MODULO 6 - Genero y Consumo
MODULO 6 - Genero y Consumo
MODULO 6 - Genero y Consumo
Existe una serie de daños y riesgos que pueden aumentar o disminuir en torno al
uso de drogas, que van más allá de las propiedades farmacológicas, de los efectos y
consecuencias de su uso y que están en estricta relación con la condición socio-
económica principalmente, pero además con otras categorías específicas como es la de
género.
Para tal objetivo nos proponemos incorporar esta perspectiva para identificar las
diferencias que se transforman en inequidad a la salud, es decir identificar las diferencias
por género no solo en las prácticas de consumo sino también en las prácticas de
abordaje de los equipos de salud, esto en parte implica repensar las categorías de “uso
de drogas”, “mujer” y “salud”.
1
al consumo de mujeres, es decir no es solo una cuestión relativa a las mujeres, sino es
la posibilidad de visibilizar las relaciones de poder que reproducen desigualdades.
1
Scott, 1999
2
Lamas, 2002:2
2
iguales; se imparte una atención diferente cuando en realidad las necesidades son
iguales; o cuando desde los servicios de salud se refuerzan estereotipos de género,
asimetrías de poder y distribución de recursos y roles. 3
3
Entendemos como lo plantea Tajer que “adoptar una mirada de género en salud
implica incorporar el modo en que las asimetrías sociales entre varones y mujeres,
determinan diferencialmente el proceso salud-enfermedad-atención tanto de unos
como de otros. Asimetrías jerárquicas entre los géneros que, articuladas con otras
diferencias entre las personas que también son fuentes de inequidad en nuestras
sociedades -edad, etnia y clase social-, establecerán perfiles de morbimortalidad
específicos así como modelos de gestión de la enfermedad diferenciales” 5
Son varios los estudios que sostienen que sabemos muy poco acerca de las
prácticas de consumo de drogas en las mujeres y por tanto de sus necesidades en
relación a los tratamientos, parte de la invisibilización se debe a los estigmas culturales
que conllevan al ocultamiento de sus consumos problemáticos, obstaculizando el
reconocimiento de sus problemas por ellas mismas o bien por sus familiares incluso por
los profesionales de la salud.
5
Tajer, 2004: 28
6
Romo, 269
4
En este documento intentaremos dar cuenta de la problemática del consumo
de drogas atendiendo al género como variable fundamental para repensar la
problemática y las prácticas de intervención desde esta óptica.
El fuerte rechazo social a las mujeres que usan drogas ha producido una fuerte
invisibilización de la temática y ha llevado a que el sistema de salud en general no haya
podido desarrollar estrategias para trabajar con estas problemáticas. El estigma lleva a
no tener posibilidad subjetiva de solicitar tratamiento de manera oportuna y a mayores
dificultades en el vínculo con los equipos de salud, una de las limitaciones
7
Romo, 2006:73
5
responde a modelos de tratamiento que se han diseñados para varones y no consideran
las necesidades específicas de las mujeres. 8
8
Jeifetz-Sanchez Antelo, 2019: 1
9
Burin, 1990
6
Decimos entonces que, se trata de “un modelo que asigna a los varones la
responsabilidad en el trabajo productivo, relacionado con lo social y externo a lafamilia,
y a las mujeres la crianza de los hijos y el cuidado del hogar (el ámbito privado) y que
incluye una serie de atributos o características diferentes para hombres y mujeres: se
supone así que las mujeres son afectivas, maternales, intuitivas, sumisas, sensibles,
dependientes, personas que se preocupan de los demás; y que los hombres son
racionales, dominantes, fuertes e independientes. Esta división de roles implicaque
los hombres disfruten de más poder y reconocimiento social, mientras que las mujeres
quedan relegadas al ámbito de lo privado, a la invisibilidad y a la falta de proyección
social.” 10
Ahora bien, ¿estos números lograrán reflejar las situaciones reales de consumo
problemático en mujeres? O más bien, ¿estos números sustentan la hipótesis de que el
consumo en mujeres mayoritariamente se hace en espacios íntimos/privados? Los
abordajes más comprensivos hacia la situación de las mujeres -la perspectiva
10
Drogas y perspectiva de género: Sánchez Pardo - Bermejo González - Cid González - Fernández Lamparte - Morán
Iglesias - Platas Ferreiro.
7
cualitativa- revelan que muchas de las diferencias entre varones y mujeres que usan
drogas se relacionan con el género, más que con el uso de sustancias.11
Desde el equipo existía un vínculo con la joven por lo que se le propuso mantener
un espacio de escucha para poder dialogar sobre la situación y saber cómo se sentía. De
dicho encuentro surgió que ella se encontraba preocupada por el consumo de su pareja
e identificaba su propio consumo como esporádico y que se trataba de algo menos
preocupante. Según sus dichos se trataba de “algún que otro faso cuando estoy en mi
casa, mi marido es el tema”. Este emergente nos posibilita identificar por un lado, cómo
el consumo era invisibilizado a causa del temor a ser juzgada y por el otro, se leía que su
prioridad estaba puesta en el cuidado y bienestar de su pareja.
11
Romo, 77
8
mujeres consumidoras de drogas permanecen, demasiado a menudo, ocultas a la vista
de la población”.12
12
La mirada de género en el abordaje de los usos y abusos de drogas / Nuria Romo
9
física, psicológica, económica patrimonial, sexual y simbólica 13, lo que requiere de
equipos de profesionales altamente capacitados para un acompañamiento integral,
debido al riesgo de asumir una postura punitiva y arbitraria que puede determinar una
atención inadecuada e incluso violatoria de derechos.
Para iniciar es necesario definir que las tareas de cuidado incluyen todas aquellas
actividades que son indispensables para que las personas puedan alimentarse,
educarse, estar sanas y vivir en un hábitat propicio para el desarrollo de sus vidas.
13
Mención en la Ley 26485 ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia hacia las
mujeres.
10
Por un lado, se encuentra que los procesos terapéuticos desarrollados por
varones se encuentran mayoritariamente sostenidos y acompañados por mujeres que
en sus roles de madres, parejas o hermanas cuidan a un otro en un proceso que, para
que al menos comience, exige de algún modo una red socio-afectiva presente. Así
mismo, otra de las realidades que el territorio nos refleja es que la mayoría de las
mujeres se dedican a las tareas del hogar, es decir, a la realización de todas aquellas
actividades necesarias para el sostén del hogar y de la familia. Esto trae otro aspecto
interesante a mencionar: el tiempo de participación en actividades por fuera del hogar,
que responda a sus propios intereses y necesidades, en su mayoría es escaso o nulo. Aun
así, queda claro que los esfuerzos son redoblados ya que son mayoritariamente mujeres
las que sostienen tareas de los espacios comunitarios (merenderos, escuelas de fútbol,
espacios de apoyo escolar, cooperadoras escolares, cooperativas de vivienda,
asambleas barriales, etc.)
14
Moure, J.; Serpa, D.; Shokida, N. (XX/XX/2020) La desigualdad de género se puede medir. 1er trimestre 2020.
Economía Femini(s)ta. Recuperado de:
https://ecofeminita.github.io/EcoFemiData/informe_desigualdad_genero/trim_2020_01/informe.nb.htmll
11
Como venimos exponiendo, los mandatos y estereotipos de género afectan a
las mujeres, exponiéndolas a realidades que dificultan su independencia y posibilidades
de autodeterminación, especialmente en relación con sus cuerpos y tiempos. La
sobrecarga física y emocional a la que se ven sometidas numerosas mujeres se
incrementa entre aquellas que compatibilizan el trabajo productivo fuera del hogar y las
tareas domésticas, en especial en los hogares monoparentales liderados por mujeres con
hijxs a su cargo. La maternidad también surge como una de las causasprincipales que
responden al “abandono” de un proyecto personal. Esta forma de desarrollo personal
responde directamente al sistema sexo-género esbozado en un principio: “madres-
esposas,” “dependientes y cuidadoras”, también “trabajadoras e independientes”, pero
sin fallar al cuidado de la familia. 15
Esta reflexión también exige que el Estado deba diseñar políticas públicas
destinadas a ofrecer espacios de asistencia y prevención cercanos a los territorios
atravesados por la desigualdad social. Dichos espacios requieren ser flexibles y
mantener la mayor apertura a la participación comunitaria, la perspectiva de género
será clave en el acompañamiento de procesos colectivos, teniendo en cuenta que son
las mujeres las que constituyen las fibras de la organización en las comunidades,
15
ASECEDI, 21
12
quienes mediante estrategias autogestivas muchas veces sostienen, acompañan y
contienen ante la ausencia de las instituciones estatales.
Maternidad y consumos
Por otra parte, y pasando a otro eje de análisis, como se puede suponer según lo
que venimos desarrollando, el consumo en mujeres que maternan es aún más
controlado y criminalizado. De esta forma se genera el estigma hacia las mujeres madres
que consumen a quienes además de juzgarlas por el consumo, se suman categorías
morales como mencionamos anteriormente, por ejemplo ser “malas madres”. De esta
forma el círculo de estigmatización se construye a partir de ser adicta, criminal y no
estar apta, de acuerdo a los parámetros esperados para aquellos cuerpos gestantes,
para la crianza. La presencia de consumo de sustancias en mujeres que cursan un
embarazo y maternan se opone a lo esperado en el imaginario social. Esta problemática
sitúa a los profesionales en una encrucijada entre la moral, la ética y el saber. Podemos
decir que, si los integrantes de equipos de instituciones no sostienen prácticas
inclusivas, se acentúa la vulnerabilidad y la segregación.
13
Estamos frente a una doble condena, se genera un prototipo de subjetividad
donde parece ser que todo hay que decidirlo por ella, el recurso de la insania pareciera
volver a resurgir en contextos donde por un lado, no se logra dividir entre ser mujer y
ser madre, y por el otro entre ser mujer, madre y consumir sustancias. Esto puede
generar que al vínculo naturalmente privado e íntimo se le introduzcan terceros que
ejerzan función de supervisión y control social en nombre de lo público. En la misma
línea, cabe preguntarse si la escasez de políticas y estrategias socio-comunitarias
integrales en relación a la prevención y asistencia de los consumos problemáticos,
influye en la rigidez de las condiciones de alta y hace construir un seguimiento del
vínculo madre e hijxs más cercano a un persecución. La penalidad por no cumplir con las
condiciones de tratamientos, probablemente agrave las condiciones de vulnerabilidad.
14
aquellas derivadas de enfoques punitivistas o aquellas derivadas del enfoque de
derecho.
15
4) Importancia de la terminología utilizada y de las formas de comunicar. Lxs
profesionales cuentan con sus propias representaciones sociales en torno a la temática.
16
no contemplan la diversidad de problemáticas que atraviesan de manera interseccional
los consumos problemáticos.
17
vulneradas nos aporta la certeza de que, por un lado, son pocos los espacios grupalesy
comunitarios en los territorios, y por el otro, que son muy necesarios porque dan la
posibilidad no solo de hablar sino también de escuchar e intercambiar experiencias. Ser
escuchadas parece ser un hecho que genera un “descanso o alivio” de lo que se trae
consigo.
18
un espacio de diálogo entre mujeres acerca de los sentires en relación a las tareas de
cuidado, maternidad y crianza, de acuerdo a lo que de manera individual venían
problematizando con el equipo. Esto dispararía a nuevas temáticas para elaborar en
conjunto e intercambiar experiencias. El objetivo central del equipo fue fortalecer las
redes que han sostenido y acompañado en momentos críticos a vecinas, desandar
representaciones que condicionan la participación y construir con “la de al lado”.
19
era colectiva, como así también el encuentro con otras mujeres en el que
indefectiblemente era compartida la vida cotidiana y conllevaba a intercambiar formas
de resolver y apoyarse ante situaciones críticas.
Re (pensar) nos
20
Por lo tanto sería conveniente que los espacios de los que venimos hablando,
posean herramientas que alojen, contengan, escuchen y garanticen la participación real
en la estrategia de trabajo. Que dicha estrategia le de protagonismo a los relatos, los
sentires, las necesidades, los intereses, que respete los tiempos, los espacios, las
experiencias vividas, los procesos de comunicación y de apertura de quienes a pesar
de todo, se animan a exponer su situación y se predisponen hacer algo con eso que les
sucede.
Por otro lado, consideramos que urge la necesidad de más y mejores espacios
que inserten sus estrategias desde lo grupal en lo comunitario, en la vida cotidiana de
las mujeres. Espacios que abracen y comprendan, que se alejen de acciones que
reproduzcan prácticas de control a la maternidad y criminalicen o punitivicen aún más
sobre la condición de ser mujer, en síntesis el desafío deber es desandar prácticas que
violentan y vulneran más derechos aún.
21
Los encuentros en la comunidad, garantizan reconocernos “en y con la otra” y
pensar sobre lo que nos sucede colectivamente: lo personal es político y nos permite
encontrar respuesta entre todas, deja de ser una situación individual para construir
juntas algo distinto.
22
respetuosas de los derechos humanos. Además invita a cuestionar la tradicional noción
de “salud” que reduce cada persona a su cuerpo, y éste a sus características marcadas
como “normales”/“anormales”. Ésta es acompañada por otra operación de reducción:
la de plantear la salud en términos meramente fisiológicos e individuales, como “falta
de enfermedad”. Pensar desde una noción amplia de salud implica, por el contrario,
considerar las condiciones de existencia de esos cuerpos y esas personas, algo
particularmente relevante en el caso de personas socialmente marginadas y que
presentan situaciones de consumos problemáticos.
23
Anexo
16
El CEDECOR es un espacio de evaluación, contención y orientación donde los profesionales realizan
acompañamiento en situaciones de consumos problemáticos u orientación para un familiar y conocido.
24
“El perfil del asistido es eminentemente masculino: casi el 90% de los usuarios
de los servicios de CEDECOR son hombres, y sólo alrededor del 10% son mujeres.” (OAD,
2017).
Pero estas políticas van más allá de un lustro. Por ejemplo Parga (2019) luego de
haber analizado los registros estadísticos de la Subsecretaría de Atención de Adicciones
de la provincia de Buenos Aires (SADA) durante los años 1997 a 2007, concluye que el
88, 7% de las personas atendidas eran hombres.
Enlazando los datos a los conceptos, podemos pensar ¿cómo impacta la doble y
tercera jornada de las mujeres en dichos dispositivos? ¿Cómo impacta las tareas de
cuidado doméstico y comunitario en estos dispositivos? ¿Es posible identificarlas?
25
“De esta forma, queda delineado un perfil de consultantes al servicio de
orientación 141 eminentemente femenino: las consultas son, en su mayoría, efectuadas
por mujeres que solicitan información, orientación o tratamiento para un familiar,
cónyuge, amigo/a o conocido.”
26
productos de las comunidades. Entre sus tareas se encuentran: a) Trabajo en Calle, b)
Creación, visibilización y articulación de Redes c) Seguimiento de casos con los
Dispositivos DIAT y Equipos territoriales de otras áreas de la Sedronar (OAD, 2018).
Como se puede apreciar ambos dispositivos tienen una fuerte impronta comunitaria
como una diferencia fundamental a CEDECOR.
Otra enorme diferencia con CEDECOR es la estructura de según sexos con una
gran prevalencia femenina. El 40, 3% de los asistentes a DIAT son mujeres y en el caso
de DTC la cifra asciende al 53.4% Si bien en ambos dispositivos observamos una
27
población joven, las mujeres mayores de 18 años constituyen el 26,8% de los asistentes
a DIAT y el 35.5% de los asistentes de DTC.
3. Los dispositivos que tienen abordaje comunitario parecen ser más accesibles a
mujeres que otros e incluso más receptivos en torno a sus demandas.
Si bien contamos con varios estudios, lo primero que tenemos que destacar es que
construir estadísticas de consumo diferenciando el sexo no implica analizar ni construir
28
información con perspectiva de género. Esta aclaración viene a corolario de que la
principal fuente de análisis será el Estudio Nacional de Sustancias psicoactivas del año
2017 con los datos de la provincia de Mendoza exclusivamente.
1. Las sustancias legales, bebidas con alcohol y tabaco, fueron las que presentaron
mayor consumo en Mendoza. Estas prevalencias fueron muy superiores a las del
resto de las sustancias. (OAD, 2017)
2. La mayor parte de las sustancias fueron consumidas por varones. La brecha más
amplia entre varones y mujeres se presenta con la marihuana.(OAD, 2017)
En este sentido siempre debemos tener en cuenta que tanto para hombres como
para mujeres las sustancias psicoactivas legales son las más consumidas. Las acciones
deben ir hacia la reducción de riesgos para las mismas, así como apuntadas a desarrollar
proyectos e intervenciones de índole sociocomunitaria. El desafío está en incorporar
variables de análisis que superen al sexo, la edad y la prevalencia pudiendo discriminar
motivos, conductas y/o costumbres y delinear los procesos históricos que den cuenta de
los procesos de consumo en toda su complejidad.
El objetivo del presente apartado es brindar algunos datos que caractericen a los
DTC de Gran Mendoza (Guaymallén y Godoy Cruz). Se ha dividido según sexo y edad con
la idea de señalar algunas condiciones que afectan de modo desigual a unos y
29
otras. El análisis no busca ser exhaustivo, sino mostrar cómo adicionando variables más
allá del sexo y la edad muestra diferencias. Todos estos datos se obtienen a partir de la
sistematización de la Hoja de primer contacto (HPC), que es el instrumento que recaba
información general de lxs asistentes al dispositivo. La misma no es condición de
admisión al DTC, de hecho no hay condiciones de admisión. A nivel general la HPC
incluye: características de la persona, sus condiciones al primer contacto, sus demandas
y las respuestas brindadas por el dispositivo.
Como se puede observar los DTC en Mendoza cumplen con las misma Estructura
que los DTC a nivel nacional: similar participación entre hombres y mujeres incluso con
mayor participación de las mujeres respecto de los hombres.
30
Fuente: elaboración propia en base a datos de Hojas de primer contacto de
dispositivos de DTC, Mendoza.
31
Fuente: elaboración propia en base a datos de Hojas de primer contacto de
dispositivos de DTC, Mendoza.
32
Fuente: elaboración propia en base a datos de Hojas de primer contacto de
dispositivos de DTC, Mendoza.
33
Bibliografía consultada
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OAD (2019) Boletín estadístico del perfil de pacientes asistidos, transferencias por becas
a tratamiento y llamadas al servicio de atención de la línea de atención. Segundo
trimestre (2).
Recuperado de
http://observatorio.gob.ar/media/k2/attachments/Boletin_est_2do_2019_v3_1.pdf.
OAD (2018) Boletín estadístico y geográfico de los dispositivos de abordaje territorial.
DIAT y DTC año 2018.
34
Recuperado de
http://observatorio.gob.ar/media/k2/attachments/InformeZdiatZyZdtcZ2018FINAL_1.
pdf
Recuperado de
http://observatorio.gob.ar/media/k2/attachments/generoZyZadiccionesZparaZwebZ6-
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Parga J, Salir del bardo. Etnografía de las Políticas Públicas de abordaje del consumo de
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Fundación CITIDAD Ed., 2019.
Parga, J. (2019) Salir del bardo. Etnografía de las políticas públicas de abordaje de
consumo de drogas en la provincia de Buenos Aires. Fundación CITIDAD. La Plata Buenos
Aires.
Romo Avilés, Nuria "Género y uso de drogas. La invisibilidad de las mujeres", Monografía
Humanitas. Barcelona, Fundación Medicina y Humanidades Médica, volumen 5: 69-83.
35
Romo Avilés N, Tecno y baile. Mitos y realidades de las diferencias de género. En:
Estudios de juventud N° 64: 111-116. (2004)
Tajer D, (comp.) Género y Salud. Las políticas en acción. Buenos Aires: Lugar Editorial,
2012
Ley 26485 de Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia hacia
las mujeres.
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