Golpe de Estado

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Golpe de Estado en España de julio de 1936

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Este artículo trata sobre las circunstancias históricas y el desarrollo del golpe.
Para la visión que la propaganda franquista dio de estos hechos,
véase Alzamiento Nacional.

Golpe de Estado de julio de 1936

Situación de España hacia el 25 de julio de 1936.


Zona sublevada. Zona republicana.

Contexto del acontecimiento


Fech 17-23 de julio de 1936
a

Sitio Españanota 1

Imp Emilio Molanota 2


ulsor José Sanjurjo †
es Gonzalo Queipo de Llano
Miguel Cabanellas
Francisco Franco
Manuel Goded
Joaquín Fanjul

Moti Descontento del ejército, revolución obrera, conflictividad


vos agraria, conflictividad religiosa, conflictividad
social, nacionalismos periféricos

Influ Nacionalismo
encia español, nacionalcatolicismo, fascismo, nacionalsindicalismo,
s conservadurismo, tradicionalismo, monarquismo, anticomunis
ideol mo, antisemitismo, antimasonería,
ógica
s de
los
impu
lsore
s

Gobierno previo

Gobe Manuel Azaña


rnan
te

For República parlamentaria


ma
de
gobie
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Gobierno resultante

Gobe Zona leal: Manuel Azaña


rnan Zona sublevada: Miguel Cabanellas
te

For Zona leal: república parlamentaria


ma Zona sublevada: dictadura militar
de
gobie
rno

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Guerra civil española

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Golpe de Estado de julio de 1936

El golpe de Estado en España de julio de 1936 fue una sublevación militar


dirigida contra el Gobierno constitucional de la Segunda República surgido de
las elecciones de febrero de aquel año. Comenzó en Ceuta, Melilla, Tetuán y
las Canarias; más tarde, se trasladó a la Península en la que su fracaso parcial
condujo a una guerra civil y, derrotada la República, al establecimiento de
una dictadura en España que estuvo vigente hasta la muerte del
dictador Francisco Franco el 20 de noviembre de 1975.
Antecedentes[editar]
Artículo principal: Frente Popular (España)
En las elecciones generales del 16 de febrero de 1936 se manifestó la
polarización de la vida política, que comenzó con la fracasada Revolución de
1934 y la consiguiente represión. La izquierda se presentó unida en una
coalición denominada Frente Popular que abarcaba desde la Unión
Republicana de Diego Martínez Barrio hasta el PCE, pasando por
el PSOE, ERC y la IR de Manuel Azaña. Enfrente, la mayor parte de los
partidos de derecha se agruparon en el Frente Nacional
Contrarrevolucionario (CEDA, Renovación Española, Comunión
Tradicionalista carlista, Lliga Catalana, etc.), del cual, sin embargo, no formaron
parte ni la Falange ni el PNV. El Frente Popular se hizo con la mayoría absoluta
en las Cortes, si bien los partidos de derechas protestaron porque les habían
arrebatado algunos escaños en la comisión de actas.12
A partir de ese momento se desató una oleada reivindicativa con
numerosas huelgas e incendios y destrucciones. Pronto entraron en acción
grupos paramilitares de falangistas, por un lado, y otros organizados por la
izquierda obrera, con enfrentamientos armados entre ellos. Según el historiador
Víctor Hurtado, solo en el mes de febrero de 1936 se contabilizaron 441
asesinatos en todo el país,3una cifra no corroborada por ningún otro historiador
y que, comparada con las que se suelen manejar, es a todas luces exagerada.
Un estudio de 2006 sobre las víctimas mortales, resultado de la violencia
política entre febrero y julio de 1936, registra para febrero un total de 44
víctimas mortales, de las cuales 28 serían causadas por la intervención de las
fuerzas de orden público (la inmensa mayoría de ellas militantes de las
organizaciones de izquierda). Según ese mismo estudio, entre febrero y julio de
1936, antes de iniciarse el golpe de Estado, hubo un total de 189 incidentes y
262 muertos, de ellos 112 causados por la intervención de las fuerzas de orden
público. De las 262 víctimas, 148 serían militantes de la izquierda, 50 de la
derecha, 19 de las fuerzas de orden público y 45 sin identificar. Además, ese
estudio constata que el número de víctimas mortales causadas por la violencia
política fue disminuyendo en esos cinco meses.4
Los acontecimientos de los cinco meses de gobierno en paz del Frente
Popular, de febrero a julio de 1936, fueron utilizados después por los
vencedores en la guerra civil española como justificación de su sublevación. El
debate sigue abierto, aunque algunos historiadores sostienen que en absoluto
puede hablarse de una «primavera trágica» en la que el gobierno del Frente
Popular hubiera perdido el control de la situación. Sin embargo reconocen que
la agitación social y laboral en el campo y la ciudad fueron constantes y el
aumento de la violencia explícita por causas políticas, alimentada por acciones
de la izquierda y la derecha, fue también innegable.5Pero la conclusión de
estos historiadores es clara: «la desestabilización política real en la primavera
de 1936 no explica en modo alguno la sublevación militar [de julio de 1936] y
menos aún la justifica»5y «la política y la sociedad españolas mostraban signos
inequívocos de crisis, lo cual no significa necesariamente que la única salida
fuera una guerra civil».6
Según Julio Aróstegui, la otra justificación del golpe de Estado, impedir una
inminente «revolución bolchevique», se ha demostrado todavía más
inconsistente, ya que nunca se ha llegado a demostrar su existencia. Como ha
señalado este historiador, entre otros,6«los sublevados llevaron a cabo su
acción pretendiendo que se alzaban contra una revolución absolutamente
inexistente en la época en que actúan, inventan documentos falsos que
compuso Tomás Borrás y que hablaban de un gobierno soviético que se
preparaba, y de hecho lo que representaban era la defensa de las posiciones
de las viejas clases dominantes, la lucha contra las reformas sociales, más o
menos profundas, que el Frente Popular pone de nuevo en marcha».7
El antecedente inmediato del golpe de Estado fue el asesinato del jefe de la
oposición José Calvo Sotelo - en la madrugada del 13 de julio de 1936-,
cometido a bordo de una camioneta de la Guardia de Asalto, en el marco de un
operativo policial y tras un arresto que conculcaba por completo las garantías
constitucionales, al ser llevado a cabo sin orden judicial y sin respetar la
inmunidad parlamentaria del detenido. El asesinato de Calvo Sotelo, sobre todo
el "modus operandi", en el que se ven implicadas "una sección de la Policía del
Estado mezclada con elementos revolucionarios, electriza la situación y denota
un cambio en la actitud del Ejército".8
La conspiración golpista[editar]
Artículo principal: Conspiración golpista de 1936
Desde el mismo momento de la victoria electoral del Frente Popular, oficiales
reaccionarios y monárquicos comenzaron la preparación de una sublevación
militar.9 El 10 de agosto de 1932 había tenido lugar el primer intento de golpe
de Estado contra la República, liderado por el general Sanjurjo y llamado por
ello «la Sanjurjada».10 La intentona fracasó y Sanjurjo fue capturado. Más
tarde, Sanjurjo fue amnistiado y se exilió en Portugal, desde donde siguió
participando en conspiraciones golpistas. El 31 de marzo de 1934 cuatro
representantes monárquicos alfonsinos y carlistas, con la mediación del
exrey Alfonso XIII, que estaba exiliado en Italia, consiguieron que Mussolini
apoyara «un eventual golpe de Estado que se produjera en España para [...]
restaurar la Monarquía» y que el gobierno fascista italiano se comprometiese a
aportar 1 500 000 pesetas, 200 ametralladoras, fusiles y granadas de mano.
Firmaron el acuerdo por parte española el general Barrera y representantes de
los partidos Renovación Española (monárquico alfonsino) y Comunión
Tradicionalista (carlista).1112
En 1935 el líder de la CEDA, José María Gil-Robles, consiguió la cartera de
ministro de la Guerra en el Gobierno y procedió a nombrar a generales
derechistas para los puestos clave: Franco como jefe del Estado Mayor
Central, Fanjul como subscretario de Gil-Robles, Goded responsable de
Aeronáutica y Mola jefe de las fuerzas en Marruecos. En esta época la
derechista Unión Militar Española se dividió entre los que seguían queriendo
dar un golpe de Estado para acabar con la democracia y los que preferían
"penetrar" el sistema político desde el poder.12 En enero de 1936 el presidente
de la República, Niceto Alcalá-Zamora, disolvió las Cortes y convocó
elecciones anticipadas para el 16 de febrero. Varios generales acordaron
entonces sublevarse el 19 de febrero si el Frente Popular ganaba las
elecciones.13
Primer intento de «golpe de fuerza» tras la celebración de las
elecciones[editar]
Nada más conocerse la victoria en la primera vuelta de las elecciones del
Frente Popular, lo que suponía que la «vía política» para impedir la vuelta de la
izquierda al poder había fracasado tras la derrota de Gil Robles y de
la CEDA en las elecciones, se produjo el primer intento de “golpe de fuerza” por
parte de la derecha para intentar frenar la entrega del poder a los vencedores.
Fue el propio Gil Robles, que ya en diciembre había pulsado la opinión de los
generales que él mismo había situado durante su etapa como ministro de la
Guerra en los puestos clave de la cadena de mando (Fanjul, Goded, Francisco
Franco) en torno a un «golpe de fuerza», el primero que intentó sin éxito que el
presidente del Gobierno en funciones, Manuel Portela Valladares, declarase el
«estado de guerra» y evitase la toma de posesión de los parlamentarios
electos. Le siguió el general Franco, aún jefe del Estado Mayor del Ejército, que
se adelantó a dar las órdenes pertinentes a los mandos militares para que
declarasen el estado de guerra (lo que según la Ley de Orden Público de
1933 suponía que el poder pasaba a las autoridades militares), pero fue
desautorizado por el presidente del Gobierno en funciones, Portela Valladares,
y por el ministro de la Guerra en funciones, el general Nicolás Molero.14Un
papel clave en el fracaso del golpe lo desempeñaron el director de la Guardia
Civil, el general Sebastián Pozas, viejo africanista pero fiel a la República, que
cuando recibió la llamada del general Franco para que se uniera a una acción
militar que ocupara las calles se negó, y también el general Miguel Núñez de
Prado, jefe de la policía que tampoco secundó la intentona. Al final el general
Franco no vio la situación madura y se echó para atrás, especialmente tras el
fracaso de los generales Goded y Fanjul para sublevar a la guarnición de
Madrid.15
El resultado del intento de «golpe de fuerza» fue exactamente el contrario del
previsto. El presidente del Gobierno en funciones renunció al desempeño de su
cargo de forma inmediata y pidió al presidente de la República que nombrara
presidente del Gobierno en funciones al candidato de la coalición ganadora, sin
esperar a que se celebrara la segunda vuelta de las elecciones (pr

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