La Catequesis Como Laboratorio de Diálogo y de Sinodalidad.

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La catequesis como "laboratorio

de diálogo".
Pbro. José Luis (Cote) Quijano
Las fuentes en las que vamos a abrevar son:
El Directorio para la Catequesis '2020 (DC)
La alegría de iniciar discípulos misioneros en el cambio de época. Nuevas perspectivas para
la Catequesis en América Latina y El Caribe. '2015 (AIDM)
Semana latinoamericana y caribeña de Iniciación a la Vida Cristiana.
El Sínodo de la Sinodalidad (fases 1 y 2).
El ministerio laical del catequista. Orientaciones pastorales para su institución en las
Iglesias de América Latina y el Caribe. CELAM (Texto inédito)
Estamos llamados a ser una Iglesia
que dialoga.
¿Por qué?
“En la escuela del admirable diálogo de salvación que es la Revelación, la
Iglesia se comprende a sí misma llamada al diálogo con las personas de hoy.
La Iglesia debe ir hacia el diálogo con el mundo en que le toca vivir. La Iglesia
se hace palabra; la Iglesia se hace mensaje; la Iglesia se hace coloquio. Esta
vocación, que tiene su raíz en el misterio de Dios que en Jesús entra en diálogo
íntimo con el hombre, a partir de este diálogo toma forma y asume sus
características, es una iniciativa libre y gratuita, se funda en el amor, no se
debe a los méritos de los interlocutores, no obliga, es para todos sin distinción,
crece poco a poco. En la actualidad, este diálogo —con la sociedad, con las
culturas y las ciencias, con otros creyentes— es particularmente necesario
como una valiosa contribución a la paz." (DC 53)
El emblemático Nº 54
del DC afirma …
En el tiempo de la nueva
evangelización, la Iglesia desea que
también en la catequesis se adopte
este estilo de diálogo, de modo que el
rostro del Hijo se haga más
fácilmente visible, al igual que en el
encuentro con la samaritana, Él se
detiene a dialogar con cada persona
para conducirla suavemente al
descubrimiento del agua viva (Cf. Jn
4, 5-42).
En ese sentido…

La catequesis eclesial es un
auténtico ‘laboratorio de diálogo’,
porque, en lo más profundo de cada
persona, se encuentra con la
vitalidad y, a la vez, con la
complejidad de los deseos y
búsquedas, las limitaciones e incluso
los errores de la sociedad y las
culturas de nuestro mundo. (Cfr. DC
54)
¿Cómo dialogamos en la catequesis?

A través de un diálogo pastoral sin relativismos, que


no negocia la propia identidad cristiana, sino que
quiere alcanzar el corazón del otro, de los demás
distintos a nosotros, y allí sembrar el Evangelio.
(Cfr. DC 54)
Una catequesis concebida como "laboratorio de diálogo" nos
invita a dejarnos guiar por la pedagogía de Jesus.
Jesús es un Rabí que…

Se vale de su testimonio: enseña con su


propia vida.

No da largos discursos que sus discípulos no


comprenden.

Recurre a las parábolas para hacerse


entender y a las preguntas para favorecer el
diálogo.
Forja una comunidad de discípulos con distintas historias de vida, que establecen vínculos entre sí y
con otras personas. Una comunidad que está abierta y disponible al diálogo con todos: judíos,
extranjeros, enfermos y discapacitados, hombres y mujeres…Luego los envía a la misión.
Cuando el DC nos habla de una catequesis como "laboratorio de diálogo" nos está recordando
que seamos pedagogos al estilo de Jesús. Y, para que nos quede claro, utiliza el concepto de
"laboratorio" que, en el discurso pedagógico y catequético actual, hace referencia a una
experiencia compartida de búsqueda, a una experiencia con avances y retrocesos como
ocurre en todo "laboratorio." Esto implica aprender haciendo y dialogando.
El diálogo implica vaciarse de uno mismo para poder recibir algo nuevo del otro. En
palabras de Francisco, implica conectarse con lo bajo, con lo pequeño, con los problemas
de la gente, con los marginados por la cultura del descarte.

Un pedagogo que
escucha, pregunta
y dialoga.
Los buenos encuentros de catequesis propician el
diálogo, tienen escucha, silencios, ida y vuelta.

El catequista está dispuesto a dejarse catequizar.

Para los grupos de catequesis en los que se deja


espacio al silencio es más posible la experiencia de un
laboratorio de diálogo.

Porque el silencio es condición para el diálogo, porque


el diálogo es la búsqueda sincera de la verdad y
porque alrededor de la verdad se reúne la comunidad.
Catequistas dialogantes

Los catequistas hemos sido llamados a


valorar el trabajo realizado por el grupo,
evitando nuestras propias síntesis.
Escuchamos a los
catequizandos/catecúmenos y valoramos así
el lenguaje de la comunidad eclesial que se
expresa. Para pasar, de este modo, del
sentido literal al sentido simbólico. Este paso
de la opacidad a la iluminación y del texto al
sentido es una verdadera “pascua del
lenguaje”.
Más de una vez nos ha sorprendido la
reflexión de aquel miembro del grupo
que, habitualmente, permanece
callado.

O la actitud generosa de aquél de


quien no esperábamos semejante
testimonio.
Dios obra mucho más allá de nuestras palabras de catequistas.
Su Espíritu trabaja fecundamente en los corazones que saben
hacer silencio y dialogar.

En esta misma línea de


diálogo, el AIDM en su
número 141 nos dice que el
catequista es un
COMUNICADOR.
“El catequista es ante todo un comunicador del Evangelio, un alegre
mensajero de propuestas superadoras, custodio del bien y la belleza que
resplandece en una vida fiel al Evangelio, capaz de sintonizar el propio lenguaje
y los significados que atribuimos a las palabras con el lenguaje de los
interlocutores y de asumir las actuales tecnologías de la comunicación con
competencia."
El DC da cuenta de la estrategia pedagógica del
"laboratorio" no sólo con relación a la práctica
catequística, sino también en lo referente a la
formación de catequistas.
DC 134. La formación de catequistas en la propia comunidad.

Dentro de la comunidad tiene un papel particular el grupo de catequistas que, junto


con los presbíteros, comparten mutuamente el camino de la fe y la experiencia
pastoral, así crece la identidad del catequista y se toma conciencia del proyecto
evangelizador. Al escuchar las necesidades de las personas, al hacer el discernimiento
pastoral, al preparar, evaluar e implementar los itinerarios de fe se va forjando un
laboratorio de formación permanente para cada catequista. El grupo de catequistas es
el contexto real en el cual todos pueden ser evangelizados continuamente y
permanecer disponibles para nuevos aportes formativos.
DC 135. Los criterios en la formación de catequistas.

DC 135. f.
Dinámica del laboratorio en el contexto grupal, como una práctica formativa en la que
la fe se aprende haciendo, es decir, valorando lo vivido, las contribuciones y las
reformulaciones de cada uno, con miras a un aprendizaje transformador.
( Cfr. Discurso en la Vigilia de oración al final de la XV Jornada mundial de la Juventud
(agosto 19 de 2000): el proceso de vivir la madurez de la fe como elemento de
transformación interior ha sido presentado por Juan Pablo II como un laboratorio de la
fe.
DC 139. Actitudes del catequista a desarrollar a lo
largo de su formación pedagógica.

DC 139. e.

En el proceso educativo, lugar rico para el crecimiento y el diálogo, también se


experimentan errores y limitaciones, requiere paciencia y dedicación. Es bueno
madurar la disponibilidad para ser educado mientras se educa; de hecho, la
experiencia en sí misma es un laboratorio de capacitación en el que el aprendizaje es
más profundo.
DC 155. Los centros de especialización, de carácter
diocesano, interdiocesano, o nacional

Partiendo de una base formativa común de corte teológico y antropológico, para llegar
luego a los laboratorios formativos más experimentales, estos centros cultivan las
especializaciones catequéticas que se consideren necesarias para las exigencias
particulares del territorio eclesial.
Una catequesis como "laboratorio de diálogo" nos
pide, sobre todo, una sincera conversión pastoral
capaz de superar la actitud del "siempre se hizo así."
Conversión pastoral que nos convoca a una catequesis
kerigmática y al servicio de la Iniciación de la Vida Cristiana
Como decíamos en el AIDM…

Se entiende como iniciación a la vida cristiana el proceso por el cual una


persona es introducida en el misterio de Jesucristo y en la vida de la Iglesia a
través de la Palabra de Dios y de la mediación sacramental y litúrgica, que va
acompañando el cambio de actitudes fundamentales de ser y existir con los
demás y con el mundo, en una nueva identidad como persona cristiana que
testimonia el evangelio inserta en una comunidad eclesial viva y testimonial.
(AIDM 43)
Y esto no atañe sólo a la catequesis y a los catequistas…
Como pudimos verificar y
experimentar a lo largo de la
Semana Latinoamericana y
Caribeña de IVC…

Hay una dimensión iniciática


de toda la pastoral. Los retos
del tiempo actual y de las
diversas culturas que
conviven en un mismo
espacio (provocando una
hibridización de las culturas)
nos convocan a una
animación iniciática de todas
las áreas pastorales.
El concepto de diálogo aparece
en reiteradas ocasiones en el
Directorio para la Catequesis

Y tiene siempre un sentido integrador:


que nadie se quede afuera, que todos
puedan ser escuchados. Esta escucha
amplia nos remite al Sínodo sobre la
Sinodalidad que estamos viviendo en la
Iglesia toda.

“Ensancha el espacio de tu tienda[1].”


(Is. 54, 2) Que haya espacio para todos,
sin perder los elementos esenciales de
fondo, que nadie quede afuera, que
todos se sientan en casa.
Un caminar de la Iglesia donde todos son recibidos. Una tienda de puertas siempre abiertas para
recibir y para salir al encuentro de los pobres, de los alejados, de los enfermos, de los que piensan
distinto, de todos los descartados. Éste es el Sínodo de todo el Pueblo de Dios, es el Sínodo de la
escucha, el diálogo y el discernimiento.
Laboratorio de sinodalidad

La catequesis, como acción de naturaleza eclesial, está


obviamente implicada en el Sínodo de la Sinodalidad. Los
espacios formativos, los equipos de catequistas de las diversas
comunidades y nuestros grupos de catequesis pueden ser
tierra fértil en los cuales va creciendo una Iglesia cada día más
sinodal.
Una experiencia compartida con catequistas que saben dar
la palabra y dejar que el Espíritu se manifieste en la
pequeña comunidad del grupo de catequesis.

La catequesis como laboratorio de diálogo es, en definitiva, laboratorio de


sinodalidad.
En analogía con el conocido adagio sobre la relación entre Iglesia y Eucaristía, podríamos decir que
si “la Iglesia hace la catequesis” (la Iglesia como sujeto de la catequesis), también es verdad que “la
catequesis hace la Iglesia” (la Iglesia como objetivo y meta de la catequesis). Se afirma aquí la
dimensión eclesial de la catequesis, puesto que es la Iglesia la que catequiza; pero, también se
quiere entender la actividad catequística como lugar de educación para el “sentido de la Iglesia”,
lugar de “experiencia” de Iglesia y como factor de renovación de la misma Iglesia.

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