El ángel Gabriel fue enviado por Dios a Nazaret para anunciarle a la virgen María que había sido elegida para concebir y dar a luz a Jesús, el Hijo de Dios. María se mostró preocupada por el mensaje del ángel, pero él la tranquilizó y le explicó que el Espíritu Santo la cubriría y que daría a luz a un hijo llamado Jesús, que sería grande y reinaría para siempre. María aceptó humildemente la voluntad de Dios.
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El ángel Gabriel fue enviado por Dios a Nazaret para anunciarle a la virgen María que había sido elegida para concebir y dar a luz a Jesús, el Hijo de Dios. María se mostró preocupada por el mensaje del ángel, pero él la tranquilizó y le explicó que el Espíritu Santo la cubriría y que daría a luz a un hijo llamado Jesús, que sería grande y reinaría para siempre. María aceptó humildemente la voluntad de Dios.
El ángel Gabriel fue enviado por Dios a Nazaret para anunciarle a la virgen María que había sido elegida para concebir y dar a luz a Jesús, el Hijo de Dios. María se mostró preocupada por el mensaje del ángel, pero él la tranquilizó y le explicó que el Espíritu Santo la cubriría y que daría a luz a un hijo llamado Jesús, que sería grande y reinaría para siempre. María aceptó humildemente la voluntad de Dios.
El ángel Gabriel fue enviado por Dios a Nazaret para anunciarle a la virgen María que había sido elegida para concebir y dar a luz a Jesús, el Hijo de Dios. María se mostró preocupada por el mensaje del ángel, pero él la tranquilizó y le explicó que el Espíritu Santo la cubriría y que daría a luz a un hijo llamado Jesús, que sería grande y reinaría para siempre. María aceptó humildemente la voluntad de Dios.
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En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una
ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con
un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de
gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia
ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.
María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto
que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.