Personaje. Libro. Epoca

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LA DEPORTACIÓN A BABILONIA EN EL

SEGUNDO LIBRO DE REYES

Y LA MISIÓN DEL PROFETA EZEQUIEL

Elaborado por:

Ernesto Gonzalez
INTRODUCCION

El pueblo de Israel ha estado siempre marcado por numerosos


acontecimientos que han dejado una huella particular en su historia y en la
construcción de su identidad como pueblo originario. Un recorrido histórico de
siglos cargados de sufrimiento y dolor, pero también de triunfos y alegrías en los
que indudablemente ha estado presente la mano de Dios y su acción en la vida
del pueblo. Después de su salida de Egipto guiada por Moisés y luego por su
hijo Josué, este pueblo vio la necesidad de organizar su vida cotidiana y por ellos
se estableció la figura de los jueces. Pero, el pueblo continuó exigiendo una
organización y así se estableció una monarquía, el primer Rey fue Saúl y luego
de este David fue destinado a conducir los destinos del pueblo con aciertos y
errores.

Igual que cualquier linaje real, el de David tendrá grandes soberanos y


otros no tan acertados, por lo que vivirá horas de gloria y momentos de
humillación, pero a diferencia de cualquier otro llevará consigo una promesa
divina que perdurará a través de los siglos y que hallará su plenitud en el reinado
universal de Jesús. Salomón el hijo de David asume la conducción del reino
asegurando la tranquilidad dentro de las fronteras del reino y lo igualó a las
grandes potencias de la época. A la muerte de Salomón le sucedió su hijo
Roboam, en su tiempo se vivieron momentos convulsos dentro de la sociedad
israelita que condujo a la división de dos reinos, por un lado, el del Norte llamado
Israel con capital en Samaria y por otro el reino del sur o Judá con capital en
Jerusalén y depositario de la dinastía de David.

Luego de esta división ambos territorios comenzaron a organizar su vida


social, política y religiosa, en este ámbito ha sido fundamental la participación de
los profetas, aquellos hombres llamados a hablar en nombre de Dios,
denunciando las cosas que estaban mal y que por tanto no agradaban a Yahveh.
Uno de esos profetas importantes en el desarrollo de esta época fue Ezequiel,
quien desde muy joven fue llamado por el Señor a una misión de anunciar su
mensaje en medio de las dificultades y tribulaciones vivía un pueblo en un país
extranjero y con el corazón endurecido y cerrado a la presencia de Dios en su
camino.
REINO DEL SUR Y LA DEPORTACIÓN A BABILONA

Después de la división del territorio, el reino del sur estaba formado por
pequeños asentamientos rurales, con una población no muy numerosa. Sin
embargo, con el pasar del tiempo, su capital Jerusalén fue prosperando como
centro político y religioso del reino gracias a sus vías comerciales y otras fuentes
de riqueza que hicieron estabilizar económica y políticamente a Judá, haciéndola
atractiva para otras naciones con ansias expansionistas, esto le obligó a buscar
pactos con naciones más grandes que le pudieran ayudar a defender su
territorio. Aunque estos pactos ocasionaron el empobrecimiento de la población
debido a los altos tributos que debían pagar y comenzó así una historia llena de
dificultades hasta llegar a perder su propia patria.

En este orden de ideas, esta expansión de Jerusalén, estuvo marcada por


el gobierno de una monarquía con aciertos, pero también con numerosos
errores, que muchas veces estuvo marcada por la ambición de poder y la
crueldad de algunos de los monarcas. Aunque para mantener una cierta
estabilidad en el reino, hubo que aliarse con potencias extranjeras más grandes
que apoyaran la defensa del territorio a cambio de una serie de tributos que
deberían pagar. La primera gran potencia con la que buscó aliarse el reino del
sur fue con Egipto, no obstante, las relaciones no fueron tan buenas. El faraón
egipcio Necao tomó como prisionero a Joacaz, rey de Judá, y lo deportó a Egipto,
en su lugar instaló a su hermano Joaquim como nuevo monarca1, con el estatus
de vasallo que debería pagar tributo.

A pesar de esto, debido a las numerosas presiones y dificultades, Joaquim


se rebeló contra el dominio egipcio y proclamó su lealtad a Babilonia. Aunque las
políticas erróneas y el subestimar la fuerza del ejecito babilónico, llevaron al reino
del sur a revelarse contra la nación con la que había realizado su pacto. La
ruptura de este acuerdo trajo unas consecuencias catastróficas2. El año 597
tiene lugar la primera deportación. Pero los acontecimientos más graves

1 VIDAL, Jordi, " Babilonia contra los judíos: ¿el fin del reino de Judá?", Revista
Historia y Vida. La Vanguardia, n.º 669 (diciembre 2023):
https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-
antigua/20230710/9091159/babilonia-intentos-supervivencia-reino-juda.html
2 SKA, Jean Louis. Introducción al Antiguo Testamento. Santander. Sal Terrae,

2012, p. 68.
ocurrirán en el 586, cuando Nabucodonosor conquista Jerusalén, la incendia, el
templo cae, el Arca de la Alianza desaparece, el pueblo elegido es dispersado y
llevado en destierro a Babilonia3. Es preciso señalar que durante el reinado del
rey Nabucodonosor II, el imperio babilónico se había extendido por todo el
oriente medio. Este es un período importante de la historia del pueblo judío,
porque tanto el cautiverio como el exilio, el retorno y la restauración, fueron el
cumplimiento de profecías antiguas, entre ellas las del profeta Ezequiel.

Es interesante notar que en medio de estas circunstancias Dios le hablaba


a Judá por medio de los profetas de la época para que se sometiera conforme al
plan que Él tenía para ellos, pero el pueblo no escuchó la voz de los profetas, al
contrario, siguió endureciendo el corazón y los reyes que se sucedieron venían
con el propósito de revelarse a como diera lugar, incluso, negando o
despreciando su relación con Dios. El juicio vino entonces a Judá y la cautividad
comenzó. Este evento es importante porque marca un hito en la historia de la
redención.

LA DEPORTACIÓN EN EL SEGUNDO LIBRO DE LOS REYES

En esta parte de la narración, se introduce el segundo libro de los Reyes


como testimonio escrito que va presentando la línea histórica de todos los reyes
del norte y del sur desde la muerte de Salomón hasta la caída de ambos. En este
sentido, a partir del capítulo 24 e incluyendo el 25 de este libro se narran
acontecimientos ocurridos en Judá durante sus últimos años como reino.
Precisamente es en los versículos 19-20 del capítulo 24 donde se pone de
manifiesto la ofensa de Sedecías al Señor y su revelación contra Babilonia.
Claramente el juicio que tiene el autor sobre el reinado de Sedecías es negativo
y, por tanto, esta deportación es presentada como la consecuencia lógica de una
historia llena de infidelidades.

Desde el punto de vista profético se puede deducir que Dios usó a


Babilonia como una especie de agente de juicio contra el pueblo judío por todos
sus pecados de idolatría y rebelión, de los que ya habían sido advertidos, pero

3PRADO FLORES, José H. Historia de la Salvación. Ciudad de México.


Kerygma, 1981, p. 89.
estos no hicieron caso al llamado de conversión. Con cada una de las sucesivas
rebeliones contra el imperio babilónico, Nabucodonosor llevaría sus ejércitos
contra Judá hasta que asediaron a Jerusalén durante más de un año, matando
a muchas personas y destruyendo todo a su paso, tomando miles de judíos
cautivos, y dejando a Jerusalén en ruinas. Ni siquiera les queda la esperanza del
retorno o la seguridad de ser el pueblo elegido y amado por Dios4.

En otro orden de ideas, a estas alturas del relato se debe tener en cuenta
que la deportación a Babilonia, como aparece en el capítulo 25 de 2ª Reyes,
marca el final de una época concreta para la literatura bíblica como es la obra
histórica Deuteronimista que había comenzado con la entrada a la tierra
prometida. Y en concreto, en esta parte final del segundo libro de Reyes el autor
deja la interrogante sobre si la promesa de Dios estaba condicionada a la
fidelidad de Israel, ¿era necesario un ensañamiento tan duro de parte de Dios?,
y tal parece que el mismo libro da una respuesta afirmativa cuando resalta en 2R
24, 20 que la ira del Señor se iba colmando tanto, hasta el punto de expulsar a
su pueblo de su presencia.

El mismo libro segundo de Reyes 25,6 narra cómo apresan al rey


Sedecías, quien es sentenciado a ver morir a sus hijos degollados, luego le
sacaron los ojos y es encadenado y deportado cautivo a Babilonia. En pocas
palabras, el pueblo gozaba de la promesa del Señor, pero por su indiferencia y
egoísmo, prefirió separarse de Dios y desconfiar de sus promesas. Esta captura
de Sedecías, su muerte y la de sus hijos marca también el fin del reinado de la
dinastía de David en Jerusalén. Por eso es que el destierro es un acontecimiento
que marca para siempre la memoria del pueblo elegido. Hay que resaltar que
este no es el fin de la dinastía, ya que esta se extendería durante el destierro y
después de este hasta Jesús, pero ya no serán los reyes de Israel.

Sin embargo, no todo es malo, ni Dios se molesta para siempre. A pesar


de todas las infidelidades, Dios como buen padre perdona y su misericordia es
mucho más grande que su ira, por eso no se dice que Dios abandonó a su
pueblo, al contrario, siempre está con ellos, incluso en el destierro; todavía es

4 SICRE, José L. Introducción al Profetismo Bíblico. Estella. Verbo Divino, 2011,


p. 258.
posible la esperanza, se oyen voces de confianza dentro de un pueblo
acongojado por estar fuera de su tierra y despojados de una herencia, incluso el
Isaías de Babilonia (segundo caps. 40-55) será el gran proclamador de la
esperanza, sus palabras de consuelo confortan al pueblo y le motivan a esperar
el momento de volver a su territorio y sobretodo reconciliarse con Dios y volver
a sus entrañas de pueblo elegido.

EZEQUIEL, EL PROFETA DE LA DEPORTACIÓN

En medio de la tristeza del pueblo surge una voz de esperanza, es decir,


un destello de luz en una gran tiniebla, que levanta el ánimo caído del pueblo
desterrado y lo mueve a soñar y a esperar el retorno, evocando el salmo 126 al
«ir iban llorando, al volver vuelven cantando». Este personaje que llena la
expectativa del pueblo es Ezequiel, quien posiblemente marcha al destierro en
la primera deportación del 957 cuando era todavía un muchacho y que allí recibe
la vocación profética. La pertenencia de Ezequiel a la clase sacerdotal dejó una
huella profunda en su mensaje5. Así lo manifiestan su interés por las instituciones
cultuales, su preocupación por separar lo sagrado de lo profano, su horror por
las impurezas legales y su competencia para resolver casos de moral y derecho.

Al comienzo de su predicación se pueden identificar algunas acciones


simbólicas relacionadas con la marcha al destierro «prepara tu ajuar de
deportado» y esta acción suscita la curiosidad del pueblo quien le pide una cierta
explicación sobre esta profecía peculiar6, lo que conducirá a que el pueblo más
adelante pueda comprender el mensaje de que por su rebeldía, están
atravesando este trance tan significativo en su identidad. En este sentido,
Ezequiel fue ante todo un profeta. El Señor le dio una misión como un presagio
para el pueblo de Israel y él puso en evidencia ante los exiliados en Babilonia
que había un profeta en medio de ellos.

De esta manera, queda claro que el profeta conoce perfectamente la


situación religiosa, las intrigas políticas de la capital; y a su vez se muestra

5 Dicasterio para el Clero, “Ezequiel” https://www.clerus.org/clerus/dati/2004-


06/09-15/033.html (Consultado 18/11/2023).
6 SICRE, José L. Profetismo en Israel. Estella. Verbo Divino, 1998, pp. 180-181.
inquieto por todos los problemas que van surgiendo en la sociedad y que de
Jeconías, desterrado ya en Babilonia, no dice una sola palabra7. Con el correr
del tiempo se ha configurado numerosas opiniones o teorías sobre la vocación
del profeta, sin embargo, todos concuerdan que el núcleo de su vocación es que
fue llamado por Dios durante el exilio, y en medio de los desterrados desarrolló
toda su actividad profética, no se tienen datos de que volviese a Jerusalén.
Tampoco hay datos sobre su vida íntima y sobre qué edad tenía cuando fue
deportado. Se cuenta que era propenso a bajos estados de ánimo y a continuas
enfermedades, e incluso pierde el habla por unos días8 esto llevaría a intuir una
cierta dificultad para llevar adelante su misión profética, sin embargo, aunque
numerosos escritos de su libro lo colocan en el lecho de enfermedad, no hay
datos que este haya sido un impedimento para ejercer su función.

En este orden de ideas, frente a la deportación, su función fue semejante


a la de un vigilante, encargado de dar alerta al pueblo ante la inminencia del
peligro y, al mismo tiempo, responsable de aquellos que se perdían por no haber
sido alertados oportunamente. De este modo Ezequiel se convirtió en un hombre
de Dios que mantuvo viva la esperanza de su pueblo en medio de un momento
en el que era muy complejo, ya que el pueblo de Israel había sido despojado de
su patria y por tanto de su identidad y allí se encontraban sin tierra, sin rey y sin
templo donde adorar a su Dios. Eran un pueblo que se parecía según cuenta
Ezequiel a los huesos secos de unos muertos. Se intuye que la vida de este
profeta terminó con la visión de esperanza y renovación que Dios prometió a su
pueblo.

7 SICRE. Introducción al Profetismo Bíblico. p. 281.


8
SICRE. Introducción al Profetismo Bíblico. p. 282.
CONCLUSION

El destierro babilónico fue el período de tiempo cuando los judíos fueron


llevados cautivos por el rey Nabucodonosor II. Es un período importante de la
historia, porque tanto el cautiverio como el exilio, el retorno y la restauración de
la nación judía, fueron el cumplimiento de profecías del antiguo testamento. De
esta forma la historia del pueblo de Israel, debe ser entendida como un proceso
complejo de construcción de una identidad que se fue consiguiendo a través de
constantes momentos de dolor y prueba, tal como va narrando el segundo libro
de los reyes que pone de manifiesto como por una serie de graves errores
estratégicos y de malas decisiones políticas por parte de los últimos reyes de
Judá, se pierde esta identidad que se había logrado alcanzar y que en su final
quiere mostrar como el pueblo termina una historia de fracaso y destrucción por
no escuchar la voz de los profetas y cerrar su corazón a la intervención de Dios
en este camino de pueblo marcado por una incredulidad.

Por otro lado, uno de los aspectos que más sorprenden del profeta
Ezequiel es la manera en que estaba tan bien informado de lo que sucedía en
su tierra natal a la vez que se encontraba reducido al exilio. El pueblo no quiso
escuchar a este profeta ni a otros como Jeremías, que invitaban a abrirse a una
invitación de arrepentimiento y conversión en el que deberían cambiar el rumbo
de su comportamiento. Como consecuencia Dios usó a Babilonia como Su
agente de juicio contra Israel por sus pecados de idolatría y rebelión contra Él.
Esta acción que se puede considerar como un castigo de Dios, al fina sirvió para
que el pueblo valorara todo lo que Dios mismo hacía por ellos e hizo afianzar
aún más su identidad de pueblo escogido, esperando el retorno a su patria, que
no es otra cosa que la reconciliación con Dios y volver a entrar en su presencia.

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