Claves de Interpretación Bíblica. DE LA FUENTE, Tomás
Claves de Interpretación Bíblica. DE LA FUENTE, Tomás
Claves de Interpretación Bíblica. DE LA FUENTE, Tomás
de
interpretación
bíblica
Edición Actualizada
Tomás De La Fuente
CASA BAUTISTA DE PUBLICACIONES
7000 Alabama Street, El Paso, TX 79904, EE. UU. de A.
www.casabautista.org
Claves de interpretación bíblica. © Copyright, novena edición actualizada, 1985, Casa
Bautista de Publicaciones, 7000 Alabama St., El Paso, Texas 79904, Estados Unidos de
América. © Copyright, ediciones de la primera a la octava, 1957, Tomás de la Fuente, y usadas
con permiso. Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción o transmisión total o
parcial, por cualquier medio, sin el permiso escrito de los publicadores.
Ediciones: 1957, 1961; 1971 (revisada), 1975; 1977 (corregida), 1979,
1981, 1984; 1985 (actualizada), 1987, 1990, 1992, 1994,
1995, 1996, 1997, 1998, 1999, 2000, 2002, 2003
Vigesimosegunda edición: 2004
Clasificación Decimal Dewey: 220.6
Tema: Biblia – Crítica – Interpretación
ISBN: 0-311-03653-8
C.B.P. Art. No. 03653
7 M 11 06
Impreso en Colombia
Printed in Colombia
ÍNDICE
Title Page
Prólogo
Prefacio a la primera edición
Prefacio a la novena edición
LA HERMENÉUTICA GENERAL
1. OBSERVACIONES PRELIMINARES SOBRE LA
INTERPRETACIÓN BÍBLICA
A. La necesidad de estudiar la hermenéutica
B. El intérprete
C. El libre examen de las Escrituras
D. La responsabilidad personal
E. La aplicación de las reglas
F. Dos divisiones de la hermenéutica
2. EL ESPÍRITU CORRECTO
3. EL MÉTODO CORRECTO
A. El método racionalista
B. El método alegórico-místico
C. El método dogmático
D. El método correcto se llama gramático-histórico
4. LEA SIEMPRE CON CUIDADO
5. EL SIGNIFICADO DE PALABRAS INDIVIDUALES
6. EL CONTEXTO
7. PASAJES PARALELOS
8. EL MENSAJE DE LA BIBLIA ENTERA
9. EL PROPÓSITO, EL PLAN Y LAS LIMITACIONES DE CADA
ESCRITURA
10. LAS CIRCUNSTANCIAS HISTÓRICAS
11. LA CLAVE DE LOS DOS TESTAMENTOS
LA HERMENÉUTICA ESPECIAL
LA HERMENÉUTICA ESPECIAL: UNA NOTA EXPLICATIVA
12. FIGURAS LITERARIAS
A. El símil
B. La metáfora
C. La metonimia
D. La sinécdoque
E. La ironía
F. La hipérbole
G. La apóstrofe
H. La personificación
I. El eufemismo
J. La paradoja
K. El juego de palabras
13. MODISMOS HEBRAICOS
A. Lo absoluto por lo relativo
B. Lo relativo por lo absoluto
C. El modismo de filiación
D. Modismos de tiempo
E. El antropomorfismo
F. La elipsis
14. TIPOS
15. SÍMBOLOS
A. Interpretación de los símbolos
B. Los símbolos comparados con los tipos
C. Números simbólicos
16. PARÁBOLAS
A. Razón de las parábolas
B. La estructura de la parábola
C. La interpretación de las parábolas
D. La parábola de los siervos fieles e infieles (Lucas 12:42-48)
E. La parábola del sembrador (Mateo 13:2-9)
F. La parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13:24-30)
G. La parábola del buen samaritano (Lucas 10:30-37)
H. La parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11-32)
I. Símiles y dichos parabólicos
17. ALEGORÍAS
A. Su interpretación
18. FÁBULAS, ADIVINANZAS, ENIGMAS Y PROVERBIOS
A. La fábula
B. La adivinanza
C. El enigma
D. El proverbio
19. POESÍA HEBREA
A. Paralelismo sinónimo
B. Paralelismo antitético
C. Paralelismo sintético o constructivo
D. Lista poética
E. Acrósticos
20. INTERPRETACIÓN DE LA PROFECÍA
A. La profecía y los profetas
B. Profetas, mensajeros para su época
C. El valor de la profecía
D. La llamada “doble referencia” de la profecía
E. La profecía contenida en eventos pasados
F. El cumplimiento de la profecía por escalas
G. Profecías directas e indirectas de Cristo
H. La profecía en la vida contemporánea de Israel
I. El lenguaje figurado en la profecía
J. Reglas para interpretar la profecía
21. PROBLEMAS DE CITAS ESCRITURARIAS
A. El origen de las citas del Antiguo Testamento
B. Variaciones en los textos originales
C. Téngase en cuenta respecto a las citas del Antiguo Testamento
22. SUPUESTAS CONTRADICCIONES HISTÓRICAS
23. DIFICULTADES DOCTRINALES
A. Observaciones generales sobre el manejo de dificultades
Libros recomendados para la biblioteca del intérprete
Bibliografía
PRÓLOGO
Pienso que en vista de la escasa y pobre literatura que sobre hermenéutica
tenemos los evangélicos de las repúblicas latinoamericanas, muchos han
tenido el deseo de escribir un libro como el que hoy sale a luz de la pluma de
nuestro estimado y fino hermano Tomás de la Fuente, bibliófilo y bibliógrafo
de buena cepa, pero les ha faltado el valor, el tiempo disponible o quizá el
conocimiento o las capacidades necesarias para escribirlo.
El autor ha producido con beneplácito general del pueblo evangélico de
México este valioso manual de hermenéutica práctica. Con agradecimiento a
él por su deferencia, hemos tenido acceso al manuscrito original de esta obra
y nos parece un rico arsenal de conocimientos útiles y necesarios para el recto
entendimiento de la Sagrada Palabra de Dios.
No es este un libro complicado ni necesita serlo tratándose de
hermenéutica, ni creo pretenda serlo; pero tiene la ventaja de haber sido
escrito originalmente en nuestra lengua y además, la de ser conciso: no tan
elemental como el del doctor Lund, ni tan profuso como la traducción que se
ha hecho de la obra del doctor M. S. Terry. Nos parece un libro sincero, claro
y al alcance de las mentes sencillas para quienes suponemos fue escrito.
No es este un libro definitivo de hermenéutica, pues esta no es estática ni
mecánica ni matemática: es una ciencia del Espíritu; y el Espíritu que según el
Apóstol de las gentes, todo lo escudriña (1 Corintios 2:10), aunque para
hacerse oír y entender, se adapta voluntariamente a los principios científicos
de investigación; rehúsa con todo, ser aprisionado en reglas matemáticas o en
fórmulas mecánicas, y “dónde está el Espíritu … hay libertad” (2 Corintios
3:17b). Sobre hermenéutica nadie ha dicho la última palabra. El libro final de
hermenéutica no se ha escrito aún en ninguna lengua humana.
Pero este libro del hermano es un buen libro que viene a suplir en parte,
una gran necesidad por largo tiempo sentida en nuestro ambiente; es un paso
adelante, una puerta abierta para que por ella entren los espíritus
investigadores con mayor libertad y confianza en el vasto campo de la
hermenéutica.
Por su utilidad y pureza de doctrina es digno de recomendarse al
estudiante particular de la Escritura, y a los colportores, así como para
campamentos, institutos y seminarios, donde podrá ser leído y estudiado
provechosamente.
Felicitamos a su autor y como premio deseamos sienta en su corazón el
gozo de haber fomentado en muchas almas el deseo de investigar las
insondables riquezas de la Palabra de Dios.
a Aritmética Matrimonial, aprendido en mi infancia escolar, cuyos versos
son una ingeniosa interpretación del machismo latino, con base en los
números:
A. T. Ojeda
Enero de 1957, México, D. F.
PREFACIO
A LA PRIMERA EDICIÓN
El presente trabajo es el resultado de la experiencia obtenida dictando las
clases de hermenéutica sagrada en la Escuela Bíblica para Obreros
Cristianos,1 de esta ciudad, durante los últimos tres años y medio; y de haber
pulsado la urgente necesidad de poner en manos de los alumnos un tratado
sobre la materia, que estuviera igualmente al alcance de los laicos que anhelan
servir al Señor. Pero no sólo esto, sino que fuera suficientemente completo
para que sirviera a los seminaristas que se preparan para el ministerio del
púlpito.
Desde luego, no hubiera intentado preparar tal trabajo si existiera ya
alguna obra que, en mi opinión, llenara estos requisitos. Otros, sin duda, están
mejor capacitados para producir tal obra; pero el simple hecho de que no
existiera la obra requerida, ni la esperanza de que pronto la hubiera, me han
impulsado a esta modesta tarea. Nadie estará más consciente de sus faltas que
yo mismo, a pesar de que confío en que los humildes conocimientos que
contiene, valgan la pena de ser publicados.
Con profunda gratitud, confieso que tanto el entusiasmo que siento por el
estudio de la hermenéutica como los conocimientos que he podido
aprovechar, se los debo a mi muy apreciado maestro, el doctor Robert C.
McQuilkin, quien está ahora en la presencia de Cristo, a quien sirvió
fielmente durante veintinueve años como presidente de mi Alma Mater, el
Columbia Bible College.
Agradezco de manera especial los penetrantes comentarios del doctor
Guillermo Wonderly, de la Sociedad Bíblica en México, que han sido de tal
importancia que me obligaron a modificar algunos conceptos del trabajo
original. Doy las más sinceras gracias también a mi buen amigo, el conocido
periodista Neftalí Zazueta, quien me hizo favor de apuntar algunas esquirlas
del estilo. Aprecio especialmente la gentileza del doctor Alejandro Treviño
Ojeda, quien leyó el manuscrito, dando su opinión al respecto en el Prólogo.
Y no puedo prescindir de alabar la paciencia, agradeciendo el estímulo de mi
esposa fiel y amante, quien soportó muchas horas de soledad mientras se
preparaba la obra.
A los maestros que tienen a bien usar este libro como texto, deseo sugerir
que hagan uso de los textos citados sin explicar, como tareas para sus
alumnos. Sería útil a la vez, ir recopilando nuevos ejemplos de los que se trata
en cada capítulo, para uso en la clase. Ciertos capítulos, al juicio del maestro,
especialmente los últimos tres, bien podrían suprimirse de los estudios en
escuelas de menor altura que un seminario, debido a los conocimientos que se
supone hayan alcanzado.
Cualquier sugerencia para mejorar la calidad del libro, será recibida con
verdadera gratitud y aprecio.
Que el Señor y Maestro de todos se digne emplear este trabajo para el
mejor entendimiento de su Palabra.
Diciembre de 1956, México, D. F.
Tomás de la Fuente
PREFACIO
A LA NOVENA EDICIÓN
Me ha agradado muchísimo ver la necesidad de la presente edición de
este libro; hasta cierto punto representa el cumplimiento de mis deseos
expresados en el Prólogo. Como antes, sigo esperando que el Señor se digne
usarlo en los países de habla española mientras pueda ofrecer ayuda a los
estudiantes en las varias instituciones educativas del Continente.
Durante varios años he querido agregar un capítulo sobre la importancia
de leer siempre con cuidado el texto bíblico antes de interpretarlo. Pero hasta
ahora no había podido hacerlo, porque las demandas de nuevas ediciones
siempre me tomaban de sorpresa y no podía prepararlo a tiempo. Ahora, con
el favor de Dios, va incluido el capítulo que tenía pensado escribir.
Hay otro motivo para la presente edición: al paso de los años he visto con
desagrado cada vez mayor el estilo pesado de las ediciones anteriores.
Entiendo ahora, más que nunca, que la mayoría de los lectores agradece la
sencillez y la claridad; no les hace falta leer términos desusuales ni la sintaxis
enredada. Con el fin de rectificar mucho de esto, he vuelto a escribir todo el
libro.
El nuevo texto amplía algunos puntos, refina otros, rectifica los errores
tipográficos que se habían acumulado, y aumenta el número de referencias
bíblicas que ilustran los principios de la hermenéutica.
Espero que mi trabajo guste a mis lectores, por pobre e incompleto que
haya sido el resultado.
Tomás de la Fuente
PARTE 1
LA HERMENÉUTICA GENERAL
1
OBSERVACIONES PRELIMINARES
SOBRE LA INTERPRETACIÓN
BÍBLICA
Para todo estudiante y maestro de la Biblia, dos preguntas son de gran
importancia: ¿Qué dice la Biblia sobre algún asunto?, y ¿qué quiere decir la
Biblia cuando lo dice?
La respuesta a la primera pregunta puede encontrarse por medio del
estudio cuidadoso de la Biblia, o investigando en los libros de consulta
indicados; o bien, haciendo las dos cosas.
La segunda pregunta puede ser contestada en parte, leyendo el texto
bíblico en una de las versiones recientes. Los traductores han hecho un
esfuerzo por hacer que el texto sea claro y al alcance del lector de poca
preparación académica. Aun así, el significado de algún texto puede seguir
siendo difícil por una de varias razones. De manera que esta segunda pregunta
viene a ser la más importante de las dos. El estudio llamado “la interpretación
bíblica” trata el asunto del significado del texto bíblico.
La necesidad de entenderlo data desde el tiempo del libro de
Deuteronomio. En este libro Moisés repitió las leyes que Dios dio a Israel en
el Sinaí, cuarenta años antes. Pero cuando las repitió, cambió la forma de
muchas de ellas. Lo hizo, sin duda, para hacerlas más claras, incapaces de ser
mal entendidas. La segunda redacción de la ley debe entenderse como la
interpretación bíblica. Quizá esta redacción fue el primer intento por
interpretar las Escrituras.
Siglos más tarde, el escriba Esdras y otros leyeron la ley de Dios en el
texto hebreo para todo el pueblo: “Y leían en el libro de la ley de Dios
claramente, y ponían el sentido de modo que entendiesen la lectura”
(Nehemías 8:8). La palabra “claramente” significa “con interpretación”.
La disciplina moderna de la interpretación bíblica, tal como se explica en
muchos seminarios e institutos bíblicos, se ha reconocido como estudio
científico sólo en siglos recientes. Tiene sus raíces en la historia del pueblo de
Dios de hace miles de años. Pero sólo en el siglo XVI Martín Lutero propuso
una serie de reglas para guiar toda interpretación seria de la Biblia. Desde
entonces esta ciencia ha crecido tanto que ahora demanda atención entre los
otros estudios bíblicos y teológicos.
La interpretación bíblica se llama hermenéutica, palabra derivada de la
voz griega hermenéuō, que significa interpretar. Como disciplina, incluye
cualesquiera reglas necesarias para explicar el significado de algún texto
literario; pero se aplica especialmente a la Biblia. Las reglas que ayudan a
entenderla y explicarla, tomadas de cualquiera fuente, constituyen la materia
de este estudio.
Si en la práctica aplicáramos esta descripción a la hermenéutica,
tendríamos que incluir muchas cosas que propiamente no corresponden a ella.
Al mismo tiempo, la hermenéutica reconoce la contribución de estos otros
estudios, y trata de incluirlos en la preparación del intérprete.
El doctor Vernon C. Grounds, antes presidente del Seminario Teológico
Bautista Conservador en Denver, Colorado, hizo la siguiente observación
sobre la necesidad de estudiar las muchas materias que no corresponden
directamente a la hermenéutica:
Para interpretar y comunicar con pericia el Libro, el estudiante debe obrar recíprocamente con
otros libros—libros sobre el hebreo, el griego, la arqueología, las misiones, la historia, la teología,
la educación, el arte de aconsejar, la ciencia, la homilética, la literatura, la música—todas estas
materias contribuyen al entendimiento de la Biblia y de las personas que necesitan su mensaje.1
B. El intérprete
Si reconocemos que el estudio de la hermenéutica es necesario para
entender bien la Biblia, podemos ver también que una interpretación adecuada
está al alcance de aquel que quiere esforzarse por aprender sus reglas y ser
diligente en su aplicación. Pero requiere que el intérprete mismo comience su
trabajo siendo preparado para él espiritualmente.
En este punto muchos católicos romanos difieren de los cristianos
evangélicos. Aquella iglesia reserva para sí el derecho exclusivo de interpretar
las Escrituras. Los teólogos romanistas pretenden que la Iglesia verdadera del
Señor Jesucristo es la que ellos sirven. Por esta razón, creen que sólo ellos
poseen el Espíritu Santo, con la ayuda del cual puedan interpretar las
Escrituras.
Es interesante observar al principio que ese argumento fue rechazado por
el erudito holandés humanista Erasmo. El afirmó que:
La Iglesia no es el único intérprete que tenga derecho de determinar y definir el significado
verdadero de la Escritura. Al contrario, la Escritura determina lo que debe enseñar la Iglesia.4
D. La responsabilidad personal
La libertad de leer y entender la Biblia lo mejor que pueda uno, no debe
tomarse ligeramente; porque cada uno de nosotros responderá por sí mismo
delante del trono de Cristo (2 Corintios 5:10). Cada maestro debe enseñar con
cuidado. Si alguno ha sido falso en el manejo de la Palabra de Dios, recibirá
mayor condenación (Santiago3:1).
Los evangélicos enseñamos que la ciencia de la hermenéutica bíblica
requiere la interpretación reverente, dada en el temor de Dios y guiada por el
Espíritu Santo; porque él es nuestro Maestro divinamente nombrado para
serlo (Juan 14:26).
Como creyentes cristianos dedicados al fiel manejo de la Palabra de Dios,
nos vemos obligados a aprender las reglas de interpretación para desempeñar
el ministerio al cual Dios nos ha llamado, lo mejor que sepamos. Al hacerlo,
gozamos de la iluminación y de la ayuda del Espíritu de Dios. No debe de
haber duda sobre este punto, porque realmente tenemos su presencia en virtud
del don del Espíritu desde cuando nacimos de nuevo.
Si algún alumno o maestro piensa que puede sacar conclusiones
satisfactorias solamente después de dominar completamente esta materia,
debe recordar que el Espíritu Santo es su maestro y guía. Aun cuando el lector
no sea un gigante intelectual, esto tiene poco que ver con su capacidad de
sacar algunas conclusiones correctas por medio de su lectura de la Biblia.
Hasta el lector más humilde normalmente goza de la iluminación del Espíritu
mientras lee. Algún texto que no había entendido antes, de repente está
iluminado. O algún otro pasaje, poco comprendido, puede brillar con nuevo
significado por medio de la ayuda del Espíritu que vive en él.
Todo esto no indica que el alumno no debe aplicarse al estudio. El
estudiante descuidado o moroso no debe contar con la ayuda divina como
para pasar por alto el estudio diligente que Dios ha ordenado para su progreso
en las Escrituras.
PARA EL ESTUDIANTE
¿Qué significa “la hermenéutica”?
¿Por qué estudiamos la hermenéutica?
¿Qué significa la frase: “Libre Examen”?
¿Cuáles son algunas razones por las cuales la Biblia presenta problemas de interpretación?
NOTAS
1 Extractado de un folleto editado en Denver en 1980.
2 A. Berkeley Mickelsen, Interpreting the Bible (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co.,
1963), p. 16.
3 Aunque los Rollos del Mar Muerto son conocidos mejor por los textos bíblicos que se encontraron
allí, hay entre ellos algunos escritos no bíblicos. Estos incluyen las reglas de disciplina de varias
comunidades religiosas, salmos e himnos, y algunos escritos apocalípticos. Aunque se han
publicado algunos de los textos no bíblicos, éstos casi no se pueden usar para el estudio del idioma.
4 Funk y Wagnalls New Encyclopedia editado por Kurt Aland et al (New York: Funk y Wagnalls,
1971), Tomo III, p. 400.
5 Mickelsen, op. cit., pp. 375, 376.
6 Hasta años recientes cuando un católico romano interpretaba la Biblia de manera contraria a la
enseñanza oficial, dejaba de ser de los fieles, y no gozaba ya del privilegio otorgado a aquellos que
aceptaban el punto de vista de aquella iglesia. El autor fue misionero en México desde 1942 al
1967 y vio el resultado de esta actitud en algunos de sus amigos personales. Pero en 1962 el obispo
de Cuernavaca consiguió que esta regla dejara de aplicarse.
7 Tomado de la “Introducción General” de la versión de la Biblia de Torres Amat, publicada por
Revista Católica, primera edición, 1946.
2
EL ESPÍRITU
CORRECTO
Hace muchos años mientras que mi hermana y yo estábamos curioseando
entre unas cajas viejas en una bodega, encontramos unas cartas de amor que
un novio rechazado había escrito a nuestra madre. Nos divertían sus
afirmaciones de amor y la forma anticuada en que se expresaban en aquel
entonces, así como la idea de que nuestra madre se sintiera atraída por un
hombre con apellido extranjero como el suyo.
Nuestra falta de aprecio por aquellas cartas se basaba en una actitud
equivocada y antipática. Para apreciarlas debidamente, hubiéramos tenido que
conocer personalmente al escritor y comprender la relación que existía entre
los dos.
Los que leen la Biblia sin tener una actitud correcta hacia ella, la iglesia,
Dios y su Hijo Jesucristo, y un aprecio adecuado de sus expresiones de amor
y preocupación por un mundo perdido, han de caer en semejante trampa. Un
espíritu correcto es uno de los requisitos básicos para todo intérprete de la
Escritura.
El espíritu correcto sigue a la presencia personal del Espíritu de Dios en
el que piensa interpretar su Palabra. Sin él, el individuo no debe considerarse
cristiano, según la enseñanza de Pablo en Romanos 8:9. Los que quieren
enseñar a otros sin tener al Espíritu de Dios, serán “ciegos guías de los
ciegos”. Fue para que los seguidores de Cristo pudieran entender las cosas de
Dios que él les dio su Espíritu (1 Corintios 2:12). La lista de los textos
bíblicos que apoyan estas verdades es larga; pero véanse especialmente los
siguientes: Juan 14:17, 26; 20:22; Hechos 2:38; 1 Juan 2:20, 27.
Como fruto de este primer don del Espíritu de Dios, el intérprete debe
manifestar un espíritu de humildad y una mente lista para recibir las
enseñanzas del Señor. Ya que lee la Palabra de Dios, el lector debe respetar a
su Autor, y escuchar su voz como criatura delante de su Creador, como siervo
ante su Amo o como vasallo en la presencia de su Rey.
El intérprete debe exhibir también la humildad delante de otras personas,
en vista de que ellas también pueden tener la mente dotada por el mismo
Espíritu. Con frecuencia otros lectores de la Biblia tendrán mejor
comprensión de algún texto, y solamente la humildad permitirá al intérprete
aceptar la verdad que Dios le ha revelado a otro. El intérprete nunca debe
pensar de sí mismo como infalible, aun cuando esté seguro de que ha
descubierto alguna verdad que el Señor le ha revelado.
El apóstol Pablo nos ha dado un hermoso ejemplo de este espíritu en
Gálatas 1:11, 12. Pablo había recibido su evangelio directamente de Dios. Sin
embargo, fue a Jerusalén, movido para hacerlo por el Espíritu mismo, para
poner delante de los demás apóstoles el mensaje que predicaba. Esto lo hizo,
dice, “para no correr o haber corrido en vano” (2:2). Tal actitud de humildad,
aun delante de otras personas, es otro requisito básico para el intérprete de la
Biblia.
También le es requerida la reverencia ante la revelación divina. Muchas
veces querríamos sujetar algunas enseñanzas a nuestro propio juicio, o buscar
la manera de desvanecerlas, pretendiendo tener una comprensión intelectual
del mundo. Pero ese intelectualismo muchas veces no es más que la
incredulidad disfrazada como algo respetable.
A veces las doctrinas de otras denominaciones son el blanco de algún
chiste, ridiculizadas en un espíritu irreverente. La forma de bautizar, la
interpretación de la cena del Señor, de la predestinación, del pecado, o la
conducta democrática de las sesiones de negocios son objeto de burla en
algunos círculos. Aun cuando el intérprete no pueda estar de acuerdo con tales
doctrinas, el espíritu reverente es el único adecuado para tales situaciones.
Aun es posible que Dios no nos dé su luz sobre estos puntos mientras no
tengamos la reverencia frente a las enseñanzas de otros creyentes.
En ciertos casos raros, el lenguaje anticuado de la Biblia puede ocasionar
pensamientos irreverentes. Esto sería más posible en el caso del Cantar de los
Cantares. Las versiones modernas han hecho mucho para eliminar tales
expresiones. Pero solamente la lectura de los pecados cometidos por las
personas bíblicas puede dar comienzo a algunos pensamientos contrarios al
propósito para el cual fue escrita aquella historia. En todos los casos de este
tipo, el lector de la Biblia debe esforzarse para leer, pensar y enseñar con la
debida reverencia.
Junto con el espíritu de simpatía, humildad y reverencia, y una mente apta
para aprender, el estudiante debe esforzarse por mantener el espíritu de
obediencia a Dios cuando lee. Sin él, el intérprete no podrá comunicar
justamente el mensaje de Dios a sus oyentes. Quizá la verdad no llegue a los
oídos de ellos con la fuerza de la convicción; o acaso cambie el mensaje de
acuerdo con su propia desobediencia.
En Juan 5:39, 40 encontramos un caso de esto. Jesús se refirió a la
costumbre de los judíos de “escudriñar las Escrituras” sin creer en Aquél de
quien testificaban las Escrituras. Ya que no querían reconocerlo como el
Mesías prometido, no podían tener fe en él, ni enseñar la verdad evidente
acerca de él.
En una palabra, el espíritu de obediencia demanda que el lector esté
preparado y dispuesto a poner en práctica lo que aprende por su estudio de la
Biblia. Todo lo que aprende debe procurar aplicarlo a su propia vida.
En Romanos 15:4 leemos que “las cosas que se escribieron antes, para
nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la
consolación de las Escrituras, tengamos esperanza”.
En este texto se hace referencia a la aplicación personal de la enseñanza
bíblica a nuestra vida. Debemos permitir que su mensaje penetre en el
corazón y la mente para que nos conformemos con su propósito. Las verdades
básicas que contiene—su historia, los ejemplos mencionados de los que
fueron obedientes o desobedientes a Dios, sus instrucciones sobre la vida—
todas deben ser aceptadas en completa sinceridad y con el propósito de seguir
al Señor.
Cuando leemos que Dios obró poderosamente en favor de su pueblo
antiguo, y en los milagros de Jesús, debemos entender que también es
capaz y dispuesto a hacer cosas semejantes para nosotros en la actualidad;
no precisamente en la misma forma, sino demostrando el mismo amor y poder
para con nosotros, de alguna manera apropiada a nuestros tiempos.
Todo esto debe ser logrado por medio de la oración y la fe; estas actitudes
forman parte del espíritu en que debemos manejar las Escrituras. Aun cuando
el estudiante goce ya de los dones y el compañerismo del Espíritu, es la
voluntad de Dios que obtenga por medio de la oración, todo lo que necesita.
Con frecuencia no tenemos, sólo porque no pedimos (Santiago 4:2). “Pero
pida con fe, no dudando nada” (Santiago 1:6) para que no sea como las olas
del mar, “inconstante” en su entendimiento y enseñanza del mensaje de Dios.
Desafortunadamente, muchas veces la necesidad sentida por el uso
devocional de la Biblia, sustituye al estudio profundo de ella; esto no debe
hacerse. Ni tampoco debe tomar el lugar del estudio el examen de ella para
beneficio personal; las dos actividades son necesarias por sí solas. Junto con
la búsqueda del significado bíblico, el lector debe sentarse también a los pies
de Jesús como María, y aprender de él (Lucas 10:39), acompañando a la
Palabra con fe para obtener algún provecho verdadero (Hebreos 4:2).
PARA EL ESTUDIANTE
¿Cuáles son los varios elementos del espíritu correcto con que debemos leer y enseñar la Biblia?
Hay, cuando menos, siete.
¿Puede usted pensar de otras actitudes apropiadas que deben estar en el intérprete de la Escritura?
Examine con cuidado 2 Timoteo 2:15, y todo el capítulo 2 de 1 Timoteo.
3
EL MÉTODO
CORRECTO
Debe ser evidente que la interpretación correcta depende de varios
elementos. No basta tener el espíritu correcto al comenzar el estudio; será
necesario también usar un método correcto.
Aunque el intérprete tenga la sinceridad, la humildad, la reverencia y el
espíritu de oración, no podrá llegar a conclusiones adecuadas si no procede
usando el método correcto. Conceptos equivocados respecto al propósito del
escritor, la validez de sus declaraciones doctrinales, la exactitud de los hechos
históricos que relata, y el origen divino del texto, llevarán muchas veces a
conclusiones falsas.
Cuando afirmamos que existe un método correcto, no lo hacemos
pretensiosamente. El método correcto se ha determinado eliminando los que
son falsos, de acuerdo con la conciencia cristiana universal. Los métodos
falsos fueron eliminados después de observar las conclusiones falsas que
resultaron por el uso de ellos.
Hay tres métodos equivocados de uso común, y los hemos de examinar
aquí. Cada uno tiene algo en su favor. Pero cuando se aplican rígidamente, el
error de cada uno se hace evidente.
A. El método racionalista
Consiste en sujetar toda la Escritura al juicio humano para saber si son
válidas o no sus declaraciones. Presupone que lo sobrenatural no existe, y que
todo texto se puede entender por medio de la razón humana. Pretende ser el
método científico porque elimina lo sobrenatural, según la llamada actitud
científica que predomina en el laboratorio y en la mayor parte de los centros
educativos.
Pero al proceder así, este método viola el verdadero método científico,
que no permite al investigador comenzar con prejuicios; no debe juzgar de
antemano lo que investiga, antes de reunir todos los datos necesarios. Los que
usan el método racionalista muchas veces comienzan rechazando una de las
pretensiones fundamentales de la Biblia: que Dios interviene en los asuntos
humanos. Los racionalistas entonces comienzan a interpretar la Biblia usando
su prejuicio como punto de partida. El resultado es que sacan conclusiones
satisfactorias para sí mismos, que son muy diferentes de lo que las Escrituras
enseñan claramente.
Este método estaba en boga especialmente durante el siglo XIX, y todavía
está en uso. Sin embargo, ha perdido mucho terreno en tiempos recientes aun
entre los teólogos más liberales.
El racionalista considera que los milagros de la Biblia—así como todos
los eventos sobrenaturales—no eran sino sucesos naturales que se pueden
explicar por las leyes naturales que ahora entendemos; o quizá con hechos
que los escritores ignoraron o no mencionaron. Afirman que los evangelistas
no pensaron engañar a sus lectores, sino que escribieron convencidos de que
decían la verdad.
El racionalista resuelve el caso de la alimentación de los cinco mil, por
ejemplo, y de los cuatro mil, suponiendo en el primer caso que la generosidad
del muchacho estimuló a todos los demás a compartir su alimento con los que
no tenían nada. En el segundo caso, suponen la generosidad de los discípulos
del Señor. No ven en este suceso nada milagroso; bien que agregan este
comentario: que hubo un milagro moral en la generosidad espontánea del
pueblo.
En el caso cuando Jesús anduvo sobre el agua del mar de Galilea, los
racionalistas ofrecen una resolución ingeniosa. Sugieren que después de
remar toda la noche en la tormenta, los discípulos no se dieron cuenta de que
estaban cerca de la orilla. Jesús llegó a ellos, no andando sobre el agua, sino
sobre la orilla del mar. De noche esta aparición del Señor les pareció
milagrosa. Los intérpretes racionalistas señalan la preposición “sobre” (epí)
que puede traducirse “junto a”. Es decir, Jesús no andaba sobre el agua, sino
por la orilla del mar, en la tierra. Y luego, cuando él entró en el barco, se
encontraron en el lugar a donde querían llegar.
Siguiendo el mismo método, encuentran explicaciones para todos los
eventos sobrenaturales de la Biblia. Y cuando esto no les es posible, dicen que
el texto no es correcto, o que los escritores han engañado a sus lectores,
contrario a su costumbre normal.
Debemos observar que estos intérpretes echan mano a cualquier detalle
que les pueda servir y rechazan todo lo que milita contra sus conclusiones
falsas.
Ha habido varias modificaciones del método racionalista que pueden
ofrecernos algo de bueno para entender mejor la historia del evangelio y los
textos de los evangelistas. A mediados del siglo XIX, J. C. K. von Hofman, de
Erlangen, desarrolló la idea de la historia de la salvación (Heilsgeschichte) en
las Escrituras.1 Para él, la cosa más importante no es el texto bíblico sino la
historia misma. Según este método se le permite al intérprete criticar el texto
sagrado siempre que no perjudique la historia. Aunque este método
contribuye algo al estudio de la historia sagrada, el intérprete puede tomar
muchas libertades con el texto, contrario a la convicción general de los
intérpretes conservadores.
En 1919 apareció la obra de Martín Dibelius, “La Historia de Formas en
los Evangelios” (Die Formesgeschichte des Evangeliums.)2 Esta clase de
crítica literaria trata de determinar la forma oral de la tradición evangélica que
existía detrás de la forma escrita de los Evangelios. Luego procura clasificar y
examinar las varias formas que tienen las historias. Los que siguen este
método clasifican las historias como declaraciones autoritarias, milagros,
historias acerca de Jesús y varios dichos. Estos últimos se clasifican como
sabiduría, proféticos y apocalípticos, leyes y reglas para la comunidad, dichos
que comienzan con la palabra “Yo”, y parábolas.
Esta clase de análisis no afirma nada sobre la verdad original de la
historia; solamente analiza su forma literaria. A veces las historias son
llamadas “mitos” o “ ;leyendas”. Sin embargo, este método ayuda al estudio
de los Evangelios en que nos da nuevas categorías para el material de los
Evangelios. Además, ayuda a desmentir la teoría documental del origen de los
Evangelios.
Rodolfo Bultmann fue mucho más allá en su crítica de la historia
evangélica. En 1921 publicó su obra “La Historia de la Tradición Sinóptica”
(Die Geschichte der Synoptischen Tradition). Entre otras cosas afirma
Bultmann que no sabemos casi nada del Jesús histórico. Sin embargo, afirma
que el acto de Dios en Cristo es el fundamento de la Iglesia y de la
predicación (kērugma). Para él, la historia evangélica está compuesta, en gran
parte, de mitos que siguen las formas judías y griegas. La tarea del intérprete
es localizar estos mitos y buscar la predicación original a través de ellos, el
kērugma. Este proceso lo llama “desmitologizar”; es decir, quitar del Nuevo
Testamento sus mitos para descubrir la declaración evangélica original.3
Como se puede ver, todos estos métodos se deben considerar como
variantes del método racionalista. Hay algo de valor en los métodos críticos
de la historia de la salvación (Heilsgeschichte) y de formas literarias
(Formesgeschichte). Pero en la desmitologización de Bultmann, no
encontramos nada de utilidad.
En fin, no quisiéramos negar el uso de la razón: Dios le ha dado al
hombre su inteligencia y espera que la use responsablemente. La inteligencia
del hombre no le fue dada para hacerle tropezar; se debe ocupar en el estudio
correcto de la revelación divina, iluminada por el Espíritu Santo. La fe y la
razón no se oponen la una a la otra, especialmente cuando la razón de la
persona existe en una mente sana, obediente a la revelación divina.
B. El método alegórico-místico
Es otra manera de interpretar la Biblia. Este considera que toda la Biblia
fue escrita como una serie de alegorías. Insiste en que no es el significado
natural y evidente el que da a la Biblia su importancia, sino el sentido
“místico”. Para ellos, “místico” significa oculto o espiritual.
Este método fue inventado por los griegos antiguos que procuraban
explicar para sí mismos sus mitos y leyendas. Algunos creyentes cristianos de
Alejandría, incapaces de explicar ciertas dificultades bíblicas, adoptaron este
método para recomendar las Escrituras y la fe cristiana a sus amigos
educados. Aunque los líderes cristianos de Antioquía se oponían, este método
siguió afectando toda la historia de la interpretación bíblica, aun hasta el
tiempo presente. Era usado especialmente durante la Edad Media. Hoy, la
Iglesia Católica Romana apoya algunas doctrinas que tuvieron su origen en
este método. Aun entre los evangélicos, hay algunas creencias basadas en el
método alegórico-místico.
Parece que una de las razones del porqué algunas sectas modernas usan
este método es la misma que le dio origen entre los griegos antiguos; ayudar a
desvanecer todo aquello que ellos creen ser contradicciones científicas.
Porque cuando se hace a un lado el sentido literal del texto, ya no hay
necesidad de preocuparse por su exactitud histórica.
Un ejemplo de la forma en que el método alegórico-místico se emplea, se
ve en el trato dado a la experiencia de Daniel en el foso de los leones. Para los
intérpretes que usan este método, Daniel nunca estuvo en el foso de los
leones, sino que se encontró “preso” por las tentaciones y debilidades
comunes entre los hombres. Estos son representados en la historia por los
leones. Por medio de la fe Daniel salió ileso. Sus enemigos, sin embargo,
cayeron víctimas de esas mismas tentaciones. La lección que encuentran en la
historia es ésta: que sólo aquel que tiene fe en Dios puede salir triunfante
sobre las dificultades de la vida.
Hay un sentido en que este y otros sucesos de la Biblia pueden ser
alegorizados o espiritualizados correctamente. Los predicadores lo hacen con
frecuencia en sus sermones que, en otros sentidos, son enteramente fieles al
mensaje de la Biblia. Tales eventos pueden usarse como ejemplos o
ilustraciones, pero solamente cuando el sentido literal e histórico del suceso
es reconocido antes. De otra manera el resultado es una interpretación falsa
del texto bíblico.
Otro ejemplo común es la historia de nuestros primeros padres en el
Edén. El método alegórico-místico toma la parte de la historia que se refiere
al árbol del conocimiento del bien y del mal, como una referencia a las
relaciones sexuales. De ahí tenemos el uso popular de la manzana como
símbolo del contacto sexual, aunque la Biblia misma no sugiere tal cosa. Para
los que lo dudan se debe observar que la Biblia dice más tarde, cuando Adán
tuvo contacto sexual con Eva, que “Conoció Adán a su mujer Eva, la cual
concibió y dio a luz a Caín …” (Génesis 4:1). Aquí no habla alegóricamente.
Hay, sin embargo, algunas alegorías en la Biblia; se pueden reconocer por
sus características que veremos más adelante. Véase, por ejemplo, Gálatas
4:24, donde la historia de Abraham, Sara y Agar es explicada como una
alegoría. Pero este sentido le es dado como algo adicional; su sentido
histórico no está puesto en duda. Aquí el Espíritu Santo ha dado el sentido
alegórico solamente para señalar la diferencia entre los dos Testamentos.
Otras alegorías serán identificadas en el capítulo 17 donde se tratan como un
tipo especial de lenguaje figurado.
El gran error de este método es que los intérpretes hacen a un lado los
hechos importantes de la historia bíblica y perjudican así el sentido claro de la
Escritura.
C. El método dogmático
Su nombre se deriva de la palabra griega dogma, que significa enseñanza.
Propiamente hablando, toda doctrina cristiana es dogma, aunque
desafortunadamente esta palabra lleva cierto sentido desagradable a la mente
popular. Se debe a que las doctrinas cristianas se han enseñado muchas veces
en un espíritu rígido o dogmático. Sin embargo, el método dogmático no se
considera equivocado por ningún espíritu dogmático, sino porque interpreta
de acuerdo con los dogmas de algún grupo. Sus enseñanzas son consideradas
correctas porque proceden de aquel grupo, y no porque tengan mérito basado
en algunos principios aceptados de la hermenéutica.
Por ejemplo, la Iglesia Católica Romana usa este método oficialmente
aunque no lo llama por este nombre. Luis Macchi, que escribió con la
aprobación eclesiástica, dice:
… que ninguno … se atreva a interpretar … contra el sentido que le ha dado y da la Santa Madre
Iglesia …
PARA EL ESTUDIANTE
Mencione y describa brevemente los tres métodos equivocados de interpretación, y explique por
qué son falsos.
¿Cuál es el método correcto, y por qué?
NOTAS
1 Bernard Ramm, Diccionario de Teología Contemporánea, (Casa Bautista de Publicaciones, Cuarta
edición, 1984).
2Baker’s Dictionary of Theology, editor: Everett F. Harrison (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans
Publishing Co., 1960), p. 227.
3 Ramm, op. cit., pp. 33, 34.
4 Luis Macchi, Nociones de Sagrada Hermenéutica (Buenos Aires: Sociedad Editora Internacional,
1943), p. 101.
5 La transubstanciación es la doctrina que afirma que la sustancia de los elementos, es decir el pan y
el vino, se transforman en el cuerpo y sangre de Cristo cuando el sacerdote pronuncia las palabras
de consagración.
6 La escatología es el estudio de lo que va a suceder en el fin de la pre-sente edad, especialmente en
conexión con la segunda venida de Cristo.
7 A. H. Newman, A Manual of Church History (Philadelphia: The American Baptist Publication
Society), Vol. I, pp. 239, 248, 334. El método gramático-histórico era conocido en tiempos
primitivos como literal. Este término no quiere decir que todo debe ser interpretado literalmente,
sin reconocer la presencia de figuras literarias y modismos, sino que el sentido es literal aun
cuando el lenguaje sea figurado. La interpretación literal comprende el uso de toda clase de
lenguaje figurado en un contexto literal. Por otra parte, el literalismo comúnmente olvida el uso
correcto de figuras literarias en el habla común.
4
LEA SIEMPRE
CON CUIDADO
En uno de los programas de televisión, cierto cómico respondió
equivocadamente a una pregunta bíblica. Según la Biblia, dijo, el varón tiene
una costilla menos que la mujer. Cuando el jefe del programa lo corrigió,
respondió: “¡Alguien debe decírselo al que escribió la Biblia!”
Por supuesto, estaba equivocado. La Biblia no dice tal cosa. (Véase
Génesis 2:21–23.) Había cometido el error de no leer el texto con cuidado; o
acaso, de no haberlo leído nunca. En todo caso, era como un gran número de
personas que meten al texto sus propias ideas sin verificarlas.
Todo lector de la Biblia puede acostumbrarse tanto al lenguaje bíblico
que llega a leer por encima de las palabras muy conocidas, creyendo que las
lee con toda exactitud. Cuando lee así, los errores de su lectura habitual se
graban aún más profundamente en su cerebro.
Para entender correctamente cualquier pasaje escrito, es necesario leerlo
siempre con cuidado. Entre más importante sea lo que está escrito, más serios
serán los errores que se cometen al no leerlo bien.
El error de este cómico era relativamente sin importancia; pero ilustra
este tipo de error muy común. Era serio sólo en el sentido de que las ideas
falsas acerca de la Biblia tienden a destruir la confianza de los que podrían
aceptar sus enseñanzas.
¿Quién no “sabe” que eran tres los magos que visitaron al niño Jesús en
Belén? El evangelista Mateo relata la historia (2:1–12) sin decir cuántos eran.
Es muy probable que fueran más de tres, ya que la caravana con la que
probablemente viajaron, estaba compuesta de muchas personas. La idea de
que eran tres magos, probablemente viene de los tres tipos de regalo que le
llevaron: oro, incienso y mirra. Por supuesto, los nombres que les ha dado la
tradición, son completamente ficticios.
El lector debe ver con cuidado las palabras que encuentra en el texto. Es
posible que una palabra se tome por otra. Se cuenta que un lector no muy
experto leyó Génesis 2:20, sustituyendo la palabra “idónea” por “ideona”. Se
puso a pensar sobre esta palabra desconocida y dijo: “Sí, es verdad que Dios
nos ha dado mujeres ideonas. Tienen muchas ideas buenas y nos ayudan de
esta manera.” No conociendo la palabra “idónea”, la leyó como si fuera
“ideona”, y le dio su propia interpretación.
Con gran frecuencia se cita equivocadamente 1 Timoteo 6:10: “Porque
raíz de todos los males es el amor al dinero.” Comúnmente se cree que el
dinero mismo es la raíz de todos los males, especialmente porque los lectores
no han puesto mucha atención a todas las palabras del texto; o acaso han
repetido el error común de los que citan este texto. Por supuesto, es el amor al
dinero que se llama la raíz de la maldad. Pero tampoco es la raíz de todos los
males, sino una raíz de toda clase de maldad. En estos detalles, el sentido
correcto se encuentra en mejores traducciones de la Biblia.
Al hablar del cuerpo que reciben los creyentes en el cielo después de la
muerte, Pablo escribe:
Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu (2 Corintios
5:5).
Las versiones más antiguas de la Biblia tenían una falta común al usar un
estilo pesado para traducirla. Se debía, en parte, a la costumbre de usar
oraciones largas y complicadas. Pero también se debía a la convicción de que
era necesario traducir usando las palabras y la sintaxis más parecidas al texto
original. Había poca libertad para usar modismos semejantes y un estilo
popular en las traducciones. También es posible que los traductores prefieran
ese estilo más pesado para dar más importancia literaria a su trabajo.
En algunas partes de la Versión de Reina y Valera, especialmente en las
Epístolas de Pablo, las oraciones resultan largas y complicadas, sin ninguna
necesidad. Véase por ejemplo, Romanos 5:10, 12, 15 y 17. Los ocho
versículos de Efesios 1:3–10 se traducen como una sola oración, así como los
versículos 15 al 23. En la Versión Popular esta falta se ha corregido, haciendo
del primer grupo de versículos en Efesios, siete oraciones, y del segundo
grupo, seis.
El que lee las versiones antiguas se ve obligado a poner mucha atención
en su lectura para sacar el sentido. Se debe hacer esto en todo caso. Pero al
leer las oraciones largas y complicadas se debe leer cada frase y cláusula
como parte de un todo, haciendo las pausas necesarias para captar la relación
entre una y otra parte.
PARA EL ESTUDIANTE
En el Diluvio, ¿murieron todos los seres vivientes? ¿Murieron también los peces? (Génesis 6:7;
7:3).
Cuando Jesús dijo: “La verdad os hará libres”, ¿lo dijo en un sentido sin límites? (Juan 8:31, 32).
Según Filipenses 4:13, ¿puede el hombre hacerlo todo?
Según Génesis 38:9, 10, ¿en qué consistió el pecado de Onán? Note bien la razón por qué lo hizo.
5
EL SIGNIFICADO DE PALABRAS
INDIVIDUALES
Las palabras no siempre se traducen fácilmente de un idioma a otro. Lo
que permite que las palabras se traduzcan no es que tengan equivalencias
exactas, sino que cada palabra tenga su “área de significado”.
Se puede demostrar esto por medio de la comparación entre la palabra
“coche” con su equivalente inglés: “coach”. Entre los varios significados de la
palabra española, “coche” puede significar un taxi, un carro de mano para
carga, y en el Estado de Chiapas, México, un puerco. La palabra inglesa
“coach” puede significar una diligencia, un cochecito para niños, un carro de
ferrocarril, o el instructor de un equipo atlético. Por esto, no será correcto en
todo caso traducir la palabra “coche” usando la palabra “coach” en inglés. Sin
embargo, las dos palabras tienen algo en común: la idea de un carro.
Por esto, las palabras usadas en alguna traducción de la Biblia en
cualquier idioma, no representan necesariamente el sentido exacto de las
palabras del texto original. Tampoco siempre incluyen todo lo que las
palabras del texto bíblico significaban en el idioma original. Algunas personas
han dicho que sin un conocimiento amplio de los idiomas bíblicos, nadie debe
considerarse intérprete de la Biblia.
Aunque esta afirmación es claramente una exageración, encierra una
verdad importante: que es preciso entender el significado de las palabras
originales. Para el estudiante que nunca tuvo la oportunidad de estudiar el
griego o el hebreo, hay libros de consulta para ayudarles. Libros sobre la
gramática de estos idiomas, y el vocabulario del texto bíblico, existen en las
mejores bibliotecas bíblicas o teológicas, así como en varias librerías
evangélicas. Para ver una lista de libros sobre estos temas, véase al final de
este libro: “Libros Recomendados para la Biblioteca del Intérprete”.
Como ejemplo de una traducción inadecuada en la antigua versión de
Reina y Valera, veamos primero Romanos 10:9. Allí la palabra “confesar”
traduce la palabra griega homologeo. Está compuesta de dos elementos:
homo, mismo, y logeo, hablar. Justamente la palabra original significa
admitir, decir la misma cosa, o estar de acuerdo. Sin embargo, es difícil sacar
esta idea de la traducción: “Que si confesares con tu boca que Jesús es el
Señor …”
Este versículo no quiere decir confesar pecados al Señor, sino hacer
confesión con la boca de que uno está de acuerdo con Dios acerca de Jesús; o
que dice de él lo mismo que Dios dice. Cuando el intérprete haya captado el
sentido verdadero del texto, lo podrá explicar con provecho a su auditorio. La
Versión Revisada y la Popular han mejorado la traducción. Dice esta última:
“Si con tu boca reconoces a Jesús como Señor … serás salvo.”
Lo mismo sucede con la palabra metanoéō, arrepentirse. Significa
cambiar de pensamiento u opinión. (De meta, trans; y noéō, pensar.) Esta idea
no resalta en las traducciones comunes, como en Marcos 1:15: “Arrepentíos,
y creed en el evangelio.” Comúnmente la idea de tristeza o remordimiento
está asociada con el arrepentimiento, y la Biblia realmente enseña que este
sentimiento acompaña al arrepentimiento. Pero la esencia del arrepentimiento
no está en las emociones sino en el cambio de actitud. Así exactamente
traduce la Versión Popular: “Vuélvanse a Dios y acepten con fe sus buenas
noticias.”
En estos dos ejemplos he señalado el valor de conocer la composición de
las palabras originales; es decir, su etimología. Pero no debemos interpretar
las palabras usando solamente su etimología, porque tiene sus peligros.
Mickelsen1 nos recuerda que el significado de las palabras cambia muchas
veces, y ya no es el mismo que tenía originalmente. No es posible afirmar que
el significado de las palabras usadas en los textos bíblicos sea el mismo que
indica su etimología.
Por ejemplo, la palabra “entusiasmo” tuvo sus orígenes en el latín y el
griego. Hasta como 1807, significaba “ser poseído por un dios”. Llevaba
también el significado de inspiración sobrenatural, y el éxtasis profético o
poético. Ahora, sin embargo, significa solamente un sentimiento extático, o la
energía apasionada en cualquiera actividad.
Un ejemplo bíblico de esto se encuentra en 2 Tesalonicenses 2:3. Algunos
intérpretes insisten en que la palabra apostasía no debe ser traducida así, sino
“arrebatamiento”. Lo hacen, sin duda, para apoyar la doctrina del
arrebatamiento secreto de la iglesia antes de la Gran Tribulación. Se basan en
que la palabra original está tomada de afístemi, estar separado o retirarse.
Explican que el arrebatamiento es estar separado o retirado por el Señor.
Aunque parece tener algo de lógica, según su etimología, esta interpretación
tropieza con una gran dificultad: que los léxicos griegos no apoyan esa
interpretación. Aquí está un ejemplo del mal uso de la etimología. El
significado verdadero de la palabra apostasía es la condición apartada de la
verdad, de los que se consideran cristianos.
Hay otras palabras que, en su traducción, carecen del sentido vivo que
tienen en el idioma original. Esto sucede porque las ideas asociadas con ellas
entre los antiguos no nos llegan trasmitidas con una simple traducción.
Por ejemplo, Romanos 6:23 dice que “la paga del pecado es muerte”. La
palabra traducida “paga” (opsōnia) se usaba del salario pagado a los soldados,
o de las raciones que recibían en lugar de dinero. Comúnmente esa paga era
de cantidad y calidad miserable (véase Lucas 3:14), y debemos entender que
esta idea va incluida como parte de su significado. Sería justo, entonces,
traducir la oración así: “El miserable salario del pecado es muerte.”
En la investigación del sentido original de las palabras, debemos notar
que algunas eran usadas en un sentido limitado o especial, según la región o la
época de la historia. Este sentido especial se llama el uso local; o según los
gramáticos, el usus loquendi. Es preciso investigar hasta qué punto el uso
local afectaba las palabras griegas, así como las palabras usadas en la
traducción. Esto se hace estudiando los pasajes donde esas palabras se
emplean. A veces una misma palabra tiene varios significados, y el sentido se
debe determinar examinando el contexto. Aun así, no es siempre claro en cuál
de varios sentidos el autor la ha usado.
La versión antigua de Reina y Valera usa las palabras caridad, traspasar,
parir y otras, en un sentido diferente del que tienen actualmente. La Versión
Revisada de 1960 las ha sustituido con amor, trasladar y dar a luz. Estos
cambios ilustran cómo el uso local de las palabras castellanas es diferente del
que tenía en el tiempo de los traductores del siglo XVI.
La palabra “bautizar” es palabra introducida a las traducciones de la
Biblia sin traducirse. En los días cuando hacían muchas traducciones de la
Biblia en Europa, había discusión sobre el significado de la palabra griega
baptizō, y la mejor manera de traducirla. Evitando el problema, los
traductores optaron por no traducirla, sino adaptarla al idioma de traducción,
poniendo la misma palabra, ajustada a la pronunciación del nuevo idioma.
Nadie discute el hecho de que el significado literal de ella es el de
sumergir o zambullir. Para los bautistas, algunos menonitas, la Iglesia de
Cristo, los varios grupos pentecostales, muchos metodistas, y la Iglesia Griega
Ortodoxa, el significado es la inmersión. Pero para otros el significado básico
no es suficiente para su interpretación. Insisten en que el uso local de la
palabra baptizō era el de teñir género, así como de sumergir. Esto está de
acuerdo con otro significado de ella: zambullir repetidamente. Estos
estudiantes sostienen que el bautismo cristiano simbolizaba el “color nuevo”
dado a los creyentes por medio de la obra del Espíritu Santo.
Todavía otro significado de la palabra baptizō se encuentra en Marcos
7:4. Observe que allí dice el evangelista que los judíos practicaban los
“lavamientos” de muchas cosas, inclusive “los lechos”. La palabra
“lavamientos” es realmente “bautismos”. Ya que no sería probable que
sumergieran sus lechos o camas, los traductores han traducido la palabra
baptísōntai con “lavamientos” o “lavatorios” (Bover-Cantera). Dos versiones
inglesas dicen “rociamientos”.
El intérprete bíblico debe usar los resultados de los mejores estudios a su
alcance, junto con sus propias investigaciones, para determinar el significado
de alguna palabra dudosa, y para saber si tiene algún significado diferente en
otros contextos. El intérprete debe entender que tales dudas no se resuelven
con el uso de una sola regla de interpretación, sino con la ayuda de otras
reglas que pueden afectar su significado.
Algunas palabras tienen algún uso especial en la Biblia. Su significado
debe ser averiguado por el estudio de los varios lugares donde se encuentran.
La ayuda más efectiva para esto será una concordancia. Una misma palabra
tendrá varios significados, según el escritor la usó en un determinado texto.
No siempre será claro en cuál sentido la usó el escritor.
La palabra “ley” en la Biblia se usa de muchas maneras. Entre sus
diferentes significados se encuentran éstos: (1) los cinco libros de Moisés, (2)
todas las Escrituras del Antiguo Testamento, (3) los Diez Mandamientos, (4)
la ley civil de cualquiera nación, (5) el poder innato del pecado, (6) el
evangelio de Cristo, (7) el principio de ley en comparación con la gracia, y
quizá otros.
De la misma manera las palabras carne, mundo, evangelio, espíritu,
muerte, justicia, etc., no siempre tienen el mismo significado.
Otras palabras, cuyo significado es especial, indican en la Biblia algo más
de lo que las palabras originales daban a entender en el lenguaje común de los
griegos y hebreos.
Por ejemplo, la voz “iglesia” (ekklēsía) significa la congregación de Dios,
y especialmente de los que creen en Jesucristo. Pero la palabra fue tomada del
uso común, en que quería decir la asamblea compuesta del pueblo de las
antiguas Ciudades-Estado que se gobernaban con una democracia pura. Los
ciudadanos eran “llamados” con este propósito, según la etimología de la
palabra: ekkaleō, llamar fuera, o aparte. Pero nuestro Señor tomó la palabra
para designar a su pueblo, y desde entonces se ha usado en este sentido
especial.2
En este caso, la etimología de la palabra es útil. Pero Mickelsen nos
advierte que no debemos insistir en darle el significado de “llamados por la
elección de Dios”, como hacen algunos. Aunque es verdad que Dios nos ha
llamado así, la palabra ekklēsía no se emplea con este significado.3 Otras
palabras como bautismo, regeneración, justificación y salud (en la versión
antigua), adquieren sentidos nuevos mediante su empleo por la comunidad
cristiana y en el Nuevo Testamento. La palabra “amor” (agapē), era usada
como palabra rara entre los griegos; pero entre los cristianos recibió un
significado casi original.
Los antiguos nombres personales tenían significado especial entre los
hebreos, que con frecuencia afectan la interpretación del texto donde se
mencionan. El nombre de Noé significaba Consuelo o Descanso. En Génesis
6:9, 10, se describe como “hombre muy bueno, que siempre obedecía a Dios.
Entre los hombres de su tiempo, sólo él vivía de acuerdo con la voluntad de
Dios” (Versión Popular). Sin duda, su padre Lamec le dio su nombre
esperando que este hijo diera consuelo o descanso a su propio espíritu en
medio de un mundo perverso. Felizmente, así resultó.
Adán fue llamado con este nombre porque era Hombre; Eva recibió su
nombre por el hecho de que iba a ser la madre de toda la gente (Génesis 3:20).
Noemí significa Placentera; pero ella protestó diciendo: “No me llaméis
Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el
Todopoderoso” (Rut 1:20). Mara significa Amarga. Para interpretar muchos
textos, se debe examinar el nombre de las personas mencionadas para ver si
arroja luz sobre el sentido.
El intérprete debe acostumbrarse a investigar siempre el sentido de las
palabras en los textos que interpreta. Con frecuencia la clave de su
interpretación se encontrará precisamente en este estudio.
PARA EL ESTUDIANTE
Aparte de los libros de consulta mencionados en este capítulo, ¿qué libro dará el significado de las
palabras que encuentra el lector en su lectura?
¿Cuáles son las varias fuentes de información dadas en este capítulo que ayudarán a entender el
significado de las palabras bíblicas?
Estudie los siguientes textos para determinar el significado de la palabra “ley” en cada uno: Ester
1:8; Salmo 19:7, 8; Mateo 5:18; 7:12; Romanos 2:12; 7:2; 7:23; Gálatas 3:11; 5:23; Santiago 1:25.
En Génesis 6:9, ¿cómo se entiende la palabra “perfecto”?
En Génesis 24:16 Rebeca es llamada una virgen. ¿Por qué agrega el escritor: “a la que varón no
había conocido”? ¿No es esto lo que significa la palabra “virgen”?
En Génesis 44:29, ¿qué significa la palabra “Seol”?
NOTAS
1 A. Berkeley Mickelsen, Interpreting the Bible (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co.,
1963), p. 6.
2 Esto supone que Jesús hablaba en griego, o que el evangelista (Mateo 16:18) la usó como la
traducción correcta de la palabra hebrea o aramea, qahal. Lo más probable es que Jesús hablara
usualmente en arameo. En todo caso, se debe estudiar la palabra traducida “iglesia” en conexión
con la palabra hebrea, qahal. Esta es la palabra traducida como ekklēsía en el Salmo 22:22 en la
Septuaginta, así como en Hebreos 2:12.
3 Mickelsen, op. cit., p. 121.
6
EL CONTEXTO
Se cuenta el caso de la mujer que gustaba especialmente la lectura de la
Biblia, porque tenía “tantos textos bonitos”.
Parece que algunas personas la leen así, esperando encontrar algún “texto
bonito”. A tales lectores, parece no importarles el lugar donde encuentran las
palabras, ni la conexión que tengan con el resto del pasaje. Esa conexión
puede ser para ellos palabras sin importancia, o difíciles de entender.
Naturalmente, este tipo de lectura conduce a mucho mal entendimiento;
porque la conexión de los versículos con el pasaje donde ocurren, es lo que
les da su significado verdadero.
Tales errores son de los más comunes en la interpretación bíblica, y acaso
sean los más fáciles de corregir. Pero demanda una sinceridad mental
dispuesta a rechazar por el momento, cualquiera interpretación que se le haya
dado antes. Siempre es necesario tomar nota de las palabras que preceden y
siguen al texto. Estas palabras se llaman el contexto, porque se encuentran en
conexión estrecha con el texto.
Sin embargo, el contexto puede ser inmediato o remoto, y de alguna
manera afecta su interpretación.
Hay ocasiones cuando el predicador encuentra palabras que parecen,
superficialmente, proporcionarle un texto excelente como base para su
sermón. Y a pesar de su significado verdadero, sentirá la fuerte tentación de
usarlo en un sentido tergiversado.
En cierta ocasión un ateo me aseguró que la Biblia dice que “no hay
Dios”. Es probable que nunca la hubiera leído, porque quedó confuso cuando
le dije que la Biblia realmente dice que fue el necio quien dijo en su corazón:
“No hay Dios” (Salmo 14:1; 53:1).
Un error más común es el uso de Josué 24:15 como texto evangelístico:
precisamente las palabras “escogeos hoy a quien sirváis”. El oyente supone
que con estas palabras Dios lo está llamando a servirle a él y no al mundo.
Pero el lector cuidadoso verá que Josué no presentaba esta alternativa al
pueblo con estas palabras. Más bien decía: que si no querían escoger a
Jehová, entonces no importaba a qué otro dios escogieran: los dioses falsos de
sus padres, o los de los amorreos; todos eran igualmente inútiles.
Es el v. 14 el que contiene el llamamiento del Señor: “Temed a Jehová, y
servidle con integridad y en verdad.” Y el ejemplo personal de Josué en el v.
15, señala el camino correcto: “Yo y mi casa serviremos a Jehová.”
Otro caso se ve en Génesis 18:12, donde Sara se ríe y dice en su corazón:
“¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya
viejo?” Muchos entienden que el “deleite” a que Sara se refería era el acto
sexual. Pero el v. 13 aclara el sentido. Pregunta el Señor: “¿Por qué se ha
reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja?” El
placer a que Sara se refería era el de tener un hijo, y no el de tener relaciones
sexuales.
Eclesiastés 1:9 aparentemente afirma que “nada hay nuevo debajo del
sol”, pasando por alto la realidad de que puede haber muchas cosas nuevas en
los asuntos humanos. El contexto indica que el escritor hablaba del mundo
natural y de la naturaleza humana. (Véanse vv. 2–11.)
Con frecuencia 1 Corintios 2:9 es citado para enseñar que Dios ha
reservado en el cielo muchas cosas que ahora no podemos entender:
Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
Ni han subido en corazón de hombre,
Son las que Dios ha preparado para los que le aman.
No podemos dudar de que así será. Pero se debe entender que este texto,
citado de Isaías 64:4, se refiere al tiempo antes de la venida de Jesucristo y
del evangelio. En el v. 8 dice Pablo que los príncipes de aquel tiempo no
conocieron la gloria que corresponde al cristiano; de otra manera no hubieran
crucificado al Señor. Luego en el v. 10 Pablo dice: “Pero Dios nos las reveló a
nosotros por el Espíritu.” De manera que el v. 9 se refiere a los misterios del
evangelio revelado a los creyentes ahora; no al cielo que nos espera.
Muchas veces el contexto de algún versículo afecta mucho a la teología
cristiana. Hebreos 7:12 declara que: “cambiado el sacerdocio, necesario es
que haya también cambio de ley”. Los teólogos católicos romanos usan este
texto para comprobar que ha habido un cambio de sacerdocio para que otros,
no judíos, puedan servir como sacerdotes.
Examinando el propósito del escritor se aclara el significado de estas
palabras. Aquí el escritor quiso demostrar que el sacerdocio judío fue
sustituido por Jesucristo, el Sumo Sacerdote eterno según el orden de
Melquisedec. La interpretación católica romana ignora el contexto general y
el propósito del escritor. El “cambio de ley” a que se refiere el v.12, es el
cambio mencionado en Salmo 110:4, donde el Señor mismo establece al
Mesías como sacerdote eterno, según el orden de Melquisedec, y no según el
orden de Aarón. Véase especialmente Hebreos 7:11.
Los mormones hacen semejante uso de Amós 3:7 para demostrar la
necesidad de profetas en la actualidad, para que la gente sepa todo lo que Dios
hace. Dice este texto:
Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.
PARA EL ESTUDIANTE
Describa las dos clases de contexto.
Examine e interprete los siguientes textos a la luz de su contexto: Mateo 24:32 (véanse vv. 26–31,
33); Efesios 5:22 (véanse vv. 21, 25–33); Colosenses 2:21 (véanse vv. 20, 22 y 23).
NOTAS
1 Marvin W. Cowan, Los Mormones: Sus Doctrinas Refutadas a la Luz de la Biblia (El Paso, Texas:
Casa Bautista de Publicaciones, 1978), pp. 97, 98
7
PASAJES PARALELOS
Una de las hijas de este escritor preguntó una vez: “¿Por qué dicen
algunos de los libros de la Biblia las mismas cosas acerca de Jesús?” Ella
había notado algo que los lectores de la Biblia han entendido muchas veces:
que hay cuatro Evangelios, y que en muchos lugares la historia es la misma,
usando, en muchos casos, lenguaje idéntico.
Hay, por supuesto, muchos lugares donde la historia no es idéntica,
aunque los casos narrados son lo suficientemente parecidos como para que el
lector pueda tener seguridad absoluta de que la historia es la misma que se
encuentra en otras partes de los Evangelios. En la mayor parte de los casos las
formas variantes de la historia arrojan luz adicional sobre el evento y ayudan
al lector a entender más completamente lo que sucedió.
Los pasajes que se refieren al mismo asunto se llaman “pasajes
paralelos”. Esta expresión se usa también para aquellas partes de la Biblia que
tratan las mismas leyes, doctrinas o profecías, usando lenguaje similar.
En el estudio de cualquier parte de la Biblia cuyo tema es tratado en otras
partes de ella, será necesario examinar todos estos pasajes para tener en mente
la enseñanza completa. Cualquier interpretación que no hace esto, será
inadecuada. En algunos casos se cometerá un error serio por no leer los
pasajes paralelos.
Hay tres pasajes muy importantes que tratan la deidad de Jesucristo:
Colosenses 1:15–19; Hebreos 1:1–3; y Apocalipsis 1:4–8. Estos pueden
considerarse pasajes paralelos, en cuanto tratan el mismo asunto.
Contrario a la enseñanza de estos pasajes, algunos insisten en que
Jesucristo es el “primogénito de toda creación”, en el sentido que Jesús no es
el Creador sino solamente el primero entre todos los seres creados; y la misma
expresión parece apoyarles. No toman en cuenta que Colosenses 1:16 aclara
el sentido al decir que “todo fue creado por medio de él y para él”.
En este estudio de pasajes paralelos, podemos observar por medio de
ellos, que la palabra “primogénito” en Colosenses 1:15 se usa en el sentido
especial de la “causa” de la creación, y no la primera cosa creada entre todas.
En Hebreos 1:2 dice que Dios, “por el Hijo … hizo el universo.” Y
Apocalipsis 1:8 contiene estas palabras de Jesús mismo: “Yo soy el Alfa y la
Omega, principio y fin … el que es y era y que ha de venir, el Todopoderoso,”
La Versión Popular da este sentido a la palabra “primogénito” en Colosenses
1:15: “el primero, anterior a todo lo creado”.
El estudio de los pasajes paralelos también permite una comprensión más
completa de cualquier evento. En Mateo 9:2–8 encontramos la historia de la
curación del hombre paralítico que fue llevado a Jesús por varios hombres,
sobre una camilla. En Marcos 2:2–12 leemos que el enfermo fue llevado entre
cuatro, y que lo bajaron por el techo donde hicieron una abertura. En Lucas
5:17–26 vemos que el techo era de teja, y que la abertura que hicieron, sin
duda no hizo ningún daño a la casa.1
Tomados juntos, estos detalles permiten al predicador o maestro dar una
descripción del suceso, sin hacer uso de la imaginación. De otra manera podrá
hallarse en contradicción con alguno de los Evangelios, que no había
examinado antes.
Hay ocasiones cuando una comparación cuidadosa de los pasajes
paralelos ayuda a resolver alguna duda que resulta de la lectura de los varios
relatos. En Mateo 9:18, 23–26, encontramos la primera referencia a la
resucitación de la hija de Jairo. En el versículo 18, Mateo dice que la hija de
Jairo “acaba de morir”. En Marcos 5:22–24, 35–43, dice Jairo (v. 23): “Mi
hija está agonizando.” Nos preguntamos cuál de los dos casos era el
verdadero: ¿había muerto ya?, ¿o estaba solamente agonizando? Lucas 8:41,
42 apoya las palabras de Marcos, diciendo que “se estaba muriendo”.
La situación mencionada en el v. 49 nos ayuda a entender qué sucedía. El
siervo llegó para decirle a Jairo que no molestara más al Maestro, porque “tu
hija ha muerto”. Así entendemos que las palabras de Mateo, “mi hija acaba de
morir”, realmente indican el estado mental desesperado del padre. Pensaba
que seguramente había muerto mientras iba en busca del Señor. Este detalle es
de gran interés. No solamente resuelve la aparente contradicción, sino que nos
dice algo del estado de ánimo del padre frente a la urgencia de su caso.
Cuando los cuatro Evangelios se comparan el uno con el otro, el lector
puede comenzar a dudar de la exactitud de todos. Este es el caso del letrero en
la cruz del Señor; porque las cuatro leyendas son diferentes. Según Mateo, el
letrero decía: “Este es Jesús, el Rey de los judíos.” Según Marcos, decía
solamente. “El Rey de los judíos.” Lucas nos informa que decía: “Este es el
Rey de los judíos”, y Juan lo reporta así: “Jesús Nazareno, Rey de los judíos.”
La única expresión común a los cuatro son las palabras: “Rey de los
judíos.” Mateo y Juan incluyen el nombre de Jesús, mientras que Mateo y
Lucas están de acuerdo en que decía: “Este es …” Marcos las reporta en la
forma más breve, de acuerdo con esa característica notable de su Evangelio.
Juan es el único que usa la palabra “Nazareno” como parte del nombre de
Jesús.
¿Cómo podemos resolver este desacuerdo entre los evangelistas?
Algunos comentaristas explican las formas diferentes de la leyenda como
traducciones de los tres idiomas en que fue escrita: hebreo, latín y griego. En
cada idioma la extensión del título sería diferente. El hebreo usa pocas letras;
el latín omite los artículos; y el griego daría el título en la forma más larga.
Para que los tres títulos cupieran en la misma tabla, algún ajuste sería
necesario para hacerlos caber en el mismo espacio.
Esta explicación tiene mucho a su favor, aunque es imposible saber de
cuál idioma cada evangelista reportó el título; o bien, si esta explicación es
realmente la verdadera. Puede ser mejor suponer que cada evangelista se
refirió al título que le parecía mejor para su propósito (aunque por razones
desconocidas para nosotros). Pero si nuestra curiosidad así lo demanda,
podemos juzgar que la información completa está contenida en los relatos de
los cuatro evangelistas, como sigue:
MATEO
“Este es Jesús ……. El Rey de los judíos.”
MARCOS
“……. ……. ……. ……. El Rey de los judíos.”
LUCAS
“Este es ……. ……. El Rey de los judíos.”
JUAN
“……. ……. Jesús Nazareno El Rey de los judíos.”
TOTAL
“ESTE ES JESUS NAZARENO EL REY DE LOS JUDIOS”
En una lengua u otra, así decía el título. Cada evangelista nos ha dado
sólo una parte de la información. Y así encontramos una de varias respuestas
a la pregunta: ¿Por qué tenemos cuatro Evangelios? Ya que los testimonios
humanos son incompletos por lo general, necesitamos las cuatro para tener la
historia más completa sobre los hechos.
Otro tema, tan instructivo como interesante, es la profecía del Señor de la
negación de Pedro la noche antes de la crucifixión, y la manera en que se
cumplió cada forma de la profecía en cada Evangelio. Las diferentes formas
de ella se encuentran en Mateo 26:34; Marcos 14:30; y Juan 13:38. El
cumplimiento de cada una se encuentra en Mateo 26:69–75; Marcos 14:66–
72; y Juan 18:16, 17, 25–27. El estudiante observará que cada cumplimiento
está de acuerdo con la forma de la profecía en el mismo Evangelio.
De esta comparación resalta el problema de saber por qué Marcos afirma
que Jesús habló de los dos cantos del gallo, cuando, según los otros dos, el
gallo cantó sólo una vez.
Sugiero, sin dogmatismo, que cuando el gallo canta, no canta una sino
varias veces. Comienza a cantar, y luego suspende el canto, y luego vuelve a
cantar varias veces. Cada canto del gallo se compone de varios quiquiriquíes.
Por esto, es posible que Mateo y Juan representen el canto del gallo como de
una sola vez, mientras que Marcos señala que el gallo cantó dos veces. Quizá
por esto registra las palabras del Señor así: “Antes que el gallo haya cantado
dos veces, me negarás tres veces.” De esta manera Marcos tomó nota de
detalles que se les escaparon a los otros.
El estudio de los libros de Samuel, Reyes y Crónicas, ayudará a entender
los pasajes que relatan la misma historia. Esdras y Nehemías no relatan los
mismos eventos, pero sí, contienen algunos detalles que proporcionan
comentarios útiles sobre los del otro libro. Lo mismo pasa con el libro de los
Hechos y las Epístolas de Pablo. Hechos nos da el fondo histórico de algunas
Epístolas. Algunos salmos deben estudiarse en conexión con el evento
histórico asociado con su composición. A veces esto es mencionado en los
títulos al principio de varios salmos. Sin embargo, no todos dicen en qué
ocasión el salmo fue escrito.
Cuando estudiamos algunos pasajes del Antiguo Testamento, será
necesario examinar al mismo tiempo lo que el Nuevo Testamento dice al
respecto. Algunas veces la interpretación dada en el Nuevo Testamento no
parece estar de acuerdo con la historia original.
Por ejemplo, la historia de Moisés golpeando al egipcio y matándolo
(Éxodo 2:11–15), lo pinta como asesino, porque huye del Faraón. Sin
embargo, Esteban señaló ese homicidio como prueba de que Dios lo había
enviado como libertador de su pueblo (Hechos 7:35). Sin duda, estos dos
aspectos de la historia deben afectar nuestra interpretación de la realidad.
En la historia de Lot (Génesis 13 y 19), no lo vemos como hombre de
mucha espiritualidad ni buen juicio. Pero el apóstol Pedro (2 Pedro 2:7) lo
llama “el justo Lot”, y afirma que estaba “abrumado por la nefanda conducta
de los malvados”. Los dos pasajes nos presentan aspectos diferentes del
hombre. Por tanto, nuestra interpretación de él debe tomar en cuenta los dos
aspectos.
Con frecuencia alguna interpretación está basada en cierto detalle que no
aparece en todos los pasajes paralelos, y que no debe señalarse con el énfasis
acostumbrado. En Mateo 24:32 se habla de la higuera, que suele ser
interpretada como símbolo de Israel. Según explican, cuando la higuera se
enternece—aes decir, cuando Israel comienza a inclinarse hacia la fe en Cristo
—entonces la venida de Cristo está cerca.
Pero si comparamos este texto con Lucas 21:29, veremos que el Señor no
habló de la higuera como símbolo de Israel, sino como el árbol más común de
la región; la higuera representaba a todos los árboles. Esto lo sabemos por las
palabras de Jesús según las reporta Lucas: “la higuera y todos los árboles”. La
lección no está en el supuesto simbolismo de la higuera, sino en el acto de
enternecerse y brotar hojas. Cuando sucede este evento natural, está cerca el
verano. De la misma manera, cuando suceden los eventos mencionados en la
primera parte del capítulo, los creyentes pueden saber que la venida de Cristo
está cerca.
Los libros proféticos deben estudiarse juntos en cuanto hablen del mismo
período del futuro o de la historia. Uno de ellos puede ser el mejor comentario
sobre el otro. Por ejemplo, la profecía de Daniel 7:2–8 se podrá estudiar con
provecho junto con la del Apocalipsis 13:1, 2.
Si recordamos que la Biblia es una unidad doctrinal, y que entre sus
partes no hay ninguna contradicción verdadera, podremos entender que es
importante estudiar siempre sus pasajes paralelos y todos los que tengan
alguna conexión histórica.
La forma más práctica de aplicar esta regla, será la de hacer uso de una
Biblia con referencias, una concordancia y la memoria. El estudiante debe
tratar de llenar su mente con la Biblia entera para que pueda reconocer y
relacionar los pasajes paralelos con los textos que trata de entender.
PARA EL ESTUDIANTE
Examine los pasajes paralelos sobre la profecía de la negación de Pedro, y su cumplimiento en
cada Evangelio.
Examine la vida del rey Salomón, especialmente 1 Reyes 11:1–13. Luego procure entender por qué
el Señor lo menciona como hombre sabio (Mateo 12:42)
Cuando leemos la historia de Job, no parece manifestar mucha paciencia. ¿Por qué lo menciona
Santiago 5:11 como ejemplo de la paciencia?
NOTAS
1 El verbo empleado por Marcos, apestégasan, puede emplearse en uno de dos sentidos: quitar el
techo, o romperlo.
8
EL MENSAJE DE
LA BIBLIA ENTERA
Hace algunos años cuando servía como editor de la revista Verbo, desafié
a los lectores invitándoles a mostrar cualquiera base bíblica que justificara el
uso de las imágenes en el culto cristiano. La única respuesta llegó de parte de
un sacerdote.
Decía que Israel había adorado a las imágenes muchas veces, y que eso
era suficiente base bíblica. También, como otros de su religión, sostenía que
el segundo mandamiento del Decálogo no prohibía el uso de toda imagen,
sino solamente de aquellas que no representan al verdadero Dios. Dijo,
además, que los feligreses de su iglesia no adoraban a la imagen misma, sino
a aquel que representaba.
Todas estas razones son falsas; porque al sostener que el uso de las
imágenes está permitido en las Escrituras, aquel sacerdote pasaba por alto el
testimonio abrumador en su contra. Los que usan las imágenes en el culto con
frecuencia se refieren a Génesis 47:31 que habla de la muerte de Jacob. En el
texto hebreo es posible traducir el versículo así: “Israel adoró hacia la cabeza
de su bordón.” Enseñan que había una imagen de Dios grabada en él, y que
Israel adoró delante de ella. Pero como los otros argumentos que usan en
favor de tal culto, la interpretación es forzada. Sobre todo, tal interpretación
ignora el testimonio de las demás enseñanzas de la Biblia.
Así como es necesario examinar cualquier texto junto con su propio
contexto, es necesario también compararlo con la enseñanza general de la
Biblia.
Si alguna persona atenta sugiere que esta regla es solamente la extensión
de la regla sobre el contexto—es decir, el contexto remoto—, bien podríamos
estar de acuerdo. En verdad, muchas reglas de interpretación están
relacionadas. Según Angus y Green, “todas las reglas de interpretación
avanzan gradualmente la una hacia la otra.”1
Con frecuencia los que enseñan en las sectas falsas usan textos que,
aisladamente, parecen afirmar cosas que contradicen el resto de la Biblia. Sus
adeptos no entienden la enseñanza general de la Biblia, o no consideran cuán
irrazonable es aceptar aquellas doctrinas especiales. No consideran que ese
proceder sería como aceptar el testimonio de un solo testigo ante el jurado
contra la voz unida de los demás testigos.
Los cristianos que leen y aceptan la Biblia creen que el Autor de las
Escrituras fue el Espíritu Santo y que realmente no contiene contradicciones
verdaderas. Cada parte de la Biblia estará en completa armonía con el resto de
la Biblia, siempre que se interprete correctamente.
Este punto de vista no es una forma maliciosa de evitar aparentes
contradicciones o dificultades; tampoco es evidencia de tener la mente
cerrada. Más bien, es la convicción de que los lectores de la Biblia no deben
abandonar apresuradamente lo que la Iglesia ha creído a través de su historia.
Cuando existen problemas genuinos, el lector debe exigir de sí mismo un
estudio imparcial del caso antes de afirmar que algún texto difícil se equivoca.
Hay numerosos ejemplos de la necesidad de examinar la enseñanza de la
Biblia entera.
El Salmo 51:5 ha sido ocasión de una doctrina equivocada. Según las
versiones antiguas, escribió David: “He aquí, en maldad he sido formado, y
en pecado me concibió mi madre.” Si el lector no compara estas palabras con
otras enseñanzas de la Biblia, bien puede pensar que el contacto sexual entre
los padres de David, era pecado. Por esto, muchos creen y enseñan que el
matrimonio no es un estado muy espiritual, y que la cohabitación es un
“pecado venial” aun entre los casados.
La Biblia no enseña esto. En Génesis 1:28 Dios le dice a Adán y Eva:
“Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra.” Génesis 2:24 dice: “Por tanto,
dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una
sola carne.” Y Hebreos 13:4 enseña que el matrimonio debe ser entre todos
“honroso”, y “el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los
juzgará Dios”. La enseñanza entera de la Biblia contradice la idea de que el
uso del sexo en el matrimonio es pecado.
Entonces, ¿de qué manera hemos de entender el Salmo 51:5? En primer
lugar, nunca debemos usar algún texto difícil como la base de una doctrina,
especialmente cuando la Biblia entera enseña algo diferente. Cuando leemos
el Salmo 51, vemos que es una confesión de pecado. Los versículos 1 al 4
hablan del pecado de David, y en el v. 5 confiesa que su pecado existió desde
su nacimiento, aun desde que fue concebido. Debe ser claro que el pecado al
que se refiere no es el de sus padres, sino su propio pecado. La Versión
Popular traduce el versículo con este sentido: “Soy malo desde que nací; soy
pecador desde el seno de mi madre.”
Muchos piensan que había una pugna teológica entre la doctrina de
Santiago y la de Pablo. Dicen que Santiago enseña que la justificación del
pecador depende igualmente de la fe y de las obras, mientras que Pablo
afirma que la fe es la única base de la justificación. Para apoyar esta
interpretación, citan Santiago 2:24: “Vosotros veis, pues, que el hombre es
justificado por las obras, y no solamente por la fe.”
Aquí no hay ninguna contradicción real. Santiago dice que la fe sola está
muerta. Así exactamente dice en el v. 26: “Porque como el cuerpo sin espíritu
está muerto, así también la fe sin obras es muerta.” La fe en que Santiago
insiste, es la fe como la de Abraham (v. 23) y de Rahab (v. 25); es aquella fe
que le mueve a uno a hacer lo correcto y justo. No podemos decir que la fe
más las obras justifican al individuo, sino que la fe que produce buenas obras
es la fe que justifica. De esta manera vemos que no existe ninguna
contradicción entre estos dos escritores bíblicos; es que se complementan el
uno al otro.
Algunos se resisten a aceptar la enseñanza bíblica del castigo eterno por
el pecado, después de la muerte. Para apoyar su creencia citan Eclesiastés 6:6:
“Porque si aquél viviere mil años dos veces, sin gustar el bien, ¿no van todos
al mismo lugar?” Se refieren también a Eclesiastés 9:5: “Porque los que viven
saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga;
porque su memoria es puesta en olvido.”
Al lector superficial le suena como que todos los hombres van al mismo
lugar después de su muerte, y que no hay diferencia entre ellos en cuanto al
premio o castigo que reciben. Pero es claro que la Biblia enseña precisamente
lo contrario; de otra manera no tendría ningún mensaje con respecto a la vida
más allá de la muerte.
El problema está resuelto cuando se comprende que el escritor de
Eclesiastés no hablaba del destino del alma, sino solamente del cuerpo. Todos
mueren y tienen la fosa como su común destino. El escritor de estos textos
sólo afirma que la vida actual termina en la muerte del cuerpo, muy aparte de
lo que pueda haber hecho durante su vida.
Cuando leemos textos como 1 Timoteo 4:16: “Te salvarás a ti mismo y a
los que te oyeren”; y Santiago 5:20: “El que haga volver al pecador del error
de su camino, salvará de muerte un alma”, el lector puede pensar que la
salvación depende mucho de las obras humanas. Por supuesto, tal idea
contradice toda la enseñanza de la Biblia, especialmente la del Nuevo
Testamento. Estos textos solamente toman en cuenta que al hombre le toca
una parte lícita en la obra salvadora de Dios.
PARA EL ESTUDIANTE
Génesis 4:16, 17 aparentemente indica que Caín encontró a su esposa en la tierra de Nod. ¿Quién
era ella, y en dónde la encontró? Después de meditar el problema, véase Génesis 5:4.
Marcos 16:16 parece enseñar que el bautismo es necesario para la salvación. ¿Es ésta la enseñanza
del resto del Nuevo Testamento? Véase 1 Corintios 1:14–17.
Según Lucas 15:7, algunos piensan que hay ciertas personas que no necesitan arrepentirse para ser
salvas. ¿Así enseña el resto de la Biblia? Si no, ¿cómo se debe entender este versículo?
¿Es posible, según Lucas 16:9, que los discípulos de Cristo puedan comprar su entrada al cielo?
¿Por qué?
NOTAS
1 Joseph Angus y Samuel G. Green, The Bible Handbook, (Londres: Religious Tract Society), P. 193.
9
EL PROPÓSITO, EL PLAN Y
LAS LIMITACIONES DE CADA
ESCRITURA
Se cuenta del patriota norteamericano, Benjamín Franklin, que fue
invitado por una sociedad atea a escribir una novelita para una competencia
literaria. Franklin aceptó la invitación, pero presentó como obra suya el libro
de Rut. Cuando ganó el premio principal, lo rechazó y explicó a todos por
qué. Los reprochó diciendo que si hubieran leído la Biblia en alguna ocasión
—el libro que decían no creer—hubieran reconocido que su hermosa novelita
era una parte de ella.
Este uso de la historia de Rut no tenía ninguna conexión con el propósito
por qué fue escrita; su aspecto de novelita era algo accidental y sin relación
con su mensaje verdadero. Seguramente el libro de Rut no fue escrito para
divertir o entretener a sus lectores, ni proporcionar buena literatura, ni aun
para describir el amor verdadero en el contexto de la vida hebrea antigua.
Lo más probable es que fue escrito para establecer la conexión entre el
rey David y sus antepasados en la tribu de Judá. Como cosa secundaria, puede
haber tenido el propósito de describir la vida hebrea ideal en un período de
rebelión en la historia de Israel.
El que lee la Biblia rápida y superficialmente, puede entender mal el
mensaje de cualquiera parte de ella, no captando la razón por qué fue escrita.
O bien, puede pasar por alto ciertos rasgos literarios que revelan el plan del
libro, o no considerar las limitaciones a las que estaba sujeto su escritor.
El lector debe reconocer siempre que cada escritor tuvo en mente algún
propósito especial cuando escribió, y que siguió algún plan en su
composición; pero que, por razones del tiempo cuando vivió y el estado de los
conocimientos humanos, no pudo escribir muchas cosas para satisfacer
nuestra curiosidad moderna.
Cuánta ayuda hubiera sido para nosotros si Moisés nos hubiese dado más
detalles acerca de la creación del mundo, de la civilización del valle entre los
ríos Tigris y Eufrates, del estado de la escritura humana, de la literatura, de las
leyes y costumbres sociales de aquel tiempo, y otros detalles para mostrar la
conexión entre su historia y las varias naciones del mundo! La razón por qué
no lo hizo, se encuentra en su propósito al escribir este “libro de principios”.
Si consideramos con cuidado su propósito, veremos que él escribía una
historia del pueblo de Dios, la línea de descendencia que por fin resultó en la
fundación de la nación hebrea. Al hacer esto, dejaba escrita la historia más
antigua de la obra de Dios en este mundo, que nos daría la salvación que urgía
tanto para la raza humana. Los detalles que faltan nos habrían dado una
lectura informativa e interesante, pero no habrían ayudado a desarrollar el
propósito que Moisés tuvo en mente.
En el Nuevo Testamento el libro de Mateo parece haber sido escrito para
demostrar que Jesús de Nazaret era el Mesías y Rey de Israel prometido. Para
desarrollar este propósito, usó el plan de presentar aquellos detalles de la vida
y ministerio de Jesús que mejor demuestran que en verdad era aquel Mesías y
Rey. Con este fin incluyó la genealogía de Jesús por José, su padre según la
ley, por medio de la cual Jesús podría reclamar su derecho al trono de David.
Esta genealogía también indica su conexión con Abraham, el fundador de la
nación, con David, su rey ideal, y con la tribu de Judá, a la que correspondía
el honor de gobernar sobre la nación. De esta manera quiso establecer el
derecho que Jesús tenía al trono de Israel.
De la misma manera escogió un gran número de profecías antiguas y
mostró cómo Jesús las cumplió como Mesías y Rey. Este era el plan que
Mateo elaboró para llevar a cabo su propósito al escribir su Evangelio.
En cada Evangelio el estudiante podrá notar ciertas “omisiones”. De
Mateo, notará la omisión del nacimiento de Juan el Bautista. Pero cuando
consideramos el propósito y plan que el escritor tenía en mente, vemos
que esa historia no podría contribuir nada al libro. La misma historia, sin
embargo, ayuda al propósito de Lucas, que fue la presentación de “todas las
cosas desde su origen … por orden” (Lucas 1:3).
Lo mismo sucede con respecto al nacimiento de Jesús. Este relato era
necesario para los propósitos de Mateo y Lucas: el uno lo presenta como
Mesías y Rey, y con este fin se refirió a sus credenciales por ascendencia; el
otro incluye esta historia como parte necesaria de “todas las cosas …”
Pero de Marcos y Lucas el mismo relato está omitido. Es posible que
Marcos lo omitió según su plan de redactar la historia de Jesús en forma
breve. Otros sugieren que la omitió porque presentaba a Jesús como Siervo u
Obrero de Dios. En tal caso, no necesitaba credencial de ascendencia porque
la autoridad no era suya sino del Padre. De Juan está omitida la historia de su
nacimiento, en parte porque el libro fue escrito como complemento de los
otros tres Evangelios, apuntando especialmente lo que ellos no habían
incluido. Pero es posible, también, que omitió esta historia porque presenta a
Jesús como el Verbo de Dios, que había existido con el Padre desde el
principio. La única necesidad que veía Juan con respecto a su nacimiento era
la de mencionar su venida a este planeta. El vaso humano—su madre según la
carne—por medio de quien entró al mundo, era insignificante en comparación
con su origen divino: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros
(y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de
verdad” (Juan 1:14).
En la misma forma debemos estudiar cualquiera omisión o énfasis de
algún libro, a la luz del propósito de su escritor.
El plan del libro es la forma literaria que empleó el escritor para presentar
su tema o llevar a cabo su propósito. Por ejemplo, los Hechos de los
Apóstoles fue escrito con el propósito de señalar el traspaso del evangelio de
la nación judía a los gentiles, y el progreso del mismo desde Jerusalén a
Roma. Sigue el plan de mencionar solamente aquellos hechos significativos
de los apóstoles para este fin; pero no de todos los apóstoles, sino de los dos
principales, que eran los líderes y expositores del evangelio para los dos
grupos de cristianos—los judíos y los gentiles; y no todos los hechos, sino
aquellos que tienen que ver con el traspaso del evangelio, y con su progreso
hacia Roma y los gentiles.
Pero esto no es aún el todo: ya que el libro de Hechos es principalmente
una historia, sin muchos comentarios, en que Lucas no interpreta
detalladamente los eventos que apunta. Donde los eventos requieran alguna
interpretación, ésta es dejada—acaso inconscientemente—a las Epístolas de
Pablo.
Se verá, entonces, que el propósito y plan de algún libro deben ser
examinados juntos y entendidos en forma armoniosa.
Cuando hablamos de las limitaciones de algún libro de la Biblia, nos
referimos a los asuntos doctrinales, históricos o científicos de los que el
escritor no podía hablar por razón de condiciones que no le permitían hacerlo.
Por ejemplo, no esperamos encontrar el evangelio explicado en el Antiguo
Testamento, especialmente en sus aspectos históricos y doctrinales. Todo el
Antiguo Testamento está sujeto a esta limitación.
La limitación científica consiste en el hecho básico de que ningún libro de
la Biblia fue escrito para revelar verdades científicas; bien que algunos de sus
secretos, y algunos conocimientos de los antiguos sí se encuentran en las
Escrituras, siempre de manera no intencional. Si la Biblia se refiere a la tierra
esférica (Isaías 40:22), o sugiere a algún investigador científico que la nieve o
el hielo se puede emplear en la fabricación de dinamita (Job 38:22), lo dice
indirectamente. Es claro que los escritores bíblicos no dijeron tales cosas
porque quisieron revelar estas cosas. Al contrario, estaban sujetos a muchas
limitaciones al respecto.
A través de las Escrituras encontramos varios niveles de limitación
doctrinal. No esperamos encontrar el evangelio en el Antiguo Testamento,
sino solamente en promesa y profecía, o en tipos, símbolos e instituciones de
la ley de Moisés. La realidad es que nos sorprendemos cuando encontramos
alguna alusión al evangelio en él. El capítulo 53 de Isaías es cosa tan
sorprendente en sus referencias evangélicas, que algún judío no bien
informado puede estar seguro de que fue tomado del Nuevo Testamento y no
del Antiguo. Pero ésta y otras referencias semejantes no son comunes.
Aun en los cuatro Evangelios—que son compendios selectivos de la
vida y ministerio de Jesús—encontramos limitaciones doctrinales: allí no
encontramos el mensaje del evangelio en lenguaje tan preciso como en el
libro de Hechos y las Epístolas. Esto se debe al hecho de que los aspectos
históricos del evangelio se verificaron sólo al final de la narración evangélica.
La significación de aquellos eventos se aclara sólo después de la resurrección
y del día de Pentecostés. Con raras excepciones leemos palabras de Jesús
comparables con el lenguaje teológico preciso de las Escrituras posteriores.
Marcos 10:45 y Lucas 24:46, 47 son ejemplos de estas expresiones raras. Pero
Jesús mismo advirtió a los discípulos que tal sería el caso; y Juan lo recordó
cuando escribió después de los otros:
Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino
que claramente os anunciaré acerca del Padre (Juan 16:25).
PARA EL ESTUDIANTE
Después de leer otra vez el libro de Ester, procure entender por qué se omiten el nombre de Dios y
el asunto de la oración.
Lea los capítulos al principio de Proverbios para descubrir el propósito del libro.
Cuando leemos la historia de Israel y de la iglesia primitiva, ¿por qué no encontramos la historia de
otras naciones, tales como Egipto, Asiria, Babilonia, Grecia y Roma?
¿Está completa la historia de Israel en el Antiguo Testamento? Explique su respuesta.
10
LAS CIRCUNSTANCIAS
HISTÓRICAS
Durante el ministerio del escritor entre la gente indígena de México, llegó
la noticia de que uno de los creyentes indígenas se había apartado de la fe.
¡Decía que yo enseñaba que el hombre podría casarse con su hermana! Se
ofendió por esto.
Pronto recordé el caso: él me había preguntado dónde consiguió Caín a su
esposa. Refiriéndome a Génesis 5:4, le dije que ella era, sin duda, su hermana.
Había procurado decirle que todas las personas de aquel tiempo habían nacido
del primer matrimonio, Adán y Eva. Pero este creyente indígena no pudo
entender la situación histórica; se equivocó también, creyendo que lo que era
necesario o aceptable en la historia antigua podría hacerse en la actualidad.
De vez en cuando encontramos pasajes bíblicos cuyo sentido completo se
nos escapa, aun cuando su mensaje principal sea claro. Con frecuencia tales
textos se aclaran cuando entendemos las circunstancias históricas. Esto puede
incluir las maneras y costumbres, las leyes y la filosofía de la gente, su
historia, geografía, leyendas, artes y artesanías, herramientas y todo lo que
incluía su cultura.
Esta información se podrá encontrar en libros de consulta que describen
los tiempos antiguos. El intérprete hará bien consiguiendo varios libros de
este tipo, tales como los que se mencionan en la lista de “Libros
Recomendados para la Biblioteca del Intérprete”. De otra manera el
estudiante debe reservar una libreta especial en la que apunte datos de esta
índole. Cuando encuentra alguna circunstancia que explica algún texto difícil,
debe apuntar en ella la cita bíblica, la circunstancia que lo explica, junto con
la fuente de su información. Así podrá localizar los datos más tarde. Luego,
de esta libreta debe pasar los datos a un archivo más permanente.
Será conveniente estudiar la vida diaria de los judíos: su ley—no
solamente la de Moisés, sino la ley tradicional escrita en el Talmud;1 su
historia—tanto de los libros apócrifos2 y la historia secular, como de la Biblia
misma. Todos los datos que puedan explicar los textos difíciles, deben
apuntarse en la libreta, y guardarse en el archivo especial.
Los siguientes pasajes ilustran la manera en que el entendimiento de las
circunstancias contribuye a la interpretación correcta. El consejo que Raquel
le dio a Jacob, puede confundir u ofendernos:
He aquí mi sierva Bilha; llégate a ella, y dará a luz sobre mis rodillas, y yo también tendré hijos de
ella (Génesis 30:3).
PARA EL ESTUDIANTE
En Génesis 19:3 leemos que Abraham “coció panes sin levadura” para sus visitantes angélicos.
¿Por qué preparó pan sin levadura? ¿Fue, acaso, porque los ángeles requerían pan que no tuviera
“el símbolo de la maldad”?
Cuando Abraham compró la cueva de Macpela a Efrón, leemos que “pesó … cuatrocientos siclos
de plata, de buena ley entre mercaderes” (Génesis 23:16). ¿Por qué dice que pesó esos siclos de
plata en lugar de contarlos?
Según Génesis 29:23, Labán dio a Jacob su hija Lea en lugar de Raquel. ¿Cómo es que Jacob no
supo que su novia no era Raquel? Recuerde las condiciones rurales, las costumbres del casamiento,
y la fiesta, para explicar lo que sucedió.
NOTAS
1 El Talmud es la tradición judía oral, transcrita varios siglos después del comienzo de la época
cristiana.
2 Los Apócrifos son el grupo de siete libros sobre la historia y mitología judía, escritos durante los
siglos silenciosos. No se consideran inspirados como el resto del canon.
3The New Westminster Dictionary of the Bible, Henry Snyder Gehman, editor (Philadelphia: The
Westminster Press, 1970), p. 936.
11
LA CLAVE DE
LOS DOS TESTAMENTOS
Cuando un lector de la Biblia con poca instrucción examina atentamente
los dos Testamentos, puede dudar por qué su mensaje es muy diferente, y
cómo se ajusta a aquel cuadro viejo la persona de Jesús. A menos de que
alguien lo guíe, puede pasar mucho tiempo resolviendo la duda. Quizá se
pregunte: ¿Cómo es que estos dos Testamentos fueron unidos en un mismo
libro, siendo tan diferentes? Puede ver un conflicto muy grande entre la ley de
Moisés y el evangelio de Cristo.
Por otro lado, los que aceptan la relación entre los dos Testamentos
pueden tener grandes problemas reconociendo las diferencias entre la antigua
ley y el evangelio, especialmente cuando procuran vivir como cristianos.
Un cristiano mexicano me preguntó una vez, si ayunaba como parte de mi
religión. Cuando le dije que no consideraba el ayuno como una obligación
cristiana, respondió:—Yo ayuno tres veces a la semana, cuando menos.
Le pedí sus razones y lo explicó de esta manera:—Jesús dijo que “si
vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis
en el reino de los cielos”. Si ellos ayunaban dos veces a la semana, creo que
debo ayunar tres veces a la semana si mi justicia va a ser mayor que la de
ellos.
Tan curiosa como era esta razón, este hermano no estaba solo en su
confusión sobre el asunto de la justicia. Un gran número de judíos cristianos
del primer siglo eran muy inflexibles sobre esto. Hoy día hay iglesias que
insisten en guardar varios puntos de la ley mosaica. Aun el gran reformador
Martín Lutero confesó en su Comentario sobre Gálatas: “La ley nos da
problemas a todos.”
La razón por qué tenemos esta clase de problemas es que es difícil
distinguir entre la interpretación legalista del Antiguo Pacto, y las promesas
de gracia dispersas en todas las Escrituras, especialmente en el Nuevo
Testamento.
Para entender correctamente la vieja ley y el evangelio de Cristo, es
necesario entender cómo difieren los dos, y en qué consiste el mensaje de la
salvación.
Este asunto corresponde justamente a la teología elemental, más que a la
hermenéutica. Pero porque existe tanta ignorancia al respecto, este escritor ve
conveniente tratarlo como un aspecto importante de la interpretación bíblica.
Que se entienda que la clave de los dos Testamentos es Jesucristo, del
cual dan testimonio las antiguas Escrituras. Los escribas—que eran los
mejores conocedores de las Escrituras—reconocían las referencias
mesiánicas, aunque no todas. Pero no entendían que el Mesías iba a cumplir, y
así poner fin a la ley como sistema de religión. Tampoco entendían que por la
gracia de Dios—no por las demandas de la ley—Dios iba a justificar al
pecador.
Refiriéndose a la conexión entre los dos Testamentos, dijo San Agustín:
“El Nuevo Testamento está oculto en el Antiguo y el Antiguo está revelado en
el Nuevo.” Esto es especialmente claro con respecto a Jesucristo. El es el
tema central del Antiguo Testamento aunque no aparezca claramente al lector.
En el Antiguo Testamento la verdad evangélica era intimada en las
ceremonias de la ley; porque la verdad es que la única forma en que la
salvación es ofrecida en todas las Escrituras es por la misericordia y la gracia
de Dios. El lenguaje de los profetas sobre este tema servía más para ocultar el
evangelio que para revelarlo. Sin embargo, hay numerosas promesas
evangélicas en los escritos de los profetas, claras especialmente para los que
conocen y creen en el evangelio de Cristo.
Para los que vivían bajo el viejo sistema legal el gran problema era cómo
justificarse delante de Dios. Dos veces lo expresó Job: “¿Y cómo se
justificará el hombre con Dios?” (Job 9:2; 25:4). Muy temprano Dios había
dicho por medio de Moisés: “Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis
ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos” (Levíticos 18:5;
Gálatas 3:12).
La ley requería obediencia perfecta y cumplimiento de sus detalles, y
aparentemente ofrecía la salvación como el premio por una vida perfecta.
Como nación, los judíos entendieron mal el propósito de la ley y procuraban
salvarse cumpliendo con todos sus requisitos (Romanos 9:31–33).
Pero como parte esencial de la ley había provisión para el perdón del
pecador. Este perdón se verificaba por medio de la ceremonia de los
sacrificios de animales, en los que se requería la muerte de ellos y que su
sangre fuera derramada sobre el pecador y sobre el altar. Era perdón real
aunque les era dado a través de la parte ceremonial de la ley. Sin embargo,
aquellos sacrificios y todo el sistema ceremonial se había preparado por el
Señor para exhibir el plan evangélico del perdón y de la salvación. La sangre
de aquellos sacrificios era típica, o simbólicamente profética de la sangre de
Jesucristo, “el Cordero de Dios” (Juan 1:29, 36).
Hasta donde le fue posible David, por su posición en la historia,
comprendió que el plan divino de la salvación dependía del perdón del
pecador. En el Salmo 32:1, 2, escribió:
Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.
Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad.
PARA EL ESTUDIANTE
Usando lo que se ha aprendido, procure definir el mensaje del evangelio en términos que
reconocen las expresiones de él en el Antiguo Testamento.
¿Puede usted encontrar el mensaje del evangelio en forma elemental en Génesis 15:6?
¿Encuentra usted lugar para la verdad del evangelio en Éxodo 19:5? Explique su respuesta.
PARTE 2
LA HERMENÉUTICA ESPECIAL
LA HERMENÉUTICA ESPECIAL:
UNA NOTA EXPLICATIVA
“La hermenéutica especial” es probablemente un término inexacto para
un número de principios cuya aplicación a la Biblia es limitada; porque
algunos de los principios incluidos en esta división del estudio pertenecen a la
Hermenéutica General, así como algunos que se estudiaron en esa primera
división del estudio, realmente pertenecen a la Hermenéutica Especial.
Hubiera sido mejor llamar a esta división: “Formas especiales de lenguaje
y problemas bíblicos”. De importancia entre éstas son las muchas variedades
de lenguaje figurado. Pero para conservar la terminología tradicional, he
usado la división acostumbrada de la materia.
¿Qué cosa es el lenguaje figurado? Una definición sencilla diría que es el
uso de las palabras en algún sentido no usual. Una guía para la buena escritura
dice que: “La figura literaria es una manera de expresar alguna idea en
términos de otra que tenga una semejanza a la primera, real o imaginada.”1 El
lenguaje figurado es un término más amplio que incluye una gran variedad de
formas literarias. Estas formas serán examinadas en capítulos separados, o
agrupadas para un estudio más conveniente.
El doctor Robert C. McQuilkin, primer presidente de Columbia Bible
College, dijo que en uno de sus viajes comenzó a conversar con su compañero
de asiento. En un momento dado, el hombre le preguntó:—¿No es verdad que
la Biblia contiene mucho lenguaje figurado?
Cuando McQuilkin respondió que sí, el hombre dijo:—Yo siempre sabía
que la Biblia contiene muchas cosas que no son verídicas.
Este caballero se había equivocado: confundía el lenguaje figurado con la
falsedad; las dos cosas no tienen nada en común. Usamos el lenguaje figurado
en nuestro diario hablar sin ningún propósito de engañar. Los escritores de la
Biblia lo usaron de la misma manera.
En un sentido todo lenguaje es figurado. Cada palabra está compuesta de
uno o más sonidos que, según la costumbre del idioma, son figuras o símbolos
de alguna idea. Las letras individuales son símbolos de sonidos; y tanto las
palabras escritas como las habladas son símbolos de la realidad que
representan.
Por ejemplo, la palabra “casa” simboliza el objeto que representa. La casa
es la realidad; la palabra escrita y hablada son figuras de la casa misma. Por
esto podemos afirmar que todo lenguaje es figurado.
Pero esto no es lo que queremos decir cuando hablamos del lenguaje
figurado. En las culturas modernas las palabras escritas y habladas
representan la realidad, y este uso normal de ellas lo llamamos lenguaje
literal. Si usamos la palabra “casa” en otro sentido, sin darle el sentido de una
casa literal, real, objetiva, la estamos usando figuradamente.
Por ejemplo, si hablamos de “la casa de David”, no damos a entender
ningún edificio, sino una familia o tribu. Este es un uso figurado de la palabra.
En este caso, la figura es una metáfora.
Las figuras literarias se usan comúnmente para dar efectos especiales al
lenguaje: para introducir una idea novedosa o para darle fuerza; para
comunicar cierto matiz de significado; para darle belleza; para suavizar algún
pensamiento y hacerlo aceptable. Hay muchas razones por qué las usa el que
habla. Las categorías de lenguaje figurado son tan variadas que cada tipo tiene
su propio nombre y características. Cada una debe estudiarse por separado.
En esta división del libro vamos a examinar los siguientes tipos de
lenguaje figurado: figuras literarias, modismos, tipos, símbolos, parábolas,
alegorías, fábulas, rompecabezas, enigmas, proverbios, poesía y profecía.
Pero estas formas especiales de lenguaje de ninguna manera agotan la lista.
Los capítulos finales serán dedicados a algunos problemas especiales de
la interpretación, no considerados como lenguaje figurado. Estos tienen que
ver con las dificultades que resultan del uso inexacto de textos del Antiguo
Testamento en el Nuevo; las discrepancias entre los eventos mencionados en
la Biblia y la evidencia recibida del mundo secular; y los problemas que
tienen los creyentes con las doctrinas bíblicas.
NOTAS
1 Howard Dunbar, Mildred Marcett y Frank McCloskey, A Complete Guide to Good Writing (New
York: D. C. Heath and Co. 1951), p. 234.
12
FIGURAS LITERARIAS
A. El símil
El símil es la figura literaria que describe algún objeto, acción o relación
como semejante a otra cosa no similar. El símil usa las palabras como, así,
semejante, etc., declarando expresamente la semejanza entre las dos cosas.
Esta figura es la más sencilla de todas y la más fácil de identificar.
Veamos, por ejemplo, la semejanza expresamente declarada en este texto:
“Como no conviene la nieve en el verano, ni la lluvia en la siega, así no
conviene al necio la honra” (Proverbios 26:1).
El estudiante puede examinar los símiles en los siguientes textos: Génesis
13:10, 16; 15:5; Jueces 7:12; Proverbios 26:18, 19; Isaías 1:8.
Hay casos cuando el símil existe sólo implícitamente. Es decir, la
semejanza entre las dos cosas diferentes, solamente se da a entender. En
Proverbios 26:3 leemos: “El látigo para el caballo, el cabestro para el asno, y
la vara para la espalda del necio.” El escritor dio a entender que las tres cosas
son igualmente propias.
En Proverbios 25:4, 5 encontramos otro símil implícito: “Quita las
escorias de la plata, y saldrá alhaja al fundidor. Aparta al impío de la
presencia del rey, y su trono se afirmará en justicia.”
Que busque el estudiante el símil implícito en Juan 12:24, 25.
A veces el símil es prolongado, para incluir varios aspectos de la
semejanza. En el Cantar de los Cantares 2:3–5 encontramos este símil
prolongado: “Como el manzano entre los árboles silvestres, así es mi amado
entre los jóvenes; bajo la sombra del deseado me senté, y su fruto fue dulce a
mi paladar … Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas.”
El símil prolongado también se puede considerar una parábola o una
alegoría. Estas se estudiarán en los capítulos 16 y 17.
B. La metáfora
Esta figura indica la semejanza entre las dos cosas muy diferentes,
declarando que una de ellas es la otra. Encontramos esta figura en las palabras
de Jesús: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mateo 5:14). La expresión quiere
decir: “Vosotros sois como una luz para el mundo”, quizá la luz del sol.
Esta figura existe también cuando se sugiere la semejanza entre dos cosas
muy diferentes, usando palabras que son propias solamente para una de ellas.
En Isaías 3:15 leemos: “¿Qué pensáis vosotros que majáis mi pueblo, y
moléis las caras de los pobres?” Aquí el Señor reprocha a los gobernantes de
su pueblo por su opresión. Pero esta expresión es representada como el acto
de majar y moler al pueblo. Claro es que los gobernantes no majaban ni
molían al pueblo literalmente. Isaías usa estas palabras metafóricamente; y la
figura es una metáfora.
Existe también la metáfora prolongada. En Isaías 40:7 dice el profeta,
según la Versión Antigua: “Ciertamente hierba es el pueblo.” (La Versión
Revisada mete la palabra como, cambiando la figura en un símil.) Pero
observemos cómo se prolonga la figura en el v. 8: “Sécase la hierba,
marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.”
Raras veces el escritor explica su metáfora. En Isaías 9:14 dice: “Y
Jehová cortará de Israel cabeza y cola”, representándolo como una bestia. Y
en el v. 15 explica: “El anciano y venerable de rostro es la cabeza; el profeta
que enseña mentira, es la cola.”
Para ver otros ejemplos de la metáfora, véase Génesis 15:1; Proverbios
16:22; 25:18; Juan 10:7; 15:1; y Salmo 84:11.
C. La metonimia
La metonimia es el uso de una palabra en lugar de otra, sugerida por la
primera. Cuando el escritor pone el efecto de una acción en lugar de la causa,
o usa el símbolo o la seña en lugar de la realidad, usa la metonimia.
En Joel 2:31 el profeta dice: “El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en
sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová.” El sol nos hace
pensar en luz, y la falta de sol, en las tinieblas. Y la luna también será
oscurecida para verse roja como la sangre. Pero en todo esto, Joel habla del
juicio de Dios, que es la causa; y el efecto es la oscuridad de la que Joel habla.
En 1 Juan 1:7 dice el Apóstol: “Si andamos en luz, como él está en luz,
tenemos comunión unos con otros.” La palabra luz es símbolo de
entendimiento y rectitud. Al decir luz en lugar de la realidad espiritual, usa
una metonimia.
En Génesis 6:12 y 31:42, el estudiante puede ver ejemplos del uso del
efecto por la causa.
Para ver ejemplos de la metonimia que emplea palabras sugeridas por
otras, véase Proverbios 5:15–18, y 23:23. En el primer caso, el estudiante verá
también el uso del eufemismo, examinado más adelante en este mismo
capítulo.
D. La sinécdoque
Ocurre la sinécdoque cuando el escritor apunta una parte por el todo, o el
todo por una parte. En el Salmo 16:9 dice David: “Mi carne también reposará
confiadamente.” La referencia es a la resurrección de Cristo, según Hechos
2:31. Por supuesto, habla de la resurrección de todo su cuerpo y no solamente
de su carne. Porque en sí, la carne no significa los huesos, el cabello ni las
uñas. La palabra carne es una sinécdoque por todo el cuerpo; es una parte por
el todo.
Hay sinécdoques en 1 Corintios 11:27 y Lucas 2:1. Pero en estos mismos
textos hay metonimias también. Estos textos son ejemplos del problema de
clasificar las figuras literarias.
En 1 Corintios 11:27 dice Pablo: “Cualquiera que comiere este pan o
bebiere esta copa …” La copa llena se usa aquí por la pequeña parte que bebe
el comulgante; esta es la sinécdoque. Pero la copa se pone aquí en lugar de su
contenido, el vino. Esta es la metonimia.
En Lucas 2:1 dice el evangelista que César promulgó un edicto para que
“todo el mundo fuese empadronado”. Pero no todo el mundo estaba dentro del
gobierno de Augusto César. De manera que Lucas pone “todo el mundo” en
lugar de la parte gobernada por él. Esta es la sinécdoque. Pero al decir “el
mundo”, quiere decir los habitantes de él. Esta es la metonimia.
Otros ejemplos de la sinécdoque se pueden encontrar en Éxodo 4:12;
Isaías 32:12; Miqueas 4:3; y Santiago 1:27.
E. La ironía
La ironía es la expresión de una idea mediante su sentido contrario, para
exponer lo absurdo del caso.
Job habla irónicamente (12:2) cuando dice: “Ciertamente vosotros sois el
pueblo, y con vosotros morirá la sabiduría.” Sus amigos estaban tan seguros
de tener la razón y de que Job estuviera equivocado, que Job usó esta manera
de llamarles la atención a lo absurdo de sus palabras.
El estudiante puede examinar las expresiones irónicas en 2 Corintios 11:5
y 12:11; 1 Reyes 18:27; y Job 38:21.
F. La hipérbole
En el idioma griego, la palabra hipérbole significa “tirar más allá (del
blanco).” Como figura literaria significa la exageración de una idea. No debe
ser entendida como mentira, la cual tiene la intención de engañar. La
hipérbole exagera de una manera evidente para dar énfasis al pensamiento.
En Deuteronomio 1:28 Moisés recuerda las palabras de los espías que
fueron enviados para investigar la tierra. Decían que las ciudades eran
“grandes y amuralladas hasta el cielo”. Así dieron a entender que sería
imposible vencerlas. Nadie entendió estas palabras literalmente, y Moisés
tampoco tenía la intención de tomarlas literalmente. La misma figura se
encuentra en Números 13:32, 33.
El estudiante puede examinar Génesis 15:5 y preguntarse si su lenguaje
es hiperbólico. En Mateo 5:29, 30 ¿existe una hipérbole? Véase también las
que se encuentran en Proverbios 6:30, 31; 23:1, 2; y Hechos 27:34.
G. La apóstrofe
Cuando algunas palabras son dirigidas a una persona ausente o muerta, o
a algún objeto sin vida, o a una idea abstracta como si tuvieran vida o
pudieran oírlas, tal expresión se llama una apóstrofe.
En 2 Samuel 18:33 David exclama a su hijo muerto: “¡Hijo mío Absalón,
hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que muriera yo en lugar de ti,
Absalón, hijo mío, hijo mío!” David no se imaginaba que Absalón le pudiera
oír. Pero emocionado, le habló como si estuviera presente y oyendo.
En Mateo 23:37 nuestro Señor levantó la voz para lamentar la
desobediencia de la ciudad capital: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los
profetas, y apedreas a los que te son enviados!” En una apóstrofe, habla a la
ciudad—más bien, a sus habitantes, aunque no estaban presentes para oír sus
palabras.
El estudiante encontrará apóstrofes en 1 Corintios 15:55; Apocalipsis
6:16; Cantares 4:16; Isaías 1:2; 52:9. Medite sobre Marcos 4:39. ¿Contiene o
no, una apóstrofe?
H. La personificación
La personificación existe cuando características personales se atribuyen a
los animales, las plantas o las cosas sin vida. Esta figura se conoce también
con el nombre de prosopopeya.
En Isaías 55:12 dice el profeta: “Los montes y los collados levantarán
canción.” Es claro que las cosas inanimadas nunca podrían cantar, a menos de
suponer un milagro grotesco e innecesario. No hay duda de que la referencia
es a aquello que ha de suceder en el corazón de los redimidos en el reino de
Dios. Este sentido está de acuerdo con la primera parte del versículo, donde
declara: “Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos.” Las palabras
que siguen, diciendo que “los montes y los collados levantarán canción”,
deben entenderse como el complemento poético de lo anterior, en que la
alegría del hijo de Dios se atribuye a la naturaleza misma.
En Proverbios 1:20–23 la sabiduría es personificada. Dice Salomón: “La
sabiduría clama en las calles, alza su voz en las plazas.” En los vv. 24–33
sigue hablando, aunque se puede entender que Dios es el que habla. Pero por
lo que afirma en el v. 20, todo el pasaje se debe clasificar como una
personificación. Otra vez en Proverbios 8:1–4 ocurre la misma figura.
Otros ejemplos se pueden observar en Isaías 14:8; 35:1, 2; y 44:23. En
este último caso, hay una apóstrofe también.
I. El eufemismo
Esta figura consiste en expresar con suavidad o decoro, una idea que bien
podría ofender a los lectores u oyentes. En lugar de decir “orinar” o “defecar”,
el escritor moderno prefiere decir algo como “hacer las necesidades”, “ir al
baño”, o “al monte”. Estos son eufemismos modernos.
En Deuteronomio 23:13 leemos la expresión: “cuando estuvieres allí
fuera” en lugar de lo que dice en el hebreo: “cuando te sientes”. Las dos
expresiones son eufemismos para evitar el uso de la palabra “defecar”.
En 1 Reyes 18:27, Elías se burla de los seguidores de Baal, diciendo,
según la Versión Antigua, “quizá … tiene algún empeño” y según la
Revisada, “tiene algún trabajo”. Pero la expresión es un eufemismo por no
decir que estaba defecando.
El acto sexual, la cohabitación, se expresa de varias maneras en la Biblia.
En Génesis 49:4 Jacob se refiere al pecado que cometió su hijo Rubén,
diciendo: “subiste al lecho de tu padre; entonces te envileciste, subiendo a mi
estrado”. Pero en la Versión Popular habla más claramente: “deshonraste mi
cama al acostarte con mi concubina”. Aun así, las dos expresiones son
eufemismos.
En Génesis 4:1 leemos que “conoció Adán a su mujer Eva”, en lugar de
decir que tuvo relaciones sexuales con ella. La misma palabra se usa en
Génesis 19:5 para hablar de relaciones homosexuales, En Génesis 39:7 la
mujer de Potifar le dice a José: “Duerme conmigo”, aunque en la Versión
Popular le dice: “Acuéstate conmigo.” Otra vez, las dos expresiones son
eufemismos.
El eufemismo más delicado se encuentra en Proverbios 5:18, 19. Salomón
le dice el lector: “Alégrate con la mujer de tu juventud … sus caricias te
satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre.” Luego en el v. 20,
se refiere a las relaciones ilícitas usando la expresión: “¿por qué … abrazarás
el seno de la extraña?”
El estudiante puede ver qué expresión usan los discípulos en su oración,
por no usar la palabra “infierno” (Hechos 1:25). Y en Levítico 18:6–20
observe las varias maneras de referirse al acto sexual. Véase también el
eufemismo de Jesús en Marcos 7:19.
J. La paradoja
Cuando alguien expresa algunas verdades aparentemente contradictorias
en una sola oración, o muy cerca la una a la otra, llamamos a esa figura una
paradoja. En las enseñanzas de Jesús hay muchas.
Por ejemplo, cuando Jesús respondió al sumo sacerdote en Marcos 14:61,
62, dijo: “Yo soy (el Cristo, el Hijo del Bendito); y veréis al Hijo del Hombre
sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.” Para
sus oyentes, el ser Hijo de Dios contradecía la idea de ser Hijo del Hombre.
En esta aparente contradicción está la paradoja.
En las Bienaventuranzas (Mateo 5) hay varias paradojas. En el v. 4 afirma
que son “Bienaventurados los que lloran.” En el v. 5 dice que “los mansos …
recibirán la tierra por heredad.” Y en el v. 6 dice que son “Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.” Todas
estas ideas parecen contener contradicciones, y por eso son paradojas. El
estudiante verá otras en los vv. 10 y 11.
A través del Evangelio de Juan, Jesús expresa algunas verdades acerca de
sí mismo que resultan ser paradojas. En 4:13, 14 afirma que “el que bebiere
del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que … será en él una fuente
de agua.”
Todo el discurso sobre “el pan de vida” (Juan 6:25–59) contiene muchas
paradojas. Nótese especialmente el v. 35: “Yo soy el pan de vida; el que a mí
viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.”
Véanse también estas expresiones: “El pan que yo le daré es mi carne” (v.
51); “Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis
vida en vosotros” (v. 53); “El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí
permanece, y yo en él” (v. 56).
Muchas de las paradojas de Jesús se pueden clasificar como enigmas.
Estos se estudiarán en el capítulo 18.
K. El juego de palabras
No debe sorprendernos que haya juegos de palabras en la Biblia. Salomón
los usó en su Cantar de Cantares, y Pablo en sus Cartas a los Gálatas, a los
Filipenses y a Filemón. El juego de palabras también se conoce con el nombre
de retruécano.
En Cantares 1:3 dice la sulamita que “tu nombre es como ungüento
derramado.” En el texto hebreo la palabra “nombre” es shem. Y la palabra
“ungüento” es shemen. Podemos captar el juego de palabras que emplea si
decimos: “Tu shem es como shemen …”
Semejante juego de palabras ocurre en Eclesiastés 7:1: “Mejor es la
buena fama (shem) que el buen ungüento (shemen).”
En su Carta a Filemón, Pablo pidió que pusiera en libertad a Onésimo, el
siervo que se fugó de él. El nombre “Onésimo” quiere decir “provechoso”.
Pero Onésimo no había sido provechoso para Filemón, su dueño. Ahora, por
la obra de Pablo y la vida cambiada de aquel “provechoso”, le daba valor a su
nombre. En el v. 11 Pablo escribe a Filemón: “el cual en otro tiempo te fue
inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil.” El Apóstol ha usado “útil” como
sinónimo de “provechoso”. Así, Pablo juega con este nombre para dar énfasis
al cambio que Dios obró en Onésimo.
Los juegos de palabras arriba mencionados dependen por su efecto sobre
los textos originales de hebreo y griego. Pero hay otros cuyo significado
aparece claramente en el español.
En Filipenses 3:2 Pablo advierte a sus lectores que se guarden del
“cortamiento”, según la Versión Antigua. En la Revisada usa la expresión “los
mutiladores del cuerpo.” Y en el v. 3 dice que “nosotros somos la
circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios …” La “circuncisión” era,
por supuesto, los judíos; la practicaban en sus hijos varones porque así lo
requería la ley de Moisés. El intento de este reglamento era para recordarles
que debían estar separados de la carne para Dios. Pero Pablo reclama esta
característica para los creyentes cristianos y llama a los judíos “el
cortamiento” o los “mutiladores de la carne”. Por medio de este juego de
palabras Pablo habla despectivamente de aquel énfasis falso.
Con más ardor Pablo juega con la misma palabra en Gálatas 5:11, 12.
Hablando de los que enseñan la necesidad de circuncidarse, dice en el v. 12:
“¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!” Pero en la Versión Popular, el
verdadero significado aparece: “¡Ojalá se castraran a sí mismos de una vez!”
Tan fuerte era el odio de Pablo para aquella doctrina falsa y dañina.
PARA EL ESTUDIANTE
Lea cada uno de los textos citados como ejemplos de las varias figuras literarias mencionadas en
este capítulo.
13
MODISMOS HEBRAICOS
El modismo es una expresión que carece de sentido cuando se interpreta
literalmente. O bien, se debe entender de manera muy diferente a su sentido
literal.
Difiere el modismo de las figuras literarias en que éstas se pueden
entender fácilmente aunque el oyente nunca las haya oído antes. Los
modismos son comprensibles casi exclusivamente entre los que ya conocen el
idioma y la vida común de los que los usan.
Resulta, pues, que cuando se traduce el modismo a otro idioma, se
tropieza con el problema de dar su verdadero sentido. Porque esto requiere
que se le dé una forma nueva en el idioma de traducción.
Este escritor no se atreve a contradecir la definición del modismo dado en
el Pequeño Larousse Ilustrado, en la que afirma que un sinónimo del
modismo es “idiotismo”. Al mismo tiempo, insisto en que los que los usan no
hablan necesariamente como “idiotas”; aun los miembros de la Real
Academia deben de entender y usar modismos, tales como “dar cuerda al
reloj”, “levantar un acta”, y “dar de alta o baja”. Son verdaderos modismos
porque no son expresiones literales ni se pueden entender cuando son
traducidas literalmente a otras lenguas.
Este es el caso del modismo hebraico. En las versiones antiguas de la
Biblia los traductores muchas veces han traducido literalmente sus modismos.
No trataron de dar el sentido verdadero, quizá por no entenderlos, o quizá por
un concepto falso de fidelidad al texto original. En las versiones modernas los
traductores han hecho mejor tratando de sustituir los modismos con sus
equivalentes en el segundo idioma. Así que, cuando leemos la Biblia,
especialmente en las versiones antiguas, debemos estar preparados para leer
modismos que no se han traducido adecuadamente, a fin de darles su sentido
correcto.
Tengamos en cuenta que los modismos hebraicos no se encuentran
solamente en el Antiguo Testamento. A pesar de que el Nuevo Testamento
está escrito en griego, los encontramos allí también. Esto se debe, antes que
todo, a que los libros del Nuevo Testamento fueron escritos por judíos. El
Evangelio de Lucas y el libro de los Hechos pueden ser excepciones. Y
porque sus escritores eran judíos, a veces emplearon algunos modismos
hebraicos. No lo harían por descuido sino porque el idioma griego popular ya
había sido modificado por la presencia de los judíos en todas partes del
mundo, especialmente en el mundo del comercio. Pero de manera especial las
congregaciones cristianas tendrían conocimiento de su manera de hablar y
escribir el griego, y por medio del uso general de la versión griega del
Antiguo Testamento, llamada la Septuaginta.
Los modismos hebraicos principales que vamos a tratar son seis:
1 Lo absoluto por lo relativo
2 Lo relativo por lo absoluto
3 El modismo de filiación
4 Varios modismos de tiempo
5 El antropomorfismo
6 La elipsis
C. El modismo de filiación
La expresión “hijo de alguien o de algo” es frecuente en la Biblia.
Cuando el propósito de esta frase es el de indicar una de varias relaciones
entre las dos cosas, se clasifica como el modismo de filiación. Estas
relaciones pueden ser físicas, morales o espirituales, pero no literales.
Normalmente las palabras “hijo de alguien” se deben entender
literalmente. Cuando Jesús le dijo a Pedro: “Simón, hijo de Jonás …” (Juan
21:15) hablaba de una realidad literal. Este no es el modismo de filiación.
Pero en Hechos 3:25 Pedro dice: “Vosotros sois los hijos de los profetas.”
Literalmente no lo eran, porque todos los profetas, menos Juan el Bautista,
habían muerto cuatro siglos antes. El sentido es que eran descendientes de los
profetas, físicamente. Pero porque no eran sus hijos literales, clasificamos esta
expresión como modismo de filiación en sentido físico.
En Efesios 5:8 el Apóstol manda: “Andad como hijos de luz.” Esta frase
se refiere a aquellos que tenían la luz de Dios y del evangelio viviendo en
ellos. Esta relación entre la persona convertida y la luz divina, se expresa
mediante el modismo de filiación.
El estudiante puede examinar los siguientes textos y anotar el significado
de cada uno:
Mateo 5:45; 8:12;
Lucas 7:35; 10:6;
Efesios 2:3; 5:6.
D. Modismos de tiempo
1 La eternidad
Los hebreos usaban los términos eternidad, eterno, para siempre,
perpetuo, etc., en dos sentidos: literalmente, y limitadamente; y a veces con
los dos sentidos juntos.
Los siguientes textos demuestran su uso literal:
Génesis 3:22: “Ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma,
y viva para siempre.”
Éxodo 3:15: “Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.”
Deuteronomio 33:27: “El eterno Dios es tu refugio.”
E. El antropomorfismo
Esta palabra está compuesta de dos voces griegas: ánthropos, hombre; y
morfes, forma. Juntas las palabras significan “en la forma de hombre.”
El modismo llamado así consiste en hablar de Dios usando palabras
propias sólo para el hombre. Dios es Espíritu, y como espíritu, no tiene
cuerpo ni miembros corporales. Y porque es un ser infinito, no puede tener
ninguna limitación humana. Al hablar de Dios como si fuera hombre, los
escritores usan el modismo llamado antropomorfismo.
Ejemplos de este modismo abundan:
Éxodo 8:19 habla del “dedo de Dios”.
Salmo 32:8 habla de “los ojos” del Señor.
Éxodo 33:11 dice que Moisés habló con Dios “cara a cara”.
Génesis 6:7 dice que Dios se arrepintió de haberlos hecho. Por otra parte, Números 23:19 afirma
que Dios no es hombre “para que se arrepienta”.
Jeremías 7:13 en la Versión Antigua representa a Dios como “madrugando para hablar”.
Génesis 18:21 representa a Dios como quien necesita ver para saber.
Salmo 18:11 habla de Dios dentro de su “escondedero” con una cortina alrededor de él. Pablo
expresa lo mismo en 1 Timoteo 6:16 cuando dice que nadie lo puede ver.
Las razones por qué se emplea este modismo deben de ser evidentes. Para
hablar de los actos de Dios tenemos que usar palabras tomadas de la
experiencia humana. Es muy natural, y acaso necesario, decir que Dios oye
nuestras oraciones, aunque no tiene oídos; ve nuestras acciones aunque no
tiene ojos; viene para ayudarnos, aunque está presente ya; olvida nuestros
pecados, aunque no puede olvidar nada; y vuelve sus espaldas hacia los
pecadores no arrepentidos, aunque no tiene cuerpo para volver. Todas estas
expresiones se refieren a la manera en que funcionan los hombres;
difícilmente podría ser de otra manera. El hábito de hablar de Dios en
términos humanos nunca debe hacernos criticar a los escritores de la Biblia.
Hablan en la forma más natural.
F. La elipsis
Una elipsis existe cuando el texto no expresa algún pensamiento con toda
exactitud de acuerdo con las reglas de la gramática. En tales casos es
necesario que el lector supla algunas palabras, aumentando o cambiando la
forma gramatical de la frase para hacerla rezar correctamente según las reglas
de nuestra gramática. Existe este modismo también cuando el escritor cambia
su tema repentinamente sin indicar la conexión.
Para el lector, este modismo tiene el aspecto de una falta, bien que nadie
tiene los conocimientos suficientes para juzgar así ningún idioma tan antiguo
y que no sea su propia lengua. El hecho es que no conocemos todas las reglas
que gobernaron a los escritores cuando escribieron. Los libros sobre la
gramática no les dicen a los escritores cómo escribir; sólo describen la manera
en que lo hacen. Y en cuanto a los antiguos idiomas, no nos dicen todo lo que
quisiéramos saber para juzgar sobre su corrección. Nuestra tarea es analizar
para entender lo que escribieron.
En Hechos 18:6 Pablo dice: “Vuestra sangre sea sobre vuestra propia
cabeza; yo, limpio.” El sentido es claro. Quiere decir: “Yo estoy limpio.”
La Versión Popular aumenta mucho la expresión traduciendo: “Yo no me
hago responsable.”
En Romanos 8:3 escribe Pablo: “Porque lo que era imposible para la ley,
por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de
carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne.” Para
que se entienda bien, se debe leer con las palabras “hizo posible”, después de
“Dios”, para decir: “lo que era imposible para la ley … Dios hizo posible
enviando a su Hijo …”
En Gálatas 3:5 y 1 Timoteo 4:3 los traductores vieron necesario
completar las oraciones agregando las palabras que están impresas con letras
cursivas (en la Versión Antigua). En el texto griego existe una elipsis en cada
texto.
El estudiante verá fácilmente la elipsis en 1 Corintios 3:2.
PARA EL ESTUDIANTE
Busque y examine cada texto citado como ejemplo de los modismos que se han mencionado en
este capítulo.
NOTAS
1 T. Norman Sterrett, How to Understand Your Bible (Downers Grove, Ill: Intervarsity Press, 1974),
p. 127.
14
TIPOS
En los escritos del Nuevo Testamento se usa otra clase de lenguaje
figurado que es llamado tipo. Algunas personas, lugares, objetos, eventos e
instituciones de los tiempos antiguos fueron preparados por el Señor para
representar alguna realidad espiritual futura. Aquellos eran figuras o tipos de
estas realidades.
El estudio de los tipos es asunto de controversia. Algunos maestros de la
interpretación bíblica quisieran ver eliminado por completo tal estudio. Sin
embargo, la palabra “tipo” es bíblica, y la interpretación correcta de varias
partes del Nuevo Testamento depende de este estudio.
La palabra griega traducida “tipo” es tupos. Pero comúnmente es
traducida “figura”, y para el estudiante de la Biblia, esto puede confundirlo
porque la palabra “figura” también traduce antitupos, antitipo, y parabolē,
parábola. Así que para distinguir adecuadamente entre los términos, la figura
literaria será llamada “tipo” en este estudio.
Primero queremos observar que el tipo es figura de alguna realidad
espiritual futura, preparada por inspiración divina. Todos los tipos son
proféticos; no son simples ilustraciones. De manera que la única forma de
estar seguro de que alguna ilustración tomada del Antiguo Testamento es
realmente un tipo, es poder señalar alguna confirmación de ello en el Nuevo
Testamento.
Pero hay un problema con esta conclusión: si debemos rechazar todo lo
que pudiera ser considerado como tipo, solamente porque no hay referencias
bíblicas para confirmarlo, vamos a pasar por alto algunos que son demasiado
claros para ser eliminados. Diremos más sobre este asunto en seguida.
Entretanto, podemos considerarlos como tipos probables o posibles. Otros,
cuyo carácter parece ser muy forzado, deben considerarse como tipos
dudosos.
Otra característica del tipo es que representa alguna realidad espiritual
futura, cuyo significado iba a ser manifestado en su plenitud, solamente
después de la venida de Cristo. El tipo no es solamente un símbolo que no
tiene nada de profético. El símbolo es común en toda literatura y lenguaje; lo
estudiaremos en el siguiente capítulo. Pero las personas, lugares, eventos,
objetos e instituciones que llamamos tipos, contenían en sí algún valor
espiritual aparte de su aspecto profético.
Si el tipo pre-figura una realidad espiritual, el antitipo es el cumplimiento
del tipo. En los tiempos antiguos, el Mesías era la gran realidad espiritual
futura. En el Nuevo Testamento el Mesías es el gran Antitipo que corresponde
a los tipos antiguos.
A pesar de que los tipos tienen formas muy variadas, la mayor parte de
ellos se cumplen en Cristo. A veces los tipos eran personas importantes en la
historia de Israel. Otras veces eran oficios ordenados por la ley de Moisés. O
bien, eran objetos materiales, o lugares significativos, eventos de la historia, o
instituciones del sistema religioso hebreo. Cada vez que leemos en el Nuevo
Testamento que tal o cual cosa representa a Cristo o alguna realidad de su
reino espiritual, podemos estar seguros de que aquello es un tipo verdadero.
Entre las personas tipo están Adán (Romanos 5:14); Abraham e Isaac
(Hebreos 11:17–19); Moisés (Deuteronomio 18:18; Juan 1:21, 45; Hechos
7:37); Josué (Josué 1:15; Hebreos 4:8); Melquisedec (Salmo 110:4; Hebreos
6:20–7:25); David (Isaías 55:3; Hechos 2:25–32); Salomón (2 Samuel 7:12–
16; Mateo 12:42); Jonás (Mateo 12:40); y otros.
Los oficios tipo incluyen los de profeta, sacerdote, rey, libertador y juez.
Los siguientes eventos de la historia son tipos: el ofrecimiento del
cordero por Abel, el ofrecimiento de Isaac y la sustitución del carnero, la
primera pascua en Egipto, el cruce del mar rojo, la entrada a la tierra de
Canaán, así como otros eventos de la historia que el estudiante podrá
identificar.
Algunos objetos tipo son: el arca de Noé, el carnero que sustituyó a Isaac,
el cordero de la pascua, la roca herida en el desierto, el maná, la serpiente de
bronce, la escalera en el sueño de Jacob, el arca del pacto, el velo del templo,
el tabernáculo y todos sus muebles.
Los lugares tipo incluyen el río Jordán, la tierra de Canaán, Egipto, el
desierto, Jerusalén, Babilonia, Tiro y Sidón.
Las instituciones tipo serán: la pascua anual, todas las fiestas establecidas
por la ley, el sacerdocio, todos los sacrificios de la ley, el templo, la
circuncisión, las ciudades de refugio, las varias clases de sábado, y otras.
Después de identificar el tipo, el intérprete puede proceder a interpretarlo.
El siguiente plan puede ser útil para su análisis:
1 Lea primero todo lo que dice la Escritura sobre el cumplimiento del tipo.
2 Haga una lista de los detalles mencionados en el texto que contiene el tipo. Después, haga otra
lista y colóquela frente a la primera, indicando en cuáles puntos y de qué manera los detalles del
tipo se cumplen en el antitipo.
3 Observe bien el significado del evento histórico en la vida real de los que lo vivieron; es decir, el
valor del tipo para ellos.
4 Averigüe la enseñanza del tipo, su mensaje principal.
PARA EL ESTUDIANTE
Busque y lea las referencias en el Nuevo Testamento que verifican los tipos mencionados en este
capítulo.
Examine la información que tenemos sobre las siguientes personas para determinar si deben de
considerarse como tipos: Jacob, Caleb, Samuel, Elías, Jeremías, Daniel y Oseas.
NOTAS
1 A. Berkeley Mickelsen, Interpreting the Bible (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co.,
1963), p. 283.
15
SÍMBOLOS
En la tarde del 20 de enero de 1981, el pueblo norteamericano recibió la
noticia de que los 52 rehenes detenidos en Irán, ya estaban en camino hacia su
libertad. Cuando llegaron a los Estados Unidos fueron recibidos con una
exhibición de gozo sin precedente de parte de la nación entera. Por todos
lados se podían ver listones amarillos atados a los árboles y postes, y fijados
sobre las fachadas de muchos edificios; simbolizaban la bienvenida después
de 444 días de prisión. Dijo un locutor de la televisión: “¡No sabía que
hubiera tanto listón amarillo en el mundo!”
El simbolismo del listón amarillo era tomado de varias canciones
populares, especialmente de la intitulada: “Tie a Yellow Ribbon Round the
Old Oak Tree” (Ata un listón amarillo al viejo roble).
Curiosamente, el color amarillo había tomado un nuevo significado para
el público estadounidense. Según la tradición, era símbolo de la cobardía.
Pero ahora, provisionalmente, significaba: “¡Bienvenidos a casa, rehenes!”
Este cambio de significado ilustra una de las características notables de los
símbolos: que su significado puede cambiar en contextos diferentes.
El símbolo puede definirse como cualquiera cosa real y visible, que
representa algo invisible. La cosa invisible puede ser una idea, una cualidad, o
una realidad espiritual, según la relación entre las dos cosas.
Los símbolos pueden ser objetos, sustancias, colores, números, y su
significado depende de la intención de su autor cuando los emplea. Como
sugiere Mickelsen,1 para entender el significado del autor, será necesario
determinarlo por medio de un estudio inductivo; es decir, por el examen
cuidadoso de cada caso. En la Biblia es necesario examinar el uso de algún
símbolo en sus varios contextos antes de afirmar que tiene cierto valor fijo o
permanente.
Muchos símbolos han llegado a tener algún valor permanente, aunque es
contrario a su naturaleza tener ningún valor fijo. En nuestro medio el rojo y el
verde, la luz y la oscuridad, el oro y la plata, casi siempre representan ideas
fijas. Pero también es común encontrar símbolos cuyo significado no es
solamente variado, sino completamente opuesto en otros contextos. Esto es
especialmente notable en la Biblia.
Por ejemplo, el león puede simbolizar fuerza o realeza, y las dos ideas no
se contradicen; pero también puede representar lo temible y malo. En
Apocalipsis 5:5 Cristo es llamado “el León de la tribu de Judá”. Pero en 1
Pedro 5:8 el diablo es comparado con el león: “vuestro adversario el diablo,
como león rugiente …” Luego en Daniel 7:4 el león simboliza el primer gran
reino mundial bajo Nabucodonosor.
El agua simboliza muchas cosas en la Biblia. En 2 Crónicas 18:26
representa la angustia. Pero en Juan 2 se entiende como el símbolo de lo que
es común o usual en la vida. En Efesios 5:26 el agua representa la palabra de
Dios: “habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra”. En
Juan 7:38 el agua significa el Espíritu de Dios (v. 39). En Mateo 27:24
significa el lavamiento o la limpieza. En Jonás 2:5, 6 el agua representa el
sepulcro. En Apocalipsis 22:1 representa la vida eterna.
Comúnmente pensamos del cordero como símbolo de Jesús crucificado
por el pecado; en Juan 1:29 es “el Cordero de Dios.” Pero también el cordero
representa el niño o el recién convertido (Juan 21:15).
Con frecuencia la levadura es símbolo de la maldad, la hipocresía o la
corrupción (1 Corintios 5:7), pero no siempre. En Mateo 13:33 el
extendimiento del reino de Dios es comparado con la actividad de la levadura.
En sí, la levadura no es cosa mala; era aceptable delante de Dios en la ofrenda
de las primicias (Levítico 2:11, 12). En este caso la levadura no puede
representar la maldad sino el gozo y la abundancia en la vida del creyente.
En algunos casos los pájaros representan a Satanás, como en Mateo 13:4,
19. En Apocalipsis 18:2 representan las abominaciones. Pero en Salmo 124:7
simbolizan el alma temerosa. En Cantares 2:12 representan la primavera, y en
Isaías 31:5, la protección.
Casi siempre el aceite se entiende como símbolo del Espíritu Santo. Este
simbolismo está basado en el uso del aceite para ungir a los reyes hebreos. En
el Nuevo Testamento (1 Juan 2:20) el don del Espíritu Santo es llamado una
“unción”, una metonimia por el aceite usado en las ceremonias del Antiguo
Pacto. En otros textos el aceite se usa como símbolo de la medicina (Isaías
1:6; cf. Lucas 10:34; Santiago 5:14). También se usa para representar la
alegría (Hebreos 1:9; Isaías 61:3), y en Apocalipsis 6:6 y Joel 2:24, representa
el alimento.
Debe ser muy evidente que es un error decir que los símbolos siempre
representan la misma cosa en la Biblia.
A. Interpretación de los símbolos
Para interpretar los símbolos, se debe tener presente que su significado
depende de la semejanza entre sí y la cosa que representan. Pero esta
semejanza es siempre sencilla y no múltiple; se parecen los símbolos y lo que
representan en algún punto principal y no en varios puntos. No se deben
buscar otros puntos de semejanza, sino limitar su significado a lo que es más
evidente. Esta semejanza es la que le da al símbolo su verdadero valor.
Cuando, por ejemplo, el agua simboliza la palabra de Dios, es porque las
dos cosas lavan, y no porque son claras, refrescantes, baratas o saludables.
Cuando es justo entender el aceite como símbolo del Espíritu Santo, será
porque con las dos cosas el individuo es ungido. No es lícito buscar otros
puntos de semejanza. El aceite no simboliza el Espíritu porque da luz cuando
arde, ni porque sirve para suavizar las heridas, ni porque se extrae de la fruta
sólo cuando se exprime. Este manejo de los símbolos es equivocado.
C. Números simbólicos
Con frecuencia los números que encontramos en la Biblia tienen valor
simbólico. Este valor es tan marcado en la Biblia que muchos quieren dar
algún valor simbólico a todos los números, y buscan significado místico por
medio de un análisis sutil de ellos. Es preciso observar mucha precaución en
este asunto.
Según la Enciclopedia Judaica Castellana el valor de los números es
como sigue:
Uno es nuestro Dios que está en el cielo y en la tierra. Dos son las Tablas de la Ley. Tres son los
patriarcas (Abraham, Isaac y Jacob). Cuatro son las madres de Israel (Sara, Rebeca, Raquel y Lea).
Cinco son los libros de la Torá. Seis son los tratados de la Mishná. Siete son los días de la semana.
Ocho son los días del tiempo para la circuncisión. Nueve son los meses de gestación. Diez son los
mandamientos. Once son las estrellas (que vio José en su sueño). Doce son las tribus de Israel.
Trece son los atributos divinos.
En todo esto podemos ver el juicio subjetivo de los intérpretes, tanto los
lectores judíos como los escritores de los libros apocalípticos. Pero a pesar de
las opiniones diferentes, podemos estar seguros del valor simbólico de
algunos números:
Tres: Usualmente representa a Dios, lo divino, y a veces lo que falsamente representa lo divino.
Siete: Casi sin excepción representa la perfección o lo completo.
Diez: Semejante al número siete; aunque hay casos donde los dos números aparecen en el mismo
contexto para distinguirlos en algo (Génesis 31:7).
Doce: Este número recuerda los doce patriarcas, las doce tribus de Israel y los doce apóstoles. Es
dudoso que su valor simbólico dependa de la multiplicación de los números tres y cuatro.
Cuarenta: Símbolo de probación, como los cuarenta años en el desierto, los cuarenta días que
Moisés estuvo con Dios en el monte Sinaí, y los cuarenta días que el Señor pasó en el desierto,
tentado por el diablo.
Ciento cuarenta y cuatro: Evidentemente el cuadrado de doce; pero el simbolismo no es nada claro.
Mil, diez mil: Números redondos que con la mayor frecuencia significan cantidades grandes pero
indefinidas. El número diez mil en el griego es muriás = miríada; es decir, un número muy grande.
PARA EL ESTUDIANTE
Estudie Proverbios 20:20 para determinar qué simboliza la lámpara.
Estudie Ezequiel 17 para entender el simbolismo de la gran águila del v. 3, del monte alto y
sublime (v. 22) y de las aves (v. 23).
En Isaías 31:4, 5 busque el simbolismo del león y de las aves.
En Génesis 40:9–41:32 procure entender el simbolismo de los sarmientos, los canastillos, las vacas
y las espigas hermosas.
NOTAS
1 A. Berkeley Mickelsen, Interpreting the Bible (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co.,
1963), pp. 272, 278.
2 Ray Summers, Digno Es el Cordero (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1954).
B. La estructura de la parábola
Normalmente, la parábola está compuesta de tres partes: la ocasión, la
narración, y la lección espiritual. En algunos casos la primera y la tercera
partes no se encuentran en el texto bíblico. Pero podemos estar seguros que,
en todo caso, hubiera alguna ocasión adecuada, aun cuando el Evangelio no la
reportó. Así enseñaba Jesús: respondiendo a la situación del momento con
palabras adecuadas. Pero el Señor no siempre señalaba la lección espiritual; a
veces se la dejaba a sus oyentes para que ellos mismos la descubrieran.
Parábolas
- Mateo Marcos Lucas
Los dos cimientos 7:24-27 - -
El sembrador 13:2-9 4:2-9 -
El trigo y la cizaña 13:24-30 - 8:4-15
La semilla de mostaza 13:31, 32 4:30-32 -
Hierba, espiga y grano lleno - 4:26-29 13:18, 19
La levadura 13:33 - -
El tesoro escondido 13:44 - 13:20, 21
La perla de gran precio 13:45, 46 - -
La red 13:47-50 - -
La oveja perdida 18:12-14 - -
El deudor que no perdonó 18:21-35 - 15:1-7
Los obreros de la viña 20:1-16 - -
Los dos hijos 21:28-32 - -
Los labradores malvados 21:33-44 - -
Las bodas del hijo del rey 22:1-14 - -
La higuera que florece 24:32, 33 - -
El ladrón en la noche 24:42-44 - -
El siervo fiel y el malo 24:45-51 - (12:35-40)?
Las diez vírgenes 25:1-13 - -
Los diez talentos 25:14-30 - -
El portero velador - 13:33-37 -
Los dos deudores - - 7:40-47
El buen samaritano - - 10:25-37
Un amigo a medianoche - - 11:5-8
El necio rico - - 12:16-21
La higuera estéril - - 13:6-9
La gran cena - - 14:15-24
La oveja perdida - - 15:1-7
La moneda perdida - - 15:8-10
El hijo pródigo - - 15:11-32
El mayordomo infiel - - 16:1-13
El rico y Lázaro - - 16:19-31
El siervo inútil - - 17:7-10
El juez y la viuda - - 18:1-8
El fariseo y el publicano - - 18:9-14
Las diez minas - - 19:11-27
PARA EL ESTUDIANTE
Escoja dos parábolas no examinadas en este capítulo e identifique sus varias partes.
Escoja varios dichos parabólicos y escriba la enseñanza de cada uno.
NOTAS
1 Francis Brown, S. R. Driver y Charles A. Briggs, A Hebrew and English Lexicon of the Old
Testament (Londres: Oxford University Press, 1955).
2 Richard C. Trench, Notes on the Parables of Our Lord (New York: D. Appleton and Company,
1854), pp. 32, 33.
3 Ibid., p. 37.
4 La pregunta que les hizo en Mareos 4:13: “¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis
todas las parábolas?” no indicaba que la interpretación que sigue nos explica cómo entenderlas en
detalle. Es solamente un suave reproche por su torpeza espiritual, que sería un estorbo para que no
entendieran su enseñanza parabólica en general.
5 Trench, op. cit., pp. 38, 39.
6 Esta lista está tomada, con modificaciones, de: Robert C: McQuilkin, Studying Our Lord’s Parables
(Columbia, S. C.: Columbia Bible College, 1938?).
17
ALEGORÍAS
La alegoría sostiene semejante relación con la metáfora y el símbolo
como la parábola con el símil. Si la parábola es la amplificación del símil para
que sea una historia, la alegoría es la extensión de la metáfora o del símbolo
para que sea una narración.
Sin embargo, la alegoría también puede tener la forma de una historia
cuyos actores representan algo diferente de su significado literal. Este aspecto
a veces hace más difícil distinguirla de la parábola.
La diferencia importante entre la parábola y la alegoría es el número de
detalles que tienen significado. A la alegoría se le dan más detalles
significativos, mientras que la parábola usualmente tiene un solo mensaje
principal.
Un ejemplo sencillo de la alegoría se ve en Génesis 49:9. El estudiante
debe observar que en este caso la alegoría comienza con una metáfora:
Cachorro de león [es] Judá.
PARA EL ESTUDIANTE
¿Cuál es la metáfora básica del Salmo 23?
En la alegoría de Proverbios 9:1–6, ¿cómo expresaría usted el mensaje de ella?
Estudie la alegoría de Ezequiel 16:1–43, y observe cómo la figura de la prostituta es continuada
hasta el final.
En Juan 15:1–8, note bien la metáfora básica. Luego examine cada versículo para ver su enseñanza
espiritual. En los vv. 7 y 8 vea cómo el lenguaje alegórico está mezclado con la enseñanza
espiritual, haciendo que ésta apenas se distinga de él.
NOTAS
1 Esta alegoría también puede ser considerada como una de las parábolas del Antiguo Testamento.
Esto se debe a que estos conceptos están incluidos en la palabra hebrea mashal, traducida de varias
maneras.
2 Véase el capítulo 3.
18
FÁBULAS, ADIVINANZAS,
ENIGMAS Y PROVERBIOS
Cuatro tipos de lenguaje figurado se estudiarán en este capítulo: fábulas,
adivinanzas, enigmas y proverbios.
A. La fábula
Este tipo de narración relata algo que sucede en el mundo irracional; en
ella las capacidades y características humanas se atribuyen a los actores para
enseñar una lección moral, o sea una moraleja.
Se distingue la fábula de la parábola en la forma de la narración y en el
carácter de su enseñanza. La parábola enseña solamente verdades espirituales,
pero la fábula nunca llega a esta altura: enseña solamente lecciones de
carácter moral, algo serias. La parábola es siempre un relato sobre la vida
humana, acaso histórica pero siempre posible; la fábula usa actores que no
tienen las capacidades que se les atribuyen. Por esto, abunda la
personificación en las fábulas.
La fábula es mucho más común en la literatura secular que en las
Escrituras; las de Esopo y de La Fontaine son las mejor conocidas. En la
literatura para niños hay muchas historias de plantas, animales y objetos del
mundo natural dotados de capacidades humanas; pero pueden o no enseñar
alguna moraleja.
En la Biblia hay muy pocas narraciones de este tipo: quizá solamente dos
se pueden identificar como fábulas.
Una de ellas se encuentra en Jueces 9:7–20, especialmente 8–15. En este
relato, Jotán dice que los árboles buscaban un rey para gobernarlos.
Por fin eligieron a un espino, que puso condiciones intolerables para sus
súbditos.
La razón por qué Jotán relató este cuento era para poner en evidencia la
estupidez del pueblo al escoger a Abimelec como su rey. Indicó también cuál
sería el resultado malo de su elección. El hecho de que Dios envió un espíritu
malo entre Abimelec y los hombres de Siquem no indica que la fábula tenía
en sí un valor profético—bien que algunos así lo han entendido. Sin embargo,
Dios trató al pueblo justamente de acuerdo con la fábula de Jotán. El cuento
contenía una moraleja que Dios ratificó sin afectar el carácter de la fábula.
Otra fábula se encuentra en 2 Reyes 14:9–12. Amasías, el rey de Judá,
quiso pelear con Joás, rey de Israel, cuyo ejército era mucho más fuerte.
Mediante esta fábula Joás advirtió a Amasías a no buscar una batalla contra
él. Relató el cuento del cardillo que quería casar a su hijo con la hija del
cedro. Pero de repente las bestias del campo pisaron al cardillo.
Joás entendió que el deseo de Amasías de batallar contra él era absurdo, y
usó la fábula para hacérselo entender. A él le pareció que la batalla entre los
dos sería tan desigual como el casamiento del cardillo con el cedro. La fábula
no contiene ninguna lección espiritual, sino sólo una moraleja. Cuando
Amasías no puso atención a la advertencia, fue derrotado, tal como Joás le
había dicho.
B. La adivinanza
En nuestro estudio de la hermenéutica será necesario distinguir entre dos
tipos de enigma, tomando en cuenta el propósito de cada uno. La adivinanza
es un enigma propuesto con el único fin de hacer que el oyente la resuelva. Se
encuentra usualmente en forma poética, especialmente en la Biblia. También,
se relata usualmente para divertir al oyente, y raras veces contiene alguna
lección espiritual.
La adivinanza de Sansón en Jueces 14:14 es famosa. Su forma poética se
puede observar en las versiones modernas. La Versión Popular dice:
Del que comía salió comida;
del que era fuerte salió dulzura.
C. El enigma
En contraste con la adivinanza, el enigma es una verdad propuesta en
lenguaje oscuro con el fin inmediato de ocultar esa verdad; pero para
despertar más tarde la mente para meditar en su significado.
Comúnmente, si no siempre, el enigma bíblico tiene el propósito de
presentar una verdad espiritual; nunca se habla con el fin de divertir a sus
oyentes. Por esta razón será conveniente tener presente la diferencia entre el
enigma y la adivinanza, aunque la Biblia no siempre distingue entre los dos,
usando una palabra especial para cada uno. La palabra hebrea es chiydah, que
significa un dicho oscuro, una cuestión difícil, un proverbio y una adivinanza
(Nehemías 12:8). La palabra griega que la traduce es paroimía, un dicho hábil
o pretencioso, un proverbio o un refrán figurado (Juan 16:25, 29).
Lucas 22:36, antes mencionado como dicho parabólico, contiene dos
enigmas:
Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada,
venda su capa y compre una.
D. El proverbio
El proverbio es un refrán o dicho común que es verdad en sí, pero que
expresa una regla general en forma concreta. Se usa el proverbio para señalar
una situación parecida a la que se expresa en el proverbio. Sin embargo, el
libro de los Proverbios no indica la manera en que se deben aplicar, sino
como palabras de sabiduría encapsuladas. Vienen a ser reglas prácticas para la
vida diaria.
Pero los proverbios no siempre se aplican tan fácilmente como
pudiéramos creer. Charles Gore nos advierte que “el proverbio jamás podría
aceptarse como regla de acción constante”, (porque) “expresa en forma
absoluta y extremada algún principio de acción común, pero no universal”.1
Los proverbios se encuentran en muchas partes de la Biblia, y no
solamente en el libro que lleva este nombre. Eran usados en el habla común,
como en nuestros tiempos. Mateo 15:26 es un caso que apoya este punto.
Respondiendo a la mujer cananea que pidió a Jesús que sanara a su hija, dijo:
No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.
El Señor no dijo esto para ofenderla, ni para insinuar que ella era de los
“perrillos”. Lo dijo más bien para decirle que no era tiempo todavía de
atender a los gentiles, antes de que los judíos tuvieran su oportunidad de
aceptar el evangelio. Pero lo dijo mediante un proverbio común. Jesús fue
enviado a su propia nación, y los judíos debían recibir su ministerio antes que
el evangelio fuera predicado en las otras naciones. Si los gentiles fueran
atendidos primero, sería como quitar el pan a los niños para darlo a los perros.
La mujer no se sintió ofendida porque entendió el proverbio. Sin
embargo, lo usó para su propia ventaja. Sabía que los niños dejaban caer
pedazos del pan—migajas—y los perros, debajo de la mesa, se las comían.
Respondió:
Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.
PARA EL ESTUDIANTE
Examine los siguientes enigmas y procure entender la verdad contenida en cada uno. Escriba la
enseñanza en una sola oración: Juan 14:12, 19, 23; 15:26; 16:16.
Examine cada uno de los proverbios que siguen, y luego exprese la verdad contenida en cada uno:
1 Samuel 10:11, 12; 24:13; Isaías 37:3; Ezequiel 16:44; Lucas 4:23; 10:11, 12.
NOTAS
1 Charles Gore, The Sermon on the Mount. (Londres: John Murray 1900), p. 87.
19
POESÍA HEBREA
En la ciudad de Sioux City, Iowa, en 1952, un joven se quejó conmigo,
diciendo que “las iglesias modernistas enseñan que la Biblia contiene mucha
poesía”. Para él, aquello era lo mismo que afirmar que la Biblia no hablaría en
serio si se expresara así. El entendía que la poesía estaba compuesta de
declaraciones hermosas pero exageradas que no se deben tomar como la
verdad.
Fue sólo con dificultad que pude convencerlo de la realidad de la poesía
en la Biblia: tuve que enviarle a su pastor para confirmar lo que le había
dicho.
El hecho de que la verdad se expresa con frecuencia en forma poética no
disminuye su valor; más bien, las expresiones elegantes muchas veces sirven
para estamparla más hondamente en el alma de los lectores.
Uno de los principios importantes de la interpretación, especialmente en
cuanto se refiera al Antiguo Testamento, es reconocer la presencia de la
poesía en grandes porciones de él. La división poética de nuestra Biblia se
puede reconocer fácilmente; incluye los libros de Job, Salmos, Proverbios,
Eclesiastés y el Cantar de los Cantares. El libro de Lamentaciones es
completamente poético, aunque ha sido colocado después de Jeremías, su
autor, entre los libros proféticos.
Porque la estructura poética de varias porciones de las Escrituras nos dan
una clave para su interpretación, este capítulo será dedicado al estudio de sus
características.
La poesía de los hebreos era diferente de la de la mayor parte de las
naciones modernas en esto: que el ritmo, la rima y la asonancia del verso
moderno no aparecen en la poesía hebrea sino como rasgos accidentales.
Estos ocurren solamente en casos raros como curiosidades. Las
características principales de la poesía hebrea son éstas: (1) un estilo elevado
y con ornato, (2) el uso de palabras y formas gramaticales desusuales, y (3)
especialmente, una forma simétrica de expresión llamada paralelismo.
Es muy posible que la poesía hebrea se originó en el hábito de los sabios
viejos de las tribus que enseñaban a sus hijos oralmente. (Véase Nehemías
21:27). Por medio de la repetición de ideas usando palabras y frases
diferentes, podían hacer más claro su significado. Con la memorización de las
tradiciones orales, el hábito sería grabado en su mente y asociado con la
sabiduría de sus antepasados.
Sea cual sea el origen de la poesía hebrea, se prestaba magníficamente
para la memorización de las Escrituras. Escribiendo sobre este asunto, dice
Anthony C. Deane:
El método principal que usaban los rabinos para enseñar, era el de obligar a sus alumnos a aprender
de memoria pasajes de la Escritura, extractos de la Tradición, etc. Para ayudar en este proceso,
arreglaban las frases simétricamente, o las redactaban en forma epigramática, para que se pudieran
memorizar con mayor facilidad.1
A. Paralelismo sinónimo
En este tipo, los varios renglones presentan el mismo pensamiento usando
lenguaje ligeramente cambiado—su vocabulario, su gramática o la estructura
de la oración. Muy parecido a este tipo es el que se llama paralelismo
sintético o constructivo.
En el paralelismo sinónimo, la estructura de las dos partes es la misma.
Observe que la mayoría de los paralelismos se compone de dos renglones;
pero en algunos casos hay tres, cuatro y aun más.
Los siguientes son ejemplos de este tipo:
Porque los rectos habitarán la tierra,
Y los perfectos permanecerán en ella (Proverbios 2:21).
B. Paralelismo antitético
Este tipo de paralelismo expresa el mismo pensamiento u otro semejante
por medio de un contraste o antítesis. El libro de los Proverbios abunda con
esta clase de expresión:
La mujer sabia edifica su casa;
Mas la necia con sus manos la derriba (Proverbios 14:1).
La justicia engrandece a la nación;
Mas el pecado es afrenta de las naciones (Proverbios 14:34).
Jehová está lejos de los impíos;
Pero él oye la oración de los justos (Proverbios 15:29).
El corazón alegre constituye buen remedio;
Mas el espíritu triste seca los huesos (Proverbios 17:22).
El buey conoce a su dueño,
y el asno el pesebre de su señor;
Israel no entiende,
mi pueblo no tiene conocimiento (Isaías 1:3).
Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento:
Pero con misericordia eterna tendré compasión de ti,
dijo Jehová tu Redentor (Isaías 54:8).
1 Correspondiente
Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel.
Para entender sabiduría y doctrina,
Para conocer razones prudentes,
Para recibir el consejo de prudencia, justicia, juicio y equidad;
Para dar sagacidad a los simples,
Y a los jóvenes inteligencia y cordura.
Oirá el sabio, y aumentará el saber,
Y el entendido adquirirá consejo.
Para entender proverbio y declaración,
Palabras de sabio, y sus dichos profundos (Proverbios 1:1–6).
Jehová es mi luz y mi salvación;
¿de quién temeré?
Jehová es la fortaleza de mi vida;
¿de quién he de atemorizarme? (Salmo 27:1).
Sean avergonzados y confundidos a una los que de mi mal se alegran;
Vístanse de vergüenza y de confusión los que se engrandecen contra mí (Salmo 35:26).
2 Cumulativo
Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.
Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos,
Y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia
Y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar (Isaías 55:6, 7).
¿Por qué no fui escondido como abortivo,
Como los pequeñitos que nunca vieron la luz?
Allí los impíos dejan de perturbar,
Y allí descansan los de agotadas fuerzas.
Allí también reposan los cautivos;
No oyen la voz del capataz.
Allí están el chico y el grande,
Y el siervo libre de su señor (Job 3:16–19).
3 Escala descendiente
Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado (Salmo 1:1).
Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas;
levantarán alas como las águilas;
correrán, y no se cansarán,
caminarán, y no se fatigarán (Isaías 40:31).
4 Irregular
Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron;
Se juntaron contra mí gentes despreciables, y yo no lo entendía;
Me despedazaban sin descanso;
Como lisonjeros, escarnecedores y truhanes,
Crujieron contra mí sus dientes.
Señor, ¿hasta cuándo verás esto?
Rescata mi alma de sus destrucciones, mi vida de los leones.
Te confesaré en grande congregación;
Te alabaré entre numeroso pueblo.
No se alegren de mí los que sin causa son mis enemigos,
Ni los que me aborrecen sin causa guiñen el ojo (Salmo 35:15–19).
D. La lista poética
Sería posible clasificar este tipo de paralelismo como constructivo, por
las nuevas ideas que constantemente se agregan al pensamiento original. Pero
porque las ideas realmente no tienen relación entre sí, vamos a considerar este
tipo de paralelismo por separado. En él, el escritor comienza con palabras que
identifican para el lector una serie de ideas no relacionadas. En Proverbios
6:16–19 el escritor hace una lista de siete cosas odiadas por el Señor:
Seis cosas aborrece Jehová,
Y aun siete abomina su alma:
Los ojos altivos, la lengua mentirosa,
Las manos derramadoras de sangre inocente,
El corazón que maquina pensamientos inicuos,
Los pies presurosos para correr al mal,
El testigo falso que habla mentiras,
Y el que siembra discordia entre hermanos.
E. Acrósticos
El acróstico hebreo consiste de un arreglo de estrofas cuyas primeras
palabras comienzan con las letras del alfabeto hebreo en orden alfabético. Los
Salmos 9, 10, 25, 34, 37, 111, 112, 119 y 145 usan este arreglo poético,
además de las otras características de la poesía hebrea. Sin embargo, los
versos reunidos bajo una sola letra del alfabeto, usualmente son dichos
aislados, sin conexión entre uno y otro, más que un tema general.
Nótese especialmente que el Salmo 119 está dividido en grupos de ocho
versículos bajo las letras del alfabeto hebreo, alfabéticamente: Alef, Bet,
Guímel, Dálet, etcétera. Cada versículo en su grupo comienza con la letra
indicada. Este es el único caso donde los editores han tenido a bien indicar la
forma acróstica de algún Salmo. Sin embargo, en la Versión Popular los
editores no han hecho así: pusieron números en lugar de las letras hebreas.
La mayor parte del libro de Lamentaciones está escrita en el estilo
acróstico.
El valor principal del acróstico era para ayudar a la memorización del
pasaje de Escritura. Otro valor sería su forma artística. Sin embargo, estos dos
valores se pierden por completo en las traducciones.
PARA EL ESTUDIANTE
Analice los siguientes textos, clasificando cada uno según el tipo de paralelismo que contiene:
Proverbios 21:30; 23:29, 30; 30:18–31; Eclesiastés 3:2–8; Isaías 60:17.
En cada uno de los textos siguientes, nótese cuáles diferencias de interpretación resultan cuando se
reconoce la presencia de algún paralelismo: Oseas 6:6; Proverbios 4:25, 26; 8:10; Salmo 19:7–9;
Jeremías 48:10.
NOTAS
1 Anthony C. Deane, The World Christ Knew (East Lansing, Mich.: The Michigan State College
Press, Primera edición americana, 1953), p. 82.
2International Standard Bible Dictionary, artículo sobre “Hebrew Poetry” (Grand Rapids: Wm. B.
Eerdmans, 1947).
3Westminster Dictionary of the Bible. (Philadelphia: Westminster Press, 1944).
20
INTERPRETACIÓN
DE LA PROFECÍA
La meta de la interpretación profética es ayudar al estudiante a entender
las características generales de la profecía, su lugar en la historia de Israel y la
iglesia, y su ministerio a las generaciones siguientes. Debería ayudarnos a
saber qué esperar con respecto a las profecías que todavía no se han
cumplido; pero el lenguaje oscuro y ambiguo de ellas hace difícil que se esté
completamente seguro de lo que el Espíritu Santo tuvo en mente cuando
inspiró aquellas profecías, sino hasta que se hayan cumplido.
C. El valor de la profecía
Debemos notar, primero, el valor de la palabra profética para los que la
oyeron de parte del mismo profeta. Por medio de la profecía Dios salvaba o
castigaba a su pueblo, según la manera en que respondían al mensaje. Con
frecuencia el profeta interpretaba los eventos contemporáneos, enseñándoles
que era Dios quien traía estas cosas sobre ellos para castigarlos y llevarlos al
arrepentimiento. Al mismo tiempo guiaba su historia y proveía ejemplos para
los que habían de venir más tarde. En todo tiempo los estaba preparando para
la venida del Salvador.
Un ejemplo notable de esto es la profecía de Jeremías de los setenta años
que el pueblo de Dios iba a pasar en cautividad. A pesar de que aquella
desgracia fue causada por sus propios pecados, Dios les prometía la
liberación, y se la dio tal como la había prometido. Pero al hacer esto,
conservó a la nación como su instrumento para traer al mundo el Mesías.
Debemos entender también que las antiguas profecías fueron dadas para
guiarnos en nuestra vida actual. Por medio de ellas podemos entender mejor
cómo vivir en este mundo. Sobre esto escribió Pedro:
Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una
antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en
vuestros corazones (2 Pedro 1:19).
Cuando Pedro dijo que “os son anunciadas” aquellas cosas, se refirió a
todo el pueblo cristiano desde entonces hasta nuestros tiempos, y hasta el
regreso del Señor Jesucristo. Claramente el valor principal de la palabra
profética escrita tiene que ver con su testimonio acerca del Salvador. (Véase
también Apocalipsis 19:10).
Las palabras que dicen que los montes y los collados habían de cantar, y
que todos los árboles iban a aplaudir, claramente son figuradas. Por medio de
la personificación estos objetos de la naturaleza se representan como
expresando el mismo gozo de los hijos de Dios, de acuerdo con las palabras
del primer renglón. En una misma profecía encontramos lenguaje tanto
figurado como literal. Pero el cumplimiento de las palabras acerca de los
montes y collados tiene que ser espiritual y no literal. Según el contexto, el
lector debe procurar entender si el sentido de las palabras es literal o figurado,
para darles una interpretación apropiada.
El estudiante debe estar preparado para reconocer la presencia de poesía y
lenguaje figurado en las profecías, y que el cumplimiento de algunas
profecías, o de sus detalles, debe entenderse espiritualmente.
PARA EL ESTUDIANTE
Escoja varias profecías que le interesan y examínelas en detalle, identificando las varias
características estudiadas en este capítulo.
NOTAS
1 W. Sanday, Inspiration (Londres: Longmans, Green and Co., 1896), p. 84.
2 A. Berkeley Mickelsen, Interpreting the Bible (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co.,
1963), p. 287.
3 Por su carácter profético, los judíos clasificaban como “proféticos” los libros que ahora
consideramos “historia”. En medio del texto encontramos advertencias, interpretaciones, consejos
y mensajes predictivos. Por esto sus narraciones históricas no eran eso solamente, porque los
escritores de la historia bíblica eran más profetas que escritores o historiadores.
21
PROBLEMAS DE CITAS
ESCRITURARIAS
En este capítulo entramos al examen de las dificultades que el estudiante
puede encontrar en sus estudios. Para los que han aceptado la doctrina bíblica
de la entera inspiración de las Escrituras y de su infalibilidad, cualquiera
dificultad será percibida como real y amenazadora. Cuando no se encuentra
alguna explicación fácil para el problema, puede sentirse tentado a dudar la
verdad del texto sagrado, o de su inspiración. Por lo tanto será necesario
enfrentar francamente las dificultades contenidas en el texto, y si es posible,
resolverlas. Al mismo tiempo el estudiante debe reconocer que no será
posible resolver toda dificultad para todos, de alguna manera satisfactoria.
Primero vamos a considerar las discrepancias entre algunos textos del
Antiguo Testamento y la forma en que se citan en el Nuevo. Este problema es
algo importante, ya que hay 263 citas directas del Antiguo Testamento en el
Nuevo y otras 376 menos directas—según se han contado.
El propósito de este estudio será procurar entender las razones por las
discrepancias, y demostrar que no afectan ni la veracidad de las Escrituras, ni
el concepto evangélico de su completa inspiración.
e Isaías 40:3:
Voz que clama en el desierto:
Preparad camino a Jehová;
enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.
En otros casos la cita del texto en el Nuevo Testamento puede girar sobre
el significado de las palabras en el texto hebreo. En Génesis 22:18 Dios había
dicho a Abraham: “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la
tierra.”
Pero Pablo se refiere al sentido singular de la palabra “simiente” como la
base de su enseñanza de que las promesas de Dios fueron dadas a Abraham y
a su simiente (singular); es decir, a Cristo:
No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual
es Cristo. (Gálatas 3:16).
Las palabras del Salmo 40:6 que nos interesan especialmente, dicen: “Has
abierto mis oídos”, pero en Hebreos 10:5 se traducen así: “Mas me preparaste
cuerpo.”
En su comentario sobre este texto, dice B. F. Wescott: “El rey, que
representa a los hombres, reconoce … que su cuerpo es el medio más
apropiado para servir a Dios. Por medio de él … puede cumplir la voluntad de
Dios.”4
Otra posible explicación es que la palabra “cuerpo” es sustituida por la
palabra “oído”. En los manuscritos más antiguos la palabra SOMA, cuerpo, se
podría leer equivocadamente OTIA, oído. Los antiguos caracteres griegos
eran grandes como nuestras mayúsculas, y un examen de las letras griegas
demuestra cómo esto podría suceder. Sin embargo, esta explicación deja
mucho sin explicar.
Será mejor explicar que la palabra “abierto” en el hebreo es literalmente
“perforado”. Se toma en cuenta la antigua costumbre de perforar la oreja
como señal de esclavitud voluntaria por toda la vida (Éxodo 21:6). En este
caso, la expresión: “Has abierto mis oídos” se entiende como si dijera: “Me
aceptaste como esclavo voluntario.”
Se debe enfatizar que cualquiera lectura tomada de la LXX y usada en el
Nuevo Testamento, debe considerarse tener la autoridad divina en vista de
que fue usada por los escritores apostólicos. Cualquiera dificultad que haya en
cuanto a la manera en que las palabras entraron al Nuevo Testamento, no debe
impedir que sean aceptadas como el mensaje que quiso darnos el Espíritu
Santo.
Además, hay un número de textos cuyo origen no se ha determinado.
Mateo 2:23, que afirma que Jesús fue llamado Nazareno, se explica como la
enseñanza de los profetas. La mejor manera para identificar su origen será
señalar Isaías 11:1, donde dice que el Mesías sería un “retoño” de las raíces
de Isaí. El hebreo (NZR) es la misma raíz del nombre Nazaret.
Efesios 5:14 puede haber sido tomado de Isaías 60:1. Escribe Pablo: “Por
lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te
alumbrará Cristo.” En cambio dice Isaías: “Levántate, resplandece; porque ha
venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.” Pero las palabras:
“Por lo cual dice” pueden significar que el Espíritu lo dice, y no “Cristo dice”
ni “la Escritura dice”. En este caso las palabras no serían una cita del Antiguo
Testamento. Observe también, que la presencia del nombre de Cristo en el
texto, lo hace muy dudoso que venga del Antiguo Testamento.
Judas 9 y 14 son palabras tomadas de los escritos apocalípticos de los
judíos, no aceptados como parte del canon. Aparentemente Judas citó
palabras del libro llamado “La Ascensión de Moisés” en el primer caso; y en
el segundo, del “Libro de Enoch”. En estos casos también, entendemos que el
uso apostólico de estas palabras nos asegura que su mensaje es de Dios, aun
cuando las palabras no procedan de un libro reconocido como parte de la
Biblia.
Hechos 20:35 es uno de los dichos de Jesús conservado mediante la
tradición oral y apostólica.
Además, hay algunas citas tomadas de la literatura secular; es decir,
palabras de algunos poetas paganos, citados por Pablo: Hechos 17:28 y Tito
1:12. La autoridad que tienen se basa en su uso por el Apóstol.
PARA EL ESTUDIANTE
A la luz de las discusiones de este capítulo, examine los textos siguientes y procure determinar las
posibles razones por las variaciones que presentan:
1 Corintios 2:9, citado de Isaías 64:4.
1 Corintios 15:45, citado de Génesis 2:7.
Romanos 9:25, citado de Oseas 2:23.
Romanos 11:8, citado de Isaías 29:10 y Deuteronomio 29:4.
NOTAS
1 Eduard Lohse, The New Testament Environment (Nashville: Abingdon, 1976), p. 92.
Veamos las dos formas del Sermón del monte (Mateo 5–7 y Lucas 6:17–
49). Mateo lo reporta de una manera muy completa, mientras que Lucas nos
da solamente un resumen de él. Con respecto al lugar donde Jesús lo predicó,
Mateo dice que Jesús subió a una montaña, pero Lucas dice que bajó del cerro
y se paró en un lugar llano. Ese lugar llano probablemente era parte de la
montaña, arriba del valle, pero debajo del lugar donde Jesús había pasado la
noche en oración (Lucas 6:12–16).
En algunas narraciones vemos una dificultad en algunas expresiones generales, cuyo significado
debe ser limitado por otras declaraciones más exactas. Hacemos notar otra vez, que lo oscuro y
difícil debe ser explicado por lo que es claro y fácil de entender.
PARA EL ESTUDIANTE
Hágase una nota de los casos de supuestas contradicciones que vienen a la mente. Luego examine
los varios métodos sugeridos en este capítulo para ver si puede encontrar alguna resolución
adecuada.
NOTAS
1 Joseph Angus y Samuel G. Green, The Bible Handbook (Londres: The Religious Tract Society,
1905?), pp. 259, 260.
2 Louis Matthews Sweet, The International Bible Encyclopedia (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans
Publishing Co., 1947). Vol. I, p. 1198.
3 Loc. cit.
4 Calvino lo explica en otra forma: “Pero hay una ambigüedad en el uso de la palabra hebrea shebet;
y los evangelistas, aunque escribieron en griego, usaron la palabra hrábdos en varios sentidos.
Mateo y Lucas significan por ella una vara que sería una carga molesta para la persona que la
llevaba: pero Marcos significa con ella un bordón para apoyar y descansar al viajero.” Harmony of
the Evangelists (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1949), Tomo I, p. 444.
5 Henry H. Halley, Compendio Manual de la Biblia (Chicago: Moody Press, 1954?), pp. 744–755.
23
DIFICULTADES
DOCTRINALES1
En cierta ocasión un incrédulo preguntó al humorista Mark Twain qué
hacía con todas las cosas en la Biblia que no entendía. Twain respondió que
las cosas difíciles de entender no eran las que le molestaban, ¡sino las que sí
entendía!
Muchas de las objeciones que se proponen a la Biblia y la fe cristiana se
encuentran en sus enseñanzas. Quizá estas dificultades sean más serias que las
supuestas contradicciones históricas y científicas. La ofensa más grande para
muchos incrédulos, y aun para muchos creyentes cristianos, es lo que la
Biblia enseña sobre algunos asuntos difíciles.
Doctrinas como el pecado original, la condena de la raza humana a la
muerte eterna, la servidumbre del albedrío humano, la salvación por la gracia,
la muerte expiatoria de Cristo y la resurrección del cuerpo, constituyen
tropezaderos para muchos. Hay una gran variedad de resoluciones y
explicaciones de las dificultades obvias en tales doctrinas, pero el esfuerzo
para hacerlas desaparecer resulta con frecuencia en una teología liberal.
La verdad es que las doctrinas difíciles de la Biblia no se pueden resolver
sino por fe. El derecho que Dios tiene para tratar a los hombres según sus
propias reglas, no se puede discutir; no es para la olla de barro contender con
el alfarero, Aquel que la formó (Romanos 9:20). Hay algunos temas
doctrinales que son difíciles de interpretar por varias razones. Entre estos está
el asunto de la santificación del creyente, y toda la gama de la escatología.2
Por su dificultad, varias ramas de la iglesia evangélica nunca han llegado
a un acuerdo sobre este asunto. Sus enseñanzas presentan un cuadro confuso
ante los que nunca han podido afirmarse en la fe de Cristo, ni en el mensaje
de la Biblia.
Con respecto al asunto de la santificación, el intérprete debe tener en
cuenta que:
1 Existe mucha confusión por la definición de los términos. Algunos usan la expresión “el
bautismo de, con o en el Espíritu como sinónimos por “la plenitud del Espíritu”, enfatizando la
experiencia emotiva del creyente. Otros distinguen entre estos términos y ponen el énfasis en la
obra secreta e invisible de Dios más que en las emociones del creyente.
2 La experiencia humana varía mucho entre individuos, según su carácter sicológico. Por esto, la
experiencia personal nunca debe ser la base de la doctrina. Las declaraciones de las Escrituras
deben ser aquella base; bien que las experiencias relatadas en la Biblia podrían ser una base,
siempre que la Biblia las ratifique o explique. El libro de los Hechos se ha tomado por muchos
como la norma de la experiencia cristiana. Pero debemos observar que sus experiencias
“pentecostales” deben de ser entendidas a la luz de las doctrinas explicadas en las Epístolas;
porque es en ellas que la vida cristiana está desarrollada. El libro de los Hechos es básicamente una
historia con un mínimo de comentario.
Los varios sistemas teológicos son de origen humano; no se basan necesariamente en las Escrituras
como un todo, o bien interpretadas. La iglesia siempre se ha visto obligada a elaborar un sistema de
doctrina; pero los sistemas que resultan serán válidos solamente cuando están hechos sobre una
exégesis correcta de los pasajes bíblicos que tratan, y en el arreglo histórico de ellos.
NOTAS
1 La materia presentada en este capítulo fue tomada en gran parte de The Bible Handbook, de Angus
y Green.
2 La escatología es el estudio de las “últimas cosas”; es decir, aquella parte de la profecía que trata el
tiempo inmediato antes del regreso de Cristo al mundo.
3 El posmilenarismo afirma que Cristo volverá al mundo después del milenio; el premilenarismo
afirma que vendrá antes del milenio para inaugurarlo; el amilenarismo niega la realidad del milenio
terrenal y lo refiere a la eternidad con Dios.
4 Véase la nota sobre el método gramático-histórico en el capítulo 3.
LIBROS RECOMENDADOS
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Versión Revisada de 1960
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Versión de Nácar-Colunga
Versión de Juan Straubinger
Versión: La Biblia de las Américas: El Nuevo Testamento
Concordancia de las Sagradas Escrituras, C. P. Denyer
Compendio Manual de la Biblia, Henry H. Halley
Diccionario Bíblico Elemental, Tomás de la Fuente
Diccionario de la Santa Biblia, El, W. W. Rand
Diccionario Ilustrado de la Biblia, Wilton M. Nelson
Mi Primer Diccionario Bíblico, W. N. McElrath
Jesús Nos Habla por Medio de Sus Parábolas, Tomás de la Fuente
Un buen diccionario de la lengua castellana
Comentarios:
Comentario Exegético de la Biblia, Tomos I y II, Jamieson, Fausset y
Brown.
Una Armonía de los Cuatro Evangelios, A. T. Robertson
La Hermosa Historia de Jesús, Tomás de la Fuente
Geografía Bíblica, Tidwell-Pierson
Atlas Histórico Westminster de la Biblia, Wright-Filson
Obras históricas:
Juan el Bautista, F. B. Meyer
Pablo Siervo de Jesucristo, B. Meyer
El Período Intertestamentario, D. S. Russell
El Mundo del Nuevo Testamento, H. E. Dana
Usos y Costumbres de Tierras Bíblicas, F. Wight
Historias de Toda la Biblia (con suplemento sobre costumbres bíblicas),
B. Van Ness