Las Huellas en La Arena

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LAS HUELLAS EN LA ARENA

Cierto día un hombre soñó que caminaba por la orilla de la playa con Jesús bajo una luna
plateada.
En el sueño, veía en los cielos su vida representada en una serie de escenas que en silencio
contemplaba.
Dos pares de firmes huellas en la arena iban quedando, Una eran las suyas y las otras las de
Jesús.
Miraba atento esas huellas reflejadas en el suelo. Pero algo extraño observó y sintió un gran
desconsuelo.
En la última escena de su vida, en la arena, vio que solo estaba un par de huellas.
Observé que algunas veces al reparar en las huellas. En vez de ver los dos pares veía solo
un par de ellas.
Y observó que lo mismo en varias escenas, mayormente en sus noches sin estrellas, en los
días de su vida llena de angustia y tristeza, cuando el alma necesita más consuelo y
fortaleza.

Y triste y desconsolado, le reclamó a Jesús:


«Señor, cuando decidí seguirte, prometiste en todo momento, caminar conmigo, pero he
notado que, en los momentos más difíciles, solo había un par de huellas.
No entiendo por qué, Señor, cuando más te necesitaba, me has abandonado».
¿Dónde están las huellas en la arena que indican tu compañía, cuando la tormenta azota sin
piedad la vida mía?

Y entonces, Jesús le respondió con su Infinito amor:


“Escucha bien, hijo mío, comprendo tu confusión; tú eres mi Hijo, siempre te he amado y
siempre te amaré. Y en tus horas de aflicción, tal como lo he prometido, siempre a tu lado
estaré y en tus horas de angustia, tristeza y soledad, cuando flaquean tus pasos, donde tú
solo ves un par de huellas y no ves las otras dos, es porque Yo te llevo en mis brazos.

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