Mini Ensayo 1 2° MEDIOS
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1. En esta hora de seria responsabilidad, creo mi deber decir una palabra a todos los hombres y
mu- jeres de buena voluntad en nuestra patria. Una palabra que solo quiere iluminar las mentes, y
des- pertar las nobles energías que todos tenemos, pero que parecen, a veces, dormir en el
fondo de nuestras almas.
2. Estamos terminando un proceso cívico. Como tantos otros de nuestra historia, ha movilizado a
to- dos los chilenos en torno a opciones políticas diversas, ardorosamente sustentadas. Una
campaña, tal vez excesivamente larga y costosa, nos ha hecho conocer la personalidad de los
programas de cada candidato, fundamentando nuestra responsable decisión de conciencia.
Reconozcamos que es un lujo, un privilegio no muy común en nuestra América, poder elegir así,
con esa seriedad, con esa libertad, a los representantes y servidores de un pueblo soberano.
3. Pero este privilegio hay que cuidarlo; este proceso hay que dignificarlo. Lo recibimos de
nuestros mayores como un precioso legado, y nuestros hijos esperan que se los transmitamos
intacto y enriquecido. Es un deber que no siempre cumplimos bien. La verdad y las personas no
han sido siempre respetadas. Más de una vez la violencia ha cobrado víctimas, cuyas vidas nos
parecen esté- rilmente tronchadas. Idearios políticos que aspiran, todos, a hacer más grande a
Chile, nos apasio- nan y enceguecen a ratos, hasta hacernos olvidar que somos todos hijos de
la patria chilena. Y un proceso destinado a hacernos crecer en nuestra madurez ciudadana a
consolidar nuestra comuni- dad de tareas y de destino, amenaza desgarrarnos con la división y
empeñar nuestra convivencia con una nota de amargura.
4. Por eso creo mi deber decir una palabra. La propongo humildemente, interpretando lo que
siento o adivino, en el corazón de mis hermanos chilenos en una hora como esta. Y es una
palabra muy simple: PAZ.
5. Cualquiera puede decirla: PAZ. Siempre es grato y hace bien repetirla: PAZ. Pero yo quiero hoy algo
más que pronunciarla: quiero invitar a conquistarla. Los meros saludos y los buenos deseos no
cambian el mundo.
6. ¿Cómo conquistar esa paz? Ante todo, perdiéndonos el miedo unos a otros. Y la mejor manera
de perdernos el miedo es conocernos —que es ya, empezar a comprendernos—. Si los
chilenos hiciéramos hoy un esfuerzo serio por conocernos, descubriríamos algo sorprendente:
LO QUE NOS UNE ES MUCHO MÁS FUERTE QUE LO QUE NOS SEPARA. Todos deseamos pan,
respeto y alegría. Todos somos y nos sentimos chilenos, celosos de nuestra soberanía,
acostumbrados a la libertad. Todos entendemos que en nuestra mesa común no puede haber
privilegiados ni marginados. Todos queremos que esta tierra de todos la disfruten todos, con
los mismos derechos y las mismas oportunidades. TODOS ANHELAMOS LA PAZ. Diferimos, sí,
en los caminos, en los métodos, en la velocidad para alcanzarla. Hay quienes quisieran dos
aceleradores, mientras otros preferirían dos frenos. Pero todos nos sentimos en el mismo coche.
7. Y si es así, si al conocernos descubrimos que somos tan semejantes, tan solidarios, tan próximos,
¿por qué tanto prejuicio, por qué tanto miedo, unos de otros? ¿Será tan difícil comprender al otro?,
¿comprender que, tras su lenguaje imperfecto, su conducta vacilante, sus métodos discutibles
pal- pita el hombre sediento de justicia, el hombre que quiere amar y ser amado, respetar y ser
respe- tado, crecer bajo un techo que resguarde su intimidad, ser padre responsable de hijos felices,
crear sus propias obras, creer en un Dios que salvará la obra de sus manos? ¿Puedo
reprocharle que tenga los mismos anhelos, los mismos ideales que yo tengo? ¿Puedo negarle
los mismos derechos que reclamo para mí? ¿Puedo condenarlo porque lo sorprendo en las
mismas faltas y contradiccio- nes en que yo caigo?
8. ¡CONOZCÁMONOS! Adentrémonos, con respeto, unos en otros, más allá de esa etiqueta o
denomi- nación política que nos separa y aleja como si fuéramos extraños. ¡Conozcámonos,
para empezar a comprendernos! ¡Perdámonos el miedo unos a otros!
9. Eso es precisamente lo que hace tan precaria nuestra paz: que nos tenemos miedo. Nos
miramos con recelo, sintiendo o creyendo que uno amenaza los derechos del otro. Por eso
nunca tendre- mos paz si no tenemos justicia. Sí: la paz es obra y fruto de la justicia, y la justicia
consiste en amar los derechos de los otros, tal como ama uno sus propios derechos.
A. El conocerse.
B. El respeto.
C. La justicia.
D. La unidad.
2 ¿Qué función cumplen las preguntas que se incorporan en el párrafo 7 del texto?
3 A partir del contenido del texto, ¿qué elemento se destaca en la visión que tiene el Cardenal sobre la sociedad
chilena a la que pertenece?
5 De acuerdo con la opinión del emisor, ¿qué tienen en común las personas que forman parte de la sociedad
chilena?
6 A partir de la lectura del texto, ¿cuál de las siguientes alternativas presenta una consecuencia de la paz social?
A. La capacidad de cada miembro de la sociedad para valorar las semejanzas y aceptar las diferencias
que tiene con los demás.
B. La posibilidad de abrir la mente a la comprensión de los problemas y necesidades de los demás
miembros de la sociedad.
C. La lucha de cada miembro de la sociedad por la defensa de los derechos de los demás tanto
como de los propios.
D. La participación de todos los miembros de la sociedad en los procesos eleccionarios.
Helga Schmidt González nunca pensó que alguna vez le tocaría pasar el Año Nuevo en
un aeropuerto, y menos en el de Gander, que no sabía si estaba en Escocia, Irlanda o
Canadá.
—La tercera es la respuesta correcta —dijo Juanito Gándara, que estaba emocionado,
porque era la primera vez que ella volvía a Chile después de. Juanito le trabajaba a los
viajes en una agencia de Bremen. Inventó para ella la ruta de regreso más disparatada, pero
también la más económica, con largas esperas y cambios de aviones en Gander, Miami y
Lima, todo durante la noche del Año Nuevo de 1986.
—Son 283 dólares menos —dijo Juanito— en Santiago te van a hacer
falta. Argumento definitivo.
Pero cuando Helga desembarcó en Gander en su vuelo desde Frankfurt a las 21.30 (locales)
y vio la sala de tránsito vacía y tomó conciencia plena de que allí tendría que esperar más
de ocho horas y pasar el Año Nuevo en total soledad, le hizo falta todo su sentido práctico
germano de Osorno para no deprimirse. Pensar sobre todo que volvía a Chile. ¡A Chile, por fin!
Después de ocho años.
Había unas butacas cómodas. No sería mala idea dormir tres o cuatro horas. En la
pared blanca, a unos quince metros de distancia, parpadeaba una lucecita verde hipnótica.
Se sentó, estiró las piernas. Cambió de lugar para no mirar la lucecita y sacó el espejito de
la cartera para retocarse los labios. Se vio algo ojerosa y pensó en repasar la sombra celeste
que parecía agrandarle los ojos azules, heredados de su padre.
De pronto, un altoparlante oculto hizo un ruido gutural y una voz femenina pidió en
alemán que Frau González se dirigiera a la oficina de vuelos. Algo así. La pronunciación
alemana no era buena, pensó con cierta superioridad.
Se puso de pie algo incierta y caminó hacia la puerta de cristales por donde había entrado.
Cuando ya llegaba a ella, apareció marchando militarmente una rubia de uniforme azul marino
con botones plateados y con una falda muy corta. Le mostró los dientes y le indicó con un gesto
que la siguiera. Caminaron largos pasillos seguidas por el eco del taconeo marcial de la rubia.
Llegaron a una oficina alfombrada donde el aire estaba muy caliente y con olor a pinos. A
un costado echaba calor una chimenea falsa con brasas y leños falsos. Un hombre joven, flaco,
de anteojos sin marco, la recibió poniéndose de pie detrás de un escritorio plateado y le
ofreció asiento. Luego fue al grano sin demora:
—Frau González, nuestra línea aérea quiere proponerle un cambio. ¿Usted habla
alemán, verdad?
(Berlín, 1989)
8 ¿Cómo reacciona la protagonista del relato ante los ofrecimientos que recibe?
A. Con sorpresa.
B. Con entusiasmo.
C. Con resignación.
D. Con desconfianza.
A. Conocer Gander.
B. Regresar a su país.
C. Buscar a su familia.
D. Abandonar Alemania.
12 ¿Qué sentimiento predomina en la protagonista del relato ante los hechos que ocurren durante la espera
de su vuelo?
La memoria es el país
En los computadores, la memoria es el espacio donde guardamos todo lo que hacemos. Ahí
dejamos nuestros documentos de trabajo o cualquier cosa que escribimos, las fotos familiares, la
música que nos gusta y un largo etcétera. Esas cosas almacenadas en la memoria del computador
están ahí disponibles en cualquier minuto en que las necesitemos. Guardamos las cosas que
ocuparemos en nuestro presente o que queremos guardar para ese extraño lugar que llamamos
futuro.
¿Cuán parecido es el disco duro de un computador a la memoria de un país? ¿Cuán parecido
es almacenar archivos al almacenamiento de la historia y la cultura de Chile?
Son preguntas retóricas sin mucho sentido, pero que me llevan a una manera de ver y entender
la memoria como una herramienta que configura mi presente y que poco tiene que ver con el
pasado al que se suele asociar. La memoria no es pasado. La memoria es la materialización
presente de hechos anteriores que me ayuda a vivir de determinada manera. En fácil: La memoria
es lo que te hace levantarte, salir de tu casa y poder volver a ella, acordarte de los nombres de
tus familiares y de la clave de mail. Y yendo más allá: es lo que te permite mejorar en la vida y
crecer como persona.
Ese almacenamiento constante de experiencias es lo que somos hoy. El pasado es un lugar que
ya no existe y el futuro es la creación de tus acciones de hoy.
¿Y la memoria del país? Básicamente es lo mismo pero con el componente, grande y difuso, de
que esa memoria es una construcción colectiva. Son las miles de memorias personales las que
construyen este gran “disco duro” del país, de la ciudad y de cada barrio.
Pero esa memoria no está en el pasado. Es el presente. Es lo que somos ahora y la base de lo
que seremos. No existe forma de evitar eso. No hay manera de que un país no tenga memoria.
No hay verdades oficiales ni extraoficiales que puedan eliminarla.
¿Por qué? Porque la memoria es el presente. Es el país que transitamos y las verdades que
sabemos. Son la existencia de todas las tendencias políticas. Es nuestra apatía o nuestra
participación. La memoria del país son los edificios gigantes que construimos y los presidentes
que elegimos. Son los árboles que plantamos y las represas que detenemos. En definitiva la
memoria de un país es el país mismo. Aquí y ahora.
13 Según lo que plantea el emisor, ¿cuál es el único espacio que realmente existe?
A. El pasado.
B. El presente.
C. La memoria.
D. La experiencia.
A. Una definición.
B. Una descripción.
C. Una comparación.
D. Una ejemplificación.
17 En el séptimo párrafo del texto, ¿con qué propósito se mencionan “los árboles que plantamos y las represas
que detenemos”?
A. Para asemejar su importancia con la de los edificios que construimos y los presidentes que elegimos.
B. Para argumentar sobre la imposibilidad de eliminar la memoria de un país.
C. Para ejemplificar elementos que forman parte de la memoria de un país.
D. Para explicar que la memoria es un concepto vivo y dinámico.
18 En el octavo párrafo del texto, ¿a qué se refiere el emisor con la expresión “los de un lado y los del otro”?
A. A la variedad de pensamientos existentes en el país.
B. A las personas que valoran la memoria y las que la desprecian.
C. A las expresiones de los diversos territorios en los que se involucra la memoria.
D. A la diversidad de actores sociales que influyen en las decisiones que se toman en el país.
ACTO II
Escena I
DON JUAN, ISMAEL.
ACTO II
Escena III
La REINA, ISMAEL.
REINA: Detened el
paso.
ISMAEL: Quien dijere que es
veneno,
y que al Rey nuestro
señor no soy leal...
REINA: ¿Cómo es eso?
ISMAEL: No.
ISMAEL: Señora,
si el confesar mi traición
no basta a alcanzar
perdón, baste el ser vos
[…]
Si he de morir, en efeto,
en este trance confuso,
la pública afrenta excuso
por el castigo secreto.
[…] (Bebe.)
A. Sabio.
B. Noble.
C. Tirano.
D. Infame
A. Indiferente.
B. Imprudente.
C. Agradecida.
D. Desconfiada.
23 ¿Para qué la reina le pide a Ismael que beba el contenido del vaso?
A. Para castigar su actuar.
B. Para probar su inocencia.
C. Para calmar su turbación.
D. Para curar su enfermedad.