La Violencia Con Tapa

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Silvana Darré y Lena Fontela (eds.

)
Carmen Beramendi, Adriana Caligaris,
Natalia Guidobono, Cristina Larrobla
y Jimena Pandolfi
LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO
JÓVENES Y VIOLENCIA DE GÉNERO.
DOS ESTUDIOS SITUADOS EN EL NORTE
DE URUGUAY
LA VIOLENCIA
Y SU TERRITORIO
Silvana Darré y Lena Fontela (eds.)
LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO
JÓVENES Y VIOLENCIA DE GÉNERO.
DOS ESTUDIOS SITUADOS EN EL NORTE
DE URUGUAY
Primera edición, 2023

© FLACSO Programa Uruguay


Av. 8 de Octubre 2882, 11600
Montevideo, Uruguay
www.flacso.edu.uy

© Silvana Darré y Lena Fontela, 2023

Diseño: Leonardo Ferraro


Corrección de estilo: Ana Gómez
Maquetación: Silvana Ferraro

Imagen de tapa: Dina Yael

ISBN: 978-9915-9569-7-8

Impresión y encuadernación:
Imprenta Mastergraf S.R.L.
Bulevar General Artigas 4678
11700 - Montevideo, Uruguay
Tel./Fax +598 2203 4760
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Dep. Legal Nº
Edición amparada en el decreto 218/996
(Comisión del papel)

Esta publicación cuenta con el apoyo financiero de la Delegación


de la Unión Europea en Uruguay en el marco del Instrumento
Europeo para la Democracia y los Derechos Humanos. El contenido
es responsabilidad exclusiva de las autoras y de ninguna manera
es reflejo del punto de vista u opinión de la Unión Europea.

Hecho el depósito que indica la ley.


Impreso en Uruguay - Printed in Uruguay
Primera edición: julio de 2023,
300 ejemplares

Derechos reservados.
Queda prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier
medio o procedimiento, según artículo 23 de la Ley 15.913 de 27/11/87
sin la autorización escrita de los titulares del copyright.
Índice

7 Presentación
Silvana Darré y Lena Fontela

15 Violencia basada en género como factor de riesgo


de ideación y conducta suicida
Cristina Larrobla, Adriana Caligaris y Jimena Pandolfi

155 Percepciones sobre desigualdades y violencias


de género de adolescentes y jóvenes, estudiantes de
escuelas técnicas de localidades del norte del país
Carmen Beramendi y Natalia Guidobono

209 Anexos
Presentación

La violencia y su territorio. Jóvenes y violencia de género. Dos estudios si-


tuados en el norte de Uruguay presenta los resultados de dos investiga-
ciones realizadas en el marco del proyecto «Entramadas: Enfrentamos
las desigualdades y violencias, investigando, fortaleciendo capacidades
y conectando recursos locales», financiado por la Unión Europea para
el período 2021-2023. Los departamentos en los que se llevaron adelan-
te las acciones fueron Artigas, Rivera, Cerro Largo y Tacuarembó. La
coordinación de la acción estuvo a cargo de FLACSO Uruguay, en arti-
culación con el Fondo de Mujeres del Sur y la Asociación Civil El Paso.
Los datos disponibles son contundentes, muestran la magnitud
de los problemas. Uruguay experimenta un aumento sostenido de sui-
cidios en las últimas décadas, principalmente entre personas mayores
de 65 años, población adolescente y joven. En 2021, el país registró una
tasa nacional de suicidios de 21,39. La tendencia de considerar quitarse
la vida, la ideación y el intento de suicidio es más frecuente en mujeres
que en varones; estas ideas, para residentes en localidades del interior
del país de más de 5000 habitantes, aumentan a medida que disminuye
el nivel de ingresos de los hogares. La violencia y la discriminación son
factores significativos de vulnerabilidad que se relacionan con la idea-
ción suicida en la población joven que ha participado en los estudios.
Según los datos registrados en el Ministerio del Interior para el
año 2022, se reportaron un total de 33.350 denuncias por violencia do-
méstica y de género. En los departamentos de Artigas, Cerro Largo,
Tacuarembó y Rivera fueron asesinadas 35 mujeres entre el 1.° de octu-
bre de 2017 y el 31 de diciembre de 2021, según información suminis-
trada por el Departamento de Información y Análisis Estratégico del
8 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Ministerio del Interior. De esos homicidios, 25 fueron categorizados


como femicidios siguiendo los parámetros establecidos en el Protocolo
latinoamericano de investigación de las muertes violentas de mujeres por
razones de género elaborado por las Naciones Unidas. Cuando se anali-
za la relación entre el agresor y la víctima, los datos indican que 19 de
los femicidios fueron cometidos por parejas o exparejas, tres en el
marco de relaciones familiares, dos por conocidos de la víctima y uno
por la pareja de la madre. De esos 25 femicidios solo uno se dio en si-
tuación de trabajo sexual.
Durante el mismo período y en los mismos departamentos, el ob-
servatorio de la sociedad civil Feminicidios Uruguay1 registró 38 femi-
cidios. Las diferencias en las mediciones no constituyen una novedad,
sino que se inscriben en un campo de controversias que se observa en
variados países. El debate en torno a los criterios de medición, los pro-
cesos de investigación en curso y las discrepancias en los registros en-
tre diferentes instituciones representan algunos de los desafíos que
enfrentan las instituciones en muchos países del mundo. Además de
estas complejidades, es importante considerar los cambios progresivos
que se producen en el marco jurídico, que, si bien impactan en los cri-
terios de conceptualización, clasificación, registro, medición de la vio-
lencia, también han propiciado logros en el cumplimiento de las obli-
gaciones estatales tendientes a la protección y la prevención de la
violencia de género.
Hacemos referencia a la aprobación de la ley 17.514 de violencia
doméstica en 2002, la ley 18.104 de Igualdad de Derechos y Oportuni-
dades entre Hombres y Mujeres en 2007, la tipificación del femicidio
como agravante del homicidio en el Código Penal por medio de la ley
19.538 de octubre de 2017 o la ley 19.580 de Violencia hacia las Mujeres
basada en Género. Es relevante resaltar que la sociedad civil organiza-
da ha desempeñado un papel históricamente activo en la construcción
de la agenda de derechos y políticas de igualdad.
A pesar de los avances propiciados en los últimos 20 años como
resultado del involucramiento de diversos actores provenientes de di-
versos ámbitos, la violencia de género en Uruguay continúa siendo un
grave problema público que afecta el acceso a los derechos humanos

1 https://www.feminicidiouruguay.net/
Presentación | 9

de gran parte de la población si tenemos en cuenta el impacto que tie-


ne en las comunidades. Por tanto, es necesario articular enfoques, me-
dios y acciones en espacios de convergencia donde se promueva la co-
laboración y el intercambio de experiencias y conocimientos.
Basado en lo expuesto, el proyecto Entramadas se propuso como
primer objetivo fortalecer el papel de la sociedad civil en la promoción,
protección y respeto de los derechos de las mujeres en Uruguay, reco-
nociendo la violencia basada en género como una grave violación a los
derechos humanos y las libertades fundamentales de quienes la sufren,
así como una traba para el ejercicio de su ciudadanía plena. En el mar-
co de este objetivo, las organizaciones de la sociedad civil apoyadas por
el proyecto y que contribuyeron con sus propias acciones al trabajo de
promoción de derechos y contra la violencia basada en género fueron:
Educándonos (Cerro Largo), ATRU-Riversidad (Rivera), Mujeres Resi-
lientes (Cerro Largo), Colectiva Bella Unión, Somos Negras y qué (Rive-
ra), Mizangas (Tacuarembó), Cudecoop (Tacuarembó), Mujeres en Mo-
vimiento (Artigas) y Tejedoras de Derechos (San Gregorio de Polanco).
El segundo objetivo propuesto fue contribuir al mejoramiento de
la salud mental de las mujeres aportando insumos de conocimiento
para la articulación de las políticas públicas de prevención de suicidios
con las políticas de enfrentamiento a la violencia de género.
El título de esta publicación puede ser concebido a partir de dos
constructos fundamentales, el territorio y la violencia, que transversali-
zan las líneas de investigación desarrolladas en el marco de los objetivos
del proyecto y sirven como base para las dimensiones específicas de las
investigaciones presentadas. Estas investigaciones se centran en el aná-
lisis de la violencia de género en una zona específica de Uruguay y en un
sector poblacional determinado, en este caso, la juventud. Además, se
exploran otras dimensiones, como la desigualdad y la salud mental.
El campo de los estudios sobre la violencia se caracteriza por su
amplitud y diversidad, abordando un fenómeno complejo y multifacé-
tico que ha sido ampliamente investigado en contextos anglosajones y
europeos. Distintas disciplinas, como la psicología, la antropología y la
sociología, han contribuido a comprender la violencia desde enfoques
individuales y relacionales.
Con respecto al segundo constructo integrado en el título, se re-
salta la relevancia de comprender la interrelación entre la violencia y
10 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

el territorio. Más que ser una dimensión determinista, se concibe


como una parte integral de los procesos de generación de conocimien-
to en este campo. Resulta esencial desentrañar los aspectos simbólicos
en un contexto cultural y relacional, reconociendo su papel en las di-
námicas de producción y sostenimiento de la violencia y la necesidad
de contar con una comprensión situada sobre los fenómenos.
En este sentido, la literatura especializada indica que los estudios
pioneros en el campo de la violencia relacional surgieron en América
Latina en los años noventa, a través del desarrollo de la sociología de la
violencia. Se enfocaron en lo violento de los delitos y se concentraron
en Colombia. En este contexto, surgieron dos enfoques relevantes: el
enfoque funcionalista y el enfoque materialista. Este amplio espectro
conceptual ha aportado a los estudios sobre la violencia de género. Ha
permitido comprenderla como parte inherente de la construcción so-
cial, en la que se espera que las masculinidades se muestren arriesga-
das y agresivas; para que un hombre sea considerado legítimo se le im-
pulsa a transitar el camino de la violencia.
Al adentrarnos en los debates sobre la violencia de género, en
ocasiones se hace referencia a los femicidios como la punta de un ice-
berg cuya base invisibilizada se compone de diversas manifestaciones
de violencia basada en género que se forman a partir de las estructuras
de desigualdad o de opresión que operan articulando dimensiones de
clase, género, de pertenencia étnico-racial, geográfica, etaria, cultural.
En las últimas décadas, las diferentes manifestaciones de la violencia
han sido desarrolladas desde diferentes marcos conceptuales. En Amé-
rica Latina y el Caribe se destacan producciones fundamentales que
han explicado la violencia en sus contextos de emergencia. De esas
lecturas realizadas aprendimos que la violencia se produce y reprodu-
ce en forma diferente en cada contexto y al mismo tiempo comparte
características comunes. La culpabilización de las víctimas, el discurso
de la criminología, los procedimientos de construcción de la prueba
en la tradición jurídica, las ideas, estereotipos y prejuicios que circulan
en el imaginario social sobre los roles esperados para varones y muje-
res requieren de respuestas variadas, múltiples y articuladas en espa-
cios donde confluyan actores sociales procedentes de distintos ámbi-
tos. Frente a las diversas manifestaciones de la violencia no parece
haber en el horizonte respuestas únicas y sencillas.
Presentación | 11

Durante el desarrollo del proyecto Entramadas confirmamos la


importancia que tiene producir conocimiento científico social situado
que aporte evidencias para una toma de decisiones informada. En reu-
niones mantenidas a lo largo del proceso de ejecución del proyecto, las
personas responsables de la ejecución de las políticas nos decían: «In-
formación ya tenemos, lo que necesitamos son respuestas»; y tenían
razón, porque el saber que acumulan las personas a través de su expe-
riencia profesional, institucional, militante y de coordinación interins-
titucional en los cuatro departamentos es mucho mayor y más preciso
que el disponible en la capital del país, donde se centralizan las políti-
cas ministeriales. En este sentido, reconocemos la importancia de va-
lorar los saberes locales, los conocimientos en contexto que surgen de
las vivencias concretas en cada territorio. Considerar las perspectivas y
experiencias de quienes tienen un involucramiento directo en el abor-
daje de la violencia es fundamental para conocer las necesidades, desa-
fíos y potencialidades de las comunidades. En investigaciones sociales,
la tendencia a generalizar y homogeneizar puede resultar interesante y
oportuna para abordar determinados problemas de investigación. En
lo vinculado con este tema, apuntamos a fomentar una perspectiva si-
tuada para enriquecer el panorama de información disponible, aportar
a que las decisiones se tomen sobre la base de datos más precisos y se
adapten a las particularidades y especificidades del fenómeno.
La erradicación de la violencia basada en género requiere de un
proceso continuo de mejoramiento de políticas locales que se nutran
de conocimientos cada vez más afinados sobre los problemas a abordar
en cada territorio. Los procesos de larga duración requieren de la ela-
boración permanente de acuerdos para la armonización de los crite-
rios de registro y medición, el trabajo constante a partir de estrategias
diversas que puedan combinarse y de redes de detección temprana en
las que la sociedad civil pueda tener un espacio de participación. Por
supuesto no es un trabajo fácil, si además se tiene en cuenta que las
manifestaciones de la violencia no son estáticas ni homogéneas, sino
que varían a lo largo del tiempo, de los contextos territoriales. En el
mismo sentido, las personas responsables de los servicios de atención
en las diferentes instituciones públicas y privadas, así como en los or-
ganismos de coordinación interinstitucional, se renuevan, por lo que
las necesidades de entrenamiento y de formación son permanentes.
12 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

En cuanto a los estudios que se publican, ambos se enfocaron en


la población joven de los cuatro departamentos y utilizaron metodolo-
gías cuantitativas y cualitativas. Por razones metodológicas y concep-
tuales se eligieron centros educativos de las segundas ciudades de los
cuatro departamentos. Entre ambos estudios se alcanzó a más de 1200
adolescentes, y podemos afirmar que constituyen una radiografía del
estado de conocimientos disponible sobre salud mental y violencia ba-
sada en género en esas localidades.
La primera de las investigaciones, titulada «Violencia basada en
género como factor de riesgo de ideación y conducta suicida», de Cris-
tina Larrobla, Adriana Caligaris y Jimena Pandolfi, se llevó a cabo entre
septiembre y noviembre de 2022. Allí se presenta una valiosa sistema-
tización de la información existente en el país en materia de violencia
basada en género, salud mental y suicidio. Por otro lado, evalúa cómo
la vivencia de situaciones de violencia constituye un factor de riesgo
para la ideación e intento de suicidio en los cuatro departamentos de
interés.
El segundo de los estudios, «Percepciones sobre desigualdades y
violencias de género de adolescentes y jóvenes, estudiantes de escuelas
técnicas de localidades del norte del país», de Carmen Beramendi y
Natalia Guidobono, es una investigación que incluyó instancias de
participación, intercambio y sensibilización muy valiosas y se desarro-
lló entre agosto de 2022 y febrero de 2023. Este estudio identificó preo-
cupaciones vinculadas al relacionamiento entre jóvenes, los efectos
que produce la estigmatización experimentada en torno a las identi-
dades de género y las violencias vividas en los hogares o incluso en el
propio centro escolar, sin considerar los efectos que la pandemia pudo
haber agudizado en estas poblaciones. Pero sobre todo alerta sobre la
naturalización que tienen algunas prácticas de control que responden
en forma inequívoca a estilos violentos de relacionamiento.
Como decíamos antes, más investigación y cada vez más y mejores
políticas transversales locales que alcancen mayores impactos son im-
prescindibles para garantizar el derecho a una vida libre de violencia.
Para finalizar, queremos agradecer a todas las personas que han
hecho posible el proyecto Entramadas y la realización de estas investi-
gaciones. En los cuatro departamentos se evidenció la cooperación de
las autoridades, organismos y gobiernos municipales con el proyecto.
Presentación | 13

Siempre nos recibieron y nos relataron con franqueza los problemas


existentes con relación a la violencia basada en género en sus localida-
des. Las instituciones educativas recibieron a los equipos y las pro-
puestas con una gran calidez y sensibilidad por los temas. Los organis-
mos de coordinación interinstitucional a nivel departamental y
nacional fueron muy receptivos con las propuestas de trabajo. No me-
nor es el apoyo recibido por la sociedad civil y la Delegación de la
Unión Europea en Uruguay, que contribuyeron de modo sostenido
para la realización de esta iniciativa. Damos las gracias por todo eso.

Silvana Darré y Lena Fontela (editoras)


Julio de 2023
Violencia basada en género como factor
de riesgo de ideación y conducta suicida
Cristina Larrobla,1 Adriana Caligaris2 y Jimena Pandolfi3

INTRODUCCIÓN

El proyecto Entramadas —desarrollado por FLACSO Uruguay, Fondo


de Mujeres del Sur y Asociación Civil El Paso, y financiado por la
Unión Europea desde el año 2021— busca fortalecer a la sociedad civil
en procesos de incidencia para garantizar la promoción, protección y
respeto de los derechos de las mujeres, reconociendo a la violencia ba-
sada en género como una grave violación a los derechos humanos, las
libertades fundamentales y el ejercicio de ciudadanía plena. En el mar-
co del mencionado proyecto, se desarrolla una línea de investigación
que procura dar cuenta cómo la violencia basada en género (VBG) se
constituye como un factor de riesgo en salud mental y suicidio entre
jóvenes y adolescentes, con particular énfasis en cómo esta relación
opera en los departamentos de interés. A dar respuesta a esta pregunta
se aboca el presente trabajo.
Este brinda una sistematización de la información existente en el
país en materia de VBG, salud mental y suicidio. Para ello, se recopilan
las publicaciones oficiales realizadas por instituciones públicas. Esta

1 Doctora en Ciencias Biomédicas. Prof. Agda. Clínica de Psiquiatría, Facultad de

Medicina, Universidad de la República.


2 Estudiante de Licenciatura en Geografía, Facultad de Ciencias, Universidad de la

República.
3 Doctoranda en Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de

Buenos Aires.
16 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

información consta tanto de registros administrativos como denun-


cias judiciales, población consultante en servicios de atención, así
como de encuestas representativas de la población general implemen-
tadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE). A partir de esta
recopilación, se analiza la calidad de la información disponible, las po-
sibilidades de desagregación a nivel etario y regional y las potenciali-
dades y limitaciones de este material para el análisis que es aquí de in-
terés. Se busca dar cuenta de en qué medida la información disponible
habilita evaluar cómo la vivencia de situaciones de violencia constitu-
ye un factor de riesgo para la ideación e intento de suicidio por parte
de las personas jóvenes.
Esta revisión puso en evidencia el déficit de información disponi-
ble que habilite responder a uno de los objetivos de esta investigación:
analizar la violencia basada en género como factor de riesgo en adoles-
centes y jóvenes en cuatro departamentos del norte del país. Los regis-
tros administrativos se encuentran fragmentados y ofrecen pocas posi-
bilidades de realizar análisis articulados de las intervenciones estatales
en materia de salud mental y violencia. Las encuestas nacionales, por
su parte, no ofrecen datos representativos a nivel local. Dada esta
constatación, se procedió al diseño y aplicación de una encuesta auto-
administrada a jóvenes residentes en algunas localidades de nuestra
región de estudio y se entrevistó a informantes calificadas.
Se presentan aquí los resultados de esta encuesta, cuyo objetivo
fundamental es visibilizar las distintas voces de las personas adoles-
centes y jóvenes en el proceso de empoderamiento para el logro de sus
actuaciones y decisiones, promoviendo capacidades, confianza y pro-
tagonismo, a efectos de lograr un bienestar integral. La población de
estudio se conformó por adolescentes y jóvenes de entre 15 y 19 años
que asisten a centros educativos en los departamentos de Artigas, Ri-
vera, Tacuarembó y Cerro Largo. El instrumento releva vivencias de
situaciones de violencia, salud mental y conducta suicida y fue aplica-
do durante los meses de setiembre y noviembre de 2022.
Este informe se estructura en tres capítulos: el primero presenta
las principales decisiones metodológicas, el segundo ordena los resul-
tados y el tercero resume las principales conclusiones y reflexiona so-
bre sus implicancias. A su vez, cada capítulo distingue la información
relativa a cada una de las tres estrategias de investigación: 1) el releva-
Violencia basada en género como factor de riesgo | 17

miento de información disponible a nivel nacional; 2) la aplicación de


una encuesta autoadministrada a población objetivo, y 3) la realización
de entrevistas semiestructuradas a informantes clave.

1. Apuntes metodológicos

La presente investigación tiene como objetivo fundamental dar cuenta


cómo la violencia basada en género se constituye en un factor de riesgo
en salud mental y suicidio entre jóvenes y adolescentes, con particular
énfasis en cómo esta relación opera en cuatro departamentos de inte-
rés: Rivera, Artigas, Tacuarembó y Cerro Largo. Con este fin, se diseña-
ron tres estrategias de relevamiento de información: 1) relevamiento de
información disponible en organismos del Estado; 2) entrevistas a in-
formantes calificados, y 3) aplicación de una encuesta autoadministra-
da a adolescentes y jóvenes en los departamentos de interés. Se descri-
ben, a continuación, las principales características de cada estrategia.

1.1. Relevamiento de información disponible

Se realizó una búsqueda de información a través de bases de datos de


libre acceso para el año 2021 y se llevó a cabo una revisión bibliográfica
exhaustiva sobre los tres factores en estudio para la última década. De
esa forma, se obtuvieron resultados de investigaciones que abarcaban
el período prepandemia y pandemia.
Se solicitó información, a través del Sistema de Acceso a la Infor-
mación Pública, a las Unidades de Transparencia de tres organismos
gubernamentales: Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminali-
dad, del Ministerio del Interior (expediente n.º 2022-4-1-0003750); a la
Unidad de Transparencia y Acceso a la Información Pública, de la Ad-
ministración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) (expediente
n.º 2239) y al Sistema de Información de Género, del Instituto Nacional
de las Mujeres (Inmujeres) del Ministerio de Desarrollo Social (expe-
diente n.º 11336.22) que disponían de información cuantitativa acerca
de los tres ejes mencionados anteriormente (ver detalle de solicitudes
en anexo 1).4

4 Los anexos están disponibles en la versión digital de este libro.


18 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

La información recolectada se presenta mediante un análisis des-


criptivo. A la vez, a partir de la información disponible en la ENAJ apli-
cada en 2018, se ajusta un modelo de regresión logística para analizar
posibles determinantes de algunas conductas suicidas. Los microdatos
fueron analizados mediante el software estadístico Stata (versión 14).

1.2. Encuesta autoadministrada a población objetivo

Con el objetivo de relevar información sobre la vivencia y experiencias


de situaciones de violencia y percepciones sobre salud mental y suicidio
de adolescentes y jóvenes en los departamentos de Artigas, Cerro Lar-
go, Tacuarembó y Rivera se aplicó un formulario autoadministrado a
estudiantes de entre 15 y 19 años de nueve centros educativos en locali-
dades de los departamentos de interés. En total, se trabajó con 809 res-
puestas recolectadas entre los meses de setiembre a noviembre de 2022.

1.2.1. Selección de centros educativos


Los departamentos seleccionados cuentan con una variedad amplia de
instituciones educativas, las cuales se encuentran distribuidas con cri-
terios de regionalización del Consejo Directivo Central (CODICEN):
Regional Litoral Norte (que incluye el departamento de Artigas) y Re-
gional Noreste (que comprende los departamentos de Cerro Largo,
Tacuarembó y Rivera).
El criterio para la selección de los centros educativos con los que
se iba a trabajar fue elegir una institución en la capital del departa-
mento y otra localizada en la segunda ciudad más importante desde el
punto de vista de la dinámica departamental (por criterios poblaciona-
les, de desarrollo económico, acceso a servicios educativos y sanita-
rios, entre otros). Por lo tanto, quedaron incluidos nueve centros edu-
cativos: tres localizados en la Regional Litoral Norte y seis en la
Regional Noreste (dos por cada departamento que la integra).
La encuesta no buscó ser representativa del estudiantado de es-
tos centros educativos dada la ausencia de aleatoriedad en la selección
de los casos. Además, debe tenerse en consideración que el 77 % de las
personas de este tramo etario asisten a educación media en los depar-
tamentos de interés. Dentro de estos, solo un 7 % se encuentra estu-
diando en centros seleccionados (ECH, 2019). La finalidad de la en-
Violencia basada en género como factor de riesgo | 19

cuesta fue recabar información, expresada directamente por la


población objetivo, acerca de opiniones, impresiones, sensaciones y
emociones que se observaron a través de las respuestas dadas a las pre-
guntas planteadas.

1.2.2. Aspectos éticos


Previo al llenado del formulario, se solicitó un consentimiento infor-
mado, cumpliendo con los requisitos éticos de las investigaciones. Este
se solicitó expresamente, de manera concordante con el valor que le da
nuestro sistema jurídico al derecho de opinión y al ejercicio de los de-
rechos en general, en forma progresiva, de acuerdo a la capacidad de
los adolescentes y las adolescentes de nuestro país. Esto se recoge en el
artículo 8 de la ley 17.823, Código del Niño y del Adolescente,5 votado
en el Parlamento el 14 de setiembre de 2004. En este sentido, plantear
la elección de llenar el formulario brindó la posibilidad de un ejercicio
ciudadano de toma de decisión sobre algo que les atañe y comprende
directamente.
Si bien el presente proyecto tiene carácter observacional, las te-
máticas abordadas resultan movilizadoras para la población objeto de
estudio. Por lo tanto, en ese sentido, se previó que, frente a la detec-
ción de jóvenes con factores predictores de suicidio, se coordinaría
con la escuela técnica correspondiente para brindar un seguimiento
más cercano por parte de los equipos responsables de la institución. La
forma de poder identificar al estudiante o la estudiante, a nivel institu-
cional, se hizo a través de la solicitud de un número de celular como
medio de contacto en caso de ser necesario.

1.2.3. Diseño del formulario


Para el diseño del formulario (anexo 4) se pensó en un formato digital
(Formulario Google) que tuviera la posibilidad de ser difundido a tra-
vés de un enlace y ser completado por cada adolescente a través del

5 Artículo 8.º (Principio general). Todo niño y adolescente goza de los derechos in-
herentes a la persona humana. Tales derechos serán ejercidos de acuerdo a la evolución
de sus facultades, y en la forma establecida por la Constitución de la República, los ins-
trumentos internacionales, este Código y las leyes especiales. En todo caso tiene dere-
cho a ser oído y obtener respuestas cuando se tomen decisiones que afecten su vida.
20 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

celular. Si bien el uso de los teléfonos móviles y las tecnologías de la


información es hoy un tema controvertido, en la medida que se en-
tiende que es perjudicial, fundamentalmente para las personas adoles-
centes y jóvenes, ya que genera conductas adictivas, exposición en re-
des sociales, que impactan de forma negativa por su uso inadecuado
por parte de esta población6 (Echeburúa y De Corral, 2010; Muñoz-Ri-
vas, Fernández y Gámez Guadix, 2010), otros estudios destacan la im-
portancia y las ventajas que trae para esta franja etaria el uso de estos.
Chóliz (2008) y otros autores (Beranuy y Sánchez-Carbonell, 2007;
Katz y Sugiyama, 2006; Lobet-Maris, 2003; Fortunati y Magnanelli,
2002; Rodríguez, 2002) describen que el uso de los celulares otorga au-
tonomía de las personas adultas, aunque también les ofrece a estas úl-
timas la posibilidad de monitorear esos celulares y controlar su acceso
a las redes. Además, otro factor puesto en juego es el de la identidad,
prestigio e igualdad entre pares, sin importar la marca del celular, para
quienes puede llegar a ser un objeto personalizable. La velocidad con
que se desarrollan nuevas tecnologías hace que sean cada vez más
atractivas para esta población y no presentan dificultades a la hora de
aprender a manejarlas. Otro de los factores destacados es el uso de los
celulares para actividades de recreación, ocio y la incorporación de su
uso en los procesos de aprendizaje en las aulas. Por tales motivos y
dado que el llenado del formulario se realizaría en las propias escuelas
técnicas y bajo la supervisión de profesorado y adscripciones, se deci-
dió el uso de dicha herramienta.
Otro elemento importante a tener en cuenta es que, vinculado a
la temática de la conducta suicida, existe el mito que relaciona que el
hecho de difundir o hablar sobre el suicidio, los intentos de autoelimi-
nación y la ideación suicida favorecería dichas conductas. En la revi-
sión bibliográfica realizada se localizaron algunos artículos, durante el
período comprendido entre los años 2001 y 2013, que plantean un aná-
lisis acerca de si preguntar sobre el suicidio induce a la ideación de

6 Para mayor información con relación a la controversia acerca de esta temática,


UNICEF sacó una serie de recomendaciones a propósito del uso de tecnologías y panta-
llas para adolescentes y adultos. Se encuentran disponibles una serie de guías en la pági-
na web del organismo (disponible en https://www.unicef.org/uruguay/documents/
adolescentes-internet-y-redes-sociales).
Violencia basada en género como factor de riesgo | 21

este, tanto en población adolescente como general y en población de


riesgo también. Dichas investigaciones no encontraron diferencias
significativas con relación al incremento de sus pensamientos o ideas
suicidas, por el contrario, se ha visto que interrogar contribuye a la
prevención (Biddle et al., 2013; Omerov et al., 2013; Mathias et al., 2012;
Lang et al., 2010; Aseltine et al., 2007; Groot, Keijser y Neeleman, 2006;
Reynolds et al., 2006; Vaiva et al., 2006; Gould et al. 2005; Cedereke,
Monti y Öjehagen, 2002; Mościcki, 1995; Ness y Pfeffer, 1990).
El formulario se compone de diferentes bloques con preguntas a
ser respondidas de manera dicotómica (Sí/No), múltiple opción (con
escala Likert de cuatro y/o cinco opciones) y dos preguntas abiertas.
Los bloques relevan información sobre características personales,
composición familiar, condiciones socioeconómicas, vínculos inter-
personales, aspectos relacionados a ambientes violentos, salud y situa-
ción emocional.
El formulario termina con una pequeña encuesta sobre mitos
acerca del suicidio adolescente. Se sabe que los mitos son creencias fal-
sas que se expresan en diferentes personas o grupos y tienen un carác-
ter histórico social importante. Además, ejercen influencia directiva o
dinámica sobre las respuestas de los individuos ante objetos, personas y
situaciones con los que se relaciona. Son interpretaciones sin base cien-
tífica que se han agrupado en el imaginario social producto de las repre-
sentaciones que a este mismo nivel se han acumulado y se transmiten
generacionalmente (Bello Dávila y Casales Fernández, 2005; Martínez,
2017; Pérez Barrero, 2005). Estudios nacionales han demostrado la exis-
tencia de mitos con relación al comportamiento suicida en población
general y profesionales de la salud (Larrobla et al., 2017), y, dado que es a
través de la comprensión y descripción de las construcciones culturales
que se pueden comprender los procesos cognitivos y sociales que orga-
nizan las interpretaciones y respuestas para los distintos fenómenos
(Araya, 2002; Alves y De Souza Minayo, 1994), en esta investigación se
apuntó a observar la prevalencia de estos mitos en la población estudia-
da, específicamente mitos en torno al suicidio adolescente.
Se hizo una prueba piloto con 13 estudiantes en el departamento
de Cerro Largo que permitió ajustar el formulario, fundamentalmente
en palabras que no se entendían correctamente, y realizar los cambios
pertinentes. Estos 13 formularios fueron incluidos en la encuesta final.
22 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

La duración del llenado duró entre 15 y 20 minutos aproximada-


mente.

1.2.4. Procedimientos
1. Conformación del equipo de investigación y ajuste de instrumentos.
Se llevaron a cabo varias reuniones de equipo para la discusión teórica
del proyecto con el objetivo de homogeneizar los criterios, el crono-
grama de actividades y la distribución de funciones a desarrollar.
2. Revisión bibliográfica y ajustes de los instrumentos. Se realizó
una exhaustiva revisión bibliográfica sobre las temáticas a ser aborda-
das, que fue discutida ampliamente y sirvió de base para reformular
los cuestionarios. Se hizo el ajuste final de los instrumentos, la elabo-
ración final del formulario y la pauta para las entrevistas.
3. Coordinación y autorización de las instituciones participantes
en el proyecto. En esta etapa se seleccionaron centros educativos y se
localizaron a los respectivos inspectores generales regionales. Se ela-
boraron cartas presentando el proyecto y sus objetivos, así como una
explicación detallada del formulario y el procedimiento para comple-
tarlo. La finalidad de dichas cartas, con la información mencionada,
fue solicitar el aval y la autorización de los respectivos inspectores re-
gionales de cada departamento. En el correo electrónico enviado se
planteaba la posibilidad de una reunión a distancia (por Zoom) para
poder esclarecer dudas. Se tuvo con los tres inspectores reuniones a
distancia.
Una vez conseguidos los avales y autorizaciones, cada inspector
nos refirió una o varias personas referentes con quienes entrar en con-
tacto en cada centro de cada localidad. Se acordaron días de reuniones
a distancia con ellas también y se pudo coordinar, incluso, en algunos
casos, que fueran conjuntas por departamento. Ello facilitó el inter-
cambio y enriqueció la dinámica que se decidió utilizar para la aplica-
ción. Se determinó a priori, por parte de las investigadoras, que como
la aplicación se realizaría en los propios locales educativos, fueran las
direcciones, subdirecciones, secretarías y adscripciones quienes fijaran
los días y horarios por turnos de la aplicación, así como también la
modalidad. El criterio logístico adoptado fue, con permiso de los equi-
pos docentes a cargo, retirar 10 minutos antes de finalizar la clase a
quienes estuvieran comprendidos en la franja etaria de estudio, llevar-
Violencia basada en género como factor de riesgo | 23

los a un salón grande donde estuvieran cómodos y con conectividad


de ceibalita o a las salas de informática de las propias instituciones si
no tenían celular. Las investigadoras estuvieron conectadas por Zoom
para evacuar cualquier duda que surgiera. Esta modalidad se aplicó en
los diferentes turnos de cada una de las instituciones. Al finalizar cada
reunión se acordó que cada institución enviaba el calendario de fechas
en que iba a ser aplicado.
4. Análisis de los resultados y redacción del informe final.

1.2.5. Calidad de la información recabada


En total, se relevaron 843 formularios, de los cuales 34 fueron
desestimados (27 por ausencia de consentimiento para participar de la
investigación y 7 por inconsistencias en la información recolectada),
por lo que se trabajó finalmente con un total de 809 formularios. El
hecho de que apenas 27 adolescentes y jóvenes no consintieran estaría
indicando que la propuesta de relevar la propia opinión sobre las te-
máticas abordadas logró una aceptación mayoritaria.

Cuadro 1. Distribución de estudiantes según sexo y edad.


Departamentos de interés*

Grupo Asistentes UTU Encuesta Entramadas


(2019)** (%) (2022) (%)
Sexo Varones 57,1 60,4
Mujeres 43,0 39,7
Edad 15 11,6 14,3
16 17,8 24,6
17 23,7 29,8
18 30,7 20,6
19 16,1 10,7

Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Continua de Hogares-INE (2019) y


encuesta autoadministrada del proyecto Entramadas.
*Nota: Artigas, Cerro Largo, Rivera y Tacuarembó.
**Nota: No es posible identificar con precisión a todas las personas asistentes a cen-
tros UTU a partir de la Encuesta Continua de Hogares. La información corresponde a
aquellas personas asistentes a educación técnica o que tienen uno o dos años aproba-
dos en bachillerato tecnológico y asisten a educación media.
24 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

La población se encuentra levemente masculinizada y es relativa-


mente más joven en comparación al total de asistentes a los centros
educativos en estos departamentos. Sin embargo, es difícil estimar con
exactitud estos sesgos dada la ausencia de parámetros poblacionales
precisos contra los cuales contrastar los resultados de la aplicación.
Dadas las características del diseño de este estudio, las diferencias se
consideran razonables.
La población que, de manera voluntaria, decidió responder al lle-
nado del formulario se corresponde en gran medida con aquella pre-
vista como población objetivo del estudio, la cual cumple con las con-
diciones del rango de edad entre 15 y 19 años, y pertenencia a los
departamentos de Artigas, Rivera, Tacuarembó y Cerro Largo.
Las instituciones educativas seleccionadas sirvieron de platafor-
ma de implementación del formulario, el cual brinda una distribución
algo desbalanceada de jóvenes que aceptaron llenarlo acorde a su de-
partamento de residencia. Dicho desbalance puede apreciarse en el
gráfico 1, con posible origen en dos factores que pueden estar incidien-
do: 1) la diferencia poblacional de cada departamento para dicha franja
de edades, o 2) la diferencia en cantidad de centros educativos por de-
partamento en los que fue aplicado el formulario (en algunos departa-
mentos, las autoridades o las personas referentes destinadas a llevar a
cabo la implementación del formulario se negaron a realizarlo).

Gráfico 1. Distribución de estudiantes según departamento


de residencia. Departamentos de interés, 2022

35,9%
Rivera
Artigas
Cerro Largo
18,7% Tacuarembó
40,5% Otro

4,2%
0,7%
Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del
proyecto Entramadas
Violencia basada en género como factor de riesgo | 25

1.2.6. Limitaciones del estudio


a) La población objeto de estudio de la encuesta autoadministra-
da son las personas adolescentes y jóvenes que se encontraban asis-
tiendo a centros educativos en los departamentos de interés. Esto im-
plica que la información recolectada no es representativa de aquella
población no escolarizada, que vive mayores situaciones de vulnerabi-
lidad y de exposición a situaciones de riesgo, como se observará en el
apartado «Condiciones de vida de la población y participación en el
mercado de empleo» del presente informe.
b) Dada la ausencia de aleatoriedad en la selección de los casos, la
encuesta no es representativa del universo de estudio.
c) No se logró recabar toda la información solicitada a los orga-
nismos correspondientes por diferentes criterios institucionales para
su sistematización, por lo que la falta de criterios unificados pasa a ser
una limitante para cualquier investigación en estas temáticas.

1.3. Entrevistas semiestructuradas a informantes clave

Las entrevistas apuntaron a indagar sobre los aspectos vinculados di-


rectamente con la generación y gestión de la política pública en torno
a la VBG y su relación con los otros factores estudiados. La centralidad
de dichas entrevistas estuvo determinada por los profesionales entre-
vistados siguiendo una serie de variables o criterios que oficiaron de
guía, a saber: lugares de pertenencia anteriores o actuales en la gestión
de distintos gobiernos, participación directa en la gestión de estos
problemas en diferentes áreas (social, sanitaria, académica, etc.), obs-
táculos y aspectos positivos identificados en la generación de la políti-
ca pública, situación en la que se encontraba la temática al momento
de asumir el cargo y factores puestos en juego al abordar la nueva or-
ganización de los temas, cómo fue la experiencia vivida al momento
de las coordinaciones inter e intrainstitucionales y, por último, qué
mejoras entendían que se podrían implementar para la generación y
articulación de políticas públicas sobre los tres temas abordados. El di-
seño de la pauta de entrevista se puede observar en el anexo 5.
Las diferentes dimensiones oficiaron como disparadoras de la en-
trevista, respetando, en la medida de lo posible, el orden lógico estable-
cido de antemano por las investigadoras. Al comenzar las entrevistas,
26 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

se solicitó permiso para su grabación y estas se realizaron en formato


digital.
De esta forma se obtuvo, de manera directa, a través de los dis-
cursos, una mirada y evaluación tanto de la generación, gestión y fun-
cionamiento de las políticas públicas sobre las temáticas como sus ex-
periencias y expectativas con relación también al imaginario colectivo
sobre estos fenómenos. Además, intentaron captar las representacio-
nes, valores, formaciones imaginarias y afectivas, etc., dominantes de
un determinado estrato, grupo de antiguos y actuales jerarcas guber-
namentales.
Inicialmente se pensó en cinco profesionales que ocuparon luga-
res clave en gobiernos anteriores y en el actual. Por razones de tiempo
y agenda, fueron tres las personas entrevistadas.
Para esta técnica cualitativa, se desarrolló la codificación y análi-
sis de la información obtenida. En este caso la organización se hará de
acuerdo a criterios de categorización y análisis del contenido. Se en-
tiende por tal el procedimiento sistemático de conversión de textos en
formato cuantificable y tratable con técnicas de tipo estadístico (Cea
D’Ancona, 1996). Este es descrito por Glaser y Strauss (apud Valles
Martínez, 1997) como el que se usa «si el analista desea convertir datos
cualitativos a formato cuantificable […] de modo que pueda testar pro-
visionalmente una hipótesis, codifica primero los datos y luego los
analiza». Además, permite trabajar los productos de la acción humana,
volcados específicamente al estudio de las ideas y no de las palabras en
sí mismas (Marconi y Lakatos, 1999).
Con esta técnica, se trató de ampliar el abanico de las fuentes de
información y seguir alimentando los objetos de investigación y, por
ende, la comprensión del fenómeno.

2. Resultados de la investigación

2.1. Relevamiento de información disponible

2.1.1. Perfil demográfico de la población


El presente apartado realiza una caracterización sociodemográfica de
la población residente en los departamentos de Artigas, Rivera, Tacua-
rembó y Cerro Largo a partir de datos provenientes de la Encuesta
Violencia basada en género como factor de riesgo | 27

Continua de Hogares (ECH) 2019 del Instituto Nacional de Estadísti-


ca. El foco de atención se coloca en la población joven, de 17 a 24 años
de edad. Con este objetivo, se describe su peso poblacional y se carac-
teriza la composición de los hogares en que residen.
Se estima que en 2019 aproximadamente 608.495 jóvenes resi-
dían en el territorio nacional, cantidad que representa al 17,3 % de la
población. Dentro de estos, 14.262 residían en el departamento de Ar-
tigas, 20.959 en Rivera, 16.780 en Tacuarembó y 15.553 en Cerro Largo.
La proporción de jóvenes en estos departamentos se aproxima a aque-
lla observada para el total país (ver mapa 1).

Mapa 1. Porcentaje de jóvenes de 17 a 24 años sobre el total


de la población según departamento. Total país, 2019

Fuente: Elaboración propia con base en ECH (2019)


28 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

En los departamentos del interior del país, casi dos tercios de la


población joven reside en localidades urbanas de más de 5000 habi-
tantes, un 18,1 % en ciudades de menor tamaño y el restante 8,3 % en
áreas rurales. Una distribución similar se observa en los departamen-
tos de Rivera y Cerro Largo. Por su parte, Tacuarembó duplica la pro-
porción de jóvenes en zonas rurales (15,6 %) y Artigas se caracteriza por
una mayor proporción en aquellas localidades de menos de 5000 habi-
tantes (24,5 %).

Cuadro 2. Distribución de jóvenes de 17 a 24 años residentes en el interior del país


según región y departamento. Interior, 2019

Departamento Más de 5000 Menos de 5000 Rural Total


habitantes habitantes disperso

Artigas 70,1 24,5 5,4 100,0


Rivera 73,2 18,6 8,2 100,0
Tacuarembó 67,9 16,4 15,6 100,0
Cerro Largo 75,7 19,1 5,3 100,0
Total interior 73,6 18,1 8,3 100,0

Fuente: Elaboración propia con base en ECH (2019)

En el país, un 11,1 % de jóvenes son jefes, jefas o cónyuges de hogar,


proporción similar a la observada en los departamentos de interés.
La mitad de las personas jóvenes residen en hogares biparentales
con hijos/as, tanto en el conjunto del territorio nacional como en los
departamentos fronterizos de la región noreste. Un 22,5 % residen en
hogares extendidos, es decir, hogares conformados por un núcleo bi-
parental o monoparental y en el que, además, residen otros parientes
del jefe o la jefa de hogar. Los departamentos de Artigas y Tacuarembó
se caracterizan por una mayor proporción de jóvenes residiendo en
este tipo de hogares en comparación a la población total del país. En
Cerro Largo, por su parte, es mayor la proporción de hogares monopa-
rentales femeninos (18,9 % en comparación a 15,9 % en el total del te-
rritorio nacional).
Violencia basada en género como factor de riesgo | 29

Cuadro 3. Distribución de jóvenes de 17 a 24 años según tipo


de hogar y departamento. Total país, 2019

Tipo de hogar Artigas Rivera Tacuarembó Cerro Total país


Largo

Unipersonales y 2,3 3,3 4,8 2,5 4,4


parejas sin hijos

Biparentales con 50,9 56,7 48,6 54,5 51,4


hijos
Monoparental 12,4 13,9 14,1 18,9 15,9
femenino

Monoparental 1,8 2,0 1,1 2,3 2,8


masculino

Extendido 30,1 22,5 29,7 18,4 22,5


Compuesto 2,5 1,7 1,8 3,4 3,1
Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

Fuente: Elaboración propia con base en ECH (2019)

Dentro del conjunto de jóvenes que residen en hogares biparentales,


un 29,9 % viven en estructuras familiares organizadas a partir de mo-
delos tradicionales de provisión de ingresos al hogar, es decir, aquellos
en que es el varón quien participa del mercado de empleo mientras
que la mujer se dedica a la realización de trabajo no remunerado. Esta
proporción es mayor en todos los departamentos ubicados en la fron-
tera este del país, 41,6 % de jóvenes residentes en Tacuarembó viven en
este tipo de hogares, 40,4 % de quienes residen en Rivera, 37,3 % en
Cerro Largo y 36,5 % en Artigas. Como contraparte, la proporción de
jóvenes residentes en hogares con otros modelos de provisión —como
hogares tradicionales modificados (en que las mujeres participan del
mercado de empleo con menor carga horaria del varón), hogares de
doble carrera (en que ambos participan por igual) o de inversión de
roles (en que la mujer participa en mayor medida del mercado de em-
pleo)— es menor que en el resto del país.
30 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Cuadro 4. Distribución de jóvenes de 17 a 24 años en hogares biparentales según


modelo de proveedor/a. Total país, 2019

Modelo de Artigas Cerro Rivera Tacuarembó Total


proveedor/a Largo país

Tradicional 36,5 37,3 40,4 41,6 29,9


Tradicional
20,8 25,0 23,3 17,0 22,7
modificado
Doble carrera 27,2 21,8 23,3 24,3 30,9

Inversión de roles 5,9 6,6 4,5 5,4 6,3


Inversión de roles
3,0 1,2 3,5 2,8 4,4
modificado
Residual 6,7 8,1 5,0 8,9 5,9

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

Fuente: Elaboración propia con base en ECH (2019)

2.1.2. Condiciones de vida y participación en el mercado de empleo


Las condiciones de vida de la población son heterogéneas en el
territorio nacional. Este apartado procura evidenciar esta disparidad a
partir de algunos indicadores de satisfacción de necesidades básicas y
acceso al mercado de empleo de la población en general, con particu-
lar énfasis en jóvenes.
Un 20,2 % de las personas vivía en hogares con necesidades bási-
cas insatisfechas (NBI) en 2019. Esta proporción es mayor en los de-
partamentos ubicados al norte del río Negro en comparación con
aquellos que se encuentran al sur (mapa 2). Esta desigualdad se acen-
túa en el caso de la población joven de 17 a 24 años, dentro de estos, el
porcentaje de personas que residen en hogares con NBI es 26,4 %. Son
quienes residen al norte del territorio nacional los que presentan ma-
yores niveles de vulnerabilidad socioeconómica observada a partir de
este indicador. En Artigas, 35,6 % de jóvenes residen en hogares con
NBI, 32,8 % en Rivera, 34,8 % en Tacuarembó y 32,6 % en Cerro Largo.
Una importante proporción de jóvenes de 17 a 24 años participan
activamente del mercado de empleo (43,2 %). Sin embargo, su acceso y
niveles de desempleo son menores con relación al conjunto de la pobla-
Violencia basada en género como factor de riesgo | 31

Mapa 2. Porcentaje de población con necesidades básicas insatisfechas según


departamento. Total país, 2019

Fuente: Elaboración propia con base en ECH (2019)

ción activa. La tasa de empleo de las personas jóvenes, en 2019, era 31,2 %
(en comparación a 56,7 % en el conjunto de la población) y de desem-
pleo, 27,7 % (en comparación a 8,9 % en el conjunto de la población).
Los indicadores de participación de jóvenes en el mercado de em-
pleo en los departamentos de interés distan de aquellos observados
para el conjunto del territorio nacional. En los cuatro casos, la partici-
pación en el mercado es menor al resto del país, tanto la proporción de
quienes buscan y/o trabajan como de quienes efectivamente lo hacen.
Tres departamentos tienen menores tasas de desempleo con relación
al conjunto del territorio nacional (Artigas, Cerro Largo y Rivera). Sin
embargo, Tacuarembó presenta en esta población una tasa de desem-
pleo más alta con relación al resto del país.

2.1.3. Asistencia al sistema educativo


Casi dos tercios de la población de entre 17 y 24 años de edad asis-
te al sistema educativo en Uruguay. Esta proporción es relativamente
más baja en los departamentos ubicados en la frontera este del país.
Dentro de los departamentos de interés, Rivera es el que presenta la
menor proporción de jóvenes asistiendo al sistema educativo formal
(57,8 %).
32 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Cuadro 5. Tasas de actividad, empleo y desempleo según departamento.


Total país, 2019

Indicador Artigas Cerro Rivera Tacuarembó Total


Largo país

Total país
Tasa de actividad 58,4 % 52,6 % 58,6 % 54,4 % 62,2 %
Tasa de empleo 54,2 % 49,5 % 54,0 % 49,4 % 56,7 %
Tasa de desempleo 7,2 % 5,8 % 7,9 % 9,1 % 8,9 %
Jóvenes de 17 a 24 años
Tasa de actividad 34,9 % 29,5 % 35,4 % 36,7 % 43,2 %
Tasa de empleo 26,5 % 23,6 % 27,0 % 25,2 % 31,2 %
Tasa de desempleo 24,1 % 19,9 % 23,7 % 31,3 % 27,7 %

Fuente: Elaboración propia con base en ECH (2019)

El porcentaje de asistencia es más alto entre quienes están en edad de


asistir a educación media (73,9 %) que entre quienes podrían estar cur-
sando educación terciaria (41,9 %). La brecha de asistencia de los de-
partamentos de interés con los valores alcanzados en el total país es
más alta en el segundo caso.

Cuadro 6. Porcentaje de jóvenes que asisten al sistema educativo


según tramo de edad y departamento. Total país, 2019

Departamento De 17 a 18 años De 19 a 24 años Total


Artigas 70,1 36,9 61,0
Cerro Largo 70,3 32,9 61,1
Rivera 69,1 33,6 57,8
Tacuarembó 70,8 38,5 60,6
Total país 73,9 41,9 62,4

Fuente: Elaboración propia con base en ECH (2019)

La asistencia al sistema educativo presenta importantes desigualdades


en función del nivel de ingresos de los hogares. En el total país, mien-
tras que un 28 % de quienes residen en los hogares del tercer al quinto
Violencia basada en género como factor de riesgo | 33

quintil no asisten, un 43 % de aquellos de los quintiles más pobres no


lo hacen. Si bien los niveles de asistencia son menores en los departa-
mentos de interés, las brechas entre los quintiles más bajos y aquellos
más altos también se amortiguan en esta región.

Cuadro 7. Porcentaje de jóvenes de 17 a 19 años que no asisten al sistema


educativo según quintil de ingreso y departamento. Total país, 2019

Quintil Artigas Cerro Largo Rivera Tacuarembó Total


de ingreso

Q1 y Q2 40 39 44 41 43

Q3, Q4 y 35 36 31 30 28
Q5

Fuente: Elaboración propia con base en ECH (2019)

2.1.4. Violencia basada en género


La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discrimi-
nación Contra la Mujer (CEDAW) es la principal herramienta interna-
cional para promover la igualdad entre varones y mujeres. En 1981,
Uruguay ratificó la CEDAW y aprobó su protocolo facultativo en 2001.
Además, en 1996 ratificó la Convención de Belém do Pará de 1994. Así,
se compromete al desarrollo de instrumentos para el cuidado y la de-
fensa de los derechos de las mujeres, con el fin de erradicar toda forma
de violencia hacia ellas, ya sea física, sexual o psicológica, tanto en el
espacio público como en el privado. En 2017, el Parlamento uruguayo
aprobó la Ley N.º 19.580 de Violencia hacia las Mujeres Basada en Gé-
nero que la define de la siguiente manera: «La violencia basada en gé-
nero es una forma de discriminación que afecta, directa o indirecta-
mente, la vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual,
económica o patrimonial, así como la seguridad personal de las muje-
res» (artículo 4).
Existen dos tipos de información en Uruguay que habilitan a rea-
lizar un diagnóstico de la prevalencia y vivencias de situaciones de vio-
lencia basada en género por parte de las mujeres en el país: encuestas
nacionales y registros administrativos de diversos organismos del Es-
tado (denuncias, procesos judiciales y consultas en servicios de aten-
34 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

ción). Las primeras resultan insumos fundamentales para cuantificar


la prevalencia y contar con información representativa del conjunto
de la población. Los antecedentes en esta materia poseen como princi-
pal limitación la imposibilidad de contar con información desagregada
a nivel departamental dadas las características de los diseños muestra-
les. El segundo tipo de información se encuentra orientado a la ges-
tión de políticas públicas —tanto de atención como de judicialización
de los casos— en esta materia. Por esta razón, si bien son útiles para
conocer las características de la intervención que realiza el Estado, los
datos se encuentran sectorizados y no están orientados a la construc-
ción de información de carácter estadístico.
El presente apartado sistematiza y caracteriza la información ofi-
cial disponible en esta materia. Se procura identificar los niveles de
desagregación territorial y etaria, así como el alcance y las limitaciones
de cada fuente.

Encuestas nacionales

Las encuestas de prevalencia de la violencia basada en género y gene-


raciones son el principal insumo para estimar la violencia contra las
mujeres en el país. Si bien existen un conjunto de registros adminis-
trativos que reportan información sobre denuncias y consultas en la
materia, no todas las mujeres que enfrentan este tipo de situaciones
acuden a servicios especializados o a procedimientos legales para efec-
tuar la denuncia. Por lo cual, contar con estudios nacionales con re-
presentatividad estadística habilitaría conocer parte de la cifra oculta
en los registros oficiales (CNC, 2020). A la fecha, se han realizado dos
aplicaciones de esta encuesta en Uruguay, en 2013 y 2019. En 2019, el
trabajo fue coordinado por un equipo del Observatorio sobre Violen-
cia Basada en Género hacia las Mujeres y ejecutado por el Instituto
Nacional de Estadística. Se sistematizan aquí los principales resulta-
dos publicados en el informe oficial que presentan información desa-
gregada por tramos de edad.
En 2019, más de tres cuartos (76,7 %) de las mujeres de 15 años y
más que residen en Uruguay reportan situaciones de violencia basada
en género en algún momento de la vida. Esta prevalencia aumenta cua-
tro puntos porcentuales respecto a la reportada en la medición de 2013.
Violencia basada en género como factor de riesgo | 35

El gráfico 2 muestra cómo a medida que aumenta la edad de las


personas disminuye la declaración de vivencias de situaciones de vio-
lencia basada en género. La dimensión temporal para el análisis de la
victimización es central en la interpretación de resultados. La recorda-
ción de una situación pasada o el momento de la vida en que aconte-
ció un evento complejizan el análisis de la relación existente entre la
edad y la declaración del hecho. A medida que el tiempo transcurre, la
recordación de un evento puede disminuir. Sin embargo, la probabili-
dad de haber experimentado estas situaciones durante el transcurso
de la vida aumenta. Ambas consideraciones conducen a la necesidad
de abordar el problema considerando también las vivencias ocurridas
en períodos más acotados del tiempo, como el último año. Si bien la
proporción del conjunto global de mujeres que vivieron este tipo de
situaciones no se encuentra desagregado según edad para este período
de referencia, el análisis comparado en distintos ámbitos presenta re-
sultados de interés.

Gráfico 2. Porcentaje de mujeres mayores de 15 años que vivieron situaciones


de VBG a lo largo de la vida. Total país, 2019

18,8 16,0 18,0


25,7 23,3
37,4

81,2 84,0 82,0


74,3 76,7
62,6

15 a 18 19 a 29 30 a 49 50 a 64 65+ Total

Sí No

Fuente: Sistema de Información de Género, Inmujeres-MIDES con base en SENPVBGG


2019 (CNC, 2020).

La encuesta organiza el relevamiento de situaciones de violencia en


distintos ámbitos de la vida de las mujeres: social, educativo, laboral,
familiar y pareja o expareja. El cuadro 8 muestra los niveles de preva-
36 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

lencia de la VBG en los distintos ámbitos según tramo de edad para dos
períodos de referencia temporal: toda la vida y los últimos 12 meses.
Los mayores niveles de prevalencia se observan en el ámbito so-
cial, que refiere a aquellas situaciones de violencia psicológica, física o
sexual ocurridos en espacios públicos (la calle, medios de transporte,
lugares de esparcimiento, servicios de salud, entre otros). A medida
que aumenta la edad de las personas, disminuyen los niveles de preva-
lencia de violencia en estos espacios, tanto a lo largo de toda la vida
como, fundamentalmente, al considerar aquellos episodios ocurridos
en el último año. Este hecho puede indicar un mayor ejercicio de este
tipo de violencia basada en género hacia las mujeres más jóvenes.
La violencia en espacios educativos también es más frecuente en-
tre adolescentes y jóvenes, por ser quienes asisten a estos espacios en
mayor proporción. Lo mismo ocurre en el caso de la violencia en el
espacio laboral, más usual entre las mujeres de edad media, quienes se
encuentran ocupadas en mayor proporción.
La violencia ejercida por parte de la familia durante la infancia es
declarada en mayor proporción por las mujeres en edad media, de 50 a
64 años. Sin embargo, aquella ejercida por la familia actual es vivencia-
da en mayor medida por aquellas mujeres menores de 30 años.
Finalmente, la vivencia de violencia por parte de parejas o expa-
rejas es aquella que presenta menor variabilidad en función de la edad
de las personas. Aun así, hay diferencias relevantes según tramo. Las
mujeres entre 30 y 49 años son aquellas que declaran haber vivido al-
guna situación de violencia en mayor proporción a lo largo de la vida.
Sin embargo, a medida que aumenta la edad de las personas disminu-
ye la proporción de quienes la han vivido en el último año. Aunque de
forma más atenuada que en otros ámbitos de la vida, la vivencia de
este tipo de situaciones es más frecuente entre las mujeres más jóve-
nes en comparación con las mayores.
La Encuesta Nacional de Adolescencia y Juventud (ENAJ) es un
instrumento desarrollado para el diseño de diversas políticas públicas
orientadas a adolescentes y jóvenes. A partir de él, se releva informa-
ción de diversa índole sobre la vida de estas personas (educación, tra-
bajo, constitución del hogar, recreación y tiempo libre, salud, sexuali-
dad, entre otras). Su primera edición fue en 1990, se llevó a cabo por la
Dirección General de Estadísticas y Censo, pero recién a partir de
Violencia basada en género como factor de riesgo | 37

Cuadro 8. Porcentaje de mujeres que vivieron situaciones de violencia basada


en género según ámbito y tramo de edad en los últimos 12 meses
y durante toda la vida. Total país, 2019

Vivencia de VBG 15 a 18 19 a 29 30 a 49 50 a 64 65+ Total


Ámbito educativo
Toda la vida 29,6 22,3 14,7 8,7 2,2 13,4
Últimos 12 meses 22,1 6,0 3,5 0,8 0,0 9,0
Ámbito social
Toda la vida 72,3 69,1 60,6 49,5 30,2 54,4
Últimos 12 meses 64,5 43,2 19,3 7,9 3,0 21,1
Ámbito laboral
Toda la vida 6,4 18,4 23,6 17,4 8,4 17,9
Familia
Durante la infancia 37,6 35,2 39,5 42,1 29,6 37,1
Actual 23,4 26,6 21,3 12,8 10,3 18,4
Pareja o expareja
Toda la vida 44,3 50,2 54,8 43,3 36,0 47,0
Últimos 12 meses 27,2 25,6 21,7 13,4 10,1 19,5

Fuente: Sistema de Información de Género, Inmujeres-MIDES con base en SENPVBGG


2019 (CNC, 2020).

2008 se comenzó a aplicar con regularidad quinquenal en la órbita del


Instituto Nacional de la Juventud (INJU), junto con el INE. La última
edición —aplicada en 2018— presentó algunos cambios importantes
en su diseño: amplió el rango etario hasta los 35 años (en las ediciones
anteriores era de 12 a 29 años) y el muestreo incorporó las localidades
de menos de 5000 habitantes. Además, y de interés para este informe,
incluye una batería de preguntas sobre situaciones vividas de violencia
psicológica, física, sexual y económica. El muestreo es representativo
de personas sin distinción de sexo y/o género, por lo cual resulta útil
para comparar indicadores similares entre varones y mujeres en este
tramo etario. Se presentan aquí los principales indicadores de este
módulo publicados por el INJU (2020).
Casi siete de cada diez jóvenes vivieron alguna de las situaciones
de violencia relevadas en la ENAJ en algún momento de la vida. Las
38 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

mujeres declaran haberse sentido expuestas en mayor medida que los


varones. La proporción de vivencias declaradas aumenta a medida que
lo hace la edad y los niveles de ingreso. También, la población monte-
videana declara estas experiencias en mayor medida que quienes viven
en otros departamentos del país.
Al comparar los niveles de prevalencia según sexo se observan di-
ferencias relevantes en función del tipo de violencia vivida. En este
sentido, los varones declaran haber experimentado situaciones de vio-
lencia física en mayor medida que las mujeres. Las segundas, por su
parte, vivieron en mayor medida violencia psicológica y, fundamental-
mente, violencia de tipo sexual.
En todos los casos, la declaración de vivencia de estas situaciones
aumenta a medida que lo hace la edad, probablemente debido a que
también aumenta la probabilidad de haberlas experimentado a lo lar-
go de los años. Las vivencias también aumentan a medida que lo hace
el nivel socioeconómico en cada uno de los indicadores relevados. La
interpretación de esta situación es más compleja y la evidencia es esca-
sa. Sin embargo, no se puede descartar que estas diferencias no estén
asociadas al diseño del instrumento. El modo en que se significan los
términos empleados en la formulación de las preguntas, e incluso los
modos de interpretación de las propias experiencias vivenciadas, pue-
den diferir entre personas de distintos niveles socioeconómicos.

Servicios de atención del Ministerio de Desarrollo Social

Los servicios de atención a mujeres en situación de VBG implementados


por el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) del Ministerio de
Desarrollo Social (MIDES) brindan atención psicosocial, asesoramiento
y patrocinio legal a mujeres de 18 años o más que viven o han vivido si-
tuaciones de violencia doméstica por parte de su pareja o expareja. Ade-
más, reciben, orientan y ofrecen una primera respuesta a situaciones de
trata de mujeres con fines de explotación sexual, acoso sexual laboral y
otras formas de VBG, para efectuar una derivación acorde al caso. Inclu-
yen la atención a mujeres que están en el Programa Tobilleras.
Durante el año 2021, 3602 mujeres ingresaron en los servicios de
atención del Inmujeres. Dentro de estas, un 14 % tiene entre 18 y 24 años
de edad. La tasa de mujeres jóvenes atendidas cada 1000 habitantes de
Cuadro 9. Porcentaje de jóvenes que vivieron alguna situación de violencia según sexo, tramo de edad, quintil
de ingresos y región de residencia. Total país, 2018
Grupo ¿Alguien te ¿Alguien ¿Alguien te ¿Fuiste víctima ¿Te ofendieron ¿Sentiste ¿Tocaron
quitó algo sin te quitó golpeó tan de violencia con frases o miedo de tu cuerpo sin
que te dieras algo con fuerte que psicológica? palabras obsce- sufrir ataque tu consenti-
cuenta? violencia? te causó nas de tipo sexual? miento?
lesiones? sexual?
Total 33,3 21,7 14,8 31,3 24,7 19,1 14,6
Sexo
Varones 36,2 24,8 20,5 28,5 13,9 1,9 8,3
Mujeres 30,1 18,4 8,8 34,2 36,0 37,1 21,1
Tramo de edad
12 a 13 años 16,1 3,8* 5,6 17,6 5,5 9 4
14 a 17 años 24,0 9,7 10,5 26,9 18,6 16,5 9,8
18 a 24 años 35,5 22,2 13,8 33,1 27,6 21,6 16,7
25 a 29 años 39,0 33,1 20,8 32,6 26,1 17,5 15,9
30 a 35 años 45,4 29,7 19,1 34,5 28,3 18,1 16,0
Quintil de ingresos
Q1 26,8 13,7 16,2 25,1 18,5 18,0 7,6
Q2 31,5 17,1 14,5 31,5 23,3 18,4 13,9
Q3 34,8 23,4 13,7 32,4 24,3 19,4 14,0
Q4 38,5 29,4 14,6 34,5 29,3 17,8 19,5
Q5 38,3 32,5 13,1 36,0 29,8 22,1 22,3
Región
Montevideo 37,9 37,9 16,2 33,8 28,0 20,7 18,4
Localidades de más de 5000 hab. 32,1 13,4 14,8 31,5 23,5 18,8 13,7
Localidades urbanas de menos 25,5 6,2 11,6 25,1 20,2 16,0 7,9
de 5000 hab.
Violencia basada en género como factor de riesgo | 39

Fuente: INJU (2020)


* Nota: valores estimados a partir de menos de 30 casos muestrales
40 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

este tramo etario es particularmente alta en el departamento de Artigas


(7,3). Estos valores alcanzan a 4,2 consultantes por cada 1000 mujeres de
entre 18 y 24 años en el departamento de Tacuarembó, 4,2 en Cerro Lar-
go y 3,7 en Rivera (mapa 3). Es importante destacar que esta información
no es indicativa de los niveles de prevalencia de la violencia en los de-
partamentos, sino de la respuesta brindada por los servicios estatales a
la población que se encuentra en esta situación a nivel territorial.

Mapa 3. Cantidad de nuevas mujeres de 18 a 24 años atendidas en los servicios


de atención a mujeres en situación de VBG cada 1000 mujeres. Total país, 2021

Fuente: Elaboración propia con base en registros administrativos, Sistema de Infor-


mación de Género (Inmujeres-MIDES) y proyecciones de población del INE

Servicios de atención de la Administración


de los Servicios de Salud del Estado

La Unidad de Violencia basada en Género y Generaciones (VBGG) de


los servicios de la Administración de los Servicios de Salud del Estado
(ASSE) sistematiza la información sobre atención de personas que vi-
ven VBGG a partir de dos fuentes de información: el Sistema de Ges-
tión de Consultas y la Historia Clínica Electrónica Ambulatoria.
Violencia basada en género como factor de riesgo | 41

El Sistema de Gestión de ASSE permite cuantificar la cantidad de


consultas de quienes efectivamente asisten, según edad, especialidad y
departamento. El mapa 4 muestra la tasa de consultas en psicología y
psiquiatría en las Unidades Asistenciales de ASSE de mujeres de 18 a
24 años cada 1000 habitantes en 2021. A partir de este se observa una
mayor tasa de asistencia a especialistas en psicología en los departa-
mentos ubicados al sur del río Negro.

Mapa 4. Cantidad de consultas de mujeres de 18 a 24 años en especialidades


de psicología y psiquiatría cada 1000 mujeres. Total país, 2021

Fuente: Elaboración propia con base en registros administrativos, Sistema de Gestión


de Consultas (ASSE) y proyecciones de población del INE

La Historia Clínica Electrónica permite hacer búsquedas de palabras


clave en los campos de diagnóstico completados por cada médico o
médica en sus consultas. De este modo, permite conocer de forma
agregada la cantidad de consultas en las que aparecen términos como
«violencia de género» o «violencia doméstica» y desagregar esta infor-
mación de acuerdo a datos demográficos de las personas usuarias. El
mapa 5 presenta la tasa de cantidad de consultas médicas de mujeres
de 14 a 24 años, tanto de urgencia como coordinadas, en que el perso-
nal médico registró la expresión «violencia de género» (entre otras
terminologías asociadas7) en su descripción de diagnóstico.

7 Los servicios de ASSE no aclaran cuál es la terminología asociada que orientó el

patrón de búsqueda.
42 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Es importante señalar que la información brindada por ASSE no


presenta como unidad de análisis las personas atendidas, sino la canti-
dad de consultas realizadas. En este sentido, una misma persona pudo
haber sido atendida en más de una instancia. Ambos indicadores dan
cuenta, por un lado, de ciertos niveles de atención a las mujeres en es-
pecialidades vinculadas a la salud mental en cada departamento. Por
otro lado, de la frecuencia con que el personal médico realiza anota-
ciones asociadas utilizando conceptos como violencia de género. Sin
embargo, no habilita profundizar en los contextos, motivos y sentidos
por los cuales el término ha sido utilizado para describir una situación
y cuáles son las características de esta.

Mapa 5. Cantidad de consultas de mujeres de 18 a 24 años por temas asociados


a violencia basada en género cada 1000 mujeres. Total país, 2021

Fuente: Elaboración propia con base en registros administrativos, Historia Clínica


Electrónica (ASSE) y proyecciones de población del INE
Nota: ASSE se encuentra en plena etapa de expansión de sus Sistemas de HCE, por
lo que no se descarta la posibilidad de que alguna Unidad Asistencial no esté repre-
sentada.
Violencia basada en género como factor de riesgo | 43

Sistema de Gestión de Seguridad Policial (SGSP)

El Observatorio de Violencia y Criminalidad es la oficina encargada de


procesar y analizar la información sobre violencia y criminalidad que
produce el Ministerio del Interior (MI). La División de Políticas de Gé-
nero es responsable de aportar al diseño, evaluación y monitoreo de
políticas institucionales con perspectiva de género en esta misma ins-
titución. Ambas oficinas han trabajado de forma conjunta para la ge-
neración de información e indicadores que habiliten diagnosticar la
situación en materia de VBG a partir del Sistema de Gestión de Seguri-
dad Pública (SGSP). Dado que la finalidad de dicho sistema responde a
necesidades propias de la gestión del Ministerio, la información que
allí se ingresa se encuentra clasificada a partir de criterios relativos o
asociados a las tipificaciones penales de delitos o faltas.
El Ministerio del Interior reporta de manera periódica informa-
ción sobre denuncias y delitos a nivel país (homicidios, hurtos, rapi-
ñas, violaciones, violencia doméstica, entre algunos otros). Sin embar-
go, no presenta información desagregada a nivel departamental o
tramo etario en la mayoría de los casos, en particular sobre aquellos
delitos asociados a situaciones de VBG. Aun así, posee algunas publi-
caciones temáticas de interés. Entre ellas, se destacan dos trabajos de
caracterización de homicidios a mujeres (MI, 2017; MI y MIDES, 2019).
El último se titula Femicidios en Uruguay. Análisis para la homogeneiza-
ción de criterios y su categorización, realizado de forma conjunta con
Inmujeres. Este informe procura operacionalizar el concepto de femi-
cidio establecido en el Plan de Acción 2006-2019, que entiende esta ma-
nifestación de la violencia como el «asesinato de mujeres por su con-
dición de tales», a partir de la información disponible en el país.
En 2018 se registraron 414 homicidios, de los cuales 56 fueron a
mujeres. Dentro de estos últimos, 30 fueron definidos como femici-
dios. El mapa 6 presenta la tasa de femicidios por departamento. En
Cerro Largo es donde existe la mayor tasa de muerte de mujeres por
femicidio en el país en el período 2012-2018. Artigas se ubica entre
aquellos con niveles más bajos (0,7), mientras que Rivera (1,9) y Tacua-
rembó (2,3) alcanzan valores intermedios.
A través de información brindada por el Ministerio del Interior,
se observa que en el trienio 2019-2021, a nivel país, la cantidad de de-
44 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

nuncias por violencia doméstica y otros delitos asociados se ha mante-


nido relativamente estable, cercana a los 40.000 casos (cuadro 10).

Mapa 6. Tasa de femicidios cada 100.000 mujeres por departamento.


Total país, 2012-2018

Fuente: MI y MIDES (2019)

Al comparar este indicador entre departamentos en función de la can-


tidad de mujeres que en ellos residen se observa que las tasas oscilan
entre las 170 y 440 denuncias cada 100.000 habitantes durante el año
2021. El departamento con mayores tasas de denuncias lo representa
Lavalleja, mientras que el menor es Canelones.
Los homicidios a mujeres representan la expresión más brutal de
las consecuencias que pueden derivar de situaciones de violencia basa-
da en género. Durante el período 2019-2021, 23 mujeres fueron asesi-
nadas por estos motivos en promedio anual. Casi un cuarto de los ho-
micidios (23 %) fueron a mujeres adolescentes y jóvenes de entre 13 y
24 años.
Violencia basada en género como factor de riesgo | 45

Cuadro 10. Casos de violencia doméstica y asociados* por departamento, 2019-


2021. Todo el país (1 de enero al 31 de diciembre de cada año)

Departamento 2019 2020 2021


Artigas 988 959 980
Canelones 6330 5969 5504
Cerro Largo 902 847 951
Colonia 1355 1155 1304
Durazno 850 912 957
Flores 385 499 433
Florida 863 777 731
Lavalleja 1302 1308 1156
Maldonado 1563 1944 2431
Montevideo 14162 13812 13628
Paysandú 1991 2215 1917
Río Negro 992 892 860
Rivera 1289 1355 1458
Rocha 1065 1013 1116
Salto 1726 1484 1701
San José 1749 1771 1738
Soriano 957 929 1059
Tacuarembó 1340 1284 1210
Treinta y Tres 581 660 649
Total 40390 39785 39783

Fuente: SGSP - Ministerio del Interior


* Nota: Se tienen en cuenta aquellas otras figuras delictivas como amenazas, lesiones,
abuso sexual, entre otras, que se enmarcan en un contexto de violencia doméstica
46 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Mapa 7. Tasa de denuncias por violencia doméstica y asociados cada 100.000


mujeres por departamento. Total país, 2021

Fuente: SGSP - Ministerio del Interior

El Ministerio del Interior reporta para el período 2019-2021 un total de


seis homicidios a mujeres de entre 13 y 24 años de edad en 2019, tres en
2020 y seis en 2021. El cuadro 12 presenta aquellos departamentos
donde se registraron dichos homicidios.
Violencia basada en género como factor de riesgo | 47

Cuadro 11. Cantidad de homicidios a mujeres por VBG por departamento,


2019-2021. Todo el país (1 de enero al 31 de diciembre de cada año)

Departamento 2019 2020 2021


Artigas 4 0 1
Canelones 0 2 6
Cerro Largo 1 0 1
Colonia 0 0 0
Durazno 0 1 0
Flores 0 0 0
Florida 3 2 0
Lavalleja 0 0 1
Maldonado 0 2 1
Montevideo 10 7 9
Paysandú 1 0 2
Río Negro 0 0 1
Rivera 1 2 0
Rocha 1 1 0
Salto 0 1 1
San José 3 0 0
Soriano 0 1 0
Tacuarembó 0 1 3
Treinta y Tres 1 0 0
Total 25 20 26

Fuente: SGSP - Ministerio del Interior

Si se tienen en cuenta los homicidios en que el autor, luego de acome-


ter el hecho, se suicidó, se observa que esto ocurre en un 42 % de los
casos en 2021, valor levemente superior al registrado en 2019 y 2020
(donde se registran un 32 y 35 %, respectivamente).
Se destaca que, para la franja etaria de 13 y 24 años, la cantidad de
homicidios por VBG, cuyo autor posteriormente se suicidó, para igual
período que los datos anteriores, solamente fue un caso en 2019 (de-
partamento de Florida) y dos casos en 2021 (departamentos de Cerro
Largo y Paysandú) (SGSP, 2022).
48 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Cuadro 12. Cantidad de homicidios a mujeres por VBG entre 13 y 24 años según
departamento, 2019-2021 (1 de enero al 31 de diciembre de cada año)

Departamento 2019 2020 2021


Artigas 1 0 0
Canelones 0 1 0
Cerro Largo 1 0 1
Florida 1 0 0
Maldonado 0 0 1
Montevideo 1 1 1
Paysandú 0 0 1
Rivera 0 1 0
Salto 0 0 1
San José 1 0 0
Tacuarembó 1 0 1
Total 6 3 6

Fuente: SGSP - Ministerio del Interior

Cuadro 13. Cantidad de homicidios a mujeres por VBG con posterior suicidio
del autor por departamento, 2019-2021 (1 de enero al 31 de diciembre de cada año)

Departamento 2019 2020 2021


Artigas 1 0 1
Canelones 0 1 4
Cerro Largo 0 0 1
Florida 1 1 0
Maldonado 0 1 0
Montevideo 5 2 1
Paysandú 1 0 2
Rivera 0 1 0
Rocha 0 1 0
Tacuarembó 0 0 2
Total 8 7 11

Fuente: SGSP - Ministerio del Interior


Violencia basada en género como factor de riesgo | 49

Anuarios del Poder Judicial

La División Planeamiento y Presupuesto del Poder Judicial, a tra-


vés de su Departamento de Estadísticas, publica estudios anuales rela-
tivos a los procesos judiciales concluidos durante cada año. En materia
de VBG, reporta información referida a la ley 17.514 de violencia do-
méstica. Por otra parte, esta oficina reporta un informe anual sobre los
procesos infraccionales concluidos en los juzgados letrados penales
durante cada año. A partir de estos informes es posible conocer parti-
cularidades de los procesos penales como duración, penas, algunas ca-
racterísticas sociodemográficas de las personas encausadas para el
caso de los delitos tipificados.

Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia


contra la Violencia (SIPIAV)

El último informe del SIPIAV (2021) acerca de su gestión para el


año 2021, pospandemia, presenta datos alarmantes con relación a la
situación de maltrato y violencias registradas por la institución en ni-
ñas, niños y adolescentes (NNA) en Uruguay. En este informe se ob-
serva un aumento sostenido en el registro de intervenciones de dicha
institución, lo cual se presenta en el gráfico 3.

Gráfico 3. Distribución de situaciones de violencia registradas en SIPIAV (2021)

8000

7000

6000

5000

4000

3000

2000

1000

0
2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020 2021
50 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

En cuanto a la discriminación por sexo predominan las interven-


ciones en situaciones de violencia a NNA en el sexo femenino que en
el masculino, dato que se observa en el gráfico 4.

Gráfico 4. Distribución de situaciones de violencias hacia NNA


por sexo y tramos etarios, 2021

DISCRIMINACIÓN POR SEXOS DISCRIMINACIÓN POR TRAMOS ETARIOS


18 y más años
19%
F M NN menores
55% 45% 13 a 17 años de 5 años
56%
6 a 12 años NN menores

4 a 5 años

0 a 3 años

0% 10% 20% 30% 40%

Fuente: SIPIAV (2021)

En cuanto a la discriminación del tipo de violencia ejercida, el mayor


porcentaje se localiza en la violencia emocional (37 %), seguida de la
negligencia (24 %), en tercer lugar, el abuso sexual (20 %), en cuarto
lugar, el maltrato físico (17 %) y, por último, la explotación sexual (2 %).
Dichos datos se presentan en el gráfico 5.
Con base en estos datos, la institución relevó la capacidad de
NNA para visualizar las diferentes situaciones de violencia que viven.
Se identificó que un alto porcentaje (65 %) de NNA naturalizan las si-
tuaciones de violencia vividas: apenas uno de cada tres NNA consiguen
visualizarla. Los porcentajes descritos se presentan en el gráfico 6.
Según la visualización por sexo y tipos de violencia, el siguiente gráfico
de la institución presenta las distribuciones respectivas, datos que se
muestran en el gráfico 7.
Violencia basada en género como factor de riesgo | 51

Gráfico 5. Distribución del tipo de violencia hacia NNA, 2021


ESC
2%

TIPOS DE VIOLENCIA Maltrato emocional


37% Negligencia
REGISTRADOS 24%

VIOLENCIAS SEXUALES
prevalencia del sexo femenino

87% SITUACIONES DE ESC


son NA mujeres

76% SITUACIONES DE ASI


son NA mujeres Abuso sexual
20%

Maltrato físico
17%
Fuente: SIPIAV (2021)

Gráfico 6. Distribución según se visualizan o no situaciones de violencia


por parte de NNA, 2021

35%

65%

Fuente: SIPIAV (2021)


52 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Gráfico 7. Distribución de la visualización de situaciones de violencia por parte


de NNA según sexo y tipo de violencia ejercida sobre ellos, 2021
100%

90% 82%
Negligencia
18%
80%
No
55%
70% visualiza No Maltrato físico
45%
60% visualiza
60% 72%
Maltrato emocional 69%
50% 31%

40%
Explotación sexual 67%
30% 33%

20% Visualiza
40% Visualiza 43%
Abuso sexual
10% 28% 57%

0%
Femenino Masculino No Visualiza Visualiza

Fuente: SIPIAV (2021)

2.1.5. Salud y salud mental


El cambio de siglo estuvo signado por grupos académicos y de la socie-
dad civil que fueron capaces de cuestionar los paradigmas imperantes
hasta el momento. El resultado de ello fue producto de la problemati-
zación de las distintas miradas que tenían como objeto de estudio el
campo sanitario (economía, sociología, salud, antropología, etc.). Esto
puso en evidencia la desconexión de las disciplinas y la necesidad de
modificar tal situación. El diálogo entre ellas permitiría una mayor
comprensión y mejoras en los abordajes de dicho campo.
Los cambios sustanciales dieron un giro a la mirada que se tenía
previamente, el foco de estudio pasó de la enfermedad a la salud, su pre-
servación, cuidado y prevención, y de lo individual a los grupos y colecti-
vos (familias y comunidades en las que se vive). Así, la salud pasa a estar
relacionada con el desarrollo económico y social, surge el reconoci-
miento del derecho a esta con una fuerte base de definición de políticas,
estrategias, prioridades y modelos de atención, gestión y organización
de los servicios asistenciales capaces de alcanzar metas (WHO, 1995).
Se comienza a concebir la salud desde una perspectiva más amplia
en la que se incluye la interacción de aspectos biológicos, psicológicos y
sociales. Estos cambios le aportaron al concepto un aspecto dinámico y
vivo que hasta el momento no tenía e introduce la noción de relativi-
Violencia basada en género como factor de riesgo | 53

dad, en tanto son diferentes las perspectivas culturales, actores y seg-


mentos sociales que utilizan dicho concepto. Una de las modificaciones
más significativas fue comenzar a considerar el universo cultural que lo
impregna y le otorga contenido al concepto de salud (OMS, 1978).
Con la aprobación y adopción de la Estrategia de Atención Pri-
maria de la Salud, se pasó a priorizar la prevención de las enfermeda-
des y promoción de la salud con enfoque de derechos, teniendo como
finalidad el potenciar un desarrollo activo de los cuidados y la más am-
plia participación social (Frías, 2002). La salud comienza a ser pensada
desde el paradigma de la complejidad, lo cual requiere métodos com-
plejos, interrelacionados entre sí, más globales y dialógicos. Donde se
teje una trama en conjunto, donde lo individual y grupal, interno y
externo, lo homogéneo y heterogéneo se encuentran inseparablemen-
te asociados (Almeida-Filho, 2014, 1997). Las relaciones sociales y redes
de vínculos que se establecen entre las personas pasan a ser considera-
dos factores protectores de suma importancia como soportes para en-
frentar las dificultades que se presentan y afrontan todos los seres hu-
manos (Twenge, 2000; Cohen, 1988). De esta forma, conceptos como
cohesión social, capital cultural, integración, inclusión, etc., se inte-
gran al campo de la salud. Desde esta perspectiva más global y comple-
ja se darían respuestas más adecuadas a los problemas sanitarios, inhe-
rentes a la modernidad, como lo denominan algunos autores.
Con relación a la salud mental (SM) propiamente dicha, su con-
ceptualización ha sido sinuosa a lo largo del tiempo desde que la Orga-
nización Mundial de la Salud (OMS) la definió en 1950, ya que ha esta-
do condicionada por los contextos sociopolíticos, fundamentalmente
luego de la Segunda Guerra Mundial. También se identifican otros
momentos en los que se la vincula más estrechamente con los trastor-
nos mentales graves, pero el concepto es difuso y se lo concibe como
consecuencia de la ausencia de dichos problemas y restringido a la es-
fera individual de quienes los padecen (Lopera, 2015). La OMS (2022)
define actualmente la SM como un estado de bienestar en el cual el
individuo se da cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las
presiones normales de la vida, trabajar productiva y fructíferamente y
es capaz de hacer una contribución a la comunidad. Es un derecho hu-
mano fundamental y un elemento esencial para el desarrollo personal,
comunitario y socioeconómico. Es un proceso que se caracteriza por
54 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

ser complejo, individual, cuyos resultados dependen de cada persona y


sus entornos sociales, familiares y económicos dependiendo de las he-
rramientas y estrategias adquiridas a lo largo de la vida con grados de
dificultad diversos.
Sin embargo, otros autores, como Galende (1997), Marmot y Wil-
kinson (1999) y Ferrari (1996), la definen desde otro ángulo donde se
destaca la noción de un estado de «relativo» bienestar en el que la per-
sona puede funcionar en el mejor nivel de capacidad mental, emocio-
nal y corporal ante la variedad de situaciones favorables o adversas que
le toque vivir. Se visualizan estados de tensión y no equilibrio perma-
nente. Contempla una construcción en la que se conjuga lo interdisci-
plinario, intersectorial, interprofesional e interinstitucional y se consi-
deran y comprenden los diferentes sufrimientos mentales dentro de
las relaciones tanto familiares, grupales, como sociales. Ello da una
perspectiva de conjunto en la que se encuentran incluidas las perso-
nas, sus territorios y comunidades. Además, toma una perspectiva de
construcción histórica y social en los determinantes que se ponen en
juego, y los aspectos culturales cobran una importancia relevante por
el significado que les imprimen a las diferentes realidades. Se toman
en consideración la simbología, sentidos y mitos que subyacen en la
cotidianidad de cada persona y la forma en que se conjugan las aspira-
ciones, sentimientos y valoraciones al momento de enfrentar ciertas
situaciones individuales, familiares y sociales. Esta perspectiva de pro-
moción y prevención de la SM tiende a contrarrestar, en parte, la falta
de garantías en la cobertura de las necesidades básicas de la población
(anomia) (Parales Quenza, 2008; Rutz, 2006), la autodeterminación,
satisfacción, autonomía, etc., pasan a ser indicadores de la SM. Si se
entiende que la anomia interviene a través de las relaciones que regu-
lan los vínculos entre las personas y a su vez con la sociedad en su con-
junto, dichos sistemas pueden transformarse en ámbitos donde puede
intervenirse (Parales Quenza, 2008).
De acuerdo a lo expuesto anteriormente, se evidencia la relación
dialéctica que tienen las circunstancias sociales, políticas, culturales,
psicológicas, económicas y medioambientales que pueden encontrar-
se en la base y ser factores de riesgo o desfavorables (pobreza, violen-
cia, desigualdades, desempleo, fallas de las instituciones estatales, etc.)
de situaciones que afectan la SM de las poblaciones. Si bien los riesgos
Violencia basada en género como factor de riesgo | 55

pueden aparecer en cualquier momento del ciclo vital de cada perso-


na, se destaca que los períodos denominados sensibles del desarrollo,
como son la primera infancia, la adolescencia y juventud, son los más
perjudiciales. Según informes de la OMS (2022) y publicaciones inter-
nacionales (UNICEF, 2021; Martínez-Martín, 2014; Cuervo Martínez,
2010; Colom Bauzá y Fernández Bennassar, 2009; Zalsman, Brent y
Weersing, 2006; Angold, Costello y Worthman, 1998), los estilos de
crianza severa, la violencia hacia niñas, niños y adolescentes, el acoso
entre pares, conductas autolesivas, suicidas, etc., son factores de riesgo
importantes a tener en cuenta en estas poblaciones.
Si la regulación de las relaciones influye en lo social de manera
importante, por lo cual, si se encuentra directamente vinculada a los
avatares de los entornos culturales y materiales, sensaciones como la
incertidumbre y la desconfianza, características de las sociedades ac-
tuales, van a exponer a las personas a situaciones de angustia y soledad
en momentos vitales y esto afecta los vínculos interpersonales y socia-
les como un conjunto. Según lo planteado por Parales Quenza (2008,
p. 665) «la anomia ligada a problemas de integración y regulación en
sociedades fragmentadas es sin duda el elemento central del problema».

2.1.6. Conducta suicida


Es importante considerar lo que significó, para los uruguayos, durante
los años 2020 y 2021 el confinamiento voluntario por la COVID-19. El
aislamiento y las características de los contactos —mantener distan-
cia con otras personas, uso de tapaboca obligatorio, cambios en las
modalidades de trabajo y estudio (pasó a ser en forma remota), entre
otras—, ampliaron las dudas sobre cómo sería el futuro, así como se
presentaron nuevas. La bibliografía mostró que en el primer año de
pandemia (2020) se elevaron los índices de los problemas vinculados
con el estrés. Esta situación impactó de forma directa en los vínculos
y relaciones (personales, familiares, laborales, etc.), conductas auto y
heteroagresivas, angustia, etc., todos ellos problemas vinculados a la
SM. Algunos de ellos preexistentes en ciertas personas, otros no; sin
embargo, se sabe que todos ellos se consideran factores de riesgo para
la conducta suicida. La situación económica que se vivió a nivel mun-
dial y nacional, junto con los cambios en las modalidades de trabajo,
aparejó importantes dilemas éticos. Todas estas consecuencias apare-
56 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

jaron importantes cambios tanto a nivel psicológico individual como


grupales, entre otros (Qiu et al., 2020; WHO, 2020).
A su vez, es importante también considerar el impacto del denomi-
nado contagio emocional (Tizón, 2020) debido a la difusión de noticias
falsas, manipulación de la información y con carácter sensacionalista de
los medios de comunicación. Ello aumentó una suerte de shock producto
de los miedos (una de las siete emociones básicas que tienen todas las
personas) (Panksepp y Biven, 2012), frente al futuro incierto y posible sali-
da de esta crisis generalizada (Ramonet, 2020; Tizón, 2020; Klein, 2008).
El panorama planteado da luz a algunos aspectos acerca de los da-
tos de la conducta suicida, tanto a nivel internacional como nacional.
La media europea de suicidio es de 15,4 cada 100.000 habitantes, mien-
tras que la media regional es de 9,8 suicidios cada 100.000; sin embar-
go, en Bolivia y Uruguay hay más suicidios que el promedio europeo.
Uruguay presenta una tasa nacional de 21,39 suicidios en 2021, caracte-
rizándose por un aumento sostenido en las últimas décadas, agudizán-
dose en el período de pandemia (gráfico 8). El 82,45 % de los suicidios
de ese año fueron cometidos por hombres. Si se observan los suicidios
de acuerdo a las franjas etarias (cuadro 14), entre 15 y 19 años la tasa fue
de 16,4, entre 20 y 24 fue de 24,8 y entre 25 y 29 fue de 36,2 (MSP, 2022),
es decir, que sin contar los suicidios en la tercera edad (de 65 años y
más, que son los que presentaron siempre las mayores tasas en el país),
la población adolescente y fundamentalmente joven es la que más se
suicida a nivel nacional. El mapa 8 presenta lo que el equipo de investi-
gación denomina los «territorios del suicidio» es decir, la distribución
geográfica de estos según regionalización utilizada por ASSE.

Gráfico 8. Evolución de la tasa de suicidio en Uruguay (1997-2021)


cada 100.000 habitantes

Fuente: Departamento de Estadísticas Vitales, MSP (2022a)


Violencia basada en género como factor de riesgo | 57

Cuadro 14. Tasa de mortalidad por suicidio según grupo etario en Uruguay,
2015-2020

Grupo Tasa por 100.000 habitantes


etario
2015 2016 2017 2018 2019 2020 2021

< 14 1,97 1,20 2,03 2,88 2,09 1,3 -

15-19 11,10 12,37 15,96 8,85 11,29 16,6 16,4

20-24 23,24 27,76 26,29 23,18 28,37 27,9 24,8

25-29 25,65 22,67 22,13 19,22 29,11 29,1 36,2

30-34 23,10 26,36 25,34 22,62 18,31 29,0 21,2

35-39 20,50 21,00 23,26 23,06 23,20 24,1 30,3

40-44 18,21 22,67 22,22 26,85 19,49 21,1 22,4

45-49 16,95 20,08 18,83 22,71 29,68 21,6 18,1

50-54 22,73 23,83 29,46 31,69 28,78 20,2 22,4

55-59 25,97 30,28 24,36 27,63 21,44 22,9 25

60-64 26,09 33,07 25,88 30,35 23,18 21,8 22

65-69 27,14 29,64 27,85 30,81 33,50 25,5 34,3

70-74 30,85 33,02 22,55 32,13 34,95 28,1 31,7

75-79 27,94 36,37 29,75 41,08 37,54 36,0 36,5

80-84 48,8

85-89 36,39 43,42 41,61 34,78 38,11 41,3 49,7

90+ 40,4

Fuente: Departamento de Estadísticas Vitales, MSP (2021)

Las principales teorías del suicidio enfatizan el papel clave de las cone-
xiones sociales en la prevención y sugieren que la depresión, desespe-
ranza, estrés o estrés postraumático podrían estar asociados a aumen-
tos de suicidios en la región. Estudios nacionales recientes (Larrobla et
al., 2017) confirman, al igual que internacionalmente, la persistencia de
creencias de otras épocas como ser que los que se suicidaron son vistos
de forma negativa al compararlos con las personas que mueren por
otras causas. Por lo tanto, el comportamiento suicida predispone a la
58 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Mapa 8. Tasa de suicidios para ambos sexos según regiones de ASSE, 2021

Fuente: Elaboración propia con base en datos de Estadísticas Vitales, MSP

imputación de estigmas que caen sobre las personas que intentan ha-
cerlo o lo consuman y dan cuenta del peso que adquiere lo cultural en
la esfera del comportamiento y respuestas. Estos rótulos impactan a su
vez en aquellos que los rodean y en el cuidado que se les brinda, es de-
cir, que el estigma afecta al sujeto, familiares, amigos, personal de la
salud, etc. Otros autores (Grau et al., 2008; Velasco, 2013; Tadros y Jo-
lley, 2001; Gómez Sancho, 1999; Allué, 1998) resaltan que a las personas
que se suicidan se las llama débiles, sin fe, provienen solo de familias de
baja condición socioeconómica, etc. Si alguien declara sus pensamien-
tos y planes suicidas, es hasta acusado de loco. También destacan que
las actitudes, creencias, sentimientos y comportamientos ante la muer-
te son fenómenos psicosociales, culturalmente aprendidos e internali-
zados a lo largo de la vida. Las sociedades contemporáneas viven en
escenarios muchas veces impuestos por las ideologías, sistemas políti-
cos y sociales que acostumbran a imponer severos rótulos o exigencias.
En ese contexto, aquellas personas que se encuentran poco preparados
para lidiar con variadas situaciones de exclusión o de precariedad ex-
trema no encuentran otra opción que no sea el fin de su propia vida.
Violencia basada en género como factor de riesgo | 59

Desde el 2008 la ENAJ incorpora un módulo de preguntas sobre


salud de los jóvenes, dentro del cual consulta sobre la frecuencia con
que experimentaron sentimientos de soledad, preocupación, miedo o
tristeza en el último año. A la vez, solicita que indiquen el grado de
conformidad con su manera de ser (ver cuadro 15). Todos estos indica-
dores dan cuenta de expresiones de malestar y modos de autopercibir-
se. Si bien todos los indicadores presentaron una mejoría en 2013 en
comparación a 2008, en 2018 la proporción de jóvenes que ha experi-
mentado «siempre» o «casi siempre» alguna de estas emociones se in-
crementa. Más aún, en la mayor parte de los casos, el porcentaje supera
los valores registrados en 2008 (a excepción del sentimiento frecuente
de soledad).

Cuadro 15. Porcentaje de jóvenes de 12 a 29 años que se han sentido solos,


han tenido insomnio, miedo, tristeza en los últimos 12 meses o están inconformes
con su manera de ser.8 País urbano, 2008-2018

Año 2008 2013 2018


Se ha sentido solo 7,8 5,4 6,7
Ha estado tan preocupado que no pudo dormir
5,4 4,5 7,8
por la noche
Ha sentido miedo 7,1 4,4 8,7
Se ha sentido triste o desesperado 11,3 9,7 13,8
Está inconforme con su manera de ser 9,9 7,3 10,2

Fuente: Filardo y Borrás (2015) y elaboración propia con base en ENAJ-INE (2018)

8 Se presentan datos de jóvenes de 12 a 29 años de edad residentes en localidades urbanas

para comparar los datos del período 2008 a 2018. Se siguen los criterios adoptados por Filardo y
Borrás (2015) en 2008 y 2013, a saber: «Las preguntas procesadas son: 1. Durante los últimos
meses, ¿con qué frecuencia te has sentido solo o sola?; 2. Durante los últimos meses, ¿con qué
frecuencia has estado tan preocupado que no puedes dormir por las noches?; 3. Durante los úl-
timos meses, ¿con qué frecuencia has sentido miedo (en el liceo, en tu casa, en el barrio, etcéte-
ra)? En estas tres primeras preguntas se presenta el porcentaje de quienes contestan “siempre” o
“casi siempre”. 4. Durante los últimos 12 meses, ¿alguna vez te sentiste tan triste o desesperado
dos semanas seguidas o más tiempo, que dejaste de hacer tus actividades habituales? (se pre-
senta el porcentaje de la respuesta “sí”); 5. ¿Qué tan conforme estás con tu manera de ser?; los
porcentajes corresponden a las respuestas “nada conforme” o “poco conforme”» (p. 263).
60 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

La última edición de la Encuesta incorpora nuevos indicadores que


habilitan estimar la proporción de jóvenes que han ideado o tenido
intentos de suicidio, así como quienes se han autoinfligido lesiones
(cuadro 16). Un 3,2 % de quienes consideraron quitarse la vida durante
el último año, un 1,3 % ideó un plan para consumarlo y un 1,1 % lo in-
tentó por lo menos una vez. Esta última proporción representa aproxi-
madamente a 13.000 jóvenes en todo el territorio nacional. Dentro de
estos, 46,9 % lo intentó una vez, 41,7 % dos o tres veces y 11,4 % más de
cuatro veces.
La consideración de quitarse la vida, la ideación y el intento son
más frecuentes entre mujeres que entre varones, los residentes en lo-
calidades del interior de más de 5000 habitantes con relación a otras
regiones del país y aumenta a medida que disminuyen los niveles de
ingresos de los hogares. Al comparar entre tramos de edad, la mayor
proporción se observa entre las personas de 15 a 19 años y luego des-
ciende a medida que aumenta la edad.
Además, un 2,4 % de las personas jóvenes se ha autoinfligido le-
siones en el año anterior a la aplicación de la encuesta. Esta propor-
ción no presenta diferencias significativas según sexo o entre las dis-
tintas regiones urbanas (aunque es significativamente menor en las
zonas rurales). El porcentaje aumenta a medida que disminuyen los
niveles de ingresos. Al comparar por edad, se observa un patrón simi-
lar al observado con los otros indicadores, la mayor proporción se re-
gistra entre quienes tienen de 15 a 19 años y disminuye a medida que
aumenta la edad.
Es indudable, entonces, que para la generación de políticas públi-
cas de prevención y promoción de la salud mental de las poblaciones
deben favorecerse aspectos tales como la integración social, la partici-
pación ciudadana, la desestigmatización y la no discriminación. El
cumplimiento de normas y reglas cobrará sentido en la medida que
sean contemplados paralelamente las condiciones materiales de vida a
los factores que se encuentran vinculados directamente (Parales
Quenza, 2008).
Violencia basada en género como factor de riesgo | 61

Cuadro 16. Porcentaje de jóvenes que se autoinfligieron lesiones, tuvieron


ideación o intento de suicidio en los últimos 12 meses según sexo, tramo de edad,
región de residencia y tercil de ingreso. Total país, 2018

Grupo Se autoinfligió Consideró Ideó un plan Intentó


lesiones quitarse para quitarse quitarse
la vida la vida la vida

Sexo Varones 2,5 2,2 0,8 0,7


Mujeres 2,3 4,1 1,8 1,5
Tramo De 12 a 14 2,5 1,7 0,8 0,7
de edad De 15 a 19 5,1 4,7 2,1 2,1
De 19 a 24 2,7 3,2 1,4 0,9
De 25 a 29 1,3 3,1 1,1 1,0
De 30 a 35 0,7 2,6 1,0 0,6
Región Montevideo 2,4 2,7 1,0 0,9
Loc. + 5000 2,7 3,6 1,6 1,2
hab.
Loc. - 5000 2,2 3,3 1,5 1,2
hab.
Zona rural 0,5 1,4 0,5 0,8
Tercil de T1 3,2 3,8 1,4 1,5
ingreso T3 2,7 3,4 1,6 1,1
T3 1,4 2,2 1,0 0,6
Total 2,4 3,2 1,3 1,1

Fuente: Elaboración propia con base en ENAJ-INE (2018)

2.1.7. Salud mental y violencia


Si bien al inicio del presente capítulo se explicitan las diferentes fuen-
tes de información y registro de datos acerca de la VBG en Uruguay, se
entiende necesario poder contextualizar esta problemática en el mar-
co de la salud mental, en tanto es un factor de alto riesgo para esta.
Dejar fuera esta perspectiva sería simplificar situaciones que, además
de ser concebidas hoy como de origen multicausal, también dan cuen-
ta de la complejidad de los procesos de subjetivación por los que trans-
curre la población que fue objeto de estudio de la presente investiga-
ción, adolescentes y jóvenes del interior del país.
62 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

En el año 2000, la OMS (2002) planteaba que de un millón seis-


cientas mil personas que habían fallecido, a nivel mundial, por causas
violentas (tasa de 28,8 cada 100.000 habitantes), aproximadamente la
mitad se habían suicidado, un tercio fallecieron por homicidios y la
quinta parte había muerto por conflictos armados. Pero este panora-
ma solo plantea un aspecto del problema, ya que no existe país en el
cual no se infrinjan maltratos físicos, psicológicos, sexuales, económi-
cos, etc. Las consecuencias de dichos actos violentos repercuten en di-
ferentes niveles (sanitario, judiciales, ausentismo, pérdida de producti-
vidad, etc.), sus consecuencias sobrepasan el acto en sí prolongándose
en el tiempo y se reflejan en problemas psicológicos y de la conducta
(depresión, ansiedad, conducta suicida, embarazos no deseados, etc.).
Por lo tanto, algunos de los suicidios que se registran como muertes
violentas tienen su motivación en el sufrimiento de situaciones de
VBG, a pesar de que no sean identificables.
A lo largo de las últimas décadas el problema de las violencias ha
ganado una visibilización progresiva, aunque lenta, hasta conseguir
posicionarse como un problema social y de salud, a pesar de ser un fe-
nómeno estructural en el país, sobre el cual hay niveles de responsabi-
lidad gubernamental en cuanto a su prevención y control. Esto ha sig-
nificado un largo proceso de luchas y reivindicaciones, producto de un
trabajo sostenido, de diferentes organizaciones de los distintos ámbi-
tos nacionales (sociedad civil y gubernamentales). Ya en 2007, Rodrí-
guez y Narváez (2007) planteaban que la respuesta del sector sanitario
frente a este problema estaba siendo insuficiente y de escasa calidad.
Esta se encontraba fragmentada y orientada fuertemente a la repara-
ción de los daños físicos (traumatismos, heridas, etc.) en las emergen-
cias y servicios especializados. Si bien esta es una de las funciones del
sector sanitario, el registro de la información debería ser lo más ex-
haustivo posible, situación que no se ha cumplido en su cabalidad, in-
cluso en la actualidad, según sean las especialidades que detecten o re-
cepcionen la denuncia de la VBG. Mayoritariamente, se recogen datos
parciales como identificación del género de la víctima, edad y descrip-
ción de las lesiones constatadas. Ello indudablemente reduce la mirada
a los daños físicos sin que se tomen en cuenta otros determinantes y
formas de violencia con igual o mayor impacto, como son las conse-
cuencias psicológicas, emocionales y sociales. En relación específica-
Violencia basada en género como factor de riesgo | 63

mente con lo que refiere al abordaje de los servicios de SM frente a este


problema, la respuesta del sector no cumpliría con las expectativas es-
peradas. Los profesionales, actores de este sector, parecen no haber te-
nido una respuesta activa en los procesos de rehabilitación y preven-
ción, sino que han sido complementarias al resto de las organizaciones.
La bibliografía plantea que un acto violento puede ser conse-
cuencia tanto de problemas psicopatológicos individuales como de
que este se ejerza para dominar y demostrar supremacía ante quienes
son más vulnerables, además de resaltar que tiene profundas raíces de
índole cultural, económica y social. En suma, a la violencia se la consi-
dera un ejercicio de poder o dominación, opresión y supremacía sobre
quienes están en una posición de sometimiento o sujeción.
Esto la torna una situación compleja, con un carácter subjetivo y
difuso. También su variabilidad en su definición ha ido cambiando en
la medida que se modifican las pautas de comportamiento social. Al
igual que otros problemas complejos, tiene aspectos multifactoriales a
considerar, no hay una sola razón que dé cuenta por sí sola el motivo
de un acto violento. A finales de la década de los años setenta, Urie
Bronfenbrenner, psicólogo estadounidense, proponía lo que denomi-
nó «modelo ecológico» para comprender y explicar la psicología evolu-
tiva de las personas. Su planteo propone que los ambientes en los que
se transita a lo largo de la vida son la principal influencia de la conduc-
ta de las personas. Es decir, que los ambientes naturales/ecológicos in-
fluyen progresivamente en la adaptación de cada persona, las que tam-
bién se ven influenciadas son las relaciones interpersonales que se
desarrollan en cada uno de esos ambientes o subsistemas (Bronfen-
brenner, 1987).
El primer subsistema (microsistema) lo conforman las propias
personas, con sus propios factores biológicos e historia personal, que
aumentarían o no las probabilidades de convertirse en víctimas o victi-
marios de futuros actos violentos (como factores que pueden ser iden-
tificados estarían el nivel educativo, la edad, problemas psiquiátricos o
de personalidad, consumo de sustancias, entre otros). El segundo sub-
sistema (mesosistema), que contiene al recién mencionado, se compo-
ne por dos o más contextos en los que interaccionan todas las perso-
nas, la familia, en primer lugar, y otros contextos extrafamiliares
(espacios deportivos, recreativos, etc.); se encuentran incluidas en ellos
64 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

las relaciones más cercanas (adultos responsables, hermanos, amigos,


compañeros, parejas). Se parte de la base que se nace dentro de una
familia, no importa la estructura que tenga ni su composición, que
constituye una trama social determinada por hábitos y costumbres.
Este sería el primer ambiente en el que se crece y desarrollan todas las
personas en su cotidianidad. A través de los cuidados de los adultos
responsables y el niño, se suceden una serie de transformaciones mu-
tuas y se conforma un sistema de interacción que será el origen de la
comunicación humana, de esta forma se teje un entramado vincular-
social singular que luego se reproduce como patrón de relacionamien-
to en todos los contextos. El tercer subsistema (exosistema), que con-
tiene a los anteriores, lo conforma la comunidad en la que se vive y se
desarrollan las relaciones sociales (territorio, barrio, vecindario, traba-
jo, escuela, liceo, etc.). El cuarto y último nivel del modelo (macrosiste-
ma) hace referencia a la sociedad como un todo general compuesta por
los subsistemas anteriores. Esta puede contribuir a generar ciertos cli-
mas que fomenten o inhiban entornos violentos (políticas públicas en
general que favorecen o mantengan las desigualdades económicas, so-
ciales, etc., entre grupos de la sociedad). La superposición o solapa-
miento de cada uno de los subsistemas da cuenta de lo dinámico y
complejo que son los factores de cada uno y la forma en que unos pue-
den influir, reforzar o modificar los factores de los siguientes subsiste-
mas. Además, este modelo contribuye a visualizar que, para la preven-
ción, es imprescindible generar acciones en los diferentes niveles al
mismo tiempo, las acciones aisladas no contribuyen adecuadamente.
En una panorámica general, la Región de las Américas presenta la
mayor tasa de homicidio infantil a nivel mundial, muchas NNA de en-
tre 2 y 17 años sufrieron abusos físicos, sexuales o emocionales en
2019, período de prepandemia por COVID-19. Se estima que el 58 %
fue en América Latina y 61 % en América del Norte (Hillis et al., 2016).
Hoy en día a la Región de las Américas se la considera una de las más
violentas a nivel mundial con relación a la incidencia de los delitos re-
gistrados, la diversidad de tipos de violencia y la persistencia de dichos
delitos (UNODC, 2010; Imbusch, Misse y Carrión, 2011; Briceño-León,
Villaveces y Concha-Eastman, 2008). Un estudio llevado a cabo en
Uruguay (Trajtenberg y Eisner, 2020) que abordó los niveles de victi-
mización y perpetraciones violentas entre adolescentes montevidea-
Violencia basada en género como factor de riesgo | 65

nos identificó los principales factores de riesgo tanto individuales


como familiares y educativos vinculados a los estilos de vida asociados
a la violencia, que respaldaban una política de prevención de la violen-
cia juvenil. Dicho trabajo destaca que en las áreas de victimización es-
tudiadas (experiencias de amenazas y violencia física delictivas, castigo
corporal por parte de personas adultas responsables y victimización
por bullying), el riesgo de victimización se asocia a diferentes caracte-
rísticas de los estilos de vida, y quienes presentan alguna discapacidad
tienen mayores riesgos de victimización. Además, se observó que es
más probable que se utilice el castigo físico en adolescentes cuyos pa-
dres, madres o referentes presentan mayor conflictividad entre ellos, y
el hecho de haber sufrido este tipo de violencia se asociaba con pre-
sencia de síntomas depresivos. En cuanto al bullying, los autores desta-
can que tanto las mujeres como los hombres adolescentes comprendi-
dos en el estudio experimentaron al menos una vez al mes acoso entre
pares. Se vio que quienes padecen bullying presentan mayores probabi-
lidades de desarrollar malas relaciones con sus compañeros o compa-
ñeras de clase y problemas académicos. A su vez, también estos adoles-
centes sufren conflictos con sus padres o madres; esta situación
aumenta las probabilidades de victimización en adolescentes con dis-
capacidad. Los autores indican que estos resultados son concordantes
con estudios internacionales y concluyen que las víctimas de castigo
físico por parte de padres, madres o personas adultas responsables
presentan mayor probabilidad de experimentar bullying y victimiza-
ción violenta. El estudio no identificó factores asociados a la violencia
juvenil y bullying, no se encontraron pruebas robustas acerca de la aso-
ciación de la pertenencia de los padres o las madres a la clase social
baja y mayor probabilidad de violencia juvenil.

2.1.8. Violencia basada en género como factor de riesgo


de la conducta suicida
El presente apartado busca analizar factores protectores y de riesgo de
la conducta e ideación suicida en adolescentes y jóvenes a partir de la
información relevada en la Encuesta Nacional de Adolescencia y Ju-
ventud de 2018. El abordaje busca reconocer la complejidad y multi-
causalidad de estos fenómenos. Sin embargo, dados los objetivos de
esta investigación, se colocará el énfasis a la vivencia de situaciones de
66 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

violencia en general —y de violencia basada en género en particular—


como posibles factores de riesgo de estas conductas.
El riesgo es una medida que refleja la probabilidad de que se pro-
duzca un evento. En este trabajo, se refiere a la declaración en la ENAJ
de haber intentado quitarse la vida por lo menos una vez en los 12 me-
ses anteriores a la aplicación de la encuesta en 2018. Un factor de ries-
go es cualquier característica o circunstancia detectable de una perso-
na o grupo de personas que se sabe asociada con la probabilidad de
estar expuesta a desarrollar cierto tipo de daño a la salud (Senado Du-
moy, 1999).
La medicina preventiva se ha ocupado con particular interés de
este tipo de abordajes. Los factores de riesgo no son causas determi-
nantes de que ocurra un evento, sino indicadores de una probabilidad
conocida en determinados grupos poblacionales. Así, su estudio puede
contribuir a detectar anticipadamente la ocurrencia y, de este modo,
favorecer la prevención.
La Organización Mundial de la Salud identifica como principales
factores protectores la buena relación con los miembros de la familia y
las relaciones interpersonales. Así, la búsqueda de ayuda o consejos y
la receptividad ante las experiencias y soluciones brindadas por otras
personas contribuyen a enfrentar dificultades y situaciones adversas.
Los factores demográficos y socioculturales que dan cuenta de una
buena integración social también son elementos clave de protección
frente a conductas e ideación suicida (OMS, 2001).
Asimismo, los factores de riesgo son diversos y no necesariamen-
te están presentes en todos los casos (OMS, 2001). Además, estos va-
rían entre contextos sociales dependiendo de rasgos culturales, políti-
cos, económicos, entre otros. En Uruguay, el MSP (2007) clasifica un
conjunto de factores dentro de los siguientes cuatro grupos: a) facto-
res sociales, como la tensión social, cambio de posición socioeconómi-
ca, pérdidas personales o de empleo, vivencia de catástrofes, desarrai-
go o violencia; b) factores familiares, como un funcionamiento
familiar problemático, abandono afectivo o desamparo, violencia do-
méstica o abuso sexual; c) factores psicológicos, como frustración, an-
siedad, depresión, baja autoestima, cambios bruscos de estado aními-
co, alteraciones de sueño, entre otros, y d) factores biológicos, como
trastornos metabólicos o enfermedades.
Violencia basada en género como factor de riesgo | 67

El presente capítulo incorpora estos antecedentes con el objetivo


de operacionalizar su medición a partir de la información disponible
en la ENAJ aplicada por el INE en 2018. Se incorporan otros estudios
antecedentes para contribuir a la interpretación de resultados. De par-
ticular interés resulta el trabajo de Filardo y Borrás (2015), quienes rea-
lizan el mismo ejercicio en Uruguay a partir de la Encuesta Mundial de
Salud Escolar de 2012.
El apartado se organiza en tres subapartados. En primer lugar, se
analiza la prevalencia de los cuatro indicadores de ideación y conducta
suicida trabajados, comparando los resultados entre quienes vivieron
diversos tipos de situaciones de violencia. En segundo lugar, se descri-
be la operacionalización de factores de riesgo y protectores desarrolla-
da a partir de la ENAJ (para mayor desagregación de la información ver
el apartado correspondiente en el anexo 2). En tercer lugar, se presen-
tan los resultados de un modelo de regresión logística, para analizar el
peso de algunos de los factores en la determinación de la probabilidad
de ideación de suicidio en adolescentes y jóvenes del Uruguay.

Experiencias de violencia y prevalencia de ideación


y conductas suicidas

Este estudio analiza la experiencia de violencia basada en género como


factor de riesgo de la conducta suicida. En nuestro país, existe legisla-
ción que define la VBG en términos legales (Ley N.º 19.580). Además,
se han realizado importantes esfuerzos técnicos y académicos con el
fin de diseñar instrumentos adecuados para su observación empírica,
dentro de los que se destacan las dos Encuestas Nacionales de Preva-
lencia de la VBG (de 2013 y 2019). Ambas conceptualizaciones definen,
además, distintas formas en las que esta violencia se ejerce: física, psi-
cológica, sexual y económica.
Los resultados que aquí se presentan deben acotar estas defini-
ciones a la información que se encuentra disponible en la ENAJ. Se
identifican, así, siete preguntas cuya respuesta supone la declaración
de vivencia de un conjunto de situaciones en que las personas jóvenes
han sido violentadas física, psicológica o sexualmente. Estas respues-
tas no necesariamente se adecúan a aquellas sugeridas por los estudios
específicos sobre VBG.
68 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Las situaciones de violencia física refieren a si alguien les quitó


algo con violencia (o amenazándolas con utilizarla) o si alguien les gol-
peó tan fuerte que les causó lesiones. La violencia psicológica se capta a
partir de una única pregunta: ¿Fuiste víctima de violencia psicológica?
Este hecho implica que aquellas situaciones que se relevan con relación
a este tipo de violencia parten de las propias interpretaciones de vio-
lencia psicológica que poseen los sujetos. El relevamiento de situacio-
nes de violencia sexual se construye a partir de una batería más exhaus-
tiva de preguntas como: ¿Te ofendieron con frases o palabras obscenas
de tipo sexual? ¿Sentiste miedo de sufrir ataque sexual? ¿Tocaron tu
cuerpo sin tu consentimiento? Estas preguntas se encuentran más
próximas a aquellas definidas en las encuestas de prevalencia de VBG
como propias de indicadores relativos a experiencias de violencia se-
xual. Finalmente, la ENAJ no provee de información ajustada a las defi-
niciones usuales de violencia económica que parten de un enfoque de
género. Se incorpora una única pregunta que alude a la experiencia de
vivencias de hurto (¿Alguien te quitó algo sin que te dieras cuenta?). Por
ello, se catalogan estas situaciones como violencia contra la propiedad.
Así, la información relevada mediante este instrumento no parte de
un marco conceptual que busque captar con precisión la prevalencia de
la violencia basada en género en la población joven. La encuesta propone
una definición más laxa, con preguntas orientadas tanto a mujeres como
a varones, que identifica un conjunto de situaciones que pueden haber
provocado daños físicos, sexuales o psicológicos, tanto en ámbitos públi-
cos como privados de la vida de las personas. Estas expresiones pueden
incluir situaciones de violencia basada en género o de otra índole.
Agudelo-Vélez (2018) realiza una extensa revisión de literatura so-
bre el impacto de la violencia en la salud mental. El trabajo incorpora
diversas conceptualizaciones sobre la violencia desde conflictos arma-
dos (con orígenes en conflictos políticos o convicciones étnico-raciales
y religiosas) (por ejemplo: OMS, 2017), efectos de la violencia derivada
de los procesos de daño ocasionados por organizaciones criminales,
maras o pandillas, e incluso los Estados (por ejemplo: Médicos Sin
Fronteras, 2017), hasta estudios enfocados en violencia intrafamiliar. A
partir de allí, identifica una amplia coincidencia en cómo estas viven-
cias se traducen en cuadros severos de ansiedad, depresión, trastornos
del comportamiento y estrés postraumático, además de los inconta-
Violencia basada en género como factor de riesgo | 69

bles problemas para el ejercicio de la ciudadanía, la violación de los


derechos humanos y el goce de la calidad de vida (Moya, 2018; Agude-
lo-Vélez, 2018; Bogic, Njoku y Priebe, 2015; Gómez-Restrepo et al.,
2016; Roberts et al., 2009; Steel et al., 2009).
La ENAJ muestra con consistencia que, entre jóvenes que vivie-
ron cualquier tipo de violencia (contra la propiedad, física, psicológica
o sexual) durante los 12 meses anteriores a la aplicación de la encuesta,
la proporción de quienes han sentido soledad, han tenido insomnio,
miedo, tristeza o desesperanza durante ese mismo año es mayor que
entre quienes no han tenido estas experiencias. Además, esta pobla-
ción presenta mayores niveles de inconformidad con su manera de ser
que el resto de la población joven.
Esta relación se acentúa en el caso de las personas que han vivido
violencia psicológica y sexual. La proporción de personas que se han
sentido solas en el último año es casi cuatro veces mayor entre quie-
nes vivieron violencia psicológica que entre quienes no, a la vez que se
triplica la proporción de experiencias de insomnio, tristeza o desespe-
ranza y se duplica la sensación de miedo. Estos resultados son concor-
dantes con observaciones similares registradas en antecedentes inter-
nacionales (Rodríguez, 2002; Ruiz-Alonso, Orue y Calvete, 2021;
Pedrelli, Shapero y Archibald Dale, 2016; Skogen et al., 2014; Salvo y
Castro, 2013; Medina-Mora et al., 2012). Por otro lado, todos estos indi-
cadores dan cuenta de proporciones que se duplican entre quienes vi-
vieron violencia sexual que entre quienes no.
Los gráficos 9 y 10 muestran la prevalencia de ideación y conduc-
tas suicidas durante el año anterior a la aplicación de la encuesta se-
gún la vivencia de situaciones de violencia a lo largo de la vida y en los
últimos 12 meses, respectivamente. En ambos casos, todos los indica-
dores (consideración de quitarse la vida, realización de planes para
realizarlo, intentos de suicidio y situaciones en las que se autoinfligie-
ron lesiones) son mayores entre quienes vivieron cualquier tipo de vio-
lencia que entre quienes no vivieron ninguna.
En consonancia con los sentimientos analizados en el cuadro an-
terior, los mayores niveles de prevalencia se registran entre quienes
vivieron situaciones de violencia psicológica y sexual. Un 4,3 % de
quienes vivieron algún tipo de violencia consideraron quitarse la vida
en el último año, frente a un 1,8 % de quienes no vivieron ninguna si-
Cuadro 17. Porcentaje de jóvenes que se han sentido solos, han tenido insomnio, miedo, tristeza en los últimos 12 meses
o están inconformes con su manera de ser,8 según tipo de violencia vivida durante ese tiempo. Total país, 2018

En los últimos 12 meses: Contra Física Psicológica Sexual Algún tipo


la propiedad de violencia
No Sí No Sí No Sí No Sí No Sí

Se ha sentido solo 5,7 7,4 6,0 7,2 5,1 19,1 5,0 12,4 4,4 7,8

Ha estado tan preocupado 6,2 10,9 6,9 10,8 6,8 19,2 6,2 15,6 4,4 10,6
que no pudo dormir por la noche
70 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Ha sentido miedo 4,4 10,8 7,3 9,2 6,9 11,4 7,2 15,7 5,7 18,6

Se ha sentido triste o desesperado 11,3 16,2 11,7 17,0 11,3 31,0 10,7 23,9 9,0 16,2

Está inconforme con su manera de ser 8,5 10,9 8,7 11,4 8,4 19,7 8,1 15,0 6,4 11,7

Fuente: Elaboración propia con base en ENAJ-INE (2018)

8 Se siguen los criterios adoptados por Filardo y Borrás (2015) en 2008 y 2013, a saber: «Las preguntas procesadas son: 1. Durante los últimos

meses, ¿con qué frecuencia te has sentido solo o sola?; 2. Durante los últimos meses, ¿con qué frecuencia has estado tan preocupado que no
puedes dormir por las noches?; 3. Durante los últimos meses, ¿con qué frecuencia has sentido miedo (en el liceo, en tu casa, en el barrio, etcéte-
ra)? En estas tres primeras preguntas se presenta el porcentaje de quienes contestan “siempre” o “casi siempre”. 4. Durante los últimos 12 meses,
¿alguna vez te sentiste tan triste o desesperado dos semanas seguidas o más tiempo, que dejaste de hacer tus actividades habituales? (se presen-
ta el porcentaje de la respuesta “sí”); 5. ¿Qué tan conforme estás con tu manera de ser?; los porcentajes corresponden a las respuestas “nada
conforme” o “poco conforme”» (p. 263).
Violencia basada en género como factor de riesgo | 71

Gráfico 9. Porcentaje de jóvenes que se autoinfligieron lesiones,


tuvieron ideación o intento de suicidio en los últimos 12 meses según tipo
de violencia vivida a lo largo de la vida. Total país, 2018
10,4

7,9
7,0

5,4
4,4 4,7
3,9 3,7 4,2 4,3
3,6
3,0 3,2
2,1 2,4 2,0
2,0 1,8 1,5
1,5 1,4 1,5
0,5 0,6

Contra la Física Psicológica Sexual Algún tipo de No vivió


propiedad violencia violencia
Consideró quitarse la vida Lesiones autoinfligidas
Hizo planes para quitarse la vida Intentó quitarse la vida

Fuente: Elaboración propia con base en ENAJ-INE (2018)

Gráfico 10. Porcentaje de jóvenes que se autoinfligieron lesiones,


tuvieron ideación o intento de suicidio según tipo de violencia vivida
en los últimos 12 meses. Total país, 2018
11,1

8,1
6,5 6,3 6,6

5,0 4,7
4,3 4,0 3,8 4,2 4,1
3,4 3,1 3,4 3,2
2,9 3,0 2,6
2,4 2,2 1,8
0,8 0,7

Contra la Física Psicológica Sexual Algún tipo de No vivió


propiedad violencia violencia

Consideró quitarse la vida Lesiones autoinfligidas


Hizo planes para quitarse la vida Intentó quitarse la vida

Fuente: Elaboración propia con base en ENAJ-INE (2018)


72 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

tuación de esta índole. Esta proporción aumenta a 10,4 % entre quie-


nes vivieron violencia psicológica y 7,0 % entre quienes vivieron vio-
lencia sexual. La proporción de quienes intentaron quitarse la vida es
el doble entre quienes vivieron violencia en comparación a quienes no
(1,5 % con relación a 0,6 %). Esta proporción se incrementa a 4,4 % en-
tre quienes vivieron violencia psicológica a lo largo de la vida y a 2,4 %
entre quienes vivieron violencia sexual.
En la mayor parte de los casos, la prevalencia de conductas e idea-
ción suicida durante el último año son mayores entre quienes vivieron
situaciones violentas durante ese mismo período que entre quienes las
experimentaron en algún momento de la vida. Este hecho puede indi-
car una leve disminución de las posibles consecuencias de la violencia
con el paso del tiempo. Sin embargo, se presentan algunas diferencias
importantes según el tipo de violencia ejercida.
La prevalencia de ideación o conductas suicidas entre quienes vi-
vieron violencia psicológica presenta un sentido inverso al observado
en otros casos al considerar el factor temporal. Así, la prevalencia es
mayor entre quienes vivieron este tipo de situaciones a lo largo de la
vida que entre quienes la experimentaron el último año. Este hecho
puede dar cuenta de que se trata de un tipo de violencia probablemen-
te ejercida durante períodos de tiempo más prolongados, de mayor
sistematicidad que derivan en consecuencias de largo plazo en mayor
proporción que lo que ocurre con otros mecanismos de ejercicio.
En el caso de quienes vivieron violencia sexual, la consideración
de quitarse la vida se incrementa de forma acentuada cuando el hecho
ocurrió durante el año anterior a la aplicación en comparación con
otros tipos de violencia (11,1 % en comparación a 6,6 % de quienes vi-
vieron algún tipo de violencia). Sin embargo, al comparar la realiza-
ción de planes, el intento de autoeliminación o la ejecución de lesio-
nes autoinfligidas, no se presentan diferencias tan acentuadas (4,1 %
intentó quitarse la vida en comparación a 2,6 % del conjunto de la po-
blación que vivió algún tipo de violencia). De hecho, la realización de
lesiones autoinfligidas es menor en estos casos en comparación a
quienes vivieron otro tipo de violencia (3,8 % con relación a 4,7 %).
El vínculo que poseen con la persona agresora también produce
variaciones en los niveles de prevalencia de ideación o conductas sui-
cidas. De este modo, cuando se trata de vínculos más cercanos, como
Violencia basada en género como factor de riesgo | 73

la familia, la pareja o amigos, la prevalencia de estas situaciones es sig-


nificativamente mayor que cuando el ofensor o la ofensora es una per-
sona desconocida.

Gráfico 11. Porcentaje de jóvenes que se autoinfligieron lesiones, tuvieron ideación


o intento de suicidio meses según vínculo con la persona agresora. Total país, 2018
8,3
7,6

6,1

4,9 4,7
3,8 4,1 3,7
3,0 3,2 3,2
2,8 2,7
2,2 2,2
1,6 1,8
1,1
0,8 0,7

Pareja o expareja Familia Amigos o conocidos Desconocidos No vivió violencia

Consideró quitarse la vida Lesiones autoinfligidas


Hizo planes para quitarse la vida Intentó quitarse la vida

Fuente: Elaboración propia con base en ENAJ-INE (2018)

Factores protectores y de riesgo

En esta sección se presenta la operacionalización de las determinantes


de los intentos de suicidio a partir de la información disponible en la
ENAJ de 2018. Para su diseño se toman en consideración aquellos fac-
tores protectores y de riesgo indicados por la OMS (2001) y por el MSP
(2007) en la Guía de prevención y detección de factores de riesgo de con-
ductas suicidas. Además, se toman en consideración las adaptaciones
realizadas para trabajar con la Encuesta Mundial de Salud Escolar de
2012 realizadas por Filardo y Borrás (2015) para Uruguay.
Se consideran ocho dimensiones de riesgo: 1) factores demográfi-
cos; 2) factores socioeconómicos y educativos; 3) características del
contexto familiar; 4) características de las relaciones sexo-afectivas; 5)
características del contexto social y de amistad; 6) conductas de ries-
go; 7) factores asociados a la salud mental y física, y 8) factores asocia-
dos a la autoimagen. Se listan los indicadores en el cuadro 18.
74 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Cuadro 18. Factores de riesgo y protectores de intento de suicidio

Dimensión Indicador

Sexo

Edad

Atracción sexual
Demográficos
Identidad de género

Estatus migratorio

Región de residencia

Nivel socioeconómico

Abandono temprano del sistema educativo

Socioeconómicos Rezago escolar


y educativos Repetición escolar

Desempleo

Sentimiento de inseguridad en zona de residencia

Insatisfacción con las relaciones familiares

No se siente respetado por familiares

Salida del hogar por problemas familiares


Contexto
Violencia física en la familia
familiar
Violencia psicológica en la familia

Violencia sexual en la familia

Violencia en la familia

Insatisfacción con la relación de pareja

Violencia física por parte de pareja o expareja

Relaciones Violencia psicológica por parte de pareja o expareja


sexo-afectivas Violencia sexual por parte de pareja o expareja

Violencia por parte de pareja o expareja

Embarazo no deseado
Violencia basada en género como factor de riesgo | 75

Insatisfacción con las relaciones de amistad

No se siente respetado por profesores y/o compañeros de clase

Participación en grupos sociales

Vivencia de situaciones de discriminación

Contexto social Vivencia de bullying

Violencia física por parte de compañeros o desconocidos

Violencia psicológica por parte de compañeros o desconocidos

Violencia sexual por parte de compañeros o desconocidos

Violencia por parte de compañeros o desconocidos

Consumo de sustancias legales

Consumo de sustancias ilegales


Conductas
Integración de grupos que realizan actividades ilegales
de riesgo
Tuvo problemas con la policía

No uso de anticonceptivos

Mala autopercepción de estado general de salud

Realización de actividad física

Alteración de sueño

Sentimiento de soledad

Salud Sentimiento de miedo

Sentimiento de tristeza y/o desesperanza

Asistencia a consultas médicas

Asistencia a consultas psicológicas y/o psiquiátricas

Toma ansiolíticos, antidepresivos o hipnóticos

Disconformidad con la manera de ser

Insatisfacción con los logros educativos

Insatisfacción con el trabajo


Autoimagen
Insatisfacción con la vida en general

Pobreza económica autopercibida

Pobreza económica autopercibida sin expectativa de cambio

Fuente: Elaboración propia con base en ENAJ-INE (2018)


76 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Los 55 indicadores definidos asumen los valores 1 (uno) ante la


presencia y 0 (cero) ante la ausencia del atributo. El análisis de la tabla
de correlaciones simples entre estos indicadores y los cuatro relativos
a conductas e ideación suicida (realización de lesiones autoinfligidas,
consideración de quitarse la vida, realización de planes para quitarse la
vida e intentos de suicidio) se encuentran disponibles en el anexo 3.

Probabilidad de intento de suicidio a partir de factores


de riesgo

En este apartado se realiza un ejercicio exploratorio, mediante


una regresión logística, para estimar la probabilidad de intento de qui-
tarse la vida a partir de los indicadores correspondientes a las ocho di-
mensiones de análisis definidas en la sección anterior. La operaciona-
lización proponía 55 variables independientes relevantes según la
literatura antecedente. Dentro de estos, se seleccionan aquellas que
presentaron las correlaciones más altas con la dependiente (anexo 3) y
que, además, resultaron ser significativas en la estimación de la proba-
bilidad de las personas jóvenes de quitarse la vida con un 95 % de con-
fianza (cuadro 19).
La variable dependiente se construye a partir de la pregunta «du-
rante los últimos 12 meses, ¿cuántas veces intentaste realmente quitar-
te la vida?». Esta cuantifica los intentos en cinco categorías de res-
puesta: ninguna, una, dos o tres, cuatro o cinco, seis veces o más. Se
construye la variable dependiente considerando como valor 1 a aque-
llas personas que contestaron que intentaron realmente quitarse la
vida por lo menos una vez durante los 12 meses anteriores a la aplica-
ción de la encuesta.
El modelo se estima a partir de 4775 observaciones y arroja un
Pseudo R2 = 0.4213, lo que implica un buen nivel de ajuste.
Todas las variables incluidas en el modelo son significativas en la
estimación de la probabilidad de intentar quitarse la vida.9 Además,
todas ellas presentan una relación positiva con la variable dependien-
te, es decir, ante la presencia de alguno de los atributos considerados
aumenta la probabilidad de intento. La excepción a este hecho es el

9 Para alfa = 0,05.


Violencia basada en género como factor de riesgo | 77

Cuadro 19. Variables incluidas en el modelo

Variables incluidas en el modelo Categoría de respuesta


Variable dependiente
Intentó quitarse la vida por lo menos una vez (1) Sí (0) No
en los últimos 12 meses
Variables independientes
Sexo (1) Mujeres (0) Varones
Tramo de edad (1) Adolescentes de 12
a 17 años (0) Jóvenes
de 18 a 35 años
Región de residencia (1) Rivera
(0) Otro departamento
Abandono del sistema educativo (1) Sí (0) No
Repetición escolar (1) Sí (0) No
Condición de actividad (1) Desempleados/as
(0) Ocupados/as o inactivos/as
No se siente respetado por familiares (1) Sí (0) No
Salida del hogar por problemas familiares (1) Sí (0) No
Violencia psicológica en la familia (últimos 12 meses) (1) Sí (0) No
Insatisfacción con la relación de pareja (1) Sí (0) No
Violencia sexual por la pareja o expareja (últimos 12 meses) (1) Sí (0) No
Embarazo no deseado (1) Sí (0) No
Insatisfacción con las relaciones de amistad (1) Sí (0) No
No se siente respetado por profesores y/o compañeros de clase (1) Sí (0) No
Vivencia de situaciones de discriminación (1) Sí (0) No
Violencia sexual por parte de compañeros o desconocidos (1) Sí (0) No
(últimos 12 meses)
Consumo de sustancias legales (últimos 12 meses) (1) Sí (0) No
Consumo de sustancias ilegales (últimos 12 meses) (1) Sí (0) No
Tuvo problemas con la policía (1) Sí (0) No
No uso de anticonceptivos (1) Sí (0) No
Alteración de sueño (últimos 12 meses) (1) Sí (0) No
Sentimiento de soledad (últimos 12 meses) (1) Sí (0) No
Sentimiento de miedo (últimos 12 meses) (1) Sí (0) No
Sentimiento de tristeza y/o desesperanza (últimos 12 meses) (1) Sí (0) No
Asistencia a consultas psicológicas y/o psiquiátricas (últimos 12 (1) Sí (0) No
meses)
Toma ansiolíticos, antidepresivos o hipnóticos (últimos 12 meses) (1) Sí (0) No
Insatisfacción con la vida en general (1) Sí (0) No
Pobreza económica autopercibida (1) Sí (0) No

Fuente: Elaboración propia con base en ENAJ-INE (2018)


78 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

embarazo no deseado, el cual tiene un sentido negativo en la relación.


Esta variable considera aquellos casos en que la edad de tenencia del
primer hijo o la primera hija es menor a la edad a la que le hubiese gus-
tado tenerlo. En este sentido, es probable que —de modo indepen-
diente a la insatisfacción con el momento de ocurrencia— tener hijos
o hijas a cargo constituya un vínculo afectivo que, sumado al hecho de
que se adquiere un sentido de responsabilidad ante la vida de otro u
otra, disminuya la probabilidad de intentos de autoeliminación.
La variable que tiene mayor peso en la determinación de la pro-
babilidad de intento de suicidio es el tramo etario. Las personas ado-
lescentes de 12 a 17 años tienen 6,2 Odds Ratio (OR) mayores a las per-
sonas jóvenes de 18 años o más al mantener constante al resto de las
variables. Este hecho evidencia la vulnerabilidad en la que se encuen-
tran al transitar las edades tempranas de su juventud. La adolescencia
es un concepto social e históricamente situado, que supone la adop-
ción de roles, hábitos, derechos y deberes variables en el tiempo, el
contexto sociocultural y la posición en la estructura social que las per-
sonas ocupan. En el Uruguay contemporáneo, para muchas personas,
transitar esta etapa puede suponer procesos similares en términos de
cambios en los roles, asunción de responsabilidades y construcción
identitaria. Algunos autores destacan que desde el siglo XX se trata de
una etapa vital de central importancia en la elaboración de planes de
vida, trasformaciones afectivas y sociales, así como de cambios en mo-
dos de pensar (Piaget, 1991). Durante este proceso, adquieren particu-
lar centralidad los procesos de construcción identitaria, las relaciones
interpersonales, así como el conocimiento, la «aceptación/negación»
de los principios del orden social (Moreno y Del Barrio, 2005). Todos
estos elementos ponen en evidencia la importancia de pensar el lugar
simbólico que ocupa la muerte, «metáfora potente en situaciones
transicionales» (Larrobla et al., 2012), y su vínculo con la conducta sui-
cida en este grupo social.
Dentro de las variables demográficas se incorporó la residencia en
el departamento de Rivera como un posible factor determinante de los
intentos de suicidio. Esta decisión parte de los objetivos del presente
proyecto, que coloca el foco en la salud mental y su vínculo con la vi-
vencia de situaciones de violencia en un conjunto definido de departa-
mentos del país: Rivera, Artigas, Cerro Largo y Tacuarembó. La ENAJ
Violencia basada en género como factor de riesgo | 79

no es representativa a nivel departamental, de hecho, la mayor parte


de los departamentos no han sido sorteados en muestreo. Igualmente,
se incorpora la residencia en Rivera,10 donde se registran 548 observa-
ciones, para explorar posibles diferencias en la probabilidad de inten-
tos de autoeliminación a nivel regional. Quienes residen en Rivera pre-
sentan un OR 2,2 veces mayor a quienes residen en otros departamentos
del país. Este hecho puede ser indicativo de la importancia de prestar
particular atención a los procesos sociales y condiciones de vida en que
se encuentran las personas residentes en esta región del país.
Por otra parte, las mujeres tienen mayor probabilidad de realizar
intentos de suicidio en comparación a los varones (Edwards y Holden,
2001; De Man, 1999). Esto es consistente con la información disponi-
ble con relación a tentativas de suicidio existentes en nuestro país (La-
rrobla, Contino y Torterolo, 2017). Es necesario advertir que, cuando
se observan las tasas de suicidios consumados, la relación se invierte, y
son los varones quienes consuman este hecho en mayor proporción
(Hein y Rodríguez, 2016; González y Hein, 2016).
La calidad de las relaciones interpersonales como la familia, las
parejas y los grupos de amistad también son factores determinantes
importantes de los intentos de autoeliminación. Así, la presencia de in-
satisfacción en alguno de estos ámbitos —el no sentirse respetado, vi-
vir situaciones de discriminación o violencia— aumenta la probabili-
dad de los intentos. En particular, se destaca el peso de la insatisfacción
con las relaciones de pareja dentro de este conjunto de determinantes.
Las peleas o rupturas en estos vínculos como factores desencadenantes
de estas decisiones ameritarían mayor consideración y profundización
respecto a las implicancias y sentidos que adquieren para las personas
jóvenes. Además, la vivencia de situaciones de violencia sexual por par-
te de sus parejas o exparejas emerge con particular relevancia de estos
resultados.
Experimentar con frecuencia sentimientos de miedo, soledad,
preocupación, tristeza o desesperanza también se encuentra relacio-
nado de modo positivo con los intentos de autoeliminación. En este
sentido, adquiere particular relevancia el hecho de haber sentido tris-

10 La encuesta no presenta casos en los otros departamentos de interés.


80 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Cuadro 20. Resultados del modelo. Total país, 2018

Coeficiente Odds Ratio z P>z


Mujeres 0,5140 1,6720 19,9900 0,0000
Adolescentes de 12 a 17 años 1,8230 6,1904 66,8800 0,0000
Residentes en Rivera 0,7717 2,1635 24,4800 0,0000
Abandono temprano del sistema 0,2708 1,3110 10,0400 0,0000
educativo
Repetición escolar 0,6528 1,9208 27,4000 0,0000
Desempleo 0,5792 1,7845 21,6300 0,0000
No se siente respetado por familiares 0,6709 1,9560 21,1200 0,0000
Salida del hogar por problemas 0,5272 1,6942 15,5900 0,0000
familiares
Violencia psicológica en la familia 0,4806 1,6171 16,4600 0,0000
Insatisfacción con la relación de 1,1335 3,1065 19,3900 0,0000
pareja
Violencia sexual por la pareja 0,7119 2,0379 16,2100 0,0000
o expareja
Embarazo no deseado -0,5315 0,5877 -16,6300 0,0000
Insatisfacción con las relaciones 0,7381 2,0919 24,9900 0,0000
de amistad
No se siente respetado por profesores 0,1019 1,1072 2,1100 0,0350
y/o compañeros de clase
Vivencia de situaciones de 0,9086 2,4810 31,3700 0,0000
discriminación
Violencia sexual por parte de compa- 0,3902 1,4772 5,4300 0,0000
ñeros o desconocidos
Consumo de sustancias legales 0,9148 2,4963 35,0600 0,0000
Consumo de sustancias ilegales 0,3935 1,4822 7,7000 0,0000
Tuvo problemas con la policía 0,3321 1,3939 10,7100 0,0000
No uso de anticonceptivos 0,2646 1,3029 9,7300 0,0000
Alteración de sueño 0,3813 1,4641 15,1400 0,0000
Sentimiento de soledad 0,6806 1,9750 26,9300 0,0000
Sentimiento de miedo 0,4757 1,6092 19,1400 0,0000
Sentimiento de tristeza y/o 1,4424 4,2307 56,1000 0,0000
desesperanza
Asistencia a consultas psicológicas 1,5210 4,5769 62,3900 0,0000
y/o psiquiátricas
Toma ansiolíticos, antidepresivos 0,9822 2,6703 39,4900 0,0000
o hipnóticos
Insatisfacción con la vida en general 0,2531 1,2881 9,0200 0,0000
Pobreza económica autopercibida 0,4973 1,6443 17,3800 0,0000
Constante -9,1383 0,0001 -205,8300 0,0000

Fuente: Elaboración propia con base en ENAJ-INE (2018)


Violencia basada en género como factor de riesgo | 81

teza o desesperanza siempre o casi siempre durante el año anterior a la


aplicación de la encuesta.
La asistencia a consultas psicológicas o psiquiátricas, así como la
toma de ansiolíticos, antidepresivos o hipnóticos son determinantes
importantes de acuerdo a los resultados del modelo. Es fundamental
interpretar la asistencia médica no como atributos directos, causantes
del hecho, sino como indicadores indirectos de que las personas pue-
den estar atravesando algún problema de salud mental, duelos u otra
situación que derivan en la consulta psicológica o psiquiátrica y su po-
sible consecuente medicalización.
Por otra parte, todos los factores asociados a conductas de riesgo
identificados por la bibliografía antecedente —como el consumo de
sustancias legales o ilegales, haber tenido problemas con la policía o ha-
ber estado vinculado a conductas delictivas y la ausencia de uso de mé-
todos anticonceptivos— presentan una relación positiva con los inten-
tos de suicidio. La excepción a este hecho lo representa la integración
de grupos que realizan actividades ilegales, cuya relación no resultó
significativa al ser incorporada en el modelo con un 95 % de confianza.
Algunas de las variables consideradas como indicativas del nivel
socioeconómico y educativo de las personas presentaron una relación
positiva. Dentro de estos, haber repetido algún año durante el tránsito
educativo en primaria o secundaria es el determinante que presenta
mayor peso en la probabilidad de intento de suicidio. Una posible in-
terpretación es que estas situaciones pueden ser vividas como fracasos
y conllevar sentimientos de frustración por parte de los estudiantes y
las estudiantes. A la vez, el abandono temprano del sistema educativo,
antes de finalizar la educación media superior, también representa un
factor de riesgo. La asistencia al sistema educativo constituye un dere-
cho de acceso a la educación por parte de las personas, además, tener
vínculos con el sistema educativo habilita formar parte de una comu-
nidad y la generación de sentidos de pertenencia que pueden ser pro-
tectores ante esta situación.
La situación de encontrarse desempleado —definido aquí como
el hecho de buscar empleo sin conseguirlo o haber dejado de buscar
por considerar que no lo iba a lograr— representa un factor de riesgo
significativo. Así, la preocupación por no poder conseguir medios de
subsistencia en el mercado de empleo u otras posibles significaciones
82 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

que se le atribuya al hecho en términos de autopercepción de autono-


mía o desempeño laboral pueden aumentar la probabilidad de intento.
Es interesante destacar que, manteniendo constantes al resto de las
variables, los niveles de ingreso del hogar no resultaron significativos
para explicar los intentos de suicidio. Sin embargo, sí presenta una re-
lación positiva la autopercepción de condición de pobreza de las per-
sonas. Así, el modo en que se interpreta una relación en términos rela-
tivos a la situación económica de otros o la vivencia de la privación
parece estar más asociado a los intentos de autoeliminación que a los
ingresos percibidos. Este hecho amerita una mayor profundización e
incorporación de otro tipo de variables que —más allá de los niveles de
ingreso— den cuenta de las efectivas condiciones materiales en que
viven las personas (como la calidad de la vivienda o el acceso a servi-
cios en su comunidad).
Finalmente, la mayor parte de las variables asociadas a la vivencia
de situaciones de violencia —a excepción de la violencia sexual por
parte de la pareja, amigos o desconocidos y la violencia psicológica en
el caso de la familia— no resultaron significativas en el modelo a un
95 % de confianza. En el apartado anterior observamos cómo, de for-
ma indistinta al tipo de violencia y a la persona que la ejerce, la idea-
ción e intento de suicidio era mayor en comparación con quienes vi-
vieron este tipo de experiencias que entre quienes no. Sin embargo, al
controlar esta relación por terceras variables, algunas dejaron de tener
peso explicativo. En este sentido, es posible pensar que, más allá de
haber vivido situaciones de carácter violento, el momento de la vida
en que estas ocurren, las herramientas para enfrentarlas, así como el
conjunto de otros factores protectores presentes en el contexto social
y afectivo pueden estar incidiendo en amortiguar que estos hechos de-
riven en la consideración o eventual intento de quitarse la vida.

2.2. Encuesta autoadministrada. Violencia, salud mental


y suicidio a nivel local

El siguiente apartado presenta los datos que fueron recolectados a tra-


vés de 809 formularios aplicados a la población de jóvenes comprendi-
dos en la franja entre 15 y 19 años de edad que concurrían a algunas
escuelas técnicas de los departamentos de Artigas, Cerro Largo, Rivera
Violencia basada en género como factor de riesgo | 83

y Tacuarembó. La presentación de estos sigue la misma estructura


presentada en el formulario, conteniendo grandes bloques temáticos
(demografía, vínculos, conductas de riesgo, ambientes violentos, sa-
lud, emociones y sentimientos, conducta suicida, opinión), así como
también el cruce de las distintas variables a modo de poder analizar
qué peso representan determinadas características de interés en los
distintos factores relacionados al estudio realizado.
El análisis que se desprende de los resultados está asociado y rea-
firma, de cierta forma, el conjunto de hipótesis o pensamientos exis-
tentes respecto a la vulnerabilidad asociada a la identidad de género,
las situaciones de violencia en departamentos fronterizos del país, el
consumo de sustancias en jóvenes, entre otras; aunque en otros casos,
muestran resultados opuestos a los comúnmente esperados, como
puede ser el conocimiento que tiene la población joven sobre la veraci-
dad de los mitos en torno a la conducta suicida.

2.2.1. Composición demográfica de la población de estudio


Si bien el formulario discriminó las preguntas sobre el sexo asignado al
nacer (60,4 % varones y 39,7 % mujeres) y la identidad de género, en el
gráfico 12 se presenta la categoría con que cada persona se identificó.
Es así que, de las personas que voluntariamente decidieron reali-
zar el llenado del formulario, las categorías de «varón» y «mujer» pre-
dominan en sus respuestas (59,2 % se identifican como varones y 37,7 %
se identifican como mujeres). La opción «prefiero no responder» (1,2 %
de respuestas) sigue a las categorías antes mencionadas, lo que en cier-
ta forma podría interpretarse como miedo a brindar información en
torno a la cual aún existen muchos tabúes o prejuicios en la sociedad.
Debido a que los departamentos en los que el estudio se llevó a
cabo son en su mayoría limítrofes con el territorio brasileño, interesa-
ba saber cuántos de los estudiantes o las estudiantes que participaron
poseían una nacionalidad distinta de la uruguaya o más de una. Se
desprende así que la mayor concentración se presenta en la categoría
«Uruguaya» (más del 96 %), siguiéndole aquellos con ciudadanía múl-
tiple de tipo «Uruguaya-Brasileña» (1,7 %). Dicha información se pre-
senta en el gráfico 13.
84 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Gráfico 12. Distribución de estudiantes según identidad de género.


Departamentos de interés, 2022

Varó n

59,2 Mujer
Prefiero no decir
No Binario
37,7
Ninguno de los anteriores
Trans

1,2
0,6 0,3 1,0

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

Gráfico 13. Distribución de estudiantes según nacionalidad.


Departamentos de interés, 2022

96,3%

Uruguaya
Uruguaya - Brasileña
Brasileña
Otros

0,8% 1,1% 1,7%

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas
Violencia basada en género como factor de riesgo | 85

2.2.2. Composición familiar de los estudiantes

Nivel educativo de las personas adultas responsables

Casi tres de cada diez padres y madres de estudiantes de escuelas téc-


nicas poseen como máximo nivel educativo la primaria. Por tanto, es-
tos/as jóvenes tienden a alcanzar mayores niveles educativos que la
generación que les precede. Las madres tienden a alcanzar trayectorias
educativas más largas que los padres. En este sentido, el porcentaje de
las primeras que posee estudios universitarios duplica el de los padres.
En contraposición, entre los padres se observa una mayor proporción
de personas con nivel educativo secundario (ciclo básico o bachillera-
to) en comparación a las madres.

Gráfico 14. Distribución de estudiantes según nivel educativo de madres,


padres y/o adultos responsables. Departamentos de interés, 2022

27,9 28,9 28,4


27,0

21,2
18,3 17,5

11,2

6,4
4,9 5,1
3,2

Primaria Ciclo Básico Bachillerato UTU Universidad No sé

Madre Padre

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

Creencias religiosas

Acerca de las creencias religiosas que declaran adolescentes y jóvenes


de la encuesta, se observa que 42 % no tiene, casi 32 % sí, 14 % prefiere
86 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

no responder y aproximadamente 12 % declara «tal vez» tener alguna.


Dichos datos se presentan en el gráfico 15.

Gráfico 15. Distribución de estudiantes según si poseen creencias religiosas.


Departamentos de interés, 2022

42,3%
31,8% No

Prefiero no responder
Tal vez

14,1%
11,8%

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

2.2.3. Características socioeconómicas


Con respecto al trabajo remunerado, las respuestas obtenidas
muestran que los varones han trabajado alguna vez en su vida o du-
rante la semana previa a la encuesta (aproximadamente 45 % y 26 %,
respectivamente) en mayor medida que las mujeres (27 % y 15 % de las
mujeres, respectivamente). En el total de estudiantes, 58 % no ha tra-
bajado alguna vez y tampoco lo han hecho aproximadamente 69 % en
la semana previa a la aplicación de la encuesta. Sin embargo, 38 % sí lo
han hecho alguna vez y aproximadamente 22 % lo hizo la semana pre-
via a responder el formulario.
Violencia basada en género como factor de riesgo | 87

Gráfico 16. Distribución de estudiantes por sexo según si realizan/realizaron


trabajo remunerado. Departamentos de interés, 2022

6,0 5,5 4,1


3,2 5,8
6,2 5,0 3,2
14,8
25,8 27,1
44,7

76,2
63,7 65,6
43,0

Alguna vez en la vida Durante la última Alguna vez en la vida Durante la última
s emana s emana
Varones Mujeres
No Sí No s é Prefiero no res ponder

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

2.2.4. Valoración de las relaciones


Frente a la pregunta de cómo les parece que es su relación con sus pa-
dres, madres o adultos responsables, se observa en las respuestas obte-
nidas, según sexo, que las mujeres, en general perciben que el vínculo
existente no es tan cercano o positivo como el vínculo de los varones
con estos (gráfico 17). Esto podría deberse a múltiples causas que, más
allá de las fundamentaciones de dichos vínculos, lo que genera interés
en dicha respuesta es el potencial de apoyo que perciben los adoles-
centes y las adolescentes por parte de las personas adultas referentes y,
sobre todo, diferenciado por sexo.
88 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Gráfico 17. Distribución de estudiantes según cómo les parece que es la relación
con sus padres o adultos responsables, según sexo. Departamentos de interés, 2022

2,5 2,1 1,2


2,5
9,9
15,9 Prefiero no res ponder
No s é
32,0
31,9 Muy mala
Mala
Regular
Buena
47,5
38,8
Muy buena

Mujeres Varones

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

Seguidamente, se les preguntó cuánto apoyo sentían por parte de sus


padres, madres o adultos. No se destacan diferencias importantes en la
distribución según sexo. Entre las mujeres predominan las impresio-
nes negativas (muy poco y no me apoyan) (18,3 %) con relación a los
varones (8,5 %), sin presentarse casi diferencias entre el poco apoyo
(mujeres 14,8 % frente a los varones 14,5 %), habiendo una leve diferen-
cia, en favor de los varones, con relación a quienes se sienten muy apo-
yados (mujeres 54,7 % versus varones 61,6 %). La siguiente distribución
se presenta en el gráfico 18.
Violencia basada en género como factor de riesgo | 89

Gráfico 18. Distribución de estudiantes según cuán apoyados se sienten por sus
padres o adultos responsables, según sexo. Departamentos de interés, 2022

6,0 7,6
6,3 7,9
5,7 1,9
6,6
12,6 Prefiero no responder
14,5
14,8 No sé
No me apoy an
Muy poco
61,6 Poco
54,7
Mucho

Mujeres Varones

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

2.2.5. Cobertura de salud


El 80,7 % de adolescentes y jóvenes declara tener cobertura de salud.
Una proporción relevante (12,3 %) no sabe si cuenta con ella y un 5,6 %
considera que no tiene. Dichos datos se presentan en el gráfico 19.

Gráfico 19. Distribución de estudiantes según cobertura de salud.


Departamentos de interés, 2022

80,7%

5,6%
12,3%
1,4%
Sí No No sé Prefiero no responder

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas
90 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

El Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS) uruguayo tiene una


conformación de tipo mixta, dividido por subsectores: público, Institu-
ciones de Asistencia Médico Colectivas (IAMC) y seguros privados inte-
grales de salud. Según datos disponibles del Ministerio de Salud Públi-
ca, a setiembre del presente año (2022), el total de usuarios de ASSE
(subsector público) es de 1.541.593. De ellos, 436.161 viven en Montevi-
deo (aproximadamente 29 %) y 1.095.294 en el interior del país (cerca de
71 %). La distribución según vivan en Montevideo o interior, por sexo y
pertenezcan a FONASA o no, se presenta en los cuadros del anexo 6.
En cuanto al tipo de cobertura asistencial que presentan las per-
sonas jóvenes encuestadas en el presente trabajo, el 70,5 % declararon
que se atienden en el sector público (ASSE), el 25,6 % en alguna IAMC,
el 3,4 % no sabe qué tipo de cobertura asistencial tiene y apenas el
0,5 % prefirió no responder. Se destaca que mayoritariamente estos/as
adolescentes tienen cobertura de salud pública, es llamativo que 3,4 %
no sepa si tiene o no asistencia médica. Dicho dato podría tener dife-
rentes lecturas, entre ellas que: no sepan porque no se realizan contro-
les en salud periódicamente, podría ser por falta de interés sobre el
cuidado de su salud, negligencia por parte de los adultos responsables
en fomentar la autonomía progresiva y la importancia del cuidado
personal en diferentes niveles, fundamentalmente en este momento
vital tan importante, que les provoque vergüenza declarar que no tie-
nen cobertura asistencial, que en ese caso podría tener igual lectura
que la de aquellos estudiantes que prefieren no responder. Estos datos
se presentan en el gráfico 20.
La siguiente variable estudiada fue la presencia de alguna enfer-
medad física entre adolescentes y jóvenes encuestados. Cuatro de cada
cinco declara no tener ninguna, un 9,2 % sí, 7 % no sabe si tiene y 1,8 %
prefiere no responder a esta pregunta. El cuadro 21 ilustra lo descrito
anteriormente.
Frente a la presencia de alguna enfermedad física se les preguntó
si estaban en tratamiento por ese motivo. Las respuestas obtenidas
fueron las siguientes: 63 % de estudiantes respondieron que sí tenían
alguno, 33 % que no y un 4 % declara no saber si tiene. La distribución
de dichas respuestas se observa en el gráfico 21.
Violencia basada en género como factor de riesgo | 91

Gráfico 20. Distribución de estudiantes según tipo de cobertura de salud.


Departamentos de interés, 2022

70,5%

25,6%

3,4%
0,5%
Pública Privada No sé Prefiero no responder

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

Cuadro 21. Distribución de estudiantes según si tienen alguna


enfermedad física. Departamentos de interés, 2022

Enfermedad física %

No 82,1
Sí 9,2
No sé 7,0
Prefiero no responder 1,8
Total 100,0

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas
92 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Gráfico 21. Distribución de estudiantes con alguna enfermedad física según si


realizan tratamiento. Departamentos de interés, 2022

63%

33%

4%

No Sí No sé

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

Al preguntarles si tenían alguna discapacidad, las respuestas obtenidas


plantean que la mayoría (91 %) no tienen, 4 % sí, casi el mismo porcen-
taje (3 %) no sabe y el 2 % prefirió la opción de no responder. Dichos
datos se pueden observar en el gráfico 22.

Gráfico 22. Distribución de estudiantes según si tienen alguna discapacidad.


Departamentos de interés, 2022

91%

3%4%
2%
No Sí No sé Prefiero no responder

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas
Violencia basada en género como factor de riesgo | 93

La siguiente pregunta refiere a si alguna vez consultaron a un es-


pecialista del área de la salud mental, sea psiquiatra o psicólogo. En
cuanto a las respuestas obtenidas se destaca que 22,7 % de los varones
tuvieron alguna consulta contra 40,8 % en el caso de las mujeres, mien-
tras que el 70,9 % de los varones declara no haber consultado a especia-
lista de SM y 54,1 % de las mujeres tampoco lo hizo. Se destaca, enton-
ces, que, de la población encuestada, las mujeres son quienes declaran
mayor porcentaje de consultas con psiquiatra o psicólogo con respecto
a los varones. Dichas distribuciones se pueden observar en el gráfico 23.

Gráfico 23. Distribución de estudiantes según si consultaron alguna vez con un/a
profesional de salud mental, según sexo. Departamentos de interés, 2022

2,4 2,3 2,9


4,1

22,7 Prefiero no responder


40,8

No sé


70,9
54,1
No

Varones Mujeres

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

Entre las personas adolescentes y jóvenes que realizaron una consulta


con profesionales de la SM, casi 53 % lo hicieron hace un año o más,
aproximadamente 17 % lo hizo hace 2 meses, 12 % hace 6 meses, 14,5 %
no sabe y 3,5 % prefiere no responder. Se destaca, entonces, que más de
la mitad de las personas encuestadas que afirmaron haber consultado
con un especialista de psicología o psiquiatría, declaran haberlo hecho
un año atrás o más (gráfico 24).
94 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO
52,9%

Gráfico 24. Distribución de estudiantes que consultaron alguna vez con un/a
profesional de psicología o psiquiatría según hace cuánto tiempo lo hicieron.
Departamentos de interés, 2022
52,9% 12,3% 14,5%

16,7%
3,5%
52,9% 12,3% 14,5%
Hace 2 meses Hace 6 meses
16,7% Un año o más No sé
12,3% 3,5%
14,5% Prefiero no responder
Hace 2 meses
16,7% Hace 6 meses
Un año o más3,5% No sé
Hace 2 meses Prefiero no responder
Hace 6 meses
Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
Un
tramadas año o más No sé
Prefiero no responder

A continuación, la siguiente pregunta se vincula a si estudiantes que


consultaron a profesionales del área de la psicología o psiquiatría reali-
zaron algún tipo de tratamiento, las respuestas obtenidas indican que
64,5 % no realizó tratamiento, 31,6 % sí lo hizo, un 2,6 % no sabe y un
1,3 % prefiere no responder. Es importante considerar que casi un ter-
cio de la población encuestada realizó algún tipo de tratamiento psi-
cológico o psiquiátrico. Esta distribución se presenta en el gráfico 25.

Gráfico 25. Distribución de estudiantes que consultaron alguna vez con un/a
profesional de psicología o psiquiatría según si realizaron algún tratamiento.
Departamentos de interés, 2022

64,5%

31,6%

1,3%

2,6%
No Sí No sé Prefiero no responder

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas
Violencia basada en género como factor de riesgo | 95

2.2.6. Violencia
El siguiente bloque presenta datos recolectados que hacen referencia a
la percepción de violencia con la que viven las personas participantes,
además de situaciones de violencia puntuales que pudieran haber vivi-
do. La información se presenta según sexo a modo de poder identificar
las diferencias que existen y poder abordar el estudio desde la perspec-
tiva de VBG.
En cuanto al nivel de violencia con el que consideran que viven
en sus localidades, las respuestas de las mujeres presentan una percep-
ción más elevada con mayor cantidad de respuestas en las categorías
«siempre hay» y «casi siempre hay». Esta situación genera interrogan-
tes como: ¿Qué situaciones se consideran violentas en cada sexo?
¿Existe una minimización de la violencia por parte de los varones?

Gráfico 26. Distribución por sexo de estudiantes según evaluación del nivel
de violencia en la localidad en que residen. Departamentos de interés, 2022

5,3 1,9 3,3


4,8

31,7 Prefiero no responder


32,3
No sé
Nunca hay
16,3
23,1 Rara vez hay

22,6 A veces hay


24,6 Casi siempre hay
15,1 Siempre hay
7,7
7,2 4,2
Mujeres Varones

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

En cuanto a situaciones de violencia vividas como víctimas (gráfico


27), las mujeres declaran mayores respuestas positivas de agresiones
vividas en comparación a los varones. Un tercio de las primeras vivió
por lo menos una agresión en algún momento de su vida, mientras
que un cuarto de los varones lo hizo. Las mujeres declaran principal-
96 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

mente sufrir agresión por parte de sus parejas (tres veces más que en
varones agredidos por sus parejas), en comparación a los varones, cu-
yos principales agresores son amigos y compañeros de estudio.
Ambos sexos coinciden en que las redes sociales son el principal
ámbito en que viven situaciones de agresión, aunque el porcentaje es
más elevado en mujeres que en varones.

Gráfico 27. Distribución de estudiantes por sexo y según vivieron situaciones

Mujeres 6,9 85,1 8,0


Padre

Varones 6,2 86,1 7,8

Mujeres 6,0 87,0 7,0


Madre

Varones 5,9 88,5 5,6

Mujeres 6,3 88,2 5,5


Pareja

Varones 2,0 92,4 5,6


Compañer

Mujeres 10,6 85,1 4,4


os/as de
anteriores sociales Vecinos/as Amigos/as estudio

Varones 12,7 82,8 4,5

Mujeres 7,2 88,5 4,3

Varones 9,0 85,5 5,5

Mujeres 5,4 90,6 4,0

Varones 4,3 91,5 4,3

Mujeres 25,1 70,3 4,7


de los/as Redes

Varones 13,9 81,1 5,0


Algun o/a

Mujeres 33,1 66,9

Varones 25,1 75,0

Sí No Prefiero no responder

de violencia o abuso según agresor/a y sexo. Departamentos de interés, 2022


Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

Según el tipo de experiencia vivida, se aprecia que la agresión más co-


mún hacia las mujeres es la burla, y hacia los varones existen mayores
casos de golpes y patadas (gráfico 28). Con respecto a agresiones de
tipo empujón o encierro, la distribución por sexos es bastante pareja.
Violencia basada en género como factor de riesgo | 97

Gráfico 28. Distribución de estudiantes según vivieron agresiones, según tipo y


sexo. Departamentos de interés, 2022

Mujeres 58,3 37,7 2,3 1,7


Burlado /a

Varo nes 47,8 46,0 4,1 2,1

Mujeres
Encerrado /a

15,3 82,3 1,1 1,4

Varo nes 8,8 86,4 2,2 2,7

Mujeres
Empujado /a

51,0 45,9 1,7 1,4

Varo nes 52,0 44,1 1,6 2,3

Mujeres 18,2 76,8 3,6 1,4


Pateado/a

Varo nes 29,5 65,4 2,8 2,3

Mujeres 32,9 62,1 1,7 3,4


Golpeado/a

Varo nes 43,6 50,9 2,72,9

Sí No No sé Prefiero no respo nder

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

El principal motivo de las burlas para ambos sexos es el relacionado al


cuerpo, haciendo referencia a los rasgos físicos, aunque este se presen-
ta más fuertemente en mujeres que en varones. Ser gay, lesbiana o bi-
sexual es una situación de burla en la que las mujeres viven más del
doble de burlas que los varones (mujeres 20,1 % y varones 8,9 %). Resal-
ta la particularidad de que la condición de inmigrante es objetivo de
burla más acentuado en los varones (mujeres 1,9 % y varones 2,6 %).
98 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Gráfico 29. Distribución de estudiantes según han vivido burlas,


según motivo y sexo. Departamentos de interés, 2022
Creencias tipo de Ascenden

Mujeres 8,1 87,5 4,4


cia

Varones 6,2 88,5 5,3

Mujeres 23,2 73,3 3,5


Color de
piel y/o

Ser mujer Ser trans bisexual Cuerpo religiosas pelo

Varones 16,2 80,4 3,3


Mujeres 12,3 84,0 3,7

Varones 8,3 88,1 3,6


Mujeres 59,2 36,8 4,0

Varones 37,0 59,7 3,2


lesbiana o

Mujeres 20,1 77,0 3,0


Ser gay,

Varones 8,9 86,8 4,3


Mujeres 0,4 96,5 3,1
Varones 1,1 95,2 3,7

Mujeres 19,0 78,0 3,0


Varones
a de su inmigrant discapaci
Por estar

Mujeres
situación

2,7 93,9 3,4


dad
de
en

Varones 2,4 94,4 3,2


Mujeres 1,9 95,0 3,1
Alguno econ ómic Por ser

Varones 2,6 94,3 3,1


Mujeres 17,8 77,8 4,4
situación

anteriores familia
Por la

Varones 13,4 82,4 4,3


Mujeres 67,2 32,8
de los

Varones 44,0 56,0

Sí No Prefiero no responder

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

El miedo no es un factor que incida en más de la mitad de la población


al momento de volver a un lugar o retomar una actividad, aunque se
presenta con mayor prevalencia en mujeres (gráfico 30).
En cuanto a las agresiones llevadas a cabo por los y las estudian-
tes hacia otras personas, los varones presentan mayores porcentajes en
todos los tipos de agresiones que figuraban como opciones, y el golpe y
el empujón son los más comunes. Aun así, más del 30 % de las encues-
tadas mujeres declaran ejercer violencia por medio de empujones (grá-
fico 31).
Violencia basada en género como factor de riesgo | 99

Gráfico 30. Distribución por sexo de estudiantes según tuvieron miedo de asistir
a algún lugar por las agresiones vividas. Departamentos de interés, 2022

6,1 4,6
8,6 5,9
14,9
27,4
Prefiero no responder
No sé

74,7
58,0 No

Mujeres Varones

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

Gráfico 31. Distribución por sexo de estudiantes según si agredieron a otra


persona, según tipo de agresión. Departamentos de interés, 2022

Mujeres 19,4 72,3 6,2 2,1


Burlado /a

Varo nes 31,3 59,0 6,5 3,2

Mujeres 3,6
Encerrado /a

93,6 1,4 1,4

Varo nes 8,8 86,4 2,2 2,7

Mujeres
Empujado /a

33,5 63,1 2,1 1,4

Varo nes 46,7 48,1 3,2 2,1

Mujeres 13,5 83,5 1,4 1,7


Pateado/a

Varo nes 33,8 60,4 3,2 2,6

Mujeres 26,0 70,1 2,0 2,0


Golpeado/a

Varo nes 48,9 45,0 3,3 2,9

Sí No No sé Prefiero no respo nder

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas
100 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Más del triple de mujeres declararon haber vivido una experien-


cia de violencia sexual (excluye relaciones sexuales forzadas) con rela-
ción a los varones encuestados.

Gráfico 32. Distribución de estudiantes por sexo y según si han vivido violencia
sexual (excluyendo relaciones sexuales forzadas). Departamentos de interés, 2022

6,7 3,8
3,2 3,2
7,0
23,8

Prefiero no responder
No sé
86,1 Sí
66,4 No

Mujeres Varones

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

En el caso de vivencias de violencia sexual que sí involucran relaciones


sexuales forzadas/sexo, la relación mujer-hombres es cuatro veces ma-
yor (gráfico 33). Llama, además, la atención que un 6 % de las encuesta-
das prefirieron no responder esta pregunta.

2.2.7. Exposición a situaciones de riesgo


Si bien la literatura asocia la pertenencia a grupos que realizan activi-
dades violentas como factores de riesgo de la VBG, en la población es-
tudiada la mayoría declara no pertenecer a grupos de este estilo (varo-
nes 2,1 y mujeres 1,6 sí pertenecen).
Violencia basada en género como factor de riesgo | 101

Gráfico 33. Distribución de estudiantes por sexo y según si han sido forzados/as
a tener relaciones sexuales. Departamentos de interés, 2022
6,0 2,5
3,6
1,9 3,0
12,7

Prefiero no responder
No sé
90,9 Sí
79,4
No

Mujeres Varones

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

Gráfico 34. Distribución de estudiantes por sexo y según si consideran


que pertenecen a un grupo que realiza actividades violentas.
Departamentos de interés, 2022

1,6
2,1

Prefiero no responder
No sé
91,0 97,1

No

Varones Mujeres

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas
102 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Con respecto al consumo de sustancias (legales e ilegales), el alcohol es


el más consumido con porcentajes similares en ambos sexos (varones
58,9 % y mujeres 63,5 %), seguido por el consumo de tabaco, en el que
las mujeres presentan mayor cantidad de casos (mujeres 14,3 % y varo-
nes 9,7 %). En tercer lugar, se posiciona el consumo de marihuana, y la
diferencia entre sexos no es significativa en cuanto a su consumo (va-
rones 10,4 % y mujeres 9,4 %). En cuarto lugar, se ubica el consumo de
cocaína, el cual duplica su valor en los varones con respecto a las muje-
res (varones 2,4 % y mujeres 1,1 %). Finalmente, el consumo de pasta
base es menor al 1 % en ambos sexos. Esto podría interpretarse como
que el consumo de alcohol no es percibido como una droga ni que sea
perjudicial, sin embargo, el consumo de marihuana sí parece recibir
esa percepción, cuando ambas sustancias entran en la misma catego-
ría de drogas y efectos negativos para sus consumidores.

Gráfico 35. Distribución de estudiantes por sexo y según consumo de sustancias


en los últimos 12 meses. Departamentos de interés, 2022

Mujeres 35,3 63,5


Alcohol

Varones 37,9 58,9

Mujeres 85,7 14,3


Tabaco

Varones 88,4 9,7


Marihuana

Mujeres 90,2 9,4

Varones 87,3 10,4


Pasta Base

Mujeres 99,7 0,4

Varones 97,6 0,5

Mujeres 98,6 1,1


Cocaína

Varones 95,4 2,4

Mujeres 98,8 0,4


sustancias
Otras

Varones 95,2 2,0

No Sí No sé / Prefiero no responder

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas
Violencia basada en género como factor de riesgo | 103

En cuanto a las medidas de seguridad adoptadas en el tránsito,


los varones presentan mayores respuestas positivas ante situaciones
de riesgo (gráficos 36 y 37), como ser transportarse con el uso del cintu-
rón de seguridad.

Gráfico 36. Distribución de estudiantes según uso de cinturón en los últimos 30


días según sexo (exposición al riesgo). Departamentos de interés, 2022
23,2
20,3
18,4 17,7 16,9
16,0 15,2 16,2 14,4
12,7 12,7
8,0
3,2
1,3 1,9 2,1

Prefiero no respo nder


No me transporté en

La mayo ría de las


Siempre

Algunas veces

Raramente

No sé
Nunca
ningún auto

veces

Mujeres Varo nes

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

Gráfico 37. Distribución de estudiantes por sexo y según si se han subido a un auto
con un conductor que ha tomado alcohol. Departamentos de interés, 2022
50,2 48,7

18,4 20,2
9,8 8,6 7,9
5,5 6,7 6,2 6,8
1,9 1,3 2,5 1,9 3,4

No he 0 veces 1 vez 2 o 3 veces 4 o 5 veces 6 veces o No sé Prefiero no


est ado en más responder
un
vehículo
manejado
por otra
persona

Mujeres Varones

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas
104 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

2.2.8. Emociones expresadas en el formulario


El sentimiento de soledad se presenta mayormente en mujeres. In-
somnio y miedo también.

Gráfico 38. Distribución de estudiantes por sexo y según frecuencia con la que han
sentido algunas emociones. Departamentos de interés, 2022

17,4 16,3 Prefiero no responder


28,0 24,8
31,1 No sé
14,7
15,8 39,4
Nunca
24,5 30,9
23,4 29,1 37,7 Rara vez

32,1 A veces
22,8 27,4
25,8
24,4 Casi siempre
20,8
10,7 16,8
11,9 9,6 Siempre
10,4 9,3
5,9 2,9 1,1 2,6 3,5
Varones Mujeres Varones Mujeres Varones Mujeres
Soledad Insomnio Miedo

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

El sentimiento de desesperanza es un fenómeno que se presenta con


mayor fuerza en las mujeres, casi duplicando a los varones ante tal
sentimiento (mujeres 61 % y varones 33,2 %)

Gráfico 39. Distribución de estudiantes por sexo y según si han sentido


desesperanza. Departamentos de interés, 2022

7,7 5,1

33,2
61,0 Prefiero no responder
No sé

55,5 No

31,1

Varones Mujeres

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas
Violencia basada en género como factor de riesgo | 105

El grado de conformidad con relación a su manera de ser es más


elevado en los varones que en las mujeres. Las categorías «muy con-
forme» y «conforme» totalizan un 75,8 % en varones y un 62,2 % en
mujeres, mientras que las categorías asociadas a disconformidad
«poco conforme» y «nada conforme» totalizan 13,8 % en varones y
31,4 % en mujeres (gráfico 40).

Gráfico 40. Distribución de estudiantes por sexo y según grado de conformidad


con su manera de ser. Departamentos de interés, 2022

3,2 8,9
10,6
22,5 Prefiero no responder
No sé
41,5 Nada conforme
36,5 Poco conforme
Conforme

34,3 Muy conforme


25,7

Varones Mujeres

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas
106 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Gráfico 41. Distribución de estudiantes por sexo y según grado de satisfacción


con aspectos de su vida. Departamentos de interés, 2022

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

2.2.9. Comportamiento suicida


Casi la mitad de las mujeres encuestadas han considerado seriamente
quitarse la vida. En los varones esta intención representa un 17,6 %,
mientras que en las mujeres un 40,8 % (gráfico 42).
En cuanto a la planificación de quitarse la vida predomina el ca-
rácter femenino, duplicándose los casos con respecto a los varones
(varones 13,4 % y mujeres 32,3 %). Se resaltan los porcentajes significa-
tivos de hombres y mujeres que prefirieron no responder el ítem co-
rrespondiente a este aspecto (gráfico 43).
Violencia basada en género como factor de riesgo | 107

Gráfico 42. Distribución de estudiantes por sexo y según si han considerado


seriamente quitarse la vida. Departamentos de interés, 2022

8,6 7,0
5,9 5,7

17,6
40,8
Prefiero no responder
No sé

67,9
No
46,5

Varones Mujeres

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

Gráfico 43. Distribución de estudiantes por sexo y según si han hecho un plan
para quitarse la vida. Departamentos de interés, 2022

7,2 8,1
4,2 3,9
13,4
32,3
Prefiero no responder
No sé

75,2
55,8 No

Varones Mujeres

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

En cuanto a los antecedentes de intentos de suicidio, se destaca la fe-


minización del fenómeno, siendo significativa la diferencia entre sexos
de uno a cinco intentos realizados.
108 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Gráfico 44. Distribución de estudiantes por sexo y según si han intentado


quitarse la vida. Departamentos de interés, 2022

79,1

56,7

14,7 13,4
5,8 7,2 7,5
3,2 3,6 1,1 1,6 1,3 2,9 1,9

No 1 vez 2 o 3 veces 4 o 5 veces 6 veces o No sé Prefiero no


más responder

Mujeres Varones

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

Respecto a antecedentes familiares de intentos de suicidio, casi un


20 % de estudiantes declararon tener algún familiar que intentó qui-
tarse la vida.

Gráfico 45. Distribución de estudiantes según si alguien en su familia ha intentado


quitarse la vida o se suicidó. Departamentos de interés, 2022

72,2%

19,9%

7,9%

No Sí No sé / prefiero no responder

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas
Violencia basada en género como factor de riesgo | 109

Más de la mitad menciona que dichos familiares intentaron sui-


cidarse hace más de un año, y más del 25 % en un período de 12 meses.

Gráfico 46. Distribución de estudiantes con familiares que han intentado quitarse
la vida según hace cuánto tiempo fue. Departamentos de interés, 2022

54,4%

11,6%
10,9%
2,7%
4,8%
15,7%

Recientemente Hace unos meses El año pasado


Hace más de u n año No sé Prefiero no responder

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

Casi la mitad de los jóvenes encuestados declara conocer a algún allegado,


amigo, vecino o conocido que se haya quitado la vida o lo haya intentado.

Gráfico 47. Distribución de estudiantes según si conocen a alguien (allegada,


amiga, vecina, conocida) que ha intentado quitarse la vida o se suicidó.
Departamentos de interés, 2022

47,4%
49,0%

3,6%

No Sí No sé / prefiero no responder

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas
110 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Del total, el 51 % declara conocer el motivo que lleva a dicha decisión y


el 66,6 % conoce el método empleado para dicho fin.

Gráfico 48. Distribución de estudiantes según el motivo y el método


de quienes conocen que haya intentado quitarse la vida o se suicidó.
Departamentos de interés, 2022
66,6

51,0
46,2

30,2

2,9 3,2

No Sí No sé / prefiero no responder

Motivo Método

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

El período de pandemia por la COVID-19 fue un momento en el que


población en general presentó interés o situaciones de necesidad de
abordaje de la salud mental a causa de los cambios en los estilos de
vida. Esto presenta también un aumento por el conocimiento del fe-
nómeno de la conducta suicida, hecho que puede apreciarse en el
gráfico 49.
A continuación, se presentan poblaciones de estudiantes que han
considerado seriamente quitarse la vida discriminado por variables, a
modo de poder identificar grandes grupos vulnerables ante el fenóme-
no de la conducta suicida (gráfico 50). Las situaciones de mayor vulne-
rabilidad las presentan las mujeres, las personas con discapacidad o
quienes tienen alguna enfermedad física.
Violencia basada en género como factor de riesgo | 111

Gráfico 49. Distribución de estudiantes según si conocen a alguien (allegada,


amiga, vecina, conocida) que ha intentado quitarse la vida o se suicidó según hace
cuánto tiempo fue. Departamentos de interés, 2022

15,5%

37,9%
23,7%

9,3% 11,4%
2,2%

Recientemente Hace unos meses El año pasado


Hace más de un año No sé Prefiero no responder
Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas

Gráfico 50. Distribución de estudiantes según si han considerado seriamente


quitarse la vida, según sexo, edad, enfermedad física y discapacidad.
Departamentos de interés, 2022

Mujeres 46,5 40,8 5,7 7,0


Sexo

Varones 67,9 17,6 5,9 8,6

15 59,2 27,2 5,8 7,8

16 61,7 24,6 6,3 7,4


Edad

17 56,9 29,9 5,7 7,6

18 57,1 25,9 5,4 11,6

19 67,1 25,0 1,3 6,6


Dis capacidad

No 61,8 26,3 4,9 7,0

Sí 51,7 31,0 6,9 10,3


Enfermedad

No 62,7 25,5 4,8 7,0


fís ica

Sí 50,7 35,6 8,2 5,5

No Sí No s é Prefiero no res ponder

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas
112 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

La proporción de quienes han considerado quitarse la vida es signifi-


cativamente mayor entre quienes vivieron algún tipo de violencia du-
rante su vida. Esto es independiente de quién haya sido la persona
agresora. Sin embargo, la cercanía con esta persona —fundamental-
mente si el agresor es el padre, la madre o la pareja— aumenta la pro-
babilidad de esta consideración con relación a vínculos más lejanos.

Gráfico 51. Distribución de estudiantes según si han considerado seriamente


quitarse la vida y vivencia de violencia. Departamentos de interés, 2022

No 65,4 22,9 5,2 6,5


Padre

Sí 23,4 59,6 12,8 4,3

No 65,5 22,2 5,7 6,6


Madre

Sí 20,9 76,7 0,0


2,3

No 65,2 23,7 5,6 5,6


Pareja

Sí 16,0 72,0 4,0 8,0

No 65,8 23,5 5,5 5,2


Amigos

Sí 35,6 49,2 3,4 11,9

No 66,5 23,8 5,0 4,7


Vecino s

Sí 34,5 46,4 8,3 10,7


Co no cidos

No 63,9 25,0 5,4 5,7

Sí 30,3 45,5 9,1 15,2

No 68,2 22,3 4,4 5,1


sociales
Redes

Sí 36,7 46,9 9,4 7,0


Alguna de

No
anterio res

68,3 19,5 4,6 7,6


las

Sí 37,3 45,2 8,8 8,8

No Sí No sé Prefiero no respo nder

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas
Violencia basada en género como factor de riesgo | 113

Haber vivido situaciones de discriminación también representa


una importante condición de vulnerabilidad. Quienes han vivido este
tipo de agresiones consideran quitarse la vida en mayor proporción que
quienes no, de modo independiente al motivo de tal discriminación.

Gráfico 52. Distribución de estudiantes según si han considerado seriamente


quitarse la vida y vivencia de discriminación. Departamentos de interés, 2022
religiosas o tipo de pelo Ascendencia

No 66,4 24,5 4,2 4,8

Sí 25,0 43,8 14,6 16,7


Tus creencias Co lo r de piel

No 68,8 22,1 4,5 4,7

Sí 37,1 43,2 7,6 12,1

No 66,2 23,1 4,8 5,9

Sí 36,9 52,3 6,2 4,6

No 80,3 12,5 3,93,3


que lo eras. Tu cuerpo

Sí 40,5 43,5 6,3 9,6


alguien pensó
bisexual, o

No 69,2 20,9 4,4 5,5


lesbiana o
Ser gay,

porque

Sí 23,9 59,1 5,7 11,4

No 64,0 25,6 4,5 5,9


Ser trans

Sí 20,0 40,0 40,0

No 66,9 23,4 4,3 5,4


Ser mujer

Sí 22,6 56,6 5,7 15,1


tu familia que lo eras. discapacidad
Alguna de las económica dealguien pensó situación de
Po r estar en

No 64,0 25,6 4,5 5,9

Sí 43,8 37,5 6,3 12,5


inmigrante o

No 64,3 25,3 4,3 6,2


Po r ser

porque

Sí 13,3 46,7 26,7 13,3

No 68,5 21,6 3,9 6,0


situación
Po r la

Sí 26,7 55,5 8,9 8,9

No 77,1 11,2 5,2 6,6


anterio res

Sí 44,3 40,3 6,3 9,1

No Sí No sé Prefiero no respo nder

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto En-
tramadas
114 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

2.2.10. Mitos sobre el suicidio en adolescentes y jóvenes


En cuanto a las respuestas obtenidas a través de la encuesta sobre mi-
tos y tabúes en la adolescencia y juventud, se destaca de manera global
que los estudiantes y las estudiantes tienen un conocimiento bastante
preciso sobre la veracidad o falsedad de estos mitos con relación a la
conducta suicida, presentando un mayor porcentaje en la respuesta
que correspondía como «correcta».
Este panorama es muy alentador, poniendo sobre la mesa pre-
guntas o frases instaladas socialmente que son en general difíciles de
abordar, ya que hacen referencia a la muerte o se asocian al «Mito N.º
3: Hablar con los/as adolescentes sobre suicidio provoca un aumento
de intentos de autoeliminación (IAE), ya que les proporciona ideas y
métodos para matarse». Demuestra, además, la necesidad que tienen
de poder expresar libremente sus emociones y sentimientos sin ser
juzgados, y que sean tomados en cuenta de manera seria, sin ser mini-
mizados (Mitos 1, 2, 4 y 5) (cuadro 22).

2.3. Entrevistas semiestructuradas a informantes clave

Como se mencionó en los apuntes metodológicos, se realizaron tres


entrevistas a informantes clave vinculados actualmente o con anterio-
ridad a la generación y gestión de políticas públicas en torno a las te-
máticas de la investigación. La finalidad de dichas entrevistas fue inda-
gar las opiniones, valores y creencias acerca de la generación, gestión y
funcionamiento, experiencias y expectativas, obstáculos y aspectos
positivos de estas.
En líneas generales se identificaron actores involucrados, partici-
pantes y propulsores, así como también los diferentes procesos por los
que se transitó y aún hoy se transitan en esa construcción. Por mo-
mentos se presentan coincidencias entre los informantes clave en las
respuestas brindadas y se observa que, en cada respuesta, cada uno de
ellos, de forma espontánea, estructuró su discurso en dos grandes pila-
res (ventajas y desventajas). Esto enriqueció y facilitó la transcripción,
el análisis y la identificación de puntos en común entre los relatos.
A continuación, se presenta la información obtenida según di-
mensiones y subdimensiones mencionadas anteriormente.
Cuadro 22. Respuestas sobre mitos en la adolescencia y juventud. Departamentos de interés, 2022

Frase Verdadero Falso Prefiero Total


no responder

1. Los/as adolescentes que hablan sobre suicidio no intentan suicidarse o matarse. 34,7 48,5 16,9 100,0

2. La mayoría de los/as adolescentes van a revelar que tienen ideas suicidas o problemas 52,0 33,8 14,3 100,0
emocionales para los que les gustaría ayuda emocional.

3. Hablar con los/as adolescentes sobre suicidio provoca un aumento de intentos de autoeli- 19,1 64,1 16,8 100,0
minación, ya que les proporciona ideas y métodos para matarse.

4. Los padres no son conscientes de la conducta suicida de su hijo. 63,4 21,7 15,0 100,0

5. La mayoría de los/as adolescentes que intentan suicidarse pretenden plenamente morir. 48,4 34,1 17,5 100,0

6. El método más común de muerte por suicidio adolescente es la sobredosis de droga. 34,3 47,2 18,5 100,0

7. Hay una diferencia significativa entre hombres y mujeres adolescentes respecto 40,1 40,1 19,8 100,0
a la conducta suicida.

8. El comportamiento suicida se hereda. 9,3 74,0 16,7 100,0

9. El único que puede ayudar a un/a adolescente suicida es una persona consejera 39,1 45,8 15,2 100,0
o profesional de salud mental.

10. Los/as adolescentes no pueden relacionarse con una persona que ha experimentado 15,7 68,0 16,4 100,0
pensamientos suicidas.

Fuente: Elaboración propia con base en encuesta autoadministrada del proyecto Entramadas
Violencia basada en género como factor de riesgo | 115
116 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

A través de los relatos se puede trazar cierta historicidad del pro-


ceso de construcción de la generación de las políticas públicas sobre
las temáticas abordadas. En este sentido, se distinguen hitos; uno de
ellos fue en 2007 con la creación del SIPIAV, que se constituye como
acuerdo interinstitucional en el cual, al decir de algunos informantes:

… se pone de manifiesto o sobre la mesa la necesidad de crear


sistemas de protección a los NNA que sufren violencia (de género
y generaciones, intrafamiliar, etc.) (informante 1).

… había una trayectoria en el país respecto al tema que lo había


hecho mucho más visible. Y entonces eso sí era un capital intere-
sante a aprovechar (informante 3).

Es importante tener en cuenta el contexto social y político del mo-


mento, Uruguay estaba abocado a encontrar salidas a los impactos de
la crisis económica mundial del 2002 que dejaron como secuelas un
aumento de la desocupación y niveles de pobreza alarmantes. Ya en
2001, la publicación de Katzman y Filgueira (2001) consiguió llamar la
atención sobre las condiciones de pobreza en las que nacían los niños
en el país. Situación que se agrava a partir del año siguiente. De esta
forma comienza a ponerse en agenda la temática de la pobreza focali-
zada en la infancia y a pensarse políticas públicas para combatirla. En
palabras de Garcé (2014): «La oportunidad para el cambio de paradig-
ma en las políticas de combate a la pobreza vino de la mano del cam-
bio de partido en el gobierno» (p. 445).
Es en 2005 que asume, por primera vez en la historia del país, un
gobierno de izquierda, cuyo programa electoral había hecho foco en la
igualdad y trabajar ahincadamente en pro de políticas sociales. Se crea
entonces el Ministerio de Desarrollo Social, con un fuerte soporte téc-
nico desde la Universidad de la República a través de la Facultad de
Ciencias Sociales y Ciencias Económicas (Garcé, 2014). Dos años más
tarde, en 2007, se concreta el hito mencionado sobre protección a la
infancia y sobre violencia doméstica como temas importantes. Esto
queda visibilizado a través de lo referido en otros relatos.
Violencia basada en género como factor de riesgo | 117

… una ventaja es que había habido una definición política. Yo


creo que ahí la voluntad política es clave. […] Hubo una defini-
ción política de crear un área que tuviera que ver con salud de la
mujer y que quien encabezaba el Programa de salud de la mujer
en ese momento, tenía como una mirada sobre el tema de violen-
cia como un tema clave dentro del área de salud de la mujer (in-
formante 3).

… había una ley y había dispositivos institucionales creados para


esa articulación. Lo que yo creo que fue necesario, y que fue una
coincidencia interesante, es el tema de realmente poder apro-
piarse de esos dispositivos. Digo que fue una coincidencia intere-
sante porque creo que hubo, desde diferentes instituciones, per-
sonas comprometidas con poder volver realidad esa articulación
(informante 3).

… los dos espacios que fueron privilegiados en eso, uno era el


Consejo Nacional Consultivo de Lucha Contra la Violencia Do-
méstica, porque en aquel momento era la Ley de Violencia Do-
méstica… y después se creó, en 2007, el SIPIAV, que fue otro es-
pacio de articulación muy interesante, y que coincidíamos
personas que íbamos a los dos lugares (informante 3).

En el año 2006, también se crea, dentro del Ministerio de Salud


Pública, el Programa de Adolescencia y Juventud, otra nueva área
sobre la que se había focalizado el nuevo gobierno (informante 3).

Al respecto, otro informante refiere lo siguiente:

… había que hacerlo en un contexto y en articulación con otros


dentro de lo que es la política pública desde el área de la salud.
[…] Crear un programa […] que fuera lo más abarcativo y lo más
integral e integrador (informante 2).

La política tenía que ser integral, quiere decir, abarcar todos los
aspectos; integradora, en el sentido de integrar a las personas y
también a quienes están dirigiendo, coordinando las prácticas. […]
118 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

integral, integradora, integrada e íntegra moralmente. Integrada


es justamente lo que tiene que ver con las políticas (informante 2).

Llevó tres años (2011-2013) el intercambio entre los diferentes actores,


ya sean gubernamentales, sociedad civil, Poder Judicial y organismos
internacionales, para llegar a conceptualizar las temáticas de violencia
de género y la dirigida hacia niñas, niños y adolescentes como tema
estructural social.

… es una misma violencia, en definitiva. Hoy ya está establecida


por ley (Ley 19.580), y la modificación que se hizo del código, la
19.747, el capítulo 11. Se plantea la necesidad de visualizar esta
violencia como un tema social importante, no como un tema de
algunas familias que tienen alguna patología específica, sino un
tema de la sociedad, del abuso de poder y de cómo nos estructu-
ramos como sociedad (informante 1).

No [se puede] generar una política pública si no tenés recursos


tanto humanos como financieros. Acá se necesita una inversión
importante para poder dar respuesta a las situaciones de violen-
cia. [En] Uruguay, que es un país bastante negador de sus fenóme-
nos sociales, el tema de la violencia es un problema social. […] to-
davía faltan campañas de sensibilización, falta poner sobre la
mesa que la gente conozca cuáles son sus derechos (informante 1).

… teníamos mucha coincidencia, en ese momento, inicialmente


con el MIDES. Con el Instituto Nacional de las Mujeres trabajá-
bamos bastante, más allá de algunas discrepancias, en general
bien. […] En ese momento el Ministerio del Interior creó la Divi-
sión de Políticas de Género, entonces ahí hubo una confluencia.
Se creó la Agencia Uruguaya de Cooperación Internacional, que
funcionaba en la OPP, y eso le dio como un marco interesante
desde lo institucional (informante 3).

Para NNA se consolidó mucho más a partir de la reforma de 2019…


porque ahí se le dio una visibilidad distinta al tema. Se formalizó
el SIPIAV (informante 3).
Violencia basada en género como factor de riesgo | 119

El apoyo internacional fue clave ahí. Con OPS tuvimos… espacios


de intercambio con actores a nivel internacional. […] son otras
realidades que capitalizás, la experiencia, tenés un espacio para
reflexionar en común, para revisar juntos… (informante 3).

Predomina en algunos relatos la convicción de que la violencia se man-


tenía en un plano de invisibilización, en consonancia con lo mencio-
nado en el último relato del punto anterior. Negar aquello que interpe-
la directamente la responsabilidad de toda la sociedad en su conjunto.

No era un tema de agenda pública, no estaba considerado un pro-


blema social grave, y además tampoco … había una conceptuali-
zación conjunta… (informante 1).

Estamos tratando cada vez más de articular una atención integral,


de esa conceptualización de que la violencia es una (informante 1).

Aspectos que obstaculizaron el proceso

Como en toda política pública, se conjugan decisiones y acciones que


apuntan a resolver un problema de carácter público. Para el cual son
fundamentales la capacidad y competencia en el diseño de dicha polí-
tica y complementarse con una implementación adecuada. En pala-
bras de Aguilar (2009): «La política pública se entiende […] como un
plan específico de acción, un plan limitado, orientado hacia el logro de
objetivos relacionados con la solución de problemas específicos y con
la mejora de situaciones de vida social, cada una de las cuales es dife-
rente y posee su propia circunstancia» (p. 31). Sin embargo, en este pro-
ceso de construcción se debe considerar que los actores son múltiples
y variados (gubernamentales, académicos, sociedad civil, organismos
internacionales, etc.). Esta diversidad de factores externos entre sí, que
a su vez presenta consensos y disensos internos, genera una serie de
tensiones al momento de la instalación en la agenda pública de las te-
máticas consideradas relevantes, como es el caso de esta investigación.
En los discursos se identifican y describen niveles de tensión en
diferentes órdenes que oficiaron de obstáculos para el trabajo. Dichos
obstáculos involucraron la participación de diferentes actores, y la in-
120 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

tegración de cada uno complejizaba aún más la articulación y gestión.


En algunos casos, ha sido, por momentos, rescatado como enriqueci-
miento para el pensar o reflexionar sobre las experiencias nacionales,
y, en otros, como obstáculo de avance en la operacionalización de la
política pública propiamente dicha. A continuación, se destacan algu-
nos dichos al respecto:

Juntar en una mesa [se mencionan diferentes organismos], se


hizo muchas veces, pero ¿cómo se hace para de ahí ir a una prácti-
ca que sea realmente integral, integradora y que integre las dis-
tintas perspectivas? […] todavía no encontramos el camino, o la
vuelta, o el lugar, o la forma de que las políticas se coordinen, ar-
ticulen, integren. Eso no existió. En un nivel de lo operativo. Muy
difícil (informante 2).

La dificultad mayor creo que era con introducir un tema como


tema de salud pública que no estaba planteado hasta ese momento
como tema de salud pública. Era un tema que estaba muy ubicado
en lo social, y muy ubicado en el activismo social (informante 3).

Cuando recién salió la Ley de Violencia Doméstica, el tema se


trataba en los Juzgados de Familia. Después se crean los juzgados
especializados, y, en el 2007, cuando sale el Código de la Niñez y
Adolescencia, en los juzgados especializados, se agrega. Eso ge-
neró una cosa compleja, porque llevás para adentro del juzgado
especializado esta cuestión de tensión entre lo que es derechos
de la mujer y derechos de la niñez. […] Cuando uno habla de gé-
nero, habla de poder, no están dejados de lado los niños, al con-
trario. También la violencia hacia las NNA tiene un componente
de género. Es entender que hay dimensiones del proceso de so-
cialización que marcan cómo se hacen las cosas y qué cosas están
legitimadas socialmente. Esos procesos son lentos de caminar
(informante 3).

Por cómo es la estructura del Poder Judicial, los jueces son inde-
pendientes, … no es vinculante con lo que después se va a trans-
mitir en la acción de los demás actores. […] interactuábamos con
Violencia basada en género como factor de riesgo | 121

la Suprema Corte en algunas cosas, pero pocas, y quienes venían


como representantes del Poder Judicial venían mandatados por la
Suprema Corte. El juez que venía podía opinar y plantear las co-
sas desde su perspectiva o desde lo que de alguna manera coordi-
naría con la Suprema Corte. Cuando vos después eso lo llevás a la
dimensión del Poder Judicial actuando en territorio… te perdiste
por el camino (informante 3).

¿Qué es lo que vos transmitís en la currícula respecto a estos te-


mas? […] ¿Cómo se legitiman o no determinados comportamien-
tos? […] no importa tanto que haya un equipo psicosocial que
aborde en la institución, … claro que hay modelos que hay que
modificar, que hay que transformar en la socialización de los chi-
quilines. Y eso es desde la propia estructura, y creo que eso es un
debe (informante 3).

Poder pensarse como sistema también, qué transmitimos desde


la práctica. El discursito, a veces termina siendo negativo. […]
Porque todos hablamos de derechos, de género, todos habla-
mos… ahora, a la hora de hacer, ¿qué quiere decir?, no es tan evi-
dente. A veces ni siquiera se visualiza bien que hay prácticas que
tenemos que reproducen lo mismo. Creo que a veces termina pa-
sando que uno lo señala como acusatoriamente (informante 3).

A nivel interno de los actores involucrados, los obstáculos se identifi-


can en una dirección horizontal entre los propios gestores, pero tam-
bién a nivel vertical de la estructura de gobierno, generándose, de esta
forma, distintas tensiones que se suman e interfieren en el proceso.

… la creencia entre unos y otros de distintos organismos, de que


el otro va a hacer algo, pero que eso no está dentro de sus cometi-
dos, o capaz que está, pero no lo puede hacer (informante 2).

… no hay una propuesta clara de cómo trabajar en el campo, en el


terreno donde están las personas. Entonces ahí lo que se hace es,
se deriva y se espera que alguien haga algo que después nunca sa-
bés si se hace o no se hace (informante 2).
122 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Las decisiones de más arriba que cambian los rumbos y dejan sin
efecto políticas que se estaban instrumentando para luego am-
pliarse a todo el territorio, es otro vector. En el discurso está todo
el mundo de acuerdo. Pero en la parte operativa y donde hay que
poner la carne en el asador, como se dice… ahí es donde hay difi-
cultades entre los organismos (informante 2).

Una cosa conflictiva, que es que las personas que están en los ni-
veles medios e intermedios de decisión sí se sientan a conversar y
a trabajar juntas, pero después no tienen el respaldo, tienen que
estar haciendo vericuetos para ver cómo sus jefes los respaldan
(informante 2).

Con relación específicamente a la situación en la que se encontraban


las temáticas aquí abordadas, al momento de comenzar a pensar y ges-
tar estas políticas públicas, además de lo mencionado en párrafos an-
teriores, los informantes describen lo siguiente:

… nos encontramos, y esto cambió sobre todo por una lógica


también del propio gobierno, de la propia administración, que es
trabajar en la interinstitucionalidad… (informante 1).

… cada sector, en definitiva, trabajaba por separado. Se detectaba


una situación de violencia, se derivaba a organizaciones no gu-
bernamentales que tienen convenio con INAU y parecía que to-
dos los otros no tenían nada que hacer, se depositaba en esas or-
ganizaciones. No había un abordaje integral (informante 1).

… deficiencias, que tienen que ver […] con toda el área de repara-
ción de daño del sector salud. […] no siempre tenemos los recur-
sos humanos, no siempre hay psiquiatras infantiles, no siempre
hay técnicos como para efectivizar la reparación de daños […]
cuando hay una situación abusiva o cuando hay un feminicidio
[…]. Obviamente que muchas veces la valoración de riesgo va de
acuerdo a lo que es lo cultural o lo impregnado, son las enferme-
dades más biológicas, las priorizadas. El sector salud es bien im-
portante, sobre todo, en todo lo que hace a la salud mental, lo que
hace a la prevención (informante 1).
Violencia basada en género como factor de riesgo | 123

… decimos «bueno, que vaya al psicólogo», como si fuera una


cuestión mágica. Los niños no enseguida, no mañana, no a la
hora de que pudieron relatar un abuso, de que sufrieron feminici-
dio, pueden, en realidad, sostener un tratamiento más psicotera-
péutico. […] Tenés que armar todos los soportes para que puedan
sostener después un tratamiento con esas características. El tema
es que el Estado tiene que brindar en realidad esa posibilidad de
tratamiento no importa el tiempo de cuándo pasó el hecho, por-
que hace a los procesos personales y a los procesos de NNA. El
Código de la Niñez plantea que en realidad las NNA tienen dere-
cho a reparación de daño, en ese aspecto sí tenemos un debe
grande (informante 1).

… tenemos déficit de recursos humanos capacitados y no capa-


citados. […] tanto en el quinquenio pasado como ahora. ASSE
llamó a psiquiatras infantiles para ingresar … y [se] declaran de-
siertos [los cargos]. Faltan recursos humanos en la ruralidad.
Esa falta de atención deteriora mucho la situación de las NNA y
ahí es donde se suscitan situaciones que pueden ser de autoa-
gresión o también, en realidad, situaciones como más complejas
y conflictivas tanto a nivel familiar como en la vida de los niños
(informante 1).

… se deslizaron mucho más… a ubicarlos nuevamente dentro del


área de salud mental y dentro del área de salud sexual y reproduc-
tiva. Para mí el tema de violencia es un tema de salud, general. Y
no es el psiquiatra, ni el psicólogo, ni el asistente social, ni el gi-
necólogo, es todo el personal de salud que tiene que estar involu-
crado. Porque afecta la salud en todos los planos y tiene que ha-
ber una sensibilidad respecto al tema en los abordajes en los
distintos lugares (informante 3).

Como se mencionó anteriormente, los objetivos de las políticas públi-


cas apuntan a solucionar problemas determinados con el fin de mejo-
rar situaciones de vida social. En este sentido, son variados los logros o
avances identificados a través de los relatos, a pesar de las dificultades
descritas hasta ahora. Ellos son, por ejemplo:
124 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Si bien es una experiencia que todos los días se tiene que recrear, ha
sido una experiencia como muy buena. Logramos esa interacción
entre los técnicos del territorio y ahí, si bien cada uno tiene y perte-
nece a una institución, el hecho de trabajar en un comité de recep-
ción del SIPIAV le da como sentido de pertenencia (informante 1).

… cuando vos empezás a trabajar en conjunto ya no son las insti-


tuciones como algo grande, etéreo, sino que, bueno, es tal repre-
sentante. […] No sin tensiones, que siempre las hay, para eso hay
como una coordinación con asistencias técnicas desde Montevi-
deo, trabajan en los territorios para armonizar, articular y coordi-
nar (informante 1).

… tenemos 32 comités de recepción local [CRL]. Son los técnicos


que trabajan en el territorio, del Ministerio de Desarrollo Social,
de los distintos programas, del INAU, de ASSE, de la RAP, de las
mutualistas, de las Escuelas Disfrutables. […] se juntan cada 15
días o en redes focales mensualmente y ahí es donde se presentan
las situaciones de violencia. […] si detectás una situación en un
CAIF o en una escuela, vas y presentás la situación al CRL y ahí
cada actor, de acuerdo también a su misión institucional, se pien-
sa la estrategia (informante 1).

… está la Fiscalía, que cuando hay una sospecha de abuso y hay


que judicializar, se hacen informes conjuntos. Las denuncias se
hacen en conjunto. Eso tiene una fuerza importante, sobre todo,
en el Poder Judicial y también hasta te diría que a veces tiene, so-
bre todo con los técnicos que trabajan en el territorio, una forma
de protección. No trabajamos sobre denuncias, sino sobre situa-
ciones atendidas por algún equipo (informante 1).

… hoy hay un sector de adolescentes que se plantan ante situacio-


nes de violencia o abusivas que antes no se veían a sí mismas como
víctimas de esas situaciones. Estos procesos tienen que ver con los
movimientos de mujeres, con los movimientos feministas, con de-
cir «No es No». […] El niño que plantea que es víctima de una si-
tuación de violencia, de abuso, es el que termina teniendo que
Violencia basada en género como factor de riesgo | 125

cambiar toda su vida, que ya se la cambiaron porque el impacto de


lo que sucedió para su psiquis es enorme (informante 1).

Uno de los lugares donde veo claramente el cambio es en los es-


tudiantes de Medicina. Desde que empezamos a hablar muy tími-
damente del tema hasta ahora es un abismo. En lo que ven los
estudiantes, en lo que nos plantean y en cómo identifican las co-
sas. Que no es un discurso vacío. En cómo cuestionan las practi-
cas o algunas prácticas naturalizadas… (informante 3).

La prensa, hasta hace cuatro o cinco años, los niños no figuraban


cuando había un feminicidio. No estaban ni siquiera amparados
en la problemática. Hoy cambió… (informante 1).

Para NNA se consolidó mucho más a partir de la reforma de


2019… porque ahí se le dio una visibilidad distinta al tema. Se for-
malizó el SIPIAV (informante 3).

Otro lugar que es interesante… toda la transformación del Códi-


go del Proceso Penal, que da un lugar distinto a las víctimas, que
crea la Unidad de Víctimas dentro de Fiscalía. La confrontación
Poder Judicial/Fiscalía con relación a estos temas, no es algo que
esté zanjado. Van avanzando, mucho… (informante 3).

A pesar de las inversiones realizadas en políticas públicas a lo largo de


estas décadas, como se ha descrito hasta el momento, todavía, y agudi-
zado por el impacto de la pandemia, hay NNA con escaso acceso a los
servicios básicos, es decir, con sus derechos vulnerados. Como ya se
mencionó en otros apartados, dada la importancia que adquieren la
primera infancia y la adolescencia como períodos críticos del desarro-
llo para la adquisición de capacidades y destrezas que faciliten las he-
rramientas necesarias para un desarrollo pleno a futuro, se indagó en
las entrevistas cuáles serían los aspectos a mejorar de lo realizado has-
ta el momento. Con relación a ello se destaca:

… revisar lo que se hizo. Revisar la Estrategia Nacional de Infan-


cia y Adolescencia. Sentarse y hablar con las personas que estu-
126 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

vieron, los veteranos que estuvieron, … tiene que haber una línea
de continuidad… fueron años muy fermentales, se hicieron mu-
chas cosas. Algunas se hicieron bien, bien integradas, otras in-
congruentes, superpuestas y en paralelo, pero de todas maneras
se aprendió mucho (informante 2).

No siempre tenemos un espacio de revisar y reflexionar y cuestio-


narse. … porque no es fácil. Yo arranqué a trabajar en esto en el 89
y hasta el día de hoy me sigo encontrando agujeros gigantes (in-
formante 3).

Hay que seguir visibilizando y capacitando porque en estas insti-


tuciones tan grandes, con tantos actores y tantos niveles de aten-
ción, a veces la transversalización de la política pública no se hace
sencilla, o no llega a todos los que debiera (informante 1).

… vamos a pedir que en determinadas situaciones sepan mirar


qué es lo que les está pasando a los niños y sepan con quién co-
municarse. Eso es un cambio importante porque eso no era así. …
El tema es llegar a acuerdos (informante 1).

… también está el tema del técnico, en lo personal, eso no lo po-


demos evadir. La mirada ante qué cosas priorizás. […] La forma-
ción de la universidad, si bien empezó no hace tanto, sobre todo
el tema de violencia de género está más presente que el de violen-
cia hacia NNA. Que esté dentro de las currículas más priorizadas.
[…] Tenés generaciones enteras que este tema era totalmente co-
lateral (informante 1).

Sería necesario, obviamente, tener más recursos humanos capaci-


tados sobre la temática. Se hacen jornadas de capacitación, pero
eso no quiere decir que alcance, […] las situaciones que encontra-
mos son cada vez más complejas. […] Implican una política públi-
ca integral donde no solamente está la vulnerabilidad de la violen-
cia, sino que hay otros tipos de vulnerabilidades que vos no podés
apartarlas, tipo, «bueno, yo voy a trabajar este pedacito». Generar
como líneas de trabajo en el área de, sobre todo, insisto, del sector
Violencia basada en género como factor de riesgo | 127

salud, más claras con respecto a esto, dotadas de recursos y con


un ida y vuelta con las otras instituciones (informante 1).

A modo de síntesis se distinguen cuatro niveles diferenciados, pero


que a su vez están íntimamente relacionados y que dan cuenta de lo
complejo que es el proceso de gestión, planificación y puesta en prácti-
ca de cualquier política pública, como se ha observado a través de los
relatos transcritos. Ellos son:
1. Aspectos que ofician como obstáculos:
a) llegar a entendimientos y acuerdos entre los diferentes acto-
res (gubernamentales, Poder Judicial y sociedad civil) acerca de qué es
lo que se entiende por VBG, SM, etc., a quiénes implica y cómo debe
abordarse para el logro de una política realmente intersectorial y lo
que significa un trabajo coordinado interinstitucionalmente; dificulta-
des en algunos profesionales de miradas interinstitucionales, no sec-
torizar las problemáticas;
b) entre las jerarquías gubernamentales al momento de la toma
de decisiones, cambios que se interponen a los objetivos originales y
que interrumpen la gestión y puesta en marcha de lo programado has-
ta el momento;
c) respaldo desde las jerarquías hacia los operadores territoriales
que es entre quienes se ha logrado una coordinación que da cuenta de
marcos de trabajo acordados y compartidos;
d) deficiencias tanto en cantidad y calidad de la formación de los
recursos humanos dedicados a la detección y reparación del daño en
estas temáticas. A su vez, las demoras en los tiempos de atención, por
aumento de la demanda y detección, pero, además, porque la escasez
de profesionales plantea que aquellos que cubren asistencia en el inte-
rior viajen (se trasladen), por ejemplo, dos veces al mes para el interior
y zonas rurales y se hace difícil atender y administrar tiempos. Estos
aspectos ponen en evidencia cómo paulatinamente se complejizan las
situaciones;
e) por momentos se generan mensajes vacíos de contenido y
prácticas que apuntan a lo contrario de lo que se quiere hacer, se tien-
de a reproducir.
2. Aspectos que han mejorado más allá de las dificultades que se
presentaron originariamente:
128 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

a) se modificó, en algunos sectores, el modelo de atención, esto


repercutió en una mayor capacidad de detección. El sector educativo
es el que más detecta a nivel de infancias, el sector de salud, con sus
dificultades, es el que más detecta los casos de VG;
b) se adecuó la estrategia y la nueva toma de decisiones con base
en los acuerdos interinstitucionales a los que se llegó entre algunos
actores;
c) se comenzaron a reconocer los impactos de las situaciones de
VBG, problemas de salud mental e ideación suicida, en diferentes ni-
veles y actores. La afectación se da tanto en las víctimas como en el
personal técnico que trabaja en la detección y abordajes, hecho que
puede estar en la base de un sesgo en la detección, o puede ser produc-
to de la internalización cultural de negar este tipo de situaciones,
como ya se mencionó.
3. Aspectos a mejorar a partir de las experiencias y situaciones
vividas y reflexionadas:
a) seguir invirtiendo en la actualización de recursos humanos y en
su sensibilización de forma continua y sistemática, las capacitaciones no
son suficientes y los casos que se detectan son cada vez más complejos;
b) otorgarle mayor visibilidad e importancia, acorde al estatuto
de política pública que tienen estos temas, en la formación académica
y en las currículas universitarias de los diferentes servicios involucra-
dos en las distintas etapas de los procesos en los territorios;
c) darle continuidad a la sensibilización, de manera sistemática,
a la sociedad civil, tanto sobre el hecho de que son temas de problemá-
ticas sociales y como forma también de que las personas sepan cuáles
son sus derechos;
d) mejorar las tensiones existentes entre el Poder Judicial en el
proceso y las fiscalías.
4. Logros obtenidos hasta el momento:
a) Adquisición de autonomía progresiva y capacidad, de algu-
nos/as adolescentes, de hablar/denunciar qué es lo que les pasa y vi-
ven. Capacidad de las estudiantes y los estudiantes de medicina de
cuestionar prácticas naturalizadas. Cambios en las racionalidades de
las nuevas generaciones, mayor disposición y claridad en la identifica-
ción de situaciones contradictorias e internalización de qué derechos
se tienen, cuándo y cómo son vulnerados.
Violencia basada en género como factor de riesgo | 129

b) Cambió la presencia de estos temas en la prensa. El trata-


miento de las situaciones de VBG es mucho más cuidadoso.

3. REFLEXIONES FINALES

El estudio persiguió dos objetivos fundamentales. Por un lado, brindar


una sistematización de la información existente en el país en materia
de VBG, salud mental y suicidio. Por otro lado, dar cuenta de en qué
medida la información disponible habilita evaluar cómo la vivencia de
situaciones de violencia constituye un factor de riesgo para la ideación
e intento de suicidio por parte de las personas jóvenes en los cuatro
departamentos de interés: Artigas, Rivera, Cerro Largo y Tacuarembó.
Para enmarcar el contexto socioeconómico y cultural en que vive la
juventud en estos departamentos, se realizó una breve descripción de al-
gunos indicadores a partir de la Encuesta Continua de Hogares de 2019.
De este análisis se desprenden algunas características de relevancia.
En primer lugar, jóvenes de 17 a 24 años representan casi un sexto
de la población en estos departamentos. Además, Uruguay se caracte-
riza por una población altamente urbanizada y estos departamentos
no son la excepción. Aun así, se presentan algunas particularidades.
Tacuarembó duplica la proporción de jóvenes en zonas rurales y Arti-
gas se caracteriza por una mayor proporción de estos en localidades
pequeñas, de menos de 5000 habitantes, en comparación al resto del
territorio nacional.
En segundo lugar, al igual que ocurre en el conjunto del territorio
nacional, aproximadamente la mitad de las personas jóvenes viven en
hogares biparentales con hijos o hijas. En los departamentos ubicados
en la frontera este del país, estos hogares se caracterizan por presentar
modelos tradicionales de provisión de ingresos —en que el varón par-
ticipa del mercado de empleo y la mujer se dedica a la realización de
trabajo no remunerado— en mayor proporción al resto del país.
En tercer lugar, las condiciones de vida de la población son hete-
rogéneas en el territorio nacional. Jóvenes residentes en los departa-
mentos al norte del río Negro se encuentran entre los grupos más vul-
nerables en términos de satisfacción de necesidades básicas. Además,
en los cuatro departamentos, la participación de jóvenes en el merca-
130 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

do de empleo es menor al resto del país y acceden menos al sistema


educativo formal. Esta brecha se acentúa de modo significativo en la
educación terciaria. Del mismo modo en que ocurre en todo el territo-
rio nacional, en estos departamentos, son las personas jóvenes resi-
dentes en hogares de menores ingresos quienes tienen mayores difi-
cultades de acceso al sistema educativo, al mercado de empleo y en la
satisfacción de necesidades básicas para su subsistencia.
Sobre la valoración que adolescentes y jóvenes que participaron de
la encuesta tenían de sus relaciones personales, se observa que las muje-
res en general perciben que el vínculo con sus padres, madres o tutores
no es tan cercano o positivo como el vínculo de los varones con estos.
Indagados acerca de cuán apoyados se sentían por estos, entre las muje-
res predominan las impresiones negativas (muy poco y no me apoyan,
18,3 %) con relación a los varones (8,5 %), sin presentarse casi diferencias
entre el poco apoyo (mujeres 14,8 % frente a los varones 14,5 %), habien-
do una leve diferencia, en favor de los varones, con relación a aquellos
que se sienten muy apoyados (mujeres 54,7 % versus varones 58,9 %).
Sobre la exposición a situaciones de riesgo declararon que 2,1 %
de los varones y 1,6 % de las mujeres no pertenecen o se vinculan a gru-
pos que practiquen violencia. En cuanto al consumo de sustancias, el
alcohol es el más consumido (varones 58,9 % y mujeres 63,5 %), seguido
por el consumo de tabaco, en el que las mujeres presentan mayor can-
tidad de casos (mujeres 14,3 % y varones 9,7 %). En tercer lugar, se posi-
ciona el consumo de marihuana sin diferencia entre sexos (varones
10,4 % y mujeres 9,4 %). En cuarto lugar, se ubica el consumo de cocaí-
na, el cual duplica su valor en los varones con respecto a las mujeres
(varones 2,4 % y mujeres 1,1 %). Finalmente, el consumo de pasta base
es menor al 1 % en ambos sexos. Los datos sobre el consumo de alcohol
dan lugar a pensar que dicho consumo no es percibido como una dro-
ga perjudicial, sin embargo, el consumo de marihuana sí parece recibir
esa percepción, cuando ambas sustancias entran en la misma catego-
ría de drogas y efectos negativos para sus consumidores.
En cuanto a la salud de las personas encuestadas se destaca que
casi la totalidad de ellas tiene cobertura asistencial (80,7 %). A pesar de
este alto porcentaje es preocupante la cifra que no sabe junto a la que
no tiene (12,3 % y 5,6 %, respectivamente). De las que declararon tener-
la, 70,5 % es en el subsector público y 25,6 % en alguna IAMC. El 41 %
Violencia basada en género como factor de riesgo | 131

declara tener alguna enfermedad física y de ellas, 63 % se encuentra en


tratamiento, mientras que un 33 % no lo está.
Al indagarse si alguna vez consultaron a un especialista del área
de la salud mental (psiquiatra o psicólogo) se destaca que las mujeres
(40,8 %) son quienes declaran mayor porcentaje de consultas con estos
especialistas con respecto a los varones (22,7 %). De los jóvenes que
realizaron una consulta, más de la mitad lo hicieron durante la pande-
mia por COVID-19 (53 % un año o más antes de la aplicación de la en-
cuesta, aproximadamente 17 % hasta dos meses antes y 12 %, seis me-
ses antes). Casi un tercio realizó alguno tratamiento, ya sea psicológico
o de psiquiatra.
Sobre otras áreas indagadas en relación con la salud mental como
son sentimiento de soledad, problemas con el sueño y miedos, se ob-
serva que la primera se presenta mayormente en las mujeres, al igual
que el insomnio y el miedo. La desesperanza también se presenta con
mayor fuerza en ellas casi duplicando a los varones (33,2 % vs. 61 %).
También se indagó el grado de conformidad o satisfacción con su ma-
nera de ser y aspectos de su vida, las categorías de conformidad y acep-
tación totalizan un 75,8 % en varones y un 62,2 % en mujeres, mientras
que las categorías asociadas a disconformidad totalizan 13,8 % en varo-
nes y 31,4 % en mujeres. En líneas generales las mujeres presentan ma-
yores grados de satisfacción con relación a hábitos, vínculos sociales,
aptitudes artísticas, académicas, deportivas, manejo de emociones y su
propio cuerpo.
Sobre las situaciones de violencia percibidas y vividas en sus en-
tornos más cercanos (localidades, grupos de amigos, de instituciones
educativas, parejas y familia), en las declaraciones de jóvenes encues-
tados se destaca que las respuestas de las mujeres presentan una per-
cepción más elevada (44,9 %) con mayor cantidad de respuestas en las
categorías «siempre hay» y «casi siempre hay», que los varones
(36,5 %). Esta situación lleva a preguntarse: ¿Qué situaciones se consi-
deran violentas en cada sexo? ¿Existe una minimización de la violencia
por parte de los varones? Un tercio de las mujeres vivió por lo menos
una agresión en algún momento de su vida, mientras que un cuarto de
los varones lo hizo. Las mujeres declaran principalmente sufrir agre-
sión por parte de sus parejas en comparación a los varones. En estos
los principales agresores son amigos y compañeros de estudio. Ambos
132 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

sexos coinciden en que las redes sociales son el principal ámbito en


que viven situaciones de agresión, aunque el porcentaje es más eleva-
do en mujeres que en varones. La agresión más común hacia las muje-
res es la burla, y hacia los varones existen mayores casos de golpes y
patadas. El principal motivo de las burlas, para ambos sexos, está rela-
cionado al cuerpo, que hace referencia a los rasgos físicos, aunque este
se presenta más fuertemente en mujeres que en varones. Ser gay, les-
biana o bisexual es una situación de burla en la que las mujeres (20,1 %)
viven más del doble que los varones (8,9 %). Resalta la particularidad
de que la condición de inmigrante es objetivo de burla más acentuado
en los varones.
También se buscó saber si alguna vez habían agredido a otra per-
sona o pares, los varones presentan mayores porcentajes en todos los
tipos de agresiones que figuraban como opciones, y el golpe y el empu-
jón son los más comunes. Aun así, más del 30 % de las encuestadas
mujeres declaran ejercer violencia por medio de empujones.
En cuanto a la violencia sexual, más del triple de mujeres declara-
ron haber vivido una experiencia de este tipo (excluye relaciones se-
xuales forzadas) en relación con los varones encuestados. Llama la
atención que 6,7 % de las mujeres y 3,8 % de los varones prefirieron no
responder esta pregunta, casi el mismo porcentaje (3,2 %), tanto en
mujeres como varones, declararon no saber. En el caso de haber sido
forzadas/os a tener relaciones sexuales, se observa que la relación mu-
jer/hombre es cuatro veces mayor, nuevamente 6 % de las mujeres
prefirieron no responder este ítem.
Indagados acerca de haber considerado seriamente quitarse la
vida, casi la mitad de las mujeres declararon haber pensado seriamente
en hacerlo (40,8 %) en relación con los varones (17,6 %). Se resaltan los
porcentajes significativos de hombres (8,6 %) y mujeres (7,5 %) que pre-
firieron no responder el ítem. Es importante tener presente que 67,9 %
de los varones no presentan esta intención y el 46,5 % de las mujeres
tampoco.
En cuanto a haber planificado quitarse la vida, predomina el ca-
rácter femenino (32,3 %), duplicándose los casos con respecto a los va-
rones (13,4 %). Vuelven a ser llamativos los porcentajes de hombres y
mujeres que respondieron no saber y preferir no responder este ítem
(11,4 % varones y 12 % mujeres).
Violencia basada en género como factor de riesgo | 133

Al observar los antecedentes de intentos de suicidio previos, pre-


domina nuevamente una feminización del fenómeno y es significativa
la diferencia entre sexos de uno a cinco intentos. Esta diferencia dis-
minuye y tiende a igualarse cuanto mayor es el número de intentos de
suicidio. Vinculado a esta dimensión se indagó sobre antecedentes de
esta conducta en familiares donde casi un 20 % de estudiantes declara-
ron tener algún familiar que lo hizo, aproximadamente un 8 % respon-
de no saber o prefiere no responder. Sobre el tiempo transcurrido de
esos antecedentes, más de la mitad de las personas jóvenes declararon
que hace más de un año y más del 25 % en un período de 12 meses, es
decir, durante la pandemia por COVID-19. En esta misma dimensión,
casi la mitad declara conocer a alguien en esa situación (49 %). El 51 %
declara conocer el motivo que llevó a dicha decisión y 66,6 % conoce el
método empleado para dicho fin. Nuevamente, con relación al tiempo
transcurrido de dicho acontecimiento, 53,4 % declara que sucedió en-
tre el 2021 o más de un año antes, es decir, que se localizarían también
durante los años de pandemia.
Con los datos obtenidos se realizaron tres tipos de cruzamientos
de variables. El primero refiere a considerar seriamente el quitarse la
vida según el sexo, la edad, si declararon tener alguna enfermedad físi-
ca y alguna discapacidad. De respuestas se destaca que, teniendo en
cuenta las variables haber considerado quitarse la vida y el sexo, el
40,8 % de las mujeres manifestó que sí al igual que 17,6 % de los varo-
nes. Según la edad, entre 15 y 19 años, uno de cada cuatro estudiantes
lo consideró seriamente, el porcentaje mayor se observa en los 17 años,
representando el 29,9 %. En el cruzamiento con la variable discapaci-
dad, 31 % de quienes declararon tener alguna discapacidad, pensó se-
riamente en quitarse la vida, mientras que en los que manifestaron no
tener ninguna, 26,3 % respondió afirmativamente y, en cuanto a pre-
sentar alguna enfermedad física, 35,6 % de los que manifestaron tener-
la consideraron seriamente quitarse la vida, mientras que el 25,5 % de
los que declararon no tener ninguna enfermedad física lo hicieron.
El segundo cruzamiento se refiere a haber considerado seriamente
quitarse la vida vinculado con haber vivido situaciones de violencia. Los
resultados muestran que uno de cada cuatro jóvenes que declararon
haber vivido situaciones de violencia pensaron seriamente en quitarse
la vida. Los mayores porcentajes se concentran en los casos de violencia
134 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

ejercida por parte de la madre (76,7 %), seguido por violencia ejercida
por la pareja (72 %) y, en tercer lugar, por violencia ejercida por el padre
(59,6 %). Los porcentajes disminuyen en aquellas situaciones vividas en
redes sociales (46,9 %), con vecinos (46,4 %) y conocidos (45,5 %).
El tercer y último cruzamiento realizado refiere a haber conside-
rado seriamente quitarse la vida y haber declarado vivencias de discri-
minación. En relación con ello se destaca que aquellas personas que
respondieron sentirse discriminadas por ser gay, lesbianas, bisexuales,
o porque alguien pensó que lo eran, fueron las que presentan el mayor
porcentaje (59,1 %). Un segundo agrupamiento se puede realizar con
aquellas que refirieron haberse sentidos discriminadas por: ser mujer
(56,6 %), por la situación económica familiar (55,5 %), por sus creencias
religiosas (52,3 %), por ser inmigrante o porque alguien pensó que lo
era (46,7 %). Un último grupo se conforma con aquellas que refirieron
sentirse discriminadas por: su ascendencia (43,8 %), por su cuerpo
(43,5 %), por su color de piel o tipo de pelo (43,2 %), por ser trans (40 %)
o por alguna de las situaciones anteriormente mencionadas (40,3 %).
Nuevamente es llamativo el alto porcentaje de jóvenes que prefieren
no responder a estas variables, superando el 12 %, en seis de las once
variables.
Finalmente, se indagó la prevalencia de mitos acerca del suicidio
en la franja etaria estudiada y se encontró que, de manera global, el
conocimiento que poseen los estudiantes y las estudiantes sobre la ve-
racidad o falsedad de estos en torno a la conducta suicida es bastante
certera, presentando un mayor porcentaje en la respuesta que corres-
pondía como correcta. Demuestra, además, la necesidad que tienen de
poder expresar libremente sus emociones y sentimientos sin ser juzga-
dos, y que sean tomados en cuenta de manera seria, sin ser minimiza-
dos (mitos 1, 2, 4 y 5).
El estudio también buscó sistematizar la información disponible
en diferentes bases de datos gubernamentales en materia de VBG, sa-
lud mental y suicidio en el país. En particular, se colocó el foco en las
posibilidades de desagregación de esta a nivel etario y territorial con el
objetivo de evidenciar los niveles de prevalencia de la violencia, las ta-
sas de suicidio y la cobertura de los sistemas de atención de la pobla-
ción objetivo de este estudio.
Violencia basada en género como factor de riesgo | 135

Existen dos tipos de información en Uruguay que habilitan reali-


zar un diagnóstico de la prevalencia y vivencias de situaciones de vio-
lencia basada en género por parte de las mujeres en el país: encuestas
nacionales y registros administrativos de diversos organismos del Esta-
do (denuncias, procesos judiciales y consultas en servicios de atención).
Las encuestas de prevalencia resultan insumos fundamentales
para cuantificar el fenómeno y contar con información representativa
del conjunto de la población. Los antecedentes en esta materia poseen
como principal limitación la imposibilidad de contar con información
desagregada a nivel departamental dadas las características de los dise-
ños muestrales. Aun así, permiten identificar algunas particularidades
que adquieren estas experiencias en función de la edad de las mujeres.
En 2019, más de tres cuartos (76,7 %) de las mujeres de 15 años y más
que residen en Uruguay reportan situaciones de violencia basada en
género en algún momento de la vida. A medida que aumenta la edad
de las personas disminuye la declaración de vivencias de estas situa-
ciones. La dimensión temporal para el análisis de la victimización es
central en la interpretación de resultados. La recordación de una si-
tuación pasada o el momento de la vida en que aconteció un evento
complejizan el análisis de la relación existente entre la edad y la decla-
ración del hecho. A medida que el tiempo transcurre, la recordación
de un evento puede disminuir. Sin embargo, la probabilidad de haber
experimentado estas situaciones durante el transcurso de la vida au-
menta. Ambas consideraciones conducen a la necesidad de abordar el
problema teniendo en cuenta también las vivencias ocurridas en pe-
ríodos más acotados del tiempo, como el último año. Si bien la pro-
porción del conjunto global de mujeres que vivieron este tipo de situa-
ciones no se encuentra desagregado según edad para este período de
referencia en los informes oficiales, el análisis comparado en distintos
ámbitos presenta resultados de interés. En este sentido, se destacan
dos ámbitos en los que las mujeres jóvenes viven situaciones de vio-
lencia en mayor proporción que las adultas durante los 12 meses ante-
riores a la aplicación de la encuesta: el ámbito social —la calle, los me-
dios de transporte, los lugares de esparcimiento, los servicios de salud,
entre otros— y el ámbito educativo.
Los registros administrativos están orientados a la gestión de po-
líticas públicas —tanto de atención como de judicialización de los ca-
136 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

sos— en esta materia. Por esta razón, si bien son útiles para conocer
las características de la intervención que realiza el Estado, los datos se
encuentran sectorizados y no están orientados a la construcción de in-
formación de carácter estadístico.
La información existente es parcial y habilita dar cuenta de parte
de las respuestas brindadas por el Estado para atender estas situacio-
nes. Se presentó información brindada por los servicios de atención
del Inmujeres-MIDES y por los servicios de atención de ASSE. Los pri-
meros se orientan a la población mayor de 18 años y no brindan aten-
ción a las mujeres más jóvenes. En 2021, 3602 mujeres ingresaron en
este programa. La tasa de mujeres atendidas cada 1000 habitantes de
este tramo etario es particularmente alta en el departamento de Arti-
gas (7,3). Estos valores alcanzan a 4,2 en el departamento de Tacuarem-
bó, 4,2 en Cerro Largo y 3,7 en Rivera. En el caso de ASSE, 5651 mujeres
fueron atendidas. Es importante destacar que esta información no es
indicativa de los niveles de prevalencia de la violencia a nivel departa-
mental, valores que tampoco pueden ser estimados a partir de las en-
cuestas nacionales. Como resultado, no es posible evaluar los niveles
de cobertura de las políticas públicas en esta materia en el territorio
nacional. Este hecho pone de manifiesto las importantes limitaciones
que presenta la información disponible en el país para conocer las ca-
racterísticas de estas experiencias y evaluar adecuadamente las accio-
nes del Estado.
Finalmente, el trabajo se concentró en analizar factores protecto-
res y de riesgo de la conducta e ideación suicida en adolescentes y jó-
venes a partir de la información relevada en la Encuesta Nacional de
Adolescencia y Juventud de 2018. El abordaje busca reconocer la com-
plejidad y multicausalidad de estos fenómenos. Sin embargo, dados los
objetivos de esta investigación, se colocó el énfasis a la vivencia de si-
tuaciones de violencia en general —y de violencia basada en género en
particular— como posibles factores de riesgo de estas conductas.
La ENAJ muestra con consistencia que, entre jóvenes que vivie-
ron cualquier tipo de violencia (contra la propiedad, física, psicológica
o sexual) durante los 12 meses anteriores a la aplicación de la encuesta,
la proporción de quienes han sentido soledad, han tenido insomnio,
miedo, tristeza o desesperanza durante ese mismo año es mayor que
entre quienes no han tenido estas experiencias. Además, esta pobla-
Violencia basada en género como factor de riesgo | 137

ción presenta mayores niveles de inconformidad con su manera de ser


que el resto de la población joven.
Esta relación se acentúa en el caso de las personas que han vivido
violencia psicológica y sexual. La proporción de personas que se han
sentido solas en el último año es casi cuatro veces mayor entre quienes
vivieron violencia psicológica que entre quienes no, a la vez que se tri-
plica la proporción de experiencias de insomnio, tristeza o desespe-
ranza y se duplica la sensación de miedo. Por otro lado, todos estos
indicadores dan cuenta de proporciones que se duplican entre quienes
vivieron violencia sexual que entre quienes no.
En consonancia con este hecho, la prevalencia de ideación y con-
ductas suicidas durante el año anterior a la aplicación de la ENAJ se-
gún la vivencia de situaciones de violencia es mayor entre quienes vi-
vieron estas experiencias en comparación a quienes no. Además, los
mayores niveles de prevalencia se registran entre quienes vivieron si-
tuaciones de violencia psicológica y sexual.
En la mayor parte de los casos, la prevalencia de conductas e idea-
ción suicida durante el último año son mayores entre quienes vivieron
situaciones violentas durante ese mismo período que entre quienes las
experimentaron en algún momento de la vida. Este hecho puede indi-
car una leve disminución de las posibles consecuencias de la violencia
con el paso del tiempo. Sin embargo, se presentan algunas diferencias
importantes según el tipo de violencia ejercida.
La prevalencia de ideación o conductas suicidas entre quienes vi-
vieron violencia psicológica presenta un sentido inverso al observado
en otros casos al considerar el factor temporal. Así, la prevalencia es
mayor entre quienes vivieron este tipo de situaciones a lo largo de la
vida, que entre quienes la experimentaron el último año. Este hecho
puede dar cuenta de que se trata de un tipo de violencia probablemen-
te ejercida durante períodos de tiempo más prolongados, de mayor
sistematicidad, que derivan en consecuencias de largo plazo en mayor
proporción que lo que ocurre con otros mecanismos de ejercicio.
En el caso de quienes vivieron violencia sexual, la consideración
de quitarse la vida se incrementa de forma acentuada cuando el hecho
ocurrió durante el año anterior a la aplicación en comparación con
otros tipos de violencia. Sin embargo, al comparar la realización de
planes y el intento de autoeliminación o la ejecución de lesiones auto-
138 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

infligidas no se presentan diferencias tan acentuadas con los niveles


registrados por quienes vivieron otro tipo de expresiones.
El vínculo que poseen con la persona agresora también produce
variaciones en los niveles de prevalencia de ideación o conductas sui-
cidas. De este modo, cuando se trata de vínculos más cercanos, como
la familia, la pareja o amigos, la prevalencia de ideación y conductas
suicidas es significativamente mayor que cuando el ofensor o la ofen-
sora es una persona desconocida.
Con el objetivo de analizar la relación entre la vivencia de violen-
cia y los intentos de suicidio en un contexto más amplio de factores de
riesgo y protectores que pueden explicar estos últimos, se aplicó un
modelo de regresión logística. Con este fin, se operacionalizaron un
conjunto de indicadores para medir la presencia de atributos que sue-
len ser indicados por la literatura antecedente como protectores o de
riesgo. En total, se consideran ocho dimensiones de análisis, cuyos da-
tos fueron relevados por medio de la encuesta autoadministrada: 1)
factores demográficos; 2) factores socioeconómicos y educativos; 3)
características del contexto familiar; 4) características de las relaciones
sexo-afectivas; 5) características del contexto social y de amistad; 6)
conductas de riesgo; 7) factores asociados a la salud mental y física, y
8) factores asociados a la autoimagen. Del análisis de resultados se
arriba a un conjunto de conclusiones que, a pesar de su carácter explo-
ratorio, resultan de particular interés.
Todas las variables que resultaron significativas en el modelo pre-
sentaron una relación positiva con la variable dependiente, es decir,
ante la presencia de alguno de los atributos considerados, aumenta la
probabilidad de intento. La excepción a este hecho es el embarazo no
deseado, el cual tiene un sentido negativo en la relación. Esta variable
considera aquellos casos en que la edad de tenencia del primer hijo o
la primera hija es menor a la edad a la que le hubiese gustado tenerlo.
En este sentido, es probable que —de modo independiente a la insatis-
facción con el momento de ocurrencia— tener hijos o hijas a cargo
constituya un vínculo afectivo que, sumado al hecho de que se adquie-
re un sentido de responsabilidad ante la vida de otro u otra, disminuya
la probabilidad de intentos de autoeliminación.
La variable que tiene mayor peso en la determinación de la pro-
babilidad de intento de suicidio es el tramo etario. Este hecho eviden-
Violencia basada en género como factor de riesgo | 139

cia la vulnerabilidad en la que se encuentran las personas al transitar


las edades tempranas de su juventud, entre los 12 y los 17 años. Por
otra parte, las mujeres tienen mayor probabilidad de realizar intentos
de suicidio en comparación a los varones. Esto es consistente con la
información disponible con relación a tentativas de suicidio existentes
en nuestro país. Es necesario advertir que, cuando se observan las ta-
sas de suicidios consumados, la relación se invierte, y son los varones
quienes consuman este hecho en mayor proporción ajustándose a los
datos de relevamientos nacionales en los que se destaca una masculi-
nización del suicidio muy importante.
Dentro de las variables demográficas se incorporó la residencia
en el departamento de Rivera como un posible factor determinante de
los intentos de suicidio. La ENAJ no es representativa a nivel departa-
mental, de hecho, la mayor parte de los departamentos no han sido
sorteados en muestreo. Igualmente, se incorpora la residencia en
Rivera,11 donde se registran 548 observaciones, para explorar posibles
diferencias en la probabilidad de intentos de autoeliminación a nivel
regional. Quienes residen en Rivera presentan un OR 2,2 veces mayor
a quienes residen en otros departamentos del país. Este hecho puede
ser indicativo de la importancia de prestar particular atención a los
procesos sociales y condiciones de vida en que se encuentran las per-
sonas residentes en esta región del país.
La calidad de las relaciones interpersonales como la familia, las
parejas y los grupos de amistad también son factores determinantes
importantes de los intentos de autoeliminación. Así, la presencia de
insatisfacción en alguno de estos ámbitos, el no sentirse respetado, vi-
vir situaciones de discriminación o violencia aumentan la probabili-
dad de los intentos. En particular, se destaca el peso de la insatisfac-
ción con las relaciones de pareja dentro de este conjunto de
determinantes. Las peleas o rupturas en estos vínculos como factores
desencadenantes de estas decisiones ameritarían mayor consideración
y profundización respecto a las implicancias y sentidos que adquieren
para las personas jóvenes. Además, la vivencia de situaciones de vio-
lencia sexual por parte de sus parejas o exparejas emerge con particu-
lar relevancia de estos resultados.

11 La encuesta no presenta casos en los otros departamentos de interés.


140 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Algunas de las variables consideradas como indicativas del nivel


socioeconómico y educativo de las personas presentaron una relación
positiva. Dentro de estos, haber repetido algún año durante el tránsito
educativo en primaria o secundaria es el determinante que presenta
mayor peso en la probabilidad de intento de suicidio. Una posible in-
terpretación es que estas situaciones pueden ser vividas como fracasos
y conllevar sentimientos de frustración por parte de los estudiantes y
las estudiantes. A la vez, el abandono temprano del sistema educativo,
antes de finalizar la educación media superior, también representa un
factor de riesgo. La asistencia al sistema educativo constituye un dere-
cho de acceso a la educación por parte de las personas, además, tener
vínculos con el sistema educativo habilita formar parte de una comu-
nidad y la generación de sentidos de pertenencia que pueden ser pro-
tectores ante esta situación.
La situación de encontrarse desempleado —definido aquí como
el hecho de buscar empleo sin conseguirlo o haber dejado de buscar
por considerar que no lo iba a lograr— representa un factor de riesgo
significativo. Así, la preocupación por no poder conseguir medios de
subsistencia en el mercado de empleo u otras posibles significaciones
que se le atribuya al hecho en términos de autopercepción de autono-
mía o desempeño laboral, pueden aumentar la probabilidad de inten-
to. Es interesante destacar que, manteniendo constantes al resto de las
variables, los niveles de ingreso del hogar no resultaron significativos
para explicar los intentos de suicidio. Sin embargo, sí presenta una re-
lación positiva la autopercepción de condición de pobreza de las per-
sonas. Así, el modo en que se interpreta una relación en términos rela-
tivos a la situación económica de otros o la vivencia propia de la
privación parece estar más asociados a los intentos de autoeliminación
que los ingresos percibidos. Este hecho amerita una mayor profundi-
zación e incorporación de otro tipo de variables que —más allá de los
niveles de ingreso— den cuenta de las efectivas condiciones materiales
en que viven las personas (como la calidad de la vivienda o el acceso a
servicios en su comunidad).
Finalmente, la mayor parte de las variables asociadas a la vivencia
de situaciones de violencia —a excepción de la violencia sexual por
parte de la pareja, amigos o desconocidos y la violencia psicológica en
el caso de la familia— no resultaron significativas en el modelo a un
Violencia basada en género como factor de riesgo | 141

95 % de confianza. Si bien a partir de un análisis bivariado, la ideación


e intento de suicidio es mayor entre quienes vivieron este tipo de ex-
periencias que entre quienes no, al controlar esta relación por terceras
variables, algunas dejaron de tener peso explicativo. En este sentido, es
posible pensar que, más allá de haber vivido situaciones de carácter
violento, el momento de la vida en que estas ocurren, las herramientas
para enfrentarlas, así como el conjunto de otros factores protectores
presentes en el contexto social y afectivo, pueden estar incidiendo en
amortiguar que estos hechos deriven en la consideración o eventual
intento de quitarse la vida.
Este recorrido habilita dar cuenta de los niveles de exposición a
los que se encuentran las personas jóvenes a distintas situaciones de
violencia y la posible gravedad de este hecho en materia de vulnera-
ción de sus derechos humanos y, en particular, de consecuencias seve-
ras en materia de salud mental. Se pone en evidencia la urgencia con
que estos temas deben ser abordados de manera integral, que atienda
las particularidades de los contextos económicos, sociales y culturales
en que se insertan sus comunidades a nivel territorial. Quedan en evi-
dencia, además, las limitaciones de la información disponible. Así, se
abren diversas líneas de investigación que ameritan ser trabajadas con
mayor profundidad para comprender la complejidad del fenómeno y
brindar información útil para una adecuada intervención.
En lo que respecta al panorama de la generación y gestión de po-
líticas públicas sobre los fenómenos de interés en Uruguay, fue clave
contar con las visiones y discursos de informantes que se encuentran
vinculados o lo estuvieron en el pasado con dichas temáticas.
No es menor la identificación de un cambio de paradigma en po-
líticas públicas en todo su abordaje, en conexión con el contexto polí-
tico en el cual se presentan dichos hitos.
Se distinguen, además, cuatro niveles diferenciados que a su vez
están íntimamente relacionados y que dan cuenta de lo complejo que
es el proceso de gestación, planificación y puesta en práctica de cual-
quier política pública, como se ha observado a través de los relatos
transcritos:
142 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

1. Aspectos que ofician como obstáculos:


a) llegar a entendimientos y acuerdos entre los diferentes acto-
res (gubernamentales, Poder Judicial y sociedad civil) acerca de qué es
lo que se entiende por VBG, SM, etc., a quiénes implica y cómo debe
abordarse para el logro de una política realmente intersectorial y lo
que significa un trabajo coordinado interinstitucionalmente; dificulta-
des en algunos profesionales de miradas interinstitucionales, no sec-
torizar las problemáticas;
b) entre las jerarquías gubernamentales al momento de la toma
de decisiones, cambios que se interponen a los objetivos originales y
que interrumpen la gestión y puesta en marcha de lo programado has-
ta el momento;
c) respaldo desde las jerarquías hacia los operadores territoriales
que es entre quienes se ha logrado una coordinación que da cuenta de
marcos de trabajo acordados y compartidos;
d) deficiencias tanto en cantidad y calidad de la formación de los
recursos humanos dedicados a la detección y reparación del daño en
estas temáticas. A su vez, las demoras en los tiempos de atención, por
aumento de la demanda y detección, pero, además, porque la escasez
de profesionales plantea que aquellos que cubren asistencia en el inte-
rior viajen (se trasladen), por ejemplo, dos veces al mes para el interior
y zonas rurales, y se hace difícil atender y administrar tiempos. Estos
aspectos ponen en evidencia cómo paulatinamente se complejizan las
situaciones;
e) por momentos se generan mensajes vacíos de contenido y
prácticas que apuntan a lo contrario de lo que se quiere hacer, se tien-
de a reproducir.

2. Aspectos que han mejorado más allá de las dificultades que se


presentaron originariamente:
a) se modificó, en algunos sectores, el modelo de atención, esto
repercutió en una mayor capacidad de detección. El sector educativo
es el que más detecta a nivel de infancias, el sector de salud, con sus
dificultades, es el que más detecta los casos de VG;
b) se adecuó la estrategia y la nueva toma de decisiones con base
en los acuerdos interinstitucionales a los que se llegó entre algunos
actores;
Violencia basada en género como factor de riesgo | 143

c) se comenzaron a reconocer los impactos de las situaciones de


VBG, problemas de salud mental e ideación suicida, en diferentes ni-
veles y actores. La afectación se da tanto en las víctimas como en el
personal técnico que trabaja en la detección y abordajes, hecho que
puede estar en la base de un sesgo en la detección, o puede ser produc-
to de la internalización cultural de negar este tipo de situaciones,
como ya se mencionó.

3. Aspectos a mejorar a partir de las experiencias y situaciones


vividas y reflexionadas:
a) seguir invirtiendo en la actualización de recursos humanos y
en su sensibilización de forma continua y sistemática, las capacitacio-
nes no son suficientes y los casos que se detectan son cada vez más
complejos;
b) otorgarle mayor visibilidad e importancia, acorde al estatuto
de política pública que tienen estos temas, en la formación académica
y en las currículas universitarias de los diferentes servicios involucra-
dos en las distintas etapas de los procesos en los territorios;
c) darle continuidad a la sensibilización, de manera sistemática,
a la sociedad civil, tanto sobre el hecho de que son temas de problemá-
ticas sociales y como forma también de que las personas sepan cuáles
son sus derechos;
d) mejorar las tensiones existentes entre el Poder Judicial en el
proceso y las fiscalías.

4. Logros obtenidos hasta el momento:


a) Adquisición de autonomía progresiva y capacidad, de algu-
nos/as adolescentes, de hablar/denunciar qué es lo que les pasa y vi-
ven. Capacidad de los estudiantes y las estudiantes de medicina de
cuestionar prácticas naturalizadas. Cambios en las racionalidades de
las nuevas generaciones, mayor disposición y claridad en la identifica-
ción de situaciones contradictorias e internalización de qué derechos
se tienen, cuándo y cómo son vulnerados.
b) Cambió la presencia de estos temas en la prensa. El trata-
miento de las situaciones de VBG es mucho más cuidadoso.
Toda la información recabada y presentada hasta el momento
presenta un panorama general de la exposición a diferentes situacio-
144 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

nes de violencia y su implicancia en términos de vulneración de dere-


chos, y más aún cuando las consecuencias en la salud mental y la con-
ducta suicida son significativas. Esto plantea la importancia y urgencia
con que dichos temas deben ser abordados desde una perspectiva inte-
gral atendiendo las particularidades de los contextos económicos, so-
ciales y culturales en que se encuentran insertos en sus comunidades
las personas jóvenes a nivel territorial; a su vez, se presentaron las li-
mitaciones de la información disponible. Estas evidencias se corrobo-
ran con los relatos acerca de los procesos de gestión e implementación
de políticas públicas. En lo que respecta a las temáticas de prevención
y promoción de la salud mental de las poblaciones adolescentes y jóve-
nes estudiadas, deberían favorecerse aspectos vinculados a la integra-
ción social, participación ciudadana, desestigmatización y no discri-
minación. Según la bibliografía consultada, adherir a normas y reglas
tendrá sentido en la medida que sean tenidas en cuenta las condicio-
nes materiales de vida a los factores que se encuentran vinculados di-
rectamente. A partir de lo expuesto, se abren diversas líneas de investi-
gación que ameritan ser trabajadas con mayor profundidad para
comprender la complejidad del fenómeno y brindar información útil
para intervenciones adecuadas de prevención y abordaje para todos
los actores implicados.

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America, vol. 15, N.º 4; pp. 827-841.
Percepciones sobre desigualdades
y violencias de género de adolescentes y
jóvenes, estudiantes de escuelas técnicas
de localidades del norte del país
Carmen Beramendi1 y Natalia Guidobono2
Asistente para métodos cuantitativos: Florencia Casarotti3

PRESENTACIÓN

El presente informe da cuenta del proceso de investigación llevado


adelante por un equipo de FLACSO Uruguay en el marco del proyecto
«Entramadas: Enfrentamos las desigualdades y violencias, investigan-

1 Carmen Beramendi es docente e investigadora en género y políticas públicas de

igualdad y de violencia de género contra las mujeres y disidencias. Integrante del Pro-
grama Género y Cultura de FLACSO Uruguay. Consejera Honoraria del Fondo de Muje-
res del Sur. Se ha desempeñado como evaluadora externa de proyectos de la Agencia
Nacional de Investigación e Innovación, de proyectos de derechos humanos en el Con-
sejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública y de la Insti-
tución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo en Uruguay. Fue repre-
sentante nacional (1990-1995) y senadora suplente (2010-2018). Directora del Instituto
Nacional de las Mujeres (2005-2010) e integrante de la Reunión Especializada de la Mu-
jer del Mercosur, de la Comisión Interamericana de Mujeres y de la Mesa Directiva de
Mujer y Desarrollo de CEPAL. Fue directora de FLACSO Uruguay (2012-2022).
2 NataliaGuidobono es licenciada en Sociología de la Universidad de la República
(Udelar) y magíster en Género y Políticas de Igualdad (FLACSO Uruguay). Se ha desem-
peñado en el diseño, la gestión y evaluación de políticas públicas a nivel nacional y re-
gional. Es docente y tutora de FLACSO Uruguay. Forma parte de la Asociación Civil El
Paso. Es asesora en el Modelo de Calidad con Equidad de Género para la Udelar. Inves-
tigadora en temas de violencia de género, trata de personas y explotación sexual.
3 Florencia Casarotti en licenciada en Ciencia Política de la Udelar, maestranda en
Género y Políticas de Igualdad (FLACSO Uruguay). Ha trabajado como asistente de in-
vestigación en temas de desigualdad de género, interseccionalidad, derechos humanos
y pasado reciente. Es integrante del Servicio Paz y Justicia Uruguay (Serpaj), donde ac-
tualmente coordina un proyecto sobre violencia institucional.
156 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

do, fortaleciendo capacidades y conectando recursos locales»; esta es


una acción financiada por la Unión Europea y coordinada por FLAC-
SO Uruguay en asociación con el Fondo de Mujeres del Sur y la Aso-
ciación Civil El Paso para el período 2021-2023. El territorio donde se
desarrolla la acción son los departamentos del noreste uruguayo: Arti-
gas, Rivera, Tacuarembó y Cerro Largo.
La investigación sobre «Percepciones de desigualdades de género
y violencias en las y los jóvenes» en cuatro departamentos del norte
del río Negro del Uruguay, llevada a cabo entre los meses de agosto de
2022 a febrero de 2023, se propuso conocer las percepciones sobre de­­­
s­i­gualdades y violencias de género en adolescentes y jóvenes que inte-
gran centros educativos en las localidades de Bella Unión, Paso de los
Toros, Río Branco y Tranqueras.
El documento se inicia con la descripción de los aspectos contex-
tuales que fundamentan la elección de los cuatro departamentos; fue-
ron elegidos por ser los territorios más desiguales en el país (en térmi-
nos de los índices de desarrollo humano,4 acceso a la educación, al
empleo, entre otros); según los datos recabados con base en informa-
ción estadística nacional, en ellos se vive mayor prevalencia en algunos
indicadores de violencia de género.
Las principales hipótesis que guían la investigación refieren a que
las percepciones sobre las violencias de género en las personas más jó-
venes no vinculan las violencias ni las causalidades que las sostienen
con las desigualdades de género y las asimetrías de poder, que son si-
milares entre varones y mujeres muy jóvenes; y que, a medida que au-
mentan la autonomía y las responsabilidades domésticas y de cuida-
dos, esta percepción se modifica. Junto con estas hipótesis, se procura
conocer si las percepciones de violencias de género son diferenciales
en mujeres y varones.
Seguidamente, en el apartado conceptual se da sustento al traba-
jo, junto con los principales aspectos del marco normativo internacio-
nal y nacional, se incorpora la articulación entre los campos de estu-

4 En la información disponible en la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, que

data de 2018, para este índice, los departamentos seleccionados tienen los más bajos
del país. Disponible en Observatorio Territorio Uruguay: ‹https://otu.opp.gub.uy/fil-
tros/buscar_indicadores›.
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 157

dios de género y juventudes, entre los que se detallan los antecedentes


relevados sobre las percepciones de las desigualdades en las jóvenes y
los jóvenes en Uruguay. La perspectiva de género e interseccional atra-
viesa el estudio, permitiendo complejizar los resultados obtenidos.
El desarrollo de la estrategia metodológica presenta las dos técni-
cas utilizadas: un relevamiento online de carácter cuantitativo y accio-
nes de indagación-sensibilización. Con el procesamiento de la infor-
mación y la descripción de la población participante se inicia el
proceso de análisis de los principales resultados, finalizando con algu-
nas reflexiones a modo de conclusiones.
Las unidades de análisis fueron adolescentes de centros educati-
vos de las segundas ciudades de los departamentos del norte del país. La
selección resulta de la combinación de dos criterios que atraviesan toda
la acción. El primer criterio consiste en promover la descentralización
de la producción de conocimiento, tanto a nivel nacional como depar-
tamental. El segundo, es realizarlo en centros de estudio que permitan
integrar diversas procedencias y formaciones, habilitando el estudio de
unidades comparables como son las escuelas técnicas en el país.
Se hicieron visitas al territorio, con un recorrido de 3338 kilóme-
tros, que tuvieron múltiples cometidos. Por una parte, lograr un pri-
mer intercambio sobre los resultados de la indagación con estudiantes
de cada centro educativo en los temas de percepciones de las desigual-
dades y de las violencias de género. Por otra parte, los talleres que se
llevaron a cabo tuvieron por objetivo sensibilizar para la prevención de
la violencia y la comprensión de los efectos que los mecanismos de desi­
­gualdad de género suponen en la vida de las mujeres y los varones, así
como recabar insumos de carácter cualitativo del estudiantado de los
centros educativos.
Entre las conclusiones más relevantes se constata cómo las per-
cepciones de las personas más jóvenes sobre las desigualdades de gé-
nero no se vinculan a las desigualdades y son similares en mujeres y
varones; se produce un distanciamiento de este imaginario igualitario
cuando asumen procesos de mayor autonomía y de responsabilidades
en el trabajo de cuidados y en el trabajo no remunerado. Es relevante
cómo en las percepciones sobre violencias de género son las mujeres
las que más las reconocen y los varones internalizan en mayor medida
los mecanismos de control como algo natural.
158 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

1. CONTEXTO TERRITORIAL Y POBLACIONAL

A continuación, se desarrollan elementos de contexto que dan un pa-


norama general que caracteriza los territorios y la población objeto de
esta investigación; además, se abordan los principales problemas de
violencia de género que se constatan en adolescentes y jóvenes, utili-
zando información pública disponible.

1.1. Características generales de los departamentos seleccionados

El estudio se llevó a cabo en los cuatro departamentos en los que se


realiza el proyecto Entramadas: Artigas, Tacuarembó, Rivera y Cerro
Largo. Realizar la investigación en la segunda ciudad de cada uno de
los departamentos —localidades de Bella Unión, Paso de los Toros,
Tranqueras y Río Branco— tiene una doble implicancia. Por una parte,
descentralizar el conocimiento, de manera de no concentrar los resul-
tados obtenidos en las capitales. Por otra parte, estas ciudades se en-
cuentran situadas en áreas heterogéneas, lo que brinda un panorama
enriquecido de la población propuesta, que incluye población rural.
Dos de las ciudades, Bella Unión y Río Branco, son fronterizas con
Brasil, conectadas por un puente con amplio intercambio con el país
norteño. Tranqueras es una ciudad pequeña rodeada de ruralidad, en la
que su estudiantado está ampliamente vinculado con el ámbito agrope-
cuario. Por último, Paso de los Toros, enclavado en el centro del país, se
encuentra actualmente en un momento pujante de la ciudad con un
amplio desarrollo por la construcción de una empresa papelera, UPM
Paso de los Toros. En el período de realización de las acciones investiga-
tivas, la planta de celulosa está en construcción en la zona, lo que im-
pacta con un importante volumen de personas migrantes temporarias
en la ciudad (esta coyuntura se estima finaliza en marzo o abril de 2023).
Entre la multiplicidad de información disponible, se indaga sobre
algunos datos estadísticos que permiten caracterizar a la población
por departamento y por localidad en temas centrales vinculados al tó-
pico de la investigación.
Tomando en cuenta los datos de la Oficina de Planeamiento y
Presupuesto (OPP) estos departamentos en total representan el 10,7 %
de la población del país. Las jóvenes y los jóvenes en estos territorios
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 159

representan entre el 14 y el 16 % de las personas residentes en el depar-


tamento, lo que es el promedio nacional, según información disponi-
ble. La proporción de urbanización es ligeramente inferior al prome-
dio nacional, que se sitúa en torno al 95 %. Sin embargo, en Artigas se
destaca que esta proporción es significativamente menor, alcanzando
el 75 %, mientras que en Cerro Largo, Rivera y Tacuarembó ronda el
90 %. Se relevó la proporción de personas pobres en 2020; importa
destacar que en estos departamentos el dato es sustancialmente ma-
yor que el promedio nacional, evidenciando uno de los indicadores
que marcan condiciones de desigualdad.

Cuadro 1: Datos contextuales de los departamentos seleccionados

Total Porcentaje N.° de perso- Porcentaje Porcentaje


población de población nas entre 15 de personas de pobreza
urbana y 24 años entre 15 al 2020
y 24 años

Artigas 73.377 75 11.811 16 11


Cerro Largo 84.698 93 12.261 14 13
Rivera 103.473 92 16.765 16 12
Tacuarembó 90.051 89 13.642 15 10
Total país 3.285.877 95 502.697 15 8

Fuente: elaboración propia con base en datos de OPP (www.otu.opp.uy/perfiles)

Respecto a los niveles educativos, para el total del país, casi dos tercios
de la población de entre 17 y 24 años asisten al sistema educativo
en Uruguay. Esta proporción es relativamente más baja en los departa-
mentos ubicados en la frontera del país. Dentro de los departamentos
de interés, Rivera es el que presenta la menor proporción de jóvenes
asistiendo al sistema educativo formal (57,8 %). Según la Encuesta
Continua de Hogares 2019 del Instituto Nacional de Estadística, la
asistencia es más alta entre quienes están en edad de asistir a educa-
ción media (73,9 %) que entre quienes podrían estar cursando educa-
ción terciaria (41,9 %).
De acuerdo con lo relevado en la Encuesta Nacional de Adoles-
cencia y Juventud (ENAJ) de 2018 (INJU, 2020), la participación de jó-
160 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

venes en el mercado de empleo en estos departamentos es menor al


resto del país; en las cuatro localidades seleccionadas existe una im-
portante proporción de jóvenes de 17 a 24 años que participan del
mercado de empleo (43,2 %). La tasa de empleo de jóvenes, en 2019, era
31,2 % (en comparación a 56,7 % en el conjunto de la población) y de
desempleo, 27,7 % (en comparación al 8,9 % en el conjunto de la pobla-
ción). En relación con el acceso a la educación formal, las cifras a nivel
nacional arrojan un total de dos tercios de jóvenes entre 17 y 24 años
de edad que asisten al sistema educativo.
En términos del origen étnico-racial de la población de estos de-
partamentos, los cuatro territorios superan el promedio del país con
población afrouruguaya. La relevancia de este dato radica en que en
esta población se concentran las mayores vulnerabilidades (como po-
breza y necesidades básicas insatisfechas), lo que conlleva desigualda-
des en el mercado laboral, acceso a la salud, brechas educativas, así
como segregación y precariedad en el acceso al derecho a la vivienda
(MIDES, 2019).

1.2. Los territorios seleccionados: caracterización


de las localidades

Todas las localidades seleccionadas son pequeñas, con menos de


20.000 habitantes. En el departamento de Rivera, la población tiene
una alta concentración en la capital, por lo que la segunda ciudad,
Tranqueras, es muy pequeña. En el resto de los departamentos selec-
cionados, la distribución poblacional es un poco mayor, y la segunda
ciudad es relativamente más grande que la citada. La proporción de
población joven es similar a la nacional (15 %), excepto en Tranqueras,
que es un poco mayor (18 %). Junto a esta caracterización general, se
selecciona un indicador de necesidades básicas insatisfechas que da
cuenta de la situación socioeconómica en la que vive la comunidad
(cuadro 2).
Respecto a la distribución por sexo, si bien son menos las muje-
res, se encuentra una distribución muy diferente en las localidades. En
Bella Unión, ciudad con una característica laboral vinculada a la caña
de azúcar como principal producción, hay una importante población
masculina joven (cuadro 3).
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 161

Cuadro 2: Datos contextuales de las localidades

Departamento N.° de habitantes N.° de personas Población del


de la localidad de 15 a 24 años departamento
de la localidad con al menos
una NBI
Paso de los Toros, 13.232 2005 35,9 %
Tacuarembó*
Bella Unión, Artigas 18.406 2733 59,2 %
Río Branco, Cerro Largo 16.200 2448 45,4 %
Tranqueras, Rivera 8190 1438 47,0 %
Total país 3.285.877 502.697 33,8 %

Fuente: elaboración propia con base en datos de OPP (www.otu.opp.uy/perfiles)


*Nota: Esta población no incluye el contexto de personas migrantes debido a UPM

Cuadro 3: Distribución de población de 15 a 24 años


en localidades seleccionadas

Localidad/ Población de 15 a 24 años


Departamento Total Total mujeres Total varones
N.° % N.° % N.° %

Paso de los Toros, 2005 15 1010 50,4 995 49,6


Tacuarembó*

Bella Unión, Artigas 2733 15 1159 42,4 1574 57,6

Río Branco, Cerro Largo 2448 15 1216 49,7 1332 54,4

Tranqueras, Rivera 1438 18 707 49,2 731 50,8

Total país 502.697 15 249.727 49,7 252.970 50,3

Fuente: elaboración propia con base en datos de OPP (www.otu.opp.uy/perfiles)


*Nota: Esta población no incluye el contexto de personas migrantes debido a UPM

En Uruguay se considera que adolescentes y jóvenes son las personas


que tienen entre 14 y 29 años. Esta franja etaria se amplía aún más (12 a
35 años) en los análisis de la ENAJ, que aporta una desagregación vin-
culada al tipo de actividad que realizan.
162 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Un primer elemento que se identifica es la participación de la po-


blación joven en el sistema educativo. En términos generales, la totali-
dad culmina la educación primaria (99,7 %) (INJU, 2020, p. 29), mien-
tras que el nivel medio (secundaria o UTU), que es la población
investigada, solo lo culmina menos de la mitad (43,6 %) (INJU, 2020, p.
30). Las principales razones para la deserción educativa se vinculan
con la inserción laboral (38,9 %), la falta de interés (22,5 %) y el embara-
zo propio o de la pareja (7,7 %) (INJU, 2020, p. 36). Las mujeres culmi-
nan en proporción un poco mayor que los varones y en el interior del
país es menor el porcentaje de jóvenes que culminan en relación con
Montevideo. Por tanto, la población a la que se convoca es una pro-
porción menor de la totalidad de jóvenes que aún se mantienen en el
sistema educativo.
La información disponible por localidad (cuadro 4) evidencia que
la tasa de participación en educación media en estas localidades es
sustancialmente menor a la nacional, más aún en Tranqueras, que es
la localidad más rural de las seleccionadas. En el caso de Paso de los
Toros es superior, lo que se podría explicar porque es una ciudad en-
clavada en el centro del país con mayor vínculo con el sur que con el
norte. En general una zona asociada más a la producción extensiva ga-
nadera, lo que también está asociado a mayores niveles de analfabetis-

Cuadro 4: Datos contextuales de educación por localidad

Localidad / Tasa de parti- Tasa de analfabetismo en personas


departamento cipación en de 15 años y más
educación
media Total Mujeres Varones

Paso de los Toros, 68,9 % 2,1 % 2,0 % 2,1 %


Tacuarembó*
Bella Unión, Artigas 61,3 % 3,1 % 2,6 % 3,5 %
Río Branco, Cerro Largo 62,1 % 3,9 % 3,6 % 4,2 %
Tranqueras, Rivera 56,8 % 5,3 % 4,4 % 6,3 %
Total país 67,7 % 1,5 % 1,2 % 1,9 %

Fuente: elaboración propia con base en datos de OPP (www.otu.opp.uy/perfiles)


*Nota: Esta población no incluye el contexto de personas migrantes debido a UPM
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 163

mo. Aunque este último no es un problema masivo en Uruguay, se


identifica un importante porcentaje de jóvenes que no han integrado
el sistema educativo de forma permanente y les deja en situación de
analfabetismo (en Tranqueras asciende al 6,3 %, según los últimos da-
tos disponibles), o en una baja proporción de participación en la edu-
cación media (en esta localidad, quienes estudian es apenas superior a
la mitad de la población joven).

1.3. La violencia de género en jóvenes y adolescentes

En la Encuesta Nacional de Adolescencia y Juventud (INJU, 2020) se


identifica que siete de cada diez jóvenes vivieron alguna de las situa-
ciones de violencia relevadas en la encuesta en algún momento de sus
vidas. Las mujeres expresan haberse sentido expuestas en mayor me-
dida que los varones. La proporción aumenta a medida que se incre-
mentan la edad y los niveles de ingreso. Al analizar los niveles de pre-
valencia según sexo se observan diferencias en función del tipo de
violencia vivida. Los varones declaran haber experimentado situacio-
nes de violencia física en mayor medida que las mujeres. Las mujeres
declaran haber vivido en mayor medida violencia psicológica y, funda-
mentalmente, violencia de tipo sexual.
Entre los datos aportados por el Sistema Integral de Protección a
la Infancia y la Adolescencia contra la Violencia (SIPIAV) se encuen-
tran aportes valiosos y sustanciales para el desarrollo del presente es-
tudio. La situación de la niñez y la adolescencia5 en el Uruguay en ma-
teria de violencias vividas es compleja y preocupante. Se estima que
más de 320.000 menores de 18 años han vivido, en 2021 (SIPIAV, 2021),
en hogares donde se reporta violencia basada en género. Solo en el año
2021 se registran 7035 situaciones (SIPIAV, 2021), de las que el 44 %
fueron víctimas adolescentes de más de 13 años.
Si se analiza la información relativa a las mujeres, se encuentra
que en las mujeres mayores de 15 años que alguna vez han sufrido al-
guna violencia de género, según la última Encuesta de Prevalencia dis-
ponible, la proporción asciende a 72,7 % (CNC, 2020).

5 Algunos de los datos se refieren a la niñez y la adolescencia, puesto que es el

tramo etario que disponen los organismos nacionales.


164 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Anualmente, según los datos registrados en el Ministerio del


Interior (MI) (2022) hay en el entorno de 33.350 denuncias por vio-
lencia doméstica y de género, y en el año se encontraron un total de
39 feminicidios y la alarmante cifra de ocho infanticidios provocados
por violencia vicaria (el asesinato de un padre a sus hijas o hijos
como parte del daño a realizarle a su expareja).6 Esto deja en claro la
amplia dimensión del problema de la violencia de género y genera-
cional en el país. Además, estos territorios se caracterizan por tener
altas tasas de violencia hacia las mujeres; por ejemplo, las tasas de
homicidios domésticos en promedio entre 2017 y 2020 son: Artigas
(4), Cerro Largo (3,82), Tacuarembó y Rivera un poco más bajo (2,65 y
2,71, respectivamente) (MI, 2022). Según el estudio acumulado entre
2012 y 2018 (Gularte et al., 2019), en Cerro Largo hay históricas tasas
de femicidios.
Existe en el imaginario social la idea de que las personas más jó-
venes son portadoras de una percepción más igualitaria y superadora
de los estereotipos de género. Sin embargo, algunos indicadores rele-
vados en la ENAJ 2018 y en la Segunda Encuesta de Prevalencia de
Violencia Basada en Género, de 2019 (CNC, 2020), como los de preva-
lencia de violencia en los noviazgos, la creciente ciberviolencia y la
naturalización de sus distintas expresiones, constituyen un desafío
para la necesaria y permanente construcción de conocimiento en esta
temática que aporte a la superación de las violencias existentes.
En estos departamentos hay mayores dificultades y trabas para el
acceso efectivo a servicios de atención a la violencia de género, así
como a instancias de potenciación de capacidades por parte del tejido
organizacional local, con bajos niveles de articulación entre organiza-
ciones aisladas geográfica, cultural y/o socialmente, afectando la ac-
ción colectiva.
Las carencias y desigualdades estructurales indicadas antes se
profundizaron a partir del contexto de crisis sanitaria, económica y
social derivada de la pandemia mundial del COVID-19. Las mujeres
fueron el grupo más perjudicado por la reducción de las actividades

6 Estos datos se registran del sitio web Feminicidio Uruguay (feminicidiouruguay.

net), en tanto los datos oficiales no cuantifican los casos en proceso ni las niñas y los
niños asesinados por violencia vicaria.
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 165

económicas y de subsistencia, ya que asumieron una mayor carga de


trabajo de cuidados no remunerado. Esta situación dificultará su au-
tonomía económica y posibilidades de empoderamiento. Los esfuer-
zos sanitarios de contención de la pandemia suelen ser desviados a
servicios de salud ordinarios y exacerban la falta de acceso a otros ser-
vicios, como los de salud sexual y reproductiva y los de violencia de
género. En este contexto, ONU Mujeres (2020) recomienda, en Lati-
noamérica, mejorar la identificación y apoyo a nivel comunitario en
casos de violencia contra las mujeres.

2. REFERENCIAS CONCEPTUALES

2.1. Los conceptos y el entramado normativo relacionados


con la violencia de género

La conceptualización de las violencias contra las mujeres basadas en


género que se presenta reconoce el marco jurídico internacional de
derechos humanos y sus aportes a nivel nacional, estableciendo una
correlación entre las violencias y las desigualdades de género. Se pro-
cura relevar los mecanismos de poder que las sostienen y los ámbitos
en que se expresan, e incorporar la perspectiva de la interseccionali-
dad de las discriminaciones (Darré, 2019).
Se realizan también algunas consideraciones sobre las masculini-
dades hegemónicas y las construcciones culturales que contribuyen a
legitimarlas.
A nivel internacional, se destaca la Declaración sobre la Elimina-
ción de la Violencia contra la Mujer, adoptada por la Asamblea Gene-
ral de las Naciones Unidas (1993), que define la violencia contra las
mujeres como

todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino


que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento
físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas
de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad,
tanto si se producen en la vida pública como en la privada. […]
constituye una manifestación de relaciones de poder histórica-
166 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

mente desiguales entre el hombre y la mujer que han conducido


a la dominación de la mujer y a la discriminación en su contra
por parte del hombre e impedido el adelanto pleno de la mujer, y
que la violencia contra la mujer era uno de los mecanismos socia-
les fundamentales por los que se forzaba a la mujer a una situa-
ción de subordinación respecto del hombre (art. 1).

Esta declaración reconoce que la violencia contra la mujer deviene de


relaciones de poder históricamente desiguales, que provocaron la
subordinación de las mujeres por sobre las decisiones de los varones
de manera sistemática. Es considerada como uno de los problemas
más extremos que sufren las mujeres actualmente, que obstaculizan
el ejercicio pleno de sus derechos y se mantiene con altos niveles de
tolerancia.
El Informe Anual de ONU Mujeres Américas y el Caribe eviden-
cia que «la violencia contra las mujeres y las niñas representa una vio-
lación persistente y generalizada de los derechos humanos en las Amé-
ricas y el Caribe» (ONU Mujeres, 2015, p. 22).
La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erra-
dicar la Violencia contra la Mujer (OEA, 1994) comprende la violencia
contra la mujer como una ofensa a la dignidad humana, una violación
de los derechos humanos y las libertades fundamentales.
Importa destacar también la Declaración de Pachuca: «Fortalecer
los esfuerzos de prevención de la violencia contra las mujeres» (OEA,
2014), que pone el énfasis en la necesidad de enfocar el trabajo en la
prevención de la violencia contra las mujeres y las niñas y trabajar es-
pecialmente en la eliminación de los estereotipos de género en la edu-
cación y la comunicación.
En Uruguay se ha ratificado la Convención Interamericana para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, conocida
como Convención de Belém do Pará. La Convención marca un hito en
el derecho internacional de los derechos humanos, incorpora el géne-
ro como motivo de la violencia hacia las mujeres y aporta al entendi-
miento de que esta violencia se manifiesta en ámbitos privados y pú-
blicos (OEA, 1994, art. 1).
En 2002 se aprueba la primera ley para atender y erradicar la vio-
lencia doméstica, que estableció la creación del Consejo Nacional
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 167

Consultivo de Lucha contra la Violencia Doméstica. En 2004 se aprue-


ba el Primer Plan Nacional de Lucha contra la Violencia Doméstica;
un año después, se fortaleció el órgano rector de las políticas de géne-
ro: el Instituto Nacional de las Mujeres. En materia de abordaje de la
violencia basada en género en el comienzo de siglo, se impulsan leyes,
políticas, planes, programas y acciones para la igualdad entre hombres
y mujeres, tanto a nivel nacional como departamental, procurando la
armonización legislativa a nivel nacional con lo establecido en el dere-
cho internacional de los derechos humanos en esta materia.
Es en este marco que se comienzan a discutir en Uruguay las de-
nominadas leyes de segunda generación en materia de violencia de gé-
nero, que tienen un carácter de integralidad y tipifican diversas expre-
siones de la violencia de género; la aprobación en Uruguay de la Ley de
Violencia hacia las Mujeres basada en Género N.º 19.580 fue en 2017,
un proceso más retrasado si se lo compara con la aprobación de leyes
similares en España (2004), Brasil (2006), Argentina y Chile (2009)
(Cavada y Cifuentes, 2019).
En 2017, se propone una modificación al artículo 312 del Código
Penal, que refiere a las circunstancias agravantes muy especiales en el
delito de homicidio y se agregan aquellos cometidos como actos de
discriminación por orientación sexual e identidad de género mediante
la ley 19.538, que tipifica el delito de femicidio.
Además de los antecedentes legislativos mencionados, en la Ley
General de Educación (N.º 18.437/2008), se dispone la obligatoriedad
de brindar apoyo específico para cumplir con la igualdad de oportuni-
dades y equidad de forma tal de incluir a todas las personas, así como
estimular «la transformación de los estereotipos discriminatorios por
motivos de edad, género, raza, etnia u orientación sexual» (art. 18).
Esta normativa ha promovido la inclusión de contenidos específicos
en derechos sexuales y reproductivos y en igualdad de género y equi-
dad en cursos concretos, a través de docentes referentes, los que han
permitido trabajar contenidos al respecto.
A pesar de estos avances sustantivos en su conceptualización, las
violencias contra las mujeres, especialmente las que ocurren en al ám-
bito del hogar o las formas de violencia sexual, siguen siendo interpre-
tadas desde concepciones reduccionistas y estigmatizantes.
168 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Para comprender las determinaciones de la violencia contra las


mujeres, es preciso analizar el grado de desarrollo, la posición y la
situación de las mujeres y su relación con los hombres, así como
el papel de dominio de género de los hombres, la violencia, el ma-
chismo y la misoginia en la condición masculina, el papel del Es-
tado en la organización social de género y en la garantía de los
derechos de las mujeres, y el de instituciones sociales y civiles, del
mercado, de las instituciones religiosas y políticas. Se requiere
también, analizar la cultura a través de la cual conviven mujeres y
hombres (Lagarde, 2011, p. 68).

La violencia contra las mujeres constituye una grave vulneración de


los derechos humanos y las libertades fundamentales, es resultante de
relaciones de desigualdad y asimetrías de poder históricas entre varo-
nes y mujeres, y es una de las expresiones culturales más arraigadas y
naturalizadas, a tal extremo que ciertas formas de violencia quedan in-
visibilizadas, otras se justifican y en algunos casos se promueven (Be-
ramendi, Fainstain y Tuana, 2015).
Marcela Lagarde (2006) acuña la expresión «violencia de género
en contra de las mujeres» resaltando la importancia de las diferencias
de género y la enlaza con el conjunto de factores sexuales, sociales,
económicos, jurídicos, políticos y culturales que determinan los patro-
nes de dominación estructural de los hombres sobre las mujeres.
La violencia basada en género, según Tuana (2020), puede estar
dirigida a cualquier persona, varones o mujeres, pero afecta en mayor
medida a las mujeres. Abarca todos los tipos de violencia que se ejer-
cen desde la posición dominante masculina sobre representantes de
las posiciones subordinadas, sean estas mujeres, menores, adultos/as
mayores, personas con discapacidad, integrantes de minorías (de la di-
versidad sexual, racial, étnica o nacional).
Son grandes las resistencias para comprender que las violencias
hacia las mujeres son producto de las desigualdades de género; son ex-
presión de un sistema social que legitima y reproduce la dominación
masculina; son también producto de una educación sexista que gene-
ra lugares, posibilidades y expectativas diferenciadas y jerarquizadas
entre varones y mujeres. Las expectativas y mandatos sociales que se
establecen para varones y mujeres reproducen esta estructura social
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 169

patriarcal. Se apuntan algunas de las ideas centrales que se mantienen


vigentes en los procesos de socialización de género (Campero, 2014;
Bourdieu, 2015; Segato, 2016):
– La idea de superioridad masculina.
– La idea del varón como proveedor familiar y la mujer como cui-
dadora.
– La heterosexualidad como modelo de normalidad.
– La virilidad como valor a demostrar y reforzar en forma conti-
nua y constante.
– La doble moral sexual.
– El control de la emocionalidad en los varones, especialmente la
represión en la expresión del miedo, dolor y fragilidad.
– El control sobre la sexualidad y el cuerpo de las mujeres.
– El derecho del varón a acceder al cuerpo de las mujeres.

En las relaciones de pareja persisten las ideas que colocan a la mujer


como propiedad del varón, legitimando diversas formas de control y
manipulación. En cuanto a la violencia sexual persisten las ideas que
culpabilizan y estigmatizan a las víctimas, justificando o desresponsa-
bilizando a los agresores. Se pone el acento en la ropa que la mujer lle-
va cuando es agredida, en si provoca o no la situación, si se expuso sin
sentido en lugares inadecuados, si no opuso resistencia, si es una mu-
jer de buena o mala reputación, se analiza su historia sexual previa
como forma de desacreditar sus dichos o denuncias, entre otras for-
mas (Rostagnol y Fontela, 2018).
Estas formas de expresión de las violencias mencionadas discu-
rren en distintos ámbitos de manera que esto resulta en un continuum
que sostiene y acrecienta el daño. La Convención de Belém do Pará
identifica tres ámbitos principales: en la familia o comunidad domés-
tica, donde las relaciones interpersonales son las sustantivas; en la co-
munidad, donde se incluyen los ámbitos laboral y educativo y la insti-
tucional, perpetrada por el Estado (OEA, 1994, art.2).7

7 Específicamente, el artículo 2 de la Convención de Belém do Pará indica: «a) que

tenga lugar dentro de la familia o comunidad doméstica o en cualquier otra relación in-
terpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio que
la mujer, y que comprende, entre otros, violación, maltrato y abuso sexual; b) puede te-
170 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Junto con el señalamiento de la importancia de identificar las si-


tuaciones de violencia en el ámbito de las instituciones educativas, es
de destacar el creciente reconocimiento que tiene el ámbito del cibe-
respacio en la expresión de nuevas formas de violencias específicas
contra las mujeres jóvenes en un mundo en el que cada vez más las
redes sociales tienen presencia en la construcción de las percepcio-
nes, las representaciones e imaginarios sociales. En este sentido, se
están produciendo cambios tecnológicos importantes, pero el impac-
to de estos sobre los mercados laborales y sobre las economías y las
sociedades latinoamericanas es también una cuestión de opciones
políticas (Subirats, 2019). Parece claro que, si todo sigue como está, el
cambio tecnológico va a funcionar como amplificador de las tenden-
cias de de­sigualdad. Junto con esto puede haber una precarización de
los trabajos con exposición a violencias por falta de regulación del tra-
bajo, encontrándonos con desarrollos de contenidos misóginos y de
odio en las redes sociales a las que tienen mayor exposición las perso-
nas jóvenes (Bustelo, Suaya y Vezza, 2021).
El carácter sistémico de la violencia contra las mujeres se ha visto
enriquecido por la perspectiva de la interseccionalidad de las discrimi-
naciones. Esta perspectiva permite evidenciar cómo distintas formas
de organización social y de poder, como el patriarcado y la coloniali-
dad, refuerzan múltiples opresiones marcadas por el sexo, género,
raza, clase, orientación sexual, ubicación territorial y edad, entre otras
(Darré, Beramendi y Sosa, 2013; Darré, 2019). Las discriminaciones no
son, entonces, una sumatoria, sino que se entrelazan en personas con-
cretas de un modo particular y único produciendo un efecto cualitati-
vamente distinto. En Guzmán Ordaz y Jiménez Rodrigo (2015)8 la in-

ner lugar en la comunidad, ser perpetrada por cualquier persona y comprende, entre
otros, violación, abuso sexual, tortura, trata de personas, prostitución forzada, secuestro
y acoso sexual en el lugar de trabajo, así como en instituciones educativas, estableci-
mientos de salud o cualquier otro lugar; y c) que sea perpetrada o tolerada por el Estado
o sus agentes, donde quiera que ocurra» (OEA, 1994, art. 2).
8 «Incorporar en el análisis de la violencia a los sujetos perpetradores de la violencia,

a menudo invisibilizados como resultado de dos factores. Primero, por la focalización del
problema de la violencia solo hacia la víctima. Y, segundo, por la descontextualización
social que se produce al arrancarlos del escenario social, económico, cultural y político en
el que se sitúan sus acciones para pasar a ser esencializadas y naturalizadas como conse-
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 171

terseccionalidad trata de incluir en los análisis a los perpetradores de


la violencia de manera de evitar los prejuicios en su caracterización.
En tanto las categorías como raza, género y sexualidad se coconstitu-
yen, la perspectiva de la interseccionalidad de las discriminaciones
aporta a lo que Lugones (2012) caracteriza como:

el paso de la colonización a la colonialidad en cuestión de género


centra la complejidad de las relaciones constitutivas del sistema
global capitalista de poder (dominación, explotación). En los aná-
lisis y prácticas de un feminismo decolonial, “raza” no es separable
ni secundaria a la opresión de género, sino co-constitutiva (p. 134).

La construcción histórica de la violencia contra las mujeres ha ido


montando un dispositivo de poder patriarcal y colonial que pretende
justificar su uso mediante discursos que, de acuerdo con una mirada
foucaultiana, se crean y reproducen en los imaginarios sociales y pro-
curan mantener un orden de género.
De acuerdo con Rita Segato (2016) la libertad de existir está en
riesgo para las mujeres; en América Latina se vive, al igual que en el
mundo, un momento en el que hay un poder de los «dueños», es una
«época de dueñidad» (p. 107), hay figuras que son «dueñas de la vida y
de la muerte» de las personas. Eso irrumpe en el inconsciente colecti-
vo en la manera que los hombres que obedecen a ese mandato de mas-
culinidad, que es un mandato de potencia, lo prueban sobre los cuer-
pos de las mujeres, a la vez, minorizados (p. 100).

2.2. Algunos antecedentes recientes de articulación


entre los campos de estudios de género y de juventudes

La investigación sobre desigualdades y violencias en el Uruguay en


materia de género y de juventudes cuenta con información creciente
en el entorno de las dos últimas décadas, a la que se ha ido incorporan-
do otra más reciente.

cuencia de la reproducción de prejuicios heterosexistas, clasistas y etnicistas/racistas so-


bre las características de los “potenciales agresores” [perceivable perpetrator to flourish]
(MacDowell 2013, p. 535)» (Guzmán Ordaz y Jiménez Rodrigo, 2015, p. 605).
172 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Se relevan, por ejemplo, los aportes resultantes de la investiga-


ción regional sobre trayectorias/prácticas juveniles en tiempos de CO-
VID-19 en América Latina y el Caribe de FLACSO Brasil (Abramovay et
al., 2022), que aportan a esta investigación la comprensión de las expe-
riencias de las jóvenes y los jóvenes, con sus voces, y cómo sus vidas se
vieron profundamente perturbadas por la pandemia.
En el diálogo entre los estudios de género y la socialización en los
ámbitos educativos, se destacan los aportes del equipo de FLACSO
Uruguay liderado por Isabel Pérez de Sierra (2022), que contribuyen a
visualizar la importancia que tienen los aportes del género en las insti-
tuciones educativas, que no solo no son neutras al género, sino que
pueden ser reproductoras de un orden de género dominante a través
de sus prácticas cotidianas.
Junto con las prácticas violentas de dominación importa relevar
también cómo estas se articulan con los procesos culturales por medio de
los cuales se van moldeando las percepciones y los imaginarios sociales.

La organización social dispuesta por el patriarcado conforma los


imaginarios colectivos que remiten a representaciones sociales
encarnadas en sus instituciones (familia, escuela, iglesias, medios
de comunicación, servicios de salud…), a partir de una dinámica
de «naturalización» de lo social (Barinas, 2016, p. 11).

Las masculinidades son construcciones hegemónicas funcionales a un


orden social y simbólico dominante. De acuerdo con Segato (2006)
tienen un eje vertical moralizante hacia las víctimas, como si se les di-
jera que no pueden salirse del rol esperado. Al mismo tiempo, tienen
lo que ella llama un eje horizontal hacia sus pares varones en el que
parecería clave establecer como un mandato, para seguir pertenecien-
do a ese colectivo que domina, de demostrar su capacidad de control y
secuestro sobre el cuerpo de las mujeres.
Esta dimensión cultural está presente en las prácticas, discursos e
instituciones que operan reproduciendo estereotipos de género que
legitiman las asimetrías y desigualdades, así como las múltiples expre-
siones de las violencias de género.
Las percepciones sobre desigualdad y corresponsabilidad cuen-
tan con antecedentes en investigaciones previas a nivel regional (Ruiz
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 173

y Garrido, 2018) y nacional. Estas últimas, resultantes de las ENAJ lle-


vadas a cabo en 2013 y en 2018 (Borrás, 2021; Ferrari y Scavino, 2015;
Katzkowicz et al., 2017).
Hay estudios en los que se pregunta si están de acuerdo con la
afirmación «criar a los hijos debe ser una tarea primordial de las muje-
res»: en la última, da como resultado que un 17 % de jóvenes estuvie-
ron de acuerdo (INJU, 2020, p. 82),9 porcentaje que disminuye sustan-
cialmente entre los períodos de encuestas de la juventud. Este
relevante número de aprobación se distribuye en forma diferencial
entre las mujeres y los varones, encontrando que ellas tienen mayor
grado de coincidencia (22,4 %) que ellos (12,1 %).
Esta apreciación evidencia que las pautas culturales de distribu-
ción de roles tradicionales se mantienen entre los uruguayos y las uru-
guayas más jóvenes, y que en la socialización de género los mandatos
sobre la maternidad están muy interiorizados entre las propias muje-
res jóvenes. Sin embargo, las pautas que vienen modificándose hacia
mayores grados de igualdad se patentizan en un 95,6 % de opiniones
que coinciden en que «las mujeres deberían compartir las tareas del
hogar con los varones», para lo cual no hay diferencias de opinión por
sexo, ni edad, ni localización geográfica (INJU, 2020, p. 83).
La percepción de discriminación que manifiestan las personas jó-
venes se concentran en las características físicas, como obesidad, del-
gadez, altura (26,2 %), y formas de vestir (18,9 %). La discriminación
percibida por cuestiones de género o asociadas a cuestiones de sexo
varón o mujer es del 9,7 % y del 2,8 % por identidad de género u orien-
tación sexual (INJU, 2020, p. 132).
Estas cifras nos permiten ver cómo los mandatos y los estereoti-
pos resultantes de las diversas formas de habitar los cuerpos, así como
los patrones de belleza impuestos estructuran y habilitan las discrimi-
naciones más reconocidas. Al mismo tiempo, parece imprescindible
avanzar en una mayor visualización de las discriminaciones por géne-
ro y por identidad sexual.
Las vivencias de violencia que las personas jóvenes han vivido se
han medido de diferentes maneras. En la Encuesta de Prevalencia de

9 En 2013, el 31,9 % de jóvenes coincidieron con esta idea (Katzkowicz et al., 2015,
p. 17).
174 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Violencia de Género se realiza mediante una multiplicidad de pregun-


tas concretas vinculadas a violencia de género; allí las adolescentes en-
tre 15 y 18 años y entre 19 y 25 años identifican en un 81 % y un 84 %,
respectivamente, la vivencia de distintas modalidades (física, psicoló-
gica o sexual, entre otras), en diferentes ámbitos (familiar, educativo,
callejero, entre otros) (CNC, 2020, p. 40).
En general, los adolescentes suelen creer que el uso de violencia
(como amenazas, empujones, humillaciones u otras), permite efecti-
vizar la resolución de conflictos interpersonales, razón por la cual
suelen utilizar la violencia en la vida cotidiana y entre ellos (Medeiros
y Straus, citados en González-Ortega, Echeburúa y Corral, 2008,
p. 216). Así, investigaciones como la ENAJ realiza consultas amplias
vinculadas a modalidades de violencia frecuente entre adolescentes.
Se consulta si están de acuerdo o en desacuerdo con la afirmación:
«te insultaron, se rieron o burlaron de ti», dando una tasa de positivi-
dad del 44,8 %; también hubo una proporción de aprobación del en-
torno del 30 % para las afirmaciones: «te golpearon, mordieron, pa-
tearon o tiraron del pelo», «te quitaron, rompieron o quitaron cosas a
propósito» y para «te ignoraron o excluyeron a propósito»; por últi-
mo, «te acosaron sexualmente» tuvo una tasa de positividad de 16,4 %
(INJU, 2020, p. 136). En esta última, que incorpora la violencia sexual,
las mujeres que respondieron afirmativamente son el 27,7 % y los va-
rones un 5,7 %, dejando en evidencia las distintas percepciones sobre
las vivencias de violencia y las desiguales aproximaciones sobre los
cuerpos en unos y otras.
Ahora bien, las vivencias de las violencias sumadas (bullying, aco-
so sexual o maltrato), ascienden en la ENAJ (INJU, 2020) al 63,2 %, no
habiendo diferencias significativas desde el punto de vista del sexo.
Otro de los indicadores principales de desigualdades de género
refiere a las tareas de cuidado que llevan adelante las personas. En este
sentido, toda la evidencia permite encontrar que las mujeres dedican
más tiempo al cuidado de personas dependientes que los varones. Esto
lo indican las encuestas nacionales de uso del tiempo (realizadas en
Uruguay en 2008 y 2013), así como otros estudios que también lo ex-
plicitan. La ENAJ de 2018 (INJU, 2020) incluyó preguntas al respecto y
efectivamente se cumple la premisa de que las mujeres cuidan más que
los varones. Las mujeres cuidan un 47,7 %, mientras que los varones
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 175

apenas cuidan un 30 %10 (INJU, 2020, p. 165). Se reiteran los roles tradi-
cionales de género, donde prima la división sexual del trabajo y la car-
ga de trabajo no remunerado para las mujeres.
Las conductas violentas en las parejas son diferenciales según
sexo, lo cual es evidente en toda la literatura estudiada. Para esta in-
vestigación es menester indicar que las conductas de los varones y las
mujeres jóvenes pueden ser distintas a los mecanismos de relaciona-
miento entre parejas adultas. Así, hay autores que afirman que «la
agresión verbal —la más habitual— tiende a considerarse como una
práctica normalizada en las relaciones de parejas jóvenes» (González-
Ortega, Echeburúa y Corral, 2008, p. 214); no obstante, afirman que la
violencia psicológica y generada de manera sutil en las parejas nuevas
y jóvenes suele tener un carácter predictivo a futuras situaciones de
violencia física o sexual. Lo que antecede, en Uruguay se conoce como
violencia en el noviazgo y se ha venido trabajando con adolescentes y
jóvenes desde ámbitos educativos y sociales.
En 2007, Mónica Guchín, en una investigación coordinada por
Susana Rostagnol, releva las percepciones de jóvenes de educación
media sobre violencia doméstica, violencia de género en el noviazgo y
abuso sexual, brindando un panorama de las relaciones de noviazgo
violentas, fundamentalmente con manifestaciones de carácter psico-
lógico. Aquí también se indaga sobre el ejercicio de poder sutil que pu-
diera darse entre las parejas jóvenes. Este estudio exploratorio brinda
algunos lineamientos sobre lo que las personas jóvenes pensaban so-
bre algunas actitudes como, por ejemplo, justificar la violencia si la
mujer lo traiciona (15,9 %) (Guchín, 2009, p. 138).

3. ESTRATEGIA METODOLÓGICA

El diseño metodológico para la investigación es mixto, dando priori-


dad entre las técnicas utilizadas a los aspectos cualitativos. Consta de
una indagación cuantitativa, no representativa del universo, que in-

10 En 2013, las jóvenes que cuidaban eran el 44,2 % y los varones que cuidaban

eran el 27,5 %, lo que muestra una modificación entre las encuestas (Katzkowicz et al.,
2015, p. 19).
176 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

corpora la sistematización de un formulario puesto en práctica en for-


mato online. Se desarrollan acciones de sensibilización presenciales
diseñadas para contar con insumos directos de la población estudiada.
Es por ello que se incluye en la categoría de investigación participación
activa o participación acción, en el entendido de que tiene un elemen-
to sustancial que es la intervención activa con las personas investiga-
das durante el proceso de indagación (Valles, 2007, p. 157). Esta es una
manera de implicarse en la actividad investigada, donde la población
investigada (el estudiantado de los centros educativos seleccionados)
interactúa directamente con el equipo de investigación en el análisis
de las preguntas que se realizan las investigadoras. Sin llegar a ser una
investigación participativa, en la que la comunidad se integra en la to-
talidad de los procesos investigativos, se realizaron acciones en las que
se promovieron transformaciones en aquellas personas que se preten-
dían analizar.
De este modo, el equipo de investigación se transforma (por un
breve período de tiempo) en promotor de cambio, durante los proce-
sos de sensibilización. Al decir de Sandín (citado en Hernández Sam-
pieri, 2014), la «“investigación-acción” pretende propiciar el cambio
social, transformar la realidad […] y que las personas tomen conciencia
de su papel en ese proceso de transformación» (p. 496). Aunque ello
implica el involucramiento en la totalidad del proceso de investiga-
ción, este equipo transitó las instancias de sensibilización con la finali-
dad de promover los procesos de reflexión y lograr insumos directos
de las estudiantes y los estudiantes, logrando, así, el involucramiento
directo y un diferencial con investigaciones puramente independien-
tes de la población a ser investigada.
A continuación, se desarrollan las particularidades vinculadas al
territorio, la población y las herramientas utilizadas.

3.1. Unidad de análisis

La población objeto de estudio que conforma la unidad de análisis son


estudiantes de los centros educativos mayores a 14 años, dependientes
de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), de las se-
gundas localidades más relevantes de los departamentos de Cerro Lar-
go, Artigas, Rivera y Tacuarembó.
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 177

La ANEP describe en su portal web a las escuelas técnicas como


«educación técnica y tecnológica de nivel medio y terciario, y forma-
ción profesional básica y superior en todo el territorio del Uruguay,
sobre la base de los principios de gratuidad, laicidad e igualdad» (www.
utu.edu.uy). Estos centros de estudio tienen una amplia oferta educa-
tiva que incluye desde adolescentes de 12 años hasta personas adultas,
en los horarios nocturnos.

3.2. Las herramientas utilizadas

3.2.1. El formulario
Las técnicas utilizadas fueron dos, una más de carácter cuantitativo y
otra de carácter eminentemente cualitativo. Inicialmente, se comenzó
con un formulario autoadministrado11 en cada centro educativo entre
los meses de setiembre e inicios de octubre de 2022; cada centro lo im-
plementó en un lapso de entre dos y siete días. Se diseñó una encuesta
online en soporte Google Form, que contó con preguntas cerradas y una
única pregunta abierta de comentarios al final. Fue administrada por
docentes y adscripciones de cada centro de estudios; solo un subcentro
(Zanja Honda, en Tranqueras), que carece de buena conectividad, reali-
za el formulario en formato papel y se procesa posteriormente.
Para lograr un buen resultado de esta acción, se efectuaron reu-
niones virtuales previas con las Direcciones y equipos docentes (subdi-
rectores y/o adscriptos/as), que permitieran desarrollar de la manera
más adecuada posible las acciones investigativas. Así, hubo una prime-
ra instancia de diálogo con el personal directivo fundamentando la in-
vestigación y sus características indagatorias. En esta, se levantaron las
necesidades de los centros y se pudo detectar preocupaciones que te-
nían previamente, y se ajustaron las expectativas de los resultados de
la indagación. En un segundo encuentro, se acordaron las estrategias
para poner en marcha el formulario online (mediante Google Form) y
se intercambió sobre los fundamentos específicos para explicar al
alumnado su funcionamiento. Por último, se articuló con cada centro
de estudios el modo de implementar las actividades de sensibilización.

11 Ver anexo 1: Formulario autoadministrado.


178 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Se completan un total de 433 formularios, distribución que se


muestra en el cuadro 5. Luego de la validación, se descartan apenas 10
formularios, dándose por válidos un total de 423, representando el
32 % de los posibles encuestados entre los cuatro centros de estudio.
La implementación del formulario tiene características diferen-
ciales en cada uno de los centros. En un caso, Bella Unión, respondió
el formulario más de la mitad del alumnado; en Tranqueras, el 35 % del
alumnado, mientras que en los casos de Río Branco y Paso de los Toros
lo completaron cerca de un quinto de la población estudiantil de cada
centro. Esta diferencia radica, fundamentalmente, en que la realiza-
ción completa era opcional, no obligatoria. Hubo una diferencia im-
portante en la presentación y habilitación de herramientas informáti-
cas para completar el formulario en uno u otro centro, al mismo
tiempo que se observaron antecedentes diferentes de trabajo en esta
temática, lo que dio como resultado la mayor proporción de respues-
tas en Bella Unión.

Cuadro 5: Formularios totales respondidos por departamento

Localidad N.° total de N.° total Porcentaje total


alumnado de tercer de respuestas de respuestas
año en adelante

Bella Unión 378 223 59

Tranqueras 171 59 35

Río Branco 510 97 19

Paso de los Toros 252 44 17


1311 423 32

Fuente: elaboración propia con base en datos provistos por los centros educativos

El análisis del número de respuestas según sexo, en comparación con la


proporción total de estudiantes según sexo, indica que hay cierta con-
cordancia entre el total de personas encuestadas y el total de estudian-
tes. En ambos coincide que son más varones que mujeres. Esto se expli-
ca porque en los centros educativos objeto de este estudio se da una
tendencia a la masculinización a nivel de las escuelas técnicas (Rivero y
Ortega, 2020), lo que se evidencia en estas cuatro seleccionadas.
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 179

3.2.2. La acción participativa indagatoria


Para la realización de los talleres denominados «¿Ser diferentes nos
hace desiguales? Pensando juntos sobre poderes y violencias cotidia-
nas», se opta por efectuar un diseño de taller,12 luego de lo cual se esta-
blece con cada uno de los centros educativos la estrategia para su im-
plementación. Así, se llevan a cabo un total de ocho talleres, con
participación de 269 alumnas y alumnos (55 % varones y 45 % mujeres).13
En cada taller, participan en el entorno de 30 a 40 personas, ex-
ceptuando una instancia, donde el centro es rural y muy pequeño, en
la que participan 12 estudiantes.
En todos los casos, el eje central consiste en realizar un intercam-
bio que permita visibilizar los efectos de las desigualdades entre varo-
nes y mujeres, así como relevar emergentes que luego sean aportes
concretos a la investigación. Estos emergentes se sistematizaron me-
diante el relevamiento de frases de quienes participaron (una de las in-
vestigadoras realiza la tarea de observadora en los talleres) y con la
transcripción de los aportes realizados por cada estudiante durante los
talleres y que quedaron escritos en papelógrafos y tarjetas individuales.
Las primeras preguntas dinamizadoras se realizan para que se
intercambien sus opiniones, por ejemplo: ¿quiénes viven más años?, o
¿quiénes mueren más por accidentes de tránsito?, ¿quiénes padecen
más depresión?, ¿quiénes tienen más desórdenes alimenticios? o ¿quié-
nes mueren más por suicidios? Estas preguntas permiten intercambiar
percepciones y dar a conocer datos estadísticos que evidencian los
efectos tanto en mujeres como en varones de las relaciones desiguales
de poder basadas en el género.
Posteriormente, se realiza una dinámica con tarjetas individua-
les, las que se completan con la asociación libre de palabras como po-
der, celos, violencia o igualdad; quienes participan reciben un proceso
de análisis que cuenta con: trascripción inicial, codificación según
grupos de palabras similares, procesamiento en sistema Atlas.ti. Estas
dan como resultado unas nubes de palabras que grafican la asociación
libre que el estudiantado realiza.

12 Ver anexo 2: Estructura general de los talleres.


13 Ver anexo 3: Número de participantes en talleres según sexo.
180 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

La triangulación (Valles, 2007) es el método principal de interpre-


tación de la información obtenida. Así, se incluyen los aportes realiza-
dos en los talleres, así como los datos obtenidos mediante la percep-
ción de las personas en los formularios.
3.2.3. Procesamiento de la información
El procesamiento de la información obtenida a través de los formularios
se realiza mediante el análisis de las frecuencias de cada uno de los indi-
cadores seleccionados, según las variables independientes. Se conside-
ran independientes los indicadores de carácter individual como sexo y
grupo etario. La identidad de género y origen étnico-racial, si bien fue-
ron consideradas independientes, su procesamiento no brindó infor-
mación suficiente y sustentable para procesar en forma independiente.
Inicialmente, se previó realizar un análisis específico para cada
centro de estudios, sin embargo, por el bajo número de encuestas rea-
lizadas en proporción al total en Paso de los Toros y Río Branco, se
define que solo algunas variables que se consideran significativas fue-
ran analizadas por localidad.
La estructura de la información está organizada según las siguien-
tes dimensiones, cada una de las cuales cuenta con múltiples variables:
1. Variables sociodemográficas.
2. Indicadores de trabajo: remunerado y no remunerado.
3. Indicadores de percepción de desigualdad entre mujeres y varones.
4. Indicadores de vivencia de violencias y discriminaciones.
5. Indicadores de vivencia de violencia basada en género.
6. Indicadores de percepción de violencia basada en género.
7. Indicadores de información de respuestas ante la violencia ba-
sada en género.
A partir de las preguntas concretas realizadas (ver anexo 1),14 se
elaboran algunos índices que permiten identificar las percepciones de
igualdad/desigualdad, violencia/no violencia. Para ello se etiquetan las
respuestas según las categorías acuerdo/desacuerdo, mediante la cual
algunas puntuaron y otras no puntuaron. De esta forma, se relevan los
indicadores e índices que se consideran más importantes:

14 Algunas de las preguntas surgen de la revisión de otros estudios asociados a

desigualdades y a juventud (INJU, 2020; Ruiz y Garrido, 2018; Katzkowicz et al., 2015;
Arenas, 2013; González-Ortega, Echeburúa y De Corral, 2008).
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 181

– Percepción de desigualdad (máximo 20 anotaciones).


– Percepción de vivencia de violencia y discriminación (al menos
una anotación).
– Vivencias de violencia de género.
– Percepción de indicadores de parte de los varones del contexto
de amigos sobre el control de pareja o expareja (control de uso
de ropa, de amigos, de redes sociales, de celular).
– Percepción de los varones del contexto de amigos de violencia
explícita en pareja o expareja (golpean, gritan, desvalorizan, se
enojan por no querer sexo).
– Percepción de violencias de género.
La referenciación a la información surgida de los talleres es anó-
nima, realizada en papelógrafos visibles a todas las personas, en tarje-
tas personales de reflexión individual y por el equipo de investigadoras
en notas personales.
Para la referenciación de la información surgida, se realiza la si-
guiente nomenclatura para los formularios: F.1, F.2… Para los grupos,
se denomina: G.1, G.2… En el documento anexo se encuentra la refe-
renciación de la nomenclatura indicando la característica descriptiva
principal del grupo.15

4. LA POBLACIÓN PARTICIPANTE

Del grupo de participantes a través de los formularios, la identificación


de sexo e identidad de género es coincidente. En tres casos se identifi-
can de manera diferente al sexo biológico al nacer (dos no binario y
uno no coincidente), por lo que en el análisis que sigue solo se consi-
dera el sexo biológico al nacer.
En las reuniones personales con los equipos directivos y docen-
tes, se evidencia la existencia de casos aislados de alumnado trans, que
no siempre permanece en los grupos. A la vez, se relatan historias de
situaciones complejas (vinculadas a suicidios), que pueden estar aso-
ciadas a la identidad de género de estudiantes.

15 Ver anexo 4: Nomenclatura de registro de talleres.


182 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Los grupos etarios se distribuyen según lo previsto, habiendo res-


pondido más del 61 % menores de 18 años, y apenas el 10 % mayores de
25 años.
En referencia al origen étnico-racial, se evidencia la frontera con
Brasil, donde la población afro es claramente mayor en los departamen-
tos de Artigas y Rivera, y donde, según Cabella, Nathan y Tenenbaum
(2014, p. 18), la proporción es mayor al 17 % en los departamentos cuyas
capitales son la ciudad más relevante y con frontera con el país norteño.
En la encuesta, el porcentaje de personas encuestadas que se autodefi-
nen como afro o negro asciende al 15 %, a lo que podría sumarse siete
puntos porcentuales más al agregar la categoría autodefinida como mo-
rocho o mestizo. En el gráfico 1 se mantiene dicha autodenominación
de «morocho/a», «morochito» o «mestizo», ya que se considera una
identificación de la zona, así como se incluyen en la categoría «otras»
autoidentificaciones asociadas al origen mestizo que vale transcribir,
puesto que incluyen el portuñol como matriz cultural de esta pobla-
ción: «café con leite», «castaña tipo oscura pero poca», «oscuridad».
Cabe recordar que el promedio nacional era del 8,1 % (Cabella, Nathan y
Tenenbaum, 2014, p. 15). También se releva una mayor proporción de
personas que se autodefinen como indígenas con un 11 %, mientras que
en el total del país la autoidentificación es del 5,1 % (p. 15).

Gráfico 1: Autopercepción étnico-racial en la población participante

otras
Mestizo o morocho 2% afro o negro
7% 15%

amarillo
Indígena 4%
11%

blanco
61%

Fuente: elaboración propia a partir de la información obtenida en el formulario


PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 183

Para analizar las percepciones de desigualdad que pudieran darse


entre varones y mujeres, se les pregunta específicamente sobre el trabajo
remunerado y no remunerado. Así, se identifican como trabajadores re-
munerados el 19 % de las personas encuestadas, las que se dividen entre
mayores de edad (57 %) y menores de edad (43 %). Al identificar por sexo,
el 66 % de quienes indican trabajar de forma remunerada son varones.
Cuando se realiza la pregunta de trabajo no remunerado, el 35 %
declara realizar al menos cuatro tareas, encontrando una brecha impor-
tante entre mujeres (39 %) y varones (31 %). Esta pregunta se conforma
con dos variables: cuidado de otras personas (sin importar edad o condi-
ción de discapacidad) y tareas domésticas. Para esta última se elabora un
índice comprendido por cuatro o más tareas no remuneradas, entre las
que se incluyen: limpiar u ordenar la casa, lavar platos, hacer mandados,
cuidar mascotas, hacer arreglos edilicios, cuidar la huerta o animales de
consumo familiar. Siguiendo la misma tendencia conocida a nivel
nacional,16 las mujeres que responden a la encuesta cuidan a otras perso-
nas del hogar en un 31 %, mientras que los varones lo hacen en un 22 %.

Gráfico 2: Respuestas de trabajo no remunerado según sexo, en porcentaje

Pregunta: tareas vinculadas al trabajo no remunerado (se contabiliza sí con al


menos cuatro tareas)

Fuente: elaboración propia a partir de información recolectada en el formulario

16 Según la última encuesta disponible de trabajo remunerado y uso del tiempo,

las mujeres tienen una tasa de participación en el cuidado de dependientes del 35 %,


mientras que para los varones es del 24 % (Inmujeres, 2013).
184 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Por último, también se consulta sobre el haber tenido hijas o hijos vi-
vos; esta pregunta da como resultado que 31 estudiantes fueron padres/
madres (7 %), la amplia mayoría (91 %) mujeres mayores de 25 años.

5. LOS RESULTADOS

5.1. Las percepciones sobre las desigualdades

Entre las primeras preguntas realizadas en los formularios, vinculadas


a las percepciones, se efectúa la consulta: ¿Consideras que existen de-
sigualdades entre hombres y mujeres en tu localidad? Las respuestas
dan como resultado que una cuarta parte (26 %) considera que existen
desigualdades.
Sin embargo, la visualización de las opiniones según sexo (gráfico
3) y grupo etario (gráfico 4), evidencia la mirada diferencial que tienen
unas y otros, donde el promedio invisibiliza la relevante brecha de opi-
niones.
Al analizar en detalle, se aprecia que apenas el 26 % de las mujeres
consideran que no hay desigualdades de género, mientras que el 48 %
de los varones, casi la mitad, tiene esta opinión.

Gráfico 3: Opinión acerca de desigualdades de género según sexo, en porcentaje

Pregunta: ¿Consideras que existen desigualdades entre hombres y mujeres en


tu localidad?

Fuente: elaboración propia a partir de información obtenida a través del formulario


PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 185

Al dimensionar dichas desigualdades, se encuentra que se dividen a la


mitad quienes consideran que las desigualdades son, por una parte,
grandes o muy grandes; y, por otra parte, pequeñas y muy pequeñas
(51 % y 49 %, respectivamente).
Respecto a la percepción de existencia de desigualdades según
grupos etarios, se encuentra que quienes optaron por «algunas ocasio-
nes», se distribuyen de manera similar, independientemente de la
edad; mientras que entre las personas más jóvenes hay una clara ten-
dencia a no visualizar las desigualdades y entre las más adultas, la vi-
sualizan en mayor proporción.

Gráfico 4: Percepción de existencia de desigualdades de género,


según grandes grupos etarios, en porcentaje

Pregunta: ¿Consideras que existen desigualdades entre hombres y mujeres en


tu localidad?

50% 50% 47%47%


45% 45%
41%41%
39%39%
39%39%
40% 40%
34%34% 33%33%
35% 35%
30% 30% 27%27% de 14
dea 14
18aaños
18 años

25% 25% de 19
dea 19
24aaños
24 años
20%20% 21%21%
20% 20% 25 y 25
másy más
añosaños
15% 15%
10% 10%
5% 5%
0% 0%
si si en algunas ocasiones
en algunas ocasiones no no

Fuente: elaboración propia a partir de información obtenida a través del formulario

Con la finalidad de especificar la percepción, se ahonda en los múlti-


ples aspectos que pueden considerarse que forman parte de las posi-
bles condiciones de desigualdad que las personas encuestadas identifi-
can en su localidad. Para ello, se les plantea una larga lista de la que
deben seleccionar si las mujeres estaban mejor, igual o peor en cada
uno de 20 aspectos para calificar.
Para analizar dichos resultados se elabora un índice que contabi-
liza el número de aspectos en los que visualizan que las mujeres esta-
186 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

ban peor que los varones. El 70 % indicaron más de 11 aspectos en los


que están peor las mujeres, no habiendo una diferencia significativa en
las opiniones según sexo (ver gráfico 5).

Gráfico 5: Índice de percepción de desigualdades entre varones y mujeres,


según número de aspectos que califica las mujeres están peor que los varones,
en porcentaje
120% 120%

100% 100%
15% 15% 6% 6%

80% 80%
De 16 a 20 De 16 a 20

61% 61% De 11 a 15 De 11 a 15
60% 60%
57% 57% De 6 a 10 De 6 a 10

40% 40% De 0 a 5 De 0 a 5

20% 20%
28% 28% 31% 31%

0% 0%1% 1% 2% 2%
Mujer Mujer Varón Varón

Fuente: elaboración propia a partir de información obtenida a través del formulario

Al indagar en cada uno de los aspectos calificados, las personas consi-


deran que las mujeres están peor que los varones en referencia a las
oportunidades de encontrar empleo y a los ingresos.
A continuación, se indica el orden en el que se califica y el núme-
ro de menciones que tuvo la respuesta:
– en las oportunidades para encontrar un empleo (144);
– en los ingresos (109);
– en la posibilidad de compatibilizar los tiempos para la vida la-
boral y familiar (98);
– en la libertad de separarse de su pareja (88);
– en las posibilidades de ejercer la sexualidad libremente (74);
– en el acceso al uso y disfrute de los espacios públicos (plazas,
calles, parques) (52);
– en la decisión de tener hijos o hijas (50);
– en el acceso a la educación (8).
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 187

Una de las hipótesis que se manejan al inicio de la investigación


tiene que ver con que el aumento de las responsabilidades (lo que su-
ponemos está asociado a la edad) y el sexo podrían modificar las per-
cepciones de desigualdad. En la gráfica 5 se puede observar una ten-
dencia a la percepción de la desigualdad por parte de las mujeres.
Mientras que la gráfica 6 evidencia que, en este grupo de personas a las
que se les ha consultado, no hay suficiente discriminación según gru-
pos etarios para la identificación de más de 10 desigualdades. Pudien-
do, así, visualizar que el sexo discrimina más que la edad en la visuali-
zación de desigualdades.

Gráfico 6: Índice de percepción de desigualdades entre varones y mujeres, según


número de aspectos que califica que las mujeres están peor que los varones, en
porcentaje

120%
120%

100%
100%
6% 6%
15%15%
80%80%
De 16
Dea16
20a 20
De 11
Dea11
15a 15
60%60% 61%61%
57%57% De 6De
a 10
6 a 10
De 0De
a50a5
40%40%

20%20%
28%28% 31%31%

0% 0% 1% 1% 2% 2%
Mujer
Mujer Varón
Varón

Fuente: elaboración propia a partir de información obtenida a través del formulario

Ahora bien, en el gráfico 6 también se intenta comprobar la hipótesis


inicial de que el trabajo remunerado discrimina la percepción de las
desigualdades. En este estudio se puede afirmar que quienes realizan
trabajo no remunerado (TNR SÍ) tienen una percepción mayor (76 %)
de aspectos en los que hay desigualdad, mientras que quienes no reali-
zan tareas remuneradas tienen una percepción un poco menor (65 %)
de los aspectos que se identifican como desigualdades.
En uno de los talleres se realiza una dinámica para trabajar el
concepto de igualdad, en el que se incluyen palabras claves para com-
188 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

prenderlo. Las personas participantes asocian conceptos referidos a


derechos y algunos vinculados directamente a los derechos concretos,
como al género, al origen étnico-racial, a las condiciones socioeconó-
micas; la edad o aspectos físicos fueron algunas de las ideas asociadas
(G.1). El estudiantado que participa, básicamente adolescente, hace
mención de multiplicidad de formas de pensar, ideas e ideologías; es-
tas categorías se incluyen dentro de «pensamiento», en la que aparece
la idea de respeto hacia las formas de pensar diferente.

Ilustración 1: Nube de ideas respecto a la palabra IGUALDAD

físico
oportunidades
edad pensamiento
derechos racial

igualdad social
género
Fuente: elaboración propia a partir de información recolectada en los talleres

5.2. Percepción de discriminaciones y violencias

El análisis de las discriminaciones y las violencias se releva con centra-


lidad desde múltiples ángulos, tanto en el formulario como en los ta-
lleres. En algunos de los talleres se trabaja la palabra violencia, y en
otros grupos, la palabra poder.
El análisis de la palabra poder da resultados muy interesantes, ya
que brinda un panorama claro de los aspectos más relevantes que con-
sideran las estudiantes y los estudiantes de los grupos participantes.
Entre las diferentes acepciones del concepto, intuitivamente se res-
ponden las ideas que refieren a:
– la capacidad de actuar, «poder hacer»;
– el ejercicio de dominación y las asociadas al ejercicio del poder
estatal.
Como puede observarse, la mayor asociación es con las ideas vin-
culadas a la dominación; si bien son la amplia mayoría, aparecen algu-
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 189

nos conceptos con expresiones diferentes que van desde «dominar»


(27 menciones), «mandar» (8 menciones) y «forzar» (8 menciones),
mientras que le sigue el poder ejercido por el dinero (17 menciones); se
asocia de una manera inmediata la capacidad de ejercicio de poder que
el dinero ofrece, posiblemente muy vinculado con la capacidad de
consumo (tanto de bienes imprescindibles como superfluos).

Ilustración 2: Nube de ideas respecto a la palabra PODER

comprometerse
narcisismo
político autoconfianza
superioridad
defenderse superior
comando autoridad
gobernar cargo
forzar
miedo seguridad
honor control parejo
egocentrismo

dominar
familia libertad obsesión
mutar
igualdad inteligencia
posesivo maltratar
respetar mandatar

dinero mandar liderazgo


agresividad
capital
conflicto
capacidad
discriminación autoestima manipulación abuso
hambre jerarquía contacto
fuerza libertar social
imponer
posición rabiar

Fuente: elaboración propia a partir de información recolectada en los talleres

En las ideas que se incluyen asociadas a la capacidad de actuar, hay al-


gunas que llaman la atención: «poder de liderar un batallón del ejérci-
to o de la marina» (G.6), posiblemente asociado a una forma de ejerci-
cio del poder conocido en su localidad.
Como elemento introductorio para relevar las percepciones so-
bre la violencia de género, tomando en consideración las opiniones
respecto a las discriminaciones que han sufrido, se indaga también so-
bre situaciones vividas. Ante la pregunta directa: «alguna vez te has
sentido discriminado/a?», el 64 % de las personas responden afirmati-
vamente (sin encontrarse diferencias por sexo). La consulta específica,
acerca de las razones de la discriminación, dio por resultado 825 men-
ciones, según la siguiente distribución:
– tu aspecto físico (223);
– tu forma de vestir (112);
– tu color de piel (37);
– creencias religiosas (36);
190 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

– orientación sexual (27);


– alguna discapacidad (20);
– tu lugar de procedencia (20).
En referencia a las discriminaciones, queda patente que los aspec-
tos vinculados al cuerpo (aspectos físicos y forma de vestir, con más del
31 % de las menciones), son los elementos que perciben que generan
mayores discriminaciones. Ello es concordante con la etapa de la vida
en la que se encuentran la mayoría de las personas encuestadas: ado-
lescencia o primera juventud; y con la ENAJ, encuesta nacional en la
que coinciden las percepciones acerca de la discriminación física.
En la siguiente ilustración se visualiza uno de los elementos per-
sonales que fueron creados por un adolescente para graficar su idea
sobre la palabra diferente:

Ilustración 3: Dibujo realizado por un participante


del taller en Bella Unión

Esta consigna se utilizó en Bella Unión como una introducción a las


ideas de discriminación. En esta ilustración, el joven varón identificó
múltiples aspectos de la diferencia, entre los cuales se destacan los
plasmados en el dibujo, determinando de manera patente los estereo-
tipos de género en el cuerpo de las personas, la sexualización del cuer-
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 191

po femenino con una estrecha cintura y voluptuosa cadera, así como


la sexualización de la marca de los pezones en el busto; frente a un va-
rón, sin asociación a su sexualidad.
Se realizan también una multiplicidad de preguntas vinculadas a
la vivencia de violencias17 en las que se incluyen algunas asociadas a la
violencia de género y otras no. Aquí es interesante destacar que se vi-
sualizan diferencias por sexo en las respuestas, en las que las mujeres
indican una prevalencia en las violencias de género y los varones en el
resto de las violencias.
Al preguntar sobre si vivieron insultos, risas o burlas, las respues-
tas de varones y mujeres son mayormente afirmativas y en idéntico
porcentaje: 75 %. Al consultar sobre conductas como si los golpearon,
mordieron o patearon; si les quitaron o rompieron cosas, las respues-
tas afirmativas son mayormente indicadas por varones (mujeres 34 % y
varones 44 %). Hay un número relevante de estudiantes encuestadas
que visualizan la violencia psicológica (30 % en promedio) como una
vivencia de violencia.
En otro sentido, se indaga acerca de la violencia de género en el
entorno. Para lograr un análisis de las percepciones de la violencia, se
consulta acerca de las conductas de conocidos o amigos varones. Se
pregunta, «¿cuántos de tus amigos o conocidos varones de tu edad tie-
nen los siguientes comportamientos?», en lo que se refiere a manifes-
taciones de violencia psicológica, sexual y física.
En este sentido, en términos generales se podría afirmar que más
de la mitad de los varones vinculados a las personas encuestadas en el
formulario ejercen algún tipo de violencia hacia las mujeres: alrededor
del 14 % golpea y el 64 % ejerce control (específicamente del celular)
hacia las mujeres.

5.3. Control como mecanismo de poder y violencia

Adolescentes y jóvenes que han participado en esta investigación evi-


dencian que existen importantes mecanismos de control sobre las pa-
rejas mujeres. A través del formulario se evidencia que el control de las

17 Algunas de las preguntas son reproducidas del cuadro 11.1. de la ENAJ 2018

(INJU, 2020).
192 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

redes sociales, el celular, la vestimenta y las amistades es frecuente,


con respuestas positivas que van del 31 % al 64 % de encuestadas.
Mientras que las manifestaciones de violencia más específicas como
golpear son menores. No obstante, el 22 % patentiza la existencia de
violencia sexual y psicológica.
Este aspecto del control es muy llamativo, puesto que en los aná-
lisis grupales el control hacia las parejas fue naturalizado de manera
permanente. Como se indica con anterioridad, el control sobre el celu-
lar es de los más nombrados, tanto entre los grupos de personas adul-
tas como en los grupos con adolescentes. Se lo considera una práctica
corriente y con escaso valor como mecanismo de ejercicio violento.

Gráfico 7: Percepción de varones del contexto que ejercen violencia (respuestas


sumadas de algunos y la mayoría)

Pregunta: ¿Cuántos de tus amigos o conocidos varones de tu edad tienen los


siguientes comportamientos?

Fuente: elaboración propia a partir de información obtenida a través del formulario

Para pensar el ejercicio de la violencia desde la práctica cultural de ce-


lar a las parejas, se indaga acerca de las percepciones sobre los celos en
todos los talleres de trabajo, para luego analizar y trabajarlos, dando
como resultado general más de 400 registros que fueron procesados y
sistematizados.
Ante la pregunta concreta, el 30 % de las personas respondieron
que considera a los celos como una prueba de amor, lo que está direc-
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 193

tamente asociado a las ideas del amor romántico (Marroquí y Cervera,


2014), e incluso como parte de este bajo el mito de «si te cela, te ama».
Una de las personas participantes afirma: «Es una manera de mostrar
que se quiere a una persona y muestra que nos importamos y que nos
preocupamos» (G.2).
En varias intervenciones, se visualizan los celos como parte de lo
que describen como sentimientos tóxicos.
En los intercambios se problematizan estos vínculos, tratando de
cuestionar la explicación de la toxicidad como algo relativo a la salud
invisibilizando las relaciones de poder que los sostienen.
En la siguiente nube de palabras18 se puede evidenciar que las pa-
labras/conceptos más nombrados son desconfianza (59 menciones),
inseguridad (46 menciones) y tóxico (33 menciones):

Ilustración 4: Nube de ideas respecto a la palabra CELOS

preocupación
dominar desigualdad

obsesión familia dañar manipulación rencor

inseguridad
prohibición interés

traición discordia envidiar


temor
amistad

confianza desconfianza enojar


violencia
muerte
tóxico posesivo pelea
sentimiento rabiar amor excluir
desconexión
agresión
engañar conflicto control miedo egoísmo
seguridad dudas fiesta
salida
infidelidad insulto
problema

Fuente: elaboración propia a partir de información recolectada en los talleres

Al referirse a la palabra celos, muchas y muchos asocian tanto con los


vínculos amorosos como con los otros vínculos (especialmente herma-
nos y amistades); por ejemplo, como lo registran en la siguiente frase:

18 Esta nube de palabras se elaboró con la asociación libre que se propuso en cada
taller, se procesó la información posteriormente seleccionando las ideas que contenían
hasta tres palabras (sistematizando palabras similares como, por ejemplo: tóxico y toxi-
cidad se asimilaron como iguales y se dejó solo tóxico; querer, cariño y amar: amor; pose-
sión, poder y posesivo: posesión).
194 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

«Sentimiento egoísta, tóxico e irritante que se siente cuando se está en


pareja o también con la amistad» (G.7).
Al consultar sobre la percepción de cuántos tratan de hacer algo
cuando son testigos o se dan cuenta de que una amiga sufre violencia,
la población consultada responde en tercios entre quienes responden
que ninguno hace nada (36 %), solo algunos (31 %) o la mayoría (33 %),
dejando entrever que la idea inicial sobre la necesidad de ayudar ante
situaciones de violencia existe.
Al profundizar con otras dos consultas las respuestas evidencian
que poco más de 1 de cada 10 no hacen nada ante situaciones de vio-
lencia en su entorno. Así, las consultas se refirieron a: «si mi amigo le
pega a su pareja, yo no me meto, es su vida privada», el 16 % concuer-
da; «si un hombre golpea o grita en la calle a su pareja mujer», entien-
den que la mayoría de sus amigos piensa que no es asunto suyo (15 %) o
que aprueban la acción (2 %).
Dentro de las personas consultadas hay una amplia mayoría que
visualiza la necesidad de hacer algo ante situaciones de violencia. Este
hecho se profundiza, entonces, en los talleres, donde se puede inter-
cambiar los daños que implica, así como las medidas posibles ante si-
tuaciones de violencia. En este sentido, se indican pautas concretas
para actuar ante el conocimiento de violencia de género (contactar a
referentes, realizar consultas a especialistas, ayudar a frenar la violen-
cia o hacer la denuncia si los riesgos son inminentes), así como facili-
tar teléfonos de contacto posibles.

5.4. Violencias sexuales y reproductivas

En varias preguntas en el formulario, se consultaron aspectos vincula-


dos a las violencias sexuales que pudieran vivir las mujeres.
Ante la pregunta sobre si se han sentido acosados/as sexualmen-
te, el 28 % de las mujeres y el 23 % de los varones afirman que sí. El
porcentaje de respuestas afirmativas ante la pregunta de si les han to-
cado su cuerpo sin consentimiento (no habiendo diferencias por sexo),
es del 19 %, lo que se explica porque en la adolescencia el contacto cor-
poral es parte de lo naturalizado entre los pares, y que la formulación
de la pregunta no tiene necesariamente un componente vinculado a la
sexualidad.
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 195

Respecto a la igualdad en las decisiones vinculadas a derechos se-


xuales y reproductivos, se realizaron tres consultas. Dos de ellas refie-
ren claramente a opiniones vinculadas a la igualdad en la toma de de-
cisiones en cuanto a la sexualidad: una amplia mayoría de las opiniones
indican considerar la autonomía de las mujeres en la decisión de usar
métodos anticonceptivos (92 % está de acuerdo) y de mantener rela-
ciones sexuales de forma consensuada (97 % está de acuerdo). En estas
no hay diferencias significativas por sexo.
La pregunta concreta acerca de embarazos no deseados, en cam-
bio, tiene una respuesta de menor acuerdo, ya que solo el 65 % indica
correcto realizar un aborto en casos de embarazo no deseado. Esta
proporción es concordante con las discrepancias que existen a nivel
social con referencia al tema. La aprobación normativa de la interrup-
ción voluntaria del embarazo (IVE) ha sido disputada por distintos
grupos sociales, especialmente religiosos. La proporción de acuerdo
con el IVE deja entrever ciertas condiciones de igualdad en la toma de
decisiones; sin embargo, la proporción es diferencial entre las mujeres
y los varones, puesto que las primeras concuerdan un poco más que
los segundos.
Ante la pregunta concreta de acuerdo/desacuerdo acerca de que
un docente salga o tenga relaciones con una estudiante, la amplia ma-
yoría está en desacuerdo con la afirmación y hay una pequeña propor-
ción del 22 % que está de acuerdo con esta afirmación, encontrándose
una pequeña diferencia entre las opiniones de las mujeres y los varones,
dándose una mayor aprobación femenina (24 %) que masculina (19 %).
Cuando se realiza una pregunta similar con edades concretas
(«¿es correcto que un hombre de 41 tenga una novia de 16 años?»), la
proporción que está de acuerdo es solo del 15 %, no habiendo diferen-
cias entre las opiniones de las mujeres y los varones. La normalización
de este tipo de situaciones contribuye a que se mantengan y continúen
los casos de explotación sexual por la modalidad de parejas arregladas,
donde la diferencia de poder entre el adulto y la adolescente es la mar-
ca de dominación y la habilitación al ejercicio de violencia, más aún en
casos donde las mujeres adolescentes son estudiantes. Allí la domina-
ción es doble, por su condición etaria y de género, y por la relación
docente-alumna, la que de por sí tiene una autoridad intrínseca.
196 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

5.5. Las devoluciones de participantes

Al finalizar el cuestionario, quedan registrados algunos comentarios


realizados por quienes participaron que muestran su opinión general
respecto al instrumento de investigación utilizado. Es interesante des-
tacar que tanto mujeres como varones recibieron las propuestas de la
investigación de manera satisfactoria, entendiendo que esta les permi-
tió reflexionar o tener más información sobre temas de desigualdad y
violencia. Así, por ejemplo, en el formulario, indican que: «me ha ayu-
dado a hacer una buena reflexión sobre estos temas, que son muy im-
portantes y que muchas veces la gente no les brinda la importancia
necesaria» (F. 388, varón), «buena encuesta…» (F. 250, varón), «espero
sirva para algo» (F. 22, mujer), «me parece muy interesante la investi-
gación que llevaron a cabo… está buenísima la iniciativa. Muchas gra-
cias por su trabajo» (F. 117, varón). Lo mismo sucede al finalizar cada
uno de los talleres, en los que hay grupos de estudiantes mixtos, con
una proporción mayor de mujeres, que se acercan al equipo de investi-
gación a agradecer el tiempo dedicado, a seguir conversando sobre los
temas propuestos o hacer preguntas concretas de forma privada.
Ahora bien, entre quienes hacen comentarios en los formularios,
varios explicitan sus dudas respecto a la temática planteada por la en-
cuesta o directamente su discrepancia o descontento con la realiza-
ción de una encuesta que trabaja solamente la violencia hacia las mu-
jeres y no explicita la violencia hacia los varones; este aspecto es
planteado más por varones que por mujeres. Así, quedan registradas
cuestiones como: «para la próxima pongan qué pasaría si la mujer es
quien ejerce violencia» (F. 400, varón), o «falta más contexto en las
preguntas…» (F. 381, varón). En el mismo sentido, en todos los grupos
hay algunos/as adolescentes, jóvenes o adultos/as que mostraron de
manera minoritaria su incomodidad con la temática, su discrepancia o
cuestionamiento permanente con las afirmaciones realizadas.
En algunos casos, en los formularios, y en otros, en los talleres, se
hacen observaciones respecto a cómo las propias preguntas que se rea-
lizaban se vinculan a una situación contextual que permea la investi-
gación. En este período se discute en el Parlamento una propuesta de
ley sobre tenencia compartida, en la cual se enfrentan dos miradas di-
ferentes acerca de las niñeces y adolescencias. Una que prioriza la pro-
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 197

tección de niñas, niños y adolescentes a vivir sin violencia, aunque ello


implique el alejamiento de alguno de sus progenitores violentos; y la
otra que apunta al cuidado de hijas e hijos por parte de sus padres/
madres independientemente del riesgo que ello implique. Es así que
una mujer, al finalizar el formulario, expresa una reflexión en la que
confunde el análisis valorativo de las personas con los datos que evi-
dencian que la violencia hacia las mujeres por parte de sus parejas o
exparejas es extremadamente mayor que hacia los varones.

Comúnmente suele hacerse mucho énfasis en la violencia hacia


la mujer, sobrevalorando por completo la existencia de la violen-
cia y abuso judicial hacia el hombre mismo. Está claro que existe
más abuso hacia la mujer que hacia el hombre, pero no seamos
hipócritas apoyando una causa y desvalorizando la otra (F. 234,
mujer).

En otro sentido, algunos comentarios evidencian las pautas culturales


hegemónicas más conservadoras de los roles estereotipados de varo-
nes y mujeres. Así, una mujer de Bella Unión dice:

Me parece que esta encuesta es una violencia psicológica hacia el


hombre, ya que no solo el hombre es responsable por sus actos
violentos, las mujeres no son ningunas santas, hay mujeres que
maltratan, los desprecian y terminan engañando al marido con
drogadictos, mientras el hombre sale a trabajar y trae plata a la
casa (F. 413, mujer).

Este estereotipo, que pareciera un tipo ideal en el sentido weberiano de


conducta social, en el que los varones cumplen y deben cumplir los
roles de proveedores y las mujeres deben cumplir los roles de mujer-
madre-ama de casa, en este relato no se ajusta, y son infieles y rompen
el ideal de amor romántico, estable y permanente.
Entre muchos comentarios, en su más amplia diversidad, el si-
guiente plantea dos puntos clave que fueron trabajados en todos los
talleres: las relaciones violentas que se dan entre parejas en las que las
mujeres y los varones ejercen violencia y la posibilidad de reflexionar
al respecto, en sus causas y consecuencias desde un lugar respetuoso
198 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

de la diversidad de experiencias y pensamientos Esta estudiante afir-


ma que: «hay hombres que también sufren violencia de las mujeres
(golpean, insultan y amenazan), habría que ver esas opciones también,
ya que no solo las mujeres son las afectadas. Muy buena encuesta, que
se repita. Gracias por la oportunidad de expresarnos» (F. 44, mujer).
En este sentido, lo que se señala en relación con la cuestión de la
violencia ejercida desde las mujeres hacia los hombres cuenta con pro-
fusos antecedentes en los sistemas de creencias hegemónicos detecta-
dos a nivel nacional y regional. En el Protocolo de actuación para la
atención en justicia con enfoque de género y diversidad sexual de la Uni-
versidad de Concepción, de Chile, dirigido por Ximena Gauché (2020),
se señala, entre los enunciados frecuentes sobre género y justicia, la
falsedad de la afirmación de que el enfoque de género es una cuestión
feminista que solo puede beneficiar a las mujeres. Esta creencia encu-
bre que el sistema sexo género imperante en las sociedades también
perjudica a los hombres, quienes se socializan naturalizando el ejerci-
cio de la violencia y pierden su vida a manos de otros hombres en un
número mayor que las mujeres.
Frente a la consulta (durante los talleres) sobre quiénes mueren
más por asesinatos, las respuestas son variadas. Por un lado, están
quienes indican que son las mujeres fundamentado en el creciente nú-
mero de femicidios; por otro lado, están quienes sostienen que son los
varones, por ser el mayor número de muertes violentas. Estas percep-
ciones permiten intercambiar sobre la situación actual de muertes vio-
lentas, contrastarlas con las cifras de homicidios a nivel nacional y dar
relevancia al femicidio, especialmente al femicidio causado por parejas
o exparejas íntimas.
En estas, la participación de los hombres como perpetradores de
ambas expresiones extremas de la violencia permite analizar cómo la
socialización de género diferenciada es también perjudicial para los
varones, asociada a la escasa percepción del riesgo, la validación tem-
prana del ejercicio de la violencia en la resolución de conflictos, la ne-
cesidad de medirse entre pares y demostrarse más valientes, la escasa
mediación de la palabra entre el sentimiento y la acción, cuestiones
que hacen a la construcción de la masculinidad hegemónica.
Si bien hay estudios que señalan la prevalencia de los homicidios
de varones por sobre los homicidios de las mujeres, tal como señalan
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 199

Gambetta y Coraza (2017), recuerdan que, si bien los varones son más
propensos a ser asesinados de modo intencional en comparación con
las mujeres en el mundo, en una proporción de 5 a 1, cuando se consi-
deran los homicidios perpetrados por familiares, las mujeres pasan a
tener un riesgo mucho mayor.
De acuerdo a estos autores, cuando se consideran los homicidios
perpetrados por familiares o por la expareja de la víctima, las mujeres
poseen un riesgo mucho más elevado que los varones de convertirse
en víctimas de estos incidentes; dentro de este subtipo de homicidios,
aquellos cometidos por la (ex)pareja de la víctima afectan a las mujeres
de forma desproporcionada: considerando el total de personas que
murieron en todo el mundo a manos de autores con los que mante-
nían o habían mantenido una relación sentimental en 2012, se consta-
ta que el 79 % de ellas eran mujeres (Gambetta y Coraza, 2017, p. 13).
Por otra parte, entre los mismos comentarios mencionados, se
destaca el agradecimiento a la posibilidad de conversar de estos temas,
que no suelen ser incluidos en la currícula, excepto en las materias de
educación sexual.
Por último, en los talleres, la mayoría que se expresaba tenía claro
los derechos de las mujeres, la problemática de las desigualdades y el
conocimiento de esta temática desde el marco educativo o por sus tra-
yectorias personales en sus vidas. Se evidencian también intervencio-
nes con un fundamento conceptual muy sólido y muchas otras que ex-
presan que se fueron de la actividad cuestionando actitudes y prejuicios.

6. REFLEXIONES FINALES

Las reflexiones finales tienen un doble cometido. Por una parte, sinte-
tizar algunos hallazgos que se consideran relevantes para el avance ha-
cia una sociedad más igualitaria, más equitativa y menos violenta, que
permita visibilizar los efectos diferenciados que las discriminaciones
de género tienen para mujeres y para varones. Para esto, es crucial
pensar desde las primeras etapas de la vida; promover la reflexión con
adolescentes y jóvenes se hace imprescindible para avanzar en futuras
generaciones que resuelvan las diferencias desde relaciones saluda-
bles, vivan desde parámetros de igualdad y no discriminación y sosten-
200 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

gan sus vínculos desde relaciones igualitarias y no desde estructuras


de privilegios naturalizadas en la sociedad.
Por otra parte, tratar de poner en palabras recomendaciones ge-
nerales que en el equipo de investigación se evidenciaron en el proceso
analítico durante y posterior al desarrollo de las instancias de campo.
El proceso indagatorio realizado en el territorio fue muy bien re-
cibido por parte de las instituciones, ya sea por las direcciones, equi-
pos docentes como por el estudiantado. En este sentido, el hecho de
haber realizado esta investigación, con características de participa-
ción, incorporando instancias de intercambio y sensibilización, ha
sido altamente positivo. En un país centralizado en sus políticas, en su
distribución poblacional e incluso en su organización territorial y vial,
la participación en territorio del equipo de investigación atiende tam-
bién una demanda corriente y justa por parte de la población de las
localidades más alejadas de la capital.
Las direcciones y equipos docentes aportaron desde el inicio del
proceso y recibieron los resultados primarios a modo de insumo para
la toma de decisiones. En este tránsito, las preocupaciones vinculadas
al relacionamiento entre jóvenes, la estigmatización vivida por algu-
nas/os en torno a su identidad de género, las violencias vividas en los
hogares o incluso en el propio centro escolar fueron algunas de las
preocupaciones que se identificaron, en un contexto aún incipiente
para identificar los efectos que la pandemia puede haber producido o
agudizado en estas poblaciones.
Los resultados del relevamiento en campo permiten identificar
que las vivencias de trabajo no remunerado y violencias vividas siguen
las tendencias identificadas en encuestas nacionales.
Tanto en lo expresado a nivel cuantitativo como en lo explicitado
en el análisis con carácter más cualitativo durante los talleres, resulta
que las percepciones sobre las desigualdades de género se encuentran
con escaso cuestionamiento entre las poblaciones más jóvenes.
Las percepciones sobre las desigualdades evidencian una discor-
dancia entre lo que se enuncia en general y lo que se termina relatan-
do en las preguntas desagregadas en relación con sus prácticas y los
modos de vincularse.
Como se indica al inicio del documento, la hipótesis principal
tiene que ver con que la percepción de desigualdad se manifiesta desde
PERCEPCIONES SOBRE DESIGUALDADES Y VIOLENCIAS DE GÉNERO | 201

la complejidad en múltiples aspectos, y de manera diferencial según


sexo y según se aumenten las responsabilidades adultas (las familiares
y de cuidados, y las económicas fundamentalmente). Es así como en-
tre los grupos de adolescentes la percepción de las desigualdades de
oportunidades entre mujeres y varones (por ejemplo: en ingresos, ac-
ceso y finalización de la educación; en acceso a empleo) no es relevan-
te; mientras que a medida que aumentan las responsabilidades y fun-
damentalmente en el caso de las mujeres, se comienzan a visualizar las
diferentes posibilidades de unas y otros en términos de libertad de de-
cisión y de oportunidades de mejora. Estas reflexiones pudieron ob-
servarse tanto en el resultado de los formularios como en los talleres,
donde el proceso de intercambio permite visualizar las desiguales
oportunidades.
La identificación de situaciones violentas naturalizadas se visua-
liza mediante múltiples mecanismos. Las preguntas vinculadas con las
vivencias de violencias propias o de terceros (sean o no de género) en-
tre quienes participaron de esta indagación, así como los comentarios
e intercambios realizados durante los talleres, permiten identificar
que las relaciones vinculares suelen incluir mecanismos violentos na-
turalizados; por ejemplo, los insultos, los mecanismos de control (del
celular o la vestimenta), la violencia psicológica o incluso la violencia
física o sexual.
Así, la dominación y los ejercicios de poder de manera sutil en-
cuentran sus manifestaciones concretas, lo que se visualiza de manera
central en la percepción de los celos y las actitudes que de dicho senti-
miento devienen comúnmente (con relaciones denominadas por ellos
como tóxicas). Desandar la naturalización de este tipo de violencias,
problematizar el sesgo de enfermedad que desresponsabiliza se en-
tiende es de las cuestiones más acuciantes que permitirían transitar
una sociedad más saludable, más igualitaria y más equitativa.
Es interesante revisar también cómo existe un sentido común
construido a favor de la igualdad entre los géneros que encuentra ni-
veles de acuerdo con algunos discursos de mujeres muy jóvenes que se
han ido permeando de las ideas feministas y que fundamentan con
mucha solidez estas posturas.
Al mismo tiempo, solo se encuentra un varón joven que plantea
una línea argumentativa muy difícil de desentrañar y con cuestiones
202 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

similares a las que se argumentan desde las posturas más conservado-


ras, descalificando a los feminismos con datos falsos, como, por ejem-
plo, que en las marchas del 8 de marzo se habían prendido fuego a unas
policías; este discurso no fue acompañado por ninguno de sus pares.
El análisis de los resultados permite reafirmar la importancia del
abordaje de la temática de género en el sistema educativo, tanto en lo
que refiere a la necesidad de trabajar en la prevención de la violencia
basada en género como en las percepciones de las desigualdades de
género que legitiman su ejercicio.
La incorporación de la perspectiva de género en las instituciones
educativas en que se concretan cotidianamente aspectos sustantivos
de la socialización de género nos desafía a pensar en el sentido que
sugiere Isabel Pérez de Sierra (2022) acerca de la necesidad de un pro-
ceso de búsqueda que propicie representaciones de lo masculino que
operen como marcos flexibles, amplios, en los que construir identidad
de género masculina no implique escindirse de la afectividad.
Junto con esto, es importante tratar de identificar los niveles de
tolerancia a las desigualdades expresados en las rutinas educativas que
pueden ser reproductores o cuestionadores de estas, así como promo-
ver el ejercicio necesario de revisión sistemática de las prácticas.
Los equipos docentes y direcciones de estos centros tienen un
fuerte compromiso y un potencial transformador de los vínculos hacia
sociedades más igualitarias y generadoras de vínculos no violentos que
nos desafían a continuar produciendo conocimiento.

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Observatorio Territorio Uruguay, https://otu.opp.gub.uy/perfiles
Sitio oficial de la República Oriental del Uruguay, https://www.gub.uy
Feminicidio Uruguay, feminicidiouruguay.net
Anexos
Anexo 1
Formulario autoadministrado

Primero te haremos algunas preguntas sobre tu persona y tu hogar:


1. ¿Qué año estás cursando actualmente?
2. ¿Qué edad tienes actualmente?
3. ¿Qué sexo se te asignó al nacer? Mujer / varón
4. ¿Cómo te reconoces según tu origen étnico-racial? (con opción
múltiple)
- indígena, descendiente de pueblos originarios
- afro, con antepasados negros o africanos
- blanco, con antepasados europeos
- amarillo, con antepasados asiáticos
5. ¿Cuántas personas viven en tu hogar?
6. ¿Cuántas habitaciones se usan para dormir en tu hogar?
7. ¿Has tenido hijos/as? sí / no
(Si sí) ¿Cuántos?
(Si sí) ¿Vives con ellos/as?
(Si sí) ¿Qué edad tiene el/la mayor?
8. En tu hogar, ¿debes cuidar a alguien? sí / no
(Si sí) ¿Cuántas personas debes cuidar frecuentemente?
(Si sí) Anota todas las categorías que corresponda:
- Niño o niña
- Menor a 2 años
- Entre 2 y 5 años
- Entre 6 y 12 años
- Adolescente, joven o adulto/a con discapacidad
- Adultos/as mayores
9. La semana pasada, ¿cuántas horas (aproximadamente) le dedicaste
a estas tareas? (si no le has dedicado tiempo, indica 0)
- Limpiar u ordenar la casa (incluye hacer camas, lavar platos y
otras tareas) - horas
- Limpiar la ropa - horas
212 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

- Hacer la comida - horas


- Hacer mandados - horas
- Cuidar mascotas - horas
- Hacer arreglos en el hogar - horas
- Cuidado de huerta o animales para consumo del hogar - horas
10. ¿Cómo te defines? Mujer / varón / mujer trans / varón trans / no
binario / ninguno de los anteriores

Ahora te consultaremos sobre tu opinión; es importante que respon-


das sinceramente, no hay preguntas correctas o incorrectas.

11. ¿Consideras que existen desigualdades entre hombres y mujeres


en tu localidad? sí /no
(Si sí) ¿Cómo calificarías las desigualdades que actualmente exis-
ten entre mujeres y hombres en tu país? Muy grandes / grandes /
pequeñas / muy pequeñas / no hay
12. Respecto a algunos temas en particular, ¿crees que actualmente la
situación de las mujeres en nuestro país es mejor, igual o peor que
la de los hombres en los siguientes aspectos?
- En el acceso a la educación.
- En las oportunidades para encontrar un empleo.
- En la posibilidad de compatibilizar los tiempos para la vida la-
boral y familiar.
- En el acceso al uso y disfrute de los espacios públicos (plazas,
calles, parques).
- En los ingresos.
- En las posibilidades de ejercer la sexualidad libremente.
- En la libertad de separarse de su pareja.
- En la decisión de tener hijos o hijas.
13. ¿Qué te parecen las siguientes afirmaciones? Indica si estás de
acuerdo o en desacuerdo.
- La educación secundaria y universitaria es más importante
para los hombres que para las mujeres.
- Si una mujer gana más dinero que su pareja, eso creará proble-
mas.
- En caso de tener que despedir a alguien es preferible mantener
en el trabajo al hombre.
ANEXOS | 213

- Cuando se puede, es mejor que los hombres sean el sustento


económico y que las mujeres cuiden a los hijos/as.
- Los hombres deberían tener las mismas responsabilidades en
las tareas del hogar (limpieza, cuidado de menores de edad y
mayores de edad, cocina) que las mujeres.
- Es importante que las mujeres tengan ingresos propios.
14. ¿Qué te parecen las siguientes afirmaciones? Indica si estás de
acuerdo o en desacuerdo.
- La mayor parte de las mujeres necesitan que los hombres las
protejan.
- Está bien que los varones hagan piropos y silbidos a las mujeres
en la calle.
- Está bien que las personas que nacen con genitales masculinos
se vistan como mujeres.
- Las mujeres trans tienen los mismos derechos que cualquier
otra persona.
- Soy amiga o amigo de una mujer trans o de un varón trans.
- Las lesbianas y los gays pueden mostrar su orientación sexual
en la calle.
- Está bien que los hombres tengan relaciones sexuales con mu-
chas personas.
- Los hombres tienen mayor deseo sexual que las mujeres.
- Todas las mujeres deberían ser madres.
- Está bien si las mujeres tienen relaciones sexuales con muchas
personas.

Violencia

Queremos consultarte ahora si alguna vez has vivido alguna de estas


situaciones que están relacionadas a situaciones de discriminación o
violencia (al menos una vez en los últimos 12 meses):
¿Alguna vez te has sentido discriminado/a por…
• … tu forma de vestir?
• … tu color de piel?
• … tu orientación sexual?
• … tus creencias religiosas?
• … alguna discapacidad que tengas?
214 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

• … tu lugar de procedencia?
Alguna vez en tu vida:
• ¿Te insultaron, se rieron de ti o se burlaron?
• ¿Te golpearon, mordieron, patearon o tiraron del pelo?
• ¿Te quitaron, rompieron o escondieron cosas a propósito?
• ¿Te has sentido acosada/o sexualmente?
• ¿Alguien te golpeó tan fuerte que te generó lesiones?
• ¿Alguna vez viviste violencia psicológica?
• ¿Alguna vez te ofendieron con frases o palabras obscenas de
tipo sexual?
• ¿Alguna vez tocaron tu cuerpo sin tu consentimiento?
¿Has tenido que pedir ayuda o hacer una denuncia (en la UTU, refe-
rente comunitario, la salud o la policía) por violencia? (Si sí) ¿Por qué
tipo de violencia?
• Violencia callejera
• Violencia doméstica
• Violencia sexual
• Otra forma de violencia
15. Nos interesa saber qué piensas sobre algunas situaciones que su-
ceden en las relaciones de noviazgo, de pareja o sexoafectivas.
Responde si consideras que es o no violencia (Valoración: es vio-
lencia; es violencia, pero a veces es necesario; no es violencia).
- Enojarse si la pareja no quiere tener relaciones sexuales.
- Controlar cuánto o en qué gasta el dinero la pareja.
- Gritarle a la pareja.
- Revisar el celular de la pareja.
- Prohibirle trabajar o estudiar a la pareja.
- Golpear a la pareja.
- Decirle a la pareja qué ropa/maquillaje tiene que usar y cuál no.
- Decirle a la pareja quiénes pueden ser sus amigas/os.
- Decirle a la pareja que es capaz de hacer cualquier cosa si lo/a
abandona tratando de hacerla responsable de su infelicidad.
- Decirle que sabe lo que es bueno para la pareja e imponer su
punto de vista sobre las cosas.
- Controlar las redes sociales de la pareja (puede ser imponer qué
amistades aceptar o no, pedir explicaciones de las publicacio-
nes).
ANEXOS | 215

- Desvalorizar y humillar a la pareja (decirle que no sabe nada,


que no sirve para nada, que mejor no hable).
16. ¿Cuántos de tus amigos o conocidos varones de tu edad tienen los
siguientes comportamientos?:
- Golpean a sus parejas.
- Gritan a sus parejas.
- Se enojan si su pareja no quiere tener relaciones sexuales.
- Revisan el celular de la pareja.
- Le dicen a la pareja qué ropa tiene que usar y qué ropa no.
- Controlan quiénes deben ser las amigas y los amigos de las pa-
rejas.
- Le dicen a la pareja que son capaces de hacer cualquier cosa si
los abandona y les hacen responsable de su infelicidad.
- Controlan las redes sociales de la pareja (imponen qué amista-
des aceptar o no, piden explicaciones de las publicaciones, etc.).
- Desvalorizan y humillan a la pareja («no sabes nada», «no sir-
ves para nada», «mejor no hables»).
- Hacen algo cuando son testigos o se dan cuenta de que una
amiga vive violencia.
17. A continuación, te mostramos algunas frases y queremos que nos
digas si estás o no estás de acuerdo con ellas:
- En las peleas entre parejas es inevitable que surjan los insultos.
- A veces los hombres golpean u obligan a una mujer a tener rela-
ciones sexuales por culpa del alcohol.
- Algunas chicas se visten provocativamente o caminan hasta
tarde en la calle, lo que puede causar que las traten de violar o
les hagan daño.
- Si mi amigo le pega a su pareja, yo no me meto, es su vida priva-
da.
- Si una joven queda embarazada, no debería seguir estudiando.
- Si una joven anda con preservativos es porque anda «regalada».
- Es correcto que un hombre de 41 años tenga una novia de 16.
- A veces las chicas se hacen las difíciles para tener relaciones se-
xuales. Dicen «no», pero en realidad quieren decir «sí».
- Los celos son una prueba de que hay amor.
18. ¿Qué tan correctas crees que son las siguientes situaciones? Di-
nos si estás de acuerdo o en desacuerdo
216 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

- Que los hombres decidan si las mujeres pueden utilizar méto-


dos anticonceptivos.
- Que una mujer aborte en caso de un embarazo no deseado.
- Que las mujeres salgan a bailar sin su pareja.
- Que mantengan relaciones sexuales solo si ambos quieren.
- Que se respeten las opiniones y formas de pensar, aunque a ve-
ces no estén de acuerdo.
- Que haya chistes o bromas sobre personas trans, gays y lesbia-
nas.
- Que circulen en las redes fotos íntimas de la pareja.
- Que un docente salga o tenga relaciones con una estudiante.
19. ¿Por qué crees que cuando hay violencia en una pareja es tan difí-
cil salir de esa situación? Seleccionar una o más opciones:
- Porque las mujeres creen que es normal.
- Porque el hombre la amenaza con matarla.
- Porque la mujer aguanta por sus hijos e hijas.
- Porque la sociedad o la religión pide a las mujeres perdonar y
mantener la unidad familiar.
- Porque la familia presiona a la mujer.
- Porque la mujer depende económicamente del hombre.
- Porque el hombre la chantajea con matarse.
20. ¿Qué piensas que debería hacer un hombre cuando ha maltratado
a su pareja?
Seleccionar una única opción.
- Pedir perdón para que su pareja vuelva con él.
- Buscar ayuda (psicológica o con amigos/as).
- Separarse y dejarla en paz.
- No hacer nada, es problema de la mujer que lo aguanta.
21. Si un hombre golpea o grita en la calle a su pareja mujer, crees que
la mayoría de tus amistades (elegir una sola respuesta):
- Aprueban su acción.
- Piensan que no es asunto suyo y no se meten.
- Tratan de parar la violencia.
- Denuncian a la policía su acción.
22. ¿A cuál de las siguientes frases que publiquen en las redes le darías
un «me gusta» (marca todas las que consideres)
ANEXOS | 217

- A veces se exagera con esto de la violencia contra las mujeres


porque no es tan frecuente.
- La violencia contra las mujeres es un problema grave en mi
país.
- La violencia contra las mujeres jóvenes puede disminuir si to-
dos ayudamos un poco.
- Las personas gays, lesbianas y trans no deberían mostrar su
afecto en la calle.
- Información sobre qué hacer en situaciones de violencia de gé-
nero.
- La violencia hacia las mujeres es producto de las desigualdades
entre hombres y mujeres.
218 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Anexo 2
Estructura general de los talleres

Título: ¿Ser diferentes nos hace desiguales? Pensando juntos so-


bre poderes y violencias cotidianas.
Cada taller tuvo un promedio de dos horas de trabajo. La selec-
ción de las personas participantes fue realizada por los equipos docen-
tes de cada centro de estudios.
Objetivos específicos:
- Sensibilizar en las microsituaciones que generan desigualdades
entre varones y mujeres.
- Evidenciar prácticas de violencia de género naturalizadas.
Paso 1: Presentación general del taller. Pautas de trabajo, presen-
tación del equipo de investigación y presentación general de partici-
pantes.
Paso 2: Caldeamiento. Juego corporal que tuvo como objetivo lo-
grar un proceso inicial de confianza entre quienes participaron.
Paso 3: Realización de trabajo individual: acuerdo/desacuerdo
con algunas frases en particular; y asociación libre con palabras claves
que permiten realizar una reflexión colectiva. Las palabras utilizadas
fueron siempre celos y poder, incorporándose otras como discrimina-
ción, violencia, control y desigualdad, según la dinámica del grupo.
Paso 4: Análisis colectivo incorporando los conceptos centrales
de: desigualdades (de género, generaciones, interseccionalidades múl-
tiples), violencia de género, manifestaciones más importantes; datos
generales de los hallazgos de la localidad; datos nacionales de violencia
en las edades más jóvenes y estrategias de prevención.
ANEXOS | 219

Anexo 3
Número de participantes en talleres según sexo

Cuadro 6: Número de participantes por taller según sexo

Escuela Fecha N.° de N.° de estudiantes


Técnica talleres
Total Mujeres Varones Especificaciones

Bella Unión 13/10/2022 3 115 51 64 Incluye uno por turno,


nocturno solo de adul-
tos.

Paso de 20/10/2022 1 27 5 22 Integración con turno


los Toros de la tarde, solo agrario.

Río Branco 26/10/2022 2 86 48 38 Integración con turnos


matutino y tarde, in-
cluyendo diversidad de
orientaciones.

Tranqueras 21/10/2022 2 41 18 23 Integración con turnos


matutino de Tranque-
ras y Masoller y con
Zanja Honda de orien-
tación agraria en locali-
dad rural.

Totales y porcentajes 269 122 147


8 (100 %) (45 %) (55 %)

Fuente: elaboración propia


220 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Anexo 4
Nomenclatura de registro de talleres

Cuadro 7: Nomenclatura de registro de talleres

Localidad Grupo Característica Nomenclatura

Bella Unión Turno matutino Adolescentes G.1

Bella Unión Turno vespertino Adolescentes y jóvenes G.2

Bella Unión Turno nocturno Jóvenes y adultos G.3

Paso de los Toros Turno vespertino Adolescentes y jóvenes, G.4


agrario
Tranqueras Turno matutino Adolescentes y jóvenes G.5
Masoller y Tranqueras
Tranqueras Todos los turnos Adolescentes y jóvenes G.6
Zanja Honda, rural
Río Branco Turno matutino Adolescentes y jóvenes G.7

Río Branco Turno vespertino Adolescentes y jóvenes G.8

Fuente: elaboración propia


ANEXOS | 221

Anexo 5
Cuadros y gráficos

Alguna vez en tu vida:

Gráfico 8: Te insultaron, se rieron o se burlaron de ti, según sexo, en porcentaje

Fuente: elaboración propia

Gráfico 9: Te golpearon, mordieron, según sexo, en porcentaje

Fuente: elaboración propia


222 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Gráfico 10: Te quitaron, rompieron, según sexo, en porcentaje

Pregunta: te quitaron, rompieron cosas.


120%

100%

32%
80% 44%

60%
Si
40% No
68% 56%
20%

0%
Mujer Varón
Fuente: elaboración propia

Fuente: elaboración propia

Gráfico 11: Has vivido acoso sexual, según sexo, en porcentaje

Fuente: elaboración propia


ANEXOS | 223

Gráfico 12: Tocaron tu cuerpo sin consentimiento, según sexo, en porcentaje

Fuente: elaboración propia

Gráfico 13: Has vivido violencia psicológica, según sexo, en porcentaje

Fuente: elaboración propia


224 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

¿Cuántos de tus amigos o conocidos varones de tu edad tienen


los siguientes comportamientos?:

Gráfico 14: Varones del contexto que golpean a sus parejas, en porcentaje

Fuente: elaboración propia

Gráfico 15: Varones del contexto que gritan a sus parejas,


en porcentaje

Fuente: elaboración propia


ANEXOS | 225

Gráfico 16: Varones del contexto que se enojan si sus parejas no quieren tener
relaciones sexuales, en porcentaje

Fuente: elaboración propia

Gráfico 17: Varones del contexto que revisan el celular de sus parejas,
en porcentaje

Fuente: elaboración propia


226 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Gráfico 18: Varones del contexto que le dicen a su pareja


qué ropa usar, en porcentaje

Fuente: elaboración propia

Gráfico 19: Varones del contexto que controlan amistades


de la pareja, en porcentaje

Fuente: elaboración propia


ANEXOS | 227

Gráfico 20: Varones del contexto que controlan las redes sociales
de la pareja

Fuente: elaboración propia

Gráfico 21: Acuerdo/desacuerdo con intervenir en una situación


de violencia, en porcentaje

Fuente: elaboración propia


228 | LA VIOLENCIA Y SU TERRITORIO

Gráfico 22: Acciones ante una situación de violencia,


según tipo de respuesta, en porcentaje

Aprueban su acción
2%

Denuncian a la
policía su acción
29%

Tratan de parar la
violencia
54%

Piensan que no es
asunto suyo y no se
meten
15%

Fuente: elaboración propia

Gráfico 23: Acuerdo/desacuerdo con aborto en embarazo no deseado,


según sexo, en porcentaje

68%
62%

38% de acuerdo
32% en desacuerdo

Mujer Varón

Fuente: elaboración propia


ANEXOS | 229

Gráfico 24: Acuerdo/desacuerdo con chistes o bromas


sobre diversidad sexual, según sexo, en porcentaje

85%

76%

de acuerdo
en desacuerdo

24%

15%

Mujer Varón

Fuente: elaboración propia


L a violencia y su territorio. Jóvenes y violencia de género. Dos estudios
situados en el norte de Uruguay presenta los resultados de dos inves­
tigaciones realizadas en el marco del proyecto «Entramadas: Enfren­
tamos las desigualdades y violencias, investigando, fortaleciendo capa­
cidades y conectando recursos locales», financiado por la Unión Europea
para el período 2021­2023. Los departamentos en los que se llevaron
adelante las acciones fueron Artigas, Rivera, Cerro Largo y Tacuarembó.
El título de esta publicación puede ser concebido a partir de dos
constructos fundamentales, el territorio y la violencia, que transversa­
lizan las líneas de investigación desarrolladas en el marco de los objeti­
vos del proyecto y sirven como base para las dimensiones específicas de
las investigaciones presentadas.
Estas investigaciones se centran en el análisis de la violencia de gé­
nero en una zona específica de Uruguay y en un sector poblacional
determinado, en este caso, la juventud. Además, se exploran otras di­
mensiones, como la desigualdad y la salud mental.
El campo de los estudios sobre la violencia se caracteriza por su am­
plitud y diversidad, abordando un fenómeno complejo y multifacético
que ha sido ampliamente investigado en contextos anglosajones y eu­
ropeos. Distintas disciplinas, como la psicología, la antropología y la
sociología, han contribuido a comprender la violencia desde enfoques
individuales y relacionales.
Con respecto al segundo constructo integrado en el título, se resalta la
relevancia de comprender la interrelación entre la violencia y el territo­
rio. Más que ser una dimensión determinista, se concibe como una parte
integral de los procesos de generación de conocimiento en este campo.
Resulta esencial desentrañar los aspectos simbólicos en un contexto
cultural y relacional, reconociendo su papel en las dinámicas de pro­
ducción y sostenimiento de la violencia y la necesidad de contar con
una comprensión situada sobre los fenómenos.

isbn 978-9915-9569-7-8

9 789915 956978

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