Tarea Segundo Parcial
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HONDURAS
“Nuestra Señora Reina De La Paz”
o Sección: 1201
o Fecha: 19 / 03 / 2023
¿PUEDE EL GOBIERNO DE UN ESTADO, CANCELAR , LÍCITAMENTE , LA
NACIONALIDAD DE ORIGEN?
Para lograr contestar a esta interrogante considero esencial el definir algunos conceptos, por lo
que iniciare en definir ¿Qué es la nacionalidad de origen? La nacionalidad como tal es el vínculo
político y jurídico que une a una persona con su Estado. La nacionalidad permite a una persona
reclamar una serie de derechos y, a su vez, le impone una serie de obligaciones. Y la
nacionalidad de origen Es la nacionalidad que se atribuye a una persona en el momento de
su nacimiento. Existen dos criterios básicos para determinar la misma: el ius soli (cuando deba
otorgarse la nacionalidad del lugar de nacimiento) y el ius sanguinis (se atribuya
la nacionalidad en virtud del vínculo de filiación).
La nacionalidad es un concepto que existe desde el siglo XIX y que hoy en día es un derecho
humano fundamental, por lo que el artículo 15 de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos establece que toda persona tiene derecho a una nacionalidad, y no deberá ser privado
arbitrariamente de ella ni de su derecho a cambiarla. Existen diversas maneras por las cuales
una persona adquiere su nacionalidad. Cada nación o país tiene sus principios sobre cómo
otorgar la nacionalidad. Y existe un marco jurídico internacional que hace que entre las naciones
se respeten los principios de cada nación para el otorgamiento de la nacionalidad.
El derecho internacional es una cosa curiosa: Como no hay un organismo superior que pueda
obligar a los estados a realizar ninguna acción (con excepciones concretas, como la de la Unión
Europea), las leyes internacionales son en realidad tratados entre los propios entes que van a
ser regulados, y que de forma más o menos común han alcanzado el grado de estándar básico.
Como ejemplo, pensemos en los pasaportes: Un documento que se encuentra estandarizado
para (casi) todos los países del planeta; cualquier persona sería capaz de reconocer un
pasaporte, aunque venga de un país que ni siquiera usa nuestro alfabeto; y sin embargo no es
una norma internacional la que regula su formato, si no que cada país por su cuenta lo ha
acercado al formato habitual para facilitarle la vida a todos.
De forma similar, los países se reconocen unos a otros, algunos con más reticencias que otros,
ciertas capacidades para determinar que una persona acaba de nacer es un ciudadano de su
país. España, por ejemplo, reconoce como españoles (es decir, persona que tiene la
nacionalidad española) a los recién nacidos con al menos un padre español, independientemente
del lugar donde hayan nacido. Otros, como Argentina o Francia, solo reconocen de forma directa
a los recién nacidos que hayan nacido dentro de sus fronteras; aunque por supuesto todos los
países cuentan con vías alternativas para adquirir la nacionalidad.
Esto supone que por ejemplo, un bebé de padres españoles nacido en territorio francés podrá
optar a las dos nacionalidades, que se excluyen de forma mutua: Este es un acuerdo tácito entre
países para (normalmente) respetar la elección de los padres de que su recién nacido sea
nacional de uno u otro país.
¿Y qué derechos le otorga esta decisión al menor? Como en casi todo lo que respecta al derecho:
Depende. Deberemos ver que dicen sobre ello las leyes del país, especialmente la Constitución.
Por ejemplo, en España le otorga el derecho a no ser expulsado de España nunca, a presentarse
a las elecciones, a tener un pasaporte español que le permita viajar, a recibir asistencia de las
autoridades españolas cuando está en el extranjero… Y la obligación de «guardar lealtad a la
Constitución», que en otras palabras quiere decir, por ejemplo, que si un español se convierte en
espía para un estado enemigo estaría incurriendo en un delito de traición.
En resumen: Tener una nacionalidad significa que ese país te reconoce una lista de derechos, y
que el resto de los países, por acuerdo tácito internacional, reconocen que cuando tengan algún
asunto que tratar con esa persona, el estado de la que es nacional estará involucrado como una
especie de representante o interesado.
En la Constitución de la República, en su Artículo 60, se reconoce que todos los hombres nacen
libres e iguales en derechos y todos los hondureños son iguales ante la Ley. Asimismo, declara
punible toda discriminación por motivo de sexo, raza, clase y cualquier otra lesiva a la dignidad
humana.
Por lo general, no. Todas las personas deben tener al menos una nacionalidad. Las personas a
las que por algún motivo ningún país ha reconocido una nacionalidad son los llamados apátridas
(no deben confundirse con los refugiados, el asilo político o la protección internacional). Un
motivo por el que una persona podría ser apátrida sería, por ejemplo, que el país del que eran
nacionales sus padres aplique el ius soli (reconocimiento de la nacionalidad a los recién nacidos
dentro de sus fronteras), mientras que el país dentro del que ha nacido aplique el ius sanguini
(reconocimiento de la nacionalidad a los hijos de padres nacionales de ese país). Esto causaría
que ninguno de los dos países reconozca como ciudadano a esa persona. España, por ejemplo,
tiene un sistema para reconocer la situación de apátrida, concediendo documentos temporales
que permiten a realizar las gestiones habituales que realizaría un extranjero en el país.
Dicho esto, cuando una persona obtiene una nacionalidad extranjera generalmente deberá
renunciar a la nacionalidad española, o si el país del cual adquiere la nacionalidad no le obliga,
la perderá automáticamente a los tres años de estar fuera de España, a no ser que declare que
la quiere conservar. Por otro lado, cuando una persona extranjera obtiene la nacionalidad
española (por ejemplo, por motivo de residencia) en general estará obligada a renunciar a la
nacionalidad que tenía anteriormente.
¿Es obligatorio renunciar a la nacionalidad? Sí, siempre que la nacionalidad anterior sea de un
país que no tiene convenio de doble nacionalidad con España, es decir, países iberoamericanos,
Filipinas, Andorra, Portugal o, muy pronto, Francia. Si se trata de otro país, una vez obtenida la
nacionalidad se deberá poner en conocimiento del país originario, que anulará la nacionalidad
que se tenía hasta ese momento. Dicho esto, hay países a los que no les gusta perder
ciudadanos, como es el caso de Rusia o Marruecos, que siguen considerando a la persona como
ciudadana de su país, sometiéndola a los mismos derechos y obligaciones, sin aceptar que haya
obtenido una nueva nacionalidad.
Los Estados vienen aceptando en mayor medida la legitimidad de la doble nacionalidad, por lo
que sus leyes sobre nacionalidad toleran cada vez más que sus ciudadanos adquieran
voluntariamente una nueva nacionalidad. Sin embargo, esa adquisición sigue siendo un motivo
común de pérdida o privación de la nacionalidad. Cuando los Estados aducen este motivo para
la pérdida o privación en respuesta a la adquisición de otra nacionalidad por uno de sus
ciudadanos, se puede poner en cuestión la seguridad jurídica y la continuidad de derechos. En
algunos casos, se puede otorgar a la persona de que se trate una nueva nacionalidad sin su
consentimiento o incluso sin su conocimiento, y esta persona puede convertirse en extranjero en
su país de nacionalidad originaria, situación que determinará significativamente si seguirá
disfrutando de sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales.
Así que por lo entendido podemos concluir en que no, no puede lícitamente el gobierno cancelar
la nacionalidad de origen, se puede renunciar para obtener otra nacionalidad de diferente índole,
pero así como tal que el gobierno la cancele no es posible.