomentando la lectura e impartiendo cursos especializados
de lecturas mexicanas y latinoamericanas.
2 4 c ie n c ia • octubre-diciembre de 2016
Leer textos policiacos se convirtió para mí en una verdadera aventura detec-
tivesca y pude comprobar cuánta razón hay en el adagio “el autor no elige sus
temas; son los temas quienes lo eligen a él”. Quizá pudiera hablar de destino si
consentimos, con el poeta español José María Álvarez, que “el azar es una oscura
servidumbre”. O si suscribimos la frase de Borges: “Y todo encuentro casual era
una cita.”
Empecé a escribir recensiones de libros en 1979, en la revista Tiempo. Com-
praba para reseñar los libros que eran de mi interés, pero también, con el pretexto
de la colaboración semanal, iba llenando los huecos que ostentaba al terminar una
licenciatura en Letras Hispánicas. Y un buen día, en unos almacenes que vendían
ropa, aparecieron unas mesas colmadas con los saldos de las novelas policiacas que
había publicado la editorial Bruguera en España.
Entusiasmado por sus cuartas de forros, que en aquellos tiempos eran confiables
y no los mentideros en que hoy las tienen convertidas las editoriales comerciales, leí
novelas de Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Chester Himes, Jim Thomp-
son, Horace McCoy, Leonardo Sciascia, Giorgio Scerbanenco y Boris Vian, entre
las que recuerdo. Ignoraba que las mesas de Almacenes García me habían regalado
(sin metáfora, porque eran libros baratísimos) el conocimiento de los clásicos del
género policial en sus dos vertientes: la de enigma y la negra. Tampoco sabía en
aquel momento que la segunda es el relato detectivesco taba encandilado por el enigma de los primeros y la
que pone el acento en las condiciones sociales. calidad de la prosa de los segundos, con sus diálo-
Para la década de 1980 ya era cliente frecuente de gos relampagueantes y el fasto social que prodigaban
las librerías de viejo desperdigadas por Avenida Hidal- los estadounidenses.
go, Donceles, San Juan de Letrán (todavía no se llama- En aquella época no advertía la diferencia que los
ba Eje Central) y Santa María la Redonda, a un costado manuales hacían entre literatura de enigma y novela
de la plaza de Garibaldi. Junto a un teatro de burlesque negra, pero no me importaba porque yo ya había ele-
había un galerón con saldos de Tor, Siglo Veintiuno y gido la literatura detectivesca dura, de planteamiento
El Séptimo Círculo, que hacía Borges con sus amigos social y artístico, porque el relato de enigma ajedrecís-
y también con su señora madre, quien tradujo varios tico me parecía limitado. La novela negra era más que
libros para la colección. Milagrosamente llegaron tam- un relato de enigma, porque entregaba las historias de
bién los libros del Centro Editor de América Latina, seres patibularios y apabullados por la vida. Tiempo
con sus beneméritas antologías. después, cotejando fechas de publicación, descubrí que
Me sucedió lo que al burro que tocó la flauta, por- el relato de enigma no había evolucionado hasta ser
que de la noche a la mañana me vi dueño del saber de novela negra, como algunos decían, sino que los dos ti-
los clásicos del género: desde los narradores de puro pos de novela habían sido contemporáneos y cada uno
enigma tipo Conan Doyle y Agatha Christie, hasta los había encontrado su público lector.
duros estadounidenses, y algunos destacados autores Vino después un momento de exquisitez cuando
sudamericanos como Borges, Bioy Casares, Victoria empecé a leer, en las bellas ediciones de Alianza Edi-
Ocampo, Enrique Amorim y Adolfo Pérez Zelaschi. torial, a los autores que yo ya conocía. Y se dio el en-
Leí de todo, incluso a Georges Simenon, porque es- contronazo con las famosas antologías de Borges y Bioy
Casares, junto con los casos de don Isidro Parodi, que
Borges y Bioy firmaron con el seudónimo de Hono-
rio Bustos Domecq. Hoy mi afición por este tipo de
obras ha seguido un proceso inverso, porque atesoro las
ediciones rústicas que voy encontrando de libros que
se publicaron hace muchos años en México, España,
Chile y Argentina. Gracias a la lectura de la novela
negra italiana y estadounidense nunca pude suscribir
la estrambótica declaración de Ricardo Garibay, quien
definió la novela policiaca como una adivinanza para
idiotas que dura 200 páginas. Y esto fue todavía me-
nos posible después de haber leído los ensayos sobre
el género que escribieron autores tan admirados como
Alfonso Reyes y Somerset Maugham.
Pues bien, mis hallazgos de los clásicos del enigma y
del relato duro fueron muy gratos por las piruetas inte-
lectuales de los primeros y el exotismo de algunas obras
de Christie; pero me anclé en Hammett, Chandler y
compañía porque topé con libros que no conocían los
tiempos muertos y mostraban una sociedad corrupta,
ajena al jardín ordenado con que siempre había visto
aludida la sociedad estadounidense. Además, la violen-
cia racial que señorea el mundo negro quedaba expues-
ta con brutalidad y engendraba personajes complejos
2 6 c ie n c ia • octubre-diciembre de 2016
• El placer de leer narrativa policiaca
El placer de leer
minificciones
El horror por las explicaciones y amplificaciones
me parece la más preciosa de las virtudes literarias.
Julio Torri, Tres libros
L a m i ni fi c c i ó n es un t ex t o b r e v e qu e p o se e c a r a c t e r í st i c a s e st é t i c a s
pa rt i c ul a res y no s ó l o c u e n t a u n a h i st o r i a . P a r a l a l i t e r a t u r a m e x i-
c a na , l a fi g ura rel ev a nt e e n m i n i f i c c i ó n e s E d m u n d o Va l a d é s y su
rev i s t a E l c u e n to. R e v i s ta d e l a i m a g i n a ci ó n , qu e su r gi ó e n l a d é c a d a d e
l o s s es ent a del s i g l o XX . L a c o n st r u c c i ó n d e m i n i f i c c i o n e s a t r a v é s
de s u es t ruc t ura po t en t e y c o n c i sa a y u d a e n l a p r o m o c i ó n y d i f u -
s i ó n de l a l ec t ura en t o d o s l o s n i v e l e s. L a m i n i f i c c i ó n c o n st i t u y e
un ret o pa ra l a m ent e d e l l e c t o r , y p o r e so r e su l t a a p a si o n a n t e .
I nt ernet h a pro m o v i do l a l e c t u r a y d i f u si ó n d e m i n i f i c c i o n e s e n
t i em po s rea l es , m a s no t o d o l o b r e v e (T w i t t e r ) d e b e se r c o n si d e r a-
do m i ni fi c c i ó n.
L
as últimas dos décadas han sido pródigas en el terreno de la producción
narrativa literaria. Sin embargo, en lo concerniente a la brevedad, la joya
de la corona le corresponde al género de la minificción, el cual ha logrado
consolidarse en el gusto de lectores de todas las edades y nacionalidades. El
escritor venezolano Armando José Sequera, en su texto “Narrativa del relámpa-
go”, adelanta una definición: “Un minicuento es un microcosmos, una partícula
elemental de acción, un cuanto narrativo. Su fugacidad, como la de la vida, lo
aproxima al verso, a la imagen fotográfica, a la nota musical.”
Al día de hoy, los teóricos y estudiosos no logran ponerse de acuerdo en su no-
menclatura: minificción, minicuento, minitexto, entre otros. En lo que la mayoría
coincide es en que se trata de un texto que no excede una cuartilla de extensión,
generalmente, cuya esencia es narrativa, es decir, relata un suceso, y por lo mismo,
elegir las palabras que lo constituyen es una tarea ardua para quien lo escribe. Ela-
borar una minificción elegante es cuestión de tiempo y cuidado invertidos en la
elección de palabras que logren contundencia y provoquen en el lector el efecto
deseado: sorpresa, una sonrisa inteligente, desconcierto, pero sobre todo: gozo.
“Cuenta atrás”
Ángel Olgoso
“Cuento de horror”
Juan José Arreola
3 0 c ie n c ia • octubre-diciembre de 2016
• El placer de leer minificciones
leer escritores españoles excelentes, como Ángel Olgo- en más de una ocasión y descubrir la maravilla intrín-
so, José María Merino o Isabel Mellado y tantos otros seca que poseen.
nacidos en nuestro continente que la nómina podría
abarcar cuartillas enteras, por ejemplo, Lilián Elphick,
Luisa Valenzuela, Mario Levrero, Jairo Aníbal Niño y La l i ber tad de l os l í mi tes
Andrés Neuman. La lectura, cuando se hace a conciencia, contiene
Es un hecho que las antologías contribuyen de ma- un enorme poder de liberación. En esta época de nove-
nera poderosa y definitiva a construir horizontes de lones monstruosos y best-sellers, la minificción parece
lecturas minificcionales. Asimismo, los escritores cada ser “la muñeca fea” de la literatura poco leída, menos
vez se acercan más a los curiosos e interesados lectores apreciada. Sin embargo, su enorme capacidad liberado-
con el fin de mantener intercambios y recoger impre- ra en muy pocas palabras consigue en los lectores más
siones de primera mano sobre sus brevedades. La tec- necios sonrisas amables, reflexiones e investigaciones
nología, a través de blogs, Twitter y páginas específicas sinceras y conmover corazones recios, lo sé porque lo
destinadas a promover el género, contribuye poderosa- he visto. Sirvan estas últimas palabras como invitación
mente a la lectura pronta y logra ponernos al día con a leer estas piezas complejas y riquísimas a la vez:
las novedades, concursos y convocatorias.
Estoy a favor de la difusión y promoción de la lectura Un relámpago dura menos de un segundo, pero puede
a través de la minificción porque he podido constatar enceguecer, puede producir una impresión que dure toda
que funciona, no sólo en el ámbito académico, la es- una vida.
cuela y las universidades. La naturaleza flexible, breve
y mágica de estas brevedades (cuando están bien cons- Armando José Sequera,
truidas) provoca que personas que nunca se habían “La narrativa del relámpago”
detenido a leer una novela, ni siquiera un cuento o in-
cluso el periódico, se involucren en los finales abiertos,
se sorprendan por los giros inesperados de la historia, se Lucila Herrera Sánchez es maestrante en Letras Mexicanas por
conmuevan por los finales epifánicos o suelten una so- la Universidad Nacional Autónoma de México, donde actualmente
nora carcajada. Es curioso descubrir cómo narraciones imparte clases sobre minificción, microrrelato y otras brevedades
con tintes poéticos atrapan a quien lee o escucha los en la Facultad de Filosofía y Letras. Desde hace cinco años está al
textos: frente del Seminario de Análisis y Estudios sobre Minificción, espa-
cio único en el ámbito académico mexicano. Escribe su tesis sobre
“Arañas y mariposas 3” minificción mexicana e intertextualidad en los siglos XX y XXI .
Espido Freire lucilaherrera@hotmail.com
El placer de leer
metaficción
El pres ent e a rt í c ul o b us c a d e f i n i r l o s t é r m i n o s f i cci ó n y m e t a f i cci ó n ,
pa ra dem o s t ra r q ue l a ge n i a l i d a d d e é st o s r a d i c a e n l a t e n si ó n qu e
pro duc en c o n l a rea l i da d , y c ó m o l o s l í m i t e s a l r e d e d o r d e é st a so n
b o rro s o s . D el m i s m o m o d o , se p l a n t e a e l d e sp e r t a r d e c o n c i e n c i a
l ec t o ra q ue pro duc e l a l i t e r a t u r a m e t a f i c c i o n a l , p u e st o qu e l a s a l u -
s i o nes a l l ec t o r y a l o s c o m p o n e n t e s n a r r a t i v o s qu e e st r u c t u r a n e l
t ex t o perm i t en rec o rda r n o s e l p a p e l d e l e c t o r e s qu e h e m o s a su m i -
do pero q ue a v ec es o l v i d a m o s. P a r a e st o se m e n c i o n a n d o s e j e m-
pl o s de m i c ro rrel a t o s y se a l u d e b r e v e m e n t e a l a n o v e l a d e l Q u i j o t e ,
c o ns i dera da c o m o m et a f i c c i o n a l .
R
elájate, lector. Encuentra una postura cómoda, no atiendas el teléfono y
si llegas a escuchar una respiración pesada detrás de ti, mejor no voltees;
puede que estas palabras estén cobrando una forma terrorífica a tus espaldas
y aún no estás listo para soportar el impacto.
¿Alguna vez has visto una foto de una cámara fotográfica? ¿Alguna vez has visto
una película que trate sobre alguien que está haciendo una película? ¿Alguna vez
te has visto en un espejo mientras tienes atrás de ti otro espejo? ¿Alguna vez te has
puesto a pensar qué significa ser un lector? La razón de estas preguntas la sabrás a
continuación.
F ic c ió n
Mucha gente piensa que la ficción sólo está en los libros o en las películas, por
ejemplo, de ciencia ficción. Pocos saben que nos acompaña en todo momento, casi
igual que nuestra conciencia. Por lo tanto, no sólo se encuentra en las historias de
extraterrestres; está inserta en cualquier texto inventado por el hombre: cuentos,
series de televisión, novelas realistas o fantásticas, teatro, danza, música, pintura.
3 2 c ie n c ia • octubre-diciembre de 2016
Incluso, hay quien suele afirmar que la historia también es ficción, puesto que el
historiador tuvo que traducir la realidad y crear un nuevo texto para expresarla,
pero ésta es una postura debatible que no cabe aquí.
No obstante, es importante aclarar que la ficción no es sinónimo de mentira.
Por ejemplo, los mitos que explicaban el origen del mundo no tenían el propó-
sito ni la intención de crear mentiras, sino de dar una explicación; partían de la
realidad para crear una historia. Asimismo, la ficción que compone una novela o
una película no trata de copiar exactamente la realidad, pero sí parte de ella para
construirse.
Muchas veces –y ésta es una de las maravillas de la literatura– la ficción resulta
útil para comprender nuestra realidad. En ocasiones, es posible aprender sobre las
conductas humanas a través de los relatos que los pueblos han inventado a lo largo
de los años. Por esta razón, lector, no debes subestimar a la ficción en ningún mo-
mento, pues ella habla de distintas maneras de concebir la realidad y representa,
también, el mundo en el que vivimos.
Met a fic c ió n
El prefijo meta se utiliza comúnmente como sinónimo de más allá. Por ejemplo,
metafísica implica tratar lo que está más allá de la física. Ahora bien, ¿qué significa
más allá de la ficción?
“Paréntesis”
La ma ra v illa d e la m et a fic c ió n Timossi Corbani, 2001
¿Cuál es el chiste del fenómeno metaficcional?
Normalmente la ficción, al ser una invención, se dis- [El escritor era tan respetuoso con sus lectores que todo
fraza. Si alguna vez te has disfrazado, recordarás que lo lo que escribía lo ponía entre paréntesis para que ellos
más importante es no mostrar quién eres en realidad,
por eso te cubres el rostro o todo el cuerpo; la finalidad
es tapar la verdadera esencia.
En el siglo XIX, época de las novelas realistas como
Crimen y castigo de Fiodor Dostoievski, los textos se
esforzaban más de la cuenta en disfrazarse de realidad,
cubrían la verdadera esencia de la que estaban hechos.
En cambio, la literatura metaficcional deja ver cómo
está construida por dentro, habla sobre los elementos
que la hacen ficción: un autor, un texto y un lector.
Por lo tanto, el disfraz es transparente. Y así como tú
te haces consciente de que eres un espectador leyen-
do una novela metaficcional, el texto se hace cons-
ciente de que está hecho de palabras y de que es una
invención.
Así como el negro habla del blanco, la nada del
todo y el mal del bien, la ficción presenta cuestiona-
mientos interesantes sobre la realidad. A veces no nos
damos cuenta, pero algo inventado por el hombre tam-
bién nos habla de lo que no es invención. Pues ¿qué
más real puede haber que la ficción hablando de sí mis-
ma para mostrar sus construcciones internas, sin dejar
de ser ficcional? La metaficción es prueba de la tensión
constante que existe entre ficción y realidad, y cómo
los límites de ambas se diluyen.
3 4 c ie n c ia • octubre-diciembre de 2016
• El placer de leer metaficción
pudieran elegir (libremente) entre leerlo o no, incorpo- trabajo de conciencia, nos provoca despertar de la mo-
rar el texto completo o tomarlo como una (simple) in- notonía en la que estamos inmersos y en vez de leer
tercalación, o bien quedarse sólo con los paréntesis que, en automático, nos invita a hacerlo con cuidado, pues
a veces (como se sabe), son mucho más útiles en la vida las palabras pueden cobrar distintas formas para llamar
que en la literatura.] nuestra atención, como aquellas que se están formando
detrás de ti.
Y este último ejemplo te hará sentir un poco incómodo
o, mejor aún, identificado:
Laura Elisa Vizcaíno estudió Literatura Latinoamericana en la
“Un personaje en apuros” Universidad Iberoamericana, y la maestría en Letras Mexicanas en
Luis Fayad, 2002 la Universidad Nacional Autónoma de México, donde cursa actual-
mente el doctorado en Letras, con una tesis sobre metaficción.
Las aventuras del personaje concentraban la atención de Sus estudios sobre minificción han sido publicados en: Cuadernos
Leoncio en las páginas de la novela. El personaje huía americanos, Cuento en red, La estética de lo mínimo y Revista Destiempos.
de varios hombres armados que lo perseguían por ca- Publicó el libro para niños El barco de los peces pirata en Fernán-
llejuelas oscuras, saltando tapias, introduciéndose entre dez Educación, y sus minificciones han sido compiladas en más de
matorrales salvadores. Leoncio se aferraba al libro, ex- diez antologías nacionales y extranjeras. En 2015 publicó un libro
citado, haciendo suya la angustia del personaje. Los de cuentos cortos titulado CuCos, por Ficticia Editorial. Actualmente
hombres acortaban a cada instante la distancia, con un es tallerista en el taller virtual de minificciones de Ficticia.
tremendo esfuerzo, pues el personaje demostraba ser há- vizcainomosqueda@hotmail.com
bil, pero lograron por fin cercarlo contra una pared para
concluir su propósito.
Leoncio no pudo reprimir su ansiedad.
—¡Deténganse! –gritó.
La escena quedó inmóvil. El personaje miró a Leon-
cio y le dijo:
Lectur as r ecomendadas
—Es la primera vez que alguien interviene, pero me- Borges, Jorge Luis (1998), “Borges y yo”, Ficcionario. Una
jor cállese: así la cuestión no funciona. antología de sus textos, México, Fondo de Cultura Eco-
nómica, p. 351.
Calvino, Ítalo (2009), Si una noche de invierno un viajero,
España, Siruela.
Concl u sión Cervantes, Miguel de (2003), El ingenioso hidalgo don Qui-
La metaficción utiliza distintos recursos formales para jote de la Mancha, México, Porrúa.
construirse, como puede ser la intertextualidad (un Cortázar, Julio (2002), “Continuidad de los parques”, Final
texto que retoma otro relato), la metalepsis (interca- del juego, México, Alfaguara, pp. 13-14.
Fayad, Luis (2002), “Un personaje en apuros”, en Henry
lación de planos ficcionales, como cuando el autor real
González (comp.), La minificción en Colombia, Bogotá,
se hace pasar por uno de sus personajes) o la puesta en Universidad Pedagógica Nacional, p. 57.
abismo (la historia habla de una historia que a su vez Fernández, Macedonio (2007), Museo de la novela eterna
habla de otra historia), por mencionar los más comu- (Primera novela buena), Buenos Aires, Corregidor.
nes. Sin embargo, la metaficción también debe recurrir Sterne, Laurence (2002), La vida y las opiniones del caballero
Tristram Shandy, Madrid, Cátedra.
a ciertos temas para completarse: aquellos que ata-
Timossi Corbani, Jorge (2001), “Paréntesis”, en Clara
ñen a la literatura, como la palabra, el narrador, el Obligado (comp.), Por favor, sea breve. Antología de re-
relato, el autor, la obra, los géneros literarios y, por latos hiperbreves, Madrid, Páginas de Espuma, p. 132.
supuesto, el lector. Unamuno, Miguel de (2012), Niebla, Madrid, Alianza Edi-
El gran placer de leer metaficción radica en hacer- torial.
El placer de leer
intertextos
E n e s t e a r t íc u lo s e e x a m i n a l a n o c i ó n d e i n t e r t e x t u a l i d a d , c o n e l f i n
d e r e f le x i o na r a c e r c a d e l p l a c e r q u e p r o v i e n e d e l r e c o n o c i m i e n t o d e
nu e s t r a s p r o p i a s le c t u r a s , e n l a c r e a c i ó n d e l o s o t r o s.
E
s bien sabido que los avances en los medios de comunicación y la tecno-
logía digital replantean la relación epistemológico-narrativa del hombre
con el mundo. Así, la proximidad de las prácticas culturales deviene una
especie de “contaminación por contacto”, pues cada vez es más frecuente
observar el cruce de formatos y estrategias narrativas que desdibujan las fronteras
entre diversas manifestaciones semióticas y producen mensajes híbridos donde la
intertextualidad es el principio constructivo central (literatura/cine, por ejemplo).
3 6 c ie n c ia • octubre-diciembre de 2016
De acuerdo con Lauro Zavala, “la intertextualidad es la característica principal de
la cultura contemporánea”, ya que todo producto del hacer humano puede con-
siderarse un texto; ya sea una película, una novela o incluso una conversación
telefónica, estos actos implican un tejido de códigos, relacionados entre sí, en tér-
minos del sistema de significación al que pertenecen. “Las reglas que determinan
la naturaleza de este tejido son lo que llamamos intertextualidad” (Zavala, 2003).
El c o n c ep t o d e in t ertextual i dad
Julia Kristeva propone el término intertextualidad en su ensayo “Bajtín, la pala-
bra, el diálogo y la novela”, al comentar la noción de intersubjetividad propuesta
por el autor ruso: “todo texto se construye como un mosaico de citas” y, como tal,
es necesariamente “absorción y transformación de otro texto”. Ahora, los senti-
dos expuestos no se reducen a la mera expresión lingüística; la articulación casi
“fragmentaria” del texto muestra rasgos diferenciales que identifican sus enun-
ciados con diversos ámbitos de la cultura. Estas asociaciones son percibidas por el
lector, quien al identificarlas las confronta para delimitar su campo y establecer
el orden y funcionamiento de las relaciones de complementariedad manifiestas.
L ec t o r e in t ert ex t o
El texto no remite a un contenido estático y único, cada lector actualiza y acti-
va los significados de cualquier obra en razón de su competencia. Si el receptor no
alcanza el reconocimiento de los códigos, algunas posibilidades quedarán ocultas,
silenciadas en su interpretación.
Así, el lector concreta el sentido del intertexto cuando identifica su “señal de
referencia”, misma que puede presentarse de dos maneras: por contigüidad y por
semejanza.
En el primer caso, se repite un elemento estructural ende, demanda mayor interacción con el texto. Ya no
de una obra ajena, ya sea a nivel narrativo-secuencial, se es receptor, sino gamer.
estilístico o temático, por lo cual esta construcción Este proceso de integración semiótica se vincula
traza una figura sinecdótica pars-pro-toto (la parte por con otros medios, pues constituye ejercicios que tras-
el todo) y el texto evocado se representa mediante cienden la sistematización de los códigos en el cuerpo
un elemento concreto (Lachman, 2004). del texto, para también llevar a cabo una relación dia-
En la relación de semejanza el intertexto señaliza es- lógica a nivel de soporte material; lo que enfatiza el
tructuras análogas a las utilizadas por otro género, es carácter lúdico de los productos culturales. Otro caso
decir, se construye “una equivalencia formal” entre el ilustrativo sería el episodio “Connection Lost” de Mo-
hipertexto y los textos de referencia, pero revalorando dern Family, donde una serie de equívocos a partir de
por completo su función. En esta línea se encuentran la lectura de un estatus de Facebook son narrados en
las múltiples transmisiones televisivas de corte paró- pantallas de iMessage y FaceTime alternando varios
dico sobre “El cuervo” de Edgar Allan Poe, o incluso dispositivos (tabletas, celulares y una laptop).
la batalla de Don Quijote Triviño contra los molinos Lo mismo ocurre en literatura. Los elementos de
de viento-vampiro de 31 minutos, casos en los que se la narración tradicional se alternan con los formatos
reformula el efecto retórico de los textos base. de nuevas tecnologías en El silencio se mueve (2010),
Un ejemplo de construcción por contigüidad serían novela transmedia de Fernando Marías cuya trama
los movimientos de cámara característicos de los video- de misterio se realiza a través de un cómic, un blog y
juegos y que ahora son utilizados en series televisivas algunos recortes de periódico. O el proyecto Plot 28
para conducir al espectador a reconocer patrones de in- (2013), novela navegable con distintas plataformas in-
teractividad además de géneros discursivos específicos. terconectadas, que tiene como móvil la investigación
Éste es el caso de la construcción del plano secuencia sobre la muerte de un agricultor durante la Expo de
“Asalto” en el cuarto capítulo de la primera temporada Zaragoza 2008.
de la serie True Detective (2014). De manera semejan-
te a secuencias fílmicas de juegos como Grand Theft
Auto V, en esta parte de la historia seguimos al detec- Sobr e el placer de l eer i nter textos
tive Rust, quien se ha infiltrado en una pandilla para “¿Nunca les ha pasado eso de leer levantando la
capturar a uno de sus miembros. Él debe cumplir esta cabeza?”, pregunta Roland Barthes en El susurro del len-
“misión” para pasar a otro “nivel” en la investigación, guaje. Se refiere el autor al instante justo en que la lec-
y resolver una serie de homicidios vinculados a un tura se detiene en la página como haciendo una pausa
culto siniestro. Con evocar la experiencia familiar del de los signos lingüísticos, pero progresando en su trans-
gameplay, la serie representa un nuevo tipo de espec- textualidad, es decir, cierto código evoca en la memo-
tador, cuya vivencia de la ficción es multimodal y, por ria a otro en apariencia ausente, lo que produce “una
3 8 c ie n c ia • octubre-diciembre de 2016
• El placer de leer intertextos
gran afluencia de ideas, de excitaciones y asociaciones” constructivo de las obras, a través de la puesta en es-
en nosotros. Leer “levantando la cabeza” constituye el cena de estrategias especulares que lo guían hacia su
asomo de nuestra propia historicidad como lectores, propia identificación textual. Del “Escribo que escri-
la manifestación de la huella que los intertextos han bo” a la complicidad de Malcolm in the Middle con sus
heredado a nuestro acervo referencial y que nos forma telespectadores, a “La novela del yo fortuito” de Julio
como intérpretes. Ortega, cuando leemos levantando la cabeza nos reco-
Leer intertextos, como acto erótico, supone un “mo- nocemos a nosotros mismos inmersos en la pluralidad.
ver para crear” si consideramos que develar las relacio-
nes de un texto y sus correlatos (relaciones que pasan
desapercibidas muchas veces al no estar delimitadas Claudia Chantaca Sánchez estudió la licenciatura en Lengua
por las comillas de la cita) es hacer pasar a las obras de y Literatura Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de
un estado de quietud a un estado de realización. México ( UNAM ) y la maestría en Teoría Literaria en la Universidad
Estas observaciones ilustran de manera metafórica Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, donde actualmente cursa es-
la dialéctica que opera entre texto y lector, a saber: tudios de doctorado también en Teoría Literaria. Ha impartido las
leer/interpretar activa la propiedad intertextual de las asignaturas de Narratología y Teoría Literaria dentro de la licencia-
obras y, al mismo tiempo, la lectura amplifica nues- tura en Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Estudios
tras competencias hermenéuticas al proveernos de in- Superiores Acatlán de la UNAM , donde también fue coordinadora
formaciones nuevas cada vez. Siguiendo a Barthes, leer del Seminario Permanente de Metaficción e Intertextualidad de
intertextos es equiparable a cuando estamos con nues- 2013 a 2015. Es autora del libro Poética de lo fantástico, publicado en
tra pareja y pensamos en algo más (Barthes, 1974), 2008 por UNAM / COPACSOH , y colaboró en la revisión y el prólogo
lo que no significa una falta al contrato amoroso, ni del libro Roland Barthes o la alucinación crítica, de Raymundo Ramos.
mucho menos el fin de la fruición; por el contrario, es claudiachantaca@gmail.com
más bien un modo de prolongar la experiencia erótica,
ya que ésta se diversifica cuando se vincula con otras
vivencias.
Lectur as r ecomendadas
A modo de c o n c lu sió n Barthes, Roland (1974), El placer del texto, México, Siglo
La lectura depende en gran medida de los intertex- XXI.
tos que en ella se perciben y en cuyo descubrimiento Camarero, Jesús (2008), Intertextualidad: redes de textos y
el lector se reconoce a sí mismo como intérprete, es literaturas transversales en dinámica intercultural, Barce-
lona, Anthropos.
decir, como sujeto que moviliza las redes de significa- Kristeva, Julia (1978), Semiótica I, Madrid, Fundamentos.
ción para hacer brotar las secretas relaciones del texto Lachman, Renate (2004), “Niveles del concepto de inter-
a nivel semántico, estilístico e incluso architextual. textualidad”, en D. Navarro (coord.), Intertextualität 1.
Así, por ejemplo, un lector comprende que una novela La teoría de la intertextualidad en Alemania, La Habana,
Criterios, pp. 106-120.
es policiaca no sólo por la presencia de un crimen y
Reyes, Graciela (1984), Polifonía textual. La citación en el
su investigación, sino porque advierte fórmulas cons- relato literario, Madrid, Gredos.
tructivas del género: la ruptura inicial de un orden, el Vila Matas, Enrique (2008), Intertextualidad y metaliteratu-
predominio de la tensión sobre la intensidad, la cons- ra. Poética a posteriori, Madrid, Fundación Juan March.
trucción de enigmas, etcétera. Zavala, Lauro (2003), Elementos del discurso cinematográfico,
México, uam-Xochimilco.
Prácticas como la metaficción y la saturación inter-
textual evidencian el papel del lector como principio
El placer de leer
cuentos mexicanos
El c uent o es , s eg ún v a r i o s i n v e st i ga d o r e s, e l gé n e r o l i t e r a r i o m á s
a nt i g uo ; s i n em b a rg o , h o y e n d í a e s t a m b i é n e l m á s d e sc o n o c i d o ,
ya q ue s e l e s uel e c o n f u n d i r c o n l o s c u e n t o s t r a d i c i o n a l e s o c o n
l a s l ey enda s . N o o b s t a n t e , e n Mé x i c o e l c u e n t o m o d e r n o t i e n e
una h i s t o ri a b i c ent ena r i a . A qu í h a r e m o s u n b r e v í si m o r e c u e n t o d e
s u h i s t o ri a , s us et a pa s y su s r e p r e se n t a n t e s m á s c o n o c i d o s.
A
unque a menudo no nos demos cuenta de ello, los humanos necesitamos
formas de contar nuestra vida. Todos somos cuentistas natos: desde
los bebés de tres o cuatro años que balbucean una brevísima historia
con el muñeco en turno hasta los niños más grandes que, pese a los
cambios de gustos y las influencias de la vida moderna, siguen haciendo una pre-
gunta clave a la hora de dormir: “¿Me cuentas un cuento?”. Más aún, el cuento nos
ha acompañado desde siempre, desde las remotísimas épocas en las que los prime-
ros humanos, nómadas todavía, se reunían alrededor de una fogata para compartir
las aventuras de la cacería diaria: viviendo al día, venciendo las inclemencias
del clima y sorteando a los depredadores que los acechaban en las noches, ¿qué
otra cosa les quedaba sino contar historias cortas en las que explicaran su propia
existencia?
Discurrir sobre los orígenes del cuento nos llevaría muchas páginas que en esta
ocasión no tenemos, por lo que prefiero centrar la atención, hoy, en la historia del
cuento en nuestro país. Frecuentemente me topo con lectores que creen que en
México se escribe poco (o pocas cosas interesantes), y si los cuestiono acerca del
cuento mexicano, unos me referirán a las leyendas tradicionales de la Llorona o los
nahuales, mientras otros cuantos –los menos– recordarán que Juan Rulfo publicó
un librito de cuentos, que seguramente leyeron en algún momento de la secunda-
ria o la preparatoria…
Quizá parezca una rareza en la historiografía literaria, pero el género heredero
de los relatos de Sherezada tiene fecha de nacimiento en el panorama literario de
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El placer de leer
nuestro país: el 1º de noviembre de 1814, día en que Cartucho uno de los testimonios más conmovedores de
apareció publicado “Ridentem dicere verdum ¿quid la vida durante la Revolución).
vetat?”, de José Joaquín Fernández de Lizardi. El rela- Instalado ya como un género autónomo y consoli-
to de Lizardi iniciaba, además, una manera de criticar dado, el cuento mexicano tuvo a mediados del siglo XX
la realidad distinta a las conocidas hasta entonces, e su época de oro de la mano de tres escritores cuyos bí-
incluía ciertas novedades narrativas poco utilizadas en blicos nombres, por pura casualidad, empezaban con
ese tiempo en la literatura mundial, como un narra- la misma letra: José Revueltas, Juan Rulfo y Juan José
dor-testigo en primera persona y personajes muy bien Arreola. Profetas de las alturas a las que podía llegar el
delineados, con autonomía y personalidad propias. género corto, Revueltas, Rulfo y Arreola dejaron en
A partir de entonces, el cuento encontró un buen libros como Dios en la Tierra, El llano en llamas y Con-
espacio de difusión en los periódicos de la época, en es- fabulario un listón cuyas huellas se rastrean en la litera-
pecial por sus características intrínsecas: eran historias tura mundial, gracias a la experimentación con voces
cortas, completas, que cabían bien en las páginas de narrativas y registros lingüísticos de los que hicieron
los diarios. No hay que dejar de lado el hecho de que gala en sus páginas.
esos años, para México, representan una época con- Rulfo y Arreola fueron también los encargados de
vulsa, en la que hay muchas necesidades más imperio- crear una nueva tendencia en las letras mexicanas: la
sas que atender que las cuestiones del ocio. A pesar de de formar autores profesionales en escuelas dedicadas
todo, el terreno estaba preparado para que se consoli- exclusivamente a la educación de escritores, como lo
daran las ideas de Ignacio Manuel Altamirano sobre la fue, en esos años, el Centro Mexicano de Escritores,
culminación de la Independencia de México con la for- de cuyas aulas egresaron Juan García Ponce, Inés Arre-
mación de una literatura nacional, separada de la espa- dondo, Juan García Melo, José Emilio Pacheco y Bea-
ñola, y así siguieron apareciendo cuentos firmados por triz Espejo, por mencionar sólo a unos cuantos. Con
una gran cantidad de autores nacionales (Vicente Riva estos autores –hijos todos de la modernidad a la que
Palacio, Bernardo Couto Castillo, José López Portillo y México había entrado durante los años de la Segunda
Rojas) y extranjeros, como Edgar Allan Poe. Guerra Mundial–, el cuento mexicano cambia defini-
Con nombres como los anteriores, el cuento mexi- tivamente de escenarios: abandona el campo árido y
cano llegó al siglo XX y se adaptó a otra época con- cruel de “Dios en la Tierra” o de “No oyes ladrar los
vulsa: la de la Revolución mexicana. A partir de estos perros” y se enfrenta ahora a la vida urbana, con
años es frecuente encontrar textos de Alfonso Reyes el edificio de departamentos como símbolo de las nue-
(el primero en mezclar el cuento y el ensayo), Julio To- vas formas de vida. Ahí están, como muestra, “El gato”,
rri (que inauguró con De fusilamientos la tradición del de Juan García Ponce, y “La fiesta brava”, de José
cuento brevísimo) y Nellie Campobello (quien dejó en Emilio Pacheco, que, además, presenta a la literatu-
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• El placer de leer cuentos mexicanos
ra otro gran símbolo de la ciudad moderna: el tren colectivas publicadas de 1996 a la fecha y que incluyan
subterráneo. autores mexicanos nacidos desde 1960, podemos hallar
Desde esos años y hasta ahora, el inventario de títu- más de 400 títulos de todas las temáticas que se nos pu-
los del género breve no ha dejado de crecer. Para cuando dieran ocurrir: generacionales, de amor y desamor, de
llegaba la década de los sesenta del siglo pasado, toda- crimen, horóscopos, ciudades, seres fantásticos, bebi-
vía aparecían libros en los que era evidente una cierta das, perros, gatos y hasta vacas... Entre los nombres re-
corriente nacionalista como la que había en Los días currentes de estas antologías, que sobresalen, además,
enmascarados, de Carlos Fuentes; entre ellos, podríamos por su gusto para experimentar con mezclas genéricas y
mencionar Álbum de familia, de Rosario Castellanos, o con nuevas formas de narrar historias que no incluyen
Benzulul, de Eraclio Zepeda, que denunciaban en sus las estructuras hasta ahora conocidas, podemos men-
líneas la situación de los indígenas en los estados del cionar a Alberto Chimal (Éstos son los días), Antonio
sur y del sureste. Pero, al mismo tiempo, empezaban a Ortuño (El jardín japonés), Carlos Velázquez (La marra-
aparecer relatos que dejaban atrás los escenarios nacio- na negra de la literatura rosa), Guadalupe Nettel (Péta-
nales y abrazaban con entusiasmo las influencias extran- los), Nadia Villafuerte (Barcos en Houston), Iris García
jeras: eran los años de la Literatura de la Onda, de José Cuevas (Ojos que no ven, corazón desierto), Edgar Omar
Agustín, Margo Glantz, Gerardo de la Torre, Orlando Avilés (La noche es luz de un sol negro), Mayra Colín
Ortiz y otros tantos autores que pusieron en evidencia (Atrapados en la red. Correo basura) y una pléyade más
que había toda una generación de jóvenes escribiendo de escritores que demuestran que, en efecto, los huma-
para jóvenes. nos, a pesar de no pasar ya las noches alrededor de una
A partir de 1980, la lista de los nombres de cuen- fogata ni vivir en cuevas, necesitamos formas de expli-
tistas que se han consolidado ha crecido tanto que es carnos la realidad por la que nos ha tocado transitar.
difícil seguirlos y leerlos a todos. Mencionaremos aquí
sólo a algunos indispensables en cualquier recuento de
la historia del género: María Luisa Puga (Inmóvil sol Gabriela Valenzuela Navarrete es doctora en Letras Moder-
secreto), Ethel Krauze (Intermedio para mujeres), Silvia nas por la Universidad Iberoamericana ( UIA), además de egresada del
Molina (Dicen que me case yo), Daniel Sada (Juguete diplomado en Creación Literaria de la Sociedad General de Escrito-
de nadie y otras historias), Agustín Monsreal (Sueños de res de México. Su investigación doctoral se centró en los cuentistas
segunda mano), Guillermo Samperio (Gente de la ciu- mexicanos nacidos en la década de 1970. Ha sido colaboradora de
dad), Óscar de la Borbolla (Las vocales malditas), Bár- varios suplementos y revistas. Es editora de la antología virtual Cinco
bara Jacobs (Las hojas muertas), Juan Villoro (La noche décadas de cuento mexicano y de AlterTexto. Revista del Departamento de
navegable), Jesús Gardea (Los viernes de Lautaro), Luis Letras de la UIA. Autora del libro Cuento 2.0. Consideraciones sobre el cuen-
Humberto Crosthwaite (Marcela y el rey al fin juntos), to mexicano en la era de Internet. Desde 2005 es profesora investigadora
Ana Clavel (Fuera de escena), Mónica Lavín (Uno no de tiempo completo en la Universidad Autónoma de la Ciudad de
sabe), Federico Patán (Nena, me llamo Walter), Rosa México en la Academia de Creación Literaria.
Beltrán (La espera)… gvalenzuelan@gmail.com
La última escala en este brevísimo panorama por el
cuento mexicano es la de los escritores que empezaron
a ejercer su profesión más o menos al mismo tiempo
Lectur as r ecomendadas
que hizo irrupción el gran paradigma tecnológico que es AA.VV. (2015), Palabras mayores. México 20, Barcelo-
internet. Estos autores, además, encontraron un cam- na-México-Buenos Aires, Malpaso.
po riquísimo en opciones de publicación y promoción, Chimal, Alberto (sel. y pról.) (2015), Emergencias. Cuentos
que incluyen becas, concursos, escuelas de escritores, de jóvenes talentos mexicanos, México, Lectorum.
Parra, Eduardo Antonio (comp.) (2015), Norte. Una anto-
editoriales independientes y en línea, que han elevado
logía, México, Ediciones Era-Fondo Editorial de Nuevo
la producción de títulos a números insospechados. Si León-Universidad Autónoma de Sinaloa.
nos damos a la tarea de rastrear antologías de cuento
El placer de leer
y cazar sirenas
E n la R e p ú b li c a d e la s L e t r a s, l a f a u n a a b u n d a e n z o o l o g í a s f a n t á st i c a s,
d o mé s t i c a s y s e lv á t i c a s. E l p r e se n t e a r t í c u l o r a st r e a l a r e p r e se n t a c i ó n
d e c i e r t o s a ni m a le s e n l a l i t e r a t u r a m e x i c a n a d e l si g l o XX : a j o l o t e s, m a-
na t íe s , d i no s a u r i o s , m o sc a s, v a c a s, si r e n a s, t l a c u a c h e s y p e g a so s, e n t r e
o t r o s me no s e t é r e o s. L a si r e n a o c u p a u n l u g a r p r i v i l e g i a d o e n e st a
b u s c a y c a p t u r a e ns a y í st i c a , p u e s se t r a t a d e u n sí m b o l o d e l a é p o c a
c lá s i c a t r a s p la nt a d o p o r l o s m o n j e s y c o n q u i st a d o r e s a l l e g a d o s a t i e-
r r a s a m e r i c a na s e n e l e n c u e n t r o d e l o s m u n d o s. R a st r e a r , e n c o n -
t r a r y d o c u m e n t a r t a l e sp é c i m e n e n d é m i c o d e l a l i t e r a t u r a f u e
u n p l a c e r , c o m o g o z o-
so se r á su e n c u e n t r o
c o n l o s l e c t o r e s.
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L
a fauna en la República de las Letras es un caso de heráldica literaria. El
manatí, el cocodrilo, el ajolote, el tigre, el dinosaurio, el tlacuache, la vaca,
el pegaso y la sirena son animales emblemáticos de la literatura mexicana.
Cada uno de estos animales fantásticos, domesticados o selváticos se en-
cuentran representados en sendos libros publicados en México durante el transcu-
rrir de su último siglo. En especial los bestiarios tienen un pálpito dominante en la
narrativa mexicana.
Con una variedad de sobrenombres se conoce amistosa o familiarmente a mu-
chos de nuestros escritores, apodos que ellos mismos aceptan que se estampen en
las carátulas de sus libros. Expongo dos ejemplos para ilustrar esta afición por la
zoología de los literatos mexicanos.
En el homenaje que en la Ciudad de México se le rindió en 2014 al poeta Efraín
Huerta, una mediana escultura de cocodrilo abría la procesión que recorrió las
calles de la metrópoli; y en la más reciente recopilación de su narrativa periodística
–El otro Efraín. Antología prosística–, la cauda de este lagarto anida en su portada.
A don Efraín se le conocía con el sobrenombre de El Gran Cocodrilo.
Otro caso llamativo es el de Eduardo Lizalde, asociado en la vidita literaria
con el mote de El Tigre. El maestro Lizalde es un poeta que en su trato cotidiano
acepta que se refieran a él con el alias de sus batallas literarias, o lo interpelen
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se localizan en los textos sagrados de la India, la China En este recuento, ¿cómo podría pasar desapercibido
de los emperadores, el Siglo de Oro y en las plumas más el dinosaurio si desde Augusto Monterroso está pre-
ilustres de las centurias recientes. sente en el cuadro de honor de la heráldica literaria
Afirma uno de los poetas ahí pastoreados: que intento bocetar? Monterroso abandonó el mundo
mientras sus lectores contemplábamos el retrato de
Y las vacas mugirán con las ubres hinchadas, este bicho extinto en una página memorable de su
con la cola espantarán las moscas y tendrán la ponderada obra literaria (inspirada, por cierto, en
piel húmeda una experiencia del guatemalteco, mientras tertuliaba
y palpitante, con José Durán en su departamento en la Ciudad de
y ella pensará, México).
pensará que se burlan de ella y de su recuerdo y de las Otro animal fantástico que recorre la imaginación
manos del hombre oprimiendo sus pechos […] narrativa es el pegaso. Pero se preguntarán: ¿qué hace
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• El placer de leer y cazar sirenas
El placer de leer
literatura infantil y juvenil
E l p la c e r d e le e r li t e r a t u r a i n f a n t i l y j u v e n i l ( LIJ ) t i e n e q u e v e r c o n l a
d i v e r s i ó n q u e p r o v o c a , c o n l a m a r a v i l l o sa p o si b i l i d a d e sc a p i st a q u e
o f r e c e : h u i d a v o lu nt a r i a q u e n o s p e r m i t e v i su a l i z a r e n l a r e p r e se n t a-
c i ó n me t a f ó r i c a d e l mu nd o n u e st r o s p r o b l e m a s, d e b i l i d a d e s y f o r t a l e -
z a s . L o s t e x t o s e s t a b le c e n u n a r e l a c i ó n í n t i m a c o n l a p e r so n a l e c t o r a ,
q u i e n m a nt i e ne e n s u me m o r i a c i e r t o s p a sa j e s, p e r so n a j e s o e m o c i o -
ne s q u e r e v i v e a lo la r g o d e t o d a su e x i st e n c i a .
M
uchas personas que han dedicado su vida a la literatura fueron en su
infancia grandes lectores. Todos conocemos la leyenda del niño Bor-
ges, que hizo su primera traducción, “El príncipe feliz”, cuento clásico
de Oscar Wilde, a los nueve años de edad. Podríamos preguntarnos
qué hizo que alguien tan joven dedicara tiempo y energía a esta difícil tarea. Es
imposible saber la respuesta, pero como fue un ejercicio recurrente del autor, pode-
mos deducir que deseaba compartir con otros la experiencia lectora que había sido
tan importante para él. O quizá deseaba tejer entre las líneas del texto original una
magia propia y personal, producto de su recepción. Quizá de este proceso cocrea-
tivo nació “Pierre Menard, autor del Quijote”, homenaje al lector anónimo pero
esencial; ése, que revitaliza las obras con nuevo fulgor.
Un secreto subyace detrás de la anécdota referida, un secreto que permanece
oculto detrás de las aburridas clases de los adultos, de sus eternos exámenes y de sus
constantes exigencias: leer es divertido. Sí, es divertido.
Al abrir el libro, los demás desaparecen. No se escucha lo que pasa a nuestro
alrededor. Las cosas callan, el espacio y el tiempo se esfuman, la emoción nos
embarga y siempre hay el terrible peligro de que alguien rompa el hechizo. Tú
quisieras que nadie te viera, creyendo que de verdad estás ahí, cuando en realidad
estás muy lejos, en un mundo paralelo.
Los libros que nos acompañan durante la infancia y la adolescencia se convier-
ten en amigos entrañables. Se recuerdan con nostalgia, a veces con imprecisión,
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El placer de leer
porque los detalles se pierden en la neblina de la me- tes de ingresar en la sociedad, y los narradores orales
moria. Pero hay pasajes que refulgen vívidamente y no les hablaban de los grandes héroes y sus hazañas para
se oscurecen nunca. Esas lecturas construyen nuestro inspirarlos. Actualmente, como dice Savater, necesi-
imaginario, nuestros ensueños, nos permiten forjar tamos revitalizar los mitos, contarnos nuevas historias
nuevos rumbos y aventuras para los personajes que ya de nuestro valor, de nuestra fuerza y coraje para que
son nuestros guías o amigos. Mas todas estas cosas su-
ceden en lo íntimo, nos construyen en lo profundo.
Son personales, a menos que podamos contar con la
complicidad del otro; otro, que sabe del arte de los sue-
ños que promueve la literatura infantil y juvenil; otro,
que los comparte y comprende.
El placer de leer literatura infantil y juvenil radica
en su carácter subversivo. Nada más aburrido que los
textos protocolarios, didácticos o moralizantes que
les recetan a la mayoría. Nada más tedioso que la mala
escritura o las ñoñadas que redactan las personas de
bien que aman a los niños y que deciden darles leccio-
nes edulcoradas a través de la escritura.
Nada más horrible que el sermón, el regaño y los
buenos ejemplos llenos de dulces palabras y falsos sen-
timientos. Ni las buenas ilustraciones logran salvar a
los malos textos. Sin embargo, se siguen publicando.
Y lo peor es que se siguen vendiendo.
Hay un cierto desprecio hacia el receptor infan-
to-juvenil. He llegado a escuchar que los libros se pu-
blican para los adultos que los compran, porque se
desconfía de la capacidad que tienen los chicos para
elegir un texto. Y uno se pregunta por qué. ¿Quién les
fomenta que sólo Disney es divertido? ¿Quién compra
los textos color de rosa para las niñas y azules para los
niños? ¿Quién busca historias sin complicaciones o con
pocas palabras? ¿Quién regala libros aburridos? ¿Quién
les transmite que los libros con imágenes son sólo para
niños pequeños? Todos son prejuicios heredados que
no crean buenos lectores. Éstos se hacen con el ejem-
plo, con los retos, con buenos materiales; esto es, con
verdaderos textos literarios que forjan esa pasión por la
lectura de la que hablaba Michael Ende en la maravi-
llosa Historia interminable: espacio libertario hecho de
palabras que son conjuros, artífices mágicos del asom-
bro y del embeleso. Nuevos seres surgen ante su poder,
entes plenos de vida con quienes nos hermanamos
y enfrentamos los peligros, los retos, los triunfos.
En la Antigüedad, el joven debía pasar por prue-
bas importantes para su aprendizaje y crecimiento an-
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• El placer de leer literatura infantil y juvenil
L
a palabra literatura no siempre ha tenido el sentido que le damos actualmen-
te. El término proviene del latín littĕrātūra, que significa escritura, alfabeto,
gramática o erudición. De acuerdo con esta definición, los literatos eran
aquellas personas versadas en las letras o eruditos. En la Grecia antigua, para
hablar de los escritos elocuentes, es decir, de aquellos que hoy llamamos literarios,
se utilizó el concepto poíesis, con el que se hacía referencia a las obras resultantes
del trabajo de creación. En el siglo xviii, la palabra literatura empezó a utilizarse
en Europa para hablar de escritos imaginativos, entre los que se incluye: cuentos,
novelas, poemas y obras dramáticas. El cambio del uso de la palabra poíesis a la
palabra literatura para hacer referencia a las obras de imaginación surgió en un
contexto cultural en el que ocurrieron dos transformaciones importantes en las
sociedades occidentales: la enseñanza de la lectura en distintos niveles sociales,
precisamente en la época de la Ilustración, y la comercialización de los libros. Des-
de el siglo xx, la idea de literatura ha sido cuestionada por algunos críticos (Michel
Foucault, Roland Barthes), quienes consideran que con esta palabra se denomina
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El placer de leer
a las expresiones verbales que emplean un conjunto con elocuencia. Aristóteles plantea que si bien estar
de figuras retóricas para ser bellas. Esta designación es en contacto con cosas reales (por ejemplo, con un ca-
falsa, según ellos, porque en toda expresión verbal hay dáver o una fiera) puede causarnos horror, cuando nos
figuras y otros recursos, no sólo en la literatura. La dis- exponemos a ellas a través de imitaciones (ya sea en
cusión está vigente. la pintura, la literatura, la danza), las disfrutamos, por-
Si la idea de literatura se ha modificado a lo lar- que esta exposición nos motiva a intentar identificar
go de la historia, ¿cómo debemos entender la frase que lo imitado con lo que conocemos en el mundo real;
conforma el título de este artículo: “El placer de leer es decir, promueve nuestro aprendizaje. Ahora bien,
literatura”? La respuesta no es simple, porque así como lo que se imita, de acuerdo con Aristóteles, son las ac-
el concepto ha variado, también lo han hecho las ciones, por lo que la fuente del placer radica precisa-
ideas en torno a la manera en que la literatura provo- mente en comprender qué ocurre y por qué, a partir
ca placer. Hemos decidido, por lo tanto, exponer tres de una secuencia de acciones y, por lo tanto, de una
explicaciones que nos parecen relevantes sobre el pla- trama. Si el placer no proviene de esto, puede también
cer de leer literatura. producirse por algunos aspectos de la obra: la forma,
En primer lugar, nos referiremos a la Antigüedad el color, la composición o las figuras retóricas, como
clásica. En la Poética (siglo iv a. n. e.), obra que pode- las metáforas y las analogías. Así, para Aristóteles, el
mos considerar como el primer tratado de teoría lite- placer de leer literatura consiste en la respuesta de los
raria y de estética, Aristóteles dice que los humanos lectores frente a aquello que se les presenta, al relacio-
nos diferenciamos de los animales porque desde pe- narlo con su mundo y comprenderlo mejor o de mane-
queños imitamos. La acción de imitar ha conducido ra distinta.
a formar la literatura. Esta acción es muy placentera En segundo lugar, nos referiremos a lo sublime y a
porque nos permite aprender, como escritores o como lo bello. La primera doctrina poética (o estudio sobre
lectores. Ahora bien, imitar es algo más que copiar: se literatura) y cuasi estética de lo sublime, que se atribu-
trata de un trabajo de creación a partir de la experien- ye al crítico Pseudo-Longino (siglo i), explora la res-
cia en el mundo real; y esta creación, en el caso de la puesta de los receptores frente a la grandeza de algo: la
literatura, se realiza con el lenguaje verbal, empleado naturaleza o una expresión literaria, lograda mediante
recursos literarios. Las ideas han cambiado a lo largo
de la historia, por lo que conviene centrarnos en un
autor. En este caso, lo haremos en el irlandés Edmund
Burke (siglo xviii), quien habló de lo sublime y de lo
bello como categorías estéticas y no sólo como recursos
literarios. El objetivo de este filósofo fue intentar dis-
tinguir dos formas de provocar placer en los receptores
de arte. Lo bello funda el placer en el apego o el amor,
y es provocado por cosas pequeñas, delicadas, con va-
riaciones graduales; mientras que la base del placer de
lo sublime es el terror, causado por objetos de la reali-
dad, como grandes magnitudes, poderes muy amplios,
abismos, soledad, oscuridad. Así, todo lo que de algún
modo es terrible, incluida la muerte, es fuente de lo
sublime, produce la emoción más fuerte que podemos
sentir: dolor o peligro. Ahora bien, este terror es pla-
centero “a ciertas distancias y con modificaciones”, es
decir, cuando no experimentamos dolor o peligro de
manera directa. Para Burke, el placer de leer literatura
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• Sobre el placer de leer literatura