Vía Crucis 2024

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Vía Crucis 2024

Recorramos “con celo el camino de la Cuaresma sostenidos por la limosna,


el ayuno y la oración. Si en muchos corazones a veces da la impresión de
que la caridad se ha apagado, en el corazón de Dios no se apaga. Él
siempre nos da una nueva oportunidad para que podamos empezar a
amar de nuevo.” Papa Francisco
Oración para comenzar la meditación Vía Crucis
Señor Jesús, vamos a recorrer y a meditar sobre tu camino de dolor, no
tanto el que viviste hace siglos, sino el que sigues viviendo hoy
especialmente en los que sufren.

I ESTAC I Ó N

Jesús es condenado a muerte

Te adoramos Cristo y te bendecimos, pues por tu Santa Cruz redimiste al


mundo y a mí, pecador.
Del Evangelio según San Lucas:
Pilato les habló de nuevo, porque quería liberar a Jesús, pero ellos
gritaban: «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!». Entonces Pilato decidió acceder a su
petición: les dejó en libertad al que pedían, que estaba en la cárcel por
disturbio y homicidio, y les entregó a Jesús para que hicieran con él lo que
quisieran (Lc. 23,20-21.24-25).
Meditación
Es penoso oír la respuesta: “¡A Barrabás!”.» Y más terrible todavía darme
cuenta de que ¡muchas veces!, al apartarme del camino, he dicho también
“¡a Barrabás!”, y he añadido “¿a Cristo?… ¡Crucifícalo!”». ¡Esa es también
la realidad! Ahora queremos decirle, desde el fondo de nuestra alma:
¡Queremos que reine Cristo
Oración:
Señor, has sido condenado a muerte, y muchas veces nosotros también te
hemos condenado, con nuestras acciones, equivocaciones, negaciones...
Hoy te pedimos que una vez más nos perdones y nos permitas hacerte
reinar en nuestros corazones, que podamos hacerte el lugar que mereces
en nuestras vidas. Danos de tu gracia y permítenos que crezca ese deseo
de llevarte en nosotros, para poder así, llevarte a los demás.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

I I ESTAC I Ó N

Jesús con la cruz a cuestas

Te adoramos Cristo y te bendecimos, pues por tu Santa Cruz redimiste al


mundo y a mí, pecador.
Del Evangelio según San Lucas:
Los hombres que habían detenido a Jesús se burlaban de él y lo golpeaban
y, tapándole los ojos, le decían: «¡Adivina!, ¿quién te pegó?». Y le gritaban
toda clase de insultos (Lc. 22,63-65).
Meditación
Si alguna vez estamos tristes o padecemos una gran contrariedad,
miremos a Jesús en estas escenas de la Pasión, «lleno de dolores, toda su
carne hecha pedazos por lo mucho que nos ama: tanto padecer,
perseguido de unos, escupido de otros, negado de sus amigos,
desamparado de ellos, sin nadie que vuelva por Él, helado de frío, puesto
en tanta soledad». Él nos mirará con unos ojos tan hermosos y piadosos,
Él nos mirará… Esa mirada de Jesús nos llega al fondo del alma.

Oración
Señor, ayúdanos a no desanimarnos ante las dificultades del caminar
cotidiano. Que podamos también nosotros tomar la cruz a cuestas como
Vos. Danos la fuerza para abrazarla y elegir el camino que nos lleve
siempre al consuelo de Tu mirada.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

I I I ESTAC I Ó N

Jesús cae bajo el peso de la cruz


Te adoramos Cristo y te bendecimos, pues por tu Santa Cruz redimiste al
mundo y a mí, pecador.
Del Profeta Isaías:
«Él cargaba y soportaba nuestros dolores; nosotros lo consideramos un
castigado por Dios, golpeado y humillado. Pero él fue traspasado por
nuestras rebeliones y quebrantado por nuestros crímenes (Is. 53,4-5)
Meditación
Él fue traspasado por nuestras iniquidades, y molido por nuestros
pecados. El castigo salvador recayó sobre Él y en sus llagas hemos sido
curados. El más hermoso de los hijos de los hombres perdió su belleza,
quedó sin parecer ni hermosura, para que nosotros pudiéramos
resplandecer con la gracia que Él nos ganó, para que más tarde la Iglesia
apareciese gloriosa ante Él, sin mancha ni arruga ni cosa parecida, sino
santa e inmaculada.
Oración:
Jesús, el peso de la cruz te ha hecho caer. Pero tu caída no es un signo de
debilidad, sino que es un rescate de amor por nosotros, para que
pudiéramos, con Tu gracia, levantarnos del pecado. Señor, ayúdanos
porque hemos caído, ayúdanos para que podamos renunciar a todo
aquello que nos aleja de Tu amor.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria

I V ESTAC I Ó N

Jesús se encuentra con su madre

Te adoramos Cristo y te bendecimos, pues por tu Santa Cruz redimiste al


mundo y a mí, pecador.
Del Evangelio según San Juan:
«Cuando se acabó el vino, la madre de Jesús le dijo: «Ya no tienen vino».
Pero Jesús le contestó: «Mujer, ¿qué tiene que ver eso con nosotros?
Todavía no ha llegado mi hora». Pero su madre dijo a los que servían:
«¡Hagan lo que él les diga!» (Jn. 2,3-5)
Oración:
María, Madre de Dios y Madre nuestra, cuánto anhelamos que nuestra
fidelidad a Jesús sea como la tuya.
Te pedimos que nos enseñes a ser fieles como vos en la Cruz. Que
podamos darle un sí sin medida como el tuyo, y que podamos caminar
junto a Él aún en la dificultad y dolor.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

V ESTAC I Ó N

El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz

Te adoramos Cristo y te bendecimos, pues por tu Santa Cruz redimiste al


mundo y a mí, pecador.
Del Evangelio según San Lucas:
Cuando se llevaban a Jesús detuvieron a un hombre de Cirene, llamado
Simón, que volvía del campo, y lo obligaron a cargar la cruz para que la
llevara detrás de Jesús (Lc. 23,26).
Meditación
Se cuenta de un alma buena que, mientras meditaba esta escena de la
Pasión, preguntó al Señor:
–¿Te puedo ayudar?
Y oyó en la intimidad de su corazón: –Cuando ayudas a tu prójimo es a mí
a quien ayudas.
Muchas ocasiones tenemos a lo largo del día para aliviar a Jesús de su
cruz, descargando a los demás de ella. Y también uniendo nuestros
dolores al sufrimiento redentor del Señor.
Oración:
Señor, danos la oportunidad de ser cireneos en tu Pasión. Danos la gracia
de reconocer como un don el compartir la cruz de los otros y
experimentar así que caminamos con Vos.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

V I ESTAC I Ó N

Una mujer enjuga el rostro de Jesús


Te adoramos Cristo y te bendecimos, pues por tu Santa Cruz redimiste al
mundo y a mí, pecador.
Del Evangelio según San Mateo:
«Entonces los justos le preguntarán [al Rey]: «Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento o sediento, forastero o desnudo, enfermo o en la cárcel?». Y el
Rey les responderá: «Les aseguro que siempre que ustedes lo hicieron con
uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo
hicieron» (Mt. 25,37-40).
Meditación
La Verónica, enjugó con un paño el rostro de Jesús. Él lo agradece todo y
no deja sin premio ni siquiera la más pequeña muestra de amor a Él o a
quienes nos rodean. Nos recuerda también esta escena que, si buscamos
de verdad al Señor, veremos su semblante que brilla ante nosotros
siempre como una señal de esperanza y de salvación. Lo encontramos en
los demás, y, de una manera particular, en «los heridos de la vida»,
Oración:
Señor, danos la inquietud de un corazón que busca Tu rostro, y danos la
gracia de reconocerte y encontrarte en quienes caminan a nuestro lado.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

V I I ESTAC I Ó N

Jesús cae por segunda vez

Te adoramos Cristo y te bendecimos, pues por tu Santa Cruz redimiste al


mundo y a mí, pecador.
Del Evangelio según San Lucas:
Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Hicieron
lotes con sus ropas y los echaron a suerte (Lc. 23,34).
Meditación
Padre, perdónales… Son palabras del Señor que nos devolverán la
esperanza si en algún momento de nuestra vida apareciera el desánimo,
como consecuencia de nuestros errores y faltas de correspondencia a la
gracia. ¿No nos va a perdonar el Señor si sembró de perdones el Calvario,
cuando le insultaban y le hacían sufrir lo indecible? ¿No nos dará las
gracias necesarias para seguir en el camino?
El amor del Señor se expresa muchas veces en su perdón. También
nuestro amor a los demás.
Oración:
Señor, incluso en tu caída, seguís pensando en nosotros. Llagado, con la
cruz a cuestas, y las palabras que te salen son de súplica por nuestras
culpas. Te pedimos que nos des la fortaleza de poder comenzar de nuevo,
de dejar el pecado y abrirnos a tu amor.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

V I I I ESTAC I Ó N

Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén

Te adoramos Cristo y te bendecimos, pues por tu Santa Cruz redimiste al


mundo y a mí, pecador.
Del Evangelio según San Lucas:
Seguía a Jesús una gran multitud del pueblo y de mujeres que lloraban y se
lamentaban por él. Pero Jesús, volviéndose a ellas, les dijo: «¡Mujeres de
Jerusalén, no lloren por mí! Lloren más bien por ustedes y por sus
hijos» (Lc. 23,27-28).
Meditación
Jesús se detiene un instante y, olvidándose de sus propios dolores,
consuela a aquellas mujeres compasivas. Les advierte, a la vez, sobre la
ruina de la ciudad: Hijas de Jerusalén, no lloren por mí, lloren más bien por
ustedes mismas y por sus hijos… … ¡Qué huella tan honda dejarían estas
palabras en aquellas mujeres! Queremos que dejes en nosotros, Señor,
una señal que no podamos olvidar jamás: la seguridad de que, en el
camino de nuestra vida, siempre habrá alguien que espere una sonrisa,
una palabra de ánimo y de consuelo, un consejo que le acerque a Ti; que
nuestro dolor, si llega, nunca nos encierre en nosotros mismos.
Oración:
Señor, danos tu capacidad de olvido propio para darnos a los demás. Haz
que caminemos junto a Vos sin limitarnos, y permite que nuestra entrega
se una a la tuya.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

I X ESTAC I Ó N

Jesús cae por tercera vez

Te adoramos Cristo y te bendecimos, pues por tu Santa Cruz redimiste al


mundo y a mí, pecador.
Del Evangelio según San Juan:
[Jesús dijo:] Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no
muere queda solo; pero si muere da mucho fruto. El que se apega a su
vida la perderá; el que desprecia la vida en este mundo la conservará para
la vida eterna (Jn. 12,24-25).
Meditación
Miramos a Jesús. «¡Este es el hombre! El corazón se estremece al
contemplar la Santísima Humanidad del Señor hecha una llaga […]. » Mira
a Jesús. Cada desgarrón es un reproche; cada azote, un motivo de dolor
por tus ofensas y las mías».
¡Cómo le quería!, comentaron los judíos en Betania al ver al Maestro llorar
ante Lázaro, su amigo muerto desde hacía cuatro días. Y los ángeles, al
contemplar a Jesús en este estado tan lastimoso, pudieron exclamar:
¡Cómo les quiere! Nos mostró su amor a través de sus múltiples
padecimientos. ¡Cómo nos quiere ahora! ¡Cómo me quiere!, podemos
decir, con verdad, cada uno.
Oración:
Señor, que siempre recordemos que todo lo haces por amor a nosotros.
Que cuando nos sintamos solos, heridos o derrotados, recordemos que
Vos estás ahí, dándonos tu mano para levantarnos y seguir el camino, Tu
camino.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

X ESTAC I Ó N

Jesús es despojado de sus vestiduras

Te adoramos Cristo y te bendecimos, pues por tu Santa Cruz redimiste al


mundo y a mí, pecador.
Del Evangelio según San Marcos:
[Los soldados] lo crucificaron y se repartieron su ropa por sorteo, para ver
qué se llevaba cada uno. Así se cumplió la Escritura: Se han repartido mi
ropa entre ellos y sortearon mi túnica (Mc. 15, 24).
Meditación
Jesús ha quedado desprendido de todo en la cruz. «Es el despojo, la
pobreza más absoluta. Nada ha quedado al Señor, sino un madero.» Para
llegar a Dios, Cristo es el camino; pero Cristo está en la Cruz, y para subir a
la Cruz hay que tener el corazón libre, desprendido de las cosas de la
tierra». Señor, a Ti te dejaron sin nada; a tus discípulos a veces no nos
falta casi nada… y nos quejamos.
Los bienes materiales buscados como fin son pobres sustitutos de la
felicidad a la que aspira lo más íntimo de nuestro ser. Muchos buscan la
felicidad por esos caminos, y el resultado es siempre el mismo: una
profunda tristeza, un gran vacío interior y, no pocas veces, un hondo
desaliento.
Oración:
Señor,, queremos nosotros despojarnos de todo aquello que nos aleja de
Tu camino. Que podamos quitar de nuestras vidas esas ataduras y que
busquemos el modo de crear una verdadera intimidad con Vos.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

X I ESTAC I Ó N

Jesús es clavado en la cruz

Te adoramos Cristo y te bendecimos, pues por tu Santa Cruz redimiste al


mundo y a mí, pecador.
Del Evangelio según San Lucas:
El pueblo estaba contemplando. Los jefes se burlaban y le decían: «¡Salvó
a otros! ¡Que se salve a sí mismo si este es el Mesías de Dios, el elegido!».
Los soldados también se burlaban de él y, acercándose para ofrecerle
vinagre, le decían: «¡Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti
mismo!» (Lc. 23, 35-37).
Meditación
Miremos despacio a Cristo en la Cruz. «Pongan los ojos en el crucificado –
aconsejaba santa Teresa–, y todo (dificultades, cansancio, escasez…) se les
hará poco». Todo se les hará poco… Todo es llevadero si estamos cerca de
Cristo en la Cruz, a quien amamos de verdad. «Amo tanto a Cristo en la
Cruz, que cada crucifijo es como un reproche cariñoso de mi Dios: …Yo
sufriendo, y tú… cobarde. Yo amándote, y tú olvidándome. Yo pidiéndote,
y tú… negándome. Yo, aquí, con gesto de Sacerdote Eterno, padeciendo
todo lo que cabe por amor tuyo… y tú te quejas ante la menor
incomprensión, ante la humillación más pequeña…».
Oración:
Señor, que podamos abrazar el dolor, las enfermedades, las
contradicciones graves, e incluso aquellas pequeñeces que a veces nos
hacen perder la paz. Que podamos ofrecerlo todo por tu amor.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
X I I ESTAC I Ó N

Jesús muere en la cruz

Te adoramos Cristo y te bendecimos, pues por tu Santa Cruz redimiste al


mundo y a mí, pecador.
Del Evangelio según San Lucas:
Era casi mediodía y se oscureció toda la tierra hasta media tarde, porque
el sol había dejado de brillar. La cortina del Templo se rasgó por la mitad.
Y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: «¡Padre, en tus manos entrego mi
espíritu!». Y, después de decir esto, expiró (Lc. 23, 44-46).
Meditación
Jesús en la cruz «amaba más de lo que padecía… Y después de muerto,
consintió que una lanza abriera otra llaga, para que tú y yo encontrásemos
refugio junto a su Corazón amabilísimo».. No olvidemos nosotros que «las
cosas grandes no se pagan con moneda pequeña». Las cosas
verdaderamente grandes solo pueden pagarse con amor, ese amor que
precisamente hace grande lo pequeño: un mayor recogimiento interior, el
agradecimiento frecuente al Señor por lo que quiso sufrir por nosotros,
una lectura más cuidada del santo evangelio buscando conocer mejor la
Humanidad Santísima de Jesús, un mirar con más amor el crucifijo…
Oración:
Señor, tu muerte nos duele y entristece. Pero con ella descubrimos el gran
amor que nos tenés. Te pedimos que nos des la gracia de creer en ti y
seguirte en el momento de la necesidad y de las tinieblas. Por favor,
vuelve, Señor…
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

X I I I ESTAC I Ó N

Jesús es bajado de la cruz

Te adoramos Cristo y te bendecimos, pues por tu Santa Cruz redimiste al


mundo y a mí, pecador.
Del Evangelio según San Mateo:
Al atardecer vino un hombre rico de Arimatea llamado José, quien
también se había hecho discípulo de Jesús, y se presentó ante Pilato para
pedirle el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato ordenó que se lo
entregaran (Mt. 27, 57-58).
Meditación
Bajaron a Cristo de la cruz con sumo cuidado y veneración, y lo dejaron en
brazos de su Madre.
…! ¡Cómo nos gustaría haber estado presentes para cuidar con inmensa
piedad del cuerpo del Señor!: «Yo subiré con ellos al pie de la Cruz, me
apretaré al Cuerpo frío, cadáver de Cristo, con el fuego de mi amor…, lo
desclavaré con mis desagravios y mortificaciones…, lo envolveré con el
lienzo nuevo de mi vida limpia, y lo enterraré en mi pecho de roca viva, de
donde nadie me lo podrá arrancar, ¡y ahí, ¡Señor, descansarás!»
Oración:
Jesús, ya todo ha pasado. Ahora tu cuerpo es bajado de la cruz y puesto en
brazos de tu Madre. Queremos nosotros también recibirte y guardarte en
nuestro corazón hasta que llegue el día de tu Resurrección. Danos la gracia
de prepararnos y esperarte con total fidelidad.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
X I V ESTAC I Ó N

Jesús es puesto en el sepulcro


Te adoramos Cristo y te bendecimos, pues por tu Santa Cruz redimiste al
mundo y a mí, pecador.
Del Evangelio según San Mateo:
José tomó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso
en el sepulcro nuevo que él había excavado en la roca. Después hizo rodar
una gran piedra a la entrada del sepulcro y se fue (Mt 27,59-60).
Meditación
El cuerpo de Jesús ha quedado en el sepulcro. Cuando nació no dispuso
siquiera de la cuna de un niño pobre; en su vida pública no tendrá dónde
reclinar la cabeza, y morirá desnudo de todo ropaje.
No debemos olvidar nosotros que en nuestros sagrarios está Jesús ¡vivo!,
pero tan indefenso como en la cruz, o como en el sepulcro. En la Sagrada
Eucaristía Jesús permanece entre nosotros. Yo estaré con ustedes
siempre…, había prometido. Allí nos espera. El sagrario es el lugar
privilegiado del amor de Cristo hacia nosotros y de nosotros a Él. «La
Eucaristía nos acerca siempre a aquel amor que es más fuerte que la
muerte».
Oración:
Jesús, ayúdanos a amarte en el misterio de la Eucaristía. Que podamos
abrirnos a esa gracia de tenerte presente y real entre nosotros; y que
compartamos con el mundo la alegría y el gozo de la esperanza de saberte
vivo entre los hombres.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

1.- Meditación extraída y adaptada del libro Como quieras tú de


Francisco Fernández Carvajal

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