Sesion 29 Fernando Lopez y Estrella Trincado
Sesion 29 Fernando Lopez y Estrella Trincado
Sesion 29 Fernando Lopez y Estrella Trincado
Resumen:
Esta ponencia busca las raíces de la relación del cambio institucional con la invención y el
desarrollo económico. Desde la Ilustración Escocesa se ha intentado plantear ese principio de
cambio, aunque con dificultad, introduciendo en la economía factores históricos y psicológicos y
el desequilibrio de poder. En este sentido están las propuestas recientes de autores que achacan
la generación de innovaciones a un proceso colectivo y llevan a un replanteamiento de los
problemas de gobernanza donde lo importante es reforzar la justicia y la inclusión social.
Abstract:
This paper looks for the roots of the relationship between institutional change, invention and
economic development. Since the Scottish Enlightenment, attempts have been made to posit
this principle of change, albeit with difficulty, introducing historical and psychological factors and
the imbalance of power into the economy. In this sense, recent proposals of authors who attribute
the generation of innovations to a collective process and lead to a rethinking of governance
problems stress the importance of the reinforcement of justice and social inclusion.
INTRODUCCIÓN
Esta ponencia busca las raíces de la relación del cambio institucional con la
invención y el desarrollo económico. La visión mecanicista de la invención que Adam
Smith imbuyó en la mayoría de los economistas clásicos se aplicaba a la creación de
máquinas. «No hay nada tan misterioso en las invenciones de las máquinas como para
que cualquiera no hubiera podido haber sido su inventor», decía el autor. Pero la
dinámica de transformación de las instituciones también afecta a la innovación. Para
Smith, las instituciones en ocasiones parecen restricciones a la acción individual; sin
embargo, para los autores de la Ilustración Escocesa la sociabilidad no es un
subproducto que restringe la acción individual, si no que aplican la máxima de Ortega
de “yo soy yo y mis circunstancias”. La identidad personal no es sólo el recuerdo
individual, un hábito o deseo del hombre aislado, sino también las circunstancias, la
realidad que los hombres comparten y les habilita a cambiar el mundo y crear nuevos
recuerdos y hábitos. Por ejemplo, Hume introduce en su teoría factores históricos y
psicológicos, aunque su visión en el temor de la caída de los imperios y civilizaciones
más que en la invención y cambio. El cambio institucional se produce por la proyección
de desaparición más que por la esperanza de mejora.
Por todo ello, se hace necesario estudiar la forma en que se plantea en este
periodo pionero del siglo XVIII la relación del cambio institucional con la invención y el
desarrollo económico.
Como dice Galindo (2008), en las obras de los economistas clásicos no suele
aparecer la palabra «innovación», sino términos como «avances mecánicos»,
«invenciones», etc. David Hume relacionó la marcha progresiva de la ciencia y la
civilidad con innovaciones en la industria: «No podemos esperar razonablemente que
un trozo de tela de lana se forjará a la perfección en una nación que ignora la astronomía,
o donde se descuida la ética» (Hume, 1964d, Of Refinement in the Arts, 270–71). Sin
embargo, la innovación en la industria para Hume es consecuencia, más que causa, del
progreso moral. Establecer la temporalidad de las causas es cuestión fundamental en la
teoría de Hume (Trincado, 2022). Así, la reducción del tipo de interés y de la tasa de
ganancia es para Hume consecuencia del crecimiento, no su causa; el lujo, es
consecuencia, no causa, de la riqueza, y de la misma manera, la innovación es
consecuencia de la competencia y de la acumulación de capital, no su causa.
Según Hume, por otra parte, la tasa de interés es consecuencia del avance de la
economía, de las disposiciones hacia la frugalidad y la inversión y de la acumulación y
distribución de capital. Por ello, se adhirió a la ley de la tasa de ganancia decreciente en
Of Public Credit (Hume, 1964d). En esto, Hume y Smith coincidían. Sin embargo, en el
libro II, capítulo IV de la Riqueza de las Naciones, Smith añadía a la teoría del interés
real una defensa de la ley de la usura: debía seguir estableciéndose un máximo legal al
tipo de interés un poco por encima del precio de mercado mínimo habitualmente pagado
por los hombres prudentes. Si no, sólo tomarían préstamos los pródigos y proyectistas,
es decir, los que hoy en día se conocen como innovadores disruptivos. Smith, en
definitiva, denuncia la excesiva financiarización de la economía que lleva a vivir de las
rentas o persuadir al riesgo sometiendo la economía a la incertidumbre.
1 Este argumento se encuentra en distintos lugares de Smith, 1998: 99, 139, 285, 3413, 374-5,
405, 454, 455, 540, 674, 718.
Sorhegui 2018). La expansión productiva es efectiva si aumenta la productividad, lo que
es posible gracias al secreto manufacturero y el aumento de las destrezas, y la
maquinaria se desarrollaría por las destrezas y habilidades del obrero, producto de la
especialización y la división del trabajo. Así, se introduce el problema del conocimiento
y el aprendizaje para el desarrollo de la tecnología, dos pilares básicos del actual
concepto de innovación. 2
Por tanto, para Smith, la división del trabajo es una innovación que se produce de
forma no premeditada, gradual y no se debe forzar a ningún canal una cuota mayor de
la que naturalmente fluiría hacia él espontáneamente. El riesgo empresarial que busca
innovaciones sólo puede dar beneficios temporalmente, y en poco tiempo las otras
empresas asumirán la innovación y reducirán con su competencia el margen de
beneficio (Smith, 1988: 173). Smith pone más énfasis en el automatismo del mercado
en restaurar el equilibrio que en la importancia de la función innovadora. Para Smith, el
hombre de progreso, lento pero seguro, realiza sus proyectos con suficiente información.
Por tanto, lo que incrementa la cantidad de capital no es la mayor inventiva ni el hombre
excepcional, sino la habilidad, destreza y juicio con que habitualmente se realiza el
trabajo. La parsimonia o abstinencia, no la industria, son la causa de la acumulación
(Khan, 1954, 337-42). De esta manera, incluso la invención se convierte en una
especialidad más. «Estas diferentes mejoras fueron probablemente no todas
invenciones de un hombre, sino los sucesivos descubrimientos del tiempo y la
experiencia, y del ingenio de muchos diferentes artesanos» (Smith, 1988, Early Draft of
Part of the Wealth of Nations, pár. 18, 570). El inventor es un trabajador que, por estar
continuamente utilizando una máquina, imagina un medio nuevo para reducir su
esfuerzo y mejorar el mecanismo. Como decíamos al inicio, «No hay nada tan misterioso
en las invenciones de las máquinas como para que cualquiera no hubiera podido haber
sido su inventor» (Smith, 1978: LJ (A): VI: 4: 346).
2 Sin embargo, David Ricardo se interesó por los efectos de la tecnología como paliativo de la ley de los
La visión de Adam Smith está presente en recientes estudios como los de Collier
(2019), Mazzucato (2019) y Mayer (2018) que dicen que la generación de innovaciones
es un proceso colectivo y ello debería reflejarse en las retribuciones y en la gobernanza.
Entre otras cosas, el hecho de que la innovación sea consecuencia de un proceso social
deslegitima que el objetivo de las empresas sea la maximización del valor para los
accionistas, algo en lo que Smith también mostraría acuerdo dado que no confiaba en
la gobernanza a través de sociedades anónimas. Como Mazzucato, Smith afirmará que
no se debe confundir precio y valor, una confusión que se ha hecho evidente en la
desregulación reciente. Sin embargo, Smith no hubiera defendido las propuestas de
ingeniería regulatoria que plantean estos autores, que proponen reducir la concentración
de poder de mercado confiriendo poder a los políticos. La propuesta de Smith está más
en la línea de reforzar la justicia y el estado de derecho, la defensa de la injusticia frente
a los poderosos, incluida la exclusión social y laboral. Entre otras cosas porque el valor
que las empresas proporcionan a la sociedad es la creación de dinamismo y crecimiento,
no un precio cuantificable.
Jeremy Bentham quiso criticar en Defensa de la Usura la idea del tipo de interés
de Adam Smith jactándose de ser más liberal que el propio Smith. Poner un límite
máximo a los tipos de interés, dice Bentham, hará decrecer el número de posibles
prestamistas y los banqueros serán más cautelosos a la hora de fijar los márgenes de
riesgo o ser creará un mercado negro de crédito. Sólo se concederán préstamos a los
empresarios que operan en caminos de producción y distribución conocidos, con bajo
riesgo. Así, Bentham considera que el efecto de la ley será bloquear cualquier
innovación y el mecanismo de desarrollo mismo, tal y como él lo definía. Su conclusión
era que es necesario confiar en las fuerzas del mercado y desregular la economía.
Rae, como Bentham, distinguía a los hombres de genio de los hombres comunes
que se caracterizaban por una inclinación natural hacia la imitación (según Hume, el
factor diferencial entre etapas históricas). Además de esto, Rae distinguió a los
inventores de las personas que simplemente transmitían conocimientos. La segunda
causa del progreso de la invención es la escasez de ciertos materiales y también la
aplicación de principios provenientes de unos campos o principios ya conocidos a
nuevos campos generando sinergias gracias a fenómenos de fecundación cruzada.
Según Rae, este efecto, así como el progreso tecnológico, es más fácil donde hay
relaciones comerciales y financieras constantes entre hombres que pertenecen a
diferentes culturas. Planteó, así, un entorno multiétnico parecido a la aldea global.
También es causa del progreso de la invención la ciencia y la necesidad. Por último,
según Rae, debe haber cambios sociales capaces de sacudir la inmovilidad de los
sistemas y estimular las facultades inventivas y creativas de los hombres para encontrar
un impulso hacia el desarrollo. En este sentido, Rae habla de la difusión espacial de la
innovación de un país a otro donde hay diferentes culturas, climas y condiciones
socioeconómicas. Se han producido mejoras incrementales debido a la tecnología, en
opinión de Rae, no solo en relación con los productos sino también en relación con los
servicios, como el comercio bancario.
La segunda mitad del siglo XX ha estado dominada por dos grandes corrientes
sobre el cambio tecnológico, que han derivado en la construcción de modelos de
crecimiento exógeno y endógeno. Los modelos neoclásicos de crecimiento exógeno
(Solow, 1956; Abramovitz, 1956) consideran que las variables incluídas en ellos son
exógenas y la tecnología una variable residual del modelo. No obstante, Solow (1957)
cuestionó el fundamentalismo del capital, como “palabra mágica del desarrollo”, planteó
que el “cambio tecnológico” era el que explicaba la mayor parte del crecimiento, y avanzó
la idea de que las “mejoras en la educación de la fuerza de trabajo” serían consideradas
como “cambio técnico”.
En los Modelos de crecimiento endógeno, al ser las variables endógenas, se
introducen los conceptos de aprendizaje y los rendimientos a escala crecientes. El
crecimiento económico puede obtenerse mediante la existencia de externalidades
ligadas a la inversión en capital físico o humano. Se rompe con los modelos tradicionales
de crecimiento neoclásicos y se sostiene que el crecimiento es impulsado por el cambio
tecnológico, que se origina por “una decisión de inversión intencional hecha por los
agentes para maximizar su utilidad” (Romer, 1990). Los estudios más recientes sobre el
papel de la innovación en el proceso de crecimiento incluyen en el análisis aspectos
tales como “learning by doing” (Romer, 1986), capital humano (Lucas, 1988),
investigación y desarrollo (I+D) (Romer, 1990 y Aghion y Howitt, 1992) e infraestructura
pública (Barro, 1990). (Olaya, 2008; Galindo, 2008; García y Sorhegui, 2018; Jimenez-
Barrera, 2018).
De otro lado, la aparición de nuevas ideas productivas no era algo externo a los
modelos de crecimiento, sino que depende de los incentivos económicos, que a su vez
se encuentran determinados por los contextos institucionales. La contribución de North
reside en subrayar que la política pública institucional es un factor determinante esencial
para el crecimiento y que los cambios políticos condicionan los incentivos de los agentes
económicos para desarrollar nuevas ideas. Para North (1990), los “marcos
institucionales” son el determinante subyacente del funcionamiento a largo plazo de las
economías.
La teoría del éxito organizativo parte de dos premisas. La primera es que la teoría
neoclásica de la empresa es una teoría de la empresa no innovadora, lo que la
incapacita para analizar qué clase de instituciones de gobierno corporativo pueden
promover la innovación y el desarrollo económico (Lazonick, 2006). La segunda es que
la inversión en innovación no es un proceso de mercado, sino un proceso organizativo,
a cargo de tres actores sociales (hogares, gobiernos o empresas), que invierten en el
capital humano que constituye la base del crecimiento de la productividad necesario
para alcanzar un mayor nivel de vida (Lazonick, 2011).
REFLEXIONES FINALES
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