Código Procesal Penal de Santa Fe Anotado - Jorge Patrizi
Código Procesal Penal de Santa Fe Anotado - Jorge Patrizi
Código Procesal Penal de Santa Fe Anotado - Jorge Patrizi
DE LA
PROVINCIA DE SANTA FE
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Ley 12734
Sancionada el 16/08/2007. Promulgada el 27/08/2007 (Dec. N°: 1882). Publicada
en boletin oficial el 31/08/2007
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Con la promulgación de la ley 12.734, en la Provincia de Santa Fe se produce
un cambio trascendente y total del sistema de enjuiciamiento penal. Se pasa de un
sistema inquisitivo escrito a uno preponderantemente acusatorio y oral. Ello implica
una transformación notable en orden a la infraestructura disponible, tanto en recursos
materiales como humanos. Pero, sobre todo en éstos últimos, el cambio influye de
manera decisiva. Nuevas alternativas en el ejercicio de la acción, la presencia del
querellante, el modo de proceder oralizado (tanto durante la investigación penal
preparatoria como en el juicio y en los recursos), obligan a dejar atrás hábitos,
conductas y conceptos arraigados durante muchas décadas. Concretar tales
modificaciones implica un trabajo denodado en capacitación. Ello fue comprendido por
la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe al constituir una comisión “ad
hoc” para la capacitación en el nuevo sistema de enjuiciamiento penal (acuerdo del 7
de marzo de 2007), designando como responsable al suscrito y sobre la base del
impulso permanente del Dr. Rodolfo Vigo. La tarea de esa comisión ha sido intensa
durante el año 2007, presentando un plan general, siendo una de sus concreciones el
presente Código anotado.-
Este trabajo consiste en asociar a cada norma, tópico o institución importante, la
interpretación constitucional de la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, eventualmente, también de los organismos internacionales, sus concordancias
y un índice por materia, cuyo objetivo es que el operador se vincule con la raíz
constitucional de cada problemática y se facilite su tarea de ubicación en el nuevo
sistema.-
La tarea es producto del esfuerzo desinteresado del Dr. Jorge René Patrizi, su
autor, quien ha autorizado la publicación para su distribución gratuita.-
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CODIGO PROCESAL PENAL
LIBRO I
DISPOSICIONES GENERALES
TITULO I
Normas fundamentales
Artículo 1 – Juicio previo.- Nadie podrá ser penado o ser sometido a una medida
de seguridad sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso y
sustanciado conforme a las reglas de éste Código.-
En el procedimiento penal rigen todas las garantías y derechos consagrados en la
Constitución de la Nación Argentina, en los tratados internacionales con idéntica
jerarquía y en la Constitución de la Provincia.-
Dichas disposiciones son de aplicación directa y prevalecen sobre cualquier otra de
inferior jerarquía normativa informando toda interpretación de las leyes y criterios para
la validez de los actos del procedimiento penal.-
CN. Arts. 16, 17, 18, 19, 32, 33, 75 inc. 22; Const. Prov.: 9, 10
Declaración Americana de los Deberes y Derechos del Hombre art. XXV, XXVI
Declaración Universal de Derechos Humanos. Res. 217 A (III) Asamblea de
Naciones Unidas 10/12/48. Arts. 3, 8, 9, 10, 11.
Pacto internacional Derechos Civiles y Políticos (ley 23313 Publicada 13/05/86).
Arts. 9, 14, 15
Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa
Rica). Ley 23054. Publicada 27/03/84. Arts. 7, 8, 9
CSJN. ACOSTA, Claudia Beatriz y otros s/ Habeas Corpus. 22/12/98 (321:3555). Voto
Dres. Boggiano y Bossert: Consid. 10. Que lo expuesto, sin embargo, no obsta a que
por aplicación del principio de buena fe, que rige la actuación del Estado argentino en
el cumplimiento de sus obligaciones internacionales y en virtud de la calidad de los
argumentos y la autoridad de quien emanan, este tribunal considere a los informes de
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos formulados en el marco del art. 51
del Pacto de San José de costa Rica como una inestimable fuente de hermenéutica en
el ámbito del derecho internacional de los derechos humanos y que, por ende, ellos
constituyan un criterio valioso de interpretación de las cláusulas convencionales en la
materia tal como lo ha sostenido esta Corte expresamente (voto de la mayoría
319:1840) o al adoptar sus pautas interpretativas para resolver cuestiones traídas a su
conocimiento (fallos 318:1877 consid. 8; 318:2611; voto del juez Bossert en fallos
320:2105; voto de los jueces Fayt y Petracchi en fallos 321:494; entre otros). Consid.
14. Que, como fuente de derecho, los informes y las opiniones de la Comisión
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Interamericana constituyen criterios jurídicos de ordenación valorativa para los estados
miembros que deben tomar en cuenta razonadamente para adoptar decisiones en el
derecho interno con miras a armonizarlas en todo lo posible con aquellos criterios
establecidos por la comisión. En tales condiciones, este deber de tomar en
consideración las recomendaciones formuladas por la comisión para adoptar medidas
progresivas en favor de los derechos humanos se inserta dentro de un deber general
de “respectar los derechos y libertades” contenido en el art. 1º de la Convención, cuyo
alcance ha sido interpretado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos como
comprensivo del deber de “garantizar” su libre y pleno ejercicio a toda persona sujeta a
su jurisdicción (OC 11/90 del 10/08/90 “Excepciones de agotamiento de los recursos
internos” parágrafo 34) entendido este último en uno de sus aspectos, como “el deber
de los estados partes de organizar todo el aparato gubernamental y, en general, todas
las estructuras a través de los cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de
manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los
derechos humanos” (id; parágrafo 23). Consid. 16. Que los deberes reconocidos en los
considerandos que anteceden, se extienden a todos los jueces de cualquier jerarquía y
fuero quienes, aun antes la inexistencia de reglamentación legislativa indicativa del
curso judicial a seguir frente a informes o recomendaciones emanadas de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos están obligados a atender a su contenido con el
fin de procurar la protección de los derechos humanos involucrados pues en esta
materia aquella no es requisito indispensable (fallos 239:459 y 241:291 entre otros
citados en fallos: 317:247 consid. 14) y, por lo demás, el Tribunal ya ha señalado que
entre las medidas necesarias en el orden jurídico interno para cumplir con el objeto y
fin del pacto deben considerarse incluidas las sentencia judiciales (fallos 315:1492
antes citado cons. 22 de la mayoría y cons. 18 del voto de los jueces Moliné O’Connor
y Petracchi).-
CSJN. MATTEI, Angel 29/11/1968. Consid. 5. Que el juez decretó el cierre del
sumario, con relación al procesado Angel Mattei, el 25 de abril de 1967, pasando así la
causa a la etapa de plenario, la cual se desarrolló sin que el acusador público ni la
defensa opusieran objeción formal alguna en contra de lo actuado. Interpuesto el
recurso de apelación contra el fallo de 1ª instancia, el tribunal de alzada anuló de
oficio, sin que mediara petición alguna de las partes al respecto todas las actuaciones
a partir del referido cierre del sumario, sobre la base de que el instructor no había
agotado la investigación. Consid. 6. Que, de este modo, el juicio ha sido retrogradado
a su etapa inicial, o sea la de sumario, cuando se encontraba ya en condiciones de ser
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definitivamente fallado con relación al apelante; y cuando éste llevaba más de cuatro
años en la condición de procesado, puesto que se lo indagó el 18 de febrero de 1964 y
se decretó su prisión preventiva el 6 de agosto de ese mismo año. Consid. 7. Que se
plantea así, en esta causa, el problema de saber si, sustanciado un proceso en la
forma que indica la ley, el a quo ha podido invalidar todo lo actuado, no por omisión o
vicio de formas esenciales del juicio desde que se instruyó sumario hubo acusación,
defensa y oportunidad de producir pruebas de cargo y de descargo sino con el
exclusivo fundamento de que el inferior no realizó durante la instrucción diversas
diligencias que se estiman de interés para el esclarecimiento del caso. Consid. 8. Que
el proceso penal se integra con una serie de etapas a través de las cuales y en forma
progresiva se tiende a poner al juez en condiciones de pronunciar un veredicto de
absolución o de condena; y, por ello, cada una de esas etapas constituye el
presupuesto necesario de la que le subsigue, en forma tal que no es posible eliminar
una de ellas sin afectar la validez de las que le suceden. En tal sentido ha dicho
repetidas veces esta Corte que el respeto a la garantía de la defensa en juicio consiste
en la observancia de las formas sustanciales relativas a acusación, defensa, prueba y
sentencia (Fallos, t. 116, p. 23; t. 119, p. 284; t. 125, p. 268; t. 127, ps. 36 y 352; t. 189,
p. 34, entre otros). Consid. 9. Que ello sentado, no es menos cierto que el principio de
la progresividad impide que el juicio se retrotraiga a etapas ya superadas, porque
también debe considerarse axiomático que los actos procesales se precluyen cuando
han sido cumplidos observando las formas que la ley establece, es decir, salvo
supuesto de nulidad. Consid. 10. Que tanto el principio de progresividad como el de
preclusión reconocen su fundamento en motivos de seguridad jurídica y en la
necesidad de lograr una administración de justicia rápida dentro de lo razonable,
evitando así que los procesos se prolonguen indefinidamente; pero, además, y esto es
esencial, atento los valores que entran en juego en el juicio penal, obedecen al
imperativo de satisfacer una exigencia consustancial con el respeto debido a la
dignidad del hombre, cual es el reconocimiento del derecho que tiene toda persona a
liberarse del estado de sospecha que importa la acusación de haber cometido un
delito, mediante una sentencia que establezca, de una vez para siempre, su situación
frente a la ley penal. Consid. 11. Que por este motivo y porque, en definitiva, la
garantía del debido proceso legal ha sido arbitrada fundamentalmente a favor del
acusado, no cabe admitir que la posible deficiencia de la prueba de cargo constituya
causal de nulidad de lo regularmente actuado dentro del juicio, sobre todo si se tiene
presente que el Estado cuenta, a través de órganos específicamente instituidos al
afecto en particular el juez de instrucción y el fiscal con todos los medios conducentes
para aportar los elementos de juicio que estime útiles en abono de la procedencia de
su pretensión punitiva. Consid. 12. Que cumplido el período instructorio, en el que no
se admiten debates ni defensas, y elevada la causa a plenario, el juez debe observar
una actitud de equidistancia ante las partes ya que de otro modo se violarían los
principios de bilateralidad e igualdad entre aquéllas que deben regir durante el
contradictorio (Fallos, t. 234, p. 270; fallo 38.906); y tal sería la situación si se acepta el
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derecho de los jueces del plenario a invalidar actuaciones precluidas, so color de falta
de producción de diligencias probatorias en el período de la instrucción. Consid. 14.
Que, en suma, debe reputarse incluido en la garantía de la defensa en juicio
consagrada por el art. 18 de la Constitución Nacional el derecho de todo imputado a
obtener luego de un juicio tramitado en legal forma un pronunciamiento que,
definiendo su posición frente a la ley y a la sociedad, ponga término, del modo más
rápido posible, a la situación de incertidumbre y de innegable restricción de la libertad
que comporta el enjuiciamiento penal. Consid.15. Que tal derecho a un juicio
razonablemente rápido se frustraría si se aceptara que, cumplidas las etapas
esenciales del juicio y cuando no falta más que el veredicto definitivo, es posible anular
lo actuado en razón de no haberse reunido pruebas de cargo, cuya omisión sólo cabría
imputar a los encargados de producirlas, pero no por cierto al encausado. Todo ello
con perjuicio para éste en cuanto, sin falta de su parte, lo obliga a volver a soportar
todas las penosas contingencias propias de un juicio criminal, inclusive la prolongación
de la prisión preventiva; y con desmedro, a la vez, del fundamento garantizador como
tal de raigambre constitucional que ha inspirado la consagración legislativa de ciertos
pilares básicos del ordenamiento penal vinculados con el problema en debate, cuales
son el del "non bis in ídem", el del "in dubio pro reo" y el que prohíbe la "simple
absolución de la instancia" (art. 7°, 13 y 497, Cód. Proced. Criminal).
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siempre pesan. El viejo modelo del proceso penal napoleónico se extendió por Europa,
junto con el modelo judicial vertical y la casación, siendo inseparable de ésta en
materia penal. Por el contrario, el proceso penal de un sistema judicial horizontalmente
organizado no puede ser otro que el acusatorio, público, porque de alguna forma es
necesario compensar los inconvenientes de la disparidad interpretativa y valorativa de
las sentencias. De allí que nuestra Constitución previera como meta el juicio criminal
por jurados, necesariamente oral y, por ende, público. Posiblemente sea necesaria —
aquí sí— una interpretación progresiva para precisar el sentido actual de la meta
propuesta por la Constitución. Habría que determinar si el jurado que ese texto coloca
como meta es actualmente el mismo que tuvieron en miras los constituyentes,
conforme a los modelos de su época, o si debe ser redefinido según modelos actuales
diferentes de participación popular. Pero cualquiera sea el resultado de esta
interpretación, lo cierto es que, desde 1853 la Constitución reitera en su texto la
exigencia de la publicidad del proceso penal al recalcar la necesidad de establecer el
juicio por jurados, como una de las más idóneas para lograr la publicidad. La
circunstancia de que el deber ser no haya llegado a ser por la vía legislativa no puede
ocultar que la Constitución optó por un proceso penal abiertamente acusatorio, al que
tiende la lenta progresión de la legislación argentina a lo largo de un siglo y medio.
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del querellante desde la muerte de éste, ocurrida el 26 de junio. Pide se reproduzca el
tema pronto, al considerarse este recurso extraordinario (fs. 2917 y 2920)". Consid. 3.
Que, sin que sea imprescindible entrar en detalles y como conclusión irrecusable, salta
a la vista que resultaron agraviados hasta su práctica aniquilación, el enfático propósito
de afianzar la justicia, expuesto en el Preámbulo, y los mandatos explícitos e
implícitos, que aseguran a todos los habitantes de la Nación la presunción de su
inocencia y la inviolabilidad de su defensa en juicio y debido proceso legal (arts. 5°, 18
y 33). Ello así, toda vez que dichas garantías constitucionales se integran por una
rápida y eficaz decisión judicial (sentencias del 12 de mayo y del 7 de julio de 1977 "in
re" "Pileckas, Ernesto A." y "Klosowsky, Víctor y otros", respectivamente). Consid. 4.
Que las personas sometidas a este proceso, además de haber estado detenidas por
distintos lapsos, durante todo el resto de la substanciación vieron indiscutiblemente
restringida su libertad con las condiciones impuestas por la excarcelación. Y eso
durante un término de prolongación insólita y desmesurada. Semejante situación es
equiparable, sin duda, a una verdadera pena que no dimana de una sentencia
condenatoria firme, y se sustenta sólo en una prueba semiplena de autoría y
culpabilidad. Con ella, se hace padecer física y moralmente al individuo, no porque
haya delinquido, sino para saber si ha delinquido o no, lo cual es contrario al principio
que este tribunal ha enunciado en Fallos: 272:188 de que la garantía constitucional de
la defensa en juicio incluye el derecho de todo imputado a obtener un pronunciamiento
que, definiendo su posición frente a la ley y a la sociedad, ponga término del modo
más breve, a la situación de incertidumbre y de restricción de la libertad que comporta
el enjuiciamiento penal. Consid. 7. Que por tales razones, aunque el libelo de
apelación no haya suscitado claramente la cuestión a la que se refieren las
precedentes consideraciones, esta Corte, dada la referida materia institucional
involucrada en la especie, estima que debe asumir la responsabilidad de volver las
cosas a su quicio por imperio del mandato constitucional. Consid. 8°. Que en virtud de
lo expuesto y lo que dispone el art. 16, segunda parte, de la ley 48, corresponde dictar
sin más trámite la decisión que ponga final a este dilatado proceso, que no puede ser
otra que la de declarar la insubsistencia de todo lo actuado con posterioridad al auto
de prisión preventiva de fs.252 y sigtes., en vinculación con el ejercicio de la
pretensión sancionatoria. Y atento al tiempo transcurrido desde esa actuación (más de
veinticuatro años), término que no debe considerarse interrumpido por los actos
procesales que se invalidan, cuadra igualmente declarar extinguida por prescripción la
acción penal deducida en autos (art. 59, incs. 3, 42 y 44, Cód. Penal; Fallos: 275:241),
sin perjuicio de los derechos de las partes, de naturaleza patrimonial.
Artículo 4 - Jueces naturales y jurados.- Nadie podrá ser juzgado por otros
jueces que los designados de acuerdo a la Constitución e instituidos con anterioridad
al hecho objeto del proceso.-
En los casos en que sea procedente la conformación del jurado se regirá por las
normas que establezca una ley especial.-
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Art. 44
Constitución Nacional: Art.18.- Ningún habitante de la Nación puede ser,... ni
juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes
del hecho de la causa.;
Art. 118: Todos los juicios criminales ordinarios, que no se deriven del derecho de
acusación concedido a la Cámara de Diputados se terminarán por jurados, luego que
se establezca en la República esta institución. La actuación de estos juicios se hará en
la misma provincia donde se hubiere cometido el delito; pero cuando éste se cometa
fuera de los límites de la Nación, contra el derecho de gentes, el Congreso
determinará por una ley especial el lugar en que haya de seguirse el juicio.
Constitución Provincial: Art. 9.- Nadie puede..., ni sacado del juez constituido con
anterioridad por ésta, ...
Pacto internacional de Derechos Civiles y Políticos Art. 14. 1. Toda persona tendrá
derecho a ser oída públicamente y con las debidas garantías por un tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido por la ley
Pacto San José de Costa Rica Art. 8- 1. Toda persona tiene derecho ser oída, con
las debidas garantías y dentro de un plazo razonable por un juez o tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley
CSJN. ROSZA, Carlos Alberto y otros s/ Rec. Casación. R. 1309. XLII. 23/05/2007.
Considerando: 1°) Que el Tribunal Oral en lo Criminal N° 9 de la Capital Federal
declaró la nulidad de varias decisiones judiciales adoptadas en esta causa y ordenó su
remisión a la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional para que
sortease un juez "designado de acuerdo a la Constitución, que habrá de conocer en
ella". No obstante, en razón de lo dispuesto en la acordada 7/2005 de esta Corte,
resolvió no hacer efectivo el envío y, en consecuencia, suspender la tramitación de las
actuaciones hasta tanto se agotaran las vías recursivas ordinarias y extraordinarias
procedentes y se decidiera en forma definitiva (fs. 558/579). Consid. 6°) Que el
Tribunal se expidió sobre la temática en cuestión mediante la acordada 7/2005, al
tomar conocimiento de la existencia de pronunciamientos judiciales —de similar tenor
al que originó esta controversia— que, sobre la base de considerar inconstitucional la
reglamentación emanada del Consejo de la Magistratura, declararon la nulidad de
parte o todo lo actuado por jueces subrogantes. Allí se tuvo en cuenta que, dada la
significativa cantidad de designaciones llevadas a cabo al amparo del régimen aludido
y la importancia de las cuestiones decididas en todos los fueros, especialmente, en el
ámbito penal, tales nulidades podían incrementarse y provocar la paralización de la
administración de justicia con consecuencias gravísimas para la salud de la República.
Destacó, asimismo, que esas consecuencias no se traducirían sólo en impunidad o
riesgo de tal en delitos de suma gravedad, sino también en violación de garantías
respecto de las personas que hubiesen sido absueltas o sobreseídas. En virtud de
todo ello, sin abrir juicio respecto de la constitucionalidad de las normas cuestionadas
—punto cuyo tratamiento difirió a la existencia de un planteo que habilite la
competencia ordinaria o extraordinaria del Tribunal— e invocando las atribuciones
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conferidas en su condición de cabeza del Poder Judicial de la Nación, estimó oportuno
ejercer la facultad y el deber constitucional de adoptar las medidas necesarias y
apropiadas para evitar el caos institucional sin precedentes que provocaría la
extensión indiscriminada de esas nulidades. En función de ello, decidió: 1. mantener la
validez de las actuaciones cumplidas o a cumplir por los subrogantes designados con
arreglo a la reglamentación cuestionada; y 2. invitar al Poder Ejecutivo Nacional y al
Consejo de la Magistratura a que, en sus respectivos ámbitos de competencia y en la
medida de sus posibilidades, ejerzan las atribuciones necesarias para proceder a las
designaciones de magistrados en los cargos vacantes. Consid. 11) Que la Constitución
Nacional confiere al Poder Judicial de la Nación el ejercicio de las atribuciones
contempladas en los arts. 116 y 117, para lo cual establece que este departamento de
Estado se compone de una Corte Suprema de Justicia y demás tribunales inferiores
que el Congreso estableciere (art. 118). Tal sistema de designación encierra la
búsqueda de un imprescindible equilibrio político pues, tal como lo ha enfatizado muy
calificada doctrina —en términos verdaderamente actuales aunque referidos al texto
constitucional anterior a la reforma de 1994—, el acuerdo del Senado constituye "un
excelente freno sobre el posible favoritismo presidencial...", pero también entraña el
propósito de obtener las designaciones mejor logradas: "el Senado —enseña Estrada
— presta o no su acuerdo, según reconozca en la persona propuesta las cualidades y
meritos requeridos para el fiel desempeño de las difíciles cuestiones que está llamado
a resolver" (conf. Estrada, José Manuel, Curso de Derecho Constitucional, Buenos
Aires, 1927, pág. 302 quien cita la opinión de Hamilton, Alexander, en El Federalista,
N° 76). Más todavía, resulta indudable que la participación del Senado ha sido
enfáticamente reclamada por nuestros constituyentes, ni bien se atiende al informe de
la Comisión Examinadora de la Constitución Federal que, al fundar la propuesta de
reforma al texto sancionado en 1853, expresó: "todas las Constituciones, y muy
especialmente las federales, han buscado un correctivo a la facultad peligrosa y
corruptora depositada en manos de un solo hombre, de distribuir empleos honoríficos y
lucrativos de un orden elevado. De aquí la necesidad de sujetar a un acuerdo previo el
nombramiento de los ministros, diplomáticos, los obispos, los altos empleos de la
milicia, y jueces superiores, sometiendo al Senado la facultad de prestar ese
acuerdo...". De ahí que se propusiera, y con éxito, la reforma del art. 83 inc. 23, del
texto de 1853, lo cual daría lugar en 1860 al art. 86, inc. 22, que desde entonces nos
rige —hoy 99, inc. 19— (Ravignani, Emilio, Asambleas Constituyentes Argentinas,
Buenos Aires 1937, tomo IV, pág. 780). 13) Que distintos pactos internacionales de
derechos humanos, de rango constitucional conforme lo prevé el art. 75, inc. 22,
segundo párrafo de la Ley Fundamental, establecen el derecho de toda persona a ser
oída por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial (art. 26 de la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre de 1948; art. 14.1 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966; art. 8.1 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos —Pacto de San José de Costa Rica— de 1969;
art. 10 de la Declaración Universal de Derechos Humanos). En tal sentido la Corte
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Interamericana de Derechos Humanos, cuya jurisprudencia debe servir de guía para la
interpretación de los preceptos convencionales de orden internacional (Fallos:
321:3555; 328:1491) destacó que "esta Corte considera que uno de los objetivos
principales que tiene la separación de los poderes públicos, es la garantía de la
independencia de los jueces y, para tales efectos, los diferentes sistemas políticos han
ideado procedimientos estrictos, tanto para su nombramiento como para su
destitución". Los principios básicos de las Naciones Unidas relativos a la
independencia de la judicatura, establecen que: "La independencia de la judicatura
será garantizada por el Estado y proclamada por la Constitución o la legislación del
país. Todas las instituciones gubernamentales y de otra índole respetarán y acatarán
la independencia de la judicatura". "Esta Corte considera necesario que se garantice la
independencia de cualquier juez en un Estado de Derecho y, en especial, la del juez
constitucional en razón de la naturaleza de los asuntos sometidos a su conocimiento.
Como lo señalara la Corte Europea, la independencia de cualquier juez supone que se
cuente con un adecuado proceso de nombramiento, con una duración establecida en
el cargo y con una garantía contra presiones externas" (caso del Tribunal
Constitucional, "Aguirre Roca, Rey Terry y Reboredo Marzano vs. Perú", sentencia del
31 de enero de 2001, párrafos 73 y 75, serie C N° 71). Consid. 14) Que tal como se
expresó la Constitución contiene un procedimiento de designación de magistrados en
el que resulta necesaria la participación del Consejo de la Magistratura, del Poder
Ejecutivo y del Senado de la Nación. Este sistema no excluye la implementación de un
régimen de jueces subrogantes para actuar en el supuesto de que se produzca una
vacante —y hasta tanto ésta sea cubierta por el sistema constitucional antes descripto
— a los efectos de no afectar el derecho de las personas a contar con un tribunal que
atienda en tiempo oportuno sus reclamos. Este régimen alternativo y excepcional
requiere la necesaria intervención de los tres órganos mencionados. En tal sentido
esta Corte ha sostenido enfáticamente, que resulta indispensable para la designación
de los magistrados y el ejercicio de la función judicial, en sintonía con los principios de
independencia e inamovilidad de los jueces, la intervención obligatoria del Poder
Ejecutivo —después de 1994, debe añadirse, precedida de la selección y emisión de
propuestas en ternas vinculantes formuladas por el Consejo de la Magistratura—, con
acuerdo del Senado, de conformidad con los preceptos de la Constitución Nacional y
la forma representativa de gobierno (confr. criterio general enunciado en el precedente
que se registra en Fallos: 306:72). De ello se infiere, contrario sensu, que la garantía
de independencia del Poder Judicial, requisito necesario para el control que deben
ejercer los jueces sobre los restantes poderes del Estado, se vería gravemente
afectada si el sistema de designaciones de subrogantes no ponderara la necesidad y
grado de participación de los tres órganos de poder referidos en relación con los fines
que se persiguen con la implementación de dicho sistema. Asimismo, cabe señalar
que, a los efectos de no vulnerar la mentada independencia, es indispensable que este
régimen de contingencia respete los principios y valores que hacen a la naturaleza y
esencia del Poder Judicial en un estado constitucional de derecho, adaptándolos a las
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particularidades de excepción de un mecanismo de suplencias. También resulta
imprescindible que la selección de estos magistrados está presidida de un criterio de
razonabilidad. Consid. 15) Que, por lo demás, la clara directriz constitucional en orden
a la intervención del Poder Ejecutivo y del Senado para la cobertura de vacancias de
magistrados ha sido receptada por el legislador en oportunidad de sancionar la ley
23.498 norma que, al modificar el art. 22 del decreto-ley 1285/58, dispuso que en los
casos de recusación, excusación, vacancia o licencia de alguno de los miembros de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, ésta debe integrarse, hasta el número legal
para fallar, mediante sorteo entre los presidentes de las cámaras nacionales de
apelaciones en lo federal de la Capital Federal y los de las cámaras federales con
asiento en las provincias. Ahora bien, si ese mecanismo no resultara eficaz, la ley
determina que deberá practicarse un sorteo entre una lista de conjueces, hasta
completar el número legal necesario para decidir. Al efecto, los conjueces, en número
de diez, "serán designados por el Poder Ejecutivo con acuerdo del Senado". Consid.
16) Que, como se ha anticipado, el principio de la independencia del Poder Judicial de
la Nación es uno de los cimientos en que se apoya nuestra organización institucional
(confr. doctrina de Fallos: 313:344; 314:760 y 881; 319:24; 322:1616; 325:3514, entre
muchos otros). Para favorecer la efectividad de dicho principio, la misma Constitución
y la ley, además de determinar un especial mecanismo de designación, reconocen a
quienes acceden a la magistratura determinadas garantías (inamovilidad, inmunidad,
intangibilidad remuneratoria) a la par que establecen un especial sistema de
responsabilidad. La reglamentación sobre subrogantes, si bien con las adaptaciones
que corresponda admitir en orden a la transitoriedad del requerimiento de su
actuación, no puede dejar de contemplar el modo en que operarán en la contingencia
las garantías conferidas a los jueces en general ni tampoco puede prescindir de los
recaudos mínimos estipulados para el acceso al cargo de acuerdo a la instancia en
que deba ser desempeñado. Consid. 20) Que lo expuesto no implica en modo alguno
cuestionar el funcionamiento y eficacia de las actuaciones que se hubieren iniciado o
se hallaren aún en trámite bajo el sistema de subrogaciones, aquí tachado de
inconstitucional. Elementales razones de seguridad jurídica obligan a rechazar
cualquier inteligencia que admitiese la negación de las consecuencias derivadas de la
aplicación del régimen de subrogaciones, cuya génesis debe ubicarse en una situación
de extrema necesidad susceptible, eventualmente, de obstruir, o más aún paralizar, la
administración de justicia y que, por ello, con una finalidad eminentemente práctica y
en el ámbito de la superintendencia que ejerce el Tribunal fue oportunamente admitido
en forma provisoria. Consid. 21) Que, por los motivos indicados, la autoridad
institucional de este fallo no privará de validez a los actos procesales cumplidos de
conformidad con las normas consideradas en vigor (conf. doctrina de Fallos: 319:2151
—Barry— y sus citas; 328:566 —Itzcovich—). Ello es así toda vez que la aplicación en
el tiempo de los nuevos criterios ha de ser presidida por una especial prudencia con el
objeto de que los avances propuestos no se vean malogrados en ese trance. En mérito
de ello, es necesario trazar la línea divisoria para el obrar de la nueva jurisprudencia,
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apoyándola en razones de conveniencia, utilidad y en los más hondos sentimientos de
justicia, necesidad que entraña, a su vez, la de fijar el preciso momento en que dicho
cambio comience a operar (conf. causa Fallos: 308:552 —Tellez—). Por su parte, en el
ámbito del derecho constitucional comparado, cabe recordar que la Corte Suprema de
los Estados Unidos sostuvo que, si bien una ley del Congreso declarada
inconstitucional no es ley, que es inoperativa y que no confiere derechos ni impone
deberes, su existencia efectiva en forma previa a esa declaración es un hecho
operativo cuyas consecuencias no pueden ser justamente ignoradas. El pasado no
siempre puede ser borrado por una nueva decisión de la justicia. El efecto de una
sentencia posterior que declara la invalidez debe ser considerado en diversos
aspectos referidos a relaciones particulares —personales y societarias— y a
conductas particulares —privadas y oficiales—. Las cuestiones concernientes a
derechos que se alegan como adquiridos, al estado legal, a decisiones previas que se
consideran firmes y en cuyas consecuencias se ha actuado, y al orden público a la luz
de la naturaleza de la ley y de su anterior aplicación requieren ser examinadas. Estos
interrogantes aparecen entre los más difíciles que han ocupado la atención de los
tribunales, estaduales y federales; y surge en forma manifiesta de numerosas
sentencias que la afirmación general de un principio de invalidez retroactiva absoluta
no puede ser justificada" (conf. doctrina emanada de los casos "Norton vs. Shelby
County" 118 U.S. 425, Chicot County Drainage Dist. v. Baxter State Bank 308 U.S.
371, 374). No está de más traer a colación que, años antes, la Corte de Apelaciones
de Carolina del Sur había confirmado los actos dictados por una persona designada
por el gobernador para ejercer la función judicial en virtud de una ley que autorizaba al
primero a nombrar esta suerte de jueces subrogantes en aquellos supuestos en que el
juez estuviere enfermo o que por cualquier otra razón no pudiera desempeñar su
función. Este Tribunal manifestó que los actos que había dictado esta persona que
ejerció la función de juez eran "generalmente válidos más allá de que fuera nulo el
título en virtud del cual actuó. La conveniencia pública como la justicia pública exigen
que sean mantenidos. Se generaría un daño incalculable si se declarara la nulidad e
invalidez de todos procedimientos llevados a cabo por los jueces designados de este
modo" ("Archibald Taylor v. Thomas Skrine", Constitutional Court of Appeals of South
Carolina, 1815). Tiempo más tarde, en ese mismo sentido, se pronunció la Corte
Suprema de los Estados Unidos respecto de los actos celebrados por un secretario pro
tempore de una Corte de Circuito de Mississippi designado por el juez ante la
imposibilidad de que el secretario que había sido designado del modo constitucional —
elecciones— asistiera a cumplir su función (41 U.S. 71, "Stephen Cocke v. Joseph A.
Halsey, 1842"). Consid. 22) Que, en esta línea de razonamiento resulta claro que,
decisiones con las repercusiones de la presente, no pueden dictarse desatendiendo
las graves consecuencias que, de modo inmediato, derivarán de ella. Ello exige que el
Tribunal, en cumplimiento de su deber constitucional de adoptar las medidas
apropiadas para evitar el caos institucional o la eventual paralización del servicio de
justicia, establezca pautas claras y concretas acerca de la manera en que los efectos
14
de su pronunciamiento operarán en el tiempo (confr. resolución 7/2005 ya citada). Para
satisfacer ese objetivo, deviene imprescindible admitir la validez de las designaciones
de jueces subrogantes llevadas a cabo hasta el presente, así como la de las
actuaciones procesales por ellos ya practicadas y de las que practiquen hasta que se
produzca alguna de las circunstancias que enseguida se referirán. En función de lo
expresado y con el fin de descartar de plano cualquier solución que someta a los
litigantes a una suerte de retrogradación del proceso (situación que justamente esta
Corte procuró conjurar mediante la solución consagrada en los mencionados
precedentes Barry e Itzcovich1), corresponde resolver que los jueces subrogantes cuya
designación haya sido efectuada sobre la base del régimen que aquí se declara
inconstitucional, continuarán en el ejercicio de su cargo y su actuación jurisdiccional
será considerada válida hasta que cesen las razones que originaron su nombramiento
o hasta que sean reemplazados o ratificados mediante un procedimiento
constitucionalmente válido, según las pautas fijadas en el presente. En ningún caso
dichos subrogantes podrán continuar en funciones más allá del término de un año,
contado a partir de la notificación de este pronunciamiento, lapso durante el cual el
Congreso y el Poder Ejecutivo, en ejercicio de sus atribuciones, procedan a establecer
un sistema definitivo sobre la materia en debate con estricta observancia de los
parámetros constitucionales ya examinados. Voto del Dr. Fayt Consid. 5°) Que a fin
de dilucidar la presente controversia, es menester recordar que desde los albores de la
organización institucional del país nuestros constituyentes concibieron, con inocultable
sustento en el proceso ocurrido hacia fines del siglo XVIII a ambos lados del Atlántico,
una noción de claro contenido vernáculo cual es la de Estado de Derecho y, con ella,
la división del poder estatal en tres grandes áreas o departamentos como mejor y más
eficaz forma de contenerlo. A efectos de instrumentarla, se previeron especiales
atribuciones para cada uno de dichos poderes reservándose, para el judicial y en lo
que al caso concierne, la potestad de impartir justicia en aquellas causas o
controversias que se sometieran a su conocimiento de acuerdo a los procedimientos
que, al efecto estableciera el Congreso (confr. arts. 75, inc. 32, y 116 Constitución
Nacional). Consid. 6°) Que esta prerrogativa, que tiene su raíz en la noción de
soberanía, tuvo por fin mantener bajo la órbita de un tercero imparcial e independiente
la solución de conflictos cuando en ellos pudieran estar en juego derechos o garantías
consagrados por la Constitución Nacional. En este orden de ideas, ya señalaba
Alberdi en sus "Bases" que "La propiedad, la vida, el honor, son bienes nominales
cuando la justicia es mala. No hay aliciente para trabajar en la adquisición de bienes
1 Itzcovich, Mabel c/ Administración Nacional de Seguridad Social. 29/03/2005. La Administración Nacional de la Seguridad
Social dedujo recurso ordinario de apelación que fue concedido según el art. 19 de la ley 24.463 contra la sentencia de la
Cámara Federal de la Seguridad Social que, por mayoría, confirmó la de primera instancia en cuanto hizo lugar al reajuste de
haberes solicitado. Al contestar los agravios esgrimidos por el organismo previsional, la actora pidió que se rechazara "in
limine" el recurso intentado y que se declarara la invalidez de la ley 24.463 a tales efectos. La Corte Suprema de Justicia de la
Nación, por mayoría, declaró la inconstitucionalidad del art. 19 de la ley citada y la deserción del recurso. Barry, María E. c/
Administración Nacional de la Seguridad Social. 10/10/96. Declara la inconstitucionalidad del art. 24 de la ley 24463 que
dispone que una vez interpuesto el recurso de apelación por ante la Cámara Nacional de Apelaciones de la Seguridad Social y
radicado el expediente; e procede a la conversión inmediata de los trámites pendientes de sentencia al nuevo procedimiento;
puesto que lesiona el principio de preclusión
15
que han de estar á merced de los pícaros. La ley, la constitución, el gobierno, son
palabras vacías, si no se reducen á hechos por la mano del juez, que, en último
resultado, es quien los hace ser realidad ó mentira"; y añadía "la interpretación, el
comentario, la jurisprudencia, es el gran medio de remediar los defectos de las leyes.
Es la receta con que la Inglaterra ha salvado su libertad y la libertad del mundo. La ley
es un dios mudo: habla siempre por la boca del magistrado. Este la hace ser sabia ó
inicua" (confr. Alberdi, Juan Bautista. "Bases y Puntos de Partida para la Organización
Política de la República Argentina", en "Organización de la Confederación Argentina".
El Ateneo. Madrid. 1913. Tomo Primero. Capítulo XVI. Pág. 80, y Capítulo XXXIV, pág.
198, respectivamente). Consid. 7°) Que, con sustento en tal línea de razonamiento, se
ha sostenido que la función jurisdiccional es la que mejor define el carácter jurídico del
estado constitucional pues en su realización, y a diferencia de la legislativa, "el Estado
obra con personalidad propia, porque la actividad que con ella desarrolla es una
emanación directa de su soberanía (...) La función jurisdiccional se ejerce mediante los
jueces, quienes, por medio de la sentencia, previo al conocimiento de los hechos,
aplican el derecho al caso concreto sometido a su decisión" (confr. Linares Quintana,
Segundo V. "Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional argentino y
comparado". Editorial Alfa. Buenos Aires. 1963. Parte Especial. Tomo IX "Poderes de
Gobierno", págs. 404 y sgtes.). Es por ello que González ha podido decir que "ningún
poder, persona o reunión de personas no instituidas como jueces por el pueblo o sus
representantes pueden administrar justicia en la República" (confr. González, Joaquín
V. "Manual de la Constitución Argentina". Ángel Estrada y Cía. S.A. Editores. Buenos
Aires. 1971. Pág. 586). Desde esta perspectiva, el régimen de subrogancias
impugnado, que confiere la función jurisdiccional a personas que no han sido
designadas conforme a los mecanismos constitucionales correspondientes, carece de
legitimidad, legalidad, validez y vigencia. Consid. 8°) Que, en punto a la legitimidad y
legalidad del sistema declarado constitucional por el a quo, los constituyentes
previeron un especial modo de acceso a la magistratura judicial, atribuyendo a los
poderes ejecutivo y legislativo un rol conjunto y exclusivo para la cobertura de tales
cargos, plasmado en un acto complejo. Así, se estableció que la designación de jueces
nacionales y federales debía llevarse a cabo a propuesta del presidente de la Nación
con necesario e indispensable acuerdo del Senado (art. 99, inc. 4°, Constitución
Nacional). Consid. 9°) Que la reforma constitucional del año 1994 no alteró de manera
alguna el modo de designación de los jueces federales. Estableció un "Consejo de la
Magistratura" con el fin de atenuar la discrecionalidad del poder ejecutivo en la
propuesta de magistrados federales, con exclusión de aquellos que integraran la Corte
Suprema de Justicia de la Nación. En el debate de la Convención Constituyente del
año 1994, García Lema adujo que "los contenidos del Núcleo de Coincidencias
Básicas responden, al igual que la habilitación de los temas que están incluidos en el
artículo 3 de la ley declarativa, a ciertas finalidades, a ciertas ideas-fuerza, que
constituyen los grandes objetivos de la presente reforma. La primera es sin duda la
necesidad de obtener una consolidación y perfeccionamiento del sistema democrático
16
(...) La segunda gran idea-fuerza es generar un nuevo equilibrio en el funcionamiento
de los tres órganos clásicos del poder del Estado —el Ejecutivo, el Legislativo y el
Judicial—; y a ella responden, a su vez, la atenuación del régimen presidencialista, el
fortalecimiento del rol del Congreso, la mayor independencia del Poder Judicial" (ver
debates de la Convención Nacional Constituyente, 18ª Reunión - 3ª Sesión Ordinaria
(Continuación) del 27 de julio de 1994, págs. 2200/2201). Consid. 20) Que, planteada
ahora en esta instancia el caso concreto al que aludieron los mencionados
pronunciamientos del Tribunal, esta Corte declara —por todo lo expresado
anteriormente— que el sistema establecido por el reglamento es abiertamente
inconstitucional. Ello, en tanto se afecta el procedimiento claramente establecido por
nuestra Constitución para el nombramiento de magistrados, desconociéndose así la
garantía del juez natural, con grave menoscabo al principio de división de poderes, y
por ende, con fulminante desconocimiento a la elemental regla republicana según la
cual la soberanía descansa en el pueblo de la Nación. El sistema impugnado es
refractario a ese principio cardinal, toda vez que la designación de los jueces no es
cometido del Consejo de la Magistratura, sino que proviene de la voluntad —aun
indirecta, en segundo grado— del pueblo argentino, a través de los representantes que
la Constitución le ha asignado. Consid. 21) Que la condición de juez se obtiene, sin
ambages, si se han satisfecho los requerimientos constitucionales establecidos al
efecto; por lo que resulta imposible sostener que "sólo" es necesario seguir el
procedimiento establecido en la Constitución Nacional en caso de designaciones
definitivas, en tanto las transitorias quedarían salvadas mediante el régimen de
subrogaciones. El Judicial es uno de los tres poderes constitutivos del Estado y es
inaceptable sostener —a extramuros de la Ley Fundamental— que aceptase la
titularidad de la magistratura en algunos casos, mediante el procedimiento
constitucional y en otros, fuera de sus márgenes. El fundamento en el criterio de la
transitoriedad de los cargos, importaría tanto como menoscabar el principio
preambular de "afianzar la justicia", que constituye un propósito liminar y operativo
referido a la salvaguarda del valor justicia en los conflictos concretos que se plantean
en el seno de la comunidad.
Constitución Nacional Art. 18 Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin
juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso
Constitución Provincial Art. 9 Nadie puede ser penado sino en virtud de un proceso y
de una típica definición de una acción u omisión culpable previamente establecidos por
la ley
Pacto San José de Costa Rica Art. 8. 2- Toda persona inculpada de delito tiene
derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su
culpabilidad
17
Pacto Internacional Derechos Civiles y Políticos At. 14. 2- Toda persona acusada
de un delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su
culpabilidad conforme a la ley
Declaración Universal de Derechos Humanos Art. 11. 1- Toda persona acusada de
delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su
culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado
todas las garantías necesarias para su defensa.
Declaración Americana de Deberes y Derechos del Hombre art. XXVI – Derecho a
proceso regular: Se presume que todo acusado es inocente, hasta que se pruebe que
es culpable
Artículo 6 – Non bis in idem.- Nadie podrá ser perseguido penalmente más de una
vez por el mismo hecho.-
No se podrán reabrir los procedimientos fenecidos, salvo la revisión de las
sentencias a favor del condenado, según las reglas previstas por este Código.-
Arts. 293, 306
CSJN. DE LA ROSA VALLEJOS, Ramón. 10/03/83. La Ley 1983C- 553. Consid. 1º)
Que Ramón de la Rosa Vallejos fue procesado ante la Justicia en lo Penal Económico
(Rev. La Ley, t. 1981-D, p. 518, con nota de Nemesio González) en orden al presunto
delito de contrabando que se le imputaba, habiendo concluido la causa penal a su
respecto en virtud del sobreseimiento definitivo dictado en la misma por no constituir
delito el hecho investigado. Consid. 2º) Que, asimismo, tomó conocimiento en dicho
hecho la Administración Nacional de Aduanas, en razón de la competencia que le
asigna el art. 196, inc. 1º, b), de la ley de aduanas según la reforma de la ley 21.898.
Dicho órgano condenó al nombrado como autor responsable de tentativa de
contrabando y le aplicó las sanciones previstas en el art. 191, incs. a, c, f y g de
aquella ley. Consid. 7º) Que en el capítulo VI de la ley de aduanas, t. o. 1962, titulado
"De las disposiciones penales", se regulaban con regímenes propios dos géneros de
ilicitudes: las infracciones aduaneras -que no se agotaban en la enumeración de la ley,
sino que se completaban con las previstas en las ordenanzas de aduana- y los delitos
aduaneros, cuyo conocimiento se atribuía a la autoridad administrativa (art. 15) y a la
autoridad judicial (arts. 16 y 196), respectivamente. Bajo este sistema, el contrabando
18
constituía simultáneamente delito e infracción aduanera, pudiendo la autoridad
administrativa disponer "independientemente de la sentencia que recaiga en la causa
criminal" el comiso irredimible de las mercaderías o efectos del contrabando, en su
caso una multa sustitutiva del comiso, y una multa accesoria con destino a rentas
generales: Durante la vigencia de aquella regulación, esta Corte reconoció la
legitimidad de la atribución de aquellas facultades a la Aduana (Fallos, t. 220, p. 655; t.
221, p. 637; t. 227, p. 695; t. 229, p. 436; t. 245, p. 357; t. 247, p. 643; t. 275, p. 29; t.
281, p. 293 y t. 303, p. 2066 ), y la independencia de las mismas respecto de la
decisión judicial que hubiera recaído en causa penal, en tanto respondían a su
jurisdicción para entender en infracciones aduaneras (Fallos, t. 235, p. 183) que se
regían por principios diferentes en cuanto a la responsabilidad por el hecho; y limitó
esa independencia con fundamento en la garantía constitucional de la cosa juzgada
teniendo en cuenta que las resoluciones "independientes" que se referían al delito de
contrabando, y a la aplicación del comiso de las mercaderías o efectos del
contrabando, eran pronunciamientos de carácter penal relativos a un mismo hecho, y
en consecuencia, al absuelto por inexistencia del contrabando no podía perseguírselo
nuevamente por el mismo hecho, ya fuera como infracción o como delito (Fallos, t.
273, t. 312 ). Consid. 8º) Que tal régimen fue modificado por el dec.-ley 6660/63 que
unificó el conocimiento de los aspectos penal y fiscal de la represión del contrabando
en los tribunales de justicia para evitar el peligro de la existencia de decisiones
contradictorias (Boletín Oficial, 20 de agosto de 1963). Consid. 9º - Que
posteriormente, la ley 21.898, volviendo al sistema anterior al dec.-ley 6660/63,
discriminó nuevamente en dos jurisdicciones la competencia para la aplicación de las
penas correspondientes a los delitos de contrabando, su tentativa, y encubrimiento de
contrabando. En el citado ordenamiento, se introducen dos géneros de sanciones para
los delitos previstos en los arts. 187, 188, 190 y 192 bis: la pena privativa de libertad
como pena principal, y las penas y consecuencias accesorias de la condena previstas
en el art. 191 del mismo, "además" de la primera. Consid. 10º) Que ello demuestra que
en el régimen de la ley 21.898 existen dos géneros de ilicitudes, agrupados en las
infracciones y los delitos aduaneros y que estos últimos -contrariamente a lo sostenido
por la apelante- no pueden ser considerados al mismo tiempo delito e infracción
basándose en la distinción de las penas y sanciones que la ley prevé para los mismos.
Ello se desprende del propio texto de la ley, que para la aplicación de las penas y
sanciones por contrabando se remite a una única conducta típica, y refuerza tal criterio
con el enunciado de que las previstas en el art. 191 se aplicarán "además de las penas
privativas de la libertad", De tal manera, las sanciones del artículo en examen son
accesorias de la privativa de libertad, y en consecuencia dependientes de la existencia
de aquélla. Tal es, por otra parte, la calificación que la nota de elevación del proyecto
les da a las mismas, cuando expresa que "se mantienen, en el art. 191, las
tradicionales sanciones accesorias a las privativas de la libertad". Consid. 14º) Que en
tal sentido cuadra recordar que es doctrina constante de este tribunal la de que la
inconsecuencia y falta de previsión jamás se supone en el legislador, y por esto se
19
reconoce como regla inconcusa que la interpretación de las leyes debe hacerse
siempre evitando darles un sentido que ponga en pugna sus disposiciones,
destruyendo las unas por las otras, y adoptando como verdadero el que las concilie y
deje a todas con valor y efecto. (Fallos, t. 297, p. 142; t. 300, p. 1080 y t. 303, p. 1041);
y que, por encima de lo que las leyes parecen decir literalmente, es propio de los
jueces indagar lo que ellas dicen jurídicamente. En esta interpretación no cabe
prescindir de las palabras de la ley, pero tampoco atenerse rigurosamente a ellas
cuando la interpretación razonable y sistemática así lo requiere (Fallos, t. 303, p. 612).
Consid. 15º) Que la independencia a la que se refiere el inc. 2º, del art. 196, de la ley
21.898, no cabe entenderla en el sentido literal de autonomía de la administración
respecto de la resolución judicial relativa a la existencia del hecho, su encuadramiento
en alguna de las figuras penales aduaneras, y la individualización de los responsables
del mismo, pues es presupuesto indispensable para la aplicación de las sanciones
previstas en el art. 191, la condena a pena privativa, de libertad. De tal manera, la
independencia a la que se refiere el artículo consiste en la autonomía de los
procedimientos aduaneros y de los principios que los rigen "para la aplicación de las
penas previstas en el art. 191, incs. a, b, c, f, y g, y no para el juzgamiento sobre la
materialidad del ilícito y la individualización de sus responsables, y por otra parte, en
dejar abierta la posibilidad de que la incriminación de un mismo hecho -el contrabando
o sus tipos subordinados- no se agote con la condenación en sede penal, sino que
además sea pasible de las sanciones accesorias para cuya aplicación se faculta a la
Aduana. Consid. 16º) Que la interpretación precedentemente sentada, resulta
asimismo confirmada por la sanción del Código Aduanero -ley 22.415- de cuyo plexo
normativo cabe concluir que el art. 876 mantiene la accesoriedad de las sanciones a la
pena privativa de la libertad y depurando la técnica legislativa en los incisos a), b) y c),
sustituye la palabra ilícito por la de delito, lo que es congruente con la afirmación del
tribunal de que la jurisdicción otorgada a la administración por las normas en examen,
no es para el juzgamiento de infracciones aduaneras, sino para la aplicación de ciertas
consecuencias accesorias a la condena por delito del derecho penal; y por otra parte la
eliminación del inc. 2º del art. 196, que no aparece reproducido en su equivalente, art.
1026, demuestra que no se ha pretendido innovar en el sistema implantado por la ley
21.898 -como expresamente se declara en la exposición de motivos-, sino que se
mantuvo aquel régimen sin necesidad de apelar a la equivocidad del uso del adverbio
"independientemente". Consid. 17º) Que en razón de lo expuesto, habiéndose
sobreseído definitivamente en la causa penal seguida al procesado por considerarse
que el hecho no constituía delito, aquél se encuentra amparado por la garantía
constitucional de la cosa juzgada y, respecto de ese delito, no puede ser nuevamente
juzgado, ni pueden serle aplicadas las sanciones accesorias del art. 191, sin perjuicio
de que el mismo hecho, o un aspecto de éste, sean comprendidos por la previsión del
art. 197 bis de la ley 21.898.
20
Artículo 7 - In dubio pro reo.- En caso de duda sobre los hechos deberá estarse a
lo que sea más favorable al imputado, en cualquier grado e instancia del proceso.-
CSJN. V.G., C.E. 27/12/2006. Considerando 7) Que el tribunal estima que la exigencia
típica de que la tenencia para uso personal deba surgir “inequívocamente” de la
“escasa cantidad y demás circunstancias”, no puede conducir a que si “el sentenciante
abrigara dudas respecto del destino de la droga” quede excluida la aplicación de aquel
tipo penal y la imputación termine siendo alcanzada por al figura de tenencia simple,
tal como sostuvo el tribunal apelado. Consid. 8) Que semejante conclusión supone
vaciar de contenido al principio in dubio pro reo en función del cual cabe dilucidar si
con las pruebas adquiridas en el proceso, puede emitirse un juicio de certeza sobre
que la finalidad invocada de ninguna manera existió. Lo contrario deja un resquicio a la
duda, tratándose, cuanto mucho, de una hipótesis de probabilidad o verosimilitud,
grados de conocimiento que no logran destruir el estado de inocencia del acusado con
base en aquel principio (art. 3 del Código Procesal de la Nación). Consid. 9) Que la
valoración o circunstancias fácticas alcanzadas por el in dubio pro reo incluye también
los elementos subjetivos del tipo penal. La falta de certeza sobre estos últimos
también debe computarse a favor del imputado. De allí que, ante la proposición que
afirma que no se pudo acreditar la finalidad de consumo personal, puede postularse
que también es formalmente cierto que no se pudo acreditar que esa finalidad no
existiera; y esta conclusión, favor rei, impide el juicio condenatorio que sólo admite la
certeza. Consid. 10) Que, en tales condiciones, el estado de duda presente en el
ánimo del juzgador –tal como admitió el tribunal apelado- no pudo nunca
razonablemente proyectarse –como hizo- en certeza acerca de que se trató de una
tenencia simple o desprovista de finalidad. Máxime cuando el único elemento de
prueba tenido en cuenta para generar el estado de duda (la indagatoria de V.G. en la
instrucción) ya daba cuenta de una finalidad, aunque ajena al consumo, pero finalidad
al fin habiendo optado el representante del Ministerio Público Fiscal por no ahondar la
pesquisa sobre el particular (fs. 92/94). Consid. 11) Que, en un afín pero diverso orden
de ideas, la solución del a quo soslaya que el tipo penal en cuestión –tenencia para
uso personal- no sólo alcanza al “consumidor asiduo” sino también al ocasional o
esporádico y que, en consecuencia, de no acreditarse la dependencia física o psíquica
de estupefaciente –cuya omisión achacó a la defensa del imputado (fs. 369 vto.)- ello
podría incidir, a todo evento, en la aplicación de lo dispuesto por los arts. 17 y 18 de la
ley 23737 pero no desplazar la figura de tenencia para consumo personal
21
Constitución Provincial Art. 9 Nadie puede... ni privado del derecho de defensa
Pacto San José de Costa Rica Art 8.1.b) comunicación previa y detallada al
inculpado de la acusación formulada; c) concesión al inculpado del tiempo y de los
medios adecuados para la preparación de su defensa; d) derecho del inculpado de
defenderse personalmente o de ser asistido por un defensor de su elección y de
comunicarse libre y privadamente de su defensor; e) derecho irrenunciable de ser
asistido por un defensor proporcionado por el Estado, remunerado o no según la
legislación interna si el inculpado no se defendiere por sí mismo ni nombrare defensor
dentro del plazo establecido por la ley; f) derecho de la defensa de interrogar a los
testigos presentes en el tribunal y de obtener la comparecencia, como testigos o
peritos, de otras personas que puedan arrojar luz sobre los hechos;
Pacto Internacional de derechos Civiles y Políticos Art. 14.3 c) concesión al
inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su defensa; d)
derecho del inculpado de defenderse personalmente o de ser asistido por un defensor
de su elección y de comunicarse libre y privadamente de su defensor; e) derecho
irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el Estado, remunerado
o no según la legislación interna si el inculpado no se defendiere por sí mismo ni
nombrare defensor dentro del plazo establecido por la ley; f) derecho de la defensa de
interrogar a los testigos presentes en el tribunal y de obtener la comparecencia, como
testigos o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz sobre los hechos;
Pacto San José de Costa Rica Art. 7- 1. Toda persona tiene derecho a la libertad y a
la seguridad personales. 2- Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las
causas y en las condiciones fijadas de antemano por las constituciones políticas de los
Estados partes o por las leyes dictadas conforme a ellas. 3- Nadie puede ser sometido
22
a detención o encarcelamiento arbitrarios. 4- Toda persona detenida o retenida debe
ser informada de las razones de su detención y notificada, sin demora, del cargo o
cargos formulados contra ella. 5- Toda persona detenida o retenida debe ser llevada,
sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones
judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta
en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Su libertad podrá estar
condicionada a garantías que aseguren su comparecencia en el juicio. 6- Toda
persona privada de libertad tiene derecho a recurrir ante un juez o tribunal competente,
a fin de que éste decida, sin demora, sobre la legalidad de su arresto, o detención y
orden su libertad si el arresto o la detención fueran ilegales. En los Estados partes
cuyas leyes prevén que toda persona que se viera amenazada de ser privada de su
libertad tiene derecho a recurrir a un juez o tribunal competente a fin de éste decida
sobre la legalidad de tal amenaza, dicho recurso no puede ser restringido ni abolido.
Los recursos podrán interponerse por sí o por otra persona.
Pacto Internacional Derechos Civiles y políticos Art. 9. 1- Todo individuo tiene
derecho a la libertad y a la seguridad personales. Nadie podrá ser sometido a
detención o prisión arbitrarias. Nadie podrá ser privado de su libertad, salvo por las
causas fijadas por ley y con arreglo al procedimiento establecido en ésta. 2- Toda
persona detenida será informada, en el momento de su detención, de las razones de la
misma, y notificada, sin demora, de la acusación formulada contra ella. 3- Toda
persona detenida o presa a causa de una infracción penal será llevada sin demora
ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales, y
tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad.
La prisión preventiva de las personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la regla
general, pero su libertad podrá estar subordinada a garantías que aseguren la
comparecencia del acusado en el acto del juicio, o en cualquier otro momento de las
diligencias procédales y, en su caso, para la ejecución del fallo. 4- Toda persona que
sea privada de libertad en virtud de detención o prisión tendrá derecho a recurrir ante
un tribunal, a fin de que éste decida a la brevedad posible sobre la legalidad de su
prisión y ordene su libertad si la prisión fuera ilegal. 5- Toda persona que haya sido
ilegalmente detenida o presa, tendrá derecho efectivo a obtener reparación.
Constitución Nacional.- 18.- Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para
seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a
pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquella exija, hará
responsable al juez que la autorice.-
23
Constitución Provincial. 9.- Las cárceles serán sanas y limpias y adecuadas para la
readaptación social de los internados en ellas.
TITULO II
Acciones
Capítulo I
Acción Penal
24
Cuando sea pertinente, se aplicarán los criterios de oportunidad legalmente
establecidos.-
Arts, 19, 20 y ss., 24, 83, 84 y ss. , 93, 97, 263, 291
Capítulo II
Reglas de disponibilidad
25
En los supuestos de los incisos 2, 3 y 6 es necesario que el imputado haya reparado
los daños y perjuicios ocasionados, en la medida de lo posible, o firmado un acuerdo
con la víctima en ese sentido, o afianzado suficientemente esa reparación.-
Arts. 16, 20, 83, 85, 297, 302.
26
Capítulo III
Suspensión del procedimiento a prueba
27
Si el delito o alguno de los delitos que integran el concurso estuviera reprimido con
pena de multa aplicable en forma conjunta o alternativa con la de prisión, será
condición, además, que se pague el mínimo de la multa correspondiente.
El imputado deberá abandonar en favor del Estado, los bienes que presumiblemente
resultarían decomisados en caso que recayera condena.
No procederá la suspensión del juicio a prueba cuando un funcionario público, en el
ejercicio de sus funciones, hubiese participado en el delito.
Tampoco procederá la suspensión del juicio a prueba respecto de los delitos
reprimidos con pena de inhabilitación.
Art. 76 ter.* El tiempo de la suspensión del juicio será fijado por el tribunal entre uno
y tres años, según la gravedad del delito. El tribunal establecerá las reglas de conducta
que deberá cumplir el imputado, conforme las previsiones del artículo 27 bis.
Durante ese tiempo se suspenderá la prescripción de la acción penal.
La suspensión del juicio será dejada sin efecto si con posterioridad se conocieran
circunstancias que modifiquen el máximo de la pena aplicable o la estimación acerca
de la condicionalidad de la ejecución de la posible condena.
Si durante el tiempo fijado por el tribunal el imputado no comete un delito, repara los
daños en la medida ofrecida y cumple con las reglas de conducta establecidas, se
extinguirá la acción penal. En caso contrario, se llevará a cabo el juicio y si el imputado
fuere absuelto se le devolverán los bienes abandonados en favor del Estado y la multa
pagada, pero no podrá pretender el reintegro de las reparaciones cumplidas.
Cuando la realización del juicio fuese determinada por la comisión de un nuevo delito,
la pena que se imponga no podrá ser dejada en suspenso.
La suspensión de un juicio a prueba podrá ser concedida por segunda vez si el nuevo
delito ha sido cometido después de haber transcurrido ocho años a partir de la fecha
de expiración del plazo por el cual hubiera sido suspendido el juicio en el proceso
anterior.
No se admitirá una nueva suspensión de juicio respecto de quien hubiese incumplido
las reglas impuestas en una suspensión anterior.
Art. 76 quáter.-* La suspensión del juicio a prueba hará inaplicables al caso las
reglas de prejudicialidad de los artículos 1101 y 1102 del Código Civil, y no obstará a
la aplicación de las sanciones contravencionales, disciplinarias o administrativas que
pudieran corresponder.
CSJN. GREGORCHUK, Ricardo CSJN 03/12/2002 La Ley 2003 B, 839 Consid.3) Que
de acuerdo con la cuestión planteada corresponde determinar el alcance que cabe
otorgar al art. 76 bis del Cód. Penal que prevé el instituto de la suspensión del juicio a
prueba. A esos efectos, es pertinente recordar que "la primera regla de interpretación
de las leyes es dar pleno efecto a la intención del legislador" (Fallos: 302:973 -La Ley,
1980-D, 397-), y la primera fuente para determinar esa voluntad es la letra de la ley
(Fallos: 299:167), así como que los jueces no deben sustituir al legislador sino aplicar
la norma tal como éste la concibió (Fallos: 300:700 -La Ley, 1978-D, 117-). Consid. 4)
28
Que a la luz de estos principios, el Tribunal comparte y hace suyos los argumentos
expuestos por la Cámara Nacional de Casación Penal en el fallo plenario "Kosuta,
Teresa Ramona s/ recurso de casación" de fecha 17 de agosto de 1999, en lo que
atañe a cuál es el criterio interpretativo para establecer el límite de la escala penal que
habilitaría la viabilidad del instituto, así como también en lo que respecta a su
improcedencia en aquellos supuestos en que respecto del delito imputado esté
prevista pena de inhabilitación como principal, conjunta o alternativa. Consid. 5) ...La
imposibilidad de acceder al beneficio de la suspensión del proceso a prueba para
aquellos delitos cuya pena prevea la de inhabilitación -art. 76 bis in fine del Código
Penal- surge de manera inequívoca de la intención del legislador. Consid. 6) Que en
este orden de ideas, la propuesta del recurrente de ofrecer una "auto-inhabilitación" no
puede prosperar toda vez que acceder a lo solicitado importaría suspender el ejercicio
de la acción pública en un caso no previsto por la ley afectando de ese modo el
principio de legalidad y desconocer la intención del legislador en cuanto previó la
posibilidad de adoptar las prevenciones que los delitos -como el imputado a Ricardo
Gregorchuk- exigen.- Disidencia Dr. Vázquez Consid. 8) Que desde sus primeras
decisiones (Fallos: 16:118) este Tribunal ha interpretado que la garantía de la igualdad
consagrada en la Constitución Nacional consiste en aplicar la ley a todos los casos
ocurrentes según sus diferencias constitutivas, de tal suerte que no se trata de la
igualdad absoluta o rígida sino de la igualdad para todos los casos idénticos, lo que
importa la prohibición de establecer excepciones o privilegios que excluyan a unos de
lo que se concede a otros en las mismas circunstancias (Fallos: 123:106; 180:149);
pero no impide que el legislador establezca distinciones valederas entre supuestos que
estime diferentes, en tanto aquéllas no sean arbitrarias, es decir, que no obedezcan a
propósitos de injusta persecución o indebido privilegio, sino a una objetiva razón de
discriminación (Fallos: 301:381 y 1094; 304:390). Consid. 9) Que en tal sentido, debe
señalarse que en cuanto a la inaplicabilidad del instituto de la suspensión de juicio a
prueba respecto de los delitos amenazados con pena conjunta de inhabilitación, la
interpretación de la ley efectuada por el a quo resulta irrazonable en tanto permitiría su
aplicación para los delitos de mayor gravedad cometidos en forma dolosa quedando
excluidos aquellos sancionados con una pena menor y cometidos en forma negligente,
es decir, violando sólo un deber objetivo de cuidado -máxime cuando pueden
diferenciarse las penas y su aplicación entre sí: en autos la privativa de la libertad de la
inhabilitación-.- Consid. 10) Que, más allá de estas consideraciones, el a quo ha dado
respuestas meramente formales, vacías de todo contenido, a reclamos de la parte
recurrente que resultaban idóneos para modificar la solución del pleito, por lo cual
corresponde la descalificación de la decisión como acto jurisdiccional válido.
CSJN. ACOSTA, Alejandro Esteban s/ Inf. Art. 14 ley 23737. Causa 28/05.
23/04/2008. Consid. 1º Que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Santa Fe no
hizo lugar a la suspensión del juicio a prueba solicitada por el imputado Alejandro
Esteban Acosta, respecto de quien se había formulado requerimiento de elevación a
29
juicio por la presunta comisión del delito previsto en el art. 14, primer párrafo, la ley
23737. Para así resolver, sostuvo que la conformidad fiscal con la procedencia de la
suspensión del proceso no era vinculante y que “... al prever dicha figura en abstracto
y en su máximo una pena de seis años de prisión, el beneficio se torna improcedente,
pues supera el límite de tres años de prisión que impone el art. 76 bis, 1º y 2º párrafos
del Código Penal. En idéntico sentido, la Cámara Nacional de Casación Penal en fallo
plenario de aplicación obligatoria (art. 10, ley 24050) ha expresado que la pena sobre
la que debe examinarse la procedencia del instituto previsto en el art. 76 bis y sgtes.
Del Código Penal es la de reclusión o prisión cuyo máximo en abstracto no exceda de
tres años (Kosuta, Teresa, del 17/08/1999)”. Consid. 5º que, como se dijo, la
suspensión del juicio a prueba fue denegada por considerar que la pena sobre la que
debe examinarse la procedencia de este instituto es la de reclusión o prisión cuyo
máximo en abstracto no exceda de tres años. Para el apelante, por el contrario, el art.
76 bis comprende dos grupos de delitos, un primero que encierra a aquellos que tienen
prevista una pena de reclusión o prisión cuyo máximo no supera los tres años
(párrafos 1º y 2º), y un segundo que comprende a delitos –no incluidos en el primer
grupo- que, previendo la ley penal un máximo de pena superior a los tres años de
privación de libertad, permitan el dictado de una condena cuyo cumplimiento puede
dejarse en suspenso de acuerdo al art. 26 del Código Penal (párrafo 4º).- Consid. 6º
Que para determinar la validez de una interpretación, debe tenerse en cuenta que la
primera fuente de exégesis de la ley es su letra (fallos 304:1820; 314:1849), a la que
no se le debe dar un sentido que ponga en pugna sus disposiciones, sino el que las
concilie y conduzca a una integral armonización de sus preceptos (fallos 313:1149;
327:769). Este propósito no puede ser obviado por los jueces con motivo de las
posibles imperfecciones técnicas en la redacción del texto legal, las que deben ser
superadas en procura de una aplicación racional (fallos 306:940; 312:802), cuidando
que la inteligencia que se le asigne no pueda llevar a la pérdida de un derecho (fallos
310:937; 312:1484). Pero la observancia de estas reglas generales no agota la tarea
de interpretación de las normas penales, puesto que el principio de legalidad (art. 18
de la Constitución Nacional) exige priorizar una exégesis restrictiva dentro del límite
semántico del texto legal, en consonancia con el principio político criminal que
caracteriza al derecho penal como la ultima ratio del ordenamiento jurídico, y con el
principio pro homine que impone privilegiar la interpretación legal que más derechos
acuerde al ser humano frente al poder estatal. Consid. 7º Que, en tales condiciones,
cabe concluir que el criterio que limita el alcance del beneficio previsto en el art. 76 bis
a los delitos que tienen prevista una pena de reclusión o prisión cuyo máximo no
supere los tres años se funda en un exégesis irrazonable de la norma que no armoniza
con los principios enumerados, toda vez que consagra una interpretación extensiva de
la punibilidad que niega un derecho que la propia ley reconoce, otorgando una
indebida preeminencia a sus dos primeros párrafos sobre el cuarto al que deja
totalmente inoperante.
30
CAM APEL SANTA FE en Pleno. 22/12/98. SALAZAR, Eduardo R. 11) Voto Dr.
Rubén Darío Jukic:Ha expresado el más Alto Tribunal de la Nación que "La primera
fuente de interpretación de la ley es su letra, y las palabras deben entenderse
empleadas en su verdadero sentido, en el que tienen en la vida diaria, y cuando la ley
emplea varios términos sucesivos es la regla más segura de interpretación la de que
esos términos no son superfluos, sino que han sido empleados con algún propósito,
sea de ampliar, de limitar o de corregir los conceptos, por cuanto, en definitiva, el fin
primordial del intérprete es dar pleno efecto a la voluntad del legislador". (Fallos,
200:176). Sostiene Carlos Creus ("Derecho Penal, Parte General" - pag.78; A., Buenos
Aires, 1994), que "la investigación gramatical de la fórmula legal debe tomar en cuenta
a ésta en su total literalidad. No puede ser fraccionada, interpretando separadamente
cada una de sus partes, ya que los significados pueden variar si se desgajan las partes
de la totalidad sintáctica"....Esa sistemática advertible, indica que la ley contempla en
todo su texto un solo supuesto de suspensión del juicio a prueba, abordando por un
lado los casos a los cuales este instituto resulta aplicable en abstracto, y tratando por
otro las condiciones que deben mediar para que se conceda el beneficio en concreto.
No sólo los antecedentes parlamentarios abonan esta afirmación, sino que además -y
sustancialmente- es el propio texto legal, en su significación gramatical, el que la
sostiene. A) Los casos: el art. 76 bis, en sus párrafos primero y segundo, define cuales
son los casos en los cuales -en abstracto- puede suspenderse el juicio a prueba.
Además de emplear concretamente el vocablo "casos" en el inicio del segundo párrafo,
que ello es así lo demuestra el hecho de que aquí la norma no establece que "será
procedente" -o expresión de similar significado- la suspensión, sino solamente que se
"podrá solicitar" la misma por parte del imputado.- Esos casos son los de imputaciones
por delito -o delitos, pues se contempla también el concurso de ellos- en las cuales la
escala penal aplicable no supere los tres años de reclusión o prisión. Que al mencionar
la pena aplicable la norma refiere a la escala penal en abstracto prevista por los
distintos tipos penales y su concurso, no amerita mayor fundamentación en mi criterio,
ya que así fluye claramente de la redacción misma de la ley. Cuando al inicio del
primer párrafo el art. 76 bis expresa "reprimido con pena...", evidentemente no alude al
imputado, sino al "delito", del mismo modo que en el segundo párrafo el "máximo de la
pena...aplicable" no refiere tampoco a una pena concreta seleccionada para un
imputado, sino al máximo que puede ser aplicado (acepción del término aplicable) a un
imputado de determinado "concurso de delitos", con lo cual está dando inequívocas
muestras de lo que afirmamos. Baste considerar para desechar cualquier hipótesis
distinta, que si se estuviera previendo el caso de un "imputado... reprimido con
pena...", lo sería de uno ya condenado, en cuyo caso no habría "juicio" que suspender
a prueba. En los párrafos séptimo y octavo, el art. 76 bis consagra dos excepciones,
donde no obstante tratarse de delitos comprendidos en los "casos" previstos, de todos
modos la suspensión del juicio a prueba no resulta en abstracto viable: cuando
hubiese participado en el delito un funcionario público en el ejercicio de sus funciones,
y los delitos reprimidos con pena de inhabilitación. Si bien la norma coloca estos dos
31
supuestos luego de detallar las "condiciones de procedencia" del beneficio y al final de
la mención de todas ellas, estimo que la naturaleza de los mismos -operan en
abstracto con indiferencia hacia el caso concreto- indica su pertenencia a la definición
de los "casos", y que -en consecuencia- se ubicarían sistemáticamente mejor luego de
finalizado el segundo párrafo, como tercero y cuarto del artículo que estamos
analizando.- B) Las condiciones: luego de acotar los casos en abstracto, en los párrs.
3º, 4º 5º y 6º, el art. 76 bis establece las condiciones que deben mediar en concreto
para que la suspensión sea acordada. Que lo que en ellos se prevé son para la ley
"condiciones" de procedencia, no puede ponerse en duda al observar que en el quinto
párrafo así las caracteriza el artículo. Al expresar allí que "...será condición, además..."
no sólo está diciendo que lo que define en tal párrafo es una condición, sino que el
"además" está señalando que también lo son el resto: 11) Solicitud hecha por el
imputado -a la que debe equipararse la del defensor con mandato expreso- con
ofrecimiento de reparar el daño, que deberá ser estimado razonable por el Juez. La
aceptación o no por parte del damnificado de tal ofrecimiento resulta intrascendente
para el juicio de procedencia, y no constituye por ende una condición. Podría decirse
también que el inicio de la redacción del tercer párrafo ("Al presentar la solicitud...")
estaría indicando que el pedido personal y el ofrecimiento de reparación en sí mismo,
son en realidad presupuestos de admisibilidad de "la solicitud" a la que aluden los dos
párrafos anteriores, y que recién el juicio de razonabilidad del Juez es una "condición"
de procedencia propiamente dicha. 2. Abandono en favor del Estado de los bienes que
serían decomisables en caso de condena. La redacción indica que no se trata de una
mera consecuencia del otorgamiento de la suspensión, por más imperativa que
parezca, puesto que el término "abandono" supone una decisión voluntaria -y por tanto
ofrecida- del imputado. Correspondería entonces aquí la misma observación hecha
precedentemente a la naturaleza del ofrecimiento de reparación. 31) Que en un juicio
ya concreto de hipótesis condenatoria por el hecho imputado, bajo las pautas del art.
26 Cód. Penal, se estime procedente la condenación condicional. Puede apreciarse
como aquí, en el cuarto párrafo del artículo, y a diferencia de lo que ocurre en el
segundo, la norma no alude al "máximo de la pena... aplicable", sino que refiere a la
"condena aplicable", dejando en claro entonces que no obstante el empleo en ambos
casos del término "aplicable", en el segundo párrafo alude a la escala penal en
abstracto, mientras en el cuarto refiere inequívocamente a una hipótesis condenatoria
elaborada ya en concreto. 41) Que medie consentimiento del Fiscal al otorgamiento de
la suspensión, creando de tal modo una suerte de acto jurídico complejo en el que
deben converger el criterio del Juez y el del Fiscal. 5. El pago del mínimo de la multa
aplicable, si en el delito por el que se lo acusa tal especie de pena estuviese prevista
en forma conjunta o alternativa con la privativa de libertad.- Considero que no debe
llamar la atención esta metodología de la ley, consistente en definir primero los casos
a los cuales resulta aplicables en abstracto un determinado instituto, para luego
establecer las condiciones que deben verificarse en concreto para su procedencia. A
título ejemplificativo, puede apreciarse que el artículo 26 del Cód. Penal, al consagrar
32
un instituto indudablemente emparentado con el que nos ocupa Ba punto tal de que
algunos postulan la sustitución directa de uno por el otro- emplea justamente el mismo
método. Comienza expresando que la facultad de los tribunales de dejar en suspenso
el cumplimiento de la pena, se prevé "En los casos de primera condena a pena de
prisión que no exceda de tres años", con lo cual está definiendo en abstracto "los
casos" a los cuales comprende el instituto; para luego Ba partir del segundo párrafo-
establecer la condición que debe mediar dentro de tales casos para la procedencia en
concreto del beneficio: la inconveniencia de aplicar la prisión efectiva, la que el criterio
del Juez debe buscar y fundar en las pautas que detalla. Tampoco el art. 13 Cód.
Penal se sustrae a esta metodología, puesto que define primero los casos a los que
resulta aplicable en abstracto la libertad condicional, y coloca luego la condición que
debe mediar para la procedencia en concreto del beneficio: la observancia regular de
los reglamentos carcelarios, estableciendo luego condiciones no ya de procedencia,
sino de subsistencia de un beneficio acordado. La única diferencia apreciable en estos
institutos es que tanto el art. 26 como el 13 del Cód. Penal establecen una sola
condición de procedencia para el otorgamiento de ambos beneficios que consagran: la
formulación de un juicio de inconveniencia de aplicación efectiva de la sanción en el
primero, y la observancia regular de reglamentos carcelarios en el segundo; mientras
que el art. 76 bis prevé varias condiciones de procedencia y no una. La diferencia,
como se aprecia, es solamente numérica y no afecta por ende la identidad
metodológica apreciable en los tres institutos, justificando ese mayor número de
condiciones que se las detalle en párrafos separados, y no en uno solo como posibilita
en los arts. 13 y 26 la presencia de una sola.- Este primer examen de la norma,
permite apreciar entonces una sistemática que inserta coherentemente al instituto
dentro del cuerpo que lo contiene y junto a otros de similar naturaleza o finalidad, no
ofreciendo dificultades de comprensión, más allá del juicio de valor que merezca lo
legislado como expresión de política criminal deseable. Pero sin embargo, conforme lo
adelantara, este sistema así claramente estructurado pretende ser fracturado por un
sector de la doctrina en mérito a la inclusión que hace la ley, en el primer y segundo
párrafo del art. 76 bis, de la "reclusión" como especie de pena alternativa a la de
prisión, cuando refiere a la escala penal de los delitos que define como los "casos" a
los cuales resulta aplicable en abstracto el instituto. Se parte del dato de que una pena
de reclusión no es susceptible de ser condicionalmente impuesta, y se extrae de ello
que la norma prevé entonces -en este tramo- la suspensión del juicio a prueba para
hipótesis condenatorias tanto efectivas como condicionales, siempre que la pena
máxima privativa de libertad prevista en abstracto no supere los tres años;
afirmándose luego que en el cuarto párrafo, el artículo alude a delitos cuya pena
máxima en abstracto supera los tres años de privación de libertad, en los que puede
otorgarse también la suspensión cuando la proyección condenatoria en concreto sea
de ejecución condicional y medie la conformidad del Fiscal, requisito este último que
se coloca de tal modo como presupuesto exclusivo de estos últimos casos y no de los
primeros.- Como podrá apreciarse, la estructura del sistema da un giro copernicano en
33
esta interpretación, la que no puedo compartir por su manifiesta discordancia con el
claro y expreso texto de la ley. Advierto la grosera falla que -debe inferirse- se imputa
al legislador haber cometido en la redacción de la norma, puesto que una estructura e
intención totalmente diversas como las que se atribuye de tal modo al instituto,
evidentemente hubiera merecido -la lógica y el sentido común lo indican- un
tratamiento sistemática y gramaticalmente ordenado, con expresa mención de los dos
tipos de supuestos en los cuales la suspensión se aplicaría, y con concreta referencia
a las condiciones de procedencia requeridas para unos y para otros.- Mi impresión, es
que se está haciendo decir a la ley lo que la ley no dice.- En mi criterio parece no
advertirse cuál es la real significación de la expresión utilizada por la norma en el
primer párrafo del art. 76 bis, al referirse a las especies de pena contenidas en la
escala aplicable de los delitos a los cuales dedica el instituto. Más allá de que quizás
una mejor sintaxis generaría un concepto más puro, estimo que de todos modos
resulta perfectamente comprensible que tal tramo del artículo, al referirse a "un delito
de acción pública" reprimido con pena "de reclusión o prisión cuyo máximo no exceda
de tres años", de ninguna manera puede haber tenido en miras comprender en la
expresión a delitos en los cuales esté prevista únicamente la pena de reclusión con
ese tope temporal, casos en los cuales la condena necesariamente habría de ser de
cumplimiento efectivo por imperio del art. 26 C.P., y ello sencillamente porque tal tipo
de delitos no existen en el código. Es evidente entonces que lo que la norma ha
querido -y lo que efectivamente hace- al incorporar la "reclusión" junto a la "prisión" en
la definición de los "casos" a los que resulta aplicable "en abstracto" la suspensión, es
incluir entre ellos a todos aquellos delitos que tienen como pena privativa de libertad a
la reclusión en forma alternativa con la prisión. Considero que no ofrece dificultad
comprender que la redacción de este tramo de la ley, abarca a los delitos que
establecen pena de prisión únicamente, y a los que prevén pena de reclusión o prisión
de modo alternativo, en ambos casos cuando el máximo de tales privaciones de
libertad no excedan de tres años en la escala aplicable en abstracto. Un examen del
Código Penal nos muestra que esta clase de delitos sí existe, lo que como dijimos no
ocurre con tipos que solamente contemplen pena de reclusión de hasta tres años. El
delito de lesiones graves cometidas en estado de emoción violenta (Arts. 90 y 93 del
Cód. Penal), y la figura básica de la privación ilegítima de libertad (Art. 141 del Cód.
Penal), son casos para los cuales se fija una escala penal aplicable de seis meses a
tres años de reclusión o prisión. El art. 81 inc. 11 a) prevé para el homicidio cometido
en estado de emoción violenta una pena de tres a seis años de reclusión, alternativa
con la de uno a tres años de prisión, por lo que un supuesto de tentativa de este delito
Bcomputada conforme a mayoritaria doctrina- también lo adecuaría a los casos en
abstracto previstos en el primer párrafo del art. 76 bis. Si bien se encuentra hoy
derogado, se hallaba vigente a la sanción del instituto que nos ocupa el delito de
infanticidio Bart. 81 inc. 21 C.P.- que preveía una pena de reclusión hasta tres años
alternativa con la de prisión de seis meses a dos años. También el art. 143 C.P. tiene
una escala de reclusión o prisión alternativa de uno a tres años, aunque es justamente
34
una de las excepciones previstas en el séptimo y el octavo párrafo del art. 76
bis. ...Insistiendo con lo dicho -a riesgo de ser recurrente- se aprecia a mi juicio que la
premisa de la que parte la doctrina a la que hice referencia es falsa, puesto que en la
redacción del primer y segundo párrafo del art. 76 bis del Cód. Penal, no queda
incluido ningún delito en el cual necesariamente la pena aplicable en concreto deba
ser de reclusión, y por tanto efectiva; y ello simplemente porque delitos de tal
característica no existen en el Código Penal, puesto que ninguno contempla a la
reclusión de hasta tres años como pena única. ...Lo dicho muestra una concordancia
sistemática total con la estructura global del instituto -la que precedentemente se
puntualizara- puesto que el mismo asienta la procedencia del beneficio que prevé
-junto a otros requisitos o "condiciones"- sobre dos pilares fundamentales: a) Levedad
en abstracto: que se trate de delitos -o su concurso- abstractamente leves,
característica que como pauta objetiva se expresa en la escala de privación de libertad
aplicable como pena -sea prisión únicamente, o alternativa con reclusión- a la que se
pone un tope de tres años; y b) Levedad en concreto: que al momento de emitir un
juicio o hipótesis condenatoria en concreto, se estime procedente elegir -si fuere
alternativa- la pena de prisión, y además la suspensión de su ejecución como
modalidad de cumplimiento, con lo cual la levedad en abstracto se patentiza en el caso
concreto. ...Estos dos presupuestos deben darse en forma conjunta al estar así
tratados en la misma norma, el primero definiendo los "casos" en abstracto alos cuales
el instituto se aplica, y el segundo integrando "las condiciones" que en ellos deben
mediar en concreto para su procedencia. Que ambos son los pilares fundacionales de
la suspensión del juicio a prueba, y que ambos deben concurrir conjuntamente, se
comprende por la íntima relación de interdependencia que ofrecen, lo que se termina
de ratificar cuando se observa que el art. 76 ter, tercer párrafo del Cód. Penal prevé
que sea dejada sin efecto la suspensión ya concedida, cuando circunstancias
conocidas con posterioridad al otorgamiento modifiquen uno cualquiera de estos dos
presupuestos: el máximo de la pena aplicable (levedad en abstracto), o el pronóstico
de condicionalidad en la ejecución de la posible condena (levedad en concreto). La
alternatividad así establecida es inequívocamente indicativa de que ambos elementos
son imprescindibles, y de allí que si uno solo de ellos falta el instituto no puede
viabilizarse y manda se deje sin efecto la suspensión acordada. Ha de inferirse
necesariamente entonces, que si la concurrencia de ambas condiciones son
imprescindibles para la subsistencia de una suspensión ya acordada, con mayor razón
aún lo serán para la procedencia de la que se solicita. La postura que impugnamos,
obligaría a fracturar también este artículo 76 ter, tercer párrafo C.P., pese al obstáculo
que para ello representa la presencia de la conjunción "o" que resulta inequívocamente
indicativa de alternatividad, y no obstante que en su redacción no se observa siquiera
una coma que separe dos hipotéticos supuestos distintos, puesto que sería necesario
interpretar que la variación de la pena aplicable afectaría únicamente a los casos que
se dicen atrapados en el primer párrafo del art. 76 bis, mientras que la variación del
juicio acerca de la condicionalidad en la ejecución de la pena, solamente podría
35
perjudicar a los que se mencionan como casos previstos en el cuarto párrafo del art.
76 bis; lo cual -a mi juicio- constituiría otra indebida segmentación de un texto legal
que se muestra inequívocamente unitario por su sintaxis, y por su clara concordancia
con el resto de la sistemática que acabamos de analizar. Aquí ya no sólo se
interpretarían como compartimentos estancos a distintos párrafos de un mismo artículo
-como sucede con el 76 bis- sino que se llegaría al inadmisible extremo de adoptar la
misma metodología con distintas palabras de un mismo párrafo.- La estructura del
sistema de suspensión del juicio a prueba no muestra entonces fisuras,
contradicciones dogmáticas o sinrazones, que den pie o justifiquen la elaboración de
ninguna doctrina que pretenda extender los alcances del instituto a casos
evidentemente no previstos en la ley, que es suficientemente expresa y precisa al
respecto. La postura que procura esa extensión, conforme a lo que vimos parte
entonces de dos inadvertencias: a) no existe ningún delito que prevea exclusivamente
pena de reclusión de hasta tres años, sino algunos que la contemplan alternativa con
la de prisión, razón por la cual en todos ellos es posible una proyección condenatoria
de ejecución condicional como establece el cuarto párrafo; b) cuando en el quinto
párrafo el art. 76 bis dice"...será condición, además...", no puede abrigarse duda
alguna de que está caracterizando como condición de procedencia By no como un
supuesto distinto- a lo que establece en el párrafo anterior Bjustamente el cuarto-
porque de otro modo carecería de sentido y significación ese término "además". La
regla hermenéutica dada por el Alto Tribunal de la Nación que citamos al comienzo,
tiene aquí plena aplicabilidad.- En orden a un juicio de razonabilidad sobre la norma
Bentendido como método de interpretación de su significado, y no como
cuestionamiento al criterio político del legislador- y en relación a los embates que en tal
sentido se han formulado hacia las implicancias de la tesis restrictiva que postulo,
debe repararse en que si al formular una hipótesis condenatoria, un delito
abstractamente leve no se estima merecedor de una pena concretamente leve como lo
es la de ejecución condicional, ello evidentemente se debe a que el caso en concreto
amerita un especial reproche y adquiere cierta gravedad, sea por las circunstancias o
la modalidad del suceso en sí mismo, o por aspectos personales del autor, de
reiterancia o reincidencia, etc.; y no puede entonces afirmarse que lo razonable sea
que la ley prevea para él también la suspensión, o decirse que no es razonable que lo
excluya de la procedencia de ella. Por otro lado, si bien es indiscutible -la misma ley lo
prevé en el art. 26 C.P.- que en muchos de los delitos abstractamente más graves se
verifican casos leves en concreto, merecedores por ello de una condenación
condicional, no puede calificarse de no razonable que la norma no los incluya entre los
destinatarios de la suspensión del juicio a prueba. Podrá o no compartirse el criterio o
la decisión política adoptada, pero no resulta irrazonable evaluar que los bienes
jurídicos protegidos por tales tipos penales puedan merecer mayor resguardo que los
otros para los cuales se prevé la suspensión; como tampoco carece de razonabilidad
interpretar que la negación de la posibilidad de suspensión en casos abstractamente
más graves, puede obedecer a la mayor disvaliosidad social que se atribuye a la
36
conducta abstractamente prevista por el tipo, la que no se quiere dejar impune, sin
perjuicio de atender a las particularidades del hecho, su modalidad comisiva, las
características personales del autor, sus móviles etc, a través de la condicionalidad en
la ejecución de la pena que se prevé en el art. 26 C. Penal, porque la estigmatizante
condena pueda considerarse más efectiva como método de prevención general o
especial. ...Si ensayamos un somero examen de la sistemática global que queda
plasmada en el ordenamiento penal luego de la incorporación de este instituto, en
relación a las hipótesis de morigeración del rigor de las penas privativas de libertad
previstas en cada uno de los tipos, apreciaremos que en escala descendente se
transita desde el íntegro cumplimiento de la pena, pasando por la liberación anticipada
y otros beneficios de la ley de ejecución, luego la libertad condicional, la condenación
en suspenso, y finalmente la suspensión del juicio a prueba, la que al obviar la
condena misma representa inequívocamente la más beneficiosa de tales posibilidades.
Voto del Dr. Crippa García ...En tal sentido, para desentrañar el espíritu de la ley, es
necesario descubrir la voluntad del legislador, con lo cual se transforma la tarea
interpretativa de comprensión de los valores objetivamente vigentes en la ley actual,
en la función psíquica de *repensar lo ya pensado+ por un legislador real. En ese
camino tiene dicho la Corte Suprema de la Nación que *...la primera regla para la
interpretación de un texto legal, es la de asignar pleno efecto a la voluntad del
legislador, cuya fuente inicial es la letra de la ley+ (C.S.J.N., Julio 28 de l994,
*Moschini, José c/Estado Nacional+), que completa diciendo que *en esa tarea de
interpretación de la ley, no pueden ni deben descartarse los antecedentes
parlamentarios, ya que resultan útiles para conocer su sentido y alcance+ (mismo fallo
citado), culminando ese decisorio apuntando que *en la tarea de interpretación, y con
el fin de fijar su alcance y el concepto de ella, es prioritario transportarse al punto de
vista del legislador, reproducir sus operaciones intelectuales, y de tal forma, reconstruir
el pensamiento de la ley+ (el subrayado me pertenece).- La fragmentación de la norma,
que funda la tesis de doble interpretación, no resulta admisible de forma o manera
alguna, y resulta completamente extraña a la reconstrucción del proceso de creación
legislativa que pueda hacerse con la más profunda, detenida y exhaustiva lectura y
examen de los fundamentos y argumentos que los legisladores expusieron en el
tratamiento y en el debate parlamentario.- En ese sentido, surge claramente que la
situación a que se ha hecho referencia concreta, para lo que ha mencionado en todo
momento, el límite de la competencia correccional -penas de hasta tres años de
prisión-, ha sido alcanzar a través de la vigencia de la paralización del juicio, para
aprovechar el primer contacto con el entramado penal del delincuente primario,
presunto autor de una infracción de menor cuantía, para laborar en la obtención de un
distanciamiento de conductas disvaliosas, consiguiendo una merma en la
criminalidad.- Del estudio de los antecedentes parlamentarios, no surge o aparece en
forma o momento alguno, mención o hipótesis con respecto a la doble interpretación
que se pretende, ni tampoco se deja entrever en ninguna manifestación, duda acerca
de que el régimen está destinado íntegra y exclusivamente, para ser aplicado o
37
gozado a delitos, o delincuentes intimados con hechos, cuyo máximo sancionatorio no
exceda de los 3 años.- Y yendo a un definido estudio sobre la existencia de una
finalidad en el acto legislativo, que permita reconocer el real sentido de la norma, cabe
citar dos referencias concretas de ello, en muchas otras. Así, el informe que brindara el
Presidente de la Comisión de Legislación, Diputado HERNÁNDEZ -donde tuvo
comienzo el tratamiento de la ley- se menciona como la primera de las principales
innovaciones *lo que se suspende es el juicio, pero no el proceso sumarial, limitándose
la aplicabilidad de la suspensión a los casos de delitos que efectivamente sean de
menor gravedad, es decir, aquellos cuya pena máxima no supere los tres años+,
agregando posteriormente para mayor claridad, el mismo legislador, que *...se ha
establecido como límite...la prisión o reclusión de tres años.... Estos, en Capital
Federal, son de competencia de los Jueces Correccionales y nosotros sabemos la
situación de colapso en que se encuentra la Justicia Correccional+ (Vide Diario de
Sesiones de la Cámara de Diputados, Sesión del l8 de mayo de l993, págs. 1317 a
1324). Es obvio que nunca se menciona la posibilidad de otro delito, que no sea lo de
competencia correccional en el legislador, que además fue co-autor del Proyecto
finalmente declarado ley.- No puede pretenderse tampoco, crear un distinto criterio,
con relación a pena superior a la de tres años, argumentándose una inadvertencia
legislativa, y que pudiera componerse con una interpretación amplia, sistemática y
libérrima, puesto que entre los proyectos que se mencionaron como tenidos a estudio,
para el que en definitiva se aprobó, se encontraba el remitido originariamente por el
Poder Ejecutivo, que sujetaba la suspensión del juicio a prueba no al máximo de la
escala penal en abstracto, sino a la estimación de la pena concreta que podría
corresponder al acusado; habiéndose concreta, clara, específica y decididamente
apartado los legisladores de ese criterio y punto, deliberadamente, para sostener el
criterio restrictivo que se evidenció en una segunda afirmación.- Y esa conclusión
emerge de la lectura de la participación de los varios legisladores que intervinieron, sin
réplica alguna, en pos de la interpretación restrictiva, que se vislumbró sin mengua o
duda alguna, cuando en el dictamen de la Comisión de Legislación Penal, se incluyó
como muestra precisa del alcance de la norma, un listado de delitos comprendidos en
el nuevo régimen, y en el que están solamente los que tienen prevista una pena
máxima en abstracto de Tres años (Vide Diario de Sesiones de la H. Cámara de
Diputados de la Nación, del l8 de junio de l993, págs. l447/l449).- Así, de la simple
lectura del diario de Sesiones que se menciona, se dice por parte del miembro
informante de la Comisión, que "En este sentido hemos implementado estas nuevas
instituciones penales. Para cualquier duda Bel subrayado me pertenece- acerca de lo
que hemos querido legislar, adjuntamos el listado de los delitos que en el Código
Penal tienen prevista pena privativa de libertad hasta tres años y que serán materia
posible de consideración con las nuevas normas", transcribiendo a continuación los
delitos del C.Penal para mejor ilustración, a los que refiere, ninguno de los cuales tiene
pena superior a los tres años de prisión, en abstracto. (Diario de Sesiones Cámara de
Diputados, 16 de junio de 1993 pag. ps.1448/1449).- Por lo tanto, hasta el propio
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legislador ha dado la única interpretación posible, dejando de lado toda otra
posibilidad, al decir a que delitos le es aplicable, y apuntando al efecto, que ello lo
hacen para evacuar "cualquier duda acerca de lo que hemos querido legislar"; ante lo
que nada cabe interpretar, pues no corresponde ello en modo alguno, y quienes
pretendan hacer una extensión libérrima se están arrogando el papel de legisladores,
que está vedado al Poder Judicial, configurando ello una indebida actuación en otro
plano funcional al que la Constitución y la Ley les ha dado. Voto del Dr. Teodoro
Ríos ...En su párrafo 11 señala que "podrá solicitarla" el imputado de un delito cuyo
máximo de pena no exceda los tres años de reclusión o prisión, y en el segundo
extiende el beneficio a los casos de concurso de delitos "si el máximo de la pena de
reclusión o prisión aplicable" no excediese del mismo lapso. Por último, el 41 párrafo
autoriza a suspender la realización del juicio cuando "las circunstancias del caso
permitieran dejar en suspenso el cumplimiento de la condena aplicable, y hubiese
consentimiento del fiscal".- Tanto el 1º como el 2º párrafo, emplean la expresión "podrá
solicitar" que parece reducirse a otorgar una legitimación activa a uno de los sujetos
procesales; en cambio, la fórmula acuñada en el párrafo 41 -"el tribunal podrá
suspender la realización del juicio"- se identifica mejor con una hipótesis de
procedencia y es la escogida generalmente por el legislador cuando concede
beneficios o derechos (en forma similar se expresa el C.P en su art.13 respecto de la
libertad condicional, en el art.26 y el 27 para la condena condicional y también los
códigos procesales cuando aluden a la procedencia de la liberación durante el trámite
de la causa).- Pero, al margen de la observación precedente, si bien es cierto que el
párrafo 11 parece apoyar el criterio de la pena en abstracto al apuntar a la pena
máxima de "un delito", también se advierte que los párrafos 21 y 41 quebrantan ese
punto de referencia objetivo. En efecto, en ellos se hace mención de la pena o
condena "aplicable", y esa expresión alude "a la que puede o debe corresponder a una
persona" exigiendo por tanto el tránsito previo por una ineludible prognosis concreta
(ver, en tal sentido, las palabras "aplicable", "aplicar" 60 acepción, y "adjudicar" 10
acepción, en el Diccionario de la Real Academia Española).- Finalmente, los dos
primeros párrafos admiten la procedencia del beneficio cuando el máximo de reclusión
no exceda los tres años, y esa especie de pena se halla excluida de la condenación
condicional (art.26, ley23.057). En consecuencia mal puede exigir el párrafo 41, como
conjunto requisito, la prognosis de condicionalidad de la condena a quien en absoluto y
desde un principio se sabe que le resulta de de imposible alcance.-... El 21 interrogante
de la convocatoria nos obliga a desarrollar cuál es el sentido de los párrafos
presuntamente enfrentados. Y es aquí donde comulgamos con Almeyra quien advierte
en la ley la regulación de dos hipótesis distintas de procedencia de la probation: una,
respecto de delitos cuya pena máxima -en abstracto- no exceda de tres años; la otra
para aquellos casos que, pese a no encuadrar en la situación precedente, sus
circunstancias particulares autoricen en concreto a predecir una futura condena
condicional. En la primera de las hipótesis transcriptas, el Fiscal interviene en su
carácter de parte (al menos formal) y de eventual contradictor, ejercitando, en su caso,
39
el poder impugnativo que la ley le otorgue ( art.420 inc. 31 del C.P.P. de Santa Fe,
faculta a deducir apelación contra el auto que suspende el juicio a prueba). Cuando se
trate de la segunda hipótesis, en cambio, el consenso del órgano del Ministerio Público
es condición para que pueda acogerse el pedido de la defensa; aunque, a la inversa,
el dictamen favorable del fiscal no le obliga al tribunal a conceder el beneficio.- La
lectura que haría de la ley el intérprete restrictivo, es traducible en estos términos: el
tribunal podrá suspender el juicio sólo cuando la causa verse sobre un delito, o un
concurso, cuyo máximo de pena en abstracto no supere los tres años de prisión o
reclusión, siempre que "las circunstancias del caso permitieran dejar en suspenso el
cumplimiento de la condena aplicable" y, además de todo ello, contara con la opinión
favorable del fiscal. Dogmáticamente puede reprocharse a dicha inteligencia que
resulta incompatible enunciar la expectativa de acoger la solicitud respecto de los
delitos reprimidos con reclusión, para descartarlos abruptamente a los pocos
renglones después, al exigir conjuntamente la apreciación prima facie de una condena
en suspenso, modalidad de imposible ejecución para la pena de reclusión. Tampoco
parece muy lógico someter la subsistencia práctica de toda la institución al examen
discrecional del Ministerio Público, sin prever algún mecanismo dirigido a valorar o
remover la falta de consenso del fiscal, pues aún cuando ello privilegie el principio de
legalidad procesal, olvida las legítimas aspiraciones del imputado y su derecho para
que en caso de controversia la cuestión la decida el juez.- La lectura de la
hermenéutica amplia, por su parte, contemplaría dos hipótesis distintas: 10) el tribunal
podrá suspender el juicio cuando la causa verse sobre un delito, o un concurso, cuyo
máximo de pena en abstracto no supere los tres años de prisión o reclusión; y, 20)
también, "si las circunstancias del caso permitieran dejar en suspenso el cumplimiento
de la condena aplicable". Esta segunda hipótesis sólo puede aceptarse si hubiese si
hubiese consentimiento del fiscal.- Como se ve el protagonismo predicable del fiscal
en la cuestión sub exámine resulta, en nuestro caso, simple corolario de la modalidad
con la cual asumimos la posición amplia respecto de las hipótesis de procedencia de la
suspensión del juicio a prueba.- X.- Instituir la suspensión del juicio a prueba significa
consagrar múltiples y valiosos objetivos. Veamos algunos de ellos.- Con relación al
imputado, intenta eludir los padecimientos y resultados negativos de su
estigmatización, abriéndole una alternativa personalizadora para conciliar su conflicto
con la víctima, y a ésta le ofrece una aprovechable oportunidad de reparación del
daño. Respecto de la actividad tribunalicia, significa brindar alivio al colapso del
sistema abarrotado de causas, concentrar la atención en los casos graves y reducir los
costos que irroga un juicio prescindible. Con referencia a la sociedad, traduce una
prevención especial con alto pronóstico de eficacia, ofrece la expectativa de una
adecuada armonización de los intereses de los protagonistas del conflicto, y asegura el
esfuerzo del beneficiario para soslayar la reincidencia y cumplir las reglas de conducta
impuestas.- Frente a la descripción precedente precedente )es más adecuado, justo y
plausible reducir el instituto a los delitos leves cuya pena máxima en el Código Penal
no exceda los tres años o, extender, en cambio, su aplicación a los que superando ese
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margen, permitan predecir razonablemente una futura condena condicional? Si se
tiene en cuenta que la aceptación de la segunda alternativa no implica la concesión
automática de la suspensión del juicio a prueba - en ese caso además se requiere el
consenso del Fiscal y la coincidente evaluación favorable en concreto del tribunal para
otorgarla -, habremos de llegar a la conclusión que la hipótesis amplia "es la síntesis
que tiene mejor en cuenta, a la vez, el valor de la solución y su conformidad con el
derecho".- No se diga que sólo la tesis restrictiva evitaría que los autores de los delitos
graves eludan la pena y obtengan impunidad. Una opinión de ese talante pierde
consistencia en cuanto se advierte que la tesis amplia contempla cabalmente la
concreta magnitud del injusto, atendido por la eventual condicionalidad de la pena en
expectativa.- Si la adecuación y la flexibilidad son medios imprescindibles en la tarea
judicial para individualizar la aplicación de la ley con equidad y energía
personalizadora; en cambio, la automatización, los límites impuestos por reglas
estrictas, y la imposibilidad de dispensar distinto tratamiento a situaciones claramente
diversas, configuran signos afines a la masificación en el derecho. Precisamente la
interpretación que postulamos autoriza al tribunal a desarrollar sus atribuciones en el
marco de la primera concepción.- XI.- Resta analizar la participación discernida al
Fiscal en ambas posturas. Para la restrictiva, la falta de consenso del fiscal al pedido
del acusado vincula siempre e inexorablemente al tribunal; para la amplia, esa
trascendencia de la manifestación del Ministerio Público sólo se reserva respecto de la
segunda hipótesis de procedencia de la suspensión del juicio a prueba (cuando el
delito o el concurso se reprima con pena privativa de la libertad cuyo máximo Ben
abstracto- supere los tres años, pero las circunstancias del caso permitieren estimar
aplicable una condena en suspenso).- Suele argumentarse con la preservación del
principio de legalidad al restringir y regular el control de cualquier alternativa que evite
recorrer todo el camino hasta que la jurisdicción se pronuncie sobre la integridad de la
imputación delictiva. Así como algunos niegan la absolución como consecuencia
necesaria de la falta de mantenimiento de la acusación del fiscal Bexigiendo que sea el
tribunal el que debe pronunciarse libremente para tutelar la legalidad -; así también se
demandaría para todos los casos de suspensión del juicio la aprobación por el Fiscal.
En otras palabras, las dos hipótesis recién indicadas requerirían la conjunción
concordada y afirmativa de ambos órganos (el juez y el fiscal) para evitar la sentencia
sobre el fondo y la implícita expectativa de una condena.- Resulta paradójica la
invocación del principio de legalidad como sustento corriente de las decisiones
orientadas a incriminar y perseguir penalmente al imputado. Porque la legalidad como
garantía o como consecuencia del nullum crimen acuñado por el art.18 de la
Constitución B a la que desde ahora llamaremos legalidad sustancial- incumbe
indeclinablemente al órgano jurisdiccional.- Está claro que cuando se habla de
legalidad como impulso y energía persecutoria opuesta al principio de oportunidad, se
hace referencia a la legalidad procesal; es decir, a la necesidad de promoción de la
acción, a la irretractabilidad de su ejercicio y a la indisponibilidad del objeto procesal.-
De todas maneras, la prudencia impone evitar recortes injustificados a la función
41
jurisdiccional, no sólo en lo que hace a la legalidad sustancial, que no puede
sustraerse del control del tribunal, en tanto medie una pretensión acusatoria (tutela del
nullum crimen, nulla poena, sine lege previa) sino, también, del pronunciamiento final
sobre todos los derechos, intereses y expectativas reclamados por los particulares y
que no deben excluirse del principio de de intangibilidad jurisdiccional.- En el sentido
indicado, resulta indiscutible la legitimidad de autorizar al fiscal a no perseguir
penalmente dada ciertas condiciones o requisitos previstos en la ley; por el contrario,
es inaceptable atribuir al acusador la definición incriminante en la línea de la
persecución penal, afectando por esa vía el acceso a la justicia del afectado en sus
intereses exigentes de tutela jurídica.- Desde el punto de vista de la legalidad procesal
no habría inconveniente en regular legislativamente casos donde el fiscal se hallara
facultado para no deducir el proceso ni presentarlos al juicio, para soslayar de tal
manera la intervención jurisdiccional. Al fin de cuentas, tanto se aplica la legalidad al
perseguir de oficio y promover la represión de los delincuentes (arts. 71 y 274 del
C.P.), como al rehusar o suspender la persecución porque la ley así lo faculta o
establece (arts. 72, 73 y 76 bis del C.P.).- Más aún, en esa órbita de la legalidad
procesal se emplaza la cuestión de la discrecionalidad técnica del obligado a promover
la persecución, quien no puede hallarse constreñido al automatismo de perseguir
arbitraria e irracionalmente, sino que su decisión incriminante, en cumplimiento de su
deber de legalidad procesal, siempre debe ser motivada, subordinada a la legalidad
sustancial (estar convencida la fiscalía de la apariencia del delito y que no infringe el
nullum crimen), y respetuosa del sistema republicano.- Pues bien, en ese ámbito
primario de la promoción y mantenimiento de la acción (acusación) - génesis de la
actividad represiva -, resulta objetable atribuir el control de la legalidad procesal (en
otras palabras, revisar la decisión de la fiscalía de no sostener una pretensión
incriminante) al órgano jurisdiccional encargado de pronunciarse definitivamente sobre
el caso, por cuanto ello significa decretar la confusión de las diversificadas funciones
que configuran el presupuesto constitucional de la exigencia del debido proceso y su
contenido de ineludible acusatorio.- La condición de tercero imparcial reservada al
tribunal implica que éste no revise la bondad de las razones o motivos tenidos en
cuenta por el actor para no promover la acción, como no puede obligar el juez a un
ciudadano a deducir una demanda en materia civil. No hay control de legalidad
procesal alguno que pueda derogar el deslinde de las funciones esenciales del estado
en menoscabo del juicio previo (due process of law) acuñado acuñado por la
Constitución Nacional.- Pero desde la óptica de la legalidad sustancial, la decisión
incriminadora final debe inexorablemente transitar por los dos filtros institucionales
sucesivos: primero, ser materia de una decisión incriminante del Ministerio Público
(pretensión afirmativa, acusación en juicio); segundo, ser objeto de pronunciamiento
por el órgano jurisdiccional que acoge la pretensión del acusador. Y en el caso de
mediar una colisión entre la legalidad procesal de orientación persecutoria , y la
legalidad sustancial de índole desincriminante, es esta última la que prevalece a tenor
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de lo dispuesto por el art.18 de la C.N. (exigencia de tipicidad legal, del debido proceso
y de la inviolabilidad de la defensa).
La impronta tramada por los principios superiores, como puede colegirse, no guarda
afinidad con el intento de monopolizar la vigencia práctica de la probation en manos de
quien Ba lo menos- aparece como parte formal y contradictor del solicitante del
beneficio. Prescindir absolutamente del juez o tribunal en todos los casos en que no
mediara consenso del fiscal, podría documentar el acta de defunción de la suspensión
del juicio a prueba frente a una política orgánica uniforme del Ministerio Público.- Por el
contrario, reclamar la opinión del fiscal coincidente con el pedido del imputado en la
hipótesis de procedencia acuñada por el párrafo 41 del art. 76 bis del C.Penal, por un
lado minimiza el defecto precedentemente comentado y, por otro, cuenta con una
dosis justificante conforme a la mayor pena en abstracto conminada para el hecho
adjudicado al solicitante del beneficio.- Por último aclaremos que es impensable
otorgar una probation sin el pedido o manifestación expresa del imputado en tal
sentido. La naturaleza de la suspensión del juicio a prueba demanda, en cualquiera de
las hipótesis de procedencia, el obvio presupuesto señalado. Aún cuando se trate de
una buena alternativa para su destinatario, aparece evidente que quien pretenda una
definición desincriminante en tiempo razonable y sin someterse a regla de conducta
alguna, no tiene por qué tolerar la paralización de su proceso. La deducción de que la
ley exige el pedido en un caso y faculta la concesión de oficio en otro, deriva de la
disección que se practica del texto con el método propio del razonamiento analítico y la
lógica formal. Más allá de las incorrecciones de redacción al formularse la norma, hay
elementos que se dan por supuestos según lo indica la naturaleza de las cosas.- Voto
del Dr. Juvencio Liberal Mestres ...Si la ley acuerda primero el beneficio a quienes
están conminados en abstracto a pena que no supere los tres años de prisión o
reclusión, y luego concede el mismo beneficio a quienes en el caso concreto puedan
enfrentar una prognosis de condena que posibilite la condena de ejecución
condicional, está habilitando el instituto a dos categorías de sujetos, y no a un género
de sujetos de entre los cuales se la terminará dando a una especie que ni siquiera
cumple siempre con los requisitos del género.- La habilidosa construcción que pergeña
el doctor Jukic respecto a supuestos casos y condiciones, si bien admisible en
principio como una de las *posibles+, no logra conmover la primera lectura que
hacemos en la postura amplia, y es contradictoria gramatical y lógicamente (no puede
dejar de advertirlo el mismo ponente frente a los incoherentes , en su lectura, párrafos
71 y 81 del art 76 bis) ya que, desde ambas perspectivas, no puede concebirse que se
disponga sobre categorías generales (casos) que luego no podrán ser receptados por
imposibilidades que se conocían de ab initio.- Ello es, otorgar la concesión del
beneficio cual hipótesis de trabajo inútil a delitos con pena menor en abstracto de tres
años de reclusión, cuando ya se sabe que luego no se lo podrá acordar, porque tales
supuestos nunca pueden ser objeto de recepción por el instituto previsto en el art 26
del Código Penal.- No podemos partir de la existencia de tan grueso error material o
conceptual, cuanto menos por la *presunción del legislador racional+, y, en tales
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condiciones, la lectura prístina, simple y literaria, haría que los argumentos del voto
con que disentimos, en orden a que no debe estarse contra la letra expresa de la ley, y
la voluntad expresada por el legislador en tal texto, quepa usarlos en su contra.-
Viceversa, en lógica estricta por la tesis restrictiva que comentamos, en un homicidio
preterintencional o en emoción violenta nunca podrá solicitarse el beneficio ya que el
párrafo primero lo excluye por la pena en abstracto prevista; ni siquiera si luego el juez
en concreto tiene tal prognosis, incluso con pedido fiscal de menos de tres años de
prisión, ya que no estamos dentro de los casos acotados a priori, pese a que podamos
estar ante un supuesto de igual cantidad, o incluso menor, de injusto.- ...Va de suyo
que, tal *telos+ de la ley eminentemente práctico, enancado en las tendencias
modernas, introductivo del principio de oportunidad, y con asidero constitucional, habrá
de sernos utilísimo en la interpretación del instituto en estudio (ante una expresión
polívoca de la letra y sintaxis de la ley), ya que primará la idea de que, si el fin es
descongestionar y rehabilitar lo más posible, mal pueden interpretarse restrictivamente
los supuestos que la ley abarca.- Si la ley se hizo para lo que explicitamos, no cabe
arribar a que solamente comprenda casos que en sí no congestionaban los tribunales
(y esto los legisladores lo advirtieron expresamente) por que al ser *sin presos+ (por
excarcelables) tendían en la práctica (al respecto se manejaron las pertinentes
estadísticas) a limitarse a esperar la prescripción de la acción penal.-...)La postura que
sostenemos, encaja adecuadamente en nuestro sistema penal
constitucional?...)Colisiona acaso con alguna disposición expresa, valor, principio o
regla constitucional, haciendo operativo el verificador anulante del principio de *no
contradicción+ del art 19 del supremo texto normativo?...)La solución propuesta
acarrea consecuencias injustas o insatisfactorias para la voluntad de la ley y la
sociedad en general?... La respuesta a tales interrogantes, la estimo no sólo negativa
en todos los casos, sino que afirmo que el criterio amplio que sostengo, es una
construcción dogmática con base en la ley, que satisface con mayor precisión que la
contraria a tales exigencias normativas y sociales.- * El instituto sale a operar en el
marco de los hechos comprobadamente de menor proporción de injusto (sin necesidad
de intervención fiscal por presunción emanada de escala en abstracto y con necesario
consentimiento en casos de mayor carga de injusto).- * Coexiste alternativamente,
respetando los campos, con la condenación condicional, la que, dentro de legalidad,
conserva el derecho de los ciudadanos a sentirse inocentes y proseguir la causa en
búsqueda de tal reconocimiento público.- * El abarcamiento de mayor cantidad de
casos (la tesis restrictiva importaría la inutilidad práctica del instituto para delitos en
que, por fallas o pereza en el sistema, se alentaría la propensión a buscar la
prescripción de la acción penal) condice expresamente con el telos inspirador de la ley.
* Se sincera todo el sistema penal en la búsqueda de prevención general y especial,
permitiendo el avocamiento a los casos penales de gravedad, para ser tratados ante el
medio en que debe operar aquella, y ante el sujeto al que debe imponérsele ésta (y no
ante distintos por diluidos en el tiempo por la demora).- * Todo lo expuesto se engarza
explícitamente en los valores constitucionales fundamentales de afianzar la justicia, y
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contribuir a la paz interior, mediante el esperable efecto, benefactor de mejorar la
imagen de los poderes públicos, dando éstos soluciones coherentes y aceptablemente
céleres.- Voto del Dr. Olazabal...Sobre el punto debo hoy en día reconocer que entre
las diversas alternativas que se presentan la que más me satisface es la que podría
denominar como funcionalismo moderado o valorativo, de Claus Roxin. En palabras de
este autor *se debe partir de la tesis de que un moderno sistema del Derecho Penal ha
de estar estructurado teleológicamente, o sea construido atendiendo a finalidades
valorativas...+, teniéndose en cuenta que *...cuando las finalidades rectoras se
convierten directamente en configuradoras del sistema, queda de antemano
garantizada la justicia en el caso concreto en la medida en que ello es posible en un
Derecho vinculado a la ley; ya que toda constelación de casos se reconduce al fin de
la ley. Por la misma razón, el sistema sólo puede descartar aquellas soluciones de
problemas que sean incompatibles con sus fines+, agregando a continuación que *Las
finalidades rectoras que constituyen el sistema de Derecho penal sólo pueden ser de
tipo políticocriminal, ya que naturalmente los presupuestos de la punibilidad han de
orientarse a los fines del Derecho Penal+, para concluir en que *...la dogmática tiene
que ejercer política criminal en el marco de la ley, es decir dentro de los límites de la
interpretación.. (interpretación que)...no puede sustituir las concepciones y finalidades
del legislador por las suyas y tampoco puede, allí donde en la Parte general rige el
límite del tenor literal del principio de legalidad, procurar imponer el fin de la ley en
contra de un tenor literal opuesto a ello+ (*Derecho Penal+-Parte General T.I, Ed.
Civitas, Madrid, 1997, pgs.217 y 225).- ...Aunque muchos son los propósitos que se
pueden considerar perseguidos a través de la implantación de la suspensión del juicio
a prueba, me parece que hay dos que son generalmente considerados como los
esenciales, a saber: el afán de procurar aliviar la saturación de los tribunales
agobiados por el número de causas penales que ante ellos se presentan, y el de evitar
la formal imposición de condenas a individuos que en definitiva y por disposición de la
propia ley penal, no cumplirán las mismas.- Conforme he dicho en otras
oportunidades, la última de las finalidades apuntadas me resulta la realmente
trascendente y justificatoria de la introducción en nuestro sistema de la suspensión del
juicio a prueba, ...Al respecto señalo que de la observación de que en nuestro sistema
penal (como en el francés) coexiste la condenación condicional junto a la suspensión
del juicio, me resulta palmario que esta última no solo ha de tender a evitar el
cumplimiento de penas breves -para ello ya estaría la condenación condicional- sino a
algo más, o algo distinto, y que no puede ser sino lo que en alguna ocasión he
denominado la inútil estigmatización penal que se logra al imponer una condena a una
persona respecto de la que ya se puede apreciar que en definitiva no cumplirá
efectivamente la misma.- Munido de esta conclusión, es que sostengo que no resulta
funcional para ese indiscutible fin de la ley, limitar la procedencia de la suspensión del
juicio a prueba a los casos en que abstractamente se verifique una conminación penal
superior a los tres años de prisión o reclusión, excluyendo de tal modo a aquellos
supuestos en que no obstante esa verificación abstracta sea detectable en el caso
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concreto que el cumplimiento de la condena aplicable podrá ser dejado en suspenso
(aclaro que en mi visión de las cosas, la alusión de la ley 24.316 a la pena de
reclusión, no es óbice para la consideración de la posibilidad de una condenación
condicional, sino que debe asumírsela como una excepción al principio de que no
puede otorgarse respecto de esa pena un cumplimiento en suspenso).- Si en cambio
atiendo al logro de la intención de aliviar la congestionada situación de los tribunales,
observo que en la interpretación que requiere enmarcar todo caso de eventual
procedencia de la suspensión del juicio a prueba en el enunciado del primer párrafo
del artículo 76 bis del Código Penal relativo a que el máximo de la pena
abstractamente apreciable no ha de superar los tres años de prisión o reclusión, las
hipótesis de otorgamiento de suspensión del juicio, se restringen muy notablemente
respecto de la otra tesis antes considerada, restricción que se agrava enormemente si
se llega a considerar que la suspensión tampoco puede concederse cuando es
previsible imposición de pena de inhabilitación, que tampoco lo es cuando en el hecho
intervino algún funcionario público en ejercicio de sus funciones, que no es aplicable
en el régimen penal de estupefacientes y que tampoco lo sería para el régimen penal
del menor. Si todas estas ideas se comparten, el resultado aliviador de la tarea
tribunalicia que puede producir la suspensión del juicio a prueba es prácticamente
nulo, a grado tal que su repercusión hasta sería inadvertible en los propios *delitos
correccionales+ a los que con apreciable frecuencia aludían algunos legisladores como
campo en el que operaría el instituto que creaban. Obviamente, esta consecuencia no
resulta para nada funcional en orden a la finalidad propuesta.- Habiendo del modo
hasta aquí expuesto dado tratamiento a la primera de las cuestiones sometidas a
consideración en este acuerdo, al asumir la segunda debo hacer algunas precisiones.
En principio, y por considerar que la suspensión del juicio a prueba no obstante las
finalidades político criminales que le asigno es un instituto de naturaleza procesal, tal
como lo revela su ubicación en el Código Penal bajo el título *Del ejercicio de las
acciones+ (se manifiesta con esto la comunión de fines que debe existir entre el
derecho sustancial y el procesal), soy de opinión que el consentimiento del Fiscal es
necesario para su procedencia.- No creo en este sentido que el reconocimiento de
fuerza vinculante al dictamen negativo del Fiscal respecto a la procedencia de la
suspensión del juicio a prueba, signifique otorgarle a una parte procesal capacidad de
decidir sobre una cuestión sustancial de la imputación, ya que a mi entender todo lo
que ese pronunciamiento implica es un requerimiento positivo de juicio, para que en su
desarrollo la jurisdicción decida lo que corresponda.- Tengo sin embargo que aclarar
que no todo dictamen Fiscal negativo tendrá la fuerza vinculante antes tratada. La
práctica me indica que en numerosísimas oportunidades los dictámenes se oponen a
la procedencia de la suspensión del juicio pero en razón de asumirse una
interpretación de la ley (vgr. respecto a la pena a tener en cuenta a los efectos de la
procedencia, a la oportunidad de introducción de la cuestión, etc.) que puede ser
distinta a la que adopte el Juez. En estos casos, y convencido como estoy de que los
jueces al momento de interpretar la ley sólo están sometidos a ella y no a opiniones
46
ajenas, tengan éstas el carácter que tengan, el dictamen nunca puede resultar
vinculante para el juez, quien tendrá la vía expedita para resolver conforme
corresponda. Tampoco, por supuesto se le podrá reconocer fuerza alguna a un
dictamen arbitrario y que contrariando las disposiciones legales carezca de la
necesaria fundamentación.-
Capítulo IV
Obstáculos legales
47
Sin autorización de la Cámara a que pertenece, acordada por dos tercios de los
votos de los presentes, no puede ser sometido a proceso penal.
Sin la misma autorización tampoco puede ser detenido, o de alguna manera
restringido en su libertad personal, salvo si es sorprendido en el acto de cometer un
delito que no fuere excarcelable, en cuyo caso se comunicará a la Cámara respectiva,
con sumaria información del hecho, a fin que resuelva sobre la inmunidad del detenido.
La decisión de las Cámaras que disponga la suspensión de la inmunidad puede
comprender también la suspensión en el ejercicio de las funciones del cargo.
Capítulo V
Cuestiones previas y prejudiciales
48
La suspensión no impedirá que se realicen los actos de la Investigación Penal
Preparatoria.-
Art. 16, 251
Capítulo VI
Excepciones
49
pudiendo diferir la redacción de los fundamentos para el día siguiente. La resolución
será apelable.-
Art. 394
TITULO III
La Justicia Penal
Capítulo I
Jurisdicción
50
Artículo 39 - Unificación de penas.- Cuando corresponda la unificación de pena,
se procederá conforme a las disposiciones del Código Penal, por el Tribunal de juicio o
el Juez de la ejecución según corresponda.-
Código Penal.- Art. 58.- Las reglas precedentes se aplicarán también en el caso en
que después de una condena pronunciada por sentencia firme se deba juzgar a la
misma persona que esté cumpliendo pena por otro hecho distinto; o cuando se
hubieren dictado dos o más sentencias firmes con violación de dichas reglas.
Corresponderá al juez que haya aplicado la pena mayor dictar, a pedido de parte, su
única sentencia, sin alterar las declaraciones de hechos contenidas en las otras.
Cuando por cualquier causa la justicia federal, en autos en que ella haya
intervenido, no pueda aplicar esta regla, lo hará la justicia ordinaria nacional o
provincial que conoció de la infracción penal, según sea el caso.
Art. 419 inc. 3º
Capítulo II
Competencia
Sección Primera
Competencia material
Competencia por grado, estado y materia
51
Artículo 42 - División del trabajo de los Jueces penales en razón de la
materia.- Los Jueces penales entenderán en causas que involucren como imputados a
personas mayores de dieciocho años de edad y distribuirán su labor conformando
Tribunales de la Investigación Penal Preparatoria, de Juicio y de ejecución penal. Tal
división de funciones será dispuesta por la reglamentación respectiva.-
Arts. 251 y ss., 307 y ss., 347 y ss., 409
52
Artículo 47 – Determinación de la competencia por la edad - Para determinar la
competencia por razón de la edad, se tendrá en cuenta la fecha de comisión del
hecho.-
Sección Segunda
Competencia territorial
CSJN. “CAMPS, Ramón J. A. 30/12/85. La Ley 1986 E, 251. Consid. 10) que, dadas
las características de las acciones a juzgar que han sido perfiladas en el considerando
precedente, el art. 102 de la C.N. no resulta impedimento para que la pluralidad de
hechos atribuidos al imputado sea sometida en conjunto al conocimiento de una sola
Cámara Federal. Trátase, en efecto de una de las situaciones a las cuales es aplicable
la jurisprudencia sentada a partir de fallos T. 271, pag. 396 y t. 272 pag. 222, según la
53
cual los hechos delictivos se reputan cometidos en todas las jurisdicciones en las que
se ha desarrollado alguna parte de la acción o del resultado, por lo que es preciso que
la elección de alguna de esas jurisdicciones se determine atendiendo a exigencias
planteadas por la economía procesal, a la necesidad de favorecer la buena marcha de
la administración de justicia y, en su caso, a la defensa de los imputados (ver también
fallos t. 284, p. 53, t. 288 pag. 215, 219; t. 290, p. 163; t. 292, p. 530; t. 294, p. 257; t.
298, p. 721; 300, p. 886; t. 302, ps. 1315, 1429)... En otro orden de ideas, los
antecedentes de la norma constitucional aludida, autorizan a expresar que ella se
vincula más allá de su letra, con la posibilidad eficaz de defensa (ver el precepto citado
de la ley 23077), garantía a la cual no es ajena la realización del juicio en el lugar de
arraigo del imputado (art. 35 Cód. Procedimientos en Materia Penal).-
Sección Tercera
Competencia por conexidad y acumulación
54
2) cuando los delitos imputados se afirmaran cometidos simultáneamente por
varias personas reunidas o en distintos lugares y tiempo mediando acuerdo
entre ellas;
3) cuando un delito se afirmara cometido para perpetrar otro, facilitar su comisión o
procurar para sí o para otra persona su provecho o impunidad.-
Arts. 303 inc 10º, 88
Capítulo III
Relaciones Jurisdiccionales
Sección Primera
Cuestiones de Jurisdicción y Competencia
55
Artículo 60 - Oportunidad.- Las cuestiones de competencia podrán ser promovidas
en cualquier estado de la Investigación Penal Preparatoria.-
Arts. 251
56
Las cuestiones propuestas antes de la fijación de la audiencia para el debate
suspenderán el proceso hasta la decisión del incidente, sin perjuicio de que el Tribunal
haga lugar al anticipo de prueba previsto por este Código.-
Art 298
Sección Segunda
Extradición
Capítulo IV
Inhibición y recusación
57
2) tener interés en el proceso, él, su cónyuge o persona con quien mantenga vida
conyugal, o sus parientes en cualquier grado de la línea recta y hasta el cuarto
grado de la línea colateral;
3) ser o haber sido cónyuge o pariente en los grados preindicados con alguno de
los interesados, mantener o haber mantenido vida conyugal, o ser o haber sido
tutor o curador o haber estado bajo tutela o curatela de dichas personas;
4) haber dado recomendación sobre el proceso o haber emitido opinión después
de conocerlo, aunque ello haya sido consecuencia de una disposición legal;
5) tener él o las personas indicadas en el inciso segundo, juicio pendiente iniciado
con anterioridad contra alguno de los interesados en el proceso o sociedad o
comunidad con ellos, salvo los supuestos de sociedad anónima y las que por
sus características no le impidan conocer el proceso con imparcialidad;
6) antes de comenzar el proceso haber sido denunciante, querellante o acusador
de alguno de los interesados o denunciados, o querellado o acusado por ellos,
salvo que circunstancias posteriores demostraran armonía entre ambos;
7) haber sido sometido, como Magistrado y con anterioridad al proceso, a
enjuiciamiento por denuncia formulada por alguno de los interesados;
8) tener con el imputado, el querellante, el ofendido, el damnificado o el
responsable civil, amistad íntima que se exteriorice por frecuencia de trato, o
enemistad grave y manifiesta con los mismos, salvo que proviniera de ataques
u ofensas que se le hubiesen inferido después de comenzada su intervención;
9) haber recibido él, su cónyuge o persona con quien mantenga vida conyugal,
padres, hijos u otras personas que vivan a su cargo, beneficios de importancia
de algunos de los interesados.-
Arts. 91, 186, 307
CSJN. “LLERENA, Horacio Luis 17/05/2005 (La Ley 2006-D 442).- Voto Dr. Petracchi
Consid. 6)...Así, se ha dicho que "no es dudoso que las cuestiones de recusación se
vinculan con la mejor administración de justicia, cuyo ejercicio imparcial es uno de los
elementos de la defensa en juicio" (Fallos: 257:132). De acuerdo con esto, cuando
existen causas graves que inciden en menoscabo del servicio de la administración de
justicia, es admisible garantizar su efectivo amparo en el momento en que se plantea
la cuestión constitucional (Fallos: 306:1392 y sus citas; 314:107 y sus citas; 316:826).
Consid. 7°) Que, en esta misma línea, cuando se ha afirmado que las causales de
recusación son de interpretación restrictiva, se lo ha hecho con un sentido distinto al
que parece haberle otorgado el a quo. En efecto, la necesidad de interpretación
estricta de las causales de recusación no puede ser entendida como un cercenamiento
del derecho a un tribunal imparcial, pues ello sería poner a la ley por encima de la
Constitución. La rigidez de la interpretación se funda, en cambio, en la necesidad de
que tales incidencias no sean utilizadas como instrumentos espurios para apartar a los
jueces naturales del conocimiento de la causa que legalmente les ha sido atribuido
(conf. res. 41/01, expte. 4705/2000 "Cámara Federal de Apelaciones de Rosario s/
informe"), pero en modo alguno ello puede servir para eximir a los jueces del deber de
58
examinar con seriedad los cuestionamientos de las partes respecto de la imparcialidad
de los tribunales ante los cuales han de ser oídas (Fallos: 306:1392). Consid. 8°) Que
el instituto de la recusación tiene como basamento garantizar el adecuado ejercicio de
la función judicial y asegurar a los habitantes del país una justicia imparcial e
independiente, y ello se traduce en la necesaria separación de la causa de aquel
magistrado que no se encuentre en condiciones objetivas de satisfacer tal garantía. De
allí que las causales de recusación no puedan ser interpretadas en una forma rígida y
ritual que desnaturalice su ámbito de aplicación (conf. "Seda S.R.L.", publicado en
Fallos: 316:2603) y las convierta en meras fórmulas vacías e incapaces de subsanar
lesiones evidentes al debido proceso.
59
producción o conocimiento.-
60
sanción de hasta quince días multa si aquélla fuera calificada de maliciosa, de la cual
responderán solidariamente la parte y su letrado.-
TITULO IV
Sujetos del procedimiento
Capítulo I
La víctima
61
Declaración Universal de derechos Humanos: Art. 8 Toda persona tiene derecho a
un recurso efectivo, ante los tribunales nacionales competentes, que la ampare contra
actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la
ley.
Arts. 9, 16, 93, 97, 291, 332
Capítulo II
El Ministerio Público Fiscal
62
Policía en función judicial, siendo responsable de la iniciativa probatoria tendiente a
demostrar la verosimilitud de la imputación delictiva.-
La inobservancia de este precepto podrá ser objeto de sanciones por el superior
jerárquico que corresponda.-
Arts. 16
CSJN. QUIROGA, Edgardo O. 23/12/2004. Fallos 37:5863. Consid. 15. Que, frente a
tales riesgos, la actividad legislativa enfrenta permanentemente el desafío de lograr un
adecuado equilibrio entre un proceso penal "eficiente" y uno que le dé al imputado la
oportunidad de defenderse en un marco de verdadera imparcialidad. En este sentido,
no es nueva la concepción de que la separación funcional entre juzgador y acusador
apunta a lograr esa finalidad. Así, ya Manuel Obarrio, en la Exposición de Motivos del
Código de Procedimientos en Materia Penal decía: "Cuando el acusador arriba a estas
conclusiones [ausencia de prueba suficiente de culpabilidad del procesado], no es
posible entrar al plenario, porque el plenario es un juicio en materia criminal que
participa de la naturaleza del juicio ordinario en materia civil, es decir, es un juicio
seguido entre partes, un juicio contradictorio. Entrar al plenario sin acusador sería lo
mismo que abrir la tramitación de un juicio ordinario civil, sin existir demandante. Sólo
alterando radicalmente el orden natural de los juicios puede sancionarse, en mi
concepto, un hecho que importa una positiva irregularidad en la marcha de los
procedimientos. Por lo demás, la imparcialidad es una de las condiciones de que debe
el juez estar siempre revestido, y esa imparcialidad es inconciliable con las funciones
de la acusación, funciones que vienen en rigor a desempeñar, cuando, a pesar de las
opiniones del ministerio público o querellante particular, manda llevar adelante los
procedimientos y pasar la causa al estado de plenario". Dejando a un lado si dicho
código respetaba tales premisas en toda su concepción, lo cierto es que la noción de
separación entre acusador y juzgador como herramienta para asegurar la
imparcialidad no es novedosa en nuestro medio. En la misma dirección se ha dicho, en
tiempos más cercanos, que "la separación del juez y acusación es el más importante
de todos los elementos constitutivos del modelo teórico acusatorio, como presupuesto
estructural y lógico de todos los demás...La garantía de la separación así entendida
representa, por una parte, una condición esencial de la imparcialidad (terzietà) del juez
respecto de las partes de la causa, que, (...) es la primera de las garantías orgánicas
63
que definen la figura del juez; por otra, un presupuesto de la carga de la imputación y
de la prueba, que pesan sobre la acusación" (Luigi Ferrajoli, Derecho y razón: Teoría
del garantismo penal, Ed. Trotta, Madrid, 1995, págs. 564 y sgtes.). Consid. 18. Que
ello es así por cuanto en el marco de un sistema procesal regido por el principio de
legalidad procesal, en el cual la pretensión penal pública es llevada adelante por dos
representantes del Estado (el fiscal y el juez), la exigencia de que las funciones de
acusar y juzgar se encuentren, al menos formalmente, en cabeza de funcionarios
distintos queda completamente diluida si también el tribunal de alzada puede, en
contra del criterio del Ministerio Público, decidir, por sí solo, que se produzca la
acusación y la apertura del debate. Consid. 19. Que, en efecto, aun en un contexto
normativo limitado a lo que ha dado en llamarse el principio "acusatorio formal" (conf.
acerca de este concepto, Claus Roxin, Derecho Procesal Penal, Editorial del Puerto,
Buenos Aires, 2000, págs. 86 y sgtes.), resulta insostenible que sea el tribunal
encargado de controlar la investigación preparatoria el que pueda ordenarle al fiscal
que acuse. Pues el ejercicio de tal facultad de sustituir al acusador hace que los
jueces, en vez de reaccionar frente a un estímulo externo en favor de la persecución,
asuman un compromiso activo en favor de ella. Tal actitud es susceptible de generar
dudas en cuanto a la imparcialidad con que debieron haber controlado el
procedimiento de instrucción, esto es, permaneciendo "ajenos". Cabe recordar que
este Tribunal ha reconocido desde siempre que el derecho a ser juzgado por los
jueces designados por la ley antes del hecho de la causa (art. 18, Constitución
Nacional) debe ser entendida como sujeta a la garantía de imparcialidad, reconocida
como garantía implícita de la forma republicana de gobierno y derivada del principio
acusatorio (Fallos: 125:10; 240:160), sin restricción alguna en cuanto al mayor o menor
avance de las etapas procesales. Voto Dr. Fayt. Consid. 12)... Es necesario recordar -
en tanto será relevante para la resolución del presente caso-, que en nuestro sistema
de enjuiciamiento penal es el Estado, el que por sí mismo se encarga de la
persecución penal (principio de oficialidad). Por tal razón el principio acusatorio sólo
puede ser concebido en su acepción formal, es decir aquélla según la cual -tal como lo
puso de relieve el señor Procurador General en Fallos: 299:249- "se ponen en manos
de un órgano especial, distinto del que declara el derecho, el cometido de excitar la
jurisdicción mediante el ejercicio de la acción". En efecto, el principio acusatorio
consiste en que juez y acusador no sean la misma persona (entre muchos otros,
Roxin, Derecho Procesal Penal, ed. Del Puerto, 2000, pág. 86). Se trata del
desdoblamiento formal del Estado en dos órganos específicos: uno que acusa y otro
que decide. Si se soslaya, entonces, que en nuestro sistema procesal mediante el
principio acusatorio sólo se pretende proteger la garantía de imparcialidad, aquel
principio corre el peligro de transformarse en una fórmula de la que nada sustancial
puede extraerse. Consid. 34.... Dentro de este marco, y en contra de lo que sostiene el
a quo, no puede haber ninguna duda en cuanto a que la introducción del art. 120 de la
Constitución Nacional señala, en este aspecto, una modificación del paradigma
procesal penal. En efecto, al establecer la independencia y autonomía funcional de
64
dicho organismo, el constituyente ha tomado una clara decisión en favor de una
división rigurosa entre las funciones de promoción y decisión. La constitucionalización
del Ministerio Público entraña entonces el rechazo a que otro órgano que no tenga esa
función constitucionalmente asignada se inmiscuya, en tanto resulta impensable que
de toda atribución conferida expresamente por la Constitución Nacional pueda
implicarse, sin más, una autoridad que destruya, precisamente, los límites de la
concesión. La libertad de los individuos no sólo se vería amenazada cuando los
poderes ejercieran facultades no concedidas, sino también cuando las concedidas
fueran ejercidas por poderes extraños a la concesión (Fallos: 318:1967 "in re"
"Peláez"2). Toda vez que por definición constitucional expresa, es el Ministerio Público
Fiscal el órgano específicamente encargado de la persecución, la norma legal no
puede concederle esa función a otro poder -sea el judicial o cual fuere-, privando de
ella al competente para ejercerla. Consid. 39.... Conforme la norma cuestionada, es la
propia intervención del Ministerio Público Fiscal la que no se encuentra
verdaderamente garantizada, pues su actuar obligado no garantiza al justiciable -"más
allá de lo formal"- su presencia. Si un tribunal es finalmente el que motiva el
mecanismo de consulta -juez de instrucción- y también es un tribunal el que decide
sobre la procedencia de formular la acusación, aunque formalmente lo haga un fiscal,
la decisión del Ministerio Público resulta irrelevante, y no se entiende a qué fin es
consagrada, no ya su autonomía funcional, sino siquiera su existencia constitucional,
al reducir -en el caso concreto- de tal modo su posibilidad de actuación. A su vez, las
cualidades de independencia -no subordinado a otro poder- y de autonomía funcional -
que no recibe instrucciones de ninguna autoridad-, que hoy ostentan jerarquía
constitucional, obliga a considerar inconstitucional cualquier norma inferior, que
consagre precisamente lo opuesto: que otro poder -como el judicial- "aparte" e
"instruya" a los fiscales respecto de una función competencial propia. Así como las
decisiones del Poder Judicial no pueden quedar ligadas a las de otro órgano del
Estado, las peticiones del Ministerio Público, tampoco pueden ser impuestas por otro
poder. Más allá de que la resolución de requerir la elevación a juicio la adopte en
último lugar un miembro del Ministerio Público, la ley ha colocado -en definitiva- la
función de acusar en las manos de un tribunal de justicia, en tanto de conformidad con
la norma en cuestión, para llegar a ese acto fue necesaria la previa decisión de
sostener la acción por parte del órgano judicial. De este modo, corresponde responder
negativamente al interrogante planteado: la sujeción de la fiscalía a esa decisión
judicial, vulnera el mandato constitucional que atribuye al Ministerio Público la función
de "promover la actuación de la justicia" (art. 120 de la Constitución Nacional) y su
correlato respecto del Ministerio Público Fiscal, en la concreta promoción y ejercicio de
2 CSJN. PELÁEZ, Víctor. 318:1967. 19/10/95. El 23/07/92 se publica en un periódico de la Pcia. de Neuquen una solicitada
firmada, entre otros, por Víctor Peláez, en el que hablaba de “la traición de los senadores Nacionales por Neuquen votando leyes
que contrarían los intereses provinciales. La comisión de Asuntos Constitucionales en el dictamen de mayoría propone 48 hs. De
arresto domiciliario, medida que finalmente adoptó la Cámara de Senadores. Interpuesto recurso de Habeas Corpus por Peláez,
la Corte consideró el poder implícito de las Cámaras del Congreso de la Nación para sancionar conductas de particulares se
encuentra circunscripto, en lo que interesa a la solución de esta controversia, a los actos de aquellos que de un modo inmediato
traduzcan una obstrucción o impedimento, serio y consistente, para la existencia de dichos órganos o para el ejercicio de sus
funciones propias.
65
la acción penal pública (ley 24.946). Y, en tanto, existe una disposición constitucional
específica que asigna al Ministerio Público la competencia descripta, el Poder Judicial
es funcionalmente incompetente para adoptarla (conf. doctrina causa "Peláez" ya
reseñada). Voto Dr. Boggiano. Consid. 9. Que establecido que la norma rige el caso
corresponde indagar su compatibilidad con el texto constitucional. La enmienda de
1994 ha establecido que el Ministerio Público queda libre de toda interferencia en su
función de impulsar la acción. En consecuencia, el art. 348 del Código Procesal Penal
ha dejado de guardar coherencia con la Ley Fundamental, pues no sólo concede a los
jueces a la posibilidad de apartar al fiscal sino también de imponerles la obligación de
acusar. El término "instruirá" no deja lugar a dudas en tal sentido, pues, en el contexto
de la norma es evidente que cabe asignarle el sentido propio correspondiente a la
tercera acepción de la palabra "instruir", esto es: "Dar a conocer a uno el estado,
informarle de ella, o comunicarle avisos o reglas de conducta" (Diccionario de la
Lengua Española, Real Academia Española, vigésima edición, Madrid, 1984). En este
último sentido no puede perderse de vista que al no contemplar el Código Procesal
Penal un nueva posibilidad de consulta se sigue que la decisión de la cámara es
vinculante para el fiscal que, así constreñido, ve conculcada su independencia. Consid.
11.... Además, como también sostiene Manuel Obarrio en la nota citada, 'la
imparcialidad es una de las condiciones de que debe el juez estar siempre revestido, y
esa imparcialidad es inconciliable con las funciones de la acusación, funciones que
viene en rigor a desempeñar, cuando, a pesar de las opiniones del ministerio público o
querellante particular, manda llevar adelante los procedimientos y pasar la causa al
estado de plenario'. Los inconvenientes que pudieran producirse como consecuencia
del incumplimiento, aún malicioso de las reglas a que debe sujetarse el desempeño de
los magistrados del Ministerio Público, no pueden resolverse desvirtuando el carácter
no inquisitivo del plenario que consagra la ley adjetiva, sino que han de encontrar
remedio en el ámbito propio de la responsabilidad funcional". Consid. 14. Que este
criterio también brinda una valiosa herramienta para resolver el tema en examen,
máxime teniendo en cuenta la particular característica del procedimiento penal. Acerca
de éste, es doctrina reiterada de esta Corte que en materia criminal la garantía
consagrada por el art. 18 de la Constitución Nacional exige la observancia de las
formas sustanciales del juicio relativas a la acusación, defensa, prueba y sentencia
dictada por los jueces naturales (Fallos: 125:10; 127:36; 189:34; 308:1557, entre
muchos otros). Y esta jurisprudencia guarda estrecho vínculo con la solución adoptada
por esta Corte en distintos precedentes en los que descalificó sentencias
condenatorias sin acusación (conf. causa "Cáseres" registrada en Fallos: 320:1891 y
sus citas). En ese contexto, fácil es advertir que el apartamiento de un miembro del
Ministerio Público en razón de haber expresado su criterio independiente y la
imposición de otro a quien lo sustituye se halla irremisiblemente reñido con el art. 120
de la Constitución Nacional. Voto Dr. Maqueda. Consid. 6. Que el miembro informante
por el dictamen de la mayoría en la convención constituyente al tratar las razones para
incorporar a la Constitución Nacional el artículo antes transcripto, luego de realizar un
66
análisis histórico del Ministerio Público Fiscal, recordó cuatro maneras de comprender
la posición que le corresponde a este órgano "...la primera la ubica en el judicial, la
segunda en la órbita del poder ejecutivo, la tercera emplea el criterio de pertenencia
institucional al Poder Legislativo, y la última es la que postula la necesidad de
articularlo como órgano extrapoder". Luego de ello señaló que a través de una fórmula
sencilla se daba "...cauce a la constitucionalización de un órgano con carácter
independiente de los poderes Ejecutivo y Judicial, y que su incorporación buscaba de
manera terminante [acabar con] la controvertida cuestión de la ubicación institucional
del Ministerio". Agregó que con la fórmula del 120 "...se quiere expresar que [el
Ministerio Público] no tiene que estar sometido al Poder Ejecutivo pero tampoco al
Poder Judicial, ya que tiene que actuar con independencia de los dos". También se
puso de relieve que la reforma se debió también a que "...la ley y los códigos
procesales no han bastado porque siempre se han originado diferencias y distintas
situaciones por esta servidumbre de dos mundos que ha padecido el Ministerio
Público. Era menester zanjar entonces el problema con una norma en el más alto
nivel, a fin de dar por terminada la ardua discusión...". Así pues la "independencia es el
primero de los dotes que se ha querido asignar a este instituto ¿por qué? Porque sólo
será asegurada la defensa del justiciable si el órgano acusador está desvinculado de
los poderes ejecutivo y judicial. Además, esta posibilidad de asegurar la defensa del
justiciable con el más adecuado servicio de justicia tiene que obedecer a otro principio
rector, que es que el funcionario debe tener las garantías necesarias que aseguren su
imparcialidad...Pues bien ¿Cuáles van a ser las funciones que va a tener el Ministerio
Público? En primer lugar, como lo dice el dictamen en consideración, se debe
promover la actuación de la justicia...Además, debe defender la legalidad y...los
intereses generales de la sociedad". Así los constituyentes consideraron que mejor se
sirve a la administración de justicia con un Ministerio Público fuera de ella. Consid.
10.... En efecto, la estricta separación de las funciones de acusar y juzgar responde a
la exigencia estructural de un proceso justo, con reales y eficaces posibilidades de
defensa y jueces lo más desvinculados posibles de los intereses en juego, para que
puedan juzgar con un grado aceptable de imparcialidad. Consid. 16.... Así en el
precedente "Tarifeño" la Corte recordó que "...En materia criminal, la garantía
consagrada por el art.18 de la Constitución Nacional exige la observancia de las
formas sustanciales del juicio relativas a la acusación, defensa, prueba y sentencia
dictada por los jueces naturales. Dichas formas no son respetadas si se dicta
sentencia condenatoria sin que medie acusación" (Fallos: 325:2019). Esa doctrina fue
reiterada luego en "García" (Fallos: 317:2043) y "Cattonar" (Fallos: 318:1234). Consid.
18. Que como corolario de lo expuesto hasta aquí podemos afirmar que restaurar las
potestades del Ministerio Fiscal no sólo implica darle un sentido cabal a la decisión de
los constituyentes de enarbolarlo como un órgano extrapoder, sino que al sacarlas de
las manos de los jueces ello trae aparejado poner al magistrado en un sitio imparcial.
Consid. 19. Que obviamente que el hecho de que los fiscales tengan más poder sobre
la suerte de la acción penal implica temor por la utilización discrecional de la misma,
67
pues cuando deciden no requerir, significa que mediante el sobreseimiento se
beneficiará al sospechoso con la cosa juzgada y la cláusula del non bis in idem en
relación a la hipótesis delictiva investigada. Consid. 21.... Así en antiguos precedentes
la Corte negaba que el ofendido por el delito de acción pública tuviese derecho a
procurar la investigación y castigo del autor del delito, al considerar que esa intención
no constituía "un derecho de propiedad en el sentido de la ley civil" sino una mera
concesión legal -de la ley procesal- susceptible de suprimirse en todo tiempo (Fallos:
243:5), consecuentemente lo "atinente a la obtención de una condena criminal no es
susceptible de amparo en beneficio de los particulares y con fundamento en los arts.
14, 17 y 18 de la Constitución Nacional" (Fallos: 252:193). Ello cambió en el caso
"Santillán" donde el Tribunal expresó que el derecho "a la jurisdicción consagrado
implícitamente en el art. 18 de la Carta Magna...consiste en la posibilidad de ocurrir
ante algún órgano jurisdiccional en procura de justicia y obtener de él sentencia útil
relativa a los derecho de los litigantes...derecho que tiene un alcance coincidente con
el que reconocen los arts. 8°, párr. 1° de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos y 14.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos". Sobre la
base de ello el Tribunal consideró que la absolución dispuesta por el tribunal a pedido
del fiscal sin atender a lo solicitado por el querellante implicó un "serio menoscabo de
los derechos asegurados por la Constitución Nacional, pues al privar al particular
querellante, a quien la ley le reconoce el derecho a formular acusación en juicio penal,
de un pronunciamiento útil relativo a sus derechos, ha dejado a aquél derecho vacuo
de contenido" (Fallos: 321: 2021). Consid. 23.... En síntesis ya no basta contraponer el
interés legítimo estatal con el de la persona que soporta la restricción sino que debe
ponderarse los derechos de las víctimas de los actos cuestionados motivos de la
persecución penal (considerando 16 del voto del juez Maqueda Fallos: 326:2805
"Videla, Jorge Rafael"). Consid. 24. Que por estas razones, en principio no sería
objetable desde un punto de vista de la imparcialidad que el querellante sea el que
reclame ante el tribunal su derecho de elevar la causa a juicio, para ejercitar el
derecho a ser oído en juicio oral y público, que es el verdadero "juicio". Consid. 28....
Cabe tener presente que el deber de fundar implica, según el caso, la valoración de la
prueba, la explicación de cómo se llegó a determinado juicio de valor y la razón de la
aplicación de determinada norma del plexo penal. Consid. 29. Que la necesidad de
fundamentación de los requerimientos del Ministerio Público encuentra sustento
constitucional en el derecho de defensa en juicio y también en la forma republicana de
gobierno. En cuanto al primero, pues quién se encuentra sometido a un proceso penal
ve diezmada su capacidad anímica, afectada su serenidad y confianza de modo que
es necesario que fundadamente se defina su posición frente a la ley y la sociedad
(doctrina de "Mattei" Fallos: 272:188 -LA LEY, 133-414-), en cuanto al principio
republicano, para que quede documentado las razones que tuvieron los fiscales al
formular sus requerimientos (doctrina de Fallos: 302:964). Consid. 31.... Las
Directrices Sobre la Función de los Fiscales dadas por las Naciones Unidas señalan
que ellos "...deberán cumplir sus funciones con imparcialidad, firmeza y prontitud..."
68
(12); y que para ello "el cargo de fiscal estará estrictamente separado de las funciones
judiciales" (10) y que "...No iniciarán ni continuarán un procedimiento, o bien, harán
todo lo posible para interrumpirlo, cuando una investigación imparcial demuestre que la
acusación es infundada..." (14); "...los fiscales prestarán la debida atención al
enjuiciamiento de los funcionarios públicos que hayan cometido delitos, especialmente
en los casos de corrupción, abuso de poder, violaciones graves de derechos
humanos..." (15). "...En los países donde los fiscales estén investidos de facultades
discrecionales, la ley, las normas o los reglamentos publicados proporcionarán
directrices para promover la equidad y coherencia de los criterios que se adopten al
tomar decisiones en el proceso de acusación..." (17) (Directrices Sobre la Función de
los Fiscales, aprobadas por el Octavo Congreso de las Naciones Unidas Sobre
Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, celebrado en La Habana-Cuba
del 27/8 al 7/9/90). Consid. 32. Que, por su parte, la Corte Suprema de Estados
Unidos en el caso "Berger v. United States" ha sostenido que el fiscal debe actuar
tanto con imparcialidad como con firmeza, y que ello en materia criminal implica que
en la persecución criminal no siempre el fiscal debe ganar el caso, sino lograr que la
justicia sea establecida; y que el fiscal como servidor de la ley tiene una doble función
que es que el culpable no escape y que el inocente no sufra (295 U.S. 78, 1935. Dicha
jurisprudencia se ha repetido en "Banks v. Dretke, Director, Texas Department of
Criminal Justice Correccional Institutions Division", pronunciamiento del 24/2/2004;
Srickler v. Greene, Warden, sentencia del 17 de junio de 1999). También se ha dicho
que el fiscal al representar a toda la comunidad, incluye tanto a las víctimas, si las hay,
como al imputado, por consiguiente tiene la obligación de actuar imparcialmente (ver: a
Katherine Golwasser en "Limiting a Criminal Defendant's Use of Peremptory
Challenges: On Simmetry and The Jury in a Criminal Trial", en 102 Harvard Law
Review, 808, pág. 831). Voto Dr.Zaffaroni. Consid. 14. Que siendo el fiscal quien tiene
la tarea de acusar, aún en la etapa preparatoria del proceso, cuando arriba a la
conclusión de que carece de la prueba suficiente para pasar a la etapa de juicio,
desaparece el presupuesto básico de la contienda, toda vez que la acusación, no es ni
más ni menos que el marco referencial que delimita el conflicto y respecto del cual se
establece la estrategia de defensa. Si el acusador declina la prosecución del proceso,
el juzgador no puede suplantarlo en su rol, sin romper el juego de equilibrio entre
partes, resignando la imparcialidad y afectando las garantías que la Constitución
Nacional y la ley consideran vigentes desde la imputación. Ello es así, por cuanto la
acusación constituye un bloque indisoluble que se perfecciona en dos momentos
procesales distintos: el requerimiento de elevación a juicio, que habilita la jurisdicción
del tribunal para abrir el debate y el alegato fiscal solicitando condena, que habilita la
jurisdicción del tribunal a fallar.
69
1) intervenir en todos los recursos que se interpongan por ante la Corte Suprema
de Justicia;
2) dirigir, coordinar y controlar la tarea de los integrantes del Ministerio Público
Fiscal;
3) dictar resoluciones y directivas para el mejor desempeño de la tarea de los
miembros del Ministerio Público Fiscal;
4) fijar las políticas de persecución penal, con arreglo a las leyes, y establecer el
orden de prioridades que deberán atender los Fiscales de Distrito;
5) asignar los Fiscales que actuarán en las divisiones territoriales que se delimiten,
pudiendo disponer el traslado excepcional y transitorio de los mismos para
actuar en divisiones territoriales distintas a la originariamente establecida;
6) proponer a las autoridades competentes las normas reglamentarias del
presente Código y especialmente las relativas al funcionamiento del Ministerio
Público;
Arts. 291, 409, 412, 416
70
que se crearan y/o con la colaboración de la Policía en función judicial. Para ello
solicitarán cuando correspondiera, las medidas que consideren necesarias, ante
los jueces o ante cualquier otra autoridad;
2) entrevistar, cuando fuera necesario, a la persona que afirmara su condición de
víctima o de damnificado por el hecho, así como a todas las personas que
pudieran aportar elementos para el eficiente ejercicio de la acción penal;
3) recibir a quien compareciera espontáneamente a la Fiscalía para aportar alguno
de los elementos reseñados en el inciso anterior, reservando en la oficina el
escrito presentado por el compareciente o el acta sucinta que se labrará al
efecto si el ofrecimiento fuere verbal, correspondiendo a la discrecionalidad
técnica del funcionario la estimación de la pertinencia del aporte;
4) actuar en el juicio oral ante el Tribunal respectivo;
5) velar para que el orden legal en materia de competencia sea estrictamente
observado;
6) vigilar el cumplimiento de las reglas de procedimiento, ejecución de sentencias
penales y leyes que regulan la restricción de la libertad personal;
7) contestar las vistas o traslados que se le corrieran;
8) requerir de los jueces el activo despacho de los procedimientos penales en los
que fueran parte, deduciendo los reclamos pertinentes.-
Arts. 43, 50 y ss., 55 y ss., 62, 69, 135, 214, 215, 217, 219, 223, 224, 225, 240, 243,
251 y ss., 268 inc. 3º, 272, 290, 294, 307 y ss., 312, 324, 327, 339, 340, 342, 346, 374,
424, 431, 439, 443
Reglas de Mallorca Sexto: Todo proceso penal se desarrollará sin dilaciones
indebidas. Los Estados deberán establecer esta obligación en sus legislaciones.
71
El apartamiento será resuelto informalmente por el superior jerárquico previa
averiguación de los hechos que lo fundan y de dar suficiente oportunidad a los
interesados para que se expidan. El criterio para separar al funcionario, se fundará en
razones que hagan a la eficiencia y objetividad en el ejercicio de la función.-
Producido el requerimiento se podrá reemplazar inmediatamente al funcionario
hasta la decisión.-
La resolución no dará lugar a recurso alguno y sólo podrá renovarse el
requerimiento si nuevas circunstancias apoyan el mismo motivo u otro diferente.-
Arts. 68, 97, 117
Capítulo III
El querellante
3 CIDH Caso Bulacio Vs. Argentina Sentencia de 18/09/03. 110. Esta Corte ha señalado en diversas ocasiones
que [e]l Estado parte de la Convención Americana tiene el deber de investigar las violaciones de los derechos
humanos y sancionar a las autores y a quienes encubran dichas violaciones. Y toda persona que se considere
víctima de éstas o bien sus familiares tienen derecho de acceder a la justicia para conseguir que se cumpla, en su
beneficio y en el del conjunto de la sociedad, ese deber del Estado.114.Esta manera de ejercer los medios que la
ley pone al servicio de la defensa, ha sido tolerada y permitida por los órganos judiciales intervinientes, con olvido
de que su función no se agota en posibilitar un debido proceso que garantice la defensa en juicio, sino que debe
además asegurar en tiempo razonable, el derecho de la víctima o sus familiares a saber la verdad de lo sucedido y
que se sancione a los eventuales responsables. 121. A la luz de lo anterior, es necesario que el Estado prosiga y
concluya la investigación del conjunto de los hechos y sancione a los responsables de los mismos. Los familiares de
la víctima deberán tener pleno acceso y capacidad de actuar en todas las etapas e instancias de dichas
investigaciones, de acuerdo con la ley interna y las normas de la Convención Americana. Los resultados de las
investigaciones antes aludidas deberán ser públicamente divulgados, para que la sociedad Argentina conozca la
verdad sobre los hechos (supra 96).
72
CSJN. “EKMEKDJIAN, Miguel c/ SOFOVICH, Gerardo y otros. 07/07/92. Consid. 2)
Que de acuerdo a lo expuesto por el recurrente, lesionado profundamente en sus
sentimientos religiosos, a fs. 84/85 promovió demanda de amparo contra Gerardo
Sofovich, para que se lo condenara a leer en el programa "La Noche del Sábado" -que
se emitía por el canal 2 de televisión-, una carta documento que le remitiera
contestando a Dalmiro Sáenz, quien expresó frases que consideraba agraviantes en
relación a Jesucristo y a la Virgen María, en la audición del sábado 11 de junio de
1988. Que, como la carta no fue leída, debió iniciar juicio de amparo, fundado en el
derecho de réplica que, según su criterio, le concede el art. 33 de la Constitución
Nacional y el art. 14.1 del Pacto de San José de Costa Rica aprobado por ley 23.054 y
vigente para la República Argentina desde el depósito del instrumento de ratificación el
5 de setiembre de 1984. Consid. 6) Que, de manera preliminar, cabe dejar claramente
sentado que en esta causa no se encuentra en tela de juicio que la libertad de prensa,
en su acepción constitucional, es condición necesaria para la existencia de un
gobierno libre y el medio idóneo para orientar y aun formar una opinión pública
vigorosa, atenta a la actividad de los poderes públicos. En tal carácter es un adecuado
instrumento de ordenación política y moral en la Nación. Este pensamiento responde
en última instancia al fundamento republicano de la libertad de imprenta, ya que no
basta que un gobierno dé cuenta al pueblo de sus actos; sólo por medio de la más
amplia libertad de prensa puede conocerse la verdad e importancia de ellos y
determinarse el mérito o responsabilidad de las autoridades intervinientes. Dentro de
ese marco, las empresas periodísticas configuran el ejercicio privado de funciones de
interés social, ya que su actividad está dirigida al bien de la sociedad y por tanto de
todos y cada uno de sus miembros. En tal sentido, esta Corte ha dicho que "entre las
libertades que la Constitución Nacional consagra, la de la prensa es una de las que
poseen mayor entidad, al extremo de que sin su debido resguardo existiría tan solo
una democracia desmedrada o puramente nominal. Incluso no sería aventurado
afirmar que, aun cuando el art. 14 enuncie derechos meramente individuales, está
claro que la Constitución, al legislar sobre la libertad de prensa, protege
fundamentalmente su propia esencia democrática contra toda posible desviación
tiránica" (Fallos: 248:291). Consid. 7) Que en este caso, por el contrario, el núcleo de
la cuestión a decidir radica en la tensión entre la protección del ámbito privado de la
persona de cuanto lesione al respecto a su dignidad, honor e intimidad; y el derecho
de expresar libremente las ideas ejercido por medio de la prensa, la radio y la
televisión. Es decir, se trata del equilibrio y armonía entre derechos de jerarquía
constitucional, y en definitiva, de la tutela de la dignidad humana, en tanto se vea
afectada por el ejercicio abusivo de la información. En particular, corresponde decidir si
el denominado "derecho de réplica o respuesta" integra nuestro ordenamiento jurídico
como un remedio legal inmediato a la situación de indefensión en que se encuentra el
común de los hombres frente a las agresiones a su dignidad, honor e intimidad cuando
73
son llevadas a cabo a través de los medios de comunicación social. Consid. 10) Que,
como ya se señalara, en el análisis valorativo del denominado "derecho de respuesta",
no sólo se encuentra en juego la tutela de la libertad de expresión o el derecho de
imprimir sin censura previa, sino también la adecuada protección de la dignidad, la
honra, los sentimientos y la intimidad del común de los hombres y por consiguiente la
garantía jurisdiccional para el sostenimiento de estos valores de la personalidad,
garantía que puede encontrar un medio apto de ejercicio a través de la rectificación,
respuesta o procedimientos que se aproximen a ese objeto. Ambos valores deben ser
debidamente sopesados, sin perder de vista que, con la respuesta, se trata de
asegurar el derecho natural, primario, elemental a la legítima defensa de la dignidad, la
honra y la intimidad. A que la vida del común de los hombres no sea convertida en
materia de escándalo por el periodista, el comentarista o el locutor de turno. A que su
vida, su privacidad, su honra siga siendo suya; a seguir respetándose a sí mismo.
Consid. 20)... En el supuesto del art. 14.1 su redacción es clara y terminante en cuanto
otorga, en las situaciones que allí se describen, el derecho de rectificación o
respuesta, aunque remitiendo a la ley aquellas particularidades concernientes a su
reglamentación. La norma expresa: 1. "Toda persona afectada por informaciones
inexactas o agraviantes emitidas en su perjuicio a través de medios de difusión
legalmente reglamentados y que se dirijan al público en general, tiene derecho a
efectuar por el mismo órgano de difusión su rectificación o respuesta en las
condiciones que establezca la ley". 2. "En ningún caso la rectificación o la respuesta
eximirán de las otras responsabilidades legales en que se hubiere incurrido". 3. "Para
la efectiva protección de la honra y la reputación, toda publicación o empresa
periodística, cinematográfica, de radio o televisión tendrá una persona responsable
que no esté protegida por inmunidades ni disponga de fuero especial". La
interpretación textual según la cual toda persona "tiene derecho a ..." despejar la duda
sobre la existencia de la alegada operatividad. No sucede lo mismo en otros artículos
en los que se establece que "la ley debe reconocer" (art. 17) o "estará prohibido por la
ley" (art. 13, 5). Consid. 25) Que cualquiera sea el nombre que se le hubiese asignado
a la acción intentada en estos autos, por aplicación del principio iura curia novit, esta
Corte está facultada a superar óbices formales cuando se trata, como en el sub
examine, de una persona que se ha sentido mortificada en sus sentimientos más
profundos por expresiones ínsitamente agraviantes para su sistema de creencias,
considerando la presencia de un acto ilícito o en su caso, de un abuso del derecho. En
sentido estricto, Dalmiro Sáenz con sus expresiones vertidas en la audición de
Gerardo Sofovich -quien posibilitó el uso del medio-, interfirió en el ámbito privado de
Miguel A. Ekmekdjian, conmoviendo sus convicciones más profundas. Esta conducta -
reconocida por el demandado a fs. 102/105- ha interferido arbitrariamente en la vida
ajena, mortificando sus sentimientos, lo que implica un verdadero agravio a un derecho
subjetivo tutelado por el legislador....Debe advertirse -con relación al caso planteado-
que se trata de un derecho subjetivo de carácter especial y reconocimiento
excepcional, que requiere -para habilitar el ejercicio del derecho de rectificación o
74
respuesta- una ofensa de gravedad sustancial, es decir, no una mera opinión disidente
con la sostenida por el afectado, sino una verdadera ofensa generada en una
superficial afirmación sin siquiera razonable apariencia de sustento argumental. En
estas condiciones, la afirmación que provoca la rectificación o respuesta invade, como
ya se dijo, los sentimientos más íntimos del afectado, convirtiéndose así -y tratándose
de un sentimiento o creencia de sustancial valoración para el derecho- en un agravio al
derecho subjetivo de sostener tales valores trascendentales frente a quienes, sin razón
alguna, los difaman hasta llegar al nivel del insulto soez, con grave perjuicio para la
libertad religiosa. Estos extremos quedarán sujetos a la severa valoración del juez de
la causa, aunque no cabe duda de que, en tales condiciones, la ofensa afecta la honra
personal, por tanto a uno de los derechos subjetivos que mayor protección debe recibir
por parte del ordenamiento jurídico. Ejercido este derecho de responder a los dichos
del ofensor, su efecto reparador alcanza, sin duda, al conjunto de quienes pudieron
sentirse con igual intensidad ofendidos por el mismo agravio, en las condiciones que el
legislador establezca -o el juez, frente a la omisión del legislador, estime prudente
considerar- a los efectos de evitar que el derecho que aquí se reconoce se convierta
en un multiplicador de respuestas interminables. Disidencia Dres. Peracchi y Moliné
O’Connor Consid. 19) Que, como ya fuera indicado, es posible derivar en forma directa
del art. 14 del Pacto el derecho de rectificación o respuesta, puesto que se trata de
una norma que establece con nitidez sus perfiles principales. En efecto, el art. 14.1
dispone que "Toda persona afectada por informaciones inexactas o agraviantes
emitidas en su perjuicio a través de medios de difusión legalmente reglamentados y
que se dirijan al público en general, tienen derecho a efectuar por el mismo órgano de
difusión su rectificación o respuesta en las condiciones que establezca la ley". Al
interpretar de buena fe el texto transcripto, conforme al sentido corriente que haya de
atribuirse a los términos del Pacto en el contexto de éstos y teniendo en cuenta su
objeto y fin (confr. art. 31.1 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados), parece evidente que este derecho procede frente a informaciones inexactas
o agraviantes que, además, causen un perjuicio actual y concreto a la persona aludida.
De lo expuesto se desprende que el tipo de información que da origen al derecho de
rectificación o respuesta es aquel que se refiere directamente al presunto afectado o,
al menos, lo alude de modo tal que resulte fácil su individualización. El fundamento de
esta posición reside en que si -por vía de hipótesis- se reconociera este derecho sin el
mencionado "requisito de individualización", se abriría la posibilidad de infinitos
cuestionamientos a expresiones ideológicas o conceptuales que, en definitiva,
afectarían a la libertad de prensa. Libertad cuyo especial resguardo ha asumido la
Corte al grado tal de efectuar cuidadosas precisiones -entre ellas- la establecida en el
caso "Costa", cit., consid. 12. Con base en todo lo dicho, los precisos términos del
Pacto en modo alguno sustentan la posición del recurrente. Ello es así en razón de
que éste en ningún momento fue aludido en el programa "La noche del sábado", de
modo tal que pudiera ser individualizado por los telespectadores (confr. infra, consid.
24). Consid. 20) Que, asimismo, cabe puntualizar que el apelante no ha comprendido
75
lo que es derecho de réplica, pues le asigna un alcance que no encuentra apoyo, ni en
la Convención (como se ha visto), ni en el derecho comparado ni en las Constituciones
de varios Estados provinciales (confr. infra, consids. 21, 22 y 23). Efectivamente, su
institución no ha tenido el propósito de crear un foro al que pueda abordar todo aquel
que crea ver atacados valores, figuras o convicciones a los que adhiera. Aunque sea
muy comprensible el disgusto (o aun la conmoción) que tales ataques -a veces
desaprensivos- puedan producir, lo cierto es que lo que este derecho procura instituir
es un modo de proteger ámbitos concernientes al honor, identidad e intimidad de
personas que han sido aludidas en algún medio de comunicación, permitiéndoles
acceder gratuitamente a ellos para dar su propia versión de los hechos. Consid. 24)
Que lo reseñado resulta suficiente para concluir que también en el derecho comparado
y en las legislaciones provinciales examinadas, por regla se exige -como requisito
mínimo- que éstas contengan la alusión o mención a una persona que, justamente por
ello, es facultada a "responder" o "rectificar". Resulta, entonces, imprescindible que la
persona esté directamente aludida en la noticia, que, de ese modo, pone en cuestión
la mismidad intransferible de aquélla. Se advierte fácilmente que esto hace al meollo
del remedio que se otorga, al que se sacaría de su quicio si se permitiera su utilización
para refutar ataques genéricos a creencias o a valores, con el único requisito de que
alguien adhiriera a ellos. No valdría alegar que, al atacarlos, se afecta profundamente
a la persona adherente. Esta afirmación sólo es verdadera si se limita a traducir los
explicables sentimientos que invaden al hombre cuando se impugna lo que ama, pero
no lo habilita a considerar lesionado el núcleo de su personalidad toda vez que,
genérica e indeterminadamente, se embiste contra las convicciones que profesa. En
todo puede el ser humano depositar sus afectos. Nada hay -en ese sentido- que le sea
ajeno. Pero esa constatación no puede justificar la artificiosa utilización de un
instrumento al que diversos ordenamientos conciben como un remedio singular para
situaciones bien determinadas, en las que lo específico de cada individualidad resulta
comprometido. Por consiguiente, si lo estricta y directamente personal no ha sido
puesto en juego, el interesado deberá obtener satisfacción por otros medios. En el sub
lite el actor expresa que se ha sentido dolido como consecuencia de expresiones
vertidas en un programa de televisión que habrían sido lesivas para la fe católica. Esta
sería, en verdad, la eventual atacada. No lo ha sido, en cambio, el recurrente: éste no
alega que se lo haya mencionado o aludido en el mencionado programa. En
consecuencia, es palmaria la ausencia de legitimación del actor para ejercer el
derecho de rectificación o respuesta en el presente caso. Consid. 25) Que el olvido de
los señalados principios en materia de legitimación para rectificar o responder, se
traducirá en una inevitable mengua de la libertad de expresión que tutela la
Constitución Nacional. En efecto, si se admitiese que cualquiera pueda exigir el acceso
gratuito a los medios de comunicación con el único propósito de refutar los hipotéticos
agravios inferidos a las figuras a las que adhiere o a las opiniones que sustenta, es
razonable prever que innumerables replicadores, más o menos autorizados, se
sentirán llamados a dar su versión sobre un sinfín de aspectos del caudal informativo
76
que -en un sentido psicológico, mas no jurídico- los afectarán. Disidencia del Dr.
Belluccio ... La circunstancia de que todo cristiano haya podido sentirse molesto o
agraviado por expresiones hirientes para los valores que alienta su fe religiosa no
significa que pueda abrirse una acción ejercitable indistintamente por cualquier
persona que profese el cristianismo, pues de lo que se trata es de permitir la respuesta
o rectificación al directamente aludido y no de abrir un debate en el cual cada habitante
de la Nación pueda rebatir las ideas expuestas por otro en un medio de difusión. Una
comprensión diferente del derecho de réplica no sólo se apartaría inequívocamente de
los términos en que lo reconoce la Convención internacional sino que lesionaría
gravemente -además de la reserva consagrada por el art. 19- la libertad de expresión y
el derecho de propiedad consagrados por los arts. 14 y 17 de la Constitución, pues
obligaría a todo propietario de un medio de difusión a admitir un debate abierto sobre
cualquier tema que se hubiera hecho público mediante su utilización, anulando de ese
modo su propia libertad de expresión o la de quienes con su consentimiento utilizan su
medio, y poniendo su propiedad individual al servicio de cualquier miembro de la
comunidad. La pretensión deducida resulta, pues, desde todo punto de vista
inaceptable.
CSJN. GOSTANIÁN, Armando 30/05/2006. Del Dictamen del Procurador que la Corte
hace suyo. ...2. Más allá de las ideas generales expuestas por la recurrente sobre la
división de poderes y el rol de los distintos departamentos del Estado, lo cierto es que
no logra demostrar en concreto por qué la intervención de la Oficina Anticorrupción
impide la defensa del imputado, de qué manera se restringen las garantías y derechos
que le acuerdan las leyes, o, incluso, de qué modo atenta contra el debido proceso la
intervención de un querellante —aunque sea una persona del derecho público— junto
a un fiscal, cuando el procedimiento penal regula esa coexistencia acusadora. ¿Cuál
sería, entonces, la diferencia perjudicial entre un querellante privado y el Estado
cumpliendo ese rol? ¿Qué haya una doble intervención del Estado? Pero, justamente,
con base en el principio de la separación de los poderes, no hay ningún riesgo de que
se confundan el ente ejecutivo y aquél que tiene la titularidad, la potestad exclusiva —y
aun la facultad dispositiva— de la acción penal pública. Tampoco se demuestra que
haya habido una doble persecución penal; por el contrario, las actuaciones de la
Oficina Anticorrupción están agregadas a los autos principales y, por otro lado, el
principio de congruencia evita cualquier desviación o ampliación de la imputación
inicial, por lo que el objeto procesal deberá permanecer idéntico para facilitar la
defensa del imputado.
77
2) una relación sucinta del hecho en que afirma se funda su pretensión y el
carácter que invoca;
3) nombre y apellido del o de los imputados si los conociera;
4) la petición de ser tenido como parte querellante y la firma.-
Arts. 148
78
7) formular acusación;
8) recurrir en los casos, por los medios y en la forma prevista para los
representantes del Ministerio Público;
La intervención como querellante no lo exime del deber de declarar como testigo.-
En ningún caso su actividad estará subordinada a directivas o conclusiones del
Fiscal.-
Arts. 43, 69, 80, 91, 132, 159, 165, 179, 182, 259, 205, 207, 219, 224, 225, 230, 237,
238, 247, 251, 274, 282, 286, 287, 288, 290, 291, 294, 297 y ss., 301, 302, 309, 312,
321, 324, 327, 340, 347 y ss., 364, 383, 401
79
Artículo 98 – Desistimiento.- El querellante podrá desistir de su participación en
cualquier momento, presentando renuncia expresa, aunque quedará obligado a las
costas que su intervención hubiera causado.
Se considerará que ha desistido tácitamente de su intervención cuando, sin justa
causa:
1) no concurra a prestar declaración testimonial o a la realización de cualquier
medio de prueba para cuya práctica sea necesaria su presencia;
2) no asista a la convocatoria formulada por el fiscal según lo dispuesto en el art.
287 de este Código;
3) no asista a la audiencia preliminar, o no acuse válidamente;
4) no concurra a la audiencia de debate, se ausente de ella sin autorización del
Tribunal o no formule conclusiones.-
En lo casos de incomparecencia señalados precedentemente, la existencia de justa
causa deberá acreditarse antes del inicio de la audiencia o diligencia, o en su defecto,
dentro de las cuarenta y ocho horas siguientes.-
El desistimiento será declarado por el Tribunal de oficio o a pedido de parte, e
impedirá toda posterior persecución por parte del querellante, en virtud del mismo
hecho que constituye el objeto de su querella y con relación a los imputados que
participaron en el procedimiento.-
Arts. 296, 301, 309
Capítulo IV
El Imputado
Sección Primera
Generalidades
Artículo 100 - Calidad de imputado.- Los derechos que este Código acuerda al
imputado, podrá hacerlos valer la persona que fuera detenida o indicada como autor o
partícipe de un hecho delictuoso, en cualquier acto inicial del procedimiento dirigido en
su contra y en función de la etapa en que se encuentre, hasta la terminación del
proceso.-
Si estuviera privado de su libertad podrá formular sus instancias ante el funcionario
encargado de la custodia, quien la comunicará inmediatamente al Tribunal
interviniente.-
80
Artículo 101 - Derechos del imputado.- Los derechos que este Código le
acuerda, serán comunicados al imputado apenas nace su condición de tal.-
En la oportunidad que este Código establece, el imputado deberá conocer:
1) la existencia de una causa seguida en su contra con los datos necesarios para
individualizarla;
2) el o los hechos que se le atribuyen y la calificación legal que provisionalmente
corresponda;
3) los derechos referidos a su defensa técnica;
4) que podrá solicitar audiencia a fin de prestar declaración cuando lo estime
conveniente, presumiéndose mientras tanto que ejerce el derecho de
abstenerse a declarar sin que ello signifique ninguna presunción en su contra.-
Arts. 149, 177, 209, 216, 259, 268 inc. 12, 275, 286, 310, 320, 339, 342, 382, 410, 424,
431, 434, 453
Declaración Universal de Derechos Humanos. Art. 10. Toda persona tiene derecho,
en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un
tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y
obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.
Art. 11. 1- Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público
en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa. 2-
Nadie será condenado por sus actos u omisiones que en el momento de cometerse no
fueron delictivos según el derecho nacional o internacional. Tampoco se impondrá
pena más grave que la aplicable en el momento de la comisión del delito.
81
Artículo 104 - Domicilio.- El imputado deberá denunciar su domicilio real y fijar
domicilio legal dentro del radio del Tribunal. Deberá mantener actualizados esos
domicilios comunicando al Ministerio Público Fiscal y al Tribunal, según el caso, las
variaciones que sufrieren.-
La falsedad de su domicilio real así como la omisión inexcusable del informe de las
variaciones serán considerados como indicio de fuga.-
Serán válidas las notificaciones dirigidas al domicilio legal. Si no lo constituyere
dentro del radio del Tribunal, se tendrá por tal el del defensor.-
Arts. 233
82
internamiento a no ser que el mismo imputado con capacidad para hacerlo, consintiese
o los familiares lo autorizasen.
Sección Segunda
Declaración del imputado
Artículo 110 - Validez.- Para no ser invalidada la declaración del imputado deberá
contar siempre con la presencia de su defensor y, antes de comenzar, se le hará saber
que cuenta con el derecho de abstenerse de declarar sin que ello signifique ninguna
presunción en su contra.-
Arts. 245, 248
Reglas de Mallorca. Octavo: 1) La persona sobre la que pesa sospecha de parte de
los órganos de persecución, no podrá ser interrogada sin ser advertida, previamente,
que tiene el derecho a contar con la asistencia de un abogado o aguardar silencio o
abstenerse de declarar contra sí mismo. 2) Asimismo tiene derecho a contar con un
intérprete gratuito en todas las fases del procedimiento. Noveno: 1) El imputado tiene
el derecho irrenunciable a declarar libremente o a guardar silencio sobre los hechos
que se le imputan. No podrá ser constreñido o inducido a confesar mediante violencia,
83
amenaza, engaño, recompensa o otro medio de efecto semejante. Décimo: Las
pruebas obtenidas mediante la transgresión de los derechos consagrados en las
reglas Octavo y Noveno no podrán ser utilizadas en el proceso. Décimo Segundo: 3)
Sólo por decisión judicial debidamente motivada y por un tiempo determinado, se
podrá limitar el derecho del imputado a comunicarse con su abogado. Esta decisión
debe ser fundada en la Ley y basada en especiales circunstancias de concreto peligro
para la seguridad de las personas que provenga de la vinculación del imputado con
una organización delictiva violenta.
CSJN. COLMAN, Francisco y otros. 15/07/38. (181:182). ... Que ambos procesados
manifestaron ante el juez de la causa, que se retractaban de sus confesiones policiales
por haber sido víctimas de violencias por parte del empleado instructor que los
obligaron a decir lo que no era verdad –fs. 103 y 104- y sin embargo, a pesar de lo
categóricamente preceptuado en los arts. 319 y 320 del Código premencionado, no se
intentó siquiera la formación del incidente necesario para comprobar la causa de la
retractación. Es notorio que con frecuencia se arguye por los procesados la violencia
de los instructores policiales y que ello ocurre cuando la incomunicación –legal o
ilegalmente- ha sido infringida y el preso puede ser aleccionado a los fines de
modificar favorablemente las condiciones del proceso; pero eso mismo ha de resultar
del incidente que ordena la ley en resguardo de la verdad y de la justicia, por lo que el
magistrado no puede prescindir de un recaudo de orden público sin incurrir en nulidad
–art. 509-
84
imputado en las actuaciones del proceso no es "prueba" en el sentido de la norma del
caso, cuanto porque constituye corriente y razonable ejercicio de la facultad estatal
investigatoria de los hechos delictuosos. 3° - Que es por tal razón que la jurisprudencia
americana ha decidido que la cláusula que proscribe la autoincriminación no requiere
la exclusión de la presencia física del acusado como prueba de su identidad, como no
impide la obtención y el uso de las impresiones digitales (218 U.S. 245; Corwin: "The
Constitution of the United States", p. 842; Willoughby: "Principles of the Constitutional
Law of the United States", p. 480). 4° - Que en tales condiciones, y habida cuenta de la
naturaleza de la providencia recurrida, la queja debe ser desechada.
85
defecto, cuando el Ministerio Público pueda acreditar sin lugar a dudas que el
procesado renunció libremente a su derecho de contar con un letrado, lo que
evidentemente no ocurrió en el caso. Los principios aquí sentados responden a la
imperiosa necesidad de que el mandato del art. 18 de la Constitución Nacional ("nadie
puede ser obligado a declarar contra sí mismo") tenga efectiva vigencia y no se
convierta en una mera "fórmula verbal" (ver en ese sentido, "Miranda v. Arizona", 384
U.S. 436, 1966)4.
CSJN. AGÜERO CORVALÁN, Jorge R. y otros 09/11/89. Consid 1°) Que mediante la
sentencia de fs. 2675/2687, la Sala Tercera de la Cámara Federal de Apelaciones de
La Plata absolvió libremente de culpa y cargo a Héctor Hugo Noble y Mario Marcelo
Medina Artola en orden a los delitos de asociación ilícita en concurso real con
participación en cohechos reiterados (arts. ss. 210 y 256 del Código Penal); a Jorge
Ramón Agüero Corvalán, por los delitos de asociación ilícita y participación criminal en
cohechos reiterados agravados por haber sido cometidos en unión de subalternos
(arts. 55, 215 y 256 del Código Penal y 519 inc. 3°, del Código de Justicia Militar); y a
Miguel Angel Masciotra como autor del delito de asociación ilícita en concurso real con
participación criminal en cohechos reiterados, falsedad, irrespetuosidad e
insubordinación (arts. 55, 210, 256 y 292, segunda parte, del Código Penal, y arts. 663
y 667 del Código de Justicia Militar). 2°) Que la Cámara llegó a esta conclusión
liberatoria al declarar la nulidad de las manifestaciones de Jorge Daniel Guevara,
Mario Marcelo Medina Artola y Miguel Angel Masciotra, por haber sido vertidas sin las
formalidades del artículo 231 del Código de Justicia Militar. Del mismo modo, declaró
la nulidad de las declaraciones indagatorias de los procesados, al considerar que la
exhortación a producirse con verdad que contempla el artículo 237 del código antes
mencionado, viola la garantía del artículo 18 de la Constitución Nacional, a no ser
obligado a declarar contra sí mismo. 8°) Que, por otro lado, tampoco se advierte
oposición entre los términos del art. 237 y doctrina de esta Corte que emana de los
precedentes registrados en Fallos: 1:350 y 281:177. En el último de ellos, el Tribunal
sostuvo que el juramento "entraña, en verdad, una coacción moral que invalida los
dichos expuestos en esa forma. Pues no hay duda que exigir juramento al imputado a
quien se va a interrogar, constituye una manera de obligarle, eventualmente, a
declarar en su contra. Y la Constitución rechaza categóricamente cualquier intento en
este sentido. La declaración de quien es juzgado por delitos, faltas o contravenciones,
debe emanar de la libre voluntad del encausado, el que no debe siquiera verse
enfrentado con un problema de conciencia, cual sería colocarlo en la disyuntiva de
4 Las advertencias Miranda incluyen cuatro “advertencias” que un oficial de ejecución de la ley debe dar antes de
interrogar a una persona detenida: Que tiene el derecho a permanecer en silencia, que cualquier cosa que diga puede
ser usada en su contra en la Corte, que tiene el derecho a la presencia y asistencia de un abogado y que si ella no
puede costearse un abogado, se le designará uno de oficio. La Corte reforzó estas cuatro medidas con otras: Una
vez que un sospechoso reclama el derecho de permanecer en silencia o de ser asistido por un abogado, todo
interrogatorio debe cesar. Si se toma una declaración sin la presencia de un abogado, el gobierno deberá probar que
se había desistido a sabiendas y con uso de razón. Cualquier declaración tomada en violación de “Miranda” no
podrá ser usada como prueba. Los fiscales, no pueden penalizar el ejercicio de la garantía haciendo comentarios
negativos en juicio acerca del silencia de un imputado.
86
faltar a su juramento de decir la verdad" (cons. 6°). De los términos del art. 237 resulta
suficientemente claro que, además de garantizar al procesado la posibilidad de
negarse a declarar, esa disposición excluye expresamente la posibilidad de exigirle
juramento o promesa de decir verdad, y simplemente hace referencia a una eventual
exhortación a producirse con ella. 9°) Que esta exhortación carece de las
consecuencias jurídicas y morales que la Corte tuvo en cuenta al resolver los fallos
mencionados en el considerando anterior; y si eventualmente, en virtud de esa
formulación ritual, se intentase ir más allá hasta pretender algún tipo de coacción o
amenaza concreta que conspirase contra la garantía de declarar libre de presiones, el
acto así realizado estaría viciado de nulidad por imperio de lo dispuesto por el art. 240
del código mencionado, que obra de este modo como salvaguardia suficiente del
derecho del procesado. 10) Que de las consideraciones precedentes se desprende
que el alcance que el a quo ha dado a la garantía constitucional analizada, para
invalidar el art. 237 del Código de Justicia Militar, trasciende de aquello que involucra
el ejercicio del derecho de defensa en juicio, para extenderlo a un terreno no incluido
en él (confr. en ese sentido, la doctrina de la causa: S. 401.XXI "Schoklender, Sergio
Mauricio", resuelta el 11 de agosto de 1988).
87
relevado en forma expresa del juramento prestado en oportunidad de ratificar la
denuncia, no sólo porque tal afirmación carece de sustento legal sino porque, además,
la diligencia cuestionada se llevó a cabo de acuerdo con lo dispuesto en el Título V,
Libro II, del citado código. 6) Que, en efecto, allí se puso en conocimiento del
imputado, entre los derechos que lo asistían, los de negarse a declarar sin que ello
implicara presunción en su contra y de designar letrado defensor. Posteriormente, al
recibírsele declaración indagatoria ratificó la totalidad de los dichos vertidos en la
causa y solicitó que pasaran a integrar el acto, oportunidad en la que fue
expresamente advertido por el tribunal sobre la naturaleza procesal de la versión
expuesta bajo juramento en presencia de su letrado de confianza, que no efectuó
cuestionamiento alguno. 7) Que es doctrina reiterada de este Tribunal que en materia
de nulidades procesales prima un criterio de interpretación restrictiva y sólo cabe
anular las actuaciones cuando el vicio afecte un derecho o interés legítimo y cause un
perjuicio irreparable, sin admitirlas cuando no existe una finalidad práctica, que es
razón ineludible de su procedencia. En efecto, la nulidad por vicios formales carece de
existencia autónoma dado el carácter accesorio e instrumental del derecho procesal;
exige, como presupuesto esencial, que el acto impugnado tenga trascendencia sobre
la garantía de la defensa en juicio o se traduzca en la restricción de algún otro
derecho. De otro modo, la sanción de nulidad aparecería respondiendo a un
formalismo vacío, en desmedro de la idea de justicia y de la pronta solución de las
causas, en lo que también está interesado el orden público. 9) Que, en tal sentido, es
evidente que la eventual afectación de las garantías protegidas por la Constitución
Nacional, sólo podría producirse si el imputado, al declarar, por omisión de ponerlo en
conocimiento de sus derechos, hubiera confesado una conducta reprochable,
susceptible de configurar una autoincriminación que conduzca a su condena en mérito
a los hechos inconstitucionalmente admitidos (conf. "Miranda v. Arizona", 384 U.S.
463, 1966). Disidencia del Dr. Petracchi. 4) Que si bien es cierto que el "relevar del
juramento" no está expresamente previsto por el ordenamiento procesal, la exigencia
de la cámara tampoco puede ser calificada como un ritualismo vacuo. En efecto,
cuando se plantea una situación como la del sub lite, en la que el sujeto ya declaró
sobre los hechos que lo incriminan bajo juramento o promesa de decir verdad al
ratificar una denuncia, y luego es interrogado en calidad de imputado, es razonable, a
fin de asegurar la libertad de la declaración, considerar (como lo hizo el a quo) que no
es suficiente con comunicarle que "se puede negar a declarar". Pues hacerle saber,
además, que su anterior declaración no es vinculante, garantiza en mejor y mayor
medida que el declarante sea plenamente conciente de las consecuencias de sus
dichos. 5) Que tal es el sentido de la decisión apelada, cuyo fundamento no es el de
que la declaración haya sido coactivamente determinada -como parece entenderlo, por
momentos, el fiscal-, sino la imposibilidad de tener la convicción contraria, pues, según
se dijo, el imputado no fue relevado del juramento que prestara en su oportunidad.
Frente a ello, carece de todo sustento el agravio del Ministerio Público relativo a la
ausencia de perjuicio de la nulidad decretada. Al respecto, resulta sorprendente la
88
argumentación del apelante orientada a inferir que Bianchi no se sintió obligado por su
anterior promesa, a partir de la circunstancia de que en todas sus declaraciones
posteriores ratificó los dichos de la primera, pues, justamente, el efecto de una
declaración juramentada es la imposibilidad de modificarla con posterioridad. Del
mismo modo, considerar suficiente para subsanar retroactivamente el vicio de la
declaración de fs. 126, la vacía constancia asentada en una declaración posterior
(indagatoria, fs. 184) con relación a que se le advirtió al procesado acerca del "carácter
procesal" de la prestada como denunciante, en modo alguno convierte la decisión
recurrida en irrazonable. Pues a tal expresión, por cierto, no cabe atribuirle, sin más ni
más, el efecto de liberar al imputado de las consecuencias del juramento ya prestado.
6) Que, en tales condiciones, la situación planteada es análoga a la suscitada en la
causa "Acosta" (Fallos: 323:929), y me remito, en lo pertinente, a lo que expresara en
mi disidencia en dicho fallo. Por lo tanto, y más allá de su acierto o error, la decisión de
la cámara no puede ser calificada de arbitraria.
CSJN. VAZQUEZ FERRÁ, Evelyn Karina s/ Inc. Apelación. 30/09/03 Voto Dr.
Maqueda Consid. 15. Que tanto la cuestión referente a la adopción de medidas
compulsivas para los procesados, así como el alcance que debe darse a ese tipo de
disposiciones judiciales, han sido considerados por esta Corte al puntualizar que la
prohibición de autoincriminación del art. 18 de la Constitución Nacional se refiere a las
comunicaciones o expresiones que provienen de la propia voluntad del imputado lo
cual no incluye los casos en que cabe prescindir de esa voluntad, entre los cuales se
encuentran los supuestos en que la evidencia es de índole material (Fallos: 255:18 y
sus citas; 318:2518, consid. 9° y 320:1717, consid. 8°). En suma, lo que se prohíbe en
estos casos es la compulsión física o moral para obtener declaraciones emanadas del
acusado mediante la fuerza y no la exclusión de su cuerpo como evidencia material en
un juicio (conf. voto del Justice Oliver Wendell Holmes en Holt v. U.S. 218 U.S. 235,
252; 1910). Consid. 16. Que ese criterio fue específicamente aplicado por la Corte
Suprema de los Estados Unidos de América en la causa "Schmerber v. California"
(384 U.S. 757, 761, 1966) en la cual ese tribunal postuló que la protección contra la
autoincriminación de la Quinta Enmienda custodia al acusado sólo de ser compelido a
testificar contra él mismo, o de permitirle al Estado que se provea con evidencia de
una naturaleza comunicativa o testifical, mientras que la extracción de sangre y el uso
de su análisis no envuelve el concepto de compulsión a estos fines (posición que ha
sido mantenida en diversos contextos en las causas "United States v. Wade" 388 U.S.
218, 222 (1967); "Gilbert v. California" 388 U.S. 263, 266 (1967); "Couch v. United
States" 409 U.S. 322 (1973); "United States v. Dionisio" 410 U.S. 1, 7 (1973); "Fisher v.
United States" 425 U.S. 391 (1976); "Doe v. United States" 487 U.S. 201, 210 (1988);
"Skinner v. Railway Labor Executive Assn" 489 U.S. 602, 617 (1989); "Pennsylvania v.
Muñiz" 496 U.S. 582, 589 (1990) y "Vernonia School District 47 J. v. Acton" 515 U.S.
646; 1995). 17. Que en similar sentido la Corte Europea de Derechos Humanos ha
señalado en la decisión "Saunders v. The United Kingdom" del 17 de diciembre de
89
1996 (23 EHRR 313, ps. 337-340, 1997) que "el derecho a la no autoincriminación...
se refiere primariamente a la voluntad del acusado en mantenerse en silencio". Por
consiguiente, no se extiende al uso de material proveniente de procedimientos
criminales que pueda ser obtenido del acusado a través del uso de poderes
compulsivos pero que tienen una existencia independiente de la voluntad del sujeto,
como, entre otros, las pruebas adquiridas como consecuencia de un mandato judicial
que disponga la extracción de sangre y tejido corporal con el propósito de efectuar un
examen de ADN. Consid. 18. Que un criterio semejante ha sido utilizado por el
Supremo Tribunal Constitucional Español (sentencia 103/ 1985) en cuanto resolvió que
el deber de someterse al control de alcoholemia no puede considerarse como contrario
al derecho a no declarar y a declarar contra sí mismo y a no confesarse culpable, pues
no se obliga al acusado a emitir una declaración que exteriorice un contenido,
admitiendo su culpabilidad, sino a tolerar que se le haga objeto de una especial
modalidad de pericia, exigiéndole una colaboración no equiparable a la declaración
comprendida en el ámbito de los derechos proclamados en los arts. 17.3 y 24.2 de la
CE.
90
posible establecer siquiera si existió o no alguien a quien ella correspondiese y menos
aún suponer su identidad. De hecho, los antecedentes concretos del "sub judice"
muestran que el menor hallado en estado de abandono habría nacido en octubre de
1976 (ver peritaje de los médicos forenses glosado a fs. 10 del expediente tutelar), en
tanto que el niño a quien presuntamente aluden las declaraciones testimoniales
reunidas en la causa en trámite ante el juez federal (ver. fs. 267, 274, 276, 338, de la
causa 9784) y al que se supone destinatario del documento falsificado, habría nacido
en julio de 1976. No menos indicativo es el resultado al que se arribó en la causa
donde se investigó el delito previsto en el art. 138 del Cód. Penal (ver causa 2868,
donde recayó sobreseimiento provisional a fs. 68/69). Es claro, en todo caso, que el
objeto de averiguación posible en la causa que tramita ante la justicia federal -falsedad
ideológica de documento de identidad-, es separable de las otras circunstancias hacia
las cuales se ha procurado orientar la investigación, esto es, un hipotético parentesco
de sangre entre el menor abandonado -luego adoptado por el recurrente- y su esposa.
Trátase de hechos diversos, y el resultado probatorio respecto del último no aparece
relevante en relación al primero, que es, en rigor, el único objeto del sumario. Consid.
15) Que las normas que confieren atribuciones amplias a los jueces para disponer
medidas de prueba, deben entenderse razonablemente dirigidas a la averiguación de
los hechos presuntamente delictivos que constituyen el objeto sumarial (vgr. arts. 178
y 180, Cód. de Proced. en Materia Penal), y no otros cualesquiera. Así lo corrobora el
art. 322 del mismo Código ritual, al exigir que el hecho o circunstancia sobre el que ha
de recaer el examen pericial sea "pertinente a la causa". Las normas antedichas,
tampoco admiten una interpretación aislada, sino sistemática, dentro del contexto del
orden jurídico vigente. Por eso, no parece admisible que una investigación sobre la
verdadera filiación de un menor adoptado bajo el régimen de la adopción plena, pueda
tener lugar con base en la sola aplicación mecánica de reglas procedimentales del
fuero penal -como sugiere la resolución del a quo-, exorbitando su sentido y
poniéndolas en contradicción con normas de fondo como las contenidas en los arts. 14
a 19 de la ley de adopción 19.134, que regulan esa situación jurídica en forma
específica. Consid. 16) Que una inteligencia de esa índole tornaría ineficaces las
directivas del legislador en materia de adopción plena, precisamente en un punto que
aquél parece haber estimado como esencial para preservar la virtualidad del instituto.
Este ha sido moldeado con perfiles semejantes a los que exhiben otras figuras
conocidas en el derecho comparado: la llamada "legitimación adoptiva", introducida en
Francia por un decreto-ley del 29/7/39, cuya característica esencial fue la inserción del
hijo adoptivo en la familia de sus padres y la ruptura de los vínculos con su familia de
sangre (ver: George Ripert y Jean Boulanger, "Tratado de derecho civil" --según el
Tratado de Planiol--; Ed. LA LEY, Buenos Aires, 1963, t. III, núm. 1969 en p. 127 y
núm. 2020 y sigtes. en ps. 159 a 168, figura que a partir de la ley 66.500 del 11/7/66
dio paso a la "adopción plena" incorporada en los arts. 343 y sigtes. del Cód. Civil, por
la cual se confiere el adoptado una filiación que sustituye a la de origen (art. 356; Petits
Codes Dalloz, París, ed. 1976-1977); régimen similar ofrece la "adopción plena"
91
legislada en los arts. 1979 y sigtes. del Cód. Civil de Portugal (ed. actualizada y
anotada por Rabindranath Capelo de Sousa y José A. de Franca Pitao, Livraria
Almedina, Coimbra, 1979), que una vez decretada impide establecer o probar la
verdadera filiación del adoptado (art. 1987, confr. decreto-ley 496 del 25/11/77); y la
misma orientación legislativa se concretó en Italia por la ley 431 del 5/6/67 que
modificó el art. 314 del Cód. Civil de 1942 (ed. del "Códice Civile" comentada con
jurisprudencia a cargo de Mario Abate, Pietro Dubolino, Gualttiero Mariani, Ed. La
Tribuna, Piacenza, 1980) y dispuso que por efecto de la adopción especial el adoptado
adquiere el estado de hijo legítimo de los adoptantes y cesan sus vínculos con la
familia de origen, salvo lo concerniente a los impedimentos matrimoniales y las normas
penales que se fundan en la relación de parentesco (arts. 314/26). La legislación civil
española, mediante las reformas introducidas por sucesivas leyes en 1958, 1970 y
1981 consagra también la "adopción plena", con efectos similares a los señalados (ver:
Luis Díez-Picazo y Antonio Gullón "Sistema de derecho civil", vol. IV -Derecho de
familia y Sucesiones-, cap. 36, p. 302, 3ª, ed., Ed. Tecnos, Madrid, 1986). Consid. 17)
Que el rasgo común en esa corriente legislativa -en la que cabe incluir a nuestra ley
19.134- ha sido la finalidad de proteger a la infancia abandonada y preservar
primordialmente el interés del menor a desarrollarse en el seno de una familia donde
sea destinatario de vínculos afectivos, como señaló la Corte de Casación italiana en
sentencia del 5 de enero de 1972 (nota de jurisprudencia al art. 314/2 en la edición
antes citada del "Codice Civile", p. 152); la ley, añadió, no reconoce un derecho
intangible de los padres respecto de su propia prole cuando el interés de ésta resulta
claramente comprometido en relación a otras alternativas más satisfactorias. Dentro de
ese contexto, la ruptura del vínculo de sangre que estos regímenes prevén, aparece
como una consecuencia determinada por la voluntad legislativa de tutelar, por todos
los medios posibles, tanto al adoptado, sujeto de la asistencia, como a aquellos que lo
asisten y que tienen el derecho de asistirlo y educarlo exclusivamente, sin la peligrosa
interferencia de quien abandonó al menor y no cuidó de él por largo tiempo (ver:
Guiseppe Tamburrino, "Lineamenti del nuovo diritto di famiglia italiano", párag. 122, p.
387 Unione Tipográfico-- Ed. Torinese, Torino, 1978. 18) Que una interpretación
adecuada a los principios que informan este instrumento legal -de similar alcance en
los diversos ordenamientos que lo han incorporado- exige mantener inalterada la
consecuencia antedicha. Proceder de otro modo significaría devaluar, en su profundo
sentido ético y en su eficacia social, el instituto de la adopción, desalentando a quienes
estén dispuestos a recurrir a él como una forma acabada de solidaridad y amor al
prójimo que les permite legar plenamente al niño que acogen en su hogar esa valiosa
herencia formada por el patrimonio afectivo, moral e intelectual de que lo hacen
partícipe. Por eso, toda vez que en autos no se halla en tela de juicio la validez de la
adopción, preciso es concluir que rige en toda su plenitud lo establecido por el art. 19
de la ley 19.134, que veda toda acción que tienda al restablecimiento o a la
averiguación del vínculo de sangre del adoptado. Esa disposición legal no puede ser
ignorada ni postergada bajo pretexto de la investigación de un delito por la justicia del
92
crimen, si éste no pone en cuestión ni está directa e inmediatamente ligado a la validez
del título que sustenta la adopción. Y no es dable admitir que, desde una situación de
falsedad documental -probada en el juicio y a la que son ajenos los adoptantes-, se
procure remover una sentencia civil sustentada en los principios de la adopción plena,
máxime cuando siempre queda abierta la posibilidad de demandar su nulidad en la
sede debida, si existieren los presupuestos de hecho para ello (confr. doctrina de la
causa S.496.XXII. "Incidente tutelar de R. P. S.", sentencia del 5/9/89, voto de la
mayoría, consid. 9°, último párrafo). Consid. 20) Que, en este orden de ideas, resulta
necesario destacar que la cuestionada diligencia importa someter a un menor de edad
que no es víctima del hecho de esta causa, y a quien no se imputa acto jurídico
alguno, a una extracción compulsiva de sangre, vale decir, a una prueba que
presupone ejercer cierto grado de violencia -por mínima que sea- sobre su cuerpo, lo
que de por sí invade su esfera íntima, restringe su libertad en cuanto más tiene ella de
esencial -esto es la disponibilidad del propio cuerpo-, y comporta una lesión a la
integridad física del niño, bien jurídico este último que la doctrina del tribunal -en punto
al resarcimiento del daño causado- estima susceptible en sí mismo de tutela (confr.
Fallos: 308:1109; sentencia del 23/5/89 "in re": "Levaton, David c, Sindicato de
Encargados y Apuntadores Marítimos", L. 264.XXII.). Consid. 21) Que tan graves
consecuencias no encuentran, sin embargo, un respaldo legal que las legitime. Por el
contrario, es posible extraer del orden jurídico vigente principios diversos que
conducen a descalificarlas. En ese sentido, como una pauta derivable del art. 19 de la
Constitución Nacional, el art. 910 del Cód. Civil expresa: "Nadie puede obligar a otro a
hacer alguna cosa, o restringir su libertad, sin haberse constituido un derecho especial
al efecto", regla ésta que se complementa con otra directiva genérica contenida en el
art. 629 del mismo Código que, cuando se trata del deber jurídico de realizar un hecho,
excluye la ejecución forzada cuando "fuese necesaria violencia contra la persona del
deudor". En el marco de las pruebas admisibles dentro de un proceso judicial, el art.
378 del Cód. Procesal excluye aquellos medios susceptibles de afectar la moral y la
libertad personal de los litigantes o de terceros; asimismo, el Código de
Procedimientos en Materia Penal exige, para admitir la confesión del procesado, que
no medie violencia, intimidación ni otras deficiencias que afecten la voluntariedad del
acto (art. 316) y, al reglar el procedimiento en materia de falsificación de documentos
públicos y privados, admite la negativa del requerido a rubricar o reconocer el
documento argüido de falso o a formar cuerpo de escritura (arts. 607 y 608). Si bien el
proceso penal ofrece características propias, por la incidencia del interés de la
sociedad en la investigación y castigo de los delitos, ese interés no justifica que, para
colectar pruebas incriminatorias, pueda perpetrarse un atentado a la integridad física
de una persona, que no es imputada ni víctima del hecho de esta causa. Consid. 22)
Que, con mayor especificidad, el art. 4° de la ley 23.511, precepto en el cual se
basaron en autos tanto el ministerio fiscal para solicitar la prueba de
histocompatibilidad, como el juez, para ordenarla, expresa textualmente que: "La
negativa a someterse a los exámenes y análisis necesarios constituirá indicio contrario
93
a la posición sustentada por el renuente". Este párrafo, como bien señala el apelante,
indica la facultad del interesado de negarse a que se le practiquen las pruebas
hematológicas a las que alude la ley y, por necesaria implicación, la imposibilidad de
proceder compulsivamente con ese propósito. En el caso, puesto que se trata de un
menor impúber, la decisión corresponde a su representante legal (confr. arts. 56, 57,
inc. 2°, 62, Cód. Civil; conc. art. 44, inc. b, ley 22.990; ver: Alfredo Orgaz, op. cit., p.
140, apartado 'a'), condición que reúne el recurrente. Este se encuentra legitimado
para manifestar su conformidad o disconformidad con el acto de extracción de sangre
que se pretende llevar a cabo respecto del menor, pues se halla en ejercicio de la
patria potestad sobre él, por habérsele concedido su adopción plena mediante
sentencia firme, con los alcances previstos en los recordados arts. 14 a 19 de la ley
19.134 y los arts. 240, 264 y ss. del Cód. Civil, conforme a la redacción establecida por
la ley 23.264. Consid. 24) Que, por las razones precedentemente expuestas, la
decisión del a quo, en tanto deja subsistente la medida ordenada por el juez de la
causa que consiste en practicar compulsivamente una prueba hematológica sobre un
menor no imputado en el proceso, haciendo caso omiso de la oposición manifestada
por su representante legal, debe ser revocada por no constituir una derivación
razonada del derecho vigente con aplicación a las peculiares circunstancias que el
caso ofrece, lo que afecta de un modo directo las garantías tuteladas por los arts. 18 y
19 de la Constitución Nacional que el recurrente invoca. Disidencia Dr. Fayt: Consid. 5)
Que lo dispuesto por el art. 19 de la Constitución Nacional el sentido de que "ningún
habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo
que ella no prohíbe", presenta para su interpretación y aplicación una especial
dificultad en el caso de los incapaces de hecho. Esto porque su voluntad propia no
resulta decisiva en la producción de actos jurídicos, para lo cual la ley los provee de
representantes. Si se tiene en cuenta la primera parte del citado artículo, puede
afirmarse que su sentido general es el respeto por la esfera de decisión del individuo,
sólo coercible por la ley. Cuando por mandato de la misma ley el individuo no se
gobierna a sí mismo es difícil determinar, atendiendo a la razón de ser de la cláusula
constitucional, cuál es el valor concretamente tutelado por ella. Consid. 6) Que es
dable presumir que en tales situaciones se atienda a la partición que ella hace entre lo
que está bajo la autoridad de los magistrados y las acciones privadas de los hombres,
reservadas a Dios, entre lo que la ley impone y lo que el hombre decide. No es
aventurado afirmar -al menos en lo que a la solución del caso interesa- que hay una
zona de intimidad y otra pública. Abrir juicio sobre dónde reside la zona de intimidad de
quien no puede decidir eficazmente según su propia voluntad lleva inevitablemente a
indagar por las normas legales que dan origen a tal restricción y su sentido. En el
caso, en que está de por medio un menor de edad, lo que ello procura es evitar los
efectos que de lo contrario tendría la falta de un adecuado discernimiento en la
producción de actos jurídicos. Esta falencia es suplida mediante la institución de
representantes, como lo es el adoptante, y la intervención del ministerio público y de
los jueces en determinadas circunstancias. También prevé la ley la posibilidad de que
94
en ciertas circunstancias, cuando los intereses del representante y los del menor sean
divergentes, se aparte al representante a los efectos de determinados actos jurídicos.
Consid. 7) Que es claro entonces que lo que la ley privilegia es el interés del menor.
De ninguna manera confunda este interés con el del representante cuyas atribuciones
no llegan por otra parte a suplir la voluntad del menor en la producción de actos tales
como los personalísimos. De allí que cabe concluir que los menores sólo pueden, en
un sentido estricto, ser titulares de derechos, a cuya protección concurren sus
representantes, el ministerio público y los jueces, y nunca objeto de derechos de
terceros, sean éstos sus padres o sus adoptantes. Los derechos de estos últimos,
extensos y respetables, que van desde la elección del nombre hasta decisiones sobre
la educación, hallan siempre un límite cuando el interés del menor aparece afectado.
Este interés entonces, por el que velan la sociedad y la ley es el norte que debe guiar
lo que se decida en relación a ellos. Consid. 8) Que en el caso concreto no parece que
la obtención de la prueba cuestionada sea traumatizante de por sí. También es
evidente que sólo en el interés del menor puede resultar lo que haga a la
determinación de su identidad. Cabe afirmar como principio que nada duradero parece
poder fundarse a partir de la ignorancia consciente de la verdad, por lo que cabe
valorar positivamente la producción de la prueba en cuestión que puede conducir, en
el caso, a aquélla. Disidencia Dr. Petracchi. Consid. 4) Que, por la forma en que el
recurso ha sido concedido, no le compete a esta Corte abordar lo concerniente a la
relación que la medida ordenada por el juez de primera instancia pueda tener con el
objeto del proceso que ante aquél se sustancia, razón por la cual el tema al que se
ceñirá el Tribunal será el relativo a las garantías constitucionales -"en especial", como
consigna el a quo, "la consagrada en el art. 19 de la Constitución Nacional"- que el
apelante dice violadas por la decisión impugnada. Consid. 5) Que, desde esta
perspectiva, el argumento central del recurrente se orienta a resaltar la improcedencia
de la resolución judicial que ordena extraer sangre a un ser humano -en el caso, el hijo
adoptivo de quien hace el planteo- "contra su voluntad". La postura obligada, por lo
tanto, como paso previo e insoslayable, a determinar si la exteriorizada negativa del
representante legal (padre adoptivo) a la realización de la prueba, importa un
adecuado ejercicio de la representación que ejerce, de modo tal que su voluntad
pueda ser considerada vinculante para su representado (menor). Sólo una respuesta
afirmativa a la cuestión planteada obligaría a evaluar la siguiente, a saber: si la
voluntad de un sujeto no procesado, renuente a consentir la prueba en cuestión,
prevalece o no sobre el imperio judicial del magistrado que la ordenó, a la luz de los
principios que informan nuestra Ley Fundamental. Consid. 6) Que la representación es
el medio por el cual el ordenamiento positivo permite suplir la situación de inferioridad
de los incapaces, autorizando a otros a ejercer los derechos y facultades de cuyo
ejercicio -con finalidad exclusivamente tuitiva- se los priva. Consid. 7) Surge, entonces,
de su propia razón de ser, que no constituye un fin en sí misma, sino un instrumento
que el legislador ha instituido para el solo beneficio de los incapaces, a los que supone
protegidos, amparados, tutelados por la acción de los representantes que, por
95
hipótesis, buscarán lo más acorde con el interés en cuyo nombre actúan. Prueba de
ello es que la ley los aparta cuando sus intereses entran en oposición con los de los
representados, situación para la cual se prevé la designación de tutores o curadores
especiales (arts. 61 y 397 Cód. Civil). Consid. 8) Que, por lo dicho, dadas las
características del "sub examine", sería insuficiente limitarse a constatar que el padre
adoptivo es el representante legal del menor y que ha entendido -al oponerse a la
prueba de histocompatibilidad- actuar dentro del ámbito de las atribuciones que le
confiere ese carácter. La finalidad que justifica y da sentido a una representación de
esta especie, obliga a superar los aspectos meramente extrínsecos para poder
apreciar los esenciales, atinentes a los derechos básicos, de raíz constitucional, de los
que es titular el menor y que son puestos en juego por la cuestión planteada. Consid.
9) Que, en este punto, conviene recordar que el art. 33 de la Carta Magna dispone
que: "Las declaraciones, derechos y garantías que enumera la Constitución, no serán
entendidos como negación de otros derechos y garantías no enumerados, pero que
nacen del principio de la soberanía del pueblo y de las formas republicanas de
gobierno". Los redactores de la norma (fruto de la reforma de 1860) quisieron que no
quedara duda en cuanto a que los derechos constitucionales no eran una enunciación
cerrada. La comisión que dio razón del texto que en esta parte se proyectaba agregar
(Mitre, Vélez Sarsfield, Mármol, Obligado y Sarmiento) destacó que: "Los derechos de
los hombres que nacen de su propia naturaleza, como los derechos de los pueblos
que conservando su independencia se federan con otros, no pueden ser enumerados
de una manera precisa. No obstante esa deficiencia de la letra de la ley, ellos forman
el derecho natural de los individuos y de las sociedades, porque fluyen de la razón del
género humano, del objeto mismo de la reunión de los hombres en una comunión
política y del fin que cada individuo tiene derecho a alcanzar". Más adelante se
agregaba que: "Una declaración de los derechos intransmisibles de los pueblos y de
los hombres en un gobierno que consiste en determinados poderes limitados por su
naturaleza, no podía ni debía ser una perfecta enumeración de los poderes y derechos
reservados. Bastaba en todas cosas algún ejemplo, la enumeración de determinados
derechos reservados, sin que por esto, todos los derechos de los hombres y de los
pueblos, quedase menos asegurados que si estuviesen terminantemente designados
en la Constitución: tarea imposible de llenarse por los variados actos que pueden
hacer aparecer derechos naturales, así en los individuos como en la comunidad". Al
tratarse el punto en la sesión del 1 de mayo de 1860, al refutar a Esteves Saguí --que
consideró superfluo nuestro actual art. 33-- dijo Vélez Sarsfield: "Se cree suplirlo por el
artículo que dice: Nadie será obligado a no hacer lo que la ley no prohíbe. Entre tanto,
el artículo en discusión dice otra cosa muy distinta, refiriéndose a los derechos
individuales. Esos derechos son superiores a toda Constitución, superiores a toda ley y
a todo C.L. y tan extensos que no pueden estar escritos en la Constitución y para
determinarlos de una manera general el artículo de la reforma dice: No solamente esos
derechos, sino todos los derechos naturales, de los hombres o de los pueblos aunque
no estén enumerados en la Constitución se juzgan reservados, como que no se
96
pueden enumerar todos los derechos que nacen de la naturaleza del hombre y del fin y
objeto de la Sociedad y de la soberanía del pueblo. El diputado que acaba de hablar
dice: Nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda; pero la reforma de la
Comisión dice más, que los hombres no sólo tienen los derechos que determina la
Constitución sino todos los derechos naturales aunque no se hallen consignados en la
Constitución" (confr. Ravignani, Emilio "Asambleas Constituyentes Argentinas", t. IV, p.
772 y 883/884, Buenos Aires, 1937, citado "in re": S. 454.XXI, "Sánchez Abelenda,
Raúl c/ Ediciones de La Urraca S. A. y otro", sentencia del 1/12/88 --La Ley, 1989--B,
551--, voto del juez Petracchi). Consid. 10) Que, entre ellas, debe -sin duda- incluirse
el derecho de toda persona a conocer su identidad de origen. En efecto, poder conocer
su propia génesis, su procedencia, es aspiración connatural al ser humano, que
incluyendo lo biológico, lo trasciende. Tender a encontrar las raíces que den razón del
presente a la luz de un pasado que -aprehendido- permita reencontrar una historia
única e irrepetible (tanto individual como grupal), es movimiento esencial, de dinámica
particularmente intensa en las etapas de la vida en las cuales la personalidad se
consolida y estructura. El normal desarrollo psicofísico exige que no se trabe la
obtención de respuesta a esos interrogantes vitales. La dignidad de la persona está en
juego, porque es la específica "verdad personal", es la cognición de aquello que se es
realmente, lo que el sujeto naturalmente anhela poseer, como vía irremplazable que le
permita optar por proyectos de vida, elegidos desde la libertad. Pues ésta es -
finalmente- la que resulta mancillada cuando el acceso a la verdad es obstruido. La
capacidad para definir independientemente la propia identidad es central para
cualquier concepción de la libertad (468 U.S. 6089, 619). Resulta significativo como en
este punto coinciden los aportes de la experiencia cotidiana, de las ciencias y de las
fuentes más relevantes que nutren nuestro patrimonio cultural, en tanto ellas
proclaman los efectos liberadores que la búsqueda de la verdad sobre el propio ser
producen sobre la concreta realidad existencial.
CNCP. Sala III. “CASSAGLIA, Omar Eduardo s/ rec. Casación”. 05/02/2008. 1.-
Luego del examen de la cuestión traída a estudio de este Tribunal, se advierte que la
misma se circunscribe a obtener la nulidad de la declaración indagatoria prestada por
Omar Eduardo Cassaglia y de todo lo actuado en consecuencia, habida cuenta que -
tal como lo sostiene la parte recurrente- no se han observado las formalidades que,
bajo pena de nulidad, establecen los artículos 139 y 140 del Código Procesal Penal de
la Nación. Debemos recordar que esta Sala ya se ha pronunciado en la causa AEdelap
s/recurso de casación@ (registro n 92 bis/94, resuelta el 11/8/94), con voto del doctor
Guillermo José Tragant al cual adherimos, expresando que ACarnelutti define al acta
como Ael acto redactado por un oficial público para hacer fe de las operaciones
llevadas a cabo o de las declaraciones recibidas por él o por otro oficial público al que
asiste. Una de las figuras más conocidas de asistencia judicial se refiere propiamente
a la documentación: el secretario es, no el único, sino el típico documentador del
proceso@ (art. 155 del Código de Procedimientos Penal Italiano, Carnelutti, Francesco,
97
Lecciones sobre el proceso penal, Volumen III, pág. 38, Buenos Aires 1950)@. Se dijo
allí también que Aexplica Leone que >el acta, en virtud de los principios consagrados
por el derecho civil, hace plena fe hasta que se demuestre lo contrario y en tal sentido
'mientras no se puede negar la realidad histórica de los hechos atestados como
ocurridos en presencia del oficial público y de las declaraciones hechas en los sentidos
consignados en el acta, la apreciación tanto de los unos como de las otras continúa
libre (Leone, Giovanni, Tratado de Derecho Procesal Penal, Tomo I, pág. 594/5,
Buenos Aires 1990)@. ...En ese orden, se establece que se deberá informar que el acta
puede ser leída y que, en su caso, firmada una persona de la confianza del imputado,
de lo que se desprende que esto último es facultativo. Así fue que Cassaglia dispuso
de dicha prerrogativa -tal como veremos a continuación- optando y consintiendo
mediante su rúbrica por la exclusiva y previa lectura del acta que prevé expresamente
el segundo párrafo del artículo 139 del Código de rito, sin requerir tampoco la
presencia de su asistencia letrada, de manera que no resultó agraviada la garantía
constitucional de la defensa en juicio prevista en el artículo 18 de la Constitución
Nacional al momento de recibírsele al referido imputado declaración en los términos
del artículo 294 del ordenamiento de forma; oportunidad en la cual, reiteramos, se le
hicieron conocer todos los derechos que le asistían y de los que tuvo en tal coyuntura
plena disponibilidad. 2.- En otras palabras, luego de una atenta lectura de las
presentes actuaciones, advertimos que de la declaración indagatoria prestada por el
encausado surge que el magistrado instructor le hizo saber al imputado el hecho
atribuido, describiendo adecuadamente las circunstancias de tiempo, modo y lugar en
que tuvo lugar el hecho. Previo a todo ello el imputado refirió Que no sabe leer ni
escribir. En virtud de ello, se pone en conocimiento del compareciente el contenido del
artículo 139 del C.P.P.N., manifestando el mismo que sabe firmar y por ende resulta
suficiente la sola lectura por parte del Actuario.@, e invitado que fuera Cassaglia A...a
manifestar cuanto tenga por conveniente, en descargo o en aclaración de los hechos,
y a indicar las pruebas que estima oportunas, haciéndole saber que podrá dictar su
declaración y/o las respuestas a las preguntas que se le formulen, manifestó: que
refirió que por consejo de su abogado defensor se negará a declarar. Acto seguido se
lo pone en conocimiento de las disposiciones del art. 300 del C.P.P.N.. Que sin
perjuicio de lo dicho con anterioridad, se rectifica en cuanto al ejercicio del derecho a
negarse a declarar, y sin requerir la presencia de su defensor manifiesta que resulta
ser el propietario de los elementos que el personal policial secuestró el día de ayer en
el allanamiento practicado sobre su domicilio... Acto seguido, manifiesta que no
responderá más preguntas formuladas por el Tribunal. No siendo para más se da por
finalizado el presente acto, previa e íntegra lectura que del mismo efectúa el Secretario
a viva voz, firmando ... (el) compareciente, para constancia y ante mí de lo que doy fe.@
(fs. 156/157 vta.).
98
impugnación -se adelanta- no ha de prosperar, pues aún cuando pudiera tenerse por
superado el recaudo de definitividad del pronunciamiento atacado y obviarse los
graves defectos de fundamentación que exhibe el memorial introductorio del recurso
de inconstitucionalidad -a partir de las inferencias que cabe realizar del análisis del
resto de las constancias obrantes en estos autos-, lo cierto es que los planteos
recursivos ponen de manifiesto una mera discrepancia con la labor cumplida por los
jueces de la causa en el ejercicio de funciones que les son propias, sin lograrse
demostrar que en esa tarea hubiesen incurrido en una hipótesis de arbitrariedad.- En
tal sentido, corresponde apuntar que las críticas formuladas a la decisión de la Sala de
confirmar el decreto del juez de primera instancia que hizo lugar a la prueba ofrecida
por el actor civil adolecen de una excesiva generalidad, debiendo advertirse que las
medidas admitidas son numerosas y variadas, en tanto que los cuestionamientos
relacionados con la vulneración del derecho a la intimidad y la prescindencia del
derecho aplicable no especifican debidamente cómo ocurre ello en cada caso,
respecto de cada una de las pruebas en particular y de qué modo.- Con relación a la
supuesta orden de extracción compulsiva de sangre al imputado y demandado civil
para la realización de la prueba hematológica, el recurrente también falla en demostrar
la configuración de un agravio de naturaleza constitucional, pues no se alcanza a
comprender la necesaria relación directa de las articulaciones defensivas sobre el
particular con la realidad del caso concreto -desde que en el decreto del juez de
primera instancia, confirmado por la Sala, se lee: "[e]n relación al señor C.D.V.,
requiérase su consentimiento para la extracción requerida a tales fines" (f. 1).- En el
sub iudice, la Sala ponderó que resultaban trasladables "a las demás pruebas" -esto
es, no a la hematológica- las consideraciones vertidas en el voto del señor Ministro
doctor Maqueda en "Vázquez Ferrá" (Fallos 326:3758), cuando se indicó que "los
derechos civiles, políticos y sociales que la Constitución Nacional consagra, lejos de
ser absolutos, están sujetos a limitaciones o restricciones tendientes a hacerlos
compatibles entre sí". En base a dicha premisa, el A quo concluyó que la producción
de las demás pruebas que se habían ordenado -destinadas a establecer si el imputado
era o no portador de HIV- no implicaban una violación al derecho a la intimidad, atento
las limitaciones impuestas como consecuencia de deberes y relaciones jurídicas
reguladas por el ordenamiento. Y concretamente, se valoró que las mismas
encuadraban en las excepciones previstas en la ley nacional 23.798 y su decreto
reglamentario.... En suma, el recurrente no logra persuadir con sus genéricos
cuestionamientos de arbitrariedad -tal como fueron formulados- que en el caso se
hubiera otorgado al derecho a la intimidad un alcance irrazonable, ni que sus planteos
excedan de lo que es un simple disenso para con la labor cumplida por los jueces de la
causa. Y al respecto, no debe perderse de vista que el recurso de inconstitucionalidad
por arbitrariedad tiende a reparar agravios que impliquen un grosero desconocimiento
del derecho a la jurisdicción y conviertan al pronunciamiento en una no sentencia, pero
no autoriza a sustituir a las instancias ordinarias en materias propias de su cometido
jurisdiccional (A. y S. T. 140, pág. 63; T. 218, pág. 123, etc.). De la lectura del decisorio
99
impugnado se observa que sobre ese aspecto en particular, el A quo juzgó que la
prueba solicitada "constituye el material directo e idóneo para el esclarecimiento del
hecho investigado, y que tratándose de una investigación en causa criminal, las
pruebas objetadas encuadran en las excepciones establecidas en la ley nacional
23798 y su decreto reglamentario 1244/91" (f. 5). Voto Dr. Falistocco Entiendo, por las
razones que a continuación se expondrán, que tal respuesta jurisdiccional no puede
ser tildada ilógica o irracional a punto tal de descalificarla desde la óptica
constitucional. En efecto, en primer lugar corresponde recordar que la ley 23798
declara "de interés nacional a la lucha contra el Síndrome de Inmunodeficiencia
Adquirida" (art. 1). Considerando que entre sus objetivos se encuentra "el diagnóstico
y tratamiento de la enfermedad", su artículo 2 establece las pautas interpretativas de
su propio texto y de las normas complementarias. Concretamente estatuye en el
inciso c) de dicho artículo que en ningún caso se debe "exceder el marco de las
excepciones legales taxativas al secreto médico que siempre se interpretarán en forma
restrictiva"; y que en ningún caso se puede individualizar a las personas a través de
fichas, registros o almacenamiento de datos, los cuales, a tales efectos, deberán
llevarse en forma codificada" (inc. e del mismo artículo). De una atenta lectura de tales
disposiciones puede señalarse que, tal como lo manifiesta la doctrina, si bien se
persigue privilegiar la confidencialidad de la información en resguardo de derechos de
raigambre superior del individuo, se hace hincapié también en que este principio no
resulta absoluto pues se alude a "normas complementarias" que puedan regular con
mayor precisión aspectos puntuales que escapan a las generalidades de una ley (cfr.
Wierzba, Sandra; "Sida y Responsabilidad Civil", Ed. Ad-Hoc, pág. 183). Y en ese
sentido, es del caso señalar que el decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nro. 1244/91,
reglamentario de la ley 23798 -cuya constitucionalidad no ha sido cuestionada por el
recurrente-, indica en el artículo 2, inciso 1 del Anexo I que "Los profesionales
médicos, así como toda persona que por su ocupación tome conocimiento de que una
persona se encuentra infectada por el virus HIV, o se halla enferma de SIDA, tienen
prohibido revelar dicha información y no pueden ser obligados a suministrarla". Pero a
renglón seguido, en dicho cuerpo normativo se formula una serie de excepciones a
esa prohibición, posibilitando que se la revele (a la información) "A los jueces en virtud
de auto judicial dictado por el juez en causas criminales ..." (apartado 5, del referido
art. 2 inc. c). Sentado lo anterior, se observa que en el sub iudice la medida
cuestionada se dictó en el marco de un proceso penal en el que se investiga el
presunto contagio del virus HIV a la denunciante, hecho que fuera encuadrado en el
delito de lesiones gravísimas (artículo 91 del C.P.), figura delictiva por la que en su
oportunidad fue procesado el encartado. Teniendo en cuenta -entonces- dicho
contexto, el impugnante no demuestra ni siquiera en grado liminar -más allá de las
genéricas invocaciones de las leyes 23798 y 25326- que el requerimiento judicial
violente distintos derechos y garantías de raigambre constitucional por haber sido
dictado sin que existieran en la causa los extremos objetivos necesarios al efecto. Y
ello así, conforme no sólo al estadio por el que transita el proceso, sino también
100
porque el recurrente no logra poner de manifiesto con sus reproches que la decisión
adoptada por la Sala luzca ilógica, irrazonable o carente de fundamentos suficientes.
Por último, y en lo que refiere específicamente al cuestionamiento de la testimonial
ordenada respecto del "Dr. Walter Corsano -médico-" cabe apuntar que más allá de las
falencias impugnativas a las que se hicieran referencia -en tanto no se especifica en
concreto cuál es la razón para su impugnación- y que sellan la suerte adversa a la
pretensión recursiva, es dable advertir que dentro del marco en el que debe
desarrollarse todo proceso penal, nada obsta a que en la etapa del plenario, la defensa
del imputado pueda efectuar el control que estime corresponde en la producción de la
prueba y, de ser necesario y en caso de la eventual afectación a derechos
consagrados constitucionalmente, formular las observaciones que considere
pertinentes en el momento procesal oportuno, pero que en modo alguno autorizan a
tenerlas ahora por configuradas en forma prematura, lo que quita entidad al agravio
que se invoca en consecuencia.
101
Sección Tercera
Defensores
Artículo 114 - Defensa del imputado.- El imputado tendrá derecho a elegir como
defensor de confianza a un abogado legalmente habilitado al efecto, o a defenderse
personalmente salvo cuando de ello resulte un perjuicio evidente para la misma.-
En caso de no ejercer tales derechos, se le proveerá de oficio un defensor conforme
a las normas aplicables que asegurarán la efectiva disponibilidad de defensa para
todos los casos que requieren las disposiciones de este Código y según sus
condiciones.-
Si el imputado se encontrara sufriendo una afección mental que excluyera su
capacidad de entender o de querer los actos del procedimiento, el defensor será
designado por su curador, si lo hubiere, o en su defecto se nombrará al defensor de
oficio, para que ejercite su derecho de parte y, en su caso, éste último provea a su
representación legal.-
En ningún caso el estado de incomunicación constituirá obstáculo alguno.-
Art. 106, 216
Constitución Provincial Art. 9.- Nadie... ni privado del derecho de defensa
Constitución Nacional Art. 18.- Es inviolable la defensa en juicio de la persona y de
los derechos.
Pacto Internacional Derechos Civiles y Políticos.- Art. 14. 3. d) A hallarse presente
en el proceso y a defenderse personalmente o ser asistida por un defensor de su
elección; a ser informada, si no tuviera defensor, del derecho que le asiste a tenerlo y,
siempre que el interés de la justicia lo exija, a que se le nombre defensor de oficio,
gratuitamente, si careciere de medos suficientes para pagarlo
Convención Americana de Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa
Rica).- Art. 8.1 d) derecho del inculpado de defenderse personalmente o de ser
asistido por un defensor de su elección y de comunicarse libre y privadamente de su
defensor; e) derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el
Estado, remunerado o no según la legislación interna si el inculpado no se defendiere
por sí mismo ni nombrare defensor dentro del plazo establecido por la ley.
Reglas de Mallorca. Décimo primero: 1) Sin perjuicio de su derecho a defenderse a
sí mismo el imputado en todas las fases del proceso, y el condenado durante la
ejecución de la condena tienen el derecho a contar con un abogado de su libre
elección. Igualmente, el imputado carente de medios tiene derecho a contar con la
asistencia de un abogado.
102
acusado o del descuido de su defensor (Fallos, t. 5, p. 549, sentencia del 25 de julio de
1868). Conforme a estos principios, es práctica considerar bien, establecido las
peticiones informales presentadas por personas detenidas como recursos
extraordinarios "in forma pauperis" de cuya debida tramitación, con la pertinente
asistencia letrada, han de realizar los tribunales de la causa. Analizado el
comportamiento del a quo, a la luz de estas exigencias, parece claro que aquél tenía el
deber ineludible -ante la manifestación del letrado de no poder cumplir con su
cometido por no contar con tiempo material- de darle la posibilidad real para ello, y si
hubiese sido necesario, reemplazarlo por otro defensor. La omisión del tribunal en
cumplir con estos extremos constituye una violación al derecho de defensa en juicio
que le corresponde al acusado, dado que ha tenido como consecuencia que el letrado
designado no haya dicho una sola palabra en su defensa (Fallos, t. 189, p. 34 -Rev. La
Ley, t. 21, p. 556-), por lo menos en el ordenamiento recursivo local. Es decir, no basta
para cumplir con las exigencias básicas del debido proceso que el acusado haya
tenido patrocinio letrado de manera formal, sino que es menester además que aquél
haya recibido una efectiva y sustancial asistencia de parte de su defensor (Fallos: t.
304, p. 1886 y los pronunciamientos dictados "in re": "Fernández, Jorge N.", F. 543. XX
y "Avenida independencia 2131 S. R. L. s/ ley 20.680", A. 625. XX, del 28 de agosto y
2 de setiembre respectivamente, y "Powel v. Alabama", 287 U. S. 45, esp, p. 58,
1932). Voto Dres. Caballero y Belluscio. Consid. 7) Que, en efecto, el proceder del a
quo ha menoscabado la garantía de la defensa enjuicio del acusado, consagrada por
el art. 18 de la Constitución Nacional, que lleva implícita la de que quien se encuentra
sometido a enjuiciamiento pueda contar con asistencia profesional ante los tribunales
de justicia; y que exige que en materia criminal se respeten las formas sustanciales del
juicio, relativas a la acusación, defensa, prueba y sentencia dictadas por los jueces
naturales, como así también que se haya dado al imputado la oportunidad de ser oído,
sin privar al defensor designado de toda oportunidad de actuar, dándole una
intervención que no sea tan solo formal. De otro modo, no se garantiza un verdadero
juicio contradictorio (Fallos, t. 304, p. 830; Rep. La Ley, XLIII, A-I, p. 711, sum. 21; t.
306, p. 821; causa N. 134.XX "Nájera, Alfredo G.; Ajo, Jorge D.; Rodríguez, Omar A. s/
tenencia de armas de guerra", fallada el 18 de noviembre de 1986). Consid. 8) Que
ello es así, "pues la garantía de la defensa en juicio -en materia penal- no se reduce al
otorgamiento de facultades para el ejercicio del poder de defensa, sino que se
extiende, según los casos, a la provisión por el Estado de los medios necesarios para
que el juicio al que se refiere el art. 18 de la Constitución Nacional se desarrolle en
paridad de condiciones respecto de quien ejerce la acción pública y quien debe
soportar la imputación, mediante la efectiva intervención de la defensa (causa
F.543.XX "Fernández, Jorge N. s/ causa núm. 11.299", fallada el 28 de agosto de
1986, y sus citas). En consecuencia, una vez devueltos los autos al tribunal de origen,
éste deberá arbitrar los medios para que el abogado defensor de Raúl H. Gordillo
tenga la oportunidad de fundar debidamente el recurso de casación.
103
CSJN. “MAGUI AGÜERO, Ciriaco s/ Asociación Ilícita y contrabando” 01/12/88.
(311:2503). Consid. 7º Que la reseña efectuada permite advertir claramente que a
partir de la sentencia de primera instancia Ciriaco Magui Agüero ha padecido, de
hecho un estado de indefensión que invalida todo lo actuado con posterioridad. En
efecto, la mera notificación al defensor oficial ante la Cámara que omitió contestar los
argumentos del fiscal en cuanto invocaba una reiterada postura de su ministerio y
reclamaba el cambio de calificación y un incremento sustancial de la pena, no
satisface las exigencias de un auténtico patrocinio exigido por la garantía consagrada
en el artículo 18 de la Constitución Nacional cuya protección no es función exclusiva
de esta Corte sino que debió ser cuidada por el tribunal a quo salvando la negligencia
del defensor oficial. A ello debe sumarse la displicente actitud con que el presidente de
la Cámara, en forma impropia, rechazó el pedido de fs. 225/228 ignorando el estado
de detención de su autor. Consid. 9º. Que también esta Corte ha señalado
reiteradamente que los reclamos de quienes se encuentran privados de su libertad
más allá de los reparos formales que pudieran merecer, deben ser considerados como
una manifestación de voluntad de interponer los recursos de ley y que es obligación de
los tribunales suministrar la debida asistencia letrada que permite ejercer la defensa
sustancial que corresponda (fallos F.217, XXI Fernández Jorge Alberto 10/03/87 y
G.445, XXI Gordillo, Raúl Hilario 23/09/87).- En consecuencia, el reclamo de asistencia
letrada efectuado por el detenido en ocasión de notificarse de la sentencia de segunda
instancia, que tardíamente y, al parecer, sólo de manera formal, atendió el juzgado,
debe ser considerado como una manifestación inequívoca de recurrir el fallo. Con igual
criterio debe admitirse el pedido expreso que formuló ante el mismo magistrado al
notificársele el rechazo de su anterior petición.-
104
Constitución Nacional se desarrolle en paridad de condiciones respecto de quien
ejerce la acción pública y quien debe soportar la imputación. Y ello es así porque en
materia criminal, en la que se encuentran en juego los derechos esenciales de la
libertad y el honor, deben extremarse los recaudos que garanticen plenamente el
ejercicio del derecho de defensa. La tutela de esta garantía ha sido preocupación del
tribunal desde sus orígenes, en los que señaló que el ejercicio de la defensa debe ser
cierto, de tal manera que quien sufre un proceso penal ha de ser provisto de un
adecuado asesoramiento legal que asegure la realidad sustancial de la defensa en
juicio (fallos 5:459; 192:152; 237:158; 255:9), entre muchos otros). Consid. 9º) que
cabe recordar que si bien no es obligación de la asistencia técnica del imputado fundar
pretensiones de su defendido que no aparezcan, a su entender, mínimamente viables,
ello no releva al defensor de realizar un estudio serio de las cuestiones eventualmente
aptas para ser canalizadas por las vías procesales pertinentes, máxime porque se
trata de una obligación que la sociedad puso a su cargo (fallos: 310:2078), ya que no
puede imputarse al procesado la inoperancia – a la que ha sido ajeno- de la institución
prevista para asegurar el ejercicio de su derecho constitucional, cuya titularidad
ostenta exclusivamente y cuya inobservancia puede acarrear responsabilidad
internacional al Estado argentino (art. 75 inc. 22 de la ley Fundamental; arts. 1º y 8º,
párr 2º incs. d) y e), de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos arts. 2.1; 14.3b) y d); causa G. 342.XXVI.
“GIROLDI, Horacio David y otro s/ Recurso de casación”, del 7 de abril de 1995,
considerando 12).
105
Arts. 91, 165, 166, 290, 312, 322, 324, 329, 339, 342, 367, 401, 410, 424, 431, 434
Artículo 123 - Investidura.- Quien hubiera sido designado como defensor del
imputado será tenido como tal desde el momento en que aceptara el cargo o realizara
106
actos de defensa, pudiendo previamente examinar las actuaciones, salvo que se
encontraran bajo reserva.-
Sección Cuarta
Rebeldía
107
finalidad de determinar su estado mental. 2) En los demás casos no cabe el
internamiento a no ser que el mismo imputado con capacidad para hacerlo, consintiese
o los familiares lo autorizasen.
LIBRO II
ACTIVIDAD PROCESAL
TITULO I
Los actos procedimentales
Capítulo I
Disposiciones Generales
108
Arts. 97, 143
109
Arts. 85, 259.
Capítulo II
Actos y resoluciones judiciales
Artículo 136 - Actos fuera del asiento.- A pedido de parte, el Tribunal podrá
constituirse fuera de su asiento, en cualquier lugar de la Provincia, cuando estimara
indispensable conocer directamente elementos probatorios decisivos. En tal caso, si
correspondiera, avisará al Tribunal de la respectiva competencia territorial.-
Asimismo, podrá ordenar, aún de oficio, la realización de la audiencia del debate
fuera de su asiento pero dentro del ámbito de su competencia territorial, cuando así lo
aconsejara una mayor eficacia en la producción probatoria y la publicidad del juicio.-
Arts. 50 y ss., 312
Artículo 137 - Resoluciones.- Las decisiones del Tribunal serán dadas por
sentencia, auto, decreto o providencia y procederá cada una de ellas cuando este
110
Código así lo determine.-
Arts. 311, 312, 343, 346, 379, 402
Artículo 139 - Plazos.- Los Tribunales dictarán los decretos dentro de las cuarenta
y ocho horas en que el expediente sea puesto a despacho, los autos dentro de los
cinco días, salvo que se disponga otro plazo menor, y, las sentencias dentro de los
plazos especialmente establecidos.-
El Ministerio Público Fiscal proveerá dentro del plazo de cuarenta y ocho horas las
instancias que le formulen los habilitados para deducirlas, salvo que se disponga otro
plazo.-
Arts. 403
Artículo 140 - Fundamentación.- Las sentencias y los autos, así como las
resoluciones del Ministerio Público Fiscal, deberán ser motivados para no ser
invalidados.-
Los decretos y providencias se motivarán cuando la ley expresamente lo imponga
para su validez.-
Arts. 245 Resoluciones: 224, 304, 376, 403 Sentencias: 343, 404 Ministerio Público:
111
Artículo 143 - Documentación.- La actividad procesal cumplida en las audiencias
orales, donde se desarrollen actos sujetos a impugnación, será documentada por el
medio que establezca la reglamentación y que asegure su autenticidad e
inmodificabilidad.-
Si se hubiese negado a la defensa la integración pluripersonal del Tribunal de juicio,
ante su pedido formulado en la audiencia preliminar, se filmará la audiencia del
debate.-
Los registros acreditan, en principio, la realidad de lo ocurrido.-
En acta se hará constar la forma en que se cumplió la registración, asegurándose la
conservación de la misma.-
Arts. 305
Capítulo III
Comunicaciones
Artículo 144 - Regla.- Cuando un acto procesal se deba ejecutar por intermedio de
otra autoridad se podrá encomendar su cumplimiento por oficio.-
Ley 22172
Capítulo IV
Notificaciones, citaciones y emplazamientos
112
Artículo 147 - Normas reglamentarias y supletorias.- Las notificaciones,
citaciones, emplazamientos, vistas y traslados se practicarán por quien designe el
Tribunal o por quien disponga el reglamento. Rigen supletoriamente las normas
pertinentes del Código Procesal Civil y Comercial.-
113
por su rechazo- , deben ser notificadas a la defensa, quien ha de ejercer los actos
inherentes al ejercicio de la asistencia técnico-jurídica del procesado. Disidencia del
Dr. Petracchi. Consid. 6º Que resulta inexplicable que la cámara de casación, al
excluir sus propias decisiones del alcance del art. 42 del R.J.N., sostenga que éste se
refiere a “sentencias definitivas”, cuando del propio texto de la norma (...”Si la
sentencia fuera recurrida...”) se desprende que su finalidad es asegurar las
posibilidades del imputado de impugnar la condena en otra instancia, lo cual implica,
según entiendo, que ella no es aún “definitiva”. Me parece claro que el sentido de la
exigencia de notificación personal de la condena, requerida reglamentariamente, no es
el de un mero “hacer saber” la existencia de dicha condena sino, fundamentalmente, el
de reforzar la vigencia del sistema recursivo previsto legislativamente. Si bien es cierto
que el art. 42 del RJN tuvo aplicación en el procedimiento escrito, la modificación a
favor de la oralidad no debe alterar su ámbito de aplicabilidad, en la medida en que
ciertos lineamientos legislativos con respecto a la revisión de las decisiones judiciales
han sido conservados en lo sustancial. La posibilidad de obtener un nuevo
pronunciamiento judicial a través de recursos procesales fue, y sigue siendo una
facultad del imputado, concebida como un derecho privativo de éste y no como una
potestad técnica el defensor. En otros tramos del proceso el defensor tiene facultades
autónomas que le permite (e incluso le imponen) separarse de la estrategia de su
representado (por ejemplo, porque éste ha permanecido en silencio, o bien rechaza
toda defensa) en pos de lograr la mejor protección de sus intereses, y en último
término, de los del propio Estado en el cumplimiento delo debido proceso. En la
instancia recursiva, en cambio, rige el principio dispositivo, y por lo tanto, la voluntad
del imputado es la que resulta decisiva. De allí que él pueda desistir de los recurso
interpuesto por su defensor, y que a éste, a su vez, se le exija mandato expreso de su
representado para hacerlo (art. 443 C.P.P.N.)
Artículo 151 - Plazo de las vistas y traslados.- Las vistas y traslados que
debieran evacuarse por escrito y no tuvieran fijado un plazo por este Código o por el
Tribunal, se considerarán corridas por tres días.-
Capítulo V
Plazos
114
Artículo 152 - Reglas generales.- Los actos procesales se practicarán en los
plazos establecidos.-
El cómputo de los mismos se contará a partir de cada notificación o, si fueran
comunes, desde la última practicada en la forma prevista por el Código Procesal Civil y
Comercial.-
No se contará el día en que tuviera lugar la diligencia ni los inhábiles.-
Los plazos de horas se contarán desde la siguiente a la de la notificación y correrán
aún durante las inhábiles.-
115
El Presidente del Tribunal ordenará al denunciado que informe dentro del plazo que
le señalará. Si la queja fuera procedente el Superior fijará un plazo prudencial para que
se pronuncie.-
Si la demora fuere imputable al Presidente o a un miembro del Tribunal la queja
deberá formularse ante la Corte Suprema de Justicia.-
TITULO II
Prueba
Capítulo I
Disposiciones generales
116
era hija suya y que por esa razón como tal había sido anotada. Y al ser ello así, surge
en forma indubitable que el estudio ordenado guarda relación directa con el objeto
procesal de la causa, es conducente para el esclarecimiento de los hechos y no
excede los límites propios del proceso en que fue dispuesto (arts. 178, 180 y 182, Cód.
de Proced. en Materia Penal). Consid. 9. Que no se advierte en el "sub lite" lesión
alguna a la garantía constitucional que prescribe que nadie está obligado a declarar
contra sí mismo (art. 18, Constitución Nacional). En efecto, desde antiguo esta Corte
ha seguido el principio de que lo prohibido por la Ley Fundamental es compeler física o
moralmente a una persona con el fin de obtener comunicaciones o expresiones que
debieran provenir de su libre voluntad; pero ello no incluye los casos en que cabe
prescindir de esa voluntad entre los cuales se encuentran los supuestos --como el de
autos-- en que la evidencia es de índole material (doctrina de Fallos: 255:18 y sus
citas). Consid. 10. Que tampoco se observa la afectación de otros derechos
fundamentales, como la vida, la salud, o la integridad corporal, porque la extracción de
unos pocos centímetros cúbicos de sangre, si se realiza por medios ordinarios
adoptados por la ciencia médica, ocasiona una perturbación ínfima en comparación
con los intereses superiores de resguardo de la libertad de los demás, la defensa de la
sociedad y la persecución del crimen. Consid. 11. Que también debe rechazarse el
agravio referente al derecho a disponer del propio cuerpo, en relación con la zona de
reserva e intimidad del individuo, toda vez que la negativa a la extracción de sangre no
se dirige al respeto de aquél (vid. causa B.605.XXII., "Bahamondez, Marcelo s/ medida
cautelar", resuelta el 6 de abril de 1993) sino a obstaculizar una investigación criminal
en la que ellos resultan imputados y la menor víctima, es decir, afecta los derechos de
terceros (art. 19, Constitución Nacional, "a contrario sensu"). Y a ello cabe agregar que
por no constituir una práctica humillante o degradante, la intromisión en el cuerpo que
la medida dispuesta importa, se encuentra justificada por la propia ley (arts. 178, 207 y
322, Cód. de Proced. en Materia Penal), pues en el procedimiento penal tiene
excepcional relevancia y debe ser siempre tutelado el interés público que reclama la
determinación de la verdad en el juicio, ya que aquél no es sino el medio para alcanzar
los valores más altos: la verdad y la justicia. Consid. 12. Que en cuanto a la posibilidad
de fundar la negativa a la extracción de sangre sobre la base de lo dispuesto en el art.
4º de la ley 23.511, tal argumento resulta tardíamente introducido en el escrito con el
que se interpuso el remedio federal. En efecto, ni el juez de primera instancia ni la
cámara apoyaron la realización de la medida en esa norma legal, como así tampoco
los recurrentes plantearon la cuestión en su memorial de agravios. Consid. 13. Que,
por último, no puede prescindirse de la circunstancia de que en autos se encuentra
también en juego el derecho a la identidad de la menor D.D.H., que tiene jerarquía
constitucional (arts. 33 y 75, incs. 22 y 33, Ley Fundamental). En ese sentido cabe
señalar que la Convención sobre los Derechos del Niño, ratificada por ley 23.849, ha
establecido el alcance de ese derecho al disponer que "el niño ... tendrá derecho
desde que nace ... en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado
por ellos" y que "los Estados Partes velarán por la aplicación de estos derechos de
117
conformidad con su legislación nacional y las obligaciones que hayan contraído en
virtud de los instrumentos internacionales pertinentes en esta esfera..." (art. 7º); como
así también que los "Estados Partes se comprometen a respetar el derecho del niño a
preservar su identidad, ... de conformidad con la ley sin injerencias ilícitas" y "cuando
un niño sea privado ilegalmente de algunos de los elementos de su identidad o de
todos ellos, los Estados Partes deberán prestar la asistencia y protección apropiada y
con miras a restablecer rápidamente su identidad" (art. 8º); asimismo, que los "Estados
Partes velarán por que el niño no sea separado de sus padres contra la voluntad de
éstos ..." (art. 9º). Consid. 14. Que en virtud de lo expuesto, y por no acarrear la
medida dispuesta violación alguna a las garantías constitucionales supra
mencionadas, admitir la negativa a su cumplimiento importaría tanto como desconocer
lo estipulado en la citada convención --especialmente en su art. 8º--; circunstancia ésta
que podría ocasionar la responsabilidad del Estado por incumplimiento de los
compromisos internacionales asumidos.
CSJN. GUARINO, Mirta Liliana s/ Querella. 27/12/96. Consid. 4º) Que la Sala II de la
Cámara Nacional de apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal confirmó la
resolución impugnada sobre la base de que en autos se investigaba la posible
comisión de los delitos que prescribe el art. 146 del Código Penal, que la medida
dispuesta tendía a acreditar si el menor guardaba vínculos de sangre con quienes
decían ser sus progenitores, los que no podían oponerse a ella debido al conflicto de
intereses generados con la víctima al ser los posibles victimarios, y porque la medida
guardaba proporcionalidad, estaba sometida al control judicial y constituía una exigua
afectación de los derechos de los sujetos pasivos dentro del marco de la coerción
estatal en el procedimiento criminal. Consid. 5º) Que contra dicha decisión la
defensora oficial, en representación del menor G.H.C., interpuso recurso extraordinario
por entender que se habían conculcado sus derechos a la intimidad, a la salud, a la
integridad física y a la libre determinación, por falta de causa y fundamento fáctico o
jurídico en la medida dispuesta, que constituiría en sí misma una violación a la
garantía de la defensa en juicio, y por considerar que se hallaba en juego la
inteligencia de una ley federal, la 23.511 de creación del Banco Nacional de Datos
Genéticos. Sostuvo que la medida probatoria no aparecía como verosímil o razonable
porque no surgía de la causa ningún elemento que la sustentase, tal como había
ocurrido anteriormente con otro grupo familiar, respecto del cual la misma prueba
había confirmado la paternidad biológica, y que de seguirse el criterio investigativo de
esta causa se crearía un estado de inseguridad jurídica toda vez que se encontraría
cuestionada la filiación de todos los niños nacidos en fecha aproximada al nacimiento
del que se pretende. Consid. 6º) Que este tribunal ha establecido la validez
constitucional de medidas como la impugnada en la causa H.91, fallada el 4 de
diciembre de 1995, a cuyas consideraciones corresponde remitirse por razones de
brevedad. Consid. 8º) Que en principio debe dejarse en claro que el empleo de la
coacción estatal no se dirige, en este caso, a los eventualmente imputados de los
118
delitos investigados, con lo cual no puede considerarse que pueda existir relación
alguna entre la medida ordenada y el principio de inocencia vigente en nuestro sistema
penal. Consid. 9º) que, por último, en el precedente supra citado, esta corte ha
establecido que al no afectar la medida dispuesta garantía constitucional alguna, negar
su cumplimiento importaría desconocer lo establecido en la Convención sobre los
Derechos del Niño, ratificada por la ley 23849 e incorporada a la Carta Magna en el
art. 75 inc. 22, por la reforma del año 1994; circunstancia ésta que podría ocasionar la
responsabilidad del Estado por incumplimiento de los compromisos internacionales
asumidos, toda vez que en las particulares circunstancias del sub lite la prueba
ordenada aparece como el medio para poner pronta y eficaz solución a la situación el
menor G.; a lo que cabe agregar que la propia defensora oficial, en su memorial ante
la Cámara sostuvo que medidas como la decretada en este caso concreto “debe
entendérselas razonablemente dirigidas a la averiguación de los derechos delictivos, lo
que constituye en definitiva el fin y el objeto de todo proceso”
CSJN. VAZQUEZ FERRÁ, Evelyn Karina s/ Inc. Apelación. 30/09/03. Fallos 326: 3758
. Consid 10. Que, fuera de que los precedentes jurisprudenciales citados por el a quo
no resultan aplicables al caso -el de Fallos: 318:2518 por tratarse de la extracción de
sangre al imputado, y el de Fallos: 319:3370 por estar en juego la necesidad de tutelar
el interés de un menor de edad y la aplicación de la Convención sobre los Derechos
del Niño-, la negativa de la persona mayor de edad a prestarse a que su cuerpo, o
elementos de éste, sean utilizados para extraer elementos de prueba que posibiliten la
condena de aquellos a quienes la ley procesal autoriza a proteger tiene amparo en
reglas precisas de la ley procesal.
119
histocompatibilidad y entrecruzamiento con los antecedentes del grupo familiar
Peralta-Zalazar y del resto de los familiares del Banco Nacional de Datos (confr. fs.
1515vta. y 1517/24) y contra la de fecha 15 de junio de 2005 por la que se amplió el
punto del examen genético para determinar el vinculo del nombrado con G. A. y E. P.
(confr. fs. 1528 y 1528).- "No debe ser trasladado al presente lo dicho por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación en el precedente "Vázquez Ferrá" (Fallos 326:3758).
Aquí no se trata de una medida que implique forzar o coaccionar a la supuesta víctima
del delito investigado a suministrar al Estado los medios para punir a aquellos con
quienes tiene intensos lazos afectivos, pues ello ya se ha logrado por una vía que no
implicó participación alguna por parte del recurrente, a tal punto que ni siquiera fue
necesaria su presencia en el lugar, sino que se trató de los elementos orgánicos que
ya se habían desprendido de su cuerpo." (Del voto del Dr. Cavallo).- "En este sentido,
a diferencia de lo que ocurre con la situación de los testigos -a la que el máximo
tribunal emparentó la medida de extracción compulsiva de sangre- o en las demás
normas mencionadas por el recurrente, el legislador al regular lo relativo al
allanamiento o al secuestro de cosas no ha estipulado limitaciones vinculadas con el
parentesco o los afectos en cuanto al sujeto pasivo que debía soportarlas (Clariá
Olmedo, Derecho Procesal Penal, actualizado por C.A. Chiara Díaz, ed. Rubinzal-
Culzoni editores, Buenos Aires, T. II, pág. 386). Adviértase que cuando ha querido
resguardar ciertos núcleos afectivos o familiares lo ha hecho de un modo expreso y en
casos en que claramente la medida requiere para su producción de la libre voluntad de
la persona (como por ejemplo, la situación de los testigos o de la orden de
presentación de documentos prevista en el art. 232 del actual código de
procedimientos), pero no cuando puede prescindirse de esa voluntad." (Del voto del
Dr. Cavallo).- "De este modo, aquí no se presenta el dilema o conflicto de tener que
tolerar la medida que pueda incriminar a la persona con la que tiene estrechos lazos
afectivos, por lo que los agravios vinculados con la coerción a aportar prueba contra
sus padres de crianza corresponde que sean rechazados." (Del voto del Dr. Cavallo).-
Por similares motivos debe descartarse la pretensión del recurrente de darle un
alcance tal a su derecho a disponer del propio cuerpo que impida la utilización del
material biológico secuestrado sin su consentimiento. Por un lado, la parte no ha
intentado siquiera mínimamente explicar de qué modo se sustenta una regla
semejante, mientras que, por el otro, su realización se encuentra aceptada en nuestro
ordenamiento jurídico (art. 253 del Código Civil) y, en la medida que el estudio
ordenado no afecte el pudor, el recato o la dignidad de la persona y no media riesgo
para su salud, y a su vez se limite a establecer un extremo de la imputación y no a
otros aspectos de su intimidad, es procedente en los procesos penales (art. 378 del
Código Procesal Civil de la Nación, de aplicación supletoria, y arts. 2.b y 5 de la ley
23.511).-
120
primordialmente a la preservación del interés superior del mismo.-
A tal fin, se evitará toda exposición que fuera prescindible o, si no lo fuera, se
procurará impedir que directa o indirectamente resulten del procedimiento
consecuencias potencialmente dañosas para el pleno y armonioso desarrollo de su
personalidad.-
Cuando se disponga la intervención en un acto de un menor, y conforme a su edad,
se acordará intervención a un equipo multidisciplinario, que aconsejará acerca de la
forma de producción del mismo y actuará en él, emitiendo opinión acerca de su
valoración. En caso de necesidad y urgencia podrá suplirse la intervención de este
equipo por profesionales o personas de manifiesta idoneidad, que se designen.-
La Corte Suprema de Justicia establecerá la conformación del equipo
multidisciplinario antes aludido y proveerá lo necesario para que los actos en que
tenga que intervenir un menor se desarrollen en ambientes adecuados conforme a los
conocimientos técnicos disponibles al efecto.-
Convención sobre los derechos del niño Art. 3. 1. En todas las medidas
concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar
social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una
consideración primordial a que se atenderá cereal interés superior del niño.
Ley de menores: 12611 – Incorpora al Código Procesal Penal el articulo 108 IV
"Artículo 108 IV: Cuando deba prestar declaración un menor de dieciséis (16) años,
víctima de algunos de los delitos tipificados en el Libro II Título I Capítulo II y Título III
del Código Penal, previo a la concreción del acto procesal, el juez o tribunal deberá
requerir de un equipo interdisciplinario de profesionales especializados en maltrato y
abuso sexual infantil con perspectiva de género, un informe acerca del estado general
del menor y de las condiciones en que se encuentra para participar del acto. El juez o
tribunal, conforme el informe que se le eleve, podrá ordenar que el menor sea
interrogado exclusivamente por alguno de los profesionales del equipo
interdisciplinario, pudiendo optar por presenciar el acto o no. Los profesionales
intervinientes tomarán la declaración del menor en un lugar adecuado acondicionado
con los implementos adecuados a la edad y etapa evolutiva del menor; debiendo
confeccionar informes detallados donde consten los dichos del menor, la existencia de
síntomas y signos indicadores de abuso sexual infantil y las conclusiones a que se
arriben con relación al hecho investigado.
A pedido de parte o si el tribunal lo dispusiera de oficio, las alternativas del acto podrán
ser seguidas desde el exterior del recinto a través de los medios técnicos con que se
cuente. El juez o tribunal harán saber al profesional que recibirá la declaración del
menor las inquietudes propuestas por las partes, así como las que surgieren durante el
transcurso del acto.
Toda medida procesal que el juez o tribunal estime procedente realizar con el menor,
como cualquier pericia que se proponga, deberá previamente ser considerada por el
equipo interdisciplinario, el que informará fundadamente acerca de si el menor está en
121
condiciones de participar o si la misma puede afectar de cualquier manera la
recuperación de la víctima. En los supuestos en que el juez o tribunal ordene alguna
medida en la que deba participar el menor, deberá estar acompañado por alguno de
los profesionales que integran el equipo interdisciplinario. En el supuesto que la
medida ordenada por el juez o tribunal lo sea en contra del criterio sustentado por el
equipo interdisciplinario, deberá fundar las razones de su decisión. El juez o tribunal en
base al informe que el equipo le brinde podrá disponer que en la medida en la que
deba participar el menor no se encuentre presente el imputado. Queda expresamente
prohibida la realización de careo del menor víctima con el o los imputados.
Cuando se tratara de víctimas que a la fecha de ser requerida su comparecencia
hayan cumplido 16 años de edad y no hubieren cumplido los 21 años, el tribunal previo
a la recepción del testimonio, requerirá informe del equipo acerca de la existencia de
riesgo para el menor en caso de comparecer ante los estrados. En caso afirmativo, se
procederá de acuerdo a lo dispuesto en el presente artículo".
CSJN. MARTINEZ, Saturnino s/ causa 8182. 07/06/88. fallos 311:948. Consid 1) Que
la sentencia de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional (sala
II) obrante a fs. 903/911 de los autos principales, en cuanto absolvió de culpa y cargo a
Adriana C. Valverde de Méndez del delito de homicidio calificado por el vínculo, fue
apelada por la vía del art. 14 de la ley 48 por el apoderado de la querella y la
denegación del recurso originó la interposición de esta queja. 2) Que a la nombrada se
la acusó de haber dado muerte a su esposo en coautoría con el coprocesado
Saturnino Martínez, a quien le habría prometido una remuneración por ejecutar el
homicidio. 3) Que en el pronunciamiento recurrido se dio por probado el cuerpo del
delito a través de medios directos e inmediatos, así como la responsabilidad penal de
Martínez sobre la base de su confesión, corroborada por elementos de juicio
independientes a ella. Se argumentó, en cambio, la existencia de una mínima duda
respecto de la prueba de la conjura criminal tramada por el declarado autor y la mujer
de la víctima, así como con relación a actos de acometimiento que esta última habría
122
llevado a cabo para causar la muerte de su marido. Dicha hesitación se computó en
favor de la imputada, de acuerdo con el art. 13 del Cód. de Proced. en Materia Penal,
pero se dejó constancia de que ello obedecía exclusivamente al acatamiento de los
jueces al sistema de prueba legal consagrado por el mencionado ordenamiento, mas
no a su íntima convicción, en la que anidaba la culpabilidad de aquélla. 4) Que a tal
decisión de carácter liberatorio se llegó no obstante reconocerse que: a) La procesada
ha incurrido en mendacidades "...que la revelarían como culpable...", citándose entre
ellas la de que fue despertada por su esposo para aconsejarle que abandonara el
lecho y se refugiara en la habitación del hijo porque se aproximaba un extraño; que
medió diálogo entre la víctima y su agresor referente al robo que este último intentaba
perpetrar; que brindó una descripción del atacante alejada de la realidad cuando lo
conocía desde mucho tiempo; que oyó ruido de pelea y golpes, pero no los estampidos
del arma de luego empleada por el victimario; que no haya reconocido el cuchillo
también empleado por este último, cuando fue envuelto por ella en una prenda de
vestir del hijo y tiene grabadas sus iniciales; y que haya silenciado el forcejeo entre ella
y su marido a que se refirió el niño, quien dijo "...que tomaba a su progenitor por la
camisa por atrás y lo empujaba hacia adelante y hacia atrás, y que cuando su padre se
caía su madre lo levantaba mientras el otro trataba de golpearlo con lo que parecía un
'hacha'...". b) Que el imputado Martínez no sólo le atribuyó haber sido la instigadora del
hecho, prometiéndole la cesión de un inmueble, sino que además destacó su
colaboración en el ataque por él emprendido para ejecutarlo. c) Que la compañera de
Martínez testimonió en el sentido de que éste le contó que en la casa de la suegra de
la víctima se le había propuesto cometer un crimen. d) Que pudieron existir móviles o
causas probables que determinaran a la mujer a eliminar a su esposo. e) Que la
conducta anterior, concomitante y posterior al delito compromete la situación de la
acusada. 5) Que en el recurso extraordinario denegado se arguyó que el fallo es
gravemente arbitrario porque sus fundamentos son sólo aparentes, al haberse
valorado aislada y fragmentariamente los elementos de convicción que incriminan a la
procesada, de modo tal que se alteró la conclusión condenatoria a que conduce su
tratamiento conjunto. Asimismo se señaló allí que la sentencia es merecedora de la
aludida tacha porque contiene una interpretación inexacta respecto de una prueba
fundamental, cual es la de que el procesado Martínez no hizo referencia a que su
coprocesada colaboró en el ataque a la víctima, toda vez que al prestar declaración
indagatoria aquél sostuvo: "...como manifestó empujó el cuchillo hacia adelante en
forma inconsciente cuando se lo alcanza Adriana, negando terminantemente haberlo
apuñalado por la espalda; estima que esto fue concretado por Adriana, dado que era la
única persona que estaba detrás de Jorge Méndez...". También, porque ha omitido la
consideración de ciertas probanzas -que se mencionaron- y procedido a la valuación
irrazonable de otras. Finalmente, indicó el apelante que se advierten en la sentencia
contradicciones insalvables que también resultan ser causa de la arbitrariedad que le
ha atribuido. Una de ellas está constituida por la división arbitraria del relato confesorio
de Martínez, el que es tomado íntegramente como prueba cuando sirven para
123
demostrar su responsabilidad, pero que es desechado cuando incrimina a la
procesada Valverde de Méndez quien, por otra parte, es absuelta del uxoricidio
mientras que su madre es condenada por el encubrimiento de ese mismo delito. La
restante contradicción radicaría en que los fundamentos preponderantes del fallo
conducen a la condena y, sin embargo, se los utiliza -sin razón lógica plausible- para
sustentar la absolución. 6) Que, con arreglo a la jurisprudencia de esta Corte, la
apreciación de la prueba constituye, por vía de principio, facultad de los jueces de la
causa y no es susceptible de revisión en la instancia extraordinaria, así se trate de la
de presunciones (Fallo; t. 264, p. 301 t. 122, p. 832; t. 269, p. 43; t. 279: ps. 171 y 312 ;
t. 292, p. 564; t. 294: ps. 331 y 425, p. 390-; t. 301, p. 909, entre otros). 7) Que lo
expuesto en el considerando anterior no es óbice para que el tribunal pueda conocer
en los casos cuyas particularidades hacen excepción a ese principio, con base en la
doctrina de la arbitrariedad, toda vez que con ésta se tiende a resguardar la garantía
de la defensa en juicio y el debido proceso, exigiendo que las sentencias de los jueces
sean fundadas y constituyan una derivación razonada del derecho vigente con
aplicación a las circunstancias comprobadas de la causa (confr. Fallos, t. 261, p. 209;
t. 274, p, 135; t. 284, p. 119 y 1. 297, p. 100; S. 49. XVIII "Sarasola de Markendorf,
Marta E. c. Markendorf, Alfredo J.", resuelta el 4 de noviembre de 1980; y C. 518. XX.
"Campetti, S. R. L. c. Provincia del Chaco s/demanda contenciosoadministrativa", del 8
de mayo de 1986). 8) Que, en tal sentido, asiste razón al recurrente cuando sostiene la
arbitrariedad de la sentencia pues, frente a los indicios y presunciones admitidos por
los magistrados de la instancia anterior -enunciados en forma no exhaustiva "ut supra"-
el juicio al que arribaron, según el cual aquéllos no reúnen los requisitos de gravedad,
precisión y concordancia exigidos por los arts. 357 y 358 del Cód. de Proced. en
Materia Penal, no se compadece con una valoración unívoca. En efecto, la conclusión
de que tales elementos de juicio no probarían el acuerdo entre los procesados para
matar y la intervención personal de la mujer en la ejecución de esa acción, sólo es
posible cuando aquéllos se han considerado en forma fragmentaria y aislada,
incurriéndose en omisiones y falencias respecto de la verificación de hechos
conducentes para la decisión del litigio, en especial cuando se ha prescindido de una
visión de conjunto y de la necesaria correlación de los testimonios entre sí, y de ellos
con otros elementos indiciarlos (confr. Fallos, t. 305, p. 1945; t. 306, ps. 1095 y 1785;
causa S. 4. XX. "Segura, Ramón J. c. sucesión de Flores, Bautista C. s/ filiación y
petición de herencia", del 29 de noviembre de 1984; p. 444. XX. "Pallero de Ontiveros,
Hilda L. c. Ferrocarriles Argentinos", del 15 de abril de 1986). 9) Que ello es lo que ha
ocurrido en autos pues, como esta Corte se ha encargado de destacarlo "in re": Z. 3.
XX. "Zarabozo, Luis s/ estafa", del 24 de abril de 1986, cuando se trata de la prueba de
presunciones a la que se refieren los citados artículos del ordenamiento procesal, es
presupuesto de ella que cada uno de los indicios, considerados aisladamente, no
constituya por sí la plena prueba del hecho al que se vinculan -en cuyo caso no cabría
hablar con propiedad de este medio de prueba- y en consecuencia es probable que
individualmente considerados sean "ambivalentes". Por ello es que el legislador exige
124
para que se configure esta prueba "que no sean equívocos, es decir, que todos
reunidos no puedan conducir a conclusiones diversas" (art. 358, inc. 4º, Cód. citado) y
que "sean concordantes los unos con los otros" (inc. 6º del mismo artículo), de manera
que la confrontación crítica de todos los indicios resultaba en el caso inexcusable para
poder descartarlos, por lo que el argumento de la supuesta ambivalencia individual de
cada uno de ellos constituye un fundamento sólo aparente. Es arbitraria -se concluyó
en el precedente de cita- la sentencia en la cual la interpretación de la prueba se limita
a un análisis parcial y aislado de los elementos de juicio obrantes en la causa, pero
que no los integra ni armoniza debidamente en su conjunto (Fallos: t. 297, p. 100 y t.
303, p. 2080), defecto que lleva a desvirtuar la eficacia que, según las reglas de la
sana crítica, corresponde a los distintos medios probatorios (confr. causa W. 18. XX.
"Witteveen, Claudia c. Chiossone, Roberto y otro", resuelta el 27 de agosto de 1985 -
Rev. La Ley, t. 1986-D, p. 677-). 10) Que a todo lo expuesto no empece la
circunstancia de que se haya invocado el principio "in dubio pro reo", ya que si bien
éste presupone un especial estado de ánimo del juez por el cual no alcanza a la
convicción de certidumbre sobre los hechos, dicho estado no puede sustentarse en
una pura subjetividad, sino que debe derivarse racional y objetivamente de la
valoración de las constancias del proceso, lo que no ocurre en el "sub examen". Ello
es así porque los magistrados que decidieron el caso declararon hallarse íntimamente
convencidos de la culpabilidad de la acusada y, no obstante, la absolvieron por
supuestas exigencias del sistema probatorio que rige en el orden nacional. Esta
afirmación evidentemente contraría los principios lógicos que inspiran la norma de los
arts. 357 y 358 del Cód. ritual, por lo que, como antes quedó a la vista, la conclusión
de la Cámara resulta sólo un fundamento aparente. 11) Que, por otro lado, el fallo se
muestra como autocontradictorio pues, tras admitir los plurales indicios enumerados en
el consid. 4º de la presente (vid. el primero de los votos emitidos), o de señalar -como
lo hace el segundo- que "... no se concibe racionalmente cómo el homicida puede ser
identificado por un niño y no pudo serlo por ella (la acusada) pese a conocerlo
sobradamente, ni tampoco se entiende que si fue anoticiada de la presencia de
intrusos en la finca por su propio marido, éste permaneciera en el lecho -donde fue
herido de un tiro en la cara- en actitud que no condice con la viril defensa que luego
protagonizó en la feroz contienda que mantuvo con su matador; y tampoco es
atendible que el último, consumado el hecho, buscara inicial refugio justamente en la
casa de la madre de aquélla dejando allí el arma de fuego utilizada, ni menos que
Martínez eligiera -si no existió intervención de la citada Adriana C. Balverde de
Méndez ni de su madre Elsa N. Pascasio de Balverde en el homicidio de autos- para
hurtar o robar en el inmueble donde era ampliamente conocido, o el momento de
matar a Méndez en el cual la indudable presencia de testigos le sería fatal, cuando
pudo eludir esta situación fácilmente para conocer, o hallarse en condiciones de
conocer perfectamente el movimiento familiar exacto y así elegir un escenario del
crimen más propicio para facilitar su impunidad...", llega al corolario abrupto de que
media una situación de duda con respecto al pacto entre ambos imputados
125
preexistente al hecho y a la colaboración prestada por la mujer en el momento del
crimen cuando todos esos indicios y presunciones se encaminan, precisamente, a
acreditar tales extremos. Esa contradicción, que constituye una causal definida de
arbitrariedad en la jurisprudencia de esta Corte (Fallos t. 306, p. 344 y muchos otros),
unida a los demás vicios apuntados anteriormente, importa franquear el límite de
razonabilidad a que está subordinada la valoración de la prueba (Fallos t. 300, p. 928 y
sus citas), motivo por el cual el pronunciamiento que contiene esos defectos no
constituye un acto jurisdiccional válido. Por ello, se hace lugar a la queja y al recurso
extraordinario interpuestos y se deja sin efecto la sentencia apelada en todo cuanto
dispone en los puntos 7º y 8º de la parte dispositiva. Vuelva al tribunal de origen para
que, por intermedio de quien corresponda, se dicte un nuevo fallo con arreglo a
derecho.- José S. Caballero. - Augusto C. Belluscio. - Carlos S. Fayt. - Enrique S.
Petracchi. - Jorge A. Bacqué.
126
procesales y penales establecidas en la Constitución, dispone de menor libertad para
la aplicación del método histórico en la reconstrucción del hecho pasado, pero no por
ello deja de aplicar ese método, sino que lo hace condicionado por la precisión de las
reglas impuesta normativamente. Consid. 31) Que conforme a lo señalado, la regla de
la sana crítica se viola cuando directamente el juez no la aplica en la fundamentación
de la sentencia. Puede decirse que en este caso, la sentencia carece de fundamento
y, por ende, esta es una grosera violación a la regla que debe ser valorada
indefectiblemente tanto por el tribunal de casación como por esta Corte. Cuando no
puede reconocerse en la sentencia la aplicación del método histórico en la forma en
que lo condicionan la Constitución y la ley procesal, corresponde entender que la
sentencia no tiene fundamento. En el fondo, hay un acto arbitrario de poder. No
obstante, puede suceder que el método histórico se aplique, pero que se lo haga
defectuosamente, que no se hayan incorporado todas las pruebas conducentes y
procedentes; que la crítica externa no haya sido suficiente; que la crítica interna —
sobre todo— haya sido contradictoria, o que en la síntesis no se haya aplicado
adecuadamente el beneficio de la duda o que sus conclusiones resulten
contradictorias con las etapas anteriores. La valoración de la sentencia en cuanto a
estas circunstancias es tarea propia de la casación y, en principio, no incumbe a la
arbitrariedad de que entiende esta Corte. Sólo cuando las contradicciones en la
aplicación del método histórico o en las reglas que lo limitan en el ámbito jurídico sean
de tal magnitud que hagan prácticamente irreconocible la aplicación misma del método
histórico, como cuando indudablemente desconozcan restricciones impuestas por la
Constitución, configuran la arbitrariedad que autoriza el ejercicio de la jurisdicción
extraordinaria por esta Corte.
127
en ellos. Consid. 7º) Que, por otra parte, no se desprende de la lectura de la resolución
impugnada, cual fue el nexo causal entre la muerte de Ramírez y la conducta
desempeñada por los encartados. En efecto, resulta necesario recalcar que el a quo
omitió dar las razones que tuvo en cuenta para haber considerado vinculada con la
muerte de la menor la falta de asentamiento en su historia clínica del estado general
que aquélla presentaba en el momento del alta después de su primer operación –
anterior a la que se le practicó antes del fallecimiento- o con la forma en que se fueron
incorporando las diferentes circunstancias de la evolución clínica de la paciente en la
mencionada historia. En ese mismo orden, tampoco puso de manifiesto las razones
por las cuales –cuando se adhirió al dictamen pericial producido por los facultativos del
Cuerpo Médico Forense de fs. 135/145- se dejó de lado y se valoró en forma la
opinión de la Academia Nacional de Cirugía –que no había descalificado la actuación
de los médicos acusados (fs. 762)-.- Voto del Dr. Petracchi. Consid. 6º) Que es
evidente derivación del principio de congruencia, como expresión de la defensa en
juicio, que el hecho materia de la condena debe satisfacer idénticos parámetros de
exactitud. Resulta inadmisible que el condenado no pueda conocer cual es el hecho
por el cual se lo condena y cómo se ha llevado a cabo, en lo que a él le atañe
personalmente, la subsunción en el tipo penal respectivo. Ello es así en todos los
casos, aún en aquellos en los que el acusado pueda reconstruir la materia del
reproche a partir de su propio conocimiento de los hechos, pues de lo contrario se
estaría haciendo recaer sobre él la misión –eminentemente estatal- de formular
correcta y precisamente la imputación. Este punto adquiere especial relevancia en
supuestos como el presente, en el que por las características del hecho atribuido, el
imputado, por sus conocimientos técnicos, está en condiciones de caracterizar, quizá
con mayor precisión que el juez, cuál es el deber concretamente infringido. Consid. 7º)
Que en el caso particular de los delitos imprudentes cometidos en el contexto de
violaciones a la lex artis médica, esta Corte tiene dicho que sólo una vez conocido el
alcance exacto de las obligaciones que recaen sobre el médico, sea que las haya
asumido voluntariamente o que le sean impuestas reglamentariamente, es posible
formular un juicio penal de reproche basado en su incumplimiento culposo (Fallos
317:1854 esp. Considerando 4). Cuando a ello se agrega la pluralidad de
intervinientes, como ocurre en el sub lite, la determinación de la distribución de los
deberes que corresponden a cada uno de ellos resulta ineludible, a fin de delimitar las
esferas de incumbencia y graduar los diferentes niveles de responsabilidad.
128
CSJN. “MONTENEGRO, Luciano Bernardino s/ Recurso de hecho” 10/12/81. Consid.
3º que el recurso extraordinario cuya denegación motiva esta queja somete al Tribunal
“el conflicto entre dos intereses fundamentales de la sociedad; su interés en una rápida
y eficiente ejecución de la ley y su interés en prevenir que los derechos de sus
miembros individuales resulten menoscabados por métodos inconstitucionales de
ejecución de la ley” según lo definiera la Corte Suprema de los Estados Unidos ante un
caso similar (“Spano vs. New York”, 360 U.S. 315-1958). Consid. 4º Que tal conflicto
se halla resuelto en nuestro país desde los albores de su proceso constituyente
cuando la Asamblea de 1813, calificando al tormento como “invención horrorosa para
descubrir los delincuentes” mandó quemar los instrumentos utilizados para aplicarlo
(ley del 19 de mayo de 1813, “Asambleas Constituyentes Argentinas”, Tomo I, pág.
44), decisión que se concretó en la prohibición contenida en el art. 18 de la
Constitución de obligar a alguien a declarar contra sí mismo, sobre cuya base esta
Corte, a lo largo de su actuación, ha descalificado las confesiones prestadas bajo la
coacción moral que importa el juramento (Fallos: 1: 350 y 281:177). Consid. 5º Que el
acatamiento por parte de los jueces de ese mandato constitucional no puede reducirse
a disponer el procesamiento y castigo de los eventuales responsables de los apremios,
porque otorgar valor al resultado de su delito y apoyar sobre él una sentencia judicial,
no sólo es contradictorio con el reproche formulado, sino que compromete la buena
administración de justicia al pretender constituirla en beneficiaria del hecho ilícito.
129
de la violación del art. 188 del Código de Procedimiento en Materia Penal. Consid. 4)
Que esta Corte tiene declarado que la ausencia de objeciones por parte del interesado
respecto de la inspección domiciliaria que pretenda llevar a cabo el personal policial,
no resulta por sí sola equivalente al consentimiento de aquél, en la medida en que tal
actitud debe hallarse expresada de manera que no queden dudas en cuanto a la plena
libertad del individuo al formular la autorización (doc. causas, "Fiorentino, Diego E." y
"Cichero, Ariel L.", del 27 de noviembre de 1984 y 9 de abril de 1985,
respectivamente). Para ello es útil el examen de las circunstancias que han rodeado al
procedimiento y las particularidades en que se manifestó la falta de oposición al
registro. En este sentido corresponde tener especialmente en cuenta que, en el caso,
se procedió a la detención de Rayford en la vía pública y durante la madrugada, a
escasos metros de su domicilio, al que penetró de inmediato la comisión policial. Pero,
y ello es fundamental, esa persona era extranjera y desconocedora del idioma
nacional, de modo que ante la falta de auxilio por algún intérprete, resulta
extremadamente dudoso que pudiera comprender cabalmente el alcance del
procedimiento que se realizaba y, en concreto, la posibilidad que tenía de oponerse a
su ejecución. Cabe concluir, pues, que en estas condiciones, la mera ausencia de
reparos no puede razonablemente equipararse a una autorización válida. Como
consecuencia de lo expuesto debe desecharse la legitimidad de la requisa y, por ende,
del secuestro que es su resultado. Consid. 5) Que, sin embargo, si bien la invalidez
declarada precedentemente resulta decisiva en cuanto elimina la prueba esencial
referente a la existencia misma del objeto material sobre el que recae el delito de
tenencia de estupefacientes, es de destacar que B. no ha sido condenado por esa
figura, sino por la de suministro, cuya comprobación no requeriría necesariamente el
secuestro de la sustancia incriminada y podría extraerse de otros medios de prueba.
En la especie, la condena del nombrado se sustenta en el secuestro de la marihuana
que suministró, en su confesión y en los dichos de Rayford y L. S. Descartado el
secuestro, los restantes medios podrían aún constituir elementos suficientes para
justificar el reproche. Y es en este punto donde corresponde adentrarse, porque debe
determinarse en qué medida la ilegitimidad inicial del procedimiento afecta la validez
de los actos subsiguientes; hasta qué punto el vicio de origen expande sus efectos
nulificantes. Al respecto, la regla es la exclusión de cualquier medio probatorio
obtenido por vías ilegítimas, porque de lo contrario se desconocería el derecho al
debido proceso que tiene todo habitante de acuerdo con las garantías otorgadas por
nuestra Constitución Nacional. Ya ha dicho esta Corte que conceder valor a esas
pruebas y apoyar en ellas una sentencia judicial, no sólo es contradictorio con el
reproche formulado, sino que compromete la buena administración de justicia al
pretender constituirla en beneficiaria del hecho ilícito por el que se adquirieron tales
evidencias (Fallos, t. 303, p. 1938). Pero dicha regla, no obstante su categórica
formulación, admite también el concurso de factores que pueden atenuar los efectos
derivados de una aplicación automática e irracional. Así, por ejemplo, de ordinario los
elementos materiales indebidamente obtenidos perderán valor de una vez y para
130
siempre por su espuria adquisición, dada la inmutabilidad del objeto que constituye la
evidencia. Por el contrario, la prueba que proviene directamente de las personas a
través de sus dichos, por hallarse ellas dotadas de voluntad autónoma, admite
mayores posibilidades de atenuación de la regla. En este aspecto, el grado de libertad
de quien declara no es irrelevante para juzgar sobre la utilidad de sus manifestaciones,
de modo que la exclusión requiere, en estos supuestos, un vínculo más inmediato
entre la ilegalidad y el testimonio que el exigido para descalificar la prueba material.
Consid. 6) Que, en consecuencia, corresponde ahora examinar concretamente las
circunstancias del caso sobre la base de las pautas señaladas. Y en esta tarea se
observa que, como ya se dijo, desechado el secuestro ilegítimo, quedarían aún en pie
las manifestaciones de Rayford y L. S., y la confesión de B.. Para determinar la utilidad
de esos elementos, y de acuerdo al método expuesto, se debe retornar al punto de
origen de la investigación. Para ello habrá que guiarse por las constancias efectivas
del sumario, pues de los informes confidenciales a que se alude a fs. 1/2, 10 y 12/13
no existen otros antecedentes que los allí expresados. Con esto se quiere significar
que no se advierte que la pesquisa haya tenido vida por una vía distinta de la que
consta efectivamente en la causa, es decir, la intercepción de Rayford en la vía pública
y el inmediato allanamiento ilegítimo de su domicilio.= Una observación racional de lo
ocurrido a partir de entonces conduce a la conclusión invalidante de los actos
subsiguientes. En efecto, en ese procedimiento se incauta indebidamente parte del
estupefaciente suministrado por B. De no haber sido por ese medio, resulta harto
conjetural suponer que Rayford lo hubiera involucrado espontáneamente. Ello es así
porque surge obvio que la indagación ha girado, desde el comienzo, sobre esa
sustancia secuestrada y no sobre otra, de modo que existe un nexo directo entre el
secuestro ilegítimo y la mención que Rayford trae de B. Es más, aun antes de que
aquél efectuara manifestaciones en la comisaría, ya en camino hacia ella entregó a la
comisión policial una tarjeta personal de B. a quien indicó como vendedor de "dicha
marihuana", vale decir, de la que fue específicamente objeto de la requisa. En tales
condiciones, la incriminación de B. por Rayford no puede tenerse en cuenta porque las
circunstancias en que se efectuó autorizan a descartar que sus manifestaciones sean
el fruto de una libre expresión de la voluntad. Al contrario, aparecen evidentemente
inducidas por la situación en que se lo colocó a raíz del allanamiento ilegal que, por
otra parte, no fue casual sino que llevaba el específico propósito de reunir evidencias
del delito. Si se elimina el secuestro y su inmediata consecuencia que son los dichos
de Rayford, ¿cómo se podría haber llegado a la individualización de B." Tal como se
encaminó la investigación se puede aseverar que ello habría sido imposible porque no
existen otros indicios que conduzcan a éste. En otras palabras, B. quedó vinculado a la
investigación como efecto exclusivo del procedimiento ilegítimo en el que se secuestró
el estupefaciente, desde que esa circunstancia determinó las manifestaciones de
Rayford y la consecuente incriminación de aquél. No hubo varios cauces de
investigación sino uno solo, cuya vertiente original estuvo viciada y contaminó todo su
curso, abarcando también el reconocimiento del propio B. en tanto ello es
131
consecuencia directa de su ilegítima vinculación al sumario. También deben caer los
dichos de L. S. por los mismos motivos, pues se lo incorporó a los autos a través de
las explicaciones de B. Cabe señalar que, de todos modos, en rigor aquél no presenció
el suministro a Rayford, lo que minimiza su relevancia. Disidencia del doctor Belluscio
Consid. 6) Que, aun partiendo de la base de la nulidad del allanamiento llevado a cabo
en el domicilio de Rayford -con arreglo al criterio establecido por esta Corte a partir de
la causa F.508.XIX "Fiorentino, Diego E. s/ tenencia ilegítima de estupefacientes"-, la
sentencia recurrida tiene sustento en otros elementos probatorios que permiten arribar
a similares conclusiones, en especial la existencia de parte de todos los procesados de
confesión judicial del delito cometido, aun cuando la versión de los hechos haya sido
diferente según quien los haya relatado y, en lo que se refiere específicamente al
recurrente, su admisión de haber recibido dinero de Rayford con el fin de conseguirle
marihuana, las gestiones realizadas para ello, y la concreción de la operación de
compra, corroborada por la de Rayford, que expresa haber adquirido el estupefaciente
a B. Esa circunstancia impide la descalificación de lo decidido por el a quo por la sola
impugnación de la diligencia llevada a cabo por la policía.
132
Consid. 12) Que así, descartados tales dichos, debe analizarse si los restantes
medios pueden aun constituir elementos suficientes para justificar el reproche, porque
debe determinarse en qué, medida la ilegitimidad inicial del procedimiento afecta la
validez de los actos subsiguientes, es decir, hasta qué punto el vicio de origen
expande sus efectos nulificantes. Para ello la regla es la exclusión de cualquier medio
probatorio obtenido por vías ilegítimas, pero teniendo en cuenta el concurso de
factores que pueden atenuar los efectos derivados de una aplicación automática e
irracional de aquélla. Consid. 13) Que esta función de apreciar la proyección de la
ilegitimidad del procedimiento sobre cada elemento probatorio es propia de los jueces,
quienes en tal cometido deben valorar las particularidades del caso en concreto. Para
dicha finalidad deben analizarse la concatenación causal de los actos, de acuerdo con
la sana crítica racional, que atiende a las reglas de la lógica y de la experiencia social:
de manera que por esa vía puedan determinarse con claridad los efectos a los que
conduciría la eliminación de los eslabones viciados, teniendo en cuenta la posibilidad
de adquisición de las evidencias por otras fuentes distintas de las que se tengan por
ilegítimas. De tal modo, deberá descartarse por ineficaz la prueba habida en la causa,
siempre y cuando su obtención dependa directa y necesariamente de la violación de la
garantía constitucional de que se trate, o bien cuando sea una consecuencia inmediata
de dicha violación (confr. la causa F. 193. XX "Franco, Miguel A. s/, falsificación de
documento público", fallada el 24 de diciembre de 1985. Consid. 14) Que, a la luz de
las consideraciones expuestas, corresponde descalificar la fundamentación que dio
sustento a la condena a Ruiz por el hecho ilícito que perjudicó al taxista Alberto
Procopio. ello es así, porque no se advierte de qué modo pudo la pesquisa llegar hasta
la víctima que reconoció al prevenido sin transitar por una vía distinta de aquélla que
los jueces dieron por probada, esto es, los apremios que sufrió el condenado.
Eliminada la intervención de Ruiz, las afirmaciones de los preventores referentes a que
éste no resultaría ajeno a la comisión del delito, aparecen huérfanas de apoyo en
indicios u otros medios que no sean los invalidados, por lo que cabe concluir en que no
hubo varios caminos de investigación, sino uno solo, cuya senda original estuvo
viciada y contaminó todo su curso, abarcando las consecuencias directas de la
vinculación ilegítima, verbigracia, la declaración testimonial del damnificado, el acto por
el que éste reconoció al autor del delito en rueda de personas, la declaración de un
comerciante a quien Ruiz entregó el ecualizador del vehículo y una cruz de oro
sustraída a Procopio, y el reconocimiento por parte del comerciante, que tuvo
resultado positivo. Consid. 15) Que la situación es distinta en cuanto a los hechos
ilícitos que perjudicaron a los taxistas Jorge P. Cándido y Alberto Izquierdo, porque en
ambos casos se advierte sin dificultad que la condena puede sustentarse en otros
medios de prueba y constancias del proceso que son independientes de las
manifestaciones irregulares, y que han sido obtenidos de manera objetiva y directa. En
efecto, producido el enfrentamiento en el que murió unos de los delincuentes, el oficial
principal que intervino revisó las prendas de vestir del occiso, y en el interior del bolsillo
de su camisa halló el documento nacional de identidad de Cándido, donde constaba su
133
domicilio. Así, la policía provincial no tuvo más que realizar las diligencias tendientes a
identificar debidamente al muerto y a dar con el paradero del titular del documento,
para hacerlo comparecer ante la instrucción, donde prestó declaración testimonial y
reconoció el efecto secuestrado y al prevenido. Consid. 16) Que, del mismo modo, y
en cuanto al desapoderamiento ilegítimo que sufrió Alberto Izquierdo, no debe
olvidarse que en el enfrentamiento también se secuestró el automóvil taxímetro de su
propiedad en el que se habían desplazado los delincuentes, por cuya sustracción
había efectuado con anterioridad la correspondiente denuncia policial. Fácil es
concluir, pues, que con el vehículo en su poder, y teniendo a la vista la pertinente
documentación también secuestrada los agentes públicos pudieron ubicar al dueño del
bien, quien prestó declaración testimonial y reconoció los efectos, y a Ruiz como el
que le apuntara con un revólver durante el asalto.
134
competente la respectiva orden de allanamiento que prevé el art. 188 del Cód. de
Proced. en Materia Penal, requisito ineludible, pues el objetivo de adquirir elementos
de prueba no se encontraba cubierto por la excepción del art. 189 del mismo texto
legal. Por ello, aun soslayando la relación de causalidad necesaria que puede existir
entre la "manifestación espontánea" de Francomano brindada bajo tormento y la
adquisición ulterior de prueba en contra de un tercero, sería la propia actuación del
secuestro con respecto a ella carente de legitimidad, la que conduce a la absolución
de la nombrada. Consid. 8) Que, en tales condiciones, cabe advertir que desechada la
constancia adquirida ilegítimamente, no existen en autos otros elementos
independientes de aquélla que conduzcan a la incriminación de Graciela C. Chein. Por
el contrario, la orfandad probatoria se verifica aún más con la negativa de ésta quien
rectificó su manifestación policial de fs. 137/139 vta., la cual dijo haber firmado bajo
coacción, a la vez que desconoció los elementos que se indican en el acta ilegítima de
fs. 59. Por ello, las pautas señaladas "ut supra" conducen a la conclusión de que el
fallo recurrido carece de fundamentación, por haber otorgado eficacia probatoria a
elementos obtenidos por vías ilegítimas y aludido dogmáticamente a comprobaciones
ratificatorias y concordantes de lo actuado, sin indicar cuáles son.
CSJN. JOFRÉ Hilda N. y otra La ley 1994-C, 451 – 24/03/94. Consid. 2. Que esta
causa se inició con motivo de la detención de la procesada junto con otras dos mujeres
y un hombre en las inmediaciones de las calles Santa Fe y Pueyrredón en
circunstancias en que entraban y salían reiteradamente de negocios de venta de ropa
de la zona. Al no dar una respuesta satisfactoria sobre tal comportamiento fueron
conducidas a la comisaría para averiguación de antecedentes. Al llegar a esa
dependencia se encontraron entre sus pertenencias varias prendas de vestir, y en esa
oportunidad Jofré admitió ante el preventor el apoderamiento de dos polleras de un
comercio sito en Corrientes 3126, mientras que la otra mujer manifestó la sustracción
de un pantalón del negocio ubicado en Paso 428. La policía visitó ambos locales,
lugares en los que comprobó por los dichos de sus dueños que las prendas eran de su
propiedad y les habían sido sustraídas, pues no habían vendido ropas similares a las
secuestradas. Al prestar declaración indagatoria, Jofré confesó ser la única autora de
los delitos investigados. 6. Que en el presente caso no se dan las particulares
circunstancias que hagan aplicable la doctrina desarrollada por este tribunal en Fallos:
306:1752, 308:733 --La Ley, 1985-A, 160; 1986-C, 396-- y 310:2402, según la cual
debe excluirse del proceso cualquier medio de prueba obtenido por vía ilegítima, toda
vez que los datos que permitieron a la policía individualizar a las víctimas fueron
recabados sin coacción y como resultado de las averiguaciones que le eran impuestas
por el art. 184 del Cód. de Proced. Penal (confr. causa C.9.XXIV "Cabral, Agustín s/
contrabando", del 14 de octubre de 1992).
Capítulo II
Inspección y reconstrucción.
135
Artículo 163 - Inspección judicial.- Mediante la inspección se comprobará el
estado de las personas, lugares y cosas, los rastros y otros efectos materiales que
hubiera, de utilidad para la averiguación del hecho o la individualización de los
partícipes en él. De ella se labrará acta que describirá detalladamente esos elementos
y, cuando fuera posible, se recogerán o conservarán los elementos probatorios útiles.-
Las inspecciones que por sus características exijan descripciones especiales u
operaciones técnicas, serán realizadas de tal modo que no se afecte la dignidad o la
salud de la persona.-
Arts. 260, 328
136
como las medidas precautorias a adoptar, para evitar molestias innecesarias.-
Arts. 240, 260
5 INFORME Nº 66/01 CASO 11.992 DAYRA MARÍA LEVOYER JIMÉNEZ ECUADOR 14/06/2001. ... 34. El
estado ecuatoriano – no ha alegado o presentado elementos que demuestren que la señora Levoyen Jiménez fue
aprehendida en delitos flagrante, circunstancia que justificaría una detención sin orden judicial. Entiende la
Comisión que la detención se realizó en aplicación del principio de “grave presunción de responsabilidad”. 35.
Corresponde por tanto analizar el estándar de “grave presunción de responsabilidad” y su adecuación con la ley
fundamental ecuatoriana. Si bien es competencia de los tribunales locales establecer la constitucionalidad de las
normas que componen su derecho interno, la Comisión se encuentra facultada para analizar estas normas si su
formulación o aplicación puede ser contraria a las normas de la Convención 36. Como se ha dicho, la Constitución
ecuatoriana establece las circunstancias formales para proceder a una detención, es decir, por orden de autoridad
competente, salvo el caso de flagrancia. La Constitución no establece ninguna otra situación, fuera de la flagrancia,
en la cual la orden de autoridad competente no sea necesaria. El Código de Procedimiento Penal, sin embargo, va
más allá de la norma constitucional al establecer una nueva causal de detención sin orden de autoridad competente.
La Comisión considera que la ley no prescribe las circunstancias objetivas que configurarían una "grave presunción
de responsabilidad", dejando su definición al libre arbitrio del agente policial que lleva a cabo el arresto. 37. Por
otro lado, la Comisión entiende que esta norma está también en contradicción con la Convención, ya que permite
que una detención dependa de la apreciación subjetiva del agente de policía que la ejecuta. La Comisión entiende
que el requisito de tipicidad contenido en la obligación de "fijar de antemano" las condiciones de detención,
requiere que la ley defina las causas y condiciones en que una detención puede llevarse a cabo, en forma
pormenorizada y precisa. Ello no se satisface con una prescripción genérica e indefinida como "graves presunciones
de responsabilidad".
137
Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 9. Nadie podrá ser
arbitrariamente detenido, preso, ni desterrado
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Art. 9 1. Todo individuo tiene
derecho a la libertad y a la seguridad personales. Nadie podrá ser sometido a
detención o prisión arbitrarias. Nadie podrá ser privado de su libertad, salvo por las
causas fijadas por ley y con arreglo al procedimiento establecido en ésta.
Arts. 240, 260
CSJN: “DARAY, Carlos Ángel s/ Su presentación” 22/12/94. Fallos 317: 1995 . “En
este caso, los agentes de policía no presenciaron la comisión de ningún delito..., ni han
dejado constancia de que tuviesen, al momento de detener a Garbin, ningún indicio
que razonablemente pudiera sustentar la sospecha de su vinculación con la comisión
de un delito...” “Esta exigencia de que la detención se sustente en una causa
razonable permite fundamentar porqué es lícito que un habitante de la Nación deba
tolerar la detención y, al mismo tiempo, proscribir que cualquier habitante esté
expuesto, en cualquier circunstancia y momento de su vida, sin razón explícita alguna,
a la posibilidad de ser detenido por la autoridad. De lo actuado en la causa nada
persuade de que la autoridad policial haya obrado sobre la base del conocimiento de
circunstancias que hiciesen razonable conducir a Garbin a la delegación policial y, en
todo caso, si esas circunstancias han existido, los agentes policiales las han
mantenido “in pectore”, y no han dejado expresión de ellas, lo cual impide disipar toda
duda sobre la arbitrariedad del arresto. En esas condiciones, la detención de Carlos A.
Garbin ha contrariado los arts. 14 y 18 de la Constitución Nacional”
CSJN “FERNÁNDEZ PRIETO”: 11/12/1998 (La Ley 1999B, 284) Consid. 9 que la
doctrina de la ‘causa probable’ ha sido desarrollada en el precedente ‘Terry v. Ohio,
392, U.S., 1, (1968), en el cual la Suprema Corte de los Estados Unidos de
Norteamérica convalidó la requisa y detención sin orden judicial efectuada por un
policía al advertir que extraños actuaban de ‘manera sospechosa’, ocasión en que se
les aproximó y luego de identificarse y girar alrededor, palpó sus ropas y encontró una
pistola en el bolsillo del accionante, habiendo sido condenado y admitiéndose el arma
como prueba, pese a las objeciones de la defensa. El tribunal sostuvo que ‘cuando un
oficial de policía advierte una conducta extraña que razonablemente lo lleva a concluir,
a la luz de su experiencia, que se está preparando alguna actividad delictuosa y que
las personas que tiene enfrente pueden estar armadas y ser peligrosas, y en el curso
de su investigación se identifica como policía y formula preguntas razonables, sin que
nada en las etapas iniciales del procedimiento contribuya a disipar el temor razonable
por su seguridad o la de los demás, tiene derecho para su propia protección y la de los
demás en la zona, a efectuar una revisación limitada de las ropas externas de tales
personas tratando de descubrir armas que podrían usarse para asaltarlo. Conforme a
la cuarta Enmienda, tal es una revisación razonable y las armas que se incauten
pueden ser presentadas como prueba en contra de esas personas. ... En ‘Alabama v.
138
White, 496, U.S., 325 (1990)6, la policía interceptó un vehículo sobre la base de un
llamado anónimo en el que se alertaba que en aquél se trasportaban drogas lo que
efectivamente ocurrió. La cuestión a resolver era si esa información, corroborada por el
trabajo de los preventores constituía suficiente fuente de credibilidad para proporcionar
‘sospecha razonable’ que legitime la detención del vehículo La Suprema Corte
consideró legítima la detención y requisa, puesta que –dijo- ‘sospecha razonable’ es
un standar inferior del de ‘probable causa’, ya que la primera puede surgir de
información que es diferente en calidad –es menos confiable- o contenido que la que
requiere el concepto de ‘probable causa’, pero que en ambos supuestos, la validez de
la información depende del contexto en que la información es obtenida y el grado de
credibilidad de la fuente. Consid. 12 Que en cuanto a los vehículos interceptados para
ser requisados, la Suprema Corte de los Estados Unidos de Norteamérica ha
desarrollado la doctrina de la ‘excepción de los automotores’, en el caso ‘Carrol v.
United States, U.S., 132, (1925), en el cual se convalidó la requisa de un automóvil sin
orden judicial y la prueba obtenida de ese procedimiento, con fundamento en que los
oficiales de policía tenían ‘causa probable’ para sospechar que había contrabando o
evidencia de una actividad ilícita para así decidir sostuvo que había que efectuar una
diferencia entre la inspección de un negocio, residencia u otra construcción similar en
los que una orden de allanamiento puede ser rápidamente obtenida, y la requisa de un
barco, vagón de carga o automóvil con supuesta mercadería en su interior procedente
de un delito, en los cuales no es factible obtener una orden judicial, porque el rodado
puede rápidamente ser sacado de la localidad o jurisdicción en la cual el mandamiento
judicial debe ser obtenido. Añadió que la legalidad de esa medida queda supeditada a
la existencia de ‘causa probable’ para creer que el vehículo transporta mercaderías de
contrabando u otras evidencia similares. 13. Que el mencionado tribunal sostuvo en
"Chambers v. Maroney", 399, U.S., 42, (1970), bajo el estándar de "Carroll", que era
necesario diferenciar la inspección de una casa, negocio, etc., respecto de los cuales
la orden judicial puede ser rápidamente obtenida y la requisa de un vehículo, barco,
tren, a cuyo respecto no es factible obtener una orden judicial porque el rodado puede
ser rápidamente sacado de la jurisdicción o localidad en la que la orden debe ser
obtenida. Destacó que la legalidad de la requisa depende de que el oficial actuante
tenga razonable o probable causa para creer que el vehículo que él ha detenido
transporta mercadería proveniente de un hecho ilícito. Destacó que las circunstancias
que determinan "causa probable" de búsqueda son a menudo imprevisibles; además,
la oportunidad de inspección es fugaz por la rápida movilidad inherente a un auto.
Asimismo, en "Draper v. United States", 358, U.S., 307 (1959); "United Stated v. Ross",
456, U.S., 798, (1982) y "California v. Acevedo", 500, U.S., 565, (1991), entre varios
otros, se reiteró el amplio campo de esfera para las requisas de automóviles, ello
6 Alabama vs. White, 496 US325 (1990). La corte trata de un caso relacionado con un llamado anónimo en el que
se manifestaba que una persona iba a abandonar una vivienda que estaba en un determinado lugar, conduciendo un
vehículo que identifica y se dirigiría a otro lugar que también determina, donde se desarrollaría una transacción
ilícita de estupefacientes. La Corte concluye que como algunas de las predicciones del informante habían sido
corroboradas por la policía, había provisto suficiente base para interceptar al imputado y requisarle sus
pertenencias, satisfaciendo el estándar de “sospecha razonable”
139
basado en la premisa de que los ciudadanos tienen menos expectativa de privacidad
en los automóviles que en las casas, habiendo aclarado que la legalidad queda
limitada únicamente por la existencia de "causa probable" para la inspección y la
inmediata comunicación al juez. 14. Que la Suprema Corte de los Estados Unidos ha
establecido que para determinar si existe "causa probable" o "sospecha razonable"
para inspecciones y requisas se debe considerar la totalidad de las circunstancias del
caso ("the whole picture"). Así se pronunció en "United States v. Cortez", 449, U.S.,
411 (1981)7 y en "Alabama v. White", en las que se dijo que en supuestos como los
nombrados deben examinarse todas las circunstancias en las que se desarrolló el
hecho y que basada en aquéllas, la detención por parte de las fuerzas policiales debe
tener por fundamento la premisa de que el sospechoso se halla relacionado con un
hecho ilícito. La consideración de la "totalidad de las circunstancias" tuvo especial
relevancia en el caso "Illinois v. Gates", 462, U.S., 213, (1983) -se cuestionaba la
información proveniente de un anónimo-, en el que la Suprema Corte manifestó que si
bien el anónimo considerado en forma exclusiva no proporciona fundamento suficiente
para que el juez pueda determinar que existe "causa probable" para crear que podía
hallarse contrabando en la vivienda y en el automóvil de los acusados, sin embargo --
puntualizó-- es necesario ponderar algo más: la "totalidad de las circunstancias", ello
debido a que éste es un criterio más consistente que el anterior tratamiento de la
existencia de "causa probable", desarrollada en los casos "Aguilar v. Texas", 378,
U.S., 108, (1964) y "Spinelli v. United States", 393, U.S., 410, (1969), en los que se
descalificó la noticia proveniente de un informante debido a que no se establecían las
razones para poder afirmar que aquél era "creíble" y que su información era
"confiable". 15. Que las pautas señaladas en los considerandos anteriores resultan
aplicables al caso, porque el examen de las especiales circunstancias en que se
desarrolló el acto impugnado resulta decisivo para considerar legítima la requisa del
automóvil y detención de los ocupantes practicada por los funcionarios policiales. Ello
debido a que éstos habían sido comisionados para recorrer el radio de la jurisdicción
en la específica función de prevención del delito y en ese contexto interceptaron un
automóvil al advertir que las personas que se encontraban en su interior se hallaban
en "actitud sospechosa" de la presunta comisión de un delito, sospecha que fue
corroborada con el hallazgo de efectos vinculados con el tráfico de estupefacientes, y
habiendo así procedido, comunicaron de inmediato la detención al juez. 16. Que por
ello, los planteos de la defensa no pueden prosperar, puesto que no se advierte
ninguna irregularidad en el procedimiento de la que pueda inferirse violación alguna al
debido proceso legal, más aún si se tiene en cuenta que los preventores, una vez que
interceptaron el automotor, requirieron la presencia de testigos para requisarlo, uno de
7 United States vs. Cortez, 449 US411 (l981). Se detallan todas las tareas de investigación que la policía había
desarrollado durante un largo período en una zona fronteriza por donde habitualmente se realiza transporte de
inmigrantes ilegales. Se especifica como se pudo determinar la clase de vehículo utilizado en el pasado, el tipo de
huellas que solía dejar, la periodicidad con que ocurrían los cruces ilegales. Ante esto advierten la presencia de un
vehículo que acababa de cruzar la frontera dejando huellas similares a las anteriores, y se disponía a realizar un
intercambio ilegal de inmigrantes. La Corte concluye que la detención del vehículo sin orden judicial fue válida, al
haberse satisfecho el estándar según el cual “el policía interviniente debe tener bases particularizadas y objetivas
para sospechar que la persona interceptada se halla envuelta en actividad criminal”.
140
los cuales relató que en su presencia se secuestraron armas y efectos del interior del
auto. Además el procesado no cuestionó el procedimiento, sino el lugar --en el interior
del rodado-- en el que se hallaban aquéllos, los que admitió que transportaba con fines
de comercialización. Resulta pertinente destacar asimismo, que existían razones de
urgencia para no demorar el procedimiento hasta recabar la orden judicial de
detención, tal como surge de los argumentos expuestos en el cierre del acta de fs. 1,
pues al tratarse de un vehículo en circulación, esa demora hubiera favorecido tanto la
desaparición del bien, como los efectos que se hallaban en su interior y la posible fuga
de los ocupantes. Disidencia Dr. Petracchi. Considerando 7. con cita en los fallos:
“Oscar Torres y otro” (Fallos 315:1043, pag. 1051 y ss.) , con relación a los
presupuestos que condicionan la emisión de una orden de allanamiento de modo
compatible con la garantía de la inviolabilidad del domicilio (conf. También disidencia
en el caso “Yemal, Jorge Gabriel y otros s/ ley 23771 sentencia del 17/05/98 La Ley
1998-C, 854) y Daray ... Así lo afirmaba el tribunal ya en su sentencia dictada “in re”:
“Carlos González por rebelión, el 26/06/1875, cuando por remisión a las palabras del
Procurador General, sostuvo: La libertad del hombre es la primera de las garantías
individuales para que pueda violarse por ligeros pretextos, o por razones tan vagas e
insuficientes...” (fallos: 16: 210, p. 213). Las reglas procesales, como los arts. 4º y 184
inc. 4º del C.P.P., en juego en “el sub examine”, que condicionan la validez de las
detenciones a la concurrencia previa de “indicios vehementes de culpabilidad”
responden precisamente a esa concepción. Ello explica que “si la valoración sobre la
sospechabilidad es dejada exclusivamente a criterio del particular o empleado ejecutor
en la medida” (tal como lo advierte Clariá Olmedo “tratado de Derecho Procesal
Penal”, tV, p 285 Bs. As. 1996), no sólo peligre la imprescindible revisión judicial (conf.
Velez Mariconde “Derecho Procesal Penal, t II 3ª ed. Ps. 503 y ss, en especial p. 504
Córdoba, 1982), sino directamente la libertad personal, “la primera de las garantías
individuales”, cuyo resguardo podría quedar así en manos del capricho policial.
Consid. 9. Que en un sentido similar, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, al
interpretar el art. 5º parr. 1º inc. c, del Convenio Europeo para la Protección de los
Derechos Humanos y de las libertades fundamentales, ha acentuado que no es
suficiente que la autoridad que realiza el arresto actué de buena fe y que tenga la
convicción sincera para sospechar del afectado. Por cierto, éste es un presupuesto,
pero, además, su decisión debe apoyarse en hechos concretos que alcancen para
convencer a un observador objetivo, sin prevaricar (en cuarta acepción castellana), de
que el sospechoso podría haber cometido el delito en cuestión (conf. Caso “Fox,
Campbell y Hartley del 30/08/90, A, nº 182 p. 16 en Louis Edmond Pettiti, Emmanuel
Decaux y Pierre Henri Imbert “La Convention Europpene des Droits del’homme
Commentaire article par article p. 1994, Paris 1995). Incluso en el ámbito de la lucha
contra el terrorismo, aun cuando se reconoce la necesidad de actuar velozmente y de
mantener en secreto las fuentes de información, el gobierno demandado que intenta
justificar una detención policial breve según el citado pár. 1º, inc. c, del art. 5º, debe
ofrecer información y prueba necesarias como para que, de acuerdo con las
141
circunstancias concretas del caso, pueda analizarse si la sospecha suficiente del
hecho se encontraba justificada razonablemente. De otro modo la función de
protección del art. 5º quedaría anulada (confr. Caso “Fox, Campbell y Hartley”. Cit.
también Jochen Frowein y Wolfgang Peukert “Europaische
Menschenrechtskonvention: EMRK-Kommentar nº 76 ps. 109 y sgtes, 2ª Ed. Kehl-
Estrasburgo – Arlington, 1996, con otras referencias jurisprudenciales acerca del
alcance de esta doctrina). Consid. 10. Que el requisito de que se manifiesten las
causas de la sospecha no desaparece por el hecho de que se trate de un automotor o
por motivos de urgencia que impidan obtener en tiempo una orden judicial, como así
tampoco por el éxito de la medida o por el cumplimiento posterior de las formalidades
procesales. Si así fuera, la garantía que se busca tutelar, con la doctrina y
jurisprudencia citadas, moriría de imprecisión o, si se quiere, de incertidumbre. En
efecto, tales circunstancias, por sí solas, no alcanzan para justificar la ausencia de
fundamentación expresa del acto originario cuando, como en el caso, las constancias
sumariales padecen falencias tales que impiden reconocer la necesidad misma de la
medida, ya sea que ella haya sido dispuesta por la autoridad policial –como ocurrió en
el “sub examine”-, o aún en el supuesto de que hubiera sido ordenada por un juez. En
otras palabras, el recurso a una fórmula estereotipada como la “actitud sospechosa”
remite a una opacidad indescifrable que no satisface la exigencia de la debida
fundamentación de los actos estatales, y, por tanto, carece de relevancia cual sea la
autoridad de la que éstos emanen. Disidencia Dr. Bossert. Consid. 7…. Nuestros
constituyentes, al formular aquella norma (refiere al art. 18 nadie puede ser
arrestado...), no siguieron los antiguos proyectos constitucionales que sí incluían
referencias acerca del grado de sospecha exigible para llevar a cabo una detención. El
Decreto de Seguridad Individual de 1811 establecía en su art. 2º que “Ningún
ciudadano puede ser arrestado sin prueba, al menos semiplena prueba o indicios
vehementes de crimen...”. La Constitución Nacional de 1819 en el apart. CXVI
expresada que “ningún individuo podrá ser arrestado, sin prueba al menos semiplena o
indicios vehementes de crimen...” Por su parte la Constitución de 1826, en sentido
análogo, señalaba que “ningún individuo podrá ser arrestado, sin que proceda al
menos esa declaración contra él de un testigo idóneo, o sin indicios vehementes de
crimen, que merezca pena corporal; cuyos motivos se harán constar...” (ver Longhi L.
“Derecho Constitucional Argentino y comparado”, vol. I p. 261, Ed. Bibliográfica
Buenos Aires 1945; San Martino de Dromí M. L. “Documentos Constitucionales
Argentinos”. Psg. 2332 y 2433, Ed. Ciudadania Argentina, 1994, ver también las
conclusiones expuestas por Vélez Mariconde en “Derecho procesal Penal”, vol II, p.
485. Ed. Lerner 3ª ed. y a Montes de Oca, “Historia del Derecho Constitucional”, p.
435). Consid. 17. Que cabe poner de relieve que si bien enfrentamos en el presente
caso una cuestión extremadamente sensible como lo es la seguridad pública, lo cierto
es que “la idea de justicia impone que el derecho de la sociedad de defenderse contra
el delito sea conjugado con el derecho del individuo sometido a proceso, en forma que
ninguno de ellos sea sacrificado en aras del otro, procurándose así conciliar el derecho
142
del individuo a no sufrir la persecución injusta con el interés general de no facilitar la
impunidad del delincuente... pero... es precisamente esa idea de justicia y de apego a
lo que la ley dice y ordena... lo que justifica considerar que el a quo ha realizado una
interpretación errónea del derecho vigente... que restringe sin justificación legal
suficiente la garantía de libertad personal” (E. 381 XXXII “Estévez, José Luis s/
solicitud de excarcelación –causa 33769-“ sentencia del 03/10/97, voto del Juez
Bossert -La Ley, 1997-F, 832)
CSJN. “SZMILOWSKY, Tomás A. 06/02/2003. La ley 2003-D, 155. Consid. 2. Que las
actuaciones se iniciaron con motivo de la requisa personal del encartado realizada por
parte de funcionarios policiales en la vía pública en horas de la noche, oportunidad en
que se le habría secuestrado de entre sus ropas un trozo compacto de sustancia
vegetal color marrón, que según el peritaje efectuado resultó ser 9,43 gramos de
cannabis sativa, con la cual se podrían preparar aproximadamente 19 cigarrillos.
Consid. 5. Que los agravios del apelante suscitan cuestión federal suficiente para la
apertura de la instancia extraordinaria, puesto que la naturaleza del planteo conduce a
determinar el alcance de la garantía del debido proceso y la que establece que nadie
puede ser requisado sin orden escrita emanada de autoridad competente. Además,
existe relación entre la actuación del procesado y la validez de constancias probatorias
obtenidas a partir de actuaciones supuestamente nulas. Consid. 6. Que a los efectos
de determinar si resulta legítima la medida cautelar que tuvo por sustento la existencia
de un estado de sospecha de la presunta comisión de un delito, debe examinarse
aquel concepto a la luz de las circunstancias en que tuvo lugar la requisa personal del
encartado. En efecto, en este aspecto es relevante destacar que la autoridad policial,
en momentos en que se hallaba recorriendo el radio jurisdiccional a cargo del Delta 34
del Departamento Operaciones Metropolitanas de la Superintendencia de Drogas
Peligrosas -en horas de la noche y en la intersección de las calles Pringles y Lezica,
lugar donde se encuentra un paredón y un paso peatonal del Ferrocarril Sarmiento-
procedió a identificarse como policía frente a dos personas que se hallaban en el lugar,
observando ante ello que quien resultó ulteriormente imputado presentaba un gran
nerviosismo, razón por la cual, convocando a dos testigos, se le requirió que exhibiera
sus efectos personales, constatándose entre sus pertenencias la tenencia de un
envoltorio en cuyo interior se encontraba un trozo compactado de una sustancia
vegetal de color marrón similar a la marihuana. Consid. 7. Que para mejor valorar el
procedimiento efectuado, resulta ilustrativo recordar los principios destacados por esta
Corte en Fallos: 321:2947 en torno a la opinión de la Suprema Corte de los Estados
Unidos de Norteamérica, la cual, como regla general en lo referente a las excepciones
que legitiman detenciones y requisas sin orden judicial, ha dado especial relevancia al
momento en que tuvo lugar el procedimiento y a la existencia de razones urgentes
para corroborarlo, habiendo convalidado arrestos sin mandamiento judicial practicados
a la luz del día y en lugares públicos ("United States v. Watson" 423, U.S., 411, 1976).
El mismo tribunal, al desarrollar la doctrina de "causa probable" en el precedente
143
"Terry v. Ohio", 392, U.S. 1,(1968), sostuvo que "cuando un oficial de policía advierte
una conducta extraña que razonablemente lo lleva a concluir, a la luz de su
experiencia, que se está preparando alguna actividad delictuosa y que las personas
que tiene enfrente pueden estar armadas y ser peligrosas, y en el curso de su
investigación se identifica como policía y formula preguntas razonables, sin que nada
en las etapas iniciales del procedimiento contribuya a disipar el temor razonable por su
seguridad o la de los demás, tiene derecho para su propia protección y la de los
demás en la zona, a efectuar una revisación limitada de las ropas externas de tales
personas tratando de descubrir armas que podrían usarse para asaltarlo. Conforme
con la Cuarta Enmienda, tal es una revisación razonable y las armas que se incauten
pueden ser presentadas como prueba en contra de esas personas". El citado tribunal,
asimismo, estableció la legitimidad de los arrestos y requisas sin orden judicial que no
tuvieron por base la existencia de "causa probable" sino de "sospecha razonable". En
tal sentido, manifestó que al igual que ocurre con el concepto de "causa probable", la
definición de "sospecha razonable" es necesario que sea flexible. Así, en "Alabama v.
White" 496, U.S., 325 (1990), consideró que esta última es un estándar inferior de la
primera, ya que puede surgir de información que es diferente en calidad -es menos
confiable- o contenido que la que requiere el concepto de "probable causa", pero que
en ambos supuestos, la validez de la información depende del contexto en que es
obtenida y el grado de credibilidad de la fuente. Consid. 8. Que los principios que
emanan de los precedentes citados resultan decisivos para considerar legítimo el
trámite de requisa personal llevado a cabo en el presente caso por los funcionarios
policiales a la luz de las normas que regulan su accionar (arts. 183, 184 inc. 5°, 230 y
284, Cód. Procesal Penal de la Nación). Ello es así, puesto que en su función
específica, éstos han sido comisionados para recorrer el radio de la jurisdicción en la
tarea de la prevención del delito y en ese contexto -en horas de la noche y en las
inmediaciones indicadas- interceptaron al encartado que mostró una conducta muy
nerviosa ante la sola presencia policial (fs. 1/1 vta. y 6/6 vta.), actitud que despertó la
razonable sospecha del funcionario policial actuante y que fue ulteriormente
corroborada con el hallazgo de efectos vinculados a la tenencia de estupefacientes.
144
podrá autorizar a proceder en cualquier hora cuando el interesado o su representante
lo consientan, o en los casos graves y que no admitan demora por el riesgo de
frustrarse la investigación, o cuando peligre el orden público.-
La orden no será necesaria para el registro de los edificios públicos y oficinas
administrativas, los establecimientos de reunión o de recreo, el local de las
asociaciones y cualquier otro lugar cerrado que no esté destinado a habitación o
residencia particular. En estos casos deberá darse aviso a las personas a cuyo cargo
estuvieren los locales, salvo que ello fuere perjudicial a la investigación.
La orden de allanamiento será exhibida al que habita o posee el lugar donde deba
efectuarse, o cuando estuviere ausente, a su encargado; a falta de éste, a cualquier
persona mayor de edad que se hallare en el lugar, prefiriendo a los familiares del
primero. Al notificado se le invitará a presenciar el registro. Cuando no se hallare a
nadie, se hará constar así en el acta que se elaborará dejando constancia de lo
ocurrido, y que firmarán los concurrentes al acto.-
Si en el acto del registro se encontraren elementos probatorios no previstos en la
orden judicial o rastros de otro delito, se deberá requerir la conformidad judicial para su
incautación, sin perjuicio de adoptarse los recaudos pertinentes para preservarlos
Cuando para el cumplimiento de sus funciones o por razones de higiene, moralidad
u orden público, alguna autoridad nacional, provincial o municipal competente necesite
practicar registros domiciliarios, solicitará al Tribunal orden de allanamiento,
expresando los fundamentos del pedido. Para resolver la solicitud, el Tribunal podrá
requerir las informaciones que estime pertinentes.
Arts. 241, 260, 285
CN. Art. 18. ... El domicilio es inviolable... y una ley determinará en que casos y con
que justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación
CProv. Art. 10 El domicilio es inviolable. No se puede efectuar en él registros,
inspecciones o secuestros sino en los casos y en las condiciones que fije la ley.
145
por parte del Administrador de Rentas acerca de su origen o procedencia y modo
cómo han llegado a su poder, y los testimonios y antecedentes, finalmente, que corren
a fojas..., demuestran que, o dichos documentos han sido fraudulentamente sustraídos
de los procesados, o han sido falsificados por las personas que se dicen haberlos
suministrado, o son, finalmente, el resultado de una pesquisa que desautoriza y
rechaza el artículo mil treinta y tres de las Ordenanzas de Aduana. Que auténticos o
falsos, ellos no pueden servir de base al procedimiento ni de fundamento al juicio: Si lo
primero, porque siendo el resultado de una sustracción y de un procedimiento
injustificable y condenado por la ley, aunque se haya llevado a cabo con el propósito
de descubrir y perseguir un delito o de una pesquisa desautorizada y contraria a
derecho, la ley, en el interés de la moral y de la seguridad y secreto de las relaciones
sociales, los declara inadmisibles; y si lo segundo, porque su naturaleza misma se
opone a darles valor y mérito alguno. Que en este último caso especialmente deben,
empero, mantenerse ellos en poder del juez de la causa a los efectos del juicio
correspondiente contra los que resulten autores y cómplices de la falsedad. Por estos
fundamentos: se revoca sobre este punto el auto apelado antes citado, y se declara
que deben desglosarse del proceso los documentos aludidos, acompañados a la nota
del Administrador de Rentas...
CSJN. ODDONE, Luis A. 15/07/97. La Ley 1997-E, 940. Voto Dr. Bossert. Consid. 1)
Que la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional
Federal de la Capital Federal rechazó los planteos de nulidad de las actuaciones,
prescripción de la acción penal, falta de personalidad y acción de los acusadores, y
condeno a Luis. A. Oddone (h) a 6 años de prisión por considerarlo coautor
responsable de administración fraudulenta reiterada –142 hechos- (art. 173 inc. 7º del
Código Penal), accesorias legales y costas...3) ...Cabe recordar que la "regla de
exclusión" así como su expresión más amplia denominada "fruit of the poisonous tree",
es una doctrina procesal penal que permite no sólo restar valor a la prueba viciada,
sino extender esa sanción aun a las restantes que guardan relación. Si bien ella tiene
como loable finalidad desterrar futuros comportamientos inadecuados de los agentes
de la prevención, su aplicación no resulta de un mandato implícito de la Constitución
como lo pretende el apelante, cuya consecuencia se traduzca en el deber insoslayable
para los jueces de excluir pruebas de manera mecánica y en toda circunstancia. Esa
inteligencia propuesta por el apelante colisiona con la idea de justicia que impone que
el derecho de la sociedad a defenderse contra el delito sea conjugado con el del
individuo sometido a proceso, en forma que ninguno de ellos sea sacrificado en aras
del otro (Fallos: 305:1753; 311:105, disidencia del juez Fayt); por cuanto tal delicado
equilibrio se malogra cuando se abusa de la facultad para nulificar actos procesales
sobre la base de un mal entendido respeto a la garantía de defensa en juicio o debido
proceso, habida cuenta de que puede tornar prácticamente imposible la persecución
penal del delito, en especial de la naturaleza de los que aquí se tratan (doctrina de
Fallos: 315:677). 4). Que si bien en determinadas circunstancias la aplicación de la
146
"regla de exclusión" puede resultar el remedio más adecuado para reencausar un
proceso penal, cabe tener presente que existen otros remedios alternativos para
disuadir el comportamiento policial ilegal, tales como las demandas por daños,
sanciones administrativas o penales; que resultan más eficaces que excluir de modo
irracional pruebas, en algunos casos concluyentes sobre la comisión de delitos. Por su
parte, la Corte de los Estados Unidos de Norteamérica dejó sin efecto la aplicación de
la regla de exclusión dispuesta por un tribunal estadual, señalando que dicha regla no
es una exigencia de la Cuarta Enmienda; sino un remedio creado por los jueces
destinado a disuadir futuras violaciones a los derechos, y que como todo
procedimiento disuasivo, sólo debe ser utilizado cuando resulta eficaz, de lo contrario
su uso es claramente injustificado. También señaló que la sanción dispuesta en la
Cuarta Enmienda se agota con la pesquisa o los secuestros ilegales, pero que la
utilización de los frutos no constituye una nueva infracción (Arizona Petitioner v. Isaac
Evans. 63 LW 4179, del 1º de marzo de 1995; confr. también disidencia del juez W.
Burger en Bivenes v. Six Unknown Named Agentes y sentencia del juez B. Cardozo en
People v. Defore, 242 N.Y. 13). 5). Que de lo expuesto cabe concluir que la decisión
del a quo de no aplicar la regla de exclusión no guarda relación directa e inmediata con
las garantías invocadas por el apelante. En efecto, el a quo sólo se limitó a ejercitar
adecuadamente el derecho de la sociedad a defenderse contra el delito y fue
consecuente con el deber que tienen los jueces de resguardar "la razón de la justicia
que exige que el delito comprobado no rinda beneficios" (caso "José Tibold", Fallos
254:320, consid. 13 ). 6). Que en tal sentido, resulta relevante merituar que el
pronunciamiento impugnado no se basó en el valor probatorio de los documentos
incautados ilegalmente, porque éstos se trataban de libros en blanco, y los nombres de
las empresas sospechadas también surgieron de la prueba de informes solicitada tanto
a la intervención del Banco Central en el Banco Oddone -la cual no fue anulada por la
Cámara Nacional en lo Contencioso Administrativo Federal, al contrario de lo
sostenido por la defensa- como a las empresas beneficiarias. Además, la prueba
pericial contable consistió en el examen indiscriminado de la totalidad de la cartera de
créditos, partiendo de la información aportada en esas pruebas de informes, y no de
los datos emanados del originario allanamiento ilegal. También resulta relevante
considerar que Oddone se presentó espontáneamente a la instrucción policial, donde
aportó algunos datos en forma voluntaria. 7. Que respecto a la supuesta violación de la
garantía constitucional a la no autoincriminación, por haber mediado coacción, el
apelante no refuta concreta y circunstanciadamente la conclusión del a quo referente a
la inexistencia de elementos de juicio que permitan considerar dicha hipótesis.
Además, se debe destacar que al tratarse de una prueba que proviene directamente
de las personas a través de sus dichos, resulta razonable que la pretendida sanción de
nulidad de la confesional requiera un vínculo más inmediato entre la ilegalidad y el
testimonio, que el exigido para descalificar la prueba material.
147
CSJN. Yemal, Jorge G. Y otros 17/03/98. Disidencia Dr. Petracchi consid. 4. Que tal
como ha sido planteado, el supuesto de arbitrariedad revela una descripción antojadiza
de las circunstancias que dieron lugar a la orden de allanamiento que originó estos
autos. En efecto, la Dirección General Impositiva, en su solicitud, se limitó a afirmar –
sin aportar ninguna base que diera credibilidad a sus asertos conclusivos- que en la
operación de la empresa investigada se llevaban a cabo hilitos tributarios y
previsionales y, por su parte, el juez en lo penal económico emitió la orden de registro
sin decir mas que “expídase orden de allanamiento como se solicita precedentemente”
(v. Supra, consid. 1º). En otras palabras, el requirente no expuso “in extenso” los
motivos que hacían necesaria la medida, o, con palabras del voto mayoritario, no
“expuso las fundadas razones que justificaban la petición” (conf. Consid. 6). Antes
bien, únicamente manifestó su sospecha sin expresa, indicar o aportar elementos
objetivos que dieran un mínimo de razonabilidad a su juicio. Ante un caso tan
especialmente drástico como el descripto, la declaración de nulidad formulada por el a
quo con base en la mera confrontación con el art. 403 C.P.P. supera el umbral mínimo
de fundamentación que la convalida como acto jurisdiccional. 5. Que en efecto por
virtud de la garantía de la inviolabilidad del domicilio, se ha establecido que una orden
de registro sólo puede ser válidamente dictada cuando median elementos objetivos
idóneos para fundar una mínima sospecha razonable de que en el lugar podrían
encontrarse elementos que probasen la comisión de algún ilícito penal (conf.
Disidencia del juez Petracchi en el caso registrado en fallos: 315:1043, consid. 9 y
sgtes.) y la mera expresión de la sospecha de un funcionario público no constituye “per
se” esa base objetiva.-
148
de su hijo Diego”. Consid. 5º Que el art. 18 CN establece que “el domicilio es
inviolable...; y una ley determinará en que casos y con que justificativos podrá
procederse a su allanamiento y ocupación”. Se consagra así el derecho individual a la
privacidad del domicilio de todo habitante – correlativo del principio general del art. 19
– en cuyo resguardo se determina la garantía de su inviolabilidad, oponible a cualquier
extraño, sea particular o funcionario público. Si bien la cláusula constitucional previó la
reglamentación del tema por vía de una ley, son diversas las leyes especiales que
contienen las disposiciones sobre el modo en que puede efectuarse el allanamiento en
determinadas materias, y en particular es en algunas constituciones y en los códigos
de procedimientos locales donde se regulan las excepciones a la inmunidad del
domicilio. Aunque en rigor no resulta exigencia del art. 18 que la orden de allanamiento
emane de los jueces, el principio es que sólo ellos pueden autorizar esa medida, sin
perjuicio de algunos supuestos en que se reconoce a los funcionarios la posibilidad de
obviar tal recaudo... Consid. 6º... el permiso que podría haber otorgado carecería de
efectos por las circunstancias en que se prestó, al haber sido Fiorentino aprehendido e
interrogado sorpresivamente por una comisión de cuatro hombres en momentos en
que ingresaba con su novia en el hall del edificio donde habitaba, quedando detenido.
En tales condiciones, lo expresado por el aquo en el sentido de que debió mediar al
menos una resistencia verbal para que fuera oída por los testigos, resulta irrazonable
dada la situación referida, a lo que se suma la inexperiencia del imputado en trances
de ese tipo, factor que puede presumirse en razón de su edad y de la falta de
antecedentes judiciales. Por otra parte, admitido como fue en la sentencia que los
progenitores no autorizaron el allanamiento, aparece carente de lógica derivar la
existencia de un supuesto consentimiento tácito por ausencia de oposición expresa al
registro, cuando ya se había consumado el ingreso de los extraños en la vivienda,
máxime si se tiene en cuenta el modo como se desarrollaron los hechos ... Esperar
una actitud de resistencia en ese caso importaría reclamar una postura no exigible con
arreglo a la conducta ordinaria de las personas. Lo expuesto, y la falta de extremos de
necesidad que impidieran proceder de acuerdo a la ley recabando la pertinente orden
judicial, lleva a concluir en la ilegitimidad del allanamiento. Consid. 7º Que, en
consecuencia, establecida en el sub lite la invalidez del registro domiciliario, igual
suerte debe correr el secuestro practicado en esas circunstancias. Ello es así porque
la incautación del cuerpo del delito no es entonces sino el fruto de un procedimiento
ilegítimo, y reconocer su idoneidad para sustentar la condena equivaldría a admitir la
utilidad del empleo de medios ilícitos en la persecución penal, haciendo valer contra el
procesado la evidencia obtenida con desconocimiento de garantías constitucionales
(doc. de Fallos: 46:36) lo cual “no sólo es contradictorio con el reproche formulado,
sino que compromete la buena administración de justicia al pretender constituirla en
beneficiaria del hecho ilícito (Fallos: 303: 1938).
CNFed Crim y Correc. SalaI, 10/08/84 – MONTICELLI de PROZILLO, Teresa B.. Dr.
Gil Lavedra: Cons. III. El art. 18 de la Constitución Nacional establece que el domicilio
149
es inviolable y que una ley determinará en qué casos y con qué justificativos podrá
procederse a su allanamiento y ocupación. Esta garantía se vincula directamente con
el ámbito de intimidad y reserva que posee todo individuo frente a la injerencia estatal.
Así, se dice que el hogar o domicilio es el lugar donde se desarrolla la vida priva o
íntima del ciudadano que en tanto no afecta el orden o la moral pública, o perjudique
los derechos de un tercero, constituye un reducto que está reservado a Dios y exento
de la autoridad de los magistrados (cita doctrina). ... Consid. VI El “allanamiento” que
menciona el texto constitucional, significa entrar por la fuerza a una casa ajena o
contra la voluntad de su dueño. Por consiguiente, si existe voluntad de permitir el
ingreso, no hay allanamiento ni necesidad de orden que lo disponga. El consentimiento
del interesado y el allanamiento sería entones las dos caras de una misma moneda: el
ingreso a una morada ajena que puede realizarse o por la voluntad del titular o contra
ella (allanamiento). Habida cuenta de la importancia que posee este consentimiento,
dado que excluye la necesidad de la orden judicial, resulta insoslayable determinar qué
características debe tener y cual es la persona que puede prestarlo. Tradicionalmente
se interpreta, además que el consentimiento, puede ser otorgado por quien tenga
derecho a excluir a terceros del lugar (conf. Clariá Olmedo Jorge “Tratado de derecho
procesal penal. T V, pag. 415). Punto de vista que ha sido seguido también por la
Corte Norteamericana, diciendo que puede ser cualquiera que ejerza la propiedad o el
control del área (Conf. “United States vs. Matlock”, 415 US, 164, 1974 entre otros). Por
un lado, la garantía de inviolabilidad de domicilio protege a las personas, no los
lugares (v. “Katz vs. United States”, 389 US., 347. 1967), con lo que no puede tener
importancia decisiva un criterio que atienda exclusivamente a la relación del individuo
con el inmueble. Por el otro, la innegable vinculación que tiene la garantía de
inviolabilidad del domicilio con la prohibición de obligar a alguien a declarar contra sí
mismo, contenida también en el art. 18 de la Constitución Nacional. Analizando la
relación entre la 4ª enmienda y la 5ª, la Corte Suprema de Estados Unidos ha dicho
que ambas se arrojan luz recíprocamente, corriendo entrelazadas, porque los registros
y secuestros irrazonables condenados en la 4ª enmienda son realizados casi siempre
con el propósito de obligar a una persona a proveer de pruebas contra sí misma, lo
que en los casos criminales está considerado en la 5ª enmienda (conf. “Boyd vs.
United States 116US., 616, 1886). Esta es, creo, la clave del asunto. Tanto se
incrimina quien reconoce ser el autor o partícipe de un delito, como quien facilita
voluntariamente la obtención de prueba que sirva para condenarlo. Por ello, el permitir
el ingreso y registro por parte de la autoridad, con la posibilidad de que se adquiera
prueba que pueda ser usada en contra del que otorgó el permiso, es algo bastante
análogo en sus efectos, a la confesión. Lo dicho conduce, según entiendo, a exigir
que el consentimiento válido para excluir la hipótesis del allanamiento, debe ser
prestado de modo expreso (no hay confesiones criminales tácitas), por la persona que
tenga derecho a excluir a un tercero del domicilio y que, además, puede verse
perjudicado por el registro que realice el órgano de prevención. Dr. Arslanian. Consid
III... Está claro que la Constitución no quiere que se allane el domicilio sin orden
150
judicial; el acto que viole la prohibición será ilegal y por tanto inválido; y si la
constitución no quiere eso tampoco puede conceder eficacia alguna a la prueba que se
obtenga de tal modo, porque entonces ello importaría vaciar de contenido a la garantía
de la inviolabilidad del domicilio, lo que es lo mismo que proceder, dentro del marco del
proceso, a su lisa y llana supresión. Se afectaría así una de las condiciones esenciales
del “juicio”. La Constitución no quiere que se obligue a declarar al imputado contra sí
mismo. Una confesión extorcada carecería así de valor y sería ilegal. Pero si no quiere
eso, tampoco puede acordar valor alguno –dentro del marco del proceso- a la prueba
que se obtenga a partir de las referencias autoincriminantes, porque entonces la
garantía de incoercibilidad quedaría también vacía de contenido y por ende no habría
proceso legal. Tampoco quiere nuestra norma fundamental que se allanen los papeles
privados sin orden de juez. Un acto contrario a esa prohibición sería inválido. Mas
todavía, dentro del marco del proceso legal, sería igualmente la prueba invalida
criminante que se derivara de ello – y vgr., individualización de las victimas de un
supuesto delito- porque de lo contrario cabría preguntarse qué sentido tendría la
interdicción.
CSJN. CAPURRO, Daniel Ricardo y otro s/ causa 3398. Fallos 308:2481. 11/12/86.
Opinión del Procurador General que la Corte hace suyo. La Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional, por su
Sala V, revocó la absolución decretada en primera instancia y condenó a los
acusados a distintas penas privativas de la libertad, como autores o partícipes en el
delito de robo agravado por el empleo de armas, cometido en forma reiterada. Contra
esa sentencia interpuso recurso extraordinario la defensora particular de dos de los
condenados, cuya denegatoria originó la presente queja. Los jueces que conformaron
la mayoría arribaron a dicho pronunciamiento condenatorio pese a reconocer que las
autoridades policiales de la Provincia de Buenos Aires practicaron requisas
domiciliarias, secuestros de efectos, detenciones de los presuntos delincuentes y
traslados de éstos en violación de disposiciones legales regulatorias de su
competencia para actuar en función preventora, así como de la detención y extradición
de imputados. Estuvieron de acuerdo dichos magistrados en que tales transgresiones
resultan susceptibles de acarrear responsabilidad para los agentes públicos
intervinientes a lo menos en el ámbito administrativo disciplinario, aun cuando uno de
ellos aceptó la posibilidad de que su conducta constituyera delito. Obviamente, el vocal
que votó por la confirmatoria de la absolución dictada por el juez de grado, también
hizo hincapié en los aludidos vicios para fundamentar su posición disidente. ... En
cuanto al fondo del asunto, entiendo que está en lo cierto la apelante, pues si esta
Corte en el caso de Fallos 303:1938, señaló que otorgar valor al resultado del delito
cometido por los preventores y apoyar sobre él una sentencia judicial, “no sólo es
contradictorio con el reproche formulado, sino que compromete la buena
administración de justicia al pretender constituirla en beneficiaria del hecho ilícito”, por
esta misma razón debe dejarse sin efecto la decisión recaída en autos. Ello, desde que
151
se utilizaron en contra de los acusados pruebas cuya obtención ha dependido directa y
necesariamente de violaciones a normas legales que, como las apuntadas más arriba
tienden a garantizar la intervención del juez natural, la defensa en juicio y el debido
proceso. Existen, asimismo, caso federal en cuanto se alega en el recurso el
allanamiento ilegal del domicilio de los imputados. Así lo considero porque la situación
planteada en esta causa resulta análoga a la resuelta por V.E. en la sentencia del 27
de noviembre de 1984 in re “Fiorentino, Diego E. s/ tenencia ilegítima de
estupefacientes” causa F.508, L. XIX). En efecto, tanto en aquel caso como en éste la
inspección domiciliaria se llevó a cabo sin que la autoridad de prevención requiriera
orden de allanamiento, en ambos supuestos no mediaron circunstancias que
autorizaran a dicha autoridad a prescindir del recaudo y, en uno como en otro, el
presunto consentimiento de quien podía oponerse al ingreso carece de efectos por las
circunstancias en que fue o habría sido prestado. Esto último se verifica en el “sub
examen”, como bien lo hiciera resaltar la apelante, a raíz de las múltiples
transgresiones en que incurrieran los funcionarios policiales “ut supra” consignadas y,
fundamentalmente, como razonable derivación de lo ocurrido con el allanamiento de la
morada de un coprocesado que constituyó el primer paso de la pesquisa, al que la
propia autoridad policial califica de “copamiento de la finca” (fs. 3/5 de los autos
principales) . Buenos Aires, diciembre 11 de 1986. Considerando: que el tribunal
comparte los fundamentos y conclusiones del dictamen del Procurador General
obrante a fs..., a cuyos términos corresponde remitirse por razones de brevedad.
152
que el recurso es formalmente procedente. III. Sin embargo, en esta causa se plantea
una situación distinta de la resuelta en "Fiorentino". En aquélla había mediado un
consentimiento inválido de la persona detenida, y no había habido consentimiento de
sus padres, titulares del derecho de exclusión. En ésta, existe el consentimiento de la
persona detenida pero, además, también aparece el de la madre del detenido. Resulta
pues, oportuno reiterar y hacer explícitos la vinculación del consentimiento con la
cláusula constitucional. En el ya mencionado fallo del caso "Fiorentino" se recordó el
origen y la trascendencia de la garantía de la inviolabilidad del domicilio. V. E. por el
voto de la mayoría, destacó que aunque en rigor no resulta exigencia del art. 18 que la
orden de allanamiento emane de los jueces el principio es que sólo ellos pueden
autorizar esa medida, sin perjuicio de algunos supuestos en que se reconoce a los
funcionarios la posibilidad de obviar tal recaudo (conforme en el orden nacional los
arts. 188 y 189, Cód. de Proced. en Materia Penal). Las normas citadas por V. E.
disponen que cuando fuere necesario penetrar en el domicilio de algún particular, el
funcionario de policía deberá recabar al juez la orden de allanamiento. También hace
referencia a situaciones de estado de necesidad en las que se admite que los
funcionarios policiales obvien la orden de allanamiento. En ninguno de esos supuestos
de excepción se prevé que el consentimiento prestado por quien tiene derecho de
excluir reemplace a la orden judicial. La ley de rito sólo se refiere al consentimiento en
dos supuestos marginales: la entrada a un establecimiento público, sitio que no estaría
amparado por la cláusula constitucional, y para permitir que un juez ordene una
requisa domiciliaria en horas nocturnas. De tal forma la ley a la que remite la cláusula
constitucional para que establezca en qué casos y con qué justificativos podrá
procederse a su allanamiento y ocupación no prevé expresamente ningún caso en que
la autoridad pueda solicitar permiso al titular del derecho y prescribe imperativamente
que deberá pedir la orden al juez. Es cierto que la enumeración realizada podría no ser
taxativa y que podrían encontrarse otros casos que se adecuen al art. 34, inc. 3º del
Cód. Penal, en que para proteger a valores superiores de un peligro actual e
inminente, deba restringirse el derecho a la intimidad a que venimos aludiendo. Pero
entiendo que esos casos excepcionales que pueden facultar a prescindir de la orden
judicial deberán estar fundados en la urgencia y la necesidad y no en otra razón. Esta
interpretación no sólo surge del análisis sistemático de las razones taxativamente
expuestas en el Código de Procedimiento, que tienen en común precisamente la
urgencia y la necesidad, sino también del análisis histórico. En ese sentido resulta
sumamente ilustrativo lo expresado por el autor del proyecto, en la nota explicativa que
remitiera el Ministerio de Justicia el 15 de junio de 1882. Decía el doctor Manuel
Obarrio que en el texto que proponía se reglamentaban con minuciosidad las
diligencias sumariales "...para que se mantenga el equilibrio necesario entre el interés
social y las garantías individuales sobre las cuales debe descansar el procedimiento
en materia penal". Añadía más adelante en torno a la opción entre otorgar o no
grandes facultades a la policía: "era necesario evitar ambos extremos, 'acordando a la
policía la facultad de practicar todas las diligencias urgentes del sumario'... e
153
imponiendo al juez la obligación de llevar adelante la instrucción". Finalmente de la ley
de "fondo" surge otra prueba que demuestra que la falta de atribución de consecuencia
al consentimiento en el Código de Procedimientos es deliberada. Así vemos que el
delito de violación de domicilio (art. 150, Cód. Penal) se produce cuando alguien entra
en morada ajena contra la voluntad expresa o presunta de quien tenga derecho a
excluirlo y en cambio al allanamiento ilegal (art. 151) se lo describe como: "El
funcionario público que allanara un domicilio sin las formalidades prescriptas por la ley
o fuera de los casos que ella determine". De tal suerte, el consentimiento que excluye
la figura de la violación de domicilio no se encuentra mencionado en el tipo de
allanamiento ilegal. De lo hasta aquí expuesto se advierte que la voluntad del titular del
derecho de exclusión, no juega un papel en el funcionamiento de la cláusula
constitucional y su reglamentación legal. En este sentido interno, el consentimiento y la
voluntad del titular del derecho resultan inoperantes pero adquieren relevancia ante la
posibilidad que tiene todo ciudadano de renunciar a la garantía, pues como muchas
otras del proceso penal, la inviolabilidad del domicilio es renunciable. Así vemos que el
acusado tiene derecho a negarse a declarar pero si lo desea puede hacerlo. También
tiene derecho a apelar la decisión que le resulta desfavorable pero puede no hacerlo.
Para garantizar la libertad en la decisión de renunciar a esas garantías, la ley prevé
ciertos requisitos. Así, sólo otorga el carácter de confesión a la declaración prestada
ante el juez y sólo es válida la renuncia al derecho de apelar en la medida en que el
procesado haya tenido suficiente asistencia letrada. De tal forma la admisibilidad de la
renuncia a las garantías constitucionales va acompañada de una serie de controles
que permiten asegurar que esa renuncia se realiza en un marco de libertad. De la
misma manera para asignar valor a la renuncia a la garantía de la inviolabilidad del
domicilio ésta debe estar rodeada de varios requisitos. Uno de ellos sería el
conocimiento cabal de la garantía. No basta que el funcionario policial solicite el
permiso para entrar sino es necesario que el ciudadano conozca que hay una garantía
que le permite excluir al funcionario policial que le solicita permiso. Pero no sólo hace
falta el conocimiento, se requiere también que no hayan circunstancias exteriores que
afecten la libertad del ciudadano. Y precisamente por la falta de este requisito en el
caso Fiorentino V. E. consideró que el ciudadano que estaba detenido no gozaba de la
libre voluntad para renunciar a la garantía. En el caso, para descalificar el
consentimiento prestado por el acusado, no resulta óbice su condición de estudiante
de abogacía, señalada por el juez de primera instancia, pues aun cuando conociera el
alcance de las garantías, su voluntad estaría viciada por hallarse detenido en ese
momento. Entiendo que tampoco cabe considerar como renuncia válida a la garantía
el consentimiento prestado por la madre a la entrada de los efectivos policiales, pues
de las actuaciones labradas no surge que se le haya hecho conocer que ella podía
excluir el personal policial que solicitaba su permiso, y además tampoco habría obrado
con libre voluntad, pues su hijo estaba detenido por las mismas personas que le
solicitaron ingresar a su domicilio. La falta de tal prueba, sumada a la señalada
circunstancia del carácter condicionante de tener a un familiar detenido, me conducen
154
a afirmar que el consentimiento prestado por la madre resulta inválido. Fallo de la
Corte: Buenos Aires, diciembre 11 de 1986.Consid 1º) Que el recurso extraordinario de
fs. 358/365, concedido a fs. 370, se interpuso contra la sentencia de la Cámara
Federal de Apelaciones de La Plata, Provincia de Buenos Aires, que confirmó la
condena impuesta en primera instancia a Cristian E. Hansen, como autor del delito
previsto en el art. 6º de la ley 20.771. 2º) Que respecto del secuestro de plantas y
semillas de marihuana practicado en el domicilio del procesado, resulta aplicable la
doctrina expuesta por el tribunal en la causa F. 508. XIX., "Fiorentino, Diego E." del 27
de noviembre de 1984, toda vez que el allanamiento se llevó a cabo sin la pertinente
orden judicial, y sin que mediara autorización válida que permitiera prescindir de dicho
recaudo. En efecto, no existe constancia de que al imputado Hansen se le haya
requerido su venia para el registro (confr. acta de fs. 8/10, que tampoco suscribió); y la
ratificación que de dicha acta formuló a fs. 93 nada cambia, ya que en ella no se
menciona que hubiera otorgado permiso alguno a ese efecto. Tampoco suple la falta
de orden judicial la invocada autorización de la madre, pues no surge de autos su
otorgamiento, toda vez que -según se expresa en la mencionada acta de fs. 8/10- a la
progenitora sólo se la interiorizó de los motivos de la visita policial, sin que se recabara
su permiso para el ingreso al domicilio. Cabe señalar, en este sentido, que carecen de
significación tanto los dichos del oficial que intervino como el de los testigos Rivarola y
Márquez, pues la mera ausencia de reparo no puede equipararse a una autorización
suficiente (causa C. 42. XX., "Cichero, Ariel I.", del 9 de abril de 1985) 3º) Que, en
cuanto al hecho que se le imputa a Hansen a raíz del secuestro de estupefacientes
practicado en el automóvil que conducía, también corresponde descalificar el
pronunciamiento apelado en razón de no haber atendido mínimamente los argumentos
expuestos por la defensa al impugnar la sentencia de primera instancia.
155
prófugo y de otras dos personas, se secuestró un revólver, calibre 38 largo, con la
carga completa, sin marca visible y con un número en la base de la culata 6675, y una
funda de paño con la inscripción "relojes Pomar", con cinco balas del mismo calibre. El
mismo día, a las dieciséis y cuarenta, la comisión policial se volvió a constituir en el
domicilio indicado con la detenida María T. Botegui, a raíz de manifestaciones que la
nombrada habría efectuado ante los preventores sobre la existencia de más armas
(confr. declaración testimonial de fs. 64). Allí se labro una nueva acta en la que consta
que dentro de un taparrollos del dormitorio principal se encontró una cartera color
suela que contenía en su interior un revólver marca Colt, calibre cuarenta y cuatro, con
seis proyectiles intactos, que registraba en su cañonera un numero "apenas legible"
41905; otro revólver cromado calibre 38 largo, sin proyectiles, con un sello impreso con
la inscripción "detective" y un número en la base de la culata 964,64; un trozo de
telgopor que contenía seis balas intactas calibre treinta y ocho corto, y una bala nueve
milímetros. Consid. 3º) Que contra esa decisión interpuso el defensor del condenado el
recurso extraordinario del art. 14 de la ley 48, que fue concedido. Sostiene el
recurrente que la pesquisa domiciliaria realizada por las autoridades de prevención, a
raíz de la cual se secuestró el arma cuya tenencia se imputó al procesado, constituye
un acto que vulneró la garantía constitucional de la inviolabilidad del domicilio (art. 18,
Constitución Nacional), porque en el caso los funcionarios no contaban con una orden
de allanamiento expedida por un juez, como lo exige el art. 188 del Cód. de Proced. en
Materia Penal. ...También se hace cargo del argumento del a quo que consideró que
se había dado en el caso la excepción a la exigencia de la orden expedida por un juez
porque el imputado "es un viejo conocido de la justicia, que se encontraba prófugo ...
cuando la policía al tener conocimiento que se encontraba en un domicilio en Castelar
-y que con anterioridad se había resistido a la unidad regional interviniente mediante
disparo de armas de fuego-, procedió a introducirse sin más a dicho domicilio en
procura de su detención, la que hizo efectiva". Sobre esta afirmación expresó el
recurrente que los motivos que determinan el registro domiciliario se encuentran
reducidos a dos, a saber, lograr la aprehensión de quien es buscado por a autoridad o
proceder a la búsqueda de elementos relacionados con la investigación criminal. Al
respecto argumento que no se cuestionaba que el procedimiento en el que se produjo
la detención (acta de fs. 3) estuviera incluido en el supuesto del art. 189, inc. 2º del
Cód. de Proced. en Materia Penal, pero que ello no convalidaba la segunda inspección
(acta de fs. 4), porque con ésta no se perseguía la aprehensión de un prófugo sino el
objetivo de adquirir elementos de prueba que no se encontraba cubierto por la
excepción de la norma antes citada, y que una vez detenido aquél, nada impedía que
la autoridad policial recabara del juez la orden pertinente. Finalmente sostuvo que
tampoco existió autorización válida para el ingreso por parte del imputado ni de las
personas que cohabitaban con él. Consid. 6º) Que la orden de allanamiento que regula
la ley procesal, no constituye un acto por el cual el juez delega su "imperium" en un
funcionario de policía u otra autoridad, susceptible de ser utilizado discrecionalmente
por ésta, sino que por el contrario, es un mandato singular que se agota con el
156
cumplimiento de la orden, y que no habilita a nuevas entradas. En efecto, la protección
constitucional del domicilio no se puede anular absolutamente, porque esto le estaría
vedado aun a los jueces, y la orden de allanamiento sólo tiene por efecto franquear
este domicilio al único fin de realizar una diligencia concreta. Por cierto, mientras dura
la diligencia se encuentra enervado el derecho de exclusión del habitante de la
morada, de modo que carecerían de eficacia las objeciones que pretendiera oponer a
cualquier acto que constituyera una ampliación del objeto de la pesquisa, porque su
intimidad ha sido en concreto desguarnecida por mandato judicial.
CSJN. MINAGLIA, Mauro Omar y otra s/ Infr. Ley 23737. Fallo M. 3710 XXXVIII.
04/09/2007. Considerando: 1°) Se inician las presentes actuaciones en el mes de
febrero de 1992 con la declaración del Principal Gabriel Eduardo Núñez (fs. 1/1 vta.),
relativa a un procedimiento destinado a detectar posibles infracciones a la ley 23.737.
De tal relato surge que, en la fecha antes indicada, una brigada policial se encontraba
realizando tareas de vigilancia frente a la finca ubicada en la calle A. 1056 de esta
Capital, lugar en el que, según se había "tenido conocimiento" (tales los términos del
testimonio), se podían estar vendiendo sustancias estupefacientes. En tales
circunstancias, el personal policial pudo advertir que un vehículo particular tripulado
por dos hombres se estacionaba en el frente de la finca, que éstos descendían del
rodado y golpeaban a la puerta del domicilio referido, siendo atendidos por una
persona "con quien intercambiaron elementos aparentemente". Luego, volvieron a
subir al rodado y emprendieron la marcha, siendo seguidos por el personal policial,
que los detuvo en la intersección de las calles E. U. y M., donde fueron identificados
como P. J. R. y A. O.. También se requisó el vehículo, secuestrándose del interior del
mismo algunos envoltorios con cocaína. Luego de relatar las incidencias del operativo,
y antes de finalizar su declaración, el Principal Núñez indicó: "Que al ser trasladado a
esta dependencia P. J. R., manifestó espontáneamente que: 'la cocaína la habían
comprado en A. ..., donde la venden en los departamentos ..., ... y ... de la ..., siendo
esta mercadería del "Gordo", que vive en H. ..., ... Departamento, donde estaría el
toco'" (fs. 1 vta.). Considerando 2°) En forma coincidente, el Subinspector Pedro
Fernando Narváez, quien también había participado del procedimiento en cuestión,
dijo: "Que en momentos que los causantes eran trasladados del lugar de los hechos a
la dependencia R. expresó en forma espontánea que en la calle A. entre las calles E. y
C. momentos antes conjuntamente con Ochiovet, habrían (sic) concurrido al lugar con
el fin de comprar cocaína a una persona del sexo masculino a la que no conoce su
nombre" (fs. 5 vta.). Considerando 3°) Seguidamente, la autoridad policial solicitó al
juez federal en turno la respectiva orden de allanamiento "con el objeto de lograr la
individualización y secuestro de estupefacientes y/o alcaloides, como así elementos
probatorios que hacen a la presente causa y la identificación y detención de los
responsables de los mismos" (fs. 30). El juez federal hizo lugar al pedido de modo
inmediato, indicando: "Líbrense las órdenes de allanamiento requeridas contra los
domicilios indicados con el objeto de proceder al secuestro de sustancias y demás
157
elementos en infracción a la ley 23.737 y detención de los responsables" (fs. 30 vta.).
Finalmente, se produjeron los allanamientos ordenados, obteniéndose resultado
positivo en los practicados en los departamentos "..." y "..." de A. ..., en los que se
secuestraron drogas y armamento, y se detuvo a numerosas personas, entre las que
se encontraba M. O. M., a quien la policía interceptó en el palier de la finca de
referencia. Corresponde aclarar que las cuestiones que aquí se debaten se refieren
exclusivamente al allanamiento practicado en el departamento referido en último
término, ya que el tribunal a quo ha fijado la cuestión con tal alcance y la defensa ha
ceñido sus planteos a ese acto en particular (v., al respecto, punto "V" del recurso
extraordinario, "Conclusión", fs. 1172 vta.). Consid.13) También corresponde
desestimar el recurso extraordinario en lo atinente a la pretendida invalidez de los
dichos espontáneos del detenido P. J. R., rechazo formal que se sustenta en los
motivos que a continuación se desarrollan. El fundamento principal para declarar mal
concedido el recurso en lo atinente a esta cuestión radica en que, conforme a la propia
jurisprudencia de esta Corte, las manifestaciones que una persona detenida efectúa
ante la autoridad policial, dadas ciertas circunstancias y con un alcance acotado,
resultan válidas. Ese criterio fue establecido en el precedente "Cabral" (Fallos
315:2505), y luego confirmado en los casos "Jofré" (Fallos 317:241) y "Schettini"
(Fallos 317:956). En "Cabral", esta Corte afirmó que los dichos espontáneos que un
detenido efectúa ante la autoridad policial no deben ser considerados como aquel tipo
de declaraciones vedadas por el art. 316, inc. 1° del Código de Procedimientos en
Material Penal. Sentado ello, se fijó el siguiente estándar: "La mera comunicación de
ese dato, en la medida en que no sea producto de coacción, no es un indicio que deba
desecharse de la investigación criminal, pues lo contrario llevaría a sostener, como
señala el a quo, que la restricción procesal antes mencionada impide a los funcionarios
investigar las pistas que pudieran surgir de esa comunicación" (considerando 4°). Por
su parte, para fundar la ausencia de coacción se tuvo en cuenta que el informe pericial
respectivo no hacía presumir que el imputado hubiese padecido apremios y, a su vez,
que éste, al momento de ser indagado, no había efectuado denuncia alguna en ese
sentido (considerando 5°). Este criterio fue reiterado en las sentencias que esta Corte
dictara en las causas "Jofré" y "Schettini", siendo esta última de especial trascendencia
para dar sustento al rechazo formal que aquí se decide, en tanto en aquella
oportunidad se aplicó el estándar de "Cabral" a un caso en el que se dieron
circunstancias análogas a las de este expediente. En tal sentido, corresponde
destacar, en primer lugar, que en "Schettini" el procedimiento que luego culminaría con
la condena del recurrente por el delito de tenencia simple de estupefacientes había
tenido su origen en los dichos espontáneos de un coprocesado, quien había indicado
que los estupefacientes que se habían secuestrado en su poder los había comprado
en el domicilio de aquél, y, en segundo término, que ese co-procesado, al momento de
ser indagado, negó la comisión del hecho que se le imputaba. Fijado ello, se indicó
que de las constancias del expediente surgía que los dichos espontáneos que habían
permitido identificar el domicilio del recurrente habían sido producto de la libre voluntad
158
de aquél que los había proferido, quien "se encontraba legalmente detenido ante la
comprobación de un delito y el procedimiento que originó esa situación fue ratificado
por el personal policial y los testigos presenciales; el examen médico no reveló
alteraciones psíquicas o físicas; el oficial de policía que intervino en la investigación, al
ser interrogado en sede judicial acerca del modo en que se había obtenido la
información del domicilio de Llambay (el recurrente), explicó que cuando detuvo a
Schettini éste refirió que habitualmente compraba cocaína a un tal Jorge, de quien
suministró su dirección (fs. Y)" (considerando 6°). Y respecto del modo en que había
declarado el coprocesado en sede judicial y su incidencia respecto de solución del
caso se señaló que "si bien en sede judicial Schettini negó la pertenencia del
envoltorio secuestrado y dijo no conocer a Llambay, no aportó elemento alguno que
condujese a pensar en una comunicación formulada bajo coacción" (ídem). Como
puede apreciarse, la cuestión que aquí nos ocupa ya ha sido resuelta por la Corte en
casos análogos al presente y en sentido contrario a las pretensiones de la aquí
recurrente; ésta, por su parte, no sólo no ha rebatido los fundamentos de tales
precedentes sino que ni siquiera los ha tenido en cuenta. En tal estado de cosas, los
argumentos que esboza la defensa de M. respecto de esta cuestión en modo alguno
pueden considerarse novedosos y, mucho menos, con una entidad tal como para
obligar a este Tribunal a revisar su jurisprudencia en lo atinente a la validez de las
declaraciones espontáneas. En tal sentido, esta Corte ha afirmado en reiteradas
oportunidades que "las cuestiones federales se tornan insustanciales cuando una clara
jurisprudencia, indudablemente aplicable a ellas, impide toda controversia seria
respecto de su solución, máxime cuando el recurrente no aduce razones que pongan
en tela de juicio la aplicabilidad del precedente o importen nuevos argumentos que
puedan llevar a la modificación de lo establecido en aquél" (Fallos 316:2747 y sus
citas, entre otros). Por los motivos indicados, corresponde declarar mal concedido el
recurso extraordinario en lo relativo a la presunta invalidez de los dichos espontáneos
del detenido P. J. R.. Considerando 14) Finalmente, corresponde tratar el agravio
relativo a la falta de fundamentos del auto que dispuso el allanamiento. En lo atinente
a esta cuestión, el recurso extraordinario ha sido bien concedido ya que la defensa
sostiene que el auto que dispone el allanamiento debe contener los fundamentos de tal
decisión y que el incumplimiento de dicha obligación importa una afectación a la
garantía de inviolabilidad del domicilio, y la decisión del a quo ha sido contraria a los
intereses del recurrente (art. 14, inc. 3° de la ley 48). Considerando 15) Ingresando,
entonces, al fondo del agravio, corresponde inicialmente recordar que la Constitución
Nacional, en su art. 18, determina como regla general que el domicilio es inviolable,
estableciendo, a su vez, que excepcionalmente se podrá proceder a su allanamiento y
ocupación cuando concurran los casos y justificativos que una ley previa deberá
consignar (este mandato de protección legal contra las injerencias abusivas o
arbitrarias del Estado en el domicilio de los ciudadanos también está contenido en los
pactos internacionales investidos de rango constitucional en virtud del art. 75, inc. 22
de nuestra Ley Suprema; en particular, artículos 9 de la Declaración Americana de los
159
Derechos y Deberes del Hombre; 12 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos; 11.2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; 17 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos). Considerando 16) Como ya advirtiera
esta Corte en casos anteriores, si bien la regla constitucional previó la reglamentación
de los casos y justificativos para que proceda el allanamiento por vía de una ley "son
diversas las leyes especiales que contienen disposiciones sobre el modo en que
puede efectuarse el allanamiento en determinadas materias, y en particular es en
algunas constituciones y en los códigos de procedimientos locales donde se regulan
las excepciones a la inmunidad del domicilio" (Fallos 306:1752, considerando 5°). En
el caso que aquí nos ocupa, la ley procesal aplicable al mismo (Código de
Procedimientos en Materia Penal —Ley 2372—) cumple con la referida manda
constitucional en su art. 399 que, en lo pertinente, dispone: "Los jueces encargados de
la instrucción (Y) pueden practicar pesquisas o investigaciones, sea en la habitación o
domicilio del procesado, o en cualquier otro lugar, cuando existan indicios suficientes
para presumir que allí se encuentra el presunto delincuente o que pueden hallarse
objetos útiles para el descubrimiento y comprobación de la verdad". Considerando 17)
En la causa ha concurrido uno de los casos que exige la Constitución para la
procedencia del allanamiento, esto es, la prevención e investigación de un delito.
(Gonzalez, Joaquín V.: "Manual de la Constitución Argentina", Editorial Estrada, 1897,
páginas 209/210). Además, han existido también los justificativos que la ley, conforme
la manda constitucional, ha previsto como aquellos que pueden servir de fundamento a
la medida, en tanto, a partir de diversos elementos arrimados al expediente (ya
reseñados) se pudo construir una razonable sospecha en cuanto a que en la morada
en cuestión podían encontrarse personas vinculadas al tráfico de estupefacientes y, a
su vez, elementos relativos a tal actividad ilícita. Tales extremos permiten aseverar,
entonces, que el allanamiento dispuesto por el juez ha estado debidamente justificado,
en tanto existió un procedimiento policial destinado a la prevención y represión de
delitos y, en dicho marco, se hizo necesario, a partir de sospechas razonables
fundadas en constancias agregadas al expediente, el ingreso de la fuerza pública a la
finca para dar con los sospechosos e incautar el material relativo a la actividad ilícita. A
ello debe agregarse que, en razón de haber sido precisamente un juez quien libró la
orden de allanar, el caso se ajusta a la exigencia que fijó esta Corte al interpretar —y
ampliar— la garantía de la inviolabilidad de domicilio al exigir que sean los magistrados
quienes tengan a su cargo una decisión tan sensible como la de interferir en la
vivienda de un ciudadano (Fallos 306:1752, entre otros). Considerando 18) Ahora bien,
habiéndose fijado que el allanamiento ha cumplido con las exigencias constitucionales
de haber sido dispuesto por un juez y, a su vez, estar fundado en los casos y
justificativos previstos por la ley, resta considerar el cuestionamiento que hace la parte
en cuanto a que los motivos del allanamiento no fueron consignados por el magistrado
en el auto que lo dispuso ni en la orden respectiva y determinar si esa sola
circunstancia puede redundar en una afectación a la garantía de inviolabilidad de
domicilio. Preliminarmente, debe establecerse que es un extremo no controvertido que
160
en el auto que dispuso el allanamiento (fs. 30 vta.), si bien el juez especificó que la
finalidad del acto era "proceder al secuestro de sustancias y demás elementos en
infracción a la ley 23.737 y detención de los responsables", omitió hacer referencia
alguna a los fundamentos que motivaron su decisión. Tal como se adelantara, esta
omisión está, sin embargo, referida a un marco muy acotado, vinculado estrictamente
a que los fundamentos del allanamiento (que en sí resultan una exigencia
constitucional y que, como ya se afirmara, existieron en el caso) consten en la
resolución judicial que lo dispuso. Precisado en tales términos el agravio que la
defensa trae a estudio, debe indicarse que la falta de consignación en el acto que
dispone el allanamiento de los motivos del mismo comporta, en principio, sólo una
infracción a la regla procesal del art. 403 del Código de Procedimientos en Materia
Penal que dispone que: "La resolución en que el juez ordene la entrada y registro en el
domicilio de un particular, será siempre fundada". Sin embargo, en lo estrictamente
referido a la posible infracción a la norma procesal citada, ha sido la Cámara de
Apelaciones quien tuvo la última palabra al respecto, toda vez que no compete a esta
Corte expedirse sobre la interpretación y alcance de la ley procesal. Hechas las
aclaraciones precedentes, lo que resta determinar es, entonces, si la obligación de
volcar los fundamentos del allanamiento en el auto y orden respectivos es, además de
una obligación procesal, una exigencia constitucional contenida en la garantía de la
inviolabilidad de domicilio. En tal sentido, y habiéndose afirmado que en la presente
causa se cumplieron las exigencias constitucionales que demandan que los
allanamientos estén fundados en los casos y justificativos previstos por la ley y que
sean dispuestos, en principio, por los jueces, debemos preguntarnos si el requisito de
registrar esos fundamentos en un auto o acta puede tener una incidencia concreta en
la protección contra las injerencias arbitrarias del Estado en los domicilios de los
ciudadanos. Respondiendo a tal interrogante, esta Corte entiende que, en sentido
constitucional, no existe tal conexión entre el requisito procesal en cuestión y la
garantía de la inviolabilidad del domicilio, toda vez que el hecho de que los motivos de
un allanamiento consten o no en el acta respectiva (más allá de la eventual infracción
procesal) no resulta en modo alguno suficiente para determinar si en un caso concreto
han concurrido o no los casos y justificativos que exige la Constitución Nacional. Debe
tenerse en cuenta, al respecto, que más allá de lo que se haga constar en el auto que
dispone el allanamiento, lo que resulta esencial para que un allanamiento se ajuste a
las pautas constitucionales es que del expediente (es decir, de las actuaciones
públicas referidas a la investigación y sanción de una conducta presuntamente
delictiva) surjan los motivos que le dieron sustento. Por ello, el juez o tribunal que deba
analizar un caso en el que se cuestione la validez de un allanamiento deberá siempre
estudiar los extremos objetivos agregados al expediente, sea que en el auto de
allanamiento y en la orden se hayan hecho constar los motivos del acto o no. Por
supuesto que un auto de allanamiento en el que se hicieren constar los motivos del
mismo puede llegar a facilitar la tarea antes apuntada, pero esto, sin embargo, es
relativo, ya que puede darse el caso de un auto de allanamiento en el que se
161
consignara con sumo detalle una serie de motivos para fundarlo que, en realidad, no
existan o, al menos, no consten en el expediente. En tal supuesto, tendríamos un "auto
fundado" en el sentido pretendido por el recurrente, pero en modo alguno tendríamos
un allanamiento llevado a cabo conforme a la Constitución, pues, en tal caso, el
ineludible estudio de las constancias del expediente nos llevaría a concluir que, en
realidad, se trató de un allanamiento constitucionalmente inválido por no estar
sustentado en elemento previo, objetivo y razonable alguno. En definitiva, y para que
quede claro el criterio que se expone, no se pretende aquí afirmar algo tan absurdo
como que los allanamientos puedan ser infundados, sino que lo que se quiere evitar es
que se incluya en la garantía de la inviolabilidad de domicilio un requisito que en modo
alguno resulta determinante para su real vigencia y que puede llevar a que en algunos
casos (como el presente) se afirme que se ha afectado la garantía cuando, en
realidad, ello no es así. Unas consecuencias tales llevarían más a desvirtuar el sentido
de la garantía que a fortalecerla, toda vez que se desdibujaría el criterio para
determinar cuáles son los auténticos casos constitucionales en los que se puede estar
ante una concreta afectación de la garantía a la que aquí se hace referencia. Por otra
parte, el criterio contrario podría llevar a declarar nulidades constitucionales de manera
meramente simbólica y no porque hubiese existido una concreta afectación a la
garantía de la inviolabilidad del domicilio. Así, en el caso de autos, la decisión de
anular el auto de allanamiento y la orden respectiva, y todo lo obrado en consecuencia,
implicaría, tal como correctamente lo señalara el tribunal a quo, una declaración de
nulidad por la nulidad misma, ya que, aún con esa eventual declaración de invalidez,
subsistirían incólumes todas las constancias arrimadas al expediente que resultaron
fundamento del allanamiento, pues estas fueron agregadas con anterioridad a la orden
de allanamiento y, por tal motivo, no podrían ser afectadas por la anulación. La
solución que aquí se propone coincide, además, con el criterio que esta Corte fijó en
Fallos 322:3225, en el que, con remisión al dictamen del señor Procurador Fiscal,
reiteró el estándar según el cual la garantía de la inviolabilidad de domicilio exige que
las órdenes de allanamiento emanen sólo de los jueces y que las resoluciones que las
dispongan deban ser siempre fundadas, pero aclarando, respecto de esto último, que
para determinar la concurrencia de tal requisito los jueces deben examinar las
constancias del proceso y valorar la concatenación de los actos de acuerdo con la
sana crítica racional y las reglas de la lógica, "las que se verían alteradas de anularse
un procedimiento por la supuesta falta de fundamentación del auto que ordena el
allanamiento cuando, como en el caso, ese respaldo está dado o puede encontrarse,
en las constancias de la causa anteriores al decreto cuestionado" (punto III del
dictamen del señor Procurador Fiscal, al que remitió la Corte Suprema). Los
argumentos expuestos resultan suficientes para rechazar el recurso extraordinario en
lo atinente al agravio de falta de fundamentación de la orden de allanamiento.
Conforme lo señalado en los considerandos precedentes, y de conformidad con lo
dictaminado por el señor Procurador Fiscal, se resuelve: 1) Declarar mal concedido el
recurso extraordinario respecto del agravio referido al horario en que se realizó el
162
allanamiento y el modo de intervención de los testigos en el mismo; 2) Declarar mal
concedido el recurso extraordinario en lo atinente a la pretendida invalidez de la
declaración espontánea del detenido P. J. R.; y, 3) Rechazar el recurso extraordinario
en lo que hace a la invocada falta de fundamentación del auto que dispuso el
allanamiento y la orden respectiva. — Ricardo L. Lorenzetti. — Elena I. Highton de
Nolasco (según su voto). — Carlos S. Fayt (según su voto). — Enrique S. Petracchi
(en disidencia). — Juan C. Maqueda (en disidencia). — E. Raúl Zaffaroni (en
disidencia). — Carmen M. Argibay. Disidencia de los doctores Maqueda y Zaffaroni:
Considerando 9°) Que los agravios invocados por el apelante suscitan cuestión federal
bastante para habilitar la vía del art. 14 de la ley 48, pues, si bien atañen a aspectos de
hecho y de derecho procesal común, ellas conducen, en definitiva, a determinar el
alcance de la garantía de la inviolabilidad del domicilio (Fallos 306:1752, "Fiorentino").
Considerando 10) Que esta Corte, al referirse al art. 18 de la Constitución, ha
expresado que en él se consagra "el derecho individual a la privacidad del domicilio de
todo habitante" —correlativo al principio general del art. 19— en cuyo resguardo se
determina la garantía de su inviolabilidad, oponible a cualquier extraño, sea particular o
funcionario público. Si bien la cláusula constitucional previó la reglamentación del tema
por vía de una ley, son diversas leyes especiales las que contienen disposiciones
sobre el modo en que puede efectuarse el allanamiento en determinadas materias, y
en particular es en algunas constituciones y en los códigos de procedimientos locales
donde se regulan las excepciones a la inmunidad del domicilio (Fallos 306:1752). En el
Código de Procedimientos en Materia Penal —que es el que rige en estos autos—
bajo el titulo XIX "De las Visitas Domiciliarias y Pesquisas en Lugares Cerrados"
reglamenta detalladamente en qué casos se puede llevar a cabo la requisa (art. 399),
en qué horarios (art. 400), en qué lugares (arts. 401 y 402) y además prescribe que "la
resolución en que el juez ordene la entrada y registro en el domicilio de un particular,
será siempre fundada" (art. 403). Considerando 11) Que de las constancias del sub lite
surge que el juez ordenó la intervención domiciliaria sin dar fundamento alguno para
ello, apartándose de este modo palmariamente de la exigencia prevista en la ley.
Considerando 12) Que esta Corte tiene dicho que "Toda nuestra organización política
y civil reposa en la ley. Los derechos y obligaciones de los habitantes así como las
penas de cualquier clase que sean, sólo existen en virtud de sanciones legislativas y el
Poder Ejecutivo no puede crearlas ni el Poder Judicial aplicarlas si falta la ley que las
establezca" (Fallos 191:245). Este enunciado adquiere mayor significado en el
presente caso, pues "la...íntima conexión existente entre la inviolabilidad del domicilio,
y especialmente de la morada, con la dignidad de la persona y el respeto de su
libertad, imponen a la reglamentación condiciones más estrictas que las reconocidas
respecto de otras garantías..." (considerando 7° del voto de los jueces Petracchi y
Bossert en Fallos 323:3150). Considerando 13) Que, en sentido coincidente, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos tiene dicho que el poder del Estado para
garantizar la seguridad y mantener el orden público no es ilimitado, por ello "su
actuación está condicionada por el respeto de los derechos fundamentales de los
163
individuos que se encuentren bajo su jurisdicción y a la observación de los
reglamentos conforme a derecho... y con estricta sujeción a los procedimientos
objetivamente definidos en la misma" (Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Serie C N° 100 caso Bulacio v. Argentina, sentencia del 18 de setiembre de 2003).
Considerando 14) Que, por otra parte, la obligación que tienen los jueces de fundar
sus decisiones no es solamente "porque los ciudadanos puedan sentirse mejor
juzgados, ni porque contribuya así al mantenimiento del prestigio de la magistratura ...
[sino que] persigue también ... la exclusión de decisiones irregulares, es decir, tiende a
documentar que el fallo de la causa es derivación razonada del derecho vigente y no
producto de la individual voluntad del juez" (Fallos 236:27; 240:160, entre otros).
Considerando 15) Que si "los jueces no estuvieran obligados a examinar las razones y
antecedentes que motivan el pedido de las autoridades administrativas y estuviesen
facultados a expedir las órdenes de allanamiento sin necesidad de expresar
fundamento alguno, la intervención judicial carecería de sentido, pues no constituiría
control ni garantía alguna para asegurar la inviolabilidad del domicilio (considerando 13
del voto del juez Petracchi en Fallos 315:1043). Considerando 16) Que por ello
resultan inaceptables las consideraciones del a quo en cuanto a que exigir que los
jueces funden previamente la requisa domiciliaria "...en nada colabora para afianzar la
garantía constitucional de la inviolabilidad del domicilio". Considerando 17) Que
tampoco aparece como una conclusión derivada de una razonable consideración de
las constancias de la causa, la afirmación de los agentes actuantes, en cuanto a que el
acceso a la morada se debió a que M. prestó su consentimiento. En efecto, uno de los
testigos del procedimiento policial llevado a cabo en la vivienda de A. ... señaló que la
policía "hizo uso de la fuerza pública y se rompió la puerta de ingreso al inmueble" (fs.
160/160 vta.), y el otro testigo —que entró a la escena con posterioridad— relató que
cuando ingresó se encontró con los ocupantes de aquella ya arrojados en el piso boca
abajo (fs. 193). Considerando 18) Que nuestra Corte en el caso "Fiorentino" (Fallo:
306:1752) —que trataba de un joven que fue sorprendido por una comisión policial al
ingresar a su domicilio— consideró que "...el permiso que podría haber otorgado
Fiorentino carecía de efectos porque había sido aprehendido e interrogado
sorpresivamente". Allí agregó que "aparece carente de lógica derivar la existencia de
un supuesto consentimiento tácito por ausencia de oposición expresa al registro,
cuando ya se había consumado el ingreso de los extraños en la vivienda"
(considerando 6°, de Fallos 306:1752). En sentido coincidente se expidió este Tribunal
en el precedente "Cichero" (Fallos 307:440) y, en "Vega" agregó que el consentimiento
debe ser expresado de "...manera que no queden dudas en cuanto a la plena libertad
del individuo al formular la autorización" (Fallos 316:2464 considerando 5°).
Considerando 19) Que, en síntesis, la emisión de la orden de allanamiento sin
fundamento (fs. 30 vta.) no sólo se apartó de lo postulado por la ley, sino que impidió
cumplir con otros recaudos tales como exponer los justificativos, describir las cosas
que debían secuestrarse, así como la razón para llevarlo a cabo en horas
excepcionales. Si bien ello es suficiente para restarle validez al procedimiento policial,
164
igualmente vale la pena analizar las restantes argumentaciones utilizadas por el a quo
para justificar el allanamiento de la morada, al sólo efecto de exponer su infructuoso
esfuerzo argumentativo tendiente a legitimar el procedimiento con artilugios
interpretativos que sólo logran deformar el alcance de otras garantías constitucionales
involucradas como aquella que prohíbe la autoincriminación compulsiva. Considerando
20) Que en la decisión en recurso la cámara se ha limitado a hacer una aplicación
automática del precedente de Fallos 315:2505, sin examinar las diferencias del sub lite
con el caso citado. En efecto, en dicho caso no sólo se tuvieron en cuenta —a fin de
descartar la presunción de coacción— los informes sobre el estado psíquico y físico
del imputado, sino, especialmente, que en su declaración indagatoria corroboró sus
dichos anteriores. Considerando 21) Que, descartada la presencia de indicios físicos
de coacción, la circunstancia de que el imputado no haya aducido que el dato le fue
arrancado por la policía sólo puede ser un elemento relevante en la medida en que, ya
ante el juez, reconozca el hecho en cuestión. En cambio, cuando ocurre, como en el
caso, que su versión de lo acontecido es totalmente diferente de la que dan los
policías, la pretensión de que afirme efectivamente que la declaración le fue arrancada
bajo presión, carece de todo sentido, pues ello no coincide con lo que el imputado, al
ejercer su defensa, dice que sucedió. Considerando 22) Que, en este sentido, la
presunción del juez de que es posible inferir la existencia de coacción a partir de la
propia situación de detención y de la no convalidación de las manifestaciones
"espontáneas" en el momento en que sí puede juzgarse que el imputado declara
libremente —esto es, en principio, ante el tribunal— constituía un argumento de peso
que no fue considerado por la alzada. Considerando 23) Que, en efecto, el a quo
considera que aunque la orden de allanamiento no estaba fundadamente escrita,
aquella era legítima porque se basaba en los dichos espontáneos que P. J. R. había
aportado a los agentes de la prevención mientras era trasladado en patrullero a la
comisaría. Resulta inaceptable que el a quo haya omitido analizar las circunstancias
que rodearon a la declaración de R., a fin de descartar que las mismas no hubieran
sido producto de coacción. Un análisis circunstanciado de la declaración en el sub lite
resultaba ineludible atendiendo a que los supuestos dichos fueron vertidos cuando R.
ya se encontraba detenido, este negó la comisión del hecho imputado, y la policía
carecía de facultad legal para interrogarlo. En tales condiciones, asiste razón al juez de
primera instancia al sostener que "...la pretendida espontaneidad de los dichos de R.
aparece cuanto menos dudosa..." (fs. 1007).
165
2) la búsqueda de personas extrañas que hubieran sido vistas mientras se
introducían en un local o casa, con indicios manifiestos de cometer un delito;
3) la persecución de un imputado de delito que se hubiera introducido en un
local o casa;
4) indicios de que en el interior de una casa o local se estuviera cometiendo un
delito, o desde ella se solicitara socorro.-
CP. Art. 152.-Las disposiciones de los artículos anteriores no se aplicarán al que
entrare en los sitios expresados, para evitar un mal grave a sí mismo, a los moradores
o a un tercero, ni al que lo hiciere para cumplir un deber de humanidad o prestar
auxilio a la justicia.
166
Nacional; Fall09 139:154; 210:35, entre muchos otros). En el sub judice, la orden de
captura de Marcelo Aníbal Gordon existía con anterioridad al ingreso a la morada
(confr. fs. 318/319), el que se produjo después de haberse frustrado su aprehensión
durante anteriores registros domiciliarios, como consecuencia de la disposición de
medios técnicos poco comunes por parte del procesado, el que fue puesto a
disposición del juez inmediatamente después del procedimiento impugnado (fs. 749).
En tales condiciones, no se verifica violación alguna ala garantía constitucional
señalada que justifique invalidar lo actuado.
CSJN. DESSY, Gustavo G. 19/10/95. La ley 1996-C, 316. Consid. 5.- La ley
penitenciaria nacional (refiere dec. ley 412/58), en lo que al caso interesa establece:
Art. 91: "No podrá privarse al interno del derecho a comunicarse en forma periódica
con su familia, curadores, allegados o amigos, así como con personas y
representantes de organismos e instituciones oficiales o privadas que se interesen por
su rehabilitación". Art. 92: "Las visitas y la correspondencia que reciba el interno se
ajustarán a las condiciones de oportunidad, supervisión y censura que determinen los
reglamentos, los cuales bajo ningún concepto podrán desvirtuar lo establecido en el
artículo anterior. Sólo podrán ser restringidas transitoriamente por motivos
disciplinarios o razones inherentes a su tratamiento". Consid. 7.-Así, en la exposición
de motivos de la ley mencionada se aclara que las normas que tratan sobre la
comunicación del interno con el mundo exterior, "además de dar imperatividad legal al
principio que sustentan, de comunicabilidad del recluso con las personas de su familia
y allegados, de vieja data en todo el mundo, asimila este capítulo a la tendencia actual
en la materia, en cuanto exhibe como idea fundamentadora que la institución
167
penitenciaria no debe aislarse del medio social, debiendo favorecerse la comunicación
del recluso con el exterior en toda forma compatible con el régimen, hasta el límite que
pueda hacérselo sin violentar las normas jurídico-penales que condicionan al régimen
de cumplimiento de la pena" (parág. 83). Por su parte, la segunda disposición citada
-"Conjunto de reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos ..."- refiere que "se
autorizará a todo acusado para que se procure, a sus expensas o las de un tercero,
libros, periódicos, recado de escribir, así como otros medios de ocupación, dentro de
los límites compatibles con el interés de la administración de justicia, la seguridad y el
buen orden del establecimiento" (art. 90). Consid. 8. Que la reglamentación que ha
dado lugar al acto de autoridad nacional cuestionado como lesivo a tales postulados -
Boletín Público del Servicio Penitenciario Federal Argentino n° 1266 del 24 de enero
de 1979-, acompañada en la audiencia celebrada en la causa por las autoridades del
servicio penitenciario establece que "La correspondencia epistolar y telegráfica será
objeto de supervisión y censura. Para esto último deberán tenerse en consideración
aquellos aspectos que por su naturaleza puedan aparecer, incidir o convertirse en
factores negativos, desde el punto de vista que sustentan los principios en que se basa
el concepto de readaptación social" (art. 3); "Si a juicio de la Dirección del
Establecimiento resultara inconveniente dar curso -por su contenido- a una carta, se
procederá a efectuar la devolución de la misma al remitente, informándole sobre las
causales motivadoras" (art. 4); "No se autorizará la entrada o salida de
correspondencia en la que se empleen signos o palabras convencionales, se utilice
lenguaje obsceno, se hagan alusiones o emitan juicios con respecto al régimen interno
o al personal del Servicio Penitenciario Federal, o que se refieran a asuntos que por su
naturaleza escapen a los términos rigurosamente personales o de familia" (art. 5);
"Cuando de la correspondencia surjan indicios que hagan presumir la comisión de un
delito o la persistencia en actividades delictivas, se iniciarán actuaciones comunicando
a la autoridad policial o judicial que correspondiere, acorde con las características de
tales indicios" (art. 13). Cabe agregar que dicho reglamento fue modificado un día
después de la presentación de este hábeas corpus, por Boletín Público N° 2076, del
19 de agosto de 1992, en cuyo título II, capítulo I, establece el régimen de las
correspondencias -arts. 64 a 80- que es similar al anterior. Consid. 9. Que las norma
reglamentarias citadas han impuesto, a través de un texto ambiguo (especialmente los
arts. 3 y 4 del reglamento), una restricción al secreto epistolar, absoluta y permanente.
No se distinguen oportunidades ni situaciones, condiciones ni causas, remitentes ni
destinatarios. Toda carta de todo preso, en todo momento, y dirigida a cualquier
persona, está sometida al régimen aludido, a pesar de que el art. 92 de la ley
penitenciaria sólo establece la supervisión de la correspondencia que ellos reciben.
Respecto de los papeles privados y la correspondencia, el art. 18 de la Constitución
Nacional expresa que "una ley determinará en qué casos y con qué justificativos podrá
procederse a su allanamiento y ocupación". La ley penitenciaria nacional, cuyos
autores no han dejado de tener en cuenta -no cabe la presunción contraria- la
particular situación en que se encuentran los presos y la necesidad de preservar la
168
seguridad, no prevé la censura de la correspondencia que ellos envían, por lo que las
disposiciones del reglamento que lo autorizan representan una extralimitación de la
facultad reglamentaria prevista en el art. 99 inc. 2° de la Constitución Nacional,
autorizando, sin fundamento legal, un indiscriminado y permanente allanamiento de los
derechos constitucionales a la inviolabilidad de la correspondencia y a la privacidad,
amparados, respectivamente, por los arts. 18 y 19 de nuestra Carta Magna. Sin
perjuicio del vicio de inconstitucionalidad señalado, cabe agregar que carecen de
racionalidad las circunstancias previstas en el art. 5° de dicho reglamento para fundar
la negativa al envío de la correspondencia del interno. Por ejemplo, en cuanto a la
referencia al "lenguaje obsceno", no se advierte cuál seria el interés legítimamente del
Estado para intervenir la correspondencia privada del recluso a efectos de asegurarse
que ésta guarde un lenguaje decoroso. La prohibición que las misivas "hagan
alusiones o emitan juicios con respecto al régimen interno o al personal del Servicio
Penitenciario Federal" no sólo carece de vinculación razonable con los objetivos de
seguridad y resocialización previstos en la ley penitenciaria, sino que además cercena
un medio idóneo -tal vez el único- con que cuentan los reclusos para hacer llegar al
mundo exterior denuncias o reflexiones sobre el ámbito carcelario, y aun, reclamar
ayuda ante abusos de la autoridad. La exigencia de que las cartas de los reclusos sólo
aludan a asuntos estrictamente particulares o de familia se funda en una concepción
alienante, que niega al preso la facultad de expresarse sobre temas sociales y
políticos. Consid. 11. Que la seguridad de una prisión y la finalidad de impedir que
desde su interior sean conducidas actividades delictivas o planes de fuga, configuran
propósitos incuestionables del Estado. Pero esto no justifica la censura de la
correspondencia de los internos, ya que éstos pueden mantener, mediante el régimen
de visitas, conversaciones privadas y "visitas íntimas periódicas" (art. 497, Cód.
Procesal Penal de la Nación). Todo ello sin perjuicio de admitir que, en el caso
particular en que hubiese razones fundadas para temer que, a través de la
correspondencia que emite, las autoridades penitenciarias requieran en sede judicial la
intervención de dicha correspondencia (doctrina arts. 185, 234 y 235, Cód. Procesal
Penal y doctrina de Fallos: 90:152; 171:366; 177:390). Voto Dres. Petracchi, Fayt y
Boggiano Consid. 5... En la enseñanza de Joaquín V. González, junto con el domicilio,
la Constitución "asegura el secreto de la correspondencia y de los papeles privados de
cada uno, porque ambos atributos constituyen la esfera inviolable de la vida privada,
que da mayor sentido a la libertad personal. Es un sentimiento universal de respeto el
que hace de la correspondencia particular un objeto cuya violación constituye una
grave falta moral. El derecho de guardar el secreto implica el de comunicarlo a
aquellos que inspiran confianza, a quienes beneficia o perjudica, o con quienes se
mantienen relaciones de negocios, de afectos, o de algunos de los propósitos
comprendidos dentro de la absoluta libertad de la conciencia individual..." ("Manual de
la Constitución Argentina", Buenos Aires, 1959, p. 207). Hoy, pasadas largas décadas,
no parece necesario un espíritu muy afinado para apreciar la hondura y vigencia de
estos antecedentes. La intromisión en la correspondencia epistolar traduce una de la
169
fracturas más graves del ámbito de libertad y privacidad de los hombres. La carta es
vehículo del pensamiento, y el pensante su exclusivo señor. Sólo él puede disponer la
exteriorización de su pensamiento, y sólo él puede escoger al destinatario. La carta es
relación de uno con otro. Pero sobre quién sea ese otro, sólo el uno puede disponer.
Violar sin más ese vehículo es, por tanto, violar dicho señorío. 6. Que, con todo, es la
propia Constitución Nacional la que se encarga, después de consagrar la mentada
"inviolabilidad" de la correspondencia, de prescribir que "una ley determinará en qué
casos y con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación". Ahora
bien, de una primera lectura de este último pasaje normativo, podría sostenerse que,
en definitiva, lo que la Ley Fundamental ha admitido expresamente es que el señalado
derecho sea susceptible de reglamentación, y, por ende, de limitaciones, ya que, como
reiteradamente fue dicho, reglamentar es limitar. A ello podría agregarse que, en todo
caso, dicha legislación deberá ser "razonable", máxime cuando "los principios,
garantías y derechos ... no podrán ser alterados por las leyes que reglamenten su
ejercicio" (art. 28, Constitución Nacional)....Los hombres de 1853 fueron hijos de un
tiempo de tribulaciones y esperanzas. Conocían que el fruto de la falta de libertades
era amargo; que era alimento de autoritarismos y tósigo de los pueblos. Entronizaron,
así, un núcleo de fuertes libertades individuales y de proporcionadas defensas para los
atentados contra aquéllas. Es así que la protección de la correspondencia epistolar y
los papeles privados -junto con la del domicilio- fue objeto de celosa consideración. No
se les ocultaba, por cierto, cuánto de la plenitud del hombre, cuánto de su libertad de
expresión, y cuánto de lo que hoy ha dado en llamarse "privacidad" o "intimidad",
estaba en peligro a falta de la mentada "inviolabilidad". De ahí que en esta materia,
aquellos sabios hombres fueran especialmente elocuentes y precisos. No bastó, a su
juicio, con la simple remisión a una ley reglamentaria. Remitieron, sí, a un acto del
Congreso ("ley"), pero exigiendo de éste que contuviera no sólo la determinación de
los "casos" en que pudiera producirse a la "ocupación" de la correspondencia, sino
también la de los "justificativos" de tal autorización. ...El ejecutor de la ocupación podrá
"justificar" su acto en una ley habilitante, en el adecuado cumplimiento del debido
proceso adjetivo, pero, impugnada la validez de esta última, será el turno de que
aquélla responda --y con elocuencia-- acerca de cuáles sean los necesarios
"justificativos" por los que confirió dicha autorización (debido proceso sustantivo). Un
modo de razonar opuesto no sólo volvería a la inviolabilidad establecida en el art. 18
citado en poco más que un buen consejo, sino que haría del control de
constitucionalidad de las normas y de la protección jurisdiccional de los derechos y
garantías individuales -cometido primordial de esta Corte y del estado de derecho
diseñado por la Constitución (Fallos: 33: 162 y otros)- una mera revisión de
formalidades, y ello nada menos que cuando se trata de un acto que, como el de la
ocupación de las cartas particulares -cuadra insistir- entraña el ingreso del poder
estatal en uno de los recintos más íntimos de los individuos. Consid. 7 ... Se trata de
especies de un género único, de una garantía relativa "a todas las invasiones de parte
del gobierno y de sus empleados a la santidad del hogar de cada hombre y de la
170
privacidad de su vida. No es la rotura de sus puertas, o el hurgar en sus gavetas lo que
constituye la esencia de la infracción; sino la invasión de un inabrogable derecho a la
seguridad personal, a la libertad personal y a la propiedad privada" ("Boyd v. United
States", 116 U.S. 616, 630). Son aspectos como el presente los que hacen oportuno el
recuerdo de la siguiente definición: "El derecho a la privacidad es el derecho del
individuo para decidir por sí mismo en qué medida compartirá con los demás sus
pensamientos, sus sentimientos y los hechos de su vida personal" (Oficina de Ciencia
y Tecnología de los Estados Unidos de Norteamérica, "Privacidad e Investigación de la
Conducta", citada por Emerson, Thomas I., "The System of Freedom of Expression",
Nueva York, 1970, p. 545). Consid. 11...En tales condiciones, y atento el señalado
carácter eminente del derecho constitucional en juego, esta Corte afirma como
doctrina que, para restringir válidamente la inviolabilidad de la mencionada
correspondencia, se requiere: a) que haya sido dictada una ley que determine en qué
casos y con qué justificativos podrá procederse a tomar conocimiento del contenido de
dicha correspondencia; b) que la ley esté fundada en la existencia de un sustancial o
importante objetivo del Estado, desvinculado de la supresión de la inviolabilidad de la
correspondencia epistolar y de la libertad de expresión; c) que la aludida restricción
resulte un medio compatible con el fin legítimo propuesto y d) que dicho medio no sea
más extenso que lo indispensable para el aludido logro. A su vez, fines y medio
deberán sopesarse con arreglo a la interferencia que pudiesen producir en otros
intereses concurrentes. Cabe aclarar, aun cuando no sea materia de ese
pronunciamiento, que lo expuesto no excluye la necesidad de una reglamentación que
garantice, con arreglo al debido proceso adjetivo, el resguardo de los derechos del
preso frente a los actos particulares por los que se ejecute la restricción. Consid. 12.
Que, de acuerdo con la interpretación a la que debe atenerse el tribunal, lo que las
normas aplicables han impuesto no es otra cosa que una restricción al secreto
epistolar, absoluta y permanente. No se distinguen oportunidades ni situaciones,
condiciones ni causas, remitentes ni destinatarios. Toda carta de todo preso, en todo
momento, y dirigida a cualquier persona, está sometida al régimen aludido. Ello
entraña, sin ambages, un allanamiento general e incesante del derecho durante el
lapso de la condena. Cortapisas tan profundas a garantías individuales reconocidas
por la Ley Fundamental, extrañas, por lo demás, al contenido de la pena, no pueden
generar otra consecuencia que la de una grave presunción de inconstitucionalidad. La
reglamentación limita al derecho, pero éste limita a aquélla. No habrá derecho
absoluto, mas tampoco legislador absoluto.
CNApel Crim y Correc Sala VI “LANATA, Jorge” LA LEY 1999C 458 04/03/1999.
Previo a entrar al análisis de los hechos que dieran origen a estas actuaciones, cabe
dejar sentado un concepto para definir la naturaleza del correo electrónico. El avance
de la tecnología en este sentido pareciera haber dejado en la obsolescencia el bien
jurídico que tutela el Capítulo III, Título V del Código Penal, en especial a los artículos
que se ocupan de la protección de los papeles privados y la correspondencia. Pero
171
queda claro que el tan difundido "e-mail" de nuestros días es un medio idóneo, certero
y veloz para enviar y recibir todo tipo de mensajes, misivas, fotografías, archivos
completos, etc.; es decir, amplía la gama de posibilidades que brindaba el correo
tradicional al usuario que tenga acceso al nuevo sistema. Es más, el correo electrónico
posee características de protección de la privacidad más acentuadas que la inveterada
vía postal a la que estábamos acostumbrados, ya que para su funcionamiento se
requiere un prestador del servicio, el nombre del usuario y un código de acceso que
impide a terceros extraños la intromisión en los datos que a través del mismo puedan
emitirse o archivarse. Sentadas estas bases preliminares, nada se opone para definir
al medio de comunicación electrónico como un verdadero correo en versión
actualizada. En tal sentido, la correspondencia y todo lo que por su conducto pueda
ser transmitido o receptado, goza de la misma protección que quiso darle el legislador
al incluir los arts. 153 al 155 en la época de redacción del Código sustantivo, es decir,
cuando aún no existían estos avances tecnológicos.
Capítulo III
Testigos
172
vicepresidente de la Nación, gobernadores, vicegobernadores, ministros, legisladores,
fiscales de Estado, magistrados judiciales, oficiales superiores en actividad de las
Fuerzas Armadas, integrantes de los ministerios públicos y rectores de las
universidades oficiales del país, los ministros diplomáticos, los cónsules generales y
los altos dignatarios de la Iglesia y los intendentes municipales de la Provincia.-
CSJN. VAZQUEZ FERRÁ. Evelyn Karina s/ Inc. Apelación. 30/09/03. Consid. 8. Que la
recurrente impugna también la orden de extraerle compulsivamente sangre para
realizar un examen hematológico que determine si es nieta de la querellante, alegando
que la medida constituye una inadmisible intromisión del Estado en su esfera de
intimidad, que lesiona su derecho constitucional a la integridad física, al obligarla a
tolerar una injerencia sobre su propio cuerpo en contra de su voluntad; que afecta su
dignidad al no respetar su decisión de no traicionar los intensos lazos afectivos que
mantiene con aquellos que la criaron y a quienes sigue viendo como si fueran sus
verdaderos padres; y que viola garantías constitucionales al no tomar en cuenta que la
ley procesal la autoriza a proteger su núcleo familiar autorizándola a negar su
testimonio cuando él pudiera derivar una prueba de cargo (arts. 163 y 278, Código de
Procedimientos en Materia Penal, por el cual se rige este proceso). Consid. 10. Que,
fuera de que los precedentes jurisprudenciales citados por el a quo no resultan
aplicables al caso el de Fallos: 318:2518 -por tratarse de la extracción de sangre al
imputado-, y el de Fallos: 319:3370 -por estar en juego la necesidad de tutelar el
173
interés de un menor de edad y la aplicación de la Convención sobre los Derechos del
Niño-, la negativa de la persona mayor de edad a prestarse a que su cuerpo, o
elementos de éste, sean utilizados para extraer elementos de prueba que posibiliten la
condena de aquellos a quienes la ley procesal autoriza a proteger tiene amparo en
reglas precisas de la ley procesal. En primer lugar, el art. 163 del Código de
Procedimientos en Materia Penal prohíbe admitir denuncias de descendientes contra
ascendientes, consanguíneos o afines y viceversa, ni de un cónyuge contra el otro, ni
de hermano contra hermano, salvo que el delito haya sido ejecutado contra el
denunciante o contra una persona cuyo parentesco con éste sea más próximo que el
que lo liga con el denunciado. Luego, el art. 278, inc. 2°, prohíbe que se cite como
testigos a los ascendientes y descendientes del acusado, y el art. 279 los autoriza a
declarar, pero sólo a favor del procesado, salvo que se dé la situación excepcional del
163. De tal modo, es indudable que si los procesados fueran los verdaderos padres de
la recurrente, la ley procesal la autorizaría a negarse a declarar contra ellos, y, a
fortiori, a prestar su colaboración para la obtención de pruebas destinadas a
incriminarlos. El derecho de negarse a declarar tiene claro fundamento en la necesidad
de colocar al testigo en la angustiante alternativa de suministrar al Estado los medios
de punir a aquellos con quienes tiene intensos lazos afectivos o de mentir contrariando
un juramento. Luego, el problema que se presenta en este caso es el de determinar si
igual derecho puede darse respecto de quienes son sólo formalmente sus padres
porque así resulta de los asientos del estado civil, aunque pueda establecerse
verosímilmente -con la relatividad propia de las decisiones dictadas en el curso de un
proceso que no tiene sentencia final- que no lo son en la realidad, pero a quienes la
interesada manifiesta sentirlos como tales. A fin de precisar la interpretación, cabe
acudir a normas de la ley de fondo, la cual exime de responsabilidad penal por el delito
de encubrimiento no sólo frente a personas ligadas por vínculos civiles formales sino
también a "amigo íntimo" y a "personas a las que se debiese especial gratitud" (art.
277 inc. 3°). Sería absurdo entender que en esos casos la persona esté exenta de
responsabilidad por limpiar la sangre de un homicidio u ocultar el botín de un robo, y,
en cambio, esté obligada a declarar contra el delincuente o a prestar su cuerpo para la
obtención de pruebas incriminatorias; y puesto que la recurrente manifiesta claramente
su gratitud hacia quienes en su forzada situación de orfandad la criaron como
verdadera hija, aun violando la ley penal, su negativa ha de estimarse justificada.
Forzarla a admitir el examen de sangre resultaría, pues, violatorio de respetables
sentimientos y, consecuentemente, del derecho a la intimidad asegurado por el art. 19
de la Constitución, a más de constituir una verdadera aberración la realización por
medio de la fuerza de la extracción a la cual se niega. Consid. 11. Que si bien los
argumentos expuestos serían suficientes para fundar la revocación de la resolución
recurrida, cabe añadir todavía que ni siquiera se aprecia la necesidad del examen
sanguíneo -calificado por la cámara de prueba meramente complementaria- para
concluir en la existencia del delito que motiva el proceso. En efecto, ésta se encuentra
prácticamente fuera de duda a partir de la confesión lisa y llana de ambos procesados,
174
con lo que en rigor la prueba no estaría destinada a demostrar la comisión del delito
sino la existencia del verdadero lazo de parentesco con la querellante; y a este
respecto, su determinación poco añadiría puesto que la misma infracción penal
existiría si la recurrente fuera hija de la hija de la querellante, que si lo fuera de otra
persona. Y bien, resulta obvio que si aquélla -mayor de edad y capaz- no quiere
conocer su verdadera identidad, no puede el Estado obligarla a investigarla ni a
promover las acciones judiciales destinadas a establecerla; mientras que si es la
querellante quien desea establecer el vínculo de parentesco, nada le impide deducir la
acción que le pueda corresponder, en la cual correspondería determinar las
consecuencias de la eventual negativa de su supuesta nieta a prestarse a un examen
sanguíneo. Todo lo cual no guarda relación directa con la finalidad de comprobar y
juzgar el delito que en esta causa se investiga. Voto de los doctores Petracchi y Moliné
O'Connor: Consid. 20. Que el derecho de los testigos de no declarar en contra del
círculo de parientes más próximo no tiene rango constitucional expreso en nuestro
país. Sin embargo, difícilmente pueda aparecer como una disposición procesal más o
menos contingente. Un repaso de los textos constitucionales provinciales demuestra
que se trata de un derecho con el suficiente arraigo como para haber sido considerado
entrañablemente unido a la garantía de incoercibilidad del imputado: nadie puede ser
obligado a declarar contra sí mismo ni contra los parientes más próximos (conf., las
fórmulas similares en las constituciones de Córdoba -art. 40-, Chaco -art. 20-, Chubut -
art. 45-, Formosa -art. 20-, Jujuy -art. 29, inc. 7°-, La Rioja -art. 29-, Neuquén -art. 35-,
Río Negro -art. 22-, San Juan -art. 33-, Santa Cruz -art. 22-, San Luis -art. 43-,
Santiago del Estero -art. 55-, Catamarca -art. 30-, Tierra del Fuego -art. 34, Corrientes
-art. 11- Salta -art. 20- Córdoba -anterior redacción-).). La regla también es reconocida
por la Constitución Española (art. 24: "La ley regulará los casos en que, por razón de
parentesco o de secreto profesional, no se estará obligado a declarar sobre hechos
presuntamente delictivos") y por numerosas constituciones latinoamericanas, con
textos similares a los del derecho público provincial argentino (Bolivia -art. 14-,
Colombia -art. 33-, Panamá -art. 25-, Chile -art. 19-, Paraguay -art. 18-, Honduras -art.
88-, Ecuador -art. 24 inc. 9-, Costa Rica -art. 36-). El derecho de negarse a declarar le
ahorra al testigo la carga anímica que puede representar el prestar un testimonio de
cargo, y de este modo, al mismo tiempo, también la tentación de solucionar la
situación de conflicto mediante una declaración falsa. Al mismo tiempo, se protege el
interés en la existencia de relaciones de confianza dentro de la familia, y se respeta la
necesidad del hombre de confiar en sus parientes más próximos, sin tener que temer
que de este modo se le estén proporcionando al Estado medios de prueba (conf., con
relación a una norma similar en la Ordenanza Procesal Penal alemana, Gerald
Grünwald, "Das Beweisrecht der Strafprozessordnung", Nomos, Baden Baden, 1993,
ps. 21 y sigtes.). Cons. 22. Que, en lo fundamental, se trata de una prohibición creada
en consideración a los testigos por "razones claramente humanas" (conf. Leonardo
Prieto-Castro y Ferrandiz/Eduardo Gutiérrez de Cabiedes y Fernández de Heredia,
"Derecho Procesal Penal", Tecnos, Madrid, 1989, p. 196) que sólo desaparece cuando
175
el testigo, o bien, un pariente más próximo a él que el imputado, fue víctima del delito.
Tal límite surge "como consecuencia de no haber ya qué proteger por estar la familia
ya destruida en cuanto a los lazos de los afectos" (conf. Cuadernos, lug. cit., ps. 122 y
sigtes.). En esos casos, el carácter de ofendido por el delito convierte a la prohibición
de declarar en contra del pariente en la facultad de abstenerse de hacerlo (lug. cit., ps.
127 y sigtes.), y tal facultad es la que V. F.-víctima del delito investigado en autos-
reclama para sí. Consid. 23. Que la decisión del a quo se circunscribió a analizar el
alcance del derecho del imputado de negarse a declarar contra sí mismo. Al seguir la
jurisprudencia de esta Corte, restringió dicho derecho a aquellas declaraciones que
dependen de la voluntad del sujeto, como por ejemplo la confesión, careos, cuerpos de
escritura. De este modo, quedan fuera del ámbito de protección de la garantía aquellas
medidas respecto de las cuales el imputado puede ser calificado como un mero "objeto
de prueba", tal como sucede en los reconocimientos en rueda de personas, las
inspecciones corporales y las extracciones de sangre. Tal fue, en efecto, el criterio que
se siguió en el citado caso "H., G. S.". Consid. 24. Que sobre la base de tales
argumentos, el a quo parece haber entendido -aunque no lo dice expresamente- que
así como el imputado no puede ampararse en el art. 18 de la Constitución Nacional
para impedir que utilicen su cuerpo para obtener prueba en su contra, tampoco podría
hacerlo el testigo con invocación de las reglas procesales que lo facultan a abstenerse
de testimoniar en contra, entre otros, de sus ascendientes. Consid. 25. Que tal paralelo
entre la situación del imputado y la del testigo no es en modo alguno evidente, y no
parece admisible que, para semejante conclusión, ni siquiera se mencionen las reglas
procesales en las que se había amparado la recurrente. Por otro lado, la equiparación
de ambas situaciones sólo podría sostenerse si el derecho del imputado de negarse a
declarar tuviera similar fundamento e idéntico alcance que la facultad de abstención
del testigo, es decir, si sólo se protegiera -dicho brevemente- la "libertad de
declaración". Consid. 26. Que si bien entre ambos derechos existe una estrecha
relación (conf. "Cuadernos", lug. cit., p. 90), las reglas que autorizan a los testigos a
preservar ciertos vínculos familiares tienden a ahorrarle a los individuos la carga de
conciencia que representaría verse obligado a traicionar la confianza que caracteriza
tales relaciones. Se trata del respeto de lazos afectivos estrechos, fuertemente
relacionados con el derecho a la intimidad. Consid. 30. Que, en conclusión, el derecho
tradicionalmente ha sacralizado ciertas relaciones familiares y personales muy
próximas y se ha abstenido de intervenir en ellas, incluso a costa de dificultar o de
frustrar, la posibilidad de perseguir el delito. El Estado, por respeto a la intimidad y la
reserva de quien se siente atado por sentimientos de una estrecha comunidad de vida,
aparece dispuesto a tolerar que ese individuo le niegue su testimonio a la justicia, y a
no castigarlo si limpia la sangre u oculta el botín, producto del crimen de aquellos
frente a quienes se siente obligado. En este contexto, es insostenible que ese mismo
Estado esté legitimado a violentar el cuerpo del "encubridor" en busca de prueba
incriminante. Voto Dr. Boggiano Consid. 7. Que, en el caso, existe una tensión entre el
derecho a la intimidad de la apelante, persona plenamente capaz que en todo
176
momento manifiesta su absoluto desinterés en conocer su origen, y el de la querellante
que pretende conocer la verdad acerca de la sustracción de su presunta nieta.
Asimismo, los mencionados derechos deben conciliarse con la tutela del interés
público propia del proceso penal que reclama la determinación de la verdad en el
juicio, ya que aquél no es sino el medio para alcanzar los valores más altos: la verdad
y la justicia (conf. Fallos: 318:2518 citado). 8. Que es imperioso recordar que el
derecho a la intimidad, consagrado en forma genérica por el art. 19 de la Constitución
Nacional ha sido definido por esta Corte como aquel que "protege jurídicamente un
ámbito de autonomía individual constituida por los sentimientos, hábitos y costumbres,
las relaciones familiares, la situación económica, las creencias religiosas, la salud
mental y física y, en suma, las acciones, hechos o datos que, teniendo en cuenta las
formas de vida aceptadas por la comunidad están reservadas al propio individuo y
cuyo conocimiento y divulgación por los extraños significa un peligro real o potencial
para la intimidad. En rigor, el derecho a la privacidad comprende no sólo a la esfera
doméstica, el círculo familiar y de amistad, sino a otros aspectos de la personalidad
espiritual o física de las personas tales como la integridad corporal o la imagen y nadie
puede inmiscuirse en la vida privada de una persona ni violar áreas de su actividad no
destinadas a ser difundidas, sin su consentimiento, o el de sus familiares autorizados
para ello y sólo por ley podrá justificarse la intromisión, siempre que medie un interés
superior en resguardo de la libertad de los otros, la defensa de la sociedad, las buenas
costumbres o la persecución del crimen (Fallos: 306:1892; 314:1531, voto del juez
Boggiano; 316:479, disidencia de los jueces Cavagna Martínez y Boggiano; 316:703).
La pretensión de la querellante es inherente a los sentimientos y relaciones familiares
de proximidad existencial, que hacen al derecho a la identidad y a la intimidad
(doctrina de Fallos: 321:2031 disidencia del juez Boggiano). La del apelante tiene
similares características pues consiste en el rechazo de toda intromisión tendiente a
poner de manifiesto una realidad biológica que no le interesa conocer. Consid. 10) Que
las reglas del Código de Procedimientos en Materia Penal que invoca la recurrente
(arts. 278, 279 y 280) no contemplan la situación procesal en que se encuentra y, por
ende, no resultan prima facie aplicables al caso. Ello es así, pues no es equivalente el
deber de una persona de prestar declaración testimonial con el de consentir que se le
extraiga sangre. El testimonio, como manifestación volitiva sobre lo que se conoce, se
halla sujeto a reglas que, en lo que al caso interesa, ampara el mantenimiento del
vínculo familiar al prohibir, por ejemplo, declaraciones en contra de ciertos parientes, y
tienden por ello a evitar que la persona sea colocada en una situación que pueda
comprometer sus lazos afectivos. La extracción compulsiva de sangre, en cambio,
constituye un medio de prueba que no compele a producir testimonio alguno -en
sentido estricto-, por lo que, en principio y a falta de regulación expresa, no es
admisible extender a su respecto las reglas especiales mencionadas anteriormente por
más analogía que pueda encontrarse entre ambas situaciones. Ocurre que la finalidad
de proteger los lazos familiares -que inspira la exclusión de ciertos medios de prueba-
debe equilibrarse razonablemente con el propósito de averiguar la verdad sobre los
177
delitos investigados; y en esta confrontación ha de prevalecer la potestad judicial de
reunir todas las pruebas que no sean inequívocamente excluidas por la ley. Consid.
14. Que a ello cabe agregar que, no es absoluta la potestad de los jueces penales de
recabar toda la información que estimen pertinente para constatar la existencia de
conductas delictivas; su cometido debe ceder cuando la investigación puede vulnerar,
como en autos, el ámbito de intimidad de las personas y la averiguación sólo traería un
conocimiento que -en palabras de la cámara- sería meramente complementario. No se
trata entonces de una prueba dispuesta como último resorte e indispensable para la
pesquisa -caso en el cual correspondería examinar la intensidad de los derechos en
pugna para dirimir el conflicto-, sino de una medida que por no ser decisiva debe
omitirse. Consid. 15. Que, en tales condiciones, se advierte con claridad que la prueba
de histocompatibilidad es innecesaria, pues excede el objeto propio del proceso en
que fue dispuesta y el interés público no se ve afectado por la negativa de la
recurrente a practicarla. Además, la mencionada prueba produciría efectos en una
eventual acción de emplazamiento de estado de familia, con el consiguiente
menoscabo del derecho de defensa de la recurrente tutelado por el art. 18 de la
Constitución Nacional. En tal sentido, no puede soslayarse que, conforme expresa
textualmente el art. 4° de la ley 23.511: "La negativa a someterse a los exámenes y
análisis necesarios constituirá indicio contrario a la posición sustentada por el
renuente". De ello se sigue la facultad del interesado de negarse a que se le
practiquen las pruebas hematológicas a que alude la ley y, por necesaria implicación,
la imposibilidad de proceder compulsivamente con ese propósito. Consid. 16. Que lo
expuesto, no importa desconocer a la querellante los derechos a la intimidad y "a la
verdad", entendido éste "como el derecho de la víctima o sus familiares a obtener de
los órganos competentes del Estado el esclarecimiento de los hechos violatorios y las
responsabilidades correspondientes, a través de la investigación y el juzgamiento que
previenen los arts. 8 y 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos"
(Corte Interamericana de Derechos Humanos, Barrios Altos, sentencia del 14 de
marzo de 2001). Sólo significa que el ejercicio de los aludidos derechos, dadas las
particularidades del presente caso en que la supuesta víctima es mayor de edad y
pretende preservar el derecho a la intimidad, está sujeto a la condición previa de la
promoción de una acción de emplazamiento de estado, que constituye el medio propio
para determinar el parentesco. El proceso al que aquélla dé origen, constituye el único
ámbito en el cual E. K. V. F. contará con la posibilidad de ejercer con plenitud la
defensa de sus derechos de raigambre superior. En otros términos, los derechos de la
querellante exigen un parentesco que aún no está demostrado ni es susceptible de
serlo en el proceso penal sin lesionar los que asisten a los terceros a éste. El Estado
argentino, dadas las constancias de autos se encuentra en condiciones de cumplir sus
compromisos atinentes a la investigación y castigo de los responsables de las
violaciones de los derechos humanos, sin necesidad de acudir a la prueba de
histocompatibilidad.
178
Artículo 178 - Testimonio inadmisible.- No podrán ser admitidas como testigos
las personas que, respecto del objeto de su declaración, tuvieran el deber de guardar
un secreto particular u oficial. En caso de ser citadas, deberán comparecer, explicar el
motivo del cual surge la obligación de guardar secreto y abstenerse de declarar.-
CP Art. 156.- Será reprimido con multa de [mil quinientos a noventa mil pesos] e
inhabilitación especial, en su caso, por seis meses a tres años, el que teniendo noticia,
por razón de su estado, oficio, empleo, profesión o arte, de un secreto cuya
divulgación pueda causar daño, lo revelare sin justa causa.
Art. 157.- Será reprimido con prisión de un mes a dos años e inhabilitación especial
por uno a cuatro años el funcionario público que revelare hechos, actuaciones o
documentos que por la ley deben quedar secretos.
CSJN. ZAMBRANA DAZA, Norma D. La ley 1999 B, 166. Consid 3. Que el tribunal
anterior en grado --por mayoría-- anuló todo lo actuado a partir de la resolución de fs.
45 que disponía la prosecución del sumario y como consecuencia absolvió a la
procesada del delito de transporte de estupefacientes por el que fuera acusada. Para
llegar a esa conclusión consideró que era ilegítima la investigación llevada a cabo a
partir de los dichos de un médico en contra de la paciente debido a que el hecho le
había sido comunicado dentro de la relación terapéutica. En ese aspecto expresó que
"resulta inadmisible que el Estado se beneficie con un hecho delictivo para facilitar la
investigación de los delitos, debiendo excluirse todo medio probatorio obtenido por
vías ilegítimas". Refirió que a los efectos de evitar el debate acerca de qué deber debe
prevalecer --el de denunciar o el de guardar secreto-- "el legislador ha tomado la
precaución de prever esas situaciones y de resolverlas por anticipado con excepciones
(arts. 166 y 167, Cód. de Proced. en Materia Penal), de manera tal que sea clara la
aplicación del adagio 'lex specialis derogat generalis' en virtud del cual desaparece la
obligación de denunciar del profesional ligado al deber de mantener el secreto,
obligación que, de este modo, desplaza a la de denunciar". Destacó que "el carácter
de funcionario del médico no lo releva de la obligación de conservar el secreto
profesional". Consideró vulnerada la garantía constitucional que prohíbe la
autoincriminación criminal puesto que la imputada no habría actuado libremente sino
por el miedo a la muerte. En ese aspecto refirió que "la garantía de no estar obligado a
declarar contra sí mismo presupone, justamente, que aquel que asumió
voluntariamente la posibilidad de ser penado, a pesar de ello, no esté obligado a
denunciarse, de modo que el haber cometido un delito no sólo no reduce el valor de la
garantía, sino que es, precisamente, lo que le otorga sentido". Consid. 6. Que en
cuanto a la primera de las cuestiones -vinculada con la interpretación de la garantía
constitucional que prescribe que nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo-
asiste razón al recurrente al alegar que el tribunal anterior en grado ha efectuado una
interpretación irrazonable de la prohibición de autoincriminación. Ello es así porque
resulta inadmisible interpretar la mencionada garantía de modo que conduzca
179
inevitablemente a calificar de ilegítimas las pruebas incriminatorias obtenidas del
organismo del imputado en todos los casos en que el individuo que delinque requiera
asistencia médica en un hospital público. La debida tutela de la mencionada garantía
constitucional, en necesaria relación con el debido proceso legal requiere un examen
exhaustivo de las circunstancias que rodearon cada situación en concreto, para arribar
a una conclusión acerca de la existencia de vicios que haya podido afectar la voluntad
del imputado. Consid. 7. Que en el "sub examine" la autoridad pública no requirió de la
imputada una activa cooperación en el aporte de pruebas incriminatorias, sino que le
proporcionó la asistencia médica requerida, lo que le permitió expulsar las cápsulas
con sustancias estupefacientes que había ingerido, sin que exista la más íntima
presunción de que haya existido engaño ni mucho menos coacción que viciara la
voluntad de la procesada. Tampoco ha existido una intromisión del Estado en el
ámbito de privacidad de la acusada, dado que ha sido la propia conducta discrecional
de aquél la que permitió dar a conocer a la autoridad pública los hechos que dieron
origen a la presente causa. Consid. 8. Que en relación con lo expuesto en el
considerando anterior cabe destacar que el riesgo tomado a cargo por el individuo que
delinque y que decide concurrir a un hospital público en procura de asistencia médica,
incluye el de que la autoridad pública tome conocimiento del delito cuando, en casos
como el de autos, las evidencias son de índole material. En ese sentido cabe recordar
que desde antiguo esta Corte ha seguido el principio de que lo prohibido por la Ley
Fundamental es compeler física o moralmente una persona con el fin de obtener
comunicaciones o expresiones que debieran provenir de su libre voluntad, pero no
incluye los casos en que la evidencia es de índole material y producto de la libre
voluntad del procesado (Fallos: 255:18). Consid. 9. Que, en atención a los valores en
juego en el proceso penal resulta inadmisible plantear la cuestión de la prohibición de
la autoincriminación desde la opción del a quo -prisión o muerte- puesto que el legítimo
derecho de la imputada de obtener asistencia médica en un nosocomio debe
relacionarse con los requerimientos fundamentales del debido proceso en la
administración imparcial de la justicia penal. Así, la idea de justicia impone que el
derecho de la sociedad a defenderse contra el delito sea conjugado con el del
individuo sometido a proceso en forma que ninguno de ellos sea sacrificado en aras
del otro. Consid. 10. Que en definitiva, dado que en el "sub lite" se ha demostrado que
la imputada no fue objeto de un despliegue de medios engañosos para obtener los
elementos del delito y que el secuestro de las pruebas incriminatorias se debió a la
libre decisión de la acusada de concurrir a un hospital público, no resulta razonable ni
menos compatible con el orden constitucional vigente entender que, en las
circunstancias comprobadas de este proceso, se hubiese visto comprometida la
garantía de la prohibición de autoincriminación. Esas mismas circunstancias
evidencian que la incautación de los efectos fue realizada con el máximo respeto de
tan eminente garantía individual concertándola con el interés social en la averiguación
del delito y el ejercicio adecuado de las potestades estatales respectivas que, al fin y al
cabo, es el logro del delicado equilibrio entre tan preciados valores que esta Corte
180
siempre ha procurado resguardar (confr. doctrina de Fallos: 313:1305). Consid. 16.
Que el remedio federal asimismo resulta procedente con base en la doctrina de la
arbitrariedad debido a la errónea e irrazonable interpretación de las normas de
derecho común y procesal que rigen el caso. Ello es así porque la comunicación del
delito que originó la persecución penal fue realizada por la funcionaria de un hospital
público, es decir una de las personas obligada por la ley a notificar a la autoridad
competente los delitos de acción pública que llegaren a su conocimiento, tal como lo
establece el art. 164 del Cód. de Proced. en Materia Penal: "Toda autoridad o
empleado público que en ejercicio de sus funciones adquiera el conocimiento de un
delito que dé nacimiento a la acción pública, estará obligado a denunciarlo a los
funcionarios del ministerio fiscal, al juez competente, o a los funcionarios o empleados
superiores de la policía en la Capital y territorios federales. En caso de no hacerlo,
incurrirán en las responsabilidades establecidas en el Código Penal". Consid. 17. Que
la aseveración del tribunal anterior en grado referente a que la función pública
desempeñada por la médica de un hospital público no la relevaba de la obligación de
conservar el secreto profesional constituye, a juicio de esta Corte, un tratamiento
irrazonable de la controversia de acuerdo con las disposiciones legales aplicables,
puesto que al tratarse de delitos de acción pública debe instruirse sumario en todos los
casos, no hallándose prevista excepción alguna al deber de denunciar del funcionario,
dado que la excepción a la mencionada obligación -prevista en el art. 167- no es
extensiva a la autoridad o empleados públicos. A ello corresponde agregar que el
legislador ha tipificado como delito de acción publica la conducta del que "omitiere
denunciar el hecho estando obligado a hacerlo" (confr. art. 277, inc. 1°, Cód. Penal).
Voto del Dr. Boggiano Consid. 6. Que la cláusula constitucional que establece que
nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo veda el uso de cualquier forma de
coacción o artificio tendiente a obtener declaraciones acerca de hechos que la persona
no tiene el deber de exteriorizar. Mas no abarca los supuestos en que la evidencia es
de índole material y producto de la libre voluntad del procesado (Fallos: 255:18). En la
especie, no existe el más mínimo indicio de que se haya hecho despliegue de medios
engañosos o ejercido coerción sobre la procesada para obtener las pruebas
incriminatorias. La expulsión de las cápsulas con sustancias estupefacientes del
organismo de la encartada se produjo como consecuencia de un tratamiento médico
que en modo alguno resultó lesivo de la intimidad, pues tuvo el propósito de conjurar el
peligro que se cernía sobre su salud. En tales condiciones, cabe concluir que la
incautación de los efectos fue realizada con el máximo respeto de la garantía
constitucional en examen, concertándola con el interés social en la averiguación del
delito y el ejercicio adecuado de las potestades estatales respectivas que, al fin y al
cabo, es el logro del delicado equilibrio entre tan preciados valores que esta Corte
siempre ha procurado resguardar (Fallos: 313:1305). Consid. 7. Que no cabe
equiparar en forma mecánica, como lo hace el fallo impugnado, los supuestos de
autoincriminación forzada con la situación de quien delinque y concurre a un hospital
exponiéndose a un proceso. Este último realiza un acto voluntario con el propósito de
181
remediar las consecuencias no queridas de un hecho ilícito deliberado. No es posible,
en tal hipótesis, afirmar que existe estado de necesidad, pues el mal que se quiere
evitar no ha sido ajeno al sujeto sino que, por el contrario, es el resultado de su propia
conducta intencional (arg. art. 34, inc. 3, Cód. Penal). En ese orden de ideas, no puede
soslayarse que la enjuiciada, según surge de su confesión, "decidió poner fin a esta
situación en la que se vio involucrada y por tal motivo no dudó en dirigirse al Hospital,
sabiendo que (en) toda guardia se encontraba personal policial y quedaría detenida".
Consid. 8. Que, de lo expuesto, se sigue que no cabe construir -sobre la base del
derecho a la asistencia médica- una regla abstracta que conduzca inevitablemente a
tachar de nulidad el proceso cuando el imputado recibe tratamiento en un hospital
público, pues ello impediría la persecución de graves delitos de acción pública. En
efecto, la idea de justicia impone que el derecho de la sociedad de defenderse contra
el delito sea conjugado con el del individuo sometido a proceso, en forma que ninguno
de ellos sea sacrificado en aras del otro, procurándose así conciliar el derecho del
individuo a no sufrir persecución injusta con el interés general de no facilitar la
impunidad del delincuente (Fallos: 272:188; 280:297). En consecuencia, de
conformidad con la doctrina de Fallos: 313:612 y sus citas, es preciso practicar un
examen exhaustivo de todas las circunstancias que rodearon cada situación en
concreto, para arribar a una conclusión acerca de la existencia de vicios que hayan
podido afectar la libre voluntad de quien recibe asistencia, hipótesis ésta que no se
verifica en el "sub judice". Consid. 9. Que vedar automáticamente la investigación de
las pistas que pudieran surgir del secuestro de efectos obtenidos a raíz de la
concurrencia de quien delinque a un nosocomio público significaría erigir un obstáculo
legal a la persecución del delito y alentar la difusión del medio de comisión empleado
en la especie. Todo ello con grave menoscabo de los bienes jurídicos de relevante
jerarquía que ampara el tipo penal en juego en el "sub examine": la salud pública, la
protección de los valores morales, de la familia, de la sociedad, de la juventud, de la
niñez y, en última instancia, la subsistencia misma de la Nación y hasta de la
humanidad toda (Fallos: 313:1333, consid. 13 y su cita). Consid. 12. Que el fallo
impugnado es también descalificable a la luz de la doctrina de la arbitrariedad, por
cuanto la Cámara ha efectuado una irrazonable interpretación que desnaturaliza y
torna ineficaces las normas del derecho común y procesal que rigen el caso. La
profesional que asistió a la imputada tenía obligación legal de formular la denuncia. En
efecto, el art. 164 del Cód. de Proced. en Materia Penal establece: "Toda autoridad o
todo empleado público que en ejercicio de sus funciones adquiera el conocimiento de
un delito que de nacimiento a la acción pública, estará obligado a denunciarlo a los
funcionarios del ministerio fiscal, al juez competente, o a los funcionarios o empleados
superiores de la policía en la Capital y territorios federales. En caso de no hacerlo,
incurrirán en las responsabilidades establecidas en el Código Penal". La norma
consagra así una excepción al carácter facultativo de la denuncia, en atención al
interés público en sancionar determinados delitos. Consid. 13. Que el citado precepto
armoniza con los arts. 277 inc. 1° y 156 del Cód. Penal. El primero reprime al que
182
"omitiere denunciar el hecho estando obligado a hacerlo". El segundo, incrimina a
quien "teniendo noticias, por razón de su estado, oficio, empleo, profesión o arte, de un
secreto cuya divulgación pudiera causar daño, lo revelare sin justa causa". De tal
modo, el deber de denunciar -explícitamente impuesto por la ley- torna lícita la
revelación. Consid. 14. Que el art. 167 del Cód. de Proced. en Materia Penal -que
contempla el supuesto de secreto profesional- menciona a los médicos, cirujanos y
demás personas que ejercen el arte de curar, sin hacer referencia alguna a los
funcionarios y empleados públicos. Por otro lado, la norma no contiene una prohibición
expresa de formular la denuncia, pues se limita a disponer que aquélla no es
obligatoria. En consecuencia, al decidir como lo hizo el a quo desconoció el principio
según el cual en materia de procedimiento penal no existen más nulidades que las
previstas en la legislación adjetiva, "o las que resultasen de la violación de sus
disposiciones expresas" (art. 696, Cód. de rito). Consid. 15. Que, aun partiendo de la
base de la nulidad del acto inicial del proceso, el fallo impugnado es susceptible de
descalificación. Ello es así, porque incluso en tal hipótesis era imprescindible examinar
si pese a la ilegitimidad de la denuncia el relato del hecho hacía posible la intervención
de la autoridad policial de conformidad con expresas disposiciones legales. Al
respecto, cabe recordar que el art. 183 del Cód. de Proced. en Materia Penal
establece: "Inmediatamente que los funcionarios de policía tuvieren conocimiento de
un delito público, lo participarán a la autoridad judicial que corresponda". A su vez, el
art. 184 del citado cuerpo normativo enumera una serie de obligaciones y facultades
de los mencionados funcionarios en su carácter de auxiliares del juez. Por otro lado,
no puede omitirse la instrucción de sumario en los delitos de acción pública en razón
de lo dispuesto por el art. 274 del Cód. Penal, que tipifica el incumplimiento del
funcionario público del deber de promover la represión. Asimismo, en el orden de ideas
antes expuesto, la sentencia condenatoria de primera instancia hallaba claro sustento
en la confesión de la enjuiciada, porque tal evidencia es escindible de la denuncia
(confr. doctrina de Fallos: 308:733). Disidencia de lo doctores Fayt, Belluscio,
Petracchi y Bossert. Consid. 2. Que en cuanto a la preeminencia del deber del secreto
profesional de los médicos (art. 167, Cód. de Proced. en Materia Penal) respecto de
aquel otro impuesto a los funcionarios públicos por el art. 164 del Código citado, el
tema ha concitado el interés y tratamiento, desde hace décadas, por parte de la
doctrina especializada y por la jurisprudencia del fuero penal. La cuestión se reduce a
la exégesis de normas de derecho común y procesal, que por su naturaleza, resulta
absolutamente ajena a la instancia prevista en el art. 14 de la ley 48 y no es posible
calificar de irrazonable la solución a la que arribó el a quo, aun a la luz de la doctrina
jurisprudencial de arbitrariedad de sentencias. Consid. 3. Que, a los efectos de evaluar
la razonabilidad de la doctrina aplicada por el a quo, ha de advertirse, en primer lugar,
que ella coincide con lo decidido en el fallo plenario dictado por la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional, "in re": "Natividad Frías", con fecha 26 de
agosto de 1966 y con l doctrina dominante en materia penal, tal como se lo advierte en
el voto mayoritario (confr. fs. 246 vta. y 248). En segundo término, los argumentos en
183
los que el a quo se funda, considerados en sí, superan con holgura el mínimo
razonable que es capaz de convalidar a un acto jurisdiccional como tal. En efecto, la
interpretación de la Cámara establece un juego armónico de todas las normas que
colinden en el examen del caso, esto es, los arts. 164, 165, 167, 275, inc. 5° del Cód.
de Proced. en Materia Penal y 156 y 277, inc. 1°, última parte, del Cód. Penal. El
medio que permite ese juego integral está dado por la extensión del secreto
profesional respecto del médico que es, a la vez, funcionario público. En tal sentido,
afirma el a quo: "Tal situación no se ve alterada por el carácter de funcionario que
pueden tener los médicos que integran los servicios de salud estatales, pues la ley no
formula distinción algún en este sentido, es decir, el carácter de funcionario del médico
no lo releva de la obligación de conservar el secreto profesional. Admitir lo contrario
conduciría, como ya fuera señalado por Soler y Núñez, a la consagración de un
privilegio irritante, pues sólo contarían con el secreto de sus médicos aquellos que
pudieran pagar sus servicios privados". Fundado de esa forma el carácter ilícito de la
denuncia que dio lugar al proceso de autos, la cámara declaró inválidas sus
consecuencias de modo análogo a lo resuelto en el ya citado fallo plenario dictado "in
re": "Natividad Frías" (confr. fs. 248).
Artículo 179 - Criterio judicial.- La parte que considerara errónea la invocación del
testigo respecto a la facultad de abstenerse o la reserva del secreto, podrá solicitar al
Tribunal que ordene su declaración.-
Capítulo IV
Peritos
184
Artículo 183 - Calidad habilitante.- Los peritos deberán tener título de tales en la
materia sobre la que han de expedirse, siempre que la profesión, arte o técnica,
estuvieran reglamentados.
De existir peritos oficiales, la designación recaerá en los que correspondan; en caso
contrario, entre los funcionarios públicos, que en razón de su título profesional o de su
competencia se encuentren habilitados para emitir dictamen acerca del hecho o
circunstancia que se quiera establecer. En su defecto, si no los hubiera, y no
mediando acuerdo de partes, deberá designarse a persona de idoneidad manifiesta.-
185
peritos, traductores o intérpretes. Bajo la dirección de la parte a la que asiste podrá
concluir sobre la prueba pericial.-
Artículo 190 – Peritos nuevos.- Cuando los informes sean dudosos, insuficientes
o contradictorios, a pedido de parte el Tribunal podrá nombrar uno o más peritos
nuevos, según la importancia del caso, para que lo examinen y amplíen o, si es factible
y necesario, realicen otra vez la pericia.-
186
trabajo, se podrá elaborar un único informe bajo la responsabilidad de quien dirija los
trabajos conjuntos, debiendo el mismo ser suscripto por todos los intervinientes.-
Capítulo V
Reconocimientos y careos
187
Artículo 198 - Reconocimiento por fotografía.- Cuando no fuera posible realizar
el reconocimiento de una persona en la forma prevista por los artículos anteriores,
podrá exhibirse su fotografía o video imagen junto con otras semejantes de distintas
personas a quien deba efectuar el reconocimiento, observándose en lo demás, las
reglas precedentes.-
188
Artículo 203 - Procedencia del careo.- Podrá ordenarse el careo de personas que
en sus declaraciones hubieran discrepado sobre hechos o circunstancias importantes,
pero el imputado no será obligado a carearse.-
Para que no sea invalidado, en el careo del imputado deberán observarse los
requisitos previstos para su declaración.-
Arts. 245
Artículo 204 - Forma del careo.- El careo se verificará entre dos personas. Para
efectuarlo se leerán, en lo pertinente, las declaraciones que se reputen contradictorias.
Se llamará la atención a los careados sobre las discrepancias a fin de que se
reconvengan o traten de ponerse de acuerdo.-
TITULO III
Medidas cautelares
Capítulo I
Reglas generales
189
Artículo 208 - Finalidad y alcance.- Las medidas de coerción se despacharán con
la finalidad de evitar el riesgo de que se frustre la actividad probatoria o las
pretensiones de las partes.-
Capítulo II
Coerción personal
Artículo 210 - Citación.- Cuando fuera necesaria la presencia del imputado para su
identificación policial o para celebrar la audiencia imputativa a que refiere el artículo
274, y siempre que no fuera procedente ordenar su detención, se dispondrá su
citación.-
Arts. 102, 274
190
Si se tratare de un delito dependiente de instancia privada, será informado de
inmediato el titular del poder de instar.-
Arts. 218, 260, 268
Artículo 214 - Detención.- La detención será ordenada por el Fiscal contra aquel
imputado a quien los elementos reunidos en la Investigación Penal Preparatoria, le
autorizaran a recibirle declaración como tal y fuera procedente solicitar su prisión
preventiva.-
Arts. 10, 85, 217, 219, 229, 260
CN Art. 18 ... Nadie puede ... ni arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad
competente.
Declaración Americana de los Deberes y Derechos del Hombre art. XXV –
Derecho de Protección contra la detención arbitraria. Nadie puede ser privado de su
libertad sino en los casos y según las formas establecidas por leyes preexistentes.
Declaración Universal de Derechos Humanos. Art. 9. Nadie podrá ser
arbitrariamente detenido, preso, ni desterrado.
Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa
Rica). Art. 7- 2- Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las causas y
en las condiciones fijadas de antemano por las constituciones políticas de los Estados
partes o por las leyes dictadas conforme a ellas. 3- Nadie puede ser sometido a
detención o encarcelamiento arbitrarios. 8
8 Caso Castillo Petruzzi y otros contra Perú. Sentencia 30/05/1999. 56 La Jurisprudencia de la Corte Europea de
Derechos Humanos señala que la disposición del artículo 5 de la Convención Europea de Salvaguardia de los
Derechos del Hombre y de las Libertades Fundamentales (en adelante ‘Convención Europea’ o ‘Convención de
Roma’) que establece que ‘la persona detenida debe ser puesta inmediatamente ante el juez’, supone que un
individuo que ha sido privado de su libertad sin ningún tipo de control judicial debe ser liberado o puesto
inmediatamente a disposición de un juez, pues el cometido esencial de este artículo es la protección de la libertad
del individuo contra la interferencia del Estado. La Corte mencionada ha sostenido que si bien el vocablo
‘inmediatamente’ debe ser interpretado de conformidad con las características especiales de cada caso, ninguna
situación, por grave que sea, otorga a las autoridades la potestad de prolongar indebidamente el período de
detención sin afectar el artículo 5.3 de la Convención Europea.
Caso Tibi contra Ecuador. Sentencia 07/09/2004. 118. Este Tribunal estima necesario realizar algunas precisiones
sobre este punto. En primer lugar, los términos de la garantía establecida en el artículo 7.5 de la Convención son
claros en cuanto a que la persona detenida debe ser llevada sin demora ante un juez o autoridad judicial
competente, conforme a los principios de control judicial e inmediación procesal. Esto es esencial para la
protección del derecho a la libertad personal y para otorgar protección a otros derechos, como la vida y la
integridad personal. El hecho de que un juez tenga conocimiento de la causa o le sea remitido el informe policial
correspondiente, como lo alegó el Estado, no satisface esa garantía, ya que el detenido debe comparecer
personalmente ante el juez o autoridad competente. En el caso en análisis, el señor Tibi manifestó que rindió
declaración ante un ‘escribano público’ el 21 de marzo de l996, casi seis meses después de su detención. En el
expediente no hay prueba alguna para llegar a una conclusión diferente.
Caso Bulacio vs. Argentina. Sentencia 18/09/2003. 125. En cuanto a la facultad del Estado de detener a las
personas que se hallan bajo su jurisdicción, esta Corte ha señalado, al analizar el artículo 7 de la Convención
Americana, que existen requisitos materiales y formales que deben ser observados al aplicar una medida o sanción
privativa de libertad: nadie puede verse privado de la libertad sino por las causas, casos o circunstancias
191
Reglas de Mallorca. Décimo octavo: 1) Sólo una autoridad judicial ajena a la
investigación podrá dictar medidas procesales que impliquen una limitación de los
derechos de la persona. Si este no es el caso, se preverá un recursos de rápida
tramitación ante un tribunal superior. Esto regirá especialmente en relación con la
prisión preventiva. 2) Las medidas tomadas por el Ministerio Público y por la policía
que impliquen directamente lesión de los Derechos Fundamentales de la Persona
deberán ser autorizadas judicialmente, a instancia del referido Ministerio Público. 3)
Sólo en los casos de urgencia, expresamente previstos en la Ley, el Ministerio Público
o la Policía podrán adoptar tales medidas y en este caso deberán ser homologadas
judicialmente en el plazo más breve posible. Décimo noveno: 1) La detención sólo se
podrá decretar cuando existan fundadas sospechas de la participación de la persona
en un delito. 2) Toda persona detenida por sospecha de haber cometido un delito
deberá ser presentada, a la mayor brevedad, ante la autoridad judicial. Esta autoridad
deberá, después de escucharla, resolver inmediatamente respecto de su libertad. Los
Estados fijarán en sus legislaciones nacionales un límite máximo de duración de la
detención que nunca excederá de 72 horas. 3) Todo detenido tiene derecho a
expresamente tipificadas en la ley (aspecto material), pero, además, con estricta sujeción a los procedimientos
objetivamente definidos en la misma (aspecto formal). 126. Quien sea detenido “tiene derecho a vivir en
condiciones de detención compatibles con su dignidad personal y el Estado debe garantizarle el derecho a la vida y
a la integridad personal”. La Corte ha establecido que el Estado, como responsable de los establecimientos de
detención, es el garante de estos derechos de los detenidos, lo cual implica, entre otras cosas, que le corresponde
explicar lo que suceda a las personas que se encuentran bajo su custodia. Las autoridades estatales ejercen un
control total sobre la persona que se encuentra sujeta a su custodia. La forma en que se trata a un detenido debe
estar sujeta al escrutinio más estricto, tomando en cuenta la especial vulnerabilidad de aquél, función estatal de
garantía que reviste de particular importancia cuando el detenido es un menor de edad. Esta circunstancia obliga al
Estado a ejercer su función de garante adaptando todos los cuidados que reclama la debilidad, el desconocimiento y
la indefensión que presentan naturalmente, en tales circunstancias, los menores de edad. 127.La vulnerabilidad del
detenido se agrava cuando la detención es ilegal o arbitraria. Entonces la persona se encuentra en completa
indefensión, de la que surge un riesgo cierto de que se transgredan otros derechos, como son los correspondientes a
la integridad física y al trato digno. El Estado debe proveer una explicación satisfactoria sobre lo que ha sucedido a
una persona que presentaba condiciones físicas normales cuando se inició su custodia? y durante ésta o al término
de la misma empeoró. Asimismo, es el Estado “el obligado a crear las condiciones necesarias para que cualquier
recurso [a favor del detenido] pueda” tener resultados efectivos. Este Tribunal ha destacado que la incomunicación
del detenido debe ser excepcional, porque causa a éste sufrimientos morales y perturbaciones psíquicas, ya que lo
coloca en una situación de particular vulnerabilidad y acrecienta el riesgo de agresión y arbitrariedad en las
cárceles, y porque pone en peligro la puntual observancia del debido proceso legal. 128. Asimismo, el detenido y
quienes ejercen representación o custodia legal tienen derecho a ser informados de los motivos y razones de su
detención cuando ésta se produce, lo cual “constituye un mecanismo para evitar detenciones ilegales o arbitrarias
desde el momento mismo de la privación de libertad y, a su vez, garantiza el derecho de defensa del individuo” y
además contribuye, en el caso de un menor a mitigar el impacto de la detención en la medida de lo posible. 129.
Otra medida que busca prevenir la arbitrariedad o ilegalidad es el control judicial inmediato, tomando en cuenta que
en un Estado de derecho corresponde al juzgador garantizar los derechos del detenido, autorizar la adopción de
medidas cautelares o de coerción, cuando sea estrictamente necesario, y procurar, en general un trato consecuente
con la presunción de inocencia que ampara al inculpado mientras no se establezca su responsabilidad. “[U]n
individuo que ha sido privado de su libertad sin ningún tipo de control judicial debe ser liberado o puesto
inmediatamente a disposición de un juez, pues el contenido esencial [de este] artículo 7 de la Convención
Americana es la protección de la libertad del individuo contra la interferencia del Estado”. 130. Por otra parte, el
detenido tiene también el derecho a notificar a una tercera persona que está bajo custodia del Estado. Esta
notificación se hará, por ejemplo, a un familiar, a un abogado y/o a su cónsul, según corresponda. El derecho de
establecer contacto con un familiar cobra especial importancia cuando se trate de detenciones de menores de edad.
En esta hipótesis la autoridad que practica la detención y la que se halla a cargo del lugar en el que se encuentra el
menor, debe inmediatamente notificar a los familiares, o en su defecto, a sus representantes para que el menor
pueda recibir oportunamente la asistencia de la persona notificada. En el caso de la notificación consular, la Corte
ha señalado que el cónsul “podrá asistir al detenido en diversos actos de defensa, como el otorgamiento o
contratación de patrocinio letrado, la obtención de pruebas en el país de origen, la verificación de las condiciones
en que se ejerce la asistencia legal y la observación de la situación que guarda el procesado mientras se halla en
prisión”. La notificación sobre el derecho a establecer contacto con un familiar, un abogado y/o información
consular, debe ser hecha al momento de privar de la libertad al inculpado, pero en el caso de menores deben
adoptarse, además, las providencias necesarias para que efectivamente se haga la notificación. En el caso de la
notificación a un abogado tiene especial importancia la posibilidad de que el detenido se reúna en privado con
aquél, como acto inherente a su derecho de defensa.
192
comunicarse con un abogado de su elección lo antes posible. En cualquier caso, su
detención deberá ser comunicada de inmediato a su familia o a personas de su
confianza. 4) El detenido podrá obtener, mediante el procedimiento de "habeas
corpus" u otro de análoga significación, la inmediata puesta a disposición de la
autoridad judicial competente. Igualmente podrá instarlo un tercero en favor del
detenido.
193
vestimenta no parecía de la zona, el cual al ser consultado por la razón de su
presencia en el lugar, hizo referencia a la búsqueda de un material electrónico de
repuesto, totalmente extraño a lo que podía obtenerse en los comercios aledaños pues
se trataba de una zona de gente humilde, en su mayoría habitantes de una villa en el
bajo Flores". Sobre el punto esta Corte, en Fallos 321:2947, considerandos 8° y 9°,
recordó la opinión de la Suprema Corte de los Estados Unidos de Norteamérica, en
cuanto ha fijado pautas tendientes a precisar los conceptos de "causa probable",
"sospecha razonable", "situaciones de urgencia" y la "totalidad de las circunstancias
del caso". "La doctrina de la 'causa probable' ha sido desarrollada en el precedente
‘Terry vs. Ohio’ , 392, U.S., 1 (1968), en el cual la Suprema Corte de los Estados
Unidos de Norteamérica convalidó la requisa y detención sin orden judicial efectuada
por un policía al advertir que extraños actuaban de 'manera sospechosa', ocasión en
que se les aproximó y luego de identificarse y girar alrededor, palpó sus ropas y
encontró una pistola en el bolsillo del accionante, habiendo sido condenado y
admitiéndose el arma como prueba, pese a las objeciones de la defensa. El tribunal
sostuvo que 'cuando un oficial de policía advierte una conducta extraña que
razonablemente lo lleva a concluir, a la luz de su experiencia, que se está preparando
alguna actividad delictuosa y que las personas que tiene enfrente pueden estar
armadas y ser peligrosas, y en el curso de su investigación se identifica como policía y
formula preguntas razonables, sin que nada en las etapas iniciales del procedimiento
contribuya a disipar el temor razonable por su seguridad o la de los demás, tiene
derecho para su propia protección y la de los demás en la zona, a efectuar una
revisación limitada de las ropas externas de tales personas tratando de descubrir
armas que podrían usarse para asaltarlo. Conforme con la Cuarta Enmienda, tal es
una revisación razonable y las armas que se incauten pueden ser presentadas como
prueba en contra de esas personas'". 8. Que las pautas señaladas precedentemente,
resultan decisivas para considerar legítimo el trámite de identificación llevado a cabo
por los funcionarios policiales a la luz de las normas que regulan su accionar. Ello es
así, toda vez que éstos han sido comisionados para recorrer el radio de la jurisdicción
en la específica función de prevenir el delito y, en ese contexto, interceptaron al
encartado en actitud sospechosa, que fue ulteriormente corroborada con el hallazgo de
estupefacientes, y comunicaron de inmediato la detención al juez. 9. Que en estas
condiciones resultan inadmisibles las conclusiones a que arriba el a quo, puesto que
no se advierte ninguna irregularidad en el procedimiento del que pueda inferirse
violación alguna al debido proceso legal. Es más, el pronunciamiento impugnado no
sólo ignora la legitimidad de lo actuado en prevención del delito y dentro del marco de
una actuación prudente y razonable del personal policial en el ejercicio de sus
funciones específicas, sino que, además, omite valorar juntamente con el nerviosismo
que mostraba el imputado, las demás circunstancias por las cuales el personal policial
decidió identificarlo y a las cuales se alude en el considerando 7°. 10. Que por lo
expuesto, no se advierte en el caso una violación a la doctrina del Tribunal según la
cual no es posible aprovechar las pruebas obtenidas con desconocimiento de
194
garantías constitucionales (Fallos: 303:1938; 306:1752; 311:2045; 321:2947,
considerando 18, entre otros). Por ello, y lo concordantemente dictaminado por el
señor Procurador Fiscal, se declara procedente el recurso extraordinario y se revoca la
sentencia apelada.
195
estar armadas y ser peligrosas, y en el curso de su investigación se identifica como
policía y formula preguntas razonables, sin que nada en las etapas iniciales del
procedimiento contribuya a disipar el temor razonable por su seguridad o la de los
demás, tiene derecho para su propia protección y la de los demás en la zona, a
efectuar una revisación limitada de las ropas externas de tales personas tratando de
descubrir armas que podrían usarse para asaltarlo. Conforme con la Cuarta Enmienda,
tal es una revisación razonable y las armas que se incauten pueden ser presentadas
como prueba en contra de esas personas". Consid. 7) Que las pautas señaladas
precedentemente, resultan decisivas para considerar legítimo el trámite de
identificación y requisa personal llevado a cabo por los funcionarios policiales a la luz
de las normas que regulan su accionar (arts. 183, 184 inc. 5?, 230 y 284, Cód.
Procesal Penal de la Nación). Ello es así, puesto que éstos han sido comisionados
para recorrer el radio de la jurisdicción en la específica función de prevención del delito
y en ese contexto interceptaron al encartado para su identificación, y su actitud
sospechosa fue ulteriormente corroborada con el hallazgo de efectos vinculados a la
tenencia de estupefacientes, comunicando de inmediato la detención al juez. Consid.
8) Que en estas condiciones resultan inadmisibles las conclusiones a que arriba el a
quo, toda vez que no sólo no se advierte ninguna irregularidad en el procedimiento del
que pueda inferirse violación alguna al debido proceso legal, sino que el
pronunciamiento impugnado ignora la legitimidad de lo actuado en prevención del
delito, en circunstancias de urgencia y dentro del marco de una actuación prudente y
razonable del personal policial en el ejercicio de sus funciones específicas. Consid. 9)
Que por lo expuesto, no se advierte en el caso una violación a la doctrina del Tribunal
según la cual no es posible aprovechar las pruebas obtenidas con desconocimiento de
garantías constitucionales (Fallos: 303:1938; 306:1752; 311:2045, entre otros). Por
otra parte, resulta conveniente recordar que en el procedimiento penal tiene
excepcional relevancia y debe ser siempre tutelado "el interés público que reclama la
determinación de la verdad en el juicio", ya que aquél no es sino el medio para
alcanzar los valores más altos: la verdad y la justicia (doctrina citada en Fallos:
313:1305). Es por ello que una solución diferente no implicaría un aseguramiento de la
defensa en juicio, sino desconocer la verdad material revelada en el proceso, toda vez
que se trata de medios probatorios que no exhiben tacha original alguna, más aún si
se tiene en cuenta que el procesado al prestar declaración indagatoria reconoció que
en ocasión de ser detenido transportaba estupefacientes (Fallos: 321:2947).
CSJN. WALTTA Cesar L. s/ causa Nº: 3300 21/11/2004 (Fallos 327:3829). Disidencia
del Dr. Maqueda Considerando: 1) Que las presentes actuaciones se originaron luego
que personal policial interceptó a Andrea Noelia Pérez, Silvio Muzzioli, César Luis
Waltta, Rómulo Alberto Calderón y a Ramón Ferreyra, en el que se procedió a
requisarlos con excepción de Pérez, por su parte al nombrado Waltta se le secuestró
dos cigarrillos de marihuana y una bolsita de nylon transparente con restos de dicha
sustancia, en el procedimiento también se encontró papel para armar cigarrillos (fs. 4).
196
Consid. 2) Que la Cámara Federal de Rosario declaró la nulidad del procedimiento
llevado a cabo por la policía por considerar que lo señalado por los preventores, en
cuanto a que al llegar a la intersección de las calles Alberdi y Av. Roca observaron la
presencia de varias personas que se hallaban sentadas en el umbral de una vivienda
"amparados por la penumbra de la noche, en actitud sospechosa" -razón por el cual se
procedió a la identificación- constituían motivos insuficientes para legitimar la
detención, y que ni siquiera de las actuaciones posteriores se infería "...cuál fue el
hecho concreto que motivó el proceder policial, más allá de que se alegue la
circunstancia de la nocturnidad y la 'actitud sospechosa'", y que tampoco se justificaron
las razones de urgencia para actuar sin orden judicial (fs. 55/59). Consid. 6) Que,
nuestros constituyentes, al formular el art. 18 de la Constitución Nacional no siguieron
los antiguos proyectos constitucionales -como el Decreto de Seguridad Nacional de
1811 y de Constitución Nacional de los años 1819 y 1826- que incluían expresas
referencias acerca del grado de sospecha exigible para llevar a cabo una detención
(disidencia del juez Bossert en Fallos: 321:2947), así también se diferenciaron de la
Constitución de los Estados Unidos que en la Cuarta Enmienda prescribe el estándar
de "causa probable" para autorizar arrestos o requisas. En nuestro país dicha tarea
quedó delegada en el legislador. Consid. 7) Que esta Corte en el precedente "Daray"
señaló que "...la 'competencia' para efectuar arrestos a que se refiere la norma
constitucional sólo puede provenir de un expreso mandato legislativo y debe, además,
ejercerse en las formas y condiciones fijadas por esa disposición legal. Tal requisito
surge claramente del principio constitucional de legalidad, respecto del cual el Tribunal
ha dicho: 'Toda nuestra organización política y civil reposa en la ley. Los derechos y
obligaciones de los habitantes así como las penas de cualquier clase que sean, sólo
existen en virtud de sanciones legislativas y el Poder Ejecutivo no puede crearlas ni el
Poder Judicial aplicarlas si falta la ley que las establezca'" (Fallos: 317:1985). Consid.
8) Que el Código Procesal Penal, como norma reglamentaria del art. 18 de la
Constitución, establece que la autoridad "competente" para llevar a cabo un arresto o
requisa es el juez, sin perjuicio de ello admite excepcionalmente delegar esa facultad
en la autoridad de prevención. El art. 284 dispone que "los funcionarios...de la policía
tienen el deber de detener, aún sin orden judicial...a la persona contra la cual hubiere
indicios vehementes de culpabilidad, y exista peligro inminente de fuga o de serio
entorpecimiento de la investigación...(y) a quien sea sorprendido en flagrancia en la
comisión de un delito..." (énfasis agregado). Por su parte el art. 1° de la ley 23.950
modif. del decreto-ley 333/1958 expresa que podrá disponerse la detención "si
existiesen circunstancias debidamente fundadas que hagan presumir que alguien
hubiese cometido o pudiere cometer algún hecho delictivo o contravencional y no
acreditase fehacientemente su identidad" (énfasis agregado). En cuanto a las requisas
corporales, el art. 184 inc. 5° autoriza a los funcionarios policiales a llevar en caso de
urgencia las requisas corporales, a que se refiere el art. 230 del Código Procesal Penal
el cual dispone que las mismas se realizarán "... cuando haya motivos suficientes para
presumir que oculta en su cuerpo cosas relacionadas con un delito..." (énfasis
197
agregado). Consid. 9) Que de dicho plexo normativo surge que el legislador prescribió
un determinado grado de sospecha para llevar a cabo la detención o la requisa
corporal, así habla de "indicios vehementes" "circunstancias debidamente fundadas" o
"motivos suficientes para presumir". De modo que más allá de la interpretación que se
haga del grado de sospecha exigido por esas leyes para autorizar un arresto o una
requisa, no hay dudas de que el policía no está autorizado a realizar detenciones
indiscriminadas. Consid. 10) Que, por otra parte, una vez que el agente de prevención
se encuentra con esa hipótesis razonable exigida por la ley para proceder, es
necesario que describa fundadamente cuáles son las conductas u actos -en especial
actitudes del imputado- que generaron sus sospechas de encontrarse ante un cuadro
predelictual. En efecto, si la autoridad para llevar a cabo la requisa o la detención,
conforme a la ley, es el juez y sólo en casos de urgencia y excepcionales las normas
permiten delegarlo en la policía, la única forma de que luego el juez pueda supervisar
la legitimidad de la actuación llevada a cabo por aquellos, es que éstos funden
circunstanciadamente las razones del procedimiento. En el presente caso esas
razones no sólo no fueron volcadas en el acta, sino que luego ante el juez, los agentes
de la prevención tampoco pudieron darla, de modo que "si esas circunstancias han
existido, los agentes policiales las han mantenido in pectore" omisión que impide
realizar un juicio de razonabilidad (considerando 12 del voto de p. 2013 en Fallos:
317:1985). Consid. 12) Que el efecto práctico de esos últimos precedentes de nuestra
Corte es que a través de un estándar confuso desdibujó el alcance de los poderes de
la autoridad de la prevención, así toda detención pudo ser convalidada, de hecho han
sido legitimadas detenciones como la de Carlos Alejandro Tumbeiro donde la supuesta
actitud sospechosa surgía porque su vestimenta era inusual para la zona y porque no
obstante acreditar debidamente su identidad ante su nerviosismo se lo condujo al
vehículo policial; o el caso Rubén Manuel Monzón quien según la autoridad policial
estaba frente a la "...entrada del estacionamiento del Ferrocarril Mitre, oportunidad en
la que notó además actuaba con cierto nerviosismo" por lo cual fue requisado y se le
encontró marihuana, circunstancias similares fueron también suficientes para
convalidar la detención de Tomás Alejandro Szmilowsky. Consid. 14) Que, al elaborar
dicha doctrina jurisprudencial la Corte hizo una interpretación forzada de la
jurisprudencia de su par norteamericana. Así el precedente "Terry v. Ohio" (392 U.S. 1;
1968) autoriza a la policía que está investigando un delito -aun cuando las
circunstancias no hayan llegado al punto de causa probable que exige la Cuarta
Enmienda- a "cachear" al sospechoso para quitarle el arma y de este modo preservar
su seguridad física o la de un tercero en el curso de una investigación. Para ello el
policía debe demostrar cuáles eran las circunstancias sospechosas y que además el
individuo podía tener un bulto entre las ropas o en otro lugar donde ocultaba un arma.
Pero en modo alguno Terry v. Ohio otorga un poder a la policía para llevar arrestos al
mayoreo fuera de la ley. Incluso en ese precedente se dijo claramente que para
determinar si el oficial actuó razonablemente en tales circunstancias, se debe otorgar
el peso debido no a su sospecha inicial y no particularizada o su corazonada, sino a
198
las inferencias razonables específicas que debe describir a partir de los hechos. En
otras palabras, la Corte de EE.UU. fue más que clara en enfatizar que el propósito de
la búsqueda queda limitado a encontrar el arma (Harvard Law Review. Notes.
Custodial Engineering: Cleaning Up The Scope Of Miranda Custody During Coercive
Terry Stops. Vol. 108 Parágr. 666/682). Veinticinco años después, aquel tribunal
ratificó la vigencia de ese precedente y recordó que si la búsqueda de protección va
más allá de lo necesaria para determinar si el sospechoso está armado, esto no es
válido bajo "Terry". En este caso se discutió si cuando el policía, en base a inferencias
razonables y demostrables, sospecha que un individuo podría portar un arma que
pone en peligro su vida -en el transcurso de la investigación- lo palpa y, del tacto
advierte que no es un arma, sino algún elemento vinculado con el crimen, como por
ejemplo droga, si, ya en esa instancia, aún continúa estando autorizado a avanzar en
la requisa o no (508 U.S. 366; 1993). Consid. 15) Que, más allá de la sutileza de la
jurisprudencia norteamericana en la materia, en el presente caso jamás fue
mencionada una situación de peligro para la integridad física de los policías o de un
tercero circundante, y tampoco puede considerarse que hubieran indicios vehementes
de culpabilidad de la comisión de un delito por parte de los requisados y detenidos. En
efecto, de lo poco que aportaron los policías surge que se trataba de un grupo de
jóvenes, constituido por una mujer y cuatro hombres que a las 2.45 de un día domingo
estaban sentados en el umbral de una vivienda, y que luego de que se procedió a su
identificación se determinó que sus edades rondaban entre los 19 y 22 años, uno era
de profesión operario, otro changarín, la mujer y uno más de los jóvenes declararon
estar desempleados (fs. 1 vta.), en dicho procedimiento también dieron la dirección de
sus domicilios particulares. En otras palabras, la situación descripta era la de
"cualquier hijo de vecino". Consid. 16) Que en este punto es interesante recordar un
célebre caso resuelto por la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos donde
se impugnaba la constitucionalidad de una ordenanza de Jacksonville que convertía en
delictivas actividades que, conforme a estándares modernos, son por lo general
inofensivas. "Caminar de noche" era una de ellas. El tribunal consideró que la
ordenanza fomentaba arrestos arbitrarios, por cuanto muchas personas caminan de
noche, así como aquellos que tienen dificultad para dormir, aquellas personas
desempleadas que están fuera del mercado, ya sea por la recesión o en razón de
desplazamientos tecnológicos o estructurales. Y que ese tipo de normas abiertas eran
redes que permitían atrapar fácilmente a los llamados indeseables. Pero recordó que
el estado de derecho implica igualdad y justicia en su aplicación. Y que las leyes sobre
vagancia de tipo de Jacksonville enseñan que las balanzas de la justicia están tan
inclinadas que hacen imposible una aplicación equitativa de la ley. Recordó además
que aplicar la ley equitativamente tanto a las minorías como a las mayorías, a los
pobres como a los ricos, es el cemento que mantiene unido a la sociedad
(Papachristou v. City of Jacksonville, 405 U.S. 156 1972). Consid. 18) Que esta Corte
tiene dicho que no cabe "...apartarse del principio primario de la sujeción de los jueces
a la ley ni atribuirse el rol de legislador para crear excepciones no admitidas por éste,
199
pues de hacerlo así olvidaría que la primera fuente de exégesis de la ley es su letra y
que cuando ésta no exige esfuerzo de interpretación la norma debe ser aplicada
directamente con prescindencia de consideraciones que excedan las circunstancias
del caso expresamente contempladas en aquella" (Fallos: 313:1007, entre otros).
Consid. 19) Que la presente decisión no implica desconocer la preocupación existente
por la seguridad pública que vive nuestra sociedad, en efecto, si las herramientas de
prevención que nos da el Poder Legislativo resultan desacertadas para algunos o para
muchos, ello debe ser debatido y resuelto en dicho ámbito, y no derogadas
pretorianamente por los magistrados, de lo contrario además de leyes cuestionadas
nos apartaríamos del principio fundante del Estado de Derecho que es el de legalidad.
Los jueces debemos acompañar a los legisladores a través de una interpretación
armónica de la ley, pero no desconocerla. Consid.20) Que, ello no implica que los
legisladores puedan avanzar indiscriminadamente sobre derechos individuales. En
efecto la Corte Interamericana de Derechos Humanos al considerar, en reciente data,
el tristemente resonante caso de Walter David Bulacio, señaló que el art. 7° de la
Convención Americana que es el que proclama el derecho a la libertad personal puede
ser limitado con recaudos "...materiales y formales que deben ser observados al
aplicar una medida o sanción privativa de la libertad: nadie puede verse privado de la
libertad sino por las causas, casos o circunstancias expresamente tipificadas en la ley
(aspecto material), pero, además, con estricta sujeción a los procedimientos
objetivamente definidos en la misma (aspecto formal)" (parágr. 125). También sobre la
cuestión expresó que "...las razzias son incompatibles con el respeto a los derechos
fundamentales, entre otros, de la presunción de inocencia, de la existencia de orden
judicial para detener -salvo en hipótesis de flagrancia-..." (parágr. 137). Finalmente le
recordó al Estado argentino que de conformidad "con el artículo 2 de la Convención
Americana, los Estados Parte se encuentran en la obligación de adoptar, con arreglo a
sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las
medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos los
derechos y libertades protegidos por la misma Convención" (parágr. 141) y que "El
deber general establecido en el artículo 2...implica la adopción de medidas en dos
vertientes. Por una parte, la supresión de las normas y prácticas de cualquier
naturaleza que entrañen violación a las garantías previstas en la Convención. Por la
otra, la expedición de normas y el desarrollo de prácticas conducentes a la efectiva
observancia de dichas garantías" (parágr. 143) (Corte Interamericana de Derechos
Humanos. Caso Bulacio vs. Argentina, -serie C n° 100- sentencia del 18 de setiembre
de 2003). Consid. 21) Que de todo lo expuesto surge que la detención de Waltta se
apartó de las previsiones de los arts. 184 y 230 del Código Procesal Penal, en esas
condiciones, es forzoso concluir que la misma ha sido dispuesta a extramuros del art.
18 de la Constitución Nacional y del art. 7° de la Convención Americana.
200
medida cesará automáticamente luego de finalizada dicha audiencia o al vencimiento
del plazo máximo previsto para la celebración de la misma.-
Arts. 274
CProv. Art. 9. Ninguna detención puede prolongarse por más de veinticuatro horas sin
darse aviso al juez competente y ponerse a su disposición al detenido, ni mantenerse
una incomunicación por más de cuarenta y ocho horas, medida que cesa
automáticamente al expirar dicho término, salvo prórroga por auto motivado del juez9.
Artículo 217 - Orden.- La orden de detención que emanara del Fiscal será escrita y
contendrá los datos indispensables para una correcta individualización del imputado y
una descripción sucinta del hecho que la motiva, debiendo especificar si debe o no
hacerse efectiva la incomunicación. Además se dejará constancia del Juez a cuya
disposición deberá ponerse al imputado una vez detenido, lo que deberá ocurrir dentro
de las veinticuatro horas de operada la medida.-
En caso de urgencia, la orden escrita podrá ser trasmitida por el medio técnico de
comunicación que establecerá la reglamentación.-
Arts. 214, 215, 274
9 Caso Cantoral Benavides contra Perú. Sentencia 18/08/2000. 82. En el Derecho Internacional de los Derechos
Humanos se ha establecido que la incomunicación debe ser excepcional y que su uso durante la detención puede
constituir un acto contrario a la dignidad humana.
Caso Suarez Rosero contra Ecuador. Sentencia 12/11/1997 51. La incomunicación es una medida de carácter
excepcional que tiene como propósito impedir que se entorpezca la investigación de los hechos. Dicho aislamiento
debe estar limitado al período de tiempo determinado expresamente por la ley. Aún en ese caso el Estado está
obligado a asegurar al detenido el ejercicio de las garantías mínimas e inderogables establecidas en la Convención
y, concretamente, el derecho a cuestionar la legalidad de la detención y la garantía del acceso durante su
aislamiento, a una defensa efectiva.
201
las razones de la misma, y notificada, sin demora, de la acusación formulada contra
ella. 3- Toda persona detenida o presa a causa de una infracción penal será llevada
sin demora ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones
judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta
en libertad..... 4- Toda persona que sea privada de libertad en virtud de detención o
prisión tendrá derecho a recurrir ante un tribunal, a fin de que éste decida a la
brevedad posible sobre la legalidad de su prisión y ordene su libertad si la prisión fuera
ilegal.
Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa
Rica). Art. 7. 5- Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante
un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales
Reglas de Mallorca. Séptimo: Las decisiones que afecten derechos personales o
procesales del imputado no podrán ser adoptadas sin audiencia previa. Cuando la
decisión haya afectado algunos de estos derechos, el juez o Tribunal que la tomó
deberá oírle en el plazo más breve posible para modificarla, si hubiere lugar a ello.
Artículo 218 – Libertad por orden Fiscal.- El Fiscal podrá disponer la libertad del
aprehendido o detenido hasta el momento en que fueran presentado el mismo ante un
juez.-
Arts. 10, 217, 274
202
Pacto internacional Derechos Civiles y Políticos Art. 9. 3... La prisión preventiva de
las personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la regla general, pero su libertad
podrá estar subordinada a garantías que aseguren la comparecencia del acusado en
el acto del juicio, o en cualquier otro momento de las diligencias procesales y, en su
caso, para la ejecución del fallo. Art. 14. 2- Toda persona acusada de un delito tiene
derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad
conforme a la ley.
Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa
Rica). Art.7.5- Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un
juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá
derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin
perjuicio de que continúe el proceso. Su libertad podrá estar condicionada a garantías
que aseguren su comparecencia en el juicio.
Reglas de Mallorca. Vigésimo: La prisión preventiva no tendrá carácter de pena
anticipada y podrá ser acordada únicamente como "última ratio". Sólo podrá ser
decretada en los casos que se compruebe peligro concreto de fuga del imputado o de
destrucción, desaparición o alteración de las pruebas. 2) Sólo se ordenará la prisión
preventiva cuando la pena que previsiblemente se pueda imponer, sea privativa de
libertad y superior a dos años. Contra esta decisión cabrá un recurso ante un Tribunal
Superior. En todo caso, los ordenamientos de los Estados establecerán los límites
máximos de duración de la prisión preventiva. 3) El sometido a prisión preventiva
podrá comunicar con su abogado siempre que lo estime necesario. 4) Los presos
preventivos estarán separados de los condenados.
CSJN. NAPOLI Erika y otro s/ Infrac. 139 bis 321:3630 22/12/98. Consid. 5. Que
cuando el art. 18 de la Constitución Nacional dispone categóricamente que ningún
habitante de la Nación será penado sin juicio previo, establece el principio de que toda
persona debe ser considerada y tratada como inocente de los delitos que se le
imputan hasta que en un juicio respetuoso del debido proceso se demuestre lo
contrario mediante una sentencia firme. Así lo entendió esta Corte en un viejo
precedente de 1871, al decir que "...es también un principio de derecho que todo
hombre se reputa bueno, mientas no se le prueba lo contrario" (Fallos 10:338), axioma
que tiempo después acuñó en la definición de "presunción de inculpabilidad" (Fallos
102:219 1905). Consid. 7. Que la potestad legislativa para, con amplia latitud, ordenar
y agrupar, distinguiendo y clasificando, los objetos de la legislación (Fallos 238:60;
251:53, entre otros ) y establecer así regímenes excarcelatorios diversos, sólo
encuentra justificación en tanto esté orientada a que la prisión preventiva como medida
de corrección procesal conserva su fundamento de evitar que se frustre la justicia
(Fallos 8:291); dictamen del Procurador General en 21:121; "mutatis mutandi"
102:219), esto es, que el imputado eluda su acción o entorpezca las investigaciones.
Consid. 11. Que la ley 24.410 calificó como delictiva, en el art. 139 bis del Cód. Penal,
la conducta por la que fue procesada Erika E. Nápoli de facilitar, promover o de
203
cualquier modo intermediar en la perpetración de los delitos contra la supresión y
suposición del estado civil y de identidad de las personas y excluyó a éstas del
régimen general de excarcelación antes descripto al denegar la posibilidad de obtener
la libertad en esas hipótesis (art. 12). De modo tal que se trata de un cuerpo normativo
en el que confluyen el ejercicio tanto de la prerrogativa legisferante descripta en el
consid. 8º como la señalada en los consids. 9º y 10. Consid. 12. Que de ello se deriva
que la citada norma excluyó a determinada categoría de personas del régimen general
de excarcelación contemplado en el art. 317, inc. 1º, del Cód. Procesal Penal de la
Nación, exclusivamente sobre la base de la naturaleza del delito imputado y la
protección de los bienes jurídicos a los que se vincula, tal como se desprende de sus
antecedentes parlamentarios, que justifican la detención caute1ar consagrada en esos
casos "...en la protección que merece el bien jurídico tutelado" (conf. Cámara de
Senadores, fundamentos del dictamen del miembro informante Senador Augusto
Alasino , sesión del 30 de junio de 1993). Consid. 13. Que desde sus primeras
decisiones (Fallos: 16:118) este tribunal ha interpretado que la garantía de la igualdad
consagrada en la Constitución Nacional consiste en aplicar la ley a todos los casos
ocurrentes según sus diferencias constitutivas, de tal suerte que no se trata de la
igualdad absoluta o rígida sino de la igualdad para todos los casos idénticos, lo que
importa la prohibición de establecer excepciones que excluyan a unos de lo que se
concede a otros en las mismas circunstancias (Fallos 123:106; 180:149); pero no
impide que el legislador establezca distinciones valederas entre supuestos que estime
diferentes, en tanto aquéllas no sean arbitrarias, es decir, que no obedezcan a
propósitos de injusta persecución o indebido privilegio, sino a una objetiva razón de
discriminación (Fallos 301:381, 1094). Consid. 14. Que, en este sentido, la garantía de
la igualdad exige que concurran "objetivas razones" de diferenciación que no
merezcan la tacha de irrazonabilidad (Fallos 302:484 y 313:1638, consid. 11 del voto
del juez Belluscio). Ello determina la existencia de alguna base válida para la
clasificación, distinción o categoría adoptada, lo que significa que debe haber algún
motivo sustancial para que las propiedades o personas sean catalogadas en grupos
distintos (doctrina de Fallos 138:313; 147:402), considerado como tal aquel
conducente a los fines que imponen su adopción (Fallos 256:241, consid. 5º y sus
citas) e inválido el que se apoya en un criterio de distinción arbitrario, es decir, que no
obedece a fines propios de la competencia del Congreso, o si la potestad legislativa no
ha sido ejercida de modo conducente al objeto perseguido (Fallos 250:410, consid. 2º).
Consid. 15. Que al dictar la ley 24.410 el Poder Legislativo se apartó de los principios
hasta aquí expuestos pues en lugar de utilizar las facultades que la Constitución
Nacional le ha conferido para la protección de bienes jurídicos mediante el aumento o
disminución de la escala penal en los casos en que lo estime pertinente (consids. 10 y
11), recurrió a la prisión preventiva con fines intimidatorios o disuasivos, lo cual
significa el establecimiento por esa vía de agravaciones propias de la ley sustantiva.
Consid. 16. Que, en tales condiciones, la limitación de la libertad personal durante el
proceso motivada en el reproche o en la repulsa social de ciertas conductas por más
204
aberrantes que puedan ser como remedio tendiente a combatir el auge de
determinada delincuencia ante la necesidad de mayor protección de determinados
bienes jurídicos, importa alterar arbitrariamente los ámbitos propios de las distintas
esferas constitucionales para el ejercicio de prerrogativas legisferantes y desvirtúa la
naturaleza cautelar de la prisión preventiva al convertirla en una verdadera pena
anticipada, pues la aspiración social de que todos los culpables reciban pena
presupone, precisamente, que se haya establecido previamente esa calidad (Fallos
303:267, consid. 8º, párr. 2º). Consid. 17. Que, como conclusión de lo expuesto, la ley
24.410 viola el derecho a la igualdad (art. 16, Constitución Nacional) de Erika E. Nápoli
ya que la priva del régimen general de excarcelación por la sola naturaleza del delito y
con prescindencia de si con ello se frustra la acción de la justicia (consid. 7º).
205
posibilidad de ejercicio de los derechos constitucionales de trabajar, comerciar y
ejercer industria lícita, antes del dictado de una sentencia que, con carácter de cosa
juzgada, se haya pronunciado sobre su culpabilidad, cercenándole de ese modo su
derecho a ganarse el sustento por medios lícitos, derecho que, por el carácter absoluto
de la restricción, exige tutela inmediata.
206
invocado, acarreando perjuicios de imposible o tardía reparación ulterior (Fallos:
306:1705, consid. 2° y sus citas; entre otros). Tal es, precisamente, el caso de autos
pues, de comprobarse la realidad de los agravios alegados, la falta de causa de la
medida dispuesta constituiría, en sí misma, una flagrante violación de la garantía
constitucional de la defensa en juicio, con independencia de las ulterioridades del
proceso. Consid. 12) Que del análisis de la sentencia apelada surge cabalmente que la
misma carece de fundamentos suficientes para que pueda considerarse un acto
judicial válido en el marco de una imparcial administración de justicia. El escaso tiempo
en que se dictó el auto referido corrobora también las dificultades prácticas que la
cámara tuvo para estudiar adecuadamente la causa y fallar conforme a derecho.
Consid. 13) Que no constituye fundamento bastante para el auto de prisión preventiva
la finalidad de evitar la prescripción de la acción penal. El instituto de la prescripción
cumple un relevante papel en la preservación de la defensa en juicio, al impedir "que
los individuos tengan que defenderse respecto de acusaciones en las cuales los
hechos básicos han quedado oscurecidos por el paso del tiempo y al minimizar el
peligro del castigo estatal por hechos ocurridos en un pasado lejano. Esta limitación
temporal puede asimismo tener el saludable efecto de incitar a los funcionarios
encargados de aplicar la ley para que investiguen prontamente las supuestas
actividades delictivas" (404 U.S. 307:323 - "United States v. Marion"). Y como dijera
este tribunal poco tiempo atrás, con fundamento en la garantía de la defensa en juicio,
el imputado tiene derecho "a obtener —después de un proceso tramitado en legal
forma— un pronunciamiento que ponga término, del modo más rápido posible a la
situación de incertidumbre y restricción a la libertad que comporta el enjuiciamiento
penal". (Fallos: 310:57 - "Cardozo, Miguel Oscar"). Consid. 14) Que lo concluido en el
considerando anterior no importa menospreciar la valiosa actitud de la cámara,
tendiente a evitar que quede impune un supuesto hecho delictivo. Mas resulta
inadecuado subsanar la eventual morosidad judicial —alegada a fs. 1137 por el Fiscal
nacional de Investigaciones Administrativas— por obra de una sentencia en perjuicio
del procesado que carece de toda fundamentación objetiva. El loable objetivo de
"afianzar la justicia" (confr. Preámbulo de la Constitución Nacional) no autoriza a
avasallar las garantías que la misma Constitución asegura a los habitantes de la
Nación (confr. art. 18). Voto Dr. Petracchi Consid. 6) Que, en numerosas ocasiones, el
tribunal ha reconocido la existencia del "desvío de poder" como causal de invalidez de
los actos de los poderes públicos, entendida dicha causal como el ejercicio de las
facultades estatales con un objeto distinto al previsto por el legislador. Así, en el
campo del empleo público, se ha dejado sin efecto declaraciones de prescindibilidad
decretadas por la Administración, cuando aquéllas, en realidad, perseguían un fin
encubierto de cesantía (Fallos: 310:1589; A.363.XXI. "Arce, José Benigno c.
Universidad Nacional de Córdoba", del 18 de agosto de 1987, consid. 12 y sus citas;
entre muchos otros). Asimismo, la Corte ha receptado esta doctrina en ocasión de fijar
el alcance del art. 23 de la Constitución Nacional, al resolver que la validez de la
aplicación del estado de sitio a los casos concretos dependía de que su finalidad
207
coincidiera con la de la citada cláusula constitucional (caso "Sofía", Fallos: 243:504,
voto de la mayoría, consid. 10). Consid. 7) Que resulta obvio, además, que la doctrina
reseñada es también aplicable al accionar del Poder Judicial pues parece
imprescindible que los magistrados, en su carácter de custodios de los derechos
enunciados por la Constitución Nacional, se vean obligados a cumplir —al menos—
con los mismos requisitos fundamentales de equidad que vinculan a la conducta de la
Administración. Responde, precisamente, a esta concepción la conocida jurisprudencia
de la Corte, según la cual las normas sustanciales de la garantía de la defensa en
juicio deben ser observadas en toda clase de juicios, sin que corresponda diferenciar
causas criminales, los juicios especiales o procedimientos seguidos ante tribunales
administrativos (caso "López", Fallos: 310:1797, voto dela mayoría, consid. 5° y sus
citas; entre muchos otros). Consid. 8) Que el examen de las argumentaciones
desarrolladas por el a quo en la decisión apelada, y que se transcribieron en el consid.
2° de la presente, indica claramente que dicho pronunciamiento se encuentra
alcanzado por el vicio del "desvío de poder" que se mencionó precedentemente. En
efecto, los términos empleados por la Cámara en el párrafo señalado no dejan lugar a
duda de que, en el dictado de la prisión preventiva, el juicio provisional acerca de la
posible culpabilidad, apoyado en un principio de sospecha fundada en la existencia de
elementos suficientes para dar paso a una acusación (confr. Clariá Olmedo, Jorge A.,
"Tratado de Derecho Procesal Penal", t. IV, párr. 1058, Buenos Aires, 1964), fue
preterido en aras del objetivo de impedir que se operase la prescripción de la acción
penal respecto del procesado. al desnaturalización de la finalidad de la prisión
preventiva es particularmente grave si se tiene en cuenta que el instituto de la
prescripción de la acción —como está legislado— cumple un papel muy importante en
la preservación de la garantía de la defensa en juicio, al impedir "que los individuos
tengan que defenderse respecto de acusaciones en las cuales los hechos básicos han
quedado oscurecidos por el paso del tiempo y al minimizar el peligro del castigo estatal
por hechos ocurridos en un pasado lejano. Esta limitación temporal puede asimismo
tener el saludable efecto de incitar a los funcionarios encargados de aplicar la ley para
que investiguen prontamente las supuestas actividades delictivas" (fallo dictado por la
Corte Suprema estadounidense "in re": "United States vs. Marion", 404. U.S. 307,
323).
CSJN. VERBITSKY, Horacio s/ Hábeas corpus. 03/05/2005. Consid. 47. Que, respecto
a los presos sin condena, en el mencionado precedente la Corte Interamericana
recordó que la prisión preventiva "es la medida más severa que se le puede aplicar al
imputado de un delito, motivo por el cual su aplicación debe tener un carácter
excepcional, en virtud de que se encuentra limitada por el derecho a la presunción de
inocencia, así como por los principios de necesidad y proporcionalidad, indispensables
en una sociedad democrática" (parágrafo 190). Por tales razones consideró que la
prisión preventiva debe ceñirse estrictamente a lo dispuesto en el art. 7.5 de la
Convención Americana, en el sentido de que no puede durar más allá de un plazo
208
razonable, ni más allá de la persistencia de la causal que se invocó para justificarla. No
cumplir con estos requisitos equivale a anticipar una pena sin sentencia, lo cual
contradice principios generales del derecho universalmente reconocidos (parágrafo
228). Consid. 57. Que respecto de la prisión preventiva, cualquiera sea la tesis que se
adopte acerca de su naturaleza, lo cierto es que importa en la realidad un contenido
penoso irreparable, lo que lleva a asimilar las controversias a su respecto a casos de
sentencia definitiva, según inveterada jurisprudencia de esta Corte. Cualquiera sea el
sistema procesal de una provincia y sin desmedro de reconocer su amplia autonomía
legislativa en la materia, lo cierto es que si bien no puede llevarse la simetría legislativa
hasta el extremo de exigir una completa igualdad para todos los procesados del país,
la desigualdad tampoco puede extremar las situaciones hasta hacer que el principio
federal cancele por completo el derecho a la igualdad ante la ley, pues un principio
constitucional no puede borrar o eliminar otro de igual jerarquía. ...las provincias se
hallan sometidas a un piso mínimo determinado por los estándares internacionales a
los que se ajusta la legislación nacional. No es lo mismo que, habiendo dos imputados
en igualdad de condiciones y por el mismo delito, uno llegue al juicio libre y otro lo
haga después de muchos meses o años de prisión, sin que el Estado Federal se
asegure de que en el último caso, al menos, se respeta un piso mínimo común para
todo el territorio. Consid. 63. "Imponer a un hombre una grave pena, como es la
privación de la libertad, una mancha en su honra, como es la de haber estado en la
cárcel, y esto sin haberle probado que es culpable y con la probabilidad de que sea
inocente, es cosa que dista mucho de la justicia. Si a esto se añade que deja a la
familia en el abandono, acaso en la miseria; que la cárcel es un lugar sin condiciones
higiénicas, donde carece de lo preciso para su vestido y sustento; donde, si no es muy
fuerte, pierde la salud; donde, si enferma no tiene conveniente asistencia y puede
llegar a carecer de cama; donde, confundido con el vicio y el crimen, espera una
justicia que no llega, o llega tarde para salvar su cuerpo, y tal vez su alma; entonces la
prisión preventiva es un verdadero atentado contra el derecho y una imposición de la
fuerza. Sólo una necesidad imprescindible y probada puede legitimar su uso, y hay
abuso siempre que se aplica sin ser necesaria y que no se ponen los medios para
saber hasta dónde lo es" (Concepción Arenal, Estudios Penitenciarios, 2ª. Edición,
Madrid, Imprenta de T. Fortanet, 1877, página 12).
209
asegurar otros fines, que en este caso son los del proceso. Por eso no tienen estas
medidas carácter de sanción, ya que no son penas, sino medidas instrumentales, que
se conciben como formas de restricción imprescindibles para neutralizar los peligros
que puede tener la libertad de la persona que lleven a que se impida el descubrimiento
de la verdad, por una parte, y la actuación de la ley sustantiva, por la otra (Julio Maier.
Derecho Procesal Penal t. I. Editores del puerto, Buenos Aires, 2001 pag. 510 y ss.).-
Es lo que se ha llamado principio de necesidad o de intervención mínima, de la
alternativa menos gravosa o simplemente de subsidiariedad, que, como bien dice
González - Cuellar Serrano se trata de “un sub principio del principio constitucional de
prohibición de exceso que tiende a la optimización del grado de eficacia de los
derechos individuales frente a las limitaciones que pudieran imponer en su ejercicio los
poderes públicos” (González-Cuellar Serrano, Proporcionalidad y Derechos
Fundamentales en el Proceso Penal. Celes, Madrid, 1990, pag. 189).- Para Schüchter
“las medidas coercitivas son actos procesales, con los cuales se interfiere o interviene
en el derecho fundamental de una persona (inculpado o tercero) contra su voluntad,
por causa de la persecución penal” (Ellen Schüchter, Derecho Procesal Penal, 2º
edición, Valencia, 1999, pag. 64). Roxin, por su parte afirma que “Para llevar a cabo el
proceso penal son indispensables las injerencias en la esfera individual y, por cierto,
tanto para asegurar el proceso de conocimiento como para asegurar la ejecución
penal” (Claus Roxin, Derecho Procesal Penal, trad. Grabriela Córdoba y Daniel Pastor,
Ed. del Puerto, Buenos Aires, 2002. #29,A).... Y agrega que se pueden diferenciar los
medios de coerción según su función procesal: investigación, aseguramiento de las
pruebas, comprobación de los presupuestos procesales, aseguramiento de la
posibilidad de realización del procedimiento, aseguramiento de la ejecución de la
sentencia y prevención de hechos punibles (Roxin #29, A).-Esta idea ha llevado a decir
a Schlüchter que “sin esas medidas coercitivas una persecución efectiva no sería
posible en algunos casos”. Por eso, la nota típica de la coerción es la posibilidad del
empleo de la fuerza pública para la restricción de los derechos, tanto de manera
directa, la detención, como la amenaza, el uso de la fuerza pública en caso de no
comparecencia. ... Como bien lo formula Cafferata Nores, “al imputado se le reconoce
durante la sustanciación del proceso, un estado jurídico de no culpabilidad respecto
del delito que se le atribuye (que también se denomina principio de inocencia o
derecho a la presunción de inocencia, art. 11 DUDH) que no tendrá que acreditar
(aunque tiene derecho a ello),... . Puede formularse diciendo que todo acusado es
inocente (art. XXVI, DADDH) mientras no se establezca legalmente su culpabilidad
(art. 8.2, CADH), lo que ocurrirá cuando se pruebe (art. 14.2, PIDCP) que es culpable
(art. XXVI, DADD), en las condiciones de garantía que se establecen en este capitulo”
(Cafferata Nores, ob. Cit, pag 124). Por eso se ha podido afirmar que “El orden interno
de un Estado se revela en el modo en que está regulada esta situación de conflicto: los
estados totalitarios bajo la antítesis errónea de Estado- ciudadano, exageran
fácilmente la importancia del interés estatal en la realización, lo más eficaz posible del
procedimiento penal. En un Estado de Derecho la regulación de este conflicto no se
210
determina por aquella antítesis, sino que el Estado está obligado por ambos fines,
aseguramiento del orden por la persecución penal y la protección de la esfera de
libertad del Ciudadano” (Roxin, # 30, pag 258).- En nuestro sistema constitucional, -
aún antes de la última reforma-, el imputado tiene derecho a permanecer en libertad
durante el proceso, ya que se garantiza el derecho de entrar, permanecer y salir del
territorio argentino, mientras no exista una condena concreta que le impida tal derecho
(art. 14 C.N.). La privación de la libertad antes de la sentencia, afecta este derecho
constitucional, que además tiene cómo base al art.18 de la Constitución Nacional, que
exige sentencia firme para restringir la libertad personal. A este panorama se agregan
los Tratados sobre Derechos Humanos, antes explicitados, en virtud el art. 75, inc. 22
CN (Julio Maier, Derecho Procesal Penal t.1 Ed. del puerto, Bs. As. 1996 pags. 511 y
ss).- El estado de inocencia, entendido de esta manera, acompaña a la persona
durante toda su vida (art. 18 C.N. y art. 14.2. PIDPC); luego las medidas de imposición
y cautelares deben ser restrictivas y de acuerdo a los artículos antes mencionados. De
estas ideas básicas se deduce que el estado normal de una persona sometida a
proceso, antes de ser condenada, es la libre locomoción (art. 14 C.N.), por
consecuencia, la privación de libertad será excepcional (Maier, ob. Cit. pag 512 y ss.;
Cafferata Nores, ob. Cit., pag. 124) (art. 280 C.P.P.N.).- Ahora bien, existe otra
finalidad del Estado, que también viene exigida por la propia Constitución, y que
consiste en el afianzamiento de la justicia y en consecuencia el evitar la “guerra civil”,
y, una forma de llegar a este cometido es mediante la imposición de la pena (Maier,
ob. cit. t. 1; Donna, Teoría del Derecho y de la pena t.1, Astrea, Buenos Aires). Pero
esta exigencia sólo es posible mediando el juicio previo, de modo que también el
Estado debe facilitar este extremo. Esto exige que el juicio previo pueda ser realizado,
que no existan obstáculos para ello y que se pueda llegar a la sentencia que se base
sobre la verdad real lograda en el proceso.....- Se trata de analizar cuándo y cómo, de
acuerdo a las normas constitucionales se puede restringir la libertad del imputado. Y a
mi juicio la respuesta es clara y sencilla: sólo cuando la libertad del imputado lleve a un
peligro de la realización del proceso, o de la aplicación de la ley sustantiva. Y esto se
da cuando el imputado obstaculice el proceso, falsifique pruebas, no comparezca al
proceso, de modo que, como se dijo, se eluda tanto el proceso previo, como la
sentencia, que está amparado por la Constitución (Maier, ob. cit. pag. 514 y ss).- De
ahí que la Constitución y las leyes permitan el arresto y la prisión del sospechoso,
entendiendo por tal aquel que carece de sentencia condenatoria firme. Arresto que
sólo puede ser realizado por la autoridad judicial para evitar los peligros que se ciernen
sobre el juicio previo. Los Tratados Internacionales son expresos sobre este punto: El
art. 9.3. P.I.D.C.P. “El encarcelamiento durante el proceso tiende a asegurar la
comparecencia del acusado en el acto del juicio, o en cualquier otro momento de las
diligencias procesales y, en su caso, para la ejecución del fallo” (véase el art. 9º de la
Declaración de los Derechos del Hombre y del ciudadano) (Maier, ob. cit., pag. 518).-
De todo ello se concluye que la privación de libertad sólo puede autorizarse cuando
sea imprescindible, y por lo tanto, no sustituible por ninguna otra medida de similar
211
eficacia pero menos gravosa, en cuanto a los fines del proceso, y explicitado de
manera bastante clara, en uno de los pocos aciertos, por el art. 319 C.P.P.N. Lo que
decide la cuestión es, sin duda la necesidad que influye en la imposición y
mantenimiento de la medida de coerción. Si desaparece esta necesidad, ya sea por
desaparición de las razones que la hicieron necesaria, o por su atenuación, la medida
de coacción debe ser sustituida o debe cesar por otra más leve, lo que lleva a la idea
de provisionalidad. La idea esencial es que el arresto previo sólo es posible para evitar
el gran peligro del riesgo de ese juicio previo. Luego frente a riesgos menores las
medidas para neutralizar con medidas de menor intensidad (Cafferata Nores. Ob. cit.
pag. 129; Maier, ob. cit. pag. 518).- Para sintetizar, y en palabras de Roxin la prisión
preventiva es la privación de libertad del imputado con el fin de asegurar el proceso de
conocimiento o la ejecución de la pena. Ella tiene tres objetivos: 1º Asegurar la
presencia del imputado en el procedimiento penal; 2º Garantizar una investigación de
los hechos en debida forma por los órganos de la investigación penal; 3º Asegurar la
ejecución penal... (Roxin, ob. cit. #30, pag. 257).- ..., la coerción personal del imputado
presupone la existencia de pruebas en su contra y la existencia de un peligro, que en
caso de no imponerse la coerción, frustraría los fines del proceso. Estos requisitos son
básicos para poder imponer la coerción personal. Nuevamente acudimos a Roxin
cuando exige, cómo sus presupuestos materiales: 1) La sospecha vehemente con
respecto a la comisión del hecho punible, esto es, debe existir un alto grado de
probabilidad de que el imputado ha cometido el hecho y de que están presentes todos
los presupuestos de la punibilidad y de la perseguibilidad. 2) Debe existir un motivo
específico de detención. Debe recordarse que El nacional-socialismo de Hitler tenía
dos motivos: peligrosidad permanente y repercusión en la opinión pública, de modo
que quedaba a discreción de la autoridad decidir cuando se otorgaba la libertad.
2.1.Por eso afirma Roxin que los motivos de detención son, en este sentido la fuga o
peligro de fuga, que comprende, la situación de cuando el imputado está prófugo o se
mantiene oculto; 2.2. Cuando exista la presunción de que el imputado no se someterá
al procedimiento penal, ni a la ejecución. Se debe tener en cuenta la pena y la prueba
en contra del imputado. 3) Peligro de entorpecimiento: 3.1.Que el imputado destruirá,
modificará, ocultará, suprimirá o falseará medios de prueba. 3.2. Influirá de manera
desleal en coimputados, testigos o peritos. 3.3. Inducirá a otros a realizar tales
comportamientos. Y todo ello si comporta un peligro de que se dificultara la
investigación. 4. La gravedad del hecho. 5. El peligro de reiteración.. En base a lo
expuesto no hay posibilidad de aceptar límites a la libertad del imputado que tengan
que ver sólo con las escalas penales, tal como el codificador lo ha expresado de
manera terminante en el art. 316 CPPN, expresión sin duda del origen de este código
procesal. Si se quiere entender este código de manera armónica con las
Convenciones de Derechos Humanos, debe aceptarse que este artículo es
inconstitucional, cuando sea interpretado iuris et de iure y por ende, solo rige el art.
319 CPPN, en cuanto el tiempo de detención sea racional.
212
Artículo 220 - Presunción de peligrosidad procesal.- La existencia de peligro de
fuga o de entorpecimiento de la investigación podrá elaborarse a partir del análisis de
las siguientes circunstancias:
1) la magnitud de la pena en expectativa;
2) la importancia del daño a resarcir y la actitud que el imputado adoptara
voluntariamente frente a él;
3) la ausencia de residencia fija;
4) el comportamiento del imputado durante el desarrollo del procedimiento o de
otro procedimiento anterior, en la medida en que indicara su voluntad de
perturbar o no someterse a la persecución penal.-
Arts. 83
213
3) su ingreso en una institución educadora o terapéutica, pública o privada, que
sirva a la personalización del internado en ella.-
Arts. 83, 228, 229
Artículo 225 - Nueva audiencia.- Mediando una solicitud por escrito donde
cualquiera de las partes invocaran elementos probatorios sobrevinientes, el Tribunal
convocará a una nueva audiencia con la finalidad de analizar la eventual modificación
o revocación de la resolución que impusiera o rechazara medidas de coerción
personal.-
Cuando se alegara como única motivación del examen, el transcurso del tiempo que
sobrelleva en prisión el imputado, bajo condición de admisibilidad, deberá mediar un
lapso no menor de sesenta días entre las sucesivas audiencias.-
Se observará el trámite previsto en los artículos precedentes, adecuando el orden
de las intervenciones en la audiencia al carácter de promotor o contradictor en el
incidente que asuman cada una de las partes.-
Arts. 239
214
un tribunal, a fin de que éste decida a la brevedad posible sobre la legalidad de su
prisión y ordene su libertad si la prisión fuera ilegal.
Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa
Rica). Art.7. 6- Toda persona privada de libertad tiene derecho a recurrir ante un juez
o tribunal competente, a fin de que éste decida, sin demora, sobre la legalidad de su
arresto, o detención y orden su libertad si el arresto o la detención fueran ilegales.
215
la citada convención prevea la eventual intervención de organismos internacionales en
los asuntos internos de nuestro país, puede dar origen a cuestiones que compromete
la personalidad internacional de la República Argentina, cuyo arreglo corresponderá
evidentemente al Gobierno Federal (ver en este sentido, la doctrina de fallos, t. 183, p
156, p. 159 ... y del caso “Pérez v. Brownell” 365 U.S. 44, p. 57). Consid. 6) que la
interpretación razonable del art. 7º inc. 5º de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos conduce a establecer que el juicio sobre la prolongación de la privación de la
libertad cautelar debe estar relacionado con las circunstancias concretas del caso.
Esta conclusión surge claramente del examen de la jurisprudencia elaborada por el
Tribunal Europeo de Derechos humanos respecto de la Convención que rige en el
viejo continente, cuyo artículo 5º inc. 3º, está redactado en términos casi idénticos a la
disposición americana. Así, ha dicho ese tribunal que está reconocido por todos la
imposibilidad de traducir el concepto "plazo razonable" en un número fijo de días,
semanas, de meses o de años, o en variar la duración según la gravedad de la
infracción. Por esto, el tribunal aludido se vio obligado, al examinar si se habría
cumplido el artículo 5°, inc. 3°, a investigar y apreciar el carácter razonable de los
motivos que llevaron a las autoridades judiciales a adoptar, en el caso que se les
sometió, esa grave derogación de los principios de la libertad individual y de la
presunción de inocencia que constituye una detención sin condena (Caso
"Stögmüller", del 10 de noviembre de 1969, transcripto en "Tribunal Europeo de
Derechos Humanos, 25 años de jurisprudencia, 1959-1983, Cortes Generales,
Madrid", ps. 141/158, esp. ps. 155/156). En forma similar se expidió el tribunal en los
casos "Neumeister" (op. cit., ps. 69/87, esp. p. 83) y "Reingeisen" (op. cit., ps. 234/254,
esp. p. 250), sentencia del 27 de junio de 1968 y 16 de julio de 1971, respectivamente.
7) Que, aplicando al caso de autos los principios antes expuestos, aparecen
perfectamente atendibles las razones que llevaron al a quo a denegar la excarcelación
de Mario E. Firmenich. En efecto, el Tribunal de Grado ha señalado que cuando las
características del delito que se imputa, las condiciones personales del encartado y la
pena con que se reprime el hecho, guarden estrecha relación con la posibilidad de que
se pueda intentar burlar la acción de la justicia y con ello impedir la concreción del
derecho material, deberá denegarse el beneficio solicitado. No cabe duda de que los
fundamentos reseñados coinciden plenamente con las circunstancias del caso. En tal
sentido, conviene recordar - tal como lo señala el Tribunal de Grado- que el imputado
Firmenich ha sido acusado por el Ministerio Público, quien ha solicitado que se le
aplique la pena de reclusión perpetua, accesorias legales y costas, aunque limitándose
a 30 años el tiempo de dicha pena, debido a las condiciones en las cuales fue
otorgada su extradición. De tal forma, puede concluirse que la resolución impugnada
se ajusta a los requisitos fijados por el artículo 7°, inciso 5° de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos.
216
detenido el 1º de julio de 1992, habiendo sido excarcelado por aplicación del art. 1º de
la ley 24390, al cumplir tres años de detención en prisión preventiva. b) que el fiscal
acusó al procesado por el delito de homicidio calificado criminis causae en concurso
material que el de robo doblemente agravado por haber sido cometido con armas, en
poblado y en banda y requirió la pena de reclusión perpetua con la accesoria de
reclusión por tiempo indeterminado. Consid. 7º. Que la Convención Americana sobre
Derechos Humanos dispone en al art. 7º inc. 5º, que “toda persona detenida o retenida
debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para
ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo
razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso”. Por su
parte la ley 24390, que se autodefine como reglamentaria del art. 7º inc. 5º, de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (art. 9º) determina un plazo de dos
años, con una prórroga de un año y otra de seis meses para los procesados que
habiendo cumplido aquel lapso de detención en prisión preventiva no hubiesen sido
juzgados en forma definitiva (art. 1º y 2º). Además dispone que transcurrido el plazo
mencionado, se computará por un día de prisión preventiva dos de prisión o uno de
reclusión (art. 7º). Consid. 9º)... resulta pertinente reseñar la opinión de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos desarrollada en el informe sobre el caso 10.037
de la República Argentina del 13 de abril de 1989... al reglamentar lo que se ha
denominado “plazo razonable de detención sin juzgamiento”. Así, consideró la
Comisión que “...la determinación del plazo razonable en el derecho interno argentino
surge en cada caso de la consideración armoniosa de estas dos disposiciones –hizo
referencia al art. 379 inc. 6º y al art. 380 del Código de Procedimientos en lo Criminal-
quedando librada esa consideración al criterio del juez que debe decidir en base a los
parámetros que la ley le marca taxativamente para que los valore en forma conjunta”.
Consid. 10º) Que en el informe citado en el párrafo anterior la Comisión continuó
refiriendo que “la razonabilidad del plazo se encuentra fijada por los extremos del art.
380 del Código de Procedimientos Penal de la Argentina, junto con la apreciación que
de ellos hace el juez de la causa”, temperamento que –según dijo- coincide con lo
manifestado por la Corte europea cuando dice: “El tribunal opina igualmente que para
apreciar si, en un determinado caso, la detención de un acusado no sobrepasa el
límite razonable, corresponde a las autoridades judiciales nacionales investigar todas
las circunstancias que, por su naturaleza, lleven a admitir o a rechazar que existe una
verdadera exigencia de interés público que justifique la derogación de la regla del
respeto a la libertad individual (caso “Neumeister”, sentencia del 27 de junio de 1968,
TEDH-5, p. 83, “fundamentos de Derecho”, parágrafo 5). Concluyó expresando que “si
bien cuatro años no sería un plazo razonable, en el presente caso por las
circunstancias propias del mismo y por la complejidad de las causas envueltas en su
desarrollo, ello no constituiría un retardo injustificado en la administración de justicia”
(el Ministerio Público había solicitado la pena de reclusión perpetua, accesorias legales
y costas). Consid. 12º) Que si bien la ley 24390 fija plazos par ala procedencia de la
libertad caucionada, de ello no se deriva que vulnere lo establecido por el art. 7º inc.
217
5º, de la Convención americana sobre Derechos Humanos, puesto que la comisión no
prohíbe que cada Estado Parte establezca plazos de duración de la detención sin
juzgamiento, lo que no admite es la aplicación de aquellos en forma automática sin
valorar otras circunstancias. Así, en el informe del caso 10.037 de la República
Argentina la comisión expresó que “... el Estado Parte no está obligado (por la
convención) a fijar un plazo válido para todos los casos con independencia de sus
circunstancias... quedando el concepto de plazo razonable sujeto a la apreciación de la
gravedad de la infracción, en cuanto a los efectos de establecer si la detención ha
dejado de ser razonable” Consid. 13º) que bajo los presupuestos enunciados, este
tribunal considera que la validez del art. 1º de la ley 24390 se halla supeditada a la
circunstancia de que los plazos fijados en aquella norma no resulten de aplicación
automática por el mero transcurso de los plazos fijados, sino que han de ser valorados
en relación a las pautas establecidas en los arts. 380 y 319 del Código de
Procedimientos en Materia Penal y Código Procesal Penal, respectivamente, a los
efectos de establecer si la detención ha dejado de ser razonable.
CSJN. VERBITSKY, Horacio s/ Hábeas corpus. 03/05/2005. Consid. 47. Que, respecto
a los presos sin condena, en el mencionado precedente la Corte Interamericana
recordó que la prisión preventiva "es la medida más severa que se le puede aplicar al
imputado de un delito, motivo por el cual su aplicación debe tener un carácter
excepcional, en virtud de que se encuentra limitada por el derecho a la presunción de
inocencia, así como por los principios de necesidad y proporcionalidad, indispensables
en una sociedad democrática" (parágrafo 190). Por tales razones consideró que la
prisión preventiva debe ceñirse estrictamente a lo dispuesto en el art. 7.5 de la
Convención Americana, en el sentido de que no puede durar más allá de un plazo
razonable, ni más allá de la persistencia de la causal que se invocó para justificarla. No
cumplir con estos requisitos equivale a anticipar una pena sin sentencia, lo cual
contradice principios generales del derecho universalmente reconocidos (parágrafo
228).
CSJN. CORBO, Carlos Fabián / recurso de casación. C. 1264. XLII. Dictamen del
Procurador. II. Corbo se encuentra detenido en prisión preventiva desde el 16 de
agosto de 1989. El 9 de noviembre de 1995 fue condenado a la pena de dieciséis años
de prisión, con declaración de reincidencia y a la pena única de veinticuatro años de
prisión, comprensiva de aquella y de otras condenas impuestas en diversas causas. A
la fecha, la sentencia aún no se encuentra firme (conf. presentación agregada a fs.
414/417 –sin numerar- del principal).- El 14 de abril de 1999, la defensa oficial solicitó
ante la Cámara departamental el cese definitivo del encarcelamiento, por considerar
que tanto el plazo de detención como de duración del proceso habían devenido
irrazonables. Este pedido fue rechazado por no encuadrar en los parámetros del art.
169 del código de rito local, según la ley 12.405.- Ante esa solución, se articuló la vía
de casación local, en la que se denunció la violación de las garantías consagradas en
218
los arts. 7.5, 8.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y 9.3 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (en función del artículo 75 inc. 22
constitucional).- Si bien el Tribunal de Casación declaró admisible ese recurso y entró
al fondo del asunto, su mayoría lo rechazó por improcedente, con fundamento en que
el recurrente no había demostrado la arbitrariedad de la decisión impugnada.... En su
recurso federal el apelante tacha de arbitraria esa decisión, al sostener que, con
sustento en la interpretación de leyes provinciales, el a quo negó su competencia para
resolver sobre la afectación de garantías constitucionales, con desconocimiento de su
obligación de velar por la efectiva y prioritaria aplicación de la Constitución Nacional. Y
agrega que como consecuencia de ello se apartó, además, de la jurisprudencia
elaborada por V.E. en los precedentes “Strada” (308:490) 10, “Di Mascio” (311:2478)11 y
“Trusso” (322:2080).- III- En el caso se encuentra comprometida la libertad del
imputado, por lo que el pronunciamiento apelado es asimilable a uno de índole
definitivo, en los términos del art. 14 de la ley 48, toda vez que podría ocasionar un
perjuicio de imposible reparación ulterior al afectar un derecho que exige tutela
inmediata.- Asimismo, existe cuestión federal suficiente, en la medida en que se ha
planteado la violación de las garantías que versan sobre la razonabilidad de los plazos
de detención preventiva y duración del proceso, reconocidas en las convenciones
internacionales que integran el bloque constitucional de derechos humanos, y la
máxima instancia provincial se ha negado a su debido tratamiento so pretexto de
obstáculos formales, circunstancia que descalifica el fallo impugnado como acto
jurisdiccional válido, según lo indica la doctrina de la arbitrariedad de sentencias.- En
tales condiciones, y sin perjuicio de la resolución que pueda adoptarse acerca del
fondo, ya sea a favor o en contra de la pretensión del recurrente, me remito a lo
resuelto por el Tribunal en las causas “Strada” (fallos308:490) y Di Mascio (Fallos
311:2478); N. 139, L. XXXVII, in re Nardella, Mario Roque s/ denuncia” y G. 1390, L.
XXXIX, in re “Gómez Cruz, Jorge Alberto s/ Homicidio Agravado”, por lo que entiendo
corresponde hacer lugar al recurso extraordinario interpuesto y revocar el
pronunciamiento apelado para que, por medio de quien corresponda, se dicte uno
nuevo conforme a derecho. Buenos Aires 13 de diciembre de 2006.- La Corte
Suprema comparte los fundamentos expuesto por el Sr. Procurado Fiscal a cuyos
términos se remite haciendo lugar al recurso extraordinario interpuesto y revocar la
sentencia apelada para que, por medio de quien corresponda, se dicte nueva
conforme a derecho. Voto de la Dra. Carmen Argibay. La resolución de la Suprema
Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires por la cual desestimara el recurso
extraordinario de inaplicabilidad de ley debe ser equiparada a sentencia definitiva por
cuanto el punto constitucional por el cual se agravia el recurrente, referido al derecho a
10 Strada 08/04/86 308:490. En el considerando 10 la Corte sienta la doctrina de que Tribunal superior de provincia
según el art. 14 de la ley 48 es el órgano judicial erigido como supremo por la Constitución de la Provincia, salvo
que sea incompetente en el caso, circunstancia que no podría extraerse del carácter constitucional federal de la
materia que aquel suscite, o en su caso, el tribunal inferior habilitado para resolver el litigio por una sentencia que
dentro del régimen procesal respectivo, no sea susceptible de ser revisado por otro o, incluso por el mismo.
11 Di Mascio 01/12/88 311:2478. Haciendo aplicación de Strada declara que la validez constitucional del art. 350
del C.P.P.Bs.As., se halla supeditada a que la limitación por el monto que contiene, sea obviada cuando estén
inclucradas cuestiones constitucionales
219
ser juzgado en un plazo razonable o a ser puesto en libertad, y no podrá ser revisado
con eficacia en oportunidad de recaer en la causa el fallo final. En efecto, llegado el
momento de la sentencia definitiva, ya sea absolviendo o confirmando la condena de
primera instancia, carecería de sentido examinar lo atinente al plazo razonable pues
justamente en aquella oportunidad el proceso habrá finalizado, con la consecuente
puesta en libertad del enjuiciado o la transformación de su prisión preventiva en
cumplimiento de pena. Coincido entonces con el Sr. Procurador fiscal en cuanto a que
el superior tribunal provincial rechazó la vía recursiva intentada únicamente sobre la
base de pretendidos obstáculos formales, sin realizar un mínimo examen del agravio
constitucional invocado. El criterio restrictivo del tribunal provincial para considerar la
admisibilidad del recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley ha impedido al
recurrente obtener un pronunciamiento acerca del agravio en cuestión, echando por
tierra toda posibilidad de control constitucional por parte de esta Corte. Y tal restricción
no puede ser admita (confr. “Di Mascio” en fallo 311: 2478)
Artículo 229 - Caducidad.- Las libertades provisionales que sean alternativas o las
morigeraciones dispuestas respecto de una prisión preventiva, caducarán de pleno
derecho cuando el imputado fuera detenido en relación a otro procedimiento penal. El
imputado será puesto a disposición de todos los Tribunales intervinientes y la
viabilidad de la prisión preventiva o sus alternativas, será nuevamente analizada, a
instancia de parte, teniendo en cuenta todas las persecuciones penales en trámite.-
Será competente para entender en este análisis, el Juez de la Investigación Penal
Preparatoria del lugar donde tenga su asiento el Tribunal ante quien correspondiera
acumular las pretensiones punitivas. Se observará el trámite de la audiencia oral
prevista en el artículo 224.-
Arts. 55 y ss. 214, 219, 222, 224
220
órgano jurisdiccional competente para resolver sobre su incapacidad e internación y
pondrá a su disposición a quien estuviera detenido, de conformidad a lo dispuesto por
el Código Procesal Civil y Comercial en la materia.-
Arts. 106
CSJN. VERBITSKY, Horacio s/ Hábeas corpus. 03/05/2005. Consid. 48. Que el art. 10
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos indica que "toda persona
privada de libertad será tratada humanamente y con el respeto debido a la dignidad
inherente al ser humano". Por su parte los Principios básicos elaborados por las
Naciones Unidas para el tratamiento de reclusos expresa que "con excepción de las
limitaciones que sean evidentemente necesarias por el hecho del encarcelamiento
todos los reclusos seguirán gozando de los derechos humanos y libertades
fundamentales consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos..."
(aprobado por Asamblea General, resolución 45-111 del 14 de diciembre de 1990, ap.
5°). El Conjunto de Principios para la Protección de todas las Personas sometidas a
cualquier forma de detención o prisión prescribe que "Ninguna persona sometida a
cualquier forma de detención o prisión será sometida a tortura o a tratos crueles o
penas crueles, inhumanas o degradantes. No podrá invocarse circunstancia alguna
como justificativo para la tortura o de otros tratos o penas crueles, inhumanos o
degradantes (Principio Sexto, Asamblea General Resol. 43/173 del 9 de diciembre de
1998). Por su parte las Reglas Mínimas para el tratamiento de reclusos expresan que
"Los reclusos pertenecientes a categorías diversas deberán ser alojados en diferentes
establecimientos o en diferentes secciones dentro de los establecimientos, según su
221
sexo y edad, sus antecedentes, los motivos de su detención y el trato que corresponda
aplicarles. Es decir que: a) Los hombres y las mujeres deberán ser recluidos, hasta
donde fuere posible, en establecimientos diferentes; en un establecimiento en el que
se reciban hombres y mujeres, el conjunto de locales destinado a las mujeres deberá
estar completamente separado; b) Los detenidos en prisión preventiva deberán ser
separados de los que están cumpliendo condena; c) Las personas presas por deudas
y los demás condenados a alguna forma de prisión por razones civiles deberán ser
separadas de los detenidos por infracción penal; d) Los detenidos jóvenes deberán ser
separados de los adultos (arts. 8 y 9 aprobadas por el Consejo Económico y Social en
sus res. 663 C 31-7-57 y 2076-13-5-77).
Artículo 232 – Cauciones.- Las cauciones a las que se refiere éste capítulo serán
personales o reales.-
En las primeras el imputado asumirá solidariamente con uno o más fiadores la
obligación de pagar la suma que el tribunal fije cuando corresponda hacerse efectiva.
El fiador deberá ser persona capaz, acreditando solvencia suficiente y no podrá tener
otorgadas y subsistentes más de dos fianzas.-
En las segundas, se constituirá otorgando prendas, hipotecas, dando bienes a
embargo o depósito de dinero, efectos públicos o valores cotizables, también por la
cantidad que se fije.-
Arts. 221, 288
Artículo 234 – Sustitución.- El fiador podrá pedir al Tribunal que lo sustituya por
otra persona que él presente, quien deberá reunir las condiciones de aquél. El
imputado podrá reemplazar el bien sujeto a cautela por otro u otros de igual valor en
cualquier momento.-
222
Artículo 236 – Cancelación de cauciones. Trámite.- La caución se cancelará y
las garantías serán restituidas;
1) cuando el imputado fuere constituido en prisión dentro del plazo que se le acordó
al revocarse la libertad;
2) cuando se revoque la orden de detención, se sobresea o absuelva al imputado,
o se lo condene en forma condicional;
3) cuando dentro del plazo fijado el condenado se presentare a cumplir la condena
o fuera detenido.-
Todas las cuestiones referidas a cauciones se tramitará conforme lo dispuesto para
el recurso de reposición.-
Arts. 214, 306, 336, 392
Capítulo III
Coerción real
223
Todo aquél que tenga en su poder objetos o documentos que puedan servir como
medio de prueba, estará obligado a presentarlos y entregarlos cuando le sean
requeridos, siendo de aplicación las medidas de coacción permitidas para el testigo
que rehúsa declarar. Si los objetos requeridos no son entregados, se dispondrá su
secuestro. Quedan exceptuadas de ésta disposición las personas que deban
abstenerse de declarar como testigo.-
Con autorización del Fiscal o en su caso, del Tribunal, las partes podrán tener
acceso a las cosas secuestradas, a fin de reconocerlas o someterlas a pericia. Se
llevará un registro en que conste la identificación de las personas autorizadas.-
Serán de aplicación para el secuestro las normas previstas para la requisa y el
registro.-
Arts. 88, 167, 168, 177, 191, 260, 268, 283
224
provincial, para que el mismo lo utilice en funciones específicas de la policía o de los
institutos penitenciarios, educativos o asistenciales del Estado provincial.-
Artículo 243 - Devolución.- Tan pronto como fuera posible, el Fiscal ordenará la
devolución de los objetos secuestrados que no estén sometidos a decomiso,
restitución o embargo, a la persona de cuyo poder se sacaron. Esta devolución podrá
ordenarse provisionalmente en calidad de depósito, e imponerse al poseedor la
obligación de exhibirlos.-
Los efectos sustraídos serán devueltos, en las mismas condiciones y según
corresponda al damnificado o al poseedor de buena fe de cuyo poder hubieran sido
secuestrados.-
Si se suscitare controversia sobre la restitución o la forma de ella, se dispondrá que
los interesados ocurran a la jurisdicción civil.-
Arts. 332 inc. 7º
225
de la posibilidad de adquirir la propiedad de bienes registrales (arts. 14 y 17,
Constitución), del derecho al nombre (art. 18 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos) y del ejercicio de los derechos políticos (arts. 37, Constitución y
23 de la citada convención). Ello es más que suficiente para descalificar la decisión
adoptada, la cual, por tanto, deber ser dejada sin efecto.
TITULO IV
Inadmisibilidad e invalidación por actividad procesal defectuosa
Artículo 246 - Principio.- No podrán ser valorados para fundar una decisión
judicial, ni utilizados como presupuestos de ella, los actos cumplidos con inobservancia
de las formas y condiciones previstas en este Código, salvo que el defecto haya sido
subsanado o no se hubiera protestado oportunamente por él.-
Las partes sólo podrán impugnar las decisiones judiciales que les causaran
gravamen, con fundamento en el defecto, en los casos y formas previstos por este
Código, siempre que el interesado no hubiera contribuido a provocarlo. Se procederá
del mismo modo cuando el defecto consistiera en la omisión de un requisito que la ley
prevé para la validez del acto.-
226
respectiva –realizada a partir de un formulario impreso- , no constaba que se hubiera
hecho saber al imputado su derecho a negarse a declarar sin que ello causare
presunción en su contra. Lo expuesto, según sostuvo, provocó una lesión irreparable a
las garantías de defensa en juicio y del debido proceso, considerando irrelevante el
hecho de que Acosta se hubiera negado a declarar así como también la circunstancia
de que su defensora particular lo hubiera asistido durante el acto. ... Consid. 4º... La
idea de justicia impone que, el derecho de la sociedad a defenderse contra el delito
sea conjugado con el del individuo sometido a proceso, de modo que ninguno de ellos
sea sacrificado en aras del otro. Tan delicado equilibrio se malogra cuando la facultad
de anular actos procesales excede la finalidad que ésta protege, lo que se manifiesta
evidente en aquellos casos en que su ejercicio resulta innecesario para preservar la
garantía de la defensa en juicio, lo que puede tornar en la práctica, estéril, la
persecución penal de graves delitos (doctrina de la causa “Tripodoro”, Fallos 315:677).
Consid. 7º Que, en el “sub lite”, al imputado se le recibió declaración indagatoria a fs.
53, diligencia en la que expresamente consta “... No habiéndose opuesto a ello y
héchosele saber el derecho que le asiste de nombrar defensor...”. En tal oportunidad,
hizo uso de la prerrogativa de negarse a declarar y estuvo asistido durante el acto por
su letrada defensora, circunstancias que surgen de las constancias del acta respectiva.
Consid. 8º Que es doctrina reiterada de este tribunal que en materia de nulidades
debe primar un criterio de interpretación restrictiva y sólo cabe pronunciarse por la
anulación de las actuaciones cuando exista un derecho o interés legítimo lesionado,
de modo que cause un perjuicio irreparable, mas no cuando falte una finalidad práctica
en su admisión. En efecto, la nulidad por vicios de forma carece de existencia
autónoma dado su carácter accesorio e instrumental del derecho procesal. Su
procedencia exige, como presupuesto que el acto impugnado tenga trascendencia
sobre las garantías esenciales de la defensa en juicio o se traduzca en la restricción de
algún otro derecho. De otro modo, la sanción de nulidad aparecería respondiendo a
un formalismo vacío, que va en desmedro de la idea de justicia y de la pronta solución
de las causas, en lo que también está interesado el orden público. Consid. 9º que la
diligencia de cuya legitimidad se trata, tuvo lugar en presencia del juez de la causa, y
con asistencia de la letrada de confianza designada por el imputado, quien se negó a
declarar. Más allá de que la ley entonces vigente no exigía hacerse saber formalmente
que le asistía tal derecho y que su ejercicio no habría de traducirse en consecuencias
desfavorables para su defensa, lo cierto es que la omisión en consignar que tal
advertencia se hubiese efectuado no se tradujo, en el caso, en agravio constitucional
alguno. En efecto la negativa a declarar, el imputado concretó el ejercicio de la
garantía consagrada en el art. 18 de la Constitución Nacional, en el art. 8º inc. 2g de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos –de rango constitucional-, así como
también en el art. 239 del Código de Procedimientos en Materia Penal –ley 2372-
Consid. 10º Que, en tal sentido, es evidente que la eventual afectación de las
garantías protegidas por la Constitución Nacional y las restantes normas mencionadas,
sólo podría producirse si el imputado, al declarar por omisión de ponerlo en
227
conocimiento de sus derechos, hubiera confesado una conducta reprochable,
susceptible de configurar una autoincriminación que conduzca a su condena en mérito
a los hechos inconstitucionalmente admitidos (conf. “Miranda v. Arizona”, 384 U.S.
463, 1966). Desde esa perspectiva, sería un contrasentido lógico atribuir al silencio –
estrategia de defensa libremente asumida en el caso- el carácter de declaración con
aptitud para lesionar los derechos del imputado, puesto que –por definición- es una
abstención de hablar, en un contexto legal en que esa actitud carece de efectos
negativos para el imputado. Consid. 11º Que no debe confundirse el respeto a los
recaudos que tienden a asegurar la protección del ejercicio de una garantía
constitucional con la incolumidad de la garantía misma, pues suponer que una
hipotética omisión formal, que no ha afectado la libre determinación del imputado a
guardar silencio, podría causar la nulidad del acto, implicaría convertir a los medios
tendientes a proteger el ejercicio de aquella garantía, en una garantía en sí misma, en
desmedro del carácter meramente instrumental que tales medios revisten. Disidencia
Dr. Petracchi Consid. 5º Que con relación a la tacha de arbitrariedad, cabe señalar,
además que la decisión impugnada no se apoyó en el perjuicio directo del derecho del
ciudadano a no declarar contra sí mismo, sino en la imposibilidad denunciada por los
jueces intervinientes de dar cumplimiento a su misión de tutelar que el acto de defensa
se realice en las condiciones que la ley procesal y la Constitución Nacional prevén. En
este sentido, la afirmación de la alzada en cuanto a que si no se ha dejado constancia
expresa de que el imputado tomó conocimiento efectivo de la naturaleza y efectos
posibles de su declaración no es factible un conocimiento efectivo en modo alguno
puede ser considerada irrazonable. Idéntica valoración merece lo argumentado con
respecto a la irrelevancia de que en el acto concreto el imputado se haya negado a
declarar, pues, en efecto, de ello no se deriva necesariamente que haya conocido las
implicancias de la indagatoria y que haya estado en condiciones de ejercitar la mejor
defensa posible frente a la imputación que se le formulara. En contra de lo sostenido
por el fiscal, ello tampoco resulta automáticamente garantizado por la presencia de la
defensora en el acto, en tanto no surge que haya podido tomar contacto con ella con
anterioridad a él. En tales condiciones, pretender, como lo hace la recurrente, que la
alzada presuma, sin más ni más, que los jueces de instancias anteriores han
asegurado el debido desarrollo de la audiencia desvirtuaría en forma intolerable el
sistema de control de los actos procesales previsto por el legislador. Lo decidido en
este sentido, por lo tanto, no puede ser descalificado por la vía de la arbitrariedad.
Consid. 7º Que del mismo modo, tampoco han sido suficientemente refutados los
fundamentos de la cámara con relación a la aplicación de los principios de
progresividad y preclusión derivada de Fallos: 272:188. Pues si bien el apelante critica
la decisión sobre la base de que tales principios sólo juegan cuando no existe nulidad,
nada dice acerca de cuáles son las razones que autorizarían en el caso –y en contra
del citado caso “Mattei”- a retrotraer las actuaciones en perjuicio del imputado cuando,
si se hiciera lugar a su petición, los actos deberían ser considerados válidamente
cumplidos. Consid. 8º Que con relación a éste punto, y en la medida en que lo
228
solicitado por el recurrente se traduce en la pretensión de que se dicte una nueva
sentencia que resuelva sobre el fondo del asunto, resultan aplicables, “mutatis
mutandi”, las consideraciones efectuadas en fallos 321:1173 (disidencia de los jueces
Petracchi y Bossert). Al igual que en dicho caso, la revocación del fallo en recurso
“significaría otorgar al Estado una nueva chance para realizar su pretensión de
condena, en franca violación al principio constitucional del ‘non bis in idem’ y sus
consecuencias, la progresividad y la preclusión de los actos del proceso” (conf. Loc.
Cit. consid. 13). Aun cuando aquí no fuera necesaria la nueva realización del debate,
parece claro que la no convalidación de la sentencia absolutoria como consecuencia
del recurso fiscal implicaría para el imputado un riesgo procesal que ya había
superado válidamente con éxito y que, por aplicación del precedente señalado y sus
citas, no puede ser obligado a soportar nuevamente, cualesquiera fuera la naturaleza
de los errores que el Estado hubiera cometido en su intento anterior por provocar una
condena.-
229
luego, en sede judicial (en igual sentido, ver causa nº 23719 “Jaimovich” reg. nº 26232
del 26/12/06)
CSJN. CASAL, Matías Eugenio s/ Rec. De hecho. 20/09/2005. Consid 11) Que este
modelo de organización judicial no tiene nada en común con el nuestro. Alberdi y los
constituyentes de 1853 optaron por el modelo norteamericano, originariamente
opuesto por completo al europeo, su antípoda institucional. Los constituyentes
norteamericanos, al proyectar el modelo que luego tomaría la Constitución Nacional,
no desconfiaban de los jueces, sino del poder central —federal— que creaban. Temían
generar un monstruo que lesionase o suprimiese el principio federal. Los derechos
consagrados en la Constitución de los Estados Unidos, en su origen, no limitaban las
leyes de los estados, sino sólo las leyes federales. Los norteamericanos se
independizaban de la Corona, pero no querían instituir un poder central —federal—
que en definitiva viniese a ejercer un poder arbitrario análogo. Por ello, dieron a todos
los jueces la facultad de controlar la constitucionalidad de las leyes y, en última
instancia, a su Corte Suprema. El Poder Judicial norteamericano no era jerarquizado ni
corporativo, sino horizontal, con el control difuso de constitucionalidad; el único
elemento de verticalidad fue el stare decisis. En lugar de encargar a los legisladores el
control de los jueces —como los franceses—, los norteamericanos pusieron a los
jueces a controlar a los legisladores. Consid. 13 ... La más fuerte y fundamental
preocupación que revela el texto de nuestra Constitución Nacional es la de cuidar que
230
por sobre la ley ordinaria conserve siempre su imperio la ley constitucional. Sólo
secundariamente debe admitirse la unificación interpretativa, en la medida en que la
racionalidad republicana haga intolerable la arbitrariedad de lesiones muy groseras a
la igualdad o a la corrección de interpretaciones carentes de fundamento. ...
Consid.14) Que desde 1853 —y pese a las múltiples ocasiones en que se lo ha
desvirtuado o desviado— nos rige el mandato de hacer de la República Argentina un
Estado constitucional de derecho. Nunca en su sistema se puede concebir un recurso
que tienda a quebrar las sentencias de los jueces para imponer una única voluntad
interpretativa de la ley, con el afán de no desvirtuar la voluntad política del legislador
ordinario. Por el contrario, nuestro sistema conoce desde siempre el recurso que
permite a los ciudadanos impetrar de sus jueces la supremacía de la Constitución
sobre la voluntad coyuntural del legislador ordinario que se hubiese apartado del
encuadre de ésta.
LIBRO III
TITULO I
Procedimiento
Capítulo I
Disposiciones Generales
231
Artículo 252 - Competencia delegada.- Por iniciativa propia o cumpliendo órdenes
del Ministerio Público Fiscal, podrán prevenir en la Investigación Penal Preparatoria, el
Organismo de Investigaciones y los funcionarios de policía.-
Arts. 92, 268, 270, 271, 272
232
4) fecha del hecho atribuido y de la iniciación de la investigación, así como la
calificación provisional del mismo;
5) repartición policial, Fiscalía interviniente y defensor designado si lo hubiera.-
Arts. 24, 124, 248 inc. 14º, 306, 338, 408, 425, 441
233
registros, requisas, secuestros, aprehensiones, detenciones, reconocimientos y toda
otra diligencia que se considerara irreproducible o definitiva.-
Las restantes diligencias de la investigación no guardarán otras formalidades que
las exigidas por la reglamentación y por las instrucciones generales y especiales
expedidas por el Ministerio Público Fiscal, salvo las que tuvieran una formalidad
expresamente prevista en este Código.-
Arts. 163, 164, 165, 166, 167, 168, 194, 196, 197, 200, 212, 214, 240, 245, 268, 274,
282, 285, 298, 328, 330, 376
CSJN VILLEGAS, Angel Ariel y otros s/ Infracción ley 23737. 05/03/97. Dr. Petracchi.
Consid. 2º. Que para resolver como lo hizo, el a quo tuvo en cuenta que, si bien la
diligencia procesal había sido ordenada en el expediente y encomendada a la policía,
la posterior presencia del juez durante su realización, disponiendo allanamientos,
detenciones y secuestros, determinó que la anterior delegación quedase sin efecto.
Sostuvo al respecto que, al concurrir el magistrado no podía dudarse de que era él y
no la policía el “funcionario actuante” al que se refiere el art. 140 del Código Procesal
Penal de la Nación, y que su falta de firma en el acta causa la nulidad por expresa
disposición de la ley. Destacó que ello era así, porque cuando el juez actúa en la
instrucción lo hace en ejercicio de funciones propias y exclusivas, sin que exista motivo
alguno para que continúe la instrucción policial. Consid. 11) que tampoco puede
juzgarse que la gravedad de los delitos atribuidos a los procesados –tenencia de
estupefacientes con fines de comercialización- justifique, por sí misma, el impacto a la
seguridad jurídica que lleva consigo la revisión por la Corte de sentencia dictadas por
tribunales de instancias anteriores con fundamento en disposiciones de índole
procesal. Así lo entendió esta Corte –con la abstención del suscripto- al resolver en
una causa instruida por motín agravado por la condición de militares de sus autores
(causa 1197 resuelta el 02/12/93). Consid. 12) que a la misma conclusión se arriba si
pretende afirmarse que la nulidad de un acta de allanamiento –en la que se
secuestraron entre otros efectos más de 200 grs. de cocaína- conmueve gravemente a
las “instituciones” porque determina la libertad de aquellos a quienes les fue
secuestrada la droga. De ser ello sí, poca consistencia tendrían dichas instituciones, y
menos aún la tendría la doctrina de la gravedad institucional, pues esta Corte se vería
compelida a sustituir de modo casi regular, por medio del per saltum, a los tribunales
ordinarios (de la disidencia del juez Petracchi en la causa “Escobar” antes citada,
consid. 4º). Disidencia de los Dres. Nazareno, Moliné O’Connor, López y Vazquez .
Consid. 3º que el tribunal a quo anuló el acta de fs. 152/154 por la omisión de la firma
del juez. Al respecto expresó que “apersonado el juez al lugar donde se realizan las
diligencias, automáticamente se produce el avocamiento y desplazamiento de la
autoridad policial que queda sujeta a sus órdenes, toda vez que la investigación y
dirección del proceso están a cargo del juez, que debe proceder directa e
inmediatamente en la investigación de los hechos cometidos dentro de su sede,
encontrándose impedido de delegar sus funciones, pues es el director de la
234
investigación y una vez que se ha avocado a la causa, es quien debe dar las órdenes
precisas a los órganos policiales y sus auxiliares, en búsqueda de la verdad material”
(art. 196 C.P.P.N.)... Consid. 5º que en caso de autos existe cuestión federal que
habilita la instancia extraordinaria, por la arbitrariedad de la sentencia y por
encontrarse en juego los compromisos internacionales asumidos por el país al
aprobar, mediante la ley 24072, la Convención de las Naciones Unidas contra el
Tráfico de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas suscripta en Viena el 19 de
Diciembre de 1988, supuesto este último que suscita cuestión federal de
trascendencia. A ello cabe agregar que dicho pronunciamiento es equiparable a
sentencia definitiva a los fines de la apelación prevista por el art. 14 de la ley 48 ya
que, los efectos de la resolución cuestionada y la importancia del derecho que afecta,
determinan que el agravio sea de imposible reparación posterior, razón por la cual
también ha de obviarse la circunstancia de que la resolución impugnada no proviene
del Tribunal Superior en la causa. Consid. 7º Que la idea de justicia impone que el
derecho de la sociedad a defenderse contra el delito sea conjugado con el del
individuo sometido a proceso, en forma que ninguno de ellos sea sacrificado en aras
del otro, y tan delicado equilibrio se malogra cuando se abusa de la facultad de anular
actos procesales en casos en que resulta innecesaria tal anulación para preservar la
garantía de la defensa en juicio, lo que puede tornar en la práctica, estéril la
persecución penal de graves delitos (doctrina de la causa “Trippodoro” Fallos
315:677). Consid. 9º que resulta inadmisible el argumento del a quo referente a que la
actividad de la policía cesa cuando llega el juez al lugar donde se realiza una diligencia
procesal. En el caso el magistrado había encomendado a un funcionario policial la
realización de los allanamientos, por cuya razón la presencia del juez –que llegó al
lugar mientras se estaba desarrollando el acto- sólo consistió en “fiscalizar” la
diligencia, cuya realización –como se dijo- había delegado en aquel y en ningún
momento revocó lo resuelto. Con sujeción al criterio expuesto, cabe agregar que aún
en el supuesto de que los jueces de cámara hubiesen entendido que se trataba de una
omisión, la supuesta nulidad debió subsanarse debido a que los defensores que
alegaron la sanción no asumieron la demostración de cual sería la afectación a la
garantía de la defensa, ni se advierte la utilidad de la invalidación pretendida o
decretada (fallos 306:149, 307:1131, entre otros)
235
Capítulo II
Denuncia
236
CP Art. 156.- Será reprimido con multa de [mil quinientos a noventa mil pesos] e
inhabilitación especial, en su caso, por seis meses a tres años, el que teniendo noticia,
por razón de su estado, oficio, empleo, profesión o arte, de un secreto cuya
divulgación pueda causar daño, lo revelare sin justa causa.
Capítulo III
Actos de la Policía
237
necesarias para hacer constar las huellas o rastros del delito, cuando hubiera
peligro de que desaparezcan o se borren por retardo de estas diligencias;
3) realizar los actos que le encomendara el Fiscal;
4) aprehender, detener e incomunicar a las personas, en los casos que este
Código autoriza, informándolo de inmediato al Fiscal. En todos los casos deberá
poner a las mismas a disposición del Juez competente dentro de las veinticuatro
horas de efectuada la medida;
5) recoger las pruebas y demás antecedentes que pudiera adquirir en el lugar de
la ejecución del hecho punible y practicar las diligencias urgentes que se
consideraran necesarias para establecer su existencia y determinar los
responsables, debiéndose recopilar por separado, en lo posible y de acuerdo a
los distintos hechos que se investiguen, las respectivas actuaciones;
6) poner en conocimiento del Fiscal las informaciones y diligencias practicadas,
requiriendo su autorización para realizar aquellas medidas probatorias que por
su naturaleza sean definitivas e irreproducibles, y que deberán colectarse con
control de la defensa, si el imputado estuviera individualizado. Si fuera imposible
cumplir con estas exigencias ante el inminente peligro de frustración de la
medida, la misma, excepcionalmente se realizará con intervención del Juez
Comunal o certificándose su fidelidad con dos testigos mayores de dieciocho
años, hábiles y que no pertenezcan a la repartición, fotografías u otros
elementos corroborantes. Si por las especiales circunstancias del caso no fuera
posible la presencia de dos testigos, la diligencia tendrá valor con la
intervención de uno solo y si ello fuera absolutamente imposible, de cuyas
causales deberá dejarse constancia, con dos funcionarios actuantes;
7) disponer que antes de practicarse las averiguaciones y exámenes a que debe
procederse, no hubiera alteración alguna en todo lo relativo al hecho y estado
del lugar en que fue cometido;
8) proceder a todos los exámenes, indagaciones y pesquisas que juzgara
indispensables recabando los informes y noticias que pudieran servir de utilidad
al Fiscal o a la defensa, documentando las declaraciones sólo cuando se
estime necesario;
9) secuestrar los instrumentos del delito o cualquier otro elemento que pudiera
servir para el objeto de la investigación en caso de urgencia o peligro en la
demora. Sin embargo no podrá imponerse de la correspondencia, papeles
privados, material informático y grabaciones que secuestrara, sino que los
remitirá intactos al Fiscal competente para que éste requiera autorización al
Tribunal;
10)impedir, si lo juzgara conveniente, que ninguna persona se aparte del lugar del
hecho o sus adyacencias, antes de concluir las diligencias más urgentes de
investigación;
11)identificar al imputado;
238
12)informar al imputado inmediatamente de que fuera citado, aprehendido o
detenido, que cuenta con los siguientes derechos:
a) nombrar abogado para que lo asista y represente;
b) conferenciar en forma privada y libre con su defensor, antes de prestar
declaración o realizar un acto que requiera su presencia;
c) abstenerse de declarar sin que ello signifique una presunción en su
contra, o solicitar ser escuchado por el Fiscal;
d) solicitar del Fiscal la intimación de los hechos que se le atribuyen, la
calificación jurídica penal que provisionalmente merezcan y la prueba
que existe en su contra;
e) solicitar se practique la prueba que estimara de utilidad;
La información precedente le será entregada al imputado por escrito, dejando
constancia fehaciente de su entrega.-
Rige lo dispuesto por el artículo 110.-
13)cumplimentar lo necesario para que el imputado sea revisado por el médico,
bioquímico o psicólogo, en los casos en que así correspondiera.-
14)cumplimentar con la información a enviar al Registro Unico de Antecedentes
Penales.-
Arts. 48, 88, 101, 110, 114, 200, 211, 212, 213, 214, 215, 254, 260, 262, 283
239
Capítulo IV
Actos del Fiscal
240
Artículo 275 - Información al imputado en la audiencia imputativa.- El Fiscal
dará a conocer al imputado, bajo su firma, por escrito y dejando constancia fehaciente
de la comunicación:
1) el hecho atribuido y su calificación jurídico penal;
2) las pruebas fundantes de la intimación;
3) todos los derechos que este Código le acuerda al imputado al momento de
originarse su condición, especialmente los de procurar procedimientos
abreviados.-
Arts. 101, 245
Reglas de Mallorca. Décimo Cuarto: 1) El defensor está autorizado a tomar
conocimiento de los actos, documentos y de más medios de prueba de los que
dispone el Tribunal o de los que éste pudiera llegar a disponer. 2) El conocimiento de
actos, documentos y de más medios de prueba se podrá denegar, antes de
formalizada la acusación, cuando de esta manera se pudieran poner en peligro los
fines de la investigación.
Artículo 276 - Asistencia técnica.- Para ser válida la audiencia, deberá estar
presente el defensor del imputado.-
El defensor podrá ser nombrado en la misma audiencia, si no hubiera sido
designado con anterioridad.-
Si el imputado nombrara abogado defensor de confianza, o se le debiera asignar un
defensor de oficio, se suspenderá la audiencia hasta tanto se haga presente el
designado, a quien se le notificará de inmediato de la fecha y hora en que debe
concurrir para cumplir su función.-
Si durante la incomunicación del imputado alguna persona de su relación hubiera
propuesto defensor, se le hará conocer antes del acto.-
Arts. 114, 115
Artículo 278 - Firma del acta.- Terminado el acto se dará lectura en voz alta del
acta labrada, y luego firmarán el Fiscal, el imputado, su defensor y, en su caso, el
241
querellante.-
Artículo 283 - Actos urgentes.- Cuando alguna de las medidas a que refiere el
artículo anterior requiera suma urgencia, deberá solicitarse la intervención del Tribunal
de la Investigación que prescindirá de las notificaciones previstas en el artículo anterior
y dispondrá lo pertinente para garantizar la realización del acto.-
242
Si fuera imposible ocurrir al Tribunal de la Investigación, de lo que se dará cuenta
(fundamente)* en acta, se observará lo previsto por el artículo 268 inciso 6) de este
Código.-
*
error material del boletín oficial. Debería decir “fundadamente”
Arts. 260, 268 inc. 6º, 285
243
sin recurso alguno, después de una entrevista informal donde los discrepantes
fundamentarán sus pretensiones. Cuando la disidencia hubiera referido a pruebas
faltantes, y el Fiscal superior hubiese aceptado la pretensión del querellante, fijará un
plazo no mayor de treinta (30) días para su producción; si no le hiciere lugar, el
querellante podrá postular su producción en el debate.-
Satisfecho el trámite y producida en su caso la prueba, el querellante formulará su
acusación en el plazo establecido en el artículo 294 y solicitará las cautelas pertinentes
dentro de los primeros cinco (5) días.-
Arts. 87 inc. 5º, 97, 232 y ss., 294, 299
Artículo 289 - Archivo Fiscal.- Cuando se estimara que no hay más medidas a
practicar, realizada la audiencia del artículo 274 y cumplimentado el trámite con el
querellante si lo hubiera, el Fiscal dispondrá el archivo de las actuaciones en los
siguientes casos:
1) cuando fuera evidente:
a) que media una causal extintiva del ejercicio de la acción penal u otra de
carácter también perentorio;
b) que el hecho investigado no se cometió o no encuadra en una figura
penal;
c) que el delito no ha sido cometido por el imputado o media una causa de
justificación, inimputabilidad, inculpabilidad o excusa absolutoria;
2) cuando no hubiera suficientes elementos de prueba para fundar la requisitoria
de apertura del juicio y no fuera razonable, objetivamente, prever la
incorporación de nuevas pruebas.-
Arts. 29, 85, 287 y ss.
CP Art. 59.- La acción penal se extinguirá: 1. Por la muerte del imputado; 2. Por la
amnistía; 3. Por la prescripción; 4. Por la renuncia del agraviado, respecto de los
delitos de acción privada.
244
Artículo 291 - Notificación y disconformidad.- La desestimación y el archivo
dispuesto por el Fiscal, serán notificados a la víctima y en su caso al querellante,
quienes en un plazo de cinco días podrán manifestar su disconformidad ante el Fiscal
superior en grado. Este realizará, cuando corresponda, una sumaria averiguación y
convalidará o revocará la decisión del inferior. En este último caso podrá impartir
instrucciones y aún designar nuevo Fiscal como encargado de la investigación.-
Cuando el Fiscal General convalidara la decisión del inferior, dentro del mismo
plazo, se podrá ocurrir ante el Procurador General, quien luego de cumplir idéntico
procedimiento, resolverá definitivamente.-
En caso de mantenerse el rechazo de la pretensión de la víctima, ésta podrá iniciar
la persecución conforme el procedimiento de querella, cualquiera fuera el delito de que
se trate, dentro del plazo de sesenta (60) días hábiles de notificada la resolución del
Procurador General.-
Arts. 16, 80, 86, 87, 88, 97, 273, 347
Artículo 292 - Efectos.- Sin perjuicio de lo establecido en los artículos 291 y 293,
las resoluciones que dispongan desestimar la denuncia o archivar la Investigación
Penal Preparatoria, impedirán una nueva actividad persecutoria por los mismos
hechos.-
Si el imputado se encontrara detenido o en prisión preventiva, apenas se dicte el
archivo, el Fiscal solicitará al Juez que disponga su libertad.-
Arts. 6, 273, 289
TITULO II
Procedimiento intermedio
245
sentencia condenatoria, procederá a formular por escrito su requisitoria de acusación
ante el Juez de la Investigación Penal Preparatoria.-
Si hubiera querellante, una vez cumplimentados los trámites previstos en los
artículos 287 y 288, las requisitorias de acusación deberán formularse en el término
común de sesenta (60) días a contar desde la notificación del rechazo definitivo de las
propuestas del querellante por el Ministerio Público Fiscal, o del vencimiento del plazo
fijado para la producción de la prueba según el artículo 288. Si no hubiera disenso, las
requisitorias deberán presentarse en el término de sesenta (60) días a contar desde el
vencimiento del plazo establecido en el segundo párrafo del artículo 287.-
Arts. 85, 88, 97, 274, 287
246
Arts. 23, 95, 98, 300, 385
Artículo 297 - Facultades de las partes.- Dentro de los cinco (5) días de
notificada la audiencia prevista en el artículo anterior, las partes, por escrito, podrán:
1) señalar los vicios formales o el incumplimiento de aspectos formales de la
acusación;
2) objetar las solicitudes de sobreseimiento, sobre la base de defectos formales o
sustanciales;
3) oponer las excepciones previstas en este Código, cuando no hubieran sido
planteadas con anterioridad, salvo que se funden en hechos nuevos;
4) solicitar el sobreseimiento;
5) proponer la aplicación de un principio de oportunidad;
6) solicitar la suspensión de juicio a prueba;
7) solicitar la imposición o revocación de una medida cautelar;
8) solicitar el anticipo jurisdiccional de prueba, conforme a lo establecido en el
siguiente artículo de este Código;
9) proponer la aplicación de un procedimiento abreviado;
10)proponer la conciliación;
11)plantear cualquier otra cuestión incidental que permita una mejor preparación
del juicio.-
La presentación que se efectúe será puesta en conocimiento de las demás partes,
en un plazo no mayor de cuarenta y ocho horas.-
Arts. 19, 20, 24, 34,205 y ss., 298, 303, 306, 339 y ss.
247
de testigos, peritos e intérpretes que pretendan sean convocados al debate, con
indicación del nombre, profesión y domicilio.-
Acompañarán igualmente, los documentos de que piensan servirse o indicarán
donde se encuentran. Los medios de pruebas serán ofrecidos con mención de los
hechos o circunstancias que se pretendan probar, o de lo contrario no serán
admitidos.-
Deberán las partes indicar si conforme a las disposiciones legales corresponde la
intervención de un Tribunal conformado uni o pluripersonalmente, o si, razones
absolutamente excepcionales, que se explicitarán, aconsejan la intervención de un
Tribunal de juicio pluripersonal.-
Arts. 43, 288
248
Arts. 19, 112, 127, 132, 385
Artículo 303 – Resolución.- Dentro de los cinco (5) días de finalizado el debate, el
Juez, fundadamente y dejándose constancia en acta, resolverá todas las cuestiones
planteadas y, en su caso:
1) admitirá o rechazará, total o parcialmente la acusación del Fiscal y del
querellante si fuera el caso, y ordenará, en su caso, la apertura del juicio;
2) ordenará la corrección de los vicios formales de la acusación;
3) resolverá las excepciones planteadas;
4) sobreseerá, si se presentan los presupuestos necesarios;
5) suspenderá el procedimiento o aplicará criterios de oportunidad, resolviendo lo
que corresponda;
6) ratificará, revocará, sustituirá, morigerará o impondrá medidas cautelares;
7) ordenará, si correspondiere, el anticipo jurisdiccional de prueba solicitado;
8) aprobará los acuerdos a los que hubieren llegado las partes respecto a la
reparación civil y ordenará todo lo necesario para ejecutar lo acordado;
9) admitirá o rechazará la prueba ofrecida para el juicio;
10)ordenará la separación o la acumulación de los juicios.-
Arts. 19, 24, 30, 34, 55, 57, 137, 139, 140, 205 y ss., 297, 298, 304, 306, 323, 394
249
Artículo 305 – Efectos.- El auto de apertura a juicio es irrecurrible, sin perjuicio, en
su caso, de la impugnación de la sentencia definitiva, que se dictare en el juicio. No
obstante la defensa en esta oportunidad podrá hacer uso de las facultades previstas
en el artículo 143.-
La decisión del Juez que admite o rechaza un medio de prueba no vincula al tribunal
de debate.-
Arts. 143, 317, 323
LIBRO IV
TITULO I
Juicio Común
Capítulo I
Preparación del juicio e Integración del Tribunal
250
Artículo 307 - Preparación del juicio.- Con noticia de las partes, dentro de las
cuarenta y ocho horas de recibidas las actuaciones, la Oficina de Gestión Judicial, por
sorteo o sistema similar que se llevará a cabo según reglamentación a dictar, integrará
el Tribunal que intervendrá en el juicio, determinando el o los Jueces permanentes que
deben asistir a él. La integración será notificada a las partes y al o los designados a los
efectos de las recusaciones o excusaciones a las que hubiere lugar.-
Integrado definitivamente el Tribunal, se procederá a fijar lugar, día y hora de inicio
del juicio, que no se realizará antes de diez (10) días, citando al debate a los testigos o
peritos asegurándose su comparecencia, pondrá a su disposición a los detenidos que
hubiere y dispondrá las medidas necesarias para la organización y desarrollo del juicio,
conservando para su eventual utilización en el mismo la documentación y cosas
secuestradas.-
En casos complejos o cuando se lo solicite, la oficina judicial podrá convocar a las
partes para resolver cuestiones prácticas que hagan a la organización del debate.-
Las partes deberán cooperar en la localización y comparecencia de los testigos que
hubieren propuestos.-
Arts. 49, 68 y ss., 80 inc. 3, 88, 105, 129, 150, 327, 346,356
Capítulo II
Debate
Sección Primera
Audiencias
251
Arts. 88, 97, 98, 122
Artículo 311 - Oralidad y publicidad.- Para ser válido el debate será oral y público.
Las partes podrán consultar esquemas o ayuda memorias escritos, pero no leerlos.
Podrán solicitar autorización para la lectura de material solamente en aquellos casos
que éste Código así lo disponga o cuando, por la naturaleza del mismo, resulte ello
imprescindible.-
La publicidad implica el desarrollo del debate a puertas abiertas, pero el Tribunal
podrá excepcionalmente resolver aún de oficio, que total o parcialmente se realice a
puertas cerradas cuando la publicidad pudiera afectar a quien alegue su condición de
víctima, a terceros o a la seguridad del Estado. La resolución será fundada, se hará
constar en el acta y será irrecurrible. Desaparecida la causa de la clausura, se deberá
permitir el acceso al público.-
La reglamentación que se dicte podrá determinar prohibiciones genéricas para el
acceso a la sala de audiencia, así como facultar al Tribunal a adoptar medidas que
atiendan a garantizar el orden y la seguridad en la sala.-
Durante el debate las resoluciones se dictarán verbalmente, pero se dejará
constancia en el acta.-
Arts. 3, 127, 131, 137, 142 , 143, 245, 385
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Art. 14 – 1. Todas las
personas son iguales ante los tribunales y cortes de justicia. Toda persona tendrá
derecho a ser oída públicamente y con las debidas garantías por un tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido por la ley, en la sustanciación de
cualquier acusación de carácter penal formulada contra ella o para la determinación de
sus derechos u obligaciones de carácter civil. La prensa y el público podrán ser
excluidos de la totalidad o parte de los juicios por consideraciones de moral, orden
público o seguridad nacional en una sociedad democrática, o cuando lo exija el interés
de la vida privada de las partes o, en la medida estrictamente necesaria en opinión del
tribunal, cuando por circunstancias especiales del asunto la publicidad pudiera
perjudicar a los intereses de la justicia; pero toda sentencia en material penal o
contenciosa será pública, excepto en los casos en que el interés de menores de edad
exija lo contrario, o en las actuaciones referentes a pleitos matrimoniales o a la tutela
de menores.
Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa
Rica). Art. 8. 5. El proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea necesario para
252
preservar los intereses de la justicia.
253
decoro, ni producir disturbios o exteriorizar de cualquier modo, opiniones o
sentimientos.-
Sección Segunda
Actos del debate
254
Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa
Rica). Art. 8.2. a) derecho del inculpado de ser asistido gratuitamente por el traductor o
intérprete, si no comprenden o no habla el idioma del juzgado o tribunal; b)
comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación formulada; c) concesión
al inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su defensa;
d) derecho del inculpado de defenderse personalmente o de ser asistido por un
defensor de su elección y de comunicarse libre y privadamente de su defensor; e)
derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el Estado,
remunerado o no según la legislación interna si el inculpado no se defendiere por sí
mismo ni nombrare defensor dentro del plazo establecido por la ley; f) derecho de la
defensa de interrogar a los testigos presentes en el tribunal y de obtener la
comparecencia, como testigos o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz
sobre los hechos; g) derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a
declararse culpable, y h) derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior.
255
Artículo 323 - Recepción de pruebas.- Después de la declaración del imputado, el
Juez autorizará la producción de la prueba que las partes hubieran ofrecido
oportunamente y hubiera sido admitida. En primer término se producirá la prueba del
Fiscal, luego la del querellante, y finalmente la de la defensa.-
El orden en que se irá produciendo la prueba será decidido por la parte que la
ofreció.-
Arts. 303 inc. 9º, 305
Reglas de Mallorca. Vigésimo séptimo: En el juicio oral, se practicarán con plenitud
todas las pruebas tendentes a acreditar los hechos imputados y también las que
contribuyan a demostrar la inocencia del acusado. Vigésimo octavo: La totalidad del
juicio oral se deberá celebrar necesariamente ante los mismos miembros del Tribunal
que sentenciará. Vigésimo noveno: 1) Todas las pruebas habrán de ser practicadas
ante el Tribunal juzgador. 2).Si la comprobación de un hecho se basa en la percepción
de una persona, ésta tiene que ser interrogada en el juicio oral. Este interrogatorio no
puede ser reemplazado por la lectura de un documento o declaración escrita anterior.
Las leyes nacionales establecerán las excepciones a este principio por razón de
imposibilidad o grave dificultad de su reproducción. En estos casos, se podrán utilizar
en el juicio oral las declaraciones practicadas con anterioridad, siempre que hubieran
tenido lugar con intervención del defensor y se garantice la oportunidad de oponerse a
la prueba aportada por las otras partes (principio de contradicción). 3) El acusado y su
defensor tienen derecho a interrogar a los testigos. Trigésimo: La prueba pericial
deberá ser practicada por expertos imparciales, objetivos e independientes.
CSJN. RODRIGUEZ, Lisandro Luis María y otros s/ Priv. Ilegal Libertad. Rec. De
Hecho causa 4206. R.1737.XL. 20/11/2007. I. Dictamen del Procurador que la Corte
hace suyo. El Superior Tribunal de Justicia de la provincia de Entre Ríos declaró
inadmisible el recurso de casación deducido por la parte querellante contra la
sentencia que absolvió a Lisandro Luis María Rodríguez, Diego Javier Salvador y
Jesús Salvador López, del delito de privación ilegal de la libertad agravada..II. Las
presentes actuaciones se iniciaron por denuncia de María Cristina Silaur en la que
relató que su hijo, Elías Damián Gorosito, se encontraba desaparecido y que según la
versión brindada por su amigo Ariel Zárate, Elías había sido obligado a abordar el
móvil nº 97 perteneciente a la comisaría 5ª de la ciudad de Paraná por los funcionarios
policiales que en ese patrullero se desplazaban. A raíz de esa denuncia, el juzgado
interviniente ordenó tareas de búsqueda de la persona desaparecida e instruyó
sumario contra los agentes de policía asignados a esa patrulla por el delito de
privación ilegal de la libertad agravada. Durante una de las jornadas del
256
correspondiente debate, el abogado de la parte querellante solicitó que se citara a
declarar como testigo a Nora María de los Milagros Barrios, en atención a que una
hermana de Elías Gorosito le informó que se trataba de una testigo presencial cuya
identidad se desconocía anteriormente. El Tribunal resolvió no admitir la nueva prueba
ofrecida por considerar que ésta no surgía de ningún elemento de convicción
incorporado al proceso y que era impertinente su recepción en los término del art. 393
del Código Procesal Local.... Al recurrir la sentencia absolutoria, la querella sostuvo
que el tribunal de mérito se apartó del deber de buscar la verdad objetiva al no admitir
un testigo directo conocido recién durante el juicio oral. Expresó en esa oportunidad
que la señora Barrios vio como Gorosito fue llevado en el móvil nº 97 y que le
manifestó a la hermana de la víctima que no se había presentado a declarar antes por
temor a represalias que pudieran ser tomadas contra ella o su familia, pero que ese
sentimiento la abandonó cuando el caso obtuvo repercusión periodística... Estimó que
la ponderación de esta circunstancia obligaba a adoptar un criterio más amplio en la
admisión de la nueva prueba ofrecida, so pena de menoscabar las garantías de la
defensa en juicio, el debido proceso y la igualdad de armas que forman parte del
marco constitucional que rige el trámite de la causa penal. III. Tiene establecido V.E.
que las cuestiones relativas a la admisibilidad de los recursos locales no son, por
regla, revisables en estas instancia extraordinaria, ya que por su naturaleza procesal
no exceden el marco de las atribuciones propias de los jueces de la causa... No
obstante, el tribunal ha reconocido la excepción posible a ese principio cuando la
decisión adoptada se sustenta en afirmaciones dogmáticas o cuando con injustificado
rigor formal lo decidido omite ponderar argumentos conducentes para la solución del
litigio, lo cual conduce a una restricción sustancia de una vía apta para obtener el
reconocimiento del derecho invocado, con menoscabo de la defensa en juicio... Tal es,
en mi parecer, lo que ocurre en el caso, toda vez que la desestimación de la protesta
relativa al rechazo dela prueba de testigos mediante la fórmula ritual “no alcanza a
conmover lo decidido por el tribunal de grado” sólo satisface de manera aparente la
exigencia de ser una derivación razonada del derecho vigente con aplicación a las
circunstancias probadas de la causa. En este sentido, cabe destacar que al tomar
conocimiento de la existencia de un testigo directo, la querella entendió que el tribunal
oral estaba autorizado a escucharlo con arreglo al artículo 393 del código procesal
local; sin embargo, el órgano jurisdiccional consideró que la prueba era improcedente
por no surgir de los elementos de convicción ya obrantes en la causa. Estimo que la
protesta formulada por la parte querellante contra esa decisión resulta en principio
atendible, toda vez que el texto de la norma precitada establece que si en el curso del
debate se tuviere conocimiento o se hicieren indispensables nuevos medios de prueba
manifiestamente útiles, podrá ordenarse, aún de oficio, su recepción; sin contemplar
otro requisito de admisibilidad como el que invocó el tribunal a modo de óbice formal....
Considero que el rechazo de la prueba ofrecida, en las condiciones en que se verificó,
importó desconocer la regla según la cual la interpretación de las normas procesales
debe ponderar la necesidad de dar primacía a la verdad jurídica objetiva, de modo que
257
su esclarecimiento no se vea turbado por un excesivo rigor formal (fallos: 310:799;
316:132; 319:1577; 321:510; entre otros) máxime cuando pende la averiguación del
paradero de una persona que continúa desaparecida, razón de más para que el
tribunal extreme al máximo su posibilidad de recabar datos útiles a esos fines.
CSJN. BENITEZ, Aníbal Leonel s/ Lesiones Graves B. 1147. XL causa 1524 del
12/12/2006. Consid. 2º Que en contra de dicha condena la defensa interpuso recurso
de casación con fundamento en vicios de procedimiento originados durante el debate.
En lo fundamental, cuestionó la incorporación por lectura de testimonios que fueron
utilizados como prueba de cargo sin que esa parte hubiera tenido la oportunidad de
interrogar a los testigos, y consideró que una interpretación tan amplia de las
excepciones a la inmediación y a la oralidad previstas en el art. 391 del Código
Procesal Penal de la Nación, además de desnaturalizar el debate, había lesionado el
derecho de defensa en juicio del imputado, y en particular, su derecho a interrogar o
hacer interrogar a los testigos, consagrado por los arts. 18 de la Constitución Nacional,
8.2.f de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 14.3.e del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Consid. 6º) Que, según se desprende del
requerimiento de elevación a juicio 8fs. 258/259 vta.), Aníbal Leonel Benítez fue
llevado a juicio por haber amenazado de muerte con un arma de fuego, junto con
Hipólito Ricardo Pérez, a Juan Horacio Bejarano, el 3 de Diciembre de 2000, a las 4,30
hs. aproximadamente, en la puerta del domicilio de éste último. Luego de que Benítez
258
intentara dispararle sin éxito a Bejarano, ambos comenzaron a forcejear, y se produjo
un disparo que produjo lesiones graves al damnificado. En apoyo de la acusación, el
fiscal indica que “la evidencia de la responsabilidad de Aníbal Leonel Benítez en el
hecho que se le imputa se basa principalmente en los dichos del damnificado
Bejarano, de los testigos Gregorio, Herminio y Osvaldo Paredes, de Espínola y del
personal policial interviniente; los informes médicos y de la División Balística” (sin
destacar en el original). Consid. 7º Que al realizarse el debate (fs. 404/405vta.) se dejó
constancia de que no fue posible lograr la comparecencia de los testigos Juan Horacio
Bejarano, Gregorio, Osvaldo y Herminio Paredes, Hipólito Ricardo Pérez y Pascualina
Nuñez González, y con oposición de la defensa de Benitez, se resolvió incorporar por
lectura las declaraciones que los nombrados habían prestado durante la etapa de
instrucción mientras dicho imputado aún no había sido habido. Consid. 9º) Que, según
consta en la sentencia, en su declaración ante el tribunal, el imputado había sostenido
una versión contraria a la de la acusación, al afirmar que había sido Bejarano quien le
había apuntado con un arma de fuego, y que por esa razón se produjo el forcejeo que
derivó en el disparo (fs. 410 vta.). No obstante, el descargo en cuestión fue rechazado
por el sentenciante, sobre la base de “las contestes versiones en contrario de Bejarano
y Gregorio Paredes” así como “la intervención que le achaca [el coimputado] Pérez”.
Se señala, asimismo, que “la hipótesis de amenaza con un arma de fuego por parte de
Bejarano y la negativa ... no encuentra sustento sino cabal oposición en los contestes
testimonios de Bejarano y Gregorio Paredes, ni siquiera fueron avaladas por el
coprocesado Pérez, y resultan manifiestamente incompatibles con el testimonio de
Espínola...”. Consid. 10º) que a partir de lo señalado precedentemente se advierte que
resultaba más que razonable que la defensa reclamara la posibilidad de interrogar ante
los jueces del debate, al menos, a Bejarano, Gregorio Paredes y Pérez, toda vez que
tales testimonios constituían la base principal de la acusación. En efecto, la sentencia
de condena parte de la base de que los nombrados, además de Benítez, fueron los
únicos que estuvieron efectivamente presentes durante el incidente, y de los
fundamentos expresados en la decisión se deriva claramente que fueron los dichos de
los mencionados los que dieron verdadero sustento al rechazo de los descargos
ensayados por el imputado. Consid. 11º) Que, en tales condiciones, el Tribunal de
juicio fundó la sentencia de condena en prueba de cargo decisiva que la defensa no
tuvo oportunidad adecuada de controlar, en desmedro del derecho consagrado por los
artrs. 8.2.f, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y 14.3.e, del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Consid. 12º) Que resulta inaceptable la
afirmación del aquo relativa a que “la defensa no ha demostrado que, excluida las
declaraciones testimoniales cuya incorporación por lectura ha sido puesta en crisis, la
restante prueba colectada impida alcanzar certidumbre acerca de la forma en que
sucedieron los hechos y respecto de la participación penalmente responsable de
Benítez”. En efecto, en un caso como el presente, en que prácticamente toda la
prueba de cargo de alguna significación fue incorporada por lectura, una exigencia
semejante carece de todo sustento. Pero, en cualquier caso, y a riesgo de
259
desnaturalizar el derecho en cuestión, no es posible partir del presupuesto –implícito
en el razonamiento del a quo- de que del interrogatorio de los testigos llevado
adelante por la defensa durante el debate no podría surgir elemento alguno que
corroborara la versión del imputado, y que dicho interrogatorio resulta ex ante
inidóneo para lograr, al menos, echar alguna sombra de duda sobre un cuadro
probatorio “suficiente”. Consid. 13º) Que, desde otro punto de vista, la circunstancia
señalada por el a quo con relación a que la incorporación por lectura de las
declaraciones se produjo en el marco del art. 391 del Código Procesal Penal de la
Nación, en razón de que “resultaron infructuosas las numerosas diligencias para lograr
su comparecencia a la audiencia” no basta para subsanar la lesión al derecho de
defensa producida durante el debate. El hecho de que el Estado haya realizado todos
los esfuerzos posibles para hallar al testigo y para satisfacer la pretensión de la
defensa de interrogarlo, carece de toda relevancia, pues lo que se encuentra en
discusión es otra cosa: si la base probatoria obtenida sin control de la defensa es
legítima como tal. De allí que la invocación de la “imposibilidad” de hacer comparecer
al testigo no baste para subsanar la lesión al debido proceso que significa que,
finalmente, la parte no haya tenido siquiera la posibilidad de controlar dicha prueba.
Desde este punto de vista, lo decisivo no es la legitimidad del procedimiento de
“incorporación por lectura, el cual, bajo ciertas condiciones, bien puede resultar
admisible, sino que lo que se debe garantizar es que al utilizar tales declaraciones
como prueba se respete el derecho de defensa del acusado (conf. TEDH, caso
Unterpertinger vs. Austria, serie A, Nº 110, sentencia del 24 de Noviembre de 1986,
esp. Párr. 31). Consid. 14º) Que teniendo en cuenta que una de las declaraciones
cuya incorporación por lectura fuera cuestionada por la defensa no pertenecía a “un
testigo” en sentido estricto, sino a quien en su momento fuera coprocesado (Pérez)
corresponde aclarar que el derecho de examinación exige que el imputado haya tenido
“una oportunidad adecuada y apropiada para desafiar y cuestionar a un testigo o
cualquiera que hubiera hecho declaraciones en su contra” (conf. TEDH, caso Säidi vs.
Francia, Serie A, Nº: 261-C, sentencia del 20 de setiembre de 1993, párr. 43 –sin
destacar en el original-; asimismo, aso Barberá, Messegué y Jabardo vs. España, serie
A, Nº: 146, sentencia del 6 de diciembre de 1988). En este sentido, de acuerdo con los
criterios interpretativos establecidos por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos,
“testigo de cargo” es toda declaración de una persona en que se funda una acusación
o una decisión judicial condenatoria, o como lo expresara la Comisión Europea de
Derechos Humanos, “todo tipo de pruebas verbales” (CEDH, en el caso Bönisch vs.
Austria, serie A, Nº: 92, sentencia del 6 de mayo de 1985). Consid. 15º) Que cabe
indicar que los criterios interpretativos precedentemente mencionados han sido
adoptados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso “Castillo
Petruzzi c. Perú” (CIDH, sentencia del 30 de mayo de 1999). Aun cuando no es posible
dejar de señalar que las violaciones a garantías básicas que estaban en discusión en
dicho caso eran de una gravedad difícilmente comparable con el sublite, con relación a
lo que aquí interesa, la Corte Interamericana consideró relevante la circunstancia de
260
que la defensa no hubiera podido contra interrogar a los testigos ni durante la
instrucción ni con posterioridad e indicó: “Tal como lo ha señalado la Corte Europea,
dentro de las prerrogativas que deben concederse a quienes hayan sido acusados
está la de examinar a los testigos en su contra y a favor, bajo las mismas condiciones,
con el objeto de ejercer su defensa” (cf. Párr 154, con remisión a los casos Barberá y
Bönish ya mencionados).
Capítulo III
Acta del debate
Artículo 330 - Contenido.- El Secretario labrará un acta del debate que para ser
válida deberá contener:
1) el lugar y fecha de la audiencia, con mención de la hora en que comenzó y
terminó, los recesos y suspensiones dispuestos;
261
2) el nombre y apellido del Juez, Fiscales, querellantes y defensores;
3) los datos personales del imputado;
4) el nombre y apellido de los testigos, peritos, asesores técnicos e intérpretes,
con mención del juramento o compromiso y la enunciación de los otros
elementos probatorios incorporados al debate;
5) las instancias y síntesis de las pretensiones de las partes;
6) otras menciones prescriptas por la ley, o las que el Juez ordenara hacer y
aquellas que expresamente solicitaran las partes;
7) la firma del Juez, de los Fiscales, querellantes en su caso, defensores y
Secretario, previa lectura.-
Arts. 131, 143, 245, 260
CSJN. Illia, Ricardo H. 20/12/05. Voto en disidencia de los Dr. Petracchi y Maqueda .
Consid. 5º). Que durante la totalidad del proceso la querella intentó acreditar la
imprudencia en que habría incurrido el imputado, fundamentalmente, a partir de dos
infracciones a sus deberes profesionales: en primer lugar, el haber realizado un
estudio sumamente invasivo, que entrañaba entre otros riesgos, el de una infección,
sin que existieran sospechas fundadas de la malignidad del tumor, y en segundo lugar,
el haber omitido el cuidado debido a la paciente, luego de realizada la intervención
innecesaria, a fin de contrarrestar los riesgos de infección que finalmente se
concretaron. Consid. 6º) Que, desde esa perspectiva, sus agravios se centran en que,
a pesar de su solicitud, no se dejó constancia en el acta de debate de varios puntos
que estimaba relevantes para fundamentar su posición. Así, entre otros elementos, se
habrían omitido los dichos de los peritos Palomero y Jarazo Veiras y del testigo R. Con
respecto a la escasa frecuencia de tumores malignos asociados al embarazo, y la
indicación de este último testigo con relación a que por un ecodoppler existían
sospechas de que el quiste era benigno., Del mismo modo, tampoco se habría dejado
constancia de los dichos de los testigos que afirmaron que con anterioridad a la
punción se contaba con un solo estudio previo, que el informe anatomopatológico que
se habría realizado luego de la punción no estaba agregado a la historia clínica, ni de
la afirmación de la testigo I. Relativa a que, en caso de complicación de un paciente
intervenido quirúrgicamente, el médico de guardia informaba al cirujano interviniente.
Consid. 7º) que al rechazar el recurso de casación el juez correccional afirmó que el
acta de debate no presentaba ninguna deficiencia, y que se había dejado constancia
de todo cuanto las partes habían solicitado. Señaló, además, que dicha acta no debe
constituir una transcripción de lo ocurrido, sino sólo una síntesis, sin que ello ocasione
su nulidad, y que sobre la base de supuestas omisiones de registro, lo que la querella
pretende es una nueva valoración de la prueba, que reemplace a la que le resultó
adversa. Consid. 8º) Que si bien es cierto que el acta de debate puede ser una
“síntesis” sin que ello necesariamente sea motivo de nulidad, una “síntesis” supone,
para ser tal, la supresión de ciertos datos. Ello entraña el riesgo de que, como en este
caso, se omitan elementos que una de las partes considera imprescindibles para
262
ejercer debidamente su función. En efecto, la querella sostiene que no se registraron
diversos aspectos probatorios que resultaban esenciales para fundamentar que la
intervención no era necesaria y que la paciente no recibió el cuidado correspondiente
al riesgo de infección a que había sido sometida. Con prescindencia de si la efectiva
incorporación de los elementos de prueba reclamados efectivamente hubiera
modificado el resultado del juicio, el derecho a poder cumplir con la defensa del
interés representado en la forma en que lo considera más conveniente se ha visto
cercenado. Es evidente que la supresión del acta de deba de elementos que la parte
estima relevantes limita sus posibilidades de argumentación, y aún cuando el tribunal
pueda decidir que no se registren ciertas circunstancias que la parte solicita, no puede
hacerlo sin una buena razón. Consid. 9º) que del acta de debate no surge que la
querella haya reclamado oportunamente la inclusión en el registro de los elementos
cuya omisión la agravia, y que ello le hubiera sido denegado por el tribunal. Según el
sentenciante, tales solicitudes no se produjeron, y por cierto, a esta altura no es
posible saber que fue lo que realmente sucedió. Pero esto, es justamente, el producto
de un registro incompleto, en el que ni siquiera constan las razones por la que la
querella se negó a firmar el acta en cuestión, o si simplemente, no dio ninguna.
Consid. 10º) Que en tales condiciones la lesión al derecho de defensa invocada por la
querella resulta verosímil...
Capítulo IV
Sentencia
263
Artículo 332 - Orden de tratamiento.- El Juez resolverá todas las cuestiones que
hubieran sido objeto del juicio, apreciando únicamente la prueba recepcionada durante
el debate. Seguirá en lo posible el siguiente orden:
1) las cuestiones incidentales que hubieran sido diferidas;
2) las cuestiones relativas a la existencia del hecho delictuoso, con
discriminación de las circunstancias jurídicamente relevantes;
3) la participación del imputado;
4) la calificación legal;
5) la sanción aplicable en cuanto a la especie;
6) la sanción aplicable en cuanto al monto;
7) el destino de las cosas o efectos puestos a disposición del proceso;
8) las costas.-
Arts. 80, 83, 444
CSJN. LUPO, Estrella. 03/03/81. Consid. 3º... , según reiterada doctrina del tribunal,
los jueces no están obligados, a ponderar todas las probanzas producidas en el juicio,
sino sólo aquellas estimadas conducentes para fundar sus conclusiones, ni tampoco lo
están a tratar todas las cuestiones expuestas ni analizar los argumentos utilizados que
a su juicio no sean decisivos (Fallos: t. 272, p. 225; t. 274, p. 113; t. 276, ps. 132, 311,
378; t. 280, p. 320 y t. 296, p. 445, -Rev. La Ley, t. 134, p. 1108, fallo 20.516-S; t. 136;
p. 483; t. 139, p. 764, fallo 24.057-S y p. 617; Rev. La Ley, t. 140, p. 767, fallo 24.700-
S; t. 144, p. 611, fallo 27.641-S; Rep. La Ley, t. XXXIX, J-Z, p. 2018; sum. 100-, entre
muchos otros).
264
CSJN. HABID Mohamed Abbas. 01/04/40. (186: 297). Que la nulidad resultaría, según
el recurrente del hecho de que el procesado Iza fue acusado en primera instancia por
encubrimiento, calificación que fue modificada por el Ministerio Público al alegar sobre
la prueba, por la sentencia de primera instancia que lo condenó por homicidio y por la
sentencia apelada que rechazando la nulidad invocada, lo condena también por
homicidio, aunque no considerándolo co-autor sino cómplice. Que la circunstancia
invocada no es causal de nulidad por cuanto en materia criminal no existe cuasi
contrato de litis contestatio y la potestad judicial no está limitada por los pedidos de la
acusación y la defensa. La única limitación es la de que la sentencia recaiga sobre los
hechos materia del juicio; sólo sobre ellos el juez debe pronunciarse, pero tiene
libertad para hacer su calificación legal y aplicar la pena correspondiente.... Ello es lo
que ha sucedido en autos; apreciados los hechos con motivo del homicidio de Juan
Elías, el instructor le hace saber a Iza que se le procesa por encubrimiento de
homicidio, le decreta la prisión preventiva como autor de homicidio, el Ministerio
Público en primera instancia los califica primero, con relación a él, de encubrimiento y
después de homicidio, considerando a éste como co-autor, criterio compartido por la
sentencia de primera instancia y no por la de segunda que sólo lo considera como
cómplice.-
265
provisional, consiste en precisar las figuras delictivas que juzgan, con plena libertad y
exclusiva subordinación a la ley, sin más limitación que la de restringir el
pronunciamiento a los hechos que constituyeron la materia del juicio (fallos 186:297).
Lo que importa y decide, pues, es el cumplimiento de esta última exigencia; si ella ha
sido satisfecha, no hay denegación de la defensa en juicio. Tal es lo que acontece en
la especie. Resulta indudable, en efecto, que todos los hechos sobre los cuales recayó
la condena, incluidos los atinentes al delito definido por el art. 99 del decreto ley
13937/46 fueron objeto del proceso, esto es, de la indagatoria, la prueba y la actuación
sumarial, según lo advierte el Sr. Procurador General (fs. ....); y a lo que cabe añadir
que el recurrente tuvo amplia oportunidad de ser oído, alegar y probar respecto de las
dos especies de defraudación que le eran imputadas ( por ej.: fs. 497, 506 y 511 y ss.).
CSJN. BARALDINI, Luis V. y otros B 128 – 02/12/93. Considerando 2º) Que, para
revocar la sentencia absolutoria y condenar al procesado, el tribunal de la instancia
266
anterior, no obstante que descartó la intervención del imputado en la faz organizativa
del "movimiento" -señaló que no pertenecía al estado mayor reducido del Coronel
Seineldín y no asistió a las reuniones preparativas del alzamiento-, le atribuyó
responsabilidad penal a título de coautor respecto de los delitos de motín y rebelión
calificados, sobre la base de las siguientes pruebas: a) el personal que no se plegaba
al movimiento era constituido en detención y el mayor Linari estuvo casi siempre
acompañando al mayor Fernández, de destacada actuación; b) resulta inexplicable
que si sabía que había problemas en la unidad, hubiese acatado la "orden" de vestirse
de combate y armarse con el "fal" de un oficial ajeno a la Dirección; c) tuvo libertad de
desplazamiento en las cuatro horas que permaneció en el lugar. Consid. 3º) Que el
apelante dedujo recurso extraordinario basado en la doctrina de esta Corte sobre
arbitrariedad de sentencias, fundado en la violación al principio de congruencia, pues
considera que habría sido indagado y acusado por el delito previsto por el art. 692 del
Código de Justicia y se lo condenó por las figuras de motín y rebelión. Sostiene
además que la condena está basada en argumentos contradictorios, puesto que en los
considerandos se refiere a la actuación del procesado como "partícipe", en tanto se lo
condena como "coautor". Asimismo cuestiona la prueba que tuvo en cuenta el a quo
para atribuirle responsabilidad en el hecho. Consid. 4º) Que asiste razón a la
recurrente en cuanto expresa que la sentencia condenatoria ha afectado las reglas del
debido proceso. Ello es así, dado que el fiscal militar acusó al procesado por un delito
de omisión, el previsto por el art. 692 del Código de Justicia Militar, que dice: "Será
reprimido con reclusión o con prisión mayor, el oficial que presenciare un motín y no
empleare todos los medios a su alcance para contenerlo y dominarlo...."; y ese
encuadramiento legal coincide con la acción descripta por el procesado al prestar
declaración indagatoria, en cuanto manifestó que el día de los hechos al arribar a la
unidad de su destino -Dirección de Logística y Finanzas- fue requerida su presencia
desde el interior por el mayor Fernández, permaneció en la unidad, acató la orden de
vestirse con ropas de combate y armarse, se retiró al mediodía a su domicilio y
posteriormente se trasladó a la Escuela Superior Técnica y al Comando de Remonta y
Veterinaria, donde quedó detenido. Consid. 5º) Que no puede aceptarse la conclusión
del a quo referente a que el fiscal general de las Fuerzas Armadas incurrió en un error
material en la cita de las disposiciones legales, sino que, por la conducta pasiva
observada, debe entenderse que quiso diferenciar la situación del mayor Linari de la
del resto de los procesados. Al ser ello así, no se encuentra cumplida en el caso la
necesaria armonía que debe haber entre la declaración del derecho aplicable y los
hechos verdaderamente comprobados (confr. Doctrina de la causa F. 274.XXIII, "Fiscal
c/ Piffaretti, Juan Carlos y otro", del 22 de diciembre de 1992). Consid. 6º) Que, al
respecto, esta Corte tiene resuelto desde antiguo que si bien en orden a la justicia
represiva, el deber de los magistrados, cualesquiera que fueren las peticiones de la
acusación y la defensa o las calificaciones que ellas mismas hayan formulado con
carácter provisional, consiste en precisar las figuras delictivas que juzgan, con plena
libertad y exclusiva subordinación a la ley, este deber encuentra su límite en el ajuste
267
del pronunciamiento a los hechos que constituyeron la materia del juicio (Fallos:
186:297; 242:227; 246:357; 298:104; 302:328, 482, 791, entre otros).
12 Caso Fermín Ramírez contra Guatemala, Sentencia 20/06/2005. 65 Uno de los principales argumentos vertidos
por la Comisión y los representantes para sostener que el Estado violó el articulo 8 de la Convención es la
inobservancia de la mencionada correlación entre la acusación y la sentencia. La incongruencia se produjo cuando
el Tribunal de Sentencia cambió la calificación jurídica del delito y dio por establecidos hechos y circunstancias
nuevos, que no fueron considerados en la acusación ni en el auto de apertura a juicio, a saber: la causa de la muerte
del menor de edad y las circunstancias que en opinión del Tribunal de Sentencia demostraban la mayor peligrosidad
del señor Fermín Ramírez. Al determinar el alcance de las garantías contenidas en el artículo 8.2 de la Convención,
la Corte debe considerar el papel de la ‘acusación’ en el debido proceso penal vis-a-vis el derecho de defensa. La
descripción material de la conducta imputada contiene los datos fácticos recogidos en la acusación, que constituyen
la referencia indispensable para el ejercicio de la defensa del imputado y la consecuente consideración del juzgador
en la sentencia. De ahí que el imputado tenga derecho a conocer, a través de una descripción clara, detallada y
precisa, los hechos que se le imputan. La calificación jurídica de éstos puede ser modificada durante el proceso por
el órgano acusador o por el juzgador, sin que ello atente contra el derecho de defensa, cuando se mantengan sin
variación los hechos mismos y se observen las garantías procesales previstas en la ley para llevar a cabo la nueva
calificación. El llamado ‘principio de coherencia o de correlación entre acusación y sentencia’ implica que la
sentencia puede versar únicamente sobre hechos o circunstancias contemplados en la acusación.... En el caso
Pèlissier y Sassi vs. Francia, la Corte Europea de Derechos Humanos determinó que los peticionarios no tuvieron
oportunidad para preparar su defensa respecto del nuevo cargo que se les imputaba, ya que sólo a través de la
sentencia del tribunal de apelaciones se enteraron de la recalificación de los hechos. En particular, estimó que el
cambio acogido en la sentencia alteraba los términos de la acusación inicial. Al respecto, hizo las siguientes
consideraciones: [...] La Corte observa que los preceptos del tercer párrafo, inciso a), del artículo 6 [de la
Convención Europea de Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales] apuntan a la
necesidad de brindar especial atención a la debida notificación de la acusación al imputado. Las particularidades del
delito juegan un rol crucial en el proceso penal, desde que el momento de la comunicación de aquellas es cuando el
sospechoso es formalmente puesto en conocimiento de la base fáctica y legal de los cargos formulados en su
contra... El artículo 6.3.a) de la Convención [Europea] reconoce al imputado el derecho a ser informado no sólo de
la causa de la acusación, es decir, de los actos que supuestamente ha cometido y sobre los que se basa la acusación,
sino también la calificación legal dada a esos actos. Dicha información debe ser detallada, tal como correctamente
sostuvo la Comisión. [...] El alcance del precepto anterior debe ser determinado, en particular, a la luz del derecho
más general referente a un juicio justo, garantizado por el artículo 6.1 de la Convención (ver, mutatis mutandis, las
siguientes sentencias: Dewer vs. Bélgica, Sentencia del 27/02/80, Serie A, Nº 35 , pp. 30-31, párr. 56; Artico vs.
Italia, Sentencia de 13 de mayo de 1980, Serie A, Nº: 37, p. 15, párr. 32; Goddi vs. Italia, Sentencia de 9 de abril de
1984, Serie A, Nº 76, p. 11, parr. 28; y Colozza vs. Italia, Sentencia de 12 de febrero de 1985, Serie A Nº 89, p. 14,
párr. 26). La Corte considera que, en cuestiones penales, el precepto concerniente a una información completa y
detallada de los cargos formulados contra el imputado y, consecuentemente, a la calificación legal que el tribunal
pueda adoptar al respecto, constituye un prerrequisito esencial para asegurar que los procedimientos sean justos [...]
268
absolvió de culpa cargo (fs. 138); habiendo apelado el agente fiscal (fs. 144)
concediósele el recurso libremente (144 vta). Pasados los autos al Sr. Fiscal de
Cámara para expresar agravios, manifestó en su dictamen de fs. 149: “no mantengo el
recurso del Sr. Agente Fiscal”. Se proveyó llamando “Autos” (fs. 149 vta.) notificándose
en la misma foja el defensor.- La causa pasó directamente a sentencia y por mayoría
se revocó el fallo absolutorio, imponiéndose al procesado la pena de prisión perpetua,
como autor del delito de homicidio calificado (fs. 152); el restante miembro del tribunal
votó porque se condenara a aquél como autor del delito de abuso de armas, a la pena
de dos años de prisión.- Que sin acusación no puede haber proceso ni condena. Si el
agente fiscal opina que no cabe abrir el proceso contradictorio y coincide el juez o, en
caso de disentir éste, el Fiscal de Cámara acompaña al Agente Fiscal, el juez está
obligado a dictar sobreseimiento (arts. 460 y 461). Ya el art. 2º de la ley 27 señalaba
que la justicia nacional nunca procede de oficio.- Que igualmente la competencia del
tribunal de apelación está dada por la medida del recurso concedido ante él... Lo
confirma el art. 508 del C.P.P. en cuanto asegura los efectos de la cosa juzgada a las
sentencias que no se apelan en término. Incurriría en exceso de poder el tribunal de
apelación que llevara su decisión a extremos excluidos de la apelación (Faustin Hélie.
Traité de L’Instruction Criminelle, V # 576 ed. 1858 pag 88/89).- Que tan desprovista
de soportes legales resultaría una condena de primera instancia sin acusación, como
una condena de segunda instancia sin apelación.- ...El fiscal de Cámara no puede
estar obligado a mantener la apelación planteada por el agente fiscal y el desistimiento
por el Fiscal de Cámara del recurso interpuesto por el agente fiscal, debe tener el
efecto de dejar firme la sentencia de primera instancia sin que parezca indispensable
la existencia de una disposición especial como contienen algunos códigos provinciales
por tratarse de la aplicación de principios esenciales de observancia universal.- Que
por otra parte examinado el caso de autos a la luz de las consideraciones precedentes,
resulta que en ningún momento se acusó al procesado como responsable del delito
previsto en el art. 80 inc. 1º del código Penal, ni se lo colocó en situación procesal de
tener que defenderse por él. Concedido libremente el recurso (fs. 144 vto.) que luego
fue desistido (fs. 149), no se proveyó el desistimiento, rechazándolo si se consideraba
imperativamente abierta la segunda instancia; tampoco se cumplió el debate que los
arts. 518, 519 y ss. señalan.- Que en tal situación, no han sido respetadas en el caso,
la garantía de la defensa que el art. 29 de la Constitución asegura ni el derecho a la
absolución adquirida a raíz del desistimiento del recurso acordado contra la sentencia
que la había declarado.- Disidencia Dres. Herrera y Vera Vallejo. Que por otra parte y
a mayor abundamiento, es de observar que la tesis según la cual la acusación
formulada en primera instancia y la apelación fiscal concedida respecto de la sentencia
recaída da potestad jurisdiccional al tribunal de Alzada para conocer en la causa, se
ajusta a la necesaria unidad del proceso, cualquiera sea el número de instancia en que
se desarrolle y el valor de los pronunciamientos que en ella recaigan siendo materia
de puro derecho procesal y organización judiciaria, ajena al recurso extraordinario.-
Que la solución adoptada por la Cámara de apelaciones sobre este punto, tampoco
269
constituye una interpretación extensiva, prohibida por el art. 29 de la Constitución
Nacional, sino simplemente importa ejercer las funciones y poderes propios del
Tribunal con el alcance reconocido por una larga jurisprudencia.- Que no cabe en el
caso la impugnación de arbitrariedad del fallo recurrido ante la reiterada jurisprudencia
de la Corte Suprema y de la Cámara Penal, en el sentido de la solución dada por aquel
al punto cuestionado, o sea, que el Ministerio Fiscal no puede, mediante un
desistimiento o allanamiento a la sentencia recurrida, detener el curso de la acción que
ha intentado ni del recurso que ha deducido, limitando la potestad jurisdiccional de un
Tribunal de Alzada una vez que la causa ha llegado a su conocimiento por recurso
regularmente entablado y concedido (fallos 135; 31; 184...)
CSJN. ASSENTI, Adrián Omar y otros s/ Inf. Ley 20771. 20/07/80. (302:791). 13 Cons.
1º) Que la defensora oficial de Adrián Omar Asentí, deduce el recurso extraordinario
concedido a fs. 189 aduciendo que la inclusión en el fallo de la Cámara de un hecho
que no habría sido objeto del proceso anteriormente y la agravación de la pena sobre
tal base vician de arbitrariedad la sentencia del aquo. Consid. 2º) Que, como lo señala
el precedente dictamen, la cuestión planteada excede los casos de cambio de
calificación operada de oficio por el tribunal de Alzada en materia penal, porque en el
presente se trata, además de ello, del juzgamiento de un hecho sobre el cual la
defensa no tuvo ocasión de hacerse oír, con mengua, por ende, de la respectiva
garantía que reconoce el art. 18 C.N.. Consid. 3º) Que tal lesión reviste carácter
sustancial habida cuenta de la manifestación formulada por la Defensora Oficial de que
la violación del debido proceso que la agravia ha tenido por efecto privarla de alegar el
error de hecho que su pupilo habría sufrido acerca de la minoridad del procesado.-
13 El imputado fue indagado por Inf. Arts. 1º y 2º inc. a) ley 20771; el Juez de Primera Instancia entiende que no
había configurado respecto de Assentí la figura del suministro de drogas que fuera materia de la acusación y sí en
cambio la tenencia de drogas. El Fiscal de Cámara, por su parte entiende que está acreditado el suministro, pero no
hace hincapié en la calidad personal del receptor de la droga. La Cámara tiene en cuenta la edad del receptor, a la
época de la comisión del hecho (16 años ) y lo condena en relación al art. 8º inc. a) de la ley 20771.
270
CSJN. NAVARRO, Rolando Luis y otros s/ Homicidio Culposo. 09/08/2001.
(324:2133). Voto del Dr. Petracchi. Consid. 2º) que en la sentencia impugnada se
atribuye la muerte de María Luisa Ramírez al “descuidado trato” que se le diera
cuando reingresó al Hospital Argerich, tras haber sido sometida a una operación de
apendicitis de la que había sido dada de alta sin que constara en la historia clínica el
tratamiento que le correspondía a su egreso. En el voto mayoritario, el vocal
preopinante consideró que “el personal médico afectado debió haber extremado la
atención de la paciente, máxime cuando se trataba de una reacción evidentemente
relacionada con la dolencia por la cual había sido operada días atrás en el mismo
hospital y no se trataba de una derivación que pudiera hacer presumir otro cuadro.
Tales circunstancias indican mínimamente un negligencia, sino una impericia en el
desenvolvimiento profesional de los facultativos”. Sobre la base de tales argumentos el
tribunal condenó a los médicos mencionados. Consid. 4º) Que tal como lo señala el
Procurador General en el dictamen que antecede, no se advierte en la decisión en
examen la descripción de la conducta considerada como incumplimiento del deber de
cuidado y por la que el aquo responsabilizó a los acusados. En este sentido, la
referencia genérica a una supuesta negligencia, imprudencia e impericia, en que
habrían incurrido los procesados “al no haber adoptado las precauciones que les
concernían como profesionales en el arte de curar” y al desatender el “grave cuadro
que debían haber advertido desde un comienzo”, sin establecer, siquiera
mínimamente, cual era la conducta debida, si ella era factible, y en cabeza de quien
recaía su realización, adolece de una imprecisión tal que no es posible conocer cual es
la materia concreta del reproche penal. A este respecto, cabe destacar que el
presupuesto de validez de toda imputación consiste en permitir que la defensa pueda
ejercer un control suficiente sobre el proceso de subsunción. Para ello, debe saberse
cual es la situación de hecho concreta cuya tipicidad se postula; lo cual también es
válido para el caso de que tribunal modifique la calificación jurídica (iura novit curia), en
tanto también en ese supuesto es exigible que los argumentos relativos a la
subsunción sean controlables. De acuerdo con este criterio, no es posible considerar
satisfecha dicha exigencia con la sola descripción de un suceso fáctico, aun cuando
sea detallada y específica, si no permite determinar, además, en que medida la
conducta de cada uno de los imputados es contraria a una norma penal. De allí que se
haya afirmado, correctamente, que para una adecuada “descripción del hecho en la
acusación, desde el punto de vista de la información del acusado, se requiere que las
circunstancias de hecho que conducen a los elementos del tipo legal de la disposición
penal pertinente estén dados como datos precisos. Debe ser posible para el acusado
llevar a cabo el proceso de subsunción que ha realizado el fiscal en el escrito de
acusación. Sólo así se asegura una defensa apropiada. Por lo tanto, la descripción del
hecho en la acusación tiene, además del de la delimitación del objeto del proceso, un
valor de información propio” (Krause/Thon. Vicios de la descripción del hecho en el
tenor de la acusación y su significación jurídica. 6, 1985 p. 255 y ss.). En suma para
que un hecho se convierta en fechoría (condenable como delito penal) no sólo es
271
necesaria una acabada determinación de los elementos que lo componen para llegar a
una concreta adecuación al tipo penal de que se trate; además, tal determinación debe
ser lo suficientemente clara como para permitir que el imputado ejerza con plenitud su
derecho constitucional a la defensa. ... Ahora bien, en materia penal se debe ser más
exigente y fijar criterios más rígidos, por imperio de plausibles reglas propias de ese
derecho (e.g. mandato de determinación, prohibición de analogía in malam parte,
mandato de certeza, etc.) que se traducen en el requerimiento de que sean
expresados en la decisión los fundamentos del procedimiento de subsunción, método
tradicionalmente considerado como reaseguro del principio de legalidad. Dicho
procedimiento, que consiste en comprobar si un hecho posee todas las características
que la ley fija para que exista un delito, opera básicamente como un silogismo en el
cual la premisa mayor está constituida por la norma, la premisa menor por el hecho, y
la conclusión, por la decisión. Su objetivo es, justamente, que toda sentencia penal de
condena sea un ejercicio de coherencia y claridad del pensamiento. Para que esto sea
posible se deben evitar la congestión de argumentos y el espesamiento del lenguaje
usado en forma negligente. A pesar de la reconocida ambigüedad de las palabras el
juzgador debe esforzarse en la búsqueda de expresiones necesarias, exactas,
concisas, compactas, entendibles y memorables. Se requiere, en suma, un lenguaje
riguroso que evite lo indefinible porque lo indefinible no se puede juzgar. Consid. 5º)
Que constituye un requisito fundamental del debido proceso penal el de que las
sentencias penales contengan un examen de la participación de cada uno de los
procesados en los hechos ilícitos que se consideren probados, con la concreción de
las figuras delictivas que se juzgan, sin otro límite que el del ajuste del
pronunciamiento a los hechos que constituyen materia del juicio, en razón del derecho
fundamental del acusado, basado en el art. 18 de la C.N., de tener un conocimiento
efectivo del delito por el cual ha sido condenado (Fallos: 321:469, considerando 4º y
sus citas). Consid. 6º) Que es evidente derivación del principio de congruencia, como
expresión de la defensa en juicio, que el hecho materia de la condena debe satisfacer
idénticos parámetros de exactitud. Resulta inadmisible que el condenado no pueda
conocer cual es el hecho por el cual se lo condena y cómo se ha llevado a cabo, en lo
que a él le atañe personalmente, la subsunción en el tipo penal respectivo. Ello es así
en todos los casos, aún en aquellos en los que el acusado pueda reconstruir la materia
del reproche a partir de su propio conocimiento de los hechos, pues de lo contrario se
estaría haciendo recaer sobre él la misión –eminentemente estatal- de formular
correcta y precisamente la imputación. Este punto adquiere especial relevancia en
supuestos como el presente, en el que por las características del hecho atribuido, el
imputado, por sus conocimientos técnicos, está en condiciones de caracterizar, quizá
con mayor precisión que el juez, cuál es el deber concretamente infringido. Consid. 7º)
Que en el caso particular de los delitos imprudentes cometidos en el contexto de
violaciones a la lex artis médica, esta Corte tiene dicho que sólo una vez conocido el
alcance exacto de las obligaciones que recaen sobre el médico, sea que las haya
asumido voluntariamente o que le sean impuestas reglamentariamente, es posible
272
formular un juicio penal de reproche basado en su incumplimiento culposo (Fallos
317:1854 esp. Considerando 4). Cuando a ello se agrega la pluralidad de
intervinientes, como ocurre en el sub lite, la determinación de la distribución de los
deberes que corresponden a cada uno de ellos resulta ineludible, a fin de delimitar las
esferas de incumbencia y graduar los diferentes niveles de responsabilidad.
CSJN. ZURITA, Hugo G.. La Ley 1991. D, 129. 23/04/91. Considerando: 1) Que contra
la sentencia de la Cámara Federal de Apelaciones de San Martín, por la que se
condenó a Hugo G. Zurita a la pena de 8 años de prisión y costas, en calidad de autor
responsable del delito de robo agravado por el uso de armas --condena que fue
asimismo unificada con otra anterior en diez años de la misma especie de pena--,
interpuso el defensor oficial el recurso extraordinario, cuya denegación motivó la queja.
2) Que el procesado había sido acusado y después condenado por haber asaltado,
junto con otro y exhibiendo un arma, a dos personas, a las que robaron dinero y la
pistola y la chapa de pecho identificatoria de una de ellas como suboficial de la Policía
Federal. La Cámara a quo, al confirmar esa condena, sostuvo que a pesar de que no
fue secuestrada el arma empleada en el robo, igualmente debía mantenerse la
calificación agravada porque, durante la comisión del hecho "--y casi como uno de los
primeros actos-- se produjo el apoderamiento de la pistola Browning 9 mm., N° 11-
67922 que portaba Barrios --la que, como vimos, era indudablemente apta para el
273
disparo y debe presumirse con su carga en razón del oficio de la víctima--, de manera
que durante una buena parte del hecho los delincuentes contaron con el arma que
exige el inciso 2° del art. 166 del cuerpo sustantivo...". Consid. 3) ...Ello es así, porque
la correlación necesaria entre el hecho comprendido en la declaración indagatoria, el
que fue objeto de acusación y el que fue considerado en la sentencia final --correlación
que es natural corolario del principio de congruencia-- no se ha respetado en el caso.
En efecto, esta corte tiene resuelto desde antiguo que, si bien en orden a la justicia
represiva, el deber de los magistrados, cualesquiera que fueren las peticiones de la
acusación y la defensa o las calificaciones que ellas mismas hayan formulado con
carácter provisional, consiste en precisar las figuras delictivas que juzgan, con plena
libertad y exclusiva subordinación a la ley, ese deber encuentra su límite en el ajuste
del pronunciamiento a los hechos que constituyeron la materia del juicio (Fallos:
186:297 --La Ley, 18-382--; 242: 227; 246:357; 284:54 --La Ley, 149-204--; 298:104;
302:328, 482, 791, entre otros).Y, en el caso, tanto en la indagatoria como en la
acusación y en la sentencia de primera instancia, al procesado nunca se le atribuyó
haber robado con armas por el empleo de la pistola cuyo apoderamiento fue uno de
los objetos de ese robo, impidiéndosele de ese modo la defensa material y técnica --
con directa e inmediata afectación de la garantía del art. 18 de la Constitución
Nacional-- respecto de la circunstancia de agravación tal como fue concebida en la
sentencia apelada.
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facultades antes señaladas, tratara las cuestiones de hecho para poder dictar
sentencia.
275
CSJN. CASTRO, José Farfán s/ su proceso. Dictamen del Procurador General Dr.
Sebastián Soler que la Corte hace suyo. ... Aquí en cambio, no se trata de esto (refiere
fallos 234, 270 y 360), sino de establecer si los jueces del crimen pueden imponer una
pena más grave que la solicitada por el acusador; y es obvio, que no pudiéndose
negar la concurrencia de los elementos exigidos para que haya “juicio” en el sentido
constitucional del término (acusación, defensa, prueba y sentencia) la cuestión no
puede resolverse más que en el plano del derecho procesal porque solo a través de la
interpretación de sus disposiciones concretas y habida cuenta de las peculiares
características del juicio penal podrá determinarse si los tribunales pueden o no aplicar
penas superiores a las requeridas por la parte acusadora.-
CSJN. LUPO, Estrella 03/03/81. Consid. 1) Que contra la sentencia de la sala III de la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional que, luego de anularse
el fallo anterior de la sala II, condenó a la procesada a cuatro años de reclusión, ocho
años de inhabilitación especial para ejercer su profesión de médica y cualquier otra del
arte de curar y con más la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado, al
considerarla responsable en la participación del delito de aborto en grado de cómplice
necesario (fs. 137/42 de los autos principales y a cuyas citas se hará referencia en lo
sucesivo salvo expresa mención en contrario), la defensa interpuso recurso
extraordinario; su denegatoria, dio origen a la presente queja. Consid. 5) Que, en
cambio, suscita cuestión federal la aplicación de la accesoria de reclusión por tiempo
indeterminado prevista por el art. 52, inc. 2º, del Cód. Penal. Como lo pone de
manifiesto el Procurador General, no se trata precisamente del supuesto en que el
tribunal fija una pena más elevada a la efectivamente pedida por el Ministerio Público,
lo que ha sido admitido en la medida en que la condena no exceda los límites de la
sanción que la propia ley prevé para el hecho en cuestión (Fallos: t. 237, p. 423; t. 246,
p. 121; t. XXI, p. 830, sum. 5- y otros). Por el contrario, la accesoria prevista por el art.
52, inc. 2º del Cód. Penal, en tanto no configura un complemento necesario de la pena
principal, exige para su aplicación se verifiquen situaciones particulares de hecho y de
derecho. De allí que no sea factible su imposición de oficio, so pena de afectar de
manera ilegítima el derecho de defensa en juicio al versar la condena sobre cuestiones
que no fueron objeto de oportuno debate (Fallos. t. 274, p. 402; t. 276, p. 364, J-Z, p.
1037, sum. 68; p. 1649, sum. y causa "Fiscal c. Azcona M. y Abbiati F. s/ falsificación
de vinos" fallada el 7 de julio de 1977, entre otros- Rev. La Ley, t. 1978-B, p. 683, sec.
Jurisp. Agrup; caso 2950-).
CSJN. GALEANO, Oscar. 12/04/84 La Ley 1984-C, 540 ....Que tampoco corresponde
acoger el agravio a la defensa en juicio que el apelante funda en que la alzada habría
incurrido en "reformatio in pejus". Cabe aquí señalar que la jurisdicción de los
tribunales penales de apelación sólo encuentra límite en los hechos que han sido
objeto del debate, pero aquellos no se encuentran sujetos a la calificación que de
dichos hechos hayan realizado las partes o los jueces inferiores. Se excede de tales
276
supuestos cuando se juzga un hecho sobre el cual la defensa no tuvo ocasión de
hacerse oír (Fallos: t. 302, p. 791 ) o cuando se agrava la situación del procesado o
condenado sin existir recurso acusatorio (Fallos: t. 270, p. 236; t. 284, p. 338; t. 292, p.
155; t. 301, p. 442; t. 303, p. 276; t. 304, p. 1270 - y causa L. 335 resuelta el 23 de
noviembre de 1983). Por el contrario, ello no sucede en la especie, toda vez que,
habiendo mediado acusación del Fiscal de primera instancia por el delito de estafa, y
recurso de apelación contra la sentencia del juez de grado que absolvió al procesado
por el hecho, la falta de expresión de agravios por parte del Fiscal de Cámara no
obstaba para que la alzada modificara lo resuelto sin afectar la bilateralidad y la
necesidad del juicio contradictorio (Fallos: t. 292, p. 155), porque lo decisivo radica en
que el tribunal "ad quem" conserve su jurisdicción, la cual se encontraba habilitada con
el recurso que el acusador dedujo contra la sentencia absolutoria. Por ello se
desestima la queja.-
CSJN. BENSADON, Germán. 10/08/95. Consid. 4) que en el sub lite no han sido
respetadas las formas, en la medida en que se ha dictado sentencia condenatoria sin
que mediase acusación. En efecto, dispuesta la elevación a juicio, el fiscal durante el
debate solicitó la absolución del imputado y, pese a ello, el tribunal de juicio impuso la
condena recurrida, lo cual pone al descubierto una trasgresión a las garantías
constitucionales de la defensa en juicio y el debido proceso que conducen a la
revocación del pronunciamiento recurrido.
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CSJN. CASERES, Martín H s/ Tcia. Arma de Guerra. 25/09/97. Consid. 4º) Que en el
sub lite no han sido respetadas esas formas, en la medida en que se ha dictado
sentencia condenatoria sin acusación. En efecto, dispuesta la elevación a juicio, el
fiscal durante el debate solicitó la absolución del imputado y pese a ello, el tribunal de
juicio impuso la condena recurrida, lo cual pone al descubierto una trasgresión a las
garantías constitucionales de la defensa en juicio y el debido proceso que conducen a
la revocación del pronunciamiento recurrido... Disidencia Dr. Nazareno. Consid. 7º) ...
un nuevo análisis de la cuestión lleva a esta Corte al convencimiento de que se
impone la necesidad de revisar la doctrina sentada en los citados casos de Fallos
317:1094 y “Tarifeño” sobre la base de admitir que la autoridad del precedente debe
ceder ante la comprobación de la inconveniencia de su mantenimiento. Consid. 8º)
Que, en efecto, el ejercicio de la jurisdicción del tribunal oral está precedido por una
previa acusación formulada en la requisitoria de elevación de la causa a juicio –art.
347 del C.P.P.N.- que fija los hechos en forma clara, precisa y circunstanciada, su
calificación legal y los motivos en que se funda, presupuestos éstos que no deben ser
violatorios a fin de asegurar el derecho de defensa en juicio, de raigambre
constitucional (fallos 312:2066 y 315:308 entre otros). Consid. 9º) que en cuanto al
pedido concreto de pena por parte del fiscal al finalizar el debate, cabe aclarar que no
resulta una obligación de su parte, toda vez que esos funcionarios acusan o no, de
acuerdo a la convicción que se hayan formado sobre el mérito de los elementos
reunidos durante la sustanciación del juicio. Consid. 10º) Que ello no implica que el
tribunal, que es el único encargado de decir o declarar el derecho, aplicando la ley
penal a los casos que ante él se presentan, no pueda llegar a un pronunciamiento
condenatorio, en razón de que la actividad estimuladora de los órganos que ejercen la
jurisdicción ya fue cumplida, por el fiscal, en el requerimiento de elevación de la causa
a juicio. De lo contrario se estaría excediendo las facultades del Ministerio Público,
sujetando al juez natural de la causa a su voluntad. Consid. 11º) Que finalmente y a
mayor abundamiento, debe destacarse que si bien es cierto que al momento del
requerimiento no se individualiza la pena que en definitiva el Ministerio Público solicita
para cada caso, no lo es menos que al calificar legalmente la conducta, el propio
ordenamiento penal establece en cada delito, un mínimo y un máximo punitivo, dentro
del cual el juez, en caso de considerar el hecho probado y de acuerdo con la
tipificación a que él le atribuya, cuantificará el monto de la sanción que considere
adecuado, según las pautas mensurativas contenidas en los arts. 40 y 41 del C. Penal,
con lo cual la ausencia de determinación de pena por parte del fiscal queda soslayada,
sin que haya sido vulnerada garantía constitucional alguna. Disidencia del Dr.
O’Connor. Consid. 6º)... La acusación, en los juicios orales que tramitan según las
disposiciones del Código Procesal Penal de la Nación, se produce al formularse el
requerimiento de elevación a juicio, el que debe contener los datos personales del
imputado, una relación clara, precisa y circunstanciada de los hechos, su calificación
legal y una exposición sucinta de los motivos en que se funda (art. 347 C.P.P.N.), sin
278
incluir el pedido de pena, el que se difiere a la finalización del debate. Consid. 7º)
Que, como se dijo, por “acusación” debe entenderse la que se produce en la etapa
prevista por el art. 347 del Código mencionado, lo que se deriva de la circunstancia de
que en aquella se efectúa la descripción del objeto procesal y la indicación de la
persona sometida a proceso a lo que cabe añadir que el legislador en el art. 381
dispone que el fiscal de juicio puede “ampliar la acusación” y en el art. 67 faculta al
tribunal de juicio a llamar al agente fiscal cuando estuviere en desacuerdo fundamental
con el requerimiento fiscal, o le fuere imposible actuar, para que mantenga oralmente
“la acusación”. Consid. 8º) que el hecho de que el requerimiento de elevación a juicio
no incluya el pedido de pena no modifica la conclusión referente a que la acusación es
la que se produce en ocasión del art. 347 del Código citado dado que, como se señaló,
es en esta etapa en que se fija la persona definitivamente sometida a proceso y se
precisa el hecho acerca del cual ha de referirse el debate... Consid. 9º) Que por lo
demás, resulta pertinente destacar que el requerimiento de absolución por parte del
fiscal de juicio no desapodera al tribunal del ejercicio de la jurisdicción, pues el pedido
desincriminatorio por parte del acusador no se halla previsto como causal que
determine el cese de la acción penal (art. 5º del C.P.P.N.). Asimismo, el requerimiento
de absolución del representante del Ministerio Público no afecta el debido proceso
legal pues la acusación como tal se ha producido en la etapa prevista en el art. 347 del
Código de rito y es esa requisitoria con la necesaria descripción del objeto procesal y
los demás, requisitos previstos por el art. 347 del Código ritual la que ha permitido a la
defensa el conocimiento de los cargos que permiten el pleno ejercicio de la defensa.
Disidencia Dr. Vazquez. Consid. 6º) Que el nuevo ordenamiento de forma instaurado
por la ley 23984, ha instrumentado un sistema acusatorio fiscal, sin cuya participación,
en aquellos actos que la propia ley prevé, desautorizan la prosecución del proceso.
Consid. 7º) que si bien ello es así , lo cierto es que tal circunstancia no puede incidir en
la decisión que el propio juez de la causa ha de tomar, una vez instada la acción,
alterando o sustrayendo la jurisdicción que como juez natural posee. Consid. 8º) Que
su participación se encuentra expresamente regulada en la normativa formal donde
establece el obligatorio pedido de requerimiento de instrucción, el de elevación a juicio
y posterior debate. Es allí donde hay que centrar la atención para no caer en
verdaderos eufemismos formales. Consid. 10) Que ningún inconveniente presenta la
circunstancia de que el magistrado interviniente resolviera no hacer lugar al pedido de
requerimiento fiscal de instrucción o de incompetencia, en cualquiera de sus facetas,
ya sea disponiendo el archivo de las actuaciones o la desestimación o bien declarando
su competencia. Ello así, pues dicho acto podrá ser revisado en la instancia inmediata
superior de no compartirse el criterio. Sin embargo, si fuera el agente fiscal quien
solicitara o decidiera no dar impulso a la acción, la situación resulta distinta pues no
hay norma expresa que prevea tal circunstancia. Consid. 11) Que no obstante ello,
analizando en un todo la normativa adjetiva, nos encontramos con el art. 348 parr. 2º,
que sí autoriza la revisión de los actos del agente fiscal por la instancia inmediata
superior, previendo incluso su apartamiento; y que si bien refiere a la decisión tomada
279
para negar el acceso a la instancia del debate, lo cierto es que también resulta
aplicable a lo antes señalado. Consid. 12) Que dicha interpretación resulta acertada en
la inteligencia de que el legislador no ha querido en circunstancias como éstas privar
de la instancia a casos que pudieran estar revestidos de arbitrariedad, y de esta
manera olvidar el derecho de la víctima a ver su derecho de justicia satisfecho, pues
sin duda, su papel principal es el de aportar pruebas para la realización de la
pretensión punitiva y dentro del proceso guarda un aspecto secundario. Consid. 14)...
resulta clara la norma en cuanto exige del auto de requerimiento a juicio y bajo pena
de nulidad, los datos personales del imputado, una relación clara, precisa y
circunstanciada de los hechos, su calificación legal y la exposición sucinta de los
motivos en que se funda, propio de una verdadera acusación. Consid. 15) que si bien
es cierto que no se cuantifica la pena ni su individualización, también lo es que dicho
recaudo formal deberá cumplimentarse al momento de valorar las pruebas producidas
en el transcurso del debate, pudiendo incluso, solicitar la absolución del imputado.
Consid. 16) Que así entonces cualquiera de las decisiones que tome el fiscal del juicio,
en nada impide la prosecución del proceso hasta la sentencia, donde el tribunal
decidirá conforme a derecho sobre las constancias arrimadas al legajo, incorporadas
como prueba, tras la habilitación al debate con el requerimiento de juicio. Consid. 18)
Que no se advierte violación alguna de la garantía constitucional de la defensa en
juicio y del debido proceso por el solo hecho de llegar a una sentencia condenatoria,
cuando el fiscal de juicio ha requerido la absolución del imputado. No resulta lógico
pensar que con su sola decisión el fiscal pueda, sin contralor alguno, decidir la suerte
del proceso luego de haber formulado una verdadera acusación con el pedido de
remisión a juicio, postulando un verdadero reproche penal, y convertirse de esta
manera en juez y parte. Consid. 21) que tampoco se advierte cómo la defensa técnica
pueda verse impedida de defender a su pupilo; el juicio se limitará a las constancias
introducidas en el debate, en la forma que prescribe la normativa vigente, la que
contará sin duda y como recaudo esencial, la lectura del requerimiento de elevación a
juicio, voluntad expresa del representante del Ministerio Público para perseguir
penalmente a una persona, circunscribiendo los hechos que serán materia de
tratamiento
280
demanda civil y condenó al nombrado a pagar a los actores la suma de $ 2.300.000
(dos millones trescientos mil pesos) en concepto de daños materiales y morales
sufridos como consecuencia del delito. Con anterioridad al dictado de esa sentencia -
más precisamente en ocasión de alegar oralmente sobre la prueba producida- el
representante del Ministerio Público, luego de haber ampliado la acusación contenida
en el requerimiento de elevación a juicio, solicitó la absolución del procesado. Consid.
5. Que esta Corte ha establecido reiteradamente que no obstante que sus decisiones
se circunscriben a los procesos concretos que le son sometidos y sus fallos no
resultan obligatorios para casos análogos, los jueces tienen el deber de conformar sus
decisiones a las de este tribunal, ya que carecen de fundamento las sentencias de los
tribunales inferiores que se apartan de sus precedentes sin aportar nuevos
argumentos que justifiquen modificar las posiciones sustentadas en ellos, dado que
aquél reviste el carácter de intérprete de la Constitución Nacional y de las leyes
dictadas en su consecuencia (Fallos: 303:1769 y 311:1644, entre otros). Tal
fundamentación aparece configurada en la especie, toda vez que el a quo destacó las
diferencias sustanciales que desvinculaban los precedentes invocados del caso "sub
examine". En particular, expresó que "el Fiscal de Cámara no sólo insistió con los
fundamentos del requerimiento de elevación a juicio sino que amplió la acusación,
haciendo mérito de la prueba rendida durante el debate (...) aspecto que confiere, a la
cuestión a decidir, un matiz que la distingue esencialmente de los referidos
precedentes de esta Corte y de la Corte Suprema de Justicia de la Nación" (fs. 5896
de los autos principales). Esta reflexión -ciertamente- cubre la exigencia apuntada,
toda vez que al acto instructorio del requerimiento de elevación a juicio le sucedió la
ampliación de la acusación en el marco propio del debate oral y tras ello sobrevino una
solicitud absolutoria considerada infundada, circunstancias que más allá de la recta
interpretación que desde la perspectiva constitucional se establecerá infra, permitió
válidamente al a quo descartar el recordado criterio de este tribunal, preservando a su
decisión de la tacha de arbitrariedad invocada sobre el punto. Consid. 7. Que desde
antiguo esta Corte ha señalado que el debido proceso exige la observancia de las
formas sustanciales del juicio relativas a la acusación, defensa, prueba y sentencia
dictada por los jueces naturales (Fallos: 125:10; 127:36; 189:34; 308:1557, entre
muchos otros). Esta fórmula, sin embargo, resulta insuficiente para resolver la cuestión
que se debate en el "sub lite" toda vez que poco ilustra sobre el contenido exigible a
cada uno de esos actos para satisfacer aquella garantía fundamental. Ello obliga al
tribunal a precisar los alcances de estos últimos y por ende, a revisar lo decidido
respecto de las consecuencias que se derivan de la mencionada fórmula. En efecto, lo
que aquí se intenta determinar es si el requerimiento absolutorio del fiscal en su
informe conclusivo en el marco del debate oral, impide que el tribunal de juicio valore
ese debate y, en su caso, condene al acusado. Dicho de otro modo: se procura
determinar si la acusación exigida por la fórmula antes enunciada -como exigencia
requerida por la garantía del debido proceso- se satisface con el requerimiento fiscal o
si, por el contrario, ese acto debe ser ratificado en el momento de alegar. Consid.
281
8. ...Para ello es necesario recordar, como principio rector, que en nuestro sistema de
enjuiciamiento penal es el Estado, el que por sí mismo se encarga de la persecución
penal (principio de oficialidad). Por tal razón el principio acusatorio sólo puede ser
concebido en su acepción formal, es decir aquélla según la cual -tal como lo puso de
relieve el procurador general en Fallos: 299:249- "se ponen en manos de un órgano
especial, distinto del que declara el derecho, el cometido de excitar la jurisdicción
mediante el ejercicio de la acción". En efecto, el principio acusatorio consiste en que
juez y acusador no sean la misma persona (entre muchos otros, Roxin, "Derecho
Procesal Penal", ed. Del Puerto, 2000, p. 86); se trata del desdoblamiento formal del
Estado en dos órganos específicos: uno que acusa y otro que decide. Consid. 9. Que
conforme lo hasta aquí esbozado el principio "ne procedat iudex ex officio" supone
únicamente que el proceso sólo podrá iniciarse si hay acusación del fiscal extraña al
tribunal de juicio, en tanto ello es garantía de la imparcialidad de quien ha de juzgar
(entendida como garantía implícita derivada de la forma republicana de gobierno). Con
base en esa necesidad de imparcialidad y objetividad de quien tiene que dictar
sentencia es que la existencia de acusación y su contenido no pueden tener origen ni
ser delineados por el mismo órgano que luego tendrá a su cargo la tarea decisoria. Si
se soslaya, entonces, que en nuestro sistema procesal mediante el principio acusatorio
sólo se pretende proteger la garantía de imparcialidad, aquel principio corre el peligro
de transformarse en una fórmula pretenciosa y, a la vez, vacía de contenido. Consid.
10...., no debe confundirse las reglas del debido proceso de carácter acusatorio con el
principio dispositivo. El primero, como se dijo, impone simplemente disociar las
funciones requirente y decisoria, mientras el segundo se relaciona con la titularidad del
derecho material en crisis. Por ello, como a continuación se desarrollará, no siendo el
acusador titular de derecho alguno, resulta impensable que pueda apartar al tribunal
del ejercicio de su jurisdicción, ejerciendo un poder vinculante. ... Así circunscripto, el
principio acusatorio supone como regla de garantía que el juzgador sólo queda ligado
a la acusación en el sentido de su imposibilidad de condenar a persona distinta de la
acusada y por hechos distintos de los imputados, pero la solicitud concreta del fiscal
en modo alguno lo vincula. Consid. 11. Que es la acusación -tal como fue delimitada
en el considerando precedente- lo que constituye el objeto del juicio, alrededor de la
cual se instala el debate oral y público y es misión del tribunal de juicio valorarla para
absolver o condenar. Acusar significa "imputar, atribuir a una o varias personas, como
autores, cómplices o encubridores de un delito o falta" (Ossorio Manuel, "Diccionario
de Ciencias Jurídicas y Sociales", ed. Heliasta, 1974, p. 33). La característica
definitoria del concepto de acusación consiste en la imputación a una persona
determinada de un hecho delictivo concreto y singular. ...El dogma procesal no hay
juicio sin acusación es un corolario del principio que impone la inviolabilidad de la
defensa. Nadie duda de que la existencia de un actor penal integra la garantía del
debido proceso, por cuanto el juicio penal debe tener por base una acusación correcta
y oportunamente intimada (Fallos: 125:10; 127:36; 189:34 y 308:1557), sin la cual el
imputado no podría defenderse adecuadamente. La exigencia de acusación, como
282
forma sustancial en todo proceso penal, salvaguarda la defensa en juicio del
justiciable. Las garantías constitucionales del debido proceso y de la defensa en juicio
exigen que la acusación describa con precisión la conducta imputada, a los efectos de
que el procesado pueda ejercer en plenitud su derecho de ser oído y producir prueba
en su descargo, así como también el de hacer valer todos los medios conducentes a
su defensa, que prevén las leyes de procedimientos (Fallos: 290:293; 298:308;
306:467; 312:540, entre otros). De todos modos, no debe olvidarse que la garantía del
art. 18 "sólo requiere para subsistir la existencia de una acusación respecto del
procesado" (Fallos: 143:5). Consid. 12. Que por el contrario, los alegatos no revisten
ese carácter, éstos no modifican el objeto procesal: allí simplemente las partes
exponen sus conclusiones sobre las pruebas incorporadas en el debate, actividad que
se diferencia claramente de la de acusar. Los informes finales -Plädoyer- sólo tienen
por misión permitir a las partes una valoración del contenido del debate, antes de que
se dicte sentencia, como facultad otorgada a aquéllas para influir sobre la voluntad del
juzgador, quien conserva el poder de decisión sobre la procedencia o improcedencia
de la acusación -imputación del hecho delictivo- contenida en el requerimiento fiscal de
elevación a juicio. Consid. 13. Que es por ello que admitir en el "sub lite" que la mera
abstención del fiscal, en el acto postrero del debate -existiendo ya una acusación
válida- importa un límite absoluto a la facultad jurisdiccional para dictar la condena,
implica -como ya se señaló- desconocer el alcance que el principio de la oficialidad
posee en nuestro sistema de enjuiciamiento penal. En efecto, si el pedido absolutorio
fuera inexorable para el tribunal, ello implicaría la arrogación del ámbito de la decisión
jurisdiccional que la Constitución asigna a un poder distinto e independiente. Consid.
14. Que, por otra parte, esta solución es la que mejor se compadece con un sistema
republicano de gobierno, cuyo contenido no se circunscribe al exigido por la doctrina
clásica de separación de poderes, sino que se inspira en una ideología que, con el fin
de proteger a los hombres en su libertad y derechos, establece una estructura de
contención a través de un sistema de revisión y control recíproco de esos poderes, en
pos de evitar que la excesiva concentración y la ausencia de control degenere en
arbitrariedad, despotismo y tiranía. Carecería de sentido que un pedido fiscal
desincriminatorio no fundado en derecho obligara al tribunal a absolver,
imposibilitándosele el ejercicio de un debido control de legalidad y razonabilidad.
Consid. 15. Que en efecto, si la propuesta del fiscal tuviera poder vinculante no habría
oportunidad de corregir su contenido "arbitrario" -lo que justamente pretendió
impedirse en el "sub lite"-. El alegato del fiscal debe ser fundado en hechos y derecho,
como derivación, principalmente, del principio de oficialidad. Si esto así no fuera, el
ejercicio de la acción penal se confundiría con su disponibilidad. El tribunal de juicio
está obligado a valorar esta situación, toda vez que el control ejercido por los jueces
respecto de las actuaciones de las partes en el proceso penal constituye un deber
(deber que en el "sub examine" fue ejercido por el tribunal, ante la actuación de un
fiscal que incluso luego de ampliar la acusación durante el debate, solicitó
intempestivamente la absolución del imputado). Entonces no puede exigirse que el
283
juez quede atado ineludiblemente a una evaluación de los hechos y a una
interpretación del derecho realizadas por el fiscal, sobre la base de motivaciones de
las que no participa, apartándose así de su convicción acerca de la verdad real. Si se
pretende ser consecuente con el principio acusatorio formal, como garantizador de la
imparcialidad del tribunal de juicio, no se puede al mismo tiempo postular que sus
decisiones queden ligadas a las de otro órgano del Estado.
CSJN. MOSTACCIO, Julio C. 17/02/2004. La Ley 2004-C, 69. Considerando: Que los
agravios traídos a conocimiento del Tribunal en la presente causa son sustancialmente
análogos a los tratados y resueltos en Fallos: 320:1891, a cuyos fundamentos cabe
remitirse por razones de brevedad. Por ello, y lo concordemente dictaminado por el
procurador general, se declara procedente el recurso extraordinario y se deja sin
efecto el pronunciamiento apelado. Hágase saber y devuélvase al tribunal de origen, a
fin de que, por quien corresponda se dicte nuevo fallo conforme a lo resuelto en el
presente. Voto Dres. Fayt y Vazquez. Consid. 5. Que, antes de entrar a analizar la
cuestión de fondo, debe recordarse que esta Corte a partir de la causa "Tarifeño",
resuelta el 28 de diciembre de 1989 (Fallos: 325:2019), entre otros, declaró la nulidad
de la sentencia condenatoria, puesto que el representante del Ministerio Público había
solicitado la absolución del imputado. Aquella jurisprudencia se mantuvo hasta la
causa "Marcilese", oportunidad en que el Tribunal -modificando su criterio- confirmó la
sentencia condenatoria no obstante el pedido de absolución del agente fiscal (Fallos
325:2005). Consid. 6. Que esta Corte ha establecido reiteradamente que no obstante
que sus decisiones se circunscriben a los procesos concretos que le son sometidos y
sus fallos no resultan obligatorios para casos análogos, sin que ello produzca
gravamen constitucional (doctrina de Fallos 280:430; 301:198; 302:748; 307:207;
308:1575 y 2561, entre muchos otros), cierto es que los tribunales inferiores deben
conformar sus decisiones a las de este Tribunal, y que el apartamiento no puede ser
arbitrario e infundado. Consid. 7. ...En tal sentido, las consecuencias de un
apartamiento por parte de los jueces de la causa de la doctrina esgrimida por el
recurrente, podría comprometer -eventualmente- a la Corte en su específica misión de
velar por la vigencia real y efectiva de los principios constitucionales. Salvo, como se
verifica en el sub lite y atendiendo a las circunstancias existentes al dictado el presente
fallo, que el Tribunal haya realizado un nuevo examen de la cuestión donde determinó
la necesidad de revisar la doctrina sentada en aquellos, sobre la base de admitir que la
autoridad del precedente debía ceder ante la comprobación de la inconveniencia de su
mantenimiento (conforme doctrina mayoritaria en la causa "Marcilese", Fallos
325:2005, citada supra). Consid. 11. Que en nuestro país el sistema de enjuiciamiento
penal y por consiguiente el ejercicio del poder punitivo del Estado, se caracteriza por el
principio de oficialidad, entendiéndose como tal -al decir de Baumann-, aquél según el
cual la persecución penal -independientemente de cuál sea su inserción en el
esquema de reparto de ministerios- es promovida por órganos del Estado. La
Constitución Nacional efectúa así un reparto de competencias atribuyendo a los
284
distintos órganos diversas funciones a fin de posibilitar controles recíprocos y evitar la
concentración de poder de uno de ellos, como garantía para los ciudadanos y como
forma de preservar la forma republicana de gobierno. Al Poder Judicial se le atribuye la
jurisdicción o potestad de juzgar mediante el juicio previo en el que el juez natural
resuelve un conflicto entre las partes -antagónicas y que actúan en plena igualdad- en
controversia, aplicando al caso concreto el derecho vigente. En el ámbito penal se
produce un desdoblamiento formal del Estado; por un lado, el Ministerio Público Fiscal
-en ocasiones coadyuvado con la querella- es el encargado de excitar al órgano
jurisdiccional ejerciendo la acción penal y por el otro, el juez, tercero imparcial y por
ello no comprometido con las posiciones de los contendientes, que es quien ejerciendo
el poder jurisdiccional resuelve el caso. Consid. 13. Que en efecto, el modelo procesal
delineado por la Constitución distingue claramente la función de perseguir y acusar de
la función de juzgar y penar, las cuales son independientes y distintas, y cada una de
éstas está a cargo de órganos diferenciados y autónomos. El principio acusatorio
sintetizado en los aforismos latinos "ne procedat iudex ex officio" y "nemo iudex sine
actore", es decir, el juez no actúa de oficio y no hay juicio sin actor, tiene por finalidad
asegurar que el tribunal que juzga no se encuentra comprometido con la imputación
que está llamado a resolver, asegurando la imparcialidad del tribunal. Imparcialidad
que fue definida por el maestro Ferrajoli como "la ajenidad del juez respecto de los
intereses de las partes en causa. El juez no debe tener ningún interés, ni general ni
particular, en una u otra solución de la controversia que está llamado a resolver, al ser
su función la de decidir cuál de ellas es la verdadera y cuál es la falsa" (Ferrajoli, Luigi,
"Derecho y Razón", trad. De Perfecto Andrés Ibáñez y otros, Ed. Trotta, Madrid, 1995,
ps. 580/581). Consid. 16. Que la acusación como resguardo del debido proceso
constituye el objeto del juicio alrededor de la cual se instala el debate oral y público,
siendo misión del tribunal de juicio valorarla para absolver o condenar. Consiste en la
imputación formal a una persona determinada de un hecho delictivo y singular como
presupuesto ineludible de la inviolabilidad de la defensa en juicio, en cuanto permitirá
al individuo conocer la imputación que se le atribuye, sin la que no podría defenderse
adecuadamente. La existencia de una acusación así definida se verificó en autos,
materializada en el requerimiento fiscal de elevación a juicio; de lo contrario el juez
hubiera carecido de jurisdicción. Consid. 18. Que, aclarado ese concepto, corresponde
avocarse a despejar el interrogante que seguidamente se plantea: ¿constituye el
requerimiento de elevación a juicio la acusación indispensable para garantizar el
debido proceso legal y la defensa en juicio? La respuesta es afirmativa. En efecto, el
requerimiento constituye la base y límite del juicio penal, toda vez que el hecho
contenido en la sentencia no admite distinción de aquél descrito en la requisitoria del
acusador sobre el que hubo de estructurarse la intimación verificada al comienzo del
debate. Es el puente que vincula el conocimiento del juicio; el punto axial está
constituido por el requerimiento de elevación a juicio, y éste se abre con la acusación.
La condición acusatoria de la requisitoria fiscal de elevación a plenario es indudable.
Consid. 19. Que por el contrario, los alegatos no revisten ese carácter ya que éstos no
285
modifican el objeto procesal. Allí las partes se limitan a exponer sus conclusiones
sobre las pruebas incorporadas en el debate, antes de que se dicte sentencia, como
facultad otorgada a aquéllas para influir sobre la voluntad del juez, quien conserva el
poder de decisión sobre la procedencia o improcedencia de la acusación contenida en
el requerimiento fiscal de elevación a juicio. En lo que se refiere al alegato del fiscal,
éste realiza una valoración sobre la prueba producida en el juicio oral y hasta que
punto considera acreditado los hechos contenidos en el requerimiento de elevación a
juicio. Esta evaluación es efectuada de acuerdo a un interés -defensa de la legalidad y
de los intereses generales de la sociedad-, pero en modo alguno obliga al tribunal, el
cual, con total imparcialidad y dentro del marco del proceso acusatorio -antes
reseñado- tiene por misión el descubrimiento de la verdad cumpliendo así con el
ejercicio de la jurisdicción. Consid. 20. Que es por ello que admitir en el sub lite que la
mera abstención del fiscal, en el acto postrero del debate -existiendo ya una acusación
válida- importa un límite absoluto a la facultad jurisdiccional para dictar la condena,
implica -como ya se señaló- desconocer el alcance que el principio de la oficialidad
posee en nuestro sistema de enjuiciamiento penal. En efecto, si el pedido absolutorio
fuera inexorable para el tribunal, ello implicaría la arrogación del ámbito de la decisión
jurisdiccional que la Constitución asigna a un poder distinto e independiente. Dicho de
otra manera: el fiscal se transformaría de hecho en el juez, con exclusión de órgano
jurisdiccional, imparcial e independiente. Ello ataría a la sociedad cercenando su
derecho a conocer la verdad. Consid. 21. Que, resultaría así ilógico sostener pues, que
una sentencia puede ser revisada en virtud de su contenido arbitrario, mientras que,
paradójicamente, en el hipotético caso que el fiscal formulara un pedido de absolución
infundado debería tener un efecto vinculante para el juzgador. En efecto, si la
propuesta del fiscal tuviera poder vinculante, su contenido arbitrario no podría ser
corregido, quedando la suerte del proceso sujeta a la discreción del acusador,
convirtiéndolo en árbitro de la causa. Al respecto son sumamente ilustrativas las
palabras del profesor Francesco Carnelutti en su artículo "Poner en su puesto al
Ministerio Público" (Rivista de Diritto Processuale, 1953, I, publ. en "Cuestiones sobre
el Proceso Penal", Ed. Librería del Foro, Buenos Aires, 1994) cuando "remarca la
ambigua naturaleza" (p. 211) que caracteriza al Ministerio Público y en referencia al
debate final considera que "el ministerio público no motiva, pero nunca deja de
concluir. Este es el residuo de la concepción del ministerio público como titular de la
acción penal; pero ya no dispone de ella en modo alguno, y menos todavía en el
debate. Tan es así, que el juez puede condenar aunque el ministerio público le haya
requerido la absolución". Ello es así, en tanto "el oficio de las partes en la fase del
debate, o de la discusión es precisa y únicamente la de exponer las razones. Para
sacar las conclusiones es el juez quien debe pensar" (p. 217). Consid. 22. Que por otra
parte, la inviolabilidad de la defensa en juicio se complementa con el principio de
contradicción, el cual debe ser respetado. El juicio debe llevarse a cabo en
contradicción, es decir que será contradictorio. Ello reside esencialmente en el deber
que tiene el juez de otorgar a todas las partes la oportunidad de ser escuchadas,
286
solicitar medidas de prueba, controlar al órgano jurisdiccional y a las otras partes, de
refutar sus argumentos, etc. "Consiste en que cada uno de los sujetos ofrece su propio
pensamiento a la meditación de otro"..."en que cada sujeto hace vivir en los demás su
propio pensamiento, de manera que cada uno de los sujetos viven los pensamientos
de todos, coexisten todas las supuestas verdades y, por consiguiente, desvanecido
todo obstáculo relativo a la individualidad de los sujetos, puede verificarse aquella
síntesis de las síntesis, aquel juicio colectivo de los juicios individuales, aquel "in unum
versus", aquella ascensión de los individuos hacia lo universal, que es el nacimiento de
la verdad"..."El contradictorio, pues, muy lejos de ser una lucha, en cuyo caso el
proceso sería guerra y tendería, por tanto, al predominio y la destrucción, es
intercambio recíproco, intercomunicación y fusión"..."el contradictorio, por
consiguiente, como juicio complejo, se revela constituido por una pluralidad de juicios
de opinión, que se resumen y compendian en un juicio decisorio. La opinión y la
decisión son ambas juicios, pero diversamente caracterizados y, por tanto, en la
indagación, revelarán estructura análoga, pero no idéntica" (Foschini, "Dibittimento", p.
191, citado por Leone, Giovanni, "Tratado de Derecho Procesal Penal", t. II, p. 335).
23. Que, para finalizar, resta referirse a la pena aplicada en la sentencia, no contenida
expresamente en la acusación. El Código Penal, en relación a la pena, señala
márgenes limitados por mínimos y máximos y a menudo establece penas alternativas,
por lo que el tribunal es quien, dentro de ese marco genérico de determinación legal,
elige la clase y el monto de la pena que va aplicar al caso concreto, de acuerdo a las
particulares circunstancias del hecho y de su autor conforme indican las pautas
contenidas en los arts. 26, 40, 41 y 41 bis del Cód. Penal. Como se vio, el
requerimiento de elevación a juicio, para cumplir con recaudos de formal acusación -en
armonía con las garantías y principios del proceso penal ya repasados-, debe contener
una descripción del hecho, calificación legal y atribución de su comisión al encausado,
pero nada dice de la pena. Ello tampoco vulnera el derecho de defensa, pues al
describir, calificar y atribuir, la acusación se está refiriendo a una figura legal que tiene
una pena determinada por un mínimo y un máximo; márgenes a los que deberá
ceñirse el juzgador conforme las normas legales del código de fondo. En síntesis, la
defensa no estará más garantizada en su derecho porque el agente fiscal pida la
aplicación de una pena determinada, porque si omite hacerlo sólo se estará remitiendo
a la contenida en el precepto penal que invoca en su requerimiento de elevación a
juicio.
287
delito; y a Mariano Daniel Sircovich, a dos años y seis meses de prisión por igual
complicidad (fojas 1134 a 1144). Contra esa resolución, la defensa interpuso recurso
extraordinario (fojas 1157 a 1190), el que fue concedido por el a quo (fojas 1199 y
vuelta). II. 1. El hecho objeto de la condena en primera instancia versó, según la
descripción del a quo, sobre una maniobra fraudulenta de naturaleza procesal, en la
que participaron Emilce Stella Maris Tolosa, Jorge Oscar Sircovich y Mariano Daniel
Sircovich, quienes en los autos "Clínica Marini S. A. s/quiebra", y durante el curso de
ejecución hipotecaria del inmueble de la fallida, ubicado en Santa Fe 3666/68 de esta
ciudad, lograron, mediante la producción de actos procesales irregulares,
improcedentes y falsos, así como de alegar derechos de posesión fundados en títulos
espurios, obstaculizar medidas judiciales dispuestas para llevar a cabo la realización
del bien. Menciona la cámara la denuncia de los acusadores, donde sostuvieron que
Emilce Stella Maris Tolosa, María Felisa Foulkes, Samuel Sircovich y Edificadora
Urbana S.A., adquirieron en subasta pública el inmueble aludido, entregando, en ese
momento, el veinte por ciento del precio, tras lo cual obtuvieron la posesión el 14 de
enero de 1986. Para el resto de la deuda contaban con financiamiento, quedando el
bien en garantía. Al no pagarse ninguna de las cuotas, se inició la correspondiente
acción ejecutiva, en el que los imputados, en forma conjunta, realizaron todo tipo de
maniobras tendientes a tornar incierta y litigiosa la hipoteca. Por otro lado, durante el
lapso en que ocuparon el bien, los acusados no impidieron su deterioro y consiguiente
devaluación, además de no pagar impuestos, tasas, contribuciones, servicios
eléctricos, agua y gas, con gran endeudamiento, motivo por el cual se soportaron
diversas demandas. 2. La recurrente presenta los siguientes agravios: a) Violación del
principio de congruencia. La condena por el delito de estafa procesal, descripta como
una maniobra ab initio, y nacida con la compra misma del inmueble en la quiebra de
Clínica Marini, difiere notoriamente de la imputación de defraudación por
desbaratamiento de derechos acordados, que se había efectuado durante el proceso.
En otras palabras —y según la parte— en ningún momento los acusados enfrentaron
una imputación que se retrotrajera a momentos anteriores a los hechos
supuestamente desbaratadores, o que les atribuyera naturaleza engañosa propia de la
estafa. Tras efectuar una caracterización de la estafa procesal, la recurrente pone de
resalto las defensas de las que se vieron privados los imputados durante el proceso,
pues no tuvieron motivos para brindar explicaciones sobre lo ocurrido antes de la
adquisición del bien en la subasta, etapa en la que, de haber habido un dolo inicial
dirigido a viciar la voluntad del juez (tal como lo postuló el a quo), se habría
desplegado el ardid. Por ende, no se les permitió cuestionar el aspecto subjetivo del
nuevo delito, pues una cosa es que el elemento volitivo esté compuesto por el
conocimiento del derecho que pesa sobre el bien, de la garantía u obligación
constituidas sobre él y la voluntad de realizar las acciones típicas, y otra muy distinta
es el dolo de la estafa procesal que consiste en querer introducir medios engañosos en
un proceso, con el fin de hacer incurrir en error al juez. Los acusados tampoco tuvieron
oportunidad de rebatir el cargo de que habían ejercitado de manera abusiva sus
288
derechos procesales. En este sentido, jamás se les explicó, cuáles fueron de todas las
incidencias procesales enumeradas en la sentencia condenatoria, las consideradas
como ardides aptos para engañar. Por otro lado, resulta contradictorio que en la
condena se haya considerado a ciertos contratos como parte de la maniobra delictiva,
cuando el juez de la quiebra dijo, al menos de uno de ellos, que se trataba de una
burda maniobra, declarando su nulidad por cuestiones de puro derecho. Resulta
imposible que, en casos como éstos, pueda considerarse engañosa una presentación
que para el juez no tuvo ninguna repercusión para terceros, a la hora de adoptar
decisiones en el expediente de la quiebra. Entonces, ¿cuál fue el error del que fue
víctima el juez de la quiebra o la jueza a cargo de la ejecución hipotecaria?, y ¿cuál la
resolución concreta que perjudicó los intereses de los acreedores hipotecarios? 2. ...el
juez toma una porción de los hechos descriptos en la acusación: las argucias
procesales desplegadas para evitar, o cuanto menos demorar, la ejecución del bien
hipotecado, así como ciertas actividades dirigidas a frustrar diligencias judiciales; y a
ese conjunto le aplica una calificación legal inédita, pues en vez de subsumirlo en una
defraudación por abuso de confianza —según la intimación y la acusación— lo hace
en una cuyo medio de comisión es el ardid o engaño. La cuestión queda circunscrita,
entonces, a responder si estamos ante un mero cambio de calificación sin incidencia
en hechos que permanecen incólumes, o, por el contrario, y puesto que cada tipo
penal en juego —el de desbaratamiento de derechos acordados y el de la estafa
procesal— describe, y por tanto exige, conductas diversas, al variar la norma, se
afectó el sustrato fáctico de la imputación. Adelanto que me pronunciaré por la
segunda de las hipótesis, pues creo que es la que mejor garantiza la aplicación justa
del derecho basándose en el cuidado de los principios de la lógica y la sicología, así
como los de la defensa en juicio y debido proceso. Empecemos por el elemento
psíquico. Si aceptamos que en este caso los actos de relevancia causídica que
configuran el ardid son los mismos de los que se postuló su entidad desbaratadora,
una cosa es que se los haya producido con la intención de engañar al juez, y otra muy
distinta, con la de tornar litigiosa o incierta la garantía hipotecaria otorgada sobre un
bien. Y esta diferencia teleológica, modifica necesariamente la significación jurídico
penal de la acción, puesto que —cualquiera sea la posición que se tenga ante la teoría
del dolo— todo acto humano, para ser hecho punible, debe ser considerado también
en su faz subjetiva. Al ser ambos aspectos, el objetivo y el valorativo, inseparables en
una conducta típica, cualquier cambio significativo de uno de ellos arrastra al otro,
distorsionando así la naturaleza de la imputación. Y si reducimos la sentencia penal a
un silogismo, y tenemos que la premisa mayor es la norma, la menor, el hecho, y la
conclusión, la decisión del juez, vemos que en esta construcción el mismo aspecto
fáctico se repite en ambas proposiciones: en la mayor de modo abstracto, general,
formal, pura definición; en la menor, de manera concreta, circunstanciada, propia. Es
decir, en ambas se encuentra la descripción del hecho, en un caso, como paradigma
ideal; en el otro, como acontecer natural ya sucedido. Ahora bien, puesto que aquí se
permutó la premisa mayor de una manera esencial —se tomó en cuenta una situación
289
fáctica normativa de diferente naturaleza— se operó una modificación del
razonamiento silogístico original. En otras palabras, al variarse una de las
proposiciones, ya no es posible mantener la identidad del argumento, y esta variación,
cuando es relevante en los términos fácticos ya explicados, implica una afectación del
principio de congruencia. Y toda vez que un cambio normativo exige, para mantener la
identidad del razonamiento, un cambio de la premisa menor, si no se lo hace estamos
ante un error evidente, sea porque la conducta no es la que se venía juzgando, sea
porque, de mantenerse ésta, la calificación legal no se le corresponde. Ambos
defectos implican una decisión arbitraria, según los parámetros del Tribunal, que debe
ser corregida. Resta analizar ahora, a la luz de la razón práctica, si en esta causa se
pudo haber menoscabado la defensa en juicio de los imputados. A diferencia del
desbaratamiento de derechos acordados, la estafa procesal exige un ardid de
naturaleza específica, una maniobra dirigida a engañar al juez quien, víctima del error,
dicta resoluciones que deparan un perjuicio económico a la parte damnificada. En
consecuencia, si éste es el delito imputado, muy distintas serán las defensas
oponibles; por ejemplo, se debatirá sobre la existencia e idoneidad del ardid, las
herramientas procesales del juez para desbaratarlo, la acción o inacción de la
contraparte para contrarrestar su efecto; y también se discutirá sobre la relación causal
entre el engaño y el error del juez, así como entre este vicio del conocimiento y la
resolución que se dicte. Los imputados en este proceso fueron privados de todas estas
alegaciones, tal como lo asevera la recurrente, y no pudieron desarrollar en concreto,
durante la sustanciación del juicio, el que sería su principal argumento de descargo:
lejos de obrar por error, los magistrados, supuestas víctimas del ardid, desarmaron
una por una las estrategias procesales, por cierto abusivas, de los imputados. En
conclusión, nos encontramos en este caso ante una hipótesis muy concreta de
variación relevante del supuesto fáctico, aunque no en la premisa menor, en los
hechos concretos imputados, sino en la mayor, los hechos en abstracto descriptos por
la proposición normativa.
290
cumplimiento fue dejado en suspenso- y cuatro años de inhabilitación especial para
ejercer la profesión de médico. Consid. 2) Que en oportunidad de la discusión final el
representante del Ministerio Público Fiscal había solicitado la imposición de una pena
de dos años de prisión -cuyo cumplimiento, según su criterio, podía dejarse en
suspenso- sobre la base de tener por probado el hecho que consistió en la negligencia
con que el condenado, en su calidad de anestesiólogo, había omitido suministrar la
asistencia necesaria y urgente a la paciente Débora Judith Shor que era atendida en el
acto de parto realizado el día 27 de diciembre del año 2000 en el Instituto Argentino de
Diagnóstico y Tratamiento Médico, provocando mediante su desatención que la
nombrada evolucionara hacia un estado vegetativo persistente que actualmente la
tiene en una situación de incapacidad psicofísica total y permanente, producto de una
encefalopatía hipóxica padecida inmediatamente después del parto. Consid. 3) Que
contra dicha decisión, la defensa de Héctor Luis Amodio interpuso un recurso de
casación que fue rechazado por la Sala III de la Cámara Nacional de Casación Penal
la cual, para así decidir, sostuvo que del examen íntegro de la sentencia impugnada se
advertía la presencia de suficientes y razonados fundamentos acerca de la existencia
del hecho y de la intervención delictiva del imputado, por lo que descartó el carácter
arbitrario del fallo condenatorio. Ello motivó la presentación del recurso extraordinario
cuyo rechazo dio origen a esta queja. Consid. 7) Que, tal como surge de los
considerandos precedentes, Héctor Luis Amodio fue objeto de dos alegatos
acusatorios, uno de los cuales -el formulado por la querella- resultó a la postre
invalidado por el juez correccional interviniente, apoyándose por ende la formal
acusación en la actividad desplegada por el fiscal de juicio, quien solicitó la imposición
de dos años de prisión y cuatro años de inhabilitación especial (ver acta de debate
agregada a fs. 465/473). Consid. 8) Que no obstante la pretensión punitiva concretada
por el representante de la vindicta pública, el juez dispuso la aplicación del máximo
previsto para esa clase de pena, es decir, tres años de prisión -cuyo cumplimiento fue
dejado en suspenso, compartiéndose en este sentido el criterio de la fiscalía-. Consid.
9) Que esta Corte, al precisar qué debe entenderse por procedimientos judiciales a los
efectos del art. 18 de la Constitución Nacional, ha dicho que esa norma exige
observancia de las formas sustanciales del juicio relativas a la acusación, defensa,
prueba y sentencia dictada por los jueces naturales (Fallos: 125:10; 127:36; 189:34;
308:1557, entre muchos otros), y dotó así de contenido constitucional al principio de
bilateralidad sobre cuya base, en consecuencia, el legislador está sujeto a reglamentar
el proceso criminal (Fallos: 234:270). Consid. 10) Que de ello se sigue que la exigencia
de acusación, como forma sustancial de todo proceso penal, salvaguarda la defensa
en juicio del justiciable, sin que tal requisito tenga otro alcance que el antes expuesto o
contenga distingo alguno respecto del carácter público o privado de quien la formula
(Fallos: 143:5 y 321:2021). Consid. 11) Que si bien el sistema de enjuiciamiento
criminal adoptado por nuestra legislación procesal penal nacional (ley 23.984 y
modificatorias) pertenece a los denominados "sistemas mixtos", la etapa del debate
materializa claramente principios de puro cuño acusatorio dada la exigencia de
291
oralidad, continuidad, publicidad y contradictorio, los cuales no sólo responden a un
reclamo meramente legal sino que configuran verdaderos recaudos de orden
constitucional (arts. 18 y 24 de la Constitución Nacional; art. 8.5 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos; art. 14.1 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos; art. 26 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre y art. 11.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos). Consid.
12) Que a partir de ello, la función jurisdiccional que compete al tribunal de juicio se
halla limitada por los términos del contradictorio, pues cualquier ejercicio de ella que
trascienda el ámbito trazado por la propia controversia jurídica atenta contra la esencia
misma de la etapa acusatoria de nuestro modelo de enjuiciamiento penal; máxime si
se tiene en cuenta que en el logro del propósito de asegurar la administración de
justicia los jueces no deben estar cegados al principio de supremacía constitucional
para que esa función sea plena y cabalmente eficaz (confr. doctrina de Fallos: 308:490
y 311:2478, entre otros). Consid. 13) Que en el bloque de constitucionalidad
conformado a partir de las convenciones, pactos y declaraciones de derechos
humanos incorporados a nuestra Ley Fundamental mediante el dispositivo previsto en
el art. 75, inc. 22, de la Constitución Nacional, se hallan explicitadas todas las
garantías judiciales que protegen a todas las personas, entre las que cabe resaltar el
principio de igualdad (art. 16 de la Constitución Nacional y art. 14.1 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos en cuanto establece que "Todas las
personas son iguales ante los tribunales y cortes de justicia"). Consid. 14) Que desde
la perspectiva del derecho de defensa del imputado el ejercicio de la judicatura en los
términos indicados opera como garantía de equilibrio dentro de un proceso penal que,
en ocasiones, puede llegar a reconocer incluso más de dos acusadores (fiscal,
particular ofendido y otros organismos de la administración central a quienes de
ordinario se les reconoce legitimación activa). De lo contrario, la propia función
jurisdiccional podría conspirar contra el ideal constitucional de igualdad que en el
proceso penal requiere equiparar las posibilidades del enjuiciado respecto de las de
los acusadores (en este sentido, tampoco cabe soslayar el derecho que este Tribunal
le ha reconocido al querellante particular a partir de Fallos: 321:2021). Consid. 15) Que
esta Corte también ha reconocido el rango constitucional de la regla que se expresa
como principio de correlación entre la acusación y el fallo en la medida en que resulta
ser una manifestación de la garantía de defensa en juicio (Fallos: 302:791; 324:2133,
entre otros); pues el derecho a ser oído reclama del órgano jurisdiccional un
pronunciamiento que debe expedirse sobre el hecho y las circunstancias contenidas o
delimitadas en la acusación, fijando entonces aquella regla el ámbito máximo de
decisión del fallo penal. Consid. 16) Que toda vez que el derecho de defensa impone
que la facultad de juzgar conferida por el Estado a los tribunales de justicia debe
ejercerse de acuerdo con el alcance que fija la acusación, y dado que la pretensión
punitiva constituye una parte esencial de ella -al punto de que en autos el juez
correccional que dictó la condena decidió anular el alegato acusatorio formulado por la
parte querellante precisamente por el hecho de que había omitido solicitar pena-,
292
cualquier intento por superar aquella pretensión incurre en un ejercicio jurisdiccional
extra o ultra petita. Consid. 17) Que los postulados constitucionales aludidos llevan a
afianzar los principios de cuño acusatorio que rigen el debate y, por ende, la plena
jurisdicción reconoce un límite máximo a su ejercicio, cual es, el delimitado por los
términos de la acusación pública y también privada en caso de haberla. Tal inteligencia
importa un avance en el camino iniciado por la doctrina que esta Corte desarrolló a
partir del precedente "Tarifeño" (Fallos: 325:2019), ratificado recientemente en el caso
"Mostaccio" (Fallos: 327:120). Consid. 18) Que si el derecho de defensa opera como
límite concreto de la función jurisdiccional, en el sub examine se verifica un exceso en
el ejercicio de ella en la medida en que el juez sentenciante excedió la pretensión
punitiva del órgano acusador e impidió con ello el pleno ejercicio de aquella garantía
en lo que respecta a la individualización y proporcionalidad de la pena finalmente
impuesta. Consid. 19) Que, en consecuencia, el fallo cuestionado no guarda una
completa correspondencia con las circunstancias fácticas tenidas en cuenta por el
órgano acusador para formular su requerimiento punitivo, razón por la cual la
sentencia condenatoria se funda en elementos que no habrían sido incluidos en aquel
acto procesal y respecto de los cuales Héctor Luis Amodio no ha tenido oportunidad de
defenderse. Además, al colocarse al procesado en una situación más desfavorable
que la pretendida por el propio órgano acusador -lo cual implica un plus que viene a
agregarse en una instancia procesal que es posterior a la oportunidad prevista para
resistirlo- se vulnera también la prohibición de la reformatio in pejus cuyo contenido
material intenta evitar precisamente que se agrave la situación jurídica del imputado
sin que mediase requerimiento acusatorio en tal sentido. Consid. 20) Que aun cuando
el art. 401 del Código Procesal Penal de la Nación parece autorizar lo que se ha
calificado como exceso jurisdiccional, conviene recordar el aceptado principio según el
cual jamás puede suponerse la inconsecuencia o falta de previsión en el legislador, por
lo que, en cualquier caso, las normas de dicho cuerpo legal deben interpretarse de
modo que armonicen con el ordenamiento jurídico restante y con los principios y
garantías de la Constitución (Fallos: 297:142; 300:1080; 301:460; 310:192, entre
otros). Consid. 21) Que en cuanto a los restantes agravios, esta Corte comparte y
hace suyos, en lo pertinente, los fundamentos y conclusiones del dictamen del señor
Procurador Fiscal, a cuyos términos se remite por razones de brevedad. Por ello, oído
el señor Procurador Fiscal, se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso
extraordinario y se deja sin efecto el pronunciamiento apelado. Hágase saber y
devuélvase al tribunal de origen a fin de que, por quien corresponda, se dicte un nuevo
fallo conforme a derecho.
293
recurrido al no resultar derivación razonada del derecho vigente. En tal sentido se
observa de un liminar examen de las actuaciones que en oportunidad de recibírsele
declaración indagatoria a la encartada se le imputó puntualmente "haber provocado
junto a Rubén P. mediante golpes la muerte de su hija..."(fs. 36/37vto. y 48/49). Bajo
esa misma imputación, el Juez instructor precisó que "...los golpes mortales de los que
habla el médico informante fueron la misma noche del deceso y dados por ella", por lo
que -dentro de los márgenes propios del juicio de probabilidad que cabía efectuar en
esa instancia- procesó a la encartada como "presunta autora responsable del delito de
homicidio calificado (art. 80, inc. 1 del Código Penal)" (fs. 87/90). Sin embargo,
desarrollado el proceso, P. termina siendo condenada por el Juez de Primera Instancia
de Distrito en lo Penal de Sentencia de Melincué como autora del delito de homicidio
calificado en su modalidad de "comisión por omisión", expresando que en razón de los
elementos de prueba colectados surgía que quién le pegó a la víctima en la cabeza fue
P., mientras que P. la tenía en brazos, considerando que ésta nada hizo para
escaparse del lugar y así evitar que se produjera el resultado acontecido. En
consecuencia, condenó a la ahora recurrente como coautora en "posición de garante"
del delito de homicidio calificado en su modalidad de "comisión por omisión" (fs.
190/192.). Y consideró a renglón seguido que esta conclusión en nada "resultaba
violatorio del principio de congruencia, pues precisamente ese es el delito que se le
imputó y por lo tanto el fallo no puede ser considerado sorpresivo, más allá de si la
autoría fue directa o por 'comisión por omisión'" (f. 193vto.). Dicho criterio fue
convalidado por la Alzada. Para así decidirlo la Cámara precisó que el déficit invocado
por la asistente técnica de la inculpada al respecto no podía ser receptado pues "a lo
largo de todo el proceso la defensa tuvo la oportunidad de ejercer libremente la labor
defensista amparada por las disposiciones pertinentes del Código de forma" (fs.
223/224). Los argumentos brindados, tanto por el Magistrado de baja instancia como
por el Tribunal a quo no resultan compatibles con las garantías constitucionales de
defensa en juicio y de debido proceso (arts. 7 y 9 de la Const. Pcial.) y el principio de
congruencia, pues adviértase que desde los primeros momentos del proceso la
atribución de responsabilidad giró en torno a la efectiva realización de conductas que
desencadenaron causalmente el resultado muerte en la víctima, mientras que en
oportunidad de dictarse la resolución de mérito se terminó endilgando responsabilidad
penal a la imputada por no haber desplegado los mecanismos necesarios para evitar
el deceso de la menor. Es decir, se termina modificando -al momento de sentenciar- la
conducta propiamente dicha que constituía el eje de imputación respecto al hecho
enrostrado, esto es: de un acto "comisivo" como era el de "causar la muerte mediante
golpes" por un acto "omisivo" como es el de "no haber evitado la producción del
resultado muerte provocado por otro". Tal consideración violenta, a mi juicio, el
principio de congruencia al modificarse sustancialmente la base fáctica sobre la que
giró el núcleo de atribución de responsabilidad a la imputada desde el inicio mismo del
proceso hasta su culminación con el dictado de la sentencia condenatoria. En este
sentido, esta Corte ha precisado in re "Aliendro", criterio que fuera luego reiterado en
294
"Valiente" (A. y S., T. 98, pág. 317 y T. 122, pág. 140, respectivamente) que "la
congruencia consiste en aquella exigencia que obliga a establecer una correlación total
entre los dos elementos definidores del esquema contencioso: la pretensión y la
decisión". Se sostuvo asimismo en dichos precedentes que el fundamento de dicho
principio radica en la garantía del debido proceso, del "due process of law", del juicio
previo constitucional como presupuesto de validez de la sentencia, y, sobre todo, de la
inviolabilidad de la defensa en el proceso. De tal suerte, lo que no pudo ser materia de
contradictorio, aquello que sobrevino intempestiva y sorpresivamente sin estar en el
marco de la enfrentada dialéctica de las partes, eso no puede ser materia de la
decisión jurisdiccional pues lesionaría las reglas de una discusión franca, convergente
y sin trampas. Y, concretamente, el proceso penal exige que el núcleo fáctico sometido
al juzgamiento sea esencialmente el mismo a lo largo de todo el proceso: desde su
intimación en la indagatoria, su descripción en el procesamiento, su formulación en la
requisitoria de elevación a juicio y su análisis en la sentencia. ... Es de reparar en ese
aspecto, que el principio que inspira la intimación de la acusación, es el de asegurar al
imputado la posibilidad de defenderse con la plenitud de sus facultades respecto de
todo elemento relevante de la imputación, en forma que se excluya cualquier sorpresa.
Y ello así puesto que, "pretender que la defensa técnica hipotéticamente contemple
toda la gama de cuestiones que aun los magistrados no lograron esclarecer sin serias
contradicciones, resulta una lesión irreparable al ejercicio de ésta, que supone una
exigencia de heroicidad y un esfuerzo exacerbado e ilógico, que atenta contra su
normal desarrollo". En el caso de autos, el principio básico de defensa en juicio exigía
que se verificara la correlación entre los términos en que quedó delimitada la
acusación y el contenido de la sentencia, y ello no fue respetado. Sobre esa base,
interpretar como se hizo que se estaba dentro del campo del principio "iura novit curia",
en cuanto a que el delito enrostrado -homicidio calificado, art. 79, C.P.- era el mismo,
no resulta valedero, pues en realidad se varió la materialidad de los hechos atribuidos
y considerados por las partes procesales, lo que implica un sustantivo agravio al
derecho a la jurisdicción, incompatible con el debido proceso. Reforzando tales pautas,
este Cuerpo -si bien con integración parcialmente diversa- en el caso "Córdoba" (A. y
S. T. 82, pág. 98) ha afirmado, con remisión a jurisprudencia afincada en el Alto
Tribunal que "la calificación legal de los hechos materia del proceso es propia de los
jueces de la causa y no sustenta el remedio extraordinario, en tanto la condena no se
funde en hechos diferentes a los que fueron objeto de debate" (C.S.J.N.,
Fallos:256:416; 265:141; 267:486; 280:135).
295
proceso nos muestra que; a) en la indagatoria, el hecho fue intimado de esta manera:
El día 26 de abril de 2003, en circunstancias en que Javier Daniel Ciuffo se disponía a
traspasar la frontera de San Sebastián con dirección a la ciudad de Río Grande,
acompañado de su concubina Nazarena Vanina Arnold y a bordo del rodado Peugeot,
modelo 405, dominio RPF-311, ambos fueron sometidos a un procedimiento
prevencional. Efectuada la requisa personal de Arnold, ésta fue observada por la
funcionaria aduanera Gomis cuando arrojaba un paquete al interior de la mochila de
agua de desagote del inodoro, que al ser extraído y abierto en presencia de testigos,
éstos pudieron percibir una sustancia de color blanca, cuyo narcotest dio cocaína en
un total de 226,50 gramos (fs...). b) en el requerimiento de elevación a juicio se hizo la
siguientes descripción: En base a las tareas de inteligencia desarrolladas por personal
de Gendarmería Nacional, sección Río Grande, se supo que distintos sujetos, entre
ellos Javier Daniel Ciuffo, se dedicarían en esa ciudad y en Ushuaia a la distribución y
comercialización de sustancias estupefacientes. También se conoció que le nombrado
adquirió un vehículo marca peugeot, modelo 405, dominio RPF-311, con el que salió
de Tierra del Fuego por el paso San Sebastián e ingresó al continente nacional por el
paso Integración Austral el 28 de marzo de 2003. Al profundizarse la investigación, se
determinó que aquel estaría efectuando el envió de estupefacientes desde Buenos
Aires con la colaboración de un individuo de apellido Aguirre, sin precisarse con
certeza cuál sería el modo que utilizaría para la llegada de la sustancia a Río Grande.
Posteriormente, el 26 de abril, aproximadamente a las 23:30, el vehículo arribó al paso
San Sebastián, conducido por Javier Daniel Ciuffo, quien se encontraba acompañado
por Nazarena Vanina Arnold y el menor Joaquín Azron Ciuffo. En las instalaciones
aduaneras se procedió al registro del interior del automotor y a la requisa de sus
ocupantes. Llegado el turno de Arnold, y tras negarse a una primera inspección, ésta
ingresó a un baño, seguida de la agente aduanera Gomis, quien la vio arrojar un
paquete en el interior de la mochila de agua de desagote del inodoro. Al retirarse
Arnold, y a pedido de la agente, la testigo de actuación Carmen Elguero extrajo el
paquete, de cuya apertura surgió una sustancia de color blanco, que al ser examinada
resultó cocaína, con un peso aproximado de 226 gramos (fs. ...) c) En el fallo, los
jueces relataron las mismas circunstancias fácticas detalladas en los autos señalados.
Luego, al calificar la conducta, sostuvieron que encontrándose acreditado que Ciuffo y
Arnold cruzaron a bordo de un automóvil desde la república de Chile a este país, por el
paso fronterizo San Sebastián, y que durante la requisa de ésta última se comprobó
que introdujo un paquete en el depósito de un baño que resultó contener cocaína, es
lógico sostener –como lo hizo el fiscal- que el hecho se trató de un transporte de
estupefacientes. Sin embargo –prosiguieron-, del repaso de los extremos
comprobados en el debate, se advierte que si bien con algunos testimonios se
determinó que la prevención sabía que la pareja había abandonado el paso fronterizo
Monte Aymond, con la posibilidad de ingresar nuevamente a esta provincia –lo que así
sucedió-, no puede afirmarse con igual certeza que el estupefaciente estuviera siendo
trasladado desde aquellas latitudes o, más aún, desde Buenos Aires. Es cierto que la
296
pesquisa inicial apuntaba en esa dirección, pero el envío propiamente dicho nunca
llegó a comprobarse –y mucho menos a vigilarse su recorrido- hasta su incautación en
el paso fronterizo San Sebastián., Con lo cual, concluyeron, debe considerarse que la
sustancia fue ingresada al país desde Chile recién cuando Ciouffo y Arnold cruzaron el
paso referido a borde de su vehículo y hasta que fue encontrada como consecuencia
del control aduanero (fs...). V.E. tiene dicho que cualquiera sea la calificación jurídica
que en definitiva efectúen los jueces, el hecho que se juzga debe ser exactamente el
mismo que el que fue objeto de imputación y debate en el proceso, es decir, aquel
sustrato fáctico sobre el cual los actores procesales desplegaron su necesaria
actividad acusatoria o defensiva (fallos: 314:333; 315:2969; 321:469 y 324:2133, voto
del juez Petracchi). A mi entender, tal doctrina no se desconoció en el caso pues, de
las piezas consignadas precedentemente, resulta claro que los jueces pronunciaron su
fallo sobre la misma plataforma fáctica que desde el inicio del proceso fue puesta en
conocimiento del imputado, y respecto de la cual las partes pudieron debatir en el
juicio. En particular, de la reseña efectuada surge que en el tramo Buenos Aires – Río
Grande, lo descrito en la requisitoria a juicio, se halla comprendido aquel sobre el cual
se asentó la calificación legal por la que, en definitiva, resultó condenado Ciuffo, y que
puede resumirse de esta manera: salida del territorio argentino por el paso fronterizo
Monte Aymond e ingreso a la república de Chile cruzando la región de Magallanes;
salida de Chile e ingreso a Río Grande, Tierra del Fuego, por el paso San Sebastián,
donde fue encontrada la droga.... En resumen, no se trató de una mutación sorpresiva
del sustrato fáctico en base al cual el imputado venía siendo juzgado, sino más bien de
un cambio en la significación jurídico-penal, sin incidencia en hechos que
permanecieron incólumes durante todo el transcurso del proceso; dicho esto sin emitir
un juicio sobre el acierto o error en la tipificación, debate que no fue propuesto por la
recurrente. Bs.As. 11/12/2007. Considerando Que al caso resulta aplicable, en lo
pertinente, lo resuelto por el Tribunal en el expediente “Casal” (fallo 328:3339), a cuyos
fundamentos y conclusiones corresponde remitirse en razón de la brevedad. Voto
Dres. Lorenzertti y Zaffaroni. Consid. 3º: Que, en lo fundamental, el a quo negó que se
hubiera producido una violación del principio de congruencia porque no se advertía de
qué manera la calificación de contrabando dada al hecho puedo haber afectado esa
regla ya que el hecho que se enrostró a los imputados se mantuvo incólume en las
declaraciones indagatorias, en el auto de procesamiento, en el requerimiento de
elevación a juicio y en la acusación durante el debate (fs. 920/922). 4º) Que,
ciertamente, el principio de congruencia exige que el hecho que se juzga debe ser
exactamente el mismo que fue objeto de imputación y debate en el proceso, es decir,
aquel sustrato fáctico sobre el cual los actores procesales desplegaron su necesaria
actividad acusatoria o defensiva (fallos 329:4634). Sin embargo, de ello no se sigue
que los cambios de calificación no generan agravio constitucional alguno si versan
sobre los mismos hechos que fueron objeto de debate en el juicio, pues sólo se
ajustarán al art. 18 de la Constitución Nacional los que no hayan desbaratado la
estrategia defensiva del acusado impidiéndolo formular sus descargos (conf. Fallos
297
319:2959, voto de los jueces Petracchi y Bossert). 5º) Que esta última circunstancia es
la que se presenta en el caso pues tanto en la declaración indagatoria, como en el
auto de procesamiento, en la decisión que lo confirmó, en el requerimiento fiscal de
elevación a juicio, en el auto de elevación y en la acusación durante el debate, se le
atribuyó al imputado el delito de transporte de estupefacientes (arts. 5, inc. C, de la ley
23737), pero en la sentencia se lo condenó por contrabando agravado de
estupefacientes, lo que constituyó una subsunción sorpresiva sobre la cual el imputado
y su defensor no pudieron expedirse en el juicio, pues no era razonable exigirles que
buscaran todas las posibles calificaciones más gravosas y se defendieran de todas
ellas, contraargumentando lo que aún nadie había argumentado. 6º) Que, en efecto,
esa variación de la calificación jurídica no era irrelevante para el ejercicio de la defensa
pues si bien pudo considerarse que –en el caso- el tipo de contrabando de
estupefacientes abarcaba al de transporte de estupefacientes, salta a la vista que
aquel contiene además como elemento típico adicional la sustracción de esas
sustancias al control que corresponde ejercer al servicio aduanero sobre actos de
importación (art. 864 del Código Aduanero), del mismo modo que la figura agravada
aplicada en el caso exige que se trate de una cantidad de estupefacientes de la que
surja inequívocamente el destino de comercialización dentro o fuera del territorio
nacional (866, 2º párrafo del Código Aduanero) mientras que la fórmula legal del
transporte de estupefacientes no contiene ninguna pauta relativa a la cantidad. 7º) que
de lo expuesto se desprende que los argumento que se hubiesen podido esgrimir en
respuesta a una imputación de contrabando agravado eran mayores que los que
permitía la calificación de transporte. Así, puede señalarse a modo de ejemplo que la
valoración de la cantidad de cocaína secuestrada como inequívocamente destinada a
la comercialización no fue efectuada en el requerimiento de elevación a juicio pero
aparece en la sentencia, sin que el fiscal hubiese abierto la discusión sobre esta
cuestión en el debate dado que había elegido una calificación jurídica que no lo exigía.
298
fallo recurrido y condenó a la imputada a la misma pena por considerarla autora
penalmente responsable del delito de lesiones graves calificadas por el vínculo (art.
92, segunda hipótesis del Código Penal). Este pronunciamiento se conformó con los
votos individuales de dos jueces, a los que se adhirió el tercer magistrado que integró
el tribunal a quo (fs. ). Así, en el primer voto se sostuvo lo siguiente: La calificación de
abandono de persona (código Penal, art. 106) es defectuosa; la plataforma fáctica
incorporada en el fallo no autoriza a concluir que María Alexandra Antognazza pusiera
en peligro la vida de Florencia Agustina Awstin, colocándola en situación de
desamparo o abandonándola a su suerte: Antognazza, en cambio, causó un resultado
peligroso para la vida de la damnificada –aguda desnutrición y deshidratación-.
Mientras en el segundo voto, se señaló lo siguiente María Alexandra Antognazza
causó un resultado delictivo a través de una comisión por omisión: privó a su hija de
tres años de edad, Florencia Agustina Awstin, de la necesaria alimentación e
hidratación, lo cual llevó a la damnificada a un cuadro peligroso para su vida. 4º) Que
contra dicha resolución se interpuso el recurso extraordinario federal, cuya denegación
dio origen a esta queja, en el que se sostiene que la decisión recurrida resulta
arbitraria y violatoria de los arts. 18 de la Constitución Nación al y 8 (8ncs. 1º y 2º -
apartados b y c- y 4º) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, toda
vez que se condenó a la imputada por un hecho distinto del que fue motivo de
juzgamiento y por el cual había sido sobreseída parcial y definitivamente (fs. ) por el
juez de instrucción “en orden al delito de lesiones leves calificadas por el vínculo”
(respecto de los múltiples hematomas que se habían constatado en los informes
médicos que obran en la causa)- 6º) Que es criterio de la Corte en cuanto al principio
de congruencia que, cualquiera sea la calificación jurídica que en definitiva efectúen
los jueces, el hecho que se juzga debe ser exactamente el mismo que el que fue
objeto de imputación y debate en el proceso, es decir, aquel sustrato fáctico sobre el
cual los actores procesales desplegaron su necesaria actividad acusatoria o defensiva
(fallos 329:4634). 7º) Que sin embargo, esta correlación no ha sido respetada en el
caso, toda vez que la modificación de la subsunción típica efectuada por el a quo, al
sustituir el tipo de abandono de persona (que es un tipo impropio de omisión) por el de
lesiones graves (que es un tipo doloso activo), implicó una alteración de la imputación
fáctica. 8º) Que, en efecto, esta modificación en la calificación legal no podía hacerse
sin alterar la imputación fáctica, pues resulta groseramente contrario al sentido común
afirmar que es exactamente lo mismo abandonar (a consecuencia de lo cual resultare
un grave daño en el cuerpo o en la salud de la víctima) que causar lesiones, cuando es
evidente que se trata de supuestos de hecho distintos y que, por otra parte, no existe
cláusula legal alguna en nuestro ordenamiento jurídico que establezca que no evitar un
resultado típico equivalga a causarlo. En consecuencia, toda vez que ni en la
indagatoria, ni en el procesamiento, ni como acusación alternativa se le atribuyó a la
imputada la conducta de causar un daño en el cuerpo o en la salud de la niña, el
pronunciamiento del a quo excedió el marco del principio iura novit curia al pasar a
subsumir el hecho en un tipo doloso activo porque no consideró probado que la
299
hubiese abandonado o colocado en situación de desamparo, e incurrió en un a
violación del principio de congruencia al no haberse ajustado al contenido de la
imputación respecto del cual la encartada había ejercido su derecho a ser oída.
Artículo 338 - Comunicación.- Las sentencias serán comunicadas una vez firmes,
a través de la Oficina de Gestión Judicial al Registro Único de Antecedentes Penales,
salvo las que tuviera a cargo comunicar el Tribunal de Ejecución.-
Arts. 255, 421, 437
TITULO II
Procedimiento abreviado
300
5) en su caso, la firma del querellante o en su defecto, la constancia de que el
Fiscal de Distrito lo ha notificado del acuerdo y no ha manifestado en término su
disconformidad. En caso de disconformidad será necesaria la firma del Fiscal
General;
6) cuando el acuerdo versara sobre la aplicación de una pena que excediera los
ocho (8) años de prisión, se requerirá además la firma en el mismo del Fiscal
General.-
Arts. 13, 85, 88, 101, 117, 245, 251, 420, 450
301
Artículo 344 - Acuerdo en el juicio.- El procedimiento abreviado podrá ser
acordado por las partes en los casos de querella por delito de acción privada, o en los
juicios comunes, en cualquier momento y antes de iniciarse los alegatos propios de la
discusión final.-
Arts. 347, 329
CAM. APEL y GARANTÍAS PENAL Dpto. Jud. San Martín. Causa 984 “VALDEZ”.
05/08/1999. Que esta alzada entiende que le asiste razón a los integrantes del
Tribunal Oral Nº: 2 en cuanto a la excusación promovida a fs. 1 de esta Incidencia,
dado que al dictar sentencia condenatoria respecto de Valdez se abordaron puntos (la
materialidad del hecho por ejemplo) que corresponden analizar al tratar el juicio
seguido al consorte de causa Palmieri, siendo precisamente ello el fundamento
razonable del apartamiento de estos magistrados, concretamente revisto de modo
claro en la primera parte del inc. 1º del art. 47 del ritual. ...Lo afirmado es así, en primer
lugar, porque más allá de que la norma no sea taxativa, en el caso se presenta un
concreto supuesto previsto por el legislador, el cual es haber pronunciado sentencia
sobre puntos a decidir en el nuevo juicio sobre el mismo proceso. Ello, a no dudarlo,
desde la óptica de la defensa, afecta la imparcialidad de los jueces, quienes más allá
de lo que eventualmente pueda resultar de la producción de la prueba a realizarse en
el debate posterior correspondiente ya han emitido juicio sobre uno de los puntos a
decidir (la materialidad del hecho). ...al aceptar la abreviación del juicio pudiendo
rechazarlo, es obvio que han considerado innecesaria la realización de un debate para
reconstruir la verdad real de los hechos a los que la conformidad de partes se refiere.
Esto es, aun cuando la sentencia se fundara en las constancias de la investigación
penal preparatoria, se ha referido al mismo hecho y al mismo proceso que habrá de
ser materia de juzgamiento posterior.-
TITULO III
Procedimiento extendido
302
Arts. 13, 85, 88, 394
TITULO IV
Juicio por delito de acción privada
Capítulo I
Querella
Artículo 347 - Derecho de querella.- Toda persona con capacidad civil que se
pretenda ofendida por un delito de acción privada tendrá derecho a presentar querella
ante el Tribunal de Juicio.-
Igual derecho tendrá el representante legal del incapaz, por los delitos cometidos en
perjuicio de éste.-
En todos los casos el querellante deberá actuar con patrocinio letrado salvo que él o
su representante fueran abogados.-
Art 18, 93, 291
303
documento que a criterio del accionante las contenga, si fuera posible
presentarlo;
6) la firma del querellante, cuando se presentara personalmente, o si no supiera
firmar, la de otra persona a su ruego, quien deberá hacerlo ante el Secretario.-
Si del texto de la querella surgieran hechos que encuadraran en un delito de acción
pública, se remitirá copia de la misma al Fiscal a los fines que correspondieran.-
Capítulo II
Procedimiento
304
CSJN. “LLERENA, Horacio Luis. 17/05/2005 (La Ley 2006-D 442).- Consid. 2°) Que
surge de las constancias de la causa que la defensa luego de notificarse de la clausura
de la instrucción del sumario y la elevación a juicio, más precisamente al citarse a las
partes al debate y a ofrecer prueba, planteó la recusación de la jueza a cargo del
Juzgado Correccional N° 3 de esta ciudad, fundada en la sospecha y el temor de
parcialidad que siente su pupilo, en virtud de que la recusada ya había dictado
resoluciones en su contra para avanzar en el proceso, con sustento en las pruebas
recolectadas en la etapa de investigación instructoria; y en consecuencia no se
encontraba en posición de neutralidad frente al caso, como para realizar el debate. Por
ello, solicitó el apartamiento de la doctora María Susana Nocetti de Angeleri,
amparándose en la garantía que posee el imputado de ser juzgado por un tribunal
imparcial, consagrada en los instrumentos internacionales incorporados a la
Constitución Nacional por el art. 75, inc. 22. Consid. 4°) Que la sentencia impugnada si
bien no es definitiva -puesto que no pone fin al juicio, ni se pronuncia de modo final
sobre el hecho imputado- resulta equiparable a tal en tanto produce un perjuicio de
tardía e insuficiente reparación ulterior, ya que se cuestiona la imparcialidad objetiva
del juzgador en un momento determinado del proceso, que por su naturaleza exige
una consideración inmediata en tanto constituye la única oportunidad para su
adecuada tutela (Fallos: 316:826 y sus citas; 322:1941, disidencia de los jueces
Boggiano y Fayt, y 326:3842, disidencia de los jueces Maqueda y Vázquez). Ello es
así, puesto que el planteo supone que el proceso no progrese ante la misma jueza
sospechada de parcialidad. De lo contrario -es decir, de tener que pronunciarse esta
Corte luego de llevado a cabo el juicio y agotados los recursos pertinentes- se
produciría una dilación indebida del proceso, en perjuicio del imputado, como así
también un dispendio jurisdiccional innecesario, tomando en cuenta que de resolverse
favorablemente la pretensión de la defensa, se debería realizar un nuevo juicio. Por
estos motivos la oportunidad para decidir la cuestión resulta ser ésta en que se la
invoca, toda vez que si no la posterior revisión de lo decidido dejaría de ser eficaz
(Fallos: 313:584, disidencia del juez Fayt). Consid. 5°) Que no obsta a lo
precedentemente expuesto, la circunstancia de que el apelante haya manifestado que
la idea subyacente en la recusación no era que el juez fuera efectivamente parcial,
sino que podía sospecharse que fuera a serlo, por acumular las funciones de
instrucción y decisión. Ello es así, por cuanto el examen integral de los planteos pone
en evidencia que éstos tienden a demostrar la existencia de la grave restricción al
debido proceso, mencionada en el considerando precedente. En consecuencia, no
cabe predicar que el agravio invocado sea meramente conjetural, sino que, por el
contrario, reviste un carácter concreto y actual, en tanto no se ha llevado a cabo el
debate oral, y la acción penal aún no se ha extinguido (Fallos: 271:319; 307:2377;
309:5; entre otros). Consid. 8°) Que los tratados internacionales en los que el
recurrente funda su postura no establecen en forma expresa que la investigación y el
juicio deban llevarse a cabo por órganos distintos (Fallos: 322:1941, disidencia de los
jueces Boggiano y Fayt). Sin embargo, en líneas generales, indican que la persona
305
sometida a un proceso tiene derecho a ser oída por un tribunal imparcial, razón por la
cual resulta necesario determinar el alcance de dicha garantía. Consid. 9°) Que la
garantía de imparcialidad del juez es uno de los pilares en que se apoya nuestro
sistema de enjuiciamiento, ya que es una manifestación directa del principio acusatorio
y de las garantías de defensa en juicio y debido proceso, en su vinculación con las
pautas de organización judicial del Estado. Consid. 10) Que en este contexto, la
imparcialidad del juzgador puede ser definida como la ausencia de prejuicios o
intereses de éste frente al caso que debe decidir, tanto en relación a las partes como a
la materia. Así por ejemplo lo expresa Ferrajoli: "es indispensable para que se
garantice la ajenidad del juez a los dos intereses contrapuestos... Esta imparcialidad
del juez respecto de los fines perseguidos por las partes debe ser tanto personal como
institucional" (Ferrajoli, Luigi, Derecho y razón, trad. Ibáñez, Perfecto Andrés, Trotta,
Madrid, 1995, p. 581).- Si bien podría argumentarse que esta ausencia de prejuicios -
por lo menos con respecto a la materia- nunca sería absoluta, por las convicciones
propias del juez en tanto hombre, ello no obsta a que se trate de garantizar la mayor
objetividad posible de éste frente a la cuestión que deba resolver. En virtud de ello,
puede verse la imparcialidad desde dos puntos distintos, uno objetivo y uno subjetivo.
El primer enfoque ampara al justiciable cuando éste pueda temer la parcialidad del
juez por hechos objetivos del procedimiento, sin cuestionar la personalidad, la
honorabilidad, ni la labor particular del magistrado que se trate; mientras que el
segundo involucra directamente actitudes o intereses particulares del juzgador con el
resultado del pleito.- Desde este punto de vista objetivo, es una garantía del justiciable
y sólo a favor de éste se puede esgrimir este temor de parcialidad. En ella se sostiene
el planteo de la defensa en este caso. Consid. 12) Que el temor de parcialidad que el
imputado pueda padecer, se encuentra íntimamente vinculado con la labor que el
magistrado realizara en el proceso -entendida como sucesión de actos procesales
celebrados- previo al dictado de la sentencia, y por ende debe diferenciárselo de los
reproches personales o individuales contra la persona concreta del juez. En este
sentido podría decirse que para determinar el temor de parcialidad no se requiere una
evaluación de los motivos que impulsaron al juez a dictar dichos actos procesales, ni
sus fundamentos en el caso individual. Basta con que se hayan dictado estos actos -
pues marcan una tendencia de avance del proceso contra el imputado- para que
quede configurado este temor.- De aquí, que la forma de garantizar la objetividad del
juzgador y evitar este temor de parcialidad está estrechamente relacionada con las
pautas de organización judicial, en tanto éstas regulan la labor de los distintos sujetos
del órgano jurisdiccional, en un mismo proceso.- En este sentido, "la garantía del juez
imparcial, en sintonía con los principios de juez natural e independencia judicial, debe
ser interpretada como una garantía del justiciable que le asegure plena igualdad frente
al acusador y le permita expresarse libremente y con justicia frente a cualquier
acusación que se formule contra aquél" (Fallos: 326:3842, disidencia de los jueces
Maqueda y Vázquez). Consid. 13) Que la opinión dominante en esta materia establece
que la imparcialidad objetiva se vincula con el hecho de que el juzgador muestre
306
garantías suficientes tendientes a evitar cualquier duda razonable que pueda conducir
a presumir su parcialidad frente al caso. Si de alguna manera puede presumirse por
razones legítimas que el juez genere dudas acerca de su imparcialidad frente al tema
a decidir, debe ser apartado de su tratamiento, para preservar la confianza de los
ciudadanos -y sobre todo del imputado- en la administración de justicia, que constituye
un pilar del sistema democrático.- Existe una idea generalizada en torno a que la
persona que investigó no puede decidir el caso, toda vez que esta acumulación de
funciones no sólo se contrapone al principio republicano de división de poderes -
expresado en el principio acusatorio-, sino porque puede generar en el imputado
dudas razonables acerca de la posición de neutralidad de quien lo va a juzgar en el
caso, luego de haber recopilado e interpretado prueba en su contra para procesarlo
primero, y elevar la causa a juicio después.- Esto se explica lógicamente porque en la
tarea de investigación preliminar, el instructor va formándose tanto una hipótesis
fáctica como una presunción de culpabilidad, en una etapa anterior al debate oral. Por
lo tanto, por más que no resulte parcial esta hipótesis, lo cierto es que podría
sospecharse que ya tiene un prejuicio sobre el tema a decidir, puesto que impulsó el
proceso para llegar al juicio, descartando hasta ese momento, las hipótesis
desincriminantes. Con mayor claridad se evidencia esta idea en las resoluciones de
mérito que acreditan prima facie la existencia de un hecho, su subsunción típica -por
más provisoria que sea- y la posible participación culpable del imputado en el suceso.-
Consid. 14) Que la "... separación de juez y acusador es el más importante de todos
los elementos constitutivos del modelo teórico acusatorio, como presupuesto
estructural y lógico de todos los demás" (Ferrajoli, L., op. cit., p. 567).- Nuestra
Constitución Nacional, es un claro ejemplo de consagración de este modelo, pues al
regular el juicio político, también separa claramente las funciones de investigar y
acusar, de las de juzgar; evitando que el juzgador tome contacto previo al juicio o con
las pruebas o con las hipótesis preliminares, como derivación directa del principio
republicano de gobierno, que rige la organización del poder del Estado. Consid. 16)
Que el iudex suspectus, como una manifestación de la garantía de imparcialidad del
juez, está íntimamente relacionada con el principio acusatorio, en la medida que puede
generar en el acusado dudas legítimas sobre la parcialidad del magistrado, si en su
misma persona convergen las funciones de investigar y probar el hecho que se le
imputa, y posteriormente juzgar su responsabilidad en el mismo.- Sobre este punto
particular y al analizar un caso donde se encontraba en juego la aplicación de una
norma local, se dijo que "la actual norma provincial... tiende a evitar la posible
parcialidad de carácter objetivo en que pueda incurrir el magistrado en su relación con
el objeto del proceso al verse influenciado, no de manera voluntaria, a favor o en
contra del imputado, como consecuencia de opiniones vertidas y del conocimiento
directo que tuvo de todo lo actuado en el período de investigación; lo que significaría
para esa ley vigente vulnerar la garantía del juez imparcial por alteración de la
competencia funcional al no haber sido apartados del conocimiento de la causa los
magistrados recusados con base -como se dijo- en la propia ley que se ajustaba a la
307
Constitución Nacional. Lo contrario además, se contrapone con los compromisos
internacionales asumidos por el Estado argentino, contenidos en la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (art. 8° ap. 1°) y el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (art. 14, ap. 1°) incorporados a la Carta Fundamental
desde la reforma de 1994, con jerarquía constitucional (art. 75, inc. 22, párr. 2°,
Constitución Nacional) (Fallos: 321:3679, voto del juez Vázquez).- Consid. 17...al
conformarse a petición de la Organización de Naciones Unidas, un comité de
especialistas de distintos países para establecer las Reglas Mínimas de las Naciones
Unidas para el Procedimiento Penal -denominadas "Reglas de Mallorca"-, se dispuso
en la regla 4, inc. 2° que "Los tribunales deberán ser imparciales. Las legislaciones
nacionales establecerán las causas de abstención y recusación. Especialmente, no
podrá formar parte del tribunal quien haya intervenido anteriormente, de cualquier
modo, o en otra función o en otra instancia en la misma causa. Tampoco podrán
hacerlo quienes hayan participado en una decisión posteriormente anulada por un
tribunal superior", consagrando expresamente tanto la división de funciones, como el
apartamiento del juez por temor de parcialidad. Consid. 23) Que en el caso concreto
que nos ocupa, "corresponde poner de relieve que la instrucción prevista en el actual
procedimiento otorga al juez que la desarrolla un amplio poder discrecional por sobre
la intervención de las partes. Circunstancia, que a la hora de juzgar, invariablemente le
impedirá abstraerse 'a los influjos subjetivos de su propia actividad agresiva e
investigadora' (conf. Edberhardt Schmidt, 'Los fundamentos teóricos y constitucionales
del proceso penal', pág. 195, Tratado de José Manuel Núñez, Buenos Aires, 1957)"
(Fallos: 326:3842, disidencia de los jueces Maqueda y Vázquez).- En este sentido,
puede afirmarse que los actos procesales llevados a cabo por la jueza cuestionada,
evidencian objetivamente la sospecha de su parcialidad que puede tener el imputado,
toda vez que aquella recopiló prueba, ordenó el allanamiento de su domicilio, lo
interrogó, dictó su auto de procesamiento pese al descargo realizado, y posteriormente
decidió la elevación a juicio de la causa. Es más, la propia juez involucrada reconoció
el temor fundado de parcialidad que podía sentir el imputado, y en virtud de ello hizo
lugar a la recusación planteada.- Voto Dr. Petracchi Consid. 18..., la Corte
Interamericana formuló la distinción entre los aspectos subjetivos y objetivos de la
imparcialidad: "Primero, el tribunal debe carecer, de una manera subjetiva, de prejuicio
personal. Segundo, también debe ser imparcial desde un punto de vista objetivo, es
decir, debe ofrecer garantías suficientes para que no haya duda legítima al respecto.
Bajo el análisis objetivo, se debe determinar si, aparte del comportamiento personal de
los jueces, hay hechos averiguables que podrían suscitar dudas respecto de su
imparcialidad. En este sentido, hasta las apariencias podrán tener cierta importancia"
(conf. caso "Herrera Ulloa vs. Costa Rica", §§ 170 y s.14). Consid. 38) Que la
14 Caso Herrera Ulloa contra Costa Rica. Sentencia 02/07/2004. 170. La Corte Europea ha señalado que la
imparcialidad tiene aspectos tanto subjetivos como objetivos, a saber: ‘Primero, el tribunal debe carecer, de una
manera subjetiva, de prejuicio personal. Segundo, también debe ser imparcial desde un punto de vista objetivo, es
decir, debe ofrecer garantías suficientes para que no haya duda legítima al respecto. Bajo el análisis objetivo, se
debe determinar si, aparte del comportamiento personal de los jueces, hay hechos averiguables que podrán suscitar
dudas respecto de su imparcialidad. En este sentido, hasta las apariencias podrán tener cierta importancia. Lo que
308
posibilidad de que los jueces no estén dispuestos a admitir, sin más ni más, sus
propios errores fue el criterio decisivo en "Herrera Ulloa", en el que se planteaba la
identidad de los magistrados que habían resuelto la revocación de una absolución y
los que revisaron la condena dictada como consecuencia del reenvío. Según la Corte
Interamericana, y a pesar de los argumentos de Costa Rica en el sentido de que el
reenvío se había producido "sólo" para corregir errores in procedendo, dicho
procedimiento resulta violatorio del art. 8.1 CADH, en la medida en que los jueces
intervinientes no se limitaron en su primer examen del caso a cuestiones puramente
formales, sino que, al menos en parte, analizaron el fondo de los agravios planteados
en el recurso de casación.- Consid. 39) Que, a partir de lo expresado, un tribunal que
se puede ver obligado a admitir que se equivocó, al menos hipotéticamente, no puede
aparecer ante la opinión pública y las partes como un tribunal insospechado, pues deja
de ser un tercero ajeno al conflicto y pasa a tener un "interés" en el resultado del juicio:
el de ocultar los posibles defectos o errores de la instrucción que él mismo realizó. En
este punto, y con relación a la importancia de que un tribunal, además de ser
imparcial, ofrezca objetivamente tal imagen frente a la opinión pública en un estado
democrático, la Corte Interamericana, al remitir a la jurisprudencia del Tribunal
Europeo de Derechos Humanos, hizo referencia a la estrecha relación que existe entre
el concepto de imparcialidad, en su aspecto objetivo, y el de "independencia" judicial
(conf. caso "Herrera Ulloa", párr. 170, nota 119, con remisión a los casos del TEDH
"Pabla Ky vs. Finlandia", del 26 de junio de 2004, y "Morris vs. Reino Unido", del 26 de
febrero de 2002).
CSJN. “LOPEZ FADER, Rafael Félix s/ RECURSO DE HECHO”. Fallo L. 953 XLI.
25/09/2007. Que los agravios federales atinentes a las garantías de imparcialidad, juez
natural y doble instancia, no han sido introducidos oportunamente en el proceso.
Respecto de los demás agravios planteados resultan inadmisibles (art. 280 C.P.C.C.).
Disidencia Dres. Zaffaroni, Petracchi y Maqueda. Que la cuestión planteada en la
presente causa al amparo de la garantía de imparcialidad, respecto de la intervención
de la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional
Federal, compuesta sólo por dos vocales, uno de los cuales –el juez Horacio Raúl
está en juego es la confianza que deben inspirar los tribunales a los ciudadanos en una sociedad democrática y,
sobre todo, en las partes del caso’. 171. La Corte considera que el derecho a ser juzgado por un juez o tribunal
imparcial es una garantía fundamental del debido proceso. Es decir, se debe garantizar que el juez o tribunal en el
ejercicio de su función como juzgador cuente con la mayor objetividad para enfrentar el juicio. Esto permite a su
vez, que los tribunales inspiren la confianza necesaria a las partes en el caso, así como a los ciudadanos de una
sociedad democrática. 172... En el proceso penal contra el periodista Mauricio Herrera Ulloa se interpuso el recurso
de casación en dos oportunidades. La Corte observa que los cuatro Magistrados titulares y el Magistrado supente
que integraron la Sala Tercera dela Corte Suprema de Justicia al decidir el 07 de mayo de 1999 el recurso de
casación interpuesto por el abogado ... contra la sentencia absolutoria, fueron los mismos que decidieron el 24 de
enero de 2001 los recursos de casación interpuestos contra la sentencia condenatoria por el abogado del Sr.
Mauricio Herrera Ulloa... 173. Cuando la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia resolvió el primer recurso de
casación anuló la sentencia casada y ordenó remitir el proceso al tribunal competente para su nueva sustanciación,
con base en que, Inter. Alia, “la fundamentación de la sentencia no se presenta como suficiente para descartar
racionalmente la existencia de un dolo directo o eventual (respecto de los acusados)”. 174. Los Magistrados de la
Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia debieron abstenerse de conocer los dos recursos de casación
interpuestos contra la sentencia condenatoria de 12 de Noviembre de 1999 porque, considera esta Corte, que al
resolver el recurso de casación contra la sentencia absolutoria de 29 de mayo de 1998, los mismos Magistrados
habían analizado parte del fondo, y no solo se pronunciaron sobre la forma.
309
Vigliani-, había confirmado en su oportunidad la prisión preventiva de Rafael Félix
López Fader (ver...), resulta sustancialmente análoga a la tratada en la causa “Llerena”
(Fallos 328: 1491), a cuyas consideraciones corresponde remitir en lo pertinente... Por
ello oído el Sr. Procurador Fiscal se hace lugar a la queja.-
Artículo 360 - Normas del debate.- Se aplicarán las normas del debate común y
del procedimiento abreviado con las modificaciones del presente Capítulo.-
En la sentencia que se dicte para los casos de calumnias e injurias cometidas por
medio de la prensa, el Tribunal ordenará si lo pidiere el ofendido la publicación del
pronunciamiento a cargo del condenado, si es posible, en el mismo medio, en el
mismo lugar y con los mismos caracteres del artículo injurioso o calumnioso.-
Esta disposición será también aplicable en caso de retractación.-
Arts. 143, 309 y ss., 339 y ss., 385
310
CP Art. 114.- Cuando la injuria o calumnia se hubiere propagado por medio de
la prensa, en la Capital y territorios nacionales, sus autores quedarán sometidos a las
sanciones del presente Código y el juez o tribunal ordenará, si lo pidiere el ofendido,
que los editores inserten en los respectivos impresos o periódicos, a costa del
culpable, la sentencia o satisfacción.
Art. 117.- El culpable de injuria o calumnia contra un particular o asociación, quedará
exento de pena, si se retractare públicamente, antes de contestar la querella o en el
acto de hacerlo.
TITULO V
Procedimiento para la reparación del daño
Artículo 364 - Legitimación activa.- Dentro de los cinco días de adquirir firmeza la
sentencia penal condenatoria, el querellante tendrá opción para reclamar ante el
Tribunal de Juicio la indemnización del daño material y moral por el hecho calificado
como delito.-
Arts. 97, 99
Artículo 365 - Límites.- El reclamo sólo podrá ser dirigido contra el penalmente
condenado, debiendo fundamentarse en los límites del debate y de acuerdo a los
términos de la sentencia que le sirve de presupuesto, en cuanto a los hechos.-
Arts. 333
311
Artículo 366 - Contenido.- El escrito deberá contener la expresión concreta y
detallada de los daños sufridos, y la relación que ellos tienen con el hecho delictivo
conforme a los elementos del debate y de la condena penal precedente, la cita de las
disposiciones legales del orden civil aplicables y la reparación deseada o el importe de
las indemnizaciones pretendidas.-
Arts. 99, 245
TITULO VI
Procedimiento de Hábeas Corpus
Capítulo I
Disposiciones Generales
312
Artículo 370 - Procedencia.- Corresponderá la denuncia de hábeas corpus ante un
acto u omisión de autoridad pública que arbitrariamente y en violación de normas
constitucionales implique:
1) una limitación o amenaza actual de la libertad ambulatoria, sin orden escrita de
autoridad competente;
2) el mantenimiento manifiestamente ilegítimo de una privación de la libertad
inicialmente dispuesta por orden escrita de autoridad competente;
3) una agravación ilegítima de las formas y condiciones en que se cumple la
privación de la libertad, sin perjuicio de las facultades propias del Juez del
proceso si lo hubiera.-
Arts. 10, 11, 223
Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa
Rica). Art. 7. 6...En los Estados partes cuyas leyes prevén que toda persona que se
viera amenazada de ser privada de su libertad tiene derecho a recurrir a un juez o
tribunal competente a fin de éste decida sobre la legalidad de tal amenaza, dicho
recurso no puede ser restringido ni abolido. Los recursos podrán interponerse por sí o
por otra persona.
Reglas de Mallorca. Décimo noveno 4) El detenido podrá obtener, mediante el
procedimiento de "habeas corpus" u otro de análoga significación, la inmediata puesta
a disposición de la autoridad judicial competente. Igualmente podrá instarlo un tercero
en favor del detenido.
CN Art. 43 [Hábeas Corpus] Cuando el derecho lesionado, restringido, alterado o
amenazado fuera la libertad física, o en caso de agravamiento ilegítimo en la forma o
condiciones de detención, o en el de desaparición forzada de personas, la acción de
hábeas corpus podrá ser interpuesta por el afectado o por cualquiera en su favor y el
juez resolverá de inmediato, aún durante la vigencia del estado de sitio.
CProv. Art. 9. Ningún habitante de la Provincia puede ser privado de su libertad
corporal, o sometido a alguna restricción de la misma, sino por disposición de
autoridad competente y en los casos y condiciones previstos por la ley. Toda persona
que juzgue arbitraria la privación, restricción o amenaza de su libertad corporal, puede
ocurrir ante cualquier juez letrado, por sí o por intermedio de cualquier otra que no
necesita acreditar mandato, para que la haga comparecer ante su presencia y examine
sumariamente la legalidad de aquéllas y, en su caso, disponga su inmediata cesación.
313
respecto auto de prisión preventiva rigurosa el 23 de setiembre de 1980, fecha desde
la cual se encontraba detenido a disposición de esa autoridad. Consid. 3º) Que la
resolución recurrida declaró procedente el hábeas corpus, al considerarlo el medio
apto para el control jurisdiccional de los actos cumplidos por los tribunales militares,
atento a la imposibilidad de articular otros recursos ante la justicia federal. Por ello,
dado el tiempo de detención sufrida y lo prolongado del proceso -que excede
ampliamente el plazo del art. 185 del Cód. de Justicia Militar-, declaró ilegítima la
privación de libertad. Por medio del recurso extraordinario deducido a fs. 38/51 por el
representante del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, se impugnó dicha
sentencia, considerándosela arbitraria, ya que Cardozo se hallaba detenido a
disposición de autoridad competente, y porque no es dable asegurar -como sostiene el
a quo- que no existen recursos ante la justicia federal para revisar su situación
procesal. Consid. 5º) Que este tribunal tiene establecido desde antiguo que el hábeas
corpus no procede si la privación de la libertad se originó en una causa seguida ante
juez competente (Fallos: T. 60, p. 397; t. 65. p. 369; t. 71, p. 427; t. 72, p. 328; t. 219,
p. 111 entre otros-). A igual solución arribó respecto de la detención de personas
sujetas a juzgamiento por tribunales militares en las condiciones previstas por la ley
(Fallos, t. 63, p. 272; t. 70. p. 152; t. 75. p. 161; t. 77, p. 319; t. 79, p. 141; t. 82, p. 23; t.
91, p. 249; t. 145, p. 130; t. 181, p.-229). En estas circunstancias, y toda vez que no se
cuestionó el carácter jurisdiccional de la actividad del Consejo Supremo de las Fuerzas
Armadas -admitido por esta Corte en Fallos, t. 279, p. 40; t. 292, p. 542, entre otros- ni
su aptitud para someter a proceso al recurrente, debe tenérselo por detenido a
disposición de tribunal competente y sometido a las normas del Código de Justicia
Militar (Fallos, t. 298, p. 281). Consid. 6º) Que, como consecuencia de lo expuesto, los
cuestionamientos tendientes a demostrar lo injustificado de la detención o las falencias
en el procedimiento, no pueden resolverse por la vía intentada (doc. causa: S.673.XX.,
"Salort, María C.", del 25 de noviembre de 1986), e incumben a los jueces propios de
la causa, respecto de cuyas resoluciones, en caso de existir agravios, deberán
hacerse valer los medios legales correspondientes (Fallos, t. 78, p. 246; t. 230, p. 103).
Consid. 7º) Que esta conclusión no puede obviar, por su fundamento en la garantía de
la defensa en juicio, el derecho de Cardozo a obtener -después de un proceso
tramitado en legal forma- un pronunciamiento que ponga término, del modo más rápido
posible, a la situación de incertidumbre y restricción a la libertad que comporta el
enjuiciamiento penal (Fallos, t. 272, p. 188; consid. 14; t. 297, p. 486; t. 298, p. 50; t.
300, p. 1102). De este derecho deriva la razonable expectativa a contar con una vía
idónea que le permita impulsar el proceso al que se ve sometido, y ejercitar sus
derechos en la forma y con las solemnidades establecidas por las leyes de
procedimientos, de modo tal que su prisión preventiva no se convierta en una
verdadera pena impuesta con anterioridad al dictado de la sentencia definitiva (Fallos,
t. 280, p. 297; t. 290, p. 393; t. 300, p. 642, fallo 27.664-S, t. 1975-B, p. 142, t. 1977-D,
p. 435-) y conserve su fundamento de evitar que se frustre la justicia (Fallos, t. 8, p.
291; dictamen del Procurador General en t. 21, p. 122; t. 102; p. 219). Consid. 9º) Que
314
a esta solución no empece la ausencia de una previsión legislativa concreta de este
supuesto, en la medida en que el apartamiento de las normas procesales que rigen el
procedimiento -en el caso la duración del proceso- y el encarcelamiento
excesivamente prolongado, involucran cuestiones directamente relacionadas con la
garantía de la defensa en juicio, cuya tutela exige una decisión inmediata. Esta
interpretación de las disposiciones legales que rigen el caso, emana del principio de
que la Constitución está dirigida irrevocablemente a asegurar a todos los habitantes
"los beneficios de la libertad", y este propósito se debilitaría si se negase
irrazonablemente la posibilidad de ejercer, de manera acabada, todos los derechos
dentro del proceso a los efectos de obtenerla (doctrina de Fallos, t. 241, p. 291).
Artículo 371 - Titularidad.- Podrá denunciar tanto el afectado como cualquier otra
persona a su favor, sin necesidad de poder, ni patrocinio letrado.-
Artículo 372 - Juez competente.- Será competente para conocer del hábeas
corpus cualquier Juez letrado que tuviera jurisdicción en el lugar donde se hubiera
efectuado o se presuma que está por efectuarse la privación o restricción de la libertad
personal.-
Capítulo II
Procedimiento
Artículo 373 - Denuncia.- La denuncia podrá ser deducida en forma verbal, escrita
o telegráfica, en cualquier día y hora, y deberá contener:
1) nombre y domicilio real del denunciante;
2) nombre, domicilio real y demás datos personales conocidos de la persona en
cuyo favor se denuncia;
3) autoridad de quien emana el acto que se afirma como lesivo;
4) causa o pretexto del acto que se afirma como lesivo en la medida del
conocimiento del denunciante;
5) expresará además en qué consiste la ilegitimidad del acto.-
Si el denunciante ignorara alguno de los requisitos contenidos en los números 2), 3)
y 4), proporcionará los datos que mejor condujeran a su averiguación.-
CSJN. VERBITSKY, Horacio s/ Hábeas Corpus. 03/05/05. Consid. 16. Que pese a que
la Constitución no menciona en forma expresa el hábeas corpus como instrumento
deducible también en forma colectiva, tratándose de pretensiones como las esgrimidas
por el recurrente, es lógico suponer que si se reconoce la tutela colectiva de los
derechos citados en el párrafo segundo, con igual o mayor razón la Constitución
otorga las mismas herramientas a un bien jurídico de valor prioritario y del que se
ocupa en especial, no precisamente para reducir o acotar su tutela sino para
315
privilegiarla. Consid. 17. Que debido a la condición de los sujetos afectados y a la
categoría del derecho infringido, la defensa de derechos de incidencia colectiva puede
tener lugar más allá del nomen juris específico de la acción intentada, conforme lo
sostenido reiteradamente por esta Corte en materia de interpretación jurídica, en el
sentido de que debe tenerse en cuenta, además de la letra de la norma, la finalidad
perseguida y la dinámica de la realidad (Fallos 312:2192, disidencia del juez Petracchi;
320:875, entre otros). Consid. 19. Que no se trata en el caso de discutir cuestiones
importantes pero no esenciales, como el exactísimo cubaje de aire, dos o tres grados
más o menos de temperatura u horarios de recreos y provisión de trabajo carcelario,
media hora más o menos del horario de visitas, etc., sino que lo denunciado y lo
admitido oficialmente como superpoblación carcelaria genera muy serios peligros para
la vida y la integridad física de personas incluso ni siquiera involucradas en los
potenciales conflictos. Disidencia parcial Dr. Fayt Consid. 15. Que a juicio de este
Tribunal, la respuesta a dichos interrogantes debe ser afirmativa. En efecto, más allá
del nomen juris empleado, la peticionaria pretende la modificación de una situación en
la que se encuentran quienes están detenidos, respecto del goce de derechos básicos
que afectan el respeto a su dignidad humana. Por tanto, y de acuerdo a lo decidido por
la mayoría de esta Corte en Fallos 325:524, corresponde dar curso a la acción de
hábeas corpus colectivo, solución para la que este Tribunal no encontró obstáculo en
aquella oportunidad no obstante que, si se quiere, el derecho allí lesionado no
comprometía -como ocurre en el caso- la vida misma de los afectados. Para arribar a
esta solución no puede pasarse por alto que la previsión del actual art. 43 de la
Constitución Nacional contempla expresamente la figura del amparo colectivo. Y si
bien no lo hace -al menos en forma expresa- con el hábeas corpus colectivo, ello no
puede conducir a negar la posibilidad de su ejercicio. Sucede que el amparo ha nacido
en nuestro derecho constitucional como una extensión a otros derechos de la
protección sumaria que las leyes otorgaron desde antiguo a la libertad corporal; basta
para comprobar este aserto la lectura del señero precedente del Tribunal publicado en
Fallos 239:459 -caso "Siri". De tal manera, la interpretación del ámbito de sujetos
amparados por el primigenio remedio procesal -bien que circunscrito a la protección de
los derechos vinculados con la libertad física y las condiciones de detención- no puede
prescindir de esta nueva categoría -la colectiva- de violaciones susceptibles de ser
remediadas por procedimientos sumarios. Tal como lo sostuvo el Tribunal en Fallos
241:291 -caso "Kot"- "[l]o que primordialmente tienen en vista el hábeas corpus y el
recurso de amparo, no es el origen de la restricción ilegítima a cualquiera de los
derechos fundamentales de la persona humana, sino estos derechos en sí mismos, a
fin de que sean salvaguardados. Dichas garantías no atienden unilateralmente a los
agresores, para señalar distinciones entre ellos, sino a los agredidos, para restablecer
sus derechos esenciales. La Constitución está dirigida irrevocablemente a asegurar a
todos los habitantes 'los beneficios de la libertad', y este propósito, que se halla en la
raíz de nuestra vida como nación, se debilita o se corrompe cuando se introducen
distinciones que, directa o indirectamente, se traducen en obstáculos o postergaciones
316
para la efectiva plenitud de los derechos" (énfasis agregado). Consid. 16. Que, en
definitiva, la cuestión de autos, especialmente debido a la gravedad que reviste,
requiere -más allá del nomen juris de la acción apta para la defensa colectiva
intentada- que frente a la comprobación inmediata de la clara violación de la garantía
constitucional invocada, ésta sea restablecida por los jueces en su integridad. "(L)as
garantías individuales existen y protegen a los individuos por el solo hecho de estar
consagradas por la Constitución e independientemente de las leyes reglamentarias,
las cuales sólo son requeridas para establecer 'en qué caso y con qué justificativos
podrá procederse'..." (causa "Siri" antes citada).
Artículo 374 - Deber de recepción del Juez e intervención del Fiscal.- El Juez
ante quien se formulara la denuncia deberá recibirla y darle trámite de inmediato.-
Presentada la denuncia se notificará al Ministerio Público Fiscal, quien será parte
necesaria en el procedimiento.-
Arts. 88
317
La orden se emitirá por escrito con expresión de fecha y hora salvo que el Juez
considerara necesario constituirse personalmente en el lugar donde se encuentre el
detenido, en tal caso podrá emitirla oralmente, pero dejará constancia en acta.-
Cuando se tratara del mantenimiento manifiestamente ilegítimo de una privación de
la libertad inicialmente dispuesta por orden escrita de autoridad competente, se
requerirá información sobre el tiempo de detención y de toda otra circunstancia útil
para el esclarecimiento de la causal invocada.-
Art. 137, 139, 140, 260
Artículo 378 - Sanciones y costas.- El Juez podrá imponer hasta treinta días multa
o arresto hasta diez días al funcionario responsable de dilaciones o entorpecimiento en
el trámite o al culpable del acto lesivo, sin perjuicio de la responsabilidad penal que le
corresponda. Las costas podrán imponerse al funcionario responsable de dicho acto y
en caso de ser rechazado el hábeas corpus, serán a cargo del peticionario.-
Arts. 444
LIBRO V
RECURSOS
TITULO I
Disposiciones generales
318
Artículo 380 - Facultad de recurrir.- Las resoluciones judiciales serán recurribles
sólo por los medios y en los casos expresamente establecidos.-
El derecho de recurrir corresponderá tan sólo a quien le fuera expresamente
acordado, siempre que tuviera un interés directo en la eliminación, revocación o
reforma de la resolución.-
Cuando la ley no distinguiera entre las diversas partes, aquél pertenecerá a
cualquiera de ellas.-
Pacto internacional Derechos Civiles y Políticos Art. 14. 5- Toda persona declarada
culpable de un delito tendrá derecho a que el fallo condenatorio y la pena que se le
haya impuesta sean sometidos a un tribunal superior, conforme a lo prescripto por la
ley.
Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica).
Art.8.2. h) derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior.
CSJN. “FIRMENICH, Mario Eduardo. 27/01/87. La ley 1987 A, 598. Cons. 2º) Que
resulta óbice a la procedencia del recurso extraordinario la conocida jurisprudencia del
tribunal según la cual las resoluciones denegatorias de medidas de prueba no
constituyen sentencia definitiva en los términos del art. 14 de la ley 48, aun cuando se
invoque la garantía constitucional de la defensa en juicio o la doctrina de la
arbitrariedad (confr. Causa L. 263 XX. “Lambruschini, Armando s/ decreto 158/83 del
Poder Ejecutivo Nacional”, resuelta el 3 de diciembre de 1985, y sus citas, entre
muchas otras). Ello es así por cuanto la posibilidad de que la sentencia final de la
causa sea absolutoria y por ende, disipe el agravio que ahora se invoca, torna
improcedente – por prematuro- su tratamiento; y en la hipótesis opuesta puede ser
traído a conocimiento de la Corte por vía del recurso extraordinario contra la sentencia
que cierre el caso (fallos, t. 183 p. 100; t. 187 p. 534 y doctrina de fallos t. 191, p. 376)
319
norma impugnada en cuanto ésta prevé la supresión de la instancia militar al permitir el
avocamiento de la justicia civil, conviene señalar –con arreglo a reiterada
jurisprudencia de esta Corte- que la doble instancia judicial no constituye, por si
misma, requisito de naturaleza constitucional. Cabe agregar, en tal sentido, que el
requisito previsto en el art. 8º, apart. 2º, inc. h, de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (ratificada por ley 23054), que establece el derecho de toda
persona inculpada por un delito de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior, sólo
debe ser considerado en los supuestos de la sentencia definitiva de la causa u otra
resolución asimilable a ella, extremo que se da en el presente proceso; en casos como
el sub examine aquella exigencia se halla por otra parte satisfecha por la existencia del
recurso extraordinario ante esta Corte.
320
h), es declarar la invalidez constitucional de la limitación establecida en el art. 459, inc.
2 del Cód. Procesal Penal de la Nación, en cuanto veda la admisibilidad del recurso de
casación contra las sentencias de los tribunales en lo criminal en razón del monto de la
pena. Consid. 11. Que la ya recordada "jerarquía constitucional" de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (consid. 5°) ha sido establecida por voluntad
expresa del constituyente, "en las condiciones de su vigencia" (art. 75, inc. 22, párr.
2°), esto es, tal como la Convención citada efectivamente rige en el ámbito
internacional y considerando particularmente su efectiva aplicación jurisprudencial por
los tribunales internacionales competentes para su interpretación y aplicación. Consid.
12. Que, en consecuencia, a esta Corte, como órgano supremo de uno de los poderes
del Gobierno Federal, le corresponde --en la medida de su jurisdicción-- aplicar los
tratados internacionales a que el país está vinculado en los términos anteriormente
expuestos, ya que lo contrario podría implicar responsabilidad de la Nación frente a la
comunidad internacional. En tal sentido, la Corte Interamericana precisó el alcance del
art. 1° de la Convención, en cuanto los Estados parte deben no solamente "respetar
los derechos y libertades reconocidos en ella", sino además "garantizar su libre y pleno
ejercicio a toda persona sujeta a su jurisdicción". Según dicha Corte, "garantizar"
implica el deber del Estado de tomar todas las medidas necesarias para remover los
obstáculos que puedan existir para que los individuos puedan disfrutar de los derechos
que la Convención reconoce. Por consiguiente, la tolerancia del Estado a
circunstancias o condiciones que impidan a los individuos acceder a los recursos
internos adecuados para proteger sus derechos, constituye una violación del art. 1.1
de la Convención (opinión consultiva N° 11/90 del 10 de agosto de 1990
--"Excepciones al agotamiento de los recursos internos" párr. 34--). Garantizar entraña,
asimismo, "el deber de los estados parte de organizar todo el aparato gubernamental
y, en general, todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del
poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y
pleno ejercicio de los derechos humanos" (íd., parág. 23). Consid. 13. Que síguese de
lo expresado, que la solución que aquí se adopta permite, desde el punto de vista de
las garantías del proceso penal, cumplir acabadamente los compromisos asumidos en
materia de derechos humanos por el Estado nacional a la vez que salvaguarda la
inserción institucional de la Cámara Nacional de Casación Penal en el ámbito de la
Justicia federal y respeta el sentido del establecimiento de órganos judiciales
"intermedios" en esa esfera, creados para cimentar las condiciones necesarias para
que el tribunal satisfaga el alto ministerio que le ha sido confiado sea porque ante ellos
pueden encontrar las partes la reparación de los perjuicios irrogados en instancias
anteriores, sin necesidad de recurrir ante la Corte Suprema, sea porque el objeto a
revisar por ésta ya sería un producto seguramente más elaborado (Fallos: 308:490,
consid. 5°, con cita del Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores, período de
1901, Congreso Nacional, Buenos Aires, 1961).
321
CSJN. “ARCE, Jorge D. 14/10/97. (320:2145). Considerando 4. Que esta Corte
entendió en el caso "Giroldi", -Fallos: 318:514- que la forma más adecuada para
asegurar la garantía constitucional del derecho de recurrir ante un tribunal superior era
declarar la inconstitucionalidad del art. 459, inc. 2°, del Cód. Procesal Penal de la
Nación, en cuanto veda al imputado la admisibilidad del recurso de casación contra las
sentencias de los tribunales en lo criminal en razón del monto de la pena. Resta ahora
analizar si la garantía antes invocada --consagrada en el Pacto de San José de Costa
Rica-- es aplicable al Ministerio Público. Consid. 5. Que la reforma constitucional de
1994 en su art. 75, inc. 22, párr. 2° otorgó jerarquía constitucional a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos la cual dispone "Toda persona inculpada de
delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca
legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena
igualdad, a las siguientes garantías mínimas: ... derecho a recurrir del fallo ante juez o
tribunal superior" (art. 8°, párr. 2°, inc. h).6. Que en primer término cabe analizar cuál
es el sentido de la voz "persona" enunciada en el art. 8°, párr. 2°, de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. A tal fin es válido recurrir al Preámbulo y al art.
1° del citado ordenamiento los cuales establecen que "persona" significa todo ser
humano. En tales condiciones es de aplicación al caso la pauta de hermenéutica que
establece que cuando una ley es clara y no exige mayor esfuerzo interpretativo no
cabe sino su directa aplicación (Fallos: 218:56). Por otra parte, las garantías
emanadas de las tratados sobre derechos humanos deben entenderse en función de
la protección de los derechos esenciales del ser humano y no para beneficio de los
estados contratantes. En este sentido la Corte Interamericana, cuya jurisprudencia
debe servir como guía para la interpretación de esta Convención, en la medida en que
el Estado argentino reconoció la competencia de dicho tribunal para conocer en todos
los casos relativos a la interpretación y aplicación de los preceptos convencionales
(confr. arts. 41, 62 y 64, Convención y art. 2°, ley 23.054), dispuso: "los Estados...
asumen varias obligaciones, no en relación con otros Estados, sino hacia los
individuos bajo su jurisdicción" (OC-2/82, 24 de setiembre de 1982, párr. 29). Consid.
7. Que, asimismo, cabe indagar cuál es el alcance del art. 8°, párr. 2°, inc. h,
consagrado en el instrumento antes citado. Entre los acuerdos internacionales
enumerados en el art. 75, inc. 22, párr. 2°, figura el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos. Dicho instrumento trae luz sobre la cuestión planteada desde dos
perspectivas. Primero en cuanto que los tratados con jerarquía constitucional deben
entenderse como formando un bloque único de la legalidad cuyo objeto y fin es la
protección de los derechos fundamentales de los seres humanos. En segundo término
porque el citado pacto ha sido utilizado como instrumento preparatorio de la
Convención Americana, lo cual conduce a utilizarlo como medio de interpretación
según lo ha establecido esta última (confr. art. 29, inc. d) y la Convención de Viena
sobre derecho de los tratados (confr. art. 32). Así el Pacto emanado del seno de las
Naciones Unidas establece "Toda persona declarada culpable de un delito tendrá
derecho a que el fallo condenatorio y la pena que se le haya impuesto sean sometidos
322
a un tribunal superior conforme a lo prescripto por la ley" (confr. art. 14, inc. 5°). Por lo
expuesto, de la conjunción de ambas normas surge que la garantía del derecho de
recurrir ha sido consagrada sólo en beneficio del inculpado. Cabe concluir, entonces,
que en tanto el Ministerio Público es un órgano del Estado y no es el sujeto
destinatario del beneficio, no se encuentra amparado por la norma con rango
constitucional, sin que ello obste a que el legislador, si lo considera necesario, le
conceda igual derecho. Consid. 8. Que el recurrente tacha de inconstitucional el art.
458 del Cód. Procesal Penal en cuanto no le concede al Ministerio Público el derecho
de recurrir por vía de casación. Al analizar esta argumentación, es preciso señalar que
el derecho a la doble instancia no reviste jerarquía constitucional. En este sentido,
existe reiterada jurisprudencia de esta Corte que afirma que el adecuado respeto a la
garantía del debido proceso sólo exige que el litigante sea oído con las formalidades
legales y no depende del número de instancias que las leyes procesales
reglamentando esta garantía constitucional, establezcan según la naturaleza de las
causas (confr. Fallos: 126:114; 127:167; 155:96; 223:430; 231:432; 289:95; 298:252,
entre otros). Esta regla ha quedado limitada por la reforma constitucional de 1994, que
consagra expresamente el derecho del inculpado de "recurrir del fallo ante juez o
tribunal superior" (confr. art. 8°, párr. 2°, inc. h, Convención Americana sobre Derechos
Humanos). Por consiguiente es voluntad del constituyente rodear a este sujeto de
mayores garantías sin que sea posible concluir que esta diferencia vulnere la Carta
Magna, pues es una norma con jerarquía constitucional la que dispone tal tratamiento.
Consid. 9. Que por otra parte no es ocioso señalar que el Estado -titular de la acción
penal- puede autolimitar el "ius persequendi" en los casos que considere que no
revisten suficiente relevancia como para justificar su actuación. En tales condiciones,
el fiscal debe ejercer su pretensión en los términos que la ley procesal le concede. Por
ello, no puede considerarse inconstitucional la limitación de la facultad de recurrir del
Ministerio Público cuando se verifique un supuesto como el previsto por el art. 458 del
Código Procesal Penal en la medida en que, en las particulares circunstancias del "sub
lite", no se ha demostrado que se haya afectado la validez de otras normas
constitucionales. Consid. 10. Que corresponde desestimar el agravio del recurrente
referente a que la situación creada a partir de la declaración de inconstitucionalidad del
art. 459 del Cód. Procesal Penal en el caso "Giroldi" vulnera el derecho de igualdad
(art. 16, Constitución Nacional). Ello es así, porque las partes en el proceso penal no
persiguen intereses iguales. En efecto, lo que caracteriza al proceso penal es la
ausencia de un permanente antagonismo, propio del proceso civil. Ello deriva del
carácter público de la pretensión que persigue el Ministerio Público, la cual muchas
veces puede coincidir con el interés particular del imputado, pues su función es la
reconstrucción del orden jurídico alterado. Así lo ha entendido el representante de la
República Argentina, doctor José María Ruda, en la discusión del Pacto Internacional
de Derechos Civiles Políticos, "la ley debe conceder idénticas garantías a todos los
que se encuentran en la misma situación ante los tribunales en materia criminal, los
derechos del Procurador General no son iguales que los del acusado. Todos los
323
individuos deben ser objeto de igual protección, pero no son iguales ante los
tribunales, ya que las circunstancias varían en cada caso (confr. Trabajos
preparatorios del Pacto de Derechos Civiles y Políticos, Naciones Unidas, Asamblea
General, tercera comisión, decimocuarto período de sesiones, art. 14 de proyecto, 24
de noviembre de 1959). Consid. 11. Que en virtud de lo señalado, cabe concluir que
en el presente caso se ha respetado el derecho a la igualdad consagrado en nuestra
Constitución con el alcance que desde antaño le ha otorgado este tribunal, "el principio
de la igualdad de todas las personas ante la ley, según la ciencia y el espíritu de
nuestra Constitución, no es otra cosa que el derecho a que no se establezcan
excepciones o privilegios que excluyan a unos de los que se concede a otros en
iguales circunstancias, de donde se sigue forzosamente que la verdadera igualdad
consiste en aplicar en los casos ocurrentes la ley según las diferencias constitutivas de
ellos" (Fallos: 16:118; 137:105; 270:374; 306:1560, entre otros).
324
competencia original y exclusiva en ciertas causas aún penales, pues, ambas tienen
sin lugar a dudas igual valor por imperio de lo establecido en el art. 75, inc. 22, ya que
la segunda no pertenece a la primera parte de la Constitución. Semejante conflicto
carecería de clara solución. Lo que la convención aseguró, pues, fue que la condena
proviniese del tribunal superior en grado y no de uno inferior. Y en la época en que la
sentencia fue dictada -en que no había sido aún creada la Cámara Nacional de
Casación- los tribunales superiores de las causas penales federales eran las Cámaras
Federales de Apelaciones, por 1o que al provenir la sentencia de condena de una de
ellas, la regla internacional no fue violada. Distinto es el caso una vez creada la aludida
cámara, pero entonces esta Corte aseguró la posibilidad de recurrir ante ella en Fallos:
322:2488. Por otra parte y sin perjuicio de lo anterior, corresponde poner de relieve
que en el sub lite tuvo intervención esta Corte en oportunidad de tratar los recursos
extraordinarios deducidos por los condenados, los que fueron resueltos en Fallos: 315:
325. Voto Dr. Fayt Consid. 8) Que no obstante, la decisión mayoritaria en esa causa
obliga a considerar incumplida -por el momento- la garantía en cuestión. En tales
condiciones, corresponde determinar si dentro del ordenamiento procesal penal
existen el órgano y los procedimientos para dar -en el estado actual de la causa-
adecuada satisfacción a la garantía constitucional antes invocada. Desde esta
perspectiva, no se trata de estudiar la constitucionalidad de limitaciones recursivas
puntuales sino, antes bien, de compatibilizar la garantía en estudio con el sistema
procesal vigente, al modo mutatis mutandi en que lo hizo esta Corte en Fallos:
318:514. En este sentido, cabe afirmar que la única vía procesal adecuada resultaría el
recurso de revisión, en la medida en que sólo este recurso es el potencialmente apto
para cumplir acabadamente los compromisos asumidos en materia de derechos
humanos. En efecto, sólo los casos de revisión presuponen la existencia de una
sentencia condenatoria penal firme. Su principio rector reside en la renuncia a la cosa
juzgada cuando la sentencia sea manifiestamente incorrecta de manera insoportable
para la idea de justicia (conf. Roxin, Claus "Derecho Procesa1 Penal, Editorial del
Puerto, Buenos Aires, agosto de 2000 pág. 492). La intención del legislador es regular
todos aquellos supuestos en los cuales, por diversas circunstancias la realización del
valor justicia está por encima del de cosa juzgada (ver Beling, Ernst, "Derecho
Procesal Penal", Editorial Labor, Barcelona, 1943, pág. 325). Consid. 9... El legislador
ha previsto el recurso de revisión para que se someta a un nuevo control, en aras de la
realización de la justicia y en ciertos supuestos, a casos que, luego de su trámite
regular, han obtenido un pronunciamiento condenatorio luego de un juicio y, también,
luego –eventualmente- de un recurso de casación. Es cierto entonces que los
beneficios que el recurso acuerda no podrían extenderse a otras situaciones que las
previstas por el legislador. Sin embargo, esa limitación obedece al propósito del
impedir la creación de una nueva instancia revisora con relación a cuestiones que ya
gozaban del amparo de la doble instancia. Una conclusión semejante no puede sin
más ser trasladada al caso, porque no resulta método interpretativo adecuado aplicar
conclusiones basadas en la premisa del respeto a las normas del debido proceso –
325
existencia de dos instancias, inhábiles por hipótesis para evitar el error judicial- a
supuestos en que como en autos ni siquiera existió la posibilidad de aminorar ese
peligro. Disidencia Dr. Boggiano Consid. 8) Que en cumplimiento del deber de
garantizar goce del mencionado derecho, la Corte en el precedente "Giroldi" (Fallos:
318:514) consagró por vía jurisprudencial doble instancia con inequívoco sustento en
el art. 2 del Pacto que obliga a los estados a adoptar no sólo medidas legislativas sino
también de "otro carácter" para hacer efectivos los derechos y libertades reconocidas
por el Tratado. Consid. 10. Que los inculpados fueron condenados por la Cámara
Federal de Apelaciones de San Martín mediante sentencia dictada el 5 de octubre de
1989. A esa fecha se hallaba vigente el Pacto que fue aprobado por la República
Argentina por ley 23.054, publicada en el Boletín Oficial el 27 de marzo de 1984. Por lo
tanto, al tiempo de las condenas asistía a los encartados el derecho de recurrir a un
tribunal superior, derecho que no pudieron ejercer ante la omisión legislativa en
reglamentarlo. En efecto, la ley contemplaba una instancia única y la sentencia sólo
era recurrible por la limitada vía del recurso extraordinario federal. En tales
condiciones, no pueden verse perjudicados por no haber intentado remedios
procesales ordinarios en aquella oportunidad porque no contaban con ellos.
Únicamente tenían a su alcance la vía de excepción de la que hicieron uso con
resultado adverso, pues esta Corte, en sus pronunciamientos registrados en Fallos:
315:319, 325, desestimó sendas presentaciones directas por denegación del remedio
federal. Por lo tanto, agotaron todas las vías disponibles. Consid. 11. Que la relación
entre las normas internas y el tratado debe regirse por el derecho vigente al tiempo de
la presente sentencia (art. 75 inc. 22, Constitución Nacional). En tales condiciones, al
momento de la condena los inculpados tenían un derecho que recién han podido
ejercer válidamente con su llamado recurso de revisión, que en realidad debe juzgarse
como de apelación con el alcance del art. 8.2.h del Pacto. Consid. 12. Que, en
consecuencia, el remedio intentado configura una vía apta para la salvaguarda del
derecho a la doble instancia reconocido por una norma internacional de rango
constitucional, por lo que la alzada no pudo desestimarlo con fundamento en razones
de índole procesal, soslayando que se hallaba implicada la tutela de derechos
humanos de jerarquía superior. El excesivo apego a las formas puede producir, en la
especie, la impotencia del propio órgano judicial a cuya mejor y más justa labor
aquéllas deben servir (doctrina de Fallos: 197:426; 243:467; 313:630). Consid. 14. Que
la reforma de 1994 elevó el derecho a la doble instancia a un rango constitucional. Es
decir, que se ha producido un cambio fundamental que no puede dejar de valorarse,
en lo atinente al derecho de apelar el fallo condenatorio, que de ese modo pasa a
formar parte esencial del derecho al debido proceso penal. Por consiguiente, es
voluntad del constituyente rodear a este sujeto de mayores garantías sin que sea
posible concluir que de ello se derive vulneración alguna a la Carta Magna pues es
una norma con jerarquía constitucional la que dispone tal tratamiento (conf. Fallos:
320:2145). Consid. 15. Que el art. 8.2 del Pacto complementa el art. 18 de la
Constitución Nacional. La garantía de la doble instancia en materia penal, por su rango
326
constitucional, debe juzgarse incursa en el ámbito del principio de la aplicación de la
ley penal más benigna, pues sería una irrazonable contradicción que una norma
material penal quede sujeta a tal principio y no una garantía constitucional. Consid. 17.
Que el art. 75 inc. 22 de la Ley Fundamental mediante el que se otorgó jerarquía
constitucional a los tratados establece en su última parte que aquellos "no derogan
artículo alguno de la primera parte de esta Constitución y deben entenderse
complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos". Ello indica que los
constituyentes han efectuado un juicio de comprobación, en virtud del cual han
cotejado los tratados y los artículos constitucionales y han verificado que no se
produce derogación alguna, juicio que no pueden los poderes constituidos desconocer
o contradecir. De ello se desprende que la armonía o concordancia entre los tratados y
la Constitución es un juicio constituyente. En efecto, así lo han juzgado al hacer
referencia a los tratados que fueron dotados de jerarquía constitucional y, por
consiguiente, no pueden ni han podido derogar la Constitución pues esto sería un
contrasentido insusceptible de ser atribuido al constituyente cuya imprevisión no cabe
presumir (Fallos: 319:3148, 3241). Consid. 18. Que, en razón de todo lo expuesto, se
sigue que ante la omisión del legislador en dictar la ley reglamentaria, la pretensión de
los condenados de dejar sin efecto una sentencia pasada en autoridad de cosa
juzgada por medio del recurso reglado por el art. 479 del Código Procesal Penal de la
Nación, significó el ejercicio del derecho constitucional "de recurrir el fallo ante el juez o
tribunal superior" (art. 8.2.h del Pacto). En tales condiciones se impone aplicar en el
sub judice la doctrina del precedente de Fallos: 322:2488 a fin de que la Cámara
Nacional de Casación Penal subsane el menoscabo al derecho a la doble instancia.
De otro modo, se generaría una restricción de la libertad de defensa contraria a la
comprensión que de este derecho debe hacerse a la luz de los arts. 18, 75, inc. 22 de
la Constitución Nacional y 8.2 h del Pacto. Consid. 19. Que, asimismo, como se señaló
en el ya citado precedente de Fallos: 318:514 la solución que aquí se adopta permite
desde el punto de vista de las garantías del proceso penal, cumplir acabadamente los
compromisos asumidos en materia de derechos humanos por el Estado Nacional, a la
vez que salvaguarda la inserción institucional de la Cámara Nacional de Casación
Penal en el ámbito de la justicia federal y respeta el sentido del establecimiento de
órganos judiciales "intermedios" en esa esfera, creados para cimentar las condiciones
necesarias para que el Tribunal satisfaga el alto ministerio que le ha sido confiado sea
porque ante ellos pueden encontrar las partes la reparación de los perjuicios irrogados
en instancias anteriores, sin necesidad de recurrir ante la Corte Suprema, sea porqué
el objeto a revisar por ésta ya sería un producto seguramente más elaborado(Fallos:
308:490, considerando 5º con cita del Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores,
período de 1901, Congreso Nacional, Buenos Aires, 1961). Resulta entonces evidente,
valga reiterarlo, derecho de recurrir el fallo condenatorio ante superior con el alcance
fijado en la causa ut supra citada.
327
CSJN. MAINHARD, Edgar Walter s/ recurso de casación (27/09/2001). T.324 vol. 2
pag. 3274. Consid. 4º Que la sentencia recurrida no presenta vicios de
fundamentación que susciten cuestión federal, ya que en ella se analizan cuestiones
de derecho sustancial y procesal que rigen el caso y aparecen resueltas con
fundamentos de igual carácter que, más allá de su acierto o error, resultan suficientes
para sustentar lo decidido. En efecto, las cuestiones relativas a las reglas concursales
y las escalas penales consecuentes, así como lo atinente a las limitaciones a la
posibilidad recursiva por parte de la querella, recibieron pormenorizado tratamiento en
el fallo impugnado sin que se advierta apartamiento de las normas procesales ni de
aquellas de derecho común que rigen el caso, con aptitud para habilitar esta instancia
extraordinaria, máxime cuando el planteo del recurrente aparece enderezado tan sólo
desde esa perspectiva. Por ello se declara inadmisible el recurso interpuesto. Voto
Dres. Fayt – Boggiano. Consid. 9.... Corresponde tratar la cuestión –limitación
cuantitativa impuesta al fiscal que impide también al querellante en los procesos
seguidos por delitos de acción privada, por remisión del art. 431 del citado cuerpo
legal, interponer el recurso de casación contra la sentencia absolutoria- desde dos
perspectivas. Por un lado, la relacionada con el alcance de la denominada garantía a
la doble instancia y, por el otro, la referida a la posible violación del principio
constitucional de igualdad ante la ley. Consid. 10) Que respecto de la primera cuestión,
debe recordarse que es doctrina del tribunal que la garantía constitucional de la
defensa en juicio como posibilidad de acudir ante un órgano jurisdiccional en procura
de justicia, no resulta comprensiva del derecho a impugnar toda sentencia adversa.
Desde antiguo, esta Corte ha declarado que la multiplicidad de las instancias judiciales
no constituye requisito de naturaleza constitucional. … Consid. 11) Que sin perjuicio de
ello, la Convención americana sobre derechos Humanos..., en su art. 8.2.h dispone,
entre la enumeración de los derechos de todo inculpado, el de recurrir el fallo ante un
tribunal superior. La previsión alcanza en consecuencia sólo la sentencia penal de
condena. Ello significa que el debido proceso carecería de eficacia sin el derecho a la
defensa en juicio y sin la excepción consagrada a favor del inculpado, de defenderse
contra una sentencia adversa o, lo que es lo mismo, de que en ningún caso pueda
quedar firme una sentencia condenatoria sin la posibilidad de su impugnación. Consid.
12)...en oportunidad de juzgar en el caso “Arce”, la constitucionalidad de la limitación
impuesta al fiscal, el Tribunal puntualizó que de las normas del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
surge que la garantía del derecho de recurrir ha sido consagrada sólo en beneficio del
inculpado. Consid. 13) Que asimismo, aunque desde la segunda perspectiva señalada,
es voluntad del constituyente rodear a este sujeto de mayores garantías –en homenaje
a valores del individuo superiores en rango- sin que de ello resulte vulneración alguna
a la igualdad ante la ley garantizada por el art. 16 de la constitución Nacional. Las
partes en el proceso penal no persiguen intereses iguales y, en definitiva, el interés
individual de la querella se encuentra comprendido en el interés público o social, en
contraposición con la garantía del imputado a obtener un pronunciamiento que de fin a
328
su situación de incertidumbre. En cambio, la pretendida equiparación en la que se
sustentan las quejas del recurrente importaría otorgar un indebido privilegio en favor
del querellante exclusivo quien, por disposición de la ley penal sustantiva, se instituye
en acusador. Este último carácter –el de acusador- no se altera por tratarse de
procesos especiales seguidos por delitos de acción privada, lo que no obsta a su
distingo respecto de la situación en que se encuentra la persona sometida a proceso,
en tanto el primero cumple una función de naturaleza pública al ser su finalidad
objetiva la realización del derecho penal mediante la aplicación de pena. En este
sentido, el legislador adoptó el sistema de excepcionalidad respecto de las facultades
recursivas de la parte acusadora, de manera tal que la falta de otorgamiento explícito
importa la carencia de esa facultad sin que quepa distinguir entre procesos de acción
pública y privada en cuanto a la posibilidad de interponer recursos se refiere. Por el
contrario, y al ser el proceso penal una verdadera carga para el imputado restrictiva de
su libertad, el derecho al recurso resulta del derecho de defensa y de su vinculación
específica con el poder de resistencia que emana de la libertad individual. Dr.
Vázquez Consid. 10) ...Desde antiguo, esta Corte ha declarado que la multiplicidad de
las instancias judiciales no constituye requisito de naturaleza constitucional. Consid.
11) Que sin perjuicio de ello, la Convención Americana sobre derechos humanos,
incorporada en los términos del art. 75 inc. 22 de la Constitución Nacional, en su art. 8º
se refiere a las garantías judiciales, señalando en el primer párrafo que “toda persona
tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable,…
en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la
determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter”; para luego enumerar en la primera parte del 2º párrafo los
derechos de todo inculpado y en la segunda los de toda persona durante el proceso,
destacándose en el inc. h el derecho de recurrir el fallo ante el juez o tribunal superior.
Consid. 12) Que las distinciones aludidas entre “persona” y “persona inculpada” no
pueden ser obviadas al momento de aplicar el art. 8º de la Convención Americana
sobre derechos Humanos, por lo que en tales condiciones resulta de adaptación al
caso la pauta de hermenéutica que establece que cuando una ley es clara y no exige
mayor esfuerzo interpretativo no cabe sino su directa aplicación. De esta forma, cabe
concluir que la garantía de la doble instancia judicial reconocida en la mencionada
convención como un derecho fundamental de las personas, no se encuentra dirigida
exclusivamente a quien resulta imputado del delito, sino también a otras partes
legalmente constituida en un proceso penal determinado, como es el caso de la
presunta víctima de un delito devenida en querellante. Esta conclusión se deriva de la
expresa disposición contenida en el art. 8º inc. 2º ap. h) de la convención, que al
reconocer el derecho a recurrir del fallo ante juez o tribunal superior, no distingue entre
inculpado y las otras partes como lo hace al tratar otros derechos inherentes a
determinada situación procesal. Consid. 13) Que ello resulta coherente con el
contenido del art. 25 de la convención referido a la protección judicial, que establece
en su inc., 1º que “toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a
329
cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la
ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la
Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida
por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales”, reafirmado por el 2º
inciso en cuanto señala que “los Estados Partes se comprometen: a. a garantizar que
la autoridad competente prevista por el sistema legal del Estado decidirá sobre los
derechos de toda persona que interponga tal recurso; b. a desarrollar las posibilidades
de recurso judicial…” Consid. 14) Que por lo demás, esta interpretación resulta
adecuada con los criterios de interpretación que el mismo Pacto de San José de Costa
Rica estipula en su art. 29 cuando dice que “ninguna disposición de la presente
convención puede ser interpretada en el sentido de: a. permitir a alguno de los Estados
partes, grupo o persona, suprimir el goce y ejercicio de los derechos y libertades
reconocidos en la Convención o limitarlos en mayor medida que la prevista en ella…”
Consid. 15) Que en tal sentido, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
cuya opinión resulta de importancia para la interpretación de los preceptos
convencionales, se ha pronunciado reconociendo que el acceso a la jurisdicción por
parte de la víctima de un delito, en los sistemas que lo autorizan como el argentino,
deviene un derecho fundamental del ciudadano y cobra particular importancia en tanto
impulsor y dinamizador del proceso criminal. Consid. 16) Que en oportunidad de juzgar
el caso “Arce”, sobre la constitucionalidad de la limitación recursiva impuesta al fiscal
por el art. 458 del C.P.P., si bien el Tribunal puntualizó que de las normas del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y de la convención Americana sobre
Derechos Humanos surge que la garantía del derecho de recurrir ha sido consagrada
principalmente en beneficio del inculpado, lo hizo en referencia a la contraparte de
dicho proceso; esto es, el Estado que ora actúa por medio de un órgano independiente
–el Poder Judicial.-, ora como titular de la acción penal ejercida por Ministerio Público
fiscal encargado de instar al primero. En tal inteligencia las garantías emanadas de los
tratados sobre derechos humanos deben entenderse en función de la protección de los
derechos esenciales de las personas. Consid. 17) Que el sublite presenta sustanciales
diferencias con el caso “Arce”, siendo que la acción penal es ejercida por una persona
física –particular- constituida en parte querellante y respecto de un delito de acción
privada, contrariamente a lo ocurrido en el precedente citado donde el Estado, a través
del Ministerio Público, era el titular de la acción penal y pretendía la concreción del
derecho penal represivo respecto de un delito de acción pública. Circunstancia que da
especial relevancia a la garantía contenida en el art. 8º 2º h de la convención
Americana sobre Derechos Humanos, en cuanto erige como beneficiaria del derecho
de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior a “toda persona”, sin distinción del rol
procesal que desempeñe –sea víctima o imputado-, o respecto del tipo de sentencia
de que se trate –condena o absolución-. En esta línea de pensamiento, cabe agregar
que todo aquel a quien la ley reconoce personería para actuar en juicio en defensa de
sus derechos, está amparado por la garantía del debido proceso legal consagrada en
el art. 18 C.N., sea que actúe como acusador o acusado, como demandante o
330
demandado; y en todo caso media interés institucional en reparar el agravio si éste
existe y tiene fundamento en nuestra Ley Fundamental.
CSJN. CASAL, Matías Eugenio. Recurso de hecho. 20/09/2005. Consid. 24) ..., se
impone preguntar qué es lo no revisable. Conforme a lo expuesto, lo único no revisable
es lo que surja directa y únicamente de la inmediación. Esto es así porque se imponen
limitaciones de conocimiento en el plano de las posibilidades reales y —en el nivel
jurídico— porque la propia Constitución no puede interpretarse en forma contradictoria,
o sea, que el principio republicano de gobierno impide entender un dispositivo
constitucional como cancelatorio de otro. En este caso son los textos de la Convención
Americana y del Pacto Internacional que no pueden ser interpretados en forma
contradictoria: en efecto, los arts. 8.5 de la Convención Americana y 14.1 del Pacto
exigen la publicidad del juicio, con lo cual están exigiendo la oralidad, que es
inseparable condición de la anterior, y, por ende, no puede entenderse que los arts.
8.2.h. de la Convención Americana y 14.5 del Pacto impongan un requisito que la
cancela. Por ende, debe interpretarse que los arts. 8.2.h de la Convención y 14.5 del
Pacto exigen la revisión de todo aquello que no esté exclusivamente reservado a
quienes hayan estado presentes como jueces en el juicio oral. Esto es lo único que los
jueces de casación no pueden valorar, no sólo porque cancelaría el principio de
publicidad, sino también porque directamente no lo conocen, o sea, que a su respecto
rige un límite real de conocimiento. Se trata directamente de una limitación fáctica,
impuesta por la naturaleza de las cosas, y que debe apreciarse en cada caso. Consid.
25) Que se plantea como objeción, que esta revisión es incompatible con el juicio oral,
por parte del sector doctrinario que magnifica lo que es puro producto de la
inmediación. Si bien esto sólo puede establecerse en cada caso, lo cierto es que, en
general, no es mucho lo que presenta la característica de conocimiento
exclusivamente proveniente de la inmediación. Por regla, buena parte de la prueba se
halla en la propia causa registrada por escrito, sea documental o pericial. La principal
cuestión, generalmente, queda limitada a los testigos. De cualquier manera es
controlable por actas lo que éstos deponen. Lo no controlable es la impresión personal
que los testigos pueden causar en el tribunal, pero de la cual el tribunal debe dar
cuenta circunstanciada si pretende que se la tenga como elemento fundante válido,
pues a este respecto también el tribunal de casación puede revisar criterios; no sería
admisible, por ejemplo, que el tribunal se basase en una mejor o peor impresión que le
cause un testigo por mero prejuicio discriminatorio respecto de su condición social, de
su vestimenta, etc. .En modo alguno existe una incompatibilidad entre el juicio oral y la
revisión amplia en casación. Ambos son compatibles en la medida en que no se quiera
magnificar el producto de la inmediación, es decir, en la medida en que se realiza el
máximo de esfuerzo revisor, o sea, en que se agote la revisión de lo que de hecho sea
posible revisar. Rige a su respecto un principio general del derecho: la exigibilidad
tiene por límite la posibilidad o, dicho de manera más clásica, impossibilium nulla
obbligatio est. No se les exige a los jueces de casación que revisen lo que no pueden
331
conocer, sino que revisen todo lo que puedan conocer, o sea, que su esfuerzo de
revisión agote su capacidad revisora en el caso concreto. Consid. 28)...resulta claro
que no pueden aplicarse al recurso de casación los criterios que esta Corte establece
en materia de arbitrariedad, pues más allá de la relatividad de la clasificación de los
recursos en ordinarios y extraordinarios —que en definitiva no tiene mayor relevancia
—, es claro que, satisfecho el requisito de la revisión por un tribunal de instancia
superior mediante el recurso de casación entendido en sentido amplio, esta Corte se
reserva sólo la función de corregir los casos en que resulte una arbitrariedad
intolerable al principio republicano de gobierno. En general, podría sintetizarse la
diferencia afirmando que, en materia de prueba, la casación debe entender en todos
los casos valorando tanto si se ha aplicado la sana crítica, como si sus principios se
aplicaron correctamente, en tanto que incumbe a esta Corte entender sólo en los
casos excepcionales en que directamente no se haya aplicado la sana crítica. No es la
Convención Americana la que exige el recurso del que conoce esta Corte, sino la
propia Constitución Nacional. Desde la perspectiva internacional, el conocimiento de la
arbitrariedad por parte de esta Corte es una garantía supletoria que refuerza la
garantía de revisión, más allá de la exigencia del propio texto de la Convención.
Consid. 33)... la Corte Interamericana declaró en el caso "Herrera Ulloa v. Costa Rica",
ya citado: "La posibilidad de recurrir el fallo debe ser accesible, sin requerir mayores
complejidades que tornen ilusorio este derecho" (párrafo 164). Y añadía:
"Independientemente de la denominación que se le dé al recurso existente para
recurrir un fallo, lo importante es que dicho recurso garantice un examen integral de la
decisión recurrida" (párrafo 165). Voto de la Dr. Haighton de Nolasco Consid. 6°) Que
en la causa Herrera Ulloa v. Costa Rica, Serie C N° 107 Corte Interamericana de
Derechos Humanos, fallada el 2 de julio de 2004, la Corte Interamericana de Derechos
Humanos se pronunció... En lo sustancial, la Corte expresó: "De acuerdo al objeto y fin
de la Convención Americana, cual es la eficaz protección de los derechos humanos, se
debe entender que el recurso que contempla el artículo 8.2.h de dicho tratado debe ser
un recurso ordinario eficaz mediante el cual un juez o tribunal superior procure la
corrección de decisiones jurisdiccionales contrarias al derecho. Si bien los Estados
tienen un margen de apreciación para regular el ejercicio de ese recurso, no pueden
establecer restricciones o requisitos que infrinjan la esencia misma del derecho de
recurrir del fallo. Al respecto, la Corte ha establecido que 'no basta con la existencia
formal de los recursos sino que éstos deben ser eficaces', es decir, deben dar
resultados o respuestas al fin para el cual fueron concebidos" (considerando 161). Y
más adelante agregó: "Independientemente de la denominación que se le dé al
recurso existente para recurrir un fallo, lo importante es que dicho recurso garantice un
examen integral de la decisión recurrida" (considerando 165). Recordó luego los
dictámenes del Comité de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones
Unidas del 20 de julio de 2000, en la causa C. Gómez Vázquez c/ España, y del 7 de
agosto de 2003 en la causa M. Sineiro Fernández c/ España, que con referencia al art.
14, párrafo 5, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, de igual alcance
332
que el precepto de la convención americana, expresó "que la inexistencia de la
posibilidad de que el fallo condenatorio y la pena del autor fueran revisadas
íntegramente, como se desprende de la propia sentencia de casación [...], limitándose
dicha revisión a los aspectos formales o legales de la sentencia, no cumple con las
garantías que exige el párrafo 5, artículo 14 del Pacto. Por consiguiente, al autor le fue
negado el derecho a la revisión del fallo condenatorio y de la pena, en violación del
párrafo 5 del artículo 14 del Pacto" (considerando 166). En consecuencia, juzgó que
los recursos de casación interpuestos contra la sentencia condenatoria conforme a la
ley procesal costarricense no satisfacían los requisitos del art. 8.2.h de la Convención
en cuanto no habían permitido un examen integral sino limitado (considerando 167) y
declaró que el Estado demandado había violado dicha disposición en perjuicio del
actor (considerando 168).
333
321:2021, que la exigencia de acusación, como forma sustancial en todo proceso
penal, salvaguarda la defensa en juicio del justiciable, sin que tal requisito contenga
distingo alguno respecto del carácter público o privado de quien lo formule; y que el
particular querellante, a quien la ley de procedimiento penal local le reconoce el
derecho a formular acusación, está amparado por la garantía del debido proceso legal
consagrada por el artículo 18 de la Constitución Nacional, que asegura a todos los
litigantes por igual el derecho a obtener una sentencia fundada previo juicio llevado en
legal forma. No obstante, el a quo omitió considerar de manera razonada esos
argumentos, conducentes para la solución a adoptarse, y se apartó de los principios
que informan la doctrina invocada, con base en una aseveración meramente conjetural
que, por lo demás, desconoce la conveniencia de asegurar la permanencia y
estabilidad de las decisiones de la Corte, más allá de los cambios circunstanciales de
su integración, en tanto no se alleguen fundamentos o medien razones que hagan
ineludible su modificación (conf. Fallos 209:431; 313:1333, disidencia del doctor
Enrique Santiago Petracchi).
Artículo 381 - Recursos del Ministerio Público Fiscal.- Los representantes del
Ministerio Público Fiscal podrán recurrir incluso a favor del imputado, o en virtud de las
instrucciones del superior jerárquico, no obstante el dictamen contrario que hubieran
emitido con anterioridad.-
Arts. 87, 88
334
Constitución Nacional, ha dicho que esa norma exige la observancia de las formas
sustanciales del juicio relativas a la acusación, defensa, prueba y sentencia dictada por
los jueces naturales (fallos 125:10; 27:36; 189:34; 308:1557, entre otros), y dotó así de
contenido constitucional al principio de bilateralidad sobre cuya base, en
consecuencia, el legislador está sujeto a reglamentar el proceso criminal (doctrina de
fallos 234:270). Consid. 10º) que de ello se sigue que la exigencia de acusación, como
forma sustancial en todo proceso penal, salvaguarda la defensa en juicio del
justiciable, sin que tal requisito tenga otro alcance que el antes expuesto o contenga
distingo alguno respecto del carácter público o privado de quien la formula (fallos
143:5). Consid. 11º)... todo aquel a quien la ley reconoce personería para actuar en
juicio en defensa de sus derechos está amparado por la garantía del debido proceso
legal consagrada por el art. 18 de la Constitución Nacional, que asegura a todos los
litigantes por igual el derecho a obtener una sentencia fundada previo juicio llevado en
legal forma (fallos 268:266 Consid. 2º). Consid. 14) que es principio aceptado que
jamás la inconsecuencia o falta de previsión pueden suponerse en el legislador, por lo
que el a quo debió, frente a los diversos intereses en juego que surgen de la normativa
constitucional aplicarse en el sub examine, interpretar las normas del Código Procesal
Penal de la nación de modo que armonizasen con el ordenamiento jurídico restante y
con los principios y garantías de la Constitución, evitando darles un sentido que pone
en pugna sus disposiciones, destruyendo las unas por las otras y adoptando como
verdadero el que las concilie y deje a todas con valor y efecto (fallos 297:142; 300:
1080; 301:460; 310:192, entre otros)
335
autos principales). Consid. 7°) Que si bien no fue individualizado el quantum solicitado
respecto de la pena de inhabilitación, lo cierto es que el tipo penal —cuya aplicación al
caso pretendía el particular ofendido— ya preveía en este sentido un monto mínimo de
cinco años; es decir, que establecía una conminación respecto de esa clase de pena
que no estaba alcanzada por la limitación contemplada en el art. 458 del Código
Procesal Penal de la Nación. En consecuencia, la denegación de la vía casatoria se
apoyó exclusivamente en la doctrina corriente del tribunal de Casación Nacional según
la cual cuando un delito se encuentre amenazado con distintas clases de pena debe
atenderse a la cualitativamente más grave al considerarse la limitación prevista en la
citada norma procesal; pues de lo contrario ésta no se habría aplicado al sub lite como
fundamento del rechazo de aquella vía. Consid. 8°) Que, por ende, el tribunal a quo
soslayó por completo el requerimiento de pena de inhabilitación efectuado por el
particular ofendido, sustentando únicamente su decisión en la circunstancia de que
dicha parte no había solicitado una pena de prisión mayor de tres años —la cual, por
cierto, tampoco podía requerir de acuerdo con la conminación de esa naturaleza
legislada en el tipo penal en cuestión al momento de los hechos—. Consid. 9°) Que
dicha postura se revela como un proceder claramente arbitrario en la medida en que
se sustenta en una interpretación forjada al margen del texto legal y en función de la
cual se produce el indebido cercenamiento del derecho a recurrir de la víctima del
delito o de su representante a partir de las normas internacionales sobre garantías y
protección judicial previstas en los arts. 8, ap. 1° y 25 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos —más allá de que el recurrente haya pretendido fundar la
inconstitucionalidad de los límites aludidos en la disposición del art. 8.2.h de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, lo cual, por cierto, este Tribunal no
comparte en razón de los fundamentos expuestos en el caso "Arce" (Fallos: 320:2145).
Voto Dr. Petracchi Considerando 9°) Que dicha postura se revela como un proceder
claramente arbitrario en la medida en que se sustenta en una interpretación forjada al
margen del texto legal y en función de la cual se produce el indebido cercenamiento
del derecho a recurrir de la víctima del delito o de su representante a partir de las
normas internacionales sobre garantías y protección judicial previstas en los arts. 8,
ap. 1° y 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Artículo 385 - Recursos durante las audiencias.- Durante las audiencias sólo se
podrá deducir reposición. Su interposición se entenderá como protesta de recurrir en
336
apelación para el caso en que el Tribunal desestime la impugnación deducida y sea
procedente.-
Arts. 224, 225, 296, 302, 309, 311 a 316, 320, 329, 360, 392, 401
337
Sin embargo, cuando se tratara de mejorar la situación del imputado no regirá la
limitación precedente.-
Las resoluciones recurridas solamente por el imputado o a su favor, no podrán ser
modificadas en su perjuicio.-
CSJN. MICHELSON, Pablo y otros. 05/08/60. (247:447). Consid. 1) Que según consta
en autos, el juez de Primera Instancia condenó a Pablo Michelson imponiéndole pena
de multa de m$n 500 y dos años de inhabilitación especial, “todo en forma
condicional”, por el delito de lesiones por imprudencia (fs. ...) interpuesto recurso de
apelación únicamente por el procesado y su defensor (fs. ...) – es decir sin apelación
del Agente Fiscal- la Cámara aquo reformó la sentencia y dispuso que la pena de
inhabilitación especial debía hacerse efectiva, de conformidad con lo resuelto por ella
en el fallo plenario del caso “Biondi, Roberto José” (fs. ...). Consid 4º .... En efecto, con
posterioridad al invocado precedente de fallos 234:270, en que la cuestión de que aquí
se trata sólo fue considerado obiter dictum, numerosas decisiones de esta Corte
establecieron una firme línea de jurisprudencia favorable a las pretensiones que el
recurso extraordinario expresa. De ellas resulta que el principio según el cual la falta
de recurso acusatorio impide agravar la pena, que anteriormente acogiera esta Corte
actuando como tribunal de tercera instancia (fallos 196:631; 201:63 entre otros),
reconoce jerarquía constitucional (fallos 234:364; 237:190 considerando 2º, 239:484
considerando 3º, doctrina de fallos 244:198). Por consiguiente, todo pronunciamiento
que desconociera ese principio adolecería de invalidez en tanto y en cuanto habría
sido dictado sin jurisdicción y, además, afectaría de manera ilegítima la situación
obtenida por el procesado merced a la sentencia –consentida por el Ministerio Público-
de la instancia anterior y lesionaría, de ese modo, la garantía contemplada por el art.
18 de la Constitución Nacional.-
338
otros), dado que la agravación de la pena cuando aquel falta, afecta de manera
ilegítima la situación obtenida por el procesado merced al fallo anterior de la alzada –
posteriormente anulado- lesionando, de este modo, la garantía contemplada en el art.
18 de la Constitución Nacional (fallos 247:447 y los allí citados)
CSJN. LLADA, Aldo H. y otro 08/07/80. La Ley1980-D, 185. Consid. 1º que el juez en
lo penal de Morón condenó a Aldo H. Llada a 2 años de prisión e inhabilitación
especial para conducir automotores por el término de 8 años, por los delitos de
homicidio y lesiones culposos en concurso ideal, dejando en suspenso el cumplimiento
de la pena corporal (arts. 94, 84, 54 y 26 Cód. Penal). Apelado este pronunciamiento
sólo por el procesado y su defensora, al conocer de este recurso concedido en
relación, la sala uno de la Cámara de Apelación, como primera cuestión, planteó la de
la nulidad de dicho fallo por defecto de contenido, cuestión que decidió el asunto
condenando al nombrado Llada, por los delitos antedichos, a un año de prisión a
cumplir y 8 de inhabilitación especial. 2º Que la parte afectada por la condena dedujo
el recurso extraordinario del inc. 3º, art. 14 de la ley 48. ... destacando que la sentencia
de 1ª instancia fue apelada exclusivamente por el procesado y su defensora, con que
la Cámara de apelación había agravado la situación de aquel, al imponer el
cumplimiento efectivo de la pena corporal, la apelante señala que “no es admisible la
agravación de responsabilidad por el juez de alzada cuando la defensa únicamente ha
impugnado la sentencia de Primera instancia”. ... 4º Que convendría puntualizar, de
entrada, que la apelante ciñe su ataque a un pretendido quebrantamiento de la
recordada prohibición de la “reformatio in pejus” y que, en consecuencia, para que la
protesta pudiera progresar resultaría imprescindible la clara demostración de que la
sanción aplicada por la alzada significaba la agravación de la situación procesal del
acusado. Demostración aquella que se limita a una afirmación dogmática fundada
exclusivamente en que la pena corporal impuesta por la Cámara es de efectivo
cumplimiento, a diferencia de la de 1ª Instancia. 5º Que si bien la condena corporal del
superior fue de cumplimiento efectivo, temporalmente había quedado reducida a la
mitad de la de condicional cumplimiento, instituida por el juez de 1ª instancia. Lo cual
basta como demostración de que para arribar a una conclusión cierta acerca de la
gravedad relativa de aquellas penas, es indispensable encarar temas de derecho
común para llevar a cabo una correcta interpretación y armonización de distintos
preceptos del Código Penal atinentes al tema. 6º Que como es bien sabido la
interpretación y aplicación de las normas del derecho común constituye un quehacer
extraño a la órbita del recurso extraordinario, y como en la especie no se ha
demostrado que dichas normas hayan sido aplicadas con notoria arbitrariedad, es
imprescindible concluir que el remedio federal intentado resulta improcedente.
CSJN. SPOLTINI, Guillermo I. 05/02/81. La Ley 1984-A, 509 . Consid 1 - Que, contra
la sentencia de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional -sala
III- que, al confirmar el fallo condenatorio de 1ª instancia, impuso a Guillermo H.
339
Spoltini la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado de cumplimiento efectivo
(fs. 790/801 de los autos principales y, en especial, punto III de su parte dispositiva), la
defensa del nombrado interpuso recurso extraordinario cuyo rechazo da lugar a la
presente queja. 2 - Que el recurrente impugna el fallo en cuestión por cuanto considera
que la aplicación de la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado de
cumplimiento efectivo por parte de la Cámara de Apelaciones, sin que dicha medida
hubiese sido solicitada por el fiscal ni impuesta en la sentencia de 1ª instancia, es
decir, sin que hubiese sido traída a colación hasta el momento de dictarse el fallo del a
quo, implicaba, incurrir en la "reformatio in pejus" y, consecuentemente, en violación
del derecho de defensa. Fundamenta esta última aseveración en que, si hubiese
existido acusación a este respecto, la defensa habría propuesto determinadas medidas
probatorias, que señala, en favor de su defendido. 4 - Que, en cambio el agravio
relativo a la violación de la defensa en juicio, como consecuencia de la aplicación, en
la alzada y sin recurso acusatorio, de la accesoria de reclusión por tiempo
indeterminado, suscita cuestión federal pues se demuestra claramente el nexo entre la
imposición de esa medida -que implica el análisis de circunstancias de hecho y de
normas jurídicas distintas a las de los hechos juzgados- y la garantía constitucional
cuya lesión se invoca, por lo que el recurso extraordinario ha sido mal denegado. 5 -
Que, como queda dicho, si bien la imposición de la accesoria de reclusión por tiempo
indeterminado no está librada al arbitrio de los jueces sino que se encuentra reglada
por una norma del derecho positivo; su concreta aplicación está sujeta a la
ponderación de elementos fácticos propios del caso particular además de la
concurrencia de alguno de los supuestos legales del art. 52 del Cód. Penal. En
consecuencia, su aplicación sin oportunidad de debate previo constituye violación del
derecho de defensa y, por ello, debe ser dejada sin efecto la sentencia que así lo
decide. A mayor abundamiento, ha de considerarse que la imposición en suspenso de
la medida de seguridad cuya aplicación al caso se cuestiona, depende de la discreción
de los jueces, como expresamente lo faculta el último párrafo del citado art. 52, lo que
demuestra que no se está frente a un supuesto de automática vinculación entre dicha
accesoria y el hecho materia deja causa y que, por lo tanto, es posible esgrimir
defensas y aportar pruebas tendientes a influir en el criterio de los jueces.
340
de Ejército "Teniente General Juan Carlos Sánchez" en cuanto encuadró la conducta
de los condenados en el delito sancionado por el art. 2º de la ley 21.264. Rechazó el
agravio de Marcelo M. de la Torre, quien había solicitado el beneficio de la reducción
de pena que prevé el art. 210 quater del Cód. Penal, por considerar que hace
referencia a otros delitos; y el de Nicolás A. Segarra, quien impugnaba la competencia
apelada de este Tribunal sobre la base de las razones que oportunamente se
expondrán, por entender que los recursos interpuestos abrían la instancia de la alzada
respecto de la sentencia en conjunto. 9º - Que el agravio siguiente, según el cual se
habría incurrido en "reformatio in pejus" respecto de Nicolás A. Segarra, deducido por
la defensa de de la Torre, debe rechazarse por los fundamentos del dictamen del
Procurador General cuyos términos también se dan por reproducidos en razón de
brevedad. Aun en el supuesto de que la sentencia en recurso hubiera ocasionado una
lesión a un derecho de jerarquía constitucional del nombrado Segarra, lo que se
analizará oportunamente, esto no puede incidir respecto de la situación de Marcelo M.
de la Torre cuya conducta no puede ser juzgada por comparación, como parece
pretenderlo el apelante. 12. - Que, en cambio, debe prosperar el recurso extraordinario
interpuesto por el doctor Rodolfo M. Segarra en favor de su hijo Nicolás A. Segarra, en
cuanto sostiene que la sentencia dictada por el Consejo de Guerra Especial Estable
núm. 1 el 2 de agosto de 1977 se mantiene subsistente respecto de aquél, al no haber
sido apelada por las partes. El pronunciamiento cuya subsistencia se reclama condenó
a Segarra a la pena de 5 años de reclusión y a Marcelo M. de la Torre a 15 años de
reclusión. Fue apelada solamente por el defensor de este último y concedido el
recurso para ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, tribunal que,
considerando que se había violentado el derecho de defensa, declaró nulo lo actuado
a partir del acto en que aquélla debió haberse producido, lo que provocó,
oportunamente, el dictado de una segunda sentencia, igualmente condenatoria, que
impuso la misma pena a Segarra y redujo a 13 años de prisión la impuesta a de la
Torre. En esta oportunidad apelaron ambos condenados y el Consejo Supremo de las
Fuerzas Armadas anuló nuevamente la sentencia. La tercera sentencia condenatoria
impuso a ambos la pena de 8 años de reclusión y fue confirmada por el Consejo
Supremo. Como ya lo ha dicho esta Corte, la agravación de una penalidad por parte
de un tribunal que conoce solamente de recursos tendientes a su reducción, constituye
"reformatio in pejus" e implica un exceso de su jurisdicción apelada, en desmedro del
derecho de defensa en juicio (Fallos, t. 298, p. 432) por cuanto la competencia de
alzada existe sólo en la medida del recurso concedido para ante él (Fallos, t. 234, p.
270; t. 297, p. 398) y muchos otros. En el caso de Segarra, tanto él como el fiscal
consintieron la sentencia dictada el 2 de agosto de 1977 que, entonces, no fue objeto
de recurso alguno respecto de la condena. Por lo tanto, el Consejo Supremo de las
Fuerzas Armadas carecía de competencia para conocer y modificar el fallo con
relación a ese procesado, respecto de quien había quedado firme. Tal como lo señala
el recurrente, ya el dictado de la primera nulidad provoca el agravio constitucional
porque, al haberse anulado el fallo, la detención del procesado readquirió el carácter
341
de prisión preventiva y su cómputo, frente a la segunda condena por reclusión a la
igual pena de cinco años de reclusión, debería efectuarse de acuerdo con el art. 24 del
Cód. Penal, esto es, por dos días de prisión preventiva, uno de reclusión. En tales
condiciones, el tribunal de alzada, sin recurso acusatorio, modificó el pronunciamiento
firme de modo desfavorable y, por ende, incurrió en "reformatio in pejus" cuya
prohibición reconoce jerarquía constitucional ("Amorosino, Rodolfo J." del 22 de junio
de 1978 -Rev. La Ley, t. 1978-D, p. 438-, sus citas y otros) y tiene expresa sanción
legal en el art. 436 del Código de Justicia Militar que, como lo señala el Procurador
General, al establecer que la pena no puede ser agravada si el recurso ha sido
promovido solamente por el condenado, reafirma, expresamente, el principio en
cuestión. Por ello, de conformidad con lo dictaminado por el Procurador General, se
confirma, en cuanto pudo ser objeto de recurso extraordinario, la sentencia apelada
respecto de Marcelo M. de la Torre, y se la deja sin efecto en cuanto condenó a
Nicolás A. Segarra a la pena de 8 años de reclusión, declarando que queda
subsistente, acerca del nombrado, la sentencia del Consejo de Guerra Especial
Estable núm. 1 del Comando del II Cuerpo de Ejército, dictada el 2 de agosto de 1977,
que lo condenó a la pena de 5 años de reclusión.-
CSJN. LUPO, Estrella. 03/03/81. Consid. 4 - Que, en otro orden de cosas y con
fundamento la "reformatio in peius", se agravia el apelante por cuanto la sentencia al
elevar el tope de la pena fijada en el anterior fallo -dejado luego sin efecto a raíz de
una nulidad que fuera decretada con motivo de una petición de la defensa- habría
excedido su jurisdicción. No asiste razón al recurrente. En el "sub examine" no se ha
desconocido el principio invocado, que reconoce raigambre constitucional. Al anularse
el fallo de fs. 101, como lo sostiene convincentemente el Procurador General, se han
revertido los poderes del tribunal a quo, cuyos límites se encuentran fijado nuevamente
por los recursos interpuestos contra el de la instancia inferior. Esta conclusión, por
demás, no se modifica por la circunstancia de que la ulterior actividad jurisdiccional se
originara por un impulso procesal desarrollado exclusivamente por la defensa, habida
cuenta que, como se destaca en el dictamen aludido, la posibilidad de que el proceso
culmine con una condena aun mayor es un riesgo previsible que debe asumir quien
utiliza un poder discrecional (doctrina de Fallos: t. 267, p. 64 y t. 268, p. 102, entre
otros).
CSJN. LANCI, Oscar R. y otros 26/11/85. Fallos: 307:2236 Consid: 1º) Que la sala
segunda de la Cámara Primera de Apelación en lo Penal de San Isidro, provincia de
Buenos Aires, condenó a Oscar R. Lanci a la pena de 2 años y seis meses de prisión y
4 años de inhabilitación especial, como autor del delito de concusión agravada; y a
Carlos A. Scida a la pena de 3 años y 3 meses de prisión y 5 años de inhabilitación
especial, como autor del delito de concusión agravada, en forma reiterada. Esta
sentencia fue consentida por el ministerio público y recurrida por los condenados ante
la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, que en definitiva la anuló y ordenó
342
el dictado de un nuevo pronunciamiento en la causa. 2º) Que la sala primera de la
Cámara citada en el considerando anterior, dictó en consecuencia el fallo de fs.
507/515, por el que condenó a Oscar R. Lanci a la pena de 2 años y 6 meses de
prisión y 5 años de inhabilitación especial, reformando la sentencia en cuanto a la
calificación de los hechos que consideró constitutivos de privación ilegal de la libertad
calificada en concurso ideal con exacciones ilegales calificadas: y a Carlos A. Scida a
la pena de 3 años y 8 meses de prisión y 6 años de inhabilitación especial, como autor
de privación ilegal de la libertad calificada en concurso ideal con exacciones ilegales
calificadas reiteradas en dos oportunidades. Contra esta decisión Oscar R. Lanci
interpuso el recurso extraordinario de nulidad, y Carlos A. Scida el recurso de
inaplicabilidad de ley. A raíz de la resolución de la Suprema Corte de la Provincia de
Buenos Aires que no admitió las impugnaciones, se dedujo el recurso extraordinario de
fs. 575/586, cuyo rechazo motivó la presente queja. 3º) Que en lo que respecta al
recurso de inaplicabilidad de ley interpuesto por Carlos A. Scida, el agravio relativo a la
existencia de "reformatio in pejus" fue tratado y resuelto por la Suprema Corte de la
Provincia de Buenos Aires, por lo que la decisión de fs. 556/566 constituye en ese
punto la sentencia definitiva del superior tribunal de la causa a los efectos del art. 14
de la ley 48. 4º) Que la Corte provincial desechó la existencia de "reformatio in pejus"
con sustento en que "cuando se anuló la sentencia de fojas 437 y sigtes., y se remitió
la causa para nuevo juzgamiento a la Cámara departamental, la sala I asumió plena
jurisdicción al respecto, sin estar ligada a lo resuelto en la sentencia invalidada", de
manera que "la situación ... se retrotrajo hasta el llamamiento de autos, conociendo 'ex
novo' la sala a la que tocó en definitiva intervenir". El recurrente impugna esa decisión
por ser contraria al derecho de defensa de su parte al elevar la pena en perjuicio del
condenado. 5º) Que en atención a la naturaleza de la cuestión que se pretende
someter a conocimiento del tribunal, corresponde hacer lugar a la queja, pues resulta
aplicable al caso la doctrina que reconoce jerarquía constitucional a la prohibición de la
"reformatio in pejus" cuando no media recurso acusatorio (Fallos, t. 247, p. 447; t. 258,
p. 73; t. 274, p. 284; t. 298, p. 432 y causa: "Giusti, Hugo A." del 17 de mayo de 1984 -
Rev. LA LEY, t. 1984-C, p. 341-). 6º) Que, en cuanto al fondo del asunto, asiste razón
al recurrente, pues se ha vulnerado su derecho al elevarse la pena impuesta en la
primera condena. En efecto, la jurisdicción de la Cámara para dictar la sentencia
impugnada nació del pronunciamiento de la Corte provincial que descalificó la anterior,
y ésta última fue consentida por el ministerio público. Cabe señalar que la anulación se
dispuso a instancia exclusiva del condenado, sin que en la oportunidad mediara
agravio del acusador, y así se afectó de manera ilegítima la situación del procesado
originada en el fallo anterior de la alzada -posteriormente anulado- conculcando la
garantía establecida en el art. 18 de la Constitución Nacional (Fallos: t. 300, p. 671 y
sus citas). No cabe duda de que resultaría arbitrario concederle la facultad de
impugnación, y, al mismo tiempo, exponerlo al riesgo de que por el ejercicio de dicha
facultad, y sin existir recurso de la parte acusadora, su situación procesal se vea
empeorada, colocándolo en la disyuntiva de correr el citado riesgo o consentir una
343
sentencia que considera injusta. Conviene aclarar que la existencia de "reformatio in
pejus" se limita al aumento de la pena impuesta, y no comprende la calificación de los
hechos en tanto la efectuada en la condena tiene el mismo sustento fáctico de la
acusación (conf. Fallos, t. 302, p. 328 y 482 y causa: "Peralta Adolfo" resuelta el 3 de
julio de 1984).
344
Plata, Provincia de Buenos Aires, que condenó a Oscar Alfredo Guía a la pena de
cuatro años y seis meses de prisión, accesorias legales y costas, declarándolo
reincidente por primera vez, como autor responsable de los delitos de uso de
documento público falso y tenencia ilegal de arma de guerra en concurso real, la
defensa del nombrado interpuso recurso extraordinario que fue concedido a fs. 467.
2°) Que el a quo, al revocar el fallo de la instancia anterior, disminuyó el monto de la
pena -de seis años de prisión a cuatro años y seis meses- y declaró reincidente por
primera vez al condenado sobre la base de que no podía computarse "...como
agravante lo que sí conforma necesariamente un elemento de la condena a aplicar...",
no obstante que no había existido reclamo de la fiscalía y que la única parte apelante -
la defensa de Guía- había limitado su recurso a la absolución de su pupilo o, en su
defecto, a la disminución de la sanción impuesta por el juzgado de primera instancia.
4°) Que esta Corte Suprema tiene dicho reiteradamente que la prohibición de la
reformatio in pejus cuando no media recurso acusatorio tiene jerarquía constitucional,
por lo cual toda sentencia que ignore ese principio adolece de invalidez en tanto
importa que ha sido dictada sin jurisdicción, y además afecta de manera ilegítima la
situación obtenida por el encausado merced a un pronunciamiento consentido por el
Ministerio Público de la instancia inferior y lesiona, de ese modo, la garantía
contemplada por el art. 18 de la Constitución Nacional (Fallos 255:79; 258:73; 260:59;
298:432; 300:671; 303:1431; 306:435; 308:521; 311:2478; 312:1156 entre otros). 5°)
Que el principio expuesto debe considerarse violado en el sub judice. En efecto, de los
antecedentes expuestos surge que este proceso fue elevado a la Cámara Federal de
Apelaciones de La Plata con motivo del recurso de apelación promovido por la defensa
de Guía exclusivamente en relación a la revocación de la pena o a su disminución (fs.
417/417 vta.). No obstante, sin mediar agravio fiscal, el a quo declaró reincidente por
primera vez a Guía, con lo que excedió su jurisdicción, agravó la pena e incurrió en
una reformatio in pejus que, conforme lo expuesto ut supra, violó el artículo 18 de la
Constitución Nacional. Ello es así sin perjuicio de que el tribunal a quo podría declarar
la reincidencia aun de oficio, pero siempre y cuando se haya introducido el tema en
cuestión durante el proceso de manera tal de permitir su debate por parte de la
defensa del condenado, cosa que no ocurrió en este caso en el que además la
agravación de la pena por medio de la reincidencia -sin perjuicio de la disminución de
su monto- implica el encarcelamiento del recurrente -excarcelado desde el 11 de
septiembre de 1992 (fs. 395 vta.)- por la imposibilidad de obtener la libertad
condicional (art. 14 del Código Penal), beneficio que ya estaba en condiciones de
adquirir con el fallo condenatorio dictado por el juzgado de primera instancia.
TITULO II
Reposición
345
Artículo 392 - Procedencia.- El recurso de reposición procederá contra las
resoluciones dictadas sin sustanciación, a fin de que el mismo Tribunal que las dictó
las revoque o modifique por contrario imperio.-
Arts. 236, 247, 385, 424
TITULO III
Apelación
Capítulo I
Procedencia
Artículo 396 – Recursos del Ministerio Público Fiscal.- El Fiscal podrá impugnar:
1) los sobreseimientos;
2) las sentencias absolutorias;
346
3) las sentencias condenatorias;
4) los autos mencionados en el artículo precedente.-
Capítulo II
Procedimiento
CSJN. “DIESER, María Graciela s/ Recurso de Hecho”. 08/08/2006. Voto Dra. Argibay
Consid. 2º. Esta Corte tiene establecido a partir de la decisión recaída en el
precedente del 17/05/05 L. 486. XXXVI “Llerena, Horacio Luis s/ Abuso de Armas y
Lesiones” (disidencia parcial de los jueces Belluscio y Argibay), que resulta
347
incompatible con la garantía de imparcialidad la circunstancia que sea un mismo juez
el que intervenga en la instrucción del proceso y el que actúe en la etapa del juicio.- En
este sentido, se recordó en dicho precedente el “Proyecto de Reglas Mínimas de las
Naciones Unidas para el procedimiento en Material Penal” denominado “Reglas de
Mallorca”, que en el segundo inciso de su regla cuarta establece que “... los tribunales
deberán ser imparciales... Especialmente no podrá formar parte del tribunal quien haya
intervenido anteriormente, de cualquier modo, o en otra función o en otra instancia en
la misma causa...”.- Consid. 3º Tal circunstancia concurre en el presente caso, en
tanto dos de los tres vocales integrantes de la Cámara de Apelación en lo Penal de
Venado Tuerto que en su oportunidad desestimaron las nulidades planteadas por la
defensa y confirmaron el procesamiento de María Graciela Dieser (...) intervinieron
luego en el Tribunal que revisó la condena de primera instancia....-
348
El recurso permitirá, dentro de los límites fijados en el artículo 391, el examen y
corrección de las cuestiones impugnadas.-
Arts. 137, 138, 139, 140
349
cumplimiento efectivo. Esta sentencia también fue recurrida por los defensores de los
condenados mediante el recurso de casación de fs. 572/587, que fue luego rechazado
por el Tribunal Superior de Justicia en el pronunciamiento de fs. 615/627. Contra esta
decisión se interpuso el recurso extraordinario federal de fs. 629/667 que fue
concedido únicamente en cuanto a la alegada violación de la prohibición de la
reformatio in pejus. 3°) Que, según doctrina establecida por esta Corte, la prohibición
de la reformatio in pejus cuando no media recurso acusatorio tiene jerarquía
constitucional, por lo cual toda sentencia que ignore este principio resulta inválida en
tanto importa que ha sido dictada sin jurisdicción, afectando de manera ilegítima la
situación obtenida por el encausado merced al pronunciamiento consentido por el
Ministerio Público en la instancia inferior, lo que lesiona la garantía contemplada en el
art. 18 de la Constitución Nacional (Fallos: 255:79; 298:432; 311:2478; 312:1156, entre
otros). 4°) Que, en tales condiciones, cabe señalar que asiste razón a los recurrentes
en cuanto a que se violó dicho principio al elevarse las penas que se habían impuesto
en la anterior condena, ya que la jurisdicción de la cámara de apelaciones para dictar
la sentencia impugnada surgió del pronunciamiento de la Corte provincial que
descalificó esa primera condena que había sido consentida por el Ministerio Público.
Es por ello que la sentencia de reenvío conculcó la garantía constitucional en juego
toda vez que agravó la situación del procesado originada en el fallo anterior de la
alzada que había sido anulado a instancia suya. En síntesis, cabe concluir que
resultaría ilógico concederle al imputado la facultad de impugnación, y, al mismo
tiempo, exponerlo al riesgo de que por el ejercicio de esta potestad —en ausencia de
recurso de la parte acusadora— su situación procesal se vea empeorada, puesto que
de esta manera se lo colocaría en la disyuntiva de correr ese riesgo o consentir una
sentencia que considera injusta (conf. Fallos: 300:671 y 307:2236). Por ello, y
habiendo dictaminado el señor Procurador General, se declara procedente el recurso
extraordinario y se deja sin efecto la sentencia apelada. Hágase saber y remítanse a
fin de que, por quien corresponda, se dicte nuevo pronunciamiento (art. 16, primera
parte, de la ley 48). Voto del doctor Petracchi: 6°) Que la garantía invocada por los
apelantes ha sido extendida por esta Corte no sólo al ámbito estricto de la jurisdicción
apelada, sino que aquella también alcanza al "juicio de reenvío". Como consecuencia,
en aquellos casos en los que el imputado provoca por medio de su recurso la nueva
realización del juicio, la sentencia que de él resulte, tiene el límite de la reformatio in
pejus. De este modo, el dictado de una nueva condena no puede colocarlo en una
situación peor que la que ya tenía con la anterior (conf. doctrina de Fallos: 307:2236).
7°) Que, de acuerdo con esto, no puede sostenerse válidamente la doctrina de Fallos:
303:335, según la cual la declaración de nulidad priva a la sentencia de todo efecto, de
manera que el tribunal de primera instancia recupera su jurisdicción en forma
completa, tanto para condenar como para determinar la pena, y dentro de este
esquema, la posibilidad de que el nuevo pronunciamiento perjudique los intereses de
la recurrente aparece como un "resultado previsible", que la parte asume por su
decisión discrecional. 8°) Que tal inteligencia del juicio de reenvío es incompatible con
350
el reconocimiento del derecho al recurso en los términos del art. 8, n° 2, ap. h, de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos. En efecto, si el ejercicio de tal
facultad supusiera el riesgo de empeorar la propia situación, ella ya no podría ser
ejercida libremente. La existencia de este "riesgo" lesionaría el derecho de defensa, en
la medida en que plantea la posibilidad de que el imputado prefiera asumir las
consecuencias injustas de una sentencia coaccionado por el temor de que ellas se
agraven aún más. 9°) Que el señor Procurador General sostiene en su dictamen que
es la naturaleza del juicio oral la que impone la devolución completa de la jurisdicción
al tribunal de reenvío —esto es, también respecto de la determinación de la pena—.
En su opinión, ello deriva de las características de la audiencia de debate, de la cual
pueden surgir elementos de convicción diferentes a los anteriores, que resulten aptos
para generar una valoración distinta y para incidir en la individualización de la pena.
10) Que dicho argumento es insostenible por varias razones. En primer lugar, con
respecto a la fijación de la pena —que es lo que aquí interesa—, la situación en un
juicio oral no difiere sustancialmente de la que se presentaría en un procedimiento
escrito. Si se parte de la base de que el art. 41 del Código Penal ordena al juez tomar
en cuenta, al momento de determinar la pena, los "antecedentes y condiciones
personales" y tomar conocimiento "de visu" [del sujeto] antes de dictar sentencia, lo
decisivo es la situación personal del imputado al momento del dictado de la condena.
Ese es el motivo por la cual, aun en el marco del reenvío en un procedimiento escrito,
el juez no está eximido de conocer personalmente al futuro condenado. En tales
condiciones, podría suceder —como consecuencia de dicha audiencia, o bien, por
cualquier otra modificación de las condiciones personales— que el sentenciante se
convenciera de la necesidad de imponer una pena mayor. Sin embargo, no podría
hacerlo. 11) Que a esto se agregan otras razones, de mayor peso, vinculadas al
instituto de la cosa juzgada. En efecto, cuando el acusador no ha recurrido la
sentencia de condena, ella queda firme no sólo "a su respecto", sino también respecto
de los tribunales de alzada, que carecen de jurisdicción para modificarla. Tal
imposibilidad, de raíz constitucional, no podría ser eludida por la vía de la "declaración
de nulidad". En consecuencia, dicho obstáculo tampoco podría ser sorteado por el
tribunal de reenvío, cuya jurisdicción también queda restringida por la cosa juzgada
parcial. La existencia de límites, por lo demás, en nada puede sorprender, pues ella
hace a la naturaleza misma del debate. Así, el tribunal de juicio nunca tiene una
"jurisdicción ilimitada", sino que, por el contrario, el pronunciamiento de condena no
puede exceder el marco de la acusación. 12) Que, de otro modo, la realización de un
nuevo debate como consecuencia del recurso del imputado se convertiría en el
instrumento para producir una grosera violación del non bis in idem: no sólo se lo
somete nuevamente a juicio, sino que además, el Estado aprovecha la ocasión para
imponerle más pena. 14) Que, como ya se señaló, al anular la primera sentencia, el
Tribunal Superior provincial no se limitó a invalidar dicho acto, sino que anuló también
el debate que la precedía, a pesar de que él había sido válidamente cumplido. 15) Que
como consecuencia de esta decisión se produjo la reedición total del juicio, esto es, la
351
renovación de la integridad de sus partes (declaración del imputado, producción de la
prueba, acusación y defensa) y se retrotrajo el juicio a etapas ya superadas, en
violación a los principios de progresividad y preclusión, reconocidos con este alcance a
partir de Fallos: 272:188 (caso "Mattei"). Dichos principios impiden que el imputado
sea sometido a un nuevo debate íntegro cuando ya soportó uno válidamente cumplido
en todas sus partes (conf. Fallos: 321:1173 —disidencia de los jueces Petracchi y
Bossert—). 16) Que no puede sostenerse, en contra de lo expresado, que la nulidad
de la sentencia y la consiguiente realización de un nuevo debate fue provocada por la
propia defensa como consecuencia de su recurso contra la condena, en la medida en
que éste se dirigió a invalidar la sentencia, lo cual implicaba, necesariamente, que se
volviera a realizar la audiencia oral, como presupuesto de validez de una nueva
decisión. Pues de ese modo se pierde de vista que la primera sentencia fue declarada
nula por deficiencias esenciales en su fundamentación, es decir, por una nulidad
instituida en beneficio del imputado. Por lo tanto, no es posible, a fin de poder corregir
los defectos de la sentencia anterior, y poder llegar, esta vez sí, a una condena válida,
someter nuevamente a juicio al imputado, ya que ello significaría concederle al Estado
una "nueva oportunidad" que el principio de non bis in idem prohíbe (conf. Fallos:
321:2826 caso "Polak" —voto del juez Petracchi—). Dicho en otras palabras: si la
sentencia era nula por haber violado el derecho de defensa de los imputados, la
consecuencia del reconocimiento de la lesión a esa garantía no podía ser la
autorización de un nuevo intento de condenarlos. 17) Que, por lo tanto, al ordenarse la
reiteración del debate se retrotrajo el juicio a etapas ya superadas, y se produjo un
apartamiento de las formas sustanciales que rigen el procedimiento penal que
ocasiona la nulidad absoluta de dicho acto y de todo lo actuado en consecuencia. En
tales condiciones, corresponde que esta Corte, en uso de sus facultades
extraordinarias, así lo declare (Fallos: 310:56 y sus citas, 1797; 315:2581). Voto en
disidencia de la doctora Argibay y del doctor Pereyra González: 6°) Esta Corte ha
reconocido jerarquía constitucional a la prohibición de la reformatio in pejus,
entendiéndose por tal la modificación del fallo en perjuicio del acusado, llevada a cabo
por un tribunal de alzada que interviene por recurso de la defensa exclusivamente. Sin
embargo, dicha regla no resulta aplicable al presente caso en que ha existido el
llamado "juicio de reenvío". En el nuevo juicio el tribunal que debe llevarlo a cabo
cuenta con plena jurisdicción para sentenciar, pues no se trata de un supuesto de
jurisdicción apelada, en el que el tribunal ad quem no tiene más poderes que los que
caben dentro de los límites de los recursos deducidos (cfr. Eduardo J. Couture
"Fundamentos del Derecho Procesal Civil" Ed. Depalma, segunda edición, 1951, pág.
266). Lo primero que conduce a esa conclusión es que la realización del nuevo juicio
implicó restaurar la instancia contradictoria o controversial en la que ambas partes
debaten sobre posiciones adversas, pretensiones que no reconocen ninguna cortapisa
en el derecho vigente. Diferente es lo que sucede cuando, a partir del solo recurso de
la defensa, se abre la instancia revisora. En este supuesto, la actividad del tribunal de
alzada tiene por único objeto examinar los agravios de la defensa por lo que una
352
decisión a favor de la acusación excedería el interés del recurrente y, por ende, la
competencia del tribunal. Esta limitación sirve de garantía al principio acusatorio y, por
su medio, al derecho de defensa, en cuanto impide extender la condena más allá de lo
pretendido por la acusación. Pero, por esto mismo, el nuevo debate entre partes
plenamente habilitadas, que tuvo lugar a partir del reenvío, no estuvo alcanzado por
las limitaciones propias del recurso en cuyo marco se había resuelto su realización. 7°)
Si el sustento constitucional de esta garantía radica en la inviolabilidad de la defensa,
corresponde hacer hincapié, entonces, en que ésta no pudo ser sorprendida por la
sentencia finalmente dictada y que los encartados en ningún momento de su periplo
procesal vieron menoscabada su efectiva defensa en juicio. Demostración de esa falta
de sorpresa es que, en el nuevo debate, intervino un Fiscal de Cámara distinto al
primero, quien tras la nueva recepción de la prueba, solicitó la condena de los
enjuiciados a penas de prisión más gravosas que las oportunamente impuestas en el
decisorio anulado, sin que la defensa, en su respuesta, cuestionara los montos de la
pretensión punitiva ni expresara admonición alguna con respecto a una posible
violación de la prohibición de reformatio in pejus (cfr. considerando 4to. y acta de
debate a fs. 551 vta./552 vta.). 8°) Es cierto que luego del camino procesal recorrido en
la causa, posterior al recurso anulatorio de la defensa, la pena que en definitiva se
impuso a los encartados en el nuevo fallo fue más elevada que la aplicada en la
sentencia anulada. Si se hace esta comparación, los imputados no resultaron
favorecidos por el originario recurso que ellos mismos interpusieran. Pero ello, por sí,
no es razón suficiente para afirmar que la garantía que impide la reformatio in pejus
pueda extenderse a este caso, como lo dispusiera esta Corte en el precedente "Oscar
Rafael Lanci y otros" (Fallos: 307:2236). En el citado precedente "Lanci", se afirmó que
"resultaría arbitrario concederle [al acusado] la facultad de impugnación y, al mismo
tiempo, exponerlo al riesgo de que por el ejercicio de dicha facultad, y sin existir
recurso de la parte acusadora, su situación procesal se vea empeorada, colocándolo
en la disyuntiva de correr el citado riesgo o consentir una sentencia que considera
injusta". Dicho precedente no resulta aplicable a este caso por dos razones. Una que,
como bien lo puntualiza el Procurador General, en esta causa la acusación no
consintió el primer fallo que fuera luego anulado. Otra, que en "Lanci" no se trató,
como en este caso, de la anulación del juicio, sino solamente de la sentencia. Por lo
tanto, no se configuran en el caso ni el agravamiento por un tribunal de alzada, ni el
consentimiento del Ministerio Público, ni tampoco que se haya tratado la anulación
sólo del fallo para su reemplazo por otro válido. 9°) En cuanto a la posibilidad de que la
aplicación de la reformatio in pejus pueda fundarse solamente en riesgo de
empeoramiento posterior de la situación del imputado, debemos decir que no
coincidimos con que la regla tenga semejante alcance. Es que aun cuando el derecho
de defensa debe ser a todas luces preservado, en el enjuiciamiento penal suelen
existir situaciones en las que el imputado se halla ante diversas disyuntivas procesales
que, dependiendo de la decisión tomada, pueden conducirlo a un cierto riesgo mediato
o inmediato. Así, por ejemplo, conforme al ordenamiento ritual federal, el imputado
353
puede negarse a prestar declaración indagatoria. Pero si decide declarar deberá en
cierto modo soportar el riesgo de que el juez de instrucción, al evacuar sus citas (cfr.
art. 304 del Código Procesal Penal de la Nación), obtenga prueba de cargo. Lo mismo
podría ocurrir ante un pedido de producción de pruebas por parte del propio imputado
o su defensa que, introducidas en el debate, terminen jugando en su contra en virtud
de la evaluación que de ellas pueda realizar el tribunal sentenciante. También el
imputado suele hallarse en la disyuntiva de presentarse o no ante el juez que requiere
su comparendo y, en caso de aceptar dicho requerimiento, estará latente la
posibilidad, por ejemplo, de ser sometido a prisión preventiva. Similar circunstancia de
disyuntiva y riesgo ha ocurrido en este caso, en que la propia defensa propugnara la
anulación del primer juicio y la realización de uno nuevo, denotando justamente una
decisión de arriesgarse en una nueva chance antes de conformarse con la condena.
Nada arbitrario ni sorpresivo para la defensa puede surgir del hecho de que —tras la
pertinente acusación fiscal— hubieran recaído penas de mayor gravedad para los
enjuiciados.
CSJN. CIRILO, María Eugenia. 05/02/2008. Dictamen Del Procurador General que la
mayoría de la Corte hace suyo: Igualmente estimo que, más allá de esas
consideraciones, el recurso tampoco puede prosperar, en tanto no observo que se
hayan vulnerado aquellos principios que, según la doctrina de V.E., inspiran y
sustentan la congruencia como expresión de las garantías constitucionales de defensa
en juicio y debido proceso. En efecto, la Corte tiene decidido desde antiguo que en
orden a la justicia penal, el deber de los magistrados, cualquiera que fueren las
peticiones de la acusación y la defensa, o las calificaciones que ellos mismos hayan
formulado con carácter provisional, consiste en precisar las figuras delictivas que
juzgan, con plena libertad y exclusiva subordinación a la ley, sin más limitación que la
de restringir el pronunciamiento a los hechos que constituyeron materia de juicio
(Fallos: 186:297; 242:227; 315:2969 y 319:2959) y que, satisfecha esta exigencia, no
existe afectación alguna de los preceptos constitucionales mencionados
precedentemente (Fallos: 310:2094 y sus citas). Esta última situación es la que a mi
modo de ver se presenta en el caso, pues durante el transcurso del proceso se
mantuvo incólume la plataforma fáctica sobre la que finalmente reposó la condena de
Cirilo y el grado de participación escogido se fue precisando en las sucesivas etapas,
pero esa circunstancia no permite sostener -como lo intenta la apelante- que se haya
responsabilizado a su asistida por un hecho distinto al intimado, de manera tal que
354
provocara un desbaratamiento de su estrategia defensiva (Fallos: 319:2959, voto del
doctor Petracchi y su cita). Concretamente, de las constancias del expediente, se
puede observar que desde la instrucción aparecía como previsible y subyacente al
hecho investigado la participación criminal de Cirilo en los términos del artículo 45 del
Código Penal, a punto tal que en el requerimiento fiscal de elevación a juicio se le
imputó haber percibido los cheques correspondientes a la suma indemnizatoria
derivada del acuerdo transaccional celebrado con Carlos Eduardo López, y entregado
el dinero a su consorte de causa Roberto Antonio Lizondo (vid fs. 152vta. del
principal), y que la propia encartada en su memorial de apelación obrante a fojas
223/238 de los autos principales reconoció esa posibilidad, al aducir que ese
instrumento procesal carecía de determinación del grado de participación de cada
imputado. En definitiva, aprecio que no ha existido violación al principio de congruencia
en tanto que, a partir de lo expuesto, es posible concluir que la defensa tuvo amplias
oportunidades de ser oída, alegar y probar sobre cada punto que conformó el hecho
que fue motivo de condena (Fallos: 242:234; 298:308; 306:467; 312:540; 321:469 y
325:210), tal como efectivamente lo hizo.
355
referido cuadro de duda, que debe conducir a su absolución en los términos del art.
406 del Código Procesal Penal" (fs. 422 vta.). 2) Que la Corte Suprema de Justicia de
Tucumán, hizo lugar al recurso de casación interpuesto por la parte querellante (fs.
428/449) y, en lo que aquí concierne, revocó la absolución de Cirilo y la condenó a la
pena de tres años de prisión de ejecución condicional al ser partícipe necesaria del
delito de retención indebida en perjuicio de los nombrados. Para así resolver,
consideró que "...el obrar desplegado por la coimputada significó —de acuerdo a los
hechos fijados en el pronunciamiento— un aporte imprescindible para la consumación
del ilícito. Desde este enfoque, los fundamentos de la absolución muestran un error de
derecho en el examen del tipo legal, toda vez que conforme lo considerado, la duda
del Tribunal se asienta en que no era ella quien tenía el dinero en su poder. Mas la
entrega de los fondos a Lizondo (con lo cual es él quien finalmente pudo —y puede—
disponer de los mismos), en modo alguno elimina su aporte en la comisión del ilícito"
(fs. 478 vta.). Agregó que "Tal errada premisa condujo a una indebida restricción por
parte del Tribunal, quien se ha autolimitado en el análisis de los hechos, al otorgar a
esta circunstancia fáctica un alcance exculpatorio que no se corresponde con el
suceso histórico fijado en la instancia de mérito" (fs. 478 vta.). Sobre esa base, tachó
por contradictorio el fundamento de la duda expresada al sostener que "La sentencia
se estructura a partir de un único hecho —imposibilidad de Cirilo de "obrar de otra
manera"— que se opone abiertamente a la previa afirmación del Tribunal, de haber
sido ella quien percibió los montos destinados al pago de la indemnización convenida
en el acuerdo transaccional. En estas condiciones, la incertidumbre exhibe razones
dogmáticas, sin apoyatura suficiente en el contenido de las probanzas arrimadas al
juicio" (fs. 478/479). 3) Que la defensa de Cirilo interpuso recurso extraordinario federal
contra la condena con fundamento en la doctrina de la arbitrariedad de sentencias por
el exceso de jurisdicción apelada en que habría incurrido el máximo tribunal de
provincia al arrogarse la tarea jurisdiccional propia, exclusiva y excluyente de un
tribunal de juicio en violación a derechos de la sometida a proceso a ser condenada en
juicio oral y público, a que la pena sea fijada a través de la valoración de cuestiones de
hecho (condiciones personales de la víctima e imputado, trascendencia del hecho,
gravedad del perjuicio causado y demás enumeradas en los arts. 40 y 41 del Código
Penal) y el derecho al recurso consagrado por el art. 8.2.h. de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (fs. 496/517). 4) Que el remedio federal fue
denegado porque al quedar excluidos el fundamento de la duda en que se sustentó la
absolución, el fallo apelado "....respetó esencialmente los hechos descriptos en la
sentencia, pero dio un encuadramiento jurídico diferente, transformando una sentencia
absolutoria en sentencia condenatoria en función del ejercicio pleno de jurisdicción"
(fs. 583/585). Asimismo, porque las violaciones constitucionales invocadas no
trascienden el interés de las partes ni afectan el interés de la comunidad (fs. cit.). 5)
Que si bien la procedencia de la tacha de arbitrariedad es particularmente restrictiva
respecto de pronunciamientos de superiores tribunales de provincia cuando deciden
sobre recursos extraordinarios de orden local, cabe hacer excepción a esta regla
356
cuando la sentencia apelada no cumple con el requisito de debida fundamentación
exigible a las decisiones judiciales, y sólo satisface en forma aparente la exigencia de
constituir una derivación razonada del derecho vigente con particular aplicación a las
constancias de la causa (Fallos: 325:798, entre otros). 6) Que esta Corte advierte que
el superior tribunal de provincia adujo haber dictado una sentencia condenatoria "en
función del ejercicio pleno de jurisdicción" sin hacerse cargo de la norma del
ordenamiento sustantivo que le imponía tomar conocimiento directo y de visu del
sujeto para cuantificar la pena en la sentencia (art. 41, último párrafo, del Código
Penal), disposición que está destinada a garantizar un mínimo de contacto inmediato
del procesado con los jueces, cualquiera sea la forma en que el proceso se regule en
las respectivas legislaciones provinciales. 7) Que, sin embargo, dicha irregularidad
pierde relevancia por la circunstancia de que el a quo no se encontraba habilitado a
resolver como lo hizo, toda vez que agotó la jurisdicción provincial con el dictado de
una sentencia condenatoria que cercenó toda instancia judicial local que pudiera
garantizarle a la recurrente su derecho al recurso en los términos del art. 8.2.h. de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, prescindiendo de lo estipulado por
este precepto convencional que todo superior tribunal provincial se encuentra obligado
a garantizar. 8) Que, en razón de lo expuesto, cabe concluir que la sentencia recurrida
no constituye una derivación razonada del derecho vigente con referencia a las
circunstancias concretadas en la causa, lo que conduce a su descalificación como acto
judicial con arreglo a la doctrina expresada en el considerando quinto. Por ello, oído el
señor Procurador Fiscal, se declara admisible este recurso de hecho y procedente el
recurso extraordinario federal revocándose la sentencia apelada. Reintégrese el
depósito de fs. 101. Vuelvan los autos al tribunal de origen para que por quien
corresponda se dicte un nuevo pronunciamiento con arreglo al presente. Hágase saber
y cúmplase. — E. Raúl Zaffaroni.
TITULO IV
Revisión
357
Artículo 409 - Procedencia.- El recurso de revisión procederá en todo tiempo y en
favor del condenado, contra la sentencia firme:
1) cuando los hechos establecidos como fundamento de la condena fueran
inconciliables con los fijados por otra sentencia penal irrevocable;
2) cuando la sentencia impugnada se hubiera fundado en prueba documental o
testifical, cuya falsedad hubiese sido declarada en fallo posterior irrevocable;
3) cuando la sentencia condenatoria hubiese sido pronunciada a consecuencia de
prevaricato, cohecho, violencia o maquinación fraudulenta, cuya existencia
hubiera sido declarada en fallo posterior irrevocable o establecido en proceso,
aunque no hubiese podido llegarse a dicho fallo por haber mediado una causal
extintiva o que imposibilitó proseguir el ejercicio de la acción;
4) cuando después de la condena sobrevinieran nuevos hechos o elementos de
prueba que, solos o unidos a los ya examinados en el proceso, hicieran
evidente que el hecho delictuoso no existió, que el condenado no lo cometió, o
no se dieron las circunstancias agravantes típicas que el Tribunal tuvo en
cuenta al pronunciar aquélla.-
Arts. 40, 86
CProv. Art. 9. No se puede reabrir procesos fenecidos, sin perjuicio de la revisión
favorable de sentencias penales en los casos previstos por la ley procesal. Cuando
prospere el recurso de revisión por verificarse la inocencia del condenado, la Provincia
indemniza los daños que se le hubieren causado.
Art. 93. - Compete a la Corte Suprema de Justicia, exclusivamente, el
conocimiento y resolución de: 4 - Los recursos de revisión de sentencias dictadas en
procesos criminales, en los casos autorizados por la ley;
358
Si se motivara en uno de los tres primeros incisos del artículo 409, se acompañará
copia de la sentencia pertinente y en todos los casos, si correspondiera, se ofrecerán
las pruebas demostrativas de los extremos invocados, acompañándoselas si
existieran, para su válida admisibilidad.-
Arts. 245
TITULO V
Recurso Extraordinario
359
Artículo 418 – Trámite y resolución.- El recurso extraordinario se interpondrá ante
la Corte Suprema de Justicia de la Provincia, que intervendrá en el mismo.-
Para la tramitación y resolución del mismo serán aplicables, en lo pertinente, las
disposiciones del recurso de inconstitucionalidad previsto en la ley 7055 o la que en lo
sucesivo la sustituya.-
Ley 7055
LIBRO VI
EJECUCION
TITULO I
Ejecución Penal
Capítulo I
Función del Juez de Ejecución
360
8) disponer que la prisión domiciliaria se cumpla bajo la inspección o vigilancia de
la autoridad que designe;
9) controlar la observancia de las instrucciones e imposiciones establecidas al
suspenderse el procedimiento a prueba según lo dispuesto en el artículo 25.-
Arts. 25, 39, 46, 83, 428; Ley 24660
361
Primer congreso de Naciones Unidas para la prevención del delito y tratamiento del
delincuente – Ginebra 1955. Aprobados por el Consejo Económico y Social en sus
resoluciones 663 C 31-7-57 y 2076 13-5-77). Consid. 15. ... Pero aquel pensamiento
que coloca al preso como sujeto de todos los derechos previstos en la constitución
también ha sido proclamado por este Tribunal. En efecto en el año 1995 en el caso
“Dessy” referido al derecho de la inviolabilidad de la correspondencia dentro de las
prisiones, el Tribunal expresó que “El ingreso a una prisión, en tal calidad , no despoja
al hombre de la protección de las leyes y, en primer lugar de la Constitución Nacional”.
“Los prisioneros son, no obstante ello, ‘personas’ titulares de todos los derechos
constitucionales, salvo las libertades que haya sido constitucionalmente restringidas
por procedimientos que satisfagan todos los requerimientos del debido proceso.
Consid. 16 Que uno de los principios que adquiere especial halito dentro de las
prisiones es el de legalidad, ello por cuanto la manera en que las autoridades
penitenciarias le dan contenido concreto al cumplimiento de la pena dispuesta por la
autoridad judicial y sucesivas alteraciones, pueden implicar una modificación
sustancial de la condena, y por lo tanto queda a resguardo de aquella garantía.
Consid. 17 Que los principios de control judicial y de legalidad también han sido
explícitamente receptados por la ley 24660 de ejecución de penal. El art. 3º expresa
que “La ejecución de la pena privativa de libertad, en todas sus modalidades, estará
sometida al permanente control judicial. El juez de ejecución o juez competente
garantizará el cumplimiento de las normas constitucionales, los tratados
internacionales ratificados por la República Argentina y los derechos internacionales
ratificados por la República Argentina y los derechos de los condenados no afectados
por la condena o por la ley”. Voto del Dr. Petracchi Consid. 9º Que como se ha
señalado acertadamente, es posible sostener, incluso, que el objeto mismo de las
decisiones de los jueces de ejecución hace que éstos tengan carácter “administrativo”
(conf. Luigi Ferrajoli “Derecho y razón” pag. 408). Pero el carácter “administrativo” de
sus decisiones no significa –como parece entenderlo la cámara-, ni mucho menos, que
se trate de una categoría “menor”, que no merece ser casada. Pues el hecho de que
muchas de las disposiciones de la ley 24660 puedan ser calificadas de
“administrativas”, no constituye sin más ni más, un argumento para excluirlas del
ámbito de control del recurso casatorio, en la medida en que se encuentran afectados
los derechos de los condenados amparados no sólo por la ley 24660 –que
complementa las disposiciones del C. Penal- sino también por la constitución nacional.
Consid. 10 Que por ello, el art. 3º de la ley 24660, establece que el sentido de la
institución del juez de ejecución es garantizar el cumplimiento de las normas
constitucionales y los tratados internacionales ratificados por la República Argentina.
En este sentido, es irrelevante si la lesión de los derechos constitucionales del
condenado se produce a través del “título ejecutivo de la condena” o de decisiones
“meramente administrativas”. Como sea que se produzca la violación de tales
garantías ella habilitará la competencia de esta Corte y, previamente, la de la Cámara
de Casación conforme lo resuelto por este Tribunal in re “Giroldi”... Dr. Fayt Consid. 8º
362
Que la sanción aplicada en el sub lite –aislamiento ininterrumpido durante 15 días-
altera, sin lugar a dudas, la pena determinada en la sentencia, pues “la circunstancia
de que se someta a un aislamiento a una persona que se encuentra privada de libertad
no puede ocultar su carácter de privación de libertad, debido a que el bien jurídico
liberad es perfectamente mensurable” (conf. Borja Mapelli. Principios Fundamentales
del sistema penitenciario español, pag. 304). En efecto, se trata del castigo de mayor
gravedad del sistema sancionador penitenciario e implica –a diferencia de otros- no
solo un claro empeoramiento en las condiciones de ejecución de la condena,
afectando todo el sistema de derechos del interno (alteración cualitativa de la pena),
sino que repercute necesariamente en el régimen de progresividad penitenciario
(alteración cuantitativa de la pena). Ello es así, en tanto su aplicación incide en las
calificaciones de conducta y de concepto del interno, lo que a su vez y según el caso,
influye en la incorporación al régimen de semilibertad, la concesión de las salidas
transitorias, en el otorgamiento de la libertad condicional y en el régimen de libertad
asistida. De lo expuesto cabe concluir que el carácter especial de la sanción de
aislamiento como privación de la libertad dentro de una situación de privación de la
libertad preexistente implica una modificación en las condiciones de detención de tal
entidad que requiere sin lugar a dudas que su aplicación se enmarque en un proceso
celosamente respetuoso de los principios del derecho penal con jerarquía
constitucional. Asimismo, la aplicación de tan severa medida modifica sustancialmente
el contenido de la pena –que en modo alguno culmina con el dictado de la sentencia
condenatoria- y por tal razón la imposibilidad de su revisión resulta irrazonable.-
CSJN. VERBITSKY, Horacio s/ Hábeas Corpus. 03/05/2005. Consid. 18. Que este
Tribunal -en una demanda contra la Provincia de Buenos Aires articulada en función
de su competencia originaria, promovida a raíz de la muerte de 35 detenidos alojados
en la cárcel de Olmos- ya había advertido que "si el estado no puede garantizar la vida
de los internos ni evitar las irregularidades que surgen de la causa de nada sirven las
políticas preventivas del delito ni menos aún las que persiguen la reinserción social de
los detenidos. Es más, indican una degradación funcional de sus obligaciones
primarias que se constituye en el camino más seguro para su desintegración y para la
malversación de los valores institucionales que dan soporte a una sociedad justa"
(Fallos 318:2002). Consid. 28. Que en este sentido, si bien resultan atendibles
algunas de las razones expuestas por el Poder Ejecutivo provincial, en cuanto a la
carencia de recursos económicos para solucionar en el corto plazo los problemas
planteados, este Tribunal ya se ha pronunciado sobre el particular indicando que
"estas dolorosas comprobaciones, que es deber del Tribunal destacar, no encuentran
justificativo en las dificultades presupuestarias que se traducen en la falta de
infraestructura edilicia, la carencia de recursos humanos, la insuficiencia de formación
del personal o las consecuentes excesivas poblaciones penales" ... "Las carencias
presupuestarias, aunque dignas de tener en cuenta, no pueden justificar
transgresiones de este tipo. Privilegiarlas sería tanto como subvertir el Estado de
363
Derecho y dejar de cumplir los principios de la Constitución y los convenios
internacionales que comprometen a la Nación frente a la comunidad jurídica
internacional, receptados en el texto actual de aquélla (art. 5°, inc. 2° de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos)" (Fallos 318:2002) Consid. 34. Que el art. 18
de la Constitución Nacional al prescribir que "las cárceles de la Nación serán sanas y
limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ella, y toda medida
que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que ella exija,
hará responsable al juez que la autorice", reconoce a las personas privadas de su
libertad el derecho a un trato digno y humano, como así también establece la tutela
judicial efectiva que garantice su cumplimiento. El alcance de este texto ha sido puesto
en discusión, dudándose si abarcaba a los condenados, pues tiene un claro origen
histórico iluminista referido a la prisión cautelar, como que parece provenir de
Lardizábal: "Aunque la cárcel no se ha hecho para castigo, sino para custodia y
seguridad de los reos..." (Discurso sobre las penas contrahido á las leyes criminales de
España, para facilitar su reforma, Madrid, 1782, pág. 211, ed. con estudio preliminar de
Manuel de Rivacoba y Rivacoba, Fundación Sancho El Sabio, Vitoria, 2001). Sin
embargo, ha quedado superada la discusión después de la reforma constitucional de
1994, en cuanto a que los fines reintegradores sociales de la pena de prisión están
consagrados en virtud del inc. 22 del art. 75 constitucional, y, además, en el caso se
refiere al 75% de los amparados, que son presos cautelares. Consid. 35. Que la
privación de libertad, al título que fuese, tiene un efecto aflictivo y deteriorante para
toda persona institucionalizada, que en cierta medida es imposible eliminar por ser
inherente a su situación, pero que de ningún modo puede tolerarse que se agrave
indebidamente. "Las cárceles en sí mismas, por sus condiciones materiales, higiénicas
y de salubridad no deben agravar el mal inherente a la pena, ni las autoridades
ejecutarlas en forma que aumentan ese mal" (Nuñez, Ricardo; Dcho. Penal Argentino.
Parte Gral. Tomo II; Ed. Bibliográfica Argentina; Buenos Aires, 1960). Consid. 36. Que
este Tribunal ha expresado: "Que un principio constitucional impone que las cárceles
tengan como propósito fundamental la seguridad y no el castigo de los reos detenidos
en ella, proscribiendo toda medida que a pretexto de precaución conduzca a
mortificarlos más allá de lo que ella exija (art. 18 de la Constitución Nacional). Tal
postulado, contenido en el capítulo concerniente a las declaraciones, derechos y
garantías, reconoce una honrosa tradición en nuestro país ya que figura en términos
más o menos parecidos en las propuestas constitucionales de los años 1819 y 1824 a
más de integrar los principios cardinales que inspiran los primeros intentos legislativos
desarrollados por los gobiernos patrios en relación a los derechos humanos. Aunque la
realidad se empeña muchas veces en desmentirlo, cabe destacar que la cláusula tiene
contenido operativo. Como tal impone al Estado, por intermedio de los servicios
penitenciarios respectivos, la obligación y responsabilidad de dar a quienes están
cumpliendo una condena o una detención preventiva la adecuada custodia que se
manifiesta también en el respeto de sus vidas, salud e integridad física y moral". "La
seguridad, como deber primario del Estado, no sólo importa resguardar los derechos
364
de los ciudadanos frente a la delincuencia sino también, como se desprende del citado
art. 18, los de los propios penados, cuya readaptación social se constituye en un
objetivo superior del sistema y al que no sirven formas desviadas del control
penitenciario" (Fallos 318:2002). Consid. 37. Que la situación no controvertida de los
detenidos en la Provincia de Buenos Aires pone en peligro la vida y la integridad física
del personal penitenciario y policial, además de que genera condiciones indignas y
altamente riesgosas de trabajo de esos funcionarios y empleados. Una prisión es un
establecimiento en el que hay un fino equilibrio entre presos y personal, y la
superpoblación provoca descontrol y violencia llevando ese equilibrio siempre precario
al límite de la fragilidad. Consid. 39. Que el derecho a un trato digno y humano
reconocido a las personas privadas de su libertad no sólo encuentra soporte en
nuestra Constitución Nacional desde 1853, sino que ha sido reconocido desde los
orígenes mismos de la legislación penitenciaria del país y especialmente de la propia
Provincia de Buenos Aires, en cuyo Reglamento Provisorio de la Penitenciaría de
1877, sancionado por el gobernador Carlos Casares, establecía un régimen
respetuoso de la dignidad humana sensiblemente notable para los estándares de su
tiempo (Reglamento Provisorio de la Penitenciaría, Buenos Aires, Imprenta de M.
Biedma, calle de Belgrano número 135, 1877). La República Argentina tuvo un papel
protagónico en el establecimiento de las Reglas Mínimas para el tratamiento de
reclusos, en el Primer Congreso de Naciones Unidas para la Prevención del delito y el
tratamiento del delincuente, de Ginebra, en 1955, aprobadas por el Consejo
Económico y Social en su resolución 663 C31-7-57 y complementada en la 2076 del
13 de mayo de 1977. Después de la reforma de 1994, con jerarquía constitucional, la
Nación está obligada por tratados internacionales de vigencia interna y operativos, que
fortalecen la línea siempre seguida por la legislación nacional en la materia: la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, establece en el art.
XXV que "todo individuo tiene también un tratamiento humano durante la privación de
su libertad"; el art. 10 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos indica que
"toda persona privada de la libertad será tratada humanamente y con el respeto debido
a la dignidad inherente al ser humano"; fórmula ésta que recepta de modo similar el
art. 5 inc. 2° de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Las Reglas
Mínimas para el tratamiento de reclusos de las Naciones Unidas -si bien carecen de la
misma jerarquía que los tratados incorporados al bloque de constitucionalidad federal-
se han convertido, por vía del art. 18 de la Constitución Nacional, en el estándar
internacional respecto de personas privadas de libertad. No cabe duda de que hay un
marco normativo, no sólo nacional sino también internacional que, de confirmarse y
continuarse la situación planteada, estaría claramente violado en la Provincia de
Buenos Aires. Consid. 44. Que el tribunal interamericano señaló que "quien sea
detenido tiene derecho a vivir en condiciones de detención compatibles con su
dignidad personal y el Estado debe garantizarle el derecho a la vida y a la integridad
personal, y que es el Estado el que se encuentra en una posición especial de garante,
toda vez que las autoridades penitenciarias ejercen un fuerte control o dominio sobre
365
las personas que se encuentran sujetas a su custodia. De este modo, se produce una
relación e interacción especial de sujeción entre la persona privada de libertad y el
Estado, caracterizada por la particular intensidad con que el Estado puede regular sus
derechos y obligaciones y por las circunstancias propias del encierro, en donde al
recluso se le impide satisfacer por cuenta propia una serie de necesidades básicas
que son esenciales para el desarrollo de una vida digna.
366
entre muchos).- Consid. 9º Que el presente se adapta a uno de esos casos, pues la
sentencia impugnada no garantizó el pleno ejercicio del derecho de defensa. En tales
condiciones y sin abrir juicio sobre el fondo del asunto, resulta admisible la tacha de
arbitrariedad que se apoya en las circunstancias señaladas, pues de este modo se
verifica que la sentencia carece de argumentos serios y que los derechos
constitucionales invocados guardan nexo directo e inmediato con lo resuelto, según lo
exige el art. 15 de la ley 48.
Capítulo II
Penas
Artículo 421 - Pena privativa de libertad.- Una vez firme la sentencia que
ordenara cumplir efectivamente pena privativa de libertad, el Tribunal dispondrá el
inmediato encarcelamiento del condenado si éste no estuviera sometido a prisión
367
preventiva, y se pondrán las actuaciones y el preso a disposición del Juez de
Ejecución.-
Arts. 338
368
Si el depósito no se efectuara en el plazo fijado, la sentencia se ejecutará por el
Fiscal ante el Tribunal con competencia civil.-
Los importes provenientes de las multas referidas se destinarán al Ministerio
Público Fiscal para el eventual pago de costas y, cuando la ley lo disponga, a un fondo
para el mantenimiento de la defensa oficial, en la proporción que la reglamentación
establezca.-
Art. 12.-* La reclusión y la prisión por más de tres años llevan como inherente la
inhabilitación absoluta, por el tiempo de la condena, la que podrá durar hasta tres años
más, si así lo resuelve el tribunal, de acuerdo con la índole del delito. Importan además
la privación, mientras dure la pena, de la patria potestad, de la administración de los
bienes y del derecho de disponer de ellos por actos entre vivos. El penado quedará
sujeto a la curatela establecida por el Código Civil para los incapaces.
Art. 19.- La inhabilitación absoluta importa: 1. La privación del empleo o cargo público
que ejercía el penado aunque provenga de elección popular; 2. La privación del
derecho electoral; 3. La incapacidad para obtener cargos, empleos y comisiones
públicas; 4. La suspensión del goce de toda jubilación, pensión o retiro, civil o militar,
cuyo importe será percibido por los parientes que tengan derecho a pensión. El
tribunal podrá disponer, por razones de carácter asistencial, que la víctima o los
deudos que estaban a su cargo concurran hasta la mitad de dicho importe, o que lo
perciban en su totalidad, cuando el penado no tuviere parientes con derecho a
pensión, en ambos casos hasta integrar el monto de las indemnizaciones fijadas.
Art. 20.- La inhabilitación especial producirá la privación del empleo, cargo, profesión
o derecho sobre que recayere y la incapacidad para obtener otro del mismo género
durante la condena.
La inhabilitación especial para derechos políticos producirá la incapacidad de
ejercer durante la condena aquellos sobre que recayere.
Art. 20 bis Podrá imponerse inhabilitación especial de seis meses a diez años, aunque
esa pena no esté expresamente prevista, cuando el delito cometido importe: 1.
Incompetencia o abuso en el ejercicio de un empleo o cargo público; 2. Abuso en el
ejercicio de la patria potestad, adopción, tutela o curatela; 3. Incompetencia o abuso
en el desempeño de una profesión o actividad cuyo ejercicio dependa de una
autorización, licencia o habilitación del poder público.
369
Art. 20 ter.- El condenado a inhabilitación absoluta puede ser restituido al uso y goce
de los derechos y capacidades de que fue privado, si se ha comportado
correctamente durante la mitad del plazo de aquélla, o durante diez años cuando la
pena fuera perpetua, y ha reparado los daños en la medida de lo posible.
El condenado a inhabilitación especial puede ser rehabilitado, transcurrida la
mitad del plazo de ella, o cinco años cuando la pena fuere perpetua, si se ha
comportado correctamente, ha remediado su incompetencia o no es de temer que
incurra en nuevos abusos y, además, ha reparado los daños en la medida de lo
posible.
Cuando la inhabilitación importó la pérdida de un cargo público o de una tutela o
curatela, la rehabilitación no comportará la reposición en los mismos cargos.
Para todos los efectos, en los plazos de inhabilitación no se computará el
tiempo en que el inhabilitado haya estado prófugo, internado o privado de su libertad.
Artículo 430 - Visitas íntimas.- El Juez de Ejecución asegurará que las visitas
íntimas periódicas, recibidas por los encarcelados, se lleven a cabo en lugares
adecuados que preserven la dignidad y la reserva.-
CSJN. ARENA, María y otro. 21/11/89. Fallos 312:2218. Consid. 1º) Que contra la
resolución de la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional, por la que se hizo lugar a la acción de amparo interpuesta por María
Arena y se ordenó al Servicio Penitenciario Federal que cesaran las inspecciones
intrusivas respecto de su persona y de la de su hija, como requisito previo a la visita
del detenido Ernesto Lorenzo, alojado en la Unidad Nº 1, se interpusieron los recursos
extraordinarios... 2º) Que el fundamento de la acción de amparo fue la exigencia, por
el personal de la Unidad Nº1 de Caseros; de que tanto la demandante como su hija de
14 años de edad, se sometiesen a inspección por el personal femenino de esa Unidad,
como condición previa a la visita de su esposo alojado en ella. Esto constituiría -según
370
la recurrente- una vejación y violación a sus derechos elementales. 3º) ... prestó
declaración el jefe de la División Seguridad Interna de la Unidad Nº1, quien manifestó
que en virtud de haberse establecido que en distintas oportunidades las familiares de
internos ingresaban al penal con droga dentro de sus vaginas, desde hacía ya un
tiempo se comenzó a revisar dicha zona. Que en un principio se utilizaban guantes
para realizar tactos sobre la zona, pero teniendo en cuenta que ingresaban alrededor
de 250 mujeres por día y la carencia de suficientes guantes de cirugía y el potencial
peligro de contagio de Sida u otras enfermedades, entre los visitantes y el personal de
requisa, se resolvió reemplazar ese procedimiento por una inspección ocular.
Manifestó más adelante que respecto del interno Lorenzo –cónyuge de la
presentante-, se sustancian actuaciones en sede federal por haberse hallado
explosivos entre sus pertenencias. Con relación a la requisa de menores –continuó-
dichos actos se formalizan en presencia de sus padres o madres y siempre se trata de
no perjudicar su pudor y por ende la requisa es mucho menos rigurosa. 11º) Que el
examen de las medidas adoptadas por el Servicio Penitenciario Federal respecto de la
accionante no autoriza a concluir que aquellas sean manifiestamente arbitrarias, en el
sentido del art. 1º de la ley de amparo, toda vez que no parece existir en la actualidad
medios alternativos –por lo menos en lo que respecta a las sustancias
estupefacientes- para detectar la presencia de objetos peligrosos en aquellos
visitantes que pretenden tener contacto físico con los internos. No desconoce el
tribunal la fuerte intrusión que las medidas impugnadas, reseñadas en el consid. 3º del
presente provocan en el derecho a la intimidad de la actora, pero es precisamente el
caso de autos en el cual resulta aplicable la doctrina según la cual son legítimas las
medidas fuertemente limitativas de la libertad individual cuando aquellas tienden a
preservar un interés estatal vital –como lo es la preservación de la integridad física de
los internos- y no parecen existir, por lo menos de lo que surge de las constancias de
presente causa, vías alternativas menos restrictivas para satisfacer dicho interés
estatal (ver, en tal sentido, Tribe, “American Constitutional Law” cap. 15 2ª edición).
12º) Que la legitimación de la medida impugnada debe tener como lógica contrapartida
el derecho de la accionante a decidir libremente, en ocasión de efectuar la
correspondiente visita, no tener contacto físico directo con el interno Lorenzo, lo cual
hará desaparecer, obviamente, la facultad de las autoridades carcelarias de efectuar la
inspección corporal cuestionada. Disidencia del Dr. Fayt. Consid. 14º) Que resta
considerar si la medida en cuestión es o no razonable. No escapa a esta Corte que los
establecimientos penitenciarios son lugar de encuentro de serias patologías sociales.
El control de su funcionamiento de modo que concilie el interés social y el de los
individuos es una de las tareas más arduas, difíciles, y cabe reconocer, donde los
funcionarios responsables se hallan muchas veces ante conflictos de casi imposible
solución. Pero no cabe por ello una claudicación de las instituciones y un aferrarse a
métodos de innecesaria agresividad para las personas. Es de público y notorio que en
la actualidad se ofrecen comercialmente –no ya a un nivel experimental- medios de
detección más eficaces que los tactos vaginales y la inspección corporal. Tales los
371
sillones o banquetas detectores, para citar un solo ejemplo, que permiten una
prospección ecográfica, y son usados en las salas Vip de aeropuertos. En un mundo
que avanza tecnológicamente no puede negarse la aplicación de ese progreso en un
sector tan conflictivo de la vida de la sociedad, cuando se lo emplea en otros ámbitos,
sin que tal postergación constituya una falta de equidad. 15º) Que no subsiste pues
ningún argumento de los aducidos para atacar la sentencia apelada, la que por ello
debe ser confirmada.15
372
los estudios previos si fuera menester. También cuando las circunstancias lo hicieran
aconsejable el Juez podrá dar participación a la autoridad penitenciaria y/o a otros
organismos o personas públicos o privados.-
373
El Tribunal referido evaluará la procedencia y proporción del acortamiento de la
pena, como fórmula de individualización ejecutiva de la misma, después de entrevistar
y oír al interno.
El pronunciamiento jurisdiccional, con fundamento en los dictámenes
interdisciplinarios criminológicos y en las conclusiones penitenciarias, tendrá la forma
de recomendación técnica no vinculante a los fines de la atribución conferida al Poder
Ejecutivo por el artículo 72 de la Constitución Provincial.-
Arts. 40
CProv Art. 72 ... 16- Indulta o conmuta penas impuestas dentro de la jurisdicción
provincial, con informe previo de la Corte Suprema de Justicia. No puede ejercer esta
facultad cuando se trate de delitos cometidos por funcionarios o empleados públicos
en el ejercicio de sus funciones;
Capítulo III
Libertad condicional
374
Artículo 440 - Condiciones.- Cuando la libertad le fuera otorgada, en el auto se
fijarán las condiciones e instrucciones según lo establecido por la ley penal, y el
liberado, en el acto de la notificación, deberá prometer que las cumplirá. El Secretario
le entregará una copia de la resolución, la que deberá conservar y presentar a la
autoridad competente cada vez que le fuera requerida.-
CP Art. 13*.- El condenado a reclusión o prisión perpetua que hubiere cumplido treinta
y cinco (35) años de condena, el condenado a reclusión o a prisión por más de tres (3)
años que hubiere cumplido los dos tercios, y el condenado a reclusión o prisión, por
tres (3) años o menos, que hubiere cumplido un (1) año de reclusión u ocho (8) meses
de prisión, observando con regularidad los reglamentos carcelarios, podrán obtener la
libertad por resolución judicial, previo informe de la dirección del establecimiento e
informe de peritos que pronostique en forma individualizada y favorable su reinserción
social, bajo las siguientes condiciones: 1º.- Residir en el lugar que determine el auto de
soltura; 2º.- Observar las reglas de inspección que fije el mismo auto, especialmente la
obligación de abstenerse de consumir bebidas alcohólicas o utilizar sustancias
estupefacientes; 3º.- Adoptar en el plazo que el auto determine, oficio, arte, industria o
profesión, si no tuviere medios propios de subsistencia; 4º.- No cometer nuevos
delitos; 5º.- Someterse al cuidado de un patronato, indicado por las autoridades
competentes; 6º.- Someterse a tratamiento médico, psiquiátrico o psicológico, que
acrediten su necesidad y eficacia de acuerdo al consejo de peritos.
Estas condiciones, a las que el juez podrá añadir cualquiera de las reglas de
conducta contempladas en el artículo 27 bis, regirán hasta el vencimiento de los
términos de las penas temporales y hasta diez (10) años más en las perpetuas, a
contar desde el día del otorgamiento de la libertad condicional.
Art. 14*.- La libertad condicional no se concederá a los reincidentes. Tampoco se
concederá en los casos previstos en los artículos 80 inciso 7º, 124, 142 bis, anteúltimo
párrafo, 165 y 170, anteúltimo párrafo.
375
Patronato de Liberados ante el Juez de Ejecución. Podrá ordenarse la privación de
libertad del condenado hasta que se resuelva la incidencia. El Juez de Ejecución, en
su caso, dispondrá practicar nuevo cómputo.-
Art. 15*.- La libertad condicional será revocada cuando el penado cometiere un nuevo
delito o violare la obligación de residencia. En estos casos no se computará, en el
término de la pena, el tiempo que haya durado la libertad.
En los casos de los incisos 2º, 3º, 5º y 6º del artículo 13, el Tribunal podrá
disponer que no se compute en el término de la condena todo o parte del tiempo que
hubiere durado la libertad, hasta que el condenado cumpliese con lo dispuesto en
dichos incisos.
Art. 17.- Ningún penado cuya libertad condicional haya sido revocada, podrá obtenerla
nuevamente.
TITULO II
Costas e indemnizaciones
Capítulo I
Costas
376
Artículo 448 - Imposición.- Las costas serán impuestas a la parte vencida aunque
no mediara pedido expreso, salvo:
1) cuando la parte vencida reconociera como fundadas las pretensiones de su
adversario y lo hubiera exteriorizado en término;
2) cuando se reconociera razón plausible para actuar en el procedimiento.-
Artículo 449 - Personas exentas.- Los abogados que actuaran como funcionarios
del Ministerio Público Fiscal o como patrocinantes o defensores en el procedimiento,
no podrán ser condenados en costas, salvo el caso de notorio desconocimiento del
derecho o de grave negligencia en el desempeño de sus funciones, o cuando
especialmente en este Código se dispusiera lo contrario, sin perjuicio de la
responsabilidad penal o disciplinaria en que incurrieran.-
Capítulo II
Indemnizaciones
377
ser indemnizada, conforme a la ley, a menos que se demuestre que le es imputable en
todo o en parte el no haberse revelado oportunamente el hecho desconocido.
CProv. Art. 9 No se puede reabrir procesos fenecidos, sin perjuicio de la revisión
favorable de sentencias penales en los casos previstos por la ley procesal. Cuando
prospere el recurso de revisión por verificarse la inocencia del condenado, la Provincia
indemniza los daños que se le hubieren causado.
Artículo 455 - Ley más benigna.- La aplicación de una ley posterior más benigna
no habilitará a la indemnización aquí regulada.-
DISPOSICIONES TRANSITORIAS
*Artículo 456 – Vigencia integral del código.- Salvo lo dispuesto por la Ley de
Implementación, ninguna disposición de este Código entrará en efectiva vigencia hasta
tanto el Poder Ejecutivo resuelva encontrar reunidas las condiciones necesarias para
un adecuado funcionamiento del mismo, en cuyo caso establecerá las materias, la
forma y fecha de puesta en vigor. La implementación total del nuevo sistema no podrá
exceder el plazo previsto en el Articulo 3 de la ley de implementación. Podrá
disponerse la implementación por materia, antes de la fecha indicada, en forma
progresiva.
A partir de la entrada en vigencia de las normas de este Código en todo el territorio
de la Provincia, quedarán derogadas las normas correspondientes a las materias
tratadas en la Ley 6740, sus modificatorias y todas las leyes que se le opongan.-
*Art. 456. Modificado por ley 12192 .Sancionada 04/09/2008. Promulgada 01/10/2008.
Publicada el 07/10/2008.-
378
Artículo 457 -Integración transitoria de la Cámara de Apelaciones.- En aquellas
circunscripciones donde a la entrada de vigencia del código sólo existiera número
suficiente de jueces para integrar una sola sala de la Cámara de Apelaciones, en las
impugnaciones dirigidas contra actos de la investigación penal preparatoria intervendrá
otra Sala de la Circunscripción más próxima, hasta tanto se creen los órganos
jurisdiccionales suficientes.-
379
REGISTRADA BAJO EL Nº 12912
LEY:
ARTÍCULO 1.- Objeto. La presente Ley regula la implementación progresiva del nuevo
Sistema de Justicia Penal de la Provincia de Santa Fe establecida por Ley 12.734 –
Código Procesal Penal.
ARTÍCULO 4.- Implementación progresiva. A partir de los ciento veinte (120) días de
entrada en vigencia de la presente ley, comenzarán a regir las siguientes disposiciones
de la Ley 12.734 – Código Procesal Penal:
2) Capítulo I, II y III del Título II del Libro 1, excepto el primer párrafo del artículo
16;
380
5) Capítulo III del Título IV del Libro 1, excepto el inciso 2 del artículo 98 y la primer
disposición del inciso 3;
6) Artículo 100 y 101 de la Sección Primera del Capítulo IV del Título IV del Libro
1;
9) Artículos 216, 219, 220, 221, 222 y 227 del Título III del Libro II;
10) Capítulos II, III y IV del Título I del Libro IV, excepto el art. 338;
Estas normas sólo serán aplicables para investigar y juzgar aquellos hechos que
lleguen a conocimiento de las autoridades provinciales que prevengan con
competencia para intervenir en la prevención o instrucción por causas penales, a partir
del día posterior a la entrada en vigencia de este Artículo, independientemente de la
fecha de comisión del hecho. Sin perjuicio de ello, se aplicarán a las causas en trámite,
las normas que sean más favorables al imputado, en cuanto a su libertad, a la
extinción de la acción penal y amplitud de la defensa, si así lo solicita éste o su
defensor dentro de los diez días a partir de la primer actuación realizada en la causa
posterior a la entrada en vigencia de este Artículo.
ARTÍCULO 5.- Juicio oral obligatorio. En los casos incluidos en las previsiones del
último párrafo del Artículo 4 de la presente ley, el juicio oral será obligatorio cuando la
imputación contenida en la requisitoria versare sobre alguno de los siguientes delitos:
3) Tortura seguida de muerte (Artículo 144 ter, inciso segundo, primera disposición
del Código Penal);
381
4) Enriquecimiento ilícito (Artículo 268 (2) del Código Penal);
ARTÍCULO 6.- Juicio oral optativo. En los casos incluidos en las previsiones del
último párrafo del Artículo 4 de la presente ley y cuando el imputado elija ser juzgado
en juicio oral, ejerciendo la opción del Artículo 447 de la Ley 6740 y modificatoria,
opción que se mantiene vigente en los términos de dicho Artículo, si el mismo se
encontrare en prisión preventiva, tendrá derecho a que el debate se realice dentro del
plazo de ocho meses contados a partir de ejercitada la opción.
ARTÍCULO 7.- Juez competente para juicios orales. Los jueces de sentencia serán
competentes para juzgar en caso de juicio oral optativo u obligatorio.
El imputado podrá elegir ser juzgado por un tribunal unipersonal o integrado por tres
magistrados. En este último supuesto, será presidente del tribunal el juez al que
originariamente le correspondiera entender en la causa conforme las reglas de
atribución de competencia. Los otros dos integrantes del Tribunal serán designados
por sorteo entre los jueces penales de la misma circunscripción judicial.
Sin perjuicio de ello, las normas y terminología del nuevo sistema que se ponen en
vigencia por la presente ley durante la implementación progresiva, deberán
interpretarse teniendo presente el sistema escrito u oral que rija para cada causa y si
la instrucción la realiza el fiscal o el juez.
382
El ofendido por un delito de acción pública podrá hacer uso del mismo derecho
previsto en el Artículo 22 de la Ley 12.734 en los supuestos de desestimación de la
denuncia o archivo de las actuaciones.
Para el caso en que se invocare como causa de inhibición y/o recusación alguna de
las previstas en los incisos 1) y 4) del Artículo 68 de la Ley 12.734, que entra en
vigencia mediante la presente, serán de aplicación las previsiones de la Acordada de
la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe Nº 32, de fecha 23 de agosto de 2006, a los
efectos de la intervención del nuevo órgano judicial.
ARTÍCULO 10.- Modifícase el Artículo 456 de la Ley 12.734, el que quedará redactado
de la siguiente manera:
383
a) La cobertura del cargo de un juez penal dentro del distrito e instancia, se hará
de manera gradual respetándose la antigüedad de la producción de la vacancia
del cargo y la antigüedad del acuerdo, mediante decreto del Poder Ejecutivo;
ARTÍCULO 13.- El Poder Ejecutivo, dentro de los 150 (ciento cincuenta) días a contar
desde la sanción de la presente ley, remitirá a la Legislatura para su tratamiento y
consideración, las propuestas correspondientes a las leyes orgánicas del Ministerio
Público de la Acusación, Ministerio Público de la Defensa, Ley de Protección a
Testigos y Víctimas, Ley de Organización de Tribunales Penales y Gestión Judicial,
Ley de Transición y las demás que sean necesarias para la implementación definitiva e
integral de la Ley 12.374 – Código Procesal Penal en el plazo previsto por el Artículo 3
de la presente ley.
384
ARTÍCULO 14.- Comuníquese al Poder Ejecutivo.
385
Indice de fallos citados
CSJN. ACOSTA, Alejandro Esteban s/ Inf. Art. 14 ley 23737. causa 28/05.
23/04/2008.
CSJN. ACOSTA, Claudia Beatriz y otros s/ Habeas Corpus. 22/12/98 (321:3555).
CSJN. AGÜERO CORVALÁN, Jorge R. y otros 09/11/89. (312:2146)
CSJN. ALBARENQUE, Sixto Omar. 30/06/99. (fallos 322:1329).
CSJN. ALVAREZ, Rafael L. 22/09/1994 (317:961).
CSJN. AMOROSINO, Rodolfo Jorge s/ Cohecho. 22/06/78 (300:671)
CSJN. ANTOGNAZZA, María Alexandra s/ p.s.a. abandono de persona calificado”
11/12/2007.
CSJN. ARCE, Jorge D. 14/10/97. (320:2145).
CSJN. ARENA, María y otro. 21/11/89. Fallos 312:2218.
CSJN. ASSENTI, Adrián Omar y otros s/ Inf. Ley 20771. 20/07/80. (302:791).
CSJN. BENITEZ, Anibal Leonel s/ Lesiones Graves B. 1147. XL causa 1524 del
12/12/2006.
CSJN. BENSADON, Germán. 10/08/95.
CSJN. BIANCHI, Guillermo O. 27/06/2002. La Ley 2002- F, 665.
CSJN. BRAMAJO, Hernán Javier s/ Incidente de Excarcelación. 12/09/1996.
CSJN. CAMPS, Ramón J. A. 30/12/85. La Ley 1986 E, 251
CSJN. CAPURRO, Daniel Ricardo y otro s/ causa 3398. Fallos 308:2481. 11/12/86.
CSJN. CARDOZO, Miguel O. 09/01/1987. Fallos 310:57
CSJN. CASAL, Matías Eugenio. 20/09/2005.
CSJN. CASERES, Martín H s/ Tcia. Arma de Guerra. 25/09/97.
CSJN. CASTRO, José Farfán s/ su proceso
CSJN. CATTONAR, Julio. 13/06/95. (318:1234) La Ley 1996-A, 67
CSJN. CHARLES HERMANOS Y OTRO. 05/09/1891. Fallos 46:36
CSJN. CINCOTTA, Juan J. 13/02/63.
CSJN. CIRILO, María Eugenia. 05/02/2008.
CSJN. CIUFFO, Javier Daniel s/ RECURSO DE HECHO. C.2594.XL.
CSJN. CORBO, Carlos Fabián / recurso de casación. C. 1264. XLII
CSJN. COLMAN, Francisco y otros. 15/07/38. (181:182)
CSJN. D’ACOSTA, Miguel A. 09/01/1987. La ley 1987 B , p. 247
CSJN. DARAY, Carlos Angel s/ Su presentación” 22/12/94Fallos 317: 1995
CSJN. DE LA ROSA VALLEJOS, Ramón. 10/03/83. La Ley 1983C- 553.
CSJN. DELATORRE, Marcelo 17/02/81. (303:172)
CSJN. DEL’OLIO, Edgardo L. y otro. 11/07/2006. L.XLI,causa D.45
CSJN. DESSY, Gustavo G. 19/10/95. La ley 1996-C, 316.
CSJN. DIESER, María Graciela s/ Recurso de Hecho. 08/08/2006.
CSJN. EKMEKDJIAN, Miguel c/ SOFOVICH, Gerardo y otros. 07/07/92.
CSJN. FARIAS, Remigio y otros s/ COHECHO 27/05/60. (246:357).
CSJN. FELICETTI, Roberto y otros s/ Recurso de Revisión”. 21/12/2000.
386
CSJN. FERNÁNDEZ PRIETO 11/12/1998 (La Ley 1999B, 284)
CSJN. FIORENTINO s/ Tcia. Estupefacientes” 27/11/84. (306:1752)
CSJN. FIRMENICH, Mario Eduardo s/ Excarcelación. 28/07/87.
CSJN. FIRMENICH, Mario Eduardo. 27/01/87. La ley 1987 A, 598
CSJN. FRANCOMANO, Alberto J. 19/11/1987 LA LEY, 1989-B, 613,
CSJN. GALEANO, Oscar. 12/04/84 La Ley 1984-C, 540
CSJN. GALÍNDEZ, Aurelio Segundo s/ Recurso de hecho 08/03/57. (237:190).
CSJN. GANGOSO, Hipólito s/ Defraudación. 10/11/58. (242:227).
CSJN. GIROLDI, Horacio s/Recurso de casación. 07/04/1995. (318:514)
CSJN. GOMEZ, Mario Sixto s/ Recurso de hecho. 06/04/56. (234:270)
CSJN. GONZALEZ, Hilario Ramón s/ vías de hecho contra el superior. 01/09/92
CSJN. GORDILLO, Raúl H. 29/09/87.
CSJN. GORDON, Aníbal y otro s/Privación ilegal de la libertad” 4/10/88.
CSJN. GOSTANIÁN, Armando. 30/05/2006.
CSJN. GREGORCHUK, Ricardo. 03/12/2002 La Ley 2003 B, 839
CSJN. GUARINO, Mirta Liliana s/ Querella. 27/12/96.
CSJN. GUIA Oscar Alfredo. 19/03/96. (319:256)
CSJN. HABID Mohamed Abbas. 01/04/40. fallos 186: 297.
CSJN. HANSEN, Cristian E. y otros s/ Infracción ley 20771. 11/12/1986 (fallos
308:2447).
CSJN H.G.S. y otro. 04/12/95.
CSJN. ILLIA, Ricardo H. 20/12/05.
CSJN. JAUREGUI, Luciano. 15/03/88. (311:274) La ley T. 1988-E pag. 156.
CSJN. JOFRE Hilda N. y otra La ley 1994-C, 451 – 24/03/94.
CSJN. JURI, Carlos Alberto. 27/12/2006.
CSJN. KACOLIRIS, Dionisio y otros s/ Desb. Derechos acordados 316:942 05/11/93
CSJN. LANCI, Oscar R. y otros 26/11/85. Fallos: 307:2236
CSJN. LOPEZ FADER, Rafael Félix s/ RECURSO DE HECHO. Fallo L. 953 XLI.
25/09/2007
CSJN. LUDOVICO, Francisco José y otros s/ Defraudaciones Reiteradas. 12/09/69.
(274:402)
CSJN. LUPO, Estrella. 03/03/81
CSJN. LLADA, Aldo H. y otro 08/07/80. La Ley1980-D, 185.
CSJN. LLERENA, Horacio Luis 17/05/2005 (La Ley 2006-D 442)
CSJN. MAGUI AGÜERO, Ciriaco s/ Asociación Ilícita y contrabando” 01/12/88.
(311:2503).
CSJN. MAINHARD, Edgar Walter s/ recurso de casación (27/09/2001).
CSJN. MALDONADO, Sergio A. 23/11/2004 ED. 22/02/2005,14
CSJN. MARCILESE, Pedro J. y otro. 15/08/02. (325:2005)
CSJN. MARTINEZ, Saturnino s/ causa 8182. 07/06/88. fallos 311:948.
CSJN. MARTINEZ de HOZ 23/03/93 316:365
CSJN. MATTEI, Angel 29/11/1968.
387
CSJN. MENDOZA, Eduardo. 28/10/1864
CSJN. MICHELSON, Pablo y otros. 05/08/60. (247:447).
CSJN. MINAGLIA, Mauro Omar y otra s/ Infr. Ley 23737. Fallo M. 3710 XXXVIII.
04/09/2007.
CSJN. MONTENEGRO, Luciano Bernardino s/ Recurso de hecho” 10/12/81
CSJN. MONZÓN, Rubén M s/ Recurso de Casación 12/12/2002. (fallos 325:3322)
CSJN. MOSTACCIO, Julio C. 17/02/2004. La Ley 2004-C, 69.
CSJN. MOZZATTI, Camilo y otro. 17/10/78 (fallos 300:1102).
CSJN. NAPOLI, Erika y otro s/ Infrac. 139 bis 321:3630 22/12/98
CSJN. NAVARRO, Rolando Luis y otros s/ Homicidio Culposo. 09/08/2001.
(324:2133).
CSJN. ODDONE, Luis A. 15/07/97. La Ley 1997-E, 940.
CSJN. OLARIAGA, Marcelo Andrés s/ Recurso de hecho. Causa 35/03 “O”
25/06/2007.
CSJN. OLMOS, José Horacio, De Guernica, Guillermo Antonio. 09/05/06.
CSJN. PEREZ, Guillermo M. s/ Recurso de hecho. 17/11/92.
CSJN. QUIROGA, Edgardo O. 23/12/2004 . Fallos 327:5863
CSJN. RAYFORD, Reginald. 13/05/86 (308:733).
CSJN. RODRIGUEZ, Lisandro Luis María y otros s/ Priv. Ilegal Libertad. Rec. De
Hecho causa 4206. R.1737.XL. 20/11/2007.
CSJN. ROMERO CACHARANE, Hugo s/ Ejecución penal. 09/03/2004. Causa R
230/98
CSJN. ROSZA, Carlos Aberto y otros s/ Rec. Casación. R. 1309. XLII. 23/05/2007
CSJN. RUIZ, Roque A. s/ hurtos Reiterados. 17/09/87 . 311:1847
CSJN. SABIO, Edgardo A. y otro s/ Falsedad Material de Documentos. 11/07/2007.-
CSJN. SANTILLAN, Francisco Agustín s/ Rec. Casación. 13/08/98.
CSJN. SCILINGO, Adolfo francisco s/ su presentación. 06/05/97.
CSJN. SIRCOVICH, Jorge O. Y otros s/ Defraudación por desb de derechos
acordados S.1798. XXXIX.
CSJN. SPOLTINI, Guillermo I. 05/02/81. La Ley 1984-A, 509 .
CSJN. SZMILOWSKY, Tomás A. 06/02/2003. La ley 2003-D, 155.
CSJN. TARIFEÑO, Francisco. 29/12/89. La Ley 1995B, 32.
CSJN. TUMBEIRO, Carlos A. 03/10/2002. 325:2485
CSJN. V.G., C.E. 27/12/2006.
CSJN. VAZQUEZ FERRÁ, Evelyn Karina s/ Inc. Apelación. 30/09/03. Fallos 326: 3758
CSJN. VERBITSKY, Horacio s/ Hábeas corpus. 03/05/2005.
CSJN. VILLEGAS, Angel Ariel y otros s/ Infracción ley 23737. 05/03/97.
CSJN. WATTA, Cesar L. s/ causa Nº: 3300 21/11/2004 (Fallos 327:3829)
CSJN. YEMAL, Jorge G. Y otros 17/03/98
CSJN. ZAMBRANA DAZA, Norma D. La ley 1999 B, 166.
CSJN. ZURITA, Hugo G.. La Ley 1991. D, 129. 23/04/91.
388
CSJSta.Fe. P., M. S. -Homicidio Calificado- s/ REC DE INCONST" (Expte. C.S.J. n°
386, año 2006) . t 220 ps 414-428.
CNFed Crim y Correc. SalaI, 10/08/84 – MONTICELLI de PROZILLO, Teresa B..
CNApel Crim y Correc Sala VI “LANATA, Jorge” LA LEY 1999C 458 04/03/1999
CNApel Crim y Correc. Cap. Fed. BÁRBARA, Rodrigo Ruy s/ Exención de Prisión
CAM. APEL y GARANTÍAS PENAL Dpto. Jud. San Martín. Causa 984 “VALDEZ”.
05/08/1999.
CAM APEL SANTA FE en Pleno. 22/12/98. SALAZAR, Eduardo R.
CNCRIM Y CORREC FED - Sala I P., G. G. s/ apela realización de peritaje"
14/11/2006
CNCRIM y CORREC. FED – Sala IV. OUTEDA, Carlos A. y otro s/ procesamiento.
06/02/07.
CNCP. Sala III. “CASSAGLIA, Omar Eduardo s/ rec. Casación”. 05/02/2008.
SCJSta.Fe.V., C. D. -Lesiones Gravísimas - Recurso Apelación- (apelación decreto del
6/9/05) (Expte. 700/07)
(Expte. C.S.J. Nro. 54, año 2008) 13/08/2008
389
Indice Alfabético
390
Ampliación de la acusación: 321
Ampliación de fundamentos: 401
Antecedentes: 105
Antejuicio: 28 – 261
Anticipo jurisdiccional de prueba: 297 inc. 8 – 298 – 303 inc. 7
Anulación de sentencia: 414
Anulación total / parcial: 404
Apartamiento de fiscales: 91
Apelación: 35 – 62 – 96 – 226 – 346 375 – 378 – 379 – 394 a 408 – 433
Apercibimiento: 150
Apertura del debate: 317
Apertura del juicio: 304 – 305 – 356 – 358
Aprehensión: 212 – 268 inc. 4
Arbitración de trámite: 15
Armas: 315
Archivo: 29 – 34 inc. 5 – 273 – 289 – 290 – 292 – 293 – 353 – 368
Arrepentimiento activo: 83
Arresto: 211 – 313 – 378
Asesores técnicos: 187 – 188 – 325 – 327 – 445
Asiento del tribunal: 136
Asistencia a la víctima: 81 – 82
Asistencia técnica: 275
Asistentes a audiencias: 315
Atenuación de la coerción: 222 – 228 – 229
Atenuación de la pena: 343
Atribución de hechos: 274 – 275 – 281 – 318
Audiencia: 342 – 385
Audiencia de debate: 105 – 136 – 143 – 307 – 309 – 311 a 316 – 320 – 329 – 360
Audiencia de conciliación: 356 – 359
Audiencia imputativa: 112 – 210 – 274 a 281 – 294 – 458
Audiencia preliminar: 23 – 95 – 98 – 296 – 300 a 303 – 355
Audiencia en la Alzada: 401
Audiencia Oral: 127 – 310
Audiencia Privada: 133 – 315
Audiencia sobre prisión preventiva: 223 a 225
Automotores secuestrados: 242
Auto de apertura a juicio: 304 – 305
Auto de Hábeas Corpus: 376
Autopsia: 165
Autos: 137 – 139 – 140 – 403
391
B
Cadáveres: 164
Calificación legal: 321 – 343
Calumnias: 349 – 350 – 360
Cámara de Apelación: 41 – 70 – 73 – 457
Careo: 203 – 204
Cárcel: 12
Casos complejos: 43 – 307
Cauciones: 232 a 236
Causas acumuladas: 55 – 57 – 120
Causas en trámite: 458
Cautelares (ver medidas cautelares)
Cédulas: 149
Certificación de Antecedentes: 105
Cesación estado antijurídico: 80 inc. 7 – 207
Citación a juicio: 304 inc. 5 – 359
Citaciones: 49 – 147 – 173 – 181 – 209 – 210 – 307 – 327 – 359 – 377
Código Procesal Civil y Comercial: 15 – 369 – 447
Coerción real: 237 – 238 – 239 – 358
Coerción personal: 27 – 83 – 125 – 135 – 150 – 158 – 205 – 206 – 209 – 222 – 313 –
357
Cohecho: 409 inc. 3
Comparecencia: 173
Comparendo: 327
Competencia: 40 – 41 – 58 – 59 – 60 – 87 inc. 5 – 391
Competencia por edad: 47
Competencia por conexidad: 55
Competencia territorial: 50 – 51 – 54 – 136
Complejidad: 346
Compromiso: 130
Cómputo: 424 – 429 – 439 – 443
Comunicaciones: 144 – 145 – 146 – 408 - 425
Comunicaciones (interceptación): 171 - 172 – 285
Concentración: 3
Conciliación: 19 inc. 5 - 19 inc. 6 – 20 – 83 – 297 inc. 10 – 302 – 356 – 357 – 359
Conclusiones: 98 – 329
Condena: 366
392
Condena en costas: 449
Condena condicional: 423
Condenado (encarcelamiento del): 421
Condiciones de interposición: 384
Conflictos de competencia: 41 – 58 – 63
Congruencia: 335
Conmutación: 416 – 436
Conocimiento de actuaciones: 308
Constataciones: 260
Constitución Nacional: 1 –4 – 12 – 27
Contumacia: 125
Continuación delictiva: 321
Contradicción: 3
Contradicción entre fallos: 417
Cónyuge: 68 inc. 2 – 68 inc. 9
Copias: 134 – 141 – 267 – 279 – 287 – 334 – 356
Corte Suprema de Justicia: 40 – 58 – 411 – 418 – 436
Correspondencia: 171 – 172 – 285
Cosa Juzgada: 34 inc. 3
Cosas (reconocimiento): 202
Costas: 79 – 125 – 332 – 353 – 357 – 378 – 388 – 426 – 444 a 451
Cuestiones previas: 30 – 31
Curador: 106
393
Defectos formales: 400
Defensa en la ejecución penal: 431
Defensa en juicio: 8 – 114 – 317 – 320
Defensor: 71 – 106 – 110 – 114 a 120 – 123 – 156 – 166 – 216 – 268 inc. 6 – 276 –
286 – 290 – 309 – 367
Defensor auxiliar: 116
Defensor de oficio: 106 - 114 – 120 – 121 – 122 – 426
Delincuencia organizada: 346
Delincuencia transnacional: 346
Delito continuado: 50
Delito permanente: 50
Delito tentado: 50
Delitos conexos: 38
Denuncia: 262 a 268 – 273 – 373
Denuncia de habeas corpus: 373
Denunciante: 68 inc. 6
Deliberación: 331 – 402
Desafuero: 26 – 27 – 29
Desestimación de denuncia: 273 – 375
Desistimiento: 98 – 401
Desistimiento del querellante: 98 – 351 – 352 – 353
Desistimiento de recursos: 388
Destitución: 28 – 29
Detención: 124 – 210 – 212 – 214 – 217 – 218 – 268 inc. 4 – 292 – 313
Determinación de costas: 447
Devolución de efectos: 207 – 243
Días y horas hábiles: 129
Dictamen pericial: 106 – 189
Diligencias probatorias: 377
Dirección del debate: 316
Disciplina: 314
Disconformidad: 339 – 340
Discusión: 316 – 329
Discusión final: 329 – 344
Disenso entre fiscal y querellante: 288 – 339
Disposiciones transitorias: 456 – 457 – 458
Disponibilidad: 19
Distribución de cargos y recursos: 14
División del trabajo de jueces: 42
Doble persecución: 6
Documentación de actos: 131 – 143 – 326
Documentos: 298 – 326 – 355
394
Domicilio: 104 – 148
Duda: 7
Duplicación de términos: 346
E
Edad (competencia por): 47
Efecto extensivo: 386
Efecto suspensivo: 387
Ejecución: 46 – 338 – 419 y ss.
Ejecución de multas: 426
Elementos de convicción: 132 – 163
Embargo: 237 – 239
Emplazamientos: 147
Encarcelamiento del condenado: 421
Enfermedad: 19 inc. 7 – 312
Enjuiciamiento de magistrados: 26 – 28 – 68 inc. 7
Error: 337
Errores de juicio: 398
Escritos – esquemas: 311 – 366
Establecimiento asistencial: 231
Establecimiento psiquiátrico: 107
Estado antijurídico (cesación de): 207
Etapa intermedia (ver Procedimiento intermedio)
Examen bioquímico: 108 – 268 inc. 13
Examen médico: 108- 268 inc. 13
Examen Psicológico: 108 – 268 inc. 13
Excepciones: 34 – 35 – 52 – 61 – 297 inc. 3 – 303 inc. 3 – 362
Exención costas: 449
Exclusiones probatorias: 162
Explicaciones: 133
Extinción de la acción: 22 – 404 – 416
Extradición: 66 – 67
395
Fiscal adjunto: 90
Fiscal de distrito: 88 – 89
Fiscal general: 87
Fiscales (apartamiento de): 91
Fotografías (reconocimientos por): 198 – 199 – 200
Fuero Federal: 37
Fuero militar: 37
Fuerza mayor: 331
Fuerza pública: 135 – 150 – 313 – 327 – 360
Funcionario Público: 19 inc. 2 – 93
Fundamentación: 140 – 340
Identificación: 102 – 103 – 164 – 194 – 210 – 268 inc. 11 – 317 – 325
Idioma: 126
Idioma extranjero: 128
Imparcialidad: 68
Imposición de costas: 448
Improcedencia: 389
Imputado: 2 – 100 – 101 – 102 – 106 – 108 – 110 – 149 – 166 – 210 – 230 – 275 – 310
– 313 – 317 a 320
Impugnaciones: 398
Inadmisibilidad: 59 – 245 – 341 – 368 – 389 – 400
Inasistencia: 313
Incapacidad: 106 – 107 – 230
Incapaz: 347 – 352
Incidente: 70 – 73 – 112 – 207 – 312 – 427 – 428 – 431 – 432 – 437 – 443 – 444
396
Incompetencia: 52 – 53 – 375
Incomunicación: 114 – 215 – 216 – 268 inc. 4
Incomunicación de testigos: 180 – 211
Indemnización: 97 – 99 - 364 – 365 – 366 – 369 – 452 a 455
Indicios fácticos: 16
Individualización: 102
Individualización de la pena: 83
In dubio pro reo: 7
Informes (requerimiento de): 145
Inhabilitación: 426 – 427
Inhibición: 68 – 70 – 76
Inhibición de bienes: 238 – 239
Inhibición de peritos: 186
Inhibitoria: 59 – 62
Injurias: 349 – 350 – 360
Inmediación: 3 – 309
Inmediatez en la intervención: 14
Inocencia: 5
Insignificancia: 19 inc. 2
Inspección judicial: 163 – 260 – 328
Instancia privada (acción dependiente de): 16 – 17 – 261 – 262
Instituciones (peritajes por): 193
Instrucciones: 381
Integración del tribunal: 43 – 299 – 307 – 308
Interceptación de comunicaciones: 171 – 172 – 285
Interés directo: 380
Interés legítimo: 134
Interesado: 69
Internación: 107 – 230 – 453
Internación hospitalaria: 429
Interposición de apelación: 398
Intérpretes: 126 – 187 – 192 – 299 – 325 – 327 - 445
Interrogatorio (peritos): 187 – 325
Intervención inmediata: 14
Intimación: 400
Intimación de hechos: 274 – 275 – 318
Intoxicación: 108
Invalidación: 53 – 64 –75 – 106 – 110 – 126 – 140 – 162 – 166 – 199 – 203 – 219 –
245 a 250 – 275 – 277 – 282 – 293 – 295 – 297 inc. 1 – 303 inc. 3 – 311 – 312 – 330 –
331 - 339
Investigación penal preparatoria: 30 – 31 – 32 – 35 – 45 – 51 – 60 – 70 – 75 – 88 – 125
– 129 – 134 – 186 – 209 – 211 – 223 – 254 – 272 – 286 – 287 – 339
397
Irrecurribilidad: 21 – 24 – 49 – 74 – 78 – 91 – 94 – 95 – 207 – 284 – 286 – 304 – 311 –
340 – 389
L
Lealtad: 132
Lectura: 311 – 326 – 328 – 331
Legalidad procesal: 45
Legislador: 27
Levantamiento de cadáveres: 164
Ley más benigna: 419 – 428 – 455
Libertad: 10 – 11 – 149 – 218 – 274 – 387 – 407 – 413
Libertad ambulatoria: 370
Libertad probatoria: 159
Libertad condicional: 422 – 437 a 443
Límites al reclamo indemnizatorio: 365
Liquidación de gastos: 446
Manifestaciones: 131
Mandato: 367 – 411
Mandato especial: 367
Mandato expreso: 388
Maquinación fraudulenta: 409
398
Medidas cautelares: 51 – 97 – 158 – 205 – 206 – 207 – 221 – 222 – 297 inc. 7 – 303
inc. 6 – 304 inc. 6 – 310 – 358
Medidas de coerción: 358
Medidas de seguridad: 1 – 40 – 106 – 419 – 435 – 452
Medidas de mejor proveer: 390
Mediación: 20
Médico (examen): 108
Médicos: 108
Médicos forenses: 165
Medios de prueba: 159
Mejor proveer: 390
Menor de edad: 160
Ministerio Público Fiscal: 16 – 19 – 84 – 85 – 139 – 156 – 251
Morigeración de la prisión preventiva: 222 – 228 – 229
Motocicletas secuestradas: 242
Muerte: 165 - 352 – 410
Multa: 314 – 378 – 426 – 452
N
Non bis in idem: 6
Notificación al imputado: 104
Notificación a la víctima: 80 in. 3
Notificaciones: 147 a 150 – 274 – 368 – 384 – 393
Nuevas pruebas: 322 – 324
Nuevo juicio: 404 – 414
Nuevo recurso de revisión: 415
Observaciones: 274
Obstáculo constitucional: 27
Obstáculos legales: 26 – 261 – 273
Ocultamiento: 132
Oficina de gestión judicial: 49 – 148 – 304 inc. 8 – 307 – 338 – 399 – 447
Oficios: 144
Ofrecimiento de pruebas: 299 – 300
Omisión: 337 – 406
Opción: 364
Opinión: 68 inc. 4
Oportunidad: 19 – 21 – 22 – 23 – 297 inc. 5 – 303 inc. 5
Oposición: 324 – 325
Oralidad: 3 – 127 – 311
399
Orden de detención: 217
Orden en audiencia: 311 – 314
Organismo de investigaciones: 92 – 252 – 268 inc. 2
400
Prevaricato: 409
Prevencional: 199 – 200
Principio de congruencia: 335
Principios del proceso: 3
Prioridad de juzgamiento: 38
Prisión domiciliaria: 419 inc. 8
Prisión preventiva: 149 – 214 – 219 a 222 – 227 a 229 – 230 – 231 – 274 – 292 – 422
– 453
Privación ilegítima de libertad: 370
Procedencia del recurso de apelación: 394
Procedimiento abreviado: 297 inc. 9 – 339 a 345 – 360 – 450
Procedimiento de hábeas corpus: 370 a 379
Procedimiento extendido: 346
Procedimiento intermedio: 106 – 112 – 294 a 305
Procurador General de la Corte: 86 – 412
Producción de la prueba: 323
Profesional: 114
Prófugo: 298
Pronto despacho: 97 inc. 6º - 157 - 158
Proposición de diligencias: 286
Protección: 80 inc. 6º - 174
Protesta: 247 – 395
Protocolización: 334
Providencias: 137 – 139 – 140
Prueba: 159 – 260 – 297 inc. 8 - 298 – 299 – 300 – 303 inc. 9 – 312 inc 3 – 323 – 324
– 329
Prueba en la Alzada: 398 – 401
Prueba falsa: 409
Psicólogico (examen): 108 – 109
Psicólogos: 109
Psiquiátrico (examen): 109
Publicación: 357 – 360
Publicidad en audiencias: 3 – 142 - 311
401
R
402
Resoluciones del Ministerio Público Fiscal: 139
Resoluciones Judiciales: 137 – 138 – 311 – 312 – 343 – 346 – 365 – 379 - 380 – 402 –
440
Resolución tácita de medida cautelar: 158
Responsabilidad: 351
Restitución: 99 - 243
Retardo de justicia: 157
Retractación: 357 – 359 – 360
Revisión (ver recurso de revisión)
Revocación: 404
S
Tanatología: 165
403
Tasa de justicia: 445
Términos (duplicación de): 346
Testar (facultad de): 133
Testigos: 97 – 173 a 181 – 298 – 325 – 327 – 350 inc. 5
Testigos (tratamiento especial): 175 – 176 – 326
Traducción: 128 – 192 – 445
Traductores: 445
Trámite (arbitración de): 15
Trámite apelación: 401
Tramite (causas en): 458
Transitorias (disposiciones): 456 a 458
Traslados: 147 – 151
Tratamiento especial del menor: 160
Tratos crueles: 12
Tribunales colegiados (pronunciamientos de): 138
Tribunales de ejecución: 46
Tribunales de juicio: 42 – 43 – 299 – 354
Tribunal de la investigación penal preparatoria: 21 – 22 – 24 – 35 – 42 – 45 – 51 – 75 –
80 – 118 – 120 – 122 – 131 – 133 – 134 – 139 – 145 – 147 – 152 – 171 – 174 – 179 –
182 – 186 – 188 – 205 – 207 – 209 – 215 – 218 – 221 a 230 – 237 – 238 – 250 – 282 a
285 – 290 – 294 – 302 – 304 – 306
Tributo: 445
404
Violencias: 310
Visitas íntimas: 430
Vistas: 147 – 151
405