Fuente 1 ALIMENTACION GUERRAS
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Alimentación durante la primera Guerra Mundial
Durante la “guerra de las trincheras” se evidenció la gran ventaja que suponía la comida en lata y las conservas.
«El verdadero boom de las conservas se produciría con la Primera Guerra Mundial y los años inmediatos a ella.
El negocio conservero auguraba las mejores perspectivas del sector agroalimentario».4 El enemigo bloqueaba
la comunicación con la retaguardia, generalmente mediante bombardeos, dejando a las raciones enlatadas
como única manera de subsistencia. De hecho, se introdujeron las «raciones de trinchera» y «raciones de
reserva», que solo debían abrirse en caso de mucha necesidad.
Las cocinas suministraban alimento al frente cuando la situación era relativamente calmada. «Pan, jamón,
queso, verduras y té en el caso de los británicos. Patatas, verduras, galletas, chocolate y café en las trincheras
alemanas.»6 Fue en este periodo donde triunfó la Corned Beff de Leibig, citado anteriormente. Para animar a
las tropas también recurrían a tabaco y pequeñas cantidades de bebidas alcohólicas: vino a los franceses, ron
a los ingleses y licor a los alemanes.
Aun así, las latas de comida no consiguieron abastecer al cien por cien a los soldados y se dieron episodios de
hambre en las espeluznantes trincheras. Ferdinand Gilson, en una entrevista documental, recuerda a sus ciento
seis años las vivencias que aún mantienen en su memoria: «Si por casualidad aparecía un gato por las
trincheras, a los quince minutos era una liebre. La decapitábamos con un golpe de bayoneta y la asábamos
¿Gatos? No había gatos en las trincheras».
Fuente 2.
Comer tras las trincheras
Pero, como se muestra en 1917, detrás de cada trinchera había vida efervescente, que iba y venía, y personas que
debían alimentarse. En los años que duró el combate la alimentación de los soldados fue variando para hacerse, en
los últimos tiempos, más dura y el sustento más escaso por una falta de previsión, ya que se esperaba que la guerra
durase mucho menos tiempo. Sin embargo, hubo una técnica de conservación que fue constante, la de las conservas,
sobre todo de carne. Suponían una forma fiable de asegurar el buen estado de los alimentos, además eran baratas,
fáciles de almacenar y de distribuir.
Un año después del comienzo de la guerra, y visto que el horizonte era negro, el ejército diseñó tres tipos de raciones
con las que alimentar a sus tropas: Ración de Reserva, Ración de Trinchera y Ración de Emergencia. La primera, de
unas 3.000 calorías, la transportaba el soldado para su consumo diario en situaciones en las que no era posible
alimentarse en los campamentos, y consistía en 453 gr de carne enlatada o corned beef, dos latas de 226 gr de pan,
68 gr de azúcar, 31 gr de café tostado y molido, y 0,16 gr de sal.
Cuando en plena zona de combate resultaba difícil alimentar a las tropas, se acudía a la Ración de Trinchera,
conformada por carne enlatada y pan duro, café soluble y cigarrillos. Y, en tercer lugar, estaba la de Emergencia,
conocida en Alemania como la Porción de Hierro, por la que podían acceder a una mezcla de carne en polvo disecada,
mezclada con harina de trigo y prensada en forma de galleta, y a tres barras de chocolate diseñadas para que
encajasen en el bolsillo del uniforme.
Los días dorados eran aquellos en los que el frente estaba en calma y, por tanto, los soldados podían permitirse la
recepción de productos frescos provenientes de las cocinas más cercanas (aunque en algunos casos debían recorrer
un largo camino). Así, los británicos disfrutaban de pan, jamón, queso, verduras y té, mientras que los alemanes
podían resarcirse con patatas, verduras, galletas, chocolate y café.
En el caso del alcohol, algo fundamental para soportar la dureza de una guerra, también había diferencia entre países,
de tal forma que el vino lo tomaban los franceses, el ron los británicos y para los alemanes el licor llegaba en forma
de espirituosa salvación.
En 1916, a causa de una falta de suministro, se tuvieron que hacer importantes recortes en las raciones y en el caso
del pan se tuvo que empezar a hornear con harina de nabos, ya que los suministros de trigo provenientes de Estados
Unidos se habían visto reducidos por los ataques de los submarinos alemanes en aguas del Atlántico.
SESIÓN N° 5: Elaboración y presentación de su producto de EDA – 4° Secundaria
La dieta de la escasez
Para hacerse una idea clara de lo que significaba esa escasez alimenticia que acabó con la vida de muchos, en 1917
la dieta básica de las tropas en las trincheras se había visto reducida a una sopa de guisantes y harina de nabo con
trozos de carne de caballo, o al famoso Maconochie, un guiso de nabos y zanahorias fabricado por Maconochie
Brothers.
Había soldados que tenían la misión de buscar comida para las tropas allí donde estuviera la cocina rodante, tuvieron
que incluir en su dieta hierbajos que encontraban en los campos cercanos, e incluso el gobierno austriaco llegó a
publicar el folleto “¿Qué puede recolectarse todavía?”.
En marzo de 1917 comenzaron a llegar los armisticios y acuerdos de paz, un alto a las armas que desembocó en el
Tratado de Versalles firmado en Alemania el 28 de junio de 1919. Sin duda, una parte de nuestra historia digna de
muchas películas y Globos de Oro que nos recuerda aquello que escribió Hemingway en su Adiós a las armas, “en el
fondo, somos iguales, somos hermanos de guerra”.
Fuentes 3
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FUENTE 4
Fuente 5
El origen de la papa rellena peruana
Los orígenes de este platillo son muy peculiares. Durante la guerra del Pacífico, los reclutas militares debían caminar
largas distancias. Para ello, tenían que hacer largas horas de caminata, con el propósito de que el ejército chileno no
sospecharan de la avanzada Para ahorrar tiempo y no demorar tanto tiempo en un punto y otro, optimizaron las
tareas básicas. La comida, al ser indispensable para la vida y la energía de los reclutas, tenía que modificarse.
Buscaron maneras de preparar comidas completas y sencillas y que, además, pudieran consumirse en cualquier
lugar. A alguien se le ocurrió hacer un puré con las papas. Después, cocieron carne molida, con la cual rellenaron la
masa de papa. Una vez que estaba bien sellada, la freían y la envolvían en pañuelos. Así fue como surgió la Papa
rellena.
En cada almuerzo no podían faltar. Fueron parte importante de la alimentación del ejército peruano durante este
periodo histórico.
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Fuente 6
PRODUCTO DE UNIDAD:
Utilizar las fuentes para elaborar Álbum sobre la alimentación de los soldados en la primera Guerra
Mundial comparándola a la alimentación de la Guerra con Chile, desde una perspectiva de la
biodiversidad.
Sugerencia de modelos de álbum