Estudio Biblico de Hechos 1
Estudio Biblico de Hechos 1
Estudio Biblico de Hechos 1
Hoy iniciamos nuestro estudio del Libro de los Hechos, y vamos a estudiarlo con un enfoque
evangelístico, es decir, queremos aprender a la luz de este libro bíblico, las maneras en que la primera
iglesia cristiana de Jerusalén, cumplía este mandato de nuestro Señor Jesucristo de predicar el
evangelio a toda criatura y de esta manera ganar almas para Cristo.
O como lo dijo el Señor Jesús en Marcos 1:17, venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de
hombres.
Queremos aprender de estos primeros cristianos, hombres de fe, que cumplieron el mandato del Señor
y ganaron muchas almas para Cristo.
1. LOS PRIMEROS CRISTIANOS PREDICABAN EL EVANGELIO DE CRISTO Y GANABAN ALMAS
PARA CRISTO PORQUE TENIAN AL ESPIRITU SANTO QUE LOS AYUDABA EN ESTA TAREA (1:8)
¿Quién es el Espíritu Santo?
Jesús enseñó muchas cosas del Espíritu Santo,
Juan 7:37-39. La venida del Espíritu Santo a morar en nuestro interior será como ríos de agua viva,
los ríos sirven para muchas cosas, regar las plantas, proveer de agua para beber a las poblaciones,
pero en la Biblia también se registra que muchas veces los ríos fueron utilizados para sanar a los
enfermos, por Ej. Había un estanque de Betesda que se utilizaba para sanar a los enfermos en
Jerusalén. También el profeta Eliseo mandó bañarse al general Naamán en el río Jordan para sanarse
de lepra.
APOCALIPSIS 22:2. En medio de la calle de la ciudad y a uno y otro lado del río estaba el árbol de la
vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de
las naciones.
Entonces la llegada del Espíritu Santo a nuestro ser es para darnos una nueva vida espiritual y sanidad
interior.
Hebreos 9:14. El agua limpia lo externo, y el Espíritu Santo limpia lo interno.
Lo interno es lo más importante porque lo interno es lo que manda a lo externo.
Jesús dice que lo que contamina al hombre no es lo que entra al cuerpo, la comida, hablando
espiritualmente, lo que contamina al hombre es lo que sale del hombre, porque del corazón del hombre
salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos
testimonios, las blasfemias.
Juan 14:15-17. El Espíritu Santo viene a nuestro interior para ayudarnos a obedecer los mandamientos
divinos.
EL E.S. mora en nosotros, es decir, está con nosotros en todo momento y lugar donde estemos en
esta vida, para ayudarnos a obedecer los mandamientos divinos sea la situación que estemos
enfrentando en la vida.
Juan 14:25-26. El E.S. nos va a enseñar y recordar todo lo que Dios nos manda.
Juan 20:21-23. El E.S. viene a morar en nosotros para ayudarnos a predicar el evangelio de Cristo y
ganar almas.
Si Dios nos dio una tarea, un mandamiento, también nos capacita para cumplirla.
¿Y quién es el Espíritu Santo? Es Dios en la Tercera Persona de la Trinidad.
Mateo 28:19. E.S. no es otro nombre de Dios, es otra persona de la Trinidad Divina.
Mateo 3:16,17. En el bautismo encontramos a las 3 Personas de la Trinidad, el Hijo siendo bautizado,
el E.S. descender en forma de paloma, y el Padre hablando desde el cielo.
Hechos 5:3,4. Pedro llama Dios al Espíritu Santo.
Hechos 13:1,2. El Espíritu Santo elige a Saulo y Bernabé para la obra misionera.
1 Corintios 12:4-11. El E.S. reparte dones espirituales a los creyentes.
1 Tesalonicenses 5:19. Se puede limitar la obra del E.S. en nuestra vida, menospreciando la Palabra
de Dios.
2 Timoteo 1:6-8. ¿Cómo avivamos la fuerza del E.S. en nuestro ser? Obedeciendo los mandamientos
divinos, su dirección, predicando el evangelio de Cristo y sufriendo por Cristo.
¿Quiénes deciden predicar el evangelio de Jesucristo y ganar almas para Cristo con la ayuda del
Espíritu Santo?
¿Quiénes deciden estudiar este curso del Libro de los Hechos todos los viernes?
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PST. ALAN ABEL HUARAHUARA MAYORGA
Página Web: http://abelhm.wixsite.com/mensajes - “Porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios” Hechos 20:27
Muchos dicen que la vida es una constante lucha con muchas diferentes dificultades para lograr
nuestros objetivos personales.
Pero a pesar de que los seres humanos ganamos grandes batallas en la vida para alcanzar nuestros
objetivos personales, pero en el área espiritual la Biblia nos revela que estamos derrotados en nuestra
lucha contra el pecado.
El pecado lo hemos definido básicamente como la desobediencia a los mandamientos de Dios, y no
podemos obedecer los mandamientos de Dios porque tenemos una naturaleza pecaminosa, es decir
una fuerza interior que nos lleva a hacer siempre lo malo.
Leamos juntos lo que dice el apóstol Pablo al respecto en Romanos 7:7-25:
7¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por
la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. 8Mas el pecado, tomando
ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. 9Y
yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. 10Y hallé
que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte; 11porque el pecado,
tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató. 12De manera que la ley a la
verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. 13¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte
para mí? En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por
medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera
pecaminoso. 14Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al
pecado. 15Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso
hago. 16Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. 17De manera que ya no soy
yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. 18Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no
mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19Porque no hago el bien que
quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. 20Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el
pecado que mora en mí. 21Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en
mí. 22Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 23pero veo otra ley en mis
miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está
en mis miembros. 24¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? 25Gracias doy a
Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la
carne a la ley del pecado.
1. EN NUESTRA LUCHA CONTRA EL PECADO LO PRIMERO QUE DEBEMOS HACER ES
RECONOCER QUE SOMOS PECADORES Y PEDIR MISERICORDIA Y PERDON A DIOS POR
MEDIO DE CRISTO.
7,8. En estos versos, el apóstol Pablo dice que cuando los seres humanos escuchamos la ley de Dios,
nuestra naturaleza pecaminosa se opone a que obedezcamos los mandamientos de Dios. Esa es la
lucha contra el pecado.
9,10. Entonces el apóstol Pablo recomienda escuchar la ley de Dios, pero reconocer que no podemos
obedecer los mandamientos de Dios, que somos culpables ante Dios, y que pidamos misericordia y
perdón a Dios por medio de Cristo.
13. Cristo murió en la cruz para concedernos a todos los pecadores arrepentidos, el perdón de nuestros
pecados y la salvación de nuestra alma.
El apóstol Pablo dice que el pecado mata lo bueno, y fue lo que realmente le sucedió a nuestro Señor
Jesucristo, Él fue el hombre más bueno que haya existido, la Biblia lo llama sin pecado, pero murió de
la peor manera, como un criminal, crucificado en una cruz, pero Cristo murió en nuestro lugar, llevó
nuestros pecados en la cruz, para que toda persona que crea en Él no se pierda, sino tenga vida
eterna.
2. EN NUESTRA LUCHA CONTRA EL PECADO LO SEGUNDO QUE DEBEMOS HACER ES PEDIR
AYUDA A DIOS PARA VENCER EL PODER DEL PECADO.
14. Cuando nos convertimos a Cristo, Dios nos perdona todos nuestros pecados, y además crea en
nosotros un nuevo ser interior (el nuevo nacimiento), creado para hacer lo justo y lo bueno delante de
Dios (Efesios 2:10).
El nuevo nacimiento es una fuerza interior que Dios crea en nosotros para poder amar y obedecer la
ley de Dios.
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