La Novela Desde Principios Del S. XX Hasta 1939: Tendencias, Autores Y Obras Representativos

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IES Julio Rodríguez (Motril) Departamento de Lengua castellana y Literatura (MFCC)

1. LA NOVELA DESDE PRINCIPIOS DEL S. XX HASTA 1939:


TENDENCIAS, AUTORES Y OBRAS REPRESENTATIVOS
1. GENERACIÓN DEL 98: NOVELA NOVENTAYOCHISTA.....................................................................................1

1.1 MIGUEL DE UNAMUNO (1864-1936).......................................................................................................................2


1.2 PÍO BAROJA (1872-1956) ......................................................................................................................................2
1.3 RAMÓN Mª DEL VALLE-INCLÁN (1866-1936)...........................................................................................................3
1.4 JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ, ‘AZORÍN’ (1873-1967) ..........................................................................................................3

2. GENERACIÓN DEL 14: NOVELA NOVECENTISTA .............................................................................................3

3. LA GENERACIÓN DEL 27 .......................................................................................................................................4

1. GENERACIÓN DEL 98: NOVELA NOVENTAYOCHISTA

Mientras la poesía recibe la novedosa influencia del Modernismo de Rubén Darío, la


novela ofrece también un movimiento nuevo, pero exclusivamente español, conocido
como la Generación del 98, formada por un grupo de jóvenes escritores que se
caracterizan por proponer la renovación estética de la literatura realista anterior (como los
modernistas) y la regeneración cultural del país (como los regeneracionistas).
Desde 1902 van dándose a conocer en España autores significativos como ‘Azorín’,
Unamuno, Baroja y ‘Valle-Inclán’, en cuyas obras empiezan a ser reconocibles ciertas
características que identifican la novela noventayochista:
1.- Patriotismo: el amor a España y el dolor por su situación los lleva a denunciar
sus grandes males (caciquismo, hambre, ignorancia, analfabetismo, guerra…).
2.- Pesimismo: la situación histórica (el desastre colonial de 1898) y el
desmoronamiento de los valores sociales y espirituales encajan con los
planteamientos existencialistas de Kierkegaard y Schopenhauer (el escepticismo, la
vida como algo absurdo y carente de sentido).
3.- Idealización del paisaje: el paisaje castellano es símbolo del alma española.
4.- Renovación estética o del estilo mediante:
a) El subjetivismo: no se persigue, como en la estética realista, la
reproducción exacta de la realidad exterior, sino la expresión de la realidad
interior (visión introspectiva).
b) Sobriedad: rechazan la grandilocuencia retórica y buscan la máxima
claridad y llaneza, aunque a veces recurren a términos poco frecuentes o
arcaísmos para dar más expresividad.
c) Concepción totalizadora: la novela es un género multiforme, en el que
tienen cabida también la reflexión filosófica, el ensayo, el lirismo... (Azorín
habla de “novela permeable”).

Unamuno Baroja ‘Valle-Inclán’ ‘Azorín’

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1.1 Miguel de Unamuno (1864-1936)


Unamuno se sirve de la novela para plantear sus grandes conflictos existenciales.
Así, se adentra en la ‘intrahistoria’ de la última guerra carlista en Paz en la guerra (1897), o
critica el racionalismo positivista en la educación de los hijos en Amor y pedagogía (1902).
Tras las críticas recibidas, Unamuno acuñó el término de "nivola" para definir sus
novelas, marcando así su distanciamiento con la idea estructural clásica de ese género.
Unamuno deja testimonio de su intimidad agónica y de su reflexión sobre ideas obsesivas
acerca de la religión, la vida, la muerte y la propia conciencia. Para ello interviene en el
relato, dialoga con sus personajes, los convierte en símbolos, interpela al lector..., y escapa
de los postulados clásicos de la novela tradicional: no hay descripción ambiental, no hay
autonomía en los personajes, el desarrollo es mínimo.
Así es su mejor novela, Niebla (1914), cuyo protagonista, Augusto Pérez, se
enfrenta con su creador en un ambiente de confusión entre lo que es verdad y lo que es
ficción.
Tras ahondar en la envidia cainita en Abel Sánchez (1917) y en el sentimiento de
maternidad frustrada en La tía Tula (1921), Unamuno reflexiona sobre la fe planteando la
disyuntiva entre verdad trágica o mentira consoladora en San Manuel Bueno, mártir
(1930), donde aparecen todos los motivos que habían ido apareciendo en sus novelas
anteriores: la lucha agónica del individuo en este mundo, el creer y el aparentar creer, la
soledad, los problemas de la fe, la vida como sueño... Cuenta la historia de un cura de
pueblo que ha perdido la fe, pero que aparenta tenerla para que sus feligreses mantengan
intactas sus creencias religiosas.

1.2 Pío Baroja (1872-1956)


La abundantísima producción narrativa de Baroja presenta tres etapas:
1ª) 1900-1912: más de treinta novelas, muchas de ellas agrupadas en trilogías con
incorporaciones posteriores, que van desde las puras novelas de acción, como
Zalacaín el aventurero (1909), Las inquietudes de Shanti Andía (1911); hasta
aquellas otras novelas más de pensamiento, en que se plantean tesis o se
profundiza en disquisiciones varias, como Camino de perfección (1902), La busca
(1904), El árbol de la ciencia (1911).
2ª) 1913-1936: le da preferencia a una serie de 22 novelas sobre un aventurero
personaje antepasado suyo llamado Eugenio de Aviraneta, Memorias de un hombre
de acción.
3ª) 1939-1956: sus memorias en siete volúmenes, Desde la última vuelta del
camino, son lo más importante de su producción final.

El objetivo de la narrativa de Baroja era entretener al lector. Sus novelas se


caracterizan por los siguientes rasgos:
- Marcada presencia del narrador a través de comentarios y reflexiones (Baroja se
permite expresar sus ideas filosóficas, literarias y políticas).
- Existencialismo: su análisis del comportamiento humano y la realidad de su época
es crítico, pesimista y escéptico.
- Novelas centradas en un personaje (activo y dominador o pasivo y sin voluntad).
- Acción y diálogos abundantes, más que la psicología de los personajes.
- Problemas sociales: ignorancia, desempleo, mundo rural, injusticias, pasividad…
- Elementos autobiográficos: medicina, muerte de un hermano, soledad…
- Descripciones impresionistas: pocos rasgos, pero de gran belleza y efectividad.
- Lenguaje ágil y espontáneo, aunque también, a veces, descuidado.

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1.3 Ramón Mª del Valle-Inclán (1866-1936)


Es autor destacado de novelas, cuentos, teatro, poesía…, cuyo atuendo y marcada
personalidad no pasaban inadvertidos. Ideológicamente evolucionó desde un
conservadurismo carlista y aristocrático hacia posturas revolucionarias comunistas que le
acarrearon problemas políticos con la dictadura de Primo de Rivera. Similar evolución se
aprecia en su obra narrativa:
1) Narrativa modernista. Prosa rítmica, refinada, bellísima y rica en efectos
sensoriales, al estilo de la poesía de Rubén Darío, donde abundan los paisajes, el
lujo decadente de una aristocracia elegante, las aventuras y amores de leyenda y
de misterio. Su mejor obra es una tetralogía, Sonatas, subtituladas Memorias del
Marqués de Bradomín (una especie de donjuán, "feo, católico y sentimental"),
que se publicaron en este orden: Sonata de Otoño (1902), Sonata de Estío
(1903), Sonata de Primavera (1904) y Sonata de Invierno (1905).
2) Narrativa histórica. La trilogía La guerra carlista (1908-1909) resulta una obra
de transición, porque junto a ciertos rasgos modernistas al evocar el heroísmo
romántico de los soldados en la última guerra carlista de España, aparece ya un
lenguaje desgarrado y bronco, incluso rústico, para mostrar la brutalidad de la
guerra.
3) Narrativa esperpéntica. El esperpento supone una deformación de la realidad,
se mezcla lo trágico y lo burlesco con el fin de exagerar y ridiculizar la sociedad,
de tal modo que sean más visibles los defectos grotescos que el autor quiere
denunciar. Destaca la que, sin duda, es una de las mejores novelas de la primera
mitad del siglo XX, Tirano Banderas (1926), que inaugura un subgénero
narrativo, el de las dictaduras hispanoamericanas. También, por último, las tres
novelas de El ruedo ibérico (1927-1932) reflejan con despiadada sátira la
historia de nuestro país desde el reinado de Isabel II hasta el desastre del 98.

1.4 José Martínez Ruiz, ‘Azorín’ (1873-1967)


En las novelas de Azorín la narración se fragmenta en instantáneas que congelan el
tiempo y captan la impresión del instante. Ejemplos de novela impresionista son La
voluntad, Antonio Azorín, Confesiones de un pequeño filósofo, donde se describe
minuciosamente el ambiente y la sensibilidad de los personajes con un lenguaje cuidado y
pulcro, de léxico preciso y enunciados breves y sencillos.

2. GENERACIÓN DEL 14: NOVELA NOVECENTISTA

Los autores de esta generación suponen una superación de los patrones o


esquemas narrativos anteriores, aunque cada uno por un camino distinto porque no
constituyen un grupo literario: el lirismo (Gabriel Miró), la ironía o el humor (Ramón
Gómez de la Serna, Wenceslao Fernández Flórez), el intelectualismo (Pérez de Ayala) o la
deshumanización. Se trata de escritores con los siguientes rasgos en común:
a) Sólida formación intelectual: la profundidad y el rigor de su pensamiento hacen
que su prosa sea más apta para las minorías cultas.
b) Preocupación estética: cuidan mucho la belleza y corrección del lenguaje.
c) Universalismo: tratan el problema de España con más serenidad y no desde el
dramatismo localista de los noventayochistas.

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• Gabriel Miró (1879-1930). Es el que mejor sabe mostrar la riqueza del mundo de
los sentidos. Destacan sus obras Nuestro Padre San Daniel (1921), y El obispo
leproso (1926), que forman un bloque. Transcurren en Oleza (trasunto de Orihuela),
representación de un mundo casi desaparecido que el autor pretende rescatar, en el
que la inocencia y las ansias vitales se estrellan contra la intolerancia religiosa.
• Ramón Pérez de Ayala (1880-1962). Es el que mejor sabe mostrar la riqueza del
mundo del pensamiento, con sus paradojas y complejidad. Comienza escribiendo
en una estética noventayochista, como en Troteras y danzaderas (1913), para pasar
después a una novela "intelectual", más próxima al ensayo, llena de reflexiones,
como en su obra cumbre Belarmino y Apolonio (1921).
• Wenceslao Fernández Flórez (1884-1964). Es el gran maestro de la novela
humorística, que sabe combinar el sentimentalismo con la ironía y es capaz de la
sátira más corrosiva, como en Los que no fuimos a la guerra (1930). Destaca la
belleza y lirismo de El bosque animado (1943), ambientada en su Galicia natal.
• Ramón Gómez de la Serna (1888-1963). La base de su producción literaria es la
greguería, frase o apunte breve que encierra una pirueta verbal o una metáfora
insólita: "Humorismo + Metáfora = Greguería". Como novelista, Ramón rompe los
moldes del género. En sus obras cabe de todo. La más famosa es El torero Caracho
(1927). No podemos olvidar El Novelista (1924), historia de un autor en busca de
motivos para sus novelas y de imaginación. El doctor inverosímil (1921) narra la
historia de un médico que cura por medio de extraños métodos.

3. LA GENERACIÓN DEL 27

Sin alcanzar el esplendor literario de sus coetáneos del grupo poético del 27, en
novela se está experimentando una evolución paralela: del vanguardismo de los años 20 a
una mayor concienciación social en los años de la II República. Se trata de autores
mayoritariamente republicanos que padecieron el exilio, por lo que se desligaron de
nuestra realidad y no llegaron a ser muy conocidos en España; se centraron en temas
como la infancia y la adolescencia (pasado propio), la guerra civil (pasado común), el
desarraigo (presente común) y el incierto regreso (futuro propio).

Entre los autores más afines al arte deshumanizado de Ortega y Gasset: Benjamín Jarnés, Juan
Chabás, Juan José Domenchina, y los más conocidos:
• Rosa Chacel (1898-1994): siguiendo las orientaciones de Ortega y Gasset, escribe una novela
casi sin acción, Estación, ida y vuelta (1930), si bien tienen más mérito sus novelas en el exilio,
Memorias de Leticia Valle (1943) o La sinrazón (1960).
• Max Aub (1903-1972): desde su exilio en México fue agrupando bajo el título de El laberinto
mágico aquellas novelas y colecciones de relatos que tenían la guerra civil como tema central
(entre estas obras destacan Campo cerrado, Campo abierto y Campo del Moro).
• Francisco Ayala (1906-2009): comienza con una novela deshumanizada del gusto de Ortega,
Cazador en el alba (1930), pero sus mejores obras las escribirá en el exilio, Muertes de perro
(1958) y El fondo del vaso (1962), de temática dictatorial hispanoamericana.

Entre los autores del “nuevo romanticismo” partidarios de una novela social más humanizada y
comprometida: Juan José Domenchina, Esteban Salazar Chapela, José Díaz Fernández, Joaquín Arderíus,
César Mª Arconada, Andrés Carranque de Ríos, y los más renombrados:
• Ramón J. Sender (1901-1982): antes de exiliarse escribió seis novelas, de las que destaca Mr.
Witt en el Cantón (1935) sobre el levantamiento federalista de Cartagena en 1873; pero su obra
maestra es Réquiem por un campesino español (1953), breve y realista novela que contrapone
pasado y presente en los recuerdos de un cura que se prepara para decir misa en sufragio de
Paco el del molino. Es autor también de Crónica del alba, nueve novelas autobiográficas.
• Arturo Barea (1897-1957): desde Inglaterra alcanzó éxito mundial con su trilogía de carácter
autobiográfico La forja de un rebelde (1951), compuesta por La forja, La ruta y La llama.

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