Ana Una Mujer Que Cambió Su Historia

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TEMA: ANA, UNA MUJER QUE CAMBIÓ SU HISTORIA

TEXTO: 1 SAMUEL 1:1-11

1 Hubo un varón de Ramataim de Zofim, del monte de Efraín, que se llamaba Elcana hijo de
Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efrateo. 2 Y tenía él dos mujeres; el nombre de una
era Ana, y el de la otra, Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana no los tenía. 3 Y todos los años aquel
varón subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo,
donde estaban dos hijos de Elí, Ofni y Finees, sacerdotes de Jehová. 4 Y cuando llegaba el día en
que Elcana ofrecía sacrificio, daba a Penina su mujer, a todos sus hijos y a todas sus hijas, a cada
uno su parte. 5 Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le
había concedido tener hijos. 6 Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no
le había concedido tener hijos. 7 Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba
así; por lo cual Ana lloraba, y no comía. 8 Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿por
qué no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?
9
Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba
sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová, 10 ella con amargura de alma oró a
Jehová, y lloró abundantemente. 11 E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares
mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres
a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja
sobre su cabeza.

1 En la sierras de Efraín vivía un hombre zufita de Ramatayin. Su nombre era Elcaná, hijo de
Jeroán, nieto de Eliú y bisnieto de Tohu. Tohu era hijo de Zuf, de la tribu de Efraín. 2 Elcaná tenía
dos esposas. Una se llamaba Ana, y la otra Penina. Penina tenía hijos, pero Ana no.
3
Cada año Elcaná viajaba de su pueblo hasta Siló para adorar al SEÑOR Todopoderoso y ofrecerle
sacrificios allí. Ofni y Finés, hijos de Elí, servían como sacerdotes del SEÑOR en Siló. 4 Cuando
Elcaná ofrecía sacrificios, le daba una parte de los alimentos a su esposa Penina y a cada uno de
sus hijos, 5 pero siempre le daba la misma cantidad[a] a Ana porque era la esposa que él amaba,
aunque el SEÑOR no le había dado hijos a Ana.
6
Penina siempre molestaba a Ana y la hacía sentir mal porque el SEÑOR no le permitía tener
hijos. 7 Cada año sucedía lo mismo cuando la familia iba al santuario del SEÑOR en Siló. Un día
Elcaná estaba ofreciendo sacrificios, pero Ana no comía nada en la fiesta porque estaba molesta, y
lloraba. 8 Elcaná, su esposo, le dijo: «Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no quieres comer? ¿Por qué
estás triste? Me tienes a mí, yo soy tu esposo. Deberías pensar que yo soy mejor que diez hijos».
9
Después de comer, Ana se levantó calladamente y se fue a orar al santuario.[b] El sacerdote Elí
estaba sentado en una silla cerca de la puerta del santuario del SEÑOR. 10 Ana estaba muy triste y
lloraba mucho mientras oraba al SEÑOR. 11 Le hizo una promesa a Dios: «SEÑOR Todopoderoso,
mira lo triste que estoy. ¡Acuérdate de mí! No me olvides. Si me concedes un hijo, te lo entregaré a
ti. Será un nazareo: no beberá vino ni bebidas embriagantes,[c] y nunca se cortará el cabello».

En este dia que se celebra el “Día internacional de la mujer” vamos meditar en la


palabra de Dios en la vida de una mujer que a pesar de tener muchas cosas en su contra,
pudo cambiar su historia, pudo ver la mano de Dios sobre su vida, esa mujer es Ana la
madre del profeta Samuel.

En los textos que hemos leído se nos muestra que la vida de Ana era una historia llena
de tristeza:

a) Su esposo Elcana tenía otra esposa llamada Penina, la cual era su rival es decir
que ambas competían por el amor de su esposo.

b) Ana era estéril, no podía darle hijos a su esposo pero Penina si le había dado
hijos e hijas, por eso Penina se burlaba de Ana y la enojaba y la entristecía.

Lastimosamente Ana no le daba importancia al significado de su nombre, pues Ana


significa “llena de gracia” y aunque la gracia de Dios estaba siempre a su disposición
para transformar su historia, ella lo que hacía era dejar que su corazón se llenará de
tristeza, de enojo, de frustración por las cosas de su vida que no podía cambiar, y ella
lloraba y no comía.

REFLEXIÓN 1: Posiblemente esta sea la misma historia de muchos cristianos, no


solamente de mujeres sino también de hombres, que sienten que la historia de su vida
está llena de fracasos, de menosprecio, de injusticias, y de muchas situaciones que no
pueden controlar ni cambiar, y su corazón al igual que el de Ana se llena de amargura y
de enojo contra Dios, contra la vida, contra la pareja, etc.

Son personas que al igual que a Ana se les ha olvidado que la gracia de Dios está con
ellos, que se les ha olvidado que son hijos e hijas de un Dios poderoso que los ama.

REFLEXION 2: Podemos ver en la vida de Ana que esas actitudes de enojarse, llorar y
no comer, no cambiaron para nada su historia, no le sirvieron absolutamente de nada
para transformar la realidad de su vida, y nosotros también debemos comprender que
tomar actitudes de víctima, tomar actitudes violentas y de enojo, tomar actitudes de
rechazo, de murmuración, de nada nos servirán para transformar la historia de nuestra
vida , pues esas actitudes lo único que producen es mayor soledad y amargura en su
corazón. Pero ¿QUÉ HIZO ANA PARA PODER CAMBIAR SU HISTORIA?
I) ANA DECIDIÓ ABRIR SU CORAZÓN, PERO CON DIOS, ELLA
BUSCÓ DIRECTAMENTE LA GRACIA Y EL PODER DE DIOS PARA SU VIDA
(1 SAMUEL
1:9-11)
9
Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una
silla junto a un pilar del templo de Jehová, 10 ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente.
11
E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de
mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días
de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.

9
Después de comer, Ana se levantó calladamente y se fue a orar al santuario.[a] El sacerdote Elí
estaba sentado en una silla cerca de la puerta del santuario del SEÑOR. 10 Ana estaba muy triste
y lloraba mucho mientras oraba al SEÑOR. 11 Le hizo una promesa a Dios: «SEÑOR
Todopoderoso, mira lo triste que estoy. ¡Acuérdate de mí! No me olvides. Si me concedes un
hijo, te lo entregaré a ti. Será un nazareo: no beberá vino ni bebidas embriagantes,[b] y nunca se
cortará el cabello».

● Que precioso detalle él que nos da la palabra de Dios: el sacerdote Elí


estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo, pero Ana no fue donde
Elí, ella no busco al siervo de Dios para arreglar su vida, ella buscó
directamente a Dios.

● Ella abrió su corazón, derramó su alma delante del Señor, le pido lo que
ella más anhelaba, le pido a Dios que ÉL cambiara su historia, ella le dijo a
Dios: NO ME OLVIDES e hizo un pacto con el Señor por su hijo.

● Aplicando el texto a nuestra vida eso no significa que nosotros no podamos


pedir que un pastor o un predicador ore por nosotros, pero tenemos que
reconocer que los hombres son únicamente instrumentos, el único que obra
milagros y maravillas es nuestro Dios y nosotros somos sus hijos y tenemos
entrada directa al trono de su gracia (Hebreos 4:16)
16
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para
el oportuno socorro.
16
Entonces, acerquémonos con confianza al trono de Dios que es generoso. Allí recibiremos su compasión y
su bondad para ayudarnos cuando lo necesitemos.

II) DIOS RESPONDIÓ LA ORACIÓN DE ANA, Y LE DEMOSTRÓ QUE ÉL NO


LA HABÍA OLVIDADO (1 SAMUEL 1:19-20)

19
Y levantándose de mañana, adoraron delante de Jehová, y volvieron y fueron a su casa en
Ramá. Y Elcana se llegó a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella. 20 Aconteció que al
cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre
Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová.
19
Temprano, a la mañana siguiente, la familia de Elcaná se levantó, adoraron al SEÑOR y
luego regresaron a su pueblo de Ramá. 20 Ella concibió y para esas fechas al año siguiente, dio
a luz un hijo. Ana le puso por nombre Samuel[a], pues dijo: «Su nombre es Samuel porque se lo
pedí al SEÑOR».

● Ana creyo y confió que su oración había sido oída y que sería contestada,
por eso ya no estuvo más triste.

● El versículo 20 nos dice que Dios se acordó de Ana, es decir que nos muestra
que Dios no nos olvida, que nuestra vida y nuestros problemas y necesidades
están siempre en la mente de Dios.

● Ana vio manifestada en su vida la maravillosa gracia de nuestro Dios, ella


pudo tener él hijo que tanto anhelaba su corazón, pero ella no olvidó su
promesa, ella no olvidó el pacto había hecho con el Señor, como
lastimosamente muchos de nosotros hacemos cuando el Señor nos da lo que
tanto le pedimos. (1 Samuel
1:24-28)

24
Después que lo hubo destetado, lo llevó consigo, con tres becerros, un efa de harina, y una
vasija de vino, y lo trajo a la casa de Jehová en Silo; y el niño era pequeño. 25 Y matando el
becerro, trajeron el niño a Elí. 26 Y ella dijo: ¡Oh, señor mío! Vive tu alma, señor mío, yo soy
aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová. 27 Por este niño oraba, y Jehová me
dio lo que le pedí. 28 Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de
Jehová.
24
Cuando el niño tenía la edad suficiente para comer alimento sólido, Ana lo llevó al santuario
del SEÑOR en Siló. También llevó un becerro de tres años, 20 kilos[a] de harina y una botella
de vino. 25 Se presentaron ante el Señor. Elcaná mató el becerro como sacrificio al Señor, como
de costumbre.[b] Luego Ana entregó el niño a Elí, 26 y le dijo:

—Perdón, señor, yo soy la misma mujer que usted vio orar al SEÑOR. Le aseguro que lo que
digo es cierto. 27 Oré por este hijo, y el SEÑOR contestó mi oración, dándomelo. 28 Ahora se lo
entrego al SEÑOR, y él servirá[c] al SEÑOR toda su vida. Entonces Ana dejó ahí al niño[d] y
adoró al SEÑOR.

III) LA HISTORIA DE ANA FUE TOTALMENTE TRANSFORMADA PERO


POR MEDIO DEL PODER Y LA GRACIA DE DIOS (1 SAMUEL 2:18-21)

18
Y el joven Samuel ministraba en la presencia de Jehová, vestido de un efod de lino. 19 Y le
hacía su madre una túnica pequeña y se la traía cada año, cuando subía con su marido para
ofrecer el sacrificio acostumbrado. 20 Y Elí bendijo a Elcana y a su mujer, diciendo: Jehová te
dé hijos de esta mujer en lugar del que pidió a Jehová. Y se volvieron a su casa.
21
Y visitó Jehová a Ana, y ella concibió, y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el joven Samuel
crecía delante de Jehová.

18
Pero Samuel servía al SEÑOR como ayudante, vestido con un efod de lino. 19 Cada año su
mamá le hacía una pequeña túnica y se la llevaba cuando iba a Siló con su esposo para ofrecer
el sacrificio anual. 20 Elí bendecía a Elcaná y a su esposa, diciendo: «Que el SEÑOR te dé más
hijos con Ana en pago del niño que Ana prestó y dedicó al SEÑOR».[a] Elcaná y Ana
regresaron a casa, y 21 el SEÑOR fue bondadoso con Ana concediéndole tres hijos y dos hijas,
mientras Samuel crecía sirviendo al SEÑOR.

● Esa mujer que era estéril, triste y llena de amargura, puso su confianza en
Dios y él la hizo madre de seis hijos.● Por medio de este mensaje él Señor
nos recuerda que él también puede cambiar nuestra historia, solo tenemos
que decidir como Ana poner nuestra fe en Dios.

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