Voluntad

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 3

AL\ G\ D\ G\ A\ D\ U\

Resp\ Log\ Simb\ Renacimiento Nº 2


Ote\ de Teziutlán Pue. ; A 12 de Enero del año 2024 E\ V\
V\M\
Q\H\P\V\
Q\H\S\V\
QQ\HH\ TODOS\ LA VOLUNTAD

Compañera de la Inteligencia y de su desarrollo, en sus estados sucesivos, la


Voluntad es la facultad de desear y querer. La voluntad es la gemela de la
Inteligencia: mientras ésta es la facultad pasiva e iluminativa de nuestro ser, la que
determina y guía nuestros juicios, la Voluntad es aquella facultad activa por
excelencia, que nos impulsa a la acción, traduciéndose en esfuerzo constructor o
destructor, según la particular dirección de la Inteligencia. Las dos facultades
están así constantemente relacionadas y se determinan e influencian mutuamente.

Por su íntima naturaleza, el progreso de estas dos facultades debe estar


constantemente relacionado. La marcha del aprendiz, indica este proceso: a cada
adelanto del pie izquierdo (pasividad, inteligencia, pensamiento), debe
corresponder un igual adelanto del pie derecho (actividad, voluntad, acción) en
escuadra, o sea en acuerdo perfecto con el primero.

La voluntad es un aspecto del recuerdo de Si.

El esfuerzo de recordarse a sí mismo no es mecánico, y el concepto de voluntad


está ligado a este esfuerzo. Entonces, la verdadera voluntad depende del
momento en que puedes elegir entre dos líneas de acción distintas, una mecánica,
habitual y una más consciente, o sea que requiera el esfuerzo de recordarte a ti
mismo. Para encontrar este momento es necesario que te pongas una meta.

La voluntad es un aspecto de la conciencia; mientras la conciencia duerme la


voluntad es como un músculo atrofiado. Por eso hay que empezar a ejercitarlo
poco a poco, con metas pequeñas.

Gurdjieff nos dejó dicho que nuestra voluntad no es suficiente para despertar la
conciencia, pero que tenemos suficiente voluntad para ponernos bajo la dirección
de alguien que pueda ayudarnos a desarrollarla. Lo ideal sería encontrar una
escuela esotérica y ejercitar nuestra voluntad siguiendo condiciones creadas por
un hombre despierto. Sin embargo, como muchos se encuentran solos dentro del
torbellino de la vida, tienen que ser muy creativos para encontrar y aprovechar las
condiciones que les permitan desarrollar su voluntad. Estas condiciones varían
con cada individuo.

Hay varias formas de abordar esto:

Muchos no tienen un maestro o estudiante que les ayude a conocerse a sí mismo,


espiar ciertos rasgos y hábitos mecánicos cuyo control requiere el ejercicio de la
voluntad. Pero todos tenemos familiares y amistades que nos conocen a veces
mejor de lo que nosotros nos conocemos a nosotros mismos. De ellos podemos
obtener información sobre nuestras debilidades y hábitos mecánicos. Tu meta es
desarrollar la voluntad, entonces pides ayuda a quienes te conocen para
reconocer esos aspectos de tu vida donde te hace falta. Pueden ser cosas tan
sencillas como tender tu cama, mantener tu hogar o habitación en orden, no
responder mal a la gente, leer cada libro que compras, no estar de criticón, o
simplemente no cruzar los pies cuando te sientas a comer.

De nuevo, yo no te conozco, no sé “de qué pie cojeas”, así que debes recurrir a
quien te conoce y escoger un hábito o comportamiento que vas a utilizar para
desarrollar tu voluntad. Se trata de utilizar las observaciones de los demás
convirtiéndolas en metas para el desarrollo de la voluntad. La consecución de
esta meta va a requerir que te recuerdes a ti mismo y hagas el esfuerzo de
introducir tu presencia donde antes existía sólo mecanicidad.

La responsabilidad es sólo tuya, nadie tiene que estar investigando si sigues tu


meta o no. Te la tienes que poner en un papelito y llevártela en el bolsillo.

Es importante recordar que el hábito que utilizamos para el desarrollo de la


voluntad es irrelevante en sí, es decir, es una especie de “sparring”.

Existen hábitos que suceden sólo en tu interior sobre los cuales puedes ejercitar tu
naciente voluntad. Por ejemplo, tu canción favorita es “Unicornio” de Silvio
Rodríguez, cada vez que la escuchas sientes una gran ternura y esto te invita a
canturrearla una vez que ha terminado, digamos, se te queda en la mente por dos
o tres días. Es una canción hermosa, inofensiva, y te da gusto repetirla en tu
mente mientras dura, sin embargo te pones la meta de silenciarla cada vez que te
vuelva en mente y fijar tu atención en las impresiones del momento.

Cuando logras silenciar tu mente, he ahí un momento de voluntad. Existe otro tipo
de circunstancias que nos ofrece la vida en que podemos ejercitar la voluntad, o
sea, las reglas sociales. En general uno respeta las reglas sociales, pero hay
quienes tienden a transgredirlas. Si espías en ti la tendencia a transgredir una o
más leyes de tu sociedad, puedes ponerte la meta de seguirla al pie de la letra, de
OBEDECER lo que la ley te indica, por muy subjetiva o absurda que parezca.
Obedecer equivale a controlar tu rey de tréboles y respetar la ley. La ley puede ser
respetar los límites de velocidad, no hablar con la boca llena, dejar pasar a las
damas primero, no interrumpir a quien está hablando, etc.

Esto se puede extender a respetar el derecho ajeno, es decir te pones la meta de


tratar a los demás como te gustaría que te trataran a ti. Por ejemplo, si a tu mujer
no le gusta que le dejes tus zapatos tirados en la sala, ponte la meta secreta de
OBEDECERLA, si a tu hermano no le gusta que lo molestes, ponte la meta
secreta de OBEDECERLO. Digo meta secreta porque ellos no se deben dar
cuenta que lo haces por controlar tus manifestaciones desagradables y desarrollar
tu voluntad. El trabajo es esotérico.

Finalmente, se ha dicho más de una vez que cuanto más crece la voluntad, más
aumenta la fuerza del rey de tréboles, vale decir, más nos querrá hacer olvidar,
más querrá actuar por sí mismo, más querrá evitar hacer lo que se nos indica.

Sin el desarrollo de la voluntad, la consciencia es solamente un vago sueño. Sólo


a través de esfuerzos constantes podremos producir dentro de nuestro organismo
una materia que podrá soportar el choque de la consciencia, y al final el choque de
la muerte.

Una meta y muchos, muchos esfuerzos…Es cuánto.

Uriel Humberto Aranda Ríos M:. M:.

También podría gustarte