Documentos Concilio Vaticano II
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CONCILIO VATICANO II
TOMADOS DE:
http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/i
ndex_sp.htm
CONSTITUCIONES
CONSTITUCIN DOGMTICA
DEI VERBUM
SOBRE LA DIVINA REVELACIN
PROEMIO
CAPTULO I
LA REVELACIN EN S MISMA
CAPITULO II
TRANSMISIN DE LA REVELACIN DIVINA
Los Apstoles y sus sucesores, heraldos del Evangelio
7. Dispuso Dios benignamente que todo lo que haba revelado
para la salvacin de los hombres permaneciera ntegro para
siempre y se fuera transmitiendo a todas las generaciones.
Por ello Cristo Seor, en quien se consuma la revelacin total
del Dios sumo, mand a los Apstoles que predicaran a todos
los hombres el Evangelio, comunicndoles los dones divinos.
Este Evangelio, prometido antes por los Profetas, lo complet
El y lo promulg con su propia boca, como fuente de toda la
verdad salvadora y de la ordenacin de las costumbres. Lo
cual fue realizado fielmente, tanto por los Apstoles, que en la
predicacin oral comunicaron con ejemplos e instituciones lo
que haban recibido por la palabra, por la convivencia y por las
obras de Cristo, o haban aprendido por la inspiracin del
Espritu Santo, como por aquellos Apstoles y varones
apostlicos que, bajo la inspiracin del mismo Espritu,
escribieron el mensaje de la salvacin.
Mas para que el Evangelio se conservara constantemente
ntegro y vivo en la Iglesia, los Apstoles dejaron como
sucesores suyos a los Obispos, "entregndoles su propio
cargo del magisterio". Por consiguiente, esta sagrada tradicin
y la Sagrada Escritura de ambos Testamentos son como un
CAPTULO III
INSPIRACIN DIVINA DE LA SAGRADA ESCRITURA
Y SU INTERPRETACIN
Se establece el hecho de la inspiracin
y de la verdad de la Sagrada Escritura
11. Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y
manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por
inspiracin del Espritu Santo. la santa Madre Iglesia, segn la
fe apostlica, tiene por santos y cannicos los libros enteros
del Antiguo y Nuevo Testamento con todas sus partes,
porque, escritos bajo la inspiracin del Espritu Santo, tienen a
Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma
Iglesia. Pero en la redaccin de los libros sagrados, Dios eligi
a hombres, que utiliz usando de sus propias facultades y
medios, de forma que obrando El en ellos y por ellos,
escribieron, como verdaderos autores, todo y slo lo que El
quera.
Pues, como todo lo que los autores inspirados o hagigrafos
afirman, debe tenerse como afirmado por el Espritu Santo,
hay que confesar que los libros de la Escritura ensean
firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso
consignar en las sagradas letras para nuestra salvacin. As,
pues, "toda la Escritura es divinamente inspirada y til para
ensear, para argir, para corregir, para educar en la justicia,
a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y equipado para
toda obra buena" (2 Tim., 3,16-17).
CAPTULO IV
EL ANTIGUO TESTAMENTO
La historia de la salvacin consignada
en los libros del Antiguo Testamento
14. Dios amantsimo, buscando y preparando solcitamente la
salvacin de todo el gnero humano, con singular favor se
CAPTULO V
EL NUEVO TESTAMENTO
CAPTULO VI
LA SAGRADA ESCRITURA EN LA VIDA DE LA IGLESIA
libros el Padre que est en los cielos se dirige con amor a sus
hijos y habla con ellos; y es tanta la eficacia que radica en la
palabra de Dios, que es, en verdad, apoyo y vigor de la
Iglesia, y fortaleza de la fe para sus hijos, alimento del alma,
fuente pura y perenne de la vida espiritual. Muy a propsito se
aplican a la Sagrada Escritura estas palabras: "Pues la
palabra de Dios es viva y eficaz", "que puede edificar y dar la
herencia a todos los que han sido santificados".
Se recomiendan las traducciones bien cuidadas
22. Es conveniente que los cristianos tengan amplio acceso
ala Sagrada Escritura. Por ello la Iglesia ya desde sus
principios, tom como suya la antiqusima versin griega del
Antiguo Testamento, llamada de los Setenta, y conserva
siempre con honor otras traducciones orientales y latinas,
sobre todo la que llaman Vulgata. Pero como la palabra de
Dios debe estar siempre disponible, la Iglesia procura, con
solicitud materna, que se redacten traducciones aptas y fieles
en varias lenguas, sobre todo de los textos primitivos de los
sagrados libros. Y si estas traducciones, oportunamente y con
el beneplcito de la Autoridad de la Iglesia, se llevan a cabo
incluso con la colaboracin de los hermanos separados,
podrn usarse por todos los cristianos.
Deber de los catlicos doctos
23. La esposa del Verbo Encarnado, es decir, la Iglesia,
enseada por el Espritu Santo, se esfuerza en acercarse, de
da en da, a la ms profunda inteligencia de las Sagradas
Escrituras, para alimentar sin desfallecimiento a sus hijos con
CONSTITUCIN DOGMTICA
LUMEN GENTIUM
SOBRE LA IGLESIA
CAPTULO I
EL MISTERIO DE LA IGLESIA
1. Por ser Cristo luz de las gentes, este sagrado Concilio,
reunido bajo la inspiracin del Espritu Santo, desea
vehementemente iluminar a todos los hombres con su
claridad, que resplandece sobre el haz de la Iglesia,
anunciando el Evangelio a toda criatura (cf. Mc., 16,15). Y
como la Iglesia es en Cristo como un sacramento o seal e
instrumento de la ntima unin con Dios y de la unidad de todo
el gnero humano, insistiendo en el ejemplo de los Concilios
anteriores, se propone declarar con toda precisin a sus fieles
y a todo el mundo su naturaleza y su misin universal.
Las condiciones de estos tiempos aaden a este deber de la
Iglesia una mayor urgencia, para que todos los hombres,
unidos hoy ms ntimamente con toda clase de relaciones
mismo Dios, segn las profecas (cf. Is., 40,11; Ez., 34,11ss),
y cuyas ovejas aunque aparezcan conducidas por pastores
humanos, son guiadas y nutridas constantemente por el
mismo Cristo, buen Pastor, y jefe rabadn de pastores (cf. Jn.,
10,11; 1Pe., 5,4), que dio su vida por las ovejas (cf. Jn., 10,1116).
La Iglesia es "agricultura" o labranza de Dios (1Cor., 3,9). En
este campo crece el vetusto olivo, cuya santa raz fueron los
patriarcas en la cual se efectu y concluir la reconciliacin de
los judos y de los gentiles (Rom., 11,13-26). El celestial
Agricultor la plant como via elegida (Mt., 21,33-43; cf. Is.,
5,1ss). La verdadera vid es Cristo, que comunica la savia y la
fecundidad a los sarmientos, es decir, a nosotros, que
estamos vinculados a El por medio de la Iglesia y sin El nada
podemos hacer (Jn., 15,1-5).
Muchas veces tambin la Iglesia se llama "edificacin" de
Dios (1Cor., 3,9). El mismo Seor se compar a la piedra
rechazada por los constructores, pero que fue puesta como
piedra angular (Mt., 21,42; cf. Act., 4,11; 1 Pe., 2,7; Sal.,
177,22). Sobre aquel fundamento levantan los apstoles la
Iglesia (cf. 1Cor., 3,11) y de l recibe firmeza y cohesin. A
esta edificacin se le dan diversos nombres: casa de Dios
(1Tim., 3,15), en que habita su "familia", habitacin de Dios en
el Espritu (Ef., 2,19-22), tienda de Dios con los hombres (Ap.,
21,3) y, sobre todo, "templo" santo, que los Santos Padres
celebran representado en los santuarios de piedra,y en la
liturgia se compara justamente a la ciudad santa, la nueva
Jerusaln. Porque en ella somos ordenados en la tierra como
piedras vivas (1Pe., 2,5). San Juan, en la renovacin del
del Espritu Santo hasta que por la cruz llegue a la luz sin
ocaso.
El sacerdocio comn
10. Cristo Seor, Pontfice tomado de entre los hombres (cf.
Hebr., 5,1-5), a su nuevo pueblo "lo hizo Reino de sacerdotes
para Dios, su Padre" (cf. Ap., 1,6; 5,9-10). Los bautizados son
consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo por la
regeneracin y por la uncin del Espritu Santo, para que por
medio de todas las obras del hombre cristiano ofrezcan
sacrificios espirituales y anuncien las maravillas de quien los
llam de las tinieblas a la luz admirable (cf. 1Pe., 2,4-10). Por
ello, todos los discpulos de Cristo, perseverando en la oracin
y alabanza a Dios (cf. Act., 2,42.47), han de ofrecerse a s
mismos como hostia viva, santa y grata a Dios (cf. Rom.,
12,1), han de dar testimonio de Cristo en todo lugar, y a quien
se la pidiere, han de dar tambin razn de la esperanza que
tienen en la vida eterna (cf. 1Pe., 3,15).
El sacerdocio comn de los fieles y el sacerdocio ministerial o
jerrquico se ordena el uno para el otro, aunque cada cual
participa de forma peculiar del sacerdocio de Cristo. Su
diferencia es esencial no solo gradual. Porque el sacerdocio
ministerial, en virtud de la sagrada potestad que posee,
modela y dirige al pueblo sacerdotal, efecta el sacrificio
eucarstico ofrecindolo a Dios en nombre de todo el pueblo:
los fieles, en cambio, en virtud del sacerdocio real, participan
en la oblacin de la eucarista, en la oracin y accin de
gracias, con el testimonio de una vida santa, con la
abnegacin y caridad operante.
presbteros, para que los alivie y los salva (cf. Sant., 5,14-16);
ms an, los exhorta a que unindose libremente a la pasin y
a la muerte de Cristo (Rom., 8,17; Col., 1 24; 2Tim., 2,11-12;
1Pe., 4,13), contribuyan al bien del Pueblo de Dios. Adems,
aquellos que entre los fieles se distinguen por el orden
sagrado, quedan destinados en el nombre de Cristo para
apacentar la Iglesia con la palabra y con la gracia de Dios. Por
fin, los cnyuges cristianos, en virtud del sacramento del
matrimonio, por el que manifiestan y participan del misterio de
la unidad y del fecundo amor entre Cristo y la Iglesia (Ef.,
5,32), se ayudan mutuamente a santificarse en la vida
conyugal y en la procreacin y educacin de los hijos, y, por
tanto, tienen en su condicin y estado de vida su propia gracia
en el Pueblo de Dios (cf. 1Cor., 7,7). Pues de esta unin
conyugal procede la familia, en que nacen los nuevos
ciudadanos de la sociedad humana, que por la gracia del
Espritu Santo quedan constituidos por el bautismo en hijos de
Dios para perpetuar el Pueblo de Dios en el correr de los
tiempos. En esta como Iglesia domstica, los padres han de
ser para con sus hijos los primeros predicadores de la fe,
tanto con su palabra como con su ejemplo, y han de fomentar
la vocacin propia de cada uno, y con especial cuidado la
vocacin sagrada. Los fieles todos, de cualquier condicin y
estado que sean, fortalecidos por tantos y tan poderosos
medios, son llamados por Dios cada uno por su camino a la
perfeccin de la santidad por la que el mismo Padre es
perfecto.
Sentido de la fe y de los carismas en el Pueblo de Dios
CAPTULO IV
LOS LAICOS
Peculiaridad
30. El Santo Concilio, una vez que ha declarado las funciones
de la jerarqua, vuelve gozosamente su espritu hacia el
estado de los fieles cristianos, llamados laicos. Cuanto se ha
dicho del Pueblo de Dios se dirige por igual a los laicos,
religiosos y clrigos; sin embargo, a los laicos, hombres y
mujeres, en razn de su condicin y misin, les corresponden
ciertas particularidades cuyos fundamentos, por las especiales
circunstancias de nuestro tiempo, hay que considerar con
mayor amplitud. Los sagrados pastores conocen muy bien la
importancia de la contribucin de los laicos al bien de toda la
Iglesia. Pues los sagrados pastores saben que ellos no fueron
constituidos por Cristo para asumir por s solos toda la misin
salvfica de la Iglesia cerca del mundo, sino que su excelsa
funcin es apacentar de tal modo a los fieles y de tal manera
Llamamiento a la santidad
39. La Iglesia, cuyo misterio expone este sagrado Concilio,
creemos que es indefectiblemente santa, ya que Cristo, el Hijo
de Dios, a quien con el Padre y el Espritu llamamos "el solo
Santo", am a la Iglesia como a su esposa, entregndose a s
mismo por ella para santificarla (cf. Ef 5,25-26), la uni a s
mismo como su propio cuerpo y la enriqueci con el don del
Espritu Santo para gloria de Dios. Por eso, todos en la
gloria. Segn eso, cada uno segn los propios dones y las
gracias recibidas, debe caminar sin vacilacin por el camino
de la fe viva, que excita la esperanza y obra por la caridad.
Es menester, en primer lugar, que los pastores del rebao de
Cristo cumplan con su deber ministerial, santamente y con
entusiasmo, con humildad y fortaleza, segn la imagen del
Sumo y Eterno sacerdote, pastor y obispo de nuestras almas;
cumplido as su ministerio, ser para ellos un magnfico medio
de santificacin. Los escogidos a la plenitud del sacerdocio
reciben como don, con la gracia sacramental, el poder
ejercitar el perfecto deber de su pastoral caridad con la
oracin, con el sacrificio y la predicacin, en todo gnero de
preocupacin y servicio episcopal, sin miedo de ofrecer la vida
por sus ovejas y hacindose modelo de la grey (cf. 1 Pe 5,13).
As incluso con su ejemplo, han de estimular a la Iglesia hacia
una creciente santidad.
Los presbteros, a semejanza del orden de los Obispos, cuya
corona espiritual forman participando de la gracia del oficio de
ellos por Cristo, eterno y nico Mediador, crezcan en el amor
de Dios y del prjimo por el ejercicio cotidiano de su deber;
conserven el vnculo de la comunin sacerdotal; abunden en
toda clase de bienes espirituales y den a todos un testimonio
vivo de Dios, emulando a aquellos sacerdotes que en el
transcurso de los siglos nos dejaron muchas veces con un
servicio humilde y escondido, preclaro ejemplo de santidad,
cuya alabanza se difunde por la Iglesia de Dios. Ofrezcan,
como es su deber, sus oraciones y sacrificios por su grey y
por todo el Pueblo de Dios, conscientes de lo que hacen e
imitando lo que tratan. As, en vez de encontrar un obstculo
CAPTULO VI
LOS RELIGIOSOS
43. Los consejos evanglicos, castidad ofrecida a Dios,
pobreza y obediencia, como consejos fundados en las
palabras y ejemplos del Seor y recomendados por los
Apstoles, por los padres, doctores y pastores de la Iglesia,
son un don divino que la Iglesia recibi del Seor, y que con
su gracia se conserva perpetuamente. La autoridad de la
CAPTULO VII
NDOLE ESCATOLGICA DE LA IGLESIA
PEREGRINANTE Y SU UNIN CON LA IGLESIA
CELESTIAL
cual "la virtud del Espritu Santo obra sobre nosotros por los
signos sacramentales", celebramos juntos, con fraterna
alegra, la alabanza de la Divina Majestad, y todos los
redimidos por la Sangre de Cristo de toda tribu, lengua,
pueblo y nacin (cf. Ap 5,9), congregados en una misma
Iglesia, ensalzamos con un mismo cntico de alabanza de
Dios Uno y Trino. Al celebrar, pues, el Sacrificio Eucarstico es
cuando mejor nos unimos al culto de la Iglesia celestial en una
misma comunin, "venerando la memoria, en primer lugar, de
la gloriosa siempre Virgen Mara, del bienaventurado Jos y
de los bienaventurados Apstoles, mrtires y santos todos".
El Concilio establece disposiciones pastorales
51. Este Sagrado Snodo recibe con gran piedad tan
venerable fe de nuestros antepasados acerca del consorcio
vital con nuestros hermanos que estn en la gloria celestial o
an estn purificndose despus de la muerte; y de nuevo
confirma los decretos de los sagrados Concilios Niceno II,
Florentino y Tridentino. Junto con esto, por su solicitud
pastoral, exhorta a todos aquellos a quienes corresponde para
que traten de apartar o corregir cualesquiera abusos, excesos
o defectos que acaso se hubieran introducido y restauren todo
conforme a la mejor alabanza de Cristo y de Dios. Enseen,
pues, a los fieles que el autntico culto a los santos no
consiste tanto en la multiplicidad de los actos exteriores
cuanto en la intensidad de un amor prctico, por el cual para
mayor bien nuestro y de la Iglesia, buscamos en los santos "el
ejemplo de su vida, la participacin de su intimidad y la ayuda
de su intercesin". Y, por otro lado, expliquen a los fieles que
nuestro trato con los bienaventurados, si se considera en la
CAPTULO VIII
LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARA, MADRE DE DIOS,
EN EL MISTERIO DE CRISTO Y DE LA IGLESIA
I. INTRODUCCIN
La Santsima Virgen Mara en el misterio de Cristo
vctima engendrada por Ella misma, y, por fin, fue dada como
Madre al discpulo por el mismo Cristo Jess, moribundo en la
Cruz con estas palabras: "Mujer, he ah a tu hijo!" (Jn19,2627).
La Santsima Virgen despus de la Ascensin de Jess
59. Como quiera que plugo a Dios no manifestar
solemnemente el sacramento de la salvacin humana antes
de derramar el Espritu prometido por Cristo, vemos a los
Apstoles antes del da de Pentecosts "perseverar
unnimemente en la oracin con las mujeres, y Mara la
Madre de Jess y los hermanos de ste" (Act 1,14); y a Mara
implorando con sus ruegos el don del Espritu Santo, quien ya
la haba cubierto con su sombra en la Anunciacin.
Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda
mancha de culpa original, terminado el curso de la vida
terrena, en alma y cuerpo fue asunta a la gloria celestial y
enaltecida por el Seor como Reina del Universo, para que se
asemejar ms plenamente a su Hijo, Seor de los que
dominan (Ap19,16) y vencedor del pecado y de la muerte.
III. LA SANTSIMA VIRGEN Y LA IGLESIA
Mara, esclava del Seor,
en la obra de la redencin y de la santificacin
60. Unico es nuestro Mediador segn la palabra del Apstol:
"Porque uno es Dios y uno el Mediador de Dios y de los
hombres, un hombre, Cristo Jess, que se entreg a S mismo
CONSTITUCIN
SACROSANCTUM CONCILIUM
SOBRE LA SAGRADA LITURGIA
PROEMIO
1. Este sacrosanto Concilio se propone acrecentar de da en
da entre los fieles la vida cristiana, adaptar mejor a las
necesidades de nuestro tiempo las instituciones que estn
sujetas a cambio, promover todo aquello que pueda contribuir
a la unin de cuantos creen en Jesucristo y fortalecer lo que
sirve para invitar a todos los hombres al seno de la Iglesia.
Por eso cree que le corresponde de un modo particular
proveer a la reforma y al fomento de la Liturgia.
La Liturgia en el misterio de la Iglesia
2. En efecto, la Liturgia, por cuyo medio "se ejerce la obra de
nuestra Redencin", sobre todo en el divino sacrificio de la
Eucarista, contribuye en sumo grado a que los fieles
expresen en su vida, y manifiesten a los dems, el misterio de
Cristo y la naturaleza autntica de la verdadera Iglesia. Es
caracterstico de la Iglesia ser, a la vez, humana y divina,
visible y dotada de elementos invisibles, entregada a la accin
y dada a la contemplacin, presente en el mundo y, sin
Por esta razn, los pastores de almas deben vigilar para que
en la accin litrgica no slo se observen las leyes relativas a
la celebracin vlida y lcita, sino tambin para que los fieles
participen en ella consciente, activa y fructuosamente.
Liturgia y ejercicios piadosos
12. Con todo, la participacin en la sagrada Liturgia no abarca
toda la vida espiritual. En efecto, el cristiano, llamado a orar
en comn, debe, no obstante, entrar tambin en su cuarto
para orar al Padre en secreto; ms an, debe orar sin tregua,
segn ensea el Apstol. Y el mismo Apstol nos exhorta a
llevar siempre la mortificacin de Jess en nuestro cuerpo,
para que tambin su vida se manifieste en nuestra carne
mortal. Por esta causa pedimos al Seor en el sacrificio de la
Misa que, "recibida la ofrenda de la vctima espiritual", haga
de nosotros mismos una "ofrenda eterna" para S.
Se recomiendan las prcticas piadosas aprobadas
13. Se recomiendan encarecidamente los ejercicios piadosos
del pueblo cristiano, con tal que sean conformes a las leyes y
a las normas de la Iglesia, en particular si se hacen por
mandato de la Sede Apostlica.
Gozan tambin de una dignidad especial las prcticas
religiosas de las Iglesias particulares que se celebran por
mandato de los Obispos, a tenor de las costumbres o de los
libros legtimamente aprobados.
y snodos.
c) En la misa de la bendicin de un abad.
2 Adems, con permiso del ordinario, al cual pertenece
juzgar de la oportunidad de la concelebracin.
a) En las Misa conventual y en la Misa principal de las
iglesias, cuando la utilidad de los fieles no exija que todos los
sacerdotes presentes celebren por separado.
b) En las Misas celebradas con ocasin de cualquier clase
de reuniones de sacerdotes, lo mismo seculares que
religiosos.
2.1 Con todo, corresponde al Obispo reglamentar la
disciplina de la concelebracin en la dicesis.
2 Sin embargo, quede siempre a salvo para cada sacerdote
la facultad de celebrar la Misa individualmente, pero no al
mismo tiempo ni en la misma Iglesia, ni el Jueves de la Cena
del Seor.
58. Elabrese el nuevo rito de la concelebracin e inclyase
en el Pontifical y en el Misal romanos.
CAPTULO III
LOS DEMS SACRAMENTOS
Y LOS SACRAMENTALES
Sacramentos
Rito de la Confirmacin
71. Revsese tambin el rito de la confirmacin, para que
aparezca ms claramente la ntima relacin de este
sacramento con toda la iniciacin cristiana; por tanto,
conviene que la renovacin de las promesas del bautismo
preceda a la celebracin del sacramento. La confirmacin
puede ser administrada, segn las circunstancias, dentro de la
Misa. Para el rito fuera de la Misa, preprese una frmula que
ser usada a manera de introduccin.
Rito de la Penitencia
72. Revsese el rito y las frmulas de la penitencia de manera
que expresen ms claramente la naturaleza y efecto del
sacramento.
Uncin de enfermos
73. La extremauncin, que tambin, y mejor, puede
llamarse uncin de enfermos, no es slo el Sacramento de
quienes se encuentran en los ltimos momentos de su vida.
Por tanto, el tiempo oportuno para recibirlo comienza cuando
el cristiano ya empieza a estar en peligro de muerte por
enfermedad o vejez.
Reforma del rito
74. Adems de los ritos separados de la uncin de enfermos y
del vitico, redctese un rito continuado, segn el cual la
Cuaresma
109. Puesto que el tiempo cuaresmal prepara a los fieles,
entregados ms intensamente a or la palabra de Dios y a la
oracin, para que celebran el misterio pascual, sobre todo
mediante el recuerdo o la preparacin del bautismo y
mediante la penitencia, dse particular relieve en la Liturgia y
en la catequesis litrgica al doble carcter de dicho tiempo.
Por consiguiente:
a) sense con mayor abundancia los elementos bautismales
propios de la Liturgia cuaresmal y, segn las circunstancias,
resturense ciertos elementos de la tradicin anterior.
b) Dgase lo mismo de los elementos penitenciales. Y en
cuanto a la catequesis, inclquese a los fieles, junto con las
consecuencias sociales del pecado, la naturaleza propia de la
penitencia, que lo detesta en cuanto es ofensa de Dios; no se
olvide tampoco la participacin de la Iglesia en la accin
penitencial y encarzcase la oracin por los pecadores.
Penitencia individual y social
110. La penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser slo
interna e individual, sino tambin externa y social. Fomntese
la prctica penitencia de acuerdo con las posibilidades de
nuestro tiempo y de los diversos pases y condiciones de los
fieles y recomindese por parte de las autoridades de que se
habla en el artculo 22.
Sin embargo, tngase como sagrado el ayuno pascual; ha de
celebrarse en todas partes el Viernes de la Pasin y Muerte
del Seor y aun extenderse, segn las circunstancias, al
APNDICE
Declaracin del sacrosanto Concilio Ecumnico Vaticano
II
sobre la revisin del calendario
El sacrosanto Concilio Ecumnico Vaticano II, reconociendo la
importancia de los deseos de muchos con respecto a la
fijacin de la fiesta de Pascua en un domingo determinado y a
la estabilizacin del calendario, despus de examinar
cuidadosamente las consecuencias que podran seguirse de
la introduccin del nuevo calendario, declara lo siguiente:
1. El sacrosanto Concilio no se opone a que la fiesta de
Pascua se fije en un domingo determinado dentro del
Calendario Gregoriano, con tal que den su asentimiento todos
los que estn interesados, especialmente los hermanos
separados de la comunin con la Sede Apostlica.
2. Adems, el sacrosanto Concilio declara que no se opone a
las gestiones ordenadas a introducir un calendario perpetuo
de la sociedad civil.
La Iglesia no se opone a los diversos proyectos que se estn
elaborando para establecer el calendario perpetuo e
introducirlo en la sociedad civil, con tal que conserven y
garanticen la semana de siete das con el domingo, sin aadir
ningn da que quede al margen de la semana, de modo que
la sucesin de las semanas se mantenga intacta, a no ser que
se presenten razones gravsimas, de las que juzgar la Sede
Apostlica.
CONSTITUCIN PASTORAL
GAUDIUM ET SPES
SOBRE LA IGLESIA EN EL MUNDO ACTUAL
PROEMIO
EXPOSICIN PRELIMINAR
SITUACIN DEL HOMBRE EN EL MUNDO DE HOY
Esperanzas y temores
4. Para cumplir esta misin es deber permanente de la Iglesia
escrutar a fondo los signos de la poca e interpretarlos a la luz
del Evangelio, de forma que, acomodndose a cada
generacin, pueda la Iglesia responder a los perennes
interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida
presente y de la vida futura y sobre la mutua relacin de
ambas. Es necesario por ello conocer y comprender el mundo
en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el sesgo
dramtico que con frecuencia le caracteriza. He aqu algunos
rasgos fundamentales del mundo moderno.
PRIMERA PARTE
LA IGLESIA Y LA VOCACIN DEL HOMBRE
CAPTULO I
LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA
CAPTULO II
LA COMUNIDAD HUMANA
CAPTULO III:
LA ACTIVIDAD HUMANA EN EL MUNDO
Planteamiento del problema
33. Siempre se ha esforzado el hombre con su trabajo y con
su ingenio en perfeccionar su vida; pero en nuestros das,
gracias a la ciencia y la tcnica, ha logrado dilatar y sigue
dilatando el campo de su dominio sobre casi toda la
naturaleza, y, con ayuda sobre todo el aumento
experimentado por los diversos medios de intercambio entre
las naciones, la familia humana se va sintiendo y haciendo
una nica comunidad en el mundo. De lo que resulta que gran
nmero de bienes que antes el hombre esperaba alcanzar
sobre todo de las fuerzas superiores, hoy los obtiene por s
mismo.
Ante este gigantesco esfuerzo que afecta ya a todo el gnero
humano, surgen entre los hombres muchas preguntas. Qu
sentido y valor tiene esa actividad? Cul es el uso que hay
que hacer de todas estas cosas? A qu fin deben tender los
esfuerzos de individuos y colectividades? La Iglesia, custodio
del depsito de la palabra de Dios, del que manan los
principios en el orden religioso y moral, sin que siempre tenga
a manos respuesta adecuada a cada cuestin, desea unir la
CAPTULO IV
MISIN DE LA IGLESIA EN EL MUNDO
CONTEMPORNEO
Relacin mutua entre la Iglesia y el mundo
40. Todo lo que llevamos dicho sobre la dignidad de la
persona, sobre la comunidad humana, sobre el sentido
profundo de la actividad del hombre, constituye el fundamento
de la relacin entre la Iglesia y el mundo, y tambin la base
para el mutuo dilogo. Por tanto, en este captulo,
presupuesto todo lo que ya ha dicho el Concilio sobre el
misterio de la Iglesia, va a ser objeto de consideracin la
misma Iglesia en cuanto que existe en este mundo y vive y
acta con l.
Nacida del amor del Padre Eterno, fundada en el tiempo por
Cristo Redentor, reunida en el Espritu Santo, la Iglesia tiene
una finalidad escatolgica y de salvacin, que slo en el
mundo futuro podr alcanzar plenamente. Est presente ya
aqu en la tierra, formada por hombres, es decir, por miembros
SEGUNDA PARTE
ALGUNOS PROBLEMAS MS URGENTES
Introduccin
46. Despus de haber expuesto la gran dignidad de la
persona humana y la misin, tanto individual como social, a la
que ha sido llamada en el mundo entero, el Concilio, a la luz
del Evangelio y de la experiencia humana, llama ahora la
atencin de todos sobre algunos problemas actuales ms
urgentes que afectan profundamente al gnero humano.
Entre las numerosas cuestiones que preocupan a todos, haya
que mencionar principalmente las que siguen: el matrimonio y
la familia, la cultura humana, la vida econmico-social y
poltica, la solidaridad de la familia de los pueblos y la paz.
Sobre cada una de ellas debe resplandecer la luz de los
principios que brota de Cristo, para guiar a los cristianos e
CAPTULO II
EL SANO FOMENTO DEL PROGRESO CULTURAL
Introduccin
53. Es propio de la persona humana el no llegar a un nivel
verdadera y plenamente humano si no es mediante la cultura,
es decir, cultivando los bienes y los valores naturales.
Siempre, pues, que se trata de la vida humana, naturaleza y
cultura se hallen unidas estrechsimamente.
Con la palabra cultura se indica, en sentido general, todo
aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus
innumerables cualidades espirituales y corporales; procura
someter el mismo orbe terrestre con su conocimiento y
trabajo; hace ms humana la vida social, tanto en la familia
como en toda la sociedad civil, mediante el progreso de las
costumbres e instituciones; finalmente, a travs del tiempo
expresa, comunica y conserva en sus obras grandes
experiencias espirituales y aspiraciones para que sirvan de
provecho a muchos, e incluso a todo el gnero humano.
De aqu se sigue que la cultura humana presenta
necesariamente un aspecto histrico y social y que la palabra
cultura asume con frecuencia un sentido sociolgico y
etnolgico. En este sentido se habla de la pluralidad de
culturas. Estilos de vida comn diversos y escala de valor
diferentes encuentran su origen en la distinta manera de
servirse de las cosas, de trabajar, de expresarse, de practicar
CAPTULO III
LA VIDA ECONMICO-SOCIAL
Introduccin
77. En estos ltimos aos, en los que an perduran entre los
hombres la afliccin y las angustias nacidas de la realidad o
de la amenaza de una guerra, la universal familia humana ha
llegado en su proceso de madurez a un momento de suprema
crisis. Unificada paulatinamente y ya ms consciente en todo
lugar de su unidad, no puede llevar a cabo la tarea que tiene
ante s, es decir, construir un mundo ms humano para todos
DECLARACIONES
DECLARACIN
GRAVISSIMUM EDUCATIONIS
SOBRE LA EUCACIN CRISTIANA
PROEMIO
El Santo Concilio Ecumnico considera atentamente la
importancia decisiva de la educacin en la vida del hombre y
su influjo cada vez mayor en el progreso social
contemporneo. En realidad la verdadera educacin de la
juventud, e incluso tambin una constante formacin de los
adultos, se hace ms fcil y ms urgente en las circunstancias
actuales. Porque los hombres, mucho mas conscientes de su
propia dignidad y deber, desean participar cada vez ms
activamente en la vida social y, sobre todo, en la econmica y
en la poltica; los maravillosos progresos de la tcnica y de la
investigacin cientfica, y los nuevos medios de comunicacin
social, ofrecen a los hombres, que, con frecuencia gozan de
un mayor espacio de tiempo libre de otras ocupaciones, la
oportunidad de acercarse con facilidad al patrimonio cultural
del pensamiento y del espritu, y de ayudarse mutuamente
con una comunicacin ms estrecha que existe entre las
distintas asociaciones y entre los pueblos.
En consecuencia, por todas partes se realizan esfuerzos para
promover ms y ms la obra de la educacin; se declaran y se
CONCLUSIN
El Santo Concilio exhorta encarecidamente a los mismos
jvenes a que, conscientes del valor de la funcin educadora,
estn preparados para abrazarla con generosidad, sobre todo
en las regiones en que la educacin de la juventud est en
peligro por falta de maestros.
El mismo Santo Concilio, agradeciendo a los sacerdotes,
religiosos, religiosas y seglares, que con su entrega
evanglica se dedican a la educacin y a las escuelas de
cualquier gnero y grado, los exhorta a que perseveren
generosamente en su empeo y a que se distingan en la
formacin de los alumnos en el espritu de Cristo, en el arte
pedaggico y en el estudio de la ciencia, de forma que no slo
promuevan la renovacin interna de la Iglesia, sino que sirvan
y acrecienten su benfica presencia en el mundo de hoy,
sobre todo en el intelectual.
Todas y cada una de las cosas contenidas en esta
Declaracin han obtenido el beneplcito de los Padres del
Sacrosanto Concilio. Y Nos, en virtud de la potestad
apostlica recibida de Cristo, juntamente con los Venerables
Padre, las aprobamos, decretamos y establecemos con el
Espritu Santo y mandamos que lo as decidido conciliarmente
sea promulgado para la gloria de Dios.
Roma, en San Pedro, 28 de octubre de 1965.
Yo, PABLO, Obispo de la Iglesia Catlica.
DECLARACIN
NOSTRA AETATE
SOBRE LAS RELACIONES DE LA IGLESIA
CON LAS RELIGIONES NO CRISTIANAS
Proemio
1. En nuestra poca, en la que el gnero humano se une cada
vez ms estrechamente y aumentan los vnculos entre los
diversos pueblos, la Iglesia considera con mayor atencin en
qu consiste su relacin con respecto a las religiones no
cristianas. En cumplimiento de su misin de fundamentar la
Unidad y la Caridad entre los hombres y, an ms, entre los
pueblos, considera aqu, ante todo, aquello que es comn a
los hombres y que conduce a la mutua solidaridad.
Todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo
origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el gnero humano
sobre la faz de la tierra, y tienen tambin un fin ltimo, que es
Dios, cuya providencia, manifestacin de bondad y designios
de salvacin se extienden a todos, hasta que se unan los
elegidos en la ciudad santa, que ser iluminada por el
resplandor de Dios y en la que los pueblos caminarn bajo su
luz.
DECLARACIN
DIGNITATIS HUMANAE
SOBRE LA LIBERTAD RELIGIOSA
CAPTULO I
NOCIN GENERAL DE LA LIBERTAD RELIGIOSA
CAPTULO II
LA LIBERTAD RELIGIOSA A LA LUZ DE LA REVELACIN
CONCLUSIN
15. Es patente, pues, que los hombres de nuestro tiempo
desean poder profesar libremente la religin en privado y en
pblico; y an ms, que la libertad religiosa se declara como
derecho civil en muchas Constituciones y se reconoce
solemnemente en documentos internacionales.
Pero no faltan regmenes en los que, si bien su Constitucin
reconoce la libertad de culto religioso, sin embargo, las
mismas autoridades pblicas se empean en apartar a los
ciudadanos de profesar la religin y en hacer extremadamente
difcil e insegura la vida de las comunidades religiosas.
Saludando con alegra los venturosos signos de este tiempo,
pero denunciando con dolor estos hechos deplorables, el
sagrado Concilio exhorta a los catlicos y ruega a todos los
hombres que consideren con toda atencin cun necesaria es
la libertad religiosa, sobre todo en las presentes condiciones
de la familia humana.
Es evidente que todos los pueblos se unen cada vez ms, que
los hombres de diversa cultura y religin se ligan con lazos
ms estrechos, y que se acrecienta la conciencia de la
responsabilidad propia de cada uno. Por consiguiente, para
que se establezcan y consoliden las relaciones pacficas y la
concordia en el gnero humano, se requiere que en todas las
partes del mundo la libertad religiosa sea protegida por una
eficaz tutela jurdica y que se respeten los supremos deberes
y derechos de los hombres para desarrollar libremente la vida
religiosa dentro de la sociedad.
DECRETOS
DECRETO
AD GENTES
SOBRE LA ACTIVIDAD MISIONERA DE LA IGLESIA
Proemio
1. La Iglesia, enviada por Dios a las gentes para ser "el
sacramento universal de la salvacin", obedeciendo el
mandato de su Fundador (Cf. Mc, 16,15), por exigencias
ntimas de su misma catolicidad, se esfuerza en anunciar el
Evangelio a todos los hombres. Porque los Apstoles mismos,
en quienes est fundada la Iglesia, siguiendo las huellas de
Cristo, "predicaron la palabra de la verdad y engendraron las
Iglesias". Obligacin de sus sucesores es dar perpetuidad a
esta obra para que "la palabra de Dios sea difundida y
glorificada" (2 Tes, 3,1), y se anuncie y establezca el reino de
Dios en toda la tierra.
Mas en el presente orden de cosas, del que surge una nueva
condicin de la humanidad, la Iglesia, sal de la tierra y luz del
mundo (Cf. Mt, 5,13-14), se siente llamada con ms urgencia
a salvar y renovar a toda criatura para que todo se instaure en
Cristo y todos los hombres constituyan en El una nica familia
y un solo Pueblo de Dios.
CAPTULO I
PRINCIPIOS DOCTRINALES
Designio del Padre
2. La Iglesia peregrinante es misionera por su naturaleza,
puesto que toma su origen de la misin del Hijo y del Espritu
Santo, segn el designio de Dios Padre. pero este designio
dimana del "amor fontal" o de la caridad de Dios Padre, que,
siendo Principio sin principio, engendra al Hijo, y a travs del
Hijo procede el Espritu Santo, por su excesiva y
misericordiosa benignidad, crendonos libremente y
llamndonos adems sin inters alguno a participar con El en
la vida y en la gloria, difundi con liberalidad la bondad divina
y no cesa de difundirla, de forma que el que es Creador del
universo, se haga por fin "todo en todas las cosas" (1 Cor,
15,28), procurando a un tiempo su gloria y nuestra felicidad.
Pero plugo a Dios llamar a los hombres a la participacin de
su vida no slo en particular, excluido cualquier gnero de
CAPTULO II
LA OBRA MISIONERA
Introduccin
10. La Iglesia, enviada por Cristo para manifestar y comunicar
la caridad de Dios a todos los hombres y pueblos, sabe que le
queda por hacer todava una obra misionera ingente. Pues los
dos mil millones de hombre, cuyo nmero aumenta sin cesar,
que se renen en grandes y determinados grupos con lazos
estables de vida cultural, con las antiguas tradiciones
religiosas, con los fuertes vnculos de las relaciones sociales,
todava nada o muy poco oyeron del Evangelio; de ellos unos
siguen alguna de las grandes religiones, otras permanecen
ajenos al conocimiento del mismo Dios, otros niegan
expresamente su existencia e incluso a veces lo persiguen.
La Iglesia, para poder ofrecer a todos el misterio de la
salvacin y la vida trada por Dios, debe insertarse en todos
estos grupos con el mismo afecto con que Cristo se uni por
su encarnacin a determinadas condiciones sociales y
culturales de los hombres con quienes convivi.
CAPTULO III
LAS IGLESIAS PARTICULARES
CAPTULO IV
LOS MISIONEROS
La vocacin misionera
23. Aunque a todo discpulo de Cristo incumbe el deber de
propagar la fe segn su condicin, Cristo Seor, de entre los
discpulos, llama siempre a los que quiere para que lo
acompaen y los enva a predicar a las gentes. Por lo cual,
por medio del Espritu Santo, que distribuye los carismas
segn quiere para comn utilidad, inspira la vocacin
misionera en el corazn de cada uno y suscita al mismo
tiempo en la Iglesia institutos, que reciben como misin propia
el deber de la evangelizacin, que pertenece a toda la Iglesia.
Introduccin
CAPTULO VI
LA COOPERACIN
Introduccin
35. Puesto que toda la Iglesia es misionera y la obra de la
evangelizacin es deber fundamental del Pueblo de Dios, el
Santo Concilio invita a todos a una profunda renovacin
interior a fin de que, teniendo viva conciencia de la propia
responsabilidad en la difusin del Evangelio, acepten su
cometido en la obra misional entre los gentiles.
Deber misionero de todo el Pueblo de Dios
36. Todos los fieles, como miembros de Cristo viviente,
incorporados y asemejados a El por el bautismo, por la
confirmacin y por la Eucarista, tienen el deber de cooperar a
la expansin y dilatacin de su Cuerpo para llevarlo cuanto
antes a la plenitud (Cf. Ef., 4,13).
Por lo cual todos los hijos de la Iglesia han de tener viva
conciencia de su responsabilidad para con el mundo, han de
fomentar en s mismos el espritu verdaderamente catlico y
consagrar sus fuerzas a la obra de la evangelizacin.
Conozcan todos, sin embargo, que su primera y principal
obligacin por la difusin de la fe es vivir profundamente la
vida cristiana. Pues su fervor en el servicio de Dios y su
caridad para con los dems aportarn nuevo aliento espiritual
a toda la Iglesia, que aparecer como estandarte levantado
entre las naciones (Cf. Is., 11,12) "luz del mundo" (Mt. 5,14) y
"sal de la tierra" (Mt., 5,13). Este testimonio de la vida
producir ms fcilmente su efecto si se da juntamente con
DECRETO
PRESBYTERORUM ORDINIS
SOBRE EL MINISTERIO Y LA VIDA DE LOS PRESBTEROS
PROEMIO
1. Repetidas veces ha trado este Sagrado Concilio a la
memoria de todos la excelencia del Orden de los presbteros
en la Iglesia[1]. Y como se asignan a este Orden en la
renovacin de la Iglesia influjos de suma trascendencia y ms
difciles cada da, ha parecido muy til tratar ms amplia y
profundamente de los presbteros. Lo que aqu se dice se
aplica a todos los presbteros, en especial a los que se
dedican a la cura de almas, haciendo las salvedades debidas
con relacin a los presbteros religiosos. Pues los presbteros,
por la ordenacin sagrada y por la misin que reciben de los
obispos, son promovidos para servir a Cristo Maestro,
Sacerdote y Rey, de cuyo ministerio participan, por el que la
Iglesia se constituye constantemente en este mundo Pueblo
de Dios, Cuerpo de Cristo y Templo del Espritu Santo. Por lo
cual este Sagrado Concilio declara y ordena lo siguiente para
que el ministerio de los presbteros se mantenga con ms
eficacia en las circunstancias pastorales y humanas, tan
CAPTULO II
MINISTERIO DE LOS PRESBTEROS
NOTAS
[36] San Ignacio Mrtir, Smyrn., 8, 1-2: Ed. Funk, p. 282, 6-15;
Constitutiones Apostolorum, VIII, 12, 3: Ed. F. X. Funk, p. 496;
VIII, 2, p. 532.
[37] Cf. Conc. Vatic. II, Const. dogm. De Ecclesia, n. 28: AAS
57 (1965), pp. 33-36.
[38] "La Eucarista es como la consumacin de la vida
espiritual y el fin de todos los Sacramentos" (Santo Toms,
Summa Theol., III, q. 73, a. 3 c.); cf. Summa Theol., III, q. 65,
a. 3.
[39] Cf. Santo Toms, Summa Theol., III, q. 66, a. 3, ad 1; y
79, a. 1, c, y a. 1.
[40] Cf. Ef., 5, 19, 20.
[41] Cf. San Jernimo, Epist. 114, 2: "... y los sagrados clices
y los santos paos, y lo dems que se refiere a la pasin del
Seor..., por el contacto del cuerpo y de la sangre del Seor
hay que venerarlos con el mismo respeto que su cuerpo y su
sangre". (PL 934). Cf. Conc. Vat. II, Const. dogm. De Sacra
Liturgia, nn. 122-127: AAS 56 (1964), pp. 130-132.
[42] Pablo VI, Encicl. Mysterium Fidei, del 3 de setiembre de
1965: AAS 57 (1965), p. 771: "Adems, durante el da, los
fieles no omitan el hacer la visita al Santsimo Sacramento,
que debe estar reservado en un sitio dignsimo con el mximo
honor en las iglesias, conforme a las leyes litrgicas, puesto
que la visita es prueba de gratitud, signo de amor y deber de
adoracin a Cristo nuestro Seor, all presente".
[43] Cf. Conc. Vat. II, Const. dogm. De Ecclesia, n. 28: AAS 57
(1965), pp. 33-36.
[44] Cf. 2 Cor., 10, 8; 13, 10.
[45] Cf. Gal., 1, 10.
[46] Cf. 1 Cor., 4, 14.
[47] Cf. Didascalia, II, 34, 2-3; II, 46, 6; II, 47, 1; Constitutiones
Apostolorum, II, 47, 1 (ed. F. X. Funk, Didascalia et
Constitutiones, I, pp. 116, 142 y 143).
[48] Cf. Gal., 4, 3; 5, 1 y 13.
[49] Cf. S. Jernimo, Epist., 58, 7: PL 22, 584: "Qu utilidad
hay en que las paredes estn revestidas de piedras preciosas
y que Cristo muera en la pobreza?".
[50] Cf. 1 Pedr., 4, 105.
[51] Cf. Mt., 25, 34-45.
[52] Cf. Lc., 4, 18.
[53] Pueden nombrarse otras categoras; por ejemplo, los
emigrantes, los nmadas, etc. De ellos se trata en el decreto
Christus Dominus, sobre la funcin pastoral de los obispos en
la Iglesia; cf. Didascalia, II, 59, 1-3: "En tu enseanza manda y
exhorta que el pueblo se rena en la iglesia y que nunca falten
de ella, sino que vivan siempre y no aminoren la Iglesia
cuando se retiran, ni le disminuyan los miembros del Cuerpo
de Cristo... Siendo vosotros miembros de Cristo, no os
dispersis de la iglesia, como hacis cuando no os reuns;
teniendo, pues, a Cristo presente y comunicando con vosotros
como Cabeza, segn lo prometi, no os despreciis a
vosotros mismos, ni alejis a Cristo de sus miembros, ni
rasguis, ni desparramis su cuerpo...".
[54] Cf. Pablo VI, Alloc. a los clrigos italianos que asistieron a
la XIII Asamblea en Urbieto, sobre "la actualizacin pastoral",
del 6 de setiembre de 1963: AAS 55 (1963), p. 750 s.
[55] Cf. Conc. Vat. II, Const. dogm. De Ecclesia: AAS 57
(1965), p. 35.
[56] Cf. la llamada Constitutionem Ecclesiasticam
Apostolorum, XIII: "Los presbteros son los participantes con
los obispos de sus misterios y de sus luchas" (ed. Th.
Schermann, Die allgemeine Kirchenordnung, I, Paderborn,
DECRETO
APOSTOLICAM ACTUOSITATEM
SOBRE EL APOSTOLADO DE LOS LAICOS
PROEMIO
CAPTULO I
VOCACIN DE LOS LAICOS AL APOSTOLADO
CAPTULO II
FINES QUE HAY QUE LOGRAR
Introduccin
5. La obra de la redencin de Cristo, que de suyo tiende a
salvar a los hombres, comprende tambin la restauracin
incluso de todo el orden temporal. Por tanto, la misin de la
Iglesia no es slo anunciar el mensaje de Cristo y su gracia a
los hombres, sino tambin el impregnar y perfeccionar todo el
orden temporal con el espritu evanglico. Por consiguiente,
los laicos, siguiendo esta misin, ejercitan su apostolado tanto
en el mundo como en la Iglesia, lo mismo en el orden
espiritual que en el temporal: rdenes que, por ms que sean
distintos, se compenetran de tal forma en el nico designio de
Dios, que el mismo Dios tiende a reasumir, en Cristo, todo el
CAPTULO III
VARIOS CAMPOS DE APOSTOLADO
Introduccin
9. Los laicos ejercen un apostolado mltiple, tanto en la Iglesia
como en el mundo. En ambos rdenes se abren varios
campos de actividad apostlica, de los que queremos recordar
aqu los principales, que son : las comunidades de la Iglesia,
la familia, la juventud, el mbito social, el orden nacional e
internacional. Como en nuestros tiempos participan las
mujeres cada vez ms activamente en toda la vida social, es
de sumo inters su mayor participacin tambin en los
campos del apostolado de la Iglesia. Las comunidades de la
Iglesia
10. Los laicos tienen su papel activo en la vida y en la accin
de la Iglesia, como partcipes que son del oficio de Cristo
Sacerdote, profeta y rey. Su accin dentro de las
comunidades de la Iglesia es tan necesaria que sin ella el
mismo apostolado de los pastores muchas veces no puede
conseguir plenamente su efecto.
Pues los laicos de verdadero espritu apostlico, a la manera
de aquellos hombre y mujeres que ayudaban a Pablo en el
Evangelio (Cf. Act., 18,18-26; Rom., 16,3), suplen lo que falta
a sus hermanos y reaniman el espritu tanto de los pastores
como del resto del pueblo fiel (Cf. 1 Cor., 16,17-18).
CAPTULO IV
Introduccin
15. Los laicos pueden ejercitar su labor de apostolado o como
individuos o reunidos en diversas comunidades o
asociaciones.
Importancia y multiplicidad del apostolado individual
16. El apostolado que se desarrolla individualmente, y que
fluye con abundancia de la fuente de la vida verdaderamente
cristiana (Cf. Jn., 4,14), es el principio y fundamento de todo
apostolado seglar, incluso el asociado, y nada puede
sustituirle.
Todos los laicos, de cualquier condicin que sean son
llamados y obligados a este apostolado, til siempre y en
todas partes, y en algunas circunstancias el nico apto y
posible, aunque no tengan ocasin o posibilidad para
cooperar en asociaciones.
Hay muchas formas de apostolado con que los laicos edifican
a la Iglesia y santifican al mundo, animndolo en Cristo.
La forma peculiar del apostolado individual y, al mismo
tiempo, signo muy en consonancia con nuestros tiempos, y
que manifiesta a Cristo viviente en sus fieles, es el testimonio
de toda la vida seglar que fluye de la fe, de la esperanza y de
CAPTULO V
ORDEN QUE HAY QUE OBSERVAR
Introduccin
23. El apostolado de los laicos, ya se desarrolle
individualmente, ya por fieles asociados, ha de ocupar su
lugar correspondiente en el apostolado de toda la Iglesia; ms
an, el elemento esencial del apostolado cristiano es la unin
con quienes el Espritu Santo puso para regir su Iglesia (Cf.
Act., 20,28). No es menos necesaria la cooperacin entre las
varias formas de apostolado, que ha de ordenar la Jerarqua
convenientemente.
Pues, a fin de promover el espritu de unidad para que
resplandezca en todo el apostolado de la Iglesia la caridad
fraterna, para que se consigan los fines comunes y se eviten
las emulaciones perniciosas, se requiere un mutuo aprecio de
todas las formas de apostolado de la Iglesia y una
coordinacin conveniente, conservando el carcter propio de
cada una.
Cosa sumamente necesaria, porque la accin peculiar de la
Iglesia requiere la armona y la cooperacin apostlica del
clero secular y regular, de los religiosos y laicos.
Relaciones con la Jerarqua
CAPTULO VI
FORMACIN PARA EL APOSTOLADO
DECRETO
OPTATAM TOTIUS
SOBRE LA FORMACIN SACERDOTAL
PROEMIO
Conociendo muy bien el Santo Concilio que la anhelada
renovacin de toda la Iglesia depende en gran parte del
ministerio de los sacerdotes, animado por el espritu de Cristo,
proclama la grandsima importancia de la formacin
sacerdotal y declara algunos principios fundamentales de la
misma, con los que se confirmen las leyes ya experimentadas
durante siglos, a la vez que se introduzcan en ellas las
innovaciones que responden a las Constituciones y Decretos
de este Santo Concilio, y a las renovadas circunstancias de
los tiempos. Esta formacin sacerdotal es necesaria por razn
de la misma unidad del sacerdocio, para todos los sacerdotes
de ambos cleros y de cualquier rito; por tanto, estas
prescripciones, que van dirigidas directamente al clero
diocesano, hay que acomodarlas a todos con las mutaciones
necesarias.
DECRETO
PERFECTAE CARITATIS
SOBRE LA ADECUADA RENOVACIN DE LA VIDA
RELIGIOSA
DECRETO
CHRISTUS DOMINUS
SOBRE EL MINISTERIO PASTORAL DE LOS OBISPOS
PROEMIO
CAPTULO I
LOS OBISPOS CON RELACIN A TODA LA IGLESIA
CAPTULO II
LOS OBISPOS CON RELACIN
A LAS IGLESIAS PARTICULARES O DICESIS
CAPTULO III
LOS OBISPOS DE LAS DISTINTAS DICESIS
EN COLABORACIN PARA EL BIEN COMN
DISPOSICIN GENERAL
44. Dispone el sagrado Concilio que en la revisin del Cdigo
de Derecho Cannico se definan las leyes, segn la norma de
los principios que se establecen en este decreto, teniendo
tambin en cuenta las advertencias sugeridas por las
comisiones o por los Padres conciliares.
Dispone, adems, el santo Concilio que se confeccionen
directorios generales para el cuidado de las almas, para uso
de los Obispos y de los prrocos, ofrecindoles mtodos
seguros para el ms fcil y acertado cumplimiento de su cargo
pastoral.
Hgase, adems, un directorio especial sobre el cuidado
pastoral de cada grupo de fieles, segn la idiosincrasia de
cada nacin o regin; otro directorio sobre la instruccin
catequtica del pueblo cristiano, en que se trate de los
principios y prcticas fundamentales de dicha instruccin y de
la elaboracin de los libros que a ella se destinen. En la
composicin de estos directorios tnganse tambin en cuenta
las sugerencias que han hecho tanto las comisiones como los
Padres conciliares.
Todas y cada una de las cosas contenidas en este Decreto
han obtenido el beneplcito de los Padres del Sacrosanto
Concilio. Y Nos, en virtud de la potestad apostlica recibida de
Cristo, juntamente con los Venerables Padres, las aprobamos,
decretamos y establecemos en el Espritu Santo y mandamos
que lo as decidido conciliarmente sea promulgado para gloria
de Dios.
DECRETO
UNITATIS REDINTEGRATIO
SOBRE EL ECUMENISMO
PROEMIO
1. Promover la restauracin de la unidad entre todos los
cristianos es uno de los fines principales que se ha propuesto
el Sacrosanto Concilio Vaticano II, puesto que nica es la
Iglesia fundada por Cristo Seor, aun cuando son muchas las
comuniones cristianas que se presentan a los hombres como
la herencia de Jesucristo. Los discpulos del Seor, como si
Cristo mismo estuviera dividido. Divisin que abiertamente
repugna a la voluntad de Cristo y es piedra de escndalo para
el mundo y obstculo para la causa de la difusin del
Evangelio por todo el mundo.
Con todo, el Seor de los tiempos, que sabia y pacientemente
prosigue su voluntad de gracia para con nosotros los
pecadores, en nuestros das ha empezado a infundir con
mayor abundancia en los cristianos separados entre s la
CAPTULO II
LA PRCTICA DEL ECUMENISMO
La unin afecta a todos
5. El empeo por el restablecimiento de la unin corresponde
a la Iglesia entera, afecta tanto a los fieles como a los
pastores, a cada uno segn su propio valor, ya en la vida
cristiana diaria, ya en las investigaciones teolgicas e
histricas. Este inters manifiesta la unin fraterna existente
ya de alguna manera entre todos los cristianos, y conduce a la
plena y perfecta unidad, segn la benevolencia de Dios.
La reforma de la Iglesia
6. Puesto que toda la renovacin de la Iglesia consiste
esencialmente en el aumento de la fidelidad a su vocacin,
por eso, sin duda, hay un movimiento que tiende hacia la
unidad. Cristo llama a la Iglesia peregrinante hacia una
perenne reforma, de la que la Iglesia misma, en cuanto
institucin humana y terrena, tiene siempre necesidad hasta el
punto de que si algunas cosas fueron menos cuidadosamente
observadas, bien por circunstancias especiales, bien por
costumbres, o por disciplina eclesistica, o tambin por
formas de exponer la doctrina que debe cuidadosamente
distinguirse del mismo depsito de la fe , se restauren en el
tiempo oportuno recta y debidamente.
La vida sacramental
22. Por el sacramento del bautismo, debidamente
administrado segn la institucin del Seor, y recibido con la
requerida disposicin del alma, el hombre se incorpora
realmente a Cristo crucificado y glorioso y se regenera para el
consorcio de la vida divina, segn las palabras del Apstol:
"Con El fuisteis sepultados en el bautismo, y en El, asimismo,
fuisteis resucitados por la fe en el poder de Dios, que lo
resucit de entre los muertos" (Col., 2,12; Rom., 6,4).
El bautismo, por tanto, constituye un poderoso vnculo
sacramental de unidad entre todos los que con l se han
regenerado. Sin embargo, el bautismo por s mismo es tan
slo un principio y un comienzo, porque todo l se dirige a la
consecucin de la plenitud de la vida en Cristo. As, pues, el
bautismo se ordena a la profesin ntegra de la fe, a la plena
incorporacin, a los medios de salvacin determinados por
Cristo y, finalmente, a la ntegra incorporacin en la comunin
eucarstica.
Las comunidades eclesiales separadas, aunque les falte esa
unidad plena con nosotros que dimana del bautismo, y
aunque creamos que, sobre todo por la carencia del
sacramentodel orden, no han conservado la genuina e ntegra
sustancia del misterio eucarstico, sin embargo, mientras
conmemoran en la santa cena la muerte y la resurreccin del
Seor, profesan que en la comunin de Cristo se representa
la vida y esperan su glorioso advenimiento. Por consiguiente,
la doctrina sobre la cena del Seor, sobre los dems
DECRETO
ORIENTALIUM ECCLESIARUM
SOBRE LAS IGLESIAS ORIENTALES CATLICAS
PROEMIO
1. La Iglesia catlica tiene en gran aprecio las instituciones,
los ritos litrgicos, las tradiciones eclesisticas y la disciplina
de la vida cristiana de las Iglesias orientales. Pues en todas
ellas, preclaras por su venerable antigedad, brilla aquella
tradicin de los padres, que arranca desde los Apstoles, la
cual constituye una parte de lo divinamente revelado y del
patrimonio indiviso de la Iglesia universal. Teniendo, pues, a la
vista la solicitud por las Iglesias orientales, que son testigos
vivientes de tal tradicin, este santo y ecumnico Snodo,
deseando que florezcan y desempeen con renovado vigor
apostlico la funcin que les ha sido designada, ha decretado
establecer algunos principios, adems de los que ataen a
toda la Iglesia, remitiendo todo lo dems a la iniciativa de los
snodos orientales y a la misma Sede Apostlica.
Las Iglesias particulares o ritos
CONCLUSIN
30. El Santo Snodo se alegra extraordinariamente de la
fructuosa y activa colaboracin entre las Iglesias catlicas de
Oriente y Occidente, y al mismo tiempo declara que todas
estas disposiciones jurdicas se establecen para las
circunstancias actuales, hasta que la Iglesia catlica y las
Iglesias orientales separadas lleguen a la plenitud de la
comunin.
Entretanto, se ruega encarecidamente a todos los cristianos,
orientales y occidentales, que eleven a Dios fervorosas y
asiduas plegarias; ms an, que rueguen diariamente para
que, con el auxilio de la Santsima Madre de Dios, todos sean
una sola cosa. Pidan tambin al Espritu Santo Parclito a fin
de que El derrame plenitud de fortaleza y de consuelo en
tantos cristianos, perseguidos y oprimidos, de cualquier Iglesia
que sean, que en medio del dolor y del sufrimiento
valientemente confiesan el nombre de Cristo.
Ammonos todos mutuamente con amor fraternal,
honrndonos a porfa unos a otros (Rom 12,10).
Todas y cada una de las cosas contenidas en este Decreto
han obtenido el beneplcito de los Padres del Sacrosanto
Concilio. Y Nos, en virtud de la potestad apostlica, recibida
de Cristo, juntamente con los Venerables Padres, las
aprobamos, decretamos y establecemos en el Espritu santo,
y mandemos que lo as decidido conciliarmente sea
promulgado para gloria de Dios.
DECRETO
INTER MIRIFICA
SOBRE LOS MEDIOS DE COMUNICACIN SOCIAL
PABLO OBISPO
SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS
JUNTAMENTE CON LOS PADRES DEL CONCILIO
PARA PERPETUO RECUERDO
INTRODUCCIN
1. Entre los maravillosos inventos de la tcnica que, sobre
todo en estos tiempos, el ingenio humano, con la ayuda de
Dios, ha extrado de las cosas creadas, la madre Iglesia
acoge y fomenta con especial solicitud aquellos que ataen
especialmente al espritu humano y que han abierto nuevos
caminos para comunicar con extraordinaria facilidad noticias,
ideas y doctrinas de todo tipo. Entre tales inventos sobresalen
aquellos instrumentos que, por su naturaleza, pueden llegar
no slo a los individuos, sino tambin a las multitudes y a toda
la sociedad humana, como son la prensa, el cine, la radio, la
televisin y otros similares que, por ello mismo, pueden ser
llamados con razn medios de comunicacin social.
CLUSULAS
23. Para que todos los principios y normas de este santo
Snodo sobre los medios de comunicacin social se lleven a la
prctica, por expreso mandato del Concilio, publquese una
instruccin pastoral por el organismo de la Santa Sede del
que se habla en el n.19 con la ayuda de peritos de diferentes
naciones.
24. Por lo dems, este santo Snodo confa en que estas
instrucciones y normas suyas sern gustosamente aceptadas
y sanamente respetadas por todos los hijos de la Iglesia, que,
tambin al utilizar estos medios, lejos de padecer daos,
como sal y como luz, darn sabor a la tierra e iluminarn el
mundo; adems invita a todos los hombres de buena
voluntad, sobre todo a aquellos que dirigen estos medios, a
que se esfuercen por utilizarlos nicamente en bien de la
sociedad humana cuya suerte depende cada vez ms del
recto uso de stos. Y as como antes los monumentos
artsticos de la antigedad, tambin ahora los nuevos inventos
glorificarn el nombre del Seor segn aquello del Apstol:
Jesucristo, ayer y hoy el mismo por los siglos de los siglos
(Heb 13, 8).
Todas y cada una de las cosas que en este Decreto se
incluyen han obtenido el beneplcito de los Padres del
sacrosanto Concilio. Y Nos, en virtud de la potestad apostlica
a Nos confiada por Cristo, todo ello, juntamente con los
venerables Padres, lo aprobamos en el Espritu Santo,
decretamos y establecemos, y ordenamos que se promulgue
para gloria de Dios todo lo aprobado conciliarmente.