Nota 2 Pos Keynesianos

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Segunda nota de clase de pos keynesianos Parte 2 Macro ii FCE UNLP noviembre
2015
"….es mejor ser vagamente correcto que estar equivocado con precisión" J.M. Keynes

Esta nota continúa a la parte 1 de la nota elaborada en base al artículo del biógrafo
de Keynes, Lord Skidelsky: “The relevance of Keynes”, Cambridge Journal of Economics,
Vol. 35, issue 1, pp. 1­13 | Monday, January 17, 2011,
http://www.skidelskyr.com/site/view/academic­papers/

Parte 2

2. El debate sobre los estímulos macroeconómicos

Cuando el sistema financiero americano se estrelló en 2008, al arrastrar a la economía real


consigo, influyó tanto que los gobiernos de todas partes intervinieron con los "denominados
paquetes de estímulo". Estos estuvieron formados por una mezcla de

a) rescate de bancos insolventes,


b) emisión de dinero,
c) desgravaciones fiscales o subvenciones al gasto privado y,
d) grandes aumentos de gasto público financiados por préstamos.

Todo se hizo de acuerdo con la receta keynesiana. Incluso Robert Lucas, sumo sacerdote de la
economía de Chicago, admitió: "en la trinchera todos somos keynesianos".

Pero, una vez que llegaron los primeros signos de recuperación económica inducida por tales
estímulos, se reanudó el normal servicio intelectual que prestan los ortodoxos. Tal es así, que
la mayoría de esos economistas y muchos responsables políticos pedían el retiro rápido de los
estímulos diciendo que si persistían, éstos llevarían a la quiebra de los gobiernos o a la
inflación, o a ambas cosas.

Se vio un rápido giro hacia el tipo de modelo de la economía que pintaba a la década de 1930,
aquél que Keynes había intentado sacar de la mente de los economistas. Pero, resultó que ese
modelo todavía estaba firmemente arraigado. Estos economistas vacilan en momentos de
pánico, pero rápidamente se reafirman.

De hecho, el debate actual (en 2011) sobre los estímulos es una repetición del debate entre
Keynes y sus críticos en el momento de la Gran Depresión.

En 1929, el desempleo británico era del 10% de la fuerza laboral formal, cuando
Keynes y Hubert Henderson escribieron un folleto titulado ¿Puede Lloyd George
hacerlo?.­ Henderson y Keynes compartían el mismo diagnóstico compuesto de tres
elementos (había una mala política monetaria, un problema del desempleo, y el plan
de capitalización) a los cuales unen de forma natural en un anillo.
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En ese folleto propusieron un gran programa de obras públicas financiado por


préstamos, con la idea de provocar una ola acumulativa de prosperidad".

El Tesoro británico de ese momento trató de refutar la propuesta con el argumento


desarrollado por el economista Ralph Hawtrey. Hawtrey había afirmado que, con una cantidad
de dinero1 fija, cualquier préstamo planteado por el gobierno para obras públicas sería a costa
de 'desplazar' una cantidad equivalente del gasto privado.

Entonces, el empleo se podría aumentar pero solo mediante una expansión del crédito
lo que entonces se llamaba la inflación. Por ello y, en esa línea el primer ministro,
Stanley Baldwin, manifestó: 'tenemos que ahorrar dinero: sea el existente o el dinero
nuevo creado".

Keynes les respondió: 'Mr. Baldwin ha inventado el argumento formidable de que no se debe
hacer nada, lo que significa que no hará nada".

Ese argumento del Tesoro de 1929 se actualizó en 2009, en términos casi idénticos, Lo hizo el
Profesor John Cochrane, de la Universidad de Chicago:

“si el dinero no se emite, tiene que venir de alguna parte. Si el gobierno le pide
prestado un dólar a usted, es un dólar que no se gasta, o que no se le presta a una
empresa para invertir en nuevas inversiones.

Cada dólar de aumento del gasto público debe corresponderse con un dólar menos de
gasto privado. Los puestos de trabajo creados por el estímulo del gasto se compensan
con los trabajos perdidos debido a la caída del gasto privado. Podemos construir
carreteras en vez de fábricas, pero con el estímulo fiscal no podemos ayudar a
construir más carreteras y más fábricas. (Cochrane, 2009). 2

Esta frase es equivalente a decir que la economía de mercado estará siempre a pleno empleo,
es decir, que el multiplicador es igual a cero.

La implicancia política de este argumento es que el estímulo fiscal es un error y se debe retirar
tan pronto como sea posible con el fin de crearle espacio al gasto privado. Y este ha sido, para
los políticos y comentaristas conservadores, el tema casi unánime todo el tiempo.

Para Skidelsky la creciente presión para la reducción del gasto público pasa por alto el hecho
de que los mayores déficit públicos son una consecuencia automática, no una causa, de una
caída de la demanda agregada y se reducirán automáticamente (aunque no totalmente), en la
medida que la demanda agregada se recupere.

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Primer ministro inglés entre 1935 y 1937
2
El crowding out se deduce directamente de esta proposición
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El gasto del gobierno que se aplica a dar trabajo a los desempleados no le está
quitando el empleo a aquellos que ya están en el trabajo: es empleo que se suma a la
cantidad de empleados ocupados. En 1932, Keynes escribió: "Las voces que ­en tal
coyuntura­ dicen que el camino al futuro se encuentra en una economía estricta y en
abstenerse en lo posible de la utilización de la producción potencial, son las voces de
los tontos y de los locos".

Cabe aclarar que atento al cierre generalizado de mercados y de movimiento de capitales que
los gobiernos generaban para la protección al mercado interno, en la mente de todos no se
incluía al sector externo como elemento de política.

El leve cambio de los contemporáneos de Hawtrey es que creen que una condición necesaria y
suficiente para la recuperación económica es el aumento exógeno de la oferta monetaria.

Para ellos no hay necesidad de que aumente el gasto público en obras públicas, etc.
Dicen que el Banco central cuando emite para comprar títulos públicos y privados
aumenta el efectivo en las reservas de los bancos y de las empresas.
Estas adquisiciones de bonos permiten que los bancos usen la mayor liquidez para
préstamos y que las empresas aumenten sus inversiones.
El precio de los bonos sube, empujando hacia abajo las tasas de largo plazo hacia cero.
Así, las "operaciones de mercado abierto”, realizadas en la medida que fuera
necesaria, serán suficientes para producir la recuperación incluso desde una caída
severa.

Keynes trataba sobre esto mismo cuando estaba escribiendo el “Tratado sobre el dinero” en
1929­1930.

Y, para 1936, el había llegado a creer que

"si.... nos sentimos tentados de afirmar que el dinero es la bebida que estimula la
actividad del sistema, debemos recordar que puede haber varios resbalones en el
trayecto que va desde la copa al labio".

Puesto que si en el caso de la recuperación de la demanda agregada, se registra un aumento


en la cantidad de dinero, el dinero no es la causa:

la relación causal se desarrolló desde el gasto hacia la oferta de dinero, no de la oferta


de dinero hacia el gasto.

Además, dijo en 1937:

Una decisión de inversión puede implicar "una demanda temporal de dinero, en el


momento previo al que el correspondiente ahorro haya tenido lugar completamente".
Pero:
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A medida que la inversión tiene lugar "el nivel adecuado de ingresos que se genera
necesariamente deberá llegar a satisfacer una cantidad de ahorro exactamente
suficiente para asistir a la nueva inversión".

Cuándo el aumento de dinero no alcanza?

En el Capítulo 13 de la GT Keynes buscó responder a la pregunta de ¿por qué alguien debe


mantener dinero en lugar de comprar bonos?.

La condición necesaria es “la existencia de incertidumbre acerca de la futura tasa de interés”.

Si las tasas de interés dominantes que prevalecerán a futuro se pudieran prever con
certeza, “siempre será más ventajoso comprar un bono que tener dinero en efectivo
para mantenerlo como reserva de riqueza". Sin embargo, si las tasas de interés a
futuro son inciertas, el resultado podría ser muy diferente.
….Si, concebiblemente, la necesidad de dinero en efectivo se presentare antes del
plazo de “n” años, en el caso de que se haya comprado un bono a largo plazo para,
posteriormente, convertirlo en dinero en efectivo, al compararlo con la alternativa de
retención directa de efectivo, hay un riesgo de pérdida de capital”.
Cuando hay suficientes inversores que esperan que el próximo movimiento (no el
ocurrido aún sino el que ocurrirá) en las tasas de interés sea alcista, ellos tendrán al
menos una parte de su riqueza en forma de dinero en lugar de bonos a la espera de
que su precio baje.
En casos extremos; cuando los rendimientos de los bonos han caído tan bajo que la
única expectativa razonable a futuro sea un aumento en el rendimiento de los bonos
(es decir, la única expectativa razonable es una pérdida de capital por la baja del
precio de los bonos); los inversores seguirían aumentando los saldos monetarios
adicionales que se fueren inyectando a su cartera.
La economía estaría en una trampa de liquidez: la gente acumula saldos de dinero sin
límite.

Por ello, con operaciones de mercado abierto no se podría rescatar este dinero, sólo la política
fiscal podría hacerlo.

Keynes creía que algo así como una trampa de liquidez se había planteado en los EE.UU. a
principios de 1930, y la misma idea regresó a los titulares de las noticias referidas a Japón,
durante su largo proceso de estancamiento de la década de 1990.

La trampa de liquidez de Keynes ha sido fuertemente criticada con el argumento de ser


analíticamente incompleta.

El postuló dos alternativas de aplicación del dinero: en efectivo o compra de bonos.

Los críticos dicen que los ahorristas pueden manifestar su deseo de liquidez incrementando su
demanda de otros activos líquidos como las acciones. Si los inversores pueden elegir entre el
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dinero, los bonos y las acciones, siendo que las últimas además permiten mantener el dinero
resguardado frente a las expectativas de inflación, se desintegra trampa de Keynes.

No obstante, para Skidelsky, esto no es así y, se debe rescatar que en el caso de una depresión
el uso la política monetaria puede ser una cura suficiente para ella.

La premisa general es que la aparición de burbujas de activos tanto como el vuelo al dinero
pueden ser señales de una falta de oportunidades de inversión reales. El "motivo
especulación" de Keynes para retener dinero no debe limitarse al deseo de mantener
solamente dinero en efectivo sino que debe extenderse a otros activos de alta liquidez. De
esta manera da vuelta el argumento de los críticos.

3 . La reforma del sistema monetario internacional. Los desequilibrios mundiales

El plan de Keynes de 1941 tendiente a una Unión internacional de intercambio que fue
diseñada para superar los desequilibrios mundiales de su época se debe rescatar como actual.

El desequilibrio consistió en el bloqueo del mecanismo de ajuste de los saldos de


pagos originados por la tendencia de los EE.UU. a acumular reservas de oro,
imponiendo una deflación en el resto del mundo. En la biografía, Skidelsky describe el
plan de 1941, aunque no decía nada allí acerca de su posible relevancia para el mundo
contemporáneo, ya que fue escrita antes de que el este de Asia y el Oriente Medio
hubieran comenzado su proceso de acumulación de reservas.

Las circunstancias de hoy son diferentes.

La movilidad del capital es ahora mucho mayor. No hay tipos de cambio fijos
“ajustables”. De hecho, ahora no hay nada que se pueda llamar un "sistema" de tipos
de cambio.

Hay en cambio una amplia diversidad de regímenes de tipo de cambio. El sistema de


reservas es también diferente. Se centra en el dólar, no en el oro.

Hoy en día el dólar es la principal moneda de reserva, con el euro en el segundo lugar,
pero muy atrás.

También existe un dinero fiduciario del banco central internacional, el DEG, creado a
finales de 1960, pero hasta el momento su importancia cuantitativa menor.

No obstante, a pesar de los cambios del entorno, las ideas de Keynes, encapsuladas en sus
propuestas de la Unión de Compensación, siguen siendo de gran importancia para evitar
desequilibrios futuros.

Aquel punto de vista de Keynes sobre los desequilibrios mundiales se formó no sólo en base a
las convulsiones y revueltas de los años de inter guerras, sino por el análisis que realizó de la
historia monetaria. Para él:
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En toda la historia, el deseo de acumular ahorros había sido más fuerte que el
deseo de invertir,
Los variados temores y el pánico siempre están debajo de la superficie y,
generan un aplastamiento al optimismo
Así como también crean un sesgo permanente a favor de la preservación del
valor ya existente en vez de crear un nuevo valor.
De ese modo explica por qué el mundo había andado mal por tanto tiempo.
Por otra parte, el creyó en que la inversión llega por ráfagas de optimismo, lo
que él llamó los "espíritus animales". (Se pueden rastrear estos brotes de
inversión en la historia, desde el auge de los ferrocarriles del siglo XIX hasta el
auge de las empresas punto com, que terminó en 2000).
Pero, normalmente, la gente ha preferido acumular en lugar de invertir su
dinero, es decir que hubo un alto nivel de preferencia por la liquidez
permanente y es lo que ejerció una presión sostenida al alza en las tasas de
interés.
Por ello, Keynes apoyó las leyes contra la usura del medioevo como un intento
de evitar que las personas hagan dinero mediante la sola acumulación de
dinero.

La Teoría de la historia económica de Keynes estuvo influenciada por la famosa descripción


realizada por Jevons sobre la India, a la que este consideraba como el "sumidero de los
metales preciosos”. "

La historia de la India en todo momento", escribió Keynes en la Teoría General, "nos ha


proporcionado un ejemplo de un país empobrecido por una preferencia tan fuerte por la
liquidez que incluso la enorme y crónica afluencia de metales preciosos había sido insuficiente
para reducir la tasa de interés a un nivel que fuera compatible con el crecimiento de la riqueza
real".

Keynes creía que, en Oriente, desde la antigüedad en adelante, la propensión a acumular toda
la afluencia de los metales preciosos había puesto a Occidente en un problema de deflación
permanente. La escasez de oro en occidente, solamente de vez en cuando se sorteaba, y era
consecuencia de algunos descubrimientos de oro y plata como el del Nuevo Mundo, y
mediante el embargo occidental al Templo Oriental y a las hordas del palacio... Así, Keynes
hubiera visto los desequilibrios globales de hoy en día como la reaparición de un antiguo
patrón, aunque con un toque moderno.

Keynes escribía acerca de cómo enfrentar los males de la regla del patrón oro. En este
sistema, un país que tiene un déficit en cuenta corriente no puede devaluar su moneda en
términos de oro: tiene que desinflar sus precios internos. Por el contrario, el país ganador de
oro tiene la opción de subir sus precios internos, 'atesorar' el oro acumulado o realizar
préstamos a extranjeros. Esto es lo que llevó a Keynes a criticar en 1941 el proceso de ajuste:
es obligatorio para el deudor y es voluntario para el acreedor. Si el acreedor no hace su parte
del ajuste, no sufre molestias. Así como mientras las reservas de un país no deben caer por
debajo de cero, por otro lado no hay un techo que establezca un límite superior al país que
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acumula el oro. Lo mismo es cierto cuando el modo de hacer el ajuste es a través de los
préstamos internacionales. El deudor debe pedir prestado, en tanto que el acreedor no tiene la
“obligación de prestar”.

En el país con déficit se desinflan sus precios internos (o costos de producción) elevando las
tasas de interés. De lo cual sigue el desempleo. Porque, como escribió en 1925, la política de
restricción de créditos y con menores precios sólo puede lograr su fin "mediante la
intensificación deliberada del desempleo" ( Keynes, 1972 , p . 220 ). EE.UU fue el gran jefe
“atesorador” de los años de entreguerras. USA fortaleció su posición súper competitiva por
tener un tipo de cambio devaluado que le permitió amplios saldos en Cta Cte de modo que
fluyan hacia él gran parte del oro del resto del sistema, entre ellos el de Gran Bretaña.

El Plan de la Unión de Compensación de Keynes de 1941 fue diseñado para mantener las
ventajas (como él las veía) de un sistema de tipo de cambio fijo, pero sin los costos
asimétricos del ajuste. La característica esencial del plan de Keynes era que a los países
acreedores no se les permitiría "acumular" sus excedentes: se les cobraría tasas de interés
punitivas por no prestarlas y, estos excedentes, deberían estar disponibles automáticamente
para el uso en descubiertos baratos para los países deudores a través del mecanismo de un
banco de compensación internacional cuyos depositantes fueron los bancos centrales de esa
Unión.

El plan de Keynes fue vetado por EE.UU, ya que no estaba dispuesto a permitir que sus
excedentes "ganados duramente” estuvieran automáticamente a disposición de los países
“deudores derrochadores”.

El Acuerdo de Bretton Woods de 1944 que creó el Fondo Monetario Internacional para
prestar asistencia financiera de corto plazo, si bien estableció condicionalidades dirigidas a
todos los países en desequilibrio temporal de pagos, no obstante, la responsabilidad del ajuste
siguió yaciendo en el país deudor que debe disminuir los salarios y precios para restablecer el
equilibrio de equilibrio de pagos.

En Bretton Woods se estableció el sistema de tipos de cambio fijos, que duró desde 1949
hasta 1971. No reprodujo el carácter deflacionario del sistema interamericano de inter
guerras, debido a que USA llevó totalmente a cabo sus políticas de “desatesoramiento",
puesto que inundó al mundo "libre" con dólares, hasta el punto en que para los 60 comienza a
tener déficit en la balanza comercial. El maletero estaba ahora, por así decirlo, en el otro lado,
pero aún con la lógica del país con déficit no se evitó que el dólar se convirtiera en el principal
activo de reserva del mundo. Keynes, en su libro, “India Moneda y Finanzas” (1913), había
aprobado el patrón cambio oro, el que estuvo a la vanguardia de la evolución monetaria. En
términos generales, allí preveía que sólo queden en el patrón oro uno o dos países frente al
resto del mundo que mantendría sus reservas en estas monedas, las cuales por su
convertibilidad serían "tan buenas como tener el mismo oro". Cuando en 1931 la libra
esterlina rompió su vínculo al oro, el dólar se convirtió en “la moneda clave en el mundo”. Los
países han mantenido sus reservas en dólares. Cuando el déficit comercial de EE.UU. se
ampliaba, USA emitió una cantidad cada vez mayor de dólares para cubrir sus importaciones
sin contrapartida en exportaciones. Los países con superávit acompañaron esa emisión
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acumulando esos dólares y los invirtieron en bonos del Tesoro de Estados Unidos. Los EE.UU.
no tuvieron que restringir su crédito interno, ni elevar las tasas de interés, ya que los dólares
que emitió volvieron de esa manera a él. A falta de lo que habría sido una fuerza deflacionaria
muy importante, la economía mundial se disparó durante 20 años.

La falla en el sistema, como ha señalado en 1961 el profesor Triffin de la Universidad de Yale,


fue que el aumento de los pasivos del país emisor de la moneda clave llevó a plantear dudas
sobre su capacidad para reembolsar en oro esas deudas. La previsible caída de las normas de
intercambio del oro se dio en 1971: El dólar se hizo inconvertible. El Fondo Monetario
Internacional (FMI) creó una nueva moneda de reserva internacional: los derechos especiales
de giro DEG. Pero, el dólar sigue siendo el activo de reserva principal del mundo en un mundo
de tipos de cambio mixtos: flotantes, fijos y administrados.

En teoría, los tipos de cambio flotantes eliminan la necesidad de las reservas, ya que no se
deberían producir desequilibrios en cuenta corriente. Pero, más tarde, nuevamente e
inesperadamente, resucitó la necesidad de los bancos centrales de poseer reservas,
principalmente como protección frente a los movimientos de capitales especulativos que
podrían impulsar a los tipos de cambio a alejarse de sus valores de equilibrio.

Luego, a partir de la década de 1990, los gobiernos de Asia oriental crearon unilateralmente
su propio "Bretton Woods II": vincularon sus monedas al dólar y mantienen sus reservas en
dólares. Esto reproduce los beneficios expansivos del Bretton Woods I, pero a costa de una
situación más desequilibrada, ya que el dólar progresivamente se fue sobrevaluando frente a
un renmimbi súper competitivo.

Un análisis de corte keynesiano debe poner en el corazón de la actual crisis económica a los
desequilibrios globales. El desempleo keynesiano se desencadenó por un desequilibrio entre
el ahorro y la inversión esperados, o sea que aumentó por la caída de la producción. El
desequilibrio se puede iniciar ya sea por un aumento del deseo de ahorrar o por una
reducción del deseo a invertir, o una mezcla de ambos. Un mayor deseo de ahorro (de los
chinos) sometió a la economía de los EE.UU. a una presión deflacionaria. Esto fue compensado
por el ingreso de dólares a USA por las inversiones en bonos del Tesoro de Estados Unidos que
presionan a la baja de sus rendimientos y le permitió a Alan Greenspan mantener la tasa de
fondos federales anormalmente bajos. Sin embargo, la expansión del crédito que le siguió no
se dirigió al aumento de la inversión, sino a la compra de activos privados y bienes de
consumo interno, aumentados por la financiación creciente. La situación era insostenible,
porque no se creaban nuevos recursos para pagar los préstamos estatales o privados. Los
precios domésticos crecían y entre junio de 2004 y julio de 2006, la Reserva Federal, tratando
de reducir la inflación llevó los tipos de interés de corto plazo a un nivel más elevado
aumentando la tasa de los fondos federales del 1% al 5,25 %, manteniéndolos hasta agosto de
2007.

Esto es similar a lo que ocurrió a finales de la década de 1920. En 1927, a juzgar por los precios
de los productos básicos, no había peligro de inflación en EE.UU. Por lo tanto, al aumentar la
tasa de bonos del 3,5% a 5% en julio de 1928, la Fed estuvo imponiendo la deflación en la
economía de EE.UU. Keynes escribió en octubre de 1928: No puedo dejar de pensar en el
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riesgo ahora de una depresión económica cuando hay deflación....Si se tarda demasiado en
hacer un intento de promover nuevas inversiones, se puede llegar a una depresión económica
general.

Esto es esencialmente lo que Skidelsky cree que sucedió en 2007 ­2008.

4. La economía política de Keynes

El programa de reformas americano (a 2011) para evitar una crisis a futuro se centra por
completo en la reforma o la reestructuración del sistema bancario para evitar la cesión de
préstamos insensatos. Estas reformas son muy necesarias, y se aplaude el reciente llamado
del presidente Obama a la separación de los bancos en comerciales y de inversión. Pero es
frecuente la suposición de que una vez superada la crisis, la política macroeconómica va a
continuar como antes, es decir, con un solo objetivo: la meta de la tasa de inflación. Sin
embargo, muchos de los riesgos que no pueden ser manejados adecuadamente, continuarán
existiendo sencillamente porque son inconmensurables. Así que una parte de la reducción del
riesgo tiene que ser asumida como una función del gobierno. Esta viene a ser una ampliación
de las funciones macroeconómicas del gobierno.

La receta de Keynes para una economía menos incierta constaba de tres elementos
principales:

medidas para estimular la inversión,


medidas para estimular el consumo, y
la reforma del sistema monetario internacional para impedir la transmisión de
desempleo de un país a otro. Sobre este punto no nos explayamos

Inversión

El primer deber del Estado es asegurar que la inversión sea suficiente para mantener el pleno
empleo en forma continua. No alcanza con una reducción de impuestos, a pesar de que puede
dar un impulso temporal a la inversión, ella tendrá sólo un efecto débil e incierto en las
expectativas de beneficios.

Keynes, por la misma razón, dudó del éxito de una política puramente monetaria para
mantener un nivel de inversión de pleno empleo. Vale la pena prestar un poco de atención a
los motivos de este escepticismo que está tratado en el capítulo 15 de la GT: “Los incentivos
psicológicos y de negocios para la liquidez". Allí Keynes explica que los intentos de la
autoridad monetaria de reducir las tasas de interés a largo plazo por debajo de la tasa que el
mercado considera es el valor "seguro" o "normal” (a partir de la experiencia histórica) es
probable que induzca a la gente a vender bonos para quedarse con dinero en efectivo.

Esto, piensa él, "es quizás el principal obstáculo a una caída en la tasa de interés a un nivel
muy bajo". El problema de lograr el pleno empleo se debe a "la asociación existente entre un
tipo de interés de largo plazo convencional y bastante estable frente a una eficacia marginal
del capital voluble y altamente inestable". Su solución a este problema es utilizar la política
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monetaria para establecer una baja tasa de interés de largo plazo permanentemente. Porque
"cualquier nivel de interés que se acepte con la convicción suficiente de la probabilidad de
que puede ser duradera, será duradera....".

Por esa razón, Keynes no quería utilizar los tipos de interés variándolos para gestionar el ciclo
económico, exactamente al revés de lo que es la práctica actual. El creía en que es probable
que las fluctuaciones en la Eficiencia marginal del capital fueran demasiado elevadas para ser
compensadas por cambios posibles en la tasa de interés". Por lo tanto, no solo se debe
mantener los tipos de interés de forma permanentemente bajos, además, la inversión
necesita ser "socializada".

Keynes escribió: "Espero ver al Estado....tomando la responsabilidad de organizar


directamente la inversión" y además, "Yo concibo, por tanto, que una socialización integral de
la inversión resultará el único medio de obtener una aproximación al pleno empleo".

Por "socialización de la inversión" Keynes no entiende “nacionalización de la inversión”. La


socialización de la inversión no requiere que se excluya "alguna forma de compromiso y de
dispositivos mediante los cuales la autoridad pública coopere con la iniciativa privada". Este
tirar conjuntamente de la cuerda refleja el pensamiento de Keynes en la Teoría General en
cuanto a las "asociaciones público­ privadas”. En esencia, se trata de ampliar el componente
público de la inversión para dar mayor estabilidad a la función de inversión.

Hoy, podría verse en los grandes inversores institucionales, como los fondos de pensiones,
como un apoyo importante para lograr la estabilidad. Un flujo garantizado de inversión reduce
las fluctuaciones a dimensiones modestas, que podrían ser controladas fácilmente si se desea,
mediante elementos de aceleración o ralentización en el programa de inversión.

Esta inversión no sería necesariamente la que maximiza el beneficio. Pero siempre que de
resultados positivos, habría una ganancia. Si los mercados tuvieran información perfecta, la
inversión pública sería ineficiente. Pero en incertidumbre, hay una ganancia comparando con
no tener la inversión estatal en absoluto, debido a las pérdidas que da la incertidumbre.

Consumo

En la economía de Keynes también se utiliza el sistema de impuestos para redistribuir el


ingreso, ya que un "aumento en la voluntad general de la tendencia habitual a consumir [es
decir, salvo en condiciones de pleno empleo] servirá para aumentar el incentivo a invertir". La
razón de esto es que los pobres gastan una mayor proporción de sus ingresos que los ricos. El
presidente de la Junta de la Reserva Federal de EE.UU. de 1934­1948 Marriner Eccles, ha
explicado la lógica de esta posición mejor que Keynes mismo: una economía de producción en
masa tiene que ir acompañada del consumo masivo. El consumo masivo a su vez implica una
distribución de la riqueza para proporcionarle a la gente el poder adquisitivo necesario. En
lugar de lograr ese tipo de distribución, en 1929 se había elaborado una bomba de succión
gigante, colocando en pocas manos una proporción creciente de la riqueza producida. Esto
les sirvió para la acumulación de capital. Pero al sacar de las manos de los consumidores en
masa el poder adquisitivo, los ahorristas se negaron a sí mismos el tipo de demanda efectiva
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para sus productos tal que se pudiera justificar una reinversión de sus acumulaciones de
capital en nuevas plantas. En consecuencia, como en un juego de póquer cuando las fichas
estaban concentradas en menos manos, los otros compañeros podían permanecer en el juego,
solamente consiguiendo préstamos. Cuando ese crédito se agotó, el juego se detuvo. La misma
'Bomba de succión' estaba en funcionamiento en el Reino Unido y los EE.UU. en el período
previo a la crisis de 2007, siendo el acceso al crédito la compensación al aumento de la
desigualdad de la riqueza y los ingresos.

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